CANARIA: REDISTRIBUCIÓN, JERARQUÍA Y PODER
(Bases estratégicas de la prehistoria insular)
J. J. JIMÉNEZ GONzALEZ
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
La Isla de Canaria presentó una Organización compleja a los
conquistadores europeos, producto de factores adaptativo evolutivos
probablemente acontecidos a lo largo del tiempo. Esta situación terminal
puede inferirse de los relatos de las Crónicas y restos de la
cultura extinta.
Nuestro ensayo tiene por objeto aportar una hipótesis de trabajo
interpretativa de las bases estratégicas que la configuraron, centrándose
en sus vertientes más destacadas. La razón por la cual
estos temas no ocuparon, en mayor medida, la literatura arqueológica
de la Isla será esbozada someramente, siendo conscientes de la
prioridad de su análisis.
CRISIS y MARTILW REFRACTARIO
En cuanto a la supuesta aplicación de la Etnohistoria al estudio
de la Prehistoria Insular, nos parece prolijo insistir en su viabilidad
operativa, pues diversos autores ahondaron en ella (MARTÍN DE
GUzMÁN, C. 1977,1984 a., 1986; GONZÁLEZ ANTÓN, R. Y
TEJERA GASPAR, A. 1981, 1987; JIMÉNEZ GONZÁLEZ, J.
J. 1986 a.). No obstante, no descartamos la necesidad de acotar más
su significado y posibilidades de alcance respecto a multitud de
aspectos culturales aún no observados en profundidad (JIMÉNEZ
GONZÁLEZ, J. J. 1986 b.).
Por el contrario, los repertorios materiales precisan aclaraciones
puntuales, en cuanto a los criterios mantenidos en lapetite histoire
de las recientes investigaciones.
Grosso modo, nuestra Arqueología ha sido considerada atem-
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pora no-secuencial, poco sistemática, erudita, producto -mayormente-
del coleccionismo y de un síndrome de anticuarista
a partir de los años 70 del presente siglo, esta Arqueología centenaria,
amparada en tendencias decimonónicas y huérfana de
principios teóricos sólidos y actualizados, pareció afrontar el despegue
desde las costumbres obsoletas. Contando sus logros iniciales,
basados en excavaciones más «suculentas» y trabajos de campo
más rigurosos, al ser hija de tradiciones tecnoculturales en boga,
cargó con el lastre epistemológico de un empirismo reduccionista en
el que los datos sólo podían hablar de sí mismos. Todo ello contribuyó
a embarrancarla en ese «callejón sin salida metodológico»
(BINFüRO, L., en GANDARA VAZQUEZ, M. 1982), esbozado
de forma crítica por algunos autores para el caso Canario (GONZÁLEZ
ANTÓN, R.-TEJERA GASPAR, A. 1981).
Pero ésta iba más allá de una simple disconformidad, con las
técnicas de campo. Proponía que los criterios tradicionales estaban
en crisis, siendo su síntoma principal el sostenimiento de corrientes
totalmente superadas en otros ámbitos, como el Difusionismo yel
Evolucionismo unilineal, aderezadas de raciología (Ibídem,
1986).
El núcleo de la discrepancia, surgida de «malentendidos» postreros
se amplificó a una dualidad dificilmente reconciliable: de una
parte, los arqueólogos de tradición taxonómica; de otra, quienes
comenzaban a buscar una salida mediante la germinal aplicación de
la Antropología a la disciplina, paralela a una necesidad de reflexión.
Viejo y arduo debate que en otras latitudes, en los años 60,
daba lugar a lo que se convino denominar <<Nueva Arqueología ~>
(GANDARA VAZQUEZ, M. op. cit.).
1986 no fue un año idóneo para los partidarios de un debate crítico.
De un lado, las sesiones del VII Coloquio de Historia
Canario-Americana dieron lugar a una euforia renovadora que se
vería rebajada en el Congreso de la Cultura Canaria, celebrado
posteriormente en Lanzarote. Lejos de alcanzar una posición conciliadora
entre las diversas opciones, dejó manifiesto la readaptación
más tecnificada para algunos de los primeros y la búsqueda de explicaciones
a traves de una Arqueología antropológica, para estos últimos.
Una tercera vía polémica llegó de la mano de la prolífica
dialéctica del «Eterno Profesor», interesado en un «paraxismo epistemológico
» de corte aún incierto (MARTÍN DE GUZMÁN, C.
1984 b. 1986, 1988 a y b).
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Alejada la diatriba disciplinaria, la opción con menor riesgo de
confluir en «lo personal», ha hecho bascular las tendencias hacia un
laisser faire, laisser passer. Pero la misma Arqueología española,
basada en arcáicos principios «arqueográficos» (MOBERG, C.
1987) de corte centro-europeo, ha comenzado a desaletargarse;
prueba evidente es el renaissance amercanista en Revista de Occidente
(1988).
En esta crisis recurrente, hoy la mayor «herejía» parece radicar
en la prioridad de definir auténticas estrategias, más allá de la euforia
antedicha y corriendo el riesgo del martillo refractario.
Este· hecho ha puesto de manifiesto algunas apreciaciones, respecto
al barniz novedoso con que se ha recubierto el actual discurso,
allí donde es posible. La simple sofisticación técnico-teodolítica o
cibernética, no constituye innovación certera, si los propios datos y
su tratamiento continuían situándose en el marco de la tradición
heredada (BINFORD, L. en: op. cit.), tanto se trate de resto materiales
como de retazos incompletos de información escrita: Arcáicos
enfoques versus nuevos problemas.
Resulta obvio, además, el rechazo a cualquier premisa relativa
a la supuesta escasez o parquedad de textos, contextos o carencias
de cronologías añejas (de estirpe megalítica o cicládica); y, por ende,
evidentes los cuantiosos vericuetos a que conduce el horror vacui
disciplinario. En este sentido, creemos que debiera importar poco,
por ejemplo, si se encuentra o no inmerso en lapsicosis de la cronología
absoluta entendida como prioridad vinculante en la investigación;
sobre todo cuando ha mostrado su utilidad relativizando aún
más lo indescifrado y augurando una clara dislocación cronoespacial
que el «trauma de los orígenes» propició en su momento:
Comparatismo futil versus Analogía mecánica.
El cómputo equilibrista del «más-menos» y sus oscilaciones de
mas de 100 años (en algunos casos), nos hablará -a lo sumo- del
acta de defunción de un pinus canariensis, pero todo lo más que
obtendremos es la fecha de su derribo certificada por la Química. En
éste, la datación de la Cultura extinta debera realizarse por otros
medios más fiables, (SOLER, V. et alii, 1987), si tenemos en cuenta
la corrupción de las muestras o su exacto contexto, la reutilización
de los yacimientos y las nefastas condiciones que en el pasado
acompañaron a su «excavación».
