LAS MINORIAS EN LA HISTORIA DE CANARIAS
LUIS ALBERTO ANAy A HERNANDEZ
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
LAs MINORIAS EN LA SOCIEDAD CANARIA
El estudio de las minorías en la configuración de nuestra sociedad,
es complejo y conflictivo, no sólo por la dificultad de las fuentes,
sino porque en él influyen otros factores. La importancia de las
mismas será considerable, pues las islas, por su situación estratégica
a caballo entre Europa, Africa y América, y en el camino hacia
Oriente, constituyeron desde fechas tempranas un lugar de atracción
para gentes de otras latitudes. Además, su economía orientada hacia
la exportación, provocó, de grado o por fuerza, la llegada de elemen.
tos foráneos.
Nuestro conoCimiento sobre esta temática es aún insuficiente,
pues unos grupos apenas han sido estudiados, y en otros, no ha sido
contemplada toda su problemática, aunque en los últimos años haya
aumentado nuestra información al respecto.
Centrándonos en el tema y aunque sabemos que el concepto de
minoría es complejo, ateniéndonos a su significado literal de grupo
que difiere de la mayoría de la población por raza, lengua, religión ú
otros factores culturales, hemos catalogado los s;6Uientes grupos:
aborígenes, moriscos, negros, portugueses, ital¡anos, judeo-conversos
y nor-europeos. Aunque en algún caso su número pueda ser
cuantificado con más o menos exactitud, en otros en cambio, es más
problemático; en algunos momentos, sobre todo a poco de la conquista,
su número total debió de ser considerable, quizás equiparable
al de los castellanosl . Otro de los aspectos a investigar es el
tiempo que mantuvieron su identidad específica, pues a la larga, es
obvio que terminaron integrándose. Asimismo, es intersante constatar
qué peculiaridades culturales aportaron en este proceso a la
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sociedad canaria. A lo largo de este trabajo, intentaremos tratar esta
problemática a tenor de las invt~stigaciones existentes, así como
señalar, cuando sea posible, las fuentes para su estudio.
Los aborígenes
Entre todas las minorías, la aborigen destaca por ser la autóctona
y por su importancia numérica a la llegada de los castellanos, e
incluso tras la conquista. Procedente del N.O. de Africa e instalada
en las islas en una fecha imprecisa, pero no tardía, su número para el
siglo xv ha sido calculado por distintos autores, que siguen a cronistas
coetáneos, en cantidades que oscilan entre 50.000 y 100.0002•
La ampliación en el futuro de los conocimientos que hoy tenemos
sobre la flora, fauna y clima de las islas en aquel momento, podrá
hacer posible un cálculo más preciso. A fines del siglo citado, las
capturas esclavistas, estudiadas por Vicenta Cortés, Manola
Marrero, Serra, Rumeu y otros, debieron hacer mermar notablemente
su población3• La conquista agravó esta situación con las pérdidas
causadas por la guerra, las enfermedades importadas como la
modorra, el aumento de las esc1avizaciones, el hambre motivada por
el aumento de población, así como por la destrucción de cosechas y
ganados, y las limitaciones para su producción, etc...
1. De 80 testamentos analizados en Tenerife, el 40% de los otorgantes son de
origen portugués, el 28,75% castellanos y el otro 28,75% aborigen. Ver AZNAR
VALLEJO, E.: «La integración de las Islas Canarias en la corona de Castilla (14781526)>>.
Colección Viera y Clavijo, Madrid, 1983. pág. 165.
2. AZNAR VALLEJO, E.: op. cit..
GONZALEZ ANTON, R. y TEJERA GASPAR, A.: «Los aborígenes
canarios». Universidad de La Laguna. 1981.
3. CORTES ALONSO, V.: «La trata de esclavos durante los primeros descubrimientos
(1489-1516)>>. A.E.A., 1963, na 9.
«La conquista de las Islas Canarias a través de las ventas de esclavos en
Valencia.» A.E.A., n.O 1, 1955.
MARRERO RODRíGUEZ, M.: «La esclavitud en Tenerife a raíz de la
conquista.» Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 1966.
«La esclavitud en las Islas Canarias durante el reinado de los Reyes Católicos.
» Historia General de las Islas Canarias. A. MILLARES TORRES, Las Palmas,
1977, tomo 111.
SERRA RAFOLS, E.: «De esclavos canarios.» R.H., t. IV.
«Los últimos canarios.» R.H., La Laguna, 1959.
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La consolidación del dominio castellano no significó, de
momento, el cese de la disminución de población aborígen, pues,
además de los que murieron al no poder adaptarse a la nueva situación,
están también los que fallecieron en las luchas en Berbería. Sin
embargo, estas graves pérdidas no implican la desaparición de los
indígenas, pues además de los' que permanecieron esclavizados en el
archipiélago, están los de los bandos de paces que pudieron permanecer,
bien en su isla o bien en cualquier otra; a ellos habría que
sumarles los que desde la Península consiguen retomar a su tierra,
tal como lo acreditan los estudios de Vicenta Cortés, Manuela
Marrero, Rumeu, W6lfel y otros 4. La situación no fué igual en todas
las islas; en Tenerife y Gran Canaria sobrevivió un contingente
notable de población, por haber pactado con los conquistadores,
como ya citamos, o bien por estar esclavizados en su tierra; a ellos
habría que sumarles los oriundos de otras islas, como los canarios
asentados en Tenerife o los gomeros en ésta última yen Gran Canaria
5. Prueba de que el númt:ro total de aborígenes en ambas islas
debió ser relativamente importante, son los acuerdos de los Cabildos
de Tenerife y Gran Canaria en los años siguientes a la conquista,
solicitando a la Corte el control, o incluso, la expulsión de los mismos,
y no sólo de los alzados, tema éste último estudiado por
Lorenzo Perera6. De La Palma sabemos que, a pesar de la existencia
de bandos de paces, las capturas esclavistas fueron numerosas.
En las islas de señorío, del Hierro no sabemos apenas nada, excepto
de que hubo numerosas razzias esclavistas; de la Gomera, es bien
4. CORTES ALONSO, V.: «Los cautivos canarios». Homenaje a ElíilS Serra
Rafols. La Laguna, 1973, t. 11.
MARRERO RODRIGUEZ, M.: «Los procuradores de los naturales canarios
». Homenaje a Elías Serra Rafols. La Laguna, 1970.
RUMEU DE ARMAS. A.: «La política indigenista de Isabel la Católica».
Valladolid, 1969.
WÓLFEL. D.: «La curia romana y la corona de España en la defensa de los
aborígenes». Anthropos, 1930, Vol. 25.
«Un episodio de la conquista de la Gomera: los gomeros vendidos por Pedro
de Vera y Doña Beatriz de Bobadilla». El Museo Canario, 1933. t. I.
5. DE LA ROSA OLIVERA, L.: «Canarios en 'la conquista y repoblación de
Tenerife». Colección la Guagua. nO 18, 1980.
6. LORENZO PERERA, M.: «Qué fué de los alzados guanches». La
Laguna. 1983.
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conocida la dura represión de Pedm de Vera y su dispersión por el
archipiélago y Península, aunque de ésta última, muchos retornaron
a instalarse, sobre todo en Gran Canaria y Tenerife. Las dos islas
orientales se vieron más despobladas que las demás, pues a su
escasa población se unía una orografía que permitió pocas defensas
frente a las razzias, y una temprana conquista.
El número de supervivientes tras la ocupación definitiva de las
islas, ha sido evaluado en función de los datos del Cabildo de Tenerife,
y de un padrón de la Inquisición de 1504, entre 4.000 y 6.000,
lo que representaría la cuarta parte del total de la población isleña7•
En definitiva, tanto los datos de la época que poseemos, como las
pervivencias aborígenes que se han mantenido, prueban de manera
irrefutable que un número importante de indígenas sobrevivió a
la conquista.
La integración de los mismos se realizaría de manera relativamente
rápida, pues los alzados dejan pronto de ser un problema,
imponiéndose la superioridad mateirial y cultural de los castellanos.
