LA ONOMASTEA DE LAS ISLAS CANARIAS
DE LA ANTIGÜEDAD A NUESTROS DIAS
i. Quiero empezar mi intervención agradeciendo a ias personas res-ponsables
de la organización de este Coloquio, en especial a su
coordinador general, D. Francisco Morales Padrón, y a los profesores D.
Eduardo Aznar Vallejo y D. Antonio Tejera Gaspar, el que se me
permita participar en tan prestigioso debate sobre la Historia de Cana-rias.
El hecho de que lo haga por vez primera quizá mereciera alguna
mínima explicación. Desde hace ya algunos años vengo ocupándome,
desde mi condición profesional de filólogo clásico, de algunos aspectos
relacionados con el pasado de nuestras islas y el mundo clásico. Consi-dero
que es una de las maneras más gratificantes de compaginar la
profesión particular con el empeño'de clarificar, en la medida de lo
posible, algunas cuestiones de la más remota historia de la tierra que le
vio nacer a uno. Desde esta perspectiva hemos publicado ya algunos
trabajos, alguno de los cuales citaremos en el transcurso de nuestra
Comunicación, y otros tenemos proyectados para un futuro más o me-nos
inmediato. Nuestra intención es hacer, con el tiempo, una revisión
crítica de todas esas, supuestas o reales, noticias que los textos greco-latinos
nm pueden nfrec~.r s&~P. -P,&fiz~gs, afi&a&s y cnmefit&r
desde el punto de vista de la Filología Clásica. No pretendemos con ello
descubrir nada nuevo, aunque sí estamos convencidos de aportar algu-nos
matices apenas señalados en la historiografía canaria. Pero tampoco
descartamos que de vez en cuando surja algún nuevo dato que, sin ser
trascendental para lo que se conoce ya del pasado de nuestro Archipié-lagosii,
i eíi,h-gu,s er de aiguna imPvfiancia pai;a
rectificaciones. En cualquier caso, quisiera que mis colegas historiado-res
no vean en esta empresa la labor de un intmso, sino, al contrario, la
modesta aportación de un filólogo que, al igual que ellos, se preocupa
232 Marcos Martínez
por el pasado de su tierra. Estoy plenamente convencido de que hoy,
más que nunca, es necesaria una estrecha colaboración interdisciplinar
de historiadores, filólogos, arqueólogos, antropólogos, etnólogos,
geólogos, botánicos, zoólogos, etc. para poder avanzar un poco más en
el desvelamiento de tantos misterios que todavía envuelven a la más
lejana historia de nuestras islas.
2. Pienso sinceramente que no es pecar de adulación si dijera que en
los últimos veinte años la historia de Canarias se ha visto tremendamen-te
enriquecida por las aportaciones de estos Coloquios de Historia
Canario-Americana como nunca antes lo había sido. No hay más que
echar una ojeada a los índices de las correspondientes Actas ya publica-das
para darse cuenta de lo mucho que se ha progresado en este terreno m
D
en los últimos decenios. Precisamente en una de las colaboraciones al V E
Coioquio de iYS2, que trató sobre el "Estado actual de la investigación O
sobre el Archipiélago canario prehispánico", su autor reconocía que n -
=m
entre las fuentes escritas para el conocimiento de Canarias están los O
E
autores clásicos greco-latinos, que "han ocupado de forma directa o SE
marginal ... a historiadores y lingüístas de las más diversas nacionalida- =E
des..."'. Sin embargo, cuatro años después de producirse esta flamante
afirmación, en el transcurso del VI1 Coloquio de 1986. Celso Martín de 3
Guzmán no recogía prácticamente ningún estudio sobre historia de Ca-
- -
0m
narias y mundo clásico en su, por lo demás, extraordinariamente bien E
documentado trabajo en relación con las "últimas tendencias metodo- O
lógicas de la historiografía canaria". El profesor grancanario se limitó, n
en este aspecto, a citar la erudición y la metodología filológico- -£
etimológicu, desde el campo de la etnolingüística, del filólogo latino D. a
2 Juan Alvarez Delgado, quien, partiendo de su conocimiento del libico- n
bereber, "cuenta con un interesante repertorio de artículos en los que ha 0
abordado muchos aspectos de la prehistoria reciente in~ular"~E.s ta au- O3 sencia es tanto más llamativa cuanto que en su monumental obra sobre
la prehistoria de Gran Canaria, publicada sólo un par de años antes de
ese Coloquio, dedicaba un interesante capítulo, titulado "Canarias en la
Antigüedad", a exponer y analizar críticamente todas esas noticias sobre
Canarias extraídas de los textos greco-latinos3. Tal vez en la base de la
citada ausencia pueda estar una idea, presente en muchos historiadores -..- ,.A,... ..,.-L.. l.. -.. -1 l.. -A-,.- ..,.J-d,.-,. .. ..,.,...-.. h:..b~L.. A,. D......
LQLIQLIU~, sügul~ la LUIU la pllulcla vauaucla y xgula lllxulla UG Laua-rias,
eso que suele designarse como protohistoria de Canarias, empieza
precisamente en el siglo xrv con el llamado "Redescubrimiento'". No
sería muy descabellado pensar que en el fondo de semejante actitud
pueda estar el pensamiento de D. Elías Serra Ráfols, muy poco proclive
a admitir noticias verdaderamente históricas de las fuentes clásicas en
La onomástica de las Islas Canarias de la antigüedad. .. 233
relación con Canarias, ya que era de la opinión de que "las Islas Cana-rias
son descubiertas a comienzos del siglo xrv, pues en realidad nada
subsistía entonces de las nociones de los clásicos sobre ellas, reducidas
a fin de cuentas a unos nombres impreciso^..."^. Por lo que a nosotros
respecta, creemos, por el contrario, que es bastante lo que podemos
aprovechar de los textos clásicos para el primer conocimiento de nuestro
Archipiélago y que, a pesar de los grandes logros alcanzados en los
últimos años, todavía queda mucho por hacer.
3. Ahora bien, el mundo clásico en la historiografía canaria se ha
manejado de diversas maneras dependiendo del subjetivo punto de vista
de cada cual en el análisis de los documentos utilizados. Ya en el siglo
pasado uno de los más insignes estudiosos que ha tenido la historia
canaria nos advertía que "el archipiélago canario es una de las regiones
del mundo cuyo pasado ha levantado las mayores polémicas. Para unos,
estas islas serían muy antiguas y estarían habitadas desde una época que
se remontm'a más allá de toda historia. Para otros, al contrario, serían
de formación reciente. Algunos autores indican que han sido conocidas
desde la más remota antigüedad. Otros remontan su descubrimiento a la
Y&d MP,&U'~N.e hzy mL& q ~pe&% r ~ f viis!> 7n 2 12s pfimerls &scfinr-ciones
históricas de Canarias desde finales del XVI y comienzos del XVII
(Torriani, Espinosa, Abreu Galindo, Núñez de la Peña, Tomás Arias y
Marín, etc.) para percatarse de cuán inundadas están de noticias proce-dentes
de los autores antiguos, además de las derivadas del mundo
bíblico, la otra gran fuente de la que bebieron nuestros primeros histo-riadores.
En efecto, Mundo clásico y Biblia han sido dos de los grandes
pilares sobre los que se construyeron nuestras primeras historias genera-les7.
Bastaba cualquier alusión al océano, a la costa atlántica, a una isla,
o a cualquier otro detalle de nomenclatura, para ver en el texto en
cuestión un hecho relacionado con Canarias. Conocida es a nivel nacio-nal
la influencia que determinados mitos de procedencia helénica han
tenido en la elaboración de los primeros capítulos de nuestras historias.
Piénsese, por ejemplo, en el mito de Hércules, en el mito de Gerión,
e t ~ . ~Se. ha dicho, con razón, que en muchos casos, la finalidad de
semejante práctica no era otra que intentar ennoblecer el más remoto
pasado local con episodios y personajes del más puro ambiente de la
miioiogía griega y romana? En ei caso de Canarias contarnos incluso
con monografías enteras dedicadas a recoger aisladamente el mundo
clásico relacionado con nuestras islas. Una de las primeras fue las Exce-lencias
y Antigüedades de las siete Islas de Canaria, publicada en Jerez
de la Frontera en 1679, que se atribuye a D. Cristóbal Pérez del Cristo,
aunque se discute también si es de Luis de Anchieta. Similares a esta
234 Marcos Martínez
curiosa obra serían las Primeras nociones sobre las Islas Canarias, de
D. José García Ramos (Cádiz, 1876) y la Revista de las primeras noti-cias
escritas sobre las Islas Canarias, de su hijo D. Rosendo
García-Ramos y Bretillard (1878, reimpr. Sta. Cruz de Tenerife, 1941).
En nuestros días contamos también con una obra de este estilo en la
publicación de D. Antonio Cabrera Perera, Las Islas Canarias en el
Mundo Ckisico, (Islas Canarias, 1988). Pero lo que se echa en falta en
todas estas monografías es un análisis filológico, seno y riguroso, que
permita separar lo que de verdad pertenece a nuestro pasado y lo que
no. Esta es la labor que intentamos desarrollar con nuestras modestas
aportaciones. Aquí no tenemos espacio para hacer ver al lector el mucho
daño que se ha hecho a la historia de Canarias, posiblemente sin preten- ,, -
derlo, con afirmaciones puestas en boca de autores greco-latinos, que E
nada, o casi nada, tienen que ver con nuestra historia. Por citar sólo un O
ejemplo reciente, todo un Profesor de la Universidad americana de Nue- n -
=m
vo México acaba de publicar, hace un par de años, un trabajo, titulado O
E
"Filóstrato y las Canarias", en una prestigiosa Revista española de histo- E
2
rial". En él se pretende hacer creer que el autor griego-& las Imágenes =E se inspiró en las Islas Canarias para hacer la descripción de las islas que
, cita en su obra, cuando hoy sabemos de sobra que esas descripciones 3
corespondían a unos cuadros de una galería de la antigua Nápoles, - -
0m
inspirados en las islas sicilianas Lipari, antiguas islas Eolias. Aceptar las E
tesis del Prof. J. F. Moffitt es tanto como admitir que en los siglos u-III O
d. C. había ya en Italia nada menos que representaciones pictóricas de
n las Islas Canarias. Y para llegar a tan espléndida y revolucionaria con- -£ clusión, nuestro profesor se basa casi exclusivamente en los datos que le a
proporciona el texto griego en cuestión y la información sobre Canarias 2
n
extraída de la guía turística de M. W. Schweitzer, Spain (París, 1961). o
Si este tipo de conclusiones se obtienen así de las fuentes clásicas 3
todavía a finales del siglo xx, ¡cómo no iban a ser mucho más frecuen- O
tes en los siglos xv y XVI en plena efervescencia renacentista!
4. Decía hace muy poco el Profesor Celso Martín, en el mismo
trabajo citado en nota dos, que estos Coloquios de Historia Canario-
Americana son "una cátedra libre para exponer los trabajos realizados,
los proyectos en curso y las cuestiones y dificultades que, a través de los
Aahn+no .-o o,,on:t-n .r ca A-n nnnnna- o l n o nnlnm~o"11 Dsxao h:n- h f i . 7 ubvu~ba,a b auabi rui i y uuu a ~ V I I U u~ ~LVIU b u ~ b p a . I uba U I ~ L L , LIUJ
quiero hablarles aquí ante ustedes un proyecto que tenemos en curso
sobre los nombres de nuestras islas a lo largo de su historia. En este
mismo año de 1992, el conocido periodista y escritor tinerfeño. Juan
Cruz, en el prólogo a un elegante libro sobre la Imagen de Canarias,
decía a este respecto algo que no me puedo resistir a reproducir aquí:
La onomástica de las Islas Canarias de la antigüedad. .. 235
"Lo primero son los nombres. Miguel de Unarnuno se fijo en ellos y
compuso con su sonido un poema lleno de lo que él consideraba la
esencia de Canarias: la capacidad poética de su propia n~menclatura"~~.
Soy consciente, por supuesto, que sobre esta "esencia de Canarias" se
ha escrito ya tanto que a más de uno le ha parecido "que intentar
abundar en el mismo tema fuera cosa pesada y molesta, cuando no
monótona e innecesaria"13. Ya en 1962 nos advertía D. Juan Alvarez
que "no hay lingüista o historiador, poeta, periodista, o novelista, aficio-nado
o investigador, que trate tema de Canarias, que al punto no se crea
obligado a echar su cuarto a espadas sobre este espinoso y difícil pro-blema
de los nombres de las Islas, que a fuerza de manosearlo se ha
convertido en un auténtico embrollo. iY cuántas veces y de cuántas
maneras nos hemos equivocado todos, científicos y meros aficiona-dos!"
14. A pesar de estas sabias palabras de D. Juan, nos vamos a ocupar
de ios nombres de ias ísias Canarias, fundamentaimente por dos razo-nes.
Una, porque estamos convencidos de que el nombre de un país
tiene gran importancia para sus habitantes, pues llevan en sí "todo el
peso mítico de la tradiciónw1*Y. otra, porque, al igual que Carlos Bosch
Millares, "opinamos que un estudio serio, cronológico y comparativo de
la antigüedad y origen de los nombres de las islas, sería un camino para
clarificar algunos puntos oscuros de nuestra hi~toria"'~E. ste trabajo
pretendemos realizarlo desde el enfoque de un filólogo clásico. Si toda-vía
en el siglo podía afirmar D. Gregorio Chil y Naranjo, a propósito del
conocido texto de Plinio sobre las Islas Afortunadas, que "el hecho
definitivo es que no conozco filólogo que se haya ocupado de esta
hoy no se puede decir lo mismo. Desde 1945 contamos por
obra de D. Juan Alvarez con uno de los mejores análisis de dicho texto
realizado desde el punto de vista filológico que, aunque a algunas de sus
investigación de las fuentes clásicas de Canarias, D, Juan quería que su
estudio se viera enmarcado en lo que bautizó con el nombre de
Canariarum Fontes Antiqui, cuyo contenido no era otro que el "de
tndnr 10s textos cl&lcm o l a t i v a~ C~ z -xiar cimentad~r~. fiticamefit&'l*.
Lo que vamos a desarrollar a continuación quisiera que se interpretara
como una humilde continuación de ese magnífico proyecto.
5. Hacer la historia completa de todos y cada uno de los nombres de
nuestras islas, tanto colectivos, como individuales, requeriría una exten-sión
de nuestra Comunicación que no nos está permitida. De ahí que
nos hiiiiemos a los aSpeciGS m4s geiiileiiik~ de a: emdiu dejaido paia
una futura ocasión, esperemos que muy próxima, el análisis exhaustivo
de nuestra onomástica isleña. Lo que sí debe quedar claro desde ahora
es que este estudio se lleva a cabo en el marco de un largo proyecto que
236 Marcos Martínez
desde hace ya unos años venimos desarrollando en relación con el tema
de las islas. Hasta el momento tenemos realizados tres trabajos relativos,
el uno a la clasificación de las islas poético-literarias en la literatura
greco-latina clásica y medieval, el otro a las islas míticas y el tercero a
las islas escatológicasig. Nuestra intención es poder contar algún día con
una amplia monografía sobre todos los tipos de islas en la Antigüedad y
Edad Media (utópicas, legendarias, fantásticas, etc.). Como consecuen-cia
de este contacto nuestro con la investigación de las islas quisiéramos
plantear el estudio de los nombres insulares canarios no desde la óptica
general de la toponimia, como se ha hecho hasta ahora, sino desde la
perspectiva de una parte de la misma que proponemos acuñar como
. nesonimia. Hay que tener en cuenta que existen más de medio millón de
islas en que no existían. La nesonimia, pues, en este sentido, sería
aquella parte específica de la toponimia que estudiaría la denominación
de las islas en todos sus aspectos. Cuestiones propias de una nesonimia
podrían ser, entre otras, las siguientes:
a) Maneras de denominar las islas: cómo unos proceden de nombres
de dioses (Isla de Crono, Islas de Atlas, etc.), o de héroes (Isla de
Aq~iles, Xas de Diomedes, etc.), o de deteiminados mitos (Idas
Hespérides, Islas de las Amazonas, etc.), o de animales (Isla de las
cabras, Isla de las palomas, etc.), o de ciertos productos (Islas del esta-ño,
Isla de la sal, etc.), o de determinada flora (Isla de los pinos), etc.,
etc. La casuística por la que se da nombre a una isla puede ser muy
extensa y lo que hemos apuntado es sólo una pequeña muestra de la
misma.
b) Fenómenos de polionimia o sinonimia: es decir, cómo una misma
isla tiene a lo largo de su historia varias denominaciones sucesivas o
simultáneas. Es el caso, por ejemplo, de la Sicilia antigua, unas veces
llamada Sicania, otras Trinacria y otras Trinacia, o la mítica isla de
Aquiles, denominada por Plinio Achillea, Leuce y Macaron.
c) Relacionado con lo anterior, fenómenos de metonommia o cam-bio
de nombres: cómo una isla, llamada de una manera, pasa en un
momento dado a denominarse de otra. Es lo que ocurre, por ejemplo,
con la isla griega de De los, que hasta una época concreta se llamaba
Adelos "La invisible" y andaba errante (un caso de samborondonismo
,.A-,.-\ n , r n - ~ n A- - , . - ; . .~. .~~ nnl-.. "in r r ; r i ; ~ i a * - hohor ol inmtn~rn\ i
p i ~ g u )y,a aauuu a UC~ I IVILUI IQI J ~U GL.UJ la viaiuib pul iiauu ubbptrruuu u1
culto de Apolo en un momento de su mítica historia.
d) Clasijcación de las islas: es decir, separar en los textos las islas
que pueden identificarse como geográficamente reales y las que serían
sólo meras ficciones poéticas. A su vez, éstas últimas podrían subordi-
La onomásrica de las Islas Canarias de la antigüedad. .. 237
narse en míticas, escatológicas, legendarias, utópicas, fantásticas, mági-cas,
etc.
e) Problemas de identificación o localizacidn. No todas las islas
descritas en los textos antiguos podemos identificarlas con exactitud.
