LA PRESENCIA ISLEÑA EN AMERICA:
SU HUELLA ETNOGRÁFICA
MANUEL A. FARIÑA GONZÁLEZ
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
INTRODUCCIÓN
La presencia de los canarios en la geografía americana, especialmente
en el área caribeña, ha dejado una huella indeleble en la
toponimia, las estructuras económic~s y sociales, así como en las
técnicas de cultivo, sistema de vida, arquitectura, creencias, costumbres,
folklore, habla, etc.
En esta ponencia tratamos de bosquejar algunas interrelaciones
canario-americanas, haciendo especial hincapié en las etnográficas;
teniendo en cuenta que muchas de ellas se establecieron en una
época histórica determinada, el final de la monarquía de los Austrias
y el advenimiento de los Borbones con una nueva filosofía política y
económica. En Canarias eran momentos de aguda crisis económica,
en función de la decadencia del subsector agrario de exportación y la
pérdida de mercados para los vinos canarios. Desde el punto de
vista poblacional se producirán, desde el último cuarto del siglo XVII
al primero del XVIII, unos elevados índices de emigración hacia
Indias, aumentados con la implantación del tributo de sangre. Estos
isleños en Indias desarrollarán una meritoria labor en la agricultura,
el comercio, la administración, etc., dejando su inconfundible sello
en las técnicas agrícolas, modo de vida, cultura y religiosidad populares,
etc. Algunos de' estos emigrantes lograron regresar a su tierra,
después de largos años de lucha y trabajos, e intentaron fijar su nombre,
de cara a la posteridad, con la fundación de capellanías, donaciones
de imágenes religiosas o valiosos objetos litúrgicos, o
contribuyendo con su fortuna personal al mantenimiento de un
determinado régimen de propiedad de la tierra o de bienes inmuebles;
actitud característica, por otra parte, dentro del Antiguo
Régimen.
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Concretamente, intentaremos analizar cómo cristalizó la
influencia isleña en países como Cuba, Puerto Rico y Venezuela, destacando
las po.sibles interrelaciones etnográficas que podemos
observar a uno y otro lado del Atlántico.
CUBA
La actuación de los isleños en Cuba requiere un estudio profundo
e intenso que valore la información existente no sólo en los
archivos y fuentes orales disponibles en el Archipiélago Canario,
sino que también habrá que acudir a la complementariedad de la
documentación cubana. Cualquier estudio de la emigración canaria
utilizando sólo la información que nos ofrecen los archivos del
Archipiélago Canario o los estatales, adolecerá siempre de un pernicioso
defecto, la de constituir sólo la mitad de la información ya que
la otra parte habrá que recabarla de las fuentes americanas.
Desde los primeros momentos de la colonización de la isla antillana
la presencia canaria fue continua y diversa, desde soldados a
labradores pasando por familias de apellido ilustre y otras con
menos hidalguía, pero en su conjunto fueron ellos los protagonistas
de la pujanza e integración en la nueva sociedad y economía cubanas.
En este sentido, los que de una forma mayoritaria participaron
en el desarrollo económico de esta isla antillana fueron los labradores
y campesinos canarios que trasplantaron a Cuba diferentes
modos de cultivo, técnicas agrarias, sistemas de vida, etc.
A finales del siglo XVII y principios del XVIII se fundaron varias
ciudades y poblados en tomo a La Habana, ocupando un radio de
unos 20 ó 30 kilómetros; al finalizar el XVIII estos asentamientos se
situaban a una mayor distancia de la capital que presentaba una economía
bastante desahogada, debido al cultivo y comercialización de
los dos cultivos fundamentales: el azúcar y el tabaco. Lógicamente
en el nacimiento de estas entidades de población jugaron un papel
importante los isleños:
«En la fundación (1693) y desarrollo de la ciudad de Matanzas,
capital de la provincia de su nombre, participaron, según
consta de los datos entresacados en registros y archivos, un
importante número de hijos de Canarias, cuyos nombres figuran
entre los de los mas beneméritos creadores de sus primitivas
riquezas y florecimiento inicial» 2
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Los canarios generalmente se iban asentando preferentemente en
las zonas agrícolas, así por ejemplo, los barrios de Fernandina de
Jagua y los partidos de Dos Bocas, Candelaria, Morón, Maroto,
Canto-Abajo, Palma Soriano, Guanicún, Brazo-Canto, Nimadina y
tantos otros estaban ocupados mayoritariamente por población
canaria inmigrada.
«Ellos no solamente llevaron la técnica del laboreo, aprendida
en el duro suelo de las islas. Llevaron consigo los aperos de
labranza, semillas, alimentos allí desconocidos, como el gofio,
el queso, las frutas secas, vinos (el rico malvasía canario, sedas
policromadas de la rica sedería isleña y burdas telas)>> 3•
Debemos tener en cuenta que una vez desaparecida, en su gran
mayoría, la población indígena y puesta en marcha la colonización
de Cuba, la historia demográfica de la isla es la de un «poblamiento
de fronteras movibles, en la que los límites administrativos de las
ciudades, de las regiones, de las provincias permanecen muy inciertos
hasta fines del siglo XIX»4; y en este constante movimiento de
población ocupando nuevas tierras para uso agrícola hay que concederles
un puesto importante a los inmigrantes canarios quienes
desde el siglo XVI hasta mediados del presente siglo han mantenido
una corriente ininterrumpida de contactos entre nuestro archipiélago
y Cuba. Tal influencia isleña no sólo se hace sentir físicamente sino
que observando un mapa topográfico de Cuba, de la época colonial,
aparecen multitud de lugares, accidentes topográficos, hatos, etc.,
con denominaciones que nos remiten directamente al Archipiélago
Canario. La dispersión de los isleños a 10 largo de la geografía
cubana, estaba en función generalmente de las zonas de cultivo,
entre las que el tabaco era de las más importantes y una de las actividades
que casi era exclusiva de los agricultores canarios; sin
embargo estos «vegueros» también cultivaban otra serie de productos
para su subsistencia y para el abastecimiento local, donde aparece
igualmente la técnica agrícola tradicional de los isleños.
La Habana durante el siglo XVIII presentaba un floreciente
comercio con la Península, con las Canarias y con otros mercados
internacionales, siendo los principales productos exportados: el
tabaco, el azúcar, los cueros, las maderas, etc. Al ser considerado
este puerto como el más importante del Caribe, por razones estratégicas,
comerciales y económicas, se favorecía el establecimiento de
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un gran número de comerciantes, cargadores y todo un cúmulo de
gente que dependía y vivía de las actividades comerciales. Son
muchos los canarios que participaron en este movimiento comercial,
bien directamente o a través de intermediarios; numerosos militares
destinados en La Habana mantienen una serie de relaciones comerciales
con algunos conocidos o familiares que reciben la mercanéa en
el puerto de Santa Cruz de Tenerife; podría ser el caso del teniente
Baltasar Pérez Andino, residente en La Habana y que en los años
1680-1681 efectuó varios embarques consignados al capitán D.