La visión presentista respecto al pasado, a la Cultura objeto de
estudio y a su espacio, nos ha llevado desde el encorsetado posicio-
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namiento respecto al medio, hasta una «visión ecológica» (¿?)
basada en describir potencialidades de gourmet de corto alcance,
tan o más hierática que el rigor mortis de los cadáveres mirlados de
nuestros Museos. De ser así, los antiguos Canarios estarían capacitados
para engullir cuanto de potencial existió en los diferentes
ambientes y microambientes; visión un tanto empalagosa de la dieta
indígena, pues ni todo lo comestible debió ser ingerido, ni todo lo
nutritivo estuvo en la «carta» de ese supuesto menú de
espectro amplio.
El aborigen pertenece al otro tiempo, a otros muchos tiempos,
inmersos o ajenos a la neurosis del Carbono, y éste ya no es su espacio;
'variables que en un Ecosistema Insular, reducido, limitado y
circunscrito, deben ser objeto de nuestra atención, respecto a las
bases infraestructurales propias de la Sociedad que estudiamos. De
ahí que, tanto la «felicidad» primitiva y Roussoniana, como la penuria
absoluta contabilizando el grano al gramo, deban ser seriamente
contrastadas desde dentro en la óptica del pasado, no en el contexto
ideologizado -de uno u otro signo- que caracteriza los análisis
desde el presente etnocéntrico.
En este sentido, podemos anotar algunas de las versiones más
frecuentes. Una de las más claras supercherías con pretensiones de
ciencia a que estamos acostumbrados, consiste en considerar un
ensayo como «prehistórico» por el hecho de aportar una tipología
con parámetros actuales. Aún siendo conscientes de que tales restos
pertenecen al pasado, lo único que se realiza con ellos es un estudio
contemporáneo; mientras no liguemos este material con las condiciones
que le dieron lugar sólo habremos asistido a la descripción de
un fenómeno actual (BINFORD, L. en, op. cit.). El problema se
acrecienta cuando se pretende encajarlo en esquemas tipológicos
preconcebidos hoy, ignorándose entre otros muchos, el problema de
la «concurrente desviación individual» (HODDER, I. 1988) en el
seno de la comunidad prehistórica. ¿Cómo aceptar la convergencia
cultural y la adaptación permaneciendo al compromiso del fósi!guía?
Si la realidad empírica no calza en nuestras categorías, siempre
habrá una indígena a la que echarle la culpa. Al fín Yal cabo,
desde la actual óptica sexista fueron ellas las que confeccionaron la
cerámica (Ibídem), el ítem de nuestras clasificaciones unidireccionales.
Paralela a esta concepción, se estima que una forma de lograr
mejor apoyo a nuestras «interpretaciones» es a través de las evidencias
registrables, obteniendo todos los datos al excavar «superficies
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de ocupación». Pero, los datos nos hablarán por sí mismos, a menos
que realicemos las preguntas adecuadas (BINFORD, L. en: op.
cit.). Así, no seta lícito establecer explicaciones plausibles de culturas
y periodos partiendo de excavaciones limitadas a un sólo emplazamiento
(lbidem), como viene siendo común entre los mas
«afortunados» .
Por otra parte, el recurso a la analogía etnográfica versus crosscultural,
ha tendido a «cubrir con carne» (GANDARA VAZQUEZ,
M. op. cit.) el vacío del registro arqueológico o
etnohistórico. Este procedimiento niega formas de adaptación cultural
fuera del rango de la variación etnográfica conocida (berebercontinental,
mediterráneo-insular, etc.) y colabora en la atemporalidad
de los fenómenos que se prentenden interpretar.
Esta Arqueología «arqueológica» acabará por excavar cuanto
hay de excavable, por cuadricular y testificar (en el mejor de los
casos) los hallazgos que se buscan con sus parámetros de entonces
y, en última instancia, por no desvelar al oscuro objeto de sus
deseos: curricular al uso y con prisas, financiando vacaciones a
cuenta del Patrimonio. Craso error el de «servir a la Ciencia».
¿y el futuro? La arqueología de los 90, ¿seta la hija desheredada
que cargará con las «últimas urgencias» y la remora de interpretar
restos parciales y aleatorios, a tenor de los criterios que los
exhumados o, habremos de emigrar en busca de nuevos huecos que
abrirle a las entrañas del pasado?
El reto de hoy está en la definición de estrategias, pues la
Arqueología actual ni tan siquiera ha regresado de la inducción
estrecha con disfraz de método científico, más allá del recurso a la
autoridad, la disciplina partidaria, académica, los gustos personales
o los argumentos sociologizantes (Ibidem). ¿Cómo lo entenderán
quienes opinan que la Filosofía de la Ciencia no les compete?,
¿Cómo los eruditos aficionados y clandestinos?
Ello constituye una de nuestras principales preocupaciones,
acorde a la dinámica general de los estudios prehistóricos y desde
las nuevas tendencias que amplían este ambito, más allá de la «anarquía
de incertidumbre», la analogía mecanicista y la precariedad de
los debates que lo caracteriza.
Nuestra opinión, finalmente, no deberá entenderse como excluyendo
de, sino alternativa y paralela a un análisis crítico (Ibídem)
entre las distintas opciones, frente al mito cavernícola rebosante del
tópicos dantescos de corte palaciego y principesco, donde el etno-
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centrismo de cronicón se aliña a posteriori con la ilustre ensoñación
por los blasones. Destino guanartémico y grandilocuencia retórica
han sido dos factores destacados en el discurrir de Canaria y sus
antiguos habitantes. A ellos intentaremos acercamos.
LA INCÓGNITA DEMOGRÁFICA
Afrontar el análisis pa1eodemográfico insular implica disponer
de una cuidada y estricta información sobre el modo de reproducción
de la Sociedad (HARRIS, M. 1982) Yde los vectores que 10
hacen posible y apreciable físicamente: capacidad de sustentación y
patrones de asentamiento, estadisticamente delimitados y distribuidos,
a tenor de una verdadera arqueología sistemática que merezca
el epíteto y a la que no renunciamos.
Ante su eventual carencia, las fuentes literarias posibilitan la
concreción de una demografía sincrónica (en tomo al «siglo de conquista
») y en relación a otras variables inferib1es. No obstante, las
Crónicas e Historias se limitan a computar cifras de población mencionando
el número de hombres de pelea o indivíduos en edad y
condiciones de combatir, 10 que descarta a las mujeres, niños/niñas
y ancianos/as, obligándonos a especular sobre un coeficiente multiplicador,
sin duda aleatorio, aplicable a esas cifras. A ellas habremos
de añadir otras bases infraestructura1es y estructurales,
estableciendo las correlaciones a esta «incógnita demográfica».
