VESTIGIOS ARQUEOL~GICOS DE LOS PFUMEROS
ASENTAMIENTOS EUROPEOS EN LAS ISLAS CANARIAS
DE LOS SIGLOS XIV Y XV
Las primeras arribadas y los primitivos asentamientos de ios euro-peos
en las Islas Canarias son un aspecto esencial para el conocimiento
de la Historia de las islas, en el marco de la expansión europea
Bajomedieval. Y lo es también desde el punto de vista del contacto de
culturas entre los europeos y los grupos de población aborigen del Ar-chipiélago,
habitado por etnias de origen africano, emparentadas con los
pueblos prerromanos del Magreb.
Existen muchas dificultades para vertebrar de una manera coherente
estos dos siglos de la historia de Canarias, ya sea por la escasa infor-mación,
como por la parquedad de los datos, tanto sean de carácter
documental como literario, cuando existen estos. Y este problema se hace
extensivo asimismo al estudio arqueológico de sus primeros asenta-mientos.
Por ello nos ha parecido oportuno plantear en esta comunica-ción,
más que un acta de resultados, una serie de problemas de carácter
arqueológico que sólo tendrán validez cuando contemos con un estudio
de conjunto que nos permita, junto con la documentación restante, ob-tener
la información suficiente sobre el redescubrimiento y la primera
colonización europea del Archipiélago canario. así como de los fenó-menos
de contacto interétnico que llevó aparejada la penetración de una
nueva cultura, que además de ser analizados desde una perspectiva his-tórica,
puede serlo también desde un punto de vista arqueológico y
antropológico.
410 Antonio Tejera Gaspar - Elena Sosa Suárez
1. LOS ASENTAMIENTOS DEL S. XIV
Hay total unanimidad en considerar al genovés Lancelotto Malocello
como el primer europeo descubridor de Lanzarote, así como el «redes-cubridorn
del Archipiélago Atlántico de las Canarias. Si tal unanimidad
existe a la hora de aceptar este hecho histórico, no ocurre lo mismo en
lo que se refiere a la fecha de llegada, ni el por qué, ni el tiempo
de permanencia en ella, así como otras cuestiones que han sido obje-to
de estudio en diferentes trabajos del profesor Serra Rifols. En este ,, -
sentido, sin embargo, sólo nos interesa plantear algunos aspectos E
sobre la localización de la torre o «castillo» que aquél mandó construir; O
de ios probabies restos documeriiados, a ella peiteiiecieiites, asi coim n-= m todo lo relativo a su emplazamiento.
O E
Conviene para ello analizar la escasa documentación existente y dis- E
2
cutir su emplazamiento. Sólo contamos con una referencia ciertamente E
=
vaga de la crónica normanda de Le Canarien, además de unos pocos
datos que, de manera indirecta, pueden inferirse respecto de los 3
asentamientos cercanos más importantes de los majos y su relación con - - 0
el genovés. m
E
La crónica citada es el primer documento que nos informa sobre O
dicha torre. «Y a los pocos días le envió Gadifer algunos hombres para
buscar cebada, que no nos quedaba casi ninguna. Entonces reunieron n
-E
gran cantidad de cebada y la metieron en un viejo castillo que Lanceloto a
Maloisel habh hecho hacer mucho tiempo atrás, cuando conquistó el 2
n
país, según dicen» (Le Canarien, A. Cioranescu, [1980:34). Por la propia o
confesión de los cronistas se deduce que esta información debió ser 3
recogida en la isla, facilitada por los majos, a juzgar por la expresión O
«según dicen», recogida en el texto citado, con independencia de que,
con anterioridad, los normandos hubiesen tenido conocimiento de las
andanzas del comerciante genovés por estas islas, ya que Lancelotto
Malocello procedía de una familia franconormanda de donde era oriun-do
el apellido Maloisel.
La información se reduce pues a una referencia vaga que no permi-te
precisar en dónde se hallaron los restos del «viejo castillo»; acaso que
er?cmtruron iinu cmstnicción demida, puesto que hahían pasado unos
setenta años desde que la torre sería abandonada, explicando así su rui-na
cuando aquéllos la utilizaron temporalmente en 1402, para guardar
un poco de cebada que le habían robado a los majos.
