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E LA ARQUITECTURA DEL AYUNTAMIENTO DE LAS PALMAS 3 - FERNANDOG ABRIELM ART~RNO DR~GUEZ 0 m E O INTRODUCCION La aproximación al estudio de un edificio concreto como el Ayun-tamiento de Las Palmas se justifica por su propia valoración arqui-tectónica y su significación arnpiia en ei cüiitextü ~ d i i c t ~ i üE.s , evi-dentemente, arquitectura erudita, por sus exigencias específicas co-mo edificio representativo del poder, en sus dos fábricas, la pri-mera, desaparecida en 1842 y la actual, construida a partir de ese año. Pertenece, como otros ejemplos similares de las Islas, a la tra-dición tipológica de los Ayuntamientos castellanos, sin faltar su determinante función urbanística: entorno noble de la ciudad (ba-rrio de Vegueta), ubicación en la plaza principal (Santa Ana) y, en consecuencia, su carácter simbólico al mismo tiempo que diferen-ciador con la arquitectura aneja. Importante es e1 particular desarro-llo de la segunda fábrica, con sus numerosos problemas e inciden-cias, aportando sugestivas reflexiones sobre la manipulación del he-cho arquitectónico. Su construcción se liga estrechamente a un con-texto concreto : las Canarias decimonónicas, polarizándose la ma-yor actividad de las obras en momentos tan difíciles como los años de agudización de las fricciones y la rivalidad con Tenerife y las divisiones provinciales del Archipiélago. El ediiicio (en el que di-recta o indirectamente intervienen distintos artistas: Jiménez, Dau-ra, Maffiotte, Oráa, Manuel de León, Francisco León ...) es impul- ~ 2 d ~un a n.Y"r o"A""-m-- orlitadu planificuciSn deX2gSgica, ny..i.,i p intenta AA-...,AA.... responsabilizar a los ciudadanos de su reconstrucción, reivindicán-dose como obra de orgullo para Gran Canaria. Tras incendiarse el antiguo Archivo del Cabildo, las fuentes para abordar el estudio de la primera fábrica se limitan a las informacio-nes de los cronistas, algunos pocos documentos y a grabados de la fachada. En cambio, para el nuevo edificio, la documentación es bastante abundante: tanto en el actual archivo municipal (AMLP) -agradeciendo a don Manuel Rodríguez Acosta su inestimable ayu-da-, como en el Archivo Histórico Provincial (AHPLP), existe ge- 253 nerosa información sobre la dinámica de los trabajos. Igualmente, en El Museo Canario -también, mi reconocimiento a la Srta. Auri-na Rodríguez- han sido de suma utilidad los folletos editados en el siglo XM, las memorias de Romero Ceballos, así como otros dos trabajos inéditos, el de Déniz Grek y el de Chil y Naranjo. Sin em-bargo, la documentación gráfica -esencialmente, los planos origi-nales de Manuel Jiménez y los reformados por Juan Daura en Cá-diz- no ha aparecido. Nuestras pesquisas en la Península, concre-tamente en el Archivo Histórico Nacional, de Madrid, buscando los planos (enviados a Isabel 11) han sido infructuosas. Resta una doble posibilidad: el archivo de Alcalá de Henares (documentación del siglo XIX) o la Academia de Santa Isabel de Sevilla (pista que debo al Dr. Antonio de la Banda) al ser los diseños enviados a Cádiz. En este trabajo, reproducimos los planos de cuatro planta del edificin, levantados en este siglo, y en el texto nos referimos, cuando es po-sible, a las diferencias y adiciones existentes con los proyectos ini-ciales. 1. EL ANTIGUO EDIFICIO 1.1. La primera fábrica: siglo XVI La primera noticia alusiva al edificio data de diciembre de 1494, once años después de finalizada la conquista de Gran Canaria, fecha en la que una Real Cédula ordena «que haya Casa de Consejo, e Cárcel, e Casa diputada ... e todo este en la plaza e en lugar conve-nible » l. Por lo tanto, antes de aquel año no existió un edificio dife-renciado como casa de Cabildo dentro del primitivo y reducido nú-cleo del Real de Las Palmas, explicable por los problemas inherentes al desarrollo de toda ciudad en embrión (organización administra-tiva, reparto de solares, expansión urbana, ritmo lento en la cons-trucción, dificultades para obtener materiales y mano de obra cua-iificada, etc.). En esos primeros años, las sesiones de los mandata-rios se celebran en sus casas, otras residencias particulares (igualmen-te sencillas por lo aducido anteriormente) o en las primitivas ermi-tas, singularmente la de San Antonio Abad. La orden real de 1494 sugiere que las necesidades de la antigua villa, una vez superado el despegue colonizador, exigían la centralización del poder local e irisd2r er, ur? edificie cer?cret= y c!aramente Uiferenciad~. 1. Real Cédula de 20-XII-1494. Libro Rojo, 4. En 1519 ya existían unas casas de Ayuntamiento, pues en la queja dirigida al rey Carlos 1 por el regidor Cristóbal Bivas y el personero Juan de Escobedo, en nombre del Consejo, se informa de que ((se hazia cabildo e ayuntamiento fuera de las casas del Ca-bildo e Ayuntamiento de la dicha ysla aviendo en ella casas de Ayun-tamiento para ello)) 2. Esta primitiva residencia tuvo que levantarse después de 1494, pero no antes de 1502. Efectivamente, la mención de la cédula de 1494 sobre que el edificio se construya en la plaza, siguiendo la costumbre castellana y tal como exigía el primer centro administrativo de la Isla, nos hace pensar que esa primera fábrica se hallaba instalada en su definitivo emplazamiento de la plaza de Santa Ana, futura plaza mayor, cuya urbanización es posterior a 1502. Hasta este año no existía, obteniendo el gobernador Antonio de Torres los terrenos de la futura plaza, frente a la Catedral, por un cambio de tierras a luan de Siverio 3. La instalación era en el mismo solar actual, frente a la Catedral (los dos organismos de má-ximo poder), lindando por sus extremos con el callejón de Doramas y la calle de Castillo, y por detrás con una casa particular (posterior residencia de los Manrique de Lara). Además, la confusa y reducida trama urbana del núcleo de San Antonio Abad, no permitía la rea-lización de la norma: el Ayuntamiento, la Iglesia y casas principa-les, ubicados en la simbólica plaza mayor. Diversos documentos de la Inquisición de 1526, sitúan claramente las casas de Cabildo en la plaza de Santa Ana 4. Esta primera construcción no debió reunir las condiciones ar-quitectónicas exigidas por la importancia que iba adquiriendo el Cabildo, y así en la década de los 30 se inicia la fábrica definitiva. Fray José de Sosa5 afirma que en tiempos del obispo Juan de Sala-manca (1532-4), se fabricaron las casas de Cabildo, la Audiencia, las cárceles reales, las carnicerías, el Peso de la Harina, el pilar que estaba en la plaza de Santa Ana, etc. Por estos años es gobernador PYiIartiii Eeináiidez Ceióri que, si nos atenemos a ia información de Sosa, sería el impulsor de todas las obras mencionadas. Pero otros cronistas e historiadores coinciden en que el constructor real de las casas de Cabildo fue Agustín de Zurbarán, gobernador de la Isla de 1535 a 1537 y con un segundo mandato de 1540 a 1543. En otro 0 n.-, P L J . . , . a. 1-1 m u l a de 3-1-151s. Libro "nüju, 47-8. 3. Chil y Naranjo, 1876, 111, 588. 4. Herrera Piqu6, 1978, 39-40. 5. Sosa, 1849, 139. 6. Cámara y Murga, 1631, 323. Castillo, 111, 869 lugar de su obra, Sosa se contradice al señalar al mismo Zurbarán como iniciador de las obras '. A la vuelta de éste en 1540 se com-pletan los trabajos iniciados en su primer gobierno *. Por lo tanto, se ha de situar la construcción de la primera fábrica entre 1535 y 1543 9. El incendio de esta construcción en 1842 nos imposibilita cono-cer su organización interna (tampoco se conserva ningún plano), pero sabemos que el edificio albergaba en la planta baja la cárcel pública junto al patio, además del Pósito, el Peso de la Harina y el Regimiento de la Isla. En el piso superior se ubicaba el Consejc Municipal, en el ala izquierda, y la Real Audiencia en la opuesta. El edificio tenía planta rectangular, con patio central. La Audiencia se situó, a partir de 1527, fecha de su fundación, al sur de la plazo-leta de San Antonio Abadlo, hasta que Zurbarán la trasladó a las casas de Cabildo en la plaza de Santa Ana. En 1589, la Audiencia ?- E fue trasladada temporalmente por el gobernador Luis de la Cueva y Benavides a su residencia particular en el barrio de Triana, ya que = no estaba finalizada la casa Regenta1 (situada a la derecha del edifi- m O E cio del Cabildo) futura residencia de los regentes1', por supuesta comodidad de evitar los traslados al barrio de Vegueta. Pero, a mE = partir de 1591, comienzan las gestiones para trasladarla definitiva-mente a su residencia habitual 12. 3 - - 0m 1.2. La fachada E O Diversa información gráfica nos permite conocer el estado de la ! primera fachada del Cabildo : -E a 1. En el peculiar plano de la ciudad de Las Palmas realizado por el cronista Pedro Agustín del Castillo (1686), aparece, a vista de pájaro, un edificio de planta cuadrada con techumbre a dos aguas E en dos lados (muy extraña en Las Palmas, donde imperan las cu- 3 O 7. Sosa. 1849, 121. S. "y perficiono las obras que ahia principiado". Castillo, 111, 873. 9. Dénik Grek (11, 739) sostiene el ambiguo argumento de que Zurbarán "cimentó las obras", pero no las fabricó (posiblemente siguiendo al padre Sosa), con lo que su intervención quedana reducida a una reedificación de una fábrica anterior. 10. Néstor Alamo (1954, 203) supone que el primer emplazamiento de la Audiencia se situaba entre la ermita de San Antonio Abad y el callejón de Algaba. Navarro y Ruiz (1, 1940, 165) la sitúa en la misma zona, aunque en la confluencia de las calles Audiencia y la Gloria. Por Último, Miguel Santiago (en Castillo, 111, 873-74) la ubica en la caiie de su nombre. 11. Martín Rodriguez, 1978, 215. 12. Rumeu, II, 607. Alzola (1966, 36) piensa que la Audiencia estuvo en Triana hasta 1594, fin del mandato de Luis de la Cueva. biertas de azotea), gran patio central y la fachada en bosquejo. Es el documento gráfico más antiguo. 2. El historiador tinerfeño José Alvarez Rixo (1796-1883), rea-lizó un dibujo de la fachada antigua, ya editado en su obra Cudro históvico de estas Zslos Canarias de 1808 a 1812 (Las Palmas, 1955). Es más esquemático que los dos siguientes. 3. Otro que muestra parte de la plaza de Santa Ana y la facha-da del Ayuntamiento. Dibujo anónimo, es también el más preciso de los conocidos. Debió ser realizado después de 1809, pues ya apa-rece la balaustrada como remate, Ha sido publicado por Alfredo Herrera Piqué. 