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EL LUGAR DONDE NACIO Y LA FAMILIA DEL BEATO
PEDRO DE BETANCUR 3
-
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LEOPOLDDOE LA ROSA E
De siglos ha interesado al investigador canario la personalidad
del Hermano Pedro de San José Betancur, el fundador de la Orden
Betlemítica. En estos momentos, en que acaba de ser beatificado por
Su Santidad el Papa, cuanto se relacione con su vida ha cobrado
mciyor ac:Ua!idad.
No vamos en este corto trabajo a analizar la extraordinaria labor
humanitaria que desarrolló, ni las incidencias de su corta pero fe-cunda
vida en Guatemala. Sólo pretendemos intentar situarlo en el
lugar en que nació y dentro de la familia a que pertenecía y no por-que
sean desconocidos, sino porque pensamos que en algunos aspec-tos
no han sido debidamente apreciados.
Nada influye para valorar su persona y sus obras el que las cir-cunstancias
económicas y familiares en que le tocó vivir fueran más
o menos modestas, pero, a los que nos preocupa la verdad histórica,
hemos de esforzarnos por precisar la certeza de los hechos que le
afectaron, más o menos desvirtuados, creemos, en favor de una de-terminada
tesis y por el afán, sin duda laudable, de destacar las vir-tudes
del nuevo beato.
Sus últimos biógrafos .han pretendido ver en él al miembro de una
muy humilde familia, de escasos medios económicos, pero la docu-mentación
más fiable, como lo es el proceso instruido por la Sagrada
Congregación de Ritos, que se inició en el 1729, pero que contiene
declaraciones de testigos que habían sido examinados desde el 1698
y en Teneri_fe en el 1700 y c n r r e s p ~ ~ da hse rsinas nY-i"i e hahfan -A----u CO-nocido
al Hermano Pedro, a sus padres y a sus hermanos, y el con-tenido
de escrituras pdblicas otorgadas por sus familiares, dan fe de
hechos de los que no puede dudarse y obligan a precisar y en parte
a rectificar tales afirmaciones.
Un extracto del proceso de beatificación del Hermano Pedro,
sacado del que se le instruyó y figura en la extensa colección de los
de canonizaciones y beatificaciones seguidos por la Santa Sede, que
se custodia en la Biblioteca Nacional de París, fue publicado por el
doctor Alejandro Cioranescu en la «Revista de Historia Canaria)),
números 135-135, correspondierite a julio-diciembre de 1961, y do-cumentos
conservados en los protocolos de las antiguas escribanías
públicas de la isla de Tenerife, hoy en el Archivo Histórico Provin-cial,
ha sido la documentación de la que principalmente nos hemos
valido.
El lugar de su nacimiento
Es sabido que el recién beatificado Pedro de Betancur recibió
el bautismo en la parroquia de San Pedro de Vilaflor, el 21 de marzo
de 1626 y que cuatro años después lo confirmó el Obispo don Cris-tóbal
de la Cámara y Murga, bien conocido en Canarias por sus Ea-mosas
Sinodales, que moriría rigiendo la diócesis de Salamanca, con
fam-a - .d. e notoria virtud, el 30 de abril de 1641. viiañor, situado cerca de ios mii quinientos metros sobre e1 nivel 2
del mar, era entonces un pequeño lugar que se había ido formando, E
ya avanzado el siglo XVI, en la zona conocida por el nombre indí- O
n
gena de Chasna. Como dice el fiable historiador fray Alonso de Es- -- m
pinosa, ((Villaflor es un lugar en Chasna de gente hidalga y rican. O
E
Cabeza del beneficio eclesiástico de Abona, que había sido creado en E
2
el 1560, con alcalde, y sede de una escribanía pública, que abarcaba E
desde Arico hasta Adeje l y con un convento agustino que se había 3
fundado en el 1613. No podemos precisar el número de habitantes
con que contara en la fecha en que nació Pedro de Betancur, pero -
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m
puede más o menos pensarse en su limitado número, ya que en la E
estadística de 1585, toda la jurisdicción parroquia1 contaba con cien O
vecinos, o sea entre 450 a 500 personas '. n
Villaflor figura así escrito en los documentos antiguos o Miraflor, aE
como poetizó don Bartolomé Cairasco de Figueroa en su Templo Mi-litante,
al querer justificar su nombre en estos versos: n
«Y Miraflor se llama en otro nombre
Por el alto renombre que de bella
T~JVOiin a gi ian~h'lE el11 ce!ehrarl-;.~?
y Villaflor se siguió diciendo, o al menos ,escribinedo, hasta por Vie-ra
y Clavijo, pero, con el paso del tiempo, su nombre cambió por el
que conserva, Vilaflor.