La documentación etnohistórica revela que la población Canaria
estuvo sujeta a claras oscilaciones numéricas. Descontando los
efectos de la Conquista, habremos de preguntamos en qué medida
estas fluctuaciones incidieron en el mundo aborigen.
El crecimiento de la población parece favorable, aunque no
causa suficiente, para un grado de centralización social que baste
como estímulo a un posterior incremento en la demografía, mediante
el aumento de la estabilidad y el mantenimiento de la paz interna
(D.E. Dumond, en, Ibidem). La relación será entonces reciproca, en
lugar de ser en una sola dirección. De esta forma, W. Sanders y B.
Price (en Ibidem) manifestaron que para una masa crítica de unas
diez mil personas,tienen que desarrollarse otros medios de integración
además del parentesco, resultando una jerarquía económica,
social y política.
Al aumentar el número de grupos, las leyes de reciprocidad de
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los bienes y de los socios matrimoniales se vuelven tenues y difusas
(Ibidem) sustituídas en mayor grado por una redistribución más
agresiva y organizada. En aquellos lugares donde ocurre, se recibe
la impresión de que no sólo aumenta el número de habitantes, sino el
total de asentamiento, densidad de la distribución, tamaño y perfeccionamiento
de los emplazamientos (HARRIS, M. 1983 a.), lo cual
es perceptible claramente en Canaria, a niveles arqueológicos.
La Isla parece haber asistido, en un momento relativamente tardío
un cambio de modelo económico, que trajo como consecuencia
una paulatina transformación global reflejada en sus coeficientes
humanos: «Yo oí afirmar a muchos Canarios viejos que fueron
entonces, i todos coincidían en esta verdad, que Guanarteme hizo
reseña quando llegaron los spañoles de nuebe mil canarios de
pelea (... ) otros dicen que fueron diz mil i más» (A. Sedeño, en
MORALES PADRÓN. F. 1978)
DIETA, MENARQUÍA y FERTILIDAD
A nivel general existe una relación entre la grasa corporal y el
peso de cuerpo. Cuanto más elevada es la primera, antes llega la
edad de la menarquía. Esto relaciona la baja fertilidad con dietas
ricas en proteínas y pobres en hidratos de carbono (HARRIS, M.
1983 a.); mientras la disminución de la calidad protéica y el
aumento o mayor presencia de hidratos en la provisión de alimentos,
tendería a producir un incremento de población. En Canaria,
¿supondría ésto una dieta más cerealística (fundamentalmente
cebada) que cárnica, en relación directa con las tasas de fecundidad?
Bastaría observar el engorde prenupcial de las jóvenes casaderas
(PÉREZ SAAVEDRA, F. 1984) Y el tipo de alimentos que
ingerían para acumular grasa; su representación en algunos de los
ídolos femeninos hallados en la Isla, la abundancia de graneros colectivos
y las contínuas referencias escritas a dichas prácticas.
Pero, de ser cierto lo anterior ¿cómo explicar que el peso de la
denominada «facción teldense» (MARTÍN DE GUZMÁN, C.
1980), con una «economía ganadera asentada en un territorio
semiárido», fuese mayor que la de la «Agáldar metropolitana» (Ibídem),
supuestamente agrícola? ¿Cómo interpretar una «dialéctica y
confrontación entre los pastores del Sur y los agricultores del
Norte» (Ibídem), que llega incluso a plantearse como un claro fenó-
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meno de dualidad racial y cultural entre los pastores cromañoides
y agricultores mediterráneos (GRANDIO DE FARGA, E. 1987),
que no se corrresponde, en una vertiente tecnoeconómica, en la producción
ni en el consumo y, previsiblemente, ni tan siquiera en sus
resultados demográficos? ¿Coinciden, acaso, las zonas productoras
con las consumidoras? Pero, es más, ¿porqué existen más de
catorce graneros contabilizados en ese «territorio semiárido» frente
a un número similar en la «opípara arcadia norteña»? ¿De qué
momento y qué Sur se nos habla? ¿Es Telde, en realidad, ese
supuesto sur? Es evidente que la 'respuesta parece contraria.
PAUTAS DE APAREAMIENTO
A pesar de la explícita superficialidad de los cronistas, el matrimonio
designa la conducta, sentimientos y reglas que conciernen al
apareamiento heterosexual entre corresidentes y a la reproducción
en contextos domésticos (HARRIS, M. 1984). En estas condiciones
el matrimonio se describe como un contrato o alianza entre segmentos
de paretesco, que varía en contenido, pero influye en las
uniones presentes y futuras en que intervengan otros miembros de
ambos grupos. La esterilidad y el repudio consiguiente de la mujer
anulan el acuerdo (lbidem), pudiendo verse acompañadas con manifestaciones
de exaltacilón de los órganos masculinos y femeninos en
la simbología indígena, como en el Barranco de Balos (Agüimes)
(BELTRÁN MARTÍNEZ, A. 1971).
La monogamia que la mayor parte de los cronistas señalan
pudo ser la norma habitual, en determinados momentos de estabilidad
demográfica intersexos. No obstante, entendemos que sería
estructural para el linaje gobernante que debía legitimar su descendencia,
la transmisión del poder por vía matrilineal (PÉREZ SAAVEDRA,
F. op. cit.) y preservar su propia endogamia. No hemos de
olvidar que se encuentra «tamizada», desde la confusa óptica eurocéntrica,
por la institucionalización de lajus primae nocte y de la
hospitalidad del lecho (Ibídem) para la clase dominante, con todas
las consecuencias funcionales que pueden inferirse, tales como «los
hijos bastardos del Rey», el «padrinaje de los nobles», el «ennoblecimiento
de la joven fecundada», etc.
<<El Guananheme onde quiera que se hospedaba, si salía de
su casa, por paga de hospedaje tan honrrado, el dueño de la
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Canaria: redistribución. jerarquía y poder (Bases estratégicas... 595
casa le ofrecía su mujer. o alguna hÜa doncella, i ella reciuía
i los hüos que nasciesen de ellas quelesquera quefuessen eran
reputados por hüos bastardos de el Rey i ella quedaba noble
(...) tubo (...) bastardos el Guanartheme (...) quarenta idos, i
solo una hÜa era de su legítima mujer quefue la heredera de
el Guanartheme el bueno.»
(A. Sedeño, en MORALES PADRÓN, F. op. cit.)
La legitimidad de la descendencia se establece a partir de la
mujer y del tipo de relación sexual que haya disfrutado, diferenciándose
aSÍ, el fruto del matrimonio legal del acontecido en la desfloración
o en la hospitalidad del lecho. Es muy posible que en caso de
debate, el Guanateme interviniese como mediador, a fin de dirimir
un conflicto si el supuesto padre pertenecía a la Nobleza, estableciéndose
la patrilinealidad del vástago a tenor de las prerrogativas
existentes. «E si quedava preñada del cavallera, el hijo que nacía
era cavallero; e si no, los fijos de su marido eran comunes. E para
ver quedava preñada, el esposo no llegava a ella Casta saberlo
por cierto, por vía de la purgación» (A. Bemáldez (1488), en
MORALES PADRÓN, F. op. cit). el (El subrayado es nuestro);
esto es, por la menstruación de su esposa.
