LA PUGNA INTRACANARIA EN «EL REGIONALISTA»
JUAN MANUEL SANTANA PÉREZ
MARÍA EUGENIA MONZÓN PERDOMO
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
INTRODUCCIÓN
Con esta comunicación queremos afrontar el análisis exhaustivo
del trato que le da un periódico concreto a un problema de trascendental
interés en la historia de las Islas Canarias y que aún en la
actualidad no ha perdido vigencia.
El diario examinado en este estudio, alcanzó una relativa
importancia al tiempo que nos sirve para averiguar el posicionamiento
de una corriente política determinada que tomaba este medio
de expresion.
Desde fines del siglo pasado e inicios de éste, en Canarias se va
a producir una toma de conciencia de su peculiaridad, influido sobre
todo, por el nacionalismo catalán.
Comienza a reivindicarse una amplia autonomía administrativa,
se desea una organización diferenciada para las Islas Canarias
con respecto al resto del Estado español que haga posible la superación
de las circunstancias económicas y la distancia de la Península
Ibérica.
Desde 1908 existirá el movimiento regionalista de forma organizada,
se crea en el Puerto de la Cruz la Liga Regionalista; en 1917
resurgirá esta corriente con más fuerza en ambas islas centrales.
Estos planteamientos van a concluir un año después, en 1918,
con la formación de un partido de relativa importancia que será la
Unión Regionalista, el cual va a contar con un órgano de expresión
«El Regionalista».
Causas que coadyuvan a explicar el fracaso de estas propuestas
habría que buscarlas en el contexto social y político con gran peso del
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32 Juan Manuel Santana Pérez y María Eugenia Monzón Perdomo
bloque de poder y altas tasas de analfabetismo, unido a la agudización
de la pugna intracanaria.
Pues bien, es este último aspecto, que consideramos de enorme
relevancia, el plano en el cual queremos situar nuestro objeto
de estudio.
Con esta investigación tenemos la modesta intención de colaborar
al esclarecimiento de los acontecimientos, tanto de las primeras
tentativas del nacionalismo canario como de las rivalidades interinsulares
en una coyuntura de intensificación de las mismas.
«El Regionalista» comenzó a publicarse en el mes de julio de
1918, pereciendo tan sólo un año después, en 1919; su último
número fue el 369, se publicaba todas las tardes a excepción de los
domingos, con el precio módico de cinco céntimos; siendo dirigido
por Juan Franchy. .
La exigua vida del periódico, nos induce a pensar que fue
creado motivado por los comicios del verano de 1918 y por la exacerbación
del conflicto entre Las Palmas de Gran Canaria y Santa
Cruz de Tenerife.
Debido a esto, analizaremos especialmente su andadura en
1918, ya que es donde mejor se reflejan las variables que nos interea
destacar.
No obstante, podemos señalar que en los últimos meses de ese
año, decae sensiblemente la asiduidad con que aparecían anteriormente
referencias a las disputas con la vecina isla.
Es probable que este hecho guarde relación con el armisticio de
paz firmado en Versalles en enero de 1919, ocupando esta circunstancia
el centro e interés de la opinión pública, por lo que significaba
en sí mismo, unido a las aspiraciones de cambios sociales, políticos
y económicos que se esperaba plasmar con el final de la situación de
beligerancia, teniendo el regionalismo que abrirse un nuevo espacio
político en la hipotética restructuración.
Pensamos que resulta de singular interés mover una piedra que
origine próximas investigaciones y debates en tomo a estos aspectos
eximios de la historiografía canaria sin la arrogancia de ambicionar
a cerrar definitivamente este campo de estudios.
CONSIDERACIONES GENERALES
«El Regionalista», dentro del conjunto de la política, tendría-
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La pugna intracanaria en <<El Regionalista» 33
mos que encuadrarlo en lo que podríamos considerar un nacionalismo
conservador.
Mantuvo relaciones cordiales con sectores catalanistas de derechas;
suelen citar en numerosas ocasiones a Prat de la Riba y
mayormente a Cambó, elogiando sus actuaciones y sus pensamientos,
entablando lazos fraternales con la Lliga Regionalista.
Estas anotaciones nos sirven para situar cual es el contexto
ideológico en el que van a moverse, influyendo en sus prácticas, ante
temas como el que estamos afrontando.
En su corta vida se mantuvo siempre al servicio de Santa Cruz
de Tenerife, utilizando su influencia como medio de comunicación.
Todos los artículos de los cuales hemos extraído el material
susceptible de ser analizado para este trabajo, aparecerán sin
estar firmados.