4. Ei $timo, y más reproducicio, es ei dei literato Benito Pérez Galdós, basado seguramente en el dibujo anónimo, por las similitu-des que presentan, ya que no pudo conocerlo personalmente, pues nace en 1843 y el edificio desaparece el año anterior. La parte baja de la fachada era una loggia compuesta por siete arcos escarzanos que apoyaban en columnas toscanas, y estaba ce-ñida por dos paños de pared que formaban las esquinas. Los dibujos no informan sobre el tipo de paramento utilizado, y por ello pen-samos que era liso, de mampuesto, y no almohadillado como sos-tiene Rumeu. Del atrio partían dos escaleras, una a la izquierda de acceso al Cabildo, y otra enfrente que conducía a la Audiencia. El piso superior destacaba su parte central con una galería más redu-cida, formada por otros tres arcos similares (en el mismo eje de los inferiores), separados por una balaustrada de piedra, soportando las columnas en ménsulas. A cada lado había dos ventanas, con arcai-zantes tracerías góticas coronadas por un alfiz, y afrontadas por dos balcones corridos de hierro sobre palomillas. Estos vanos, por la necesidad de mantener el ritmo proporcional en los entrepaños, no resultan simétricos con los cuatro arcos laterales de la planta infe-rior. El remate de la fachada era una balaustrada de madera, con siete secciones de balaustres correspondientes a los arcos de la log-gia, separadas por acróteras coronadas por macetones. Como en las dos plantas, un lienzo de pared conforma la esquinería. Todo este coronamiento es de principios del siglo XIX, y, por ello, pensamos q-ce el remate serk p!ae anteriermente. Fxictizn ~ Q Ses cxdes, i i n ~ en el extremo izquierdo de la segunda planta (el escudo de la Isla) y otro en el centro del remate (el imperial, en lugar más importante, por obvias razones). Por el lado derecho, correspondiente a la Au-diencia, existía una galería suspendida sobre el callejón, que unía a aquélla con la casa Regenta1 para facilitar a los regentes la comu-nicación directa entre su residencia y su lugar de trabajo. La galería ya consta construida en 1638 13, y debió realizarse unos años antes, tras el definitivo establecimiento de los regentes en su casa después de 1594. La paternidad de la fachada es desconocida. Pedro Tarquisl4, basándose en su posible parecido con la del antiguo Cabildo de La Laguna (sustituida por otra neoclásica a principios del XIX), la atribuye a Juan de Palacios, al que también señala como autor del viejo Consistorio lagunero. No sabemos si es el mismo Palacios que trabaja en la catedral de Las Palmas desde 1533 15, y que consta en La Laguna para construir la iglesia y casas de Cabildo en 1531 16, aunque la obra definitiva, una vez incendiada la fábrica anterior, no se rediza hiisi~r :OS ziios de 1522 a 1546", d mis== tiempe qUe e! Cabildo de Las Palmas. Igualmente, aparece un Palacios ofrecién-dose al Cabildo lagunero en 1542 para construir molinos que ha de ser otro. Es posible que el Palacios presente en La Laguna en 1531 y en Las Palmas en 1533 sean el mismo maestro. Y también que el diseño de la fábrica tinerfeña iuese suyo, aunque ejecutado más tarde. El único argumento que puede barajarse con seguridad, dentro de tanta conjetura, es el parentesco existente entre las dos fachadas. La del Cabildo lagunero, más estrecha, la conocemos por una des-cripción de Moure 18, basada en un documento antiguo. En la planta baja poseía una loggia con cinco arcos, y en la alta un balcón (posi-blemente, abierto con galería) y dos ventanas a cada lado. Por lo tanto, el esquema compositivo es muy similar al ejemplar de Las Palmas, y la atribución de los diseños de ambas obras a Juan de Pa-lacios puede aceptarse provisionalmente. Lo que sí parece claro es que pertenecen al mismo arquitecto o poseen raíz común. Más importante resulta abordar el importante papel que estos dos edificios pueden desempeñar dentro del primer renacimiento hispánico. El esquema de fachada con doble galería entre dos ele- 13. Según Real Cédula de 12-VI-16% (Alzola, 1966, 36). La ajustada observación de Herrera Piqué (1978, 83) acerca de que la construcción del pasadizo es posterior a 1686, basándose en que no aparece en el plano de ese año del minucioso Pedro Agustin del Castillo, ha de descartarse y se podría explicar por una omisión del cronista. Además, su ambicioso plano, por su peculiar punto de vista, no resulta tan detallista (-p or e.iemp-lo, la omisión de uno de los arcos de la galería baja del Cabildo). 14. Pedro Tarquis, 1964, 110. 15. &rilndez Perera. 1960. m. 16. Actas del ~abiid; de ~enerife, tamento de Arte, Universidad de La 17. Núñez de la Peña, 1676, 325. 1s. Rodríguez Moure, 1935, 228. , 1531, fol. Laguna. Archivo Miguel Tarquis, Depar- mentos que la ciñen es de origen veneciano, pero adquiere especial énfasis en la interpretación toscana de las villas suburbanas de fines del XV y principios del XVI 19. Los primeros ejemplos hispanos que traducen este tipo arquitectónico renacentista se hallan en América : la casa de Diego Colón (1510-4) y la de Engombe, ambas en la isla de Santo Domingo, y la casa de Cortés en Cuernavaca (Méjico), las tres con dos cuerpos abiertos con galerías. Como apunta Sebastián, uno deja de ser curioso que este modelo se difundiera antes por América que en España), señalando el palacete de Saldañuela, en Burgos, como el primer ejemplo español que presenta tal organiza-ción. Pero, los dos ayuntamientos canarios, de similar estructura a los ejemplos citados, son anteriores al edificio burgalés. En ellos los dos elementos que ciñen la fachada ya no son torres u otros, sino meros lienzos de pared en las esquinerías. Dos conclusiones básicas nos sugiere todo esto: I) Constatar que 10s estilos y las innovacio-nes no llegaban a las Islas tan tarde como se ha mantenido tradi-cionalmente; 2) Plantear un interrogante sobre la pronta llegada de los diseños a las Islas, su punto de origen y las posibles conexio-nes con los ejemplos americanos. Hay que señalar igualmente las conexiones que guardan las Ca-sas Consistoriales de Las Palmas, como también la de La Laguna, con la tradición de los modeIos medievales españoles > con pórtico para los ciudadanos en la planta baja. La galería superior, destinada a la corporación municipal, ya es una adaptación renacentista. 1.3. El edificio h~s t a1 842 Los incendios provocados por la invasión del holandés Van der Does en 1599, dañaron a varios edificios, pero no al del Cabildo, en contra de lo que afirman Castillo y Viera y Clavijo. El fuego ini-ciado en el Peso de la Harina (dependencia baja del Cabildo, a la calle Castillo) se sofocó a tiempo, según nos informa una relación del ataque holandés impresa el mismo año en Sevillaz1. La madera enviada por el Cabildo tinerfeño en 1641 a Las Palmas, no era para el palacio de la Real Audiencia como apunta Millares 22, sino para la reconstrucción de la aneja casa Regental, que sí fue incendiada por los holandeses 23. 19. Sebastián, 1978, 136-37. 20. Lamp6rez. 1922, 11, 91-92. 21. Rumeu. 11, 882-83. 22. Miiiares, 11, 1861, 38-39. 23. Martín Rodríguez, 1978, 215. Hasta el siglo XVIII no volvemos a tener más noticias del edifi-cio. En el testamento del licenciado José Martínez de Alayón, re-dactado en 1740a, y abogado de la Audiencia, éste declara haber realizado la escalera de cantería que sube a la Audiencia, posible-mente por ruina de la antigua; y menciona otra obra, ((el puente)), que ha de referirse a reparaciones en el pasadizo suspendido que comunicaba con la casa Regental. Bajo el mandato del corregidor José Eguiluz (1780-6), se restauró la fachada y se decoró la sala con-sistorial, obras realizadas por el ingeniero Miguel Hermosilla2j. La suposición de Pedro Tarquis de que en este momento se ganó solar hacia la plaza %, carece de fundamento, pues solamente fueron obras de restauración y no de nueva fábrica. El archivo no tenía una de-pendencia exclusiva, pues en 1783 se ordena construir una sala para tal fin"'. A fines de i787, ei Cabiido tiene que reunirse en casa de1 corregidor Vicente Cano, por ocupar la Audiencia sus salas, ya que se repara completamente la parte del edificio ocupado por el Tribu-nal, techándose «las salas nuebas de la audiencia, acuerdo, oratorio y archibon, finalizando los trabajos en mayo del año siguienteB. En E este momento también hay obras en la cárcel, ganando en amplitud el patio al demolerse unos calabozos que ocupaban su mitad. Pero todas estas reparaciones no eran sino parches añadidos a una cons- $ trucción que tenía más de dos siglos. Así en 1803 se tuvieron que - abandonar las Casas, «por temerse desplomasion de los techos)), y e celebrar las sesiones en casas par t ic~lares~L~a .s ituación era grave, E pues en 1804 se solicita al rey, ante el grave estado de la construc-ción, permiso para levantar un nuevo edificio, petición reiterada dos años después, aunque sin éxito 30. No quedó otra alternativa que proseguir con las reparaciones. En 1809 se añade la balaustrada SU-perior, tan en boga en los edificios del momento, decorándose con ((colgaduras y canapeesn la sala del Ayuntamiento 31. Según se dedu- $ ce de una frase de Romero Ceballos acerca de que «se compuso y " subió la fachada)), el edificio anterior no poseía balaustrada y su remate sería plano. Hasta enero de 1810, siete años después de aban-donarse, no fue ocupado nuevamente el edificio del Cabildo. 24. AHPLP, José Cabrera Betancurt, 1539-40, leg. 1541, fol. 470 y SS. 25. Rumeu, iII, 304. 26. Pedro Tarquis, 1966, 451-52. 27. Romero Cebailos, 1, fol. I l l v . 28. Idem, fols. 172 y 175. 29. Idem, 11, fol. 69 v. 30. Herrera Piqué, 1978, 171-72. 31. Romero Ceballos, 11, fol. 127. 2. EL EDIFICIO ACTUAL 2.1. La nueva fábrica 2.1.1. El incendio de 1842. En la noche del 29 de marzo de 1842 el fuego destruyó el viejo edificio renacentista. Los intentos de sofocar el incendio fueron va-nos: la destrucción de los techos de las salas del Peso de la Harina para aislar el fuego por el lado izquierdo del edificio y el esfuerzo de vecinos, milicias y regidores para impedir que las llamas alcan-zaran los pisos de madera de la planta principal (((resguardada ya con lozas ya con ladrillos de tierra y de mármol^) no tuvieron éxito. Los presos fueron sacados a tiempo de la cárcel y trasladados a la casa de la Inquisición. En cambio, sí se pudo evitar la propagación a la aneja casa Regental, al destruirse el pasadizo suspendido. No fue la pérdida del edificio lo más grave, sino la pérdida del impor-tante archivo municipal, así como los de la Sociedad de Amigos del País y la Junta de Sanidad y Muelles. Por el contrario, se salvaron los documentos de la Audiencia, así como sus ((muebles y colgadu-ras », y el archivo público que se trasladó a la casa Episcopal 32. TO-dos los utensilios, muebles, etc., del Cabildo desaparecieron, inclu-yendo las colgaduras de tafetán rojo que habían pertenecido a la iglesia de San Bernardo y una araña de cristal del salón de sesiones que procedía del coro del convento de las Monjas Claras 33. El propio Ayuntamiento concluye que el incendio fue intencio-nado. Al encontrarse entre las ruinas un arcón medio quemado y forzado, que contenía de 35 a 40.000 reales (destinados al pago de la contribución extraordinaria de guerras), la mayoría desaparecidos, se sugirió que el robo fue el móvil del siniestro. De enorme arraigo fue la idea de que el incendio había sido provocado por las intrigas de la vecina isla de Tenerife, sumergida con Gran Canaria, en estos años y en los siguientes, en una mediocre lucha de rivalidades pro-vincianas. Se llegó incluso a acusar a Carlos de Grandy de ser el autor del robo y, en consecuencia, del incendio, pero fue absuelto por el Capitán General en Santa Cruz de Tenerife en mayo de 1843 36. En realidad nunca se llegó a probar nada ni a culpar a nadie. Lo que sí parecía seguro para el pueblo de Las Palmas, o mejor para 3z. La relación y balance del incendio se efectúa al día siguiente del siniestro, reuniéndose el Ayuntamiento en casa del Alcalde segundo. AMLP. Actas, 4. 1842. fols. 1-4. 33. Chil, Estudios, tomo 7, fol. 1272. 