"EL BANCO CANARIO-AFRICANO: INTERES
ECONOMICO PARA LA OCUPACION
DEL SAHARA OCCIDENTAL"
Isabel Martín Mediavilla
La ocupación de la costa del Sahara por parte del Gobierno español, a
finales de 1884, tuvo como interés prioritario hacerse con el Banco de
pesca que desde hacía varios siglos explotaban los canarios. Pero las
dificultades que atraviesa en ese momento el país, la crisis cubana que
desembocaría en la pérdida de las últimas colonias americanas, hacen que
el Gobierno, una vez tomado posesión de esos territorios, no les preste
mucha atención.
Este trabajo va a tratar sobre las distintas publicaciones que se hacen
en este período para que tanto el Gobierno como los particulares exploten
este Banco Pesquero. El resultado será la creación de distintas sociedades
pesqueras que fracasarán debido a una falta de conocimiento y de estu-dios
científicos de dichos bancos pesqueros.
El Banco Pesquero antes de 1885
Los primeros escritos sobre la importancia del Banco Pesquero
Canario-Africano aparecieron a finales del siglo XVIII. En 1764 el esco-cés
Glass en su libro ((Historia del descubrimiento y conquista de las islas
Canarias)) nos hace una descripción detallada de las pesquerías y de sus
habitantes en la costa vecina de Africa. Utilizó para esta Parte de su obra
no sólo el resultado de sus propias observaciones, sino cuantas informa-ciones
le dieron los isleños.
Expresa el número de embarcaciones que empleaban en la pesca;
expone la gran extensión de más de 600 millas de costa en que se puede
ejercer la pesca. Pondera las extraordinarias ventajas de la pesca en las
costas dei desierto del Sahara con estas palabras: «El cherno o bacalao
que allí pescan es mejor que el de Terranova.))
Exclama que «es muy extraño que los españoles opinen que necesitan
entrar a la par con los ingleses en la pesca de Terranova, cuando a sus
puertas tiene una mucho mejor)).
En 1791 Sañez Reguart en su Diccionario de las Artes de la Pesca
í;aciuna!, hab!a de qüe G!ass indicS hace 27 a k s 10s giaiides "uiieficiüs
que podría producirle la pesca del anzuelo en los mares de la inmediata
costa de Africa. Dice que los canarios nunca han variado, en 300 años ni
el método de alistar los buques, ni la manera de repartirse el beneficio de
la pesca.
Señala que los barcos de Canarias que se dedicaban a la industria
pesquera eran 28 con desplazamiento de 15 a 35 toneladas y tripulación
total de más de 800 pescadores. Señala la necesidad de sacar a la industria
pesquera canaria del estancamiento en que se encuentra.
Ya en el siglo XIX son los franceses quienes dan noticias abundantes
sobre las pesquerías africanas del Sahara. Francia se da cuenta del
extraordinario interés de aquellas posibles riquezas y comienza a enviar
expediciones científicas de todo orden.
En 1840 Berthelot, cónsul francés en Tenerife durante diez años
publicó en colaboración con Webb un trabajo extenso sobre piscicultura
de las costas de Canarias y del desierto del Sahara titulado «De la peche
sur la c6te occidentale d'Afrique».
Describe minuciosamente las especies de peces y afirma que «en Terra-nova
no se pesca sino el bacalao y el arenque, y la pesca del último
generalmente no la practican los franceses. A lo largo de la costa de Africa
por el contrario, los isleños cogen diez o doce clases de peces, todos
igualmente propios para secarse o prepararse en verde». Considera a ias
pesquerías africanas superiores a las de Terranova. Señala a continuación
que las embarcaciones canarias dedicadas a esta pesca eran 30, de 20 a 50
toneladas con 700 hombres. Y termina diciendo que: «el bacalao del Norte
es uno de los más abundantes recursos para el alimento de los pueblos, da
origen a un comercio tan vasto como lucrativo, mientras que el pescado
salado de los isleños, que puede igualar y sobrepujar en calidad al mejor
bacalao de Terranova, no figura entre los artículos,de exportación desde
que portugueses y vizcainos dejaron de explotar los mares de Africa)).
En 1860, el capitán de navío Aube, siendo comandante del vapor de
guerra francés L'Etoile, recorrió, el litoral africano del Sahara publicando
un extenso estudio titulado «L'ile de Arguin et les pecheries de la cate
occidentale d'Afrique».
Aube afirma que en Francia oficial y privadamente se había dado
mucha importancia a lo que Berthelot y otras personas habían escrito. Así
en 1860 una gran casa de comercio de Marsella intentó dedicarse a la
explotación de la industria pesquera, y se vio precisada a desistir por las
graves dificultades que se presentaron.
Todos estos artículos fueron publicados en España. El Boletín Oficial
de Gran Canaria, de 22 de febrero de 1053, ijüb:icb el infurme qüe e!
comisario Regio dirigió al Subgobernador de la isla en el cual manifes-taba
que «los diversos ensayos verificados con el pescado de la costa de
Africa han correspondido a las esperanzaso.
Debido a este informe y a los anteriores artículos, D. Rafael Cappa y
D. Agustín Aguirre trataron de formar una compañía pesquera en 1854,
cuya ~oiiceSs,i üísi e acordS e n 1861; D. Ag~s t inG ómez de !a M ~ t a Jv o-t-r-o-<-
lo pretendieron en sociedad titulada «La Oriental)) en 1861, y también
hizo solicitud semejante en 1868 D. Francisco Garcés, sin que ninguna de
las proyectadas empresas realizaran sus proyectos.
Silva Ferro unos «Estudios económicos, industriales y científi-cos
respecto a la explotación y riqueza de algunas pesquerías y consumo
de sus productos en los grandes mercados, con otros varios informes para
servir de precedente al proyecto de establecer una factoría de pesca y
preparación de pescados en la isla de la Graciosa, situada al norte de
Lanzarote en Ias Canarias)), que en lo relativo a la pesca africana, es copia
de lo que dijo Glass y amplió Berthelot. Tomando como base la concesión
de la ida Graciosa, se constituyó en 1882 la Sociedad titulada ((Pesquerías
Canario-Africana». Fue nombrado director facultativo Silva Ferro que
pasó a Londres para adquirir el materia1 conforme a sus proyectos. cono-ciendo
el que se emplea en los demás bancos pesqueros, lo adquirió
semejante, ordenando la construccih de dos vapores, tres dandis, un
bergantín y once lanchas pescadoras, proveyéndose de varias artes de
pesca.
Al poco de camenzar la expiotación se dieron cuenta que el material
que habían comprado era inapropiado para la pesca especial del banco
africano. Además la sociedad había dirigido sus propósitos a la produc-ción
de bacalao ya que tanto Glass como Berthelot aseguraban la existen-cia
de ese pescado en Ias costas de Africa.
Pero el gadus no se encontró. en la parte reconocida por la sociedad, ni
hacia cabo Bojador, ni en los alrededores del Rio de Oro. Esta nueva
contrariedad se vio compensada por el descubrimiento de Ia existencia
permanente y abundante en Río de Oro de arenque.Gla& y Berthelot no
indicaban como propios de tales de bancos ese pescado, y aun para los
pescadores canarios había pasado inadvertido. Atendiendo a que d aren-que,
en los mercados extranjeros, tenia más consumo aírn que e1 bacalao,
se hizo su pesca, con bastante facilidad, pero su desaparición fue precipi-tada
e imperfecta, resdtando el articulo sin el vaIor propio.
Por ignorancia de cómo hay que preparar y envasar al arenque, dos
cargamentos, producto de un solo mes, tuvieron que tirarse al agm. Este
último desastre hizo que la Sociedad se hundiera.
Esta Sociedad sacó en claro la demostración de que eI centro del
I.,,,, ,, hnllnLn -., D:- An A*,-. ,-iri..r.-tA lo i.rnorn .rprmrimn,+n Ir\" A,,*-
UaIAAJ 3 G I ~Qi i a L J ab il &\&uui vru, uutlub ia y i ~ b ar a p kr i I iui ,br i rk rii lui uvur
meses del año.