Destacando los que ellos consideraban precedentes históricos
de la pugna, remontándolos hasta el siglo XIX, es significativo por el
análisis del pasado reciente que planteaban:
«Dos males enormes, de gravisimas consecuencias para la
vida y riqueza de Santa Cruz son la falta de una recta orientación,
la carencia de un ideal, en aquellos asuntos a que van ligados
nuestros más importantes elementos de vida, y el encargar
de esos asuntos y de trazar las rutas a que nuestro porvenir conducen,
a personas o enemigas de nuestro país, o indiferentes
para su desarrollo.»!
Está haciendo una clara alusión al ingeniero Juan León y Castillo
por haber sido el encargado del proyecto para el recondicionamiento
del Puerto de Santa Cruz.
Pero más interesante se nos presenta el aspecto que ellos consideran
el fundamental para explicar la supuesta pérdida de primacía
de Tenerife en el conjunto del Archipiélago.
Era necesaria una toma de conciencia con un programa político
encaminada a conseguir sus aspiraciones. En este sentido ellos pretenderán
erigirse en los directores y canalizadores de esa lucha
constante.
1. El Regionalista, número 14, Santa Cruz de Tenerife, 20-julío-1918, Los
pelígros del abandono.
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Utilizan con frecuencia la comparación con Gran Canaria persiguiendo
el objetivo de demostrar dos cosas: por un lado como ha
progresado más rápidamente que Tenerife, lo cual deteriora el estatus
de éstos últimos y por otra parte, para exponer las líneas de
acciones inmediatas a seguir para lograr al menos lo mismo que sus
vecinos y rivales.
Las mejores infraestructurales se entienden como positivas,
pero se instará a los grupos políticos y a la población tinerfeña en
general, para que se constituyan movimientos reivindicativos en pro
de idénticos logros para Santa Cruz.
Estas cuestiones se plasmarán explícitamente cuando se alude
al conjunto de elementos importantes del Puerto de la Luz, donde se
detallarán sistemáticamente, alegando que en Gran Canaria, desde
años atrás, habían planificado una estrategia de engrandecimiento
económico de su capital, creando en un primer momento las bases
materiales que lo hiciera posible2•
Hoy con las lógicas perspectivas que nos da el tiempo, podemos
juzgar como muy acertadas estas revelaciones.
Produjo tema de debates, las controversias surgidas en el
verano de 1918 entre los cabildos de las dos islas centrales y la
Diputación Provincial.
El litigio se entabló alrededor del embárgo a dichas instituciones
por falta de pagos y que en el caso tinerfeño continuó ejecutándose
por un período mayor que con la institución grancanaria.
La posición a defender no fue la supresión de los embargos,
sino la ecuanimidad para ambos cabildos en favor de la Diputación
Provincial que era el organismo· unionista propiamente:
«Sabido es que los Cabildos de Tenerife y Gran Canaria
han sido embargados por falta de pago a la Diputación Provincial.
Pues bien; mientras al de Tenerife se le sigue el procedimiento
de embargo, mientras se le agobia se le amenaza y,
como es natural y de derecho, trátasele de obligar a satisfacer
sus compromisos, el Cabildo de Canaria, teniendo a sus espaldas
la resolución de oponerse sea a los acuerdos legales de la
Diputación, y protegido por no sabemos que espíritus invisi-
J. El Regíonalísta, número 15, Santa Cruz de Tenerife, 22-julio-1918, Los
peligros del abandono.
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La pugna intracanaria en <<El Regionalista» 3S
bIes, permanece tan orondo y satisfecho sin que alteren su existencia
otros procedimientos que los de proposición de embargo,
que, por lo que vemos, se quedará en proposición.»3
Las discusiones sobre este mismo tema van a persistir en
oposición dialéctica con la prensa localista de Gran Canaria.
De esta forma, siguiendo con exhaustividad todos los números
del periódico, comprobamos que justo un mes más tarde, aun continúa
la contienda, en este caso será motivada por una serie de artículos
que venían publicados en «Diario de Las Palmas», donde
comentaban las columnas aparecidas en «El Regionalista» días
atrás4
•
A pesar de su carácter nacionalista, por las reivindicaciones y el
discurso político empleado, no esconden en ningún momento su beligerancia
contra Gran Canaria.
