m
E
O
- m
O
E
E
2
E
CONSIDERACIONES SOBRE LA EMIGRACION A CUBA
3
ISLA DEL HIERRO. CANARIAS O-m
MANUEL J. LORENZO PERERA
INTRODUCCION
En los últimos años, merced a la realización de los Coloquios de HIjtoria
Canario-Americana, celebrados en la Casa de Colón de Las Palmas de Gran
Canaria, se han estudiado más intensamente los vinculos que unen al Archi-piélago
Canario con las tierras hermanas de América. En tal dirección tam-bién
es oportuno resaar la aportación de deternihados estudiosos, desta-cando
en tal sentido las obras que sobre la emigración canaria a Hispanoa-mérica
ha redactado el Dr. Julio Hemández Garcfa
La tarea sobre tal tema no está ni mucho menos concluida. En todos
los pueblos de las Islas viven ancianos, antaño emigrantes a Cuba, portado-res
de un legado y una experiencia que conviene pronto recoger y que puede
ser motivo de numerosos trabajos de investigación.
En nuestros contactos con viejos pastores de El Hierro, a fui de recabar
información para la elaboración de nuestra Tesis Doctoral: Estudio Eho-histórico
del justoreo en /a Isla de El Hierro (Cmarias), fue resaltando el hecho
de que gran parte de ellos, cuando contaban con edades oscilantes entre los
quince y los veinte años, marcharon a la Isla de Cuba donde permanecieron .-1. - z I I ; u s & u -v-a-ALx-aLUl-lC U2,G. ~ I U U . LEILnUD- " L-I:LI U-II-IV-D-, efi ~ ~ T OC~SSO SS US F i j p ~O SUS
amistades, nos proporcionaron fieles noticias sobre su experiencia, hasta el
punto de que el presente trabajo quiere rendir sentido homenaje a una since-ridad
que debemos agradecer todos.
La emigración herreiía -¡en una Isla escasamente poblada y con posibili-dades!-
está muy alejada de ser una aventura repleta de colorido y sofistica-ciones.
Sus razones esenciaies radican en ei abandono que duranre muchos
años ha padecido la también llamada &la del Meridiano». De sobras es co-nocido
que tal estado es carnp abonado para el caciquismo, máxime mando
Comidera~omsso bre b emigranOn a Cirba 4
los componentes de aquel grupo social han acaparado, de forma exclusiva, el
acceso a la Cultura y a los principales cargos administrativos.
EL MARCO GEO-HUMANO
La Isla de El Hierro, situada entre los paralelos 17" 28' y 17" 51' latitud
Norte y los meridianos 14" 11' y 14" 29' de longitud Oeste del meridiano de
Madrid, es una de las Islas Menores (da más chica», 278 kilómetros cuadra-dos),
del Archipiélago Canario. Mucho saben los habitantes de las indicadas
Islas de abandono e imposiciones centralistas, provenientes de las Islas
Mayores y de la capital de la nación.
-E-n ~--r t-i-i"o-l i-r l o r l-l e .Armn. orapr fa g In lar- A-1 &nln UN -7 -2-nr " A " A" U..' "%" "U' J Y'"""-'
tercio del siglo actual, época en que se sitúa fundamentalmente el presente
estudio- los habitantes de El Hierro diferencian a nivel hurnano-residencial
entre la Villa y El Campo.
La Villa capital o Valverde ha sido residencia del grupo oligárquico, se-paratista
y minoritario conocido por los «rabos blancos)) o Señores de Val-
'verde, a los que se ha dado el tratamiento de Su Merced y de Don. Tradicio-nalmente
se han dedicado a la más remunerativa práctica comercial, acapa-rando
durante mucho tiempo -incluso hoy- gran parte de los cargos públicos
e incluso eclesiásticos.
Valverde, la única capital canaria no ubicada en las inmediaciones de la
costa, fue en sus orígenes, lo mismo que las restantes, una población pasto-ril.
Su diferenciación con respecto a las otras poblaciones de la Isla se rela-ciona
con los siguientes hechos: en su seno se levantaban diversos organis-mos
públicos y eclesiásticos (la Casa Condal, el Cabildo, Ayuntamiento, el
convento franciscano, la única parroquia hasta el año 1929 en que se insti-tuyó
la de Frontera ...) y a su relativa cercada con respecto al embarcadero
de la Estaca (uno de los mejores entre los pocos con que cuenta la Isla) lo
que conllevada que determinados habitantes de la Villa se encaminaran hacia
la actividad comercial.
Tal hecho marcó, con frecuencia, un cúmulo de relaciones para los ha-bitantes
del Campo, «los rabos negros)), quienes vendían su excedente agrí-cola
y compraban determinadas mercancías a los propietarios de las ventas
que durante mucho tiempo -tal como hemos observado en las hojas de ex-portación
e importación que se conservan en el Cabildo Insular de E1,Hie-rro-
monopolizaron la actividad comercial en la Isla:
Manuel]. Lorenzo Perera
«La isla toda ha sido de esos canallas. La Isla toda del Hierro ha sido ven-dida
por los de Vdverde (...). Si no fuera por los campesinos que vamos a
comprar abajo, se morían de hambre»
La huella pastoril de los pueblecitos del Campo se mantuvo hasta fina-les
del siglo pasado. Algunos de sus elementos más significativos son los si-guientes:
la pared de piedra seca que los delimitaba con respecto a las tierras
de suelta comunales cincundantes; las cancelas por las que se accedla; las pe-quefias
casas de colmo (paja de centeno), bastante generalizadas a principios
del siglo actual ...
Desde el punto de vista económico -y de una forma amplia- hemos
diferenciado dos eta-pas. La primera es una etapa muy arcaizante con una
economfa muy natural; durante la misma, extendida hasta mediados del siglo
actual (1968), El Hierro importa, principalmente, productos de primera ne-cesidad
y materiales de construcción (muy tardfamente). Las exportaciones
-en función de la bonanza de los &os y de la extensión de las propiedades-estan
representadas por los frutos del campo: vino, lentejones, altramuces,
ganado, papas... y sobre todo el queso blanco, producto que ha representado
durante afios mucho más del 5091 de las salidas.
Frente a ese pasado -ganadero y de cultivos de secano- descuella una
nueva etapa donde son elementos alternativos el cultivo de regadío, básica-mente
platanera (Valle de El Golfo) y la pesca, impulsada muy recientemen-te
en el pueblecito surefio de la Restinga.
De lo expuesto se desprende que durante largo tiempo persistió en la
Isla una economfa de subsistencia con determinados visos de mercado, per-maneciendo
la práctica comercial en manos de determinadas familias, las
mismas que durante largo tiempo ostentaron la mayor parte de los cargos
más notables.
En una Isla que vivfa, exclusivamente, a expensas del agua, la solución
era sostenible mientras aquella no faltara. Su llorada ausencia -repetida y en
ocasiones prolongada- obligó a los herrefios a buscar múltiples soluciones,
siendo una de eilas la de la emigración.
La reducida densidad de población insular', acorde con un fndice de
crecimiento demográfico muy inferior al del resto del Archipiélago Canario,
nos permite apreciar que fuese aquella la causa fundamental que impulsara
1. Cuadro a final de capítulo
Comideraciotlcs sobre &a e9nigan'ón a Csba 6
Unas veces fueron los contratiempos clim4ticos quienes la motivaron;
otras la forma de tenencia, todo elio incrementado por la dura infraestruau-ra
que ha prevalecido en la Isla hasta nuestros días.
LA GRAVE SiTUACZON INSULAR
El siguiente fragmento de la obra del predicador de la Fiesta de la Baja-da
de la Virgen del aíío 1929, José Garcia Ortega, informa, con creces, sobre
la situación insular en la +oca que nos atañe. Sus palabras, con tenues mo-dificaciones,
son transferibles a los diversos períodos históricos insulares:
«Pobreza, olvido, abandono, caseríos dispersos sin comunicaciones de
ningún genero; nueve kilómetros de carretera terminada, un médico para toda
ia Isia, unos charcos inmundos para apagar la sed si vienen los años malos,
una plaga de langosta que jamás se extingue (...), una política menuda y perso-nalista
que dispersa ia energías y esteriliza los esfuems; una espera de siglos
en el rabioso tormento del infortunado Tántaio (...)n2.
Hacia mediados del siglo pasado afirma Madoz: «La instrucción pública
está reducida a una escuela de d o s y dos de nifias, frecuentadas la primera
por 46 alumnos y por 39 las segundas»3. Ambos centros radicaban en Val-verde
y según los datos que ofrece Olive en 1865, no habfa en la Isla ningún
maestro de enseñanza privada ni profesores4. El resto de la población de El
Hierro, «la del Campo», si tenemos en cuenta aquellos datos, el mal estado
de los caminos asi como la inexistencia de una compañía de transportes y las
informaciones que hemos recogido, permanecería ajena, hasta bastante bien
entrado el siglo actual, a la posibilidad de recibir una educación primaria.
Tan sólo alguna de las personas mejor acomodadas (terratenientes, co-merciantes)
podían permitirse el lujo de formarse en Valverde. Tal es el
caso, p.ej., de don Juan de los Angeles Morales, natural de San Andrés, hijo
del ventero de la localidad, que fue el único de los cuatro hermanos que cur-
2. GARCIA ORTEGA, Jo* Por la tierra de Ami& (Impnsiones de mi viaje al Hiem). Libre-ría
y Tipografía Catdlica Santa C m de Tenerife, 1931.
3. MADOZ, Pascual: Dicnomno gn>gr+m-esfdistim-bistónm & &pña y sus psesions & Üitra-mar.
V. 9. Madrid, 1847. Pág. 195.
7 Manuel]. Lorenzo Perera
s6 estudios en La Villa, lo que le valió para ganar los galones de cabo», que
unido a su condición de curandero y «perla» o pronosticador del tiempo, le
hicieron merecedor de cierto prestigio entre sus paisanos. Si exceptuamos es-tos
casos, raros incluso dentro de la misma familia, parte de los campesinos
recibieron algunas nociones, muchas veces movidos por angustiosas necesi-dades,
a manos de personas poseedoras de algunos conocimientos, situaciói).
que se plasma, incluso, a niveles folklórico-musicales, tal como denota la le-tra
del punto cubano que presentamos a continuación del siguiente texto
oral:
«Yo fui a clase dos meses y medio, casa una cojita. Tenía que cuidar dos
cabras y al volver: mientras hada la comida mi madre. iba al cole@o. Aprendí
porque tenía un hermano en Cuba y pa leer las cartas iba a la escuela. Cuando
entendía me quitaron. Leí el libro de la cartilla, el catón y el libro de las frases.
Tenía 18 y 19 aiios, si no tenía ya 20. Nos estaban ya los novios esperando
por fuera pa acabar la escuela y dir a enamoram5.
«Le ruego a la Caridad
y a la Virgen de los Reyes
que cuando mi carta llegue
goces de felicidad.
Perdona mi poquedad,
lo poco que te escribí
que yo sola lo aprendí.
Y cada rato me pierdo,
querido amor da recuerdos
a quien pregunte por rnh6.
Según las cifras que poseemos, en el quinquenio 1857-1861, sabian leer
y escribir 470 personas, el 9,38 de la población; posteriormente, según han
apuntado las fuentes oficiosas, el número de analfabetos fue decreciendo. de-biéndose
ello a las escasas mejoras y ampliación de los medios educativos.
En 1877 eran 783, es decir el 14,4%; en 1887, 990, correspondientes al
16,9%; en 1920, 1909, que representaban el 26,4 E; en 1930, 3889, es decir el
4. OLNE, Pedro de: Dia+Gnario Ertodish'm-Adminishatnto a% kas Iskas Canarriu. Barcelona,
1865.