Por ejemplo, ¿cuál podría ser hoy la legendaria Tule? ¿Y la mítica
Ogigia? Las posibilidades que se han barajado son muchas, algunas de
ellas muy bien razonadas por sus defensores. Pero sigue sin haber un
criterio unánime cuáles podrían haber sido de hecho.
f) Estudio de los Islarios: es decir, esas obras específicas sobre islas
que como género literario se remontan a la Antigüedad, pero que mo-dernamente
empiezan a aparecer a partir del siglo xrv en Italia, y
continúan publicándose hasta bien entrado el siglo XVIII.
6. En el caso concreto de una nesonimia canaria habría que diferen-ciar
varios pianos. Uno sería ei que corresponde a ias aenominaciones
colectivas más o menos míticas o legendarias, del tipo Islas Afortuna-das,
Islas de los Bienaventurados, Islas Hespérides, Islas Purpurarias,
etc. Un segundo plano serían las denominaciones individuales de cada
una, tanto en la Antigüedad (Canaria, Ninguaria, etc.), como en la
actualidad (La Palma, El Hierro, etc.). En un tercer aspecto habría que
estudiar los nombres autóctonos o aborígenes del tipo Tenerife, Erbania,
etc., para terminar con una cuarta fase en la que se podría intentar
explicar las denominaciones actuales y su posible etimología. A grandes
rasgos se podría decir que nuestras siete islas principales deben su
nombre, o bien al mundo clásico latino (Canaria, de donde Gran Cana-ria
e Islas Canarias), o bien a sus denominaciones autóctonas (Tenenfe
y, posiblemente, Gomera), o bien a sus "redescubridores del siglo xrv
(Lanzarote, Fuerteventura y Palma), o bien sigue siendo problemático
saber su origen (Hierro) ... Una buena parte de la nesonimia canaria
habria que dedicarla precisamente al estudio de la etimología de cada
isla, tarea harto complicada, ya que, como decía en su día Abreu Galindo,
Yos nombres de ias cosas se ponen según ia voiuntad ae ios inventores
de ellas"20, y muy pocas tienen una razón válida de por qué se llaman
así. O como lo ha dicho hace unos años un excelente estudioso de
nuestro tema: la dificultad máxima entre los nombres antiguos y moder-nos
de siete islas situadas en el océano Atlántico estriba en que "los
nombres dados a las cosas, incluso a las islas, se relacionan con la
realidad sólo a través del cerebro y la lengua de los hombres que pueden
provocar malos entendidos, equivocarse o, simplemente, mentirm2'. Por
todo ello no es de extrañar la cantidad de explicaciones etimológicas
que se han propuesto para cada nombre, la mayoría de los cuales sólo
son un producto del ingenio de sus autores. En este sentido no hace
238 Marcos Martínzz
mucho María Rosa Alonso, sabia estudiosa'también de estos temas,
hablaba de una "lingüística ... recreativa" nacida en tomo a la icien:iiica-ción
real de los nombres antiguos de nuestras islas2*. Ahora bien, una
nesonimia canaria debe enfrentarse al esclarecimiento de las etimologías
isleñas sin escatimar detalles, pues, como muy bien decía en el siglo
xvrrr nuestro más excelso historiador, Viera y Clavijo, "el legítimo ori-gen
de una etimología suele estar oculto y como envuelto en ciertas
bagatelas de que no se hace casol.y se cree preciso buscarle en cosas de
otro fondo más serio, para que muestre algún caudal de er~dición"~~.
Para realizar nuestra tarea proponemos hacer una división por etapas
muy particular de la historia de Canarias. Que quede claro que aquí no
venimos a rectificar ninguna periodología ya elaborada por nuestros m
D
colegas historiadores. Lo que pretendo decir es que desde el punto de E
vista de ia historia de ias denominaciones de nuestras isias, ésta podrá ini
llevarse a cabo de manera más cómoda estableciendo los siguientes -- m
períodos y planos: O
E
E
2
a) Desde el principio hasta los textos de Plinio el Viejo (79 d. C.). E
b) Desde Plinio el Viejo hasta el "Redescubrimiento" (finales del 3
siglo XIII).
c) Los siglos XIV, xv y XVI.
-
0
m
d) La nesonimia canaria en las Historias de Canarias desde finales E
del siglo x v i a nuestros días. O
e) La nesonímia canaria de origen autóctono. n
f) Etimologías de los nombres actuales. aE
En cada uno de estos períodos aportaremos algunos de los textos
originales más representativos que puedan ilustrar el curso de nuestras
ideas Ponemos también el autor de la traducción que nos ha parecido
más correcta, entendiéndose que cuando no aparezca es que correspon-de
a ia reaiizacia por nosotros mismos. Para ios autores griegos ofrecemos
sólo la traducción, dado que la impresión de los originales griegos,
desgraciadamente, complican la publicación de nuestro trabajo. El citar
aquí los textos en su lengua original se debe a que pocas veces los
lectores tienen la oportunidad de ver, por ejemplo, a un Plinio o a un
Plutarco en su propia lengua. A nosotros nos parece ciertamente lamen-table
que para citar a esos autores se tenga que recurrir todavía a
traducciones del siglo XVIII o anterioresz4.
7. La historia de las denominaciones de las Islas Canarias va unida,
naturalmente, a su propia historia general. De ahí que sean inevitables
ciertas referencias históricas a nuestro Archipiélago mezcladas con las
La onomásti£a de las Islas Canarias de la antigüedad.. 239
noticias concretas de onomástica. En la primera etapa de las que hemos
establecido anteriormente vamos a encontrar, principalmente, denorni-naciones
generales de nuestras islas de fuerte predominio mítico. En
ésta una fase muy importante, porque se supone que en ella las islas
serían descubiertas y pobladas. En este primer período nos enfrentamos
a un cúmulo de cuestiones y problemas, quizás algunos insolubles, que
podríamos abordar brevemente de la mejor manera recogiéndolos en los
siguientes apartados:
a) Al ser nuestras islas durante muchos siglos, prácticamente hasta
los tiempos de Colón, el extremo occidental de la Ecumene antigua, o
sea, el punto más extremo por occidente de la tierra conocida de enton-ces,
hace que desde el primer momento se vean envueltas por lo raro,
maraviiioso, mítico, paradoxográfico, etc. Como todos ios extremos dei
mundo antiguo, nuestras islas gozan desde el primer momento de una
extraordinaria capacidad de mitologización en los albores de su histo-ria25.
El conocimiento de Occidente no se hizo de golpe y porrazo. Fue
un proceso paulatino en el que colaboraron innumerables autores grie-gos
y romanos hasta la Antigüedad tardíaz6.
b) Desde el punto de vista de nuestro tema, la primera cuestión que
nos importa dilucidar es la que se refiere al fenómeno de la navegación
por este extremo occidental y, en concreto, por el Atlántico Sur. Sabe-mos
que en esta actividad destacaron pueblos como los antiguos
cretenses, egipcios, fenicios, griegos, cartagineses, romanos, árabes,
et~.~H' .a y quien ha relacionado las Canarias con la antigua Creta sobre
la base de la comparación de ciertas inscripciones en uno y otro lugar,
lo cual supondría ya un contacto de ambas desde la época de la
talasocracia cretense28. Pero de todos esos pueblos marinos importan
para nuestro tema sobre todo los fenicios, griegos y cartagineses. No
disponemos de espacio aquí para tratar ni siquiera someramente sus
empresas marinas y comerciaies por occidente. Eay exceientes
monografías que han investigado este aspecto muy am~liamenteD~~i-.
gamos únicamente que, posiblemente, fueran los fenicios los primeros
descubridores de nuestras islas, tal vez desde el segundo rnilenio antes
de Cristo30. Durante muchos siglos fueron los dueños de las rutas co-merciales
por esta parte del mundo. Su centro occidental y punto
neurálgico de su comercio internacional fue Cádiz (la Guardia y Gades
antigüa~)~E'.n los textos greco-latinos clásicos se pueden leer algunas
noticias de Cádiz que posiblemente se relacionen con nuestras islas: la
existencia en esa ciudad bética de dragos, la pesca del atún en nuestros
mares por pescadores gaditanos, etc.j2. Puede decirse que, en el período
240 Marcos Martínez
que estamos estudiando, Cádiz fue la localidad antigua que mayor nú-mero
de datos atesoró sobre Canarias, la mayoría de ellos de procedencia
fenicia o cartaginesa. Muy vinculada al tema de Cádiz está el de la
mítica Tartessos, otro emporio comercial fenicio del que partirían mu-chas
navegaciones por el atlántico Las navegaciones de griegos
por occidente están muy unidas al fenómeno de las colonizaciones de
foceos, rodios, etc. A veces resulta muy difícil la separación de lo
mítico y lo De todas formas, Coleo de Samos, Eufemo de
Caria y Eudoxo de Cizico son tres nombres propios griegos muy unidos
a los viajes por occidente, de los cuales los dos últimos han tenido
alguna vinculación con nuestro Archipiélag~~~.
c) Capítulo aparte sería el tema de los periplos que se desarrollaron m
D
por el extremo occidental de la Antigüedad y, muy concretamente, la E
circunnavegación del continente africano. Es este otro aspecto que re- o
querida una monografía individual y que aquí sólo podemos tocar de n-- m
pasada3'j. Se tiene constancia de periplos desde la época del faraón O
E
Necao 11 (610-595 a. C.) que ordenó a unos fenicios realizar la circun- E
2
navegación de Africa, la cual llevaron a cabo en tres años. Otros periplos -E
ir?.,pmbmtesfi ?erm !m de Yutimnes de Mzsv!!u, e! ciz-%ghésX @E,
el de Sataspes, el de Hannón, el del Pseudo-Escilax, el de Polibio, el de 3
-
Eudoxo de Cizico y el de Estacio Seboso. De todos ellos el de mayor -
0
m
transcendencia para Canarias, aparte del de Seboso, que no está muy E
claro, es el de Hannón, del que se ha escrito casi todo: desde considerar- o
lo un mero "bl~f f '~a' quien estima que todo él se desenvuelve en n
nuestras islas38.H ay quienes han dicho incluso que el 22 de agosto de -E
un año entre 470 y 460 el general Hannón entranariean la bahía de Santa a
2
Cruz y que saldna para Marruecos desde la Palma el 25 de agosto del n
mismo años9. También del periplo de Sataspes D. José Agustín Alvarez n
Rixo en el siglo pasado tenía la sospecha de que tal expedición hubiera O3
"dejado en esta isla & Tenenfe algonn-. de nación y egipcios y lihios
que le acompañaban y de los penúltimos se originaría la costumbre de
embalsamar los muertos"40. Lo cierto es que en los textos que nos
hablan de estos periplos no hay nada que con toda seguridad pudiera
referirse a nuestras islas y todo lo que se ha dicho son suposiciones más
o menos ingeniosas extraídas de datos muy vagos y confusos.
cij De ia época que estamos considerando tenemos ya noticias de
algunas islas que de alguna manera se han relacionado a veces con
Canarias. Son islas como las que aparecen en la Odisea, sobre todo
Ogigia y Siria, o en Hesiodo, como la mítica Eritia, patria de Gerión, o
en algunos líricos griegos de quienes tal vez proceda el tema de las islas
de las Hespérides. Hay también unas islas de las Gorgonas, una isla de
La onomásrica de las Islas Canarias de la antigüedad. .. 24 1
los Sátiros, una isla Atlántida, unas islas Atlas, una isla de Sarpedón,
unas islas de Perséfone, una isla de Posidón, etc. Para nosotros estas
islas son míticas o utópicas, ya que en ellas se ubican conocidos mitos
griegos. Lo cual no quita que en algún caso concreto alguna de ellas
pase a designar islas reales con la misma denominación, aunque difícil
de identificar geográficamente, como ocurre, por ejemplo, con las lla-madas
islas Hespérides las Islas GÓrgades4'. Una isla de esta época que
tiene su importancia por haber sido considerada el extremo del mundo
habitado es la de Cemé, cuya identificación y localización ha dado
mucho que deciF2. Se la menciona en el Pseudo-Escilax, en el periplo
de Hannón, en Polibio, Plinio, etc. En varias ocasiones esta isla se ha
identificado con algunas de las Canarias, sobre todo con el Hierro,
Fuerteventura y Tenerife. Incluso se ha pensado que el meridiano herreño
ri,aujz & !E jri,eE?jfi~2~iCdgp mé-Hipn~n nr nsirtp feni&, !c qfip ~ u n l i - r- Y--- --r-caría
el topónimo de Orchilla y su posible relación con la materia que
los fenicios vendrían a buscar aquí para la elaboración de su famosa
púrpura43. En la Ora maritima de Avieno, que correspondería a un
periplo del siglo rv antes de la era, se habla de una isla de Satumo
(versos 164-171) que algunos han querido identificar con Tenerife por
ia alusión a una aita montaña4" GÍras isias y lugares aparecen también
en la obra atribuida a Aristóteles, De mirabilibus auscultationibus ("So-bre
rumores maravillosos"), que se supone redactada en el siglo III a. C.
o algo posterior, de las que la más famosa es la isla desierta del parágrafo
84 encontrada por fenicios. Se está de acuerdo que la misma isla corres-pondería
a la que describe Diodoro Sículo en su Biblioteca histórica V,
19-20. Muchos estudiosos han querido ver en ella alguna de nuestras
islas Canarias o Madeira, principalmente sobre la base de su maravillosa
naturaleza y condiciones ~limáticasT~a~m. bién en otros parágrafos de la
misma obrita del Psuedo-Aristóteles (88, 113-1 14, 136, etc.) se mencio-nan
islas en el contexto comercial de fenicios y cartagineses. Ahora ,
bien, a p r ~ p i s i&t ~ estas n~tjrj=f in c~fiv~fidnla q ~yeg e n
la propia Antigüedad se acuñaron las expresiones de "relato fenicio",
"estratagema fenicia", "cuento feacio" o "mentira fenicia" para muchas
de las noticias relacionadas ocn sus navegaciones y descubrimiento^^^.
e) De este período dos de las referencias más fidedignas sobre nues-tras
islas corresponden a dos autores (Plinio y Plutarco) de la siguiente
época, pero que dan cuenca de necnos aei sigio i a. C. Piutarco, en ia
Vida de Sertorio 8-9, 1 refiere que durante la estancia del general Sertorio
en Cádiz, recibió información de unos marineros gaditanos que le habla-ron
de ciertas islas del Atlántico, en concreto de dos, llamadas Islas de
los Bienaventurados, descritas de forma parecida a la del Pseudo-
242 Marcos Marrínez
Aristóteles 84, de forma tal que el soldado romano sintió vivos deseos
de marchar a ellas a descansaf7. Esto ocurriría hacia el 82-80 a. C.
Estas dos islas también se han querido identificar con Lanzarote y
Fuerteventura, aunque también con Madeira y Porto Santo. Se piensa
que las fuentes de Plutarco para ese episodio serían el historiador roma-no
Salustio y el rey de Mauritania Juba I148. Precisamente este monarca
protagonizaría el otro foco de noticias de esta época en relación con
Canarias, ya que a él se le atribuye el envío de una expedición a las
mismas un poco antes o un poco después de nuestra era49. Son datos que
nos dará Plinio en el texto 4 del siguiente período. A este respecto una
idea que se ha barajado insistentemente en la historiografía canaria es la
de adjudicar a Juba 11 el poblamiento de nuestras islas, que habrían sido m
D
descubiertas por marinos gaditanos, el griego Eudoxo de Cizico y el E
romano Estacio Seboso entre los años 125 y 25 a. C. Es la teoría de D. O
Juan Alvarezso, que hoy se ha visto modificada por la de los que creen n-- m
en un poblamiento en el segundo rnilenio o a lo largo del primeros'. La O
E
arqueología, que tendría mucho que decir en este sentido, hasta ahora E
2
sólo ha datado asentamientos más o menos seguros en los sigos VI y v a. -E
C. ccmn m& íintigiins. Penvrimcx qiie estzis fechs se ver&! mod/ficads
a medida que progrqse la ciencia arqueológica en Canarias, que, desde 3
el punto de vista científico, está todavía en sus comienzos52.
- -
0
m
f) En relación con la nesonimia lo más importante de este período E
son las denominaciones de tipo mítico que surgen en esta época, mu- O
chas de ellas referidas a Canarias. Las más significativas son las Islas de n
los Bienaventurados y los Campos Elísios. La primera la acuñaría -E
Hesiodo hacia el 700 a. C. en Trabajos y días 172 y la segunda se a
2
encuentra en el verso 563 del Canto IV de la Odisea, poema homérico n
que se suele datar a fines del siglo VIII a. C. La expresión Islas de los n
Bienaventurados (en gr. makáron nesoi) aparecerá luego en muchos O3
autores grieeos posteriores, siendo Píndaro, en su segunda Olímpica (de
hacia el 476 a. C.), el que la vuelva a emplear, y después de é1 Eurípides,
Platón, Aristóteles, etc. hasta fines de la Antigüedad y época bizantina.