1. Indice de los piotocolos pertenecientes a la escribanía de Vilaflov, Instituto de
Estudios Canarios, 'La Laguna, i966.
2. P. LUIS FERNLWEZSS, .: Aspectos económicos, adnzinistrativos y humanos de
la diócesis de Canarias en La segunda mitad del siglo XVI. en "Anuario de Estudios
Atlánticos", núm. 21, año 1975, p. 114.
Don Juan Núñez de la Peña, en su obra, Conquista y antigüeda-des
de lm Zslm de la Grm Canaria, que publicó en el 1676, dice así:
aChasna.-El lugar de Chasna es el último lugar de esta isla, de mu-chos
labradores y criadores, cógese mucho trigo, cevada, críase
mucho ganado, poco vino, tiene razonable Parroquia de San Pedro,
con un Beneficiado, que tiene buena renta; ay Alcalde y un Escri-vano;
ay en él gente principal; tiene este lugar un Convento de la
Orden de San Agustín; por otro nombre llaman a este lugar Villa
Flor».
Chasna, donde se levantara el lugar de Villaflor, era zona que
((junta los términos entre el reino de Abona y el de Adex)), como
dice un albalá de repartimiento de 11 de julio de 1504 3, y era tierra
adecuada para diversos cultivos, enriquecida por sus nacientes de
agua, «el río de Chasna)), y por sus pinares, que la hacían apta para m
D
establecer una factoría de aquella primera industria que se explotó E
en las Islas, la azucarera. O
Pero, en los primeros tiempos de la incorporación de Tenerife a n -
=m
Castilla, había también otras zonas también apropiadas para el cul- o
E
tivo de la caña dulce y mejor comunicadas con la capital de la isla y, E
2
especiaImente, con los puertos de embarque del producto elaborado, =E
por lo que las tierras de los antiguos reinos indígenas de Adexe y
Abona no eran apetecidas. El Adelantado don Alonso Fernández de 3
-
Lugo, en uso de sus poderes de ((repartidor)), comenzó por dar el -
0m
((reino de Abonan, el 13 de febrero de 1503, a Gonzalo Suárez de E
Quemada, factor del duque de Medina Sidonia, el que, como dijo el O
propio don Alonso, en el 1508, no lo ((aprovechó, ni ay asta oy per- n
sona que lo quiera labrar)). Los testigos de la ((Reformaciónu de los -E
repartirnientos llevada a cabo en el 1506 por Licenciado Juan Ortiz a
2
de Zárate sostienen y posiblemente estaban en lo cierto, que la data n
del reino de Abona había sido dada a Suárez de Quemada, pero real- 0
mente era para el duque de Medina Sidonia &. O3
Concretamente, Chasna, con sus aguas, tierras de riego y montes,
10s dio el Adelantado, el ii de julio de 1564, a jerónimo de Vaidés,
Andrés Suárez Gallinato, Guillén Castellano y Francisco de Espinosa,
lo que no fue obstáculo para que don Alonso hiciera merced de los
mismos bienes, el 9 de septiembre del siguiente año 1505, a otro po-deroso
personaje, a quien, sin duda, debía favores, el Dr. Nicolás Te-
3. ELÍAS SERRAR AFOLS:L as Datas de Telzerife, Instituto de Estudios Canarios,
La Laguna, 1978, núm. 553.
4. E. SERRA y L. DE LA ROSA: El Adelantado don Alonso de Lugo y su residencia
por Lope de Sosa, "Fontes Rerum Canariarum", 111, La Laguna, 1949, pp. 29 y 47 y
los mismos autores, Reformación del ~epa~t imientdoe Tenerife en 1056, "Fontes Rerum
Canariarum", VI, p. 48.
110, comendador de Torres y Cañamares y del Consejo de sus Alte-zas,
quien tampoco los aceptó. Aquellos datarios del 1504 cedieron de
estas tierras treinta fanegas, con su agua, al antiguo rey de Adexe
don Diego, cesión que confirmó el Adelantado el 11 de marzo de
1505 y, sin efecto la merced hecha a Tello, como se continuaban con-siderando
beneficiarios de la data, terminaron por traspasar sus de-rechos
al teniente de gobernador de la isla Sancho de Vargas, cuyos
hijos, a su vez, los vendieron a Juan Martín de Padilla, el 15 de agos-to
de 1525. Los descendientes de Padilla, los Soler de Padilla. vincu-laron
los bienes incluidos en la data y levantaron un ingenio azu-carero
5.