Simón Herrera Leiva, vecino de Santa Cruz. Generalmente estos
cargadores de mercancías, con destino a las Canarias, estaban relacionados
con capitanes y maestres de navíos que también por su
parte llevaban a cabo distintos asuntos comerciales. En la investigación
que hemos desarrollado para los años 1678 a 1718, aparecen
algunos cargadores que realizan varios viajes a Cuba y en el retorno
al Archipiélago Canario traen una abundante carga de productos .
indianos; por otra parte, debemos contar con la presencia de determinados
comerciantes asentados en el puerto de Santa Cruz que
par~cen tener un floreciente negocio con tales productos, entre ellos
podríamos citar a los Herrera Leiva, Carminatis, etc. Sería interesante
profundizar el estudio sobre tales casas comerciales asentadas
en el puerto santacrucero, lo que nos explicaría el alcance y volumen
de sus empresas, bien dentro del ámbito insular o reexportando los
productos americanos hacia los mercados peninsulares o del resto
de Europa.
No dejamos de reconocer la dificultad de valorar en su conjunto
el papel de los isleños en Cuba, hasta el momento hemos mencionado
sólo su aportación en el terreno agrícola y comercial, pero no
hay que olvidar la actuación de los canarios, afincados en Cuba, en
determinados acontecimientos históricos de dicha isla; tampoco
debemos silenciar la tarea desempeñada al frente de cargos políticos,
burocráticos o militares, así como sus vinculaciones al poder
político y económico que controlaba la isla antillana.
La llegada de emigrantes, de origen canario, a Cuba fue continua
desde los primeros momentos de su conquista, alcanzando una
gran importancia en el siglo XIX y parte del XX, tema ya estudiado
por el profesor Hernández García. En los últimos años del XVIII, se
observa un fenómeno demográfico importante y es que la población
esclava y la libre, de color, excedían en una proporción de 51 a 49 a
la población blanca. Para hacer frente a esta pérdida de importancia
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de la población blanca, se adoptaron una serie de medidas como las
dispuestas por el general Casas, la Junta de Fomento de La Habana
fundada el 3 de Abril de 1794 o la Real Cédula de 21 de octubre de
1817, para favorecer el aumento y desarrollo de la población
blanca, siendo preferidos para esta labor los emigrantes de origen
canario. Sobre el particular nos comenta el historiador cubano
Pedro J. Guiteras:
«El general Casas... conociendo su prudencia los inconvenientes
de favorecer el aumento de población africana, sin guardar
unjusto equilibrio con la blanca, habia presentado desde 1790
sobre las medidas que debían adoptarse para atraer a la isla
colonos de esta clase, recomendando los labradores de las
Canarias como más aptos para resistir las faenas del campo
bajo el sol de los trópicos; y a sus instancias llegaron en los
años subsecuentes gran número de ellos con sus familias que
fueron distribuidos en varios partidos y contribuyeron a fomentar
las nuevas poblaciones fundadas durante su gobiemo»5.
Tampoco debemos silenciar las condiciones reales en que se
llevó a cabo esta emigración y cómo bastantes campesinos isleños
cayeron en un sistema de dependencia hiriente y que nada tenía que
ver con las condiciones estipuladas en el contrato inicial de trabajo.
Lo que sí es un hecho es que a finales del XVIII se fomentó por parte
de la Corona, una política emigratoria que ofrecía «ventajas» a los
colonos de procedencia canaria por su tradición y arraigo en Cuba; a
lo que habría que añadir la situación económica negativa del archipiélago
que seguía favoreciendo esta sangría humana.
El 11 de noviembre de 1818 se solicitó a la Corona la concesión
de las ventajas en política emigratoria concedidas a la isla de
Puerto Rico, asunto que se resolvió favorablemente y por el puerto
de Nuevitas entran libres de derecho por dos años, todos los víveres
y aperos de labranza, siendo ésta la ocasión que aprovechan las 300
familias, en su mayoría canarias, asentadas desde finales del siglo
anterior en Nueva Orleans, para establecerse en Cuba6•
Así pues la presencia isleña en Cuba arranca desde los primeros
momentos de la colonización de dicha isla. Por un lado, el desarrollo
de la emigración canaria había favorecido el envío de colonos
canarios hacia el Caribe. Por otro, las características socioculturales
de los mismos, unidas a similares condiciones climáticas
potenciaron la aclimatación rápida de los campesinos canarios.
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Aún hoy las zonas colonizadas por los canarios se conocen en
Cuba, por las comarcas donde viven los hombres con «manos grandes
y fuertes», descendientes directo de estos primeros colonos isleños.
Son muchas las familias cubanas que de una u otra manera
siguen manteniendo lazos de unión muy estrechos con los canarios,
la identificación se canaliza a través de todo un conjunto de creencias,
costumbres, formas de vida, folklore musical, literatura popular,
juegos tradicionales, etc.
PuERTO RIco
La noticia más antigua que hace referencia al asentamiento de
canarios en Puerto Rico, se la debemos a Juan Castellanos quien en
su obra «Elegías de Varones Ilustres en Indias», nos cita a un canario
llamado Luis Perdomo que en 1511 formaba parte de la expedición
conquistadora de Ponce de León7• A lo largo de dicha centuria
fueron llegando soldados, colonos, comerciantes canarios que contribuyeron
a paliar uno de los grandes problemas de Puerto
Rico: su despoblación.
El siglo XVII supuso para la isla una época de aguda escasez
demográfica; según el historiador Coll y Toste, a principios de dicho
siglo, el país tendría unos 3.600 habitantes de los cuales 2.000
serían españoles y el resto, mestizos y negros8. Por estas mismas
fechas, la emigración y el comercio canarios no tienen un desarrollo
importante, quedando reducidos al mínimo hacia la mitad de la centuria9
• Finalizando el siglo, comenzó a reglamentarse de forma oficialla
emigración desde Canarias a Puerto Rico; dándose por parte
de la Casa de Contratación una normativa que permitiría encauzar
la llegada de estos colonos isleños. En este sentido, la Real Cédula
de 25 de abril de 1678 disponía:
«... Que las seiscientas toneladas que por la misma se conceden
a Canarias fuesen con la calidad de embarcar al Nuevo Mundo
y destinadas a la provincia que se ordenase cinco familias por
cada cien de dichas unidades, gravamen que acompaña a la
permisión isleña en sus prórrogas sucesivas» 10•
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y al respecto nos comenta el profesor Peraza de Ayala:
«En la referida cédula de 1678, se había prevenido que las primeras
familias que se embarcasen en cumplimiento de lo acordado
fuesen a las islas de Barlovento, empezando por Puerto
Rico, adonde continuarían yendo de forma altemativa»ll.
A pesar de toda la reglamentación oficial obligando al envío de
familias canarias a Puerto Rico que formaba parte de la política
colonizadora de la Corona en las Antillas, Florida, Campeche y
Venezuela12 , la llegada de los emigrantes canarios se fue retrasando
considerablemente; aún en 1693, el gobernador Gaspar de Arredondo
seguía reiterando la necesidad de enviar a la isla gente blanca
y preferentemente colonos canarios. Las primeras noticias del traslado
de los mismos se refiere a la llegada del nuevo gobernador D.