34. Idem, fols. 1319-20. los políticos locales que fomentaban la rivalidad, era la oculta inter-vención de Tenerife en el suceso. Así, tras la colocación de la pri-mera piedra de la fábrica nueva en octubre de 1842, se colgó en la puerta de la casa Regental un pequeño poema de exacerbado triun-falismo y con una acusación, aparentemente velada, a la isla vecina: Si unas manos crueles y alevosas el edificio antiguo han incendiado hoy muchas manos más que generosas costean el que vemos cimentado y en isleños anales estas cosas esculpidas serán con fiel gravado enjuga pues tus lágrimas Canaria que nunca te hará contra la Nivaria 3s. Si queda probado que el incendio no fue fortuito, tampoco sería descabellado sugerir, a modo de simple hipótesis, que la intenciona- Iidad partió de los propios grancanarios, cuyos motivos probables serían: el estado de ruina continua de la construcción del siglo XVI; la negativa real, ya mencionada, a levantar un edificio nuevo y la necesidad de invertir dinero en sucesivas reparaciones; el deseo de poseer un edificio al gusto del momento, con el aparato formal e im-pactante que exigía la función del mismo; y el poder utilizarlo como argumento, cara a la capitalidad, frente a Santa Cruz de Tenerife, que no poseía un edificio de tal categoría (como realmente se hizo posteriormente en manifiestos y panfletos) 36. 2.1.2. Las primeras convocatouias para la reedificación. Ante la total carencia de capital para emprender la nueva obra, el animoso alcalde Bernardo González de la Torre proyecta una há-bil estrategia basada en una doble convocatoria: 1." Dos días después del incendio, el 31 de marzo, reúne en la iglesia de San AgUs~Ea l,arics vecincs a&ir,erudes par2 ekterier recursos con los que levantar un edificio de nueva planta. Su elo-cuente discurso, tras aludir, entre otras cuestiones, al obligado xpa-triotismo y abnegación que siempre ha distinguido a este vecinda- 35. Idem, fol. 1257. 36. La utilización de la arquitectura, como argumento para mostrar la mayor importancia 6e una po'oiauón u una isla suurt: otra, as hdLtüd en Caiiarias eii todo el siglo XIX. Sobre este aspecto, tratamos en una ponencia presentada en el anterior Congreso: La arquitectura en la coyuntzwa de la ~ivalidad polz'tica: el caso de Icod y Gayachico. rio)), culmina con la petición de dinero a los presentes a fin de ob-tener una cantidad suficiente sin necesidad de gravar los fondos pú-blicos. Otros tres individuos pronunciaron también sus alegatos, por lo que, movido el entusiasmo de los asistentes, se abrió una suscrip-ción al momento. En esta sesión se nombraron comisiones para am-pliar más la suscripción, y una especial para levantar los planos y presupuestos de la obra. 2." El enorme éxito obtenido por el alcalde, movió a la corpo-ración a ampliar su demagógica estrategia a una convocatoria ma-siva. Por medio de edictos, se convocó a todos los ciudadanos a otra reunión en la misma iglesia el tres de abril, acudiendo, por «su proverbial patriotismo)), en gran número. El alcalde pronunció otro efectivo discurso, se amplió la suscripción (alcanzándose la suma de 82.290 reales), y, además, la Audiencia ofreció la mitad de su m D asignación y otros vecinos, ((enseres y objetos)) para la obra. E De todos estos hechos, así como del incendio, se informa al go- O n gierno de Isabel 11. En respuesta, el regente del reino da las gracias - =m O al Ayuntamiento y a los vecinos «por la patriótica y generosa con- E ducta que observaron con motivo del incendio y reedificación del E 2 E edificion. Es el primer contacto que se establece con el poder cen- = tral por causa del edificio, y la felicitación real va a ser como la legi- 3 timación y afianzamiento del propio orgullo grancanario ante su - labor autogestionaria. - 0m E 2.1.3. La Junta de reedificación. La iglesia de San Agustín fue utilizada por última vez, como lu-gar de reunión, el 7 de abril, decidiéndose en esta sesión crear una Junta directiva para el control de la nueva fábrica. Los nombramien-tos recaen en nueve personajes muy influyentes en la vida local, per-fectos representantes de los organismos administrativos y religiosos, la seudonobleza y la alta burguesía: el alcalde fue elegido presidente de !u Ju~tac, oqwesta asimismo por k a n Garcia de! Pozo, regente de la Audiencia; Juan de Frías, arcediano de la Catedral; Agustín del Castillo, conde de la Vega Grande; Antonio Jacinto Falcón; Manuel de Lugo ; Federico Manly ; Francisco Díaz Zumbado y Mi-guel Massieu y Tello, nombrado tesorero. La efectividad de esta primera Junta fue reducida, principalmente durante los conflictos provocados por los maestros contratistas de la obra. Para paliar la ausencia de respeto a algunas decisiones de la Junta, se piensa, a comienzos de 1844, dotarla del carácter legal que carecía. El síndico Domingo Déniz propone que la presida el alcalde y se componga de dos regidores y el procurador síndico, junto a un número igual de vecinos. La propuesta no era solamente el paso a un total control de la obra por el propio cuerpo municipal, sino también la demostración de la ineficacia de la primera Junta ante los continuos problemas que se presentaban. Para no herir la suscepti-bilidad de sus ilustres miembros, se desecha la propuesta y, diplo-máticamente, el Ayuntamiento consigue que tres de sus componen-tes se incorporen a la Junta: los síndicos Déniz y Antonio López Botas, y el regidor Bernardo Doreste3'. En estos momentos renun-cia el regente García del Pozo, que es sustituido por Felipe Massieu Vandale y, a los seis días, por José del Castillo Olivares. En agosto del 44 ya habían renunciado diversos miembros, y los intentos del enérgico López Botas de promover reuniones para legalizar la Junta, formar sus actas y reemplazar a los cesantes, tuvieron escasa acogi- 2 da La falta de homogeneidad de sus componentes y las continuas ?- E dimisiones, debidas principalmente a los continuos retrasos de las obras, provocaron el nombramiento de una nueva Junta en junio de 1846, ya no democráticamente elegida por los vecinos (como extra- - m O E ñamente se afirma), sino por el propio Ayuntamiento 39, a la que se añaden otros cuatro miembros en julio del año siguiente 40. El exce- 2 E sivo número de componentes obliga a volver al número original de nueve, eligiéndose una nueva Junta en abril de 1848 formada por $ siete vecinos y dos consejales 41. - - 0 A comienzos de 1852 es disuelta la Junta directiva y se sustituye por una comisión que dirigiera los trabajos con más eficacia. El ac- O tivo López Botas es el único conseja1 elegido (luego se le une Igna-n cio Díaz), y los vecinos fueron nuevamente Bravo y León, más José f de la Rocha, como tesorero, y el arquitecto Pedro Maffiote (encarga- a do este mismo año de finalizar la fachada de la Catedral), primer profesional que forma parte de esta conflictiva entida'da. n Sin duda, la Junta directiva de las obras, por su inconstante di-námica y la incompetencia e ineficacia de muchos de los individuos 37. AMLP, Actas, 6, 1844. fols. 64 v 68 v. 38. Idem, fols. 1&, 155, i65 v, 171 G, 173. 39. Se elige a José de Quintana Llarena, Francisco M." de León, Vicente Suárez Naranjo, Santiago Bravo de Laguna, Diego Cacabuena y Cayetano Inglott, sustituido enseguida por Germán Muxica. De los miembros originales solamente quedaban iln-tonio lacinto Falcón. aue renuncia, v el arcediano Frias, que continúa. AMLP, Actas, S, &, ~OIS. 68, 72, s i v . 40. Son Manano Vázquez, Jerónimo del Río, Antonio Ruiz Bustamante y Manuel de León y Falcón. MW2 Ac% 9,- 1847, fol. 160. - 41. Los vecmos son Bravo de Laguna, Lopez Botas, austamant:e, ivíanuei de León, Manuel de Lugo, Miguel Massieu y Niguel Bethencourt. A-, Actas, 10, 1848, fol. 59. 42. AiiLLP, Actas, 14, 1852, s/f. que sucesivamente la formaron, fue uno de los motivadores princi-pales de los numerosos problemas inherentes a la fábrica. 2.2. Los primeros plcznos La inexistencia de algún arquitecto cualificado en Las Palmas, obligó a la Junta, desde abril de 1842, a acudir a algunos habilidosos que realizaran los planos. Desechados los presentados por Mariano Collina, se eligieron los diseños de planta y alzado de un maestro ebanista, Manuel González y González, más conocido como Manuel Jiménez 43. Este, junto con el maestro mampostero Domingo Hernán-dez, levantó el presupuesto de la futura obra que ascendió a 242.175 reales y 28 maravedís, cantidad reducida por la Junta a 199.187 rea-les y 12 maravedís. El Ayuntamiento, en sesión de 17 de junio: aprue-ba los planos, ((encontrando el cuerpo arreglado a las reglas que pre-viene la arquitectura civil, guardando el frontis general aquel ornato y elegancia que debe presentar un edificio destinado para tal obje-to » &. 2.3. El contrato de las obras La Junta decidió sacar la obra a subasta pública, tras realizar las bases y condiciones para la contrata. El 10 de mayo de 1842 se convoca, por medio de carteles, a aquellos que desearan hacer pro-puestas, sujetándose a los planos y presupuestos ya aprobados. A fines del mismo mes, ya se habían presentado tres solicitudes: l. Una del mencionado Domingo Hernández, con presupuesto de 309.000 reales. 2. Otra de los maestros Domingo Sicilia y Nicolás del Rosario, que se comprometen a hacer la obra por 269.000 reales. 3. Y la Última, de los carpinteros Lino de Santana 15 y Domingo Rodríguez Faisma y el mampostero Juan Manuel González, por 259.500 reales. Elegida esta última propuesta, por claras razones de economía, el 5 de junio se extiende el contrato con los tres maestros, tras abo- 43. Todavía en 1868, veintiséis años después de realizados los planos, éstos no se habían pagado. Los herederos de Manuel Jimhez, sus sobrinas Dolores y Agustina Alzola, solicitan en ese año que se les paguen 128 escudos que se les adeudaban, decidiendo el Ayuntamiento pagar en dos años. AMLP, Actas, 30, 1868, s/f. Actas, 32, 1869, fols. 69 y 156. 44. AML.P, Actas, 4, 1842, fol. 71. 45. Debe ser el mismo Lino de Santana que es nombrado por el Ayuntamiento "afendor de vara" en enero de 1834 (AMLP, Actas, 1, 1834, s/f.). Aún lo encontramos en 1865, en queja dirigida a la corporación por los perjuicios que un dep6sito de gallos ocasionaba junto a su casa (Actas, 27, 1865, s/f.). nar una fianza de 2.066 pesos. En el documento (que reproducimos en apéndice) se establecen 35 detalladas condiciones acerca de la construcción del edificio. Aparte, el sueldo de los contratistas se es-tablece en 17.300 pesos. En estos momentos, ya el solar estaba lim-pio de. los escombros del edificio incendiado, labor efectuada por los mismos contratistas que compran los materiales por 250 pesos al Ayuntamiento 46. 2.4. El plarzo reformado de Cádiz Pero la corporación municipal no se resistía a la idea de obtener un arquitecto, ya no para trazar nuevos planos sino para que, por lo menos, examinara, corrigiese y actualizase los de Manuel Jiménez, del que poco parecían fiarse. El asunto había que resolverlo fuera de Canarias y Cádiz fue la ciudad elegida. Por mediación del conde :. de la Vega Grande, los planos se remitieron al arquitecto Juan Daura ii, quien muy pronto, en agosto de 1842, los envió corregidos a Las Palmas. Gracias a la carta explicativa que Daura envía al Con- =m O de (y que recoge Déniz Grek), podemos conocer cómo era parte E del proyecto inicial de Jiménez, las correcciones y adiciones de Daura, y, por lo tanto, el grado de decisiva paternidad que tuvo en la obra, aunque nunca estuviera en la Isla. 3 1. Daura, queriendo ((conciliar el mejor gusto con la economía)), suprimió la columnata y entablamento dóricos del primer cuerpo, y, E conservando el pórtico, añadió pilares sosteniendo dinteles en el centro y arcos a los lados. El paramento lo planeó almohadillado. Sobre cada una de las secciones intermedias (parte central de la plan-ta baja), a n "Sobresalen cinco lápidas, que s6lo resaltan lo preciso para entallar ; una ménsula, y dos medias acanaladas, en forma de triglifo, que todas $ quedatn coronadas por la sencilla cornisa que se compone de faja, filete 2 y media caña". 