5. Agracedernos dicha infonnaa6n a Doña Nazaria Padrón, 74 aAos. La Dehesa, N-1976.
6. A Dofla Mada Armas. Tigaday (Frontera).
Consideraciones sobre L emigración a Cwba
46,6 X, y en 1950,4992, correspondientes al 56,4 X7.
Serfa mucho después, en 1971, cuando se creó en la Isla una «amplia-ción
» de uno de los Institutos de Ensefianza Media de Santa C m de Teneri-fe,
lo que permitió a muchos jóvenes ampliar estudios en El Hierro. Todavía
hoy, las estudios universitarios están muy alejados de las posibilidades eco-nómicas
de muchos jóvenes. Nos estamos refiriendo, principalmente, a aque-llos
muchos de cuyos padres, nacidos en un medio campesino, han olvidado
ya todo a casi todo lo que aprendieron en las ocasionales ((escuelitas priva-das
» o en los escasos centros docentes estatales, a donde acudieron con la in-tención
de aprender das cuatro reglas» y a firmar, conquista que les permitía
figurar en el padrón de habitantes como aifabeto y no tener que avergonzar-se,
como suceció y sucede a tantos, al imprimir las huellas digitales sobre los
2 papeles oficiales.
E
CONTRARIEDADES ECONOMICAS O
n
=m
O
E
<Adiós papá, adiós mamá, E
2
adiós todos mis hermanos. E
Yo a todos les doy la mano
porque yo no vuelvo más. 3
Pero hijo ven acá e-m
con palabras ofensivas. E
Dime cuando es tu volvias O
o si no vas a escribir.
n
Mamá yo voy a morir E
peliando en la huerta arribm8. a
n
El punto cubano anterior, cantado con hondo sentimiento por un he-rreiío
emigrante en Cuba y en d3uenos Aires», nos habla de la dura lucha
que ha sostenido el campesino canario en la (huerta arriba» o en la (huerta el
fondo)); recrudecida cuando se presentaba alo& contratiempo (sequías, tiem-pos
virados, plagas de langosta ...) que provocarían la marcha de muchos
cientos de canarios)).
Tanto en época aborigen como a lo largo de casi todo el período poste-rior
a la conquista, los naturales de la Isla tuvieron como única arma para
7. Datos obtenidos a partir de los censos de población.
8. A don Juan Fonte Garda, 74 años. San Andds, VIII-1976.
9 Manuel J. Lorenzo Pereza
combatir la sequía, el solicitar ayuda a sus creencias superiores. Un ano par-co
en lluvias suponía la pérdida o la insuficiente productividad de las cose-chas
y problemas a nivel doméstico tras la desecación o la reducida cantidad
de agua que proporcionaban las fuentes y los charcos (naturales y aaificia-les),
casi los únicos accidentes que proporcionaban agua al aborigen herrefio
e incluso hasta mucho más tarde.
Los primitivos naturales de la Isla, dos birnbaches o bimbapes)), implo-raban
el agua a la divinidad mediante el rito del aranfaibo o (cochino sagra-do
», en el que se sumaba el griterío de la población9; después de la conquista
(1402), tras la imposición y consecuente cambio de religión, las rogativas se
dirigían a Nuestra Sefiora de los Reyes, ((Patrona titulada de las aguas»lO, a la
que trasladaban desde su ermita de la Dehesa hasta la Villa de Valverde, acto
que ileg6 a realizarse en una época bastante próxima a nosotros; a ello se re-fieren
el texto oral y la loa que a continuación presentamos. Es obvio resal-tar,
que fue el triunfo sobre la sequía, por mediación divina, lo que determi-nó
que en 1741 se decidiera realizar, cada cuatro años, la Fiesta de la Bajada
de la Virgen, la más importante de las celebradas en El Hierro. A ella acu-den
los herreños «de todas partes», explicandose la gran fe y el amor deposi-tado
en la Virgen por el hecho de que en numerosos momentos dificiles su
«Madre Sagrada>>h a sido el único apoyo y consuelo:
«Una vez llevaron la Virgen pa que iloviera, iban bs &os delante con
un jarrito:
Agua Virgen te pedimos
ya que no alcanzan los grandes
a ver si alcanzan los niííos.
Cuando iiegaron a los pinales cayeron una gotitas y empezó a iiover. Los
de la Villa se refan y decían: mira los carneros del Pinar como hacen fiesta
para iiover, y iiovi6 en El Pinar y en la Vilia no. Me lo contaba mi familia de
los viejos de antes»''.
9. ABREU GALIMX>, Fray Juan de: Hirfonir & La Canqmkta & dc Side Iska a¿ Grua Cma-nk
1632, Btbhoteca Canana Santa Cruz de Tened-e, 1'746. "r&. 59-63.
10. PF&ZZ DE AYALA, Jo& Los Anh&os Cabddo~ de kas Islas Canarias. «Anuario de
Historia de Derecho EspaAoh. IV. 1927, pQg. 281.
11. Cfr. nota 5.
Consideraciones sobre la emigración a C~tba
«Salirnos de la Dehesa
un año de la sequfa,
con la Madre de los Reyes
hasta llegar a la Villa.
Pues era dofia Femanda
la maestra del Pinar,
nos dice a todas las &as:
me quieren acompañar.
Todas dijimos que si
y cogiendo una jarrita,
gritábamos por el camino:
ipues agua Virgen bendita!
Al llegar a la Caldera
la bruma empieza a crecer,
llegando a cuevas de Lemus
ya se empieza a humedecer.
En las puertas de la Iglesia,
eso si que era llover.
Estuvo toda la tarde,
el agua no quiere cesar,
alli nos llevan la cena
y alli nos dan de cenar.
Toda la gente gritaba
y otras lloraban con pena,
iAy que agüita más preciosa,
ay Dios que agüita más buena!.
Los aljibes de la Isla
todos se llenaron ya,
todos se llenaron ya,
dicen los hombres en masa,
ya llenamos los aljibes,
cada uno a nuestra casa.
Saiió don José Francisco
que era un hombre de nobleza,
ino saben que hay que llevar
la Virgen a la Dehesa!
Salen rezando el rosario
y éi también va a acompañar,
y llegando a la Dehesa
todas las gracias da.
Todos les dieron las gracias,
Manuel]. Lorenzo Perera
él las vuelve a contestar,
pfdanle todo a su madre
que ella lo concederá»12.
La sequía ha sido tradicional constante histórica en la Isla:
&n tiempos de los viejos llovfa en octubre y noviembre, pero los viejos
también lo pasaban mal a veces. Yo me acuerdo cuando chiquito no matar los
cochinos porque no habla agua Y venir los del Pinar a Ticos a buscar agua
en esos ioles»13.
El temor a ella, a nivel doméstico y ganadero, decreció una vez que se
empezaron a abrir los grandes pozos del Valle de El Golfo (1968). En 1865
se contaba, según Pedro de Olive, con 10 fuentes, 8 pozos (se trata de pe-queños
pows pr6ximos a la costa, alejados de las poblaciones, de aguas semi-salobres),
4 maretas y 733 cisternas (albercas o charcos artificiales) que pro-poraonamn
24.521 pipas de agua14. Durante algunos afíos, es el caso del
penoso 1948: «el aiio de la sequera y el hambre», los habitantes de la Isla se
vieron obligados a racionar e incluso a traer agua desde Tenerife. Afíos de
intensa sequía -entre otros- fueron 1601, 1614, 1740, 181 1 y el tan recorda-do
1948:
«La carretera de Isora la hicieron en los años 48-49. Me acuerdo que no-sotros
(los de San Andrés) llevabamos papas pa comer, porque se-dieron mu-chas
papas a molea. Los de Isora aguas y comida seca; los ojos cuando veían
las papas se les saltabamls.
HE1 año 48 fue un año malo. Yo salf del cuartel en octubre y en septiem-bre
vine dos veces a buscar agua (a la Fuente de Rodngo, en la Dehesa).
Traían agua de Agua Nueva (Pozo de los Villamai. El Golfo) en bidones,
pero mai lavados y cuando uno eruptaba sabia a gasolina Despues la traían
del pozo de Mauro Ledn, en el camión &b16.
12 A Doña Ana Hernández Montero. Vaiverde, V-1982
4 " ' , ;.g ' S && xoIIIlg&&, a Uon &&S" Caj&& Sm Ni&&, &\m-: 977.
14. Cfr. nota 4.
15. Infomiaci6n recogida en Las Rosas ViiI-1977.
16. A Don Tcóñlo Zamora La Dehesa, 6-VJli-1977.
Consideraciones sobre b emigración a Cuba 12
Igual que ha sucedido en los tiempos actuales, la escasa producci6n ob-tenida
en años parcos en lluvias, sería rematada, frecuentemente, por las pla-gas
de langosta, motivo en los comienzos del siglo X W de una de las obras
de Bartolmomé Garda del Castillo:Trafado sobre ha iatagosfa de ia Isia &i Hierro.
Por entonces, y hasta no hace muchos años, use amdfa preferentemente a los
recursos propios de la ingenua piedad de la gente: rogativas, exorcismos,
funaones religiosas e invocando al Santo Patrono titular contra la langosta,
San ~ ~ u s t i n »Llo~s .e xorasmos se realizaban, no hace muchos años, en San
Andds, Valverde y otros lugares de la Islz
«Yo lo que me acuerdo de hacer fiestas contra el cigarrón. Iba la gente
:ez~?U= coi. e! CGZ p pae e! cigzdn se herz pl lilzi. Yü vide qüe se füíit6
la gente, iban por el brezai parriba, por la cumbre. Quien hacia el rezado era el
cura. Iban el cura delante y las mujeres atrás llorando y rezando un rezado:
asosismou. Hada cruces y decía que el cigarrón se fuera pa el mar o pa el
monte, donde no hiciera dailo» 18.
Más tarde se utilizaron otros procedimientos menos devotos y más ra-cionales
como era la «suelta» de cochinos y gallinas para que se los comieran,
practica frecuente en la Meseta de Nisfade; el rotular los terrenos donde de-sova
el cigarrón, que es el que se emplea actualmente además de la fumiga-ción;
o el utilizado a comienzos de siglo, contándose con el vecindario, diri-gido
por un comisario pagado por el Ayuntamiento:
«Con don Juan Ayala íbamos a matar cigarrón con gasolina y abriendo
zanjas en el terreno. Ibamos con los sacos asorando al cigarrón pa que el aga-rrón
fuera a la zanja Don Juan Ayala era de Valverde, tenia unas barbas gran-des,
bajito. Era comisionado del cigaridr~w~~.
Otras contrariedades econ6micas fueron producidas por los «malos
tiempos». Dos de los últimamente acaecidos -diciembre de 1975 y octubre de
1977- arrasaron las cosechas de papas, causando únportantes bajas en los
platanales del Valle de El Golfo (200 millones de pesetas en pérdidas produ-jo
el segundo).' Ahora bien, el tema de los «tiempos virados)) ha estado siem-
17. DARIAS, Dacio: Lar C& dr ia Gomera, Libreda y TipograNa Católica Santa C m de
Tenerife, 1936. Pág. 108.
18. Cfr. nota 5.
19. Cfr. nota 8.
13
pre presente en el hablar y obrar de la gente de la Isla:
M a d J. Larenm Perera
«Por los Roques (de Salmor) parriba se hace un tiempo salmorejo, de
Arelma parriba y termina con las papas de Medina (Guarazoca); soplaba en
enero o febrero. Dejaron de sembrar papas allí porque se las llevaba el vien-t
0 P .
LA TRANSFORMACIODNE LA PROPIEDAD DEL SUELO
El que bosquejamos a continuación, es sin duda alguna el determinante
fundamental en la huida de muchos emi-g rantes herreiros a Hispanoamérica,
Cuba y Argentina fundamentalmente.
rp-_l-.2- ---:- ---- 2-1 -:A- V W 1-- ..:-------- ..^^l..^ 2, ,.., l*,. ,.l
~ O U S I Va~ ~~u rriic~i;a>us ~ ail g l u u,las UGLLIIJ LuuIwiaLss us aucua al-canzaLan
una respetable extensión, hecho que denota la enorme importancia
que el pastoreo (sobre todo ganaderfa lanar) tenia en la Isla:
«La Dehesa, antes, era casi toda la Isla. Una cancela estaba en Sabinosa y
otra en San Andrés. Me acuerdo de verla yo en Las Casillas (altos de Sabino-sa).