Tenemos pensado hacer la historia completa de este concepto en las
literaturas griega y latina. Ahora sólo haremos unas observaciones gene-rales
que conviene tener claras en, relación con nuestro asunto. En primer
iugar, hay que separar io que son Islas de los Bienaventurados rníÍicas,
como lugar de residencia de héroes, personas virtuosas o las propias
almas, en el contexto de unas ideas religiosas sobre la vida en el Más
Allá, de lo que son esas mismas islas así llamadas, pero geográficamente
referidas a ciertas islas reales, recién descubiertas. En este concepto es
fundamental distinguir lo que es mito de lo que pertenece a la geografía
La onomástica de las Islas Canarias de la antigüedad.. 243
empírica. Sobre estos aspectos ya me he ocupado extensamente en nues-tro
libro citado en nota 25 al que remito al lector para otros detalles
sobre esta,cuestión. Desde el punto de vista geográfico, y no mítico, el
primero en servirse de esta expresión es Heródoto (s. V. a. C.), quien en
el libro 111, 26 de su Historia nos dice que se llamaba Isla de los
Bienaventurados la ciudad egipcia de Oasis. Diodoro Sículo, BH V, 82,
nos da la primera explicación de por qué se llamaban así estas islas: por
la abundancia de cosas buenas y porque las gobernaban los hijos de
Macareo. De todas maneras, Diodoro habla de las islas enel mar Egeo y
no en el Atlántico, pero el pasaje tiene su importancia por ser la primera
explicación que se dio en la Antigüedad de dicha expresión. La siguiente es
la de Estrabón (64 a. C. - 24 d. C.), quien en el siguiente texto pensaba que
eran llamadas así por estar cerca de la parte occidental de Iberia:
7.1. Texto I
"También las Islas de los Bienaventurados están situadas
ante la costa de Maurusia, frente a su extremo más hacia Ponien-te,
es decir, en la parte de esta región con la que linda asimismo
el límite occidental de Ibena; y por su nombre resulta claro que
también a estas islas se las consideraba felices por el hecho de
estar próximas a temtorios que, a su vez, lo eran."
(Estrabón, Geografa, 1, 1,s; trad. de García Ramón.)
También de Estrabón hemos seleccionado de otro pasaje por el cual
se deduce que estas islas así llamadas fueron descubiertas muy cerca de
la época en que fueron escritas sus palabras, o sea, hacia el año 7 a. C.,
que es cuando se cree que terminó su obra. En este segundo texto
vuelve a situar estas islas geográficamente ante las costas de Mauritania:
7.2. Texto 2
"Y los poetas posteriores no cesan de referir cosas en el
mismo sentido, la expedición a por las vacas de Genón y la de
las manzanas de oro de las Hespérides; denominando incluso
«Islas de los Bienaventurados* algunas que hoy sabemos que se
ven no muy lejos de los promontorios de Maumsia que están
frente a Gádira."
(Estrabón, Geografia, DI, 2, 13; trad. de M." José Meana
Cubero.)
244 Marcos Martínez
Estos son los dos principales documentos griegos del período que
estamos considerando que hablan de unas IsIas de los Bienaventurados
reales, aunque sea otro problema averiguar a cuales de las existentes en
esa zona podrían referirse. En la literatura latina el primer autor que
traduce la expresión griega es Plauto (250-184 a. C.) en su obra Las tres
monedas 549, donde tenemos el sintagma fortunatorum insulas de don-de
nacería el cliché Fortunatae Insulae "Islas Afortunadas". Plauto
emplea la expresión en un contexto mítico-religioso, por lo que hay que
esperar hasta la obra de Pomponio Mela (hacia el 43 d. C.) para encon-trar
por vez primera en latín unas Islas Afortunadas geográficamente
reales. Se trata del siguiente pasaje, en el que se sitúan estas islas
enfrente de la cordillera del Atlas: m
D
E
O
7.3. Texto 3 n-- m
O
E
Contra Fortunatae insulae abundant sua sponte genitis et E
2
subinde aliis super alia innascentibus nihil sollicitos alunt -E
-h -o -n- t -i -u-- r p C . m ~ ! i s og .r_her p - ~ a h o .[ T ~ Qr i.<gg]r?.rid mr!i.m
fontium ingenio maxime insignis: alterum qui gustavere risu 3
solvuntur in mortem; ita adfectis remedium est ex altero bibere.
- -
0
m
"Situadas enfrente, las islas Afortunadas abundan en plantas
que se crían espontáneamente y con los frutos que nacen sin
parar unos tras otros alimentan a sus despreocupados habitantes
más felizmente que otras ciudades civilizadas. Una isla es muy
célebre por la extraña naturaleza de dos fuentes: los que han
probado el agua de la una acaban muriéndose por la risa que les
provoca; mas para los afectados por este mal el remedio consiste
en beber agua de la otra fuente."
[Promponio Mela. Corogrqfia. iII. 10' 102: ed. y trad. de V.
Bejarano.)
Los tres textos anteriores son los primeros que documentan antes de
Plinio el Viejo unas Islas Afortunadas reales, lo que no quita que sus
descripciones vengan acompañadas muchas veces de fenómenos de
---- 2 ,z- - -1 :11---- --A L-- --
YiLl~UUAU~lillliUl GlGIIlGIILU3 IlldldVIllU3US, C;UIIIU YUUGIIlUb LUIIl~IUUdlG ll
el último texto. Pero lo importante es que no tienen que ver con el
mundo religioso y la esfera del mito de la otra serie. Terminamos esta
primera etapa de nuestro estudio dejando claro que Horacio (65-8 a. C.)
nunca mencionó unas Islas Afortunadas. En el tan citado Epodo XVI 42,
se mencionan unas divites insulas "islas opulentas", en el contexto de la
La onomástica de las Islas Canarias de la antigüedad.. 245
descripción del mito de la Edad de Oro. La misma expresión se vuelve a
emplear en la Oda IV, 8,27 para referirse a las "ricas islas" que le esperan al
mítico Eaco. Por consiguiente, en ambos pasajes se trata de unas islas
míticas que nada tienen que ver con las empíricas. Traducciones incorrectas
de este sintagrna ha motivado que ya desde el Renacimiento los comentaris-tas
vieran en estos pasajes horacianos unas de las tantas alusiones al tema de
las Afortunadas, equivalencias que fueron asumidas luego por los historia-dores
de Canarias para poder decir así que nada menos que Horacio habló
ya de nuestras islas en el siglo I a. C.
8. El segundo período de nuestra historia de los nombres de las Islas
Canarias lo hemos establecido desde los textos de Plinio (79 d. C.) hasta
finales del siglo XIII. Es una etapa importantísima para la nomenclatura
latina de nuestras islas y los nesónimos de origen árabe. Aquí nos
vamos a limitar a ofrecer los textos de aquellos autores más representa-tivos
desde el punto de vista de la onomástica isleña canaria. Somos
conscientes, sin embargo, de que son muchos más los autores, tanto
griegos como latinos que, a lo largo de esta época, hablan de unas islas
de los Bienaventurados o de unas Islas Afortunadas en sentido geográfi-co,
no mítico ni religioso. Pero los que hemos elegido los consideramos
1f.O ....A" :-.,.+".*e" .."-m 1" -*.,.l..,4A.. m..- O",.'- ..,.--.L..,." l.-.. :A,. +-.:m.
IUJ u l a s 1 u y uLLa l u c J pua la CVUIULIUII ~ U CGD V ~L IUI I IVIG~u au IUU LCILLCIL-do
a lo largo de esta época. Ofrecemos detrás de cada texto un breve
comentario de los aspectos más sobresalientes para el tema que nos
importa. En un futuro trabajo mucho más extenso que proyectamos
sobre esta misma cuestión haremos una exégesis más amplia y minuciosa
3
8. 1. Texto 4
Sunt qui ultra eas Fortunatas putent esse quasdamque alias,
quo in numero idem Sebosus etiam spatia ~ o ~ ~ l elxunuosni am
abesse a Gadibus DCCL p. tradit, ab ea tantundem ad Occasum
versus Pluvialiam Caprariamque; in Pluvialia non esse aquam
nisi ex imbri; ab iis CCL Fortunatas contra laevam Mauretaniae
in VIII horam solis, vocari Invallem a convexitate et Planasiam
a specie, Invallis circuitu CCC p., .arkorum ibi proceritatem ad
CXL pedes adulescere. Iuba de rortunatis ita inquisivit: sub
Meridiem quoque positas esse prope Occasum, a Purpurariis
DCXXV p., sic ut CCL supra Üccasum navigetur, dein per
CCCLXXV Ortus petatur; primam vocari Ombriom nullis
aedificiorum vestigiis; habere inmontibus stagnum, arbores
similes ferulae ex quibus agua exprimatur, e nigris amara, ex
candidioribus potui iucunda; alteram insulam lunoniam
Marcos Martfnez
appellari, in ea aediculam esse tantum lapide exstructam; ab ea
in vicino eodem nomine minorem, deinde Caprariam, lacertis
grandibus refertam; in conspectu eamm esse Nhgwriam, quae
hoc nomen acceperit a perpetua nive, nebulosam; proximam ei
Canariam vocari a multitudine canum ingentis magnitudinis, ex
quibus perducti sunt Iubae duo; apparere ibi vestigia aedzp-ciorum;
cum omnes autem copia pomorum et avium omnis
generis abundant, hanc et palmetis caryotas ferentibus ac nuce
pinea abundare; esse copiam et mellis, papyrum quoque et
siluros in amnibus gigni; infstari eas beluis, quae expellantur
<aestu> adridue, putrescentibus.
"Hay quienes opinan que más allá de éstas están las Afortuna-das
y algunas otras, entre las cuales el mismo Seboso, que expresó
&di& &taqqs, egpir p. J*;?eyia ata & Ga&s 750."
pasos y que a otros tantos en dirección al Ocaso están Pluviaiia y
Capraria; que en Pluvialia no hay más agua que la de la lluvia; que
a 250.000 pasos de éstas se encuentran las Afortunadas enfrente del
costado izquierdo de Mauretania en el rumbo de la octava hora del
sol, que se llaman Invaiie por su suelo ondulado y Planasia por su
aspectoi que e! contomo de Tnva'!e es de 300.O!N pasos y cye en
eila crecen árboles de una altura de ciento cuarenta pies. Juba averi-gu6
sobre las Afortunadas lo siguiente: Que también están situadas
bajo el Mediodía cerca del Ocaso a 625.000 pasos de las Purpurarias,
de suerte que hay que navegar por encima del Ocaso 250.000 pasos
y a continuación se busca el Orto durante 375.000 pasos; que la
primera, sin rastro alguno de edificios, se llama «Ombri6n»; que
tiene entre los montes un pantano artificial y unos árboles parecidos
a la caiiaheja de los que se obtiene agua exprimiéndolos, de los
negros amarga y de los más blancos agradable de beber; que la
segunda isla se llama «Junonia» y en eila hay un templecillo cons-truido
únicamente wn una sola piedra; que muy cerca está la isla
menor del'mismo nombre y a continuación viene «Capraria>>p, laga-da
de grandes lagartos; que a la vista de ellas está «Ninguaria», que
ha recibido este nombre de sus nieves perpetuas, cubierta de nubes;
que la más cercana a ésta se llama eCanarkw por la cantidad de
canes de enorme tamaño, de los cuales se le trajeron dos a Juba; que
en ella aparecen vestigios de edificaciones; que, si bien todas abun-dan
en cantidad de frutas y de aves de.~todac lase, ésta asimismo
abunda en palmeras productoras & %tiles y piñas piííoneras; que
hay también abundancia de miel y que se cría también el papiro y
eskones en los ríos; que estas islas están infestadas de animales
marinos en putrefacción, que arroja a tierra continuamente la marea"
(Plinio el Viejo, Historia Natural VI, 37, 202-205; ed. y
trad. V. Bejarano.)
La onomástica de las Islas Canarias de la antigüedad,.. 247
De este paisaje pliniano se ha dicho ya casi todo, por lo que resulta
muy difícil decir nada nuevo. Si bien no se puede considerar como el
acta de nacimiento del descubrimiento de las Islas Canarias ni de su
poblamiento, como ha dicho Celso MarW3, sí se puede entender como
el acta de nacimiento de la nomenclatura de, al menos, una isla (Cana-ria),
de la que derivaría luego el nombre colectivo de todo el
Archipiélago. A nuestro entender, el análisis más completo de este texto
sigue siendo el de D. Juan Alvarezs4 con todas las rectificaciones que
habría que hacerle a la vista del trabajo de J. M." Blázquezs5. Anteriores
a D. Juan habría que destacar los estudios de C. MülleP, Th. FischeP
y W. AlyS8, además del de Leopold de Buch por su explicación desde el
punto de vista de la flora, fauna y agentes atmosféricos que se relatan en
el textos9. Posteriores al trabajo de D. Juan merece destacarse, sobre
todo, el estudio de A. Díaz Tejera60, especialmente por el análisis que
hace desde d pn:o de vistn de !a cil:aca iextUd, asi caim el de Eemeúio
Castro6', por sus prudentes observaciones a la hora de la identificación
de los nombres latinos con las islas de la actualidad. Otros trabajos
dignos de reseñar serían los de A. García Be l l i d ~ ~P.~ S, chmitP3, A.
Herrera PiquP4 y V. ManfredP5. quien apunta la posibilidad de hacer la
lectura de las islas de Juba de sur a norte, no de norte a sur como se
hace normaimente, con io que ia identificación podría variar. El texto
presenta muchos aspectos de interpretación que aquí no podemos ni
siquiera enumerar. Pero los datos que consideramos más evidentes se-rían
los siguientes. Se mencionan varios grupos de islas. Un grupo son
las Afortunadas de Seboso, que, a su vez, se subdividen en dos series,
de otras y dos islas. Los otros dos grupos son los que se denominan las
Purpurarias y las Afortunadas de Juba 11, éstas últimas en número de
seis. Por consiguiente, dejando aparte las Purpurarias, que D. Juan pre-tendía
identificar con Lanzarote. Fuerteventura y los islotes de Alegranza,
Graciosa y Lobos, pero que últimamente se está más de acuerdo con
que sean la isla Mogador e islotes cercanos según ha estudiado a fondo
A. Jodid6. tenemos un grupo de cinco Afortunadas en Seboso y otro de
seis en Juba 11, lo que supone un total de once islas Afortunadas, de las
cuales algunas coinciden en los dos autores. De todas estas islas, la
única evidente que se refiere a nuestro Archipiélago es Canaria, que
daría con el tiempo el nombre a todo el grupo. La etimología de Plinio
a partir de canis "perro" nos parece una etimología popular. Pensamos
qce =e&& &fiva, e Sir!! de! &nire c;ue se e :: e! texto sig~iefite(f i.0
51) o de alguna otra palabra. Lo que no podemos admitir es la correc-ción
que propone Celso Martín6' de en lugar de "perros" (en el texto
canum, genitivo) leer «canarios», ya que el genitivo tendría que ser
248 Marcos Martínez
canariorum, y una haplografía de canum por canariorum (lo cual su-pondría
la caída en la tradición manuscrita de muchas letras:
cancariorcum) sería muy difícil de admitir, ya que en esta palabra
concreta no hay ninguna variante en los muchos manuscritos que nos
transmiten el texto de Plinio. La respuesta es muy ingeniosa, pero no se
puede sustentar desde el punto de vista de la transición del texto. Es
poner en boca de Plinio algo que él nunca dijo. La identificación con la
actual Gran Canaria es muy posible. Otro detalle fundamental que me
importa dejar claro aquí es que Plinio nunca habló de Nivaria, que,
como se vera, es una corruptela de Solino. El habla de Ninguaria, de la
que da también su etimología como isla de las nieves y las nubes. La
identificación con la actual Tenerife es posible, pero una isla de la
nieve, en una época de primavera-verano, que es cuando se navegaba
antiguamente: resulta difícil de admitir para e! caro de nuestra pica
Teide, a no ser que las condiciones climáticas del siglo I d. C. fueran
muy diferentes a las actuales, lo que es muy verosímil. Para las otras
islas mencionadas en nuestro texto la identificación con las actuales es
casi imposible y de ahí la rifa de nombres e islas que se ha hecho por los
comentaristas e historiadores de Canarias. Por lo demás, una isla de las
",-....l"" /P \- .-. :-e- ., ..-m :*la .a,. l.. .a:--.. 1 ..-- 11 :-1 -- ---- -- bauiaa ~ ~ u y r u r ryu ju iia mla u ~~;au luba JUUU (~uriuriiuSjE ; I I ICI ILIUI I~I IG II
otros varios lugares fuera de nuestros ámbito, al igual que la Planasia
de Seboso. Una isla de la lluvia (Ombrion, Pluvialisa) es tan vaga
referencia como para poderla identificar con cualquiera, lo mismo que
en la Invalle de Seboso.
8.2. Texto 5
Qui proximos inhabitent saltus, refertos elphantorum
ferarumque et serpentium omni genere, Canarios appellari,
quippe uicturn eius animalis promsicuum iis esse et diuidua
ferarum uiscera.
"Los que habitan en los bosques cercanos llenos de elefantes
y fieras y de serpientes de toda clase se llaman «canarios», ya
que su comida se confunde con la de los perros y es la carne
compartida de las fieras."
(Plinio el Viejo, Historia Natural, V, 1, 15; ed. y trad. V.
Bejarano.)
