EL CANARIO FRANCISCO AGUILAR EN LA ETAPA
DE FORMACIÓN DEL ESTADO URUGUAYO
NELSÓN MARTÍNEZ DÍAz
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
INTRODUCCIÓN
En la historia de los canarios instalados en el Río de la Plata, la
figura de Francisco Aguilar y Leal, un emigrado de 1810, reclama
una especial atención, no sólo por el significativo papel jugado en un
período histórico decisivo, sino, a la vez, porque en su actuación
está representado el comportamiento vital de una generación; la que
configuró, según Carlos Real de Azúa: «esta segunda generación
patricia la de la independencia y la Constitución, la de Artigas y la
Cisplatina» l. En efecto, Aguilar desembarca en Maldonado, la
región que ha escogido para establecerse, en un momento de ruptura,
durante la crisis del orden colonial español que se ha iniciado
en Buenos Aires con el movimiento de mayo de 1810 y que muy
pronto se extiende a la Banda Oriental.
En el año mismo de su llegada se encuentra este canario,
oriundo de Tenerife, inmerso en los acontecimientos de la revolución
en el Río de la Plata; luego tendrá lugar la invasión portuguesa,
que será proseguida, a partir de los primeros meses de 1824, por la
dominación brasileña. Desde 1822 se percibe una sorda.resistencia
que tiene como objetivo la liberación del territorio, cuyas manifestaciones
cristalizan por fin en la campaña de 1825. Comienza ahora la
gestación del nuevo Estado, y una vez jurada la Constitución que ha
de regirlo, la etapa de consolidación nacional exige nuevos esfuer-l.
Carlos Real de Azúa, El patriciado uruguayo. Montevideo, 1961, pág.
134.
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zos. Durante este largo y conflictivo proceso histórico, encontramos
a Francisco Aguilar actuando en instancias decisivas.
De su filiación ideológica antes de zarpar con destino al Río de
la Plata nada sabemos, pero podemos ubicarlo, de acuerdo a su posterior
trayectoria política, en las filas de esos liberales moderados
que constituyeron un importante sector de opinión en España
durante los primeros decenios del siglo XIX. Por lo menos, la adhesión
al liberalismo y al sistema republicano de gobierno es la postura
política adoptada por Aguilar desde su participación en los acontecimientos
de la Banda Oriental. ,Por esta razón, al otorgarle «los mismos
privilegios que goza el vecino de esta América», el Cabildo de
Montevideo, entonces integrado por los patriotas, subraya el hecho
de que el peticionante ha adherido al «sagrado sistema del país,
desde su llegada a él»2. En las páginas que siguen, esta comunicación
intenta adelantar un bosquejo de una historia de vida que, en su
complejidad, refleja toda la riqueza de un mundo en transformación
política y social.
Viaje al Río de la Plata
Francisco Aguilar nació, al parecer, en Santa Cruz de Tenerife
el año 17773
• No obstante, residía en la isla de Lanzarote, donde se
dedicó al comercio, tal como se indica en la acreditación de propiedad
de la fragata que utiliza para su navegación hacia Montevideo.
La venta se hace por: «Alejandro Brenan de Norfolk en los estados
de Virginia comerciante, y en 'consideración de la suma de dos mil
libras esterlinas de legítima moneda de Irlanda a mí pagada por
Robert Barr de Belfast agente por Francisco Aguilar de la Isla de
2. Isidoro de María, Rasgos biográficos de hombres notables de la República
Oriental del Urnguay, Montevideo, 1939.
3'vid.: Archivo General de la Nación. Archivos Particulares, Caja 46, Carpeta
2, documento l. En algunos de los documentos expedidos en Tenerife, Francisco
Aguilar aparece como «natural de esta plaza». El año de su nacimiento lo
encontramos en: María A. Diaz de Guerra, Diccionario biográfico de la ciudad de
Maldonado (1755-1900), Montevideo, 1974, pág. 20. Sin duda la autora lo toma de
las actas de matrimonio de este canarío existentes en el Archivo Parroquial de
Maldonado.
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Lanzarote, y de aquel comercio...»4. Y como «vecino de la Isla de
Lanzarote» lo declara asimismo el permiso de salida que se le concede
en 18095•
Según algunos autores, por circunstancias especiales Lanzarote
atravesaba en la primera década del siglo una coyuntura de prosperidad
para los negocios, y a esa isla se dirigieron comerciantes de
otros puntos del archipiélago canario. En 1808, el Cabildo de la
localidad no cumplía la solicitud de la Junta Suprema de Canarias
para constituir, a su vez, una Junta local, y entonces un grupo de
vecinos del puerto de Arrecife elevó un escrito a la Suprema, instalada
en Tenerife, dando a conocer su desacuerdo con esa dilación.
Entre los firmantes se encuentra don Francisco Aguilar, y también
lo veremos hacer acto de presencia como vecino de Arrecife en la
convocatoria al Cabildo Abierto realizado en Lanzarote para efectuar
la elección de la Junta Subaltema6 •
Finalmente, el mes de marzo de 1810 zarpaba de Santa Cruz
de Tenerife la fragata española Luisa, de 250 toneladas, armada en
corso y cargada con mercancías, rumbo al puerto de Montevideo. Su
capitán y propietario era don Francisco Aguilar y Leal; tiene una tripulación
de 41 hombres y transporta como pasajeros a 140 naturales
de las Islas Canarias. Viajan con el capitán su esposa, Luisa
Betancourt, y dos hijas del matrimonio: Emilia y Matilde, llevando
consigo cuatro criados de servicio7•
La licencia para embarcar hacia el Río de la Plata fue concedida
por el Comandante General Interino de las Islas Canarias, Carlos
O'Donnell, que como es conocido había logrado suplantar en el
mando al marqués de Casa Cajigal en 1808, siendo confirmado por
la Junta Supremas. Al promediar el año 1809, O'Donnell sería sustituido
a su vez, por el Comandante General Carlos Luján.