De las cancelas patds habían
Escolar refleja en su obra, escrita en 1807, que las tierras se distribuían
de la siguiente manera: tres montes (Monte de Dentro o Risco de El Golfo,
Pinar y Ajare); escasas tierras de labrantío, cercadas tan sólo las de vifias, y
de gran cantidad de tierras baldías:
«Sus habitantes más bien son pastores que labradores, y el gusto decidido
que tienen en este género de vida es y será por mucho tiempo el más grande
obstáculo para sus adelantamientos y prosperidad (...) alguien ha convertido
en ley muniapal la detestable costumbre de no cercar la heredad Nadie en El
Hierro puede cercar sus posesiones y si las cerca, despuCs de levantada la cose-cha,
tiene que abrir para los ganados de cualquier vecino que quiera apacentar-los
en los rastrops y pinar de ia ¡sí (...) tlene reducida ia agricuítura ai extre-mo
de no cultivarse en la Isla más de 2.666 fanegas de pan, 897 de vinas y
500 de raíces según el cálculo de la cosecha de los campesinos»22.
El mismo autor, en otras partes de su trabajo, menosprecia a los habi-
20. A DoAa C-n PadFón. San Andres, Vm-1976.
21. A Don Matlas Machín Casañas, 60 dos. Sabinosa Vm-1975.
22 ESCOLAR Y DR. SERRANO: Erkrd/rh'm de lat Islat CmMs. 1807.
Consideraciones sobre La embración a Cuba 14
tantes de la Isla No tiene en cuenta el peso de la tradici6n, las posibilidades
ecosistemáticas, el aislamiento, la fuerte dependencia política de los carnpesi-nos
herrefios ... y emite sus juicios basándose, esencialmente, en una corrien-te
muy propia de la época, robustecida a partir de la salida de la Real Cédula
del 27 de diciembre de 1777, que a grosso modo tenía como fm primordial
atender al mejoramiento de la agridtura, intentando el ensayo de nuevos
cultivos y la roturación de baldíos para convertirlos en tierras de labranza.
Ellos nos aclara el fuerte impacto que le produjo la economfa herreiía, basa-da
en la ganadería y con unos habitantes que, frecuentemente, consumían
raíces de helechos, y por qué dice de ellos que son «naturalmente inclinados
al ocio y la raterb, ttrrninos muy en. boca de agricultores y enemigos del
pastoreo.
Es posible que después de esta «política agraria», teniendo en cuenta el
tradicional ánimo existente por apropiarse de las tierras comunales, como se
puede leer en las ordenanzas de Garda del CastiUo: y como Pa maiiua todo
-de por quitar al común su liberta&)23, se lievara a cabo la ocupación de
buena parte de las tierras baldías, perjudicando con ello a los ganaderos y es-tableaendo
conflictos entre aquellos y los agricultores».
Contamos con cifras y textos orales que nos ayudan a aclarar dicho he-cho.
Según Escolar, en la Isla a comienzos del siglo XM se cultivaban 4.063
fanegas (pan, vino, raíces)24; para los años 1857-1861, tenemos las siguien-tes
cantidades de fanegas: 3.715, 4.215, 4.140, 6.250 y 6.790, correspon-dientes
tan s610 a las cosechas de trigo, centeno, cebada, avena y maizZ5. Tal
crecimiento, teniendo en cuenta que dichos productos se cultivaban en la
Isla desde 1776, según refleja la estadística del Marquks de ~ a b a l o s o ss~e~ ,
realizó sobre antiguos terrenos baldíos.
El «hambre de tierra», dirigido hacia las tierras baldías, con %rap perjui-cio
para los pastores, encausado por los .«rabos blancos», es bien conocido y
recordado en las comarcas de Nisdafe y El Pina, aunque abarcó gran parte
de la Isla.
Fue el 30 de octubre de 1637 cuando las autoridades de la Isla (Conde y
Cabildo) acordaron dividir los Llanos de Nisdafe en dos grandes hojas por
23. Cfr. nota 10,pág. 277.
24. Cfr. nota 22.
-7- 5 . r-- f -~.-n -n -t.g - A .
26. RUMEU DE ARMAS, Antonio: Una nrriosa esfadr?tim canaria &l S. XVIII (El ({Phpo-
#bmn &/ Marpis & TabaLosos).
medio de una pared que se extendía desde la Albarrada hasta Jinama. Una de
dichas hojas se sembrada de cereales y la otra quedaría en barbecho, «balu-t
a ~s,i rviendo de pasto al ganado hasta el año siguiente en que el orden se al-ternaba;
el cercar en dichas hojas se castigarfa con la pena de 3.000 marave-dises2'.
El sistema de cultivo d medio, practicado en la Meseta de Nisdafe,
perduró, al menos, hasta 1886, año en que falleció el Alcalde de Valverde,
don Avelino Padrón, a quien trataron de convencer para que acabara con
aquella situación, negándose28. Tras su muerte, siguiendo las dos tendencias
surgidas a fuiales del siglo XVIII, se procedió a la subasta y delimitación de
las diversas parcelas obtenidas tras aquella. Las lindas o mogollones (simples
amontonamientos de tierra y -pequeñas piedras) fueron sustituidos, paulatina-mente,
por paredes de piedra seca, acrecentadas con los continuos hereda-mientos
familiares:
&as tierras de Nisdafe heron rematadas en tiempos de mi abuelo que
fue pastor de ovejas. Esa h e la primera fase; en la segunda, los Lomos, Las
Chamuscadas, La Hoya la
Con tal situaci6r1, un grupo de personas que inicialmente disfrutaban de
unas tierras comunales fueron desposeídas, pasando a la condición de media-neros
perpetuos: &,mayorfa éramos medianeros dellos a medias perpetuas,
yo las plantaba de higos (El Pinar) y la mitad era pa mi y la mitad pal due-ño
», tras unas subastas dirigidas por un gmpo kaparador progresivo del po-der
poiftico y económico y disfrutador, debido a diversas circunstancias cen-tralizadoras,
de las ventajas proporcionadas por la educación, lo que les per-mitfa
no s610 convocar las subastas sino acudir a las mismas, ya que para el
resto de la población, a los que resultaba muy dif~cuitosod ebido a la falta de
medios (complep de inferioridad, etc.) trasladarse a la capital, pasarían desa-percibidas
ya que eran analfabetos.
Muchos se cansaron, más o menos pronto, de «bajarle la cesta de los
huevos y los cabritos al sefíon) y emigraron a Argentina o Cuba Algunos In-dianos
retornaron a su Isla de origen y compraron tierras que antaño les ha-bian
pertenecido. Para ellos, fue la emigración la fórmula con que superaron
la dura condición de medias perpetuas en tierras de secano.
27. Gr. mta 10, págs. 286-287.
28. Cfr. nota 10, pág. 271.
29. A Don Juan Morales Armas. San Andrés.
Conrideran'ones sobn h emigran'án a Cuba 16
Esos atropellos cometidos contra la población del «Cmpo» son la causa
fundamental y primera de la rivalidad existente en El Hierro entre los mora-dores
de aquél y dos de la V i h . Ello, acrecentado posteriormente con otras
desvinculaciones, se manifiesta, aún hoy, en el ámbito de los enfrentamien-tos
deportivos, pero sus causas no son las deportivas, sino que el acto depor-tivo
ejerce las funciones de estimulante &a evocar una antigua riv&dad
que se ha transmitido a lo largo de los años, fruto de la injusticia social que
no es exclusiva de la Isla de El Hierro.
La expansión de la agricultura sobre las tierras de pastoreo a costa, bá-sicamente,
de las tierras comunales próximas a bs pueblos, fue la causa de
que muchos de los que surgieron con carácter netamente pastoril, fueran
pr~g e s i v~~en&tmc- rlc!nhdc!se. Sw hibit-ntcs, o pmdbomomrnc! se tr~shda-m
ron a sus propiedades de El Golfo, orientadas, principaimente, al cultivo de
la vid Según muestra el nomenclátor del año 1860, muchas de ellas estaban g
aún habitadas. En 1865, la Albarrada estaba poblada por 8 almas, Guadara {
por 35, Tajace de Arriba por 20 y Tejegüete por 830. En 1900, esas y gran E
E
parte de los caserios que nacieron con la misma motivación se encontraban
casi o totalmente desiertas. -E
El historiador herrefio don Dacio Darias Padrón hace mención a Ios re-partos
de terrenos de propios, sefialando la resistencia de los pastores ante
los mismos. Igualmente, se refiere al incendio de las Casas Consistoriales en B
1899, «debido a una mano negra y criminh3'. Este hecho de incendiarse g
los archivos públicos tras las desvinculaciones de tierras comunales, lo ve-mos
repetirse en otros lugares del Archipiélago Canario. Muchos de los vie-jos
campesinos herrelios creían y continúan haciéndolo que el fuego fue la
manera más fácil y &caz de borrar, para siempre, un buen manojo de ilegali-n
dades y extralimitaciones. n
3
O
EL VIAJE A CUBA
La emigración herrefia, que ha tenido las causas analizadas, se vio favo-recida
por la privilegiada posición de que goza el Archipiélago, encontrhdo-se
en el cruce de las rutas oceánicas, sin olvidar que los herreiíos para emi-
30. Cfr. nota 4.
31. DARIAS, Dacio: NotiMs generdes sobn L IsL de¿ Mem. Imprenta Curbelo. La Laguna,
1929. págs. 225,231 y 332
17 Man~efJL.o renzo Perera
grar a América (a no ser que lo hicieran clandestinamente) tenían que viajar
hasta Tenerife o La Palma:
«A Cuba en 1923. Estaban desmontando la carretera del Puerto a Val-verde.
Fui hasta La Palma y de La Palma embarqué. A Cuba fui en el León
XIU. (Tardamos) 15 di as^^^.
Con el agravante de que los buques que hacían el viaje Hierro-Tenerife
eran escasos, cuatro al mes en 1 8 6 0~O~t.r os puntos favorables fueron la po-
Iléica migratoria de las naciones americanas, la activa propaganda, las cartas
de llamada, los consejos y la incidencia de los recién Uegados ... :
&a agricultura estaba muy mala y cuando venia alguno de Cuba, venia
muy bien preparadito. Yo me creía que aiiá ese pais es muy bueno porque vie-nen
preparaditos y con dinero. Cuando llegué allí extrafié tanto esto que si
tengo el pasaje vuelvo a San Andrds. Aprendí a trabajar alií y le puse carifio a
aquel pais porque la gente era muy buenm?
