ÚLTIMAS TENDENCIAS METODOLÓGICAS
DE LA HISTORIOGRAFÍA CANARIA
CELSO MARTÍN DE GUZMÁN
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Para la elaboración de la presente ponencia se ha revisado la
producción historiográfica canaria correspondiente a la década comprendida
entre 1975 y 1985, por entender que en estos últimos diez
años ha tenido lugar la aparición de un volumen, considerable y significativo,
de publicaciones. Por la diversidad de enfoques, por la
variedad de los temas abordados, y por las diferentes tendencias
metodológicas bien explícita o implícitamente asumidas, se pudo
determinar cuáles han sido las principales líneas por las que ha
transcurrido la aportación de los historiadores al conocimiento del
pasado social, económico, institucional, político, e incluso arqueológico
de Canarias, dejando fuera, intencionalmente, los temas referidos
a la Geografía Humana, a la Historia del Arte, a la Literatura y
al Pensamiento regional por considerarlos con suficiente personalidad
propia, con categorías metodológicas singulares y, en definitiva,
merecedores de un tratamiento analítico específico.
Para ordenar este cúmulo de materiales publicados entre 1975
Y 1985 se tuvo que optar por una primera aproximación de orden
topológico. Es decir, se estableció un primer corte entre la producción
historiográfica realizada en las islas (yen su mayoría realizada
sobre los fondos documentales existentes en el Archipiélago), y la
no menos densa producción que· ha sido concebida y redactada fuera
de las islas (yen su inmensa mayoría sobre archivos y bibliotecas
peninsulares, y en menor grado europeos y latinoamericanos).
La primera y obligada pregunta que surgió fue si era pertinente,
y significativa, esta división topológica, entre la producción historiográfica
del interior y del exterior, habida cuenta que los temas, y el
campo de estudio, eran si no coincidentes sí complementarios y
hasta concomitantes. Máxime cuando, también, la procedencia y
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reclutamiento de los historiadores" por su formación y actividad,
giraba en la órbita o bajo la influencia de la Universidad. Por otra
parte, los historiadores que se ocupan de Canarias a distancia, aparecen
personal o familiarmente vinculados a las islas, cuando no a su
universidad, de dónde fueron, en algún momento, o alumnos o profesores
de sus facultades.
De cualquier manera, esta primera distinciól) entrehistoriogra-fía
exten'or e historiografía interior sí sirvió para poner de relieve la
importancia del impulso y la proyección que desde fuera de las islas
recibe la historiografía canaria tanto a nivel de las publicaciones (las
más importantes dirigidas por destacados profesores que residen en
universidades peninsulares) como por las posibilidades de evitar la
barrera epistemológica y la tendencia al aislacionismo, a la exaltación
de la singularidad como valor supremo y, en definitiva, a confundir
la parte con el todo.
La segunda pregunta -que, en realidad, debería haber sido la
primera- fue la de, en términos crudos y sin complejos, preguntarnos
si en verdad existe una historiografía canaria en el mismo sentido
en que nos referimos y hablamos de la historiografía catalana
(por poner un caso de todos conocidos), o si, simplemente, lo único
que existen son temas de estudios históricos referidos al Archipiélago
Canario, al pasado de la sociedad canaria, que abordan desde
distintas perspectivas, estrategias e ñntereses -más coyunturales que
estructurales- y que, en suma, es su agrupación en las grandes
publicaciones y el hecho de aparecer recopilados en los mismos
Coloquios, Anuarios o Revistas lo que le confiere esa aparente unidad.
O si esta cierta coherencia le viene impuesta por ir referidos a
las mismas unidades de tiempo (Baja Edad Media, Edad Moderna y
Edad Contemporánea), o, sobre todas las cosas, por su acantonamiento
en un espacio tan escueto y tan bien defmido como lo es el
Archipiélago. Este tiempo y espacio común, perfectamente constreñidos,
no cabe duda que dota a los trabajos históricos sobre Canarias
de una trama fuerte, muy específica, y muy bien ubicada.
La respuesta a esta segunda pregun~a, fue, no obstante, positiva.
En efecto, la existencia de unahistoriografía canaria, es decir,
de temas dedicados al pasado de Canarias, es una tradición que
entronca con la presencia de los europeos en las islas, y que el estudio,
los orígenes de las poblaciones naturales que habitaban estas
latitudes, y más tarde su desarrollo interno, posterior Conquista y
colonización de las islas, ha sido desde si~mpre fuente de preocupa-
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ción, primero para los eruditos locales y, después, para los estudiosos
extranjeros. Otra cosa bien distinta es que se defienda la
existencia de una escuela historiográfica canaria, presupuesto aún
prematuro y que, al menos, en el momento actual, no cuenta con los
suficientes elementos que definan una unidad tal de pensamiento y
de concepción de la historia regional. Noción de escuela que
requiere unas bases magistrales bien marcadas, compartidas y desarrolladas
por un equipo de investigadores, comprometidos epistemológicamente.
Podrá, quizá, atisbarse una especie de "investigación
abierta", ecléctica, sincrética y polivalente, atributos, por otra parte,
muy propios y característicos de esta tierra.
Antes, pues, de proseguir con el análisis del tema, conviene
adelantar el registro bibliográfico que se ha tenido que revisar para
adquirir esta visión panorámica de la historiografía canaria última
que ha abarcado los siguientes apartados:
Series documentales.
Arqueología. En particular prehistórica.
Estudios monográficos. Referidos a un solo tiempo y
espacio.
Estudios económicos, sociales e institucionales.
Estudios por ítems. Referidos a un solo tema.
Estudios de género: personajes destacados, biografías.
Síntesis.
Reediciones y revisiones.
En todos ellos se observa una gran preocupación por completar
aquellas zonas o aspectos menos conocidos de la historigrafía regional
canaria, en particular en torno a los siglos XVI y XIX, Ydonde, al
parecer, se dirigen y concentran los esfuerzos de la nueva investigación,
comprometida en poner de relieve los elementos concurrentes
en la configuración de la sociedad insular, tanto en sus orígenes
modernos como en su pasado reciente. Estos estudios, a pesar de
sus distintas concepciones ideológicas y metodológicas, coinciden
en determinar las contradicciones económicas, los modos de pro~
ducción impuestos, el papel de las instituciones, y las dependencias
externas que han limitado, o dictado, según los intereses y coyunturas,
el desarrollo interior del Archipiélago. Región fragmentada,
débil en sus decisiones, y sujeta a las causas exógenas que repercuten
directa y profundamente en su ritmo de crecimiento, en la aspira-
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ción de las crisis, en los flujos migratorios y, en definitiva, en el
proceso de conformación de la sociedad canaria. Sociedad que no
logra cristalizar como fuerza detentadora de su propio destino histórico,
de su propia riqueza, y que salvo en coyunturas o episodios
muy determinados no se perfila como protagonista responsable sino
que se conforma, en gran medida" con el papel de víctima marginada,
resolviendo sin previsión problemas que ya el tiempo se ha
encargado de superar o ignorando otros, tardíamente detectados.
El panorama historiográfico, pues, que se refleja en la producción
de los últimos diez años, permite apostar por un mejor desarrollo
de los estudios sobre el pasado y" lo que es más, por una más veraz
comprensión de las causas que motivaron la denominada identidad
cultural canaria. estableciendo los justos términos de la cuestión, y
abandonando los tópicos literaturizantes de quienes seguían viendo
en la historia una bandera partidista o el remedio a todas las frustraciones
y males actuales.
El punto de partida: el positivismo crítico de Elías Serra y
sus colaboradores
Para una cabal comprensión de las tendencias metodológicas
por las que transcurre la historiografía canaria última, interesa retrotraerse,
aunque sea brevemente, a la influencia positiva que suple a
la larga permanencia en la Universidad de La Laguna del Or. Elías
Serra, y a quién la historiografía canaria le debe haberse convertido
en una histon'ografía regional. superando el isloteñismo pueril. A
no dudar, se debe a Serra Ráfols gran parte de la orientación científica
realizada en el interior y que significó una base segura para trabajos
posteriores, como la puesta en marcha de un competente
núcleo de historiadores guiados por sus siempre pertinentes observaciones
y sagacidad crítica. Tanto en el campo de la arqueología prehistórica
como en el de la Historia Moderna en general, el concepto
y término Historia de Canarias, adquieren gracias a su rigor y prestigio
traspasar ese cautiverio a que toda erudición local somete a los
estudios de su «mon petit lieu». No hay que olvidar la formación de
Serra en la escuela catalana, y su visión universal de los problemas
trascendiendo los pormenores lugareños y la deformación innata de
la erudición local. Su fecunda e ininterrumpida labor (desde 1926 a
1968), a lo largo de más de 40 años de docencia e investigación,
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convierten a Serra Ráfols en la figura más destacada de la historiografía
canaria del interior, en una labor reconocida por sus propios
discípulos y cuya influencia, directa o indirecta, se detecta en los
mejores historiadores vivos dedicados al pasado regional.
Aún cuando en la obra de Serra no se declare una tácita preocupación
por la epistemología -pues aborrecía cualquier trascendentalismo
filosófico y evitaba las elucubraciones en torno a los pretéritos
futuribles- si hay una gran pulcritud por los procedimientos
y por la semiótica. Es decir, por el modo y el lenguaje del historiador.
Su precisión, su sobriedad, a veces intencional parquedad, no
limitaba su sentido indirecto del humor, y esa capacidad excepcional
para el análisis, y para la crítica, entendidas como los fundamentos
de una hermenéutica, siempre humanística, centrada en la
condición humana de las respuestas, en una dosis, entonces muy
moderna, propia de quien domina una visión científica del relativismo
cultural. Los artículos de Serra de los años 30 y 40 suponen
un significativo avance dentro del pensamiento historiográfico propio
del eurocentrismo de entre guerras, preso de los postulados colonialistas
que latían en las justificaciones difusionistas de la cultura y
que tuvieron su paradigma en la Escuela de Viena y en el método
histórico-cultural.
La posición crítica y relativista, siempre distante, de los juicios
de Serra Ráfols, ponderan su obra, quizá algo versátil pero no menos
estructurada y dedicada en un 90% a problemas cruciales del
pasado canario. Tres fueron los frentes principales que preocuparon
a Serra:
1. La creación de una arqueología cient(fica: Que superase el
concepto decimonónico de la disciplina y que sirviese para reconstruir
una imágen aproximada de la relatividad cultural de los aborígenes
canarios (término igualmente propuesto por él), la
desmitifcación del «guanche», y el distanciamiento de los posicionamientos
románticos en los que aún persistían (y persisten, en parte)
la mayoría de los eruditos y aficionados a la historia, en concreto,
ejercitando el intrusismo profesional desde otros campos y disciplinas,
en particular el magisterio, la medicina y el derecho. Situar la
disciplina histórica en el marco de una especialidad universitaria,
empeño que se vio académicamente logrado con la creación, en
1966, de la especialidad de Historia de la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de La Laguna y que en sus 20 años de exis-
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tencia (que precisamente se cumplen en este curso) ha servido para
potenciar una investigación regional seria, continuada y con
validez científica.
2. La sistematización y estudio de los repertorios documentales:
La principal preocupación de gabinete de Serra Rálos fue la
exhumación y catalogación de los fondos documentales antes de que
fuera demasiado tarde. Hacía falta la recopilación de un «corpUS»
de fuentes, rigurosamente transcrito y publicado, y donde los futuros
historiadores pudieran acceder a eso que se llama el «hech<;>)) o el ,
«dato» histórico objetivo. Los protocolos de los Cabildos y Escribanías,
los documentos relativos a los repartimientos, a las Datas, y a
los momentos aurorales de la sociedad canaria (finales del xv y
principios del XVI), fueron, año tras año, y en una labor callada y
nunca lo suficientemente ponderada, viendo la luz en la incuestionable
serie de las Fontes rerum canariarum, donde tuvieron cabida
tanto Crónicas de la Conquista, hasta entonces inéditas o mal editadas,
como los extractos de protocolo de las notarías isleñas. Las ediciones
críticas y revisadas de Viera y Clavijo (1950-1951) o Le
Canarien (1960), con sus pertinentes notas, en colaboración con
Cioranescu, Hardisson o Bonnet, son un ejemplo del dominio de la
materia, del profundo conocimiento de las fuentes, y de la capacidad
para movilizar un aparato crítico como jamás había conocido la historiografía
canaria. En este capítulo, de las revisiones y reediciones,
de los análisis comparados de los textos (especialmente las Crónicas),
el Prof. Serra es quien inaugura una importante tendencia historiográfica
que es la del revisionismo histórico, y que, en verdad,
no ha tenido entre los historiadores de la actual generación la continuidad
que se esperaba. Junto a las Fontes el impulso y cambio de
orientación que experimentó la Revista de Historia Canaia y las
ediciones y boletines del Instituto de Estudios Canarios, son de por
sí bastante elocuente~ para comprender el calado de la obra de
Serra. Con él, otros investigadores, formados en distintos ambientes,
fueron unificando su lenguaje y el enfoque de sus investigaciones.
En tomo al Instituto de Estudios Canarios o de la propia Universidad
de La Laguna, e incluso desde los órganos culturales de los
Cabildos, se va articulando la única investigación posible realizada
en el Archipiélago. Los nombres ya consagrados de Peraza de
Ayala, De la Rosa Olivera, Cioranescu, Régulo Pérez o Marrero
Rodríguez, por solo citar los más cercanos y constantes a su produc-
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ción son, en gran medida -y si es que se pretende hablar en tales
términos- los creadores de la «escuela lagunera de historia~). En
este sentido la provincia de Las Palmas, a pesar de la fachada nominal
de algunas de sus centenarias instituciones seguía anclada en los
presupuestos del siglo pasado, y la única actividad publicista, de
modo desigual y miscelánico, era recogida en la intermitente revista
«El Museo Canario». Tan solo la presencia de algunos hombres de
formación universitaria y directa o indirectamente ligados a Serra
redujeron este panorama. Camacho, Blanco Montesdeoca, Armas
Ayala o Rodríguez Galván, matizarían esta aseveración. Trabajos
aislados del mismo Camacho Pérez-Galdós (1961, 1966) o de
Cúllen del Castillo (1974) y algunos de los colaboradores de Millares
Carló son, precisamente una muestra de un magisterio sostenido
y de la ausencia de instituciones universitarias adecuadas donde
desarrollar una investigación científica y profesional.