La imprecisión de tal data: «el río de Chasna, que es en el reino
de Abona y la tierra que se pudiera aprovechar de riego.. . con toda
la madera y M a qi?e nviere menester para ingenio, como para otras
cosas)), daría lugar, con el tiempo, a enconadas y sangrientas luchas
entre sus dueños, los «señores», empleando la terminología de la épo-ca,
y los vecinos, de las que han llegado a nosotros las que se produ-jeron
en la segunda mitad del siglo XVII, en que se vieron obligados
los Soler a huir a los montes, ante el levantamiento de los vecinos
por las pretensiones de aquél¡os a reivindicar la propiedad hasta de
los solares en que tenían construidas sus viviendas y las de 1840 que
culminarían con la muerte a tiros del sucesor de la vinculación don
Alonso Chirino, marqués de la Fuente de las Palmas, cuando preten-dió
ejecutar sentencia que había conseguido a su favor 6.
No nos consta el año en que se produjera el primero de los inci-dentes
mencionados, pero sí sabemos que los que tuvieron que huir
fueron don Juan Soler y su cuñado don Cosme Carreño, nacidos por
la cuarta década del siglo XVII, por lo que probablemente al ocurrir
ya no se hallaba en Tenerife el futuro Hermano Pedro, pero el pro-blema
no debía ser nuevo y debió vivirlo.
Pues bien, en este lugar de Vilaflor o Villaflor, con sus problemas
derivados de la existencia de un latifundio de imprecisos límites, que
enfrentaba a sus propietarios con los demás vecinos; en cuyas cer-canías
funcionaba un ingenio azucarero de los Soler ', nació Pedro
de Betancur y vivieron sus padres y abuelos. No faltaban en él los
problemas, pero las preocupaciones religiosas de aquella época eran
5. Datas, a favor del Dr. Tello. núm. 278 y a favor del rey de -4dexe. núm. 845.
6. L. DE LA ROSA: Un chasnero coiregidor en Venezuela, incluido en Ei siglo de
Za conquista, Mancomunidad Provincial Interinsular, Santa Cruz de Tenerire, 1978,
pp. 247-250.
7. MARÍAL UISAF ABRELLASL: a producción de azúcar en Tenerife, en "Revista de
Historia", La Laguna, octubrediciembre de 1962, pp. 455-476. Ignoramos la fecha en
que el ingenio de los Soler dej6 de funcionar.
más acuciantes en las Indias Occidentales y el joven Pedro, como
otros de su familia, se sentían llamados por ellos, por su fe y su
espíritu humanitario.
La cma en que nació
Ana María Ruiz de Villarías, en el valioso trabajo que presentó
en el ((11 Coloquio de Historia Canario-Americana)), que tuvo lugar
en la Casa de Colón de Las Palmas de Gran Canaria, en octubre de
1977, con el título de El Venerable Pedro de Betancurt, intentos de
fundación en La Lagguncp: siglo XVIII, afirma que el nuevo beato
nació en La Zarza, barrio de Vilaflor, al hacer suya, sin duda, la te-sis
que en tal sentido viene sosteniendo un entusiasta de la vida y
obras del Hermano Pedro, Raúl Fraga, que no Ia creemos suficiente-mente
justificada.
Entre los testigos que depusieron en Tenerife, en el 1700, en el
proceso previo al de beatificación, Antonio de la Paz, de 75 años,
declaró que había conocido a los padres de Pedro de Betancur, «por
haber vivido en el dicho lugar de Vilaflor, en una casa cercana a la
de ellos, en donde los trató a menudo)); el alférez Martín González,
de 76 años, precisó que vivían «en una casa que está detrás de la
iglesia parroquial)) y el bachiller Salvador González, beneficiado de
San Antonio de Padua, en Granadilla, de 78, afirmó que ((todavía
en la casa de los susodichos padres y hermanos, que está detrás de
la iglesia parroquia1 de la dicha tierra de Chasna, se conservan algu-na
de las cruces que hacía el dicho Pedro de San Joseph, en la cual
casa se presume que había nacido)).
Aun cuando no haya respuesta terminante en estos testigos sobre
la casa en que naciera, nos parece lo más probable que sea la que afir-maba
o mejor presumía el bachiller Salvador González, y así tradi-cionalmente
se ha venido considerando, hasta que ha comenzado a
sostenerse, a nuestro juicio sin base seria, que había visto la primera
luz en el barrio de La Zarza, dentro del municipio de Vilaflor. Pen-samos
que de no haber nacido en el casco urbano de dicho lugar pu-diera
tener más fundamento sostener que hubiera sido en el actual
caserío de Jama, en el que poseían terrenos desde sus bisabuelos, pe-ro
no creemos haya razón para asegurar que no vio la luz primera
en el propio casco de Vilaflor.