Las razones que impulsaron a Francisco Aguilar para dirigirse
a tierras americanas no resultan claras. En 1809 la situación de la
Junta Central de Sevilla era difícil; el papel jugado por el tinerfeño
4. Vid.: A.G.N. A.P. Caja 46, Carpeta 2, doc. 1, cit.
5. Vid.: A.G.N. A.P. Caja 47, Carpeta 3, doc. l.
6. Cfr.: Buenaventura Bonnet y Reveron, La Junta Suprema de Canarias, La
Laguna de Tenerife, 1980, t. n, pág.s 678-679 y 690.
7. Vid.: A.G.N. A.P. Caja 46, Carpeta 2, doc. 2.
8. Vid.: A.G.N. A.P. Caja 47, Carpeta 3, doc. 1, cit.
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procurando la instalación de una Junta local defensora de los derechos
de Fernando VII seguía una corriente generalizada, por lo que
no parece estar detrás de su decisión un problema político. Sin duda,
tampoco padecía una situación económica precaria, como sugiere el
hecho de que mantenía representantes en Estados Unidos de Norte
América y en Belfast, y podía desembolsar una fuerte suma para
adquirir una embarcación.
La travesía se prolongó más de lo corriente, ya que se vio en la
necesidad de arribar a puertos de Brasil, tocando la isla de Santa
Catalina y Río de Janeiro, ~onde se encuentra en noviembre de
1810, lo que le obliga a vender parte de la carga para hacer frente a
los gastos. Según el relato de su viaje, inserto en el oficio dirigido al
Comandante General del Apostadero Naval del Río de la Plata,
José de Salazar, la intención de Aguilar era llegar a destino en
alguna de las ciudades importantes de la región: Buenos Aires o
Montevideo, conduciendo a bordo: «de treinta a cuarenta familias
de labradores emigrados de aquellas islas con las superiores y precisas
licencias para domiciliarse en estos dominios, a causa de la ruinosa
carestía que allí se experimentaba». Durante la navegación ha
muerto la esposa de Aguilar, y éste decide instalarse en la Banda
Oriental del Río de la Plata, para aliviar las penalidades experimentadas
en el viaje por sus jóvenes hijas y los pasajeros que habían
embarcados en laLuisa9 • Sin duda influyó también para que el emigrante
canario se decidiera por la Banda Oriental el estallido de la
Revolución de Mayo, que convertía la hasta entonces capital del
virreinato en zona insegura por los previsibles choques armados
entre los criollos partidarios de la emancipación y los ejércitos realistas.
Aguilar escogió para instalarse la región de Maldonado, con
puerto de mar que permitía reiniciar sus contactos comerciales, en
lugar de Montevideo, que en Su calidad de plaza fuerte y apostadero
naval del Río de la Plata, convertida en el principal núcleo españolista,
parecía ofrecer menos tranquilidad momentánea.
No obstante, la revolución independentista pronto se extendió a
la campaña en la Banda Oriental, por lo que, pese a todo, se vería
inmerso en los acontecimientos. Su embarcación fue requisada por
un buque de la Real Armada que tocó puerto en Maldonado, para
9. Víd.: A.G.N. A.P. Caja 46, Carpeta 2, doc. 6.
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evitar que pudiera ser utilizada por los insurgentes. En diciembre de
1811 dirigía un oficio al Comandante del Apostadero Naval de
Montevideo, reclamando por los peIjuicios ocasionados en esta
acción, pero la respuesta de Salazar fue terminante. La orden era
transportar al puerto de Montevideo cuanto material pudiera ser útil
al enemigo: «así -escribía Salazar- el pequeño daño de la pérdida
de la fortuna particular de un individuo de muchos desaparece a la
par del bien general que es el norte de todas las providencias del
Gobierno, y si don Francisco Aguilar hubiese sido tan buen vasallo
del Rey como lo quiere hacer ver, desde luego que pues que el puerto
de Maldonado podía caer en poder de los insurgentes hubiera a toda
costa acelerado la salida de la Fragata para éste y cuando se hubiera
celebrado que el bergantín Casilda la hubiera conducido y cuando
hubiese sabido que se había perdido, como ha sucedido a los buenos
españoles que han preferido ver destruidos, o quemados sus bienes
que en poder de los insurgentes». En consecuencia, estimaba rechazable
toda reclamación por parte de Aguilar ante los deterioros sufridos
por el navíolU
•
Formalizada su residencia en la ciudad del este, el tinerfeño
contrajo nuevo matrimonio con una descendiente de canarios, Catalina
Píriz. De este matrimonio nace un primer hijo en 1812, Francisco
José, al que seguirá otro hermano y dos hermanas. Su segunda
esposa también fallece y Aguilar decide casarse por tercera vez; de su
unión con Francisca Javiera Pareja nacieron otros dos hijosll. Francisco
José, el primogénito de los varones, será el encargado de administrar
algunos de los negocios de la familia cuando Francisco
Aguilar decida trasladarse a Montevideo en la década de los
años treinta.