3. La creación de una conciencia regional, en la diversidad:
Aún cuando no aparezca de modo explícito en ninguno de sus artículos
o trabajos, la historiografía producida bajo su influencia
(1926-1968), supera el problema del pleito insular tantas veces interesadamente
recalentado, y con una visión total de Canarias, y sin
ocultar las diferencias insulares (antes al contrario en muchos casos
descubriéndolas y explicándolas), creó un auténtico marco regional
de referencia en atención a los valores comunes y a las instituciones
de rango superior La lectura histórica de Serra, realista y sensata,
toma como punto de partida el factor geográfico, el espacio bien
concreto que es la isla, pero sin ceder a la tentación del determinismo
geográfico o del fatalismo inevitable. El hombre en la isla será
siempre el protagonista, tanto en su expresión individual como en su
abstracción social. Son los hombres de éstas, de recursos escasos y
limitados, quienes ensayaran desde la Prehistoria reciente hasta
nuestros días, sus diversas respuestas, sus capacidades de adaptación,
sus mecanismos de endoculturación o impermeabilización, la
selección de los prestamos culturales, la readaptación y el sincre- .
tismo. Pero hay en su idea decontinuum, de proceso en marcha, una
fluidez, una dinámica permanente que es el hombre en su medio, y
que para Serra se traduce en uno de los invisibles hilos conductores
de su re-escritura de la historia. En definitiva, de la explicación, o
explicitación de lo que seguimos entendiendo por «hecho histórico».
En el campo de la Arquelogía, Los Guanches, de Diego Cuscoy
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(1968), es un buen ejemplo de esta epistemología, de corte geohistórico,
que creció a la sombra benéfica de la influencia de Serra y a la
que Cuscoy dio una original interpretación.
La historiografía exterior
La aportación historiográfica realizada desde fuera de las islas
cuenta con notables antecedentes, tanto de autores extranjeros como
Verneau, Hooton o Schwidetzky, por señalar los más destacados en
el campo de la antropología y la arqueología (sin olvidar a Sabino
Berthelot, aclimatado en el Archipiélago), comó la de otros tantos
canarios que, bien por exigencias académicas o personales se han
visto obligados, o voluntariamente han decidido, realizar su trabajo
fuera de Canarias. Nombres tan relevantes como Millares Carló,
Pérez Vidal o María Rosa Alonso bastarían para testimoniar esta
importante aportación hecha desde el exterior y que coincide en la
calidad e interés de la obra producida. Todos y cada uno de ellos han
tenido como punto de partida el Archipiélago, y aunque alejados de
él, siguieron y siguen persistentemente dedicados a explorar distintos
aspectos de la cultura y la historia canarias.
Pero el aspecto más notorio lo constituye la investigación realizada
desde otras universidades peninsulares, por profesores que se
han enraízado en aquel medio y que, a pesar de dedicar su trabajo a
otros campos de su especialidad respectiva, no han dejado de lado
los temas relacionados con Canarias y, periódicamente, dan cuenta
de nuevos trabajos, de nuevos hallazgos o de la puesta en marcha de
otras tantas líneas de investigación dirigiendo tesis doctorales,
supervisando o coordinando ediciones, concurriendo a congresos
etc. Entre estos destacados profesores empezaremos por citar la
obra del Catedrático de la Universidad Complutense y Académico
de la Historia Dr. Antonio Rumeu de Armas, quien desde su monumental
Piraterías y ataques navales contra las Islas Canarias
(1945-1950), durante cuarenta años ha estado en la primera línea de
la historia moderna de Canarias, como parte de su más amplia y
reconocida dedicación a la historia general de España y América
donde su prestigio internacional nadie discute. Pero sin menoscabo
de sus grandes libros, que se han hecho de obligada consulta para
todos los historiadores del Archipiélago, la historiografía canaria
debe agradecer al Dr. Rumeu de Armas la titánica labor, digna de
todos los elogios, que significó la salida, año tras año, sin interrup-
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ción, desde su número 1 en 1955 hasta su número 31 en 1985, de
los volúmenes, bien editados y cuidados, sobriamente presentados,
que son los Anuarios de Estudios Atlánticos que a pesar de la
amplitud de su registro temático recopila lo mejor de la producción
historiográfica canaria y atlántica, y que junto a laRevista de Historia
Canaria, a las Fontes y a las ediciones de transcripciones de los
Acuerdos y Protocolos, constituyen el grueso, en cantidad y calidad,
de los estudios históricos regionales, concebidos desde una exigencia
universitaria, y por lo tanto universal, y donde las islas aparecen
inscritas en su justo contexto histórico y cultural, como lo es el
mundo atlántico en su doble vertiente europea y americana. En este
sentido, no se puede dudar que la obra del Dr. Rumeu de Armas sea,
sencillamente, impresionante.
Otro catedrático, pero ahora desde la Universidad de Sevilla el
Prof. Morales Padrón, paralelamente, ha desarrollado e impulsado
otra línea de investigación que ha tenido por eje principal el estudio
de las relaciones del Archipiélago con el Nuevo Mundo, y cuya
mejor ejecutoria son los Congresos Canario-americanos que, desde
1976, vienen celebrando en la Casa de Colón bajo los auspicios del
Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria. La celebración de estos
encuentros ha posibilitado el conocimiento entre los especialistas,
tanto del interior como del exterior, y ha dado por resultado valiosos
trabajos donde y junto a los nombres consagrados de un Verlinden o
Minguet van apareciendo otros que paulatinamente se van incorporando
a la investigación histórica a partir de la elaboración de sus
memorias de licenciatura y de sus tesis doctorales. Son estos coloquios
una cátedra libre para exponer los trabajos realizados, los proyectos
en curso, y las cuestiones y dificultades que, a través de los
debates se suscitan y se dan a conocer a los colegas.
La obra de Morales Padrón, arranca, en lo que a Canarias se
refiere, con un profundo conocimiento de los Archivos sevillanos, de
donde pudo extraer una valiosa información relativa a los Repartimientos
de Gran Canaria (1961 Y1962). El Cedulario de Canarias
(1970), Sevilla-Canarias, América, o el Comercio canario americano
(1955), son una muestra de esta vertiente e impronta americanista
de Morales Padrón, a la que hay que incorporar los trabajos
realizados por Borges Jacinto del Castillo, dedicados al análisis de
estas relaciones históricas entre las dos orillas atlánticas pertenecientes
al mundo hispánico.
También desde su cátedra de Madrid, el Dr. Béthencourt Mas-
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sieu, y después de su fructífero paso por la Universidad de La
Laguna no ha descuidado los temas relativos a la historia económica
y social del Archipiélago. Bien con estudios propios o dirigiendo a
jóvenes investigadores en sus tesis doctorales que abarcan aspectos
de la población, la administración, la hacienda, los precios, las crisis,
las emigraciones, los cupos cerealistas, las sociedades económicas,
etc. ítems todos que han ocupado al Dr. Béthencourt y a sus
discípulos de La Laguna y que han sido publicadas en monografías
dedicadas a esos dos siglos básicos para entender la actual sociedad
canaria, que son el seiscientos y el setecientos. En esta línea, los trabajos
de Rodríguez Díaz (<<El Cabildo de Tenerife en el Siglo
XVII» ), Montelongo (<<Las crisis cerealistas a fines del Antiguo régimen
»), Guimerá Ravina, María del Carmen (<<Los franceses en
Canarias en vísperas de la Revolución»), o de García del Rosario
(<<La Real Sociedad económica de amigos del País de Las Palmas
» ), son un ejemplo de esta amplia labor iniciada por el Dr. Béthencourt,
y donde se apuesta por una metodología económico-social
que tiene un punto de referencia en la escuela francesa de 10sAnales
(March Bloch y Lucien Febvre), que centra su interés en sociedades
concretas, delimitadas en el tiempo y en el espacio, vinculando el
marco geográfico al estudio de las sociedades (como haría también
Braudel), pero sobre todas las preocupaciones la necesidad de convertir
la historia en una ciencia, planteando problemas, formulando
hipótesis y rompiendo con las versiones unidimensionales de los
hechos. Desde el estudio del comercio de los vinos canarios, y sus
implicaciones o desde su otra investigación sobre el proyecto de
incorporación de La Gomera a la Corona de Castilla, Béthencourt
Massieu se percata de los factores que intervienen en el declive de la
sociedad insular, sometida a la presión señorial, y con escasas alternativas
debido a su economía agraria.
Otra mención especial merece el Dr. Miguel Angel Ladero
Quesada, especialista en Baja Edad Media y catedrático que fue de
La Laguna y ahora de la Complutense de Madrid. Los trabajos de
Ladero eran conocidos antes de que tomase posesión en La Laguna.
La publicación de sus Cuentas de Pedro de Arévalo (1966) significaron
un auténtico revulsivo para la investigación local al desencadenar
una revisión documental y cronológica de los últimos episodios,
tan controvertidos y confusos, de la Guerra de Canarias y de los viajes
del Rey Guanarteme a la Península. Experto en las postrimerías
de la Edad Media y del inicio de la Edad Moderna, Ladero, que
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había investigado en el área andaluza, encauzó varias memorias de
licenciatura y tesis doctorales de jóvenes canarios a su paso por la
Universidad de La Laguna. Entre sus trabajos destaca el análisis de
la sociedad recién implantada en Canarias, a fines del xv y primeras
décadas del XVI, aspectos resumidos en su artículo básico «La economía
de las Islas Canarias a comienzos del XVI» (1977), ejemplo
metodológico del enfoque socio-económico de la historia, que actúa
como parámetro estructural sobre el que los hechos singulares
cobran su justa dimensión y significado.
En esta misma línea, de reconstrucción de la estructura social a
través de las actividades de sus individuos, están los trabajos que
sobre las formaciones y componentes sociales, y sus minorías
(negros, esclavos, conversos, etc.) ha realizado el Dr. Lobo
Cabrera, a partir de unos rigurosos conocimientos sobre los fondos
documentales por el mismo descubiertos, y que tienen una avanzada
aportación en su monografía sobre «El trabajo asalariado en Gran
Canaria en 1536» (1977) y que supone, entre la nueva pléyade de
investigadores una novedad de enfoque y concepción, de capital
interes para la comprensión de los inicios. funcionales de la
sociedad canaria.
Dirigida por el Dr. Ladero es la tesis del Prof. Eduardo Aznar
Vallejo (1938)La integración de las Islas Canarias en la Corona
de Castilla (1478-1526). Aspectos administrativos, sociales y económicos.
Esta obra, por su método y documentación, constituye uno
de los pilares y de los exponentes más sólidos de la historiografía
canaria última. Obra bien construida y aunque, en parte ajustada a
los rigores del neopositivismo en el registro documental (no hay que
olvidar que es una tesis doctoral), se resuelve de modo estructuralista
en la interpretación de las secuencias cortas donde ineteractúan
distintos niveles de actividades y ordenamientos sociales, religiosos,
institucionales, administrativos, étnicos, culturales, etc. Se maneja y
se moviliza con talento un impresionante volúmen de fuentes documentales
que el autor pudo consultar tanto en los archivos canarios
como en otros de la Península, en particular Simancas, Histórico
Nacional, Ducal de Medina Sidonia, Chancillería de Granada,
Catedral de Sevilla, etc. Un conocimiento detallado de la bibliografía
insular y nacional, y la mano experta y directora del Dr. Ladero,
dieron por resultado una obra paradigmática, seria y objetiva, que
emerge como el primer gran estudio que sobre el conjunto realengo
de Canarias se hace, superando el esquema dieciochesco de Viera y
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Clavijo que hasta hoy, y en la práctica, permanecía más o menos
intacto, más por desconocimiento de nuevas fuentes que por el
merecido respeto al arcediano de Fuerteventura.
El Dr. Morales Lezcano que inició su investigación explorando
los temas económicos del mercantilismo atlántico en la Edad
Moderna y contemporánea, las inteligentes síntesis sobre los ciclos
económicos, y las relaciones triangulares del Archipiélago en el
comercio de los vinos, ha inaugurado una nueva línea dirigida a
poner de relieve las ignoradas, pero no por ello menos importantes
relaciones del Archipiélago con el vecino continente africano, en
particular con el Magreb, y su entorno atlántico y mediterráneo. Sus
conocimientos sobre la geopolítica, los vectores internacionales que
se entrecruzan en un mismo escenario, el colionalismo y el programa
de las potencias sobre los protectorados, han sido expuestas
con la clarividencia y capacidad de síntesis que le caracterizan en su
El colonialismo hispanofrancés en Marruecos (1898-1927), y que
es una puerta abierta para comprender el papel que Canarias, en la
retaguardia de la zona jugo, directa o indirectamente, en este proceso,
más cercano y conflictivo en la fachada atlántico-sahariana.
(Morales Lezcano et alii, 1985).
Entre los historiadores canarios afincados desde hace muchos
años en la Península hay que citar a la Prof. María Rosa Alonso,
cuya obra es, desgraciadamente, poco divulgada entre los jóvenes historiadores.
Vinculada a la escuela de Serra Ráfols y a pesar de su
formación filológica indagó la obra de Viana y dio una visión estructural
del Poema y de sus repercusiones en la re-escritura de la Conquista,
poniendo énfasis en las desiguales relaciones entre
vencedores y vencidos. Su fino sentido crítico y su penetrante conocimiento
de la literatura canaria (aunque no es tema de este análisis),
no puede ser obviado en el momento de intentar una síntesis
global de la historia regional canaria.
Mención aparte, por su labor de etnólogo, merece el Dr. José
Pérez Vidal, estudioso del acervo popular y cultural de las islas, de
los registros de su cultura material,. así como de importantes aspectos
de la etnolingüística, de las tradiciones y artesanías, de la antropología
cultural y del folclore. Sus múltiples trabajos han visto la luz
en publicaciones, fuera y dentro del Archipiélago, siendo los más
conocidos los aparecidos en el A.E.A., en la Revista de Historia o
en «El Museo Canario». Una visión de conjunto, y una demostración
de su conocimiento, es su libroLos estudios delfolclore cana-
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río 1880-1980 (1982). Aquí se recogen los antecedentes de los
estudios etnográficos en Canarias, desde sus comienzos románticos,
con la obra de Webb y Berthelot, Chil y Naranjo, hasta otros temas
publicados en la «Revista de Canarias». Pasa revista a los estudios
de Béthencourt Alfonso, Menéndez Pidal, Gr Olavarría y Huarte.
Al cuestionario del Ateneo de Madrid para terminar con el Atlas lingüístico
y los romanceros, recientemente estudiados por el Prof.
Manuel Alvar, en sus investigaciones etnolingüísticas sobre el
Archipiélago Canario. La vasta erudición del Dr. Pérez Vidal, le ha
permitido abordar temas tan distantes como la historia del tabaco,
los molinos y la tecnología popular, siendo en muchos aspectos, su
producción paralela a la de Caro Barjoa. Trabajos sobre la cocina
tradicional, la vivienda rural, los balcones, los cantos y juegos infantiles,
o las influencias portuguesas en la cultura tradicional de Canarias,
están demandando una recopilación y publicación de todos
estos ítems de la cultura popular, de los componentes antropológicos
y etnográficos que Pérez Vidal ha tratado tan sabiamente. No sería
ninguna rumbosidad invitar a las instituciones públicas que se decidieran
a publicar las Obras Completas de este meritorio trabajador
de la cultura quien, desde su alejada atalaya matritense, con visión
serena y crítica, posee un conocimiento excepcional del registro
etnohistórico de las islas.