ENDOGAMIA DE LINAJE Y EXOGAMIA GRUPAL
Una norma matrimonial, esto es, la que indica qué clases de
grupos pueden casarse entre sí, o a la inversa, qué grupos no pueden
hacerlo, regula las relaciones recíprocas en la Sociedad (SERVICE,
E. 1984).
Respecto al Guanarteme, se dejan entrever dos posibilidades
de enlace matrimonial (vid. A. Sedeño, en: op. cit.): con la viuda del
hermano (levirato) (HARRIS, M. 1984) y con su prima-hermana,
estableciendo alianzas domesticas (comnubios circulares) que se
llevan a la práctica mediante matrimonios preferenciales, en este
caso de primos cruzados, (Ibídem).
Ea!, Guanartheme, salte afuera tu i los tuios y déxanos pelear
que oi en este día te haremos Señor de Canaria i te casaremos
con tu prima.
(A. Sedeño, en MORALES PADRÓN, F. op. eh)
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Para los otros miembros de la Sociedad (nobles y villanos),
cada uno según su status, se establece el matrimonio con primas
segundas y terceras.
Estos tabúes cumplen funciones sociales, no sólo motivadas
por causas ecológicas (HARRIS, M. 1983 b.), sino revelando la
presencia de una exogamia que implica que los intereses corporativos
de los grupos domésticos deben ser protegidos mediante reglas
que estipulan quién ha de casarse con quién (HARRIS, M. 1984).
Pero" además, presenta otros factores importantes, como incrementar
la fuerza productiva y reproductora total de los grupos que se casan
entren sí; permitir la explotación de recursos en un área más vasta
que la que podrían utilizar las familias nucleares extensas sobre una
base individual, y elevar el límite superior del tamaño de los grupos
que pueden formarse para emprender actividades estacionales o
prestaciones colectivas. Pero, allí donde la guerra constituye una
amenaza para la supervivencia del grupo, la capacidad de movilizar
un gran número de guerreros es decisiva (lbidem).
EXPLOTACION y RECURSOS
El desconocimiento de la articulación económica Canaria debe
mucho a los vericuetos epistemológicos heredados. Por esta razón la
Economía aborigen no pasó de un comprendio zoolátrico de cabras,
cerdos, ovejas y perros, -impasibles testimonios del registro
arqueológico-, explotando el «filón» de las crónicas y soslayando
los «confusos huecos» que los materiales dejaron a los excavadores.
La carencia del concurso multidisciplinar impedía diferenciar una
cabra de una oveja, y el trigo de Da Recco (1341) de los «hallazgos
» in situ.
Esta diatriba marcó sobradamente las intenciones y el alcance
de estudios caracterizados por una perenne y paradójica provisionalidad,
a tenor del sempiterno «estado actual de la investigación...».
El primer intento de esclarecer el panorama más allá del típico
recuento de despojos, lo debemos a algunos autores (GONZÁLEZ
ANTÓN, R.-TEJERA GASPAR, A. 1981).
Pero una Economía es algo más. Es un conjunto de actividades
institucionalizadas que combinan recursos naturales, trabajo
humano y teconología para adquirir, producir y distribuir bienes
materiales y servicios de una forma estructurada y repetitiva (G. Dal-
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ton, en Harris, m. 1984). Por ello, el trabajo relacionado con un
modo de producción alimentaria, no se limitará al cómputo de
tiempo empleado en la obtención de la materia prima. También lo
precisa someter a un proceso de crecimiento las plantas y los animales
para que resulten adecuados al consumo humano; y lleva aún
más tiempo manufacturar y mantener instrumentos de producción,
tales como palos cavadores, cestería, anzuelos, etc (HARRIS, M.
1983 a.). El artefacto no figurará entonces, como un objeto importante
en si mismo, sino como un intermediario entre el hombre y su
medio (WATSON/LEBLANC/REDMAN, 1981); no como una
«industria» per se sino en relación con la Estructura que le da sentido
y.al ecosistema general; desplazándose los principales esfuerzos
interpretativos desde el interés por las entidades al énfasis en las
relaciones (Ibídem).
Además, es posible que bajo especificaciones culturales de
medios y fines aparentemente diversos, exista un cálculo humano
tendente a minimizar los costes y maximizar los beneficios, lo que
explica tanto el origen como la perduración de los diferentes sistemas
económicos (HARRIS, M. 1984). Este principio mini-max
depende de muchos factores y es aplicable a otros tantos, como es el
caso de los patrones de asentamiento en la Isla. Cada factor puede
supeditarse a diferentes procesos adaptativos, existiendo aspectos
positivos y negativos de adaptación al medio. Los primeros consisten
en que los problemas planteados exigen la selección, entre varias
posibilidades, de soluciones que con mayor probabilidad tengan por
resultado la supervivencia. Cuando tanto ésta como el crecimiento
se logra, tendrá efectos positivos (SERVICE, E. 1984). Pero
incluso una adaptación de esta índole tiene aspectos limitadores o
autolimitadores, ya que a medida que se va logrando, la Sociedad se
estabiliza hacia un cierto equilibrio con su medio (lbidem).
En Canaria, siendo un nicho insular que plantea no pocas dificultades
ad hoc , observamos en su fase terminal la existencia de una
organización centralizada, que pudo favorecer la resolución de problemas
adaptativos de manera más expeditiva, salvando las consideraciones
de dependencia teconoeconómica que pudieron presentarse,
motivadas por el grado de evolución socio-cultural o la relativa
o coyuntural imposibilidad de sobreponerse a ellas. En este
caso podríamos hablar de un handicap tecnológico motivado por la
carencia de metales, por ejemplo. No obstante, tampoco es preciso
limitar nuestra atención al medio físico y sí a las adaptaciones lleva-
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das a cabo por una Sociedad que intenta solventar su menor o mayor
hostilidad. .
Canaria... donde es fértil es fertilísima y donde estéril,
esterilísima.
(López de Gómara [1552], 1965)
La presencia del factor adap~ación/potencialidad no excluye
la de los demás. Su mayor importancia reside en su generalidad,
pues los otros son todos factores específicos (SERVICE, en
op. cit.).
Por todo ello, las formas de producción e intercambio que
dependen, como en este caso, de los efectos coactivos del poder sólo
pueden entenderse en el marco de un análisis político y económico
combinado, pues dichos procesos productivos no se basan ya en el
parentesco, sino en instituciones de poder político (HARRIS,
M. 1984).
Tenía esta isla de Gran Canaria más policía y orden en su
gobierno. que ninguna de las demas islas.