2. En el segundo cuerpo, retranqueó el lienzo intermedio con 46. Los maestros se comprometen a abonar a la Junta los materiales para la obra: 1) cada carga de madera a 3 pesos 6 reales plata: 2) los paquetes de visagras a 14 reales cada uno; 3) los de tirafondos a 12; 4) los vidrios para las vidrieras a real y medio cada uno; 5) la cal a 3 pesos el cahiz; 6) la carretada de material a tostón; 7) la carretada de arena para el barro traída del sitio de las Monjas Claras a fisca; S) la carretada de arena negra para la cal traída de la playa a real; 9) por los ameios para eon&eb- la y 'jIaiia, 2.166 47. Pomposamente llamado "uno de los primeros arquitectos de la España", por L6pez Botas y Doreste (1542, 14), con el fin de aumentar el valor y significación de la obra en el contexto de la rivalidad con Tenerife. sus cinco huecos, convirtiendo en columnas exentas las cuatro que estaban adosadas, justificándolo de este modo : "Que no se han quitado las cohmnas empotradas para economizar, sino porque en la arquitectura moderna se suprimfe todo lo1 posible el amontonar los cuerpos arquitectónicos unos sobre otros, por la preci-sión que hay de reducir las proporciones puestas en razón del primero al segundo, del segundo al tercero, y así sucesivamente, a causa de la necesidad de sujetar la altura de las piezas interiores en todos los edificios profanos; de lo contrario, resulta que deberían ser mayores sus formas en razón de la distancia y de la visualidad, son menores y se esconden partes esencialísimas, cuyos defectos perjudican notable-mente la belleza del edificio". 3J . FLUe-I-I IUp, u ~1- L.. -1 3 - -- - lL. 1 . - IU C X ~ U C ~ L Uel, cuerpu begunuu riu resultaoa prv-porcionado, le dio más altura para que las columnas no quedasen demasiado pequeñas, obteniendo así un segundo pis< (entresuelo) para las oficinas, exteriorizado mediante ventanas únicamente por los frontis laterales. De esta manera, suprimió otro piso para el ar-chivo «que salía de las paredes interiores del edificio)). 4. En cada ángulo de la fachada, y en su segundo cuerpo, colocó una pilastra de orden jónico, y otras dos de dos tercios adosadas a las dos columnas que ceñían la sección central. 5. La caja de la escalera la introdujo un poco dentro del patio, porque, según Daura, r'r "Mi objeco ha sido dejarle después del pórtico un pequeño vesti-bulo para evitar la subid& del primer esca1ó.n desde h calle. Es muy espaciosa: tiene dos ramales, uno para la Audiencia, y otro para el Ayuntamiento". 6. Anula el frontón que coronaba la fachada en los diseños de Jiménez, porque ((10s tímpanos se reservan para los templos,. Si-guiendo la tónica de los edificios públicos del momento, diseña recto el remate, «con una acrótera en medio para las armas de la ciudad, y el símbolo de la Protección y Justicia, con sus cuatro jarronesu. Aceptado el nuevo plano rectificado de Daura por la Junta y luego por los maestros contratistas, se inician los preparativos para comenzar los trabajos ". 48. Tampoco se conserva el plano de Daura, y ha desaparecido de la Memoria descrifitiva de la construcción de las Casas Consistoriales, a la que estaba incorporado. 2.5. Una edificación problemática 2.5.1. El comienzo de las obras. La obligada ceremonia de la primera piedra (un canto de arenis-ca de la obra vieja en cuyo interior se colocaron diversos objetos conmemorativos @se, celebró el 20 de octubre de 1842. Se cuidó con detalle que el acto fuera solemne y ostentoso, invitando el Ayunta-miento a todas las autoridades y gran número de público, en una demostración general del orgullo de la ciudad al emprenderse un ((edificio tan grandioso)). El solar definitivo se establece en este momento: regulación con la fachada de la gran casa decimonónica de los Manrique de Lara por el lado de la calle Castillo y una pequeña ampliación por el án-nartF del cs;;ejóii de EGrdrnas. La Enea de fachada sufrió escaso 2 N adelanto a la plaza en relación al edificio anterior. El solar, por lo tanto, era idéntico a la primera fábrica. Además, la ampliación era $ imposible por tres lados (la plaza y las dos calles), y también por la parte trasera (la citada mansión del mayorazgo de los Manrique). O E E 2 2.5.2. Los conflictos laborales. =E Los problemas de todo tipo van a ser los protagonistas básicos durante todo el tiempo que duraron las obras, especialmente en sus primeros diez años, y, en consecuencia, los retrasos son continuos por las numerosas interrupciones. Antes de detenernos en el proble-ma esencial, el económico, vamos a hacer referencia al conflicto man-tenido durante bastante tiempo por los maestros contratistas. A fines de marzo de 1843, tras cinco meses de iniciarse los tra-bajos, las obras ya iban retrasadas por las continuas desavenencias entre los maestros, por lo que la Junta les obliga a poner los oficia-les necesarios para continuar los trabajos. Para la dirección se nom-bra al maestro Nicolás González, pariente, al parecer, de Juan Ma-nuel González, uno de los contratistas. En mayo se insiste en el atraso de la obra por las discordias de los maestros, comisionándose al arcediano Frías, a Manly y a Doreste, componentes de la Junta, para resolver las diferencias entre los dos grupos conflictivos: Lino de Santana contra Domingo Rodrísuez y Juan Manuel González. Los motivos de disputa entre ellos eran esencialmente tres: uno so- 49. 'úna pequeña de ~ ~ U I I I uOn medid U I I Z ~d e UIU, und pcbeid y vdridb monedas de cobre del año 1841, la Guía de Forasteros de la Provincia de 1840, un cuaderno de la constitución y un acta del Ayuntamiento, todo con el sello de Isabel 11 CHIL. E~tudzos, tomo 7, fols 1281-S2 268 bre la dirección principal de la obra; otro económico (desacuerdos en la formación de la cuenta de gastos semanales y el pago de jor-nales), que se soluciona; y otro laboral (la presencia en el trabajo de diez camellos de Agustín Falcón y Esteban Quintana, y de los maestros Rodríguez y González, arreglándose para que intervinie-ran siete de los primeros y tres de los dos maestros). La postura más enérgica es mantenida por Santana, quien propone la elección de un director entre los tres maestros. Para evitar más problemas, la propuesta es desechada, y Francisco Zumbado, miembro de la Junta, es encargado de la vigilancia de los maestros y de los trabajos. Pero las diferencias se agravan aún más con cuestiones persona-les: Santana, en abril de 1844, violenta una puerta del edificio para e a r&r ~ r , up =r"& de ranteriz q w est~b. en 11 plaza, al negarse m Nicolás González a entregarle la llave; Juan Manuel González y RO- 0" dríguez Faisma solicitan, por su lado, las columnas de madera que E habían de sostener la galería interior, y que se hallaban en el taller O n de Lino de Santana. La Junta intenta solucionar definitivamente el - m O conflicto, estableciendo dos comisiones : una para observar el modo E E de trabajo de los maestros; y otra para estudiar la forma, si fuera Se necesario, de hacer una demanda judicial con el fin de rescindir el - contrato. A condición de dirigir la fábrica, Santana se compromete 3 a arreglar las plantillas, negándose los otros dos maestros a colabo- -- 0 rar con su rival. m E En julio del mismo año, se decide efectuar un juicio conciliato- O rio dirigido por López Botas. Para no suspender el contrato, se da g un plazo máximo de tres días para recomenzar los trabajos. Zum- n -E bado sugiere que el plano (conservado celosamente en la casa de a Bernardo Doreste) se llevara a la obra, bajo la responsabilidad de 2 n los maestros González y Rodríguez Faisma, que estaban dispuestos n a prestar fianza por la seguridad del plano, formar las plantillas ne- 3 cesarias para la completa terminación del alzado y a intentar un O ~ ~ r i n r Arinnn C ~ n t o n g U\r&'\rI U W b W I I "'&AL L U I I U . En marzo de 1847, el Jefe Político de la Provincia ordena que continúen los trabajos, que se reanudan bajo la dirección de Bravo de Laguna y sin Lino de Santana. En el decreto del Jefe Político, Miguel Díaz, se exponen las condiciones siguientes para la continua-ción de la obra: 1) Se necesitaban 6.000 pesos (90.000 reales) para la conclusión; 2) Habían de promoverse las obras para que los men-digos aptos para el trabajo puedan emplearse; 3) Señala que la fian-za prestada por los maestros era insuficiente; 4) Era necesario que los maestros prestasen nueva fianza que garantizase el dinero que restaba para acabar el edificio. No obstante, el litigio entre los maes-tros se hallaba pendiente ante el Juzgado de Primera Instancia, que dispone la suspensión de las obras en mayo del mismo año. Por la progresiva complicación de los acontecimientos, la sesión del Ayun-tamiento del 27 del mismo mes se dedicó enteramente a este asun-to: se acuerda omitir la decisión del juez y continuar los trabajos desde el día siguiente bajo la dirección de Bravo y un consejal. El juez es tachado de incompetente, insistiéndose en que cualquier asunto relacionado con la obra se trate directamente con el Ayun-tamiento. Ante esta situación, los maestros González y Rodríguez, solicitaron la rescisión del contrato. Manuel de León y Gregorio Guerra realizan una valoración de la obra hasta el momento en que se suspendieron los trabajos. En la sesión de 22 de junio asiste per-sonalmente e1 jefe Poiitico, ai que se ie expone ia urgente necesidad ,, - de continuar las obras. E En los cuatro años (1843-7) que duraron los conflictos, se tra- O bajó muy poco en la obra y los maestros que ganaron la subasta n - =m de 1842, cesaron en los trabajos. En adelante, el Ayuntamiento, para O E evitar los riesgos de litigios y retrasos, pondrá al frente de la obra E 2 a una persona de confianza, eficiente e inflamada del espíritu pa- =E triótico conveniente para acelerar los trabajos en momentos tan de- 3 terminantes desde la óptica política del Archipiélago. La persona - adecuada era Santiago Bravo de La, - wna. 0m E 2.5.3. Los problemas económicos. O Ni las tensiones de la Junta ni los contratiempos creados por los maestros, van a constituir los problemas más serios que afectaron a las obras. No influyen decisivamente otras dos cortas interrupcio-nes por causa de epidemias: una, a fines de 1847, por la fiebre ama-rilla y «el hambre general)); y la otra en 1851, por el cólera morbo. Durante todos los años que duraron los trabajos, el fantasma del dinero estará continuamente presente, y ia carencia de capital sueie ser la norma. Por ello, se van a barajar distintas soluciones (esencial-mente, donativos) para obtenerlo, y su búsqueda será obsesiva por momentos. Más que otros inconvenientes, la falta de dinero provo-cará reiterados retrasos en los trabajos. Incluso, a