Además de los maestros y profesores antes mencionados, y
para completar el panorama de la producción historiográfica exterior
hay que citar, a pesar de su juventud, la obra de Agustín Guimerá
Ravina, que se inicia con una producción rigurosa. Iniciado en
el estudio de las Datas de Tenerife (1978), después de sus escasos
escarceos por la arqueología insular, Guimerá Ravina procede de la
Universidad de La Laguna pero amplía su formación en el Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, desde donde tiene acceso a
una mayor documentación orientada a sus estudios sobre el XVI y
XVII, a los repartimientos de Daute (Guimerá Ravina, 1980), que
sirven para radiografiar la situación de la población y sociedad insular
en los albores del XVI.
El interés por el período de transición (1478-1526), ya abordado
por Aznar Vallejo, es clave para la comprensión del desarrollo
posterior de la sociedad insular. Pues en esos escasos 48 años se
ventila una Conquista, se asiste a la implantación de un nuevo
orden, se liquida una cultura, se fomenta una asimilación y se ensayan
varias posibilidades de aprovechamiento y control sobre tierras
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160 Celso Martín de Guzmán
y hombres, operándose sobre un medio tan precario y fragmentado
como el insular.
El «nuevo orden» implica una legislación ad hoc que tiene una
expresión capital en el Fuero de Gran Canaria. Del interesante estudio
del Fuero, realizado por MALPICA CUELLO (1980), se
extraen importantes conclusiones que hacen al modelo de asentamiento
de la nueva sociedad y su marco legal, administrativo y
municipal, y su efectividad en los primeros años posteriores a la
Conquista. Entre las primeras conclusiones que derivan de su estudio
hay que señalar:
1. La analogía entre Canarias y Granada, donde, casi simultáneamente,
se desencadena una guerra (de reconquista en un caso y
de conquista en otro), pero cuyo proceso, y consecuencias generales,
guardan entre sí correlaciones muy próximas, no sólo por su
paralelismo temporal, y por el hecho común de quien promueve y
patrocina la acción bélica, sino por la nueva situación que genera,
asistiéndose a la escisión de una sociedad autóctona que ahora tiene
que recomponerse a partir de la tensión entre vencedores y
vencidos.
2. La necesidad de recurrir a la repoblación (tanto para el
caso de Granada como de Canaria), lo que implica tener que primar
a los nuevos colonos, incentivarlos con el disfrute de una posición
económica y social superior, otorgándoles una serie de privilegios
que se materializarán en los repartimientos.
3. La administración municipal estará, pues, dominada por
un estamento de extracción militar, o presuntamente relacionado
con la nobleza conquistadora, donde se entremezclan repobladores
de nuevo cuño -muchos de ellos confundidos con conquistadores o
parientes próximos a los mismos- con el fin de crear una nueva oligarquía
capaz de detectar, vía ese prestigio, el control económico e
institucional. A estos se suma la nobleza nativa' que, en algunos
casos, principalmente en Gran Canaria o Tenerife, logra rehacerse e
incrustarse en este nuevo ordenamiento administrativo, territorial,
social y cultural.
El Fuero no es más que un instrumento que, poco a poco, y
debido a la permeabilidad y adaptación (transculturación recíproca
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Últimas tendencias metodológicas de la historiografia canaria 161
y posterior proceso de insularización o endoculturación) da paso a
fórmulas más integradoras.
No es extraño entonces que el Siglo XVI haya suscitado el interés
de los nuevos investigadores y esté siendo abordado desde distintos
ángulos que no sólo tienen que ver con las relaciones
comerciales, la organización económica, los cultivos introducidos
(principalmente la caña de azúcar) sino desde el papel de las instituciones.
Tal es el estudio sobre la principal institución de Canarias, la
Iglesia, de FERNÁNDEZ MARTÍN (1975), sobre los aspectos
económicos, administrativos, y humanos de la Diócesis de Canarias
en la segunda mitad del XVI, y donde queda de manifiesto la preponderancia
de la curia en la administración y riqueza de las islas.
Esta «moda» por el XVI, sin embargo, no se puede decir que sea
reciente. DE LA ROSA OLIVERA (1978) con sus buenos trabajos,
recopilación de artículos suyos anteriores, El siglo de la Conquista,
Estudios históricos sobre las Canarias orientales, o «Los
comienzos de la vida municipal en Tenerife», se completan con sus
estudios sobre la colonia genovesa en el repoblamiento e inicio de
las actividades mercantiles.
El XVI es, igualmente, parte central de la obra de PERAZA
DE AYALA, quien desde su formación de jurista trató temas relacionados
con las instituciones cabildicias, los alguacilazgos mayores,
corregidores perpetuos, la jurisdicción eclesiástica o el Real
patronato.
Los problemas derivados del Fuero también han sido analizados
a la luz del derecho, como lo hizo el jurista LALINDE ABADDIA
(1970), e incluso el mismo De la Rosa Olivera.
Aspectos económicos y bancarios pertinentes a la implantación
del «nuevo orden» en las islas, han merecido un tratamiento minucioso
por parte de OTTE (1982), en sus monografías sobre los
Botti, los Sopranis, los Lugo, o el papel de Canarias como plaza
bancaria en el XVI.
Los documentos y repertorios:
Para un apoyo de la historiografía reciente han sido de gran
valor la localización de nuevos fondos documentales relativos al
Archipiélago Canario, como los dados a conocer por FUENTES
ABAJO y PRIETO LUCENA (1980), ~onservados en el Palacio
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162 Ce/so Martín de Guzmán
Arzobispal de Sevilla o los documentos inéditos sacados del
Archivo Nacional de Francia, relativos al comercio canarioamericano
en el XVIII, publicados por MINGUET (1982).
Los trabajos de revisión y catalogación de los fondos del Archipiélago
dirigidos por la profesora RODRÍGUEZ VICENTE
(1982), en colaboración con Francisco Quintana y Cristina Vallejo,
constituyen otra aportación básica. En este mismo sentido hay que
mencionar los trabajos archivísticos de HUESO MONTÓN (1973)
sobre los fondos canarios conservados en la Colección Salazar y
Castro, los de SOLANO (1977), sobre el Juzgado de Canarias a
través de las apelaciones al Consejo de Indias o el de CONTRERAS
MIGUEL (1979) sobre los fondos canarios de la Biblioteca
Real de la Academia de la Historia.
La historiografía interior:
Esta producción historiográfica tiene un denominador común y
es el de su vinculación, al menos formal, a la Universidad de La
Laguna. En particular a la Facultad de Geografía e Historia, o bien
a la Facultad de Derecho donde las figuras de Peraza de Ayala o
Pérez Voituriez no constituyen un hecho aislado pero sí quizá el más
relevante. La peculiaridad de Peraza de Ayala, ligado a la escuela
de Valdeavellano, y con mas de 60 años de intenso trabajo, es después
o junto al Dr. Elías Serra una de las más valiosas contribuciones
a la historiografía regional, tocando multitud de temas como se
desprenden de su copiosa bibliografía, que va desde el derecho a las
instituciones. El caso Peraza es otro ejemplo de la confinación intelectual
superada con una gran voluntad de servicio a las ciencias históricas
y que, tanto desde el cargo académico como fuera de él, ha
seguido aportando sugestivas síntesis e interpretaciones de un alto
nivel científico.
La obra de PÉREZ VOITURIEZ (1977), se mueve dentro de
otros parámetros, propios de un historiador del derecho internacional,
y que tiene la rara habilidad de entender los hechos históricos
dentro de marcos de referencias estructurales. Tal y como de
manera brillante quedó reflejado en su trabajo «Aspectos jurídicos
internacionales de la Conquista de Canarias» (1977). En esta
monografía, tratada con mayor amplitud en su tesis doctoral, se
entiende la conquista de Canarias dentro del marco doctrinal
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Últimas tendencias metodológicas de la historiografia canaria 163
vigente, y de la expansión colonial europea de la Baja Edad Media.
Se pasa revista a la incipiente doctrina de defensa de los derechos
humanos y su relación con los pueblos primitivos, haciendo especial
hincapié en las cuestiones jurídico internacionales, cuya doctrina fue
aplicada u omitida en el proceso de Conquista de Canarias. Los distintos
tanteos de las monarquías cristianas obedecían a sus correspondientes
intereses económicos y geo-estratégicos y que pretendían
poner en coincidencia con el marco doctrinal vigente. Para Pérez
Voituriez esta aplicación del derecho internacional tiene lugar, precisamente,
en uh momento crucial de transformación del derecho
público que va dejando atrás sus esquemas medievales. Hay en este
largo proceso que duró la Conquita, claras superposiciones de fórmulas
contradictorias como lo eran las estructuras feudales y señoriales
y las nuevas normativas de las monarquías en expansión
(Castilla, Aragón y Portugal, principalmente). Aquí se entrecruzan
planteamientos tradicionalistas y liberales. La autoridad papal sigue
arbitrando las diferencias de enfoque, bien se entendiera a los aborígenes
como unacongregatiojidelium o como unacomunitas mortalium.
La superposición, también, de los intereses comerciales y
militares de la empresa frente a la pretensión evangélica. Y, sobre
todos estos factores, la presión de la salida al Atlántico, la búsqueda
de una plataforma de lanzamiento que posibilitara la apertura del
camino de las Indias y la posterior empresa americana.
Dentro del esquema propuesto de historiografía interior, se
distinguen dos grupos principales: a) Los historiadores veteranos, y
b) Los jóvenes historiadores.
a) Los historiadores veteranos: En este primer grupo, en esencia
resultado de la influencia neopositivista del Dr. Serra y la
Revista de Historia, hay que hacer mención a algunas personalidades
que, desde fuera de la Universidad, se han dedicado al estudio
del pasado regional, desde ángulos distintos, pero con cierta unidad
de lenguaje y con un razonable enfoque de los problemas. En ellos
se da una gran importancia a la contrastación del dato, del «hecho
histórico», y una preocupación por certificar todos y cada uno de los
extremos, llegando en muchos casos, a minuciosas precisiones de
carácter genealógico, estudio biográfico de los personajes, obsesión
por la cronología y las periodizaciones. Actúan sobre fuentes conocidas,
o por ellos descubiertas, y abordan, casi siempre, problemas o
aspectos singulares: un personaje, una institución, la historia de una
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
164 Ce/so Martín de Guzmán
ciudad o de un convento. Gozan de una gran versatilidad y estudian,
sin ningún tipo de complejos, cualquier problemática, siempre atenta
a los principios del positivismo historicista que, en algunos temas
polémicos (como el de Colón y Canarias) ha llegado al más estéril
de los hipercriticismos . Adolece, pues, esta producción historiográfica
de un enfoque más global, de un conocimiento estructural del
método y, en muchos casos, bordea la erudición local, supervalorando
factores y circunstancias aleatorias que sólo pueden ser entendidas
en un contexto mayor. No obstante estas precisiones, el
caudal informativo y documental manejado por estos eruditos llega a
ser, en cada uno de sus renglones y en la práctica, exhaustivo, agotando
los temas que tocan en este nivel de los datos utilizados.
El mejor exponente del hipercriticismo positivista sea quizá la
obra del ya fallecido SANTIAGO RODRÍGUEZ (1948 a 1960), y
cuyo aparato crítico a la edición de la Historia de Pedro Agustín del
Castillo (1739) supuso un gran esfuerzo digno de otro destino, y que
dio por resultado un texto literalmente empedrado de citas y llamadas
documentales que neutraliza o anula el relato, no encajan con la
estructura barroca de Castillo, y se mueve en las inseguras arenas
del cronicón tardío, plagado de interpolaciones difíciles de justificar.
Narración densa la del Alferez de Gran Canaria, subjetiva y en
muchos casos invalidada por una pseudo información, de imposible
documentación y que, en el afan por salvarla, hizo también naufragar
la laboriosidad y voluntarismo de Miguel Santiago, puesto al
servicio de una causa perdida. Este modo de entender la historia, sin
una metodología, sin una epistemología de referencia, aproxima al
historiador al simple archivero, bibliotecario o documentalista sin
más oficios y técnicas necesarias, imprescindibles para que se pueda
reconstruir la historia (son sus ladrillos pero no su arquitectura).
Similar enfoque es su trabajo «Los viajes de D. Fernando Guanarteme
y el final de la Conquista de Gran Canaria» (1973), donde obsesionado
por las «precisiones cronológicas» Santiago no encuentra el
modo de entender y encadenar el proceso general de los acontecimientos
que se desarrollaban simultáneamente (la ley de la sincronía)
tanto en la propia isla de Gran Canaria como en la
Península.
En otro sentido, y con una sólida formación y experiencia, hay
que mencionar la obra del notario GUIMERA PERAZA (1976)
que se ha ocupado por entender uno de los problemas más actuales y
complejos de la reciente historia contemporánea, como lo que es, el
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Últimas tendencias metodológicas de la historiograjia canaria 165
que él llamó con total acierto, «pleito insular» (1808-1936). Esta
investigación dio por resultado un volumen de 610 pp. donde queda
dicho y analizado, paso a paso, los temas de la capitalidad, la división
y el gobierno de la Provincia, y que han sido tratados -con
mayor detenimiento si cabe- en otros artículos suyos como «La
capitalidad y la división» (1977) o «El pleito insular: del gobierno
único a las dos provincias» (1979). Todos ellos concebidos con una
óptica moderna de historiador contemporáneo. Es este uno de los
raros y honestos ejemplos de la investigación «extra muros» de la
Universidad y que se nos ofrece con las garantías científicas suficientes,
y redactadas en un lenguaje claro y bien construido.
Entre los profesores vivos que tuvieron que ver muy directamente
con las «empresas» del Dr. Serra, en trabajos como la edición
crítica de Le Canarien (1960) hay que citar a Alejandro CIORANESCU
quien, incansablemente, sigue dando cuenta de una envidiable
actividad investigadora y de publicista. Desde su ya conocida
participación en la edición crítica de la obra de Abreu Galindo
(1955), con su magnífico prólogo-estudio de introducción, o la traducción
del italiano, introducción y notas críticas a laDescripción ...
de Leonardo Torriani (varias ediciones, ed. 1978), y por solo citar las
más sobresalientes, el Dr. Cioranescu es un hombre de fonnación
enciclopédica, riguroso y exigente con su propia obra, y que no cede
a los planteamientos fáciles o a los temas trillados. Tiene un sentido
universal de lo «histórico» pero no le limita ni frena para llegar, con
exactitud, a diseccionar, hasta sus más íntimos detalles, como un
naturalista, cada uno de los temas bajo su controlo estudio. Interesado
en los asuntos de la Ilustración y del XVIII canario, nuestro
gran siglo, la obra reciente de Cioranescu no ha renunciado a una
amplitud cronológica que va desde la Conquista bethencuriana
(CIORANESCU, 1977), al estudio sobre las piraterías en aguas
canarias en el siglo XVIII (CIORANESCU, 1978). La historia interior,
la microhistoria, es uno de los dominios en los que mejor se
mueve Cioranescu, hecho que sorprende más si se atiende a su condición
de extranjero (y quizá por eso). Biografías como las de Núñez
de la Peña (Edirca, 1982), o «Los hermanos Silva en la empresa
americana» (A.E.A 197 ) o en sus libros de historia social y estudio
de la eV91ución de las ciudades, en sus «guías», como la de La
Laguna (verdadero compendio urbano en su trama histórica), o en
su artículo «Los primeros pobladores de Sta. Cruz de Tenerife»
(AE.A 21, 1975), se reitera su preciso conocimiento del medio y
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
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del «climax» en el que se mueve y habita el propio Cioranescu.