Por lo general, no hubo por parte de éstos excesiva prevención hacia
los indígenas, desde que dejan de representar un peligro, y tampoco
habría discriminación social de carácter legal, puesto que no constituían
rivales importantes para los europeos, a nivel socioeconómicos.
7. AZNAR VALLEJO, E.: op. cit.
LADERO QUESADA, M.A.: «La economía de las Islas Canarias a
comienzos del siglo XVI». Anuario de Estudios Americanos, XXXVI, Sevilla.
1974.
LOBO CABRERA, M.: «Los indigenas canarios y la Inquisición». A.E.A.
na 29, 1983.
8. BONNET, S.: «La fundación de Aríco y del barrio guanche de Guasa».
R.H. 1950.
ANAYA HERNANDEZ, L.A.:«Los estatutos de limpíeza de sangre y su
aplicación en Canarias». Aguayro, na 104, Las Palmas, 1978.
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Este proceso de aculturación ha sido escasamente estudiado,
pues aparte de los trabajos de Cuscoy, González Antón y Lobo,
apenas hay nada más9 • En cambio, el tema de las pervivencias aborígenes
ha sido más trabajado; así, sobre la lengua indígena y su persistencia,
han tratado autores como Wólfel, Alvarez Delgado,
Navarro Artiles, Antonio Cubillos y otros; en el campo económico,
las supervivencias de prácticas pastoriles indígenas ha sido estudiada
por Lorenzo PereralO •
De otros aspectos, como en el terreno lúdico, el juego del palo o
la lucha canaria, ya se ha señalado su claro origen, al igual que algunas
fiestas, como la Rama de Agaetell • En el terreno musical, hay
estudios de Hardisson, Leopoldo de la Rosa, pero es sobre todo Lothar
Siemens quien ha tratado el tema del posible origen aborigen de
algunas danzas, como el célebre «canario», emparentado quizás con
el actual sirinoque palmero, y que pasó a Castilla y de allí a Europa;
asímismo, achaca el mismo origen a las endechas, aunque a la
música le atribuye un origen judío, que según su teoría habrían adoptado
los indígenas de áreas rurales que, en su calidad de marginados,
se relacionarían con estos cristianos nuevos en igual situaciónl2 •
Desconocemos el posible origen aborigen de las endecha, ahora
9. DIEGO CUSCOY, L.: «Los guanches. (Vida y cultura del primitivo habitante
de Tenerife)). S.C. de Tenerife, 1968.
GONZALEZ ANTON, R.: «Conquista y aculturación de los indígenas de
Tenerife». Gaceta de Canarias, nO 3, S.C. de Tenerife, 1982.
LOBO CABRERA, M.: «Los indigenas tras la conquista. Comportamiento
y mentalidad a través de los testamentos». LE.C., 50 aniversario (1932-1982), S.e.
de Tenerife, 1982, t. IL
10. LORENZO PERERA, M.: op. cit.
11. HERRERA PIQUE, A.: «La rama. El rito aborigen». Aguayro.
12. HARDISSON PIZARROSO, R.: «Lo guanche en la música popular canaria
». Instituto de Cultura Popular, S.C. de Tenerife, 1942.
«Las endechas aborígenes de Canarias, el tempo canario y el tempo di canario
». R.H., nO 101-104.
ROSA OLIVERA, L. de la: «Bailadores canarios en unas bodas reales
europeas en 1451». A.E.A., nO 23, 1977.
SIEMENS HERNANDEZ, L.: «La música aborigen». Historia General
de las Islas Canarias. A. MILLARES TORRES. S.C. de Tenerife, 1975, t. L
"Las endechas canarias del siglo XVI y su melodía». Homenaje a D. Agustín
MILLARES CARLO. e.LA., vol. n, Madrid, 1975.
«Las escenas musicales descritas en Le Canarien». A.E.A. nO 23,
1977.
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bien, de lo que sí estamos seguros es que hay que descartar el origen
judaico de la música, al menos en su versión canaria. Los conversos
de este origen que sobre todo tuvieron cierta presencia en las islas de
realengo, constituían una minoría I~sencialmente urbana, que aunque
perseguida, distaría mucho de hacer causa común con otros grupos
marginados de inferior condición. Además, y salvo en determinados
momentos muy concretos, no parece que formaran un grupo cohesionado
que mantuvieran sus tradiiciones, durante el tiempo necesario
como para poder transmitirlas.
Otro terreno donde se han seiialado posibles supervivencias, es
en las prácticas de brujería y hechicería; sin embargo, Francisco
Fajardo que aborda el tema en un reciente artículo, demuestra que
por lo general, son los indígenas los que buscan remedio, y no los
que los dan, y aún en este último cas9, las fórmulas empleadas son
de origen bereber o europeol3 .
Toda esta problematica podra ser mejor investigada, a medida que
aumente nuestro conocimiento del mundo indígena, lo que será posible
con el progreso de las excavaciones arqueológicas por una parte,
el mejor conocimiento de la lengua y det mundo bereber, por otra, y
sobre todo, sería fundamental la investigación en una serie de archivos,
hoy poco o nada trabajados. A nivel canario, además de los privados,
-como el del marqués de Acia1cázar-, habría que seiialar
el de la Inquisición, que aunque ya ha aportado material para distintos
trabajosl4, conserva aún datos de interés que, en la actualidad,
estamos recopilando. En la Península, los archivos eclesiásticos y
de protocolos de las ciudades que más relación tuvieron con las
islas, como Sevilla; los puertos occidentales de Andalucía, Valencia,
Palma de Mallorca, etc... , pueden aún, a pesar de haber sido ya
utilizados, proporcionar informaciones de interés, al igual que los de
Simancas y de la Inquisición del Archivo Histórico Nacional. Los
portugueses, por sus estrechos contactos con el archipiélago, incluso
antes de la conquista, son sin duda esenciales para éste y otros
aspectos de nuestra historia, especIalmente los de Madeira, que aun-
13. FAJARDO SPINOLA, F.: «Las Palmas en 1524: Hechicería y sexualidad
». A.E.A. no 31, 1985.
14. ANAYA HERNANDEZ, L.A.: op. cit.
LOBO CABRERA, M.: «Los indígenas canarios y la Inquisición». A.E.A..
11" 31. 19!:l5. BONNET. S.: Op. cil.
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que trabajados parcialmente por Lothar Siemens, conservan aún
material valiosol 5 • Por último, los italianos, que al igual que los
anteriores, participaron en el descubrimiento y conquista de las
islas, puedan tener documentación sobre las mismas. Especialmente
interesantes podía ser la conservada en los archivos del Vaticano, tal
como probó Wólfel.
Moriscos
La población de este origen proviene de las cercanas costas
africanas donde será capturada en una serie de expediciones, que
desde la segunda mitad del siglo xv partirán con regularidad de
todas las islas, excepto en algunos años que son prohibidas por la
coronal6 . Oficialmente durarán hasta fines del XVI, per.o en la práctica
y de manera clandestina, debieron continuar hasta principios del
siglo siguiente, como lo demuestra la prisión en 1611 del gobernador
de Fuerteventura, Francisco Morales Perdomo y de seis vecinos
más, acusados por la Audiencia de haber capturado varios moriscos
en Berberíal7
• El objeto de estas expediciones no era sólo la esclavización
de los así capturados, sino en el caso de los más pudientes, su
intercambio por mercancías tales como cueros, ámbar, marfil,
ganado y, sobre todo, esclavos negros que eran apresados a su vez
por los moros al sur del Sahara. También hubo casos de venida
voluntaria a las islas, como explican en 1541 Luis de Aday y otros
seis moriscos vecinos de Tenerife, ante la amenaza de ser expulsadosl
8
• Aunque el motivo que argumentan para la venida a las islas es
la inspiración divina, por otros casos similares sabemos que eran
15. SIEMENS HERNANDEZ. L.; BARRETO, L.: «Los esclavos aborígenes
canarios en la isla de Madera (\455-1505)>>. A.E.A., nO 20, 1974.