Refiriéndose a la posible instalación de una base naval en las
Islas Canarias, defenderán su ubicación en Tenerife, al tiempo que
critican la postura de Las Palmas donde preferirán que se establezca
en Lanzarote, una isla que pujaba a su favor con respecto a la división
provincial, antes de que el Puerto de Santa Cruz de Tenerife se
quedase con dicho emplazamiento:
«En Las Palmas, nuestra sempiterna enemiga, se ha trabajado
con los mayores bríos, para que tal mejora no se implantara
en Tenerife. De espíritu sagaz han comprendido allí la
enorme importancia que encierra una base naval; y han planeado,
primero que no se establezca aquí, lo que hasta la fecha
han logrado; segundo, gestionar por todos los medios, como
buenos patriótas que son, que se implante en el Puerto de la
Luz; y luego, temerosos de no conseguir su objetivo, y celosos
de la preponderancia que daría a Tenerife la base naval, tratan
astutamente de que ya que no son ellos, tampoco seamos nosotros
los que gocemos esa ventaja, y han comenzado a propalar
que la playa del Río, en Lanzarote, reúne las mejores condiciones
para una base naval. Se ve claro el juego?»5
3. El Regionalista, número 22, Santa Cruz de Tenerife, 30-julio-1918,
Privilegios.
4. El Regionalista, número 49, Santa Cruz de Tenerife, 30-agosto-1918,
Réplica obligada.
S. El Regionalista, número 32, Santa Cruz de Tenerife, 1O-agosto-1918, Base
naval.
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Igual trato recibirá todo lo que suponga perfeccionamientos
materiales en Las Palmas de Gran Canaria, puesto que la hacía más
atractiva para las escalas del tráfico ultramarino.
Se recogen quejas por la supuesta inferioridad tinerfeña ya que
la isla vecina contaba con varias casas armadoras con buques dedicados
a cabotaje entre las Islas Canarias o con la Península Ibérica, o
también barcos de pesca que faenaban en la costa del
continente africano.
Sostienen por todo esto, que las embarcaciones que pasaban
por estas latitudes, cuando tenían que limpiar fondos, lo hacían en
los varaderos de Gran Canaria así como cualquier clase de operaCión
en general, quedando relegada Tenerife6 •
Con gran regularidad, en prácticamente todos los números emitidos,
aparece publicado a modo de anuncio, que la isla de Tenerife
tiene el mejor clima del mundo, aportando una serie de datos estadísticos.
En ningún momento esta propaganda añade cualquiera de
las seis islas restantes como cabría esperar de un diario
nacionalista.
Es altamente indicativa la finalidad de «El Regionalista»; en
una frase inserta en su número 47, haciendo una especie de declaración
programática, dicen:
«A medida que avanzamos por la ruta que hemos trazado
con el fin de aportar nuestro modesto esfuerzo para una obra de
regeneración local, nos hallamos más fortalecidos y animados a
seguirla, nos sentimos cada vez más propicios a ofrecer en
holocausto del bien del Archipiélago, en particular de Tenerife,
nuestra humildísima, pero sincera labor periódica.» 7.
LUCHA EXPLÍCITA POR LA DEFENSA DE LA CAPITALIDAD
En este apartado queremos analizar cuales eran los presupuestos
de organización administrativa que defendía «El Regionalista» y
6. El Regionalista, número 37, Santa Cruz de Tenerife, 16-agosto-1918,
Línea de vapores.
7. El Regionalista, número 47, Santa Cruz de Tenerife, 28-agosto-1918,
Somos optimistas.
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La pugna intracanaria en «El Regionalista» 37
al mismo tiempo como resolvían, en este terreno espinoso, la contradicción
de autoproclamarse como una fuerza política nacionalista
-por tanto, deberíamos entender con un proyecto para el conjunto de
Canarias- y defender a ultranza en la práctica, los intereses de
Santa Cruz de Tenerife en contraposición con las islas restantes y
con otros núcleos dentro del propio ámbito tinerfeño.
La lucha por la capitalidad no debemos considerarla como una
pugna honorífica, como se ha intentado ver en ocasiones, sino que
ésta abriría muchas prerrogativas con repercusiones económicas
nada desdeñables.
En la campaña. electoral del verano de 1918, aparecerán interesantes
referencias que ayudan a comprender el posicionamiento de
«El Regionalista».