veces, cuando ha-bía dinero surge la arbitrariedad en su inversión, con la consiguiente Umma de !us Cusas Cmsistmiales, a! preferirse impdsar =tras ~ b r a s municipales (la fuente de Morales, la plaza de Mercado). En otras ocasiones se intenta el procedimiento inverso: obtener dinero pre-supuestado para otras construcciones. En 1844 se intenta, sin éxito, conseguir dinero destinado al muelle. En 1850, para concluir las azoteas y las oficinas, se suplica al Gobernador para invertir al,D unas cantidades destinadas a la plaza de Mercado 5B 2.5.3.1. Los materiales. El material al que se hace mayor referencia es la madera, difícil de obtener, no sólo por la desaparición de muchos montes de la Isla, sino, más importante, por las severas normas que controlaban los cortes en los bosques. Los Ayuntamientos ya no podían gozar de los antiguos privilegios y en este asunto tenían que solicitar permiso al Jefe Político de la Provincia y pagar los derechos correspondien-tes (el pago fue retrasado en alguna ocasión por el propio Jefe Polí-tico, como ayuda a la olordj según estipulaba ia Ordenanza para ,, Montes de 1837 52. Las primeras maderas utilizadas van a ser pro- E ducto de los préstamos de los vecinos. Algunas veces se solicitaban O cortes de madera para ir devolviéndola a los acreedores, pero con n =m escaso éxito, retrasándose los pagos por las limitaciones económicas O E del Ayuntamiento. La madera que se aconsejaba tomar era la caída SE en los pinares, especialmente en el de Mogán. E Asimismo, el donativo fue la clave para obtener parte de otros materiales. Así, en 1845, se abandona la cantera que había suminis- 3 trado la piedra para la obra, y se utiliza la ofrecida por Evarista em- Lugo de Valcárcel, en su hacienda del Monte Lentiscal 53. En 1857, E el coronel Cristóbal Manrique de Lara regala piedra de yeso j4. En O varias ocasiones, el material es traído del extranjero, según encargo n del propio Ayuntamiento. En 1843, el conde de la Vega Grande, E comisionado por la Junta, trae herrajes para la obra desde Francia. a Y diez años después, Andrés Escofet importa 4.500 losetas azules y n blancas, de mármol, de Génova y Marsella, para algunos pavimen-tos 55. También en 1852, Luis Antúnez trae cal de La Habana para O3 la obra. Otro sistema de obtener fondos era revender el material so-brante y ern~!ear SQ pmd ~ c te~n) ! U ehr2: ez 1853, ?! =.,ism~A i,t.U- 50. Para ello se reúnen el Aicalde, ocho concejales y los nueve contribuyentes "mayores": Francisco M.& de León, Rafael Cigala, Joaquín Apolinano, Domingo Penichet y Calimano, Buenaventura de la Vega, Francisco Cambreleng, Francisco Lucas Torres, Jos6 del Pino Rodnguez y Santiago Bravo de Laguna. 51. Así, por ejemplo, el Ayuntamiento paga, en 1847, 450 reales en concepto de derechos por cincuenta cargas de madera. Para obtener la licencia para cortar madera era imprescindible el pago previo de los derechos. AMLP, Actas, 9, 1847, fol. m3v. 52 Martíri Robrígiiez, 1478. fi?. 53. AMLP, Actas, 7. 1845, fol. 23. 54. 450 quintales de yeso que llegaron en el buque Buen Mozo. AMLP, Actas, 19, 1857, s/f.- 55. Sesiones del Ayuntamiento de 10 y 21-VI-1853. Se pagan a Eswfet por las losetas 3.446 reales y 15 maravedís. Actas, 15, 1853, s/f. nez vende cal sobrante por 111 pesos que se destinan al edificio; o, en 1861, los balaustres de hierro que habían sobrado de la escalera principal, empleándose el dinero para pintarla. 2.5.3.2. La obtención del capital. De 1842 a 1863, año en que las obras estaban terminadas en sus partes más importantes, se gastaron en ellas 600.189 reales y 45 cén-timos j6. Para invertir esta suma, y, para conseguirla, el Ayuntamien-to utilizó diversos medios: suscripciones y donativos, peticiones, préstamos, publicaciones y funciones teatrales y las propias asigna-ciones del presupuesto municipal. 56. Las 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. S. 9. 10. 11. 12. 13. 14. - - 13. 16. 17. c~ntidzdes recandadas e %.vertidas en 1. ohm. fueron: 2 "Por productos de dermmes y maderas viejas procedentes del edMcio X quemado, 5.597 reales. E Por idem de la primera suscripción promovida entre los vecinos y de la 5 de medio tostón mensual que luego hizo Don Santiago Bravo, 175.663 o reales. - m Por idem de la que se promovió entre los isleños residentes en la isla de Cuba, 6.020 reales. E Por los aplicados del producto de la plaza de Mercado que se hallaba 2 embargada, 10.536. E Por donativos de las Heredades de Agua, 9.340. - Por lo aplicado de las ganancias del encabezamiento de consumo del 5 año de 1851, 2.000. Por idem del fondo que se hallaba destinado a la plantación de arbo-lado, 3.000. 0 m Por idem de los fondos que se hallaban destinados al primer proyecto E de la plaza de Mercado, 6.165 reales y 24 cts. E O Por el donativo que concedió S. M. la Reina (que Dios guarde) de su patrimonio para dar ocupación a trabajadores por efectos de la indigencia que produjo el cólera morbo, 30.000. Por productos de la suscripción promovida con motivo del regocijo que k produjo la división de esta provincia en 1852, 72.898 reales. Por idem de otra abierta en 1855, 4.554 reales y 12 cts. 2 n Por idem de la promovida por Domingo J. Navam, 12.583 reales y ; 65 céntimos. Por productos de beneficios de funciones de teatro y otras análogas, 3 8.420. O Por ánticipo o préstamo hecho por el Sr. Don Cristóbal del Castillo con autorización superior, 5.181 reales y 72 cts. p"r donativm de la de ExPusi&U, W,x0 realcj, Por idem de la Real Sociedad de Amigos del País, 25.384 reales y 33 cts. Por consignaciones en el presupuesto municipal, 193.846 reales con 39 cts. Total: 600.189 reales y 45 céntimos". Las cantidades que faltaban por invertir en 1863 eran: 1. "Por lo que se considera podrá costar la escalera de madera que falta para dar subida por la parte del norte del edificio a las boardillas y azoteas, 3.000 reales. 2. Por idem idem idem en el barandal del coronamiento por la parte del sur, 6.W redes. 3. Por idem en el grupo, escudo y perillones de mármol que terminan el coronamiento del frontis principal, 25.000 reales. Total : 34.500 reales". 1. Suscripciones y donativos : Desde el primer momento, la preocupación por obtener fondos se reflejó en las convocatorias del Ayuntamiento a los vecinos, co-mo se vio en 2.1.2., y en la utilización del procedimiento de la sus-cripción. La efectividad fue notoria, y así, en mayo de 1842, dos me-ses después del incendio, ya se habían recaudado unos 143.499 rea-les. Muchas personas ofrecieron donativos para la obra, y otras, como las hermanas de la Caridad, se ofrecen por su pobreza, a tra-bajar en «el adorno interior de las piezasu. Pero las entregas de di-nero van a ser excesivamente lentas para una obra que lo necesitaba continuamente. Por ello, desde 1843, se invita a los vecinos a que nfnn+..o+-on ;nmnrl;n+omc.n+n m - r i nena- 'E1 1 T A. n h A l rin 1 QMrc . n o - b&bbbuu&auu u u b u i a ~ u u ~ bOUuD~ y asvo. YI ~ i ul = au&u u= & u n OL yu-ralizan las obras dos días por falta de fondos, por lo que se elige m D una comisión con el fin de cobrar los donativos en tres días o el E empleo de la vía legal. Se decide otra opción: el pago en tres meses. O n Pero muchos donativos no se entregaban, pensándose que los veci- - m O nos podrían realizar sus pagos con el empleo de sus bestias en los E E trabajos. A fines de junio no había dinero para pagar a los trabaja- sE dores, y se insiste a los deudores. Pero la propia Junta era cons- - ciente de que algunos vecinos, pese a sus promesas, no pagarían 3 nunca, especialmente por el hecho de que la propuesta amenaza ju- - - 0 dicial tenía escasa fuerza. m E En febrero de 1845 se recurre al Capitán General para que obli- O gara a un deudor a efectuar el pago (el coronel Juan Gregorio Ja- n ques de Mesa). López Botas recibe poder de la Junta para hacer las -E reclamaciones judiciales y cobrar los donativos. Pero, misteriosa- a 2 mente, la alternativa judicial se paralizó. Tras decidirse a buscar a n n una persona que cobrara las deudas, hasta con un 10 % de comisión, se nombra en diciembre a los señores Torrens y Rocha para activar 3 O los donativos. En años posteriores, las cosas siguen iguales: la pro-mesa de hacer un donativo económico para las obras suponía el rei-terado esfuerzo del Ayuntamiento por cobrarlo. De las últimas suscripciones, merece destacarse la efectuada en 1852, durante la primera división provincial, en un clima de exal-tación local, que produjo un beneficio de 72.898 reales. Sintomáti-camente, otra realizada tres años después, finalizada la división, sólo proporcionó 4.554 reales. En algunas suscripciones influyeron los retrasos en las obras, mostrándose los vecinos descontentos y rea-cios a desembolsar dinero por el estado de la fábrica. 2. Solicitudes : Las peticiones dirigidas a la reina Isabel 11, tanto de dinero co-mo de autorizaciones para obtenerlo de modos diversos, fueron casi siempre denegadas. En 1850 se solicita, sin éxito, «poner a rifa», mientras durasen las obras, algunas cantidades de 500 reales por valor de 800, con el fin de que la diferencia repercutiera a los fon-dos de la obra. A principios de 1852 llegaron a Las Palmas los 40.000 reales concedidos por la reina para atender a los afectados por la epidemia del cólera. Por la notoria falta de recursos, el Ayun-tamiento manipula el empleo del dinero: sólo 10.000 reales fueron entregadas a las hermanas de la Caridad, invirtiéndose el resto, con el demagógico argumento de «dar trabajo a las clases necesitadas)), en la fábrica. De esta cantidad se apartan 8.000 reales, empleándose 2 arbitrariamente en perjuicio de la fábrica, pero no de los intereses políticos de la Isla: el dinero se destina para sufragar los gastos de viaje de los comisionados para felicitar a la reina por salir ilesa de un atentado. - m O Otras solicitudes de dinero se dirigen a los Ayuntamientos res- E E tantes de la Isla, desde el comienzo de la reedificación, para que ex- 2 E tendiesen las suscripciones a sus municipios. Algunos traducen sus donativos en materiales de construcción (Agüimes proporciona, en $ mayo de 1842, sesenta cahices de cal) o en productos de la cosecha % (Moya o Telde, que dona millo). Infructuosa resulta la gestión ante el gobierno, en 1845, para que la Diputación Provincial repartiera, entre los pueblos de la Isla, más de cincuenta mil reales, indispensa-bles para el término de las obras. Que el Ayuntamiento aprovechaba cualquier oportunidad económica para invertir en la obra utilizando subvenciones con los fines más diversos, nos lo muestra más clara- l - mente un dato: en 1849 y 1850 se pretenden invertir en la obra las j cantidades que adeudaban los municipios de Gran Canaria para el $ socorro de presos pobres. O Más curiosa resulta la petición de fondos que se hizo a los ca-narios residentes en Cuba para contribuir a la Iabrica. Se eiige a Jerónimo Navarro, «para que excitase el patriotismo de los isleños», obteniéndose solamente 6.020 reales. En un principio, también se pensaba instalar la Audiencia en el edificio. Por ello, el Tribunal estaba obligado a colaborar económi-camente. Su oferta, reiterado su cobro varias veces, no fue aceptada p--u.l. c-1x Invflr:l..i:~l+i-o.u.:z- llv uAc- . P- r- mu-bn i; qa J TJ ~uToC~+i;r&iQu ,9u 7>,rxbr6uniiAunucuor yde f ~ :!ehe& z ex el momento de entusiasmo)) (referencia a las prheras convocatorias para la reedificación). Tampoco tiene éxito el intento de obtener de la Audiencia la mitad del presupuesto (cerca de doscientos mil rea-les) que en 1853 restaba para finalizar la obra, ofreciéndole en com-pensación la mitad del edificio. Ni incluso con Ia sugerencia política de nombrar al regente miembro de la Junta directiva. Otra opción, vender la casa de la Inquisición, nueva sede de la Audiencia, y uti-lizar el producto en la obra, no es nuevamente aceptada. Por lo Pan-to, la Audiencia no contribuyó con cantidad alguna ni ocupó nunca el edificio 57. Otros intentos infructuosos de obtener fondos, fueron la preten-sión de un censo perteneciente al canónigo Andrés Romero que dis-frutaba la Escuela de Primeras Letras (en 1846) y el impuesto «de las cabezas de las reses del consumo de esta ciudadu (en 1853). 