16. LOBO CABRERA, M.: «La esclavítud en las Canarias orientales en el
siglo XVI (negros, moros y moriscos)>>. Cabildo Insular de Gran Canaria, S.C. de
Tenerife, 1982.
RUMEU DE ARMAS, A.: «España en el Africa Atlántica». Madrid
1956-1957.
17. Archívo Acialcázar, lego Berberia.
18. PERAZA DE AYALA, J.: «Los moriscos de Tenerife y acuerdos sobre su
expulsión en Homenaje a Elias Serra Rafols, Universidad de La: Laguna, 1970, t. I1I,
pág. 1J.
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atraídos por las superiores condiciones de vida del archipiélago. Su
cuantificación resulta problemátic:a, pues como ya hemos dicho,
muchos de ellos eran rescatados por sus familiares, y otros consiguieron
huir desde las islas o, sobre todo, aprovechando sus estancias
en Berbería como adalides o lenguas, en las cabalgadas y
rescates. Para los que permanec1en en las islas, se utiliza como
fuente para su cálculo el censo que" a petición de la Suprema, realiza
la Inquisición canaria en 1595, y que Millares Torres recogel9 • El
padrón, tal como indica Ricard, no es del todo fiable por estar
incompleto y porque hay cifras poco seguras, inferiores a la realidad20
• Para todo el archipiélago dlá un total de 865 entre libres y
esclavos, desglosados por islas dce esta manera:
Gran Canaria:
Tenerife:
La Palma:
La Gomera:
El Hierro:
Lanzarote:
Fuerteventura:
142
196
77
52
ninguno
91
307
Para estas dos últimas, la cifra resulta exigua ante los 1.500
que proporciona Próspero Cassola, que a juzgar por otros testigos,
parece más fiable. La integración de esta minoría, sin duda la de más
nivel entre las esclavizables, preoc;upaba extraordinariamente a las
autoridades civiles y eclesiásticas, como lo demuestran los frecuentes
procesos de la justicia civil e inquisitorial, por huídas, apostasías
y prácticas mahometanas, y la frecuente normativa al respecto. Esta
situación respondía, no sólo a su elevado número, sino al peligro
potencial que representaban como quinta columna de sus correligionarios
magrebíes, que, desde la segunda mitad del XVI y hasta avanzado
el XVIII, asolaron las islas; además, como ya hemos señalado,
eran los más inasimilables, como lo prueban los numerosos procesos
19. MILLARES TORRES, A.: «Museo Canario. Colección de documentos
para la Historia de Canarias». t. 2°, fols. 38r-41.
20. RICARD, R.: «Notas sobre los moriscos de Canarias en el siglo XVI». El
Museo Canario, nO 4, 1934.
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Las minorías en la historía de Canarias 39
inquisitoriales por prácticas mahometanas21 • Especialmente frecuentes
fueron las acusaciones de este tipo contra los de Lanzarote y
Fuerteventura, donde su elevado número les permitio mantener sus
formas de vida anteriores. El motivo de su concentración en estas
islas fué la política de repoblación de los señores de las mismas, que
aprovecharon especialmente sus habilidades pastoriles, en un medio
físico relativamente similar al de su procedencia. Por otra parte, fueron
las islas más castigadas por las invasiones mogrebíes, con lo
cual muchos cristianos viejos terminaron emigrando de ellas, dejando el
campo libre a los moriscos, que ademas estuvieron protegidos por los
señores de las mismas. El proceso de integración de los moriscos en la
comunidad cristiana, es complejo y difícil de analizar, por distintos
motivos. En primer lugar, ya hemos señalado su menor deseo de
integración respecto a los otros esclavos, por su mayor nivel cultural,
pero además en el caso de Lanzarote y Fuerteventura, donde
vivía la mayoría, existen otros factores que dificultan este proceso:
la cercanía a Mrica que alienta en los más irreductibles la esperanza
de huir; su uso frecuente como adalides y lenguas en las expediciones
a Mrica, les permitía permanecer largo tiempo conviviendo con
sus antiguos correligionarios, manteniendo sus pautas culturales, tal
como denuncia frecuentemente el S.O.; y la continua llegada de cautivos
de su país que permitía la conservación de su identidad cultural.
Además, no sólo vivían esparcidos por las islas por su actividad fundamentalmente
pastoril, y en escaso contacto con los cristianos viejos,
sino que estos últimos eran escasos, lo que junto con su
dispersión, dificultaba su control por las autoridades. Las pruebas
de esta situación las encontramos en las cartas de la Inquisición
canaria a la Suprema, en el prólogo de Ginés de Betancor al padrón
de 1595 en Lanzarote, o en el informe de Próspero Cassola. Pero
quizá más fidedignos sean las testificaciones y procesos inquisitoriales
por prácticas islámicas, que parecen demostrar que en determinados
momentos, muchos de ellos pudieron vivir de una manera
21. MILLARES TORRES, A.: «Historia de la Inquisición en las Islas Canarias
». Editorial Benchomo, La Laguna, 1981.
. ACOSTA GONZALEZ, A.: «Moriscos e Inquisición en Canarias durante
el siglo XVI». Curso monográfico de doctorado, Madrid, 1986 (inédito¡.
CARRASCO, R.: «Marisques et Inquisition». Revue d'Histoire des Religions,
CClI, 1985, págs. 379-387.
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muy parecida a su etapa anterior, en aduares, comiendo sus alimentos
tradicionales, hablando su lengua e incluso, practicando sus
ritos. Así en Lanzarote, en 1521, el vicario de la isla, Hernán
Darias, testifica ante la Inquisición, la existencia en dicha isla de
una mezquita donde los moros enterraban a los suyos; en posteriores
averiguaciones, el s.a. es informado que en realidad se trataba de la
tumba de un alfaquí, situada en un barranco del Jable22 • Este lugar
aparece como residencia de moriscos en otros documentos, así, en
1532, un Tomás Martín de Lanzarote, señala haber ido al Jable
donde están los moros, y haber estado en sus tiendas en «Tenguatona
». En la misma declaración dtmuncia una reunión de muchos
moros en torno a hogueras y un tal Luis Perdomo, que luego se autodenuncia,
bailaba y cantaba en su lengua, con objeto de adivinar el
futuro y de curar a una morisca demente23 • Las testificaciones por
proposiciones a favor de la ley islámica o en contra de la cristiana,
son también numerosas, al igual que también las hay por amenazas
de los moriscos contra los cristianos:. Ejemplo de esto último, es una
testiticación contra un Pedro Felipe por arengar a un grupo de
moriscos para que mataran a los cristianos de la isla y huyeran a tierra
del Xarife24 • Aunque no de esta manera, Pedro Felipe junto con
su familia, amigos y criados, protagonizaría una sonada huida poco
después, hacia Berbería, que resultaría exitosa.
También en Fuerteventura se harían acusaciones similares, que
demuestran que un sector de esta población vivió durante cierto
tiempo, con su forma de vida y costumbres tradicionales, como lo
prueba una información que la Inquisición abre en 158825 • A través
de la misma, vemos cómo se denuncia que los moriscos viven aislados
de los cristianos viejos en la Herradura, el Viso y Triquibirate,
comiendo queso, leche y huevos, sin probar el cerdo, sin cumplir con
los preceptos cristianos, robando ell ganado a los cristianos viejos,
guardando la religión islámica, etc ... En definitiva, podemos constatar
que a lQ largo del XVI, una parte de los moriscos de Lanzarote y
Fuerteventura (pues también hay ejemplos de lo contrario), mantuvieron
una forma de vida parecida a la de Berbería, ayudados por un
22. A.M.C.: Inquisición, lego XVI-33.
23. lbidem. CXVIII-17.
24. lbidem, CXXXI-8.
25. lbidem, CVII-2.