En el primer artículo publicado a este respecto, el 24 de julio, lo
que nos llama la atención es precisamente la ausencia de menciones
al conflicto intracanarioH
•
Inmediatamente, a partir del día siguiente, comienzan a aparecer
en tres números consecutivos, una propaganda electoral reproducida
de la Unión Regionalista, donde se cita que los candidatos de
este partido, merecen la confianza de los votantes por su moralidad
y por haber demostrado en todo momento su filiación con Santa
Cruz de Tenerife, especificándose en mayúsculas, que es la Capital
de Canarias9
•
Continuando con la misma línea, con los textos electorales, al
resto de los partidos políticos a los cuales califica de históricos, les
critica su actitud negativa en el orden provincial ya que entienden la
situación coetanea como desfavorable para Tenerife.
Santa Cruz continúa siendo la capital por derecho formal, pero
tras la Ley de Cabildos, piensan que la «antigua y gloriosa provincia
de Canarias» ha quedado reducida a un mosáico de siete diminutas
provincias y van a aspirar a un retomar históricol0.
Este ha de ser el cometido de los cargos electos, trabajarán por
8. El Regionalista, número 17, Santa Cruz de Tenerife, 24-julio-19l8, Ante la
lucha electoral.
9. El Regionalista, número 18, 19 Y20, Santa Cruz de Tenerife, 25, 26 Y27julio-
19l8, Unión Regionalista.
10. El Regionalista, número 20, Santa Cruz de Tenerife, 27-julio-19l8, Ante
las elecciones.
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propugnar la unidad del Archipiélago bajo la fonna de un fuerte centralismo
tinerfeño que indudablemente beneficiaría sobre manera a
la burguesía comercial insular.
El grupo político representante de las Canarias Occidentales
son percibidos como los verdaderos culpables de la situación del
momento que no era nada ventajosa, por ello, se ve necesaria la aparición
de una nueva fuerza, en este caso los regionalistas, para plasmar
las directrices localistas que era menester para los intereses de las
clases dominantes tinerfeñas. De esta fonna escribirán las palabras
siguientes con la finalidad de buscar el apoyo popular:
«Más toda la culpa no es de los de enfrente. Bastante de
ella nos toca a nosotros; y al decir nosotros, queremos decir
nuestros representantes en Cortes, nuestras autoridades provinciales
y locales y el pueblo asimismo.» 11
Otro foco de debate para acaparar instituciones del aparato de
Estado, fue resultado de las refonnas judiciales y el por entonces
posible traslado de la Audiencia Provincial.
Se habla de conspiraciones en Gran Canaria pero lo que nos
resulta más destacable es que se inculpa de todas las pérdidas de
hegemonía, a la política de partido, probablemente refiriéndose al
Partido Liberal Canario:
«Para Tenerife, 10 único que ha permanecido intangible y
en toda su integridad (desde que se fundara) ante el descoyuntamiento
provincial a que esta desgraciada isla ha estado sometida
por obra y gracia de la triste y ruinosa política de partido,
es nuestra Audiencia. Y es el caso que ahora, por fundado presentimiento,
creemos que se halla en peligro, ya que el expresado
proyecto de reforma judiciales es camino abierto a
cualquier iniciativa bastarda que pueda tener por parte de nuestros
enemigos memar nuestros derechos y perjudicar
nuestras prerrogativas.» 12
11. El Regionalista, número 22, Santa Cruz de Tenerife, 30-julio-1918,
Privilegios.
12. El Regionalista, número 48, Santa Cruz de Tenerife, 29-agosto-1918, La
Audiencia Provincial.
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La pugna intracanaria en <<El Regionalista» 39
Programáticamente se definieron en todo momento como regionalistas
que reivindicaban el mayor autogobierno posible para el
conjunto del Archipiélago.
Desde esta óptica, defendían la unidad de las Islas Canarias y
coherentemente el mantenimiento de una sola provincia con capital
en Santa Cruz de Tenerife.
Esto podría aparentar una cierta congruencia, máxime cuando
se muestran partidarios de una mayor autonomía insular, pero acto
seguido formulan una dura crítica contra los Cabildos, por lo cual se
declaran contrarios a la organización de Canarias en esos momentos,
puntualizando que con ello no quedaba resuelto el pleito
provincia¡I3.
Esa serie de matizaciones establecidas tras efectuar una brillante
apología de la unidad, nos induce a pensar que muchas de las
manifestaciones de principios, son mera demagogia política.
Perfectamente podemos inferir -en ocasiones se explicita
claramente- que «El Regionalista» ni tan siquiera fue defensor de
toda la isla de Tenerife sino exclusivamente de Santa Cruz y por
extensión todo lo que ello conllevara.
La cuestión era convertir esta ciudad en el centro comercial de
indiscutible supremacía sobre el resto del Archipiélago.