El último presidente de esta sociedad, el Marqués de Vilurna, intentó
con la parte de material que le correspondia de la disuelta Sociedad,
emprender nuevamente la explotación de Ia pesca estableciéndose en La
Laja (Gran Canaria), pero al poco tiempo abandonó el negocio, con la
perdida de 300.000 ptas. Lo mismo !e pash por aqrielIar mismas fechas a
Gali y Compañía.
Por esta misma época (1881) aparece un libro de Felipe Pérez de Toro
, titulado «El tabaco canario y las Pesquenas en Africa».
Pérez de Toro señalaba que: «Segiin datos oficiales la nación española
importa del extranjero en cada año cerca de cuarenta millones de kilogra-mos
de pescado preparado en seco, bacalao, sin incluir aceites, huevas,
salmueras, escabeches y otros productos de igual índole, del que se hace a
la vez gran consumo. Esa cantidad de pescado paga cerca de 6 millones de
ptas. de derechos de importación que serían ganancia evidente para los
pescadores españoles, puesto que el artículo procedente y producto de
industria española está exento de toda clase de recargos. España tiene a su
disposición las costas más abundantes y que mejores clases de pescado
proporcionan, con un clima y territorio sin igual a propósito para estable-cer
salazones y secaderos que debidamente explotados dejarán sin duda
atrás a los más renombrados del norte de Europa y de Américad.
«Los riquísimos bancos de pesca que explotan los canarios en pobres
condiciones se extienden a lo largo de la costa comprendida entre los
confines del imperio de Marruecos y los del Gran Desierto o Desierto del
Sahara. Respecto a estas costas del Sahara, una posesión no interrumpida
de muchos siglos, basada en antiquísimos derechos, da solo a España el pri+l:egldoe eiíij:otai Fesq.üer;as, COiTiO y pacif&niien~e i"
vienen haciendo los canarios»2.
Recoge a continuación la obra de GIass y finaliza diciendo que la isla
de Gran Canaria le parece la más idónea para establecer factorías.
Con la Restauración es en España cuando se produce el movimiento
africanista. Su base doctrinal se encuentra en una interpretación de la
historia de España, según la cual la política tradicional de Castilla (recon-quista
y expansión hacia el sur) experimentó una desviación como conse-cuencia
de la política americana y europea llevada a cabo por la
monarquía española desde Carlos V. La ideología africanista no dejará de
apelar al testamento de Isabel la Católica con la idea de que el Atlas
supone la frontera sur del territorio español, y a la idea geopolitica de que
quien no crece perece.
1 Las noticias aparecidas en los diarios españoles antes de 1884 sobre el Banco de Pesca
Canario-Africano se dedican a repetir las noticias y datos que dan Glass y Berthelot en sus
respectivas obras. Ningún autor español se preocupo por investigar si estos datos eran
ciertos o falsos. Debido a esto los primeros intentos de explotación de este Banco Pesquero
fracasaran como le sucedió a la Sociedad ((Pesquenas Canario-Africanas)).
2 El Africanismo Español: Para una mejor visión del africanismo español ver la obra de
Jover Zamora: ((Caracteres de la política exterior de España en el siglo XIX)), en homenaje a
J. Vincke, 11, pp. 751-94. Y la obra del profesor Víctor Morales: «León y Caslillo Embaja-dor.
1887-1918. Un estudio sobre la política exterior de España». (Ediciones del Excmo.
Cabildo Insular de Gran Canaria) 1975.
Asimismo me parece de gran interés la ponencia que este mismo profesor está prepa-rando
sobre la evolución del Africanismo Español desde sus inicios hasta 1975 con la entrega
del Sahara a Marruecos.
Los africanistas, alentados por los recuerdos de la reciente guerra
hispano-marroquí (campaña de 1860; tratado de Wad-Ras) propugnan
una política de acercamiento entre ambos pueblos sobre la base de una
penetración pacífica y civilizadora a partir de nuestras plazas de soberanía
en el norte de Marruecos.
El africanismo español va a ser encabezado por un grupo de intelec-tuales
y de personalidades individuales, por lo que tendrá en todo
momento carácter académico. Este movimiento se centrará en torno a dos
núcleos: el madrileño y el granadino.
El núcleo de Madrid tendrá mayor importancia. En 1876 se creó la
Real Sociedad Geográfica de Madrid, «la cual a imitación de las que ya
existiesen en el extranjero, promoviese el adelanto y difusión de los cono-cimientos
geográficos en todos sus ramos y en todas sus aplicaciones a la
vida social y política, dedicando con preferencia a los territorios de
España y de los pueblos de origen español)). En 1877 se constituye en
ivíadriii ia Asuciaciúii Espaiioia para ia Cxpioración de Nfrica.
En 1882 ingresa en la Sociedad Geográfica Joaquín Costa. En 1883 es
elegido miembro de la Junta Directiva y se le encarga redactar un pro-yecto
para interesar en estas cuestiones al público en general y al
gobierno.
Costa consideró que (L.. la Real Sociedad Geográfica debe dar por
terminada ya, con los 7 años que lleva de existencia, su período de inicia-ción
y de propaganda teórica, y entrar en un nuevo período de vida menos
especulativo y más en armonía con las exigencias de la opinión, despierta
ya, por fortuna, para los problemas de exploración y de colonización en el
vecino continente. Es para nosotros apremiante el que nos asociemos al
espíritu civilizador que agita a todas las naciones europeas y las mueve a
hacer partícipes de su cultura a los pueblos que todavía se mantienen en la
barbarie. No hay un minuto que perder: atravesamos un período en que se
deciden los destinos de la raza española, y ese período está a punto de
Finaliza proponiendo lo siguiente:
1.QF'ublicar en el mes de septiembre próximo una Biblioteca geográ-fica
pp'.i!ur, r=ms~e=tu. de fo!!e:as ';revhimoj plopaga&a y &, car&
ter práctico sobre Canarias, Marruecos, Berbería, Golfo de Guinea y
demás puntos de interés para España.
2.0 Celebrar en el mes de octubre siguiente un Congreso nacional de
Geografía, con objeto de estudiar y definir los derechos o los intereses de
España en los territorios mencionados.
3 Ver discurso de Joaquín Costa recogido en el Tomo XVlll del Boletín de la Sociedad
Geográfica de Madrid de 1885 pags. 355 a 357, o en las Actas del Congreso de Geografía
colonial celebrado en Madrid en 1883.
3.0 Emprender uno o dos viajes de exploración a la costa y territorios
inexplorados de Guinea, así como la fundación de estaciones civilizadoras
en Ifni, en Río de Oro.
4.0 Gestionar del Gobierno el establecimiento de estaciones militares
en los territorios africanos antes mencionados.
5.0 Destinar a los gastos de exploración africana los fondos de la obra
pía de Jerusalén y los del fondo para la redención de cautivos.
6.0 Abrir una información pública acerca de la conveniencia de cele-brar
una reunión de todas las sociedades geográficas, comerciales e indus-triales
de España para discutir las cuestiones geográficas que pudieran
tener interés nacional y votar conclusiones sobre las mismas.
En el Congreso de Geografía Colonial y Mercantil celebrado en
Madrid en noviembre de 1883 hablaron de la costa del Sahara bajo el
punto de vista comercial Pedro de la Puente, Felipe Pérez de Toro y Juan
Alvarado.
Pedro de la Puente, capitán de Fragata, habia realizado en el año 1882
un informe para el Ministerio de Marina «sobre las Pesquerias de ios
canarios en la costa de Africa)). Señalaba que la pesca es abundante desde
el mes de octubre hasta el de mayo. «Resulta demostrado hasta la sacie-dad
los dos hechos que resuelven por completo la posibilidad de estable-cer
la pesca de altura por los españoles en estos bancos de Africa:
~ 1 . 0L a abundancia de pescado en ellos de buena calidad y fácil
captum.
~ 2 . 0 Las condiciones excepcionalmente favorables de algunas de las
islas Canarias, para una de las preparaciones más importantes (bajo el
punto de vista del consumo español) del pescado, para el bacalao.))