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Las minorías en la histon'a de Canarias 41
entorno físico y unas actividades económicas parecidas, por los
fecuentes contactos con sus correligionarios, bien fuera en Berbería
o bien en las propias islas con los allí cautivados, por la protección
de los señores de las islas ante la justicia episcopal e inquisitorial, en
un proceso similar al de sus correligionarios levantinos, por lo cual
también serían objeto del odio de los cristianos viejos, que ante esta
situación y sobre todo ante las razzias berberiscas, abandonarían
estas islas en un numero apreciable. Paralelamente se iria consolidando
el proceso de integración, favorecido por el retorno a Africa
de los más irreductibles, por un mayor control por parte de la justicia
episcopal e inquisitorial de los que quedaban, y por la disminución y
posterior cese de las expediciones a Berbería. El motivo fundamental
de la permanencia de muchos moriscos en Canarias, era obviamente
de tipo económico, pues la vida era menos precaria que en su
país de origen, como lo prueban las venidas voluntarias a las islas, o
el retorno a las mismas de huídos a Mrica, tras una estancia de 1
año y 1 día, en la creencia de que según las Partidas, tras ese tiempo
se les garantizaba su libertad26 •
Además, de haberlo deseado, podrían haber huído aprovechando
las numerosas invasiones y ataques berberiscos que asolaron
las dos islas, sobre todo Lanzarote27 • Prueba de que en el XVII
ya estaban en su gran mayoría, asimilados, fué que la Corona, accediendo
a las peticiones de distintas instituciones de estas dos islas,
los exceptuaron de la expulsión de 1609; posteriormente y a petición
de los mismos, les concedió el derecho a ser admitidos en los
oficios públicos y de honra, como los demás cristianos viejos, y a ser
denominados naturales en vez de moriscos28 • El estudio de su integración
podrá verse facilitado por el análisis de las certificaciones de
limpieza de sangre de la Inquisición, pues, las de otras instituciones
se han perdido.
26. ANAYA HERNANDEZ. L.A.: «Huidas de esclavos desde Canarias a
Berberia en la segunda mitad del siglo XVI», 1Congreso hispano-africano de las culturas
mediterráneas, Melilla, 1984.
27. ANAYA HERNANDEZ, L.A.: «La invasión de 1618 en Lanzarote y sus
repercusiones socioeconómicas». VI Coloquio de Historia canario-americana, Las
Palmas de G.C., octubre 1986.
RUMEU DE ARMAS, A.: «Piraterias y ataques navales contra las Islas
Canarias». C.S.C.I., Madrid, 1947.
28. CARRASCO, R.: op. cit.
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42 Luis Alberto Anaya Hemández
Las posibles pervivencias cul1turales moriscas son difíciles de
establecer, en principio sólo conoc,emos la obra de Lothar Siemens
sobre posibles influencias de esta minoría en el folklore isleño. Este
autor señala el empleo de personajes y vocablos moriscos en un
«villancico moro», obra del maestro de capilla de la catedral, Diego
Durón, compuesta para la Navidad de 1682. Estima Lothar que el
empleo de términos y música moriscos o pseudo moriscos, presuponía
que el auditorio los reconocía por el contacto con este grupo.
Aunque no es descartable esta tesis, hay que señalar sin embargo
que, como indica Caro Baroja, los ~~scritores del XVI y del XVII utilizan
con frecuencia en sus obras una imagen estereotipada del
morisco y de su modo de hablar29 • Para el tango herreño plantea el
mismo origen, lo que no nos pareCI~ posible, pues en la documentación
que hasta hoy hemos manejado, no hemos encontrado apenas
rastro de moriscos en esta isla. Este: hecho queda corroborado por el
padrón inquisitorial de 1595, en lel cual el comisario del Hierro
señala que no existen miembros d~~ este grupo en la isla, lo que es
bastante lógico debido a su pobreza y aislamient030 • También se
atribuye a esta comunidad, sobre todo a sus mujeres, el realizar
prácticas hechiceriles de origen bereber. Según el artículo del profesor
Fajardo, ya citado, de 133 hechiceras contabilizadas en 1524,
al menos 19 tenían esta procedencia, explicando que tenían fama de
«grandes hechiceras», debido al atractivo que representaba el
poseer una lengua y una escritura desconocida, así como la pertenencia
a una religión considerada diabólica. Por otra parte, las
hechiceras solían ser mujeres de condición pobre, entre las que es
lógico que abundaran las esclavas u horras, con pocos medios económicos,
como sería el caso de las moriscas.
29. CARO BARaJA, J.: «Los moris,cos en el reino de Granada». Ediciones
Istmo., Madrid, 1976.
30. SIEMENS HERNÁNDEZ, L.: «AJgunos datos sobre música de moriscos en
Canarias» en Homenaje a Elías Serra Rafols, La Laguna, 1973, t. IV, págs.
387-389.
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Negros
Las minorías en la historía de Canarias 43
El tema de la esclavitud negra ha sido tratado de manera parcial
por Ricard, Rumeu y algún otro, y de manera amplia por Lobo
Cabrera en su tesis doctoraPl. Desde el siglo xv hay noticias de la
llegada a las islas, e incluso de su venta en la Península desde éstas,
de gentes de color que debían provenir de las cabalgadas y rescates a
la cercana Berbería, desde donde habían sido apresados por sus
habitantes. Esta fué durante un tiempo la forma acostumbrada de
aprovisionamiento, sobre todo en el rescate, pues lo usual era el
cambio de un moro por dos negros, aunque si el canjeado era un personaje
apreciado o de calidad, podía obtenerse un número mayor de
negros. Posteriormente se recurrirá a la compra a los negreros portugueses
de Cabo Verde, que se había convertido en el primer mercado
esclavista del área. Teóricamente, los canarios no podían
capturarlos directamente en el continente, pues el Mrica negra era
de soberanía portuguesa; sin embargo, la posibilidad de ahorrar gastos
eliminando a los intermediarios lusos, empujó a muchos isleños a
realizar expediciones furtivas al continente para aprovisionarse
directamente, a pesar del riesgo que suponía; también fué usual su
compra a barcos negreros que pasaban por las islas. No todos los así
adquiridos permanecían en Canarias, ya que una parte era reexpedida
a otros lugares. El profesor Lobo Cabrera calcula en 10.000 el
número de esclavos que, a lo largo del XVI llegaron a Canarias, de
los cuales un 70% eran negros. Los motivos de esta mayoría eran
varios; en primer lugar, ya hemos visto cómo eran objeto de canje;
además por su mayor primitivismo técnico y político representaban
un peligro militar menor que el de los anteriores, como lo prueban
las distintas derrotas de los cristianos en Berbería, donde además las
expediciones fueron limitadas en varias ocasiones por la corona.
31. LOBO CABRERA, M.: «La esclavitud...»
LOBO C., M. YDIAZ HERNANDEZ, R.: «La población esclava de Las
Palmas durante el siglo XVll». A.E.A. nO 30, 1984.
RlCARD, R.: «Acerca de los rescates canarios en Guinea, 1559». R.H. nO
101-104.
RUMEU DE ARMAS, A.: «La expedición canaria al Senegal». R.H. nO
74, La Laguna, 1946.
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44 Luis Alberto Anaya Hernández
También en esta última zona, las frecuentes expediciones que a lo
largo de siglo y medio la asolaron, debieron producir un despoblamiento
en sus costas, tanto por las capturas como por la huída hacia
el interior. Otro factor importante en su adquisición, lo representó el
hecho de que por su primitivismo eran más dóciles y más fáciles de
integrar que los moriscos, aunque por esta misma causa sería más
difícil enseñarles oficios especializados; por ,último, las posibilidades
de evasión de los negros, a excepción de los jolofes que estaban
islamizados, eran menores que las de los moriscos, pues al llegar a
Berbería podía ser de nuevo esclavizados, y en ocasiones, vueltos a
entregar a sus antiguos amos, como rescate por moriscos, tal sucede
con siete esclavos de este color que huyen de Adeje32 •
Su origen tribal era variado y ~m las islas fueron empleados en
las plantaciones de caña y en los ingenios, así como en el servicio
doméstico. Gracias a esta última ocupación, sobre todo femenina,
vivían en las capitales y por la prim~~ra en los núcleos donde estaban
los ingenios. Aunque hay algún caso de denuncias por bailar o practicar
algún rito propio, por lo general y a diferencia de los moriscos,
no llegan a mantener sus formas de vida anteriores por motivos lógicos:
en primer lugar, no encontrarán un medio físico tan favorable
como lo fue para los moriscos de Lanzarote y Fuerteventura, además,
su inferior nivel posibilitó su rápida asimilación; no pudieron seguír
manteniendo contactos con sus lugares de procedencia, ni en la
mayoría de los casos, mantener la esperanza de huir, y por último,
sus diferencias tribales se traducían en diferencias culturales, religiosas
y lingüisticas que dificultaban el establecimiento de lazos unitarios.