3. Préstamos : Este sistema, para evitar compromisos, fue poco utilizado. Con-cretamente, en dos ocasiones. Para realizar algunas oficinas, se acep-ta, en 1856, el préstamo del canónigo Francisco de Paula Grossa de 30.000 reales. En 1858, López Botas, miembro de la comisión su-pervisora de la obra, ante la nueva escasez de dinero, recibe un prés-tamo de Cristóbal del Castillo de 43.000 reales. Pero, pese a los in-tentos de López Botas de concentrar dicha cantidad en la obra del Ayuntamiento (exactamente, para la escalera principal y el salón de sesiones) y no dispersarla en varios trabajos, se consideró más ur-gente la obra del Mercado (en la que se invierten más de treinta mil reales), y de nuevo las Casas Consistoriales (favorecidas solamente por algo más de cinco mil reales del préstamo) no pueden ser com-pletadas. 4. Publicaciones y funciones teatrales : Constituyen los dos sistemas más curiosos para obtener capital en una obra oficial, y son producto de la iniciativa particular de fi-lántropo~ vinculados al Ayuntamiento. El primer manifiesto publi-cado fue el del alcalde Bernardo González de la Torre, promotor 57. El Ayuntamiento oferta a la Audiencia la mitad del edificio a condición de que pagara el de los 184.880 reale-S g 27 marav~dis ner~sarios p m a h - r k obra (según presupuesto del arquitecto Manuel Oráa, nombrado arquitecto provincial por real orden de 8-VI-1853, y propuesto como arquitecto municipal de Las Palmas el 13-VII-1853, con la asignación de 3.000 reales anuales) o cediese la msa que oou-paba el Tribunal para venderla y emplear el dinero en la fábrica. El mismo arqui-tecto evaluó el viejo edificio del Santo Oficio en 95.585 reales, pero la operación no fue autorizada por el Gobierno, ya que era propiedad estatal y era preciso sacarlo a remate. esencial de la reedificación, en 1842. Emplea toda la terminología de la verborrea más demagógica (la generosidad del pueblo de Las Pal-mas, su patriotismo, sus virtudes ancestrales, el agradecimiento de las generaciones futuras), con el único fin de recaudar fondos para la obra. También el dinámico Santiago Bravo de Laguna publica, en 1846, otro ardiente manifiesto con el significativo título de «Eco de amor a la patria)), en el que se animaba a los vecinos de la Isla para que contribuyesen con medio tostón al mes o, al menos, una mo-neda. Menos repercusión tuvo su otra publicación, ((Segundo eco de amor a nuestro suelou (julio de 1850), editada con el mismo fin. Otro individuo no menos activo, Domingo José Navarro, orga-niza, en 1859, tres funciones teatrales, representadas por aficiona-dos, y recauda más de cuatro mil reales (cantidad destinada a la hVoUloIrU.cU+DroL Ida \nij.L0 Ib I,b-IaI-Inc(+C.,C I !a fachad~). 5. Presupuestos : Por las propias dificultades económicas del Ayuntamiento de Las Palmas, las cantidades presupuestadas de sus fondos para la obra van a ser las entradas más débiles. Hasta 1844, dos años después de comenzado el nuevo edificio, no consta el primer presupuesto muni-cipal para la reedificación, con el fin de cubrir el déficit resultante de los donativos de los vecinos. Como ya hemos señalado, a veces el presupuesto para la fábrica se formaba tomando dinero de otros presupuestos municipales. Como muestra de las reducidas inversio-nes que el Ayuntamiento pudo efectuar, especificamos los presu-puestos destinados a la fábrica desde 1844 a 1855, los años en que se construye gran parte del edificio : 1844 : 15.000 reales 1846 : 300 reales 1847: 6.000 reales 1848: 4.000 reales 1849-1855: de 4.000 a 12.097 reales De i855 a iX63, ei presupuesto municipal aumentó consicierabie-mente. 2.6. Hacia la finalización de las obras 2.6.1. La obra en la coyuntura de la primera divisisz'ón provincial. Con la división administrativa de Canarias en dos provincias (1852-4), los sentimientos localistas se enardecen en Gran Canaria. Se organizó una Junta patriótica de fomento para atender a las ne-cesidades de Las Palmas y estimular la actividad constructiva. Apro-vechando el considerable entusiasmo popular que había provocado la división, se abre una nueva suscripción que, como referimos más atrás, alcanza en un sólo día más de setenta mil reales, que se in-vierten en la obra. Al fin parecía que el edificio iba a terminarse y el sumo interés puesto por la nueva comisión que controlaba la obra, así lo sugería. Finalizada la división provincial en 1854, el Ayuntamiento presenta un informe al Capitán General defendiendo la división, y argumenta las ventajas que había proporcionado al desarrollo de Las Palmas, así como el recurrido argumento de que posibilitó que muchas familias y jornaleros obtuviesen trabajo. A consecuencia del fracaso, el interés por acabar el edificio decayó, y la comisión, privada de recursos, se desentendió del control de las m D obras que pasaron a cargo del Ayuntamiento. Nuevamente, los tra- E bajos se retrasan por los escasos fondos que podía suministrar la o corporación municipal. En 1854 solamente quedaba por terminar del n-- m exterior, la balaustrada; pero el interior requería más trabajo (esca- O E lera principal, pisos, encalados, etc.). E 2 2.6.2. La fachada. 3 En abril de 1852, un mes después de proclamarse la división, se O-concluye la nueva fachada neoclásica, excepto su remate. Ya hemos m E aludido a los cambios que Juan Daura introduce en Cádiz de los di- o seños de Manuel Jirnénez, hasta el punto de que ambos deben ser considerados autores del edificio. El diseño original no era sino un n E frontis de dos plantas con una disposición convencional en la super- a posición de los órdenes arquitectónicos: dórico y jónico. Variado n por Daura el primer cuerpo, quedó una parte central resaltada con n un grupo de seis pilares, y dos arcos a cada lado, asimismo sobre 3 pilares iguales, almohadillándose el paramento 58. También en la se- o gunda planta, hay un cuerpo central más saliente cr>n c~!ilmnas jS-nicas y balaustrada en cada una de las cinco ventanas. Como señala Déniz Grek, por no haberse aplicado correctamente el proyecto de Daura, ((cuyas sombras indicaban que los huecos y sus lienzos fi-guraban en un fondo, a cuyo frente se habían puesto cuatro colum- 58. En las cinco lápidas del primer cuerpo, que no quedaron resaltadas como dispuso Daura, se pensaban poner las siguientes inscripciones redactadas por Juan Evangelista Doreste: 1) Casas Consistoriales y de Audiencia incendiadas en 1842; 2) Alzadas desde cimientos y concluidas en 18.. . ; 3) Bajo el reinado de Isabel 11; 4) Por el patriotismo de los canarios; 5) Fomentados por el benemérito Don Santiago Bravo de Laguna. Déniz Grek, 11, fol. 758. nas enteramente aisladas, se encontraron los maestros con esas gran-des dificultades para poder seguir el segundo cuerpo dejando empo-tradas las columnas con los dos tercios de su vuelo fuera como de-ben quedar todas las de esta clase; lo que no se pudo conseguir sino disminuyendo el espesor de las paredes en donde han quedado em-butidas con menos realce del edificio^. El diseño de la fachada es, en líneas generales, parecido al Ayun-tamiento de Cádiz, y siguiendo el esquema de otros modelos con-temporáneos (Barcelona, San Sebastián, Burgos, Murcia, Santiago, etcétera). La fachada gaditana, diseñada por Torcuato Benjumeda en 181659, es mucho más rica y de mayores dimensiones. Según Ma-doz, el de Las Palmas tiene 104 pies de largo y 58 de alto. Pero las similitudes se pueden vislumbrar en diversos aspectos: primer cuer-po almohadillado y nueve vanos (todos de arco en el gaditano). En la segunda planta, con tres partes también diferenciadas, el cuerpo ?- E central se resalta con columnas, formando galería abierta en el mo- O delo peninsular y cerrada y de columnas más pequeñas en el ejem- n-- plar grancanario. Los vanos son muy similares: una ventana con m O E cornisa (idénticas a las de Las Palmas en el proyecto original de Ben- E 2 jumeda, variado posteriormente) y otro vano más pequeño cuadran- E gular sobre cada ventana. Las esquinas, en ambos edificios, quedan ceñidas por dos pilastras, aunque en el de Las Palmas el ritmo so- = porte-vano se interrumpe en las ventanas laterales, sin pilastra de separación entre ellas. Igualmente se advierte en ellos la presencia de pilastras adosadas a las columnas que forman los extremos del cuerpo central de esta segunda planta. Como ya vimos, aquí no hay frontón, por expresa recomendación de Daura, pero sí igual remate en balaustrada. No es de extrañar, por lo tanto, que el arquitecto Juan Daura se inspirara en el Ayuntamiento de Cádiz, aunando con- 2 n tribuciones de la arquitectura de Benjumeda y el lenguaje neoclási- n n co, sus propias sugerencias y las ideas del dibujo original de ~iménez. 3 Una fachada lateral, al callejón de Doramas, exterioriza cuatro O plantas: la primera con ventanas cuyo marco de piedra se prolonga hasta el suelo; la segunda corresponde al entresuelo (que no se ex-terioriza a la fachada principal) y se compone de pequeñas ventanas rectangulares; la tercera, con las tradicionales ventanas de guillo-tina decoradas con una cornisa; y la última, igual al entresuelo. El esquema de la fachada de grandes pilastras estriadas, balcón de re-jería y arco inferior, se repite al principio y final de este lado dere- ,.h.-. D.-... 1, ,,11, r,,+:11.-. 