Juan Fernández Franco de Medina quien en 1695, en el navío Jesús
María y José, llevó consigo catorce familias y cinco esclavos completando
el número de cien personas con criados, oficiales de milicia,
etc. Recordamos que la causa fundamental de la concesión del
cargo de gobernador y capitán de Puerto Rico al citado Franco de
Medina, había sido la promesa de llevar 20 familias, sin embargo
sólo se transportaron 14 después de haber subsanado numerosas
dificultades para poder reunirlas.
Todas estas familias proceden de Tenerife y se les estableció por
el Hato de Sabana Llana «en terrenos de 10 que vendría a ser para
los primeros años del siglo XVIII, el municipio de Río Piedras»13.
Este impulso inmigratorio continuó durante todo el siglo XVIII, si
bien para la primera década sólo hemos localizado la salida de dos
navíos que partieron de Santa Cruz de Tenerife rumbo a Puerto
Rico; el que 10 hizo en 1701 realizó una escala en el puerto de La
Habana y el segundo efectuó el viaje directamente. Sin embargo
cuando se produjo una total apertura de la emigración canaria en
Puerto Rico fue a raíz de la concesión del Reglamento de 1718,
pudiendo el Archipiélago Canario comerciar con siete puertos indianos,
entre ellos el de San Juan de Puerto Rico. Las Islas se comprometían
a enviar a Indias un número bastante elevado de familias
pobladoras, así tenemos que en 1765 habían embarcado ya 984
familias y 2 personas. Las que 10 hicieron entre 1718 y 1765 se fueron
asentando en Santo Domingo, Puerto Rico, La Florida, Buenos
Aires, La Guaira y Maracaibo, Texas, Montevideo, Trinidad,
Nueva Filipinas y Campeche14.
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Las disposiciones oficiales que se dan en 1765 rebajando los
derechos en las islas de Barlovento y favoreciendo a nueve puertos
peninsulares, restringieron el comercio con Puerto Rico, Santo
Domingo y Trinidadl5
; ello estimulará la llegada de emigrantes clandestinos
y potenciará el contrabando que desde muy antiguo se
venía realizando. No todos los colonos que acudían a Puerto Rico
en busca de una mejor fortuna la conseguían, sino todo lo contrario,
como ha puesto de manifiesto el historiador Pedro Tomás de
Córdova:
«El número excesivo de colonos que llegan a esta Isla en las
Flotas, correos, navíos de comercio de España e Islas Canarias,
se malogra la mayor parte. Muchos se casan otros vaguean de
pueblo en pueblo, por no tener un pedazo de tierra en donde
establecerse, los unos son vasallos inútiles y los otros perjudiciales,
pues de aquí nacen tantos contrabandistas, piratas y
ladrones, lo que regularmente se evitaría si se les proporcionasen
los medios de ganar su vida honestamente; y respecto a que
las reiteradas ordenes de S.M. para que los polizones o llovidos
que pasan a la América sin las correspondientes licencias, se
arresten y remitan a España en partida de registro, son todas
infructuosas en esta Isla, podían emplearse en fomentar su cultivo,
agregándolos a las nuevas poblaciones» 16.
También habría que mencionar la llegada de isleños a Puerto
Rico no en calidad de colonos sino como soldados. Una de las
mayores preocupaciones de todos los gobernadores de Puerto Rico
era solicitar la leva de soldados en Canarias para suplir la escasez
defensiva de la citada plaza caribeña. En el siglo XVII hubo varios
intentos por levantar varias compañías de soldados en Canarias con
destino a Puerto Rico pero al final no pudieron efectuarse. Un primer
intento se produjo cuando la Corona ordenó al capitán general
de las Canarias D. Juan de Balboa que utilizando los fondos del Juzgado
de Indias procediera a reclutar 300 infantes, pero el Juzgado
no disponía de tales fondos. Hubo otro ofrecimiento por parte del
capitán Alonso de Castro Ayala para reclutar 70 infantes y llevarlos
a Puerto Rico, a cambio de que le pusieran al frente de una compañía
de infantería «de las pagadas» en el presidio de La Habana, esta
solicitud no agradó al Consejo que acabó denegándola.
La presencia de los canarios en Puerto Rico fue, pues, de
diverso tipo aunque el grupo colonízador era mayoría, integrándose
en la geografía y forma de ser borinqueña; hasta tal punto que, al
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igual que ocurre en Venezuela y Cuba, se identifica al canario con
isleño, curiosa descripción hecha por otra población isleña. Sin
embargo la acepción de isleño no sólo hace mención a un origen geográfico
del individuo sino que según nos dice el profesor
Manuel Alvar:
«Tan importante fue la aportación de Las Afortunadas que
isleños ha pasado a ser sinónimo de canario hoy en Méjico, en
Puerto Rico o en Venezuela. Pero esta limitación significativa
-no se llama isleño al de cualquier otra isla- viene de lejos, y,
en estos remotísimos antecedentes, no se justificaría el nombre
si la aportación canaria no hubiera hecho olvidar a los insulares
no canarios... De ahí que isleño abandonara su propio carácter
gentilicio y se convirtiera en sinónimo depráctico en la tierra,
experimentado en las luchas de conquista.» 17
Este concepto que se tenía del isleño como hombre experimentado
en el trabajo del campo, no sólo va a aparecer en la documentación
escrita de la época, sino en importantes y numerosos
testimonios de la tradición oral. A lo largo del siglo XVII los núcleos
de población existentes en la isla eran más bien escasos; sólo la
capital, San Juan, y un pequeño grupo de poblados costeros como el
de San Germán, San Francisco de laOAguada, Ponce, Coama, Las
Piedras, etc. 18. Ya hemos mencionado el grupo de catorce familias
canarias que fueron con el gobernador Franco de Medina y se establecieron
en Sabana Llana y Los Robles, donde se les ofreció tierras
para el cultivo del cacao así como una yunta de bueyes del Hato del
Rey. Sucesivas remesas de familias isleñas van llegando a Puerto
Rico a lo largo de todo el siglo XVIII, asentándose en diferentes lugares;
así tenemos que de los que llegaron en 1720-1722, surgen los
fracasados fundadores del nuevo pueblo de San Luis del Príncipe
(que hoy corresponde a Humacao). Según refiere Salvador Brau,
arriban al país setenta y siete familias isleñas entre los años 1720 y
1730 quedando distribuidas por Loiza, Bayamón y el Toal9
• Este
pueblo de Toa Baja está en la costa norte de la isla, fundado en
1745, siendo sus primeros pobladores las familias de los Marreros,
Salgados y Martínez que llegados del Archipiélago Canario van a
asentarse en lugares muy productivos desde el punto de vista agrícola.