Por este texto conocemos una tribd8 africana de canarii que muy
probablemente fuera la que diera lugar a la denominación de la isla
La onomástica de las Islas Canarias de la antigüedad. .. 249
Canaria del texto anterior. Como ha dicho el editor reciente del texto V,
1-46 de Plinio, J. Desanges, no se excluye que "un étnico indígena haya
sido interpretado por los romanos de manera arbitraria", dicho a propó-sito
de la relación que hace Plinio de estos "canarios" con el perro. Es
también muy interesante la referencia que nos da Desanges en relación
con un obispo Ba-canariensis que cita J. Mesnage en su L'Afrique
chrétienne, París, 1912, pág. 488, ya que ese Ba- o Va- podría indicar la
pertenencia a una colectividad o comunidad, con lo cual tendríamos
también aquí un colectivo de canarios mencionado ya en el siglo v d. C.
8.3. Después de los textos de Plinio deberíamos poner los del astró-nomo,
matemático y geógrafo griego Claudio Ptolomeo (100-178 d. C.),
que por las razones anteriormente aducidas citaremos aquí sólo en tra-ducción
castellano. En su obra titulada Guía geogrcifica o Esquema de
Geografía, muy utilizada por los geógrafos árabes y la Europa medie-val,
habla varias veces de unas Makáron nésoi, pero aquí nos interesa
indicar sólo dos pasajes. El uno es el del libro 1, cap. 12, lO.(ed. de C.
Müller) o 1, 12, 12 (ed. de C. F. A. Nobe), en el cual, hablando de los
meridianos establecidos por Marino de Tiro, dice al final que "la longi-tud
de toda ia tierra conocida desde el meridiano de ias islas de ios
Bienaventurados (Makáron nésoi = Fortunatas insulas en latín) hasta el
país de la Sera es de 177" 15"'. El otro texto es el tan citado del libro IV,
6, 34, en donde hace la relación de las islas de la siguiente manera: "Las
Islas de los Bienaventurados (Makáron nésoi) son seis en número:
Aprósitos nesos, Héras nesos, Pluitale nesos, Kaspe(i)ría nesos, Kanaría
nesos, Pintou(a)ría o Kentouría nesos". Las que hemos citado corres-ponden
a la edición de Nobe. Müller prefiere leer otras variantes como
Plouialia en lugar de Plouitala, Kapraria en lugar de Kaspe(i)ría,
Ningouaria en lugar de Pintouría, etc. Como se puede apreciar, con el
texto de Ptolomeo empieza el baile de variantes de esta enumeración de
idas, por ei que se va a producir un irr~püfia~iiiieic reineiiio de SU iiúiiie-ro
a lo largo de las diversas reinterpretaciones del texto pliniano. Para
este pasaje del texto de Ptolomeo remitimos al comentario de R. M a ~ n y ~ ~ .
8. 4. Texto 6
Fortunatas insulas certe contra laevam Mauretaniae
accepimus iacere, quas Iuba sub meridie quidem sitas, sed
proximas occasui dicit. de harum nominibus expectari magnum
non miror, sed infra famam vocabuli res est. in prima earum,
cui nomen est Embrion, aedificia nec sunt nex fuerunt, iuga
Marcos Martínez
montium stagnis madescunt, ferulae surgunt ad arboris
magnitudinem: earum quae nigrae sunt, expressae liquorem
reddunt amarissimum, quae candidae, aguas revomunt etiam
potui accommodatas, alteram insulam Iunoniam appellari ferunt,
in que pauxilla aedes ignobilliter ad culmen fastigata, tertia
huic proximat eodem nomine, nuda omnia, quarto loco Capraria
appellatur, enormibus lacertis plus quam referta, sequitur
Nivaria aere nebuloso et coacto ac propterea semper nivalis,
deinde Canaria repleta canibus; forma eminentissimis, unde
etiam duo exhibiti sunt Iubae regi, in ea aedificiorum durant
vestigia, avium magna copia, nemora pomifera, palmera caryotas
feritantia, multa nux pinea, larga mellatio, amnes siluris piscibus
abundantes, perhibent etiam expui in eam undoso mari beluas:
deinde cum monstra illa putridine tabefacta sunt, omnia illic
injki taerro odore: ideoque non penitus ad nuncupationem sui
congruere insularum qualitatem.
( J . Solino, Colección de cosas memorables, 56, 13- 19; ed.
Th. Momsen.)
"Hemos oído decir que las islas Afortunadas ciertamente ya-cen
frente a ia parte izquierda de Mauntania, de las que Juba
dice que están situadas hacia el sur, pero próximas al ocaso. A
causa de los nombres de éstas no me asombro de que se espere
alguna cosa grande, pero debajo de la fama del vocablo está la
realidad. En la primera de éstas, cuyo nombre es Embrion, ni
hay edificaciones, ni han existido. Las cimas de los montes se
humedecen por medio de estanques. Crecen unas cañahejas del
tamaño de un árbol: aquellas que son negras, producen mani-fiestamente
un líquido muy amargo, mientras que las que son
blancas, vomitan unas aguas apropiadas para beber. Otra isla
dicen que se llama Junonia, en la que hay un templo pequeño
que remata torpemente en punta. A ésta se aproxima una tercera,
con el mismo nombre, desprovista de todo. En cuarto lugar está
la que se llama Capraria, más que repleta de enormes lagartos.
Sigue Nivaria con el aire nublado y condensado, y además siem-pre
con nieve. Luego está Canaria, llena de perros muy grandes
de forma, de donde también dos fueron presentados al rey Juba.
En ella perduran las huellas de edificaciones. Gran cantidad de
avcs, aL-iLu-l-,u. i~s~4L i.+u-rl,.a- icap-, a-il-,.- ,i. iicias -p--iAu..,u.&u--u-- viaa .d.uc uJLaCul..i,. c ...s,.,l. .i-i..i uuias
piñas de pinos, mucha recogida de miel, nachuelos llenos de
siluros. También cuentan que se arrojan animales en el ondulan-te
mar y que, luego, cuando aquellos monstruos se han fundido
con la podredumbre, todo allí se impregna de un olor repugnan-te,
por lo que la calidad de las islas no está del todo de acuerdo
con su nombre."
La onomástica de las Islas Canarias de la antigüedad.. 25 1
Julio Solino, autor de poco después del 200 d. C., lo que hace
prácticamente es un extracto del pasaje de Plinio en su obra llamada en
latín Collectanea rerum memorabilium o Polyhistor, que fue muy leída
en toda la Edad Media hasta incluso el Renacimiento. Con Solino em-pieza
la brusca desfiguración de los nombres de las islas, como podemos
ver en de Embrion por Ombrion y en Nivaria por Ninguaria. Pero es que
además, en los numerosos manuscritos medievales que nos transmiten el
texto de este autor, el número de variantes es inmenso, como se puede
comprobar en la citada edición de Th. Mommsen. Por ejemplo, para la
Ombrion de Plinio, además de la Embrion citada, se recogen las si-guientes
variantes: Embriona, Enbriona, Embronia, Hambronia,
Embrionia, Ebriona, Habrionia, Ondrion, Norion, Nerum, Gnorion,
Norio, Nono. Otro ejemplo: además de Nivaria, podemos encontrar
Vinaria, Vinivaria, ~nvaria, Nuaria, Nutaria, Nivevaria, Intunaria,
Invivaria, Nivalia, Nifuria, Nefuria. Ya veremos cómo algunas de estas
variantes se introducirán en el texto original y tenemos ya creadas nue-vas
islas por el arte de la mala lectura. Haría falta un buen estudio de
todas estas variantes que nos aporta la tradición manuscrita de los textos
que comen tamo^^^.
8. 5. Texto 7
Constituarnus enim noscendae rei causa tamplum numinis
alicuius esse apud Canarias insulas, eiusdem apud ultiman
Thylem, eisudem apud Seras esse, apudfumos Caramantas et si
qui sunt alii quos ab sui notitia maria, montes, syluae et quadrini
disterminant cardines.
(Arnobio, Contra los gentiles, VI, 5; ed. de C. Marchesi.)
"En efecto, para comprender mejor esta cuestión, suponga-mos
que se levanta un templo a algún dios en las Islas Canarias,
otro al mismo dios en la extrema Tule, igualmente otro entre los
Seres y otro para idéntico dios entre los morenos Garamantes y
otros templos, si existieran algunos otros pueblos, a los que nos
impiden conocer los mares, montes, bosquesy los cuatro puntos
caróinaies.
(Trad. de Francisco González Luis.)
Este es un texto fundamental para la historia de las denominaciones
de Canarias, en especial para la colectiva de Islas Canarias, ya que con
61 demostramos que este plural se usó ya a fines del siglo III y comien-
252 Marcos Marrínez
zos del IV de nuestra era, por lo que no es de época más o menos
moderna como se ha pretendido. Pertenece a la citada obra de Amobio,
un escritor norteafricano que se data en tomo al 300 d. C., sobre el que
acabamos de publicar un breve estudio7'. El texto ya lo citaba algún
historiador canario, como D. Tomás Arias y Ma ~ i np~e~ro, n o se le ha
dado el relieve que tiene. Con este texto hemos demostrado que lo que
hace Amobio para dar las referencias del punto cardinal oeste es susti-tuir
el sintagma griego de Ptolomeo 1, 12, 10, Makaron nésoi, y poner
Insulas Canarias, mientras que para éste se pone lo mismo en ambos
autores: los seres o el país de la Sera. Véase la traducci6n del pasaje de
Ptolomeo en el parágrafo 8. 3. Por consiguiente, a la vista del texto de
Arnobio, ya no hay dudas de que aquella serie de textos que hablaban m
D
de unas Islas de los Bienaventurados geográficos al oeste de Mauritania E
deben interpretarse como las Islas Canarias. Así lo entendía por lo O
menos Amobio, y es muy probable que él mismo fuera el depositario de n-- m
una tradici6n libresca que venía rondando posiblemente desde los tiern- O
E
pos de Juba 11 o incluso antes73. E
2
-E
8. 6. Texto 8
Fortunatas autem insulas in laeua Mauretaniae constitutas
inter meridiem occasumque non dubium est. quarum prima
Membriona dicitur, secudna Iunonia, tertia Teode, quarta
Capraria, alia Niuaria, quae aere nebuloso et concreto est. mox
Canaria, canibus immensae rnagnitudinis plena; omnes auibus
plenae, nemorosae, palmiferae, nuce pinea, rnellis copia,
amnibus ac siluris pscibus abundantes.
(Marciano Capela, Lus bodas de Mercurio y Filología, VI
(Geometría), 702; ed. de J. Willis.)
"En cambio, es cosa no dudosa que las islas Afortunadas
están situadas en la parte izquierda de Mauntania, entre el me-diodía
(sur) y el ocaso (occidente). La primera de las cuales se
llama Membriona, la segunda Junoní, la tercera Teode, la cuarta
Capraria, otra Nivaria, que está en una nebulosa y espesa niebla.
A nh-*;-..n,-;X- Pani lAo l lano rln np-nc As= ~ m t-nm- ñn
II L.VIILLIIU(\CIUII Clillll L U I & U L I Y ( X L Y I L U UU P U I L V U UY 61U1. L U I X I U L . " .
Todas están llenas de aves, son boscosas, productoras de pal-mas,
abundantes en frutos de pinos, miel, riachuelos y siluros."
Con Marciano Capela, escritor latino de Cartago, cuya obra se data
entre el 410 y el 439 d. C., prosigue la corrupción de los nombres
plinianos, creándose además una nueva isla por falso corte de palabras.
La onomástica de las Islas Canarias de la antigüedad,.. 253
Así vemos cómo Membriona es otra variante de la Ombrion de Plinio y
Teode ha surgido por la falsa separación del sintagma de Solino
proximact eode>m nomine, como ya vieron los más antiguos comenta-ristas
de Ca~ela'~¡.C uánto se ha escrito sobre esta isla Teode, que no es
más que una palabra fantasma, es decir, una isla que nunca ha existido!
8. 7. Texto 9
Fortunatam insulae vocabulo suo signijkant omnia ferre
bona, quasi felices et beatae fnactuum ubertate. Sua enim aptae
natura pretiosanam poma silvarum parturiunt; fortuitis vitibus
iuga collium vestiuntur; as herbarum vicem messis et holus vul-go
est. Unde gentilium error et saecularium carmina poetanam
propter soli fecunditatem easdem esse Paradisum putaverunt.
Sitae sunt autem in Oceano contra laevam Mauretaniae, occiduo
proximae, et inter se intenecto mari discretae.
"Las islas Afortunadas nos están indicando, con su nombre,
que producen toda clase de bienes; como si se las considerara
felices y dichosas por la abundancia de sus frutos. De manera
espontánea producen frutos los más preciados árboles; las cimas
de las colinas se cubren de vides sin necesidad de plantarlas; en
lugar de hierbas, nacen por doquier mieses y legumbres. De ahí
el error de los gentiles y de los poetas paganos, según los cuales,
por la fecundidad del suelo, aquellas islas eran el paraíso. Están
situadas en el océano, enfrente y a la izquierda de Mauritania,
cercanas al occidente de la misma, separadas entre sí por el mar
que las circunda."
(Isidoro de Sevilla, Etimologias, XN, 6, 8-9; ed. y trad. de
Oroz Reta.)
A pesar de que en este texto no se hace la relación de los nombres de
las islas, hemos querido incorporarlo a nuestra antología, porque la obra
de Isidoro de Sevilla (570-636) Etimologías, también llamada Orígenes
fue una especie de enciclopedia muy usada en toda la Edad Media. El
texto seleccionado será luego muy citado por otros padres de la Iglesia;
como Vicente de Beauvais, que incorporamos también en nuestra selec-ción.
El texto de Isidoro presenta la tercera explicación del nombre de
Afortunadas después de las dadas por Diodoro Sículo y Estrabón, tal
como dijimos en los parágrafos 6f y 7.1. Su explicación se hace en los
términos del mito de la Edad de Oro, muy parecida a lo que dijimos del
Epodo XVI de Horacio. El pasaje, además, incorpora un nuevo dato: el
254 Marcos Martínez
de la asociación Islas Afortunadas-Paraíso, que será muy socorrida pos-teriormente
y que, como se sabe, perdurará, al menos hasta Colón y
algún tiempo después. En nuestros días la propaganda turística le ha
sabido sacar buen provecho a esta asociación.
8. 8. Texto 10
In ipso quippe meridiano Oceano post Aethiopum patriam
diversae existunt insulae, ex quibus aliquantas nominare
volumus, id est: Azanasia, Capriariam, Bearhee, Theatrum,
Nincaria, Lunonis, Scopolis, Thene. m
D
(Cosrnografia del anónimo de Rhvena, V, 33, pág. 444, ed. E
M. Pinder-G. Parthey.) O
n
"En el mismo Océano del sur, después de la tierra de los
etíopes, existen vanas islas, de las que queremos citar algunas, a
saber: Azanasia, Pireon, Capriariam, Beathee, Theatrum,
Nincaria, Lunonis, Scopolis, Thene."
La Cosmografia del anónimo de Rávena suele datarse hacia el 800 y
fue muy manejada también en toda la Edad Media. Hacia el 11 18, el
clérigo Guido de Pisa hizo un extracto, que es el que se nos ha transmi-tido.
La importancia de este texto estriba, sobre todo, en la rareza de los
nombres que cita, siendo muy mencionado entre los estudiosos ese
enigmático Thene como antecedente del nombre de Tenerife, una vez
más, sin base sólida para tal identificación. Otras equivalencias que se
han propuesto son: Azanasia = Azores; Pireon = Purpurariorum;
Capriaria = Capraria; Beathee = Beatae, equivalente de Fortunatae;
Theatrum = Beatomm; Nincaria = Ninguaria; Lunonis = Junonis, o sea,
Junonia; Scopolis = Aprósitus. Estas identificaciones requerirían toda-vía
más explicaciones que aquí no podemos dar.
8. 9. A partir del siglo IX, por lo menos, época en que se suele datar
a Usuardo, un monje francés autor de un Martirologio muy utilizado
posteriormente para la confección de otros muchos. habría que tener en
cuenta también la relación de islas Afortunadas que suelen aparecer en
ellos75. Estas relaciones acostumbraron darse a propósito de los calenda-nos
cristianos relativos San Brandán o a San Maclovio. A partir de estos
martirologios se producirá más tarde la identificación de unas Islas
Afortunadas con unas Islas de San Brandán, que, incluso llegaron a
figurar en la primera cartografía medieval. Una de las relaciones más
La onomástica de las Islas Canarias de la antig üedad... 255
conocida de estas islas en los martirologios citados es la siguiente:
8. 10. Texto 11
Fortunatae insulae sex numero: Aprositus, Iunonia, Pluitala,
Casperia, Canaria, Pintuaria, in Oceano Atlantico ab occasu
Africae adiacentes. Hic Blandanus magnae abstinentiae uir ex
Scotia pater 3000 monachorum, cum Beato Maclouio has insulas
septennio per lustrat. Hic dictus Maclouius gigantem mortuum
suscitat, qui baptizatus ludaeorum ac paganorum poenas refert
et paulo post iterum moritur, tempore Iustiniani imperatoris.
(Ed. según Frerniot Hemández Glez.)