Vestigios arqueológicos de los primeros asentamientos europeos ... 4 1 1
La ausencia de datos precisos sobre su ubicación, obliga a recumr
a otras fuentes complementarias. Los cronistas al narrar el episodio en
el que se da testimonio del castillo de Lancelotto, confirman que estaba
a gran distancia de «San Marcial del Rubicón», el asentamiento que
habían fundado en el Sureste de la isla, bastante separado por cierto del
probable emplazamiento de aquélla.
La elección de un lugar para construir una torre debe contar con una
serie de condiciones que se podrían resumir en las siguientes: defensa
de la retaguardia, una salida expedita para momentos de peligro, así como
asegurar los víveres y el agua para la subsistencia. Sólo un punto de
los que se hallan en el entorno de los yacimientos principales, que sir-vieron
de asentamiento de los majos, reúne estas características. Se tra-ta
del volcán del Guanapay, lugar en el que también está emplazado el
castillo de Santa Bárbara. En un texto de Tomás Arias Marín de Cu-bas,
autor del S. XVII, aparece una referencia a su ubicación, al relatar
la expedición franconormanda. «Navegaron a el oriente a la ysla de
Lanzarote a el puerto Guanapaio onde havia edificio o cimiento de
Castillo o fuerte, (...) Castillo biejo que fabrico Lanceloto MaloiseL
(T. A. Marín de Cubas, [1986]: 61).
Las prospecciones realizadas en el entorno de este volcán por A. Ro-mero
Mora y A. Pallarés Jr., dieron como resultado la localización de
restos de una construcción en la cara Sur de la montaña del Guanapay.
Con ocasión de estos hallazgos, A. Pallarés Padilla (1984) ha planteado
reiteradamente la posibilidad de que dichos restos pudieran pertenecer a
la torre lanciloteña. De los argumentos que expone, cabe destacar dos.
Uno se refiere al análisis toponímico de los alrededores, y el otro, a la
existencia de los citados restos. Respecto al primero, recoge del entor-no
un topónimo significativo, «La Torre», lugar que se corresponde en
efecto con los hallazgos allí documentados. En lo que respecta a éstos,
hemos comprobado la existencia de una construcción formada por un
muro largo de unos once metros que sigue una orientación Norte-Sur, y
otro de orientación Este-Oeste que mide unos nueve metros. Y el pri-mero,
mejor ciocumentado, es de un metro de ancno. Separado dei muro
largo de dirección Norte-Sur, se detecta otro, de unos tres metros de largo
por uno de ancho. Estos cimientos no permiten reconocer una forma
definida del tipo de construcción, aunque los muros parecen dibujar un
espacio de tendencia rectangular, pero sin que alcancemos a reconocer-lo
con nitidez. De lo que no cabe duda, en cambio, es de que se trata
de una construcción europea y no prehistórica, al estar hecha con técni-cas
de aquélla procedencia, ya que los restos conservados están cons-truidos
con piedras unidas entre sí, a base de mortero de cal y arena,
412 Antonio Tejera Gaspar - Elena Sosa Suárez
procedimiento que no conocieron los majos. En las prospecciones he-mos
documentado fragmentos de cerámica a torno, aunque son de épo-ca
más tardía a la de la probable construcción de / torre. Sólo las fu.-
turas excavaciones podrán clarificar el. problema 'de la identificación de
estos restos, supuestamente asociados con la erección de la torre de
Lancelotto, por lo que esta discusión ha de ser entendida sólo como una
hipótesis de trabajo.
Los contactos, más o menos esporádicos, de los europeos con la isla
de Gran Canaria comienzan a partir de 134 1, con ocasión de la Expedi-ción
italo-portuguesa de Nicoloso da Recco, pero sobre todo con la Ile-gada
de los mallorquines. cuando después de la primera arribada en 1342,
se asentaron en ella en 1368 los conocidos como dos trece religiosos»
o trece «hermanos». Aparte de unas escasas referencias literarias, pocos
son los testimonios materiales que dan cuenta de esa estancia. Se trata
de algunos objetos de características singulares que creemos pueden ser
explicados por estos primeros contactos.