S e W b a que dos fundamentos de derecho, o motivo de necesidad
imperiosa que pod& presentar España para la ocupación de estos puer-tos
de No de Oro y Cabo Blanco podrían apoyarse en las siguientes
razones:
»I.Q Ea precisión qae &nen los buques pescadores Canarios de guar-necerse
en &&os puertos d ejercer la pmca, no ya como una industria,
síno como un acto necesario para h vida de 30s habitantes de esas islas.
~2.0 La seguridad de islas Canarias, siendo estos dos puertos los
únicos de esa costa de Afhica próximas a Caaañas, donde podrían el día
de mañana alistarse fuerzas y expediciones, interesa a España el poder
vigilar ambos puertos para h seguridad de las Canarias y sus mares.
~ 3 . 0E l que los moradores de esos puertos, Únicos, que pueden tener el
derecho a su posesión (pues las tribus del interior no forman una naciona-lidad
constituida) admiten desde tiempo inmemorial a los españoles»4.
4 Este primer informe de Pedro de la Puente habia sido hecho por iniciativa propia, no
habiendo por ello recibido ninguna orden por parte del Gobierno.
En el congreso de Geografía Pedro de la Puente repite lo que ya había
señalado en su informe y finaliza diciendo que «con que el gobierno
pusiera un barco militar en Río de Oro sería suficiente para que una
porción de españoles que tan pronto contaran con la protección del
gobierno en esta zona, se apresurarían a pedir en la misma concesiones de
tierras donde verificar las industrias que con la explotación del mar se
re1acionan)P.
La Comisión de Conclusiones de este congreso acordó que «urgía la
fundación de uno o dos establecimientos nacionales en la costa de las
pesquerías españolas canario-africanas, como esencial e indispensable
para el desarrollo de la industria pesquera, y el envío de un buque de
guerra que reconozca los barcos de pesca y proteja a los pescadores)).
Nada más quedar constituida la Sociedad española de Africanistas y
Colonistas, ésta acordó dirigir una petición razonada al Gobierno, reco-mendando
la ocupación del trayecto de costa africana correspondiente al
L..-,... A^ .,.^,. e.., E.uxl,+n, 1-0 LnL:+n,+-n A- rn-n..:nn E1 A,."..ma..+r. uaiiLu ur; pr;oLa yur; rnpiubaii iua iiaviraiirLa ur Laiiaiiao. b i u u ~ u i i i r ~ i ~ u
decía así:
((Excmos. Sres. Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de
Estado.»
»La Sociedad española de Africanistas y Colonistas:
»Considerando lo mucho que importa conservar en poder de la nación
un banco de pesca tan rico como el que se extiende de Cabo Bojador hasta
la isla de Arguiín, manantial inagotable de materias alimenticias con que
el mar ha de contribuir en fecha no remota al sustento y prosperidadde
los es~añoles:
»Considerando la importancia, que ya de presente representan para
las islas Canarias, manteniendo más de 30 buques aptos para la navega-ción
de altura, con 100 tripulantes, dando ocupación a 8.000 personas, y
produciendo un ingreso anual de 10 millones de reales;
»Considerando que la falta de protección en ellas imposibilita a los
pescadores para establecer en tierra las industrias anejas a la de la pesca y
esenciales para su beneficio y desenvolvimiento, tales como secaderos de
pescado y fabricas de salazón y conserva, laboratorios de grasas, aceites,
guano, cola, etc.; y que aún en el mar se encuentran expuestos a las
cvrr&as pir&icas & iiidigeaq habiendo Mdü iri& de üria vez &.ti-mas
de ellos en sus vidas, en su libertad o en sus haciendas;
»Considerando que por esa causa no se constituyen grandes socieda-des
pesqueras con holgura de capital, como se habría menester para
desarrollar esa industria, y que la nación sigue tributando a los países del
Norte con una cifra anual de 80 a 100 millones de reales por importación
de bacalao. pez palo, arenque y sardinas; alimentando de un modn insufi-ciente
a las clases menesterosas, a las cuales podrá suministrarse aquella
5 Ver Actas del Congreso de Geografía Colonial y Mercantil celebrado en Madrid los
días 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11 y 12 de 1883. Tomo 1.
sustancia a la mitad del precio actual, y perdiendo cada año miles y miles
de emigrantes canarios por falta de trabajo;
»Considerando la pérdida inmensa que experimentaría en su fortuna
la nación española, ;i por incuria de la geñeración actual, llegarán a
establecerse en aquellas bahías otras potencias, que, fundadas en esa
ocupación podrían querer un día compartir con nosotros el usufructo de
los bancos pesqueros, y aún indirectamente desposeernos de ellos, emba-razando
el acceso de nuestras naves a los puertos aludidos;
»Considerando la inminencia de esa ocupación, a juzgar por la insis-tencia
con que las revistas extranjeras especializadas señalan a la atención
de sus gobiernos aquellos parajes;
»Considerando que el establecimiento de España en la costa del
Sahara no es ocasionado a complicaciones diplomáticas, por no hallarse
en la actualidad bajo la soberanía de ninguna potencia, y corresponder a
España con un cierto derecho de prelación, en razón a ser ella el límite
LL GIrcSA-l-i c u2c- 1la- -s pcsqucii!a-s- c -s-p--a iZi,u. l -i-d s, y -p-uau-c- i u- -J- i"i:aai uciaix ~ui i iui:-i -i*s-r.. iu-mento
necesario o como accesorio de éstas;
»Considerando que con esa ocupación recibiría forma material y que-daría
definida la posesión de hecho en que estamos, o el dominio consue-tudinario
que ejercemos sobre las aguas jurisdiccionales de aquella costa,
por el usufructo secular de sus bancos de pesca;
»Considerando que el mínimo de protección que puede dispensarse a
la pesca de altura, ya que no se la favorezca con primas, como en Francia
y otros países, es la que consiste en asegurar su ejercicio contra las agre-siones
de la fuerza material;
»Considerando que la ocupación y conservación de aquellos lugares
puede llevarlas a cabo e1 Gobierno casi sin gasto o con un gasto insignifi-cante,
sea directamente por sí, sea en combinación con la Diputación
provincial de Canarias, que parece que lo está deseando.
»Pide reverente y encarecidamente al Gobierno: 10, el establecimiento
inmediato de 3 6 4 barcos pontones en otros tantos senos abrigados de la
costa, que podnan ser la bahía de Río de Oro, la de Cintra, y el Golfo de
Santa María o la isla de Arguiín, dotando a cada uno con 8 ó 10 números
de infantería de Marina y un oficial dependiente de la goleta de guerra
eri Cariarias; 2" ccinsirucci~n pul aholú de Un foriin de
poca importancia donde enarbolar el pabellón español...)).
En la sesión celebrada en la Sociedad Geográfica de Madrid el 21 de
octubre de 1884, el señor Coello, presidente de la misma, ante la próxima
celebración de la Conferencia de Berlín, donde se iba a examinar las
colonias africanas, dijo que «desde las cercanías de Cabo Bojador hasta
Cabe R!anci principia una zona de grandísimo interés para España; es la
que corresponde al banco de pesca, descubierto por los españoles y que
explotan los canarios desde hace algunos siglos. Nuestros derechos son
por lo tanto evidentes, y es indispensable que también en la Conferencia
de Berlín defendamos esta cuestión, de modo que nada venga a entorpe-
cer ni a contrariar el desarrollo de una industria, limitada hasta hoy a
pequeñas proporciones y casi al consumo de las islas Canarias, pero que
empieza a tomar incremento y que puede ser de altísima importancia para
el fomento de nuestra navegación y comercio, para la economía alimenti-cia
en nuestro país y hasta para el progreso de nuestra agricultura por los
abonos que puede producir su explotación a gran escalab)6.
El señor Coello fue a la Conferencia de Berlín como asesor técnico de
la delegación española.