Recriminarán a la prensa insularista sus exposiciones de lamentos
por el deficiente estado de la capital ya que entienden que esto va .
en peIjuicio de la isla, aunque se haga de modo involuntario.
Piensan que estos escritos sólo conducen a generar lástima y a
desviar el flujo comercial por considerarlo un pueblo de poca importancia,
agudizado ésto con que cuando se habla de Las Palmas se
citan el conjunto de aspectos positivos.
Creen preciso emplear un tono más arrogante sin cesar en las
protestas por obtener lo que entienden que les pertenece 14.
13. El Regionalista, número 49, Santa Cruz de Tenerife, 30-agosto-1918,
República obligada.
14. El Regionalista, número 60, Santa Cruz de Tenerife, 12-septiembre-1918,
Así se escribe la historia.
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40 Juan Manuel Santana Pérez y María Eugenia Monzón Perdomo
EL PUERTO: CLAVE EN LA ESTRATEGIA POLÍTICA
La labor en favor de que el Puerto de Santa Cruz alcanzase la
primacía económica en las Islas Canarias, nos obliga a que examinemos
este aspecto con un trato diferenciado.
Probablemente, y a falta de estudios concluyentes al respecto,
la razón del papel concedido a la actividad portuaria, se encuentra
en íntima relación con la composición social de la Unión Regionalista,
o al menos de sus cuadros dirigentes y de la cúpula de
«El Regionalista».
Prácticamente en los trescientos sesentainueve números publicados
de este periódico, se recogerán notas informativas del Puerto
de Santa Cruz como una sección diferenciada; aparte también apareció
gran cantidad de artículos específicos sobre cualquiera de los
puertos del Archipiélago.
En sus primeras ediciones, se dedicaron siete trabajos bajo el
lema «Los peligros del abandono», donde narraron las vicisitudes
por las que había ido pasando el proyecto portuario de
Tenerife.
Se exige la realización de un amplio puerto con todos los servicios
y comodidades que el tráfico marítimo ya estaba demandando.
Temen el adelanto del Puerto de la Luz, al que se espera
cuando menos igualar, pues comprenden la relación dialéctica entre
ambas ciudades, producto de la intensificación y extensión del capital
internacional en la primera década del siglo.
El progreso de uno de los dos núcleos obligatoriamente va a
suponer el declive del otro. A todo ello tenemos que añadir la coyuntura
crítica atravesada, producto de la primera Guerra Mundial.
Es seriamente preocupante el incipiente desarrollo de poblaciones
costeras del continente africano, ejemplo de Dakar, Casablanca,
etcétera. Pero lo percibido como más temible, es el auge de Las Palmas,
que había obtenido recientemente una ampliación por un costo
de cuarenta millones de pesetas.
Basándose en estos argumentos, deciden comenzar una campaña
sobre el tema, explicando a la opinión pública el estado de
ambos puertos y las repercusiones que acarrearía para la correlación
político-económica de las Islas Canarias, la conclusión de las obras
en Gran Canaria y la situación estacionaria en Tenerife.
Perseguirán un apoyo popular que los coloque en óptimas con-
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
La pugna intracanaria en «El Regionalista» 41
diciones para la lucha, tanto institucional como extraparlamentaria15.
Con la extensión geográfica de la acumulación capitalista, se
acrecientan los transportes marítimos por la necesidad de reducir el
factor tiempo para aumentar las ganancias, como sostiene David
Harvey; Canarias posee una posición geostratégica inmejorable, por
lo que el puerto con mejores recursos infraestructurales podrá acaparar
la actividad comercial:
«El tráfico moderno tiene necesidades no sospechadas
antes de ahora. Los grandes transatlánticos piden puertos
amplios y servicios propios para abastecerse rápidamente de
víveres y combustibles, porque para estos buques las horas tienen
grandísima importancia y cualquier retraso significa pérdidas
considerables...»16
Era preciso saber a que niveles se estaban moviendo los representantes
de Gran Canaria y las conquistas obtenidas por éstos para
que los tinerfeños pudieran ser capaces de equiparar las adquisiciones
rivales o superarlas si fuese posible.
En el número 12 explicitarán claramente que el puerto de Las
Palmas, constituía el enemigo más directo de Santa Cruz, asegurando
que desde allá se trabaja por hundir a Tenerife con el objetivo
de atraerse todas las navegaciones, obteniendo el monopolio sin
compartirlo. Junto a esto se detallan minuciosamente las obras del
Puerto de la Luz en sucesivos artículos17 •
Los grupos políticos de Tenerife tenían encomendada la importante
labor de evitar por todos los medios, las mejoras materiales de
Las Palmas.
o «El Regionalista» censurará a los elementos directores de la
Isla, por no haber sabido paralizar a tiempo el proyecto de amplia-
15. El Regionalista, número 10, Santa Cruz de Tenerife, 16-julio-1918, Los
peligros del abandono.