Su asimilación pues fué más rápida que la morisca, aunque
debió ser entre las minorías esclavizadas la que ocupó los escalones
más bajos, pues mientras en las otras, -aunque fueran
minoritarios-, hay casos de individuos que alcanzarán un status
social y/o económico elevado, no los conocemos entre los negros
que, además, debido a sus características raciales, tardarían generaciones
en superar este «handicap». Por las razones antes apuntadas,
parece difícil que persistieran aspectos culturales de esta minoría.
Como es corriente en estos grupos marginados, también abundaron
las brujas entre ellos, por los mismos motivos que hemos señalado
32. ANAYA HERNANDEZ, L.A.: ·:<Huídas...»
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Las minorías en la historia de Canarias 45
entre los moriscos, pero a diferencia de éstos, no parece que usaran
de fórmulas o ritos propios.
Judeoconversos
En teoría es posible que antes de la expulsión de 1492 se instalaran,
o al menos, comerciaran con las islas, judíos de religión. Si
fué así no hemos podido constatarlo, pero en cambio sí conocemos a
fines del siglo xv, la estancia en el archipiélago de conversos de este
origen, como lo prueba una testificación hecha en 1505, pero referida
a treinta años atrás, donde se acusa a 5 de éstos de haber practicado
el ayuno del Yom Kipur en el histórico castillo y fuente de
Rico-Roque33 • Dos de los acusados son los hermanos Alonso y
Manuel Hernández Trotín, vecinos de Sevilla; el último es citado
por Viera como activo participante en la conquista de las islas, pues
estuvo en Gando cuando en tiempos de Diego de Herrera, la torre
allí instalada fué asaltada por los aborígenes canarios, acompañó al
anterior cuando huyó ante la entrada portuguesa en Lanzarote, le
ayudó en el tratado que realizó con los guanches, fué testigo en la
pesquisa de Cabitos, y por último cambió bizcocho por orchilla a
Juan Rejón y al deán Bermúdez cuando llevaban poco tiempo instalados
en el Real de Las Palmas34 • Se ha citado también la posibilidad
de que algún converso contribuyera económicamente en el
apoyo de la conquista de las islas, mencionándose en concreto al
conocido Diego Susón, quemado con otros en Sevilla, acusados de
haber intentado levantarse en armas contra el S.O., quien pudo
haber ayudado a Diego de Herrera a cambio de la venticuatría de
Sevilla3s • También son conocidos los .tempranos procesos contra el
escribano Gonzalo de Burgos por judaizar y contra Diego Riquel o
33. A.M.C.: Inquisición, Bute, vol. I-la serie, fol. 45.
34. VIERA Y CLAVIJO, J.: «Historia de Canarias». Goya Ediciones, t. 1, pág.
492, S.C. de Tenerife, 1982.
Abreu y Galindo le atribuye origen flamenco, aunque el Fernández nos hace
pensar en que sea hijo de matrimonio mixto.
ABREU y GALlNDO, Fr. J.: «Historia de la Conquista de las siete islas de
Canarias». Edil. Goya, S.e. de Tenerife, 1977, pago 189.
35. CASCALES RAMOS, A.: «La Inquisición en Andalucía». Biblioteca de la
cultura andaluza, Barcelona, 1986, págs. 43-45.
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46 Luis Alberto Anaya Hemández
Dorador, que junto con su padre" Pedro Dorador, participó en la
conquista de La Palma y Tenerife36 • En tomo a la segunda década
del XVI, alcanzarán una considerable importancia socio-económica
y política en las dos islas principall~s, donde no sólo controlarán una
parte importante de las actividades artesanales y comerciales, sino
incluso detentarán significados puestos políticos, como es el caso del
gobernador de Gran Canaria, Diego de Herrera, y de algunos otros
de sus subordinados. De hecho fué tal su importancia que este
último, junto con otros conversos" remitirán un enviado a la corte
para conseguir del emperador la supresión del tribunal de la Inquisición.
Esta etapa sin embargo, dura poco tiempo, pues en 1526 se
celebra el primer auto de fé que lleva a la hoguera a ocho judaizantes
y a reconciliación a otros más, al que seguirán otros dos nuevos
autos con diversos reos por este delito. Los restantes, al igual que en
la península, huirán o se integrarán totalmente, como lo prueba el
que el resto del siglo no hay apenas procesos por judaísmo. En el
XVII cambia la situación, pues al igual que en Castilla, comienzan a
afluir conversos portugueses tras Ia incorporación de este reino al
imperio español. Se dedicarán fundamentalmente al comercio y a la
administración de las rentas reall~s, que en las islas controlarán
totalmente desde 1640 hasta fin dl~ siglo. Para el comercio y sobre
todo para el contrabando de metall~s preciosos y productos coloniales
indianos con Europa, les serán l~xtraordinariamenteútiles el control
del almojarifazgo y la red de correligionarios, muchos de ellos
familiares, extendida por toda Europa. Una parte de ellos también
emigrando a Holanda, donde había libertad de cultos, y también a
Inglaterra donde jugaron un importante papel ante Cronwell para
conseguir pasar del status de tolerancia en que estaban, a uno de
plena legalización3? -Otros en cambio, permanecerán en las islas y
al igual que en el XVI, terminarán integrándose en el país. Su posible
herencia cultural, tópicos aparte, debe ser nula o al menos imposible
de evaluar, pues al estar perseguidas difícilmente podían transmitirlas;
la tesis de su posible influencia en la música herreña nos parece
errónea, por las mismas razones que en el caso de los moriscos, en el
36. A.M.C.: Inquisición, CXXI-31.
37. ANAYA HERNANDEZ, L.A.: «El converso Duarte Enriquez Alvarez,
arrendador de las Rentas Reales de Canarias». A.E.A. nO 27, Madrid-Las
Palmas, 1981.
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Las minorias en la historia de Canarias 47
Hierro no hubo judaizantes. Lo que sí es obvio que hubo, y las certificaciones
de limpieza inquisitoriales lo constatan, es una mezcla de
sangre judía con las de las principales familias de las islas. El profesor
Régulo ha señalado que la casi totalidad de las 200 familias
recogidas en su nobiliario, tienen sangre judía38 • Esto no implica
necesariamente la existencia de un gran número de conversos, sino
que al ser una minoría con frecuencia próspera y de carácter urbano,
pudo enlazar con los privilegiados de la sociedad isleña, y a lo largo
del tiempo la endogamia de este sector difundió su sangre. Aunque
en este momento no estamos en condiciones de establecer su
número, no es difícil hacerlo aproximadamente en algunas épocas,
sumando a los señalados en el libro de genealogía, los testificados y
procesados por judaísmo.
La bibliografía sobre este tema es escasa, pues aparte de Millares
Torres, sólo podemos mencionar los estudios de Lucien Wolf,
los del profesor Haim Beinart, los de los profesores Régulo y alguno
nuestro, anticipo de la tesis doctoral que elaboramos sobre este
tema39 • Para la investigación de este sector es fundamental el
archivo de la Inquisición española, de Las Palmas y de Madrid, y la
de la portuguesa; también sería interesante la consulta de la documentación
inglesa y holandesa de los allí refugiados, especialmente
la concerniente a sus posteriores relaciones con las islas.
38. REGULO PEREZ, J.: «Contribución de los judíos a la formación de la
sociedad de las Islas Canarias». Miscelánea de Estudios Arabes y Hebraicos, Granada.
1965-66.
39. ANAYA HERNANDEZ, L.A.: «El converso...». «Judíos expulsos en
Canarias», (en prensa).
BEINART, H.: «The jews in the Canary Islands: A Re-evaluation». Lon-dres.