Entre 1714 y 1797 surgirán unas veintiocho nuevas poblaciones,
de las que diecinueve se deben al esfuerzo colonizador
exclusivo de los canarios que se establecen en zonas costeras, tanto
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en el litoral norte como oeste de Puerto Rico, dejando en la toponimia
la huella de su peso, como se puede advertir en la gran cantidad
de pueblos que se encuentran bajo la advocación de la Candelaria20
•
A través de la cordillera central se inicia una ruta mercantil con la
costa sur de la isla, lo que favorecerá el desplazamiento de pobladores
canarios hacia esa parte de la misma y serán los que pongan al
pueblo de Coamo bajo la advocación de la Candelaria y San BIas,
cuya protección también habían invocado los fundadores del pueblo
en el siglo XVII. Son varios los investigadores españoles y puertorriqueños
que coinciden en dar una gran importancia a la emigración
canaria, especialmente tinerfeña, en la creación de la sociedad de
Puerto Rico. Esta presencia isleña se va a manifestar no sólo en la
toponimia sino en otros aspectos importantes, entre ellos el léxico.
El profesor Manuel Alvarez Nazario en su ya conocida obra
«La Herencia Lingüística de Canarias en Puerto Rico», ha estudiado
ambos léxicos y ha conseguido aislar las palabras de origen canario,
dividiéndolas en varios apartados: las que se refieren a la tierra,
flora, fauna, individuo, vida material, trabajo, vida espiritual, vida
en sociedad, etc. En general cuando se analiza la emigración canaria
a Indias se hace especial hincapié en la salida de sectores de población
económicamente deprimidos, pero no solemos detener nuestra
atención en la partida de algunos canarios con una cualificación profesional
determinada, por ejemplo la militar. En el caso de Puerto
Rico habría que mencionar a los gobernadores de Puerto Rico, originarios
de las Canarias, D. Alonso de Campos y Espinosa o D. Juan
Fernández Franco de Medina.
VENEZUELA
La aportación de los isleños en tierras venezolanas la tenemos
documentada desde 1493 hasta la actualidad; su presencia es constante
en la agricultura el comercio, la cultura, la política, etc. En este
apartado al igual que en los anteriores, hemos intentado conocer no
sólo el número de emigrantes, individuales o en familia que salen del
archipiélago Canario hacia los territorios venezolanos, sino que nos
ha parecido interesante hacer alusión a sus datos personales, profesiones,
razones de su partida, etc.
En el segundo viaje de Colón se incorporaron algunos canarios
a la expedición que recaló en la Dominica el 3 de noviembre de
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La presencia isleña en América: su huella etnogrcifica 79
1493; igualmente se incorporaron varios canarios a la expedición de
Diego Ordaz en 1531. La emigración canario-venezolana continuará
a 10 largo del siglo XVII, acentuándose en su segunda mitad; es
el momento en que marchan bastantes familias isleñas que se adaptan
rápidamente al clima y paisajes venezolanos, integrándose parte
de ellas en la oligarquía criolla; si bien la inmensa mayoría eran
campesinos y colonos que trataron de buscar el sustento en Indias.
El número de familias pobladoras alcanza valores significativos en
1681, con el envío de 100 familias procedentes de Tenerife hacia
Cumaná21
• Por nuestra parte, hemos identificado la salida de 144
personas desde las Canarias hacia distintos puntos de la geografía
venezolana, entre ellos La Guaira, Caracas, Maracaibo, etc.,
correspondiendo-esfá información a los años 1693-1718. Dentro de
estas cifras totales de emigrantes .hay que señalar la salida de 22
familias, 18 de las cuales fueron enviadas desde La Laguna a Mara~
caibo por cuenta del Rey; y por otra parte, los 43 emigrantes que
marcharon a Indias de forma individual. En cuanto a sus lugares de
origen predomina la isla de Tenerife, frente a La Palma y La
Gomera que aparecen con una escasa representación; dentro de
Tenerife ocupan lugares preferentes La Laguna y Santa Cruz, seguidas
del Puerto de La Cruz y zona NW., especialmente Garachico,
Los Silos, Icod y El Tanque.
A principios del siglo XVIII la influencia canaria destacaba
frente a la ejercida por emigrantes de otras regiones españolas, ocupando
niveles importantes dentro del conjunto de la población
total venezolana22
•
Con el reglamento de 1718 se había estipulado el envío de un
determinado número de toneladas y familias pobladoras hacia
Indias; este compromiso no se cumplió a rajatabla. Desde dicho año
al de 1765 embarcaron 984 familias en lugar de las 2.300 estimadas
inicialmente; estas familias isleñas se fueron distribuyendo de la
siguiente manera: 2.207 personas a Santo Domingo; 785 a Puerto
Rico; 707 a Florida, 250 a Buenos Aires, 250 a La Guaira; 189 a
Maracaibo; 162 a Texas y Nuevas Filipinas; 149 a Villa de Vacalar,
en Campeche; 97 a Montevideo y 13 a Trinidad; hay un resto de
100 familias de los que desconocemos su destino concreto23•
Durante el XVIII se van a organizar diferentes expediciones para
poblar La Luisiana, La Guayana venezolana, para la fundación de
Montevideo o para poblar la costa de Los Mosquitos. Ya en Venezuela,
los canarios se van a extender por numerosas zonas del país,
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contribuyendo a la fundación y desarrollo de núcleos de población
como San Antonio de los Altos, Valle de La Pascua, Cumaná,
Coro, San Felipe, Barquisimeto, Caracas, Maracaibo o Caura.
La creación de estos núcleos de población, tanto en Venezuela
como en el resto del Caribe, estaba enmarcada en la política de
poblamiento de la Corona española cuyo objetivo fundamental era
hacer frente a la influencia extranjera en Florida, Texas, Luisiana,
Santo Domingo o Montevideo. La aportación canaria a esta política
de Estado en Indias, adquirió muchas veces caracteres dramáticos,
no sólo para el Archipiélago sino para los propios emigrantes. Esta
situación queda reflejada en el memorial presentado por Machado y
Fiesco, en 1758 ante la Corte española:
«De las Islas fue el mayor número de los Labradores y Criadores
para la cultura de gran parte de las Yndias. Sudor de los
Ysleños son sus abundantes frutos, y sangre suya sus copiosas
cosechas. Sólo a ellos se debe el plantío y cultivo del Tabaco, y
el Azúcar (frutos tan preciosos como útiles al Real Erario de
V.M.) sin que jamás se haya verificado que otros de sus vasallos
se dediquen al beneficio de estas plantas, ni menos a la del
Cacao en Caracas; cuyas abundantes cosechas se deben también
a la fatiga y sudor de los Canarios...»