Para los parientes que quedaron en la Isla durante la ausencia (mds o
menos larga) no quedó más remedio, como siempre, que acoplarse a la fortu-na
de los años. En tal situación son lógicos los momentos de tristeza, de difi-cultades,
de añoranzas, plasmados, como tantas cosas de la vida, en el foklo-re
musical. A ello se refieren, sin faitar los cantares satiricos tan en la mente
del campesino herreí'io, las estrofas que a continuación mostramos:
Cantares a2 baih dc/ Santo:
«Si tu amante se te embarca
mi amiga también el rnio,
las ajuntamos las dos
a cantar en un camino»
Cantares dcl molino (trmolimdoo):
(Quién pudiera dueiro amado
tener alas y voiar
32 Cfr. nota 29. VIü-1977.
33. Cfr. nota 4.
34. A Don Ceailo Quintero, 81 años. San Andrks, 17-W-1977.
para yo poder estar
cada momento a tu lado»
&mor mio, no me oivides
que yo no te oivido nunca,
que si acaso te olvidara
la muerte tiene la culp
«La carta que te escribí
no la mires con idea,
que la carta es para ti
y la letra es para que la veas»
«Canto por mi y por mi amante
que si él estuviera aquí,
cantaba por mí y por 64
canto por él y por mh
«Mi amante se fue pa Cuba
y me mandó una baraja
con un letrero que dice:
si quieres comer trabaja
Como quieres que trabaje
siendo la comida poca
cuando uno no ve delante
nada que echar a la boca»
(Cuando estoy a solas Uoro
en conversación me do
me dan de llorar
porque quiero hablar contigo*
«Dice que te vas, te vas
vete con Dios duefio mío,
mira no tomes el agua
de la fuente del olvido»
Manuel J. Lorenzo Perera
Otras kiras dc Cclntares:
Dices que te vas, te vas
y que si te vas te alejas.
Dios te de buena fortuna,
como soledad me dejas))
Dicen que la ausencia mata
yo'digo que no es asf,
porque si la ausencia matara
ya me habría matado a mb
+e lejos está de aquí
el que adora mi tormento,
que no hay pájaro ni viento
que me diga yo lo vi».
«Yo ya no soy quien solía
y menos quien soiía ser,
soy un cuadro de tristeza
arrimado a la par&
d a carta que me escribiste
en el sello la best,
despues de haberla besado
en mi corazón la e n t h
dlorando cogi la pluma
y llorando te escribí,
llorando puse mi f m a
siempre llorando por tb
«En la palma de la mano
te quisiera retratar,
para el día que no te vea
abrir mi mano y mira?
&íi corazón en el mar
-*A m...-s.. .....c;--
W L P W..IU Y1. ,--,-u,
dando viajes a la Habana
como si fuera un velem~
Consideraciones sobre la emigración a Cuba
aañana me voy de aquí
a nadie le dejo pena
La pena la llevo yo
que me voy pa tierra ajena
«Barco de la soledad
¡qué soledad me dejaste!,
cuando vendrás a traer
la prenda que te llevasten
«Mi corazón no esta aquí
que saiió por un momento,
fue a llevar un suspiro
&t.& :ea,-= rú ~EXX p S G a
«Tu ausenaa ha sido mi muerte
tu retrato mi vivir,
si quieres que no me muera
no me dejes de escribm
«Mi mando es un camero
pero yo lo vuelvo chivo
hijo, esta carta te escribo
trabaja y rómpete el cuero»35
La emigración a Cuba abarcó a un gran contingente de herrefi~s~~,
siendo menos cuantioso el número de féminas: «las mujeres pocas se iban,
no creo que llegó a la docena las que se Los que partieron fueron
en mayoría hombres, brazos jóvenes, lo que marcó, en más de una ocasión,
cambios y trastornos en el seno de la economía tradicional del grupo fami- j
liar: O
«Yo fui pastor hasta la edad de 18 años. Mi padre, Andrés González, fue
Alcalde de la Dehesa despues de Bartolo Casañas. Yo me fui de 18 años
35. LORENZO PERERA, Manuel, El FolUn a¿ la Ish &l Hicm. Interinsular Canaria
Santa Cruz de Tenerife, 1981, págs. 30, 120, 121, 122, 125, 140, 141.
36. Según don Pedro de Olive Cfr. nota 4- en el perfodo 1857-1861 tan 5610 emigraron
135 herreños. Fue posteriormente cuando se acrecentó ei número de emigrantes.
37. A Don Severiano González Morales, 81 afios. Taibique, 26-Vm-1979.
21 MandJ. Lorenzo Perera
(1915) a Cuba Mi padre lo quitó después porque el que andaba con el ganado
era yo y me fui pa Cuba Cuando quitó el ganado, mi padre tenía 19 docenas,
un par de docenas de capones, carneros 3 o 4. Cuando yo me fui pá Cuba las
dio de medias y al poco tiempo las desapareci6~~~.
No son p o s los casos en que la marcha hacia la «Perla del Caribe»,
como sucede con la familia del relatante anterior, abarcó a varios hermanos:
«Fijese si nos apreciaba que a él (el propietario, Pichilo Marrero, cubano)
le extraííaba ver trabajar a tres hermanos (Sevetiano, Pedro y Juan, partieron
respectivamente en 1915, 1917 y 1920) en la finca, que nos dijo una vez el
dueíio, antes de irnos' si quieren diez o once mil pesos se los dep. iCuhdo
fiamos a pagar eso! Nosotros dos (Severiano y Pedro) vinimos pacá el afio 20,
al fuial de la zafia, en junio. Mi hermano (Juan) se quedó alid y le quedó de-biendo
600 pesos. iAsi que fíjese!, Pichiio a mi hermano^^^.
La mayoría de los que se quedaron no abandonaron la Isla por falta de
medios económicos, aunque algunos se arrojaron sin aquéllos, bien de forma
clandestina o «vendidos». En cuanto a la primera fórmula -presente también
durante la época posterior de la emigración a Venezuela- se eligió, en repeti-das
veces, como punto de partida a El Berodal (costa de Sabinosa), embar-cando
en los denominados «veleros», «barcos piratas» o atartanas)), dirigidos
por arriesgados capitanes, algunos de los cuales gozaron de gran prestigio,
tal es el caso de Rafael «el piloto», que sin estudios de ningún género condu-jo
barcos hasta Venezuela:
d4ucha gente se fue ilegal en los veleros. Yo mismo me fui por 4.000
pesetas. El barco salió del Berodal, el barco se llamaba J. Gaspar. El capitán
era Rafael el piloto; era un gran piloto iy sin estudiar! Estuvimos 28 días. Ra- . -
fael decía que tardábamos 17 dLas pero nos jodieron, nos cambiaron la
mtm?
La siguiente estrofa del baile del Vivo, hace alusión a la emigración le-gal,
ejecutada en navfos y a la clandestina, en tartana:
38. Cfr. nota 37.
39. Crf. nota 37.
40. A Don Otoniel Hernindez Ayala Las Casas.
&alen del Morro
van pa la Habana,
cinco navíos
y una tartana>b4'.
El texto que a continuación ofrecemos es bastante expiíato en lo con-cerniente
a los emigrantes «vendidos»:
*Vino el cuñado de Vidal Pkrez, del Barrio, que era mayoral de los Pa-drones
( n a d e s de El Hieno, propietarios de ingenios azucareros) que te-nían
extensión en Cuba y habló con nosotros pa irnos; el dinero pal viaje lo
dio aquel señor, fuimos vendidos. Trabajamos hasta.- el viak4'.
La salida se hada por el Puerto de la Estaca. Varios son los autores que
refieren a las peripecias con que se enfrentaban para poder entrar y salir
la ~ s l aL~as~ c.on diciones de embarque a fuiales del siglo XIX eran simi-lares
a las que sefíalan los cronistas del conquistador normando Juan de Bet-hencourt
(1402). Un ernigante que partió en 1899, nos describió el Puerto
de la Estaca de la siguiente manera:
«Yo me acuerdo cuando fui pa Cuba a los quince años, que en el muelle
no había sino una piedra. Si la mar estaba buena, venía una lancha y saltába-mos
a la lancha; si no, vedan los marinos y nos llevaban a hombros hasta la
lancha».
Cuando Alfonso XIII visitó la Isla en 1906, al volcarse la lancha que le
conducía, fue nadando hasta la gran piedra. Les prometería un muelle a los
herrefíos -250 metros, muy defiaente- que se inauguraría 54 años después.
La partida hacia Ultramar, con más o menos requisitos según las cir-cunstancias,
se efectuaba desde alguna de las Islas antehormente resefiadas
(casi siempre Tenerife o La Palma):
41. Cfr. nota 35, págs. 40-45.
42 Cfr. nota 8.
43. Sirva como ejemplo el siguiente fragmento de la obra, aún sin publicar, de URTUSAUS
TEGUI. Juui A.: Dirrrio & viaje a La IsLa &f HHm, ar 1779 :u... y al cabo de tm horas llegarnos
por medio de unas olas espantosas e inmensas a k Punta de Amacas, habiendo catado (aplidre-me
así) todas calas y aun riscos y @as, en que pudiéramos desembarcar, aunque siempre
crcimos que hasta el Tamaduae no lograríamos abriy propio, p lo bravo y soberbio del mar,
en cuya comparación a un mar mucrto el $el Puexto de la Omtava en semejante estaci6m.
44. A Don Juan Hemández González, 83 años. Taibique (El Pinar), 'MII-1976.
Mantiel J. Lorem Perera
«Ni el cónsul espqfi01 se enteraba que estábamos allí. No teniamos docu-mentación
ninguna. En ese tiempo se sacaba la partida en el juzgado. Me
acuerdo cuando fui a Tenerife a sacar la partida (1917). El que estaba alli no
me pidió ni la partida, nada más que nos tomó los nombres y nos dieron el bi-ilete
»45.
En más de una ocasión el viaje a Cuba se convirtió en toda una aventu-ra,
repleta de dificultades y vicisitudes:
«Fui mando el furor de las vacas gordas del 19. Habian canarios, chi- -
nos... En el pueblo donde yo estuve, Alacranes, hablan unas cuarenta y siete
tiendas de chinos. El ingenio Conchita, espgnoi, estaba a unos tres kilómetros.
m El administrador y el dueíío eran españoles, después lo compmn los ameri-canos.
E
Yo fuí en el Missouri (francés). Estuvimos dieciséis días. Yo saü de aquí, O n
con unos parientes que habfan estado en Cuba, a Las Palmas. Yo i h r eco- =m
O mendado a un tal don Graciliano, pero era tal el exceso de pasajes -del 18 al E
E 19 el exceso era terrible-, y para mí me di+ le puedo conseguir un pasaje en 2
E tercera, para su pariente no puedo (...). Me fui de polizón en el Roger de Lau-ria,
pa Tenerife a colmo pasaje, y después de Tenerife pa La Palma, era un 3
barco viep, +so elevar anclas no pudo. Iba a La Palma a recoger más pasa- - -
je pero a mitad de camino tuvo que volver pues se averió una máquina. Cuan- 0m
do ileg6 a Tenerife me eché fuera y dispués embarqué con un pasaje de otro E
. O que iba por enfermo. En ese barco Missoun murieron once, luna epidemia
del carajo! Nos mandaron no a La Habana, sino a Mariei, que era donde iban n
los &arcos enfermos~,p ero yo tuve suerte y pasé a La Habana (tras la revi- E
a
sión). En Mariel quedaron quinientos; el resto (en total unos mil) pasamos a
La Habana n
3
LA ESTANCIA EN CUBA O
La duración del viaje entre las Islas y Cuba solía ser entre 15 y 20 días,
oscilación que guarda relación con las variantes que todos podemos imagi-nar.
Los que partieron desde Canarias sin el correspondiente contrato o car-ta
de recomendación pasaban al «Triscome», donde podían permanecer un
número variable de dias: «El que no iba recomendado lo metían en el Tris-
45. A don Pedro G o d a Morales. Taibique, 26-Vm-1979.
46. A Don Higinio Morales. Valvede, IV-1976.
Consideraciones sobre la emigra& a Cuba
comio, una casa y alií lo dejaban hasta que lo sacaram4'.
En las diferentes regiones cubanas los isleilos canarios tuvieron notable
fama de honrados y trabajadores. Según las impresiones de nuestros emi-grantes,
la jornada diaria fue prolongada y muy dura:
dlií no era sino una esclavitud y nosotros los islenos más. Ganábamos
unas perritas y las ahorrábamos a fuerza de necesidades y privamos de algunas
cosas (...)»48.