(Abreu Galindo [1602], 1977)
La obligatoriedad coactiva o indirecta sobre los productores
implicará una productividad mayor de la que se precisa para el consumo
inmediato, lo que permitirá la acumulación de un excedente
(KRADER, L.-ROSSI, 1. 1982). Con un excedente suficiente aparecerán
paulatinamente artesanos especializados, clases políticas,
guerreras, religiosas. Pero esta no es la causa de una mayor complejidad
en el sistema y en las funciones políticas, sino más bien, una
condición necesaria que cuando se presenta hace posible o probable
una diferenciación lógica entre productores y no productores de alimentos
(SERVICE, E. op. cit.). De esta forma, la explotación de
recursos y la posibilidad de acumulación estarán correlacionada con
el aumento demográfico, la diferencia de estos sociales y la aparición
de clases socio-económicas (KRADER, L.-ROSSI, 1. op. cit.);
e implicará, además, un sistema de redistribución.
La creación de especializaciones (por habilidades o por regiones)
en un sistema de este tipo supondrá una administración compleja,
que denota la presencia de una Economía política, como
contraposición a las actividades pautadas que caracterizan una Economía
doméstica. Ahora bien, no es posible ofrecer una lista rígida
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Canaria: redistribución, jerarquia y poder (Bases estratégicas... 599
de éstas, pues algunas pueden quedar fuera del ámbito residencial y
la variedad de combinaciones es tan grande que resulta difícil encontrar
un único denominador común para todas (HARRIS, M.
1984).
El trabajo lo entendemos entonces, como la actuación directa
sobre la naturaleza; en primer lugar sobre la tierra, dando lugar a
cosechas y ciudando ganado, desplazándose de un sitio a otro, de la
residencia a los lugares de explotación, intercambiando actividades
y trasladando los productos hacia el lugar donde se realiza el consumo
definitivo. La esfera excedera al grupo local, alcanzado al conjunto
de la Sociedad (KRADER, L.-ROSSI, I. op. cit.).
De esta forma, la Sociedad Política es algo más que la mera
suma de comunidades: consta de un centro de gobierno con el que
están relacionadas las distintas unidades de producción (Ibídem).
La Economía de un Sociedad Política es una Economía
Política.
La centralización del aparato de poder del que hablábamos
anteriormente, podrá entenderse -cualitativamente- como uncentro
de redistribución cuyas características pautadas son un claro
reflejo de la misma realidad del sistema social y político creado para
sustentarlo. El cargo de Guanarteme o «Rey» (ewad-n-artémin)
(ALVAREZ DELGADO, J. 1982), una vez institucionalizado,
conllevó probablemente la connotación de redistribuidor-incentivador
de la producción, pudiendo concentrar poder en sus
manos y reservarse una parte de los excedentes para si y el aparato
de gobierno; en suma, para su mantenimiento y continuidad, estimulando
la producción e intensificándola cuando fue posible.
En ausencia de un cambio tecnológico, la intensificación es, en
último término, antiproductiva y conduce inevitablemente a la disminución
de la eficacia, dado que el esfuerzo debe aplicarse a animales,
plantas, tierras y fuentes de energía (HARRIS, M. 1983 a.).
Más que aumentar la producción hasta los límites expresados,
parece que en último extremo la opción se dirigió al control demográfico,
dado que algunos microambientes poco aptos (como los de
la fachada Suroeste de la Isla) quedaron como espacios circunscritos
(posible caos de Arguineguín), simplemente se abandonaron o
nunca se ocuparon. En este sentido, la lista de poblados ofrecida por
A. Bernáldez (1488, en op. cit.) resulta altamente significativa.
Ante la clara limitación teconológica los mecanismos más
usuales pudieron bascular hacia la guerra endógena, la continencia
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600 J. J. Jiménez Gonzdlez
sexual masculina, una alimentación coyunturalmente alternativa
(recolección, marisqueo,...), la simple negligencia de los vástagos o
el inflanticidio femenino antes anotado.
Otro factor, más propio del último siglo de la Sociedad indigena,
es la contínua amenaza de incursiones foráneas, que estimularía
asentamientos cada vez más defensivos y cierta intensificación
de la agricultura.
E al tiempo destas pazes los canarios senbraron mucho pan,
con intención que después de cogido podrían desbaratar a los
christianos, como otras vezes avíanfecho a la gentefram;esa
que aquellas yislas comenr;ó a conquistar.
(M.D. Valera [1487], 1934)
La intensificación de la producción con medios de pequeña o
gran escala no tiene porqué significar ninguna clase de efectos políticos
directos. Más bien, éstos se producen en la demografía, la urbanización,
la especialización artesanal, etc. y se limitan aposibilitar
el cambio, no son su causa (SERVICE, E. op. cit.). De ahí que sea
la intensificación de la producción y de la mano de obra consecuencia
de la irrigación y no a la inversa, pues ésta puede darse en sistemas
de pequeña y gran escala (Ibídem).
BAJO EL SIGNO DE LA REDISTRIBUCIÓN
La redistribución es una forma de intercambio en la cual los
productos del trabajo de diferentes indivíduos se llevan a un lugar
central, se clasifican por tipos, se cuentan y después se distribuyen
indistintamente entre productores y no productores (HARRIS, M.
1984). Para ello se requiere un esfuerzo importante de organización,
lo que se logra, como adelantábamos, gracias a una persona que
actúa como redistribuidor.
Podemos distinguir la forma igualitaria (que parece ser un caso
extremo de reciprocidad) de la modalidad estratijicada , en la que el
redistribuidor se abstiene de trabajar en el proceso de producción,
se queda con una parte y termina con mas posesiones materiales que
nadie (Ibídem). Este modelo fue el que probablemente existió en
Canaria, pues los «villanos» contribuían a los fondos centrales con
una décima parte de sus cosechas, tendiendo potestad el Guanarteme
para obligarlos a intensificar la producción. Ello hizo posible la
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Canaria: redistribución. jerarquía y poder (Bases estratégicas... 601
existencia de una clase de gobernantes con poder coactivo, propiciando
la subordinación económica de la clase dependiente (GONZÁLEZ
ANTÓN, R.-TEJERA GASPAR, A. 1981) Y su pérdida
total o parcial sobre la producción y el intercambio. Igualmente
podía estar sometida a un reclutamiento efectuado en los poblados
con objeto de cooperar en obras de infraestructura (acequias, casas
comunales, graneros,... ), otras netamente suntuarias (residencia del
Guanarteme, tumbras y necrópolis, artesanias,...) y para la guerra.