El período revolucionario
En 1811, la situación de la plaza de Montevideo, defendida por
la escuadrilla naval española del Río de la Plata, se mostraba firme
frente a las fuerzas revolucionarias. Hasta noviembre de ese año,
10. Ibidem.
11. María A. Díaz de Guerra, op. cit., págs. 20-21.
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Javier de Elío mantuvo en la ciudad la autoridad del virreinato, una
vez caída Buenos Aires en poder de los patriotas; desde esa fecha, la
partida de Elío hacia España dejó el mando en el gobernador Gaspar
de Vigodet. En consecuencia, Montevideo acataba las decisiones
de la Junta Central primero y del Consejo de Regencia más
tarde; la posición española era compartida, además, por una minoría
criolla que desde siempre había manifestado su antagonismo con
Buenos Aires por el control del comercio en el Río de la Plata.
Pero en febrero de 1811 se ha producido un primer estallido
revolucionario en la zona de Mercedes, en las proximidades del río
Uruguay, que se extiende al resto de las áreas rurales de la Banda
Oriental. Una de las zonas que adhiere al movimiento emancipador
es Maldonado. En el grupo criollo contrario al monopolio peninsular
del comercio se contaban varios comerciantes de Montevideo, y
también algunos españoles. Según el historiador Justo Maeso, entre
los primeros en vincularse a la corriente emancipadora se contaban
personajes como Manuel Pérez, Jos~ Benito Lamas, Tomás García
de Zúñiga, Gabriel Antonio Pereira y Francisco Aguilar l2
• Este, en
efecto, se incorpora en Maldonado a las filas de la revolución oriental
conducida por José Artigas. Francisco Bauzá lo menciona. El
movimiento habría sido iniciado allí por un grupo de hombres como
Francisco Antonio Bustamante, Pablo y Pedro Pérez, hijos de un
poderoso hacendado, el comerciante Francisco Aguilar, Paulino
Pimienta, otro poderoso estanciero, y Juan Antonio Lavalleja, descendiente
de medianos hacendados y que será más tarde uno de los
jefes más importantes del movimiento independentista13 •
Que Francisco Aguilar había decidido incorporarse a la
corriente de ideas que alentaba la lucha por la emancipación para la
región del Plata, y que obró en defensa de las mismas, quedó de
manifiesto cuando en 1815 solicitó al Cabildo de Montevideo -por
entonces la ciudad había sido entregada a las fuerzas patriotas, conducidas
por el general José Artigas-, la concesión de los privilegios
de «vecino de esta América». Francisco A. Vidal, integrante de la
12. Justo Maeso, Los primeros patriotas orientales de 1811, Montevideo,
1888.
13. Vid.: Francisco Bauzá, Historia de la dominación española en el Uruguay,
Montevideo, Montevideo, 1880-1882; Jesulado, Artigas. Del vasallaje a la revolución
, Buenos Aires, 1961.
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corporación capitular, proponía la resolución afirmativa y aducía lo
siguiente: «Igualmente ha sido declarado el suplicante decididamente
a favor del sagrado sistema del país, desde su llegada a él,
habiendo sufrido notables atrasos y peIjuicios en su tranquilidad o
intereses (efecto de su adhesión), causados por los mismos enemigos
de la Provincia, como es bien público y notorio; prestando como ha
prestado parte de sus bienes y ofreciendo todos ellos a favor de la
causa, auxiliando las partidas de tropa y ejército sitiador que han
militado desde aquella época. Así bien ha hecho los donativos que
han estado a su alcance y en un todo se ha prestado a lo que le han
pedido para auxilios, con la mejor voluntad, mostrando siempre el
ardiente celo que le profesa a esta amada patria; hallándose también
en ella casado con hija del país mismo, de la cual tiene tres hijos; y
mediante los servicios expuestos en defensa de dicho sistema por su
adhesión a la causa, quisiera obtener la gracia de V.E., a fin de que
se le concedan los mismos privilegios que goza el vecino de
esta América...»14.
Vidal trazaba, en este escrito lo que podía considerarse el
retrato del buen patriota, con el que coinciden los demás integrantes
del Cabildo al pronunciarse favorablemente: «En atención a ser
ciertos, como es público, los servicios que expone el suplicante.»15
Como puede advertirse, Francisco Aguilar no había sido un mero
simpatizante de la causa de la independencia americana, sino que
obró en su favor comprometiendo su fortuna y su seguridad. Es la
actitud que mantiene al producirse, en agosto de 1816, la invasión
de la Banda Oriental por los ejércitos portugueses con soldados quehabían
participado en las recientes guerras europeas, ahora al
mando del general Carlos Federico Lecor. Parte del ingreso al territorio
fue, precisamente por el este, en dos columnas: una por la fortaleza
de Santa Teresa; la otra cruzando el río Vaguarón, en el
actual Departamento de Cerro Largo.