Antes de que se publicaran las Actas de la Conferencia de Berlín a
finales de 1884 llegaron noticias a Madrid de que los ingleses, establecidos
en Tarfaya, pensaban establecer otra factoría en Río de Oro y de que se
había constituído en Madrid una Sociedad Comercial que iba a establecer
m
el pabellón inglés. La Sociedad Geográfica de Madrid habló con el presi- E
dente del Gobierno Cánovas del Castillo que en el mes de noviembre O
envió la expedición del teniente de infantería Emilio Bonelli, que el 3 de - m
noviembre fondea en Río de Oro estableciendo 3 casetas-factorías en Río O E
de Oro, Cintra y Cabo Blanco. El 26 de diciembre de 1884 el Gobierno E
2
español dirigió una circular a los países europeos participándoles haber E
declarado bajo el protectorado de España la costa occidental de Africa
comprendida entre los paralelos 200 y 270 latitud norte, desde el Cabo 3
Bojador hasta el Cabo Blanco. -
En 1885 fue hecho público por el Ministerio de Marina un informe del 0
m
E capitán de Fragata, Pedro de la Puente «sobre la pesca en la Gran Cana-ria
y en los bancos de pesca)). Ya no aparece tan optimista respecto a la O
producción de bacalao. Hace una descripción detallada dividiendo el n
banco de pesca en dos partes, la primera desde Bojador hasta Río de Oro, E
y la segunda desde Río de Oro hasta Cabo Blanco. Finaliza su informe a
exponiendo una serie de consideraciones. n
((Juzgo difícil el que una explotación reducida únicamente a la grasa n
y guano de pescado pueda deducir beneficios considerables, pero combi- 3
nándolos con la preparación de pescados comestibles que obtengan buen O
precio, es indudable que ambas fabricaciones se completarían y obten-drim
exrrpcima! irnpcrt~i.rim7.
En 1886 esas pesquerías comienzan a atraer la atención de inversionis-tas
importantes.-~nju nio se funda la «Gran Canaria Catalana)), que
trabajó especialmente el sector sardinero. Nicolás Campillo, socio capita-lista
y representante de la empresa arribó a Gran Canaria el 12 de agosto
inaugurando los trabajos de explotación de la sardina en Gando el 17 de
dichn mes. Dióse principio a la pesca con los buques (;ole& Primero de
Las' Palmas, de 12 toneladas y el Land Nueva Inés, de 34, propiedad de la
6 Ver carta al Gobierno de la Sociedad de Africanistas y Colonistas en el Boletín de la
Sociedad Geográfica de Madrid. Tomo XVIII, pp. 376-379.
7 Este informe de Pedro de la Puente ya tiene caracter oficial.
empresa, a los cuales fueron agregados otros, el Libertad de 46 toneladas,
el San Francisco de 40, el Rosario de 39 y el Pino de 35. Primero se
dirigieron a la costa de Africa hasta el punto denominado Morro de
Ancla a unas 54 leguas de Gran Canaria. Viendo que no pescaban nada se
aceptó la proposición de un marino de Lanzarote asegurándole una rica y
abundante pesca en los mares del puerto de Mar Pequeña Boca del Río,
frente por frente de la propia isla de Lanzarote, consiguiéndose gran
abundancia de sardinas. Pero esta sociedad prentendía obtener resulta-dos,
haciendo fianza sobre crédito; el primer año preparó un buen
número de botes de sardinas, pero como esta producción no bastó para
pagar, además de los gastos de la primera campaña, la adquisición del
materia1 de las goletas expresamente construídas y de la fábrica cons-truida
en la Bahía de Gando, así la sociedad desprovista de todo capital,
y asediada por los acreedores, quebró al poco tiempo de su creación.
Nicolás Campillo en un artículo publicado en la Revista de Pesca Marí-r'i
riia eii 1887 diria que la caüsa de SU fracaso habia sido el haber hecho
caso a aquel marinero de Lanzarote ya que las sardinas desaparecieron al
poco de haber llegado a Mar Pequeña.
Después, uno de los principales acreedores, con el mismo material de
la factoría de Gando y empleando las mismas personas que estaban a la
cabeza, emprendió por dos veces esta industría y tampoco obtuvo
resultados.
Una vez declarado el protectorado en la costa de Africa, será la Socie-dad
Geográfica de Madrid con su Boletín Oficial y su Revista de Geogra-fía
Colonial y Mercantil, y la Sociedad española de Geografía Comercial
(antes Sociedad Africanista) con su Revista de Geografía Comercial las
que publicarán el mayor número de artículos y noticias sobre el banco
pesquero Canario-Africano.
Ya en 1882, en la sesión del 5 de diciembre de la Sociedad Geográfica
de Madrid al hablar de Santa Cruz de Mar Pequeña, enclavada al Sur del
reino de Marruecos y que el artículo 80 del Tratado de paz con Marruecos
concedía al gobierno español, al hablar de las pesquerías por aquella
zona, AIcalá Galiano, oficial de marina, no le concedía la gran importan-cia
que le da Berthelot, comparándola con la de Terranova, sin dejar por
eso de reconocer la que verdaderamente tiene; adjuntó para ello las opi-niones
de Jorge Juan, el cual fue comisionado por Carlos 111 para el
establecimiento de una pesquería en las costas de Uad-Num. Jorge Juan
en carta de 3 de febrero de 1767 expuso al Marqués de Grimaldi que la
pesca en primer lugar «no es ni puede ser como se pinta, porque no es de
calidad ni de la abundancia dei banco cie Terranova. Para prueba de 1a
poca necesidad que tienen los isleños de semejante establecimiento, y que
les basta para salar el mismo barco, es que puesto que ellos salan, ya sea
al norte o al sur de sus islas, a 40 ó 60 leguas de ellas, tan fácil les es
arribar a la costa de Berbería como a Lanzarote; no lo hacen a ésta, luego
es evidente la ninguna necesidad^)^.
En la Sesión del 2 de enero de 1883 Alcalá Galiano no se mostró
conforme en la opinión de las pesquerías: ((Esta cuestión está enlazada
con las de subsistencia, emigración y movimiento marítimo de las islas
Canarias, por lo que merece predilección en el estudio de los intereses
nacionales. Si hasta ahora no se ha explotado el banco que la naturaleza ha
puesto a nuestro alcance, no es porque deje de ofrecer beneficios ni
tampoco por falta de aptitud en los que han de utilizarlo, sino por las
vicisitudes que han trabajado a nuestro país, alejando a los capitales de
las empresas industriales»9.
Expuso que las grandes pesquerías necesitan elementos que sólo se
reúnen acudiendo al recurso de la asociación, y que ésta es de naturaleza
tal que no se constituye sin garantías que sólo los gobiernos pueden
ofrecer.
Pérez de Toro intento rebatir ias opiniones de Aicaiá Gaiiano, y
afirmó que no sólo es bueno el pescado de aquella región, sino que las
pesquerías de Canarias son las mejores del mundo. Leyó escritos de Jorge
Glass, Webb y Berthelot y un informe del cónsul inglés Duridas.
En la Sesión del 16 de enero de 1883 Alcalá Galiano dijo que para la
industria pesquera de Canarias el establecimiento de Santa Cruz de Mar
Pequeña ninguna utilidad tendría.
Reconocía toda la importancia de una industria tan necesaria para la
alimentación de los canarios y que constituye uno de los elementos
importantes de la riqueza de aquel archipiélago.
Toda esta discusión entre Alcalá Galiano y Pérez de Toro se da en los
debates llevados a cabo en la Sociedad Geográfica de Madrid sobre las
relaciones posibles de España con Africa centrándose en Santa Cruz de
Mar Pequeña, el tratado de paz con Marruecos de 1860 y las pesquerías.
En 1885 Joaquín Costa en un artículo titulado ((España en el Saharan
habla de las razones de conveniencia que aconsejaban a España la adqui-sición
y ocupación de la costa del Sahara:
((Conveniencia política: Francia trataba de unir mediante la anexión
de este territorio, sus dos colonias, la de Senegal y la de Argelia, con lo
-L..u"la i c"1i a"-i-LLc1-:iLipI"i-i-i at;u baiiaiiu Lii.u,Lu:-i-b- ia ,y-.u..-LA-uAa- uu a- -~---i-Ai ~ i ba03u.~.,y-u.a , a-J-u-ZL,.. iiiaa, -1 ~i
Cabo Blanco promedia la distancia entre España y sus posesiones del
Golfo de Guinea, entre la Península y América. -Conveniencia Comer-cial:
por aquella costa puede hacerse dos géneros de comercio: local y de
tránsito; local, con las tribus del Adar, Semur, Tiris y demás oasis y
regiones del Sahara Occidental, limítrofes a dicha costa, con exportación
8 Sesiones de la Sociedad Geográfica de Madrid el 2 y el 30 de enero de 1883. Boletín de
la Sociedad Geográfica de Madrid. Tomo XlV. (pp. 139-151 y 215-219).