Como compensación, la élite contribuye a su mantenimiento en épocas
de escasez (sequía, disminución o pérdida de cosechas, plagas
de langosta, (MARTÍN DE CUYAS, T. [1694], [1986], etc.) posibilitando
la existencia de especialistas en algunos oficios (constructores
de casas, carpinteros, sogueros,...), servicios religiosos o
actividades teñidas por viles (carniceros, embalsamadores,
verdugos,... ).
Otra modalidad comporta, en la Isla, la reciprocidad en el inter-cambio
de bienes.
Observaron entre sí estos jentiles Canarios buena horden i
admirable disposición de gouiemo en su república. Tenían
tracto y contracto de todas las cosas para su menester. tanto
en ganados como en seuada. pieles para sus ropas i otras
cosas necesarias. trocando unas por otras.
(A. Sedeño, en MORALES PADRÓN, F. op. cit.)
Los intercambios de este tipo pueden realizarse entre diferentes
poblados, pero nunca son tan efectivos como un sistema coordinado
de redistribución (SERVICE, E. op. cit.). De ahí que ésta se efectúe
necesariamente mediante el planeamiento económico-político y la
«aquiescencia» de los productores, pues la reciprocidad no será
inmediata, razón por la que tendrá una tendencia paulatina hacia
cierta especialización de importantes connotaciones sociales y políticas
(Ibídem).
La relación dialéctica será visible: cuanto más centralizado y
organizado esté el centro de autoridad, mejor actúa la redistribución
y la correspondiente especialización;cuanto mejor funcionan éstas
más necesario y beneficioso será aquél. Por ello resulta un modelo
de refuerzo mutuo (Ibídem).
Es posible que, a medida que el sistema se fue perfeccionando
el papel de la autoridad representada por el Guanarteme se fortaleciese,
capacitándolo para ampliar su esfera de actuación, lo que
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602 J. J. Jiménez Gonzdlez
supondría incrementar la facultad del centro para subvencionar un
incipiente artesanado especializado y ciertas «obras públicas» que
obviamente realizaban los miembros de la «clase dependiente», tal y
como ya referimos. Este incremento de la estructura de poder respecto
a la organización social, política y económica, se veria
ampliado progresivamente merced a que la centralización fue
haciéndose pujante en tomo a ciertos lugares más favorecidos. Ello
pudo ocasionar una pugna por el control de ese centro/s redistribuidor
mediante una o varias guerras.intemas. Tal pudo ser el caso de
Te/de respecto a Gá/dar y el supuesto «declive» o circunscripción
de Arguineguín como queda explicitado a niveles contructivos y
«urbanísticos» .
Dice que en la isla hubo siempre un señor, es cierto, i que esto
fue en Gáldar eso es falzo contra el común sentir de todos. El
primer señorío fue a la parte de el sur en el Oriente de la isla,
como constaba i aún oy de las Ruinas de los grandes edificios
que eran allí mismo hauitados, i aún siempre tuvieron sus
señores como en el Arguineguín uno i el otro en Telde, i el
último i el tercero fue Gáldar; que sola una autoridad halle
más pudo serpasión de quefue por tiranía contra el de Telde,
der;ianlo algunos canarios ,en la parte de eJ sur.
(A. Sedeño, en MARTIN DE GUZMAN, C. 1984)
La redistribución y su centro de poder asociado pueden tener
también un efecto pacificador sobre una extensa área. En este caso,
la Isla o zonas de la misma reticentes a la unificación y consiguiente
subordinación al centro principal. Cuando mediante el sistema esbozado
una población se concentra y acaba por ocupar los nichos
explotables adyacentes, normalmente se dan dos resultados: rivalidad
o cooperación (SERVICE, E. op. cit.). La primera conduce a la
guerra, que pudo tener como resultado la segunda, pues el derrotado
se ve obligado a ella bajo la dirección de una autoridad que antes de
las hostilidades le era ajena; caso del Fayak-gobemador de Telde
respecto a sus «vasallos» discrepantes, pues representaba la delegación
del poder galdárico impuesto, posiblemente tras una
derrota de armas.
Los de Telde no le querían por gouernador menos que no
fuesse el señor Guanartheme.
(A. Sedeño, en MORALES PADRÓN, F. op. cit.)
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Canaria: redistribución. jerarquía y poder (Bases estratégicas... 603
Es ilustrativo que la autoridad deseada corresponda a la que
más lejos se encuentra, frente al control férreo y directo sobre los
recursos, representado por tal delegación.
Una consecuencia de este tipo sólo parece factible en el contexto
de una sociedad de jefatura en evolución hacia la forma de
Estado: una forma potencial de Estado o un Estado emergente,
como consideramos a Canaria, siguiendo a L. Krader (1972).
El desarrollo del sistema redistribuitivo, sólido y permanente,
pudo contribuir al mantenimiento y refuerzo de la jerarquía de autoridad
socio-política; Por una parte, la de los redistribuidores grandes
y pequeños -como sistema básico de abastecimiento-; por otra, el
hecho de que un redistribuidor incentivador puede castigar reteniendo
los bienes de cualquier subjefe o grupo «disidente», como en
el caso del Fayak de Telde frente al poder representado por el
Guanarteme.
El Faizán de Telde, el tuerto, que intentó haserce rehaqio con
armas i cautibos (. ..) arrepentido el Faizán. lleuó los cautibos
i armas a el encuentro en medio de el camino, pidióle perdón i
fue perdonado de Guanarteme, dexándole la mitad de las
armas i el gouierno de Telde.
(A. Sedeño, en MORALES PADRÓN, F. op. cit.)
La redistribución no sólo permite que un cargo sea inamovible,
sino que precisa que su titular desempeñe correctamente su tarea.
Debe ser capaz de dirigir el trabajo en la producción, decidiendo de
forma equitativa y prudente la asignación de una parte de los bienes
producidos. Uno de los más importantes es el almacenamiento,
para mantener el aparato de gobierno y como capital empleado en
contingencias (una guerra, epidemia, catástrofe,...). Tales poderes
son socialmente útiles y tienen un efecto político integrador, pues un
sistema redistributivo bien administrado contribuye a la solidaridad.
Lo más obvio es su cualidad orgánica: las partes especializadas
dependen del funcionamiento del todo y la «solidaridad orgánica»
viene a parar en lealtades hacia la«administración» (SERVICE, E.
op. cit.). Otra de las consecuencias de este fenómeno es que se superan
poco a poco las tendencias hacia lafisión, como sucede con la
considerable espontaneidad que caracteriza a las sociedades
segmentarias.