1, ,,",,:,,,.:A, A" :#r,.,1 ,A, 1" oanb,.n.n-n , LUU. L vi &aL a i l c L a a n i i v , la UiUa i i i b aLi u i i =a iguai, ~ u i iia r;.nbLyLruri 59. Falcón Márquez, 1974, 66-68. de que el arco inferior (al lado de la casa Manrique de Lara) es una puerta. Las altas pilastras estriadas, de orden jónico, son similares a las de esta mansión (cuya fachada, obra de Manuel de León y Falcón, se levanta en 1849) 6@, aunque ésta tiene capiteles más gran-des. Puede pensarse que los soportes de la casa Manrique se inspi-ran en los del Ayuntamiento. Parecidos son los capiteles de las co-lumnas del primer cuerpo de la Catedral de Las Palmas. En enero de 1858, Domingo José Navarro inicia una suscripción para acabar el remate del frontis, cuya recaudación, junto a la de tres funciones teatrales, alcanzó algo más de doce mil reales. Desde agosto del mismo año a abril de 1859 se trabaja en la balaustrada, completándose de mayo a junio el lado norte. Para solventar el déficit que restaba de los trabajos, el propio Navarro (((patriota y desprendidon) pone 138 reales de su bolsillo ". En su origen, la ba- m D laustrada se decoraba con acróteras rematadas por jarrones. La parte E central era un muro cerrado, sin balaustres, en cuyo centro se co- O n locó el escudo, que representaba a un guerrero armado, una matrona - =m y varios niños sosteniendo las armas de la ciudad. Así fue el remate O E hasta la década 1860-70, según se aprecia en un grabado del libro E 2 Crónica de las Zslas Canam'as (1868), de Waldo Giménez Romera. =E En otro dibujo del Ayuntamiento reproducido en LQ Ztustraci& de 3 Canarias (febrero de 1883), ya aparece un coronamiento diferente. - Los jarrones han sido sustituidos por cuatro estatuas (desde 1873) - 0m de barro cocido, que representaban alegorías de la Agricultura, el E Comercio, el Arte y la Navegación. Un escudo nuevo, en el que in- O tervino Francisco León en 1875, sustituye al primero: ahora son n dos figuras ciñendo las armas de la ciudad. E a- Pero estas estatuas se deterioran pronto (((constituyendo un pe- l ligro para los vecinos pues caen trozos a la callen). En 1907 consta n 0 que fueron retiradas, por su mal estado, unos años antes, y se pro-pone pedir a Bélgica 6a, por mediación de alguna casa comercial de 3 O 60. Martín Rodríguez, 1978, 283. 61. Los maestros, oficiales y peones que intervinieron en la obra de la balaus-trada principal fueron José Guerra Pérez, José Guerra, Cristóbal González, Joaquín Martín, Juan Martín, Francisco Ponce, Pedro González, Rafael Hennquez, Manano Montesdeoca, Mariano Martín, Mateo Hernández. Antonio Suárez, Salvador Santana. Vicente Martín, Francisco Alonso, Francisco L6pez y José Hembndez. Por los uten-silios y materiales empleados (cuñas de madera, carbón, azufre, mecha, cantería, esquinas, losetones, losas, "tisones", balaustres), la conducción del material por ca-mellos y bestias y el sueldo de Domingo J. Navarro (veinte pesos), se emplearon 448 pesos, 4 reales y 6 centimos y medio. 62. A principios de siglo, los contactos Las Palmas-Bélgica son frecuentes, pues muchos canarios iban allí a estudiar. Sobre las inñuencias belgas en la arquitectura del momento en Las Palmas, trabaja nuestro compañero Alberto DARIASP RÍNCIPEe n su tesis La arquztectura modernista en Calzarus. Las Palmas, catálogos y precios de estatuas de hierro fundido que representen iguales alegorías que las anteriores. El arquitecto muni-cipal Fernando Navarro es encargado de elegir los mo'delos enviados por la casa Francotte & E. de Macar, de Bruselas, firma que, en el mismo año, envía una carta a Ernest Mouvet de Las Palmas, media-dor con el Ayuntamiento, conteniendo información y condiciones 63. Navarro escoge cuatro esculturas del francés Boutellier (1851-1920), de 2,10 m. de altura y 450 Kgs. de peso, a ochocientos francos cada una. Las estatuas son instaladas desde principios de enero de 1909, cumpliendo así el deseo municipal de ((reponer aquellos elementos decorativos tan convenientes para el buen aspecto del edificio^. Las robustas y académicas obras, están actualmente muy repintadas de blanco @F.i nalmente, el escudo anterior se sustituye por un tercero y definitivo en 1940, diseñado por el arquitecto municipal Antonio 2 Cardona y ejecutado en cantería por Pedro Díaz Henríquez, vecino c.4 E de Arucas. Han desaparecido las figuras y soporta en una sencilla base de piedra moldurada. n-- -"m E 2.6.3. La escalera. SE E Desde 1852 se estudia una nueva forma de ejecutar la escalera - principal, por no poderse realizar según los planos a causa de la de- = bilidad de las paredes; aunque, un año después, el arquitecto Pedro O Maffiote indica que se siga el plano. Un error notorio fue que no se m E introdujo en el patio la caja de la escalera y se le dejó la misma ex- O tensión. Para trazarla, por lo tanto, se recabaron los servicios de un n -E 63. Carta fechada en Bruselas el 12-X-1907: a "En respuesta a su carta del 27 de septiembre último, tenemos el honor 2 de enviar a los miembros del Ayuntamiento de su ciudad una plancha (CG) n con seis modelos de estatuas de 2 metros y 10 centímetros de altura que n representan los temas pedidos, la navegación, la agricultura, la ciencia, el arte, la industria, el comercio. 3 O Como verá, las estatuas pertenecen a dos de los mejores escultores d e la época y tienen un sello moderno y particular del más bello aspecto. Podríamos enviarle estas estatuas de hierro colado. pintadas con minio al precio de ochocientos francos la pieza. Las condiciones de pago de los proveedores para el envío al extranjero son: la mitad a la entrega del pedido y la otra a la recogida. Igualmente le remitimos dos plandias V.O. 597 y V.O. 600 con otros modelos de estatuas de otro género, y únicamente esta serie no admite seis estatuas del mismo tamaño, sino s610 cuatro. Luc precios son: S50 hncos la pieza de los temas "Industria, navegaci6n. F e , ciencia" de la plancha V.O. 597. Y SO0 francos la pieza de los temas comercio, industria, marina, a,gricultura", de la plancha V.O. 600. Más un si1plemeit~d e &mrm para !as ~i e z a sd e bronce. Los precios se entienden por pago sobre el medio de transporte". 64. Al pie de una de elIas se puede leer el nombre de sus fundidores y el lugar: "Fondeurs. E. Ca ? tain Geny et Cie. Bussy. Hte. Mame". profesional: el arquitecto Manuel Oráa, quien, en noviembre de 1853, comunica al Ayuntamiento : "Tengo la satisfacci6n de pasar a manos dte V.S. el proyecto de la escalera para las Casas Consistoriales de esta ciudad, la cual no reu-niendo las circunstancia de ser toda de cantería como tengo entendido lo deseaba esa Municipalidad, debo poner en oonocimiento de V.S. las razones que he tenido para disponerla con el último tiro sobre zancas de madera. En primer lugar, resulta del reconocimiento que he prac-ticado en los muros que forman la caja de dicha escalera, que éstos se hallan oonstruidos de muy poco espesor, y materiales nada a propósito para recibir la caja y empuje de los arcos de la misma. Segundo, que si bien pudkran construirse los apoyos necesarios para la bóveda de la mencionada escalera éstos resultarían muy pesados y casi en el centro de la caja ocasionando mal efecto, pero indispensables para recibir, no S& k b6veda del tiro del centro que vendría a iriiesíar a los arcos m que se vdtean sobre estos apoyos, sino que para el empuje lateral del cD4. mismo tiro sería preciso construir otra bóveda de todo el ancho que E aquél tenga, para om &la contrarrestar su empuje, y proporcionar al O n todo de la obra la solidez necesaria: resultando de todo lo dicho, que -- m la parte de la escalera quedaría sumamente a oscuras, y de formas tan O E pesadas como costosas". E 2 E Aceptadas estas observaciones de Oráa, así como su plano, se concede en 1854 prioridad a la obra de la escalera sobre otros tra- 3 bajos, con el fin de que el Ayuntamiento pudiera ocupar el salón de O-sesiones a fin del mismo año. Pero la escalera no se realiza, acordán- m E dose construir otra provisional de madera, en la parte trasera con O material destinado a la plaza de Mercado. Esta escalera es de dos tramos, con descansillo al entresuelo, termina en la planta principal n E y se decora su barandal con listones en rombos. Sobre ella, y en su a misma caja, hay otras dos escaleras de un cuerpo, construidas más n tarde, que llevan a las plantas superiores, sobresaliendo sus balaus- n n tres modernistas de hierro. 3 O Para fabricar la escalera principal siguiendo los planos de Oráa se presentan inconvenientes, per !e qiie Bravc~ de Lzgma !rvantS un modelo de madera, que es desechado por Oráa («por considerar viciosa su construcciónn), que insiste para que se aplique su diseño. Pero lo que le interesaba al Ayuntamiento era acabar la escalera pronto y lo más económica posible, y «en tiempos mejores podrá ser reemplazada por otra de la mayor elegancian. De todas maneras, las contradicciones a la hora de planificar la obra continúan, y las decisiones del Ayuntamiento resultan poco coherentes. Con la segunda división provincial, en 1858, se vuelve a incrementar la actividad constructiva: se acopia cantería para la escalera, con el fin de finalizarla pronto para habilitar oficinas en la parte alta, necesarias para el nuevo orden administrativo. Desecha-dos los proyectos de escalera de los planos originales de Iiménez y Daura; el de Oráa; el del ingeniero civil Antonio Molina; y el del encargado directo de la obra, Bravo de Laguna; se presentó, a prin-cipios de 1859, un diseño realizado por un aficionado anónimo que, tras ser aceptado por la corporación, fue perfeccionado por Manuel de León. La escalera, después de tantos años de indecisiones, se le-vantó inmediatamente conforme a este plano. De tipo imperial, con un cuerpo que se abre en dos, según la convención presente en edificios oficiales y en viviendas de rango, no presenta vestíbulo de acceso, pues el primer escalón apenas está a dos metros de la sencilla puerta de entrada principal, que abre a 1, , , T - - l , L-I- TT- m--- a--- -,.1-1- A-- :- -1 ia ~ a i c ~ ui aaja . u11 s iau d i ~ uS C I I ~ I ~C.,ii L ~ I LL UILU c u p a ~ ~ uci, ~-?u.l-i:i iac-i l- 2 N zo de la escalera. Su colocación, por los motivos ya reseñados, quedó E bastante forzada, interesando más dotarla de elementos ennoblece- O dores que integrarla a las exigencias espaciales. Realizada en cante- n-- m ría, tiene pasamanos de caoba realizados el mismo 1859 por el maes- O E tro José Curbelo. También, según costumbre del momento, los ba- E 2 laustres son de hierro forjado. Al descansillo, se abre una puerta de E cantería, decorada con cornisa sostenida por ménsulas, que da acce- 3 so al entresuelo, y que se fabrica en 1862, siendo alcalde López Bo- - tas. Los dos tiros superiores poseen igualmente barandal en el lado B E de la pared. La escalera desemboca, mediante tres arcos de medio punto, a la galería del segundo cuerpo. O Más tardía es la decoración del techo de la escalera, compuesto n por cuatro faldones de yeso con una linterna de iluminación en su centro. Esta, tiene en el exterior, como un pequeño templete cua- 2 n drado, posee su cupulita y cuatro ventanas. Los faldones se hallan j totalmente decorados con motivos florales, y quedan enmarcados en $ las esquinas por hojas de acanto. Esta decoración, realizada en 1912, O es ejecutada por Eugenio Bañasco (propietario de un taller de már-moles, trabajos de cemento armado, tuberías y depósitos, en la plaza de Santa Ana) 65. Exteriormente, los faldones se cubren con sencilla teja árabe (uno de los arcaísmos de la obra) y la pequeña linterna se remata con una estilizada vasija. 65. La valoraci6n del decorado de "yeso estopa" es la siguiente: Artesonado. 325 pesetas; Molduras del artesonado, 350; Cornisa principal, í92; Iiosetas y hojas de esquina, 200; Nénsulas, 240; Molduras entre ménsulas, 192; Cuadros de entre ménsulas, 198; Molduras del cuadro del farol, 50; Decorado de ochavas y cúpula del farol, 150; Colocación del decorado, 600. Total: 2.500 pesetas. 