"Las islas Afortunadas son seis en número: Aprositus,
-I iin-o n-ia- , P- l-i -ii-t- a--l a- , Cs\-peri_ajC anariaj Pinti~mias~i tuadas en el
Océano Atlántico, al occidente de Africa. Aquí Blandano, varón
de gran abstinencia natural de Escocia, padre de tres mil monjes,
en compañía del bienaventurado Maclovio, recorrió estas islas
por espacio de siete años. Este llamado Maclovio resucitó a un
gigante muerto, que, bautizado, contó los castigos de los judíos
y paganosi y murió de nuevo poco después. en tiempos del
emperador Justiniano." ,
Como puede comprobarse, la serie de los nombres de las islas co-rresponde
a la que dimos de Ptolomeo en el parágrafo 8. 3. Con San
Brandán, San Maclovio, San Avito, etc. Tendríamos que tratar el tema
de los comienzos de la cristianización y evangelización en nuestras
islas, que, como es obvio, aquí no podemos desarrollar. Algunos histo-riadores
canarios le han dedicado muchas páginas a este asunto, en
especial Tomás Arias y Marín a propósito de San Avito y su posible
martirio en nuestro E1 texto que aquí hemos citado lo trae ya el
padre Alonso de Espinosa en su obra de 159477. La traducción que
hemos ofrecido es también suya, saivo en pequeños detalles. Con San
Brandán, además, habría que sacar a relucir la cuestión de la mítica isla
de San Borondón, sobre la que hemos dicho lo esencial en nuestro libro
sobre la mitología canaria78.
. 8. 1. 1. Un capítulo importante de este período lo constituye las deno- iiiiíiii¿iuíies de islas qüe se CiiCüeIiiTai? e~ 10s ziiitores iiiaks desde el
siglo ix. Son muchos los geógrafos e historiadores árabes que hablan de
islas por el Atlántico, muchas de las cuales se han querido identificar
con algunas de las canaria^'^. Según los documentos que han aportado,
sobre todo, E. Serra Ráfolsgo y Juan Vernet, hoy no se duda que "en la
Edad Media los árabes fueron (y regresaron) a Canarias y más
256 Marcos Marrínez
Aunque muchas de las islas descritas por estos autores puedan calificar-se
de otras, como la Isla de la sal o la Isla del ámbar, o
la Isla de las Tortugas, etc. pueden ser islas reales, aunque difíciles de
identificar. En Idrisi (s. xrr) se citan unas islas denominadas Masfahan y
Lagus o Lamghust que Hennig identifica con Tenerife y Gran Canaria,
respectivamentea3T. ambién en el mismo autor se nombra una Isla de los
Dos Hermanos Brujos que para Avezac era Lan~a rot eP~e~ro. las deno-minaciones
árabes más seguras, hasta el momento, relacionadas con
nuestras islas son las de tradición mítica, correspondientes a las denorni-naciones
greco-latinas de las Islas Afortunadas. En los autores árabes se
leen expresiones como al-Jazair, al-Jalidat "Islas Eternas", al-Jazair as
Seadat "Islas de la Felicidad", al Jaza'ir as Su'adat "Islas de los Bien-aventurados"
o simplemente Furtundtash "Afort~nadas"~S~e.g uramente
en un estudio más profundo de las fuentes árabes relacionadas con
Canarias podrían descubrirse nuevos datos relativos a nuestro tema. De
momento remitimos al reciente artículo de J. Ulbrich para una primera
aproximación a dichas fuentesa6.
8. 12. Un tema casi inédito en la historiografía canaria es el de la
nncihlo n r a ~ o n ~ irnlo níirriirnr es f i ~ e ~ k~ Sz~~Y2 S i ?dder! ~ i g I!,Y ~
y u e s u l w ~IWUWIIWIU uw .IVXUIUVU
aproximadamente. Hasta ahora es poco lo que podemos decir sobre tan
interesante aspecto de la historia de nuestras islas, aunque sabemos que
estudiosos como el cartólogo-pintor Per Lilliestrom, afincado desde hace
años en Tenerife, está trabajando sobre el asunto. Las incursiones de
vikingos por occidente han sido bien estudiadas por A. Melvinger desde
hace ya algunos añosa7. Este autor ha podido demostrar, por ejemplo,
que la denominación al-magus que aparece en los autores árabes fue
empleada como sinónimo de vikingo, aunque en principio se empleaba
para designar a los adoradores del fuego o idólatras. A mi entender, no
está claro el origen del vocablo canario "mago", pero tal vez podría
tener alguna vinculación con esa posible presencia de vikingos por estas
aguas del Atlántico. Habría que profundizar en esta cuestión.
8. 13. Texto 12
Fortunare insuie hoc suo vocabuio signrjicant omnia ferre
bona, quasi felices, et beatae fructuum ubertate. Sua.n. aperte
natura praeciosaturn poma siluarurn parturiunt, fortuiris vitibus
iuga collium vestiuntur, ad herbarum vicem messis et olus vulgo
est, unde gentilium error, et saecularium camina poetarurn,
propter soli faecunditatem easdem esse paradisum putauerunt,
hamm prima Mebriona dicitur, secunda luniona, tertia Theode,
La onomástica de las Islas Canarias de la antigüedad.. 257
quarta Capraria, alia Vinaria quae aere nebuloso et concreto
est. Mox Caninaria, canibus immense magnitudinls plena, omnes
auibus plenae, nemorose, palmiferae, nucee, pineae, mellis co-pia,
animalibusque siluestribus, et piscibus abundantes. Site sunt
autem in Oceano, con otra leuam Mauritaniae, inter meridiem
occasuque occiduo proxime, et inter se interiecto mari discrete.
(Vicente dé Beauvais, Speculum Naturale, xrxiii, 17.)
"Las islas Afortunadas deben su nombre a que producen
todo lo que es bueno, como si fueran felices y dichosas por la
gran riqueza de sus frutos. Abiertas por su naturaleza, producen
fmtos los más preciados árboles, las crestas de sus colinas están
cubiertas de viñas silvestres, en lugar de hierbas, nacen por do-quier
mieses y legumbres. De ahí el error de los gentiles y los
poemas de los poetas laicos, de que esta tierra, por la fecundidad
de su suelo era el paraíso. La primera de estas islas se llama
Mebriona, la segunda Juniona, la tercera Theode, la cuarta
Capraria, otra Vinaria, que está con una nebulosa y espesa nie-bla.
Después está Caninaria, llena de perros de enorme tamaño.
En todas hay multitud de aves y mucho bosque, y crecen palme-ras,
nogales y pinos, y hay tamibén gran cantidad de miel, de
animales salvajes y peces. Están situadas enel Océano, frente a
la parte izquierda de Mauritania, entre el sur y próximas al oca-so
occidental, y separadas entre sí por el mar que las circunda."
Este último texto de la segunda etapa de nuestra historia onomástica
isleña pertenece al enciclopedista medieval Vicente de Beauvais (1 190-
1264). Es un ejemplo de cómo desde Isidoro de Sevilla se recoge una
descripción de las Islas Afortunadas en todas las obras de tipo enciclo-pédico,
tituladas de diversas maneras, como De propietatibus rerum (de
Barthélemiu el Inglés), o Liber de natura rerum (de Tomás de
Cantrimpré) u Otia Imperialia (de Gervasio de Tilbury), o Liber
Cnrmngrn,nhiror de nntcrrn !nrnnrm (de A!hertn Magm), u O p s mniur
(de Roger Bacon) o Cosmographia (de Virgilio de Passau), etc. El
movimiento enciclopédico medieval está motivado en gran parte por el
descubrimiento y difusión a fines del siglo XII del saber árabe y
aritotélicoa8. El texto de V. de Beauvais presenta una combinación del
pasaje de Isidoro de Sevilla y Capela, con nuevas alteraciones de algu-nos
nombres, como ivíeóriona, Juniona, Vinaria (por Nivariaj y Caninaria
(por Canaria). También en este capítulo del enciclopedismo medieval
quedan por ver y analizar muchos textos parecidos al de V. de Beauvais,
que, a buen seguro, podrían aportar interesantes detalles sobre los nom-bres
que estudiamos.
9. La tercera etapa de nuestra historia se abre, como hemos apuntado
ya, con el fenómeno del "Redescubrimiento" de nuestras islas, que
puede fijarse en 1291 (viajes de los hermanos Vivaldi), o en 1312,
presencia de Lancelotto Malocello en la isla que lleva su nombre, aun-que
esa fecha no es muy segura y se ha propuesto la de los años treinta
del mismo siglo. Hemos fijado el final de esta etapa con la aparición de
las primeras historias generales de Canarias a partir del siglo xvn. Son,
pues, tres siglos muy importantes para la historia de nuestros nombres
en los que las fuentes principales van a ser relatos de viajes, documentos
vaticanos procedentes de la actividad política de los Papas de la época,
la cartografía, los documentos en relación con el tráfico de esclavos, la
información procedente de los humanistas, las noticias recogidas por los
cronistas, la información procedente de los llamados Islarios y la de
cosmógrafos y enciclopedistas de la época. Hemos estudiado y clasifi-cado
todas estas fuentes en un reciente trabajo nuestro en vías de
publicación al que remitimos para más detallesg9. Aquí nos vamos a
limitar a ir ofreciendo los textos y datos más señalados en relación con
nuestro tema.
9. 1. La cartngrafín coma fuente de información para le origen de
algunos nombres actuales del as islas es fundamentalg0C. omo es sabido,
en el mapa de Dulcert (1339) se escriben por primera vez los nombres
de Lanzarote, Lobos y Fuerteventura, aunque escritos con la fonética
mallorquina, catalana o incluso italiana de la época: Insula de Lanzarotus
marocelus, la forte ventura y vegi mari. También aprecen los nombres
de Canaria, Capraria, Gommaria y Santi Brandani, aunque en una
dirección más al norte y a occidente, alejadas de las otras tres. Las islas
completas aparecen por primera vez en el llamado mapa Mediceo (135 l),
si bien los nombres de algunas son a veces raros: lanzarote, forteventura,
canaria, infierno (se supone que es Tenerife), cemi (se supone que es la
Gomera), senza ventura (se supone que es el Hierro), lipame (La Pal-ma).
En el mapa de los hermanos Pizzigano (1367) se nombran
Lanceroto, Forteventura, Canaria, Ysola del Infierno (Tenerife), Ysola
de Palme, y se dibujan, pero no se mencionan, la Gomera, El Hierro y la
isla de Lobos. En el Atlas catalán de Carlos V del judío A. Cresques
(1375) las islas aparecen ya con su forma actual, menos la isla de La
n-1-e r -- ---i---- -..- -,.. :" ,,,..,,,.I &,- .,,, r---:---i r - -------- J7dilll6. LU3 lIUIIIUIC~Y UC 6YUI SZ UUbUIIIC;LIWI JU11. UIULLUJY b UIe&IUIdLU,
rocho, Insula de Lunzaroto maloxelo, Insula de linegimare, Forie-ven-tura,
canaria, Insula de Lansejano (posible versión de Insula del
Inferno), Insula de Gomera, Insula de lo Fero. En este atlas hay tam-bién
muchos textos escritos en catalán, de los que hemos seleccionado
el más importante, que trata sobre el tbpico clásico de las Islas Afortu-
La onomástica de las Islas Canarias de la antigüedad. .. 259
nadas tal como se recoge a continuación en nuestro texto 13. Para otros
mapas de este período con la nomenclatura de las islas remitmos al
excelente trabajo del profesor F. Morales Padróng1.
9. 2. Texto 13
Les ¿les beneventurades són en lo mar gran contra la nmquera
prop lo terme de l'occident mér pero son dintre la mar. Isidori
ho diu al se. XV libre que aquestes són planes, e los pagans se
cuiden que aqui sia paras per lo temprament del sol e
habundamia de la terra. Item diu Isidorius que los arbrés hi
crexen tots al menys c. Ix. peus ab molts poms e molts aucels
aqui ha me1 e let majorment en la ylla de Caprdria que ayxi as
apeiiauJa iü müi i i jü~& cür;riires yuei sb,i. ,riem es api;e
Canhria, illa dita Canhria per la multitud de cans que sdn en
ella molt grans e forts. Din Plius, muestre de mapamundi: que
en les yles fortunades ha una ylla un se leven tots los bens del
mon, com seuse semrar a sens plantar leva tots fruits en les
altees dels monts los arbres no són null temps menys de jülla e
"Ao 'Jf r."u"i t.cY n h mnlt ara,%c &r: Atar& ,cqie.q gng p ,&~! a .y, ' Y ... .,".
puis seguen les messes en loch d'erba. Per aquesta raho tenen
los pagans de les indies que les lurs ánimes con son mosrs s'en
van en aquelles yles e vinen per toro temps de la odor d'aquels
fnrits e alts crenen que és lur paradís: mes segons veritat, faula és.
"Las islas bienaventuradas están en el mar grande, a mano
izquierda cerca del término del occidente pero son dentro del
mar. Isidoro lo dice en su libro XV, que estas son llamadas
bienaventuradas pues son llenas de todos bienes, trigos, fmtas,
hierbas, árboles y los paganos dicen que aquí está el Paraíso por
la templanza del Sol y abundancia de la tierra. Item dice Isidoro
que los árboles crecen todos por lo menos CLX pies con mu-chos
ramos y muchos pájaros. Aquí hay miel y leche mayor-mente
en la isla de Capraria que se llama así por la multitud de
cabras que en ella se encuentran. Item está despuks Canaria, isla
llamada Canaria por la multitud de Canes que hay en ella muy
grandes y fuertes. Dice Plinio, maestro del mapamundi (geogra-fía)
que en las islas Afortunadas hay una isla en la que crecen
todos los bienes del mundo, pues sin sembrar y sin plantar pro-duce
todos los frutos, en las alturas de los montes los árboles no
carecen nunca de hojas y de fmtos que hacen gran olor: de eso
comen una gran parte del año, pues siegan las mieses en lugar
de hierba. Por esta razón dicen los paganos de los indios que sus
Marcos Martínez
almas cuando son muertos van a aquellas islas y viven siempre
del olor de aquellos frutos y aquello creen que es su paraíso;
pero según la verdad, es fábula."
(Atlas catalán de Carlos V; texto y trad. de E. Sena Rafols.)
Como podrá apreciarse, el texto recoge información tomada de Isidoro
de Sevilla y Plinio, pero con grandes errores y alteraciones de los datos
como se podrá comprobar en los textos de esos autores. A pesar de que
las islas están ya descubiertas y nombradas a la moderna, todavía se
sigue echando mano de fuentes clásicas latinas.
9. 3. De los relatos de viajes mencionados en nuestro trabajo citadoQ2
importan, sobre todo, desde el punto de vista onomástica, el llamado De
Canaria de Boccaccio (que sólo nombra esta isla, aunque se supone que
describe todas), el Libro del Conoscimiento y Le Canarien. Este último
se supone redactado entre 1404 y 1408, y en él tenemos ya muchos
nombres actuales: Graciosa, Lanzarote, Fuerteventura, Infierno, Gomera,
Hierro, Gran Canaria (es la primera documentación atestiguada hasta
ahora de esta denominación, aunque se supone que se originaría unos
decenios antes). Las islas en plural se denominan generalmente islas de
Cs>gzr;,z.P gy nr im~rnv ez re r e~ege1 2 tr2diciófi &gnopn AP niie l n c r----- e-" -- Y-- '-U
naturales llamaban a su isla con nombres autóctonos, del tipo Erbania
para Fuerteventura, etc. Este aspecto lo trataremos más adelante. A
continuación citamos el texto del Libro del Conoscimiento por ser el
documento más importante de este tipo para la nomástica completa de
nuestras islas.
9. 4. Texto 14
Sobi en un leño con unos moros e llegamos a la primera isla
que dizen gresa e apres della es la isla lancarote e dizen le asi
porque las gentes desta isla mataron á un ginoues que dezian
langarote e dende fuy a otra isla que dizen bezimarin e otra
que dizen Rachan. E dende a otra que dicen alegran~ae otra que
dizen Uegimar e otra que dizen forte ventura e otra que dizen
canaria e fuy a otra que dizen tenerifiz e a otra que dizen la isla
delinfierno e fuy a otra que dizen gomera e a otra que dizen la
isia de io fem e a otra que &en aragauia e a otra que ciizen saiuaje
e a otra que dizen las isla desierta e a otra que dizen lecmane e a
otra el puerto santo e a otra la isla del lobo e a otra la isla de las
cabras e a otra la isla del brasil e a otra la colunbaria e a otra la
isla de la ventura e a otra la isla de sant jorge e a otra la ysla de
La onomástica de ks Islas Canarias & la antigüedad.. 26 1
los conejos e a otra la isla de los Cuernos marines e en tal
manera que son veynte e cinco yslas.
(Anónimo, Libro del Conoscimiento; ed. Marcos Jiménez,
pág. 50.)
Según los estudiosos, el Libro del Conoscimiento, de un franciscano
anónimo, posiblemente de Sevilla, se escribiría hacia 1350, aunque hay
quienes le otorgan una redacción más tardía93. Para algunos investigado-res
sería un libro de viajes imaginario elaborado sobre la base de la
cartografía de la épocag4. Es un dato muy sintomático que no mencione
la isla de La Palma, que, como hemos visto, es la única que falta en el
Atlas Catalán de 1375. Para la equivalencia de los nombres canarios se
ha propuesto la siguiente relacióng5:
Gresa: Graciosa.
Lancarote: Lanzarote.
Uegimar: Los Vegi mari de Dulcert, o sea, la isla de Lobos.
Rachan: corrupción del italiano "roccia", es decir, Roque del Este.
. A. legranga: Alegranza, posiblemente del nombre de una nave del .,.".a A- lne \T:.W.lA: a" 1'701
V l Q J b Ub IVJ V l V C U U l Clll I L i / L .
Bezimarin: otra denominación a la isla de Lobos.
Forteventura: Fuerteventura, posiblemente denominación catalano-mallorquina
con el sentido de "Gran Afortunada".
Canaria: Gran Canaria, es la Canaria pliniana.
TenereJiz: Tenerife, nombre aborigen.
Infierno: otra denominación de la isla anterior.
Gomera: la Gommaría de Dulcert, posible nombre aborigen.
Fero: Hierro, cuya etimología es discutida.