Los testigos que depusieron en Tenerife en el 1700 coinciden en
afirmar que sus padres se llamaron Amador González Betancur de
la Rosa y Ana García. Si, como hemos de ver, los dos primeros ape-llidos
del padre corresponden a ascendientes cercanos suyos, igno-ramos
de donde podía haber tomado el «de la Rosa)), que no hemos
hallado en la documentación de sus abuelos que conocemos. En la
partida bautismal de Pedro y en la escritura a la que vamos a hacer
referencia, sólo se le dice a su padre Amador González, nombre y
apellido que, como luego hemos de decir, eran los de uno de sus
bisabuelos.
La partida matrimonial de Amador con Ana García, que era hija
de Antón Delgado «el Viejo)) y de Ana García, no aparece en el re-gistro
parroquia1 de Vilaflor.
Amador González otorgó escritura en dicho lugar, ante el escri-bano
Pedro de Madrid, el 27 de agosto de 1627, en la que reconoce
que h&fa r-c*i& en ( c d i ~ e ra~jc, a r de casa, :U j~mentoy preseasa
170 reales, que le habían correspondido a su mujer en la herencia de
su madres. Amador González falleció en el 1446, cuando su hijo Pe-dro
tenía veinte años de edad.
El predicador agustino fray Lázaro García, que declaró en Tene-rife
en el 1700, afirmó que los padres del Hermano Pedro «habían
sido cristianos viejos y descendientes de gente muy calificada)) y en
Guatemala el trinitario Ignacio de la Santísima Concepción, al testifi-car,
dijo que «el Hermano Pedro era natural de Tenerife, de padres
hidalgos, descendientes de la Casa Real de Francia)), afirmación esta
última producto de la fantasía sobre el origen de la familia de Bé-thencourt,
que de caballeros importantes normandos y primeros Se-ñores
de las Canarias los elevó a miembros de la Casa Real francesa.
La primera de estas declaraciones, tan cercana al tiempo en que
vivió el Hermano Pedro y hecha por persona que debía conocer bien
la sociedad isleña, tiene para nosotros un valor testimonial impor-tante.
Estimamos que no puede ponerse en duda que la familia del
nuevo beato era considerada entre las que pertenecían a la clase so-cial
hidalga, tuviera más o menos medios económicos, y descendiente
de los históricos Béthencourt, que en las Canarias proceden de Ma-ciot
de Béthencourt, el sobrino y lugarteniente del primer Señor de
las Islas Jean de Béthencourt.
Ana María Ruiz de Villarías, de cuyo trabajo hemos hablado,
S. Archivo Histórico Provincial de Sanza Cruz de Tenerife, reg. 3727, fol. 4.q.
Stia escritüia, ante Andik ZIerndndez Tinto, i-eg. dt: i627-io29, Íd. 3 6 , h b í a siao
otorgada por Antón Del.gado "el Viejo", viudo de Ana García, por Amador González,
su mujer Ana García y por el hermano de ésta, Gonzalo Delgado "el Mozo", pero el
mal estado del legajo no nos ha permitido su lectura.
al citar a fray Luis de San José Melián de Betancur, prestigioso mi-norista
en Guatemala, afirma que influyó grandemente en el Her-mano
Pedro, del que asegura que era su sobrino. Ya analizaremos e1
problema de tal posible influencia, pero hemos de confesar que igno-ramos
el posible parentesco entre ambos.
En el 1735 declaró en Guatemala en el tantas veces citado pro-ceso,
el dominico fray Francisco González, de 47 años y afirmó que
conocía la vida del Hermano Pedro, «por ser pariente en cuarto gra-do
del Siervo de Dios, por línea de varón, por ser mi abuelo paterno
natural de Tenerife, patria del mismo Siervo de Dios)).
También por parte de su madre, Ana García, el Hermano Pedro
había tenido pariente cercanos religiosos. Así lo declaró el bachiller
Salvador González, ya ~i iadüq, uien cisegurG que lo habían sido dentro
del cuarto grado, el padre visitador fray Lázaro García, el padre lec-tor
fray Salvador Díaz y el franciscano fray Pablo Díaz, testimonio
en el que concuerdas otros tres de los deponentes.
Y esto es lo poco que sabemos de los padres del nuevo beato. Se
ha afirmado que Pedro de Betancur tenía sangre de los antiguos ha-bitantes
de las Islas y casi podemos asegurar que así era. Es de sobra
conocido que en Canarias los nuevos pobladores se unieron muy pron-to
con mujeres indígenas, como también se dieron casos de mujeres
de procedencia europea que se casaron con indígenas y esta mezcla
fue mucho más frecuente en el Sur de Tenerife, donde vivieron ge-neraciones
de las familias paterna y materna del nuevo beato, si bien
hemos de confesar que no tenemos pruebas fehacientes de tal afir-mación,
salvo el caso de Maciot de Béthencour, del que no es dudoso
que toda su descendencia conocida procede de una hija que tuvo con
una indígena de Lanzarote.