Por otra parte, la donación de festines competitivos y demás
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604 J. J. Jiménez González
formas de redistribución eliminó la dependencia primordial de la
reciprocidad, cuando fue posible aumentar la duración e intensidad
del trabajo sin infligir daños irreversibles a la capacidad de sustentación
del hábitat (HARRIS, M. 1983 b.). La única dificultad estriba
en que la gente no trabaja más de lo estrictamente necesario; la
redistribución estimuló positivamente esta carencia, incentivando la
producción de alimentos más allá de las necesidades inmediatas,
aunque los jefes suelen vivir mejor que los plebeyos (HARRIS,
M. 1984).
Es posible establecer una correlación entre el paso del pastoreo
y la agricultura de secano a la de regadío en la Isla y el rápido crecimiento
poblacional, la nucleación del hábitat, la construcción de
monumentos, la estratificación social y la guerra (HARRIS, M.
1981). En este caso -tal y como mencionamos- un proceso de
unificación interna, sofocando los puntos de insurreción y catalizando
la unidad del territorio insular, propuesta o fáctica de Attidamana
y Gumidafe, con un cambio en el modo de producción.
(Versiones de este suceso, rozando lo legendario, pueden seguirse en
Abreu (op. cit.) Torriani (op. Cit.). Escudero (En, op. cit.) y
otros).
Con la paz que después tuvieron los canarios entre sí debajo
del gobierno de los reyes, empezaron a fabricar juntos casas y
poblaciones y a reunirse para vivir urbanamente, abandonando
la vida pastoril y rústica.
(L. Torriani, op. cit.)
A los factores mencionados podemos sumar el atasco, zonas de
transición ecológica donde los individuos separados de las aldeas
principales descubrirían que tendrían que realizar una severa reducción
de su nivel de vida o cambiar su modus vivendi percatándose
de que los beneficios de un status permanentemente subordinado
superaba los costos de tratar de mantener la independencia
(HARRIS, M. .1983 a.).
En cuanto a la propiedad y tenencia de la tierra, es posible inferir
que sea precisamente el Guanarteme quien detentara su administración,
en nombre de toda la comunidad (GONZÁLEZ ANTÓN,
R.-TEJERA GASPAR, A. 1981), para posteriormente, auspiciado
por el Consejo de nobles y por delegación, ir transmitiendo su uso a
los estamentos productores.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Canaria: redistribución. jerarquía y poder (Bases estratégicas... 60S
Las tierras eran consejiles, que eran suias mientras duraba el
fruto, cada año se repartían.
(G. Escudero, en MORALES PADRÓN, F. op. cit.)
La tierra parece ser propiedad de la comunidad, personificada
simbólicamente en la figura guanartémica, quien inicia el proceso de
redistribución con el reparto anual. Existe un derecho de uso, más
que de propiedad por parte de los «villanos» que la ponen en explotación
(GONZÁLEZ ANTÓN, R.-TEJERA GASPAR, A. op.
cit.). Al ser la tierra un medio de producción básico, el Guanarteme
revierte en una figura clave, para entender que como redistribuidorincentivador
no se queda, precisamente, con lo peor de lo produ
cido, pues
Al Señor reconocían la. superioridad y obediencia, y soempre
se la daua lo mejor.
(López de UlIoa, en MORALES PADRÓN, F. op. cit.)
Cierta porción de algunos llamaron diezmos, otros renta, o
limosna, que se cobraba por quenta del rey en todos los lugares
onde havía escuelas o maguas en quien se repartían, y
depositaban estos frutos, en cuebas, y tenían pocitos para
años faltos.
(Marín de Cubas [1694], 1986)
Desde una perspectiva arqueológica esto supone la existencia
de silos para el almacenamiento (repartidos por amplias zonas de la
Isla); desde el sistema de redistribución, una organización compleja
en su gestión y desarrollo.
EL SÍMBOLO DE LA JERARQUÍA
Una Sociedad es, para nosotros, un grupo social máximo compuesto
de ambos sexos y todas las edades, que manifiesta una
amplia gama de conductas interactivas (HARRIS, M. 1982). Su
elaboración es la respuesta a las tensiones ocasionadas en su seno
por la multiplicación de sus unidades, forzando la capacidad de la
estructura para acomodarla a este incremento. Si la presión sobrepasa
los «límites elásticos» del sistema, éste responde dando origen
a nuevas prácticas e instituciones; en una palabra, desarrollándose
(Carneiro, R. en SERVICE, E. op. cit.).
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606 J. J. Jiménez González
Cuando una forma de poder personal consigue establecerse e
institucionalizarse, aparecerán diversos cargos subsidiarios que formarán
unajerarquía (SERVICE, E. op. cit.). Una sociedadjerarquizada
también puede estar estratificada, de ahí que, aquellas
familias que tienen un acceso directo o superior a los recursos básicos,
disfrutan de la facultad de exigir a los demás un pago en servicios,
por el acceso a ellos. En este sentido, el concepto de clase que
hemos empleado lo define R. Adams (en Ibídem), al identificarlo
con estratificación, cuando describe grados objetivamente diferenciados,
sin ninguna implicación de 'movilidad drásticamente reducida,
conciencia de clase o lucha abierta de clases. Pero hemos de
advertir que, en una colectividad de este tipo no todos se adaptan a
sus status ni a las espectativas normales del correspondiente rol,
caso ejemplificado en el «villano» Doramas alzado Capitán sin
licencia de el Rey Guanartheme (A. Sedeño, en MORALES
PADRÓN, F. op. cit.).
A tenor de lo expresado, en Canaria encontramos una sociedad
jerarquica y estratificada que comporta los siguientes status de
clase: Nobles, villanos y «esclavos», caracterizados por una serie de
consideraciones extremas que resulta prolijo exponer aquí.
En ocasiones esta organización ha sido interpretada como <feudal
» (MARTÍN DE GUZMÁN, C. 1986), al existir entre ambas
interesantes paralelismos (vid. el «feudalismo tribal» de B. Davidson,
en Ibídem). No obstante, hemos de anotar que entre ambos sistemas
existe una importante discontinuidad, independientemente de
que la misma trasposición de términos resulte maniquea.
Esta jerarquía de poder comporta para sus protagonistas, en el
sistema y en las funciones políticas, una marcada endogamia de
linaje, como fórmula instrumentalizada de acceso y monopolio del
mismo, que recae en los miembros de la «nobleza» más próxima a
los linajes decanos.
Estos caballeros son considerados como pertencientes a la
primera nobleza (la más pura); no habiendo jamás contraído
alianza alguna con las clases inferiores.
Tan sólo ellos conservan y guardan las tradiciones de las
creencias religiosas. las cuales no divulgan ni dejan creer a
los demás sino aquello que les place...