1977. pág. 63.
MILLARES TORRES. A.: «Historia de la Inquisición ...»
REGULO PEREZ, J.: op. cit.
«Los judios en Canarias», Estudios Canarios, XI-XIII, 1968.
REGULO RODRIGUEZ, M.: «Semitismos en documentos de la Inquisi-cion
canaria». Homenaje a Ellas Serra Rafols, 1. IV, La Laguna, 1973.
WOLF. L.: «The jews in the Canary Islands». J.H.S., London, 1926.
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48
Portugueses
Luis Alberto Anaya Hemández
La temática portuguesa en Canarias ha sido estudiada por una
pléyade de investigadores, que van desde Bonnet Reveron, Sergio
Bonnet, Serra Rafols, Rumeu, Steffen, Alvarez Delgado, Pérez
Vidal, Verlinden y otros, hasta los más recientes: Martín Socas,
Lobo Cabrera, Torres Santana, Fajardo Spinola, Anaya Hernández,
y los portugueses Texeira da Mota, Alberto Vieira, etc...40 •
Esta abundancia de estudios prueba, por una parte la importancia
del tema, y por otra, los numerosos materiales que, como señala
Pérez Vidal, distan mucho de haberse trabajado en su totalidad, aunque
próximos trabajos como la tesis de la profesora Martín Socas,
40. Para el primer grupo ver:
PEREZ VIDAL, J.: «Aportación portuguesa a la población de Canarias».
A.E.A. nO 14, Madrid-Las Palmas, 1968 y «Esbozo de un estudio de la influencia
portuguesa en la cultura tradicional canaria», en Homenaje a Elías Serra Rafols, Vol.
1, La Laguna, 1970.
FAJARDO SPINOLA, F., y ANAYA HERNANDEZ, LA: «Las relaciones
entre Canarias y los archipiélagos de Madera y Azores a través de las fuentes
inquisitoriales canarias en los siglos XVI y XVII». Coloquio Internacional de Historia
de Madera, Funchal, Agosto 1986.
LOBO CABRERA, M. YTORRES SANTANA, E.: «Aproximación a las
relaciones entre Canarias y Azores en los !¡iglos XVI y XVII». Boletin do Instituto Histórico
de IIha Terceira, Vol. XLI, 1983.
LOBO CABRERA, M. YMARTIN SOCAS, M.I.: «Emigración y comercio
entre Madeira y Canarias en el siglo XVI». Boletín do Instituto Historico de IIha
Terceira, Vol. XLI, 1983.
LOBO CABRERA, M.: «Gran Canaria y los contactos con las islas portuguesas
atlánticas: Azores, Madera, Cabo Verde y Santo Tomé». Congreso Internacional
de Historia Marítima, Las Palmas, 1982.
MATO, A.T.: «As rela~s dos Acores com a America Espanhola e as
Canarias nos seculos XVI·XVII». V Coloquio de Historia Canario-Americana, Las
Palmas, 1982.
TEXEIRA DA MOTA, A.: «Viagens espanholas das Canarias a Guiné no
seculo XVI segun dos documentos dos arquivos portugueses». III Coloquio de Historia
Canario-Americana, Las Palmas, 1978.
VERLINDEN, Ch.: «Le Role des portugais dans l'economie des ¡les Canaries
au debut du XVI e siéc1e». En Homenaje a Elias Serra Rafols. T. IIl. La
Laguna, 1970.
VIEIRA, M.: «O comercio de cereais das Canarias para Madeira nos séculos
XVI-XVII'), VI Coloquio de Historia Canario-Americana, Las Palmas, 1984.
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Las minorías en la historía de Canarías 49
aportarán en breve tiempo nuevos datos sobre el tema. Su importancia
es tal, que tras la castellana es muy posible que sea la comunidad
más numerosa y que más rasgos culturales haya proporcionado a la
sociedad canaria. Tal como señala el autor antes citado, la acción
lusitana en Canarias se manifiesta en dos etapas; en la primera, Portugal
intentará la anexión del archipiélago mediante un esfuerzo
militar que alcanza algún éxito aislado, como la adquisición de Lanzarote
durante un corto tiempo. En la segunda, tras el tratado de
Alca<;ovas que reconoce la soberanía castellana sobre las islas, se
inician una serie de contactos pacíficos que se incrementarán desde
1581 hasta la independencia lusitana. Los portugueses, por tanto,
están en las islas desde antes de la conquista, participando en la
misma y recibiendo tras ella tierras yaguas en régimen de igualdad
con los castellanos, constituyendo uno de los principales grupos de
repobladores41 • Su mayor o menor presencia e influencia a raiz de la
conquista ha motivado últimamente, opiniones dispares. Así,
Fernández-Armesto, siguiendo la idea de Chaunu de que las islas
fueron condominio latente hispano-portugués, resalta la presencia
de un gran número de trabajadores, maestros de azúcar y pequeños
campesinos portugueses, que constituyeron un elemento vital para la
economía isleña. Verlinden, aún sin cuestionar una cierta influencia
lusa, matiza su importancia planteando una serie de interesantes
interrogantes a la misma. Entre otros aspectos se plantea su posible
transitoriedad en las islas, pues señala que éstas pudieron servir
como lugar de paso para su huída a América, asímismo cuestiona su
importancia numérica rebatiendo datos que le parecen poco fiables42
• Si las relaciones con el Portugal metropolitano son intensas
desde un principio, también lo serán con sus posesiones africanas
que, incluso en el caso de Berbería, serán ayudadas militarmente
desde Canarias, y mucho más lo serán con los archipélagos del
Atlántico, especialmente como Madera. Guanches esclavos, tal
41. SERRA RAFOLS, E.: «Los portugueses en Canarias». La Laguna,
1941.
42. FERNANDEZ-ARMESTO, F.: «The Canap' Islands after the conquest».
Oxford, 1982.
VERLINDEN, Ch.: «Castellanos, portugueses, italianos y otros pobladores
de Canarias a raíz de la conquista. Una cuestión de proporciones». VI CO(OQII;n
de Historia Canario-Americana. Las Palmas, 1984.
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50 Luis Alberto Anaya Hernández
como han tratado Lothar Siemens y L. Barreto, fueron empleados
en un número considerable en trabajos serviles en esta última isla,
donde se conservan topónimos de: raiz aborigen, como Tabaiba y
Garachico. A cambio, de allí nos vienen árboles frutales y, sobre
todo, la caña de azúcar y los primeros especialistas para trabajarla;
pronto se establecerá además un provechoso comercio entre los dos
archipiélagos, basado fundamentalmente en la exportación de cereal
canario. De Azores, tal como señalan Lobo y Torres43
, nos vendrá la
hierba pastel y sus técnicas de elaboración. El comercio se caracteriza
por la exportación canaria de brea y vinos y la importación de
trigo. Con las otras posesiones portuguesas, los intercambios son
también importantes, especialmente con el Africa negra y con Brasil,
donde desde fines del XVI se remiten los vinos canarios. El volumen
de este último tráfico es de tal calibre, que cuando se produce la
revolución portuguesa de 1640, el arrendador de las rentas reales, el
converso portugués Duarte Enríqul~z, pretende que se le rebajen 2/3
partes del arrendamiento, alegando las pérdidas que con la interrupción
de este comercio sufrirá el almojarifazgo, que era la renta principal44
• Pero a nuestro fin, las relaciones más interesantes fueron las
humanas, que se caracterizaron por la intensa inmigración portuguesa,
pues el caso contrario, -la estancia de canarios en tierras
portuguesas-, se dá en escasa medida, exceptuando quizás el
momento de la ocupación de Madera. Entre algunos de los móviles
que Pérez Vidal señala como causantes de esta emigración, destacan
su situación geográfica entre Africa y América y de camino
hacia las Indias Occidentales, con las facilidades de soslayar la prohibición
de emigrar a las Indias españolas desde estas islas; la cercanía
de Madera y su alta densidad de población, etc... , y por nuestra
parte señalaríamos la similitud de lengua y cultura. Sus actividades
serán fundamentalmente agrícolas, artesanales y marineras, como lo
prueba el considerable número de portuguesismos que se conservan
en estas actividades. Su estancia no fué siempre permanente pues
existió, sobre todo desde Madera a Lanzarote, una emigración estacionaria
que recibía tierras para cereales y retomaba de nuevo, tras
recibir su parte en cereal.