Los hermanos de Pedro de Betancur.
El padre agustino fray Lázaro García, al declarar en el proceso
de beatificación, en el 1700, afirmó que había conocido y tratado en
su infancia al santo varón, a sus padres y a sus hermanos y dice que
éstos fueron cuatro: Pablo de Jesús, que murió sirviendo a los po-bres
en el hospital de La Orotava, en opinión de virtud y santidad;
Mateo, que había pasado a las Indias a los veinte años, sin que se
tuvieran más noticias de él; Lucía, casada en Garachico, donde mu-rió
en el mismo crédito de virtud y santidad, y Catalina, también
casada en Garachico.
El biógrafo del hoy beato Pedro de Betancur, fray José García
de la Concepción, en su obra Historia Bethlemitica, que publicó en
Sevilla el 1723, da también noticia de los cuatro hermanos, con las
variantes que vamos a citar: de Mateo, el que se fue a Indias, dice
que personas dignas de crédito aseguraban que eran sobrinos del
Hermano Pedro don lacinto de Betancur, Tesorero Juez Oficial Real
de las Cajas de Quito, el doctor don Fernando de Betancur, dignidad
en Popayán y canónigo de Quito y el presbítero don Pedro de Be-tancur,
por lo que piensa que habían de ser hijos de aquel Mateo; de
Pablo, el otro hermano, afirma que se fue a La Orotava y se ejercitó
en el servicio de los pobres en el hospital de la Santísima Trinidad,
muriendo con fama de santidad; de Catalina que se casó y vivió en
Garachico y de Lucía, que también vivió en Garachico, la cree soltera
y muerta con fama de virtud y venerada como especial Sierva de 2
Dios 9. N
E Hay que pensar que fray Lázaro García, que vivía en Tenerife, es-o
taría mejor informado de la vida de las hermanas del beato Pedro n de Betancur.
-
m
O
E Lucía recibió el bautismo en San Pedro de Vilaflor en el año 1627, E
al siguiente que Pedro y Pablo el 1638. No hemos hallado las parti- 2
e
das bautismales de Mateo y de Catalina. -
3
-
Juventud del Hermano Pedro en Tenerife -
0
m
De la infancia y juventud de Pedro de Betancur en la isla en que
nació muy poco dicen los testigos interrogados en Tenerife. Sólo el
bachiller Salvador Gonzákz afirmó que había visto en la casa en que
vivió con sus padres algunas de las cruces que hacía, y otros hacen
referencia a enfermedad que padeció de niño, con estas palabras:
((habiendo padecido el Siervo de Dios una gravísima enfermedad, sin
esperanza alguna de remedio, quedando totalmente impedido e invá-lido,
se encomendó a San Amaro, de quien siempre fue muy devoto,
y prometió de ir a una iglesia de este santo, que estaba en el campo;
y como pudo, casi arrastrándose, fue a dicha iglesia e hizo oración
y recobró una perfecta salud, regresando a casa por sus pies, con ad-miración
de todos, y esto pasó siendo niño el Siervo de Dios, en su
patria)).
Su biógrafo fray José García, que relata esta enfermedad. Dice
que la promesa la hizo a San Amaro, que emprendió la jornada, ayu-
9. Historia Bethlemitica. Vida exemplar y ndmilable de2 Ve n ~ r n b l eS iervo de Dios
Pedro de San Joseph Betancur, fundador de el regular instituto de Bethlehen, Sevilla,
1723, p. 2.
dado de las rodillas y las manos y fue tan firme la esperanza que
logró la salud antes de llegar a la ermita lo. Como puede apreciarse
ambos relatos difieren en lo que se refiere al momento en que recobró
la posibilidad de andar.