«Trabajando como burros ahí. Nos levantábamos en la salida del sol y es-thbamos
trabajando hasta la puesta del SOL Por la mañana un buchito de café,
hasta las doce que corniamo~n~~.
La fornina de los emigrantes canarios, siempre esforzados y laboriosos,
fue variada. Frente al caso -por escoger uno- de don Juan Laureano Febles,
del pueblo de San Andrés, quien comed tumbando caña para progresiva-mente
comprar una carreta, luego una gran finca que destinó a la cría de va-cas
lo que le permitiría amasar una gran fortuna con la que llegó a El Hie-rro,
encontramos a los que regresaron a la Isla «sin un duro)), hecho que fre-cuentemente
tiene algo que ver con la necesidad y ansias de diversión en un
mundo tan diferente al de su Patria, donde los disfrutes libertinos y puteriles
estaban al alcance del poseedor de dinero:
«Yo estuve en Cuba y estoy cansado de saber lo que son las mujeres. Yo
gaste alií mucho dinero con las francesas. En Cuba las francesas de 18 y 19
afios se dedicaban a mamar las pingas. Yo les llamaba la atención y decían:
con el dinero que hagamos aquí, vamos a Francia, ponemos una casa y nos ca-samos
en Franaa. Tenem~ms arido a los tres meses».
Las ocupaciones desarrolladas en Cuba fueron diversas, siendo la más
rrirartedsh y repetida la de aquelíos que trabajaban en los inynios anica-reros,
la mayoría tumbando caña, labor que en determinadas épocas se prefi-rió
por su atrayente remuneración:
47'. Tf rntl R.
48. Cfr. nota 4.
49. Crf. nota 8.
Manuel]. Lorenzo Perera
«A la mfia. El que no era de negocios donde más se ganaba era en los
campos. En Venezuela lo contrario, donde más se gana es en las capitales. El
tiempo que yo (1915-1920. Volvió en 1924) y mi hermano (1917) estuvimos
allá ganábamos todos los meses 100 y pico pesos y la comida. Uno que estuvo
trabajando en una oficina, Paco Padrón, se fue a trabajar al campo porque sólo
ganaba 40 pesos»50.
Encontrando a otros que desempeíiaban en los mismos otras faenas ta-les
como las de cocinero o sirvientes, que desarrollaban de forma exclusiva o
en alternancia con la que era la dedicación principal. Casos muy especiales
los constituyen el de don Pedro Morales, natural de San Andrés quien cursó
estudios en La Habana llegando a ser «químico de la azucarera y el de don
Juan Ramón Morales, del mismo pueblo, quien trabajó como trasbordista:
«Mi padre, Juan Ramón Morales y Morales, fue trasbordista. Trabajaba
en el ingenio, se especializó en eso. Estuvo toda la vida en Cuba, iba y venia.
Le gustaba mucho aquello. Estaba allí dos o tres años, venia, estaba uno aqui
y se volvía. El him dinero, compró fmcas. Compró una fmca cerca de Sabino-sa,
tenía 200 o 300 higueras y vina. Se la compró a un tal don Nicanor, de la
Vilia. Está la fmca cerca de Sabinosa, ahora la tenemos yo y mis hermanos~~'.
nas:
Criar y vender vacas, carreteros, camareros, «a jornal), dependientes ...,
fueron otros oficios desempeíiados por emigrantes herrefios en tierras cuba-
«Se iban buscando dinero. Un individuo criando vacas (una o dos) poco
hace. Alií muchos se hicieron millonarios. Individuos que aquí nacieron po-bres
y allí se hicieron ricos (...) Con la carreta se ganaba mucho; alqnos com-praban
dos bueyes y la carreta pa llevar azúcar al ingenio y eso daba dine-roBS2.
A pesar de la dureza del trabajo a la que hace alusi6n el emigrante he-rreño,
muy común a todos los movimientos de ese tipo, la totalidad de los
ancianos con los que hemos cambiado impresiones han hablado con honda
ailoranza de Cuba y del cubano: ((gente como los cubanos no los hay; alií
50. Cfr. nota 29.
51. A Don Matías Morales. San Andrés, Vm-1977.
52. Cfr. nota 29.
Comidcraciones sobre La emigra&% a C~ba 26
tuve tíos y familiares que se murieron a l l t ~D~i~ch.a impresiót; se repite, por
igual, entre los Indianos que regresaron ricos y los que vinieron sin un peso,
y en ocasiones mucho mds intensamente entre los segundos, apreciación,
que como tantas otras cosas, se recoge a nivel folklónico musical:
«Viva Cuba porque tiene
muchas casitas de guano
a donde vive el cubano
y sus hips los mantiene.
De punto desconocido
vienen a Cuba preciosa
y en ver la cubana hermosa
se &m-,I;1i,&j053354.
«Cuba, Cuba suelo mío,
reina de la ardiente zona
dame una selva en un río
y una flor de tu corona.
Dame una selva en un río,
dame una palma en un Uano,
el poder que en ti se encierra
cpe yo por ninguna tierra
cambio mi suelo cubano»55.
La integración y el carifio del canario por Cuba, donde la cuestión idio-mdtica
no era barrera diferenciadora, guarda relación con el hecho de que la
«Perla del Caribe>>, por las razones históricas de todos conocidas, era practi-camente
una prolongación del solar canario. A la emigración de los abuelos
siguió, muchas veces la de los hijos y la de los nietos. Los luchadores y juga-dores
del palo canario que visitan la Isla son vitoreados y aplaudidos como
en su propia tierra.
El canario como el cubano participa en los velorios dei Santo -«be ias
cosechas suntuosas»-, donde se cantaban expresivas décimas o puntos cuba-nos:
53. A DonJuan Quintero Morales, San Andrés, Vm-1977
54. Cfr. nota 8.
55. A Don Severiano Fonte Garda San Andres.
27 Manuel J. Lorenzo Perera
«Oídas por ahf canthdolas y en los velorios del Santo, en los campos.
Esa es la fiesta mayor que hay en cPban5'.
«En Cuba, en los sitios aislados se daban velorios. En los pueblos habían
sociedades. A los bailes de los blancos no iban bs negros y a los de los negros
no iban los
Se hadan velorios. Se ponía un altar con velas y a comer lechón asado,
beber, cantar, farriar. Los hadan los dueiios de las fincas o de las casas porque
los
Acude a los poetas populares cuando quiere remitir algún hermoso co-municado
sus parientes de las Islas
«Aiií en Cuba, en esos paraderos del tren, había poetas que tocaban el
laúd. Cantaban puntos cubanos. En Cuba hablan poetas que hablan estudiado
pa eso y Usted le decía yo soy de. tal sitio y me pasa esto. Y me sacaba una
Y se aficiona a uno de los «vicios» más sentidos por la población cuba-na,
la pelea de gallos, todavía enormemente arraigada en el Archipiélago:
«En Cuba tenían el vicio de los gallos finos. Bajaban del campo a la capi-tal
a jugar a los gallos. En la capital y en los pueblos del campo tambidn. Juga-ban
apostando dinero:
«Cuando yo llegut a la vaiia
oí llorar un suspiro
y fue que perdió el guajiro
su gallina guacamalla.
El me dijo, no te vayas,
espérame compañero;
tl tendió su vista al cielo
mi galiina va a rociar
y si vuelve a remoliar
ven a recoger dineromóO.
56. A Don Antonio Carbah. Las Puntas (E1 Golfo).
57. Cfr. nota 34.
58. Cfr. nota 8
59. Cfr. nota 8.
60. Cfr. nota 8
Consideraeones sobre ia emigración a C ~ b a 28
De otro lado, el emigrante herrefio comprobó como en una tierra
más grande y rica que la suya propia el «esquema» de los «rabos blancos» se
ampliaba, detalle que captó perfectamente, diferenciando entre los altos bur-gueses
cubanos, duefios de algunos ingenios y los americanos (qankisn). Es-tos
últimos, como se aprecia en uno de los puntos cubanos que más adelante
aparecen, eran quienes se «comían la masa» y fueron los agentes esenciales
de la famosa y trágica moratoria:
«Fui (a los 15 años) porque éramos pobres a ver si ganlibamos dos pese-tas,
porque aquí no criábamos sino animales. Estuve cuatro años en Cuba y
vine a servir a Tenerife a los 20 años, en el cuartel de San Carlos. Después de
cuatro años (servicio militar) me casé y despues de casado (volví) cuando la
Moratoria en Cuba, que quebraron todos ios bancos. ¿os americanos fueron 2
N
quienes tuvieron la culpa. (En la segunda ocasión estuvo de los 25 a los 26 E
&os). Antes de estallar la Moratoria se ganaba. La Moratoria estziió porque
los cubanos pedfan un precio por la azúcar y los americanos otro. Hasta que
O
los cubanos no quisieron vender. Dijeron los americanos, ahora no quieren E
vender, pues tampoco compramos»61. E
2
E
«El azúcar de Cuba lo transportaba el americano. El americano fue el que $
jodió a
-
0m
«Yo soy el rico burgués E
y soy el dudo del dinero O
y soy el que explota al obrero n
y le doy de puntapiés. E a
Yo soy el que con interés
n me establezco en donde quiera, n
En naciones extranjeras
hago lo mismo que en Cuba
pa que mi capital suba
msvde acd~sTi em,63.
«Mando mi perro Trabuco
al monte a cazar juntías.
Me dice que no podía
61. Cfr. nota 44.
62 Cfr. nota 8.
63. Cfr. nota 55.
Manuel J. Lorenzo Perera
cazar en tantos vejucos.
Ven acá que yo te busco
un monte claro y espeso.
El me dice no es por eso
otra cosa que me pasa
que tú te comes la masa
y a mi me tiras el huesonó4.
Hemos recogido abundante información acerca del gran aprecio y esti-ma
de que fue objeto el emigrante canario, «el isl&o»: «Eran los más estima-dos
en Cuba siendo canarios; allí les dedan islef ios~q~u~ie,n suele rememo-rar,
prodigiosamente, las vivencias y lugares que recorrieron: m
E
«Viviamos alií en una casa grande que había alií. La fmca se llamaba La O
n
Juanita, en Matanzas, en un pueblecito que se llamaba Güira Macuriges. La - m
cafia la molfan en un ingenio cerca, La Flora. Yo trabajé en muchas fmcas. O
E
Otras cosas eran Pedroso, un pueblo pequeiio; había también un ingenio, So- E
2
corro de Armas y trabajábamos en la fm Reguero, el du&o se llamaba He- E
liodoro Toledo, era cubano. Nosotros dfamos libres a buscar trabajo a esas fm-cas
»(j6.
3
-
0
m
Lo expuesto hasta aqui atestigua que el islefio fue un grupo numeroso, E
importante, diferenciado, capaz inclusive de crear y potenciar, como sabe- O
mos, instituciones propias, tal como acaece con la conocida Quinta Canaria:
E -
«En Cuba nos apuntábamos en la Quinta Canaria, era como un hospital. n
Pag4barnos todos los meses un peso o peso y medio»67. ' n
64. Cfr. nota 8.
65. Cfr. nota 37.
66. Cfr. nota 37.
67. Cfr. nota 37.
Consideraciones sobre ka em:;4rmiICÍaó nC uba
APENDICE
Querernos ampliar el presente apartado con un conjunto de datos biográficos y
textos orales alusivos a dos emigrantes herreiios, ambos del pueblo de San Andrds. Se
trata de don Juan Fonte Garda y don Juan Morales Armas.
El primero de eilos pertenece a la «iaza» & los Fonte, quienes desde antaño se
han dedicado al cuidado de manadas de ovejas. En la actualidad (1982) dos de los
cuatros pastores de San Andrés son primos pertenecientes a la familia Fonte.