(G. E. Azurara [1451], en BAKER-WEBB, P.-BERTHELOT,
S. 1977)
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Canaria: redistribución, jerarquía y poder (Bases estratégicas... 607
Cualquier sociedad, pero particularmente una que tenga jefes,
consejos o alguna otra forma de centralización, puede instituir soluciones
para resolver los problemas organizativos, pudiendo servir a
funciones integradoras mucho más importantes (SERVICE, E. op.
cit.). De esta forma, la autoridad centralizada ya no representará la
tradición común, ni los intereses de todos los individuos, al estar
dividida entre quienes trabajan y quienes viven del trabajo de los
demás, entre gobernados y gobernantes (KRADER, L.-ROSSI, I.
op. cit.), lo que devino en una forma de autoridad hereditaria e insitucionalizada
de desigualdad. El gobierno jerárquico de sociedades
de este tipo puede encajarse en una organización que se convierte en
una pirámide compleja de organización centralizada.
LA CONSOLIDACIÓN DEL PODER
La figura del Guanarteme denota un cargo (Ibídem), instituido
para asegurar la continuidad del sistema más allá del periodo de
competencia de sus titulares, otorgando el poder y la autoridad (Ibídem).
Su supervivencia dependió de pacíficas sucesiones, ya que
muchas sociedades presentan litigios en su transmisión. En Canaria, la
adscripción al cargo hereditario parece haber solventado estos problemas.
(un estudio minucioso al respecto, desde una vertiente histolingüística,
fue realizado por el Profesor Alvarez Delgado
(1981, 1982).
i este nombre tenían los Señores de Canaria de unos en
otros deriuado.
(A. Sedeño, en MORALES PADRON, F. op. cit.)
Legitimando la herencia y la transmisión del poder por línea femenina,
testimoniando su caracter matrilineal (PEREZ SAAVEDRA,
F. 1984), visible en el episodio de la rendición final de la Isla
(Ibídem).
A medida que esta tendencia devino estabilizada como norma,
el grupo dominante aumentó su vigencia consolidando el podermismo
(SERVICE, E. op. cit.). Con posterioridad, la autoridad centralizada
proporcionaría una diversidad de formas de actuación para
protegerse a sí misma, prohibiendo aquellas acciones que suponían
una amenaza para la persona o la autoridad del gobernante. La más
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
608 J. J. Jiménez Gonzdlez
obvia es el tipo de lesa majestad, como una versión incipiente de las
leyes que protegen la vida de las personas de autoridad o a sus símbolos
(Ibídem).
Sin embargo, unas veces mediante la conciliación, otras por
coacción, la supervivencia del sistema lleva al gobernante a afrontar
tajantemente fenómenos que pudiesen desembocar en una innestabilidad
política o en unproceso de fisión . En otras ocasiones, el poder
político descansa en la capacidad para expulsar o exterminar cualquier
combinación previsible de indivíduos y grupos disconformes
(HARRIS, M 1984), controlando el acceso a los recursos básicos,
instrumentos y armas útiles (Ibídem). Pero además, se ve sostenido
en el cargo por una serie de aderezos económicos sociales e ideológicos
pudiendo llegar a ser considerado inmune (SERVICE, E.
op. cit.).
Todo ello implica una subordinación de los otros cargos existentes
(Fayak, gayres, etc.), la unificación política de la Isla y el
papel de centro principal que Gáldar llegó a representar.
En toda la isla no hubo más que un rey, que se intitulaba
Guanarteme; y en que gobernaba aquella parte de Telde, se
llamaba Faicán, que era como Gobernador y justicia de aquellos
pueblos; como hubo otro en la villa de Gáldar, que se llamaba
Faicán también; y tenía el gobierno de aquellos pueblos
galdáricos, siendo así que en dicha villa de Gáldar estaba la
corte, y asistía el rey Guanarteme.
(J. de Sosa [1678], 1943)
Telde (. ..) que fue la primer ciudad i principal de la isla i la
antigua prosapia de toda ella según nos decían los canarios, i
Gáldar después por más fuerte i apartada de los maiores
puertos i entrada que son por aquellas partes de el sur.
(G. Escudero, en MORALES PADRÓN, F. op. cit.)
manifestando la organización compleja que anunciábamos al
comienzo de estas líneas. Esta, en la esfera política, ha sido denominada
de diferentes maneras, atendiendo a sus características funcionales
y e~tructurales bajo el epíteto «proto~statal» (MARTÍN DE
GUZMAN, C. 1980), entendiendo como una situación-puente
entre sociedades sin y con Estado. No obstante, a pesar de su aparente
dinámica este «ordenamiento estatal» (Ibídem) resulta estático
y ambiguo, denunciando cierta indefinición al no analizar
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Canaria: redistribución. jerarquia y poder (Bases estratégicas... 609
procesos. Por ello, como en toda situación de tránsito, la dicotomía
entre sociedades sin,Estado versus sociedades con Estado simplifica
demasiado las cosas, pues existen diferentes tipos intermedios con
formas políticas específicas (KRADER, L.-ROSSI, I. op. cit.). De
igual forma, conceptos como «ordenamiento estatal», «parasocialismo
de Estado», «monarquía guanartémica», etc. (MARTÍN DE
GUZMÁN, C. 1986), ponen de manifiesto una extrapolación conceptual
que podría llevar a claros errores; o si se prefiere, parafraseando
a E. Service, una conclusión etnocéntrica puede convertirse
en una distorsión a posteriori de la historia.
Otros autores (GONZÁLEZ ANTÓN, R.-TEJERA GASPAR,
A: 1981) han tomado de M. Shalins (1972) el término «cacicato
» apostillándose «centralizado», siguiendo una vertiente cross
cultural en nichos insulares con grados aparentemente comparables
(Canarias/Polinesia). Pero, ¿hasta qué punto definen el proceso
adaptativo-evolutivo en la Isla? ¿Se trata sólo de abarcar la denominada
<{ase epigonal» de la cultur~ indígena, c9mo parece inferirse
(TEJERA GASPAR, A.-GONZALEZ ANTON, R. 1985) o debe
entenderse como una visión atemporal?
El Profesor Alcina Franc (1983) anotaba su preferencia por el
término <<jefatura» frente al de «cacicato» dado que éste continuó
utilizándose, con otras connotaciones, tras la conquista del Nuevo
Mundo. Y ello aunque, en sus inicios, «cacique» significará lo
mismo que «jefe». En su interesante trabajo comparativo, este autor
llega a esbozar cierto componente estatal en la organización Canaria,
más allá del sistema de jefatura que observa, en distintos grados,
para otras islas de Archipiélago.
Por nuestra parte, ya hemos adelantado la delimitación de una
<1ormapotencial de Estado» o «Estado emergente» al considerarla
portadora de una dinámica susceptible y sintomática de adaptación
y cambio, propio de este tipo de sociedades, como un conjunto de
condiciones minimas que coinciden como un todo y se expresan en
una vertiente política real (KRADER, L. 1972).
Propuesta global que, en buena lógica, se presta a la confrontación,
el debate y la crítica científica.
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