Fernando Otorgués y Fructuoso Rivera, los dos jefes artiguistas
con quien Francisco Aguilar colaborará activamente, quedaron a
cargo de la defensa de .esa región. Pese a los esfuerzos de los orientales,
este frente no pudo impedir el avance portugués que, finalmente,
14. Isidoro de María,op. cit., págs. 56-57.
15. Ibídem.
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habría de converger hacia Montevideo hasta apoderarse de la ciudad
en enero de 181 7. A partir de entonces, se configuran nuevos frentes
de combate que emplearán ante todo la guerra de guerrillas hostilizando
a los soldados lusitanos. Sus jefes serán Fructuoso Rivera,
Juan Antonio Lavalleja, Fernando Otorgués y Manuel Francisco
Artigas. Con estas fuerzas está colaborando Aguilar desde el mismo
año 1817. El nuevo ciudadano comienza a poner su capacidad al
servicio de la invadida Provincia Oriental; si bien los invasores
habían capturado Montevideo, no ejercían su dominio aún sobre
todo el país, y Rivera encarga interinamente el Ministerio de
Hacienda de Maldonado a Francisco Aguilarl6
• La misma fuente
nos revela que ha realizado, también el mismo año, una «donación
patriótica que ha destinado para estos dignos defensores», según
carta de agradecimiento que le remite el general Rivera. Y en el mes
de noviembre la correspondencia con Otorgués se refiere a «ciento
cuarenta y seis libras de plomo» que ha remitido para fabricar municiones
al campamento de Otorgués en Canelones17.
Pero luego de una larga resistencia, en el mes de enero de 1820
los patriotas sufren la derrota de Tacuarembó, que decreta el dominio
portugués en la Banda Oriental. Se inicia el período conocido
como de la Provincia Cisplatina. Si bien el Mariscal Sebastián Pinto
de Araújo Correa, nombrado Gobernador de Montevideo, encontró
un Cabildo casi inexistente por la renuncia de muchos de sus titulares,
pronto acudieron a su lado ciertas personas que cooperarían a
sus órdenes. Para varios de los comerciantes locales la presencia
portuguesa se percibía como una garantía de orden, apropiado a la
marcha de unos negocios que experimentaban los perjuicios de una
guerra prolongada, y una posibilidad de imponer la paz en un medio
rural arrasado por los combatientes de todos los bandos. En poco
tiempo, el intercambio comercial se acrecentó, abriendo perspectivas
favorables; pero pronto se instalaron en la ciudad representantes
de firmas portuguesas, e incluso británicas, que implicaban una
fuerte competencia para los negociantes locales. Por lo demás, las
autoridades de Portugal dictaron a su favor distintas reglamentaciones
que establecieron un «neocolonialismo».
16. Ibídem.
17. Ibídem.
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Pese a todo, lograron la adhesión de un grupo de montevideanos
que formaron parte del llamado «Club del Barón», por cuanto
eran partidarios del comandante Lecor, investido por el emperador
como Barón de la Laguna. Con todo, la resistencia existía, y a
medida que muchos conformistas de la primera hora veían configurarse
una realidad distinta de aquella que imaginaron, crecían las
filas de los descontentos. Un rasgo epocal, es que el núcleo de la
conspiración contra el dominio portugués se conformó en una sociedad
secreta denominada los «Caballeros Orientales». Formada originariamente
en Montevideo, según algunas ftientes, desde 1819, lo
cierto es que en 1822 estaba en plena actividad, integrando a los
patriotas de la Provincia.
Cuando Brasil y Portugal quedan escindidos por el llamado
«Grito de Ipiranga», de 7 de setiembre de 1822, el nuevo giro de los
acontecimientos parecía propicio para la expulsión de los «poderes
intrusos», finalidad que se había propuesto este grupo que aspira a
liberar la provincia. Comienza entonces la agitación antiportuguesa
desde el Cabildo de Montevideo, en tanto que los jefes artiguistas se
reúnen tratando de unir fuerzas. Entre los hombres que conspiran
contra el invasor portugués aparece Francisco Aguilar, firmante de
una nota dirigida por treinta vecinos de Montevideo, al Gobernador
y Capitán General de la Provincia de Buenos Aires, Martín Rodríguez,
procurando obtener su apoyo para la independencia de la
Banda Oriental.
«Nuestros enemigos están divididos en partidos y opiniones»,
subrayaban los firmantes, aludiendo a la separación de Brasil y las
repercusiones que este acto tenía sobre las fuerzas que ocupaban la
provincia. Por otra parte: «La disposición admirable del país, el
horror de sus habitantes a una esclavitud que los humilla, los apuros
de nuestros enemigos, todo provoca nuestros comunes esfuerzos, y
si ellos serán algún día el mejor título al reconocimiento de nuestra
posteridad, esta maldeciría también nuestra indolencia si arredrados
por los obstáculos, o intimidados por la trascendencia de nuestros
compromisos abandonásemos su suerte en esta crisis espantosa a la
sola violencia de los elementos que la produzcan» ... «Si. Unión y
fraternidad, esta es hoy nuestra divisa. Libertad e independencia,
este es el voto de nuestros corazones.» ... «Los Orientales habrían
alzado ya el grito de la independencia, sino reprimiesen sus impulsos
con la esperanza de mejores momentos. Sin un centro de apoyo, sin
armas, sin municiones, sus esfuerzos aislados se estrellarían contra
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el poder de un enemigo vigilante, que con medios de acudir al peligro,
sofocaría en origen sus bríos, y un contraste en estos momentos
infundiría el desaliento en sus pechos, y desvanecería nuestras esperanzas.