Algunos de los testigos afirman que una hermana suya (otros
dicen que una tía) aconsejó a Pedro de Betancur que fuese a las In-dias
Occidentales. En el 1730 el minorista franciscano fray Pedro
Salguero declaró en Guatemala que Pedro había salido de su casa por
consejo de una tía suya y «con ánimo indiferente y pronto a seguir
aquello que Dios dispusiese de él» y Eugenio Nicolás, de 78 años,
afirmó en las declaraciones del 1700, que había salido de Tenerife
((con pretexto de andar de paseo fuera de su casa por quince días)) y
otro testigo precisa que se fue a un puerto de la isla, en donde entró
m en un navío que se preparaba para zarpar para las Indias y «al tiempo -
en que el navío daba señales de zarpar, se arodilló en la cubierta y así E
escribió una carta a sus padres, pidiendo su bendición y despidién- O
n
dose de éllos)). Como embarcó el 18 de septiembre de 1649 y su padre -- m
O había muerto tres años antes, la carta a que se refiere el testigo debía E
ser dirigida a su madre. E
2
E Posiblemente Pedro de Betancur había aprendido a leer y escribir -
con los agustinos del convento de Vilaflor, que se había fundado 3
el 1613. - -
Ana María Ruiz de Villarías habla de la influencia que en el 0
m
E Hermano Pedro ejerció fray Luis de San José, en el siglo Luis Melián
O de Betancur. Este minorista, que gozó de extraordinario prestigio en
GuatemaIa en la primera mitad del siglo XVII, falleció, según Ruméu n
de Armas, en el 1642, nueve años antes de la llegada de Pedro de Be- -E
a
tancur a Santiago de los Caballeros de Guatemala, razón por la cual l
no pudo influir, al menos personalmente, en el futuro beato en dicha n
n
ciudad. Pero Ana María Ruiz de Villarías afirma que fray Luis, en
concepto de procurador de su Orden en Guatemala, hizo un viaje 3
O
a Castilla, con escala en Tenerife en el 1636 y cabe en lo posible que
en tal momento conociera a Pedro de Betancur, máxime si, como
dicha autora afirma, eran parientes. Si la fecha del citado viaje del
minorista es exacta, en el 1636 el futuro Hermano Pedro tenía diez
años y aunque pudiera pensarse en que era demasiado niño para re-cibir
tal influencia, no puede descartarse conocida la profunda reli-giosidad
de nuestro biografiado.
AT-A a:--- 1-- +--+:-A- -.-a a--1 -- I- :L --L..- 1..
lraua ul c ~ i lIU U r ~ o n ~ vqou u~cc ialaiuii CLI s c i i c l i~cu u u i ~la quc
tradicionalmente es conocida por la ((Cueva del Hermano Pedro)),
situada en los áridos terrenos de El Médano, en la costa de Granadi-
Ila de Abona, lugar aún de peregrinación de los devotos del nuevo
beato.
La familia paterna del Hermano Pedro
Amador González, que sepamos, tuvo dos hermanos; Juan de
Betancnr y Mariana de Betancur, de los que no tenemos más noticias
que su nombre y los tres eran hijos de Juan de Betancur y de Cata-lina
Rodríguez, que habían contraído matrimonio en San Pedro de
Vilaflor, el 18 de septiembre de 1585. Juan de Betancur, el padre,
había sido alcalde de Adexe y era maestro de azúcar, no sabemos
si en el ingenio de los Ponte, en Adexe, o en el de los Soler, en Aro-na.
Cata!ina Xdriguez, su miijer, era hija de Amador Gnnzález, 2
nombre y apellido que dieron a su nieto. Juan de Betancur otorgó
en.San Pedro de Daute, ante el escribano Alvaro de Quiñones, el
16 de marzo de 1586", escritura por la que se hizo cargo de la deu- n--
da de 13,676 maravedís de la moneda de Canarias que su citado f
suegro, Amador González, había reconocido adeudar al mercader de
Garachico Francisco de la Guarda, ante el escribano Pedro de Urbina. -E
Juan de Betancur, ((vecino de Daute y maestro de acúcar)), com- E
pró a su hermano Pedro González, ((oficial de labrar a p í c a r ~y tam-bién
vecino de las partes de Daute, las tierras que éste tenía en Xama
(hoy Jama), término de Vilaflor, tanto las que había heredado de sus
padres, como las que había comprado a sus hermanas María de Be- ?
tancur, casada con Baltasar Correa y Catalina Delgado, que lo estaba
con Jorge Pestana. No se expresa en la escritura la cabida de las tie- %
rras que adquiría Juan de Betancur, sino sus linderos, que lo eran,
por dos de sus partes, con Lorenzo Xuárez de Figueroa y por otras
con tierras de otra de sus hermanas, Ana de Betancur y de Pedro
de la Sierra, quien, como veremos, estaba casado con una tía de los 2
otorgantes. La escritura de compraventa la otorgaron en San Pedro
de Daute. ante Alvaro de Quiñones, el 7 de septiembre de 1571 12.