y continúa manifestando el citado memorial:
«... Las restantes Yslas de Barlovento, la de Cuba... las provincias
de Cumaná, Caracas, Maracaybo y Yucatán, y las Yslas de
la Margarita, y Trinidad, o estarían despobladas. o sin frutos
para mantener su población, y abrigar al comercio y sus escalas,
si las Canarias no las hubiesen fecundado con sus Colonias,
Plantíos, Labores y Cía...»24
A Indias y a Venezuela, en particular, no sólo pasaron campesinos
y labradores sino toda una serie de personas con cualificación
profesional; si bien ocupan un porcentaje reducido dentro del monto
total de emigrantes canarios. Para los años 1699 a 1716 hemos
registrado la presencia de profesionales tales como escribanos,
tenientes de castellano o las estrictamente militares como capitanes
o alféreces, etc. Los canarios residentes en Venezuela se integraron
rápidamente en la estructura social y económica del país; este fenómeno
de aclimatación isleña ha sido estudiado por el profesor vene-
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La presencia isleña en Amén"ca: su huella etnográfica 81
zolano D. Manuel Rodríguez Campos, quien al respecto nos
señala:
«De todos los hombres nacidos en otras tierras, desde su presencia
inicial en la nuestra a principios del período colonial,
son los canarios quienes mejor y más fácilmente se adaptaron a
ella, practicando unos modos de vida que faciltan su integración
social y económica. Por su carácter afable, por las semejanzas
de algunos hábitos vitales y gracias a la comunicación propiciatoria,
encontramos en los canarios a las personas con que quienes
más se identifica, de pueblo a pueblo, el venez0lano.
»25
Si bien el objetivo primordial del citado autor es el estudio de la
introducción y evolución de las técnicas agrícolas y formas de aprovechamiento
del suelo agrícola, puestas en práctica por los isleños
en el suelo venezolano a partir del siglo XIX, podríamos retrotraer
algunas de sus valoraciones hasta el siglo XVIII.
Con esta pequeña introducción pensamos que hemos aportado
algunos datos necesarios para entender cuál fue la actuación de los
canarios en Venezuela y cómo se realizó a 10 largo del siglo XVIII.
Sabemos que nos quedan bastantes temas por profundizar, pero
ahora no es el momento de extendernos excesivamente. tampoco
hemos hecho referencia a zonas importantes del continente americano
donde la emigración canaria ha sido significativa; la presencia
de los canarios en Santo Domingo, Uruguay, o el Río de la Plata
alcanza tales niveles que merecen, por sí solos, un estudio específico;
sin embargo los objetivos iniciales planteados, a la hora de dar
algunos ejemplos de colonización isleña en Indias, nos obligan a
dejarlo para posteriores investigaciones26
•
Por otra parte, queda por destacar el papel de los polizontes o
«llovidos», en el número total de isleños en Indias, y que constituyeron
la versión clandestina de la emigración oficial, al igual que había
sucedido con el binomio comercio legal/contrabando.
En general hemos registrado el paso a Indias, entre 1680 y
1718, de un total de 804 personas; siendo la zona antillana, venezolana
y centroamericana las preferidas para su asentamiento. l..os
puertos de La Habana, Campeche y La Guaira serán los que reciban
un mayor número de emigrantes, debido a los condicionantes de
la normativa que regulaba el comercio canario-americano.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
82 Manuel A. Fariña González
Habría que destacar, finalmente, cómo en contrapartida a la
aportación canaria en Indias, observamos la llegada al Archipiélago
de un conjunto de influencias americanas que se concretan en el
envío de caudales indianos a las familias que permanecen en las
islas, la entrega de donaciones o la fundación de capellanías y patronatos
en la iglesia parroquial del pueblo de origen, etc. Igualmente
habría que resaltar la llegada de los indianos con la aspiración de
obtener el reconocimiento social de su comunidad natal. Las donaciones
e influencias americanas en el' Archipiélago se materializan a
través de la introducción de diferentes plantas, árboles y frutos tropicales
que van a adquirir especial desarrollo en el Archipiélago
Canario. Otros préstamos americanos los observamos en el terreno
artístico, cultural y etnográfico, destacando especialmente en el
ámbito de la cultura popular tradicional, por ejemplo el folklore
musical, la medicina, el habla o literatura populares.
Como consecuencia de la permanencia prolongada en Indias,
por parte de bastantes generaciones de isleños, han arraigado en
ellas toda una serie de manifestaciones etnográficas que a continuación
pasaremos a comentar.
INTERRELACIONES ETNOGRÁFICAS CANARIO-AMERICANAS
Los canarios cuando marchan a Indias no sólo llevan un
pequeño equipaje material sino que en su mente se conservan importantes
legados culturales, elementos que en definitiva conformaban
su especial manera de comprender el mundo y la realidad circundante.
En este concepto del mundo entraban en juego sus creencias
religiosas, y dado que se produjo una abundante emigración tinerfeña,
no es nada extraño el encontrarnos con la advocación de la
Candelaria repartida por todo el Caribe y el resto del continente
americano. Países como Cuba, Venezuela, Méjico, Puerto Rico,
Paraguay, Guatemala, Honduras, etc., fueron, entre otros, receptores
de esta devoción isleña. Por lo que se refiere a Cuba, tenemos
como ejemplo la iglesia de la Candelaria en el término municipal de
Marianao, a unos pocos kilómetros de la capital habanera;
iglesia que,
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La presencia isleña en Amén'ca: su huella etnográfica 83
«se construyó en 1764, fue declarada de ingreso siendo Tenencia
del Curato de Santiago de Las Vegas, bajo la advocación de
Nuestra Sra. de La Candelaria...»27.
La presencia candelaria en Venezuela arranca del año 1696, en
el que un grupo de colonos canarios, encabezados por el sacerdote
Pedro de Vicuña, se dirigieron al obispo de Caracas solicitando permiso
para construir una iglesia en el lugar que el obispo dispusiera.
La construcción se inició en 1703, contando con la mayoritaria
aportación económica de los canarios, hasta que el 12 de Diciembre
de dicho año se bendijo la iglesia de la Santa Cruz y La Candelaria.
Posteriormente la Real Cédula de 25 de agosto de 1750 le concedía
el carácter de parroquia, cuya demarcación además de la actual
alcanzaba lo que hoyes San José, El Recreo, San Agustín y Chaca028
• Según Arístides Rojas, la plaza de la Candelaria, hacia 1748,
era el centro de actuación de los isleños ricos y acomodados. Los
canarios en Venezuela no se limitaron a fundar una parroquia bajo la
advocación de La Candelaria en Caracas, sino que bajo tal denominación
se crearon numerosas iglesias por todo el territorio venezolano,
como en Turmero, Carabellada, Panaquire, La Pascua, Santa
Teresa, Tarmas, Punta de Piedra, Yoco, etc.29
El asentamiento del culto a La Candelaria, en tierras venezolanas,
puede aparecer envuelto en la nebulosa de la leyenda; así, para
explicar la presencia de La Candelaria se acudió a la fábula según
cuentan, la Virgen de la Candelara había sido encontrada en una
estampa por una viejecita, apellidada Altuve, mientras barría; después
de varias apariciones le construyeron una capilla hasta que según
la leyenda- descubrieron en el fondo de la estampa unos
danzantes y maraqueros. Aquí arranca la justificación de la existencia
de la Cofradía de los Danceros3o, que en la actualidad lucen vistosos
trajes e interpretan hasta diez formas de danzas distintas que
son dirigidas por un capitán. Existe también otra agrupación folklórica
en el Estado de Mérida que se denominan «Locos de La Candelaria
»; por descontado que también se le tributa culto en numerosos
pueblos del Estado como Mesa Bolívar, La Parroquia, El
Valle...