»18 Los firmantes de este escrito garantizaban con sus bienes
las deudas que fuera necesario contraer para equipar el ejército
libertador; Aguilar destinaba, a esos efectos, su propia casa en Maldonado
y el solar sobre el que se levantabal9
•
La misión a Buenos Aires no obtuvo éxito, en tanto los portugueses
al mando de Lecor y las tropas del nuevo Imperio de Brasil
dirimían el predominio en la Provincia Oriental en continuos choques
armados. Cuando Lecór, llamado desde Lisboa, debe retirarse
de Montevideo, decide entregar la plaza a las fuerzas de Brasil antes
de su partida. Es entonces que el Cabildo de la ciudad, con mayoría
criolla, lanza un Manifiesto a los pueblos de la Provincia Oriental,
declarando detestar la dominación brasileña y anunciando la resistencia
contra ella19. Esta voluntad de resistencia cristalizó, finalmente,
en la Cruzada Libertadora comandada por Juan Antonio
Lavalleja que desembarca en el litoral del río Uruguay, se reúne con
Fructuoso Rivera y otros jefes y a partir del 19 de abril de 1825 inicia
los combates contra las fuerzas brasileñas, que deberán atrincherarse
en Montevideo.
El legislador
El Gobierno Provisorio de los revolucionarios se instala en la
villa de la Florida, donde sesionará una Sala de Representantes elegida
por los pueblos. En esta Honorable Junta de Representantes
de la Provincia Oriental, verdadero embrión del futuro Estado uruguayo,
y cabal demostración de la capacidad de los hombres del
territorio para organizarse política y administrativamente, tuvo una
importante actuación Francisco Aguilar. El acta de instalación, de
14 de julio de 1825, declara la nulidad de toda incorporación a Portugal
o a Brasil, o a cualquier poder extranjero; afirma la indepen-
18. Documentos para la Historia de la República Oriental de 1822-1823, vol. 1,
Montevideo, 1966, págs. 4-5.
19. Ibídem, págs. 58-61.
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dencia de la Provincia, y decreta la unión de esta provincia a las
demás del Río de la Plata. Al mismo tiempo, nombra Gobernador y
Capitán General a Juan Antonio Lavalleja por un período de
tres años.
La primera legislatura de la Sala de Representantes sesionó
hasta ell? de julio de 1826. Desde el19 de enero de ese mismo año
decidió que en el futuro estaría integrada por 40 diputados, dividiendo
la Provincia en nueve Departamentos, representado cada
uno de ellos por un número de diputados que estaría en función de su
importancia. A Maldonado le corresponden Cinco; en la sesión del
23 de junio de 1826, luego de celebradas las elecciones, se incorpora
por ese Departamento Francisco Aguilar y en la siguiente es
designado para integrar la Comisión de Hacienda de la Sala20
•
Desde ese cargo interviene en la regularización del sistema de
Hacienda en un país en profunda crisis económica y financiera; en la
elaboración de un presupuesto de gastos para la adminístración de la
Provincia; provee de fondos a la policía de la zona rural; participa en
el proyecto de ley para establecer la contribución directa; en el proyecto
de imposición de la guía territorial para los ganaderos, y en la
ley de patentes. Coadyuva, en definitiva, en el ordenamiento atento
a las circunstancias en que se desarrollaba.
El 23 de setiembre de 1826 resulta designado Vicepresidente
de la Sala de Representantes, actuando en la presidencia Juan Francisco
Larrobla. Las sesiones tenían lugar mientras se combatía por
el dominio del territorio, de manera que los diputados se integraron a
la Sala a medida que los patriotas liberaban a los distintos pueblos
del dominio brasileño. Asimismo, quienes concurrían a las convocatorias
corrían los azares de una guerra todavía inconclusa, como no
lo estará en los hechos hasta que fue celebrada la Convención Preliminar
de Paz, en agosto de 1828. Aún así, la tarea realizada por los
representantes fue de importancia fundamental y legisló sobre variados
asuntos, especialmente sobre la organización del Poder Ejecutivo;
el régimen de funcionamiento del Poder Legislativo, su
integración, incompatibilidades que alcanzaban a sus diputados e
inmunidad parlamentaria; organización de la Administración de
20. Vid.: Actas de la H. Junta de Representantes de la Provincia Oriental
(Años 1825 - 26 - 27), Montevideo, 1920, pág. 103.
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Justicia; hacienda pública; gobierno interior, y especialmente la
defensa de las libertades individuales y la libertad de prensa.
Francisco Aguilar, además de las funciones ya mencionadas,
formó parte de Comisiones que estudiaron asuntos de extraordinaria
importancia, como dictaminar sobre las formas de gobierno que
debía establecer la Constitución a estudio del Congreso General
Constituyente de Buenos Aires, haciendo conocer que su voluntad
era sostener: «La forma republicana representativa en el gobierno, y
la facultad que se reserva de admitir o no la Constitución que presente
al Congreso»21. Sancionado por la Sala en marzo de 1827 el
proyecto constitucional, los diputados, entre ellos Francisco Aguilar,
firman su aceptación. Presidiendo la Sesión el mismo Aguilar,
se aprueba un Manifiesto a los Pueblos de la Provincia Oriental,
dando cuenta de lo actuado: «Pueblos Orientales: vuestros representantes
al aceptar la Constitución no han hecho más que, al expresar
vuestros votos, prepararos una inmensa felicidad. Para alcanzarla es
preciso seguir constantes por el camino del orden, y estar muy prevenidos
contra los hombres inquietos que no pueden vivir sino en la
confusión; a éstos es preciso oponerles la ley, y contra ella se estrellen
sus maquinaciones, dejando a los pueblos libre la carrera de su
gloria y engrandecimiento.»22
En verdad, poco tiempo habría de estar en vigencia la Constitución
de 1826. Si en la Provincia Oriental fue aprobada por 17 votos
entre veinte diputados presentes en la sesión, en Argentina experimentó
el rechazo de la mayoria de las provincias. Por otra parte, las
medidas tomadas desde Buenos Aires no siempre resultaron aceptables
para los representantes de una Provincia Oriental celosa de una
autonomía fuertemente defendida desde la revolución artiguista.