Juan de Betancur era, a su vez, hijo de Pedro González y de Ca-talina
de Betancur. Esta última, ya viuda, otorgó testamento en Ca-rachico,
ante Benito de Ortega, el 7 de septiembre de 1588, por el que
dispuso su entierro en la iglesia del convento franciscano de dicho
lugar, en sepultura que era de su hija Catalina Delgado; ordena que
11. Los tres hermanos Juan y Mariana de Betancur y Amador González, escritura
en Vilaflor, ante Diego Martín de Barrios, año 1619, fol. 77. La escritura ante Quiñones,
AHP, leg. núm. 3727, fol. 438.
12. AHP, leg. núm. 2245, fol. 590.
se vendieran unas seis fanegas de tierra que tenía en Xama, para des-tinar
el producto a sufragios por su alma; declara que había dotado
a hu hija Catalina Delgado cuando se casó y que había heredado a
otra de sus hijas, Inés, e instituye por sus herederos a sus hijos: Ca-talina
Delgado, Domingo González, Juan de Betancur y Pedro Gon-zález13.
No menciona en su disposición testamentaria a otras de sus
hijas: María, la mujer de Baltasar Correa y Ana, a la que acabamos
de ver nombra como hermana suya Pedro González cuando vendió
sus tierras en Xama a su otro hermano Juan de Betancur. Posible-mente
ambas habían fallecido antes que su madre otorgara testamen-to
y no había sido su heredera.
Como puede apreciarse, madre e hijos tenían tierras en Xama,
hoy Jama, valle agrícola situado a unos 900 metros sobre el nivel del
mar, perteneciente a la jurisdicción de Vilaflor, entonces y ahora, m
D
con producción de cereales y viña, así como de pastos para el ganado. E
Ninguna otra noticia tenemos de Pedro González, el bisabuelo O
paterno del beato Pedro de San José Betancur. En cuanto a su mujer, n -
=m
Ca.talina de Betancur, parece fuera de toda duda, que era hija de Juan O
E
de Betancur y de Catalina Delgado, «vecinos de Tenerife en Adexe)). E
2
Este Juan de Betancur, a la muerte de su mujer y con poderes de =E
ésta, otorgó testamento en San Cristóbal de La Laguna, el 21 de oc-tubre
de 1536, en el que declara que su mujer había dejado 3
-
quinientas cabras de vientre, una yunta de bueyes, un esclavo mo- -
0m
risco de 20 años, una mula, cuarenta fanegas de cebada, siete de trigo E
y treinta colmenas e instituye herederos a los hijos que tenía el ma- O
trimonio, a los que da los siguientes nombres: Andrés López, Fran- n
cisca Bermúdez, Catalina, María y Anal4. -E
a Tres años después, el 3 de julio de 1539, en Daute, ante el escri- l
bano Antón Martín, Pedro de la Sierra, yerno de Juan de Betancur, n
0 otorgó escritura en la que dice que ((Juan de Betancur es ido en Es-paña
e porque no espera que vendrá tan pronto», que de los bienes 3
O
que quedaron de su suegra, Catalina Delgado, correspondían unas se-
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LGIM y una «caDriiias» a sus cuñadas ivíaría y Ana, menores de ca-torce
años y para evitarles perjuicio las arrendaba. en este documen-to
declara que de los bienes que dejó la citada Catalina Delgado ha-bían
hecho partición sus hijos con Francisca Guerra, segunda mujer
de su suegro Juan de Betancur, y les da los siguientes nombres: An-drés
de Betancur (al que apellida López su padre cuando testó en
nombre de su mujer), Francisca de Betancur (apellidada Bermúdez
13. AHP, leg. núm. 2073, fol. 922.
14. AHP, leg. núm. 205, fol. 488 (ante Bartolom6 Joven).
en el testamento), que estaba casada con el que ahora otorga el do-cumento,
Pedro de la Sierra; Catalina Delgado (sin duda la que luego
se llamó Catalina de Betancur), María y Ana 15.
Nada sabemos por hoy de la ascendencia de este Juan de Betan-cur
y de su primera mujer. Posiblemente, como tantos otros ven-drían
a Tenerife de las islas extremo orientales entre el segundo y el
tercer decenio del siglo XVI, cuando ya el Norte más productivo de
la Isla estaba repartido y hubieron de conformarse con establecerse
en las «bandas» del Sur y dedicarse principalmente a la ganadería, sin
dejar de trabajar como cualificados en los ingenios azucareros.