Juan Fonte y su padre fueron pastores, en régimen de medianerfa, anta y des-pués
del viaje a Cuba, ocupaaón prioritaria que alternaban con el cuitivo de las par-celas
(huertos y cercados) que posibilitaban el complemento vegetal de la familia:
«Antes de irme pa Cuba, mi padre estaba de medias con Tío Pedro Casta-
fieda, descalcito y no me hartaba ni de &o (...) Mi padre, casado ya, fue tarn- E
bikn a Cuba, con el dinero que trap compró tierras en El Golfo. O
n -
Fui caminando hasta el Puerto (de la Estaca), cuando eso no habían ca-rreteras
ni nada, no habfa ni mueile. E
E
Fui en barco a Tenerife; en La Gomera embarcaron unos cuantos por la 2
E j&-jk -
Hermano como estaba la mar, 3
por donde saltaste --
0 por la playa o por la jila-jila. m
E
por la jila-jila, el cofío tu madre. O
(Erarnos) doce o catorce de el Hierro ivendidod, pagos de pasaje, a traba-jar
alií hasta que pagaran el pasaje (...). Nos vacunaban a bordo, me recuerdo n
E que se me hinch6 el brazo. -
a
Estuve siete años en Cuba. Me marche de 17 años. Pasé la Moratoria en
Cuba, quebraron los bancos y todo, como en Santaella (...) Primero estuve en Z
Ayala, en la fmca Los Padmnes, ayudante de cocina y tumbando caña, hasta $
que ellos dijeron ya esta pago el pasaje; trabajamos sin pagarnos nada (...) En
Ayala, donde yo estuve de ayudante de cocina había una cocina y su mesa pa
comer ios traba'pdores iyo vi cada peiicuia a cuenta de ia comi<iai; habfa ia m-cina
y un ventanillo por el que se vía el comedor que era donde se comía (...)
Tumbando caña son dos compañeros, tú y tu compafíero, marcan tantos
sacos de cafla, otra pareja por otro lado. La caña se cortaba, se tumbaba, se
llevaba pal ingenio (antes se le quitaba ia hoja). Después había que guataquear
la tierra. La caña de Cuba es muy dule, pasaba un panadero, cogia un trom
de i e!n~ em +a en el y se lo comía uno: un -puaraIp.
Despuds fui a Los Cocos, a la finca de un primo mío, un tal Dámaso Pe-rez
Tumbando c&a Dormíamos en un barradn, guindados en las hamacas.
Manuel]. Lorenzo Perera
Después fui a las Lomas de Buenos Aires. Allí es más montañoso que
esto. Produce de todo, se da mucho el cd6. Trabajaba en el caf6. AU tienen
un horno todas las casas pa hacer pan. A las diez el capataz nos llevaba el de-sayuno
y a las doce el dudo tocaba la bocina y pa la casa a llevar el cafe y a
comer.
Yo en La Habana llegó Hilario, uno de aqui que luchaba, me pidió unas
pesegs. La verdad es que no traje muchas. Después se fue pa Buenos Aires,
me escribió un anónimo insultándome. Yo tenia aquí dos vaquitas, las vendi,
me fuí pallsí y le dije: sabes a que vengo, a que me pagues el dinero que me de-bes.
Mi cuflado me dej6 el puesto que tenía (ayudante de cocina) y trabajé de
eso.
?ht ~ j &ee,- , p m-: t k m u ~ imi
Fue muy posiblemente su estancia «no programada» en Cuba, lo que le abriría
los ojos al padre de don Juan Morales Armas, convirti6ndolo a su retorno en el pri-mer
comerciante de San Andrés:
«Mi padre en Cuba estuvo cuando la persecución de Manuel Garda Fue mili-tar
en Cuba Mi padre le hizo un chico a una mujer, se casó con otra, tuvo un
nao y se murió, después nací yo. Cuando estaba en estado fue mi padre a
Cuba Estuvo cuatro años en el cuartel. Mi padre estuvo en las cuadrillas mili-tares
persiguiendo a Manuel García Fue a Cuba porque no se presentó o no
lo comunicaron cuando el reclutamiento y por no haberse presentado lo man-daron
a Cuba al cuartehó9.
La actividad comercial les transformaría en una familia diferenciada frente a las
restantes (dedicadas exclusivamente a la agricultura y al pastoreo), ocupación que de-sempeflaba
antes de partir para Cuba
Su viaje a Cuba no está condicionado, imperiosamente, por motivaciones de sen-tido
económico. A su regreso a Cuba, del que guarda gran cantidad de recuerdos
(anillos, fotografías, leontinas, monederos plateados, prendas de vestir...), se pondría
al frente de los bienes paternos (venta, tierra, etc.), se preocupó por el buen funcio-namiento
de la escuela del pueblo; fue socio fundador de la sociedad, todo lo cual es-tuvo
muy avalado por el hecho de que era uno de los pocos que sabían leer y escribir
(vkase srpra). De otro lado, siguió dedicándose a dos de sus antiguas ocupaciones, en-riquecidas
con conocimientos adquiridos en Cuba: la de palo o pronosticador del
tiempo y la de curandero, disfrutando hasta hoy de notable y merecida fama7':
68. Cfr. nota 8.
69. Cfr. nota 29.
Consideraciones sobre ka emigración a Cuba 32
(A unos los echaban pal Triscorne, a otros pa tierra. Yo tenía conoci-mientos
de Geografía y no estuve en el Triscome. El viaje me costó cien du-ros.
TrabajC en un comercio en La Habana, en un hotel-restaurante, allf estuve
tres años hasta que me enfermé del pulmón y vine pacd (...). Yo trabajé en el
Hotel Modelo, no se cerraba nunca Se daba s610 bebidas y comidas, no se
daba cama. Era de mamposterfa, debajo se servía y encima vivía el duefío.
Eramos quince dependientes y se hacían 400 pesos diarios. Yo ganaba 30
mensuales. Yo sólo estaba con las bebidas y las comidas, no hadan servicios
mecánicos, tenía que estar siempre limpio. Yo no fui a Cuba por dinero, yo no
quise trabajar en el campo, me quedé en la capital.
Aiií iban muchos yanquis, muchas hembras. Yo no entendía aquel idio-ma,
el encargado y el dueño tampoco lo entendían. Eiios iban a buscar al bar
ias 'bebidas. En Cuba no se iievó a ca'w ia iey seca y eiios i'ian allí a 'm'ber N2
mucho. E
El jefe del Hotel era espaíioL Su vida la hizo de bodeguero, después O
n
transformó la bodega y la hizo bar. Era casado con una canaria, de Lanzarote -- m
o Fuerteventura era. Era un buen hombre (...). Ailí habían muchos rateros. O
E
Los islefíos de Canarias teníamos fama de honrados y trabajadores. Me dip el E
2
hombre, si quiere se puede quedar aquí, pero después me enfermk y vine p a d -E
Cuando yo estaba enfermo en Cuba, estuve en los pabellones de la Quin-ta
Canaria Allí estuve mes y medio. Yo era socio de la Quinta y tenía derecho -
a todas esas cosas. Había que pagar dos pesos mensuales. Yo era socio desde -
0
m
aquí, pero cuando vi que los mataban con morfiha, vine paqd, (...) Yo aquí E
no padeda de eso (tubemilosis), fue un día que tome un vaso de leche fria O
con hielo, un día de calor, después fui a la Quinta n
Pagaba un cuarto pa vivir. Al principio trabajaba 10, 12 y hasta 14 horas. -E
a
Por último trabajaba 10 horas cuando me a d a u na sociedad de dependien- l
tes. En Cuba tuve una lavandera llamada María, era de Lanzarote, era una n
mujer fuerte pa trabajamí'.
n
3
O
70, Gbre su actividad como curandero puede ampLiarse la infonnaa6n m nuestro trabaju
(entro de la Cuitura Popuiar Canaria. La Laguna, Isla de Tenerife] MdukappuIrrr UUI<I& v.
1. La figura del curandero.
71. Cfr nota 29.
Manuel J. Lorenzo Perera
CONSECUENCIAS DE LA EMIGRACION
Con el júbilo del Indiano al pisar su siempre &orado apeiión herreilo~,
se relaciona el siguiente cantar del baile del Tango o de Tango:
«Y ay abuela está mal/
que dicen está una campana
y que la to/can los indianos
y cuando vidnen de la Habana
y la la ni ri na
y lalalirinana
ylalalirina
y la la 1i n na nm7? m
E
Por los mismos cauces, la Fiesta de la Bajada de la Virgen de Los Reyes O
-la más importante de El Hierro- tradicionalmente se hace coincidir con la n - m
arribada a la Isla del mayor contingente de herrefios que por diversas cir- O
E
wstancias se ven obligados a residir fuera de su Isla Las Ultimas Bajadas se E
2
E han celebrado a fmales del mes de junio, para que los estudiantes
-relativamente numerosos- una vez fuializado el Curso, puedan asistir y anta- =
ño durante el mes de mayo, coincidente con el regreso de los Indianos y el -
0
dinero remitido por éstos. La demora en la celebración de la Fiesta, por cual- m
E
quier circunstancia, ha llamado la atención de los poetas populares tal como O
denota la loa siguiente:
n
E
«Madre mia de los Reyes a
de maravilla lo tuve n
que cambiaron tu Bajada, n
tan s6lo por esperar O3
el dinero de La Habana
Cuip t ñ i m ü s nosoíros
el que te damos dinero
y no te compramos prendas,
para tenerte adornada;
que el cura y el mayordomo
sequieren criar pescuezo
sin coger vara ni azada
La dijo Piáada, de la Cuesta de San Andds. Yo era todavia
Consideranones sobre la emigranán a Cuba 34
Con bastante frecuencia el regreso al terruño, por diversos imperativos
humanos y g e ~ g r ~ c onso, se comunicaba o no se p d i a transmitir a los p-rientes
de ía Isla Inicialmente se «subfa» hasta ía Villa capital o Valverde, a
la que «se miraba» ya de otra manera:
«Antes de irme, mirábamos a la Vilia como una gran capital, como Londres y
seiíor don, seiíor don. Después que vine de Cuba la miraba como un pueblu-prosiguiendo
a continuación en caballerfa, donde se transportaba el baúl con
más o menos pertenencias, hasta el pueblo de residencia:
«El año 17 se fue a Ternijiraque a buscar agua El año 17 me fui a Cuba
D No había (en la Isla) ninguna carretera El año 21 estaba abierta un poco la X
E
del Puerto (al regreso de Cuba). Un hombre me subió en un mulo desde el
Puerto hasta San Andrés. Le dije, cuanto es; me dijo, lo que quiera, y el dijo
=
ieso es mucho! Y se fue muy contento con los tres duros. Me fui de 15 años a o"
E Cuba, tenía un tío allí. 17 días tardamos pa llegan>75. E
2
E
«Subí, al regresar, en una bestia, Después bajé al golfo caminando. Mi fa- e
milia estaba abajo (de mudada)n7'. 3
- 0
Lo que hicieron los Indianos, tras su regreso de Cuba, estuvo en fun-ción,
en gran medida, de los caudales que lograron hacer. Los que trajeron
muy pocos o ninguno, se dedicaron, como otrora, a la agricultura e incluso
al pastoreo: E
a
d i padre fue pastor. Yo me crié con ellas, después mi padre las quitó. n
Fui a Cuba tres años y pico, luego cuatro; en Venezuela también estuve.
Cuando vine de Cuba las cogí (las ovejas) de medias. No traje un centavo. De O
Pedro Morales y de Virgilio (eran propiedad). A los tres años paalamos; cada
-no pgahz !I mi& de! verde; todo se ptfm7'.