La zona del Caribe fue la primera que recibió a los colonos isleños
y por tanto la devoción a La Candelaria. En Puerto Rico podemos
encontrar bastantes topónimos de Candelaria y también
algunas iglesias donde se le rinde culto. En Trujillo Bajo, el N. de la
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84 Manuel A. Fariña González
isla, se denomina Candelaria a uno de los ocho barrios; al igual que
la patrona de la parroquia. También podríamos acudir a Manatí,
Villa de San Germán, Ponce, Villa de Coamo, Juana Díaz o Mayagües;
éste último pertenece a la jurisdicción de Villa de San Germán
y desde 1600 contaba con una iglesia bajo la advocación de La Candelaria.
No dudamos que fuera una fundación canaria de las muchas
familias de colonos que pasaron a Puerto Ric03l • Al igual que los
canarios dejaron huellas de su paso adjudicando nombres isleños a
lugares americanos; en Canarias, ocurre a la inversa, siendo frecuentes
los topónimos indianos. Un repaso general sobre cualquier mapa
insular refleja nombres como: Las Indias, Los Campeches, Puerto
Rico, Jagua, etc.; tales topónimos indican el carácter de las influencias
indianas en Canarias, llegadas a través del comercio, la emigración,
la presencia de los indianos, etc. Ojeando el calendario festivo
tradicional de Venezuela, a título de ejemplo, observaremos bastantes
coincidencias con el de Canarias. Una de las primeras fiestas en
que se manifiesta la huella isleña es la de Los Velorios de La Cruz
de Mayo, celebrados en los estados orientales, centrales centrooccidentales
y en los del Llano32• Estos Velorios se relizan cantando
y tocando instrumentos musicales, en torno a la cruz enramada,
siendo el canto de la fulía el preferido para estas ocasiones. Esta
situación no está muy alejada de la forma de celebrarlo en Canarias
(La Palma, Tenerife o El Hierro), donde además de los tradicionales
enrames y adornos de La Cruz, realizados en todo el Archipiélago,
en la isla de El Hierro se festejaba cantando la Meda.
Con motivo de la celebración del día de San Antonio en el
Estado Lara, tiene lugar una de las manifestaciones coreográficas y
folklóricas más interesantes de Venezuela, es el Tamunangue o Son
de Negros; se puede realizar en cualquier época del año al pagar una
promesa al Santo. Se trata de una especie de representación pantomímica
y religiosa, con la que se rinde culto a San Antonio, pero
curiosamente una parte de la representación la constituye la Batalla
o enfrentamiento de dos hombres con dos palos que los bailan y
entrechocan siguiendo unas escuadras determinadas. Hemos tenido
la oportunidad de observarlos y hay posturas idénticas a las de los
jugadores de palo canario; por otra parte, el Estado Lara es la cuna
venezolana del Juego de Garrote Larense. Muy posiblemente
muchos isleños, conocedores de esta práctica ancestral de los canarios,
han sido los responsables de su difusión en Venezuela; incorporándola
a determinadas prácticas rituales de tipo religioso.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
La presencia isleña en América: su huella etnográfica 85
Siguiendo con el calendario festivo-tradicional de Venezuela, la
Dra. Isabel Aretz nos describe la siguiente práctica en la víspera de
San Juan Bautista:
«En Naiguatá, un viejo agricultor contó a Juan Pablo Soja que
al amanecer el día de San Juan, el pueblo se reune detrás de la
iglesia "para ver sobre el mar el sol bailando". Con esto justifica
sus propio bailes en honor del santo...»33
Haciendo las salvedades pertinentes y considerando que estas
festividad, en la que se celebra la llegada del solsticio de verano, está
asentada en numerosos pueblos del mundo y que una vez cristianizados
fue ritualizada con la fiesta de San Juan Bautista, aparecen
coincidencias muy significativas con la manera de celebrarlas
en Canarias:
«... acostumbra la gente desde muy antiguo irse a dar un baño
al mar con el fin de llegar vivos hasta el siguiente año que lo
repitan. En el día de San Juan, muchos se levantan a ver "bailar
el sol" al salir por el horizonte, no bailando en los
demás días ...»34.
También al igual que en Canarias se festejan en Venezuela a
Ntra. Sra. del Rosario (Estado Miranda), Nuestra Sra. de Regla
(Estado Mérida), etc., en cualquier caso, éste es un tema que debe
investigarse monográficamente. Teniendo en cuenta que la mayor
parte de la emigración isleña la constituían familias campesinas y
que tradicionalmente la cultura popular selecciona un conjunto de
prácticas y creencias relacionadas con la medicina popular, se produce
entre Canarias y América un trasvase importante en este sentido.
Al continente americano se lleva la fórmula de utilización de
determinadas plantas medicinales y de allá nos llegan otras prácticas,
creencias y rezos. Si bien nos estamos refiriendo al panorama
actual de la medicina popular canaria, podemos pensar que la situación
en el siglo XVIII no era demasiado diferente. Partiendo de una
base prehispánica, la medicina popular canaria se enriqueció con el
paso del tiempo, gracias a las aportaciones llegadas de la Península
y de América.
«AlIado de los conocimientos adquiridos por tradición familiar
o aprendidos con otros curanderos, es convenienten recordar la
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86 Manuel A. Fariña González
relación interinsular y aquellos imbricados con una de las que ha
sido constante histórica en Canarias: la migración a América,
Cuba y Venezuela fundamentalmente...»35.
Las coincidencias e interrelaciones canario-americanas, en los
que al folIdóre musical se refiere son evidentes; vamos a esquematizarlas
en los siguientes aspectos: géneros floklóricos, danzas y bailes,
instrumentos musicales.
A) GENEROS FOLKLÓRICOS
El arrorró o canción de cuna es una de las composiciones más
extendida por toda América (Cuba, Venezuela, Argentina, Paraguay,
Perú), presentando una indudable semejanza con el que se
canta en las Canarias, no sólo en su métrica sino en las palabras onomatopéyicas
empleadas.
«ArrolTÓ, ni niño
Arrorró mi sol.
Todo de pedazo
De mi corazón.»36
(Paraguay)
«Arrorró, mi niño chico
Arrorró, rrorró, mi amor;
Arrorró, rrorró, la prenda.
Prenda de mi corazón.» 37
(Islas Canarias: Fuerteventura)
Si bien nos encontramos estas canciones de cuna, denominadas
arrorró, en la Península, Canarias y América, las coincidencias
encontradas nos hacen pensar en un trasvase directo CanariasAmérica;
sobre todo si tenemos en cuenta la aportación cultural de
las familias de colonos isleños, desde el siglo XVI hasta la
actualidad.
Otros géneros folIdóricos con raices isleñas son las malagueñas
margariteñas, las fulías orientales, los cantos de trabajo (Venezuela);
zorongo (Pto. Rico); marinera (Perú), etc.