Los canarios estimaban sobremanera, entre otras cosas, los instru-mentos
agrícolas, los útiles metálicos como «cuchillos y hachuelas» de
los que carecían totalmente; pero también de semillas y alimentos, ade-más
de ropas, tejidos y objetos de adorno. De la convivencia con los
mallorquines, que duraría unos veinticinco años, hasta 1393 en que fue-ron
asesinados, se hace eco Abreu Galindo quien les atribuye la trans-misión
a los canarios de una serie de conocimientos, como el de hacer-les
«muchas casas, pintándoles las maderas de muchos colores, [...] y
labraron cuevas en riscos, bien labradas, con mucha pulidezan (Abreu
Galindo, [1977: 41).
A pesar de la importancia que tales contactos tuvieron en el seno
de esta Sociedad, hoy sólo es posible conocerlos por lo recogido en los
documentos, a los que hemos hecho mención, puesto que ios estudios
arqueológicos no han aportado los datos necesarios para comprender estos
problemas, aunque en los últimos años comienzan a valorarse algunas
evidencias que en el futuro ayudarán a contrastar estas cuestiones. En
el Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria, se conservan unos
útiles de piedra, a manera de hachuelas, que destacan por su singulari-dad.
Son de forma triangular, con vértices muy puntiagudos y con un
filo largo cortante. Algunos de los objetos, localizados en Tirajana, se
hallan pulidos y en otros hay improntas de talla. La forma triangular de
Vestigios arqueológicos de los primeros asentamientos europeos ... 413
las piezas y la manera en que muchas se hallan trabajadas, recuerdan
otras en metal, como si se tratara de imitaciones de prototipos europeos.
No tenemos pruebas arqueológicas fehacientes para argumentar nuestra
hipótesis, por lo que esto ha de entenderse sólo como una propuesta,
'hasta tanto se corrobore con otros documentos.
Si se confirmara que estos instrumentos son el resultado de un prés-tamo
cultural de los europeos, se podría relacionar con las referencias
contenidas en las fuentes etnohistóricas de que fueron los mallorquines
quienes les «enseñaron a fabricar cuevas labradas», aunque esto debe
ser también matizado en los términos siguientes. Las cuevas artificiales
son un tipo característico de vivienda de los canarios, que ya construían
de este modo antes de la llegada de aquéllos. Lo que parece más pro-bable,
en cambio, es que les enseñaran las técnicas para acondicionarlas
mejor, ya fuera mediante útiles nuevos, como los citados, o incorporan-do
madera, o haciendo las adaptaciones oportunas, aunque tampoco en
este aspecto la arqueología ha aportado dato alguno, probablemente
porque estos aspectos no han sido debidamente valorados en el pasado,
atribuyéndose, cuando aparecían, a acondicionamientos posteriores a la
conquista castellana de la isla.
11. LOS ASENTAMIENTOS DEL SIGLO XV
Los asentamientos del siglo xv empiezan a ser hoy mejor conoci-dos,
a pesar de que una buena parte de la información procede sólo de
fuentes documentales. De todos ellos, el asentamiento de San Marcial
del Rubicón, fundado en Lanzarote en 1402, es uno de los más estudia-dos.
Se halla formado por una torre, pozos, área fabril, casas, Iglesia y
cementerio, de los que sólo parte de la torre y algunos pozos se cono-cen
con un poco más ae aetaiie, aunque ei resto está a ia espera ae ia
oportuna recuperación arqueológica.
En lo que respecta a las torres construidas desde la mitad del s. xv,
como las de La Gomera, Lanzarote, Gran Canaria y Tenerife, sólo la de
La Gomera se mantiene en pie y se halla bien conservada. Mayores pro-blemas
plantea definir las características y la adscripción precisa de la
torre cuadrada que se halla en el interior del Castillo de Santa Bárbara
en el Guanapay (Teguise). Por su parte, de las de Gran Canaria, tanto la
de Gando como la de Telde, la información procede, casi en su totali-dad
hasta el momento presente, de las fuentes escritas en las que se alu-
414 Antonio Tejera Gaspar - Elena Sosa Suárez
de a los materiales con los que estaban construidas, piedra y barro, mien-tras
su localización, en cambio, no se ha precisado, aunque existe algún
indicio de su ubicación, como la de Gando que pudo haber estado en el
entorno del actual castillo, y para el caso de Telde, contamos con la sos-pecha
de su emplazamiento, según las apreciaciones de E. Serra Rafols
(A. Rurneu, 1994: 20), de que podría encontrarse al interior de una casa
de Telde, que era propiedad del pintor José Arencibia Gil.