En síntesis, la obra de Cioranescu hace gala de una rara erudición,
de una gran facilidad para encuadrar temas dispares, tocar los
resortes y las claves que toda época y situación del segmento histórico
oculta a la mayor parte de los historiadores.
También en una estrecha y personal relación con Serra Ráfols y
en un contexto interdisciplinar, más próximo a la etnolingüística, los
trabajos del Dr. Régulo Pérez se inscriben en el ámbito de los colaboradores
y firmas más críticas de laRevista de Historia. Sus resenciones
son de una aprovechada lectura, donde número tras número y
durante muchos años se convirtieron en un estímulo de lecturas y
análisis posteriores. Profesor universitario, amante de su tierra, y
con un gran bagaje cultural, los artículos de Régulo no tienen desperdicio
por la originalidad de los temas y por el gracejo y fina ironía
con que aborda cuestiones que otros tratarían con rígida solemnidad.
Hay en él mucho del estilo, levemente zumbón, de Serra. Entre
sus aportaciones de interés, y que dan relieve a ítems que suelen
marginarse de modo incomprensi.ble, merecen ser destacadas sus
monografías sobre la industria de la seda en Canarias (1978), La
Laguna y la ~ericultura (s. a.) o sobre el cultivo de las papas
(REGULO PEREZ, 1978). Estudios que inauguran perspectivas
entre la etnografía y la historia y abre nuevas interpretaciones de
fenómenos que muchas veces se ofrecen con perfiles monolíticos.
El trabajo de gabinete, muchas veces callado y poco reconocido,
de la Dra. Marrero Rodríguez, hay que empezarlo a valorar
desde su vocación científica y en función de su dedicación como
documentalista, transcribiendo importantes repertorios básicos para
el estudio del XVI, tarea en la cual, junto a Emma González y a
Aurina Rodríguez, fue una auténtica pionera. A ellas se debe el disponer
de muchas fuentes documentales que han servido para precisar
y apuntalar el aún incompleto conocimiento del XVI. Temas
como la esclavitud en tiempos de los Reyes Católicos (MARRERO,
1977), los mercaderes flamencos en Tenerife (MARRERO, 1982),
ilustrarían por sí sólo la validez y solidez de estos estudios realizados
por una auténtica especialista en el XVI de Canarias. Esta preparación
le ha permitido escribir, con lucidez y rigor, tanto artículos de
síntesis, como otros temas más concretos, sobre los viajes atlánticos de
unos vecinos de Tenerife (MARRERO, 1977), sin descuidar el
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Últimas tendencias metodológicas de la histon'ografla canaria 167
estudio de las relaciones internacionales entre Canarias, Castilla y
Flandes en la primera mitad del XVI (MARRERO, 1978).
La aportación de la Prof. Marrero, desde su Cátedra de La
Laguna, no sólo ha repercutido en este mejor desvelamiento del
pasado histórico canario sino que ha compartido sus esfuerzos en iniciar
a muchos alumnos de la especialidad de Historia en las transcripciones
documentales de este período inicial y fundamental de la
historiografía regional: el XVI.
Los importantes fondos documentales custodiados en el Museo
Canario de Las Palmas y, en particular, los correspondientes a la
Inquisición, ya habían sido objeto de catalogación parcial desde los
años 30 y 40 por Alamo Hernández y otros colaboradores del Dr.
Millares Carló. Esta tarea, por distintos avatares de la institucióp.
tuvo que ser interrumpida y volvió a ser continuada por RODRIGUEZ
GALINDO (1966-1969, 1970, 1971), dando a con9cer
una serie interesante de índices y extractos de aquellos fondos. Ultimamente
una tercera parte bajo el título «Catálogo y extractos de la
Inquisición de Canarias» (1981), dónde se vuelve a poner de manifiesto
el auténtico arsenal documental relativo a la Inquisición, de
capital interés para la etnohistoria y la antropología cultural del
Archipiélago. El Prof. ANAYA ha seguido sus pesquisas en estos
fondos inquisitoriales relacionados con la brujería y el curanderismo
practicado en el mundo rural y urbano canario, en rituales sintéticos
de judería, moriscos y probables supervivencias del mundo aborígen,
tal mal y poco conocido.
La vocación americanista de los historiadores canarios ha
tenido en BORGES JACINTO.DEL CASTILLO, una de sus más
decididas valedoras, en la línea de investigación que el Dr. Morales
Padrón, desde la Universidad de Sevilla, igualmente, se ha esforzado
en afianzar en los Coloquios de historia canario-americana
(1976 a 1986), en sus últimas siete ediciones. La temática americanista
de Borges ha tocado temas como los viajes colombinos, la participación
de los canarios en la empresa americana (BORGES,
1977), o el estudio de la emigración canaria a América en el XVI
(BORGES, 1977). Hay que destacar «Las primeras migraciones a
Indias desde las Islas Orientales (Lanzarote, Fuerteventura, Gran
Canaria), presentada en el 11· Coloquio, y su estudio monográfico
«Trascendencia del "reinado" de Sebastián del Castillo en el Perú»
(BORGES, 1978). La visión de la Dra. Borges en resaltar la trascendencia
de esta aportación canaria al nacimiento de la nueva socie-
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
168 Celso Martín de Guzmán
dad latinoamericana, índice en la importancia de los intercambios
culturales, agrícolas, comerciales y artesanales que a lo largo de más
de 300 años constituyen el principal soporte de la economía canaria,
influyó en sus crisis de población y, en definitiva, fue modulando,
con especial referencia al mundo antillano, la ideosincracia isleña,
en tantos aspectos muy similar a la americana.
En el entorno y ambiente de estudio e investigación estimulado
por el Dr. Millares C~ló hay que recoger los trab~jos realizados por
HERNANDEZ SUAREZ (1977), referidos al «Indice de la Colección
de documentos de Agustín Millares Torres», o su interesante
lib~o Contribuci~n a la historia de la imprenta en Canarias (HERNANDEZ
SUAREZ, 1977) y que viene a completar la visión
erudita que, desde otro ángulo ya había abordado Antonio Vizcaya,
Tipografia Canaria (1965), e incluso los volúmenes de MILLARES
CARLO y HERNÁNDEZ suÁREz (1975 y 1977), editados por el
Plan Cultural, y donde se recoge una visión procesal, bien detallada
y documentada, de los escritores canarios a lo largo de tres centurias,
con muchos datos hasta entonces inéditos o poco
conocidos.
Desde su crítica intelectual, bien desde la cátedra o desde la
dirección del Archivo Provincial de Las Palmas, hay que mencionar
los trabajos de BLANCO MONTESDEOCA, con sus reediciones
de la Breve noticia histórica de las Islas Canarias (1976, 2.a ed.).
Perfecto conocedor de los fondos notariales y del grueso de la documentación
del Archivo Provincial, no ha descuidado abordar otros
temas, más actuales, como en su trabajo sobre la frustrada emigración
a Venezuela (BLANCO, 1976), o temas sobre el XVI, siglo que
domina en sus detalles, en colaboración con el Dr. Lobo y sobre el
personaje de Ana Cibo de Sopranis (BLANCO y LOBO, 1982).
Aquí se da una panorámica del conflictivo XVI, con una sociedad
que se está fraguando, multiétnica y con contradicciones internas,
muchas veces expresadas en la disidencia religiosa.
Trabajos debidos a eruditos que incursionan en la historia
desde sus posiciones informativas o archivos, son los de CULLEN
DEL CASTILLO (1981), dedicado a la Torre de Gando. Autor
más conocido por la edición y estudio del, tantas veces citado,Libro
Rojo del Ayuntamiento de Las Palmas (CULLEN, 1974). El
acceso a los herméticos archivos de la curia ha permitido a sacerdotes
como Cazorla o Caballero dar a conocer algunos datos de interés,
como una aproximación a los propios fondos del Archivo de la
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Últimas tendencias metodológicas de la historiograjia canaria 169
Catedral de Las Palmas (CAZORLA, 1980), o alguna carta desconocida
de los Reyes Católicos (CAZORLA, 1981). El tema del
Seminario de Canarias, que aún está esperando esa gran tesis doctoral,
ha sido parcialmente abordado por CABALLERO MÚJICA
(1981). La relación del Seminario y la Ilustración clerical del XVIII
también interesó a monseñor INFANTES FLORIDO (1977),
quien redactó un ensayo de interpretación de este momento de la
mitra canariense.
El paso, a veces imperceptible, entre la historiografía profesional,
de historiadores plenos, y los trabajos de eruditos de formación
universitaria y conocedores de las fuentes, obliga, por pragmatismo,
a aceptar esta contribución. Muchos de estos trabajos apenas observan
las técnicas y métodos propios de las ciencias históricas pero,
sin embargo contienen otros valores, como su propia publicación,
que puede ser posteriormente sometida a un nuevo control por los
historiadores profesionales, en síntesis más adecuadas. La abundancia
de estos trabajos de aficionados a la historia ha sido más característico
del círculo de Las Palmas que se ha movido alrededor del
Museo y los archivos parroquiales. Si bien en el pasado pudo estar
justificado, por vacío intelectual y universitario, hoy las nuevas promociones
de jóvenes historiadores deben reclamar para sí la profesionalidad
de la historia con el mismo rango que velan celosamente
sus derechos los licenciados en derecho o en medicina, y de este
modo superar el intrusismo profesional que tanto daño ha hecho a la
cultura y a las humanidades en Canarias.
b) Losjóvenes historiadores: Como consecuencia de la puesta
en marcha de la Especialidad de Historia en la Universidad de La
Laguna (octubre de 1966), desde los primeros años de la década de
los setenta se sucede una serie de monografías, en su mayor parte
Memorias de Licenciatura o Tesis Doctorales, dirigidas por el Dr.
Béthencourt Massieu (por entonces Director del Departamento de
Historia y más tarde Rector de aquella Universidad, o por el Dr.
Ladero Quesada, que igualmente, fue profesor de aquella Facultad.
Estos trabajos se encaminaron, principalmente, a cubrir tres frentes
de gran interés:
l.-Proseguir la actividad heurística, con la transcripción de
fuentes documentales, insistiendo en los fondos y protocolos de los
Cabildos y Escribanías concentrados en los Archivos Provinciales
de Tenerife y de Las Palmas.
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170 Ce/so Martín de Guzmán
2.- Orientar los trabajos por segmentos cronológicos, y abo-cando
en este sentido por unaorientación metodológica de carácter
procesal. Se propusieron aspectos relevantes, o al menos significativos
del pasado insular, introduciendo, en cada período estudiado, un
nuevo énfasis sobre los ítems económicos, sociales y estructurales
que viniese a compensar el desequilibrio de la historiografía regional
producida en las décadas anteriores más atraída por lo institucional,
lo biográfico o las síntesis ideográficas, intuicinistas, y con escaso
aparato estadístico y numérico.
3.-Introducír los modernos procedimientos ensayados en la
Escuela francesa (a partir de los Anales), o inspirarse en los logros
de la universidad catalana influencia por la historiografía económica
del corte Vicens Vives, valerse de los denominados «métodos cuantitativos
para historiadores», con el propósito de obtener constantes
numéricas con que expresar en términos ensurables los datos que
tradicionalmente se ofrecían desordenados, deslabazados y sin una
lectura fácil. Consecuencia de esta orientación va a ser la estrecha
relación interdisciplinar que se verá en la obligación de tender un
puente metodológico entre los geógrafos humanos y los historiadores
y que, a partir de ahora, coincidirán en sus campos de estudio
aún cuando con objetivos diferentes. Los censos, las. cuenta~ e índices
mercantiles, los registros de fletes y aduanas, de movimiento de
buques y mercancías, la documentación sobre bienes y personas va
a ser un nuevo telón de fondo que anime a estos nuevos trabajos,
nacidos y crecidos todos ellos bajo los auspicios universitarios y dirigidos
por especialistas.
A partir de esta renovación metodológica impulsada desde las
cátedras de La Laguna, aparecen tres nuevos ejes temáticos sobre
los que se volcarán los nuevos historiadores:
- El SIGLO XVI: Como arranque imprescindible para la
comprensión del fenómeno de transculturac.ión, con concomitancias
interdisciplinarias entre historiadores, arqueólogos, antropólogos
y etnólogos.
- LA SEGUNDA TRANSICIÓN: El paso entre el Antiguo
Régimen y el advenimiento de la Ilustración. Con una mayor incidencia
en el XVIII que ha sido para Canarias su sucedáneo renacentista
o su «Gran Siglo», y donde termina de fraguar lo que hoy se
entiende por sociedad canaria.
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Últimas tendencias metodológicas de la historiografía canaria 171
- LA HISTORIA RECIENTE: La potenciación de un
nuevo núcleo de investigación, sobre el pasado reciente, XIX-XX,
con la aparición de novedades temáticas a partir del estudio de los
movimientos obreros, las revueltas, la incidencia de los factores
políticos, los puertos y las ciudades, las sociedades e instituciones,
el ejército y el dinero, las relaciones internacionales, la geopolítica
y, por último, el «tema Mrica».
Además de estos tres grandes ejes, que son temáticos y cronológicos,
se suman otras líneas de investigación que se entrecruzan con
ellos, y entre las que hay que referir la americanista, quizá no suficientemente
primada entre la nueva generación de historiadores,
más volcados a la comprensión de su propia historia regional, y
quizá también comprensible por la distancia de los fondos documentales
que obligaría a desplazamientos y estancias no siempre posibles
de sufragar.