B) DANZAS y BAILES
En cuanto a los bailes folIdóricos se ha comprobado la existencia
de El Canario en el Chile del siglo XVII, o la ejecución del baile
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
La presencia isleña en América: su huella etnográfica 87
de las cintas en Argentina, Brasil o Venezuela, donde aún se
sigue practicando:
«Se trata siempre del antiguo palo de cintas que lleva un hombre,
alrededor del cual tejen y destejen los bailarines mientras
danzan un circulo, unos hacia la derecha y otros hacia la
izquierda, en tanto mantienen en una mano el extremo de una
de las cintas que cuelgan del palo. Esta danza se llama Sebucán
en el Oriente... La danza de las cintas aparece también en los
llamados Giros de San Benito, que realizan los «vasallos» del
santo en algunos lugares, como Timotes y Chachopo. y aparece
en La Negrera de Boconó, Estado Trujillo... antiguamente bailaron
cintas para el Corpus los diablos de Gacara, Estado
Carabobo, y los de Tinaguillo, Estado Cojedes...»38
En la isla de Tenerife aún se baila en numerosos pueblos el baile de
las cintas, al son del tajaraste; también en Lanzarote, permanece la
costumbre de salir Los Diabletes por Canavales o en El Hierro, los
Cameros. En cuanto a la llegada de bailes indianos a las Canarias
habría que mencionar los Aires de Lima, El Pericón, La Caringa
etc., si bien su distribución por el Archipiélago fue irregular.
C) INSTRUMENTOS MUSICALES
Numerosos autores han estudiado las similitudes existentes
entre el timple y sus hermanos americanos: cuatro venezolano, tiple
colombiano, cavaquiño brasileño, jarana mejicana, charango
peruano, tiple argentino; sin embargo, habría que profundizar el
estudio organológico de los mismos para distinguir los elementos
comunes de los diferenciadores, así como para conocer a evolución
histórica seguida por cada uno de ellos. Otras similitudes nos aparecen
entre el bombo lagüero y el tambor herreño, o entre determinados
modelos de tambores americanos con los canarios.
Por lo que se refiere a la llegada de instrumentos americanos a
las Canarias tendríamos que citar la guajira, sandunga o murga,
peculiar instrumento de percusión con caja de madera o metálica
adosado a un vástago de madera que se apoya en el suelo y que se
percute con u narco o punzón metálico. En la actualidad se le añaden
tapas de botellas para que suenen rítmicamente al compás de los
golpes dados con el percutor metálico.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
88 Manuel A. Fan'ña González
Un instrumento similar, de origen cubano, es la marímbula o
caja; cuyo uso está muy extendido en La Palma y Tenerife. Está formada
por una caja de madera con una sola boca, a la que se asoman
varias lengüetas de acero que colocadas convenientemente, emiten
diferentes tonos graves de acompañamiento. Finalmente citar, si
bien para épocas recientes, la llegada al Archipiélago por influencia
cubana y marinera, de un instrumento originario de Europa pero
introducido en Canarias vía América, nos referimos al acordeón de
botón. Este peculiar instrumento se afianzó notablemente en Lanzarote,
Gran Canaria, Tenerife y La Palma, alcanzando una notable
popularidad en El Amparo de Icod, a través de la llegada de
los indianos39
•
Las interrelaciones canario-americanas en el campo de la cultura
popular, se manifiestan también en la literatura tradicional.
Hay un conjunto importante de coincidencias en coplas, décimas,
romances, puntos cubanos, adivinanzas, etc., así como cuentos y
leyendas que hacen especial mención al tema americano. Aquí
vuelve a ocurrir algo semejante a lo analizado en el folklore musical,
estas coincidencias se establecieron no sólo entre Canarias e Indias
sino que también las encontramos en Portugal o en otros puntos de
la península ibérica. El patrimonio de la literatura popular tradicional
de América se fue conformando, a partir de la tradición indígena,
con aportaciones de diferentes regiones españolas. En este amplio
patrimonio unas coplas llegan directamente desde la Península,
otras de origen peninsular entran en Indias a través de las Canarias;
una tercera vía, está en las coplas nacidas directamente en Canarias
que pasan posteriormente al Caribe o al continente americano y por
último habria que considerar las coplas, romances y demás géneros
literarios tradicionales que surgen en territorio americano. Ejemplo
de lo que estamos manifestando son las siguientes coplas:
«En la soledad del campo «Al pie de un árbol sin fruto
Me puse a considerar Me puse a considerar
Los pesos duros que vale Qué pocos amigos tiene
Una morena con sal» El que no tiene que dar»
(Península) (Canarias: Tenerife)
«Debajo de un considero
Me puse a considerar,
Lo poco que vale un hombre
Cuando no tiene que dar»
(Venezuela)40
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
La presencia isleña en América: su huella etnográfica 89
Una de las consecuencias directas de la corriente emigratoria
Canarias-Indias, ha sido el enriquecimiento del castellano hablado
en Indias, con términos aportados por los isleños; palabras como
gofio, tabaiba, casa terrera, balayo, bagazo, furnia, marullo, traquinar,
etc., han engrosado el léxico americano. En contraprestación
los indianos nos han traído, a lo largo del tiempo, gran cantidad de
términos americanos que ya han pasado a formar parte del habla
cotidiana de las islas; entre otras citaremos: desguañingar, ñapiar,
gandinga, cogioca, etc.41
•
En definitiva, con esta ponencia, lo que tratamos de presentar
es como el movimiento emigratorio desde Canarias hacia Indias ha
sido importante desde el preciso momentos del descubrimiento de
Colón. Esta emiración tuvo distintas etapas y consiguió unos ~levados
índices en los siglos XVIII y XIX; con este trasvase de población
isleña hacia América se produce un interesante fenómeno cultural
como es la aportación canaria a la forma de seres, tanto materiales
como culturales, que han enriquecido el patrimonio cultural, económico
y social del archipiélago Canario. Nos parece que lo importante
no es demostrar, desde una actitud de soberbia intelecutal,
dónde surgen determinados elementos culturales que luego son
«difundidos» hacia otros territorios colonizados; sino que lo verdaderamente
significativo, es que a lo largo de cuatro siglos y a uno y
otro lado del Atlántico, hemos estado compartiendo una misma sangre,
la de tantos isleños emigrados, así como idénticos sufrimientos
y alegrías expresados en términos comunes.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
90
NOTAS
Manuel A. Fan'ña González
1. Esta ponencia forma parte de un estudio más amplio, presentado como
Memoria de Licenciatura en el Departamento de Historia de la Universidad de La
Laguna, año 1987, bajo el título: <<Interrelaciones canario-americanas, 16781718
».
2, Buenaventura Bonnet y Reverón «Los canarios en América», pp. 30-31.
Esta influencia canaria se reflejará entre otros aspectos, en el calendario festivo. Se
conserva en los archivos de Matanzas la siguiente crónica del siglo XIX: «Crónica de
las fiestas de la Candelaria celebrada en Matanzas; por los hijos oriundos de las Islas
Canarias en los días, 1,2, 3, Y 4 de febrero de 1872».