En lo que se refiere a la Torre de Añazo en Tenerife, cabría decir
lo mismo, en cuanto a su asentamiento en la desembocadura del Barranco
de Santos, o cercano a él, a juzgar por el hallazgo de un falconete pro-cedente
de esta zona, en el caso de que como cree E. Aznar Vallejo,
siguiera el mismo modelo de emplazamiento de la Torre de los Peraza
o Torre del Conde de San Sebastián de La Gomera, a la que sólo hace-mos
mención por ser una construcción bien conocida y suficientemente
publicada.
Los primeros asentamientos europeos de la isla de Fuerteventura
fueron obra de los franconormandos que a ella llegaron, probablemente
en 1402, si seguimos la narración de Le Canarien, ya que al poco de
haber desembarcado en el Rubicón, estuvieron en esta isla, seguramente
para realizar un reconocimiento previo, de modo que al poco de comen-zar
la construcción del castillo en Lanzarote, «pasaron a la isla de
Erbania, que se dice Fuerteventura», según el texto G de la citada cró-nica
(A. Cioranescu, 1980: 20).
No había resultado fácil la localización de las construcciones euro-peas
de esta isla. Unas veces porque las referencias de los textos son
ciertamente confusas, y otras, como es el caso de Betancuria, porque las
obras posteriores han ocultado cualquier evidencia que permitiera con-firmar
ei primer asentamiento, que estaba formado por una torre, casas
y ermita, según lo que recoge la Crónica.
Otros lugares, en cambio, como la fuente de Rico-Roque, era cono-cida
desde antaño, y su localización en el tablero del Saladillo, en la
margen derecha del barranco de Pozo Negro, había sido confirmada por
los hermanos Sena Rhfols, pero no así la ubicación de la torre del mis-mo
nombre, de cuya construcción, así como de las peripecias acaecidas
en ella cuando fue atacada por los habitantes de la isla, había informa-do
puntualmente Le Canarien, pero sin que hasta ahora hubiera rastro
de ella.
Vestigios arqueológicos de los primeros asentarnientos europeos ... 415
En las prospecciones realizadas por uno de nosotros A. Tejera, jun-to
a M." Antonia Perera y R. Chinesta, hemos determinado la presencia
de restos de una construcción europea, ciertamente deteriorada, que se
encuentra en la parte alta del citado tablero del Saladillo, encima de la
misma fuente de Rico-Roque, hoy conocida como fuente de Richel,
Roche, o Rocha, confirmando así el emplazamiento recogido en la cró-nica
normanda «Después pasaron a la isla de Erbania ... Y después em-pezaron
a fortificicarse, para tener el país en sujeción ... Después nos
hemos ocupado de fortificarnos, y Béthencourt ha empezado una forta-leza
en la fuerte pendiente de una montaña, sobre una fuente de agua,
a una legua de distancia de la mar, que se llama Rico Roque». La parca,
pero precisa descripción topográfica del Texto G coincide con el lugar
en el que se encuentran la fuente y los restos defensivos de la «fortale-za
» (A. Cioranescu, 1980: 59). Del mismo modo, en el Texto B de la
citada crónica se hace una mención especial a las características
topográficas del lugar. «Mon. de Béthencourt se ha aplicado mucho a
fortificarse y ha empezado una fortaleza en un gran declive de una
montaña, sobre una fuente de agua corriente, a una legua del mar, que
se llama Richeroque» (A. Cioranescu, 1980: 155).