16. El Regionalista, número 11, Santa Cruz de Tenerife, 17-julio-1918, Los
peligros del abandono.
17. El Regionalista, número 12, 13, 14, 15 Y16, Santa Cruz de Tenerife, 18,
19,20,22 Y 23-julio-1918, Los peligros del abandono.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
42 Juan Manuel Santana Pérez y María Eugenia Monzón Perdomo
ción del Puerto de la Luz, que habiendo sido presentado en 1916,
fue finalmente aprobado ante la pasividad de los representantes
tinerfeños18.
Pretenden convertirse en el elemento aglutinante que necesitaban
para hacerle frente a la supuesta unidad de las Canarias
Orientales.
En su número 32 van a plasmar con total nitidez esta ideajunto
con la aceptación de que el puerto es lo fundamental en las tareas
políticas que deben cumplir:
«Debemos laborar de tal forma que sea unánime sentir en
la isla entera la prosperidad del puerto. Yno cometeríamos ningún
desatino, si afirmáramos que toda la política isleña debe
girar alrededor del puerto, es decir, que por encima de toda otra
cuestión, debe figurar siempre la cuestión vital de nuestro
puerto. En ello creemos radica la verdadera, la única
política plausible.»19
A medida que finalizaba la contienda bélica que englobaba los
grandes imperios mundiales del momento, se retoma el tema portuario
en relación con buscarse un lugar en los nuevos intercambios
comerciales.
Se hacía precio que el Puerto de Santa Cruz, dispusiese de las
condiciones necesarias para hegemonizar las escalas en la zona:
«La terminación de la guerra hace aun más necesaria que
nunca la ampliación de nuestro puerto, dotándolo de todos
aquellos servicios y comodidades que requiere la moderna
navegación, que sirvan para atraernos a los buques que pasan
cerca de nuestros mares, y vencer la competencia, muy dura,
que nos harán los puertos rivales.»2o
18. El Regionalista, número 16, Santa Cruz de Tenerife, 23-julio-1918, Los
peligros del abandono.
19. El Regionalista, número 32, Santa Cruz de Tenerife, 1O-agosto-1918, Base
naval.
20. El Regionalista, número 94, Santa Cruz de Tenerife, 22-octubre-1918,
La paz.
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La pugna intracanaria en «El Regionalista» 43
Además van a continuar en ese artículo reivindicando un conjunto
de mejoras infraestructurales especificadas que tendrían por
objeto conseguir idéntico fin.
En esa misma línea de trabajo, en el mes de noviembre, se dedicará
prácticamente la integridad de una edición al tema que estamos
abordando, aunque sin entrar directamente en la disputa con Gran
Canaria; se limitan a detallar los proyectos de engrandecimiento y
las incidencias por las que ha ido pasand021
•
Finalmente, va a acabar el año, reflejando tras el final de la primera
Guerra Mundial, sobre la importancia que estiman continúa
teniendo el puerto en la labor informativa de su periódico, acentuado
ahora por la posibilidad de que se produzcan cambios, en
todos los sentidos, alcanzando una paz que precede a una economía
marcada por la beligerancia externa en los últimos cuatro años:
«Es el puerto para nosotros cuestión de vida o muerte. De
vida si logramos ponerlo a la altura de su importancia, si comprendiendo
que por él y de él fluye toda la riqueza insular,
aunamos todas las voluntades y las encausamos a la realización
de las obras proyectadas. De muerte si por nuestro imperdonable
abandono, por nuestra apatía, no logramos su realización.
» 22
Hemos de considerar por tanto, que «El Regionalista» fue el
diario, dentro del nacionalismo, que dedicó más páginas al tema portuario
relacionado con las rivalidades interinsulares, posicionándose
sin ninguna ambigüedad en favor de Santa Cruz de Tenerife, abanderando
esta lucha con gran dedicación tanto en el plano teórico
como en el práctico.
21. El Regionalista, número 128, Santa Cruz de Tenerife, 30-agosto-1918, Los
dos proyectos de nuestro puerto.
22. El Regionalista, número 131, Santa Cruz de Tenerife, 4-diciembre-1918,
Hacia una nueva vida.
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