Pronto comenzarán los conflictos. La renuncia de Rivadavia al
comenzar el año 1827 y la elección de Manuel Dorrego para la
Gobernación de Buenos Aires, al tiempo que se decide la disolución
del Congreso, son hechos que inquietan a la Sala de Representantes
de la Florida.
El sistema centralista se derrumba y las provincias retoman la
dirección de sus asuntos, delegando a Buenos Aires temas puntua-
21. Ibídem, págs. 127-128.
22. Ibídem, págs. 371; 413-414.
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les, como la dirección de la guerra con Brasil, que parecía ya inevitable.
Los representantes de la Provincia Oriental autorizan, a su vez,
a Buenos Aires, subrayando: «La Legislatura de la Provincia se
reserva la facultad de aprobar los tratados de paz, amistad y comercio,
en la parte que le fuere concerniente, sin cuyo requisito no podrá
el Ejecutivo ratificarla»23.
La Sala de Representantes nucleaba una mayoría de integrantes
del sector conservador en el espectro revolucionario de la Banda
Oriental. Su desconfianza de los caudillos que conducían la fase
armada de la independencia era visible, como se desprende del fragmento
de su Manijiesto a los pueblos incluido más arriba. Un hecho
que creó tensiones entre los miembros del órgano legislativo y los
principales jefes militares que combatían contra el ejército brasileño.
El12 de octubre de 1827 Juan Antonio Lavalleja dispuso el cese de
la Sala de Representantes y reasumió las funciones de Gobernador
de la Provincia. Los diputados formularon una protesta señalando
que: «la Junta se disuelve no por su voluntad sino por la fuerza»24.
Entre las firmas al pie del documento estaba la de Francisco
Aguilar.
La región se aproximaba, sin embargo, a su independencia. La
Convención Preliminar de Paz decretó en 1828 el cese de las hostilidades,
permitiendo la convocatoria de una Asamblea Constituyente.
El 18 de Julio de 1830 se juraba la carta constitucional en todo el
territorio de la joven república. Francisco Aguilar, entre 1829 y
1830 en el cargo de Alcalde Ordinario de Maldonado, organiza el
acto cívico de acatamiento a la Constitución en esa ciudad. Al respecto
debe recordarse la reflexión del historiador Alfredo R. Castellanos
sobre las leyes sancionadas por la Sala de representantes que
funcionó entre 1825 y 1827. Su sola enumeración: «revela la existencia
de una verdadera 'constitución' política para la Provincia
Oriental, que constituye un valioso antecedente de nuestra Constitución
de 1830. Varios de los principios políticos e institucionales
contenidos en aquellas leyes y resoluciones fueron incorporados a
nuestra primera Carta Fundamental...»25.
23. Ibídem, pág. 429.
24. Ibídem, pág. 456.
..25. Alfredo Castellanos, La Cisplatína. La índependencia y la república caudillesca.
Montevideo, 1974, pág. 48.
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Los primeros años del país naciente estuvieron signados por
una inestabilidad política que era consecuencia de la inevitable
pugna entre los caudillos formados en el proceso revolucionario.
Comienzan, pese a todo, a consolidarse las instituciones, sobre todo
por obra de un Poder Legislativo que cuenta con una Cámara de
Representantes y otra de Senadores. A esta última se incorpora
Francisco Aguilar desde el mes de marzo de 183526
, cubriendo la
suplencia del senador Francisco Llambí, designado entonces Ministro
de Relaciones Exteriores. Desempeña funciones en dicha rama
parlamentaria hasta 1840, año en que tiene lugar su fallecimiento.
Durante este lapso, Francisco Aguilar ha establecido su residencia
en Montevideo, donde adquiere la llamada casa de los Ximénez,
una hermosa construcción que fue levantada a principios del
siglo XIX27
•
Es un período fundacional, de intensa labor parlamentaria. Se
dictan leyes sociales, comienza el desarrollo de la enseñanza
pública, se funda la Universidad Mayor de la República en 1838, la
Biblioteca y Museo de Montevideo. Y se legisla para impulsar una
política inmigratoria. La política exterior debe atender a los problemas
generados por una imprecisa demarcación de límites con Brasil,
sobre el definitivo reconocimiento de la independencia y, a partir de
1835, se inician gestiones diplomáticas para establecer relaciones
con España. Los temas son múltiples; en el Archivo Particular de
Francisco Aguilar se encuentra documentación de aquellos asuntos
que reclamaron su intervención como Senador de la república28
•
Cargos públicos desempeñados por Francisco AguiJar en
Uruguay
1817 Encargado del Ministerio de Hacienda en Maldonado por
decisión del general Fructuoso Rivera, del ejército oriental al
mando de José Artigas.
26. Vid.: A.G.N. A.P. Caja 46, carpeta 8, doc. 6. Copia del Acta de incorporación
al Senado.
27. Marta Canessa de Sanguinetti,La Ciudad Vieja de Montevideo, Montevideo,
1976, pág. 63.
28. Vid.: A.G.N. A.P. Caja 46, carpetas 8, 9 Y 10; Caja 47, carpeta 1.
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El canario Francisco Aguilar en la etapa de formación... 507
1826 - 1827 Representante por Maldonado en la Honorable Junta de
Representantes de la provincia Oriental.
1829 - 1830 Alcalde Ordinario de Maldonado.
1834 Administrador de Correos en Maldonado.
1835 -1840 Senador de la República Oriental del Uruguay.