Ceme resu!tade de es2s mismas prespeccienrs herr.es decumentude
otros restos, pertenecientes a un asentamiento europeo, que se hallan en
la desembocadura del mismo barranco de Pozo Negro. Se trata de un
conjunto formado al menos por tres pozos, dos de ellos de sección cir-cular
y otro hecho a cielo abierto, de planta rectangular, que se hace
más ancha en la zona en que se halla el agua, a la que se llega median-te
unos escalones. Las paredes y el acceso están construidos con piedra
escoriácea, propia del malpaís que se desparrama por el barranco, ocu-pando
una buena parte del amplio cauce. Documentamos también los
cimientos de una construcción que, por el gran número de material
cerámico a torno que existe en sus alrededores, evidencia su claro ori-gen
europeo. Y aunque aquí sólo pretendemos ofrecer un avance de lo
hallado, parece ser, a la vista de los materiales de superficie, que po-dría
tratarse de restos de la presencia normanda. Y creemos que pudie-ra
corresponderse además con el lugar denominado»puerto de los jardi-nes
», que según la crónica se encontraba a una legua del castillo de
Rico-Roque. Y en él «se hallaban los víveres de Monseñor de Béthen-court,
. . una rapilla que había allí, y Fe apod~rarond ~ r i ~ r tmef prtov,
a saber de mucho hierro y cañones, y rompieron los cofres y los tone-les
y cogieron y destruyeron todo cuanto estaba allí» (A. Cioranescu,
1980: 73). E. Sena es de la opinión de que este puerto debía ser el de
los jardines, que recoge la crónica, no sólo por la coincidencia en la
416 Antonio Tejera Gaspar - Elena Sosa Suárez
distancia, que es similar, sino porque este lugar ha sido puerto natural,
utilizado frecuentemente a lo largo de la historia de la isla. La coincj-dencia
de que en la desembocadura del barranco, cerca ya de la costa,
se encuentren los restos constructivos aludidos nos parece que puede ser
un buen argumento para confirmar esta hipótesis, que tendrá que ser
refrendada con las futuras investigaciones .arqueológicas.
111. LOS POZOS DE AGUA
De las construcciones de este periodo, merecen ser destacados tam-bién
los pozos de agua por estar asociados a la fundación de los prime-ros
asentamientos de los europeos en las islas. Sólo se han localizado
algunos en el asentamiento del Rubicón en Lanzarote, ya que el resto
está muy mal conocido, y en otros casos, falta por definirse su fecha de
construcción. Creemos que estos aspectos son de gran interés, al vincu-larse
además con las escalas y aguadas de las navegaciones que, al menos
durante el s. xv, se acercaron de forma continuada a las islas. De ellos,
qué duda cabe, el de mayor consideración histórica ha sido el «Pozo de
1¿: P.gzad¿::: de Su:: Sebustiá:: de !a C-omera, qUe !a tralliciíh, y acaso
también por su tipología similar a otros de la época, ha servido para
relacionarlo con el lugar en el que se abastecieron las naves de Colón
desde el Primer Viaje a las Indias, y las expediciones posteriores al
Nuevo Mundo.
IV. LOS MATERIALES CERÁMICOS
Otras cuestiones arqueológicas poco conocidas y a la vez necesita-das
de sistematización, son los materiales cerámicos. Las escasas
excavaciones en yacimientos de estas fechas, y en otros casos, la poca
atención que se les ha prestado, no han ayudado mucho a fechar las
secuencias constructivas de los primeros asentamientos. No contamos
tampoco con un cuadro taxonómico para establecer las comparaciones
necesarias con los primeros asentamientos europeos de las Antillas.
Detallamos a continuación los grupos cerámicos más significativos,
dorument-bos en Canarias, que pueden ztdxirse c ~ hnzs tante exzcti-tud
a 10s primeros contactos europeos del siglo xv.
Vestigios arqueológicos de los primeros asentamientos europeos ... 417
IV. 1. ALFARER~ESAM ALTADA CON ESTANO:M AY~LICA
La mayólica fue probablemente introducida en el sur de España por
los invasores musulmanes durante el siglo XIII, desarrollándose un esti-lo
distinto, de tipo ibérico-mudéjar, durante los siguientes siete siglos.
Cuando los musulmanes fueron expulsados en 1492, este estilo estaba
firmemente enraizado en la tradición cerámica española, aunque ciertos
rasgos y tradiciones decorativas de origen moro desaparecieron poco
después de la Reconquista, adoptándose un estilo renacentista italiano
durante el siglo XVI (K. Deagan, 1987:53).