9 Artículo de Joaquín Costa: Revista de Geografía Comercial. Tomo 1. pág. 10.
de lanas, pieles, ganado vacuno, lanar, cabrío y caballar, cereales, goma
arábiga, pluma de avestruz, dátiles, sal gema, etc., e importación de
tejidos de algodón, sederías, pañuelos, quincalla, cuchillería, armas,
municiones, azúcar, arroz, etc.; comercio de tránsito para el Sudán, del
cual puede atraerse una gran parte a esta costa, que abrevia la salida de
Timbuctú al mar en una mitad respecto de Túnez y Trípoli, en una cuarta
parte respecto de Mogador, y mas aún construyéndose un tranvía de
vapor o un ferrocarril económico desde Cintra o Cabo Blanco a Uyfet en
el Adrar Temar. -Importancia industrial o pesquera: el banco pesquero
sahárico es de una producción mucho más intensa que el de Terranova.
España consume anualmente bacalao y pez palo del extranjero por 80 a
100 millones de reales; fabricado en la costa del Sahara, se expendería en
España a menos de la mitad de sus actuales precios. -Importancia agrí-cola:
una gran parte de la región occidental del Sahara es colonizable;
abundan los pastos y la ganadería; se cultivan cereales y palmeras; pueden
cultivarse l a vid y varias p!antas inr'ilstria!~y~ hlsta de hiiertu. -Er?
Resumen: España puede crear en el Sahara Occidental una colonia cuyo
valor se gradúe por una mitad de lo que vale la colonia de Argelia, bajo el
punto de vista agrícola; superior a la Argelia en el aspecto comercial; y
única y excepcional en Africa bajo el punto de vista de las pesquerías»"J.
Ese mismo año da una conferencia en la Sociedad Geográfica de
Madrid el capitán teniente de infantería Emilio Bonelli que había regre-sado
recientemente de una expedición por el Sahara. Entre otras cosas
dijo:
«Cuantos han dedicado algún instante al estudio de las cuestiones del
continente africano, especialmente de las que por leyes inmutables de la
historia se hallan relacionadas con el porvenir de nuestra patria, tanto en
la parte septrentional de ese vastísirno continente como en la occidental,
frente a nuestras valiosísimas islas Canarias, llamadas a ser en breve
tiempo por sus condiciones especialísimas, las posesiones más importan-tes
que se asientan en el Océano; todos cuantos hayan tenido ocasión de
examinar éstos y otros muchos problemas sometidos a la diplomacia
europea, comprenderán al menos la trasdencendia de esos inmensos ban-cos
de pesquería, conocidos desde remotas épocas con el nombre de
canario-africanaj por ser los habitantes de aquellas islas los iínicos que se
aprovechan de tan importante venero de riquezas. La posesión, el domi-nio
de estos bancos de pesquerías era una cuestión de capital interés para
España, porque los habitantes de aquel archipiélago tienen su principal
alimento en esa industria, hoy lánguida y difícil a pesar de su trascenden-cia.
Pudiera, pues, llamarse cuestión de vida o muerte la que se presen-taba
para nuestros compatriotas vecinos del Africa a! plantearse este
'0 Conferencia de Emilio Bonelli: Boletín de la Sociedad de Geografía Comercial. Tomo
XVIII. pág. 333.
pavoroso problema, y por lo tanto, el objetivo principal de este viaje que
acabo de realizar al Sahara consistía en asegurar para mi patria la explo-tación
de aquellos bancos de pesquerías, que algunos escritores, muchos
más competentes que yo en esta industria, aseguran ser muy superiores en
calidad y abundancia de peces que los famosísimos de Terranova. Pero
no hubiera bastado a los fines que España debe /perseguir para lograr una
influencia decisiva en los asuntos africanos, el (dominio sólamente de la
parte pesquera; se necesitaba al menos establecerse en la costa donde han
de levantarse cuantos edificios requiera aquella industria, e investigar
luego los elementos que para el comercio activo posee la comarca del
Sahara, cantidad de población y condición de sus habitantes))]'.
En 1886 se producen las expediciones al Sa.hara de Julio Cervera y
Francisco Quiroga. A su regreso a España señalan lo siguiente respecto al
banco de pesca:
«Con el comercio puede darse la mano la fabricación de salazones y
laterías, de aceite de pescado y de guanos artificiales. España consume
bacalao extranjero por valor de 80 a 100 millones de reales cada año, y el
fabricado en Río de Oro puede expenderse en España a la mitad de su
precio actual. También puede ser artículo de importación en el desierto, si
Se sabe desarrollar el escaso consumo de pescado que hacen actualmente
los Uled-Delim, tribu más numerosa del Sahara Occidental, comprán-dolo
o robándolo a los indígenas de la bahía cuya ocupación y modo de
vivir es la pesca. Estos secan el pescado al sol y al aire libre, sin ningún
género de precauciones, y sin otra manipulación que quitarle las tripas y
la espina y lavarlo en agua salada»'2.
Ese mismo año en la Revista de Geografía Comercial Pedro de la
Puente señala las especies de peces más características del Banco Pes-quero
que son según él la sardina, el atún, la carballa, la anjova (caballa
grande), el bonito y la melva. Ya no nombra al bacalao: «Se ha controver-tido
la existencia del verdadero bacalao en los bancos de Africa. A la
verdad, si por bacalao se entiende no sólo la forma de preparación, sino,
además, la clase de pescado (Género gadus), no existe, al menos en la parte
del banco comprendida entre Bojador y Río de Obro; siendo una equivoca-ción
de Webb y Berthelot lo que dijeron de un supuesto gadus canariense.
Pero existen dos especies, la corvina y la cherna, que admiten la prepa-ción
de ser salados y luego secarse bien a¡ aire, y que por muchas razones
puede sustituir en parte al menos, al bacalao que hoy se importa del
11 Artículo de Julio Cervera y F. Quiroga: Revista de Geografía Comercial. Tomo 11.
pág. 36.
12 Pedro de la Puente. Revista de Geografía Comercial. Tomo 11. pág. 46.
13 Conversación habida por el Dr. D. Federico Rubio, sobre la explotación del Banco de
Pesca Canario-Africano, ante la Sociedad «El Fomento de las Artes)) el 31 de enero de 1885
y el 7 de febrero de ese mismo año. Revista de Pesca Marítima. Volumen 1. 1885.
También por estas fechas da una conferencia en la Sociedad «El
Fomento de las Artes)) Federico Rubio que habla sobre el fracaso de la
Sociedad ((Pesquerías Canario-Africana)). Dice que c.. se demostró, y
ésta ha sido la enseñanza que queda de los errores y pérdidas de esta
Sociedad:
))lo Que no se necesitan para la pesca vapores ni el material costoso
que en los otros bancos.
~2.0Q ue pescan por densidad, y no sirven ni son necesarias las redes de
arrastre.
»30 Que bastan los cazonales, los chinchorros y el trasmallo y, a lo
más, el jeito, el garmallo u otra semejante.
~ 4 0Q ue no tienen aplicación, ni son precisos, los palancres ... etc.
»Tales son en resumen, los conocimientos que actualmente poseemos
acerca del banco de pesca hispano-africano. El adquirirlo ha costado
150.000 duros a la Sociedad de Pesquerías, 40.000 al Marqués de Viluma,
y otros 40.000 a Gali y Compañía; con más la pérdida dolosa de un
compañero y amigoi el Sr Silva Ferro, ahogado en e! oreano, en e!
siniestro sufrido por el bergantín Pelayo, por el abordaje del brickbarca
Exile, de la América inglesa»I4.