Así, pues, en la última década, se asiste a un reordenamiento de
las disciplinas y a una clarificación de los campos de estudio, como
consecuencia del grado de especialización que van adquiriendo las
ciencias históricas. Esta situación afecta a otros estudios próximos,
o tradicionalmente ligados a la Historia:
- A la emancipación paulatina de los estudios sohrp. hi<:tnri"
del Arte que cobran entidad propia 't que obedecen a otros pla~~:~mientos
pero que igualmente están en el centro de la trama y del
desarrollo de la sociedad canaria. En esta sección, ya con personalidad
propia, el magisterio del Dr. HERNÁNDEZ PERERA, hoy en
la Universidad de Madrid, representa la aportación de más calado,
por su continuidad y categoría, en el ámbito de la Historia del Arte
en Canarias, donde dejó una auténtica escuela, de personalidades
tan relevantes como Martínez de la Peña, Pérez Reyes, Fraga González,
Trujillo, Arias, que han abordado espacios urbanos, las artes
suntuarias, el arte contemporáneo y actual, las vanguardias y la presencia
de artistas canarios dentro y fuera del Archipiélago. Su
método, en gran medida histórico cultural, no descarta los analisis
funcionales o las interpretaciones estructurales que conciben el arte
como un fenómeno total, asentado en el corazón de las
sociedades.
- A la interdisciplinariedad entre la historia y la geografía
humana, la etnohistoria y la etnolingüística y la antropología. La
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172 Ce/so Martín de Guzmán
presencia en las islas de jóvenes sociólogos y economistas también
ha ayudado a esta visión de una historia concebida desde distintos
ángulos y lecturas, echándose quizá de menos trabajos de síntesis,
con una orientación holística, ausencia disculpable por ser quizá
algo prematuro para abordar estas revisiones, o relecturas que cada
generación debe hacerse ante los hechos y el proceso histórico general
de su país.
Estos y otros tantos postulados subyacentes en el quehacer de
la reciente historiografía ha aconsejado revisar y analizar la producción
bibliográfica a partir de los segmentos cronológicos en lo que se
han ido configurando campos de interés, y en los que se han ido
especializando los nuevos investigadores que, a diferencia de sus
predecesores -más versátiles en los temas y en la elección de
época- han preferido sistemas más cortos y mejor definidos de la
sociedad insular. Debido a esta especialidad los estudios han
ganado en profundidad, con una más depurada documentación
(mucha de ella inédita o de primera mano), un manejo más seguro y
riguroso de las fuentes, y con unos resultados precisos, expuestos en
trabajos bien estructurados con su aparato crítico pertinente.
La nueva historiografía canaria se ofrece no sólo con novedades
temáticas sino con innovaciones de enfoque, uniendo a estas categorías
una preocupación semiológica por el discurso histórico, por el
modo de exponer que guarda entre los nuevos historiadores las suficientes
similitudes para atribuirles un parentesco formal. En esto,
como en otras tantas cosas, la Universidad de La Laguna ha contribuido
positiva y sútilmente a crear una incipiente «tendencia»
modal en orden a la formación científica y profesional de estos
investigadores.
La historiografía por contenidos:
1. Trabajos sobre la protohistoria. - La protohistoria de
Canarias se conforma en una doble vertiente: orígenes enfrentados y
dicotómicos. Sobre el escenario de Canarias, en el siglo XIV, se inician
una serie de tanteos de invasión y colonización por parte de
grupos europeos que entran en contacto con la pre existente sociedad
natural, los llamados aborígenes o, mucho mejor aún, como se
decía en la época de la Ilustración «los antiguos canarios». Se generan,
pues, dos series documentales diferentes: a) La que da cuenta
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Últimas tendencias metodológicas de la historiograjia canaria 173
de los episodios del establecimiento y penetración europea en Canarias,
recogida en bulas papales, reales cédulas, cuentas de viajes, listas
de esclavos, etc. y donde el papel de las monarquías cristianas de
la Península, y la acción vaticana, van a ser determinantes en competencia
con los propósitos señoriales de enfeudamiento. Factores
que generan, desde un principio, una situación peculiar que determina
la cristalización ulterior de dos archipiélagos administrativos:
el Señorial y el Realengo. De esta protohistoria de Canarias, en versión
europea, los viajes y la presencia mallorquina (impecablemente
estudiada por el Dr. Rumeu de Armas), y la Conquista bethencouriana
y sus secuelas señoriales, son los dos hechos configurantes. La
pugna entre Portugal y Castilla, y la decisión de esta última de rematar
la incorporación de las islas mayores, creó de hecho, y después
de derecho, una situación irreversible. Esta protohistoria europea en
Canarias, por poner una fecha, puede entenderse desde el establecimiento
de Lancelotto Malocello (documentado en el portulano de
Angelino Dulcert en 1339), hasta el epílogo de la Conquista de
Tenerife en 1496. Más de 150 años invertidos en una operación de
penetración, conquista y asimilación, realizada con distintos procedimientos
y que desemboca en el establecimiento de un «nuevo
orden».
La otra vertiente de la protohistoria enlaza con la arqueología
prehistórica, con la etnohistoria de los antiguos canarios, y se sitúa a
partir de una sucesión de relatos de viajes (como el de Nicolás de
Recco, D'Azurara, Gaspar Frutuoso), o de Crónicas como Le
Canarien (1402), que vienen a ser las primeras tomas en directo de
aquella extraña sociedad que en estado natural se ofrecía a los
cristianos.
Hay que reconocer que la historiografía animada por Serra,
Rumeu de Armas y W61fel entre los principales, exploró con fortuna
este primer capítulo de la historia de Canarias, que se concluye con
los hechos de guerra de la Conquista, y que en el caso de Tenerife
cuenta con un excelente trabajo de RUMEU DE ARMAS (1975).
La salida al Atlántico, los indecisos movimientos en un medio marítimo
desconocido, y en una geografía portentosa, el establecimiento
de las factorías, la determinación de la proximidad a la costa de
África, el camino posterior y «carrera» de Indias, contribuyen a un
juego complicado dentro del cuadro, de por sí complejo, de la situación
internacional de entonces y que va a quedar trastocada a partir
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174 Ce/so Martín de Guzmán
del siglo de los descubrimientos geográficos y la política expansiva
de Castilla y Portugal.
La historiografía reciente no cuenta con aportaciones documentales
que hayan hecho cambiar en 10 fundamental el estado de los
conocimientos de hace 20 ó 30 años. Algún trabajo monográfico,
como el de PALLARÉS PADILLA (1977), sobre Martín Ruiz de
Avendaño en Lanzarote sirve para precisar detalles de esta
aventura.
2. El Período de transición siglo XV-XVI.- El período clave
que va de 1478 a 1526 ha vuelto a ser uno de los temas prioritarios
de la nueva historiografía, gracias, en primer lugar, a un conocimiento
más completo de los repertorios documentales de la época y
a la dirección de investigaciones orientadas a reconstruir, año tras
año, las dificultades y logros que se sucedieron en el complejo proceso
de integración de las dos sociedades: la sociedad natural de los
antiguos canarios y el «nuevo orden» derivado de su integración en
la Corona de Castilla.
El Dr. Ladero Quesada, a su paso por la Universidad de La
Laguna, inició en este segmento de la investigación a algunos de sus
alumnos y sus precisos conocimientos sobre la Baja Edad Media y
Andalucía, fueron de una gran utilidad en el momento de explicar las
peculiaridades y rasgos comunes de la hacienda real en Canarias y
su estudio comparado con el régimen general de Castilla a comienzos
del XVI. Este tema fue desarrollado en un artículo suyo en colaboración
con AZNAR VALLEJü (1982), y en otro del mismo
AZNAR (1979) sobre la organización económica de las Islas Canarias
después de la Conquista y donde se vuelve a recalcar, desde una
perspectiva global, las analogías y diferencias detectadas en el
Archipiélago Canario y Andalucía.
Pero, la aportación capital, y a la que ya se ha hecho referencia,
para este período de transición, sigue siendo el trabajo doctoral de
AZNAR VALLEJO (1983), Y donde se trazan las caracteísticas
del mar administrativo en que se desarrolla el proceso. No se olvida
del factor «hombre» y de sus actividades económicas y analiza los
fundamentos jurídicos de la incorporación, el nacimiento, normativa
y funcionamiento de los Concejos, sus competencias económicas, su
composición, determinando el papel y la jerarquía de cada uno de
los miembros del regimiento y oficiales concejiles. Su conocimiento
sobre los recursos e ingresos, sisas y repartimientos, participación
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Últimas tendencias metodológicas de la historiografia canaria 175
en rentas reales, la fiscalidad de la Corona y las rentas eclesiásticas,
le permiten llegar a la conclusión de que, en términos generales, la
presión fiscal soportada por los vecinos de las islas fue relativamente
moderada. Circunstancia ésta que amortiguó los conflictos sociales
y afianzó el proceso de asentamiento, repoblación y colonización de
las islas de realengo.
La segunda parte del estudio de Aznar incide en el factor
humano, el componente activo de la colonización, en su doble función
poblacional y de ordenamiento social. Señala los factores de
estructuración y jerarquización, las categorías sociales y los grupos
étnicos y religiosos que se aglutinan en tomo a sus actividades, relaciones
y poder económico. Las colonias europeas, principalmente la
genovesa, las minorías de origen africano y el componente de base
que sigue siendo el indigenato, se proyectan, con distinta significación,
sobre los principios de organización y unidades básicas de esta
población amalgamada. La primera conclusión que se fija es la del
carácter heterogéneo de la primera población canaria, siendo revelador
el dato que ya se intuía: el que la población autóctona, a pesar de
la violencia de la confrontación de las razzias y ventas de esclavos,
no sólo no desapareció sino que al final de este proceso de incorporación
aparece nuevamente recuperada. El nuevo ordenamiento
económicos y los esquemas de explotación requirieron de su mano de
obra, nunca suficiente y muy demandada. La escasez de estos
medios humanos obligó a reclutar, por procedimientos coercitivos y
contundentes una población esclava extraída de la costa berberisca
y que está ligada 'a un tráfico humano y a transacciones económicas
más difíciles de documentar por su carácter secreto y prohibido.
Las actividades económicas van a completar y animar este cuadro
dotándole de una gran dinámica. Por un lado las innovaciones de la
ergogía y las técnicas agrícolas y pastoriles (estas últimas en menor
medida las nuevas especies y cultivos, las nuevas roturaciones y
bancales, los repartimientos de tierras yaguas, la regulación del apacentamiento
del ganado, el nacimiento de las actividades derivadas
del comercio, la legislación, los transportes y las primeras maquinarias
y artefactos. Se asiste en conjunto, a una nueva distribución de
la propiedad y de la tenencia de la tierra. Empieza a implantarse
toda una paleotécnica, de procedencia medieval que se pone en
manos de un artesanado y en los oficios div,ersos que hacen posible
la edificación de sistema social moderno. Junto a ello los servicios
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176 Ce/so Martín de Guzmán
complementarios y las primeras profesiones liberales ejercidas en
las islas.
Entre las conclusiones finales a las que accede Aznar hay que
indicar que se asiste al nacimiento de una sociedad marcada por la
primacía de lo agrícola y que en sus orígenes no estuvo sometida al
monocultivo. El sistema de repartimientos posibilitó la coexistencia
de grandes con medianos y pequeños propietarios, aún cuando las
«reformaciones» posteriores descaradamente favorecieron la concentración
y las parcialidades. La escasez de mano de obra va a condicionar
los resultados y el funcionamiento de contratación, las
relaciones derivadas entre el capital y el trabajo. Desde un principio,
los intercambios comerciales se ofrecen negativos para el Archipiélago
y, estas actividades, en un 90% están en manos de familias o
parientes extranjeros. En cuanto a la artesanía queda circunscrita a
los oficios de tipo básico: alimentación, calzado y construcción.
Sólo alcanza cierto rango industrial la producción azucarera. La
ganadería, por su parte, se muestra como una actividad complementaria
de la agricultura y, en la mayoría de los casos, en manos del
indigenato acantonado en el interior.
En líneas generales, la Corona estuvo desde un primer
momento interesada en impulsar la repoblación y favorecer el asentamiento
de colonias mercantiles en el Archipiélago con una política
tendente a incrementar la prosperidad y la riqueza.
Una de las principales aportaciones documentales al conocimiento
de la primera mitad del XVI, se debe al Dr. Lobo Cabrera,
gran conocedor de los archivos insulares, de los que ha rescatado
importantes fuentes relacionadas con la configuración de los perfiles
sociales de las islas. Su estudio sobre el trabajo asalariado en Gran
Canaria, abarca desde la terminación de la Conquista a 1536,
donde, en tomo a la industria azucarera surgirán un número de actividades
que tienden a cubrir las necesidades vitales de los nuevos
colonos. Los primeros oficios se organizan como en Castilla y quedan
sometidos a un control de pruebas de aptitud por parte de los
alcaldes y vendedores del gremio correspondiente. El aprendizaje, el
oficialazgo, la maestría y otros grados van dando cuerpo a las distintas
competencias artesanales y a una mejor organización laboral. En
cuanto al trabajo asalariado, y ~n concreto el referido a las industrias
de explotación azucarera, se impone la fórmula de trabajo «a
partido», que se combina con aquellas otras que cobran por jornadas
de trabajo. Destacan las «zafras» de los cañavereros y los moledores
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Últimas tendencias metodológicas de la histon"ograjia canaria 177
que dura desde que los cañaverales empezaban a estar en sazón, a
principio de año, hasta aproximadamente el mes de junio. Los criadores
de ganado, los pescadores, los carpinteros, sastres y albañiles
animan este colectivo social junto a los almocrebes, o encargados
del transporte pesado cuya importancia fue fundamental en el desarrollo
de los ingenios de azúcar. Dada la escasez de moneda
corriente lo normal era que se pagase en especies, aún cuando quedaba
establecido, por medio de una serie de Ordenanzas, como
debía ser el sueldo y la jornada mensual, esta última de 26 días al
mes, con un salario diario para los segadores, o podadores de viñas,
de 72 maravedíes más almuerzo. Se documentan también contratos
anuales a porqueros o cabreros que llegan a los 9.000 maravedíes e
incluso la fórmula de pago por medio de la entrega de un esclavo. En
síntesis, los trabajos mejor pagados eran los correspondientes al sector
primario y, aunque pudiera resultar exagerado, las condiciones
de trabajo en el XVI no eran tan onerosas, llegando a tenerse previsto
que si el patrón no pagaba al final deltrabajo estaría obligado a mantener
al asalariado hasta que este consiguiese un nuevo trabajo. De
todos los trabajadores los mejores retribuidos, y los más demandados,
fueron los cañavereros, moledores y almocrebes, todos ellos dentro
del circuito laboral de la industria del azúcar.