72. Cfr. nota 35, pág. 47.
73. Cfr. nota 5.
74. Cfr. nota 34.
75. Cfr. nota 53.
76. Cfr. nota 29.
77. Cfr. nota 37.
Los Indianos enriquecidos -«quemar su vida allí para morir ricos aqui y
dejárselo a sus hijos»- invirtieron el dinero ganado duramente en Cuba de di-ferentes
maneras. La mayoría lo destinaron a la compra de tierras, grandes
parcelas que antaño fueron comunales y que habfan adquirido -mediante las
ya indicadas subastas o remates- los privilegiados habitantes de Valverde:
«Todo el pueblo del Pinar era de la Villa; después, con los viajes a Cuba y
América, los fuimos echando de aqub7*.
«Mi hermano Pedro era el tercero, fue a Cuba también. Yo le dije que se
quedara en La Habana y aprovechara. Le di cuarto (por el pagábamos 30 pe-y
qpU,hñq y ~ t p e~ s 2 ir y pagzbz7) y ti&+
jaba por el dfa de cocinero y por la noche iba a la Universidad de La Habana
Estudió cuatro años. Me escribid, pues yo me había venido por lo del pulmdn,
diciendome que se habia graduado, sacó sobresaliente y hizo el número dos.
Fue químico de ingenios. Cuando acababa la zafra pa no gastarse el dinero tra-bajaba
en una bodega que tenia. Allí estuvo varios años. Se trajo unas 6.000
pesetas. Aquí pagó una deuda que tenía yo de once onzas y se fue a Las Pal-mas
a trabajar en el comercio. Un tumor que tenía en el estdmago se le habfa
reventado y estaba mal. Se vino aburrido para acá, compró la casa esta y puso
un comercio. Si no se hubiese casado se hubiese curado, pero se cad, le fue
bien y se compró en El Mocanal una finca grande que fue del cura José Fran-cisco.
Alií el puso un medianero. Era un hombre de mediana inteligencia pero
de alma femenina. Mis otros hermanos y yo somos todos masculinos, pero
con él no se podía contar para darle a alguien una cuerada, eran-como don
Juan Tenorio, de alma femenina y cuerpo masculino. Aquí no estudió, s610 al-gunas
cosas que le ensefié
Otros se dedicaron al comercio, actividad más rentable, la cual hasta
mediados del siglo XIX fue monopolizada por los caballeros de la Villa,
m-I uknesj Inc!~sn, fimd-rnn ventzs en nmu ph!acionei: (E! ?ha:...), !ien i
guiendo el ejemplo de aquéllos, otros mediante consejo de parientes más an-danos
(es el caso de don Patricio Cabrera, de Las Casas) o porque do traían
de Cuba»:
78. A Don Fernando Gutikrnz Taibique, 1-V-1978.
79. Cfr. nota 29. 16-Vm-1977.
Considerabones sobre la em&rabón a C~uba 36
«Lorenzo Benítez antes de irse pa Cuba cuidaba ganado con majos y Ra-mona
descalza Cuando vino de Cuba de acuerdo con un sefior de Las Palmas
y le mandaba mercancía. Casi todos le vendamos el queso a él. Lo secaba en
la casa de la Cancela la Piedra Yo me acuerdo de ir a empaquetar queso abajo
con él. Pal negocio era un hachmS0.
Similar es el caso de don Higinio Morales (natural de Isora). Antes de
su marcha a Cuba se encargaba de las propiedades paternas; en Cuba trabajó
en una tienda de vfveres para colonos (en Matanzas) y a la vuelta se deáicó,
fundamentalmente, a la exportación de queso:
«Tenía diecisiete años cuando fui a Cuba (1929). Vine a los veinte y tres
d o s y- medio. Esave das * ~ sL utiscmdo hbim,l;ias y C G ~ sGe - ,c& e! &n e r ~ m
me dediqué al queso. Me casé a los treinta y cinco. Los que me ven& el
E queso eran de Isora y San Andrés. También venían a comprar porque tenia
una tienda mixta, venda de todo»*'.' O
--n m
O
No faltó quien, además de adquirir propiedades agrfcolas, llegó a insta- EE
lar una pequeña industria: S
E
«Mi padre se dedicaba a criar y vender vacas en Cuba Se vino pacá con 3
la Moratoria Yo vine de Cuba de ocho años y tengo cincuenta y tres cumpli- -
0
dos. Mi padre tenfa una finca en la provincia de Matanzas, en Uni6n de m
E
Reyes. Juan Acosta, Dionisio Padrdn y Longinos Lima eran empleados de mi O
padre. Mi padre tenia cinco mulos y una carreta pa llevar plátanos al pueblo,
tenía parte de caÍía Tenía 500 o 600 reses. El ganado era a medias con Piloto n
E Pérez (cubano). Al llegar aquí compró una máquina de gofio que está (hoy) en a
el Barrio y fincas, dos en el Golfo y en el Pie de Risco. En Nisdafe tenla algu- n
nas de herencia. La finca de manzanos que tiene Tadeo, fue de mi padre. Mi n
n
padre se llamaba Juan Laureano Febles Acosta. Cuando soltero, en El Hierro,
fue pastor de ganado»82.
3
O
«Juan Laureano en aquella época trajo 5.000 duros. Don M... también
trajo, pero jodiendo a la humanidad. Juan Laureano tenia una fmca y ganado.
Muchos de aqui trabajaron con él Cuando vino puso aquí la máquina de mo-ler
gofio»83.
au. s. noia B.
81. Cfr. nos 46.
82 A Don C. Febles, 53 &os San Andrés, Vm-1977.
83. Cfr. nota 8.
De la misma forma que muchas de las casas de los actuales emigrantes
(en Venezuela) destacan, a veces enormemente, con respecto a las restantes,
figurando en la entrada de una de eilas, ubicada en la Villa capital, la leyenda
«gracias Venemelm, la casa del Indiano rico se diferenciaba de las demas en
su más esmerada construcci6n mostrando muy frecuentemente techumbre de
tejas (las otras de colmo de centeno) y su fachada construida con piedras la-bradas:
«Esa casa de caballete k hizo un señor que vino de Cuba y trajo 1.000
pesetas»8 4.
Provistos de más o menos prendas, fue rasgo común a ia mayoría de ios
Indianos el vestirse a la moda cubana del momento. Lo que unido a su fama
de hombre adinerado y a la costumbre de ponerse en las orejas y en los bolsi-llos
una ramita de «albeaca», para desprender buen olcr, nos explican el
atractivo ejercido sobre las jóvenes casamenteras:
«Veníamos con el traje de Cuba y el sombrero blanco de indiano, enton-ces
ks chicas miraban a ver como nos trancaban. Yo tuve una partida de no-vias,
todas desesperadas. Este anillo, el monedero (de rejiiias, plateado) y otras
prendas las traje yo de Cuba. Traje dos leontinas de oro, el dije es un Luis de
oro, yo soy republicano. Por el otro kdo de la leontina iba el reloj. Me la p-d
a pa ir al baile y las mujeres hadan pa trancamos. Algunas se casaban y des-puts
se daban cuenta que era un desgraciado y no tenia una pesetaug5.
Si podemos generalizar en lo relativo a la vestimenta o al menos en
cuanto a venir provistos de algunas de las prendas que cornponfan el caracte-rístico
traje del Indiano, no sucede lo mismo en el terreno del enriqueci-miento
cultural en tierras caribeñas, habiendo sido mayor& las ventajas para
g:qzfic!us crobg:bU,? bsl i~i?+gdCaUat L3j- Ur-bai7us, &jq ce p i -
bilitar la asistencia a &es, teatros e incluso a centros docentes. Muchos
aprendieron a leer y escribir en Cuba, encontrando a otros e s el caso de Pe-dro
Morales (véase mpra)- que fuializaron estudios universitarios.
En los campos las posibilidades fueron muy pocas o nulas, motivo por
el que, con mayor o menor fortuna, regresadan a El Hierro en similares
wfi&ciGies ks &: rT1ún -lato & - -:L.
84. A Doha Amelia Castm, 87 &os. Taibigue. Vm-1976.
85. Cfr. nota 29.
Consideraciones sobre ka em&rlltlOn a C~ba 38
uMi padre uuan Laureano Febles) no sabia ker ni escribir, ni fumar. Con
las hueiias. Mun6 a los noventa y dos años. Hace tres años que murió:
En casa de Juan Lauriano
no se puede trabajj
porque al tiempo de pagar
saca cuenta con
La gran mayoría de los Indianos regresaron a su tierra de origen con
una mentalidad más amplia, más liberal y avanzada que se plasma, entre
otros, participando en la creación de Sociedades (Casinos) donde suelen frgu-rar
ocupando cargos de su junta directiva En dichas entidades, los bailes de
cuerdas, en cuya introducci6n (posterior en El Campo al &o 1912) tanto
significaron los Indianos, suplantaron al ancestral baile de Tango, el cual se
bailaba en alguna de las casas del pueblo. Todo elio con la debida oposición
de determinados sectores, principalmente los ancianos:
&S mozos iban y pedían las casas particulares para bailar. Por cuenta
mia y de Juan Padrón se hizo el Casino. Nosotros iiegábamos, teniamos unas
pesetas, vestíamos bien. Lo intemunpiamos (el baik) porque nos tomábamos
cuatro copas y nos divertíamos. A la gente no k gustaba eso y por eso ma-rnos
el Casino. Yo fui Presidente del Casino ocho o nueve aiiost8'.
c<En tiempos de mi Padre no había Casino. Le pedían la casa más apm-pida
a alguien y se hada el baile, con velas pegadas a las papedes. O se alqui-laba
pa la temporada un salonato. Los casinos se fundaron por 1920 que fue
cuando vino Juan Moraks de Cuba, Cecillo, Los Fraiies ... Cuando eso se baila-ba
todavfa en casa Bernardina. Era cuando Cecilh y Juan se pusieron de
acuerdo para desbaratar los bailes(...). El verdadero fundador de la sociedad
fue Juan Morales Era el más que sabia de plumas y cosas desa~+~~.
La «moda» de los Casinos, surgida en El Hierro en época, relativamen-te,
tardia El primero en ser fundado fue el de la Villa de Valverde. Tal he-cho
tuvo lugar en 1860, y a la estrenada sociedad se le puso el nombre de
«El Teatro», teniendo lugar en su sede representaciones de obritas de teatro
y baiiesg9.
86. Cfr. nota 82
g?. CCC. M1 34.
88. A Don Angel Reboso. San Andrts, 17-W-1978.
89. Cfr. nota 31, págs. 324-326.
En la constitución de los primeros casinos tuvo mucho que ver la inter-vencidn
de personas extrainsulares o poseedoras de una nueva y diferenciada
mentalidad En el de Valveráe, fúe decisiva la intervencidn del Comandante
militar de la Isia, don Ram6n Súnico y Tejada, que fue su primer Presiden-t
e . En las sociedades del Campo, las primeras de las cuales fueron creadas
en los úitirnos aAos del primer cuarto del siglo actual, en algunas ocasiones
se apreció la intervención, csn fmes lucrativos, de gentes de Valverde, tal es
el caso de la de Taibique (El Pinar), fundado por Lazan, Panasco, propieta-rio,
a m vez, de la panadería y «una gran ven-. Más importante fue la labor
~da c i onallle vada a cabo por los Indianos en pro de crear -sin duda dejain-dose
influenciar por modelos caribeSros- unas sociedades que por diversos
irnperatms so~o-cuituraies han servido, casi exclusivamente, como lugares
de baile.
De lo expuesto se desprende que la emigracidn convirti6 al Indiano en
un ser distinto -más rico, con diferente forma de pensar, de vestir. ..- con
respecto a los restantes miembros de la comunidad, factor que nos explica el
tratamiento de Don -similar a los habitantes de Valverde- que se le dio, so-bre
todo, a los pioneros y a los mas acaudaiacEos:
«A los primeros que fueron a Cuba los trataban de Don. Fueron en vele-ros.