IV. 1 .a) Loza morisca
Los autores americanos han definido como «Loza Morisca» un gru-po
de mayólicas producidas en Andalucía, y sobre todo en Sevilla. Esta
variedad refleja una influencia morisca en la cerámica del SW español
durante los siglos xv y XVI. Se caracteriza por una pasta crema o ama-rillo
claro, con una textura de barro esponjoso, sin desgrasantes visibles,
cubierta con esmalte de estaño fino y opaco. Atendiendo a la técnica
decorativa la podemos subdividir en: cerámica de reflejo metálico, de -
cuerda seca, wolumbia simple», «yayal» e «Isabela policromado»
IV. l .a. l. Cerámica de reflejo metálico
Se distingue por presentar una decoración pintada de color cobre-dorado
o cobre-rojizo brillante y reflectivo sobre esmalte blanco (K.
Deagan, 1987:54). Los centros más importantes de su fabricación fue-ron
Málaga, Granada y Paterna; con poca diferencia Manises, y más tarde
Muel -pequeño pueblo de Zaragoza-. Los cuatro primeros centros al-canzaron
su máximo esplendor en los siglos xrv y xv (M. Gnnzález
Martí, 1933: 79). También se conocen producciones de reflejo metálico
en Cataluña y Sevilla.
En Canarias hemos localizado algunos fragmentos en los yacimien-tos
de Zonzamas, en Lanzarote, y en el antiguo convento de San Fran-cisco
de Las Palmas de Gran Canaria.
E= !es ernp!~za~Aentodse ! Nnew hnund~h an side rrcuperdes muy
pocos fragmentos y siempre en yacimientos datados antes de 1550 '.
418 Antonio Tejera Gaspar - Elena Sosa Suárez
IV. 1 .a.2. Cerámica de cuerda seca
Se puede definir como una loza decorada con esmaltes, de distintos
colores, separados por finos trazos negros de óxido de manganeso, mez-clado
a veces con silicato de plomo, al que se le añade una grasa orgá-nica.
El fin es evitar que los colores de los esmaltes se mezclen. Se hacen
a base de óxidos metálicos formando una gama reducida de melado,
verde, blanco y azul, diluidos con agua y aplicados con pincel o espá-tula
sobre el barro, rellenando las zonas separadas por la «cuerda» de
óxido de manganeso. Una vez cocidos, estos esmaltes quedan en relie-ve,
diferenciándose de la cuerda seca.
El empleo de esta técnica en la Península Ibérica puede encuadrarse
en dos momentos diferentes: el primero, en época CaIifal, y el segundo
en w ,du raiite reinadu de los Reyes Ca;ó!icos (C. A;.&F,agu,
C. 1981: 409-410).
Hemos localizado escasos fragmentos en Gran Canaria, de los que, en su
mayoría, proceden del antiguo Convento de San Francisco de Las Palmas.
IV. 1 .a.3. Cerámica esmaltada en blanco: «Columbia simple*
Cubierta con un esmalte blanco, con una tonalidad que varía entre
el rosáceo, grisáceo, verdoso, etc.; se caracteriza por no estar normal-mente
decorado, aunque existen casos en los que una parte está cubier-ta
por un vidriado verde claro que singulariza a piezas del «estilo tem-prano
», según lo definido por John Goggin '.
A nivel general podemos datar la cerámica Columbia simple, para
la zona del Caribe entre 1492 y 1650.
En Canarias aparece de manera abundante; algunos de los fragmen-tos
conocidos han sido localizados en Zonzamas y La Cueva de los
Verdes en Lanzarote, y una presencia destacada también en el antiguo
Convento de San Francisco de Las Palmas.
IV. 1 .a.4. Cerámica con decoración azul: «Yayal»
Se caracteriza por una decoración de bandas concéntricas en el inte-rior
de los recipientes. La decoración está realizada con cobalto, dando
cemo rew!tadn m am! c!am, variando !a tonalidad de vasija a vasija
(K. Deagan, 1987: 58).
Este tipo cerámico fue definido primeramente por las líneas concén-tricas,
mientras que en trabajos recientes, sin embargo, se han incluido
Vestigios arqueológicos de los primeros asentarnientos europeos ... 419
diseños de medallones centrales toscos, así como líneas cruzadas que
imitan cadenas. Su cronología abarca desde el siglo xv a principios del
siglo XVII (K. Deagan, 1987:58).
Estos tipos han sido localizados en el antiguo Convento de San Fran-cisco
en sus tres variantes decorativas: líneas concéntricas, líneas cruza-das
imitando cadenas y medallón central.