Otro de los temas de los que se ha ocupado el Dr. Lobo ha sido
el estamento indígena después de la conquista. Da cuenta de esto
en un importante artículo sobre el comportamiento y la mentalidad
de los aborígenes a través de sus disposiciones testamentarias
(LOBO CABRERA, 1982). La formación social indígena se pre-
'senta dividida en dos grupos. El urbano, formado por canarios notables;
y el rural, dedicado, principalmente, al pastoreo, y más reacio a
la transculturación. Los núcleos urbanos de La Laguna y la Villa de
Gáldar, siguen siendo importantes por sus concentraciones aborígenes,
llegándose a la estimación de una perpetuación de estos grupos
que, poco a poco, se van asimilando, y formarán a finales del XVI y
principios del XVII el sustrato de la pirámide demográfica y social de
Canarias. El tema de las «minorías», en particular de los libertos y
esclavos, así como de los mercaderes y la trata de hombres ha sido
objeto de provechosas pesquisas en los archivos insulares, completando
el cuadro que sobre este tema muchas veces confuso. La especialidad
sobre el quinientos que con gran éxito documental se debe
al Dr. Lobo Cabrera ha posibilitado la apertura a aspectos tan interesantes
como el de las explotaciones mineras (LOBO CABRERA,
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
178 Ce/so Martín de Guzmán
1980), O la proyección americanista referida a la creación de los
Jueces de Registro en 1566 (LOBO CABRERA, 1982).
Con todo, y basado en una documentación de primera mano,
los trabajos de Lobo Cabrera ofrecen los fundamentos sólidos para
comprender un período tan fundamental como el XVI, sin el cual
sería imposible intentar una hermenéutica y una síntesis posterior
más amplia, pero argumentada en estos logros documentales, bien
manejados y aprovechados.
El interés por XVI canario ha tenido la aportación de destacados
profesores extranjeros que como Charles Verlinden ha estudiado
el tema de la esclavitud aprovechando la documentación
anterior y aportando nuevos datos complementarios (VERLINDEN,
1982). De DÍAZ HERNÁNDEZ (1984) es el estudio
monográfico referido a la isla de La Palma, pero dedicado al XVII,
trabajo en el que ha participado el propio Lobo Cabrera. Se trata de
un extenso estudio, con datos de mucho interés. En cuanto a la
esclavitud en !a ciudad de La Laguna, ya fue estudiada por MARCOS
MARTIN (1980), valiéndose del registro de los archivos
parroquiales que logran dar una versión muy diferente del tópico
señorial y nobiliario de la Ciudad de los Adelantados.
Para completar esta panorámica del XVI, no pueden olvidarse
los trabajos más monográficos, dedicados a las grandes familias del
mercantilismo burgués, estudiadas por OTTE (1977 Y 1980), con
sus bien traídos análisis sobre los Botti y los Lugo, o sobre la poderosa
familia de los Sopranis enriquecida con los ingenios azucareros.
Por su parte PÉREZ SAAVEDRA (1983) ha abordado las
relaciones de trabajo en la isla de Tenerife en el XVI y SÁNCHEZ
HERRERO (1977), los aspectos de la organización eclesiástica y
administración económica de la Diócesis de Canarias a finales
del XVI.
Con todo, y sin llegar a ser exhaustivo, la visión sobre el XVI
canario ha ido ganando en relieve con otros trabajos como los de la
documentación de los fletamentos en el primer tercio del XVI debido
a CLAVIJa HERNÁNDEZ (1982) o a los canarios en la
«carrera» de Indias de GUIMERÁ RAVINA (1977).
3. El Siglo XVII, el gran desconocido.- La centuria de la crisis,
del «bajón», sigue siendo a pesar de estas circunstancias,
muchas veces de carácter apriorístico, poco o mal conocido. La historiografía
canaria no ha dedicado la suficiente atención a esta
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Últimas tendencias metodológicas de la historiografia canaria 179
época que se hace coincidir con el absolutismo, el dogma tridentino,
la inquisición y la intransigencia española. A SÁNCHEZ
HERRERO (1975) se debe el trabajo sobre la población de las Islas
Canarias de la segunda mitad de la centuria. La investigación pone
de manifiesto el estancamiento y retroceso demográfico y la gran
crisis económica. Contrasta con estos datos el relativo apogeo de la
administración eclesiástica que es el único sector que logra sobrevivir.
Para comprender el tráfico comercial entre Canarias y América
durante el XVII, y deducir el volúmen de los intercambios y las
características de la emigración, el estudio realizado por LÓPEZ
CANTOS (1976), resulta de obligada consulta.
Un ejemplo de revisionismo histórico a la luz de los métodos
cuantitativos usados por los historiadores, es el reajuste y reinterpretación
que ha hecho SANTANA GODOY (1978) sobre el recuento
decimal de los azúcares de las islas, entre 1634 y 1813. Con una
estrategia más hermeneútica está resuelto su ensayo sobre la crisis
económica y los conflictos sociales producidos en las islas
entre1660 a 1740 Y que sirven para radiografiar la agitación social
subyacente en una sociedad empobrecida. (SANTANA GODOY,
1978.)
No obstante y a pesar de los esfuerzos de estos historiadores la
visión del XVII sigue siendo parcial e incompleta y no cuenta con un
activo de acopio documental, que debe recabarse, principalmente,
de los registros parroquiales que en este siglo son abundantes. Contrasta
esta precariedad con los que, en estos últimos diez años, ha
puesto investigación en manos de los estudiosos del XVI. Quizá
habría que reescribir una historia de la Iglesia en el XVII para comprender
este engolfamiento, la atonía y la falta de estímulos de la
sociedad canaria que -como el resto de la sociedad española de
entonces- es obligada a emigrar a Indias y cuyos comercios están
sometidos a los rígidos dictados e intereses de la metrópoli.
4. El Siglo XVIII, el «Gran Siglo».- A diferencia del XVII, el
interés por el XVIII, junto con el XVI, constituye uno de los registros
más acrecentados de la nueva historiografía canaria, dedicada a
definir cuales fueron los factores que operaron en las islas en el tránsito
del Antiguo al Nuevo Régimen. En relación con las expansiones
agrícolas y los conflictos sociales, y los campesinos ligados a este
procesp, hay que señalar un trabajo básico de BETHENCOURT y
MACIAS (1978) y donde se enfocan y perfilan los niveles económi-
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
180 Ce/so Martín de Guzmán
cos y su cuantificación en los datos que hacen a la evolución de la
población absoluta que pasó de 22.154 habitantes en 1688 a 57.625
en 1830. Paralelamente al aumento de la población se detecta un
incremento de la producción, siendo reveladoras las estimaciones
sobre el diezmo que ha estudiado el mismo MACIAS HERNANDEZ
(1978), Yde donde se ha podido sacar algunas conclusiones
significativas: El incremento de la producc,ión de la papa y el millo,
frente al estancamiento del trigo. Los dos primeros productos son,
en gran parte, los denominadores que coadyuvan, con la determinación
del nuevo código alimentario, al incremento de la población de
las islas. Esta «segunda revolución agrícola» está impulsada desde
las esferas de la Ilustración, política personificada en las Reales
Sociedades de Amigos del País que desean cambiar el panorama
arcaizante del agro canario. La introducción de nuevas técnicas permitió
alcanzar hasta tres cosechas anuales. Esta intensificación y
expansión de los cultivos trajo parejo un aumento de la población y
el nacimiento de algunos conflictos expresados en los motines campesinos
de los últimos años del XVlII. Para neutralizar esta conflictividad
social fue necesario poner en circulación alternativas de
trabajo y nuevos medios de producción con que satisfacer las
demandas de un campesinado atosigado por las hambrunas. Sobre
las tierras de propios y las realengas se procederá a nuevos repartimientos
que, en el caso concreto de Gran Canaria, van a' tener su
ejecución en la roturación de los legendarios montes de Doramas y
Lentiscal. La oposición de los ilustrados a que se procediese a la parcelación
de estos frondosos bosques, intactos desde la Conquista, se
apoyaba en la necesidad de conservar estas masas vegetales en su
estado natural para que pudiesen propiciar la lluvia y se evitase la
desertización de los suelos. Pudieron más las presiones campesinas y
las propias normativas que con anterioridad, en 1766 y 1770, habían
sido promulgadas en Reales Cédulas que la opinión de las Sociedades
Económicas. La Real Audiencia se pronunció a favor de tales
repartimientos, que se realizaron, para el caso de la Montaña de
Doramas, entre 1804 y 1805. La incidencia d~ estos acont~cimientos
y reformas ha sido analizada por MACIAS HERNANDEZ
(1978) a partir de la documentación que da cuenta de esta transferencia
de la propiedad agraria concejil a manos de campesinos. Por
otra parte, MORENO ALONSO (1980) ha pasado revista a los
aspectos económicos de las islas a finales del Antiguo Régimen. Un
estudio más pormenorizado sobre los propios documentos se debe a
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Últimas tendencias metodológicas de la historiograjia canaria 181
SUÁREZ GRIMÓN (1980), en un detenido artículo sobrepropios
y realengos en el Siglo XVIII. La valoración y transformación de las
haciendas insulares ya había sido tratado, para el caso de Tenerife
por ROSA OLIVERA (1946), haciéndolo extensivo al resto de las
islas, en su importante trabajo «Evolución del régimen local en las
Islas Canarias». El trabajo de Suárez Grimón se remonta a los distintos
procedimientos de la Administración para obtener rentas y
arbitrios desde el XVI al XVIII, dando cuenta de la relación de las
rentas de propios y sus rematadores así como de las ventas hechas
por el Cabildo de Gran Canaria en Arucas, Gáldar (con interesante
datos de toda índole) Telde y Las Palmas capital. Se da cuenta de
los incidentes cuando los vecinos que habían obtenido sitios se niegan
a pagarlos, Tal es el caso de la sublevación ocurrida en Gáldar
el 13 de marzo de 1769. Los repartos de las dehesas de Arucas,
Tamaraceite, Tamaragáldar o el Prado de Vico Viento, las ocupaciones
clandestinas (como la del Bosque de Doramas en 1680), por
los vecinos de Teror, Moya y Guía, la usurpación de tierras realengas
en Agaete a finales del XVI, o a principios del XVII en Tirajana,
Agüimes y Lentiscal son analizados por Suárez Grimón junto a la
ocupación legal de tierras realengas, ventas y datas del Cabildo. La
Real Cédula de 7 de noviembre de 1702 sobre la averiguación de
realengos y baldíos, pone en marcha una pesquisa in situ, encargada
al Alférez mayor Pedro Agustín del Castillo que será tenida en
cuenta en los deslindes de tierras de Gáldar, Guía y Agaete, Lentiscal
y Telde. Los repartos llevados a efecto, entre 1707 y 1715, inciden
sobre la Dehesa de Guía (Tamaragáldar) y la Montaña de
Amagro en Gáldar. Otras datas como la de los terrenos de la Virgen
del Pino o las del Marqués de Acialcazar completan este extenso y
novedoso panorama que ayuda a un mejor entendimiento de los episodios
emergentes del XVIII.
Los trabajos de Suárez Grimón, centrados en el XVIII, han
explorado otro~ capítulos co~o son la construcción naval y el tráfico
marítimo (SUAREZ GRIMON, 1978), las incidencias del registro
de Indias entre 1730-1765 (SUÁREZ GRIMÓN, 1978), o temas
más específicos como las fundaciones de escuelas en Gran Canaria
en el XVIIIJSUÁREZ GRIMÓN, 1982).
El tema de los amotinamientos campesinos y sus repercusiones
económicas ha sido objeto de otro estudio de MACÍAS HERNÁNDEZ
(1977) sirviéndose de datos particulares del Sur de Gran
Canaria. Hay en la obra de este investigador una firme preocupa-
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182 Ce/so Martin de Guzmán
ción por enmarcar en la estructura económica la significación y
explicación de los hechos históricos.
La proyección exterior de Canarias en el XVIII se dirige en su
mayor parte a América, donde los canarios siguen aportando importantes
contingentes humanos a fundaciones y repoblaciones del
Nuevo Mundo, dentro del esquema del imperio borbónico. La aportación
de la Isla de La Gomera al poblamiento de Luisiana ha sido
tratado por HERNÁNDEZ RODRÍGUEZ (1982). Otros renglones
relacionados con esta vinculación han merecido la atención de
ORTÍZ DE LA TABLA (1978) sobre el comercio colonial canario,
o el de los oficiales canarios en el ejército de América entre 1700 a
1810 debido a MARCHENA FERNÁNDEZ (1982). El tema de
las minorías, yen concreto el de la esclavitud en Gran Canaria, en el
primer cuarto del XVIII ha sido abordado por TORRES SANTANA
(1982) en colaboración con el Dr. Lobo Cabrera. Las minorías,
ahora desde la discriminación ideológica o religiosa, ha
merecido una serie de interesantes artículos de los Profesores
Fajardo y Anaya, exhumando los interesantes fondos inquisitoriales.
Los extranjeros ante la Inquisición o las reducciones protestantes
al catolicismo documentan el conflicto de creencias y la solución
funcional de estas minorías que, vía pragmatismo, se convierten a la
religión católica (FAlARDO, 1977).
La importancia e influencia de las Reales Sociedades, que se
ofrecen como impulsoras del cambio social y tecnológico en el
XVIII, ha sido estudiada, para la de Las Palmas de Gran Canaria, en
una buena monografía del Prof. GARCÍA DEL ROSARIO (1981),
donde, a partir del análisis de la política de estas sociedades de ilustrados
se determina su preocupación didáctica, dictando instrucciones
sobre la agricultura, riegos y cultivos, montes y pesca, industria y
obras públicas, comercio, comunicaciones, higiene, enseñanza y
bellas artes, y en conjunto de las actividades encaminadas al mejor
progreso de las islas.
El reflejo en la sociedad insular de los acontecimientos externos
tienen un ejemplo en el buen trabajo de GUINERA RAVINA
(María del Carmen) dedicado a la repercusión de la revolución francesa
en la isla de Tenerife.
Con todo, y a pesar de este esfuerzo reciente de la historiografía
interior canaria el XVIII apenas se está empezando a dilucidar.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Últimas tendencias metodológicas de la historiografia canaria 183
5. El Siglo XIX-XX, la aparición de un nuevo ordenamiento.
- La estrecha interconexión entre todo el XIX y el primer
tercio del xx, impide establecer una fisura en términos de cronología
absoluta haciendo coincidir las centurias económicas, políticas y
culturales, en general, con las cifras redondas que marcan el paso de
los siglos. Los fenómenos sociales sobrepasan, la mayor parte de las
veces, estas periodizaciones mecánicas. En líneas generales la cronología
de esta época contemporánea o de la historia reciente de
Canarias, podría quedar delimitada entre dos fechas significativas:
desde 1812 a 1927. Desde la liquidación del Antiguo Régimen a la
declaración provincial de Las Palmas. No obstante, se pueden distinguir
períodos y subperíodos en estos más de cien años que han
condicionado el presente político, social y económico del
Archipiélago:
1. Desde 1812 a 1854. Promulgación de la Constitución, abolición
del régimen señorial, hasta la creación de los Puertos
francos.
2. Desde 1854 a 1883. Desde la creación de los puertos francos
al inicio de las obras del Puerto de Refugio en Gran
Canaria.