Aragauia: se ha querido ver aquí el posible nombre aborigen de
"auarita" o "aguarita" como habitante de La Palma.
Es la primera vez que se documenta la isla de Tenerife con tal
denominación, aunque se sigue usando simultáneamente también la de
Infierno.
9. 5. De lo que hemos dado en llamar documentos vaticanos o eclesiás-ticos
en general sólo citamos aquí dos. El primero es la Bula de Clemente VI
A-1 1C A,. -,..,:,.-L.,. A,. 1 9 A A A,.A,. ,.- A . . 2 A . --- -1 &'&-l- A- T J L.--:-
UGI LJ UG LIUVlClLlUIC UG L J W , UdUd CLl flVUIVI1 LULL Cl LlLUlU UC 1 ULIL: i,XVUlLUfLW
sincen'tas, por la cual se nombra a D. Luis de la Cerda Príncipe de la
Fortuna, que cita los nombres de las islas al estilo de los autores clásicos de
manera confusa: Canaria, Ningaria, Pluviaria o Pluviana, Capraria, Iunonia,
Embronea, Athlantica, Hesperidum, Cement, Gorgones y Goleta (de la que
262 Marcos Marrínez
se dice que estaba en el mar Mediterráne~)E~n~ .o tro documento que se ha
calificado de sermón de Clemente VI sobre la creación del Reino de Cana-rias
y su otorgación a D. Luis de la Cerda, fechado también en 1344 se dan
las razones por las que se ha creado tal título, y en la tercera de ellas, se
habla de las llamadas Islas Afortunadas o Beatas, citando los pasajes de
Isidoro de Sevilla, Vicente de Beauvais y Plinio, con los nombres de estos
autores, pero una vez más alterados: Unnona por Junonia, etc. Como ha
dicho muy bien D. Elías Serra, "el conocimiento que en la Cuna se tenía de
estas islas en el siglo m era nulo", dado que su caracterización de las Islas
Afortunadas "era pura erudición libresca, a base de textos clásicos, esto es,
de Plinio y con graves errores de lecnira y transcripción9*'.
9.6. En los documentos que dan cuenta del tráfico de esclavos canarios m
D
a la Península y Europa a partir de 1.3 42., unos escritos en latín y otros en E -,.**lL- -,.11,.......:.. A,.---*---.-..-" :- --.1- - J 7 ' - A
L L U C U ~ I I - I L I ~ U I ~ U LaI Ip, ucua~U C~IIUIIULI~LIUIICL;JU IIIU LIUULU r UI LUIKU WIL u
n (1342), Insulas Fortunatorum (1342), insulas vocatas perdudes ve1 de Ca- -
=m
nana (1342), illes noveyhent trobades ... apellades illes de Fortuna (1342), O
E
illes de Canaria e de Gukola (1345), insulam de Canaria et alios ibidem E
2
propinquas, que omnes mencupanfur h u l e Fortunate (1351), etc. También =E
se citan islas individuales cuando se dice de donde procede tal o cual
3 esclavo. He aquí algunos ejemplos: una esclava Juana "captive de Canaria" -
(1343); otra llamada Magdalena "de nassione de Canaris" (1389); dos -
0m
esclavas de seis y quince años, llamadas Rosa y Rossola "de quadam insula E
vocata la Fortsventura" (1391); un cautivo llamado Gomhera "de nacione O
canariorum", de dos años de edad, traído "de quodam loco vocato Gomera, n
qui es? in quadam insula vocata Gomera" (1393); una esclava llamada Ana -E
"canaria, sie nationis de Canaris" (1409), etc. De un estudio más detenido a
2
de toda esta documentación podrían salir interesantes observaciones para n
nuestra historiag8. 0
9.7. De los llamados Islarios o libros específicos sobre islas cuya proce- O3
dencia remontaría ya a obras griegas de época helenística, quisiera citar aquí
-1 . . o ~ o ; ~A - 10 nh- A- nn-.&Ln C&r a c tA t k ~ 1 0 AC~n hwn 1"- ; - ln- *, CII YUJUJI, ULi IU VVIU UCI YVIIILiIULiV UUVbJUI U L U A U U U U V O I G iiW L J C W Y, 0-
propiedades. Silvestri fue un amigo de Boccaccio y su libro sobre las islas
se suele datar en los últimos decenios del siglo m. Es, por tanto, el primero
de estos Islarios que nosotros conocemos. El texto que nos importa aquí es
el que se refiere al tema de las Islas Afortunadas y es el siguiente:
9. 8. Texto 15
Fortunate insule, vocablo suo, Guidone Ravennate scribente,
sign$icant omnia fere bona, quasi felices et beate furctuum
La onomástica de las Islas Canarias de la antigüedad. ..
ubertate. Sua natura pretiosarum poma silvarum parturiunt,
fortuitis vitibus iuga collium vestiuntur, ad herbarum vices
messis et olus vulgo est. Unde gentilium error et secularium
carmina poetarum propter soli fecunditatem easdem esse
Paradisum putaverunt. De his fortasse sensit Virgilius, in sexto
inquit: Devenere locos letos et amena virectal Fortunatorum
nemorurn sedesque beatas. Site sunt autem in oceano contra
levam Mauritanie, occiduo proxime et inter se disiecto mari
discrete. Quarum, ut refert Solinus, sex nominibus narrantur:
Embriona scilicet, nullis edifictiorum vestiggis, ut Plinius scribit,
et huius in montibus esse stagnum cum arboribus similibus ferule
ex quibus agua exprimitur, e nigris arnaa, ex candidioribus potui
iucunda. Due alie, quibus Iunionie nomen constat, licet Martialis
tertia vocat Ceodem, quarta Capraria, Nivaria quinta, sexta
Canaria. In aliqua istarum arbores crescere prohibent usque ad
CXL pedum altitudinem, ibi aviurn multitudo, nemora pomifera
cariotas ferentia, ibi copia larga mellis, et lactis alieque res
abundant prout in unaquaque tangitur. Hec secundum alios Oc-cidentales
dicuntur. Ad has, ut Petrarca recitat, nuper armatum
Ianuensium penetravit navigium, et Clemens sextus illi patrie
principem primum dedit, quem, vidisse Petrarca testatur
Hispanorum et Gallorum regum misto sanguine generosum
quendam virum. Gentem autem harum insularum refert pre
cunctis ferme mortalibus gaudere solitudine, turnen incultam
moribus et <ideo> belluis similem at nature magis instinctu
quam electione aliqua <vi>vere et in solitudine errare cum feris
seu suis gregibus.
(Domenico Silvestri, Sobre las islas y sus propiedades ed.
de C. Pecoraro, pág. 117-8.)
"Las islas Afortunadas, según escribe Guido de Rávena, nos
están indicando, .con su nombre, que producen toda clase de
bienes; es como si se las considerara felices y dichosas por la
ubindzxia de SUS frutm. ?m su fi&~rdeza x c e n f~1t01d e !AS
árboles más preciados; las vertientes de las colinas se cubren de
vides sin necesidad de plantarlas y, en lugar de hierbas, nacen
por doquier mieses y legumbres. De ahí el error de los gentiles y
los poemas de los poetas profanos, que pensaron que estas islas
eran el Paraíso por la fecundidad del suelo. Sobre ellas opinó
quizá Vioilio cuando dice en el canto sexto <de su Eneida>:
«Llegaron a los lugares risueños y a los amenos vergeles de los
bosques afortunados y a las sedes dichosas». Están situadas en
el Océano, enfrente y a la izquierda de Mauritania, próximas al
poniente y separadas entre sí por el mar abierto. De estas islas,
como refiere Solino, se mencionan seis por sus nombres, a sa-
Marcos Martínez
ber: Embriona, sin ninguna huella de edificios, como escribe
Plinio, en cuyos montes hay un estanque con árboles semejantes
a la férula, de los cuales se extrae agua, amarga de los negros y
agradable para beber de los blancos; otras dos, para las que
consta el nombre de Junionia, aunque Marcial <=Marciano>
llama Ceodem a la tercera; la cuarta es Capraria, la quinta
Nivaria, la sexta Canaria. En alguna de estas islas dicen que
crecen árboles hasta ciento cuarenta pies de altura. Hay en ellas
multitud de aves, árboles frutales que producen dátiles, gran
cantidad de miel y leche, y abundan otras cosas, como se men-ciona
en cada una de ellas. Según otros, estas islas se llaman
occidentales. En ellas, según reza Petrarca, hace poco penetró
un navío armado de genoveses. Clemente VI dio a aquella patria
como primer Príncipe a cierto varón ilustre, de sangre mezclada
de los reyes españoles y franceses, que Petrarca atestigua haber
viste, Kefiere <este x t e r qle 1% gente de estar is!ar, en c m p -
ración con casi todos los mortales, disfruta de la soledad, aun-que
es tosca en sus costumbres y <por ello> semejante a las
bestias; que viven más por instinto de la naturaleza que por
alguna elección <de la voluntad> y andan errantes en soledad en
compañía de las fieras o de sus rebaños."
A Doménico Silvestri y a los textos de su obra que tienen relación con
nuestras islas hemos dedicado hace poco el estudio citado en nota 89, por lo
que remitimos a él para mayor información sobre el texto anterior. Obsérve-se
cómo la fantasmal isla Teode sufre aquí una nueva variación pasando a
llamarse Ceode. Añadamos solamente el dato de que, a veces, en estos
Islarios aparecen interesantes noticias sobre nuestro tema. Es lo que ocurre,
por citar un ejemplo, en el llamado Islario del francés. A. Thevet, en donde
se nos dice que las IslasCanarias se llamaban por los árabes Elbard a causa
de una alta montaña que había en Tene~ife~~.
9.9. De los enciclopedistas y cosmógrafos de este período hemos selec-cionado
un texto de Pedro de Aliaco (Pierre d'Ally) de su obra hago
fijunari, 're:-na& en 146, en Se dexriben I1leiicioii&i 1%
Afortunadas en la línea de la tradición clásica100E. l pasaje se compone de la
tan manoseada cita de Isidoro de Sevilla combinada con la relación de islas
procedente de Vicente de Beauvais, que, a su vez, remonta al de Capela:
9. 10. Texto 16
Fortunate insule suo noie significant ominia fere bona, qi
felices fructuum ubertate naturaliter anim preciosa poma silue
La onomástica de las Islas Canarias de la antigüedad..
parturiunt fortuitis vitibus iuga collium vestiunt. unde gentilium
error est propter soli fecunditatem eas esse paradisum. .Harum
prima Nembriona dicit. Secunda Iuniona. Tercia Theode. Quarta
Capraria. ALia Minaria, que aere nebuloso et concreto est. Mox
Caninaria canibus inmense magnitudinis plena. Omnes auibus
plene, nemorose, pulmifere nucee pinee, mellis copia anima-libusque
siluestribus ac piscibus abundantes. Site sunt autem in
oceano contra leuam Mauritanie inter meridiem et occasum
icciduo proxime et inter se interiecto mari discrete.
(Pierre d'Ally, Imago Mundi, cap. XLI.)
"Las islas Afortunadas indican por su propio nombre que
tienen casi todos los bienes, como si ellas fueran felices por la
abundancia de sus frutos, pues los bosques producen de forma
natural las frutas más preciadas y las cimas de las colinas se
cubren de vides espontáneas. De ahí el error de los gentiles que
creían que estas islas eran el paraíso por la fecundidad del suelo.
La primera de éstas se llama Nembriona, la segunda Juniona,
la tercera Teode, la cuarta Capraria y la otra Minaria, que está
envuelta en una atmósfera nebulosa y espesa. Después viene la
isla Caninaria, llena de perros de enorme tamaño. Todas están
llenas de aves, bosques de palmeras, nogales y pinos. Hay abun-dancia
de miel y están repletas de animales silvestres y peces.
Están situadas en el océano a la izquierda de Mauritania entre el
sur y el ocaso, cercanas al occidente, y están separadas entre si
por el mar.
(Trad. de A. Ramírez de Verger.)
La fama de este texto se debe sobre todo a que fue leído y utilizado
por Colón dejando dos apostillas, una de las cuales decía que las Islas
Afortunadas se llaman ahora Canarias, en un ejemplar que se conserva
en la Biblioteca Colombina de Sevillalo'. Como podrá apreciarse, la
corrupción de los nombres prosigue aún en esta época, ya que lo que en
Vicente de Beauvais era Vinaria ahora se transforma en Minaria.
9. 11. De los cronistas peninsulares, que sobre todo a partir del siglo
xv, escriben sobre nuestras islas, así como de los llamados cronistas de
Indias, cuya aportación al conocimiento de Canarias en esa época ha
sido muy bien estudiada por F. Morales Padrón'02, destacamos aquí para -...-.,+-,. +arnn A,." 11-r\ ari A l ~ - nrla~ D nla-An / 1 A ? 2 - 1 Anr)\103 "..A. -.- 0..
IIUGJLIU L L i u l a UUJ. VIIU GJ NULIDU UG L mcuua ( L - ~ L J 1 - r 7 ~ j ~ U GGLI 3u
Cuarta Década, escrita en latín, al parecer, entre 1490 y 1491, habla de
Canarias y de la conquista de Gran Canaria en unos pasajes editados y
traducidos hace unos años por J. López de Torolo4. De su largo escrito
sobre este asunto merece señalarse la nomenclatura de las islas del estilo
266 Marcos Martínez
clásico y su adjudicación a islas: Insulae Fortunatae, Junonia
(Lanzarote), Pluvialia (Fuerteventura), Capraria (Gomera), Ombrio
(Hierro), Planasia (Tenerife), Ninguaria (La Palma) y Canaria (Gran
Canaria). Sorprendente resulta la identificación de Ninguaria con La
Palma. Para estas identificaciones remitimos al comentario de López de
Toro. De la Infomzación de Esteban Pérez de Cabitos, conocida como
Pesquisa de C a b i t o ~ 'q~u~e , s e supone realizada hacia 1477, conviene
señalar para nuestro tema que en ella aparecen nombradas las "yslas de
Canaria" de la siguiente manera: el Roque, Santa Clara, ALegranca,
Graciosa, Lanprote, Ysla de Lobos, Fuerteventura, Gran Canaria, In-fiemo,
Gomera, Fierro e Ysla de Palmas. A lo largo del texto se escribe
además otras denominaciones como Tenerife. Ysla de La Palma,
Guimera, etc.
n 1-1 D-.. .<a+:-- A- 1-.. I. 2-1 n ---- 7. 1,~. ZUI UILIIIIU, UG IUJ a u L u 1 m IIUIIIQLIIDU~J UGI RGU~~C;IIIUCIILU ~ U C
pueden ofrecer alguna información sobre nuestro tema hemos seleccio-nado
dos muy importantes, Antonio de Nebrija y Lucio Marineo Sículo,
por ser luego muy utilizados por los primeros historiadores de Canarias
a partir del siglo XVII. De estos autores hemos entresacado los siguientes
pasajes;
9. 13. Texto 17
Et quemadmodum in historiae huius apparatu diximus, in
oceano Atlantico qui Europae atque Aphricae letera occidentalia
abluit, complures sunt insulae partim adiacentes continenti,
partim in altum remotae atque rursus, adiacentes duplices sunt,
altarae ad Europam, alterae ad Aphricam pertinentes. De
remotis Hispaniae adiacentibus alias diximus, et fortasse dicturi
sumus, nunc de adiacentibus Aphricae littori occidentali, inter
quas nunierantur Canariae, de quibus hoc in loco scripturi
sumus, pauca dicenda sunt. Canarias a canum rnagnltudine dic-tas
fuisse Plinius in historia naturali autor est, ex quibus Iuba
Rex duos perduit huiusmodi canes. A Graecis Fortunatae sunt
cognominatae, de quibus tam poetae quam historici multa
fabulantur ad hunc locum minime pertinentia. Eamm nomina
Ptolomaeus, Martianus, Plinius, atue alii autores, tam Graeci,
quam b5inie xpiicaní, sed y ü i ~ u sm n nomim re&&re,
quibus nostro tempore nuncupentur. Nam et antiqui eas
nouerunt, earumque ambitus et incolarum mores descriptos
reliquerunt. Sed qua ex causa illarum celebritas ex memoria
hominum obliterata est, ignoratur, nauigationis defectu id ese
factum credibile est. Illud certe constat, illarum notitiam ad nos
La onomástica de las Islas Canarias de la antigüedad..
peruenisse ab hinc annos circiter viginti supra centum, sub
initium regni Ioannis huius nominis secundi, qui sub Catharina
matre et Ferdinando patruo tutoribus regnare orsus est, anno a
salute Christiana millesimo quadringentesimo quinto. Eo
tempore Bethancor quidam Galus, ut aiunt, natione, Infantis
Regis tutores adi, ab illis impetra? facultatem explorandi maris
Atlantici partem illam adhuc incognitam, quae occiduum
Aohricae latus abluit. Is agitur siue quod ab iis qui ante illum
nauigarunt, aliquid audierat, siue quod fortunam suam experiri
voluit, paratis nauibus eo nauigare coepit, atque in primam
incidit, quam nostro tempore Lanzarotam corrupte, pro eo quod
est lanceam ruptam, siue fractam, aut ipse ex facto vocauit, aut
ab aliis sic antea vocatam acceperat, deinde illi proximam
expugnauit Fortem fortunam. Nam inter cognomenta fortunae
unum estfortis; de qua Columella in horto:
Et celebres foriis fortunae dicite laudes.
Varro quoque de lingua Latina, Dies, inquit, fortis fortunae
dicti a Seruio Tullo Rege, quod is fanum fortis fortunae
secundum Tiberim extra urbem Romam dedicauerat.