43. LOBO CABRERA, M. Y TORRES SANTANA, E.: «Aproximación...
»
44. ANAYA HERNANDEZ, L.A.: «El converso...»
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Las minorias en la historia de Canarias 51
Respecto a su cuantificación, para el siglo XVI sólo hay datos
parciales por lo reducido de las fuentes. Aznar indica que de 80 testamentos
consultados en Tenerife, el 40% son portugueses45
; Serra
Rafols contabiliza 86 portugueses frente a 36 castellanos en el catálogo
del Archivo del Marqués de Bute46
; De La Rosa cita una proporción
del 80% de la población en los reinos de !cod y Daute; por
último, Verlinden los incluye en el 25% de la población no castellana47
• Para el XVII existe un padrón de portugueses confeccionado
por el Santo Ofiiio en 1626, aunque sólo se ha conservado el de la
Laguna, que cita a 18 portugueses avecindados en esta ciudad, aunque
muchos de ellos aparecen acompañados de familiares y
criados48
•
Pérez Vidal indica que aún sin vivir en ghettos, se agrupaban en
círculos familiares y profesionales, lo que permitió la conservación
de sus elementos culturales. La integración en la sociedad canaria se
aceleraría tras la revolución portuguesa, que hizo disminuir los contactos
recíprocos49
• Prueba de que en Canarias no se les diferenciaba
demasiado del resto de la población, es que durante la guerra
de independencia de su país, los que permanecieron en la Península
siguieron dependiendo del Consejo de Portugal, que existió nominalmente
hasta el fin del conflicto y recibían auxilio económico por su
fidelidad: «el dinero de portugueses», mientras que los portugueses
estantes en Canarias no parece haberlos recibido. También es indicativo
de esta situación, el que no tuvieran representación consular
en las islas hasta 182250 •
45. Ver nota 1.
46. SERRA RAFOLS, E.: «Los portugueses...»
47. VERLINDEN, Ch.: «Castellanos, portugueses...»
48. BONNET y SUAREZ, S.F.: «Familias portuguesas en La Laguna del
siglo XVII». R.H. nOs. 93-94.
49. Para las influencias lusas en Canarias ver:
PEREZ VIDAL, J.: «Influencias portuguesas en la cultura tradicional
canaria». Actas do I Congreso de Etnografia e Folklore, Braga, 1956.
. «Esbozos de un estudio...». «Fenómenos de analogía en los portuguesismos
de Canarias». Revista de Dialectología y tradiciones, XXIII, 1967. «Clasificación
de los portuguesismos del español hablado en Canarias». V Coloquio Internacional
de estudios Luso-brasileños, 111, Rio de Janeiro, 1966.
50. CIORANESCU, A.: «Historia de Santa Cruz de Tenerife». T. l., pág. 99,
Santa Cruz de Tenerife, 1976.
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52
Genoveses
Luis Alberto Anaya Hernández
Dentro de la colonia italiana que fué la redescubridora de las
islas, destaca por su presencia en las mismas, a notable distancia de
las demás, la colonia ligur. Su existencia en Sevilla es anterior a la
conquista cristiana de la ciudad, y gracias a sus actividades mercantiles
en la misma, pronto tendrán noticias puntuales de las primeras
expediciones a Canarias, muchas de ellas protagonizadas por genoveses.
Desde fecha temprana tomarán parte en la conquista y
gobierno de las islas; en 1430 es gobernador de Fuerteventura un
Antonio Lusardo de Franquis, y l~n el frustrado asalto a La Palma,
de Guillén Peraza, participa un Luis de Casañas, apellido aún existente
en las islas. Su actividad principal sería sin embargo, la subvención
de la conquista, así la segunda entrada de Alonso de Lugo
en Tenerife será financiada por Mateo Viña y otros genoveses;
mientras que la conquista de Gran Canaria y La Palma será financiada
en parte por Francisco d~: RiveroI51. Concluída la misma,
invertirán importantes capitales para promocionar el cultivo de la
caña de azúcar y la construcción de ingenios, llegando a controlar el
90% de su producción52 • Hasta tal punto llegó su influencia que la
corona estableció limitaciones económicas a sus actividades, consecuencia
de las protestas de los cabildos isleños ante la Corte. Además
del azúcar intervinieron también en la plantación de la vid,
pesca, comercio de la orchilla, aunque no desdeñarían continuar con
sus tradicionales actividades de banqueros y prestamistas. Fernández
Armesto afirma que su presenda en las islas fué más intensa que
en otras partes, pues además de sus tradicionales actividades comerciales
o financieras, participarán en otras53 •
51. WÚLFEL, J.: «Alonso de Lugo y Compañia. Sociedad comercial para la
conquista de La Palma». Investigación y Progreso, Madrid, 1934.
ROSA OLIVERA, L. de la: «Francisco de Riverol y la colonia genovesa en
Canarias». A.EA., nO 18, Madrid-Las Palmas, 1972.
MARRERO RODRIGUEZ, M.: «Los genoveses en la colonización de
Tenerife, 1496-1509». R.H. nO 89, La Laguna.
52. LOBO CABRERA, M.: «Grupos humanos en la sociedad canaria del siglo
XVI». Colección La Guagua, Las Palmas, 1972.
53. FERNANDEZ-ARMESTO, F.: op. cit., pág. 32.
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Las minorías en la historía de Canarias 53
Se integraron pronto en la sociedad isleña, enlazando con familias
destacadas de las islas y participando en su vida política, donde
ocuparon lugares destacados. Su número debió de ser cuantioso en
relación a la población isleña. De La Rosa dá una relación de 163
apellidos ligures en las islas, cifra considerable si tenemos en cuenta
que según este autor, está incompleta; que una parte de los apellidos
corresponden a familias y no a individuos, y que, aunque se
refiere a todo el siglo XVI, en su mayoría son de la primera mitad,
pues a partir de la segunda su número disminuye debido a la crisis
del azúcar, aunque nunca desaparece54 • La toponimia canaria revela
todavía esta influencia, como lo demuestran el nombre de Lanzarote,
la Caleta de Interian o la del Genovés en Tenerife, Los Riveroles
en La Palma, o el barranco de Azuaje y del de Cairasco en Gran
Canaria; igual sucede con numerosos apellidos. También queda
constancia de su presencia en el terreno artístico, tanto en el escultórico
como en el arquitectónico, del que es buena muestra el palacio
de Lercaro en La Laguna.
Franceses
Fueron de hecho, los primeros conquistadores de las islas, pues
como es sabido, Bethencourt y la Salle se apoderaron en 1402 de
Lanzarote. En le Canarien aparecen los nombres de muchos de los
participantes, que dejarán en las islas más orientales su presencia.
perpetuada en apellidos hoy tan frecuentes como Betancor, Marichal,
Umpiérrez, Melián, Déniz, Berriel, Perdomo, etc ... Tras la
conquista, continuarán las relaciones y aunque los avatares políticos
de los siglos XVI y XVII dificultaron el desarrollo de estos lazos, fué
bastante activo, según Cioranescu55 a fines del XVII en manos de
mercaderes de Bretaña y Rouen. Asimismo, por el tratado hispanofrancés
de 1660 tendrán derecho a un cónsul, que establecen poco
después56 • Las nuevas circunstancias políticas dimanantes del
ascenso al trono español de los Borbones, posibilitaron el estrecha-
54. Según Cioranescu, en Santa Cruz en la primera mitad del XVIII. se casarán
39 genoveses. ClORANESCU, A.: op. cit., T. 1, pág. 378.