3. Desde 1883 a 1927. Puerto del Refugio y división
provincial.
Mientras el primer período (1812-1854), a pesar de los cambios
institucionales, sobre el papel, es en la práctica la extensión del
XVIII con la promulgación de la Ley Bravo Murillo (1854) las islas
experimentarán un impulso mercantil desconocido hasta entonces, y
la sociedad insular intentará recuperarse del marasmo económico.
El segundo período (1854-1883) viene a coincidir con el apogeo del
cultivo de la cochinilla, uno de los «ciclos prósperos» de las islas,
pero de escasa duración que afectan a la población y su seguridad
sanitaria (fiebre amarilla y cólera, principalmente). El tercer
momento (1883-1927), se inicia con las obras en el Puerto de Refugio
(La Luz, en Las Palmas de Gran Canaria), y supone un cambio
o desplazamiento del eje de influencias dentro del esquema monocapitalino
de Santa Cruz de Tenerife, reavivando la tensión del «pleito
insular». Las realizaciones de la política leonista y la culminación
de las aspiraciones de Gran Canaria, concluyen con el reconocimiento,
por el Gobierno de Primo de Rivera de la provincia de Las
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184 Celso Martín de Guzmán
Palmas, para las Islas Orientales, y de la Universidad de La Laguna
para Tenerife, en un mecanismo salomónico de compensaciones
mútuas. La fecha de 1927 marca, de alguna manera, desde la óptica
de la intrahistoria regional el final del XIX, y pone en marcha una
dialéctica social de la que la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria
saldrá, a la larga, positivamente beneficiada. En todo este proceso
de emersión las palmeñas el papel del Puerto de Refugio tipifica,
como muy bien ha estudiado con todo lujo de detalle (bajo la dirección
del Dr. Morales Lezcano) el joven investigador QUINTANA
NAVARRO (1985), elfactor desencadenante.
Hasta J 875 Gran Canaria vivía prácticamente en el epílogo de
XVIII, a pesar de Ley anterior de Puertos francos, que supuso un factor
estimulante pero que no logró despegar de inmediato. La sociedad
canaria, alejada de los grandes centros metropolitanos y de las
capitales europeas, seguía arraigada en una estrecha cosmovisión,
de corte colonial y donde el peso de una nobleza rústica no había
sido capaz de generar o facilitar la aparición de una burguesía de
corte mercantil. Entre 1875-1880 las fuerzas vivas grancanarias
presionan ante la Administración Central, consiguiendo que en la
favorable coyuntura política de 1882 se concediese el ansiado
Puerto de Refugio, el cual se haría acompañar de una actividad
comercial que serviría de revulsivo a la estancada economía isleña.
El proyecto, redactado por el ingeniero Juan de León y Castillo fue
aprobado el 3 de marzo de 1882, y las obras fueron adjudicadas a la
compañía inglesa Swanston and Co., iniciándose las obras el 26 de
febrero de 1883, y concluyendo el 5 de septiembre de 1903, lentitud
que perjudicó a los intereses del tráfico internacional y movimiento
de mercancías, retrasando el despegue comercial de la isla.
QUINTANA NAVARRO (1985), ha propuesto una subperiodización,
para los diversos momentos de la vida del Puerto de Refugio,
que puede servir para comprender, y afinar, los flujos y reflujos
de la economía insular en los años que van desde 1883 a
1934.
- Impulso inicial (1883-1890). Con una multiplicación por
seis del número de vapores, y establecimiento de las primeras
casas carboneras.
- Consolidación (1891-1909). Se afianza el tráfico internacional
y se amplían las instalaciones por dos con referencia al
período anterior.
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Últimas tendencias metodológicas de la historiografla canaria 185
- Auge de pre-Guerra (1910-1913). Aumenta el número de
mercancías desembarcadas. Por su tráfico es el primero de los puertos
de España.
- Crisis y estancamiento (1914-1934). La política internacional
y las dos Grandes Guerras afectaron a la artificiosidad de
este modelo portuario. Una recuperación parcial, entre 1919-1924,
se neutraliza con el estancamiento que va de 1925 a 1934.
Pero para un planteamiento correcto del XIX insular, el fenómeno
de la Desamortización de los bienes de la Iglesia, ha de ser
valorado como otro de los ejes matrices sobre los que, en la primera
mitad de siglo, va a operar la incipiente clase enriquecida (especie
de preburguesía agrícola), muy ligada al medio rural y sin perspectivas
industriales ni financieras importantes. Los estudios de Ojeda
Quintana, con un dominio de la estadística, han servido para encuadrar
en sus justos términos la repercusión de esta transferencia de
propiedad y valorar la incidencia económica, en términos de dinero,
que supuso la desamortización entre los años 1836 a 1855 (OlEDA
QUINTANA, 1978). Similar a este fenómeno se presenta en los
ingresos de la Hacienda en Canarias (desde 1852 a 1936) y que
registra un importante incremento con referencia a los períodos
anteriores. La desamortización en Canarias nadie duda que ha sido
uno de los hechos de significación estructural y que ha propiciado un
cambio en la tenencia de la propiedad rústica y urbana. Los bienes
desamortizados procedían no solo de la Iglesia sino del Estado y los
propios de los ayuntamientos. Con un mayor volúmen de los bienes
de propios en las islas occidentales que supone, correlativamente, el
empobrecimiento de sus ayuntamientos. La superficie de tierras
vendidas fue mayor en las islas orientales que en las occidentales, y
aunque sin comparación con la Península, aparece desde entonces
una cierta tendencia al modelo de semi latifundio, construido precisamente
a partir de la concentración de estas extensiones compradas
por nuevos propietarios, algunos de ellos procedentes de carreras
liberales, y que se constituyen en una «nueva clase social» (OlEDA
QUINTANA, 1977).
Los temas sobre la influencia de esta «nueva clase» que se hará
con el control-político y se organizará con sus cuadros, ha sido tratada
por NORENA SALTO (1979), especialista en el período que
va de 1850 a 1915, y que analiza, con todo lujo de pormenores, el
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186 Ce/so Martín de Guzmán
origen y funcionamiento de los paltidos y élites políticas. Dilucida
las luchas por el poder y las controversias con el centralismo, los
avatares de la nueva oligarquía, clase que detenta después de la
desamortización, la mayoría de las tierras y las aguas. Las luchas y
querellas políticas están más en función de los intereses y enfrentamientos
personales que interesada en la cQnstrucción de una región
cohesionada y equilibrada en el reparto de los equipamientos. Esto
explica el desinterés de la gran mayoría que ve la política como algo
lejano y que no le incumbe. Se trata y se juega el control político de
una oligarquía de base agrícola sobre un modelo económico endeble
e inestable. No faltan, sin embargo, las proclamas populistas en
defensa de los oprimidos y la encendida retórica de corte patriótico y
reivindicativo. En el ojo del «pleito insular» estos oligócatras se van a
polarizar, en Las Palmas, en torno a la figura de León y Castillo y en
Tenerife, donde el personalismo político no aparece tan marcado lo
harán junto a Villalba Hervás y Pérez Zamora, defensores acérrimos
de los intereses santacruceros.
Otros aspectos más específicos como la Junta Superior de
Gobierno de Las Palmas (NOREÑA, 1979), o política y sociedad
durante la Restauración (NOREÑA, 1977), obedecen a su preocupación
por otros campos afines, que le han llevado a la Dra. Noreña
a abordar la personalidad política clave de entonces: León y Castillo
(NOREÑA, 1978), entendida en el marco sometido a la contradicción
entre centralismo y federalismo y el proyecto de Constitución
federal. La figura de León y Castillo, que dominó la escena política
grancanaria el último tercio del XIX y principios del xx, también ha
sido objeto de un importante estudio, pero en el parámetro de las
relaciones internacionales, de MORALES LEZCANO (1975) con
una aportación documental hasta entonces inédita o mal conocida y
recabada de los archivos europeos, en particular franceses.
No se comprendería la actitud de esta oligarquía terrateniente y
su peso específico en el XIX canario, si no se tuviese claro el significado
económico de estos grandes propietarios y su traducción en la
estructura de Poder. Un riguroso trabajo de MILLARES CANTERO
(1979) sobre los latifundios ligados a la nobleza ya las grandes
familias ha resultado ser totalmente revelador al documentar la
propiedad detectada por estos terratenientes que empiezan a aburguesarse,
con estimables concentraciones de propiedad como las del
Conde de la Vega Grande (principal contribuyente en 1856) y otras
conocidas y relevantes familias de la aristrocacia o el dinero como
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Últimas tendencias metodológicas de la historiografia canaria 187
los Manrique de Lara, Cabreras y otros parientes próximos. A diferencia
de los motines campesinos del XVIII, y a pesar de que de facto
en Lanzarote y Fuerteventura seguía vigente el régimen señorial de
la propiedad, aparecen los primeros descontentos sociales entre las
masas urbanas, que inauguran los movimientos obreros y el sindicalismo
canario. El trabajo de Millares Cantero es un excelente ejemplo
de historia totalizante, con un adecuado e inteligente uso de los
procedimientos cuantitativos y de la preocupación por una lectura
estructural de los hechos, valorados en su contexto socioeconómico.
Método propio de quien conoce y sabe aplicar sus conocimientos
del materialismo histórico.
El fenómeno de la emigración a América, que ha sido una de
las invariables históricas canarias, una especie de tributo de sangre
(más de 100.000 en el Antiguo Régimen), va a cobrar un incremento
inusitado en el siglo XIX y principios del XX. La reorientación de los
lugares de destino y la aparición de nuevas situaciones políticas y
sociales va a impulsar este flujo canario hacia Hispanoamérica.
Esta parcela de la historia reciente ha sido muy bien cuidada
por el Prof. de la Universidad de La Laguna, el Dr. Julio Hernández
García, quien ha abordado con acierto y desde distintas situaciones
documentales temas como las travesías de los emigrantes, entendida
como un modo indirecto de esclavitud (HERNÁNDEZ GARCÍA,
1974). Estudios IÍls parciales como la emigración de La Laguna
entre 1848-1895 (HERNÁNDEZ GARCÍA, 1977), o su otro artículo
sobre la planificación de la emigración a Cuba y Puerto Rico
(HERNÁNDEZ GARCÍA, 1978). Pero el más completo de sus
estudios -resultado de su Tesis Doctoral- fue el referido al conjunto
de la emigración de Canarias durante el XIX, y donde HERNÁNDEZ
GARCÍA (1981) documenta una serie de sugestivas
conclusiones que explican, satisfactoriamente, los factores que
intervinieron en este desplazamiento demográfico, casi continuo,
como el de la emigración canaria a América.
Frente a la expresa prohibición de emigrar a América, después
de la pérdida de las grandes colonias, con la Real Orden de 1853 se
pasó a una nueva situación de total libertad. Las crisis internas del
XIX y el incremento de la población insular, siempre por encima de
la tasa media nacional, son factores que se combinaron y forzaron la
riada migratoria. La incidencia de la crisis de 1870-1880, la caída
de la cochinilla, y otras circunstancias y coyunturas correlativas van
a repercutir frontalmente en este fenómeno migratorio. A partir de
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188 Ce/so Martín de Guzmán
este momento, va a ser Cuba, con gran diferencia de los demás países,
el «sueño de plata» de los isleños. En muchos registros, el 85%
de los embarcados elegían este destino. Otra de las características
de esta emigración fue su bajísimo índice cultural. Gente en su
mayoría sin instrucción elemental, simples braseros, o jornaleros,
que se incorporarían a las tareas más duras y peor remuneradas de
los cultivos azucareros. Por otra parte, el transporte de estos contingentes
humanos genera la aparición de intermediarios que sacan sus
beneficios del trapicheo en tomo a los pasajes y embarque de estos
canarios rumbo a las Antillas. Ya en la contrata de trabajo se
recarga al jornalero, obligándole a descontar de sus salarios el precio,
siempre elevado, del billete de embarque. Una alternativa es la
aparición de los viajes clandestinos, en condiciones heróicas. Bien
para evitar el pago de estos fletes o para eludir el servicio militar,
como era el caso de muchos mozos emigrados a Venezuela. Sin
embargo, en otros casos como Uruguay, se planificó una emigración
de origen latino, facilitándose la entrada a los isleños, con cierta instrucción
elemental. En líneas generales la integración de los canarios
en esos países receptores fue, en muchos casos, de asimilación
total. En Cuba llegan, incluso, a participar en los movimientos de
independencia de modo activo y destacado. Cuatro de los ocho generales
del movimiento insurreccional eran oriundos canarios. Hernández
García propone que el origen del nacionalismo canario hay
que irlo a buscar en sus conexiones con el cubano y donde la figura
de Secundino Delgado se dibuja como el inspirador de este movimiento
reivindicativo nacionalista.
El mejor conocimiento de la realidad americana ha servido
igualmente para una mejor comprensión de ciertos fenómenos insulares,
desde el establecimiento de las analogías no se ha hecho esperar.
El tema del nacionalimo, con inusitado retraso, ha cobrado en
la última década un cierto primer plano, impulsado por los postuladores
revolucionarios debidos a Antonio Cubillo quien, contrariamente
a esta tradición americanista del nacionalismo canario,
invierte la lectura del problema y sin desconsiderar las dificultades
de cultura, lengua, religión y recelo geopolítico, aboga por una unidad
panberebere, panafricana inspirada y mantenida desde Argel como
elemento de presión en el conflicto de la descolonización del
Sahara Occidental.
La personalidad del padre del nacionalismo canario ha sido
estudiada por SUÁREZ ROSALES (1980) quien a través de la
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últimas tendencias metodológicas de la historiografia canaria 189
biografía de Secundino Delgado hace una revisión de los presupuestos
que llevaron a éste, a fundar «El Guanche» (fundado en Caracas
en 1897), como órgano del Partido Nacionalista Canario.
Uno de los capítulos de mayor interés, y que se suman como
novedad a la tradición historiográfica canaria, es el de la historia
delmovimiento obrero. Los trabajos de Oswaldo Brito, y en particl}lar
su Historia del movimiento obrero canario (BRITO GONZALEZ,
1980), sirven de un enfoque dialéctico, y dentro de la
concepción de la lucha de clases, para analizar el surgimiento de este
importante elemento en tomo a los núcleos urbanos más poblados
del Archipiélago. Resultado de la expansión mercantil, y del nacimiento
de los modernos puertos canarios es la aparición de unas
incipientes actividades industriales ligeras y la marginación de un
proletariado urbano que se va asentando en los cordones periféricos
de las capitales canarias. También de Brito son otros estudios enfocados
hacia la historia económica y social de las islas, teniendo
como telón de fondo los movimientos de masas y los contornos obreristas
que animan sus trabajos, a veces polémicos, pero que reflejan
un gran conocimiento de la hemerografía canaria.