(Antonio de Nebrija, Segunda Década, 2, 1; ed. de 1579.)
"Y lo mismo que dijimos en los preparativos de esta historia,
en el Océano Atlántico, que baña las costas occidentales de
Europa y Africa, hay muchas islas, en parte cercanas al conti-nente
y en parte alejadas en alta mar. A su vez, las cercanas son
de dos clases: unas pertenecen a Europa y otras a Africa. Sobre
las remotas islas cercanas a españa hemos hablado en otra oca-sión
y quizás tendremos que volver a hablar. Ahora debemos
decir unas pocas cosas sobre las cercanas a la costa occidental
de Africa, entre las cuales se cuentan las Canarias, de las que
tenemos que escribir en este lugar. Plinio en su Historia Natural
es el autor de que las Canarias fueron llamadas así por la abun-dancia
de perros, de los cuales el rey Juba se llev6 dos canes de
este género. Fueron iiamaáas Afortunadas por íos gnegos, cie ias
que tanto poetas como los historiadores dicen muchas cosas
fabulosas que se refieren muy poco a este lugar. Ptolomeo,
Marciano, Plinio y otros autores, tanto griegos como latinos,
explican sus nombres, pero con ellos no podemos restituir los
nombres con los que se designan eI? nuestro tiempo. mies tam-hi6n
lnc antimane 1-c onn,\&a-nn .z A a : ~ - n n AaenAene -..e .-.n-+n-
Y I Y I X IVU -1&16UVY AUO C V I I V U l C l V I . J UUJUlVIl UCDCIILUD DUD CUULVL-nos
y las costumbres de sus habitantes. Pero por qué motivo se
borró su celebridad de la memoria de los hombres, se descono-ce.
Es posible creer que ello sucedió por el cese de navegación.
Lo que verdaderamente nos consta es que la noticia de ellas ha
llegado a nosotros, desde este momento, hace aproximadamente
Marcos Martínez
más de ciento veinte años, al único del reinado de Juan, segundo
de este nombre, que empezó a reinar bajo la tutela de su madre
Catalina y su tío Fernando, en el año 1405 de la era cristiana.
Por este tiempo un tal Bethancor, francés de nación, según di-cen,
se presenta a los tutores del Infante Rey y consigue de ellos
la facultad de explorar aquella parte del mar Atlántico, hasta
entonces desconocida, que baña el lado occidental de Africa.
Este, pues, o bien porque había oído algo de los que habían
navegado antes de él o bien porque quiso su fortuna, una vez
preparadas las naves, empezó a navegar hacia allí, y se encontró
ocn la primera iislai que comptamente llaman lanza rota en
nuestro tiempo, ya sea porque él mismo la llamó así de "lanza
rota" o "quebrada", ya sea porque la había recibido llamada así
antes por otros. Luego conquistó la ¡isla¿ cercana a ésta,
Fuerteventura, pues entre ios epítetos ae ia Fortuna uno es de
fuerte, de la cual dice Columela en su De cultu hortorum: «De-cid
una y otra vez las célebres alabanzas de la Fuerte Fortuna.»
También Varrón en su De lingua latina dijo: «El día de la Fuer-te
Fortuna fue instituido por el rey Servio Tulio, porque éste
había dedicado un templo a la Fuerte Fortuna a orillas del Tíber,
r ..--- A - * - -:.-.I-J ~ - n - - - v
IUCLZIU G la L I U U ~ Uu c RUIII~.
9. 14. Texto 18
Est in Mauritania hominum genus bellicosum, qui non sibi
sed mercede conducti aliis populis bella gerunt, Gomeres
appellant: nomen, ut uidetur, deductum a Gomerfilio lapheth,
de quo in libro Geneseos et in Paralipomenonis. Et nisi Iosephus
in Antiquitatibus et Hieronymus in Hebraicis Quaestionibus
posteritati Iapheth tribuerent incolatum Asiae et nominatos a
Gomer Iapheth filio prirnogenito scriberent fuisse cognominatos
Galatas, qui procul dubio populi sunt Asiatici, uideri poterant
Gomeritae a Gomer filio Iapheth fuisse cognominatos. Sed hi,
de quibus hoc in loco loquimur, non ad Gomerfilium Iapheth,
sed a Phurh filium Cham filii Noae referentur, quibus partes
Libyae cessernt habitandae, quare hi Gomeritae non a Gomer
filio Iapheth, sed a Phuth flio Cham, sunt cognominari Phutei.
AA L;o C A - n L + ; c n.,ac A;&-..m 1.sA;n- ;---J--- ----lJ-a..-
IIY 11&0 V V # l l G r " G r > > yIIVi UL&III&UJ V V L U I l l L I L L U L C I G , U p p C b L U I Y I
nostro tempore Velez la Gomera et una ex quinque insulis
fortunatis, la Gomera. Eo igitur tempore, quo obsidebatrur
Coinum, ingens multitudo Gomeritarum, quos diximus Mauri-taniarn
incolere, fretum Herculeum traiecere, non tam ut
stipendia intersuos mererent, quam amore religionis inducti.
(Antonio de Nebrija, Segunda Década, 4, 3; ed. de 1579.)
La onomásricn de las Islas Canarias de la antigüedad. .. 269
"Hay en Mauritania un linaje belicoso de hombres que no
hacen la guerra a otros hombres por sí mismos sino por dinero;
los llaman Gomeres: nombre que proviene, según parece, de
Gomer, hijo de Jafet, del que j se habla¿ en el libro del Génesis y
en el de Paralipomenos. Y si José en las «Antigüedades» y
Jerónimo en las «Cuestiones hebraicas~n o hubieran trasmitido
a la posteridad que Jafet vivió en Asia y hubieran escrito que los
hombres de Gomer, hijo primogénito de Fafet, habían sido lla-mados
Gálatas, que son sin duda pueblos asiáticos, podría creer-se
que los gomeritas tenían su nombre de Gomer, hijo de Jafet.
Pero éstos, de quienes hablamos aquí, no se refieren a Gomer, el
hijo de Jafet, sino a Put, hijo de Cam, hijo de Noé, a quienes les
concedieron las regiones de Libia para que las habitaran; por
eso, tales gomeritas han sido llamados «puteos», no de Gomer,
hijo de Jafet: sino de Put: hijo de Cam.
De estos gomentas, que acabamos de decir que habitaban
Libia, proviene el nombre en nuestra época de «Velez la
Gomera* y de una sola de las cinco Islas Afomnadas, la Gomera.
Así, pues, en el tiempo en el que se ponía sitio a Coin, una
enorme muchedumbre de gomertias, que hemos dicho habitaban
Mauritani, atravesaron el estrecho de Hércules, no tanto para
realizar una campaña militar en favor de los.suyos como impul-sados
por el lazo afectuoso de su religión.
9. 15. Texto 19
Caeterum sunt in Atlantico mari insulae auas Plinius et alii
scriptores Fortunatas apellant, numero septem, quas rem non
ingratam facturus videor, si nominatim recensuero: Obrion,
quam Plinius vocat Ombrium, sine ullis aedificiorum vestigiis,
quae stagnum habet in montibus, et arbores ferulae sirniles, ex
quibus agua exprimitur, ex nigirs amara, ex candidis dulcis
potuique iucunda: Junonia, in qua erat aedicula lapidibus
extructa: Pluvialia, quae non habet aguas nisi ex pluviis et
imbribus: Capraria, quae est lacertis grandibus referta:
Planaria, quae planicies habet et convalles: Nivaria, quam
Plinius appellat Ningariam a perpetua nive nebulaque. Huic
proxima est Canaria, quae sic nominatur a multitudine canum
et magnrtudine, quae cum aiiae omnes copla pomorum et avium
omnis generis abundent, una palmetis cayotas ferentibus
gloriatur. Abundant praeterea nuce pinea et mellis copia. Siluros
etiam pisces et papyrum gignit in amnibus.
(Lucio Marineo Sículo. De los Hechos memorables de Espa-ña,
19, 15; ed. de 1579.)
270 Marcos Marrínez
"Por lo demás, hay unas islas en el mar Atlántico, las cuales
Plinio y otros escritores llaman Afortunadas, que son siete; y
paréceme que si las nombramos no será una cosa ingrata: Obrih,
que Plínio llama Ombrión, sin señales de edificios, tiene en los
montes un estanque y árboles como cañahejas, de los cuales sale
agua; de los que son negros, amarga, y de los blancos, dulce y
buena de beber; Junonia, en la cual había casitas hechas de
piedras; Pluvialia, que no tiene agua, sino de las lluvias y bo-rrascas;
Capraria, llena de grandes lagartos; Planaria, que tiene
llanuras y valles; Nivaria, a la cual llama Plinio Ningaria por la
continua nieve y niebla. Cerca de ésta está Canaria, dicha así
por la multitud y grandeza de los canes. Si bien todas las otras
son abundantes en frutas y todo género de aves, una sola se
vanagloria de palmeras que producen dátile.s . A. bunda también en piii~es,li ugaks ji iiiücha miel. Tieiie ajiíliisiiiu üiios peces
siluros y juncos en los ríos."
Estos textos los hemos comentado en una colaboración nuestra a un
Simposio sobre Nebrija, celebrado en Salamanca en noviembre de 1992,
con motivo del quinto centenario del gran humanista español, que lleva-ba
por título "Antonio de Nebrija y las Islas Canarias", de próxima
aparición en las Actas correspondientes. Remitimos al lector a ese traba-jo
para la explicación de los textos reseñados. Aquí sólo adelantamos
que en el texto 17 Nebrija da unas etimologías de Lanzarote y
Fuerteventura que posteriormente serán muy citadas. Si bien la de
Fuerteventura se podría admitir, la de Lanzarote a partir de "lanza rota"
resulta descabellada. En cualquier caso, hay que decir que nuestro hu-manista
presupone también la etimología conecta a partir de Lanceloto
Malocello. En el texto 18 nos ofrece una aclaración sobre Gomer y los
gomeristas y su posible vinculación con la isla Afortunada de la Gomera.
Es también una típica asociación de personajes bíblicos, el pueblo
bereber de los gomenstas y la isla de la Gomera, que los historiadores
canarios incorporarán a sus descripciones. Estos textos de Nebrija se
suponen escritos poco antes de su muerte (1 522), hacia 151 9 ó 1521. El
pasaje de Lucio Marineo Sículo pertenece a la obra que citamos, impre-sa
en Alcalá en 1530. Enumera las islas por los nombres clásicos
cnnmrtandn !I nomendztiirz de Plinio con otras posterinres, EIE~ de-formadas.
10. La cuarta etapa de la historia de la nesonimia corresponde a las
obras históricas que desde 1592 (Torriani) describen nuestras islas en
forma de tratados generales de historia. De estas Historias de Canarias
unas son más importantes que otras. Muchas de ellas dedican algún
La onomástica & las Islas Canarias de la antigüedad. .. 27 1
capítulo a hablar de la etimología de las islas. Predomina en sus autores
la repartición caprichosa de los nombres clásicos latinos entre las islas
actuales, sin que se pueda encontrar una cierta unanimidad. Cada autor
reparte los nombres latinos según sus propios criterios subjetivos, dán-dose
la circunstancia de que cada nombre latino ha servido para designar
todas las islas según los distintos autores. Desde el punto de vista de los
nombres, las Historias con más datos son las conocidas de Torriani
(1592), Antonio de Viana (1604), Abreu Galindo (1632), Núñez de la
Peña (1676), Pedro Agustín del Castillo (1737), Viera y Clavijo (1722-
83), Bory de Saint-Vincent (1803), Sabin Berthelot (1842), Chil y
Naranjo (1876), Millares Torres (1882) y A. J. Benítez (1912?). De los
nombres latinos predominan en estos autores la identificación de Cana-ria
con Gran Canaria y Nivaria con Tenerife, pero en los demás las
divergencias son muy notables y su identificación real ha sido "un mero
divertimento", según palabras recientes de María Rosa Alonsolo6. Nos
parece que no necesitamos extendernos más aquí sobre el sorteo de
estas asignaciones por los historiadores canarios y remitimos a los lecto-res
a los cuadros y listas que se encuentran en las obras de Chil y
Naranjo y A. J. Benítez, para que se puedan apreciar estas diferencias y
céiiio üíie risiiia defivmifiaciSii ha seividu poia ideiiiificiii a idas las
Canarias actuales: Capraria, Junonia, etc., han sido todas nuestras islas
en algún autorlo'.
11. Una quinta etapa de nuestra nesonimia canaria la hemos señala-do
para las denominaciones aborígenes o autóctonas que desde las
primeras crónicas se recogen como nombres de las islas dados por los
naturales de cada una de ellas. Estos nombres han sido recopilados y, en
parte, estudiados por D. J. W01fel"'~. Aquí me voy a limitar a ofrecer los
que este autor ha recogido para cada una de las islas actuales, sin entrar
en explicaciones sobre su significado, que dejaremos para nuestra más
amplia monografía que venimos anunciando en el transcruso del presen-te
traba!o. Citamos sólo las variantes más significativas:
iunzarote: Tyterogakaet, Tytheroygatra, Dolatelac (?).
Fuerteventura: Erbane, Erbanye, Albanye, MaxoratafMahorata,
Torcusa.
Gran Canaria: Tamoran,/Tamaran, Tebicena.
-re---- c- rn---L- nL---'?- A -1 ..-., - r enerve. r erieieu, i eiiene, r uriaiiL, Lnerierie, ncninecne, ~ninei,
etcétera.
La Palma: BenehoareBenahoare.
LA Gomera: Gornrnaria, Gornmera, Gomera, Gumera, Gumela, Jumera.
El Hierro: Esero, Eccero/Ecero.
272 Marcos Marrínez
12. Tampoco en nuestra última etapa de la historia de los nombres
canarios podemos extendemos en lo que se refiere a la etimología de
cada una de las islas actuales. Se han propuesto en cada caso muchas de
ellas, algunas muy inteligentes, pero con poco fundamento científico.
De los nombres que designan a las siete islas mayores en la actualidad,
a la vista de todo lo que llevamos dicho, podemos decir que, tal vez, dos
sean de ascendencia latina: con seguridad Gran Canaria y, posiblemen-te,
también Fuerteventura. De procedencia autóctona son Tenerife, y tal
vez, Gomera. De la época del Redescubrimiento sería Lanzarote, por el
nombre del genovés que la ocupó por primera vez. Problemáticos serían
los nombres de La Palma y el Hierro. La primera se cree se denominó
así por la abundancia de palmas o por la ciudad mallorquina del mismo ,, -
nombre, o, incluso porque su forma asemeja a una hoja de palma. La E
"c-~ao-"~-i-n r ien ha jntqretadn a p h r &! p p i m~et a! de! h i e c ~ ,0 "
palabras aborígenes como heres o hero que significarían "cisterna". n-- m Volveremos en su momento a tratar más sistemáticamente todas estas O
E
posibles etimología^^^. SE
13. A modo de conclusiones quisiéramos recoger en este parágrafo -E
algunos de los resultados más sobresalientes de nuestra investigación,
que ios vamos a exponer en 10s siguientes epígraÍes: 3
- -
0
m
a) De las denominaciones generales de todo el Archipiélago de as- E
tendencia mítica, unas son de origen griego (Islas de los Bienaventurados, O
Hespérides, Atlántidas, Gorgonas, Macaronésicas, etc.), otras de origen n latino (Islas Afortunadas), y otras de origen árabe (Islas Externas, Islas -E
de la Felicidad, Elbard, etc.). De todas ellas la que perdura todavía es el a
2 de Afortunadas. n
b) De los autores antiguos, tanto griego como latinos, que hablan de n
unas Islas Afortunadas, el primero en situarlas geográficarnente frente a O3
la costa de Mauritania es Estrabón, quien, además, nos dice que estas
irhs hernn C1Ps~~hi~rptzusc ns 2 f i~sd e niiestrl er2 (textn 2). Medie
siglo más tarde Pomponio Mela nos dirá que las mismas islas estaban ya
habitadas (texto 3).
c) Las referencias más o menos vagas a unas Islas Afortunadas
frente a Mauritania, que se encuentran en muchos autores griegos y
latinos de los primeros siglos de la era, casi con toda seguridad corres-poncien
a ias Mas Canarias a ia vista del pasaje de Arnobio (texto 7j. Lo
que hasta este autor se llamaban Islas Afortunadas ahora pasan a de-nominarse
Islas Canarias. Amobio es el primero, y único, autor de la
Antigüedad que habla de las Islas Canarias en plural, cuyo empleo es ya
de principios del siglo rv. No es, pues, ni moderno ni medieval.