3. Jesús Hernández Acosta «Notas para un estudio de la población canaria en
Cuba».XXXVI Congreso Internacional de Americanistas. España, 1964 (Vol. IV),
p. 399.
4. Guy Bourde «Fuentes y Métodos de la Historia Demográfica en Cuba.
Siglo XVIII y XIX.» Revista de la Biblioteca Nacional José Martí. La Habana, Abril
1947, pp. 27 Y 43.
5. Pedro J. Gutiérrez <<Historia de la isla de Cuba». Habana, 1928. Tomo n,
pp. 301-302.
6. Manuel Marrero «Canarios en América». Biblioteca Canaria. Santa Cruz
de Tfe., 1940, p. 29.
7. Manuel Alvarez Nazario «La inmigración canaria en Puerto Rico durante los
siglos XVI y XVII». Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña. San Juan,
1966.
8. Ibídem, La Herencia Lingüística de Canarias en Puerto Rico. Instituto de
Cultura Puertorriqueña. San Juan, 1972, p. 42.
9. Francisco Morales Padrón «El Comercio Canario-Americano. Siglos XVIXVII-
XVIII». Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla. Sevilla, 1955,
pp. 340-346.
10. José Peraza de ayala «Régimen Comercial de Canarias con las Indias en los
siglos XVI-XVII y XVIII». Revista de Historia. Universidad de La Laguna, 1952,
p. 371.
11. Ibídem.
12. Acudir a la obra de Pérez Vidal, López Cantos, Hernández García...
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
La presencia isleña en América: su huella etnográfica 91
13. S. Braun «Historia de Puerto Rico». Nueva York, 1904. Citado por Man~el
Alvarez Nazario en «La inmigración canaria...», p. 16.
14. José Pérez Vidal «Aportación de Canarias a la población de América. Su
influencia en la lengua y en la poesía tradicional». Anuario de Estudios Atlánticos.
Madrid-Las Palmas, 1955, pp. 31-32.
15. José Peraza de Ayala. op. cit., p. 224.
16. Pedro Tomás de Córdova <Memorias geográficas. históricas, económicas
y estadísticas de la isla de Puerto Ríco». San Juan de Puerto Rico. Ed. Coqui, 1968,
pp. 149-153.
17. Manuel Alvar «Canarias en el camino de Indias», prólogo a la obra de
Manuel Alvarez Nazario <<La Herencia ...».
18. Angel López Cantos <<Historia de Puerto Rico 1650-1700». Escuela de
Estudi,os Hispanoamericanos. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Sevil1a,
1975, p. 32.
19. Manuel Alvarez Nazario «La inmigración canaria...cc, pp. 52-53.
20. Ibídem, <<La Herencia Lingüística... », pp. 47-48.
21. David W. Fernández «Reseña de una conferencia impartida en Canarias
sobre la presencia isleña en Venezuela» (El Universal. Caracas, 1986), Reseñado
por El Día, 3 de agosto de 1986. Santa Cruz de Tenerife.
22. Analola Borges y Jacinto del Castil10 «Presencia de "Isleños" en el cargo
de Gobernador y Capitán General de Venezuela (1699-1721)>>.Anuario de Estudios
Atlánticos. Madrid-Las Palmas, 1961.
23. José Pérez Vidal «Poesía tradicional canaria en Méjico». Anuario de
Estudios Atlánticos. Madrid-Las Palmas, 1984.
Todas estas cifras de emigración son relativas, en espera de un estudio sistemático
y global tanto en las fuentes documentales americanas como españolas, y a estos
totales habria que añadirle las cifras correspondientes a la emigración
clandestina.
24. Memorial de Machado y Fiesco. 1758. Copia manuscrita en el archivo de
los herederos de Bethencourt Alfonso. Existe otro ejemplar en la Bibloteca de la Universidad
de La Laguna.
25. Manuel Rodríguez Campos «Estudio de, sobre la emigración canaria entre
1820 y 1859, a Venezuela». El Día, 19 de agosto de 1984. Sta. Cruz de Tfe.
26. Para este tema consultar la obra de los autores siguientes: Antonio Gutíérrez
Escudero, Alejandro Cioranescu, David W. Fernández, Luis Alberto
Musso Ambrosi.
27. Ricardo Rousset Historial de Cuba. La Habana, 1918 (Tomo 1), p.
303.
28. Tania Vegas «La parroquia de la hispanidad, Candelaria, cumple 278 años»
El Nacional, Caracas. Reseña de El Día. 7 de septiembre de 1986, Santa
Cruz de Tenerife.
29. Manuel Marrero op. cit., pp. 60-61.
30. Isabel Aretz Manual de Folklore. Caracas. Monte Avila Ed., 1980, p.
213.
31. Pedro Tomás de Córdova,op. cit., (Tomo 11), pp. 46-381.
32. «Calendario de fiestas tradicionales de Venezuela-o Caracas. Fundación
Bigott. INAF.
33. Isabel Aretz, op. cit., p. 212.
34. Juan Bethencourt Alfonso «Costumbres Populares Canarias de Naci-
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
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miento, Matrimonio y Muerte». Santa Cruz de Tenerife. aula de Cultura de Tfe.,
1985, p. 161.
35. Manuel Lorenzo Perera y Manuel A. Fariña González. «Medicina Popular
Canaria: 1. Lajigura del curandero». La Laguna. Centro de la Cultura Popular Canria,
1985, p. 28.
36. Paulo de Carvalho Neto «Contribución al estudio de los Negros Paraguayos
de Acampamento Loma» Ciencias Sociais. Centro Latino-Americano de Pesquisas.
Río de Janeiro, Junio de 1962, p. 28.
37. José Pérez Vidal Folklore Infantil Canario. Las Palmas de Gran Canaria.
Cabildo Insular de Gran Canaria. ICEF., 1986.
38. Isabel Aretz, op. cit., p. 185.
39. Para este apartado es conveniente la consulta de los siguientes autores: Isabel
Aretz, Alejo Carpentier, Sebastián de la Nuez Caballero, etc.
40. Isabel Aretz. op. cit., , pp. 39-40; y la investigación de campo, realizada por
nosotros, en la isla de Tenerife. Ver José Pérez Vidal «Poesía tradicionaL».
41. No se nos oculta la aportación fundamental del millo al panorama agronómico
canario. Supuso una de las bases alimenticias primordiales en la dieta ordinaria
de los isleños, principalmente en islas como Gran Canaria. Junto a esta planta nos
llegó el tabaco, pimiento, tomate y toda la gama de frutas tropicales.
Ver: Analola Borges «Productos de Amén·ca en Canarias». Las Palmas de
Gran Canaria, 1983.
Vicente Rodríguez García «El Jardín Botánico de Tenerife». Las Palmas de
Gran Canaria, 1980.
Víctor Galán Sauco «Canarias en la distribución mundial de frutales tropicales
» Gaceta de Canarias. Santa Cruz de Tenerife, 1983.
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