La densidad del XIX ha llevado a indagar sobre otros tantos
aspectos y posibilidades que participan en aquella realidad. Desde
la actitud de la administración frente a las epidemias, como en el
caso de cólera morbo de 1851, estudiado por OJEDA QUIN~
TANA (1977), a la proyección en el ambiente local y las repercusiones
del sexenio revolucionario, período estudiado por
SÁNCHEZ DE ENCISO (1979), Ydonde se analizan los acontecimientos
de origen político generados fuera de las islas pero cuya
onda expansiva, aunque debilitada, se deja sentir en Canarias.
Uno de los capítulos más sugestivos, por su contenido casi
siempre críptico, ha sido el de la Masonería en Canarias. Se debe a
PAZ SÁNCHEZ (1979) un estudio detallado de este fenómeno en
las islas, el orígen, desarrollo y vinculaciones de las sectas, y su particular
desarrollo en la isla de La Palma (PAZ SÁNCHEZ, 1980).
La aparición de la francmasonería en el primer tercio del XIX, cobra
una gran influencia en Tenerife y Gran Canaria, contando con una
sólida y bien organizada implantación en el sexenio y en la I Republica
y, en el caso de algunos conspícuos miembros como Villaba
Hervás o Eufemiano Jurado, llegando a controlar destacadas posiciones
políticas en la vida regional. La peculiaridad de que la logia
canaria dependiera del Gran Oriente lusitano durante el XX le dota
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190 Ce/so Martfn de Guzmán
de cierta independencia frente a sus hermanos españoles. Los paralelismos
que se han querido ver en el desarrollo de la masonería
canaria y la masonería cubana han sido expuestos por el mismo
investigador en otro artículo, referido al primer tercio del xx (PAZ
SÁNCHEZ, 1982).
Canarias y el exterior: El ya tópico enclave «intercontinental»
del Archipiélago no deja de ser una realidad histórica y, especialmente
geográfica, que ha pesado en su desarrollo social y cultural
tanto en el pasado como en el presente. En su proyección americana
ha condicionado, en buena medida, muchos de los procesos de su
historia interior. Primero Europa, después América y, finalmente,
África, los tres continentes siguen actuando de telón de fondo de las
espectativas, las crisis y esperanzas de los canarios que han visto en
la «salida» la única alternativa en los años de receso
económico interior.
La historiografía reciente, tanto producida en Canarias y la
Península, como la de orígen extranjero (particularmente latinoamericana)
ha incrementado la bibliografía sobre el tema de los contactos,
intercambios y aportaciones de los canarios a América, casi siempre
en el marco de la historia de las emigraciones (impuestas o semi
voluntarias). En menor medida, pero con una relación condicionante
no menor, debida a la posición geostratégica y vecindad, la
fachada atlántico magrebí ha sido hasta fechas muy recientes (1976)
uno de los principales apoyos de uno de los sectores económicos tradicionalmente
vinculados con las clases populares canarias, como lo
es la pesca en el banco sahariano. Secuelas de la improvisada descolonización
del Sahara Occidental llenan a diario la prensa local y
nacional con noticias de secuestros, ametrallamientos y muertes, en
un espacio caldeado por la guerra que el Polisario mantiene desde
entonces con Marruecos.
No hay duda de que la referencia europea viene como parte
integrante de la personalidad cultural canaria. Más intensa en los
orígenes (XIV,XV YXVI), Yque, paulatinamente sufre un desplazamiento
hacia América donde las posibilidades de trabajo y la unidad
del idioma abren al canario una continuidad natural de su propio
suelo en aquel Nuevo Mundo, que compartía unas costumbres similares
dentro del ordenamiento primero de las colonias del Imperio y
después en la órbita de los nuevos países latinoamericanos. En la
actualidad el mútuo conocimiento de estas dos realidades y el papel
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Últimas tendencias metodológicas de la historiografia canaria 191
de ida y vuelta de gran parte de la emigración canaria, explica las
estrechas concomitancias entre las dos orillas de habla española. La
celebración misma de estos Coloquios ha contribuido de manera
decisiva a la superación de los planteamientos retóricos y a las casi
siempre inoperantes declaraciones de principios, optando por un
conocimiento profundo, es decir científico, de ambos pueblos, en
muchos casos con problemas con un mismo origen, y con un desorden
económico que le hace depender de factores exteriores, la
mayoría de las veces programados o impuestos por intereses exógenos
a sus propias realidades sociales.
El papel de Canarias en el exterior, como «puente» (las siempre
preconizadas «piedras del vado») más allá de escenografías
colombinas intenta buscar un nuevo camino que sepa aprovechar el
pasado común y estimular sobre bases realistas las coincidencias
que beneficien a ambas partes. Que afiance la pertenencia a un
mismo espacio cultural e histórico.
Canarias-América: El «gran tema» de la historiografía reciente
canaria tiene, como se ha visto antes, un sólido punto de arranque en
la obra del profesor americanista MORALES PADRÓN (1955)
quien con indiscutile dominio ha analizado estas relaciones, de origen
comercial, en múltiples libros y artículos dedicados al tema, y
cuya consulta es imprescindible. El capítulo de las implicaciones
comerciales y las características de tales actividades ha sido tratado
por PERAZA DE AYALA (1977), cuyos análisis, ponderados,
siguen siendo válidos en la mayoría de sus aspectos. A partir de la
celebración de los Coloquios de Historia (1976) se han ido sumando
nuevos estudiosos, ya no sólo en el ámbito de las islas sino especialistas
americanos que han aportado una valiosa información procedente
de los archivos y bibliotecas de sus países de origen o de sus
universidades respectivas. Los temas se siguen centrando en las
relaciones comerciales y la emigración, aunque no faltan en materia
de Arte (tema que se ha excluido intencionalmente de esta ponencia)
los paralelismos arquitectónicos, la importación de obras americanas
y en particular el significativo registro de bienes muebles y
objetos suntuarios realizados en metales preciosos, princil'a1mente
en plata. El libro Orfebrería de Canarias, de HERNÁNDEZ
PERERA (1955) sigue siendo la obra clave e insustituible para la
comprensión del volumen y valor de estas relaciones y su traducción
en el campo del arte.
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192 Ce/so Martín de Guzmán
El Juzgado de Indias en Canarias ha sido tratado a partir de la
documentación existente en el Archivo General de Indias e Histórico
Nacional, en un trabajo de SOLANO PÉREZ-LILLA (1976),
y donde se dio a conocer una serie de nuevos documentos que sirven
para completar el conocimiento que sobre este tipo de relaciones ya
habían tratado, entre otros, el mismo MORALES PADRÓN
(1977) Y PERAZA DE AYALA (1977). Las relaciones comerciales,
por su parte, están siendo pormenorizadas como el caso del articulo
de VAZQUEZ VERA (1978), dedicado a tasar el volumen
comercial canario-americano en el período comprendido entre 1765
y 1789. Temas estrechamente relacionados con el comercio y la
emigración es el de los embarques y fletes. En este renglón hay que
mencionar a RAMOS PÉREZ (1978) que ha abordado el problema
de los embarques de harina y la habilitación de navíos extranjeros a
mediado~ del XVIII. Los hechos relacionados con la emigración en el
XVIII han sido estudiados por TORNERO TINAJERO (1976 Y
1980), con monografías sobre la expedición cívico militar a Luisiana en
1778-1779, o sobre la fundación de Santiago de las Vegas, en Cuba, en
relación con el cultivo tabacalero realizado por inmigrantes canarios.
Otro articulo de MUÑOZ PÉREZ (1982) da cuenta detallada, en una
primera aproximación, de los bienes de difuntos canarios en América,
documentación que ha servido para detectar los detalles de su condición
social y mantenimiento de sus vínculos con su patria natal.
Los paralelismos culturales han sido vistos desde la perspectiva
medieval por MURO OREJÓN (1976), Y desde el campo de la
etnohistoria por PINO DÍAZ (1976). Monografías como las de
MUSSO (1982) dedicadas a los canarios del Uruguay certifica el grado
de interés de estos temas sobre la población canaria en
América.
Canarias y el Atlántico: Las relaciones del Archipiélago Canario
con otras islas y Archipiélagos del Atlántico quedan inscritas en
la órbita de la era de los grandes descubrimientos que se escalonan a
partir del siglo XIV, con Portugal a la cabeza. El descubrimiento de
América convirtió a Canarias en un importante centro de apoyo y,
en menor escala de operaciones pero, en cualquier caso, las islas y
las aguas canarias, como ha quedado excelentemente recogido en la
monumental obra de RUMEU DE ARMAS (1945-1950), han sido
un escenario que ha tenido que soportar las grandes rivalidades
navales por el control de esta ruta en la «carrera» de Indias. Las
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Últimas tendencias metodológicas de la historiografia canaria 193
invasiones de corsarios, desde la de Drake (1586 y 1597), a la más
cercana de Nelson (1797), son sólo una muestra de esta constante
amenaza que, en más de 300 años, pesó sobre Canarias como consecuencia
de su situación geoestratégica. Sin citar los últimos planes
de ocupación del Archipiélago en las Guerras Mundiales. La inestabilidad
política de la fachada atlántica africana ha devuelto en los
últimos años a Canarias este carácter de zona caliente próxima a
aguas conflictivas y cuya soberanía se dirime por las armas.
El gran monumento de RUMEU DE ARMAS ha sido la serie
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS que desde la aparición
de su primer número, en 1955, ha estado abierto a un proyecto
internacional, de alta calidad científica y orientado a conseguir que
la historiografia canaria se proyectara a este espacio natural que es el
Atlántico, el mar de la Edad Moderna y Contemporánea.
En el campo de las influencias comerciales el Prof. Morales
Lezcano en sus síntesis sobre los ciclos económicos llamó la atención
de las relaciones con Gran Bretaña, en particular en la época
del comercio del vino. Los vínculos del Archipiélago con otros próximos
como Madera y Azores, han sido, a veces imperceptibles
pero más profundos. A partir de la influencia portuguesa en el
campo artesanal, Canarias recibe desde muy temprano una gran
aportación de tecnología popular. Hechos recientes como la batalla
del Atlántico (1940-1943) estudiada por MORALES LEZCANO
(1977), vuelven a poner de manifiesto la relación e interdependencia
geoestratégica del Iberland, y la importancia de estas islas en el
marco de los intereses de las grandes potencias implicadas en
el hinterland.
Canarias-África: La celebración del Aula Canarias África
(1984 Y1986) dirigida por el Dr. Morales Lezcano, ha servido para
volver sobre un tema que, quizás por obvio, no había cristalizado en
una nueva corriente concreta de interés historiográfico. La arqueología
prehistórica, desde las opiniones vertidas por Serra, SantaOlalla,
Almagro y Pellicer había llamado la atención sobre la
necesidad de conocer el continente africano, en particular el área del
Magreb, si es que se intentaba comprender no todos pero sí muchos
de los problemas y claves de la prehistoria de Canarias tan cargada
de tópicos y dislates interpretativos.
En el marco del colonialismo hispano-francés, de finales del
XIX y principios del xx, MORALES LE~CANO (1976) ya había
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194 Ce/so Manin de Guzmán
llamado la atención sobre la importancia de estas relaciones, continuando
con una tradición africanista que también RUMEU DE
ARMAS (1950) había, en alguna manera inaugurado con la recopilación
y publicación de un importante corpus documental. De
MORALES LEZCANO (1984) es otro libro dedicado al protectorado
de Marruecos, entre 1912-1956, y donde se revisan las dificultades
del reciente africanismo español que, no obstante, se ofrece
-yen palabras de Rumeu de Armas- como la gran «operación
frustrada» del imperio español.
El Archipiélago Canario queda, pues, desde muy temprano, y
merced a los planes de penetración de Enrique IV (Real Cédula del
6 de abril ,de 1468), de Fernando el Católico y de Carlos V en el
Norte de Africa, en la retaguardia de un conflicto sin resolver, agravado
con el desmantelamiento de la fortaleza de Santa Cruz de la
Mar Pequeña (1479 y 1527). Los mismos adelantados de Canarias
quedan involucrados en estos hechos de penetración continental
( 1500-1502), después de haberse solucionado el contencioso con
Portugal por medio de los tratados de Alca~obas (1479) y Tordesillas
(1492). La reactivación del colonialismo europeo sobre el continente
africano, en la segunda mitad del XIX, y en lo que a España
concierne, logra su primer triunfo con la firma del Tratado de 1860,
por medio del cual Marruecos cedía el espacio de la antigua Santa
Cruz de la Mar Pequeña a España, Madrid necesitaba garantizar
con éste enclave africano no sólo la defensa indirecta de Canarias
sino mantener una imagen de imperio y presencia en África que
paliase la de su debilitada dispersión de los restos del que fue un
gran imperio y poderío de ultramar y que milagrosamente habían
sobrevivid~: Cuba, Filipinas y los antiguos «presidios» del
Norte de Africa.
Después de las expediciones geográficas se eligió, sin total seguridad,
a Uni como el territorio correspondiente a la antigua Santa
Cruz de la Mar Pequeña. En la década que va de 1874 a 1884 la
sociedad canaria vive una cierta euforia africanista que intenta orientar
y buscar una salida a la crisis interior agrícola, resultado de la
decadencia de la cochinilla. La Real Sociedad Económica de Amigos
del País reclama la creación, en la costa de África de un establecimiento
pesquero y comercial para explotar la zona de Ifni como la
antigua Santa Cruz, yen las reuniones de Berlín de 1884 y 1885, se
compensaba a España con una gran extensión de la costa africana,
de 550 Km., comprendidos entre el Cabo Bojador y Cabo Blanco, es
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Últimas tendencias metodológicas de la historiograjia canaria 19~
decir Río de Oro. Con el convenio de 1900 entre España y Francia se
delimitaban las posiciones de ambos países y, en la que se le reconoció
a España la costa sahariana de la zona de Sequía, el Hamra. Con
la retirada progresiva de la fachada atlántica de España, de Ifni primero
en 1969 y del Sahara Occidental después, en 1976, el Archipiélago
quedó sin su escudo protector natural y entró, bruscamente,
a convertirse en una línea de frontera golpeada por las acciones que
siguieron a la cesión a Marruecos de la antigua colonia
española.
La actualidad e importancia del «tema África» sigue siendo crucial
para Canarias como lo pone de manifiesto la reciente y abundante
hemerografía que da cuenta de los hechos.
Arqueología prehistórica: El pasado prehistórico y prehispánico
ha sido desde las mismas Crónicas, uno de los temas más reiterados
de la historiografía regional. Cronistas, compiladores,
historiadores, naturalistas, antropólogos y, últimamente, sociólogos
y políticos han perecido a la tentación de interpretar y refundir,
desde su lenguaje y perspectivas culturales e ideológicas, esa época
no tan remota -por el contrario muy reciente- y de la que apenas
dista unos 500 años. Todo un atr