55. ClORANESCU, A.: op. cit., T. n, pág. 23.
56. Ibídem. T. 1, pág. 101.
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54 Luis Alberto Anaya Hemández
miento de las mismas, como lo prueba el hecho de que en la matrícula
de extranjeros de 1781, los franceses fueran el primer grupo, si
bien con la exigua cifra de 19, de los cuales 8 se verían afectados por
la expulsión de 1793. Su número crecerá extraordinariamente un
año después, con la llegada de 600 prisioneros de la guerra de la
Convención, y en la guerra de la Independencia, de nuevo servirán
de prisión a soldados capturados ~m la misma, algunos de los cuales
permanecerán en las islas tras su libertad57 •
Británicos
La presencia de británicos en Canarias es debida, inicialmente,
al comercio del azúcar. Desde la primera mitad del siglo XVI, traficantes
de Bristol recalan por las c:ostas canarias. Thomas Nichols,
«mercader de azúcar, hispanista y hereje» en palabras de Cioranescu,
será uno de los más destalcados58 • Desde mediados de esta
centuria la Hickman Castlyn opera en Canarias exportando azúcar
y vinos. El deterioro de las relaciones políticas con la Inglaterra de
Isabel I y después la guerra abierta contra ella, enrarecieron estos
contactos, hasta cortarlos. Es el período de los últimos decenios del
XVI, en el cual las cárceles del Santo Oficio se llenan de marinos
ingleses protestantes, que fueron apresados pirateando o comerciando
en nuestras aguas59 • Restablecida la paz por el tratado de
1604, el comercio se reanudó, y ahora con garantías para los comerciantes
británicos protestantes, que no serían molestados por razón
de su religión, mientras no dieran escándalo o cometieran alguna
infracción, o se inmiscuyeran en la vida religiosa de los isleños.
La colonia británica de Canarias experimentó un notable incremento
durante la primera mitad d~:l siglo XVII. El norte de Tenerife
-Garachico- y el Puerto de la Cruz, particularmente, es su zona
de residencia, puesto que el comercio del vino es .la razón principal
57. GUIMERA RAVINA, Ma del C.: «Tenerife y la guerra contra la Revolución
Francesa». A.E.A. nO 21, Madrid-Las Palmas, 1975.
58. CIORANESCU, A.: «Thomas Nichols, mercader de azúcar, hispanista y
hereje». La Laguna, 1963.
59. ALBERTI, L. de y CHAPMAN, A.B.: «English merchants and the Spanish
Inquisition in the Canaries». Londn:s, 1912.
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Las minorías en la historía de Canarias 55
de su presencia allí. El Tribunal de la Inquisición dá en 16521a cifra
de más de 1500 protestantes, número sin duda exagerado, pero que
dá idea de su importancia cuantitativa60 • La actividad comercial de
los ingleses fué muy grande en la primera mitad del siglo XVII, combinando
el tráfico legal y el contrabando. A partir de Cronwell, la
política mercantilista y los ataques al imperio español suponen un
viraje; los intentos monopolizadores de la Compañía de Canarias y
el ataque de Blake a Santa Cruz de Tenerife son manifestaciones en
Canarias de la nueva situación61 •
La rivalidad política y la competencia comercial de los vinos
portugueses van debilitando las exportaciones canarias, que no
cesan de disminuir a partir del Tratado de Methuen. La evolución
del número de ingleses establecidos en Canarias es paralela, obviamente,
y de este modo su número va reduciéndose, hasta tal punto
que los padrones de herejes confeccionados por la Inquisición a lo
largo del siglo XVIII muestran que apenas quedan unas pocas familias
de ingleses avecindados en Tenerife. Un medio de integración de
protestantes en la sociedad isleña es su reducción o conversión al
catolicism062 , y durante los siglos XVII y XVIII lo hicieron unos 300,
de los cuales las 3/4 partes eran británicos. Aunque un alto porcentaje
son marinos, que probablemente huyen de sus barcos por otras
razones y se van con frecuencia de las islas, otros se nacionalizan
tras su conversión, y permanecen en ellas.
Desde finales del XVII y a lo largo de la primera mitad del XVIII,
se establecerán en las islas una nutrida colonia irlandesa, ayudados
por su condición de católicos, su oposición a Inglaterra y el trato a
favor que les confirió la Real Orden de 1718. En la primera mitad
del siglo XVIII representarán en Santa Cruz el 12% de la inmigración
europea63 , y en el último cuarto de este siglo controlarán la
mayor parte del comercio exterior de esta ciudad y del Puerto de la
60. MILLARES TORRES, A.: «Historia de la Inquisición en las Islas Canarias
». T. I1I, pág. 153, La Laguna, 1981.
61. MORALES LEZCANO, V.: «Relaciones mercantiles entre Inglaterra y los
archipiélagos del Atlántico Ibérico (1503-1783»). La Laguna, 1970.
62. FAJARDO SPINOLA, F.: «Reducciones de protestantes al catolicismo en
Canarias durante el siglo XVIII: 1700-1812». Las Palmas, 1977.
63. CIORANESCU, A.: «Historia de Santa Cruz de Tenerife», T. 1, pág.
102.
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56 Luis Alberto Anaya Hemández
Cruz, localidad esta última donde además formarán parte destacada
del gobierno municipal. Muchos de: sus apellidos los llevarán destacadas
figuras de la vida isleña: Cologan, White (Blanco), Murphy,
Power, Madan, Key, Russell, Q'Shanahan, Cullen, Sall, Barry,
Lynch, etc...64 •
Flamencos y holandeses
La presencia de flamencos en las islas es anterior a su conquista,
en la cual incluso participan algunos, aunque es a partir de la
explotación y comercialización del azúcar cuando se incrementará
notablemente65 • Desde sus comienzos, una gran parte de este tráfico
estuvo orientado hacia Flandes, como lo demuestra el tapiz del
Ayuntamiento de Amberes, conmemorando la llegada del primer
cargamento en 1508 a este puerto. Además del azúcar, comerciaron
también con orchilla, trayendo a cambio tejidos, alimentos y otros
productos, como los conocidos trípticos y retablos, de los que aún
hoy se conservan algunos en el archipiélago. Fernández-Armesto
recoge los nombres de diversos comerciantes de este origen en las
primeras décadas del siglo XVI, entre los cuales destacan los nombres
de Jacob Groenenberch, que de factor de los Welser pasó a
convertirse en el principal propietario de La Palma y uno de los
mayores del archipiélago, y el de los Van Dalle66 • A medida que
avanza la centuria, nuevos flamencos afluyen a las islas, como lo
prueban apellidos como Artils, Van Dam, Witte y otros, algunos de
los cuales en versión castellanizada, subsisten en la actualidad.
Aunque el azúcar canario continúa llegando a Flandes hasta fin de
siglo, gracias a su calidad, en el XVII será sustituida por el vino como
principal producto de exportación. El profesor Everaert en un documento
trabajó sobre este tráfico a finales del XVII y señala la importancia
que esta colonia adquiere en el mismo, aprovechando la crisis
64. GUIMERA RAVINA, A.: «Burguesía extranjera y comercio atlantico. La
empresa comercial irlandesa en Canarias (1703-1771)>>. Santa Cruz de
Tenerife. 1985.
65.. LOBO CABRERA, M.: «Grupos Humanos...», pág. 24.
66. FERNANDEZ ARMESTO, F.: op. cit., pág. 167.
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Las minorías en la historía de Canarías 57
y conflictos con Inglaterra para ir ocupando su lugar, obteniendo en
1704 una real cédula que favorece sus actividades67 •
Los holandeses tuvieron más dificultades para instalarse en las
islas, por el largo conflicto que mantuvieron por su independencia,
así como por las diferencias religiosas. Sin embargo mantuvieron un
importante comercio con las islas, incluso recurriendo a subterfugios
en épocas de guerra, y hacia 1650 tuvieron un cónsul enLa Laguna,
incrementándose considerablemente el número de sus navíos a partir
de 166068 •
67. EVERAERT, J.G.: «La colonia marchande flamande aux canaries au tournat
du "Cycle du vin" (1665-1705)>>. V Coloquio de Historia canario-americana,
Las Palmas, 1982, T. 11.
68. CIORANESCU, A.: «Historia de Santa Cruz de Tenerife». T.I., pág.
243.
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