Lo onomásiica de las Islas Canorias de la antigüedad. .. 273
d) En relación con el nombre de las Islas Afortunadas debe quedar
claro que Horacio nunca empleó tal expresión, como todavía hoy se
sigue creyendo.
e) Posibles expliaciones del nombre Afortunadas se dieron ya en la
propia Antigüedad: según Estrabón (texto l), porque estaban próximas a
Iberia, tierra de felicidad; según Isidoro de Sevilla (texto 9), porque
producen toda clase de bienes, recogiendo una explicación que ya había
dado Diodoro Sículo en el siglo I a. C.
f) El primer pasaje de la obra de Plinio que hemos recogido en
nuestra relación (texto 4) puede considerarse el acta de nacimiento de
los nombres de las islas de origen latino. De ellos sólo Canaria se refiere
con seguridad a alguna de nuestras islas. Todas las demás, incluida
Ninguaria, son de dudosa atribución.
g) La etimología que da Plinio de Canaria a partir de canis "perro" es
muy discutible y puede considerarse de tipo popular. A la vista del texto
5 habría que tener en cuenta un posible etnónimo de una tribu bereber
de Canarii que pudo ocupar y dar nombre a la isla en un momento
determinado. También son posibles otras explicaciones.
h) Plinio no escribió nunca una denominación como Nivaria, que
procede de una lectura hecha por Julio Solino (texto 6), a quien hay que
adjudicar este nesónimo.
i) Después de Plinio, los nombres latinos de las islas van a sufrir una
corrupción que durará hasta incluso el Renacimiento. Cada una de las
islas citadas por Plinio en el texto 4 serán leídas de muy diversas mane-ras,
produciéndose así el nacimiento de nuevas denominaciones sin
correspondencia con ninguna isla real. Un ejemplo: la Ombrión de Piinio
pasa a denominarse Embrión (Solino), Membriona (Capela), Membriona
(Vicente de Beauvais), Embriona (Silvestri), Nembriona (Pierre d'Ailly),
Obrion (Lucio Marineo Sículo), etc.
j) La isla más famosa nacida de estas corrupciones o malas lecturas
es la de Teode, que crea Marciano Capela (texto 8) por el falso corte de
una frase de Solino (texto 6): proxima<t eode<m nomine > Teode, que,
a su vez, Vicente de Beauvais (texto 11) convertirá en Theode. Decir, por
tanto, como se ha dicho, que en este nombre se puede esconder algún
teónimo, o que es un antecedente del nombre de Tenenfe, o una denomina-ción
cie ia isia de ia Gomera, son meras eiucubraciones Íantasiosas.
k) Los nombres actuales de las islas se documentan por primera vez
a lo largo del siglo xrv por medio de la cartografía (desde 1339) o libros
de viajes, como el llamado Libro del Conoscimiento (de hacia 1350).
1) Desde la segunda mitad del siglo XIV encontramos en diversos
documentos relacionados con el tráfico de esclavos canarios expresio-
274 Marcos Martínez
nes como de nacione canariorum, de nassione de Canaris y otras simi-lares
para aludir al lugar de procedencia o de nacimiento de esclavos
procedentes de nuestras islas.
m) A partir de la Crónica de la Conquista conocida como Le
Canarien (El Canario) se empiezan a documentar nombres autóctonos
de algunas islas, cuya explicación resulta a veces difícil de armonizar
entre los diversos estudiosos.
n) Desde el punto de vista de la etimología, s610 Lanzarote y, muy
posiblemente, Fuerteventura, tienen una explicación lingüística e histó-rica
aceptable. Las etimologías de todos los dem& nombres presentan
graves problemas de interpretación.
m
D
u
1. Cf. Mauro S. Hernández P6rez. "Estado actual de Ia investigación sobre el E
ArchipiBlago prehispánico", V Coloquio de Historia Canario-Americana (1982), tomo E
2
IV, Las Palmas, 1985, 7-31. =E 2. Cf. Celso Martín de Guzmán, "Ultimas tendencias metodológicas de la
historiografía canaria", VI1 Coloquio HC-A, tomo 1 (primera parte), Las Palmas, 1990, 3
145 y SS. esp. p6g. 207-208. -
3. Cf. Celso Martín de Guzmán, Las culturas prehistóricas de Gran Canaria, -
0m
Las Palmas, 1984, 97-130. E
4. Para este período de la Historia de Canarias véase ahora J. C. Cabrera O
Pérez, "El Redescubrimiento", en F. Morales Padrón (Dir.), Historia de Canarias, vol.
1, Alzira (Valencia), 1991, 97-1 16. n
5. Cf. E. Sena Ráfols, Los portugueses en Camrias, La Laguna, 1941, pág. 10. -E
a
6. Cf. R. Vemeau, Cinco años de estancia en las Islas Canarias, Madrid, l
1981, pág. 11. n
7. Cf. R. González Antón. "Introducción al estudio de las primeras Historias 0
generales de las Islas Canarias", 50 Aniversario del instituto de Estudios Canarios, 3
vol. II Humanidades, Sta. Cruz de Tenerife, 1982, 171-183. O
8. Véase ahora para las Historias de Alfonso el Sabio la importancia del mito
de Heracles en 1. Fernández-Ordóñez. Lac Estorias de Alfonso el Sabio, Madrid, 1992,
esp. pág. 76 y SS.
9. Cf. Marcos Martínez, "Canarias en la antigüedad: mito y utopía", en la obra
citada en nota 4, 21-40, esp. pág. 26.
10. Cf. J. F. Moffla. "Philostratus and the Canaries". Gerión, 8 (1990)' 241-261.
11. Cf. Celso Martín de Guzmán, trabajo citado en nota dos, p&g. 155.
12. Cf. Juan CNZ Ruiz, Imagen de Canarias, Madrid, 1992, pág. 5.
13. Cf. J. Manuel G. y Garcia de la Torre, Leyendas Gunnches de las Islas
Canarias, Barcelona, 1969, pág. 12.
14. Cf. Juan Alvarez Delgado, "Nota sobre algunos topónimos y nombres anti-guos
de tribus bereberes en las Islas Canarias por Georges Marcy", Anuario de
Estudios Arlánticos, 8 (1962), 239-289, esp. pág. 243.
15. Cf. C. Matthews, La tradición celta, Madrid, 1992, pág. 24.
iu onomástica de las Ishs Canarias de Ia antigüedad.. 275
16. Cf. C. Bosch Millares, "Sobre el nombre de la Isla del Hierro", El Museo
Canario, XLI (1980-81), 101-106, esp. pág. 106.
17. Cf. Gregorio Chil y Naranjo, Estudios histdricos, climatoldgicos y patoldgi-cos
de las Islas Canarias, vol. 1, Las Palmas, 1876, pág. 321.
18. Cf. Juan Alvarez Delgado, "Las &las Afortunadas» en Plinio", Revista de
Historia, 69 (1945), 26-61, esp. pág. 26.
19. Cf. Marcos Martinez, "Las islas poéticas en la literatura greco-latina antigua
y medieval". (a aparecer en el Homenaje al Pro. Luis Gil); idem, "Islas escatológicas
en Plutarco" (a aparecer en las Actas del 111 Simposio internacional sobre Plutarco);
idem, "Las Islas míticas" (a aparecer en las Actas de la Primera Semana Canaria
sobre el Mundo Antiguo).
20. Cf. Fr. J. de Abreu Galindo, Historia de la conquista de las siete islas de
Canaria, Sta. Cruz de Tenerife, 1955, pág. 51.
21. Cf. J. Krüs, "The Narnes of the Canary Islands and their verification", en G.
Kunkel (ed.), Biogeography and Ecology in the Canary Islands, La Haya, 1976, 37-
65, esp. pág. 59.
22. Cf. María Rosa Alonso, "Los nombres de las Islas"' artículo de El Día?
10.11.91.
23. Cf. J. de Viera y Clavijo, Noticias de la Historia General de las Islas
Canarias, vol. 1, Sta. Cruz de Tenerife, 1982, pig. 67-8.
24. Como hace, por ejemplo, Manuel de Paz (comp.), Textos de Historia, Sta.
Cruz de Tenerife, 1988.
25. Hemos tratado este aspecto en nuestro libro Canarias en la Mitología, Sta
Cyiiz de Tecerife, 1992.
26. Cf. W. Aly, "Die Entdeckung des Westens", Hennes, 62 (1927), 299-341;
P. Fabre, Les grecs et la connaissance de l'occident, Université de Lille, 1981; L.
Pearson, The Greek Historians of the Wesr Timaeus and hh Predecessors, Atlanta, 1987.
27. Cf. R. Mauny, "Hypotheses concernant les relations precolombines entre
1'Afrique et i'Ameriquel', AEA, 17 (1971), 369-389.
28. Cf. H. Biedemann, "Altkreta und die Kanarischen Inseln", ADEVA, 9
(1966), 7-13; R. Perpiñi, Origen y ocaso de las talasocracias, Madrid, 1965.
29. Entre otras pueden consultarse las siguientes: J. Lelewel, Die Entdeckungen
der Cathger und Griechen auf den atlanrischen Ocean, Amsterdam, 1964 (original
de 1831); A. Garcia y Bellido, Fenicios y cartagineses en Occidente, Madrid, 1942; P.
Bosch-Gimpera, "Phdniciens et Grecs dans l1ExtrEme-Occident". La Nouvelle Clio. 3
(1951), 269-96.
30. Así lo cree R. Hennig, "Die phonizische Entdeckung der Kanaren und
~adeiras". Terrae íncognirae, voi. i, Leiden i94, M-50.
31. Cf. J. Gagd, "Gades, 1'Inde et les navigations atlantiques dans l'Antiquité",
Revue Historique. 205 (1951). 191-216; C. Fernández-Chicarro, "CBdiz, sede milenaria
de marinos", Helmántica, IV (1953), 373-388; Gonzalo Cruz Andreotti, "Heródoto y
Gades", Baetica, 13 (1991), 156-166.
32. Para buena parte de estos textos, cf. N. Santos Yanguas, Textos para la
historia antigua de la Península Ibérica, Oviedo, 1980.
33. Vdase, por ejemplo, C. G. Wagner, "Tartessos y las tradiciones literarias".
Revista di Studi Fenici, XIV (2) (1986), donde se cita la bibliografía mis importante
sobre esta mítica localidad.
34. Cf. D. Plácido, "Realidades arcaicas de los viajes míticos a Occidente",
Geridn, 7 (2989), 41-51.
2 76 Marcos Martínez
35. Cf. A. García Bellido, "Viajes y descubrimientos en el Atlántico", en su
libro La Península Ibérica en los comienzos de su historia, Madrid, 1985, 199-239.
36. Cf., por ejemplo, L. A. García Moreno, "hecedentes greconomanos en la
navegación atlántica de Bartolomeu Dias: en torno al Periplo de Hannón", Congreso
Infernacional Bartolomeu Dias e a su época, vol. 11, Porto, 1989, 237-257.
37. Cf. R. Mauny, Les siecles obscurs de I'Afrique noire, Fayard, 1970, esp.
pág. 95 y SS.
38. Cf. P. Schmitt, "Connaissance des Iles Canaries dans l'Antiquité", Lotomus,
27 (1969). 362-391.
39. Cf. J. G. Demerliac-J. Meirat, Hannon et I'Empire punique, Paris, 1983, esp.
pág. 178.
40. Cf. J. A. Alvarez Rixo, Lenguaje de los antiguos isleños, Sta. Cruz de
Tenerife, 1991, pág. 21.
41. Cf. R. Verneau, op. cit., págs. 14-15.
42. Cf. R. Mauny, "L'Ile de Herné (Golfe du Río de Oro) et I'identification de
I'ile de Cerné des anciens", Almogaren, V-VI (1974-S), 328-31.
43. Cf. R. Hennig, "Die Neuentdeckung der ostlichen kanarischen Inseln",
Terrae Incognitae, vol. 111, Leiden 1953, 169-179, pág. 169.
44. Cf., por ejemplo V. Manfredi, Le Isole Fortunate, Roma, 1993, pdg. 47.
45. Cf., por ejemplo, G. Anniotti, "Le Isole Fotunate: mito, utopía, realtá
geografica", CISA, XIV (1988). 166-177.
46. Cf. J. S. Romm, The Edges of the Earth in ancient Thought, Princeton,
1992, p@ 194.
47. Cf. L. A. García Moreno, "Plutarco, Sertorius 8.2-3 y los orígenes de la
geografía paradoxográfica latina", en J. García Lúpez-E. Calderón Dorda (eds.), Estu-dios
sobre Plutarco: paisaje y naturaleza, Madrid, 1991, 27-35.
48. Cf. L. P6rez Vilatela, "Fuentes, geografía y paisajes del Sertorio", en idem,
3 19-334.
49. Cf. G. de Sagazan, "L'exploration par Juba 11 des Iles Purparaires et
Fortunées", Revue Maritime, 3 (1956). 1.1 13-1.121.
50. Cf. J. Alvarez Delgado, "Leyenda emdita sobre la poblaci6n de Canarias
con africanos de lenguas cortadas". AEA. 23 (1977), 51-81, esp. pág. 51.
51. Cf. J. F. Navarro Mederos, "El poblamiento prehistórico", en la obra citada
en nota 4, 41-60, esp. pág. 42-43.
52. Véase, por ejemplo, el estado actual de la arqueología en Canarias en la
obra de M. C. del Arco Aguilar - M. Jim6nes Gómez - J. F. Navarro Mederos, La
arqueología en Canarias: del miro a la ciencia, Sta. Cruz de tenerite, 1992.
53. Cf. C. Martín de Guzmán, "Los problemas de la navegación pre y
protohistórica en el mar de Canarias y la fachada atlántico-sahariana", V Coloquio
HCA (1982), op. cit., 25-145, esp. págs. 98 y SS.
54. Cf. su artículo citado en nota 18.
55. Cf. J. M.' Blázquez "Las Islas Canarias en la Antigüedad", AEA, 23 (1977), 35-50.
56. Cf. C. Müller. Srudien zur Geschichte der Erdkunde im Altertum, Diss,
Breslan, 1902.
57. Cf. Th. Fischer, "Fortunatae Insulae", RE VII, 42 y SS.
58. Cf. su artículo citado en nota 26.
59. Cf. Leopoldo de Buch, Descriptions phisyque des iles Canaries, París, 1856.
60. Cf. A. Díaz Tejera, "Las Canarias en la Antigüedad, en Fr. Morales Pa-drón,
Canarias y América, Sevilla, 1988, 13-32.
La onomástica de las Islas Canarias & la antigüedad ... 27 7
61. Cf. D. Castro Alfin, Historia de las Islas Canarias. De la prehistoria al
descubrimiento, Madrid, 1983.
62. Cf. A. García Y Bellido, Las Islas ~tlánticase n el Mundo Antiguo, Las
Palmas, 1967.
63. Cf. el artículo citado en nota 38.
64. Cf. A. Herrera Piqué, "Las Islas Canarias en la Antigüedad", Aguayro, 167
(1986), 19-26.
65. Cf. su libro citado en nota 44.
66. Cf. A. Jodin, Les etablissements du roi Juba II aux Iles Purpuraires
(Mogador), Tanger, 1967.
67. Cf. su obra citada en nota 3, pág. 125.
68. Cf. J. Desanges, Catalogue des tribus africaines de I'Antiguité classique a
I'ouest du Nil, Dakar, 1962.
69. Cf. R Mauny, L'ouest africain chez Ptolómée (vers f 141 J. C.), Lisboa, 1950.
70. Lo mejor que conozco en este sentido se encuentra en los trabajos de C.
Müller, Th. Fischer y A. Diaz Tejera ya citados.
m.
11. 2f. Xarcos ivíartínez, "Sobre e¡ piurai «ísias Canarias» en ia Antigüedad",
en Strenae E. Marrero oblatae, La Laguna, 1993, tomo 11, 51-63.
72. Cf. Tomás Marín de Cubas, Historia de las siete islas de Canaria (1694),
La Laguna, 1993, pág. 313.
73. Sobre las bibliotecas púnicas, véase ahora C. Baurain, "La place des littératures
grecque et punique dans les bibliothtques de Carthage", LAC, LXI (1992), 158-177.
74. Cf. H. J. Westra The comenrary on Martianus Capella's De nuptiis
Yhiloiogiae et Mercurii attributed to Bernardus Silvestris.
75. Cf. J. Dubois, Les marfyrologes du Moyen Age latin, Bruselas, 1978.
76. Cf. Tomás Marín de Cubas, Op. cit., 111, cap. 11 y SS.
77. Cf. Fray Alonso de Espinosa, Historia de Nuestra Señora de Candelaria,
Sta. Cruz de Tenerife, 1952, pág. 33-4.
78. Véase nuestro libro citado en nota 25, pág. 94 y SS.
79. Cf. W. Vycichl, "Les berbkres des Iles Canasies. Eléments historiques et
linguistiques", Etudes et Documents Berberes, 2 (1987), pág. 42-62.
80. Cf. E. Serra Ráfols, "Los árabes y las Canarias prehispánicas", Revista de
Historia, 86-87 (1949), pp. 161-177.
81. Cf. J. Vemet, 'Textos árabes de viajes por el Atlántico", AM, 17 (1971), 401-427.
82. Cf. A. Arioli, Islario maravilloso. Periplo árabe medieval, Madrid, 1992.
83. Cf. R. Hennig, "Atlantische Fabelinseln und Entdeckung Amerikas",
Historische Zeitschrlft, 153 (1 936). 461 -500.
84. Cf. R. Verneau, op. cit., pág. 20.
85. Cf. nuestro W'culo "Al-Jalidat" en la Enciclopedia Canaria de próxima aparición.
86. Cf. H. J. Ulbrich, "Die Entdeckung der Kanaren vom 9. bis zum 14. Jh.:
Araber, Genuesen, Portugiesen, Spanier", Almogarem, XX, 1 (19901, 60-138.
87. Cf. Arne Melvinger, Les premieres incursions des Vikings en Occident
d'apris les sources arabes, Uppsala, 1955.
88. Cf. E. P,ibem~n!. ' ' T ~ ~z I&I Y~~ e~ ?&~rubi !iu &fi: !-, XI,'!! & EDe
propietatiubs rerum de Barthélemi 1'Anglais (xmkme sikcle)", Euphrosyne, XIX (1991),
335-354.
89. Cf. Marcos Martínez, "Sobre el conocimiento de las Islas Canarias en el
«Trecento»: el De insulis de Domenico Silvestri" (en prensa).
90. Cf. el trabajo de H. J. Ulbrich citado en nota 86.
27 8 Marcos Martínez
91. Cf. F. Morales Padrón, "Cartografía canaria en la Bib