Andrés de Betancur, el hijo de Juan y Catalina Delgado, fue nom-brado
alcalde de Adexe en el 1558 y fue padre de otro Juan de Be-tancur,
que se casó en Catalina Pérez, hija de Andrés de Llerena y de
Margarita González y nieta de otro Andrés de Llerena (o de Güímar),
2 conocido indígena del bando de Güímar y de María de Lugo, una de ;
las hijas del último rey guanche de Adexe, don Dieg .'ol Margarita
González otorgó escritura de dote a su citada hija, cuando era ya -
viuda de Andrés de Llerena, ante el escribano de Daute Gaspar de
Xexas, el 8 de agosto de 1580, por la que le hizo entrega de tierras, E
ganado ovejuno, ajuar de casa y otros bienes, por valor de 400 do- E
blas lS. En esta escritura se dice que Juan de Betancur era hijo de
Andrés, y Margarita González vivía en Tijoco, en el bando de Adexe. 5
Juan de Betancur y Catalina Pérez tuvieron varios hijos, uno de ellos j
Matías de Betancur, vecino de Garachico, alcalde de Los Silos
en 1624, vendió al capitán Juan Delgado de Adexe, en Vilaflor, ante
Andrés Hernández Pinto, entre 1636 a 1639, el altar de San Juan
Bautista, «con asiento, arrimo y sepultura», que había heredado de
E
SUS padres lg.
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a
Como puede apreciarse a lo largo de cuanto hemos dicho, a prin-cipios
del siglo XVII vivían de esta familia dos o tres de nombre
Juan de Betancur, lo que no permite asegurar si alguno de éllos u $
otro fuera de los que en el año 1601 dieron poder en Buenavista para "
la defensa de los «naturales» o sea de descendientes de indígenas,
entre los que figura un Juan de Betancur iY, en ei famoso proceso
conocido como «el pleito de los naturalesu.
15. AHP, leg. núm. 2202, fol. 346.
16. Aich. Mi. de La Laguna, registro de Juan de Azota, fol. 1333.
17. L. DE LA ROSA: El rey don Diego de Adexe y su familiar, en "Anuario de
Estudios Atlánticos", núm. E, pp. 175-217.
1s. AHP, leg. núm. 2070, fol. 51.
.A Y . Escrimuía de Vilafiür, res. de AnUies Hein&ndiz Pinto, aEos 16%-1639, fd. 213
desaparecido.
20. L. DE LA ROSA: La familia del rey Bentor, en "Anuario de Estudios Atlánticos",
núm. 33, pp. 435-441.
Y estas son las noticias que por hoy tenemos de la familia paterna
del beato Pedro de San José de Betancur. Aproximadamente por la
misma época en que vivían sus citados tatarabuelos, Juan de Betan-cur
y Catalina Delgado, también hallamos en Tenerife, «en las partes
de Abona)), es decir, por las ((bandas del Sur», a otros de sus mismos
apellidos: Francisco de Betancur y su mujer Francisca Delgado, ve-cinos
de Fuerteventura antes de pasar a esta isla, los que vendieron,
ante el escribano del Realejo de Taoro Juan Vizcaíno, el 14 de sep-tiembre
de 1550, un esclavo de color prieto a Gaspar Soler, mayor-domo
del ingenio y heredamiento del Realejo, en 70 doblas de oro,
equivalentes a 36.000 maravedís de la moneda de Canarias 'l.
Ignoramos si este matrimonio tenía algún parentesco con Juan
de Betancur y Catalina Delgado, a pesar de llevar los mismos ape-llidos,
pero parece lo más probable que así existiera, más o menos
cercano.
En resumen, con los datos que aportamos, creemos pueden llegar
a sostenerse las siguientes conclusiones :
1." La familia del beato Pedro de San José de Betancur era con-siderada,
sin la menor duda, en su tiempo, en la isla de Tenerife, co-mo
de condición hidalga, y debía descender por la línea de su apellido
de Maciot de Béthencourt.
2." Es muy posible, casi puede asegurarse, que entre sus antepa-sados
contaba con «naturales», ya fueran indígenas de la isla de Te-nerife
o sea guanches, o de las orientales, como lo era aquella con la
que Maciot tuvo la hija de la que proceden todos los Béthencourt
de Canarias.
3." La situación económica de la familia del beato no era la de
labradores ricos, pero tampoco su situación era tan extremadamente
modesta como por algunos biógrafos se ha supuesto. El que, como
dijo fray josé García, «En algún tiempo estuvo en el campo de orden
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fuera su situación, pero también sus antepasados tuvieron tierras en
zona relativamente rica y hasta esclavos.
Y esto es lo que hemos pretendido esclarecer con esta comuni-cación.
21. En realidad en esta escritura Francisca Deigado, que la otorga, ratifica la
vena dei cita60 esclavo, que afirma ia W i a hecho su marido, el i4 de octubre
anterior. Dos de los hijos de este matrimonio dieron poder, ante el escribano de
Vilaflor Diego Martín de Barrios, reg. de 1618-1619, fol. 96, para el cobro de la herencia
de su padre "vecino de Fuerteventura".
22. Histork Betlhemitica, p. 5.