Durante todos estos años se sucederán artículos bastantes optimistas
sobre las especies de peces y las condiciones naturales de estos bancos de
pesca.
En 1887 aparece en el ((Bolletino della Societá Geografica Italiana))
que el Dr. Stassano saldrá en breve para las islas Canarias donde residirá
bastante tiempo ((para dedicarse al estudio de los bancos pesqueros de la
costa africana, conocidos desde hace muchos siglos y dejados hasta hoy
en un abandono casi completo. Espera poder confirmar su tan ponderado
valor comercial y abrir una nueva fuente de trabajo y prosperidad a los
pescadores italianos)).
Ante esta noticia Joaquín Costa el 15 de junio de 1887 en la Revista de
Geografía Comercial advierte al Dr. Stassano que la costa a que se refiere
no pertenece a Marruecos, sino a España; y pide al Gobierno a que en
breve regule el ejercicio de la pesca en aquellos bancos, a fin de que no
puede entenderse que es libre para todo el mundo y prevenir complicacio-nes
posteriores.
En 1888 Nicolás Campillo en un artículo en el «País» de las Palmas
habla de como se tiene que empezar a explotar esos bancos:
«Creo que no se debe empezar por pequeños ensayos; un capital de
100.000 pts. basta quizás para que el primer año se obtenga un rendi-miento
del 500%. Este capital debe destinarse a la compra de una alma-draba,
de saies y madera de envase, a levantar una fábrica de salazones,
14 Joaquín Costar «Los italianos y las pesquerías españolas)). Revista de Geografía
Comercial. Tomo 11. pág. 106.
628
anticipo de personal, buques y demás atenciones. En el segundo año
deberá calarse otra almadraba y montarse una fábrica para conservas y
escabeches, aprovechando la pesca de Gran C,anaria; pues si la sardina
aquí no reune las condiciones necesarias para estivarlas y prensarlas, la
creemos superior a la de la Península para conservar en latas, por ser de
más carne y menos grasa.
»Las condiciones climatológicas y geográficas de esta isla, unidas a sus
rápidas, directas y frecuentes comunicaciones con los mercados consumi-dores,
son una garantía más para el establecimiento de una fábrica de
conservas»'5.
Ya en la década de los 90 las noticias y artículos sobre el banco de
pesca Canario-Africano abundan menos debido principalmente a la crisis
que atraviesa el país debido a la cuestión cubana.
Aún así en 1894 la Revista de Geografía Comercial inserta un
artículo-informe redactado por el secretario dle dicha sociedad Rafael
Torres Campos referente y contra un proyecto1 de abandono de Río de
oro.
El citado secretario resalta las enormes ventajas y aprovechamientos
que tiene dicho territorio enumerando todas sus ventajas económicas
donde incluye las pesqueras, de las que dice:
«No discutirá la Sociedad la afirmación peregrina que se hace de que
el pescado es de mala calidad y poco abundantle en las llamadas pesque-rías.
No se ha hecho siquiera un exámen del expediente que hemos man-dado
al Ministerio de Marina, en el cual con repetición, a vuelta de
infinitos reparos, no pueden menos de reconocer los dignos jefes de
Marina que han visitado la costa, que la abundancia de la pesca es
extraordinaria.
»Los fracasos de las compañías pesqueras en manera alguna deben
atribuírse a falta de elementos en el país para la creación de una riqueza,
sino a que no se había hecho un estudio previo sobre la manera de realizar
la pesca y prepararla en la costa sahárica.
»Allí puede prepararse en buenas condiciones pescado seco, en esca-beche
y aceite. Tal explotación ha de hacerse en la misma costa en el
momento de sacar el pescado de las redes y ningún punto mejor para esto
que la Península de Río de Oro, que por la estrechez de su istmo puede
quedar incomunicada wn el continente evitando la entrada de los moros
y dejando en plena libertad a los industriales de trabajar sin ningún
riesgo)).
Y vuelve a repetir: «Por otra parte siglos hace que vienen los pesca-
15 Torres Campos: «Contra el Proyecto de abandono de iRio de Oro. Memoria redactada
nnr e1 <erx?ario C^wr2! de !z Sic&!& EspaBc!~d e Ge~g;;;fia Comciciri: E. Rafael Tórres r-- -- ---
Campos aprobada en Junta general de 1 1 de junio de 1889, y remitida al Gobierno de S. M.,
evacuando el informe que a la citada corporación pidió el Ccinsejo de Ministros por R. O. de
1889)). Revista de Geografia Comercial. Tomo V. pág. 101.
dores canarios explotando los grandes bancos que hay entre Cabo Blanco
y Cabo Bojador y aún más al norte. Su producto es la base de la alimen-tación
de aquel pueblo. Si otro país se establece en el territorio, en virtud
del derecho de las aguas jurisdicionales, se podría impedir la pesca a
nuestros compatriotas o ponerles tales trabas que les privasen de un
medio insustituible de vida. Que no debe considerarse inútil la costa de
que se trata, lo demuestra el alegato de los títulos que Francia pretende
tener de los territorios comprendidos entre el Cabo Bojador y el límite
norte del Cabo Blanco y la Bahía de Galgo. Digno es también de notarse
el empeño puesto por Gran Bretaña en recabar para sus nacionales la
libertad de comercio, de navegación y de pesca en aquellas regiones a
instancia de la Comvañía Worth West Africam16.
Estas cuestiones internacionales del banco pesquero Canario-Afri-cano
serán tratadas en el próximo apartado.
Las Potencias Europeas y ei Eanco de Pesca Cüriürfo-Afi-icüm
Como ya he dicho al principio de este trabajo fueron los extranjeros
los que primero dieron noticias del banco pesquero canario.
En el estudio que en 1860 realiza el capitán de navío Aube se enume-ran
los obstáculos con que tendrían que luchar los europeos para la
explotación de las abundantes estaciones de pesca que existen desde el
Cabo Juby al Blanco o la isla de Aguiín. Menciona, entre otras, la aridez
del suelo, falta de agua potable y la hostilidad de las tribus ribereñas;
dificultades que han podido vencer los pescadores canarios por la proxi-midad
de su Archipiélago y porque «sus rápidos pailebotes, aprove-chando
las brisas constantes de los alísios del norte, sólo necesitan tres
días para llegar a Cabo Blanco, punto extremo de sus estaciones de pesca.
En pocos días completan su cargamento y aprovechando hábilmente las
variaciones de la brisa, sólo tardan diez días en su viaje de retorno. Estos
hechos prueban que los isleños pueden explotar las pesquerías africanas
sin ningún establecimiento en tierra permanente o temporal)).
«La zona de pesca más rica se extiende desde el cabo Num, por el
norte, hasta el Mireck, por el sur. Estas estaciones privilegiadas sólo
di&iíi 150 de San Lüis y !a9 de Gereu. A fu!t2 de iin est~l?!ecimien?PI~? ! a
costa del Sahara, lo cual todo parece indicar que no es posible, jno se
podría hacer de estas dos poblaciones de nuestras colonias del Senegal los
centros de partida de una vasta explotación de pesca por medio de rápidas
goletas semejantes a las canarias, cuyos modelos son los mejores?)).
En 1863 los franceses construyeron el puerto de Dakar en el conti-nente,
muy próximo a la isla de Gorea, cuyos muelles se terminaron en
16 Aubé: «L'ile de Arguin et les pecheries de la cote occidentale d7Afrique». Artículo
aparecido en la Revue Maritime et Coloniale en 1872. Tomo XXXIII.
1865 no tardando las casas de Marsella en dedicarse a la explotacion
pesquera en este punto, que interrumpida por la guerra franco-alemana,
volvió a emprenderse de nuevo en 1871.
Sin embargo Aube, en la Revue maritime et coloniale de 1872, cree
que el centro de las pesquerías de Africa debe establecerse en la isla de
Arguiín, inmediata al Cabo Blanco. Enumera cuales son las circunstacias
que tiene dicha isla:
« 10 En el Cabo Blanco son fáciles de tomar los fondeaderos de Ia bahía
del Oeste y del sur del Cabo.