IV.l.a.5. Cerámica con decoración azul y manganeso: «Isabela
policromado»
Debe su nombre a haber sido hallada en el sitio de La Isabela en la
República Dominicana. Se caracteriza por una decoración pintada a base
de bandas en manganeso y azul sobre esmalte blanco. Las pintadas en
manganeso suelen ser más anchas. Se define también por la decoración
que aparece en el ala de los platos que se cree puede ser la degenera-ción
de «alafias», o expresiones musulmanas, lo que explica su influencia
y tradición arábiga. Se pueden fechar en los emplazamientos del Nuevo
Mundo, entre 1492 a 1550 (K. Deagan, 1987: 59).
CXl , ., , ".C ,,,, ,,,.,l" *:A, l,,,l:,,A," ,, on-n..:,n ,., JULU ULJUJ p b u ~LL aguIuILua uall xuu LubaLwauua GLI LallaLlaa, pu-cedentes
del Convento de San Francisco de Las Palmas.
IV.2. CERÁMICA VIDRIADA
IV.2.a. Melado
El melado se consigue incorporando a una mezcla plúmbea, una
cierta cantidad de óxido de hierro. Las tonalidades varían según la ma-yor
o menor cantidad de colorante, el color de la pasta, así como la
degradación sufrida por la pieza. De este modo se consiguen tonalida-des
que van desde un melado pajizo a un melado oscuro, pasando por
melado verdoso, etc.
El vidriado no tiene una función decorativa sino impermeabilizante,
y normalmente cubre las dos caras de la pieza.
Existen también ejemplares, aunque no muy abundantes, con deco-ración
a base cie trazos geométricos, o gotas, distribuidas en ios bordes
de las vasijas, que se obtiene con óxido de manganeso, aplicado con
ayuda de un pincel y antes de su única cochura. Suele decorarse el in-terior
de las formas abiertas.
Desde un punto de vista cronológico, el trazo negro debió desarro-llarse
muy pronto en Al-Andalus y se empleó extensamente durante el
420 Anronio Tejera Gaspar - Elena Sosa Suárez
Califato, confirmando de este modo la existencia de producciones en la
Península Ibérica desde los siglos x-xr.
En el Nuevo Mundo, por su parte, estas vasijas decoradas con man-ganeso
aparecen también en el sitio de Ea Isabela, lo que indica una
continuidad en el tiempo, al menos hasta el siglo xv (M." P. López del
Álamo, 1987: 731 -742).
En Canarias hemos localizado varios fragmentos de cerámica melada
con aplicaciones en manganeso en el Convento de San Francisco de Las
Palmas, y tenemos referencias también de estas cerámicas en la Cueva
Pintada de Gáldar, correspondiente a un horizonte que sus excavadores
fechan entre los siglo x y XIII de la era (C. Martín de Guzman et alii.,
1992: 159). m
Al describir los pozos de San Marcial del Rubicón, S. Jiménez
Sánchez se refiere a unos fragmentos de cerámica vidriada que había O
localizado en otras excavaciones, como las del Barranco de la Torre n
=m
(Fuerteventura), en Zonzamas (Lanzarote), así como en Tufia y Arguine- O
E
guín (Gran Canaria). Sospechamos, aunque sin datos precisos, que pu- E
2
diera tratarse del mismo tipo de cerámica melada, si bien para ello ha- E
bría que comprobar el modo en que aparecen las aplicaciones de
manganeso (S. Jiménez Sánchez, 1960: 10). 3
En Lanzarote se han documentado restos de cerámica melada en el -
0m
yacimiento de El Bebedero, con la salvedad de que sólo están vidriadas E
al interior. Es interesante hacer notar que del análisis realizado en estas O
cerámicas se ha confirmado su procedencia del Sur Peninsular n
(P. Atoche, 1995: 62). E
Se ha localizado también cerámica melada en las excavaciones en a
esta misma isla, realizadas en Los Divisos, Teguise, asociada a otros n
artefactos que quizás se puedan fechar en momentos posteriores, perte-necientes
al siglo XVI, e incluso XVII (P. M. Hernández Camacho, P. M. O3
1987: 256).
IV.2.b. Cerámica vidriada en verde
La única diferencia con la anterior es la aplicación de óxido de co-l.
. . ure a la ~riezcia piúmbea. Se han iocaiizacio iambién otros fragmentos
de esta cerámica en el yacimiento de El Bebedero (Tiagua, Lanzarote).