El hombre de empresa.
La intensa actividad desplegada por Francisco Aguilar durante
ese conflictivo período en la política el país no le impide, pese a
todo, conceder atención al desarrollo de diversas iniciativas empresariales.
Se trata, en definitiva, de una característica de los hombres
de su tiempo. Las actividades múltiples, y las: «formas empresariales
complejas» pueden encontrarse en varios exponentes de la clase
comercial del Río de la Plata: «Francisco Aguilar, por ejemplo anota
Real de Azúa-, el rico canario que sentó sus reales en tierras
de Maldonado, fue estanciero, agricultor, salinero, iniciador de la
industrialización del lobo marino.»29 Pero si bien, como se ha señalado
con frecuencia, muchos de estos empresarios tan sólo con reticencias
se emplearon en la política, con Aguilar ocurre lo
contrario.
El comercio fue una actividad principal para el tinerfeño, que
para ello contaba con un importante caudal económico trasladado
desde Islas Canarias, sobre todo en mercaderías -en treinta mil
pesos lo estimaba Francisco Vidal en su oficio al Cabildo-3D
, y los
contactos establecidos en Lanzarote y Tenerife con comerciantes
británicos y de los Estados Unidos. Incluso llegó a instalar con un
asociado, en 1811, una pulpería en zona portuguesa, que estuvo a
cargo de uno de los canarios llegados en su embarcación a
Maldonad031
•
29. Carlos Real de Azúa, op. cit., pág. 50.
30. Vid.: María A Díaz de Guerra, op. cit., pág. 24.
31. Vid.: María A. Díaz de Guerra, op. cit., pág. 24.
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508 Nelson Martínez Díaz
Pero los esfuerzos más importantes estuvieron destinados al
comercio de importación y exportación, como se aprecia en los
documentos existentes32
• Realizado con los puertos brasileños de
Santos, o Río de Janeiro, empleaba embarcaciones de su propiedad
para el tráfico mercantil, y también se recibía de consignaciones.
Mantuvo, asimismo, intercambio con hombres de negocios de Baltimore
y Nueva York, en Estados Unidos, y con comerciantes de
Londres. La fragata Loba, propiedad de Francisco Aguilar, estuvo
realizando el transporte de mercancías entre el puerto de Maldonado
y los de Brasil, entre 1831 y 1840, pero en algunas ocasiones
fue cedida al gobierno para ser destinada a la defensa de las costas
del país, como testimonia un oficio del Ministro de Guerra y Marina
de Uruguay, del 1 de mayo de 1833: «El Gobierno, al disponer se
haga a U. entrega de la goleta de su propiedad "Loba", que tan
generosamente franqueó para el sostén de las autoridades constitucionales,
ha ordenado al que suscribe dé a U. las gracias por aquel
servicio, que siempre estará grabado en los corazones de los buenos
y verdaderos ciudadanos orientales, como ya lo están los que anteriormente
tiene prestados el Sr. Aguilar.»33. Firmaba esta nota Santiago
Vázquez.
La faena del lobo marino y la pesca de la ballena eran concesiones
preciadas por los empresarios de la Banda Oriental. No sólo los
habitantes del Río de la Plata perseguían las pieles y los subproductos
que se extraían de los anfibios; también los buques ingleses
incursionaban en Cabo Polonio, y las llamadas Islas de Lobos.
Desde 1820 Francisco Aguilar obtuvo la concesión para explotar
esta pesca durante un período de doce años, lo que implicaba importantes
ingresos, pues el Estado recibía cantidades ínfimas por los
derechos y la industrialización del anfibio producía considerables
ganancias. La venta de la piel de lobo marino, y del aceite de anfibio
constituía un fuerte intercambio no sólo con Brasil, sino especialmente
con Londres, o los puertos norteamericanos. El envío de estos
productos permitió a Francisco Aguilar mantener créditos abiertos
32. Aunque de la documentación no es posible realizar ninguna trabajo cuantitativo,
puede seguirse su actividad comercial en las piezas contenidas en A.G.N.
A.P., Clija 45. carpetas 1 a 8; Caja 46. carpetas 1 a 5.
33. A.G.N. A.P. Caja 46. carpeta 3, doc. 15.
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El canario Francisco Aguilar en la etapa de formación... 509
para transacciones a cuenta de las partidas de pieles, tal como se
puede seguir en su correspondencia34
•
Pero la transacción era también atractiva para otros comerciantes
del país, de manera que cuando se renueva su concesión, durante
el gobierno de Fructuoso Rivera, con quien el canario mantenía
excelentes relaciones desde el período revolucionario, se había desatado
una campaña de prensa y otros postulantes, como Francisco
Calamet, hicieron peligrar las aspiraciones de Aguilar. De la correspondencia
entre éste y Francis Leland, uno de sus agentes, puede
advertirse que detrás de las concesiones exÍstia una lucha sorda
entre personajes como Juan María Pérez, también comerciante y
Ministro de Hacienda del presidente Manuel Oribe a partir de 1835,
Samuel Fisher Laffone, un fuerte empresario, y otros. En 1836, sin
embargo, el peligro de perder el privilegio sobre las Islas de Lobos se
ha disipado y el canario mantiene la concesión35 •
La explotación agropecuaria fue otro de los sectores que abarcó
este empresario. En agricultura cultivó patatas, la viña y el tabaco y
desarrolló una importante labor importando ejemplares de olivo, de
pino que trasladó desde Europa, e incluso ensayó la cría del gusano
de seda. En su testamento se describen varias propiedades destinadas
a las tareas agrícolas, como la «Quinta Chica», la chacra llamada
«La Azotea», o la sementera de trigo. Todas ellas contaron
con vivienda, trabajadores, arboleda y útiles de labranza.