»20 Del Cabo Blanco al Cabo de Santa Ana, y desde este cabo al de
Arguiín, existe un canal para los buques de mayor porte con un fondo de
nueve metros, cuya navegación no ofrece el menor peligro, aprovechando
las variaciones de las brisas y las corrientes.
030 La isla de Arguiín está separada del continentepor un brazo de mar
de más. de una milla de extensión, y se halla, por tanto, al abrigo de una , :,,..,O,,, n,moAo A- 1 - 0 t ~ : h . X. r~o h n r i A- l o - l o . . v ; . . A . . ~ I lo A-
111-ULJLVJI aiiiiauu ub iuo r r i v u o uruvbo, ub iuo buuibo, iu yiiiibiycri, bo 'u ub
Uledban Sbiia»'7.
Esto mismo dirá la Sociedad de Geografía Comercial respecto a Rio
de Oro 20 años después.
En 1880 se constituyó en Marsella una sociedad denominada «La
Marée de deux Mondes)) con un capital de dos millones quinientos mil
francos, que al principio, y según Alcalá Galiano, enviaba sus dos vapo-res,
el StelIa Maris y el Nubia, desde octubre a abril, a los sitios donde
pescaban los canarios, a quienes compraban en fresco de 12 a 15 francos
los cien kilos, el cual conducían a temperatura bajo cero a Marsella y de
allí llevaban parte a París.
Pedro de la Puente. en su informe de 1885. dijo haber oído aue la , >
causa principal de que cesara la explotación de esa industría fue el naufra-gio
de uno de sus vapores, y que además resultaron buques muy costosos;
pero la opinión de Alcalá Galiano es que dicha empresa interrumpió el
negocio, porque, habiendo tratado por indicación del capitán del StelIa
Maris de establecer una pesquería en la isla de Arguiín, tuvo que abando-narla
por las dificultades que se presentaron.
Estas noticias las confirma el almirante francés O'Neill que en 1894
cuenta en la Revista «La Marine de France)) que:
«En 1880 se constituyó en Marsella una sociedad "La Marée de deux
Mondes" que solicitó del gobierno francés la cesión de la isla y fuerte de
Arguin, del cual se conservan algunas ruinas, y unos algibes antiguos,
todavía en buen estado.
»Esta sociedad trató de explotar la pesca en estos parajes y envió un
barco de tres palos, E'llle de Vilairme, con cien pescadores bretones v
algunas embarcaciones menores para maniobrar las jabegas.
'7 El estudio del Dr. Stassano sobre el Banco Pesquero Canario-Africano se encuentra
recogido en su totalidad en la Revista de Pesca Marítima del año 1894, pág. 37.
63 1
»La primera campaña de 1881 a 1882 se consideró buena; se recogie-ron
1.000.000 de kilos de buen uescado en seis meses.
»Infames especiales sobre la materia se remitieron al Ministerio de
Marina en 1881 y 1882, acompañando a los últimos cartas y obras detalla-das
relativas a la permanencia de nuestros pescadores en la isla de Arguiín.
El capitán de altura Uumont de Saint-Malo, marino distinguido y de los
más capaces, que dirigiría la exploración, llegó a establecer relaciones con
los moros. Todo parecía indicar que la tentativa lograse éxito, cuando la
sociedad se declaró en liquidación. Parece ser que el pescado se vendió a
bajo precio por defecto en su preparación)).
Estas noticias son contradictorias, pues en una se habla de una socie-dad
que compraba pescado a los marineros canarios, y en otra se habla de
una sociedad que explotaba la pesca en la isla de Arguiín.
Con lo que respecta a los ingleses a finales del siglo XVIII había
aparecido la obra del escocés Glass.
Y:, en e! siglo XIX Mackenziej en 1879, en el vapor mercante Corsaire
se dirigió a Cabo Juby, allí celebró arreglos comerciales con el jefe de
aquella zona llamado Beiruc, recibiendo de éste una carta dirigida a Lord
Salisbury, ofreciéndole entablar relaciones amistosas y comerciales con
Inglaterra. Esto alarmó al gobierno marroquí que formuló protestas al
gobierno inglés; éste contestó que el punto donde Mackenzie ejercía el
comercio estaba situado en una parte independiente de la costa de Africa,
a cien millas cuando menos de distancia de los límites del Imperio Marro-quí,
y que por consiguiente tenía derecho a traficar allí libremente sin ser
molestado por potencia alguna. Pero esta factoría inglesa en la costa del
Sahara duró poco, fracasando en sus intentos comerciales y para recupe-rar
un poco del dinero invertido la vendió al Sultán de Marruecos.
Cuando se produjo la toma oficial por parte del gobierno español de la
costa del Sahara, al gobierno inglés sólo le interesó y consiguió que el
gobierno español declarara la zona del Banco Pesquero como de libre
comercio. Y no puso ninguna otra objeción, cosa que no haría Francia,
como ya veremos.
Hay noticias que hablan de que desde 1883 operaba en el Banco
Pesquero una compañía londinense llamada «The Nort West African
Mineral Concessions)), que operaba desde Las Palmas y que intentó fun-dar
una factoría en la desembocadura del Saguia. Parece ser que no lo lo
consiguió, como tampoco la «The Globe Venture Syndicate Ltd.».
Pero no sólo fueron los franceses e ingleses los que se preocuparon del
Banco Pesquero Canario-Africano. También lo hicieron los italianos.
En 1887 el Doctor Stassano se dirigió a Canarias para estudiar estos
bancos. Expresaba en la Revista de Geografía Comercial de ese mismo
am=ii- v q".u.Ob. . ..U- ..nAiAn + r o 7 o r m P . l r> nrnrrr,,m., AP ;n.lPPt;".,~;c.r>PP "l lP ~VUIUV CIULUIIIIL. u11 ~ ~ V ~ ~ U IuIbI UIIIIUO L.X~UUIVEIUU, YUI
espero poner en práctica muy en breve y de un modo metódico y no
interrumpido, y entrever su gran importancia y su doble alcance industrial
y científico. La ignorancia casi absoluta en que se está acerca de estos
riquísimos bancos africanos, -por más que a todas horas se oiga encare-cer
su mucho valor y que todo el mundo a porfía los compare con los de
Terranova, repitiendo los mismos errores, las mismas frases y hasta las
mismas palabras- han dado por resultado el malogro de todas las empre-sas
establecidas aquí con una imprevisión y una torpeza increíbles, con
objeto algunas, por ejemplo, de pescar la ballena o el bacalao, que cabal-mente
no existen en aquellas aguas.
))He podido, pues, concebir la esperanza de que mis investigaciones
darán a conocer mejor estas ricas pesquerías saháricas, empezando por
redimirlas del descrédito en que han caido por justa razón, merced a la
inexperiencia o la mala fe de cuantos han emprendido en distintas fechas
su explotación»[7.
En su estudio divide la costa del Sahara en dos zonas: una va desde
cabo Juby a Río de Oro, la otra desde este punto a cabo Blanco. Habla de
que existen dos clases de fauna a lo largo de la costa. Una es sedentaria y
vive relacionada con el fondo de los mares; la otra es inmigrante.
Parece ser que los estudios del Doctor Stassano tuvieron éxito en
Italia ya que en 1893 el capitán de la Marina Mercante, Francisco Victor
Reina, Ayudante de Marina de la Gran Canaria, en el folleto titulado:
((Descripción General del litoral de las islas Canarias)), nos habla que
existe una factoría italiana, dedicada exclusivamente a la preparación del
atún en aceite, que exporta para Génova por los vapores de la compañía
«La Veloce)) que hacen escala en el puerto de Las Palmas, en sus viajes de
ida y vuelta a la América del Sur. Esta noticia no la he podido confirmar
con ningún documento oficial. También habla que en la bahía de las
Nieves existe una factoría francesa, dedicada al aprovechamiento de las
sardinas, anchoas y atún, que prepara en aceite y salmuera para la
exportación.
También Bélgica se interesó por el Banco Pesquero Canario-Africano.
En 1890 el cónsul de Bélgica en Tenerife, doctor Allart insiste repetida-mente
entre los armadores belgas de la importancia de la pesca en la costa
africana occidentall8.