P. Aoche indica que «esta cerámica, de la que no se ha precisado su
cronología con exactitud, se puede ubicar en los primeros años del si-glo
xv, concretamente entre 1402 y 1404, cuando culmina la conquista
normanda de la isla ... Esta cerámica de color verde indica su pertenen-
Vestigios arqueológicos de los primeros asentarnientos europeos ... 42 1
cia a recipientes bajomedievales de tradición hispano-musulmana que se
fechan no mucho más allá del siglo XVI (P. Atoche, 1995: 36.43).
Por su parte, los hermanos Serra Rafols al hablar de los hallazgos
durante su actuación en el mismo emplazamiento del Rubicón apuntan
el posible origen andaluz de estas cerámicas, datables entre los siglos
xv y xvr (J. Hernández Rodríguez, 1960: 5).
En el Convento de San Francisco de Las Palmas se han localizado
una gran cantidad de fragmentos vidriados en verde de distintas
tipologías.
IV.3. CERÁMICA TOSCA
Una de las piezas más interesantes es un mortero hallado en un pozo
debajo de una casa particular en la Villa de Teguise, Lanzarote (P. M.
Hernández Camacho, 1987: 282). Se trata de una vasija troncocónica
invertida, con costados cóncavos, de paredes gruesas que aumentan su
espesor al aproximarse al borde. Existen también restos de un mortero
en el a ~ i t i g ~Cuo iiijeiiio de San Fiüi icI~cd~s Las Pahias.
Hay paralelos en el Nuevo Mundo en el sitio de La Isabela, así como
en otros emplazamientos caribeños, datados siempre en el siglo xv
(F. Prat Puig, 1980: 60-61).
Hemos hecho un esbozo de algunos de los primeros materiales
cerámicos europeos más significativos, conocidos hasta ahora en las Is-las
Canarias, aunque faltan aún por estudiar las cerámicas recuperadas
de las excavaciones hechas en la década de los ochenta en la Torre del
Conde y la Iglesia de la Asunción en La Gomera, así como las de Gran
Canaria, que proceden de la Ermita de Santa Catalina, en Las Palmas;
los restos del yacimiento del Baladero, Telde, cercano a la que podría
hdxr si& !a antipa Tnrre de Telde, asf cnmn de !m m-teria!es de !a
excavación de la Calle José Sánchez y Sánchez, en Agaete, en la que
aparece material de importación, asociado a otros aborígenes, aunque sin
contexto estratigráfico. (V. Barroso Cruz, 1992: 89). Para Fuerteventura
están aún por analizar los restos cerámicos hallados en superficie en los
lugares donde posiblemente se asentaron los antiguos normandos.
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NOTAS
1. En ei Nuevo Mundo este tipo cerámico aparece en contextos que encierran una
cronología entre 1492 y 1550, pero esto no significa que para el caso español se limite
a estas fechas, porque puede aparecer en momentos anteriores al siglo XIV. pero tam-bién
a lo largo del siglo xvi. Los materiales cerárnicos que aquí se exponen, proceden
una buena parte de ellos, de las excavaciones realizadas en el exconvento de San Fran-cisco
de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Agradecemos al Museo Canario de
esta ciudad, las facilidades dadas para su análisis y estudio.
2. John Goggin distingue entre formas tempranas y recientes. Las primeras se ca-racterizarían
por la aplicación de un vidriado verde que cubre parte de la pieza, por una
especie de disco en el centro de las bases cóncavas de escudillas y platos; así como por
la existencia de asas en forma de «falanges», en el caso de las escudillas, normalmente
cubiertas por el vidriado verde.
Las formas tardías se caracterizarían por la aparición de pies anulares -aunque en
publicaciones posteriores se ha hallado este tipo cerámico en contextos anteriores a
1550- (K. Deagan, 1987: 56).También por la ausencia de vidriado verde y de apéndi-ces
en forma de «falange» y los platos de tendencia globular (J. Goggin, 1968: 120-121).
426 Antonio T~jpruG mprir - Elerro Sosa Sicirc.¿
428 Antonio Tejaro Gnspnr - Elenu Sosri Suríre:
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FIG. 16.-Cerdmica decorada con reflejo trictilicr)
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