Tardaban tres meses palK yo no sé: Ramón Acosta, de Las Casas y Va-lentln
Acosta, de Taibique. Después casi todos fueron a Cuba La época que
mas se gozó en Cuba fueron los aiios 19 y 20ng1.
Otras consecuencias de la emigracidn a Cuba se relacionan con el mun-do
de las creencias y la medicina popular. Entre las primeros destacan cier-tas
prácticas brujeriles, espiritistas, la baraja... En cuanto a la medicina popu-lar,
en algunas de las casas de la Isla se guarda en ocasiones con cristal pro-tector
y marco, el rezado (impreso en Cuba) de San Luis Beltrán. Traído o
enviado &de Cuaba, se ernpiea contra el mal de ojo o quebranto; en caso de
necesidad los vecinos lo solicitan a su4 propietarios.
Igualmente, los curanderos y personas inquietas que fueron a Cuba, re-cogieron
allí ciertas prácticas mddicas más racionales que las que conocían
antes de partir, casi las únicas existentes en una Isla abandonada en todos los
aspectos. Algunos de esos curanderos -es el caso de don Juan Morales Ar-
90. Cfr. nota 89.
9 1 Mentidero ck Taibique, 26-Viii-1976. .
Conri&rauones sobre ia emigración u Caba 40
mas, de San Andrés- gozaron de notable fama El texto que sigue nos fue
relatado con sus propias palabras
«Para curar a los niños (antes de ir a Cuba) los curaban con orines y sal.
Otras veces mierda de los perros. Se lo hacian comer a la fuerza Yo quité
todo eso y les mandé jugo de plantas y jugo de frutas, después que vine de
Cuba (...). Yo soy bendicero, aprendí aquí en El Hierro, también en Cuba ha-blé
con un bmjo negro. Para ser bendicero hay que nacer, es el espiritu mag-nético
porque yo soy magnetista (...). Antes se daba el caso de que la leche no
se cuajaba y él (El Nogal, otro curandero) la cuajaba por mediación del diablo;
yo cuando vine de Cuba les demostré a esta gente que esto se podía hacer por
mediación de ~ i o s n ~ ~ .
2
Desde el punto de vista folklórico-musical, las innovaciones más nota-bles
las representan los puntos cubanos y los bailes de cuerdas. O
Como puntos cubanos se denomina a una gran cantidad de composicio-m
nes poéticas. Algunas de eilas fueron aprendidas y traídas de Cuba Qtras
fueron asimiladas oyéndolas cantar a los recién llegados de la «Perla del Cari-be
», quienes crearon otras, labor que promocionaron algunos p t a s popula-res
naturales de las otras Islas del Archipiélago, quienes recorrieron los pue- $
blecitos herrdos: -
0
m
E
«Juan Hernández Negrín para mí fue el mejor. Yo canté con él; vino al
Casino a cantar puntos cubanos y hasta sacó sus reales. Era
-
Además de lo que supuso la aportación indiana en su doble vertiente:
intromisión, creaaón propia, es importante reseiiar a los poetas locales que
dedicaron su atención a los puntos cubanos, hecho que es reflejo del interés
general existente en la Isla: 5
O
<*Las- tlhzmcs (dS&rss) en e! hG!e y no cpesim las chicai que descan-sáramos,
que siguiéramos cantan do^'^.
Entre los puntos cubanos-improvisados unos, transmitidos otros- los
más caracteristicos son los de diez versos, las décimas, casi siempre consti-
32, Gr. E.- 29.
93. A Don Marcelo Quintero Benítez La C m Alta (Frontera).
94. Cfr. nota 56.
tuyendo composiciones de cuatro estrofas, recibiendo cada una el nombre de
cuarteta. Encontramos otros de cuatro, seis, ocho... versos. Fueron muy uti-lizados,
aún hoy, en las porfias o enfrentarnientos interpersonales, cantándo-se
con -laúd y dos claves- o sin instrumentación de cuerdas, ofreciendo una
temdtica muy extensa: emigración; de letras «verdes», muy implicados con la
vida libertina y ~puteribq ue tuvieron ocasión de conocer los emigrantes he-rrefios
a Cuba; de tema amoroso; satírico burlesco; poiítico, encontramos
otros referidos a las faenas agricolas; dedicados a determinadas personas ...
Los puntos cubanos se interpretan, generaimente, durante las fiestas,
tanto locales como familiares, enunciado aplicable a los mds amplios, «las re-tajilas)).
Las más características composiaones, constituyen auténticos relatos
iiistbricos, cubriendo ei cometido que anteriormente, como medio de comu-nicación
social, tuvieron los romances y las loasg5.
«...fonoso me hacen cantar
cosa que en la vida he hecho,
le doy largura a mi pecho
hasta donde pueda iiegar.
Me deben de dispensar
si cometo algún error.
Como personas de honor
de quien me veo obligado
no debe de ser notado
errar quien no es cantador.
En la obhgau6n me he hallado
y errando a cada instante
y no hallo consonante
en todo lo que he cantado.
Canto porque soy mandado
y p r r?c? ser des"",
canto por dar cumplimiento
y también por complacer,
no es porque le sé poner
el oido al instrumento.
95. Sobre tales géneros y sobre el Folklore herrefio en general, puede ampliarse infoxmación
en la obra reseñada en la nota 35.
En fui ya se haiian servidas
seAoras y seaoritas
parque un poco antes de ahorita
yo no he cantado en la vida
Asi que ya están servidas,
su gusto esta cumplido.
Como cantar no he podido
me deben de dispensar
ya me han oido cantar,
se~oraysa están servid as^^^.
ayo registré lo que quise
en los hites del suelo
y subí cantando al cielo
donde no hay quien improvise.
Una décima le hice
a San Juan en mi llegada.
Si apod-e nada
fue tanto lo que gustó
que hasta Dios se levantó
talariando mi tonada.
Pues yo cante en el Oratorio
del Santo Niíío de Atoche
y le hice pasar la noche
a los Santos de Velorio.
Alií 11egd San Gregario
celebrando mi virtud
San Pedro mgi6 laúd
y botó el mazo de kves
y dijo denle a las claves,
yo me voy con Limendú
Santana y Limendú (dos poetas populares cubanos). En Venezuela io
aprendf por unos que vinieron de cubaw9'.
uVi una pven elegante
sentada en una ventana
96. Cfr. nota 56.
97. Cfr. nota 56.
Manuel J. Lorenzo Perera
y porque me dio la gana
le hice una seiía importante.
Y la joven dilerante
buena esperanza me dio.
Asl que el sol se escondid,
me dirigí donde ella
y la elegante doncella
a todo me.contest6.
Ya después de haber pasado
las palabras de ordenanza,
quise brindarles confianza
para ver su resultado.
Le dije si habfa lievado
relaciones vez alguna
y me dice por fortuna
vatias de ellas he tenido,
pero todas me han salido
como la noche sin luna.
Pues mis novios fueron Hilario,
Pedro, Pabl~,~Valentin,
Venancio, Goyo, Martfn,
Tomás, Eduardo y Macario.
Crist6bal. Juan, Candelario,
Santiago, Bartolomé,
Casimiro, Bemabé,
Blas, Ismael, Inocente,
Ambrosio, Pastor, Vicente,
Clisanto, Emilio y Usted.
Pues perdió Usted su porvenir
según me da a comprender.
Pues yo quisiera saber
que me quiere Usted decir.
Que yo tendré que salir
como bala poltronera.
Pues ya tarda, que más espra
S: es qw riaie e cn:íe:cfierJe.
Consideraciones sobre la emigración a Cuba
Y con esta lluvia quién duerme
sabiendo que caen goteras»98.
«Por ser la primera vez
un día me dio por pasear.
Salí del pueblo el Pinar
para el pueblo San Andrks.
Seguí la ruta otra vez
al pueblo de la Albarrada,
esa tierra se temblaba
y segui para Tuior,
próximo a ponerse el sol
cuando a la Viiia llegaba
VisitC el templo divino
el que Valverde tenfa,
por San Lázaro salía
como siempre de contino.
Cansado ya Marcelino
por el tanto caminar
viendo el sol laborear,
carreteras y caminos,
vi los primeros vecinos
del pueblo del blocanal.
Vi a todo Barlovento,
a Guarazoca y Erese.
Adiós todo se le ofrece
saií bastante contento.
Luchando con polvo y viento
y otras veces descansaba
mi mapa que lo nevaba
y cada rato mirando,
cada momento fumando
pude llegar a la entrada.
Cuando llegue al mirador
aquello es una belleza,
grande la naturaleza
mirando al Roque Salmor.
Lo rodea el tibudn,
la vieja, el pulpo y cabrilla,
Manuel J. Lorenzo Perera
el coral y las orchillas.
Si está el mar enfurecido
muchos peces advertidos
para arrimarse a la orilla.
En fin liegué a Tibataje
y vi el pueblo de Guinea,
mi cuerpo se tambalea,
bajé hecho un rebolaje.
Fui a visitar una imagen
que la Frontera tenía,
yo con bastante alegría
a San Juan le pregunté:
?San Lorenzo dónde fue
que miro y no lo ve fa?^^^.
«Me gusta leer revistas
y enterarme lo que pasa.
Me dijeron que a mi casa
vinieron dos periodistas,
personas cultas y listas,
dos amables caballeros,
muy tratables y sinceros.
Con bastante educación,
mutuo a su disposición
yo soy Benitez ~ u i n t e r o n ' ~ ~ .
El concepto ((baile de cuerdas)), engloba a un conjunto de bailes, gene-ralizados,
incluso en ambientes rurales, en la Europa del siglo XVIII (las fo-lias,
malaguefias, isas, seguidillas) y del XM (polca, mazurca, berlina), los
cuales arribaron a la Isla de El vierro, como tantas otras cosas, con bastante
retraso.
Paulatinamente, en la misma Isla fueron proliferando los tocadores de
guitarra y bandurria, a cuyo son, en las recién creadas sociedades, tenfan lu-gar
los denominados ((bailes de cuerdas)):
98. Cfr. nota 56.
99. Cfr. nota 93.
100. Cfr. nota 93.
Considerabones sobre la emigration a Cuba 46
«Donde primero se hizo baile (de cuerdas) fue en casa Don Cipriano, al
lado de la venta de Patricio (...). Eran pocos bailes, porque la juventud era
poca. Era pequeña la casa, antes donde quiera se bailaba. Tenia un Presidente
y todo. La guitarra la tocaba Josk (de Las Casas) y la banduma uno de Taibi-que
que le decían Peraza»lO'
Aunque fueron, en sus orígenes, bailes sueltos -celebrados al aire libre,
de bella coreografía, algunos muy alegres-, en los casinos se adaptaron a la
nueva modalidad del baile «agarrado», práctica muy común, incluso en el Ar-chipiklago,
desde mediados del siglo pasado, estando relacionado todo ello
con el movimiento «apeaunsta» que se observó en El Hierro por aquellos
momentos, donde el papel de los Indianos significó tanto. El baile agarrado,
io mismo ha ocurrido con ia mayoría de ias nuevas modas introciucicias en ia 2
N
Isla, trajo consigo, inicialmente, la correspohdiente oposición: E
O
«Los primeros que bailaron agarrados fueron Lucas Quintero y Simón - m
O
P&ez (de Sabinosa). Estaban en Las Palmas trabajando, empleados. Bailaron EE
en El Pinar, les cayeron a palos, casi los matan (son más viejos que mi pa- 2
E
dre)»'02.
3
Población de El Hierro
4.040 habitantes
4.006 habitantes
5.000 habitantes
4.580 habitantes
4.642 habitantes
5.422 habitantes
5.897 habitantes
6.184 habitantes
6.568 habitantes
6.827 habitantes
7.225 habitantes
8.071 habitantes
101. Información recogida en Las Casas.
102. A don Benito Padrón. La Dehesa, 26-IV-1980