Problemas con Francia: delimitación de Fronteras
En carta fechada en Madrid el 19 de diciembre de 1884 el Ministro de
Marina se dirigía al Ministerio de Estado para decirle que los informes
remitidos por Pedro de la Puente sobre el banco de pesca Canario-
Africano, «dicen sobradamente que lo que ahora hace el gobierno español
al intentar la ocupación de los puertos de Río de Oro, Cintra y Bahía del
'8 Interés del gobierno belga por el Banco pequero Canario-Africano: citado en la obra
de Carmelo García Cabrera en 1963 sobre «El Banco Pesquero Canario-Sahariano)).
Oeste en Cabo Blanco, no es más que consolidar derechos que ya estaban
suficientemente definidos. De modo que bajo el punto de vista internacio-nal
no puede ofrecerse ningún obstáculo a la ocupación por España de
estos tres puertos, donde hasta ahora no se había establecido ninguna
nación europea. la imporancia de estos puertos enclavados en el centro de
los bancos de pesca y que una vez reconocidos y aceptados como puertos
españoles definirían de un modo más completo el derecho a España a
considerar como suyos esos abundantes bancos de pesca, por los españo-les
descubiertos y por ellos explotados»~9.
Así, tras esta carta, el 26 de diciembre de 1884 el Gobierno español
dirigió una circular a los países europeos como ya hemos dicho anterior-mente.
Pero Francia no va a permitir que los españoles se queden con
estos tres puertos y aspirará a controlar el banco pesquero mediante la
posesión de uno de ellos. Y así, en contra de lo que pensaba el Ministro de
Marina, el 6 de abril de 1885 el embajador de Francia transmite una nota
elevando algunas objeciones a la declaración de protectorado en aquella
zona. Afirma que tiene una serie de títulos sobre los territorios compren-didos
entre el Cabo Bojador y el límite norte del Cabo Blanco. Recuerda
que en 1878 el Gobierno de Madrid pidió ayuda a las autoridades de San
Luis para ir a buscar, en estos sitios, a unos marineros españcles caídos en
manos de los indígenas. Propone, por consiguiente, una petición de deli-mitaciones
y se presta a estudiar con el gobierno español y determinar en
la región del norte de Cabo Blanco un punto que en adelante sería consi-derado
como el límite septentrional de las posesiones francesas.
El gobierno español contesta proponiendo el límite o frontera entre
~ s ~ a yñ ara ncia-el Cabo de s a n t a Ana. Los franceses contestan que
quieren la Bahía de Galgo, situada al sur de Cabo Blanco.
Como no se ponen de acuerdo, deciden formar una Comisión Mixta
que reunida en París en 1886 delimitase las posesiones españolas y france-sas.
Pero no sólo se reunieron para delimitar las distintas posesiones en el
Sahara Occidental, sino también para delimitar las distintas posesiones en
Golfo de Guinea, y al gobierno español le interesaban más estas últimas.
Por eso el 2 de junio de ese mismo año el Ministro de Estado escribe al
delegado de dicha Comisión que no considera conveniente que se adopte
un acuerdo definitivo sobre la cuestión de Cabo Blanco, sin que se haya
examinado y estudiado previamente dos ae ínaoie anáiogo que se han de
resolver en el Golfo de Guinea, afín de que lo que cada una de las partes
interesadas pueda sacrificar en un punto determinado en aras de la con-cordia
y buena armonía)).
i q Pro~i ema sd e cieiimiiacitit de fiofiteras coz Frznciz. Achi iu Geriera! de !I Adminis-tración
de Aicala de Henares. Sección Africa. Guinea/Poiítica y Varios 19. Delimitación de
las posesiones españolas y francesas en la costa occidental de Africa.
Actualmente no existe para el Sahara en este Archivo una mínima catalogación de los
fondos existentes, dificultando la labor de cualquier investigador que se interese por el tema.
En ese mismo año se llegó a un proyecto de acuerdo en el que se
declaraba que: «la línea divisoria que ha de separar las posesiones españo-las
de las francesas partiera de un punto determinado en la costa occiden-tal
de Cabo Blanco entre la extremidad de dicho Cabo y la Bahía del
Oeste, y siguiera hasta llegar al centro de dicha península dividiendo a
ésta por la mitad, se extendiera hacia el norte hasta encontrar el paralelo
2101 20' continuando por el interior del país a lo largo de dicho paralelo.
Como ya hemos dicho, el Banco Pesquero jugó el papel más impor-tante
en este acuerdo. El Gobierno español quería la Bahía de Galgo para
los pescadores de Canarias, y Francia, dándose cuenta de la posible
riqueza de estos bancos, se negó.
Este proyecto quedó definitivamente redactado en 1891, siendo final-mente
zanjado en el Convenio franco-español de 1900, donde Francia se
llevó la mejor parte.
El artículo 10 de dicho Convenio decía:
<<En ,.ficto rl 1 C hnrn -1 1.-:4- b u a r a " e ~~ Z i i a i a ,r i i ; i i i i r r G-II-LI.C-; :-LIS ~ O S ~ S ~esOpa~fiX0hSS y
francesas seguirá la línea ... Queda entendido que en la región de Cabo
Blanco, la delimitación se efectuará de manera que la parte occidental de
la península, incluso la Bahía del Oeste, se adjudique a España, y que el
Cabo Blanco propiamente dicho, a la parte oriental de la misma península
sea para Francia)).
El artículo 20 decia:
«En el canal situado entre la punta del Cabo Blanco y el Banco de la
Bayadera, así como en las aguas de la Bahía del Galgo, limitada por una
línea que une la extremidad del Cabo Blanco a la punta llamada de la
Coquille, los súbditos españoles continuarán, como hasta ahora, ejer-ciendo
la industria de la pesca, al mismo tiempo que los sometidos a la
jurisdicción francesa. Los pescadores españoles podrán entregarse en la
ribera de dicha Bahía a todas las operaciones accesorias de la misma
industria, tales como secar las redes, componer sus utensilios, preparar el
pescado. Podrán en los mismos límites levantar construcciones y campa-mentos
provisionales, debiendo estas construcciones y campamentos ser
desechos por los pescadores españoles cada vez que se hagan a la mar»zo,
Francia, por una parte conseguía una parte de Cabo Blanco que le
permitía desde su colonia de Mauritania contro!ar una parte de! Rrxu
Pesquero, y por otra arrebatar a los españoles la región de Iyil, de una
importancia económica considerable, en el interior del Sahara, pudiendo
así unir su colonia de Argelia con la de Sudán.
El Banco Pesquero queda en manos españolas y con la entrada del
siglo, nuevas técnicas en preparacion del pescado permitirán una mejor
explotación, permitiendo la creación de nuevas sociedades pesqueras que
sacarán un mayor provecho del Banco.
20 En los años finales de que trata este estudio irán apareciendo en estas revistas ya
mencionadas unos artículos del Banco Pesquero que no se diferencian mucho de los prime-ros
artículos, en los que ya se apreciaba una carencia de rigor científico.
Conclusiones
El Banco Pesquero Canario-Africano sirvió sólo de excusa para la
posesión de la costa del Sahara Occidental.
Se ponderarán, durante este periodo inicial de colonialismo español en
Africa, las enormes riquezas de este Banco por parte de una minoría
intelectual, los africanistas, que quieren que España no se quede atrás en
la carrera colonial de Africa. Pero España, en este momento, no está en su
mejor momento. Entramos en la etapa final de su colonialismo ameri-cano,
el 98 está próximo. Pasada esta época España se tendrá que conten-tar
con lo que no hayan querido los demás países europeos.
La total falta de iniciativa del Gobierno español en esta época con
respecto al Sahara, hacen que el llamado grupo africanista se queje y haga
innumerables propuestas de colonialismo en aquella zona.
Este trabajo trata de resaltar esta labor llevada por los africanistas en
su etapa inicial para que el Gobierno haga algo. El Banco Pesquero sólo
será una excusa. Su importancia económica será demostrada más ade-lante.
La colonización española en el Sahara no empezará verdaderamente
hasta 1933. Será cuando se conquiste Ifni.