La ganadería estaba representada por las haciendas de vacunos,
caballos y ovinos del tipo merino. En la quinta denominada «La
Florida» existieron corrales para este tipo de animales lanares. Sin
duda la nota de exotismo estuvo proporcionada por la importación
de camellos, que Aguilar pensaba aclimatar en los arenales del este
del país, y destinarlos al transporte36.
Buena parte de su mano de obra era esclava, de cuya compra
existen numerosos documentos en su archivo; cuando las leyes combatieron
el tráfico en el país, acudió, al igual que muchos otros
hacendados o empresarios, a contratar elpatronato de los negros en
34. Vid.: especialmente, A.G.N. A.P., Caja 45, carpeta 3.
35. Vid.: A.G.N. A.P., Caja 45. carpeta 3. documentos 12. 17 Y 20.
36. Vid.: Archivo Histórico Nacional, tomo 1.458, Expediente Testamentario
de Don Francisco Aguilar.
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510 Nelson Martínez Díaz
minoría de edad, e incluso de algunos ingresados clandestinamente
al territori037
• Todavía posee esclavos en propiedad a la fecha de su
fallecimiento, pues su testamento contiene una estimación del valor
de los morenos existentes en sus propiedades38
•
Su actividad industrial era muy diversificada. Desde el procesamiento
del lobo marino, hasta las salineras, atahonas, y la producción
de ladrillos para la construcción39
• Pero la más atrayente giró
en torno a una fábrica de baldosas que instaló en Maldonado, donde
se hacían además otras piezas de cerámica. Era la única producida
en el territorio nacional, y si bien, como señalan algunos autores, las
empleadas en Montevideo se importaron de los países mediterráneos40
, las elaboradas por los artesanos de Aguilar poseían bastante
variedad en diseño y color41
•
Los negocios inmobiliario ocuparon, asimismo, la atención de
este empresario. La compra de casas y solares, algunas realizadas
como consecuencia de préstamos en hipoteca42
, sumaron muchas
fincas en su poder43
• Adquirió, a la vez, terrenos al Estado, beneficiándose
de las ventajas que ofrecía un erario acuciado por gastos
que superaban a los ingresos44
• Era ésta una faceta común a la burguesía
oriental que ampliaba sus negocios explotando todas las
posibilidades que la coyuntura económica y política ofrecía.
37. Vid.: Documentación sobre compra de esclavos y transferencia de patro-nato
en AG.N. AP. Caja 46, carpeta 6.
38. Vid.: A.H.N., Libro 1.458, cit.
39. Ibidem.
40. Así lo afirma por ejemplo, Jorge Grünwaldt Ramasso, Vida, industria y
comercio en el antiguo Montevideo. 1830-1852, Montevideo, 1970, pág. 30.
41. Sobre la fábrica de baldosas de Francisco Aguilar pueden encontrarse referencias
en: Francisco R. Manzzoni, «La industria de la cerámica en Maldonado»,
Revista de la Sociedad 'Amigos de la Arqueología', Montevideo,t. 1,1927, Yen
Julián O. Miranda, Maldonado antiguo, Revista Histórica, 1. VIII, Montevideo,
1917. En Horacio Arredondo, Civilización del Uruguay, Montevídeo, 1917, 1. II,
pág. 372, se ofrece una lámina en color con la fotografía de dos baldosas de la fábrica
de Aguilar.
42. Vid. A.G.N. A.P. Caja 46, carpeta 1, doc. 110.
43. Tan sólo en Maldonado, de acuerdo con el expediente testamentario,
poseía quince casas, de las que una estaba destinada a almacenes, otra era la casa
de las atahonas, y una tercera la casa de la sal. Vid.: A.H.N., Líbro 1.458,
cit.
44. Vid.: por ejemplo, AG.N. AP. Caja 46, carpeta 1.
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El canario Francisco Aguilar en la etapa de formación... 511
Los trabajos de Aguilar en el Senado de la República obligaron
a su traslado a la ciudad de Montevideo. En tanto, su hijo mayor,
Francisco José, quedaba en Maldonado encargado de la administración
de los múltiples negocios familiares. De la correspondencia
entre ambos pueden conocerse algunos aspectos de los mismos,
como la cría de ganado caballar y ovino, el acopio de pieles de lobo
marino, los problemas financieros y de contratación de personal45
•
Francisco Aguilar concurrió a las sesiones de la Cámara de
senadores hasta una fecha muy cercana a su muerte, acaecida el 21
de julio de 1840. La Comisión Permanente de la Cámara dirigió a la
viuda una nota de pésame donde realizaba un elogioso retrato de
aquél, y destacaba su personalidad y patriotism046 • Lo indudable es,
o en definitiva, que Francisco Aguilar, un canario que partía de Tenerife
en 1810 en procura de nuevos horizontes para residir con su
familia, se convirtió, al llegar a la Banda Oriental, en uno de los personajes
que entrarían a formar parte inseparable de la historia del
Uruguay, al participar de forma activa en los momentos de su nacimiento
como nación.
45. Vid.: A.G.N. A.P. Caja 45, carpeta 3, doc. 40.
46. Isidoro a Maria op. cit., , pags, 56-57. Incluye el oficio del Senado a la
familia Aguilar.
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