2.6.4. La primera instalación. Tras el incendio de la primera fábrica, el Ayuntamiento tuvo que reunirse en casas particulares, la mayoría de las veces, y en otros edificios (casa de la Inquisición, casa Episcopal, convento de San Agustín, colegio de Segunda Enseñanza...). Por su parte, la Audien-cia se instaló en la casa de la Inquisición, y luego, hasta hoy, en el convento agustino. El carácter trashumante de la corporación mu-nicipal, y, por lo tanto, la necesidad de una sede digna y diferencia-da, van a ser otros factores que pesaron a la hora de intentar la aceleración de las obras del edificio del Ayuntamiento. El proceso se acentúa desde comienzos de la división provincial en 1852 y cul-mina a los diez años siguientes. En este período se presiona conti-riuumente para ceu,l;!etur e! edificio y permitir !a iilsta1aciSii de las oficinas municipales. La evolución del edificio en esta década se resume mediante los pasos siguientes : 1. En 1852 se termina la fachada y se techa la construcción. 2. Para el control de la marcha de los trabajos y sus posibilida-des, se presupuesta, en 1853, su terminación; al mismo tiempo, se piensa en instalar las primeras oficinas, sin que parasen las obras. 3. Se colocan las cristaleras a los vanos, 1854. 4. Se determina el arreglo de las piezas para oficinas del Ayun-tamiento y la habitación destinada al alojamiento de la guardia. Se construye una escalera provisional de madera a la segunda planta, 1855. 5. Desde febrero de 1856 se insiste en la urgente finalización del edificio, o, al menos, se habilitasen salas suficientes para las oficinas. Por fin, en abril, se trasladan las oficinas del Ayuntamiento a la nueva Casa Consistorial. Es, por lo tanto, la primera instalación. Re-paración de las azoteas y desagües. Se piensa concluir el salón de sesiones y habilitar las piezas bajas para alquilarlas como escribanías. 6. El fantasma de un posible incendio surge en 1861, cuando después de cuatro años de realizada una exhibición de iluminación de gas en la fachada del edificio, se acuerda trasladar a otro lugar cierta cantidad de gas conservada en el Ayuntamiento. Se firma una póliza de seguros en 1858. 7. En 1859 se pone el piso de madera a casi todo el edificio. El material empleado, principalmente pinsapo, se adquiere a Diego Swanston y Compañía. Intervienen los maestros Nicolás del Rosario, Manuel Jiménez (desconocemos su posible relación con su homóni- mo, primer diseñador del edificio), José Medina Suárez y José Cur-belo. Se trabaja también en otras obras de carpintería: tabiques, guarniciones, alacenas.. . Se realiza la escalera principal. 8. El edificio queda prácticamente terminado (excepto parte del remate de la fachada y una escalera que da subida a la azotea) a principios de 1862, gracias a los reiterados propósitos del alcalde, Antonio López Botas, uno de los hombres que más tiempo estuvo vinculado a las obras. La Exposición Provincial de Canarias, de Agri-cultura, Industria y Artes, celebrada en las Casas Consistoriales en este mismo año, viene a constituir como su inauguración oficial. Después de veinte años, no resulta extraño que las posturas triunfalistas volviesen a campear en Las Palmas, sobre todo tras la tan dilatada y ansiada conclusión del edificio, «que con tanto afán 57 empeñe han levantade estns vecinnc, 17 c~mpi fe57 rivaliza con los que de igual naturaleza se hallan en las principales capitales de la monarquía^. 2.7. Usos y distribución del edificio Las Casas Consistoriales ocupan un solar rectangular de sola-mente 882,20 m2, lo que parece explicar la desproporción existente entre los diseños y las obras realizadas, resintiéndose notablemente, por ello, su distribución interna. Consta de cinco plantas, incluyendo la azotea, cuya superficie cubierta total asciende a 3.534,44 m2 66. El nuevo edificio destinó sus dependencias a diversos fines, al-gunos sin relación con los diferentes usos del antiguo Cabildo. Dos de éstos, la Audiencia y la Cárcel, no se volverán a anexionar a la nueva obra, y tendrán en adelante otros lugares de instalación, ya referidos. Especialmente, las entidades culturales van a ser las más favorecidas en la ocupación de dependencias propias en el Ayunta-miento. Aunque, el reducido espacio que ofrecía el edificio y la am-pliación de la vida municipal, originarán continuos intentos munici-pales para desalojar a los diferentes organismos instalados. Tras la Exposición Provincial de 1862, el edificio se hallaba ocupado, desde el año siguiente (y en los posteriores, con algunos cambios), del si-guiente modo : 1. Planta baja: La Academia de Dibujo, cuyo local fue posible gracias a un donativo de la Sociedad Económica en 1861, tenía su 66. La superficie de cada planta es la siguiente: Primera (832, 00 m.2) ; Entre-suelo (577,76) ; Principal (832,20) ; Cuarta (673,SO) y Quinta, incluyendo la azotea (621.48). instalación en este piso, y, desde 1888, el Ayuntamiento pretende que la Academia se traslade a otro lugar, pero todavía en 1933 con-tinuaba en el edificio. También en esta planta se hallaba la Escuela Pública de Primeras Letras, el Cuartel de la Guardia Municipal, los depósitos del Ayuntamiento y la Junta de Heredad de Aguas, ins-talada en un local frente a la casa Regental, y que en 1923 busca otro local en la ciudad. El patio, al que se accede directamente desde la galería baja mediante una puerta lateral, resulta otro espacio re-ducido y desproporcionado. De planta rectangular, se compone de arcos rebajados de madera sobre pies derechos (al igual que en ca-sas neoclásicas de Las Palmas). La fuente central data del segundo tercio del presente siglo. Los pisos superiores, todos cerrados, se eutpri~rizana l patio mediant e t r a d k i ~ n a k c v, entanas de guillotina. m En esta planta se instalan, según transcurre el siglo, diversas depen- D E dencias municipales. O 2. Entresuelo: La sala de la Real Sociedad Económica se tras- - -- m ladó por dos veces a esta planta desde la baja. La entidad había ven- O E dido sus propiedades en Vegueta, para ayudar a la obra del Ayun- SE tamiento, con el propósito de obtener algunas piezas en el nuevo -E edificio. Hasta 1940, el Ayuntamiento no logra que abandone su lo-cal. El entresuelo fue el piso en que más tiempo estuvo el archivo 3 municipal, desde 1896, instalado antes en la cuarta planta. También - - 0 se hallaba aquí la Escuela Normal de Maestros, que se pretende m E desalojar desde 1888. O 3. Planta tercera o principal: Como planta noble, se destinaba - enteramente a las funciones municipales. El lado izquierdo lo ocu- a-E paba el salón de sesiones y los despachos de la Alcaldía, secretaría y l otras oficinas se disponían en el lado contrario. También se hallaba -- en este piso la Junta de Comercio, Sanidad y Beneficencia Municipal. 3 4. Cuarta planta: En ella se situaban las entidades culturales O más importantes. Estuvo un tiempo el archivo de la Inquisición. las Escribanías Públicas vacantes, la Biblioteca Municipal, el Museo Canario (a punto de trasladarse en 1923 a su actual emplazamiento de la calle Dr. Chil) y la Junta de Agricultura. Por la evidente necesidad de espacio, la azotea se habilita en parte, principalmente a partir de 1929, como nueva planta, creán-dose nuevas dependencias (Oficina Técnica, vivienda para el conser-je, diversas oficinas). Tras un poco más de un siglo de uso, el edificio ha dejado de cumplir sus funciones municipales, al instalarse el Ayuntamiento en otro edificio, pensándose destinarlo a dos funciones que ya tuvo antes: museo y escuela de Bellas Artes. 2.8. Los últimos trabajos 2.8.1. El salón de sesiones. Ubicado en el ala izquierda de la planta principal, paralelo a la calle Castillo, es una sala rectangular, alargada y estrecha, excesiva-mente pequeña para su función. En 1856 se incluye la dependencia entre las obras próximas a concluirse, y al año siguiente hay un pri-mer proyecto de decorarla, dudándose entre la utilización de la ma-dera y el estuco. El salón ya consta acabado en mayo de 1860, aun- &curcrc;óii. pcrr el iec~;i&o la s-uficieeien"aec itn, en 1875 se piensa reformarlo «con la elegancia y buen gusto dignos del Palacio Municipal)). El arquitecto municipal José López Eche-garreta propone quitar el techo raso de madera. Todavía en 1877, el propio arquitecto intenta elevar la altura de la sala a la de las habitaciones superiores, pero abandonó la idea porque, por su estre-chez, el salón parecería una galería y la pared del frontis lateral per-dería el enlace que le prestaba el enmaderado del techo con los mu-ros interiores. La solución que se arbitra, para evitar la despropor-ción, es dividirlo en tres partes por medio de dos arcos apoyados en columnas, destinándose el tramo de la cabecera para el cuerpo municipal, y el resto para el público. Los elementos decorativos se diseñan con tendencia a la verticalidad, para simular mayor altura. El arquitecto, por lo tanto, se ve en la necesidad de aprovechar el pequeño espacio apuntando nuevas sugerencias espaciales por medio de la decoración. Y precisamente se va a cuidar con esmero el aspecto decorativo (aparte de las exigencias derivadas de su función y de constituir la dependencia fundamental del edificio), que, por su profusión y ri-nllPwQ se !e coxce como SaMn =orado. Eii 1830, el maestr-u &a-nista Francisco León Quevedo (que ya había colobarado con Eche-garreta en los trabajos del techo) se ofrece a concluir el decorado del salón. El arquitecto municipal, Laureano Arroyo, presenta las condiciones al que se ajustaría el trabajo ", así como el presupuesto 67. Es imponante reproducir ias condiciones propuestas por ei arquitecto Laureano Arroyo para la decoracibn de1 Sa16n de sesiones: "1. En el techo se dorarán los elementos más salientes de las molduras. En la decora-u6n floral se darán toques de oro en las partes de más relieve de sus distintas (10.251 pesetas). A la subasta de la obra, publicada en el Boletín Ofi-cial de la Provincia, sólo se presenta el mencionado León, que acaba los trabajos en 1892. El dorado es el protagonista de toda la decoración (en tardío Es-tilo Imperio junto a otros elementos eclécticos), y los temas son jarrones, pájaros, frutos, hojas, ramas, guirnaldas, etc. Cada vano (ventanas y puertas) se enmarca con pilastras, decoradas con cará-tulas en sus capiteles. Entre ellas, hay medallones con dos perros entre una palmera (alusión al escudo de la Isla). Sobre cada hueco, un frontón semicircular partido, con las armas de Castilla en su cen-tro. La cabecera, como parte principal, posee dos ricas columnas compuestas. La bóveda, con secciones rectangulares centrales, se abre con lunetos en sus dos faldones mayores. Por último, por el riesgo de permeabilidad que ofrecía el techo y el consecuente peligro para la decoración, el propio Arroyo propo-ne, en 1895, la sustitución de la techumbre, pues «no es propio de un palacio de la importancia de las Casas Consistoriales, tener los techos de hormigón como cualquier casa de vecindad, pues hay falta de armonía entre la suntuosidad de la fábrica y la cubiertau. elementos. El resto de la decoración así en molduras como en hojas, flores y junquillos se pintará imitando maderas detalladas de cedro. roble o nogal. 2 En la cornisa, arquitrabe y friso se dorarán asimismo los elementos más salientes de las molduras y los ornamentos florales, como son volutas, hojas de acanto, roschas, perlas y huevo. El resto imitará también las mismas maderas. 3. Los frontones de sobrepuertas se dorarán como los que ya lo están en el estrado completándolos con la imitación de maderas en las partes en que aquellas quedarán en blanco. 4. En las pilastras y columnas se dorarán los capiteles y basas y los fustes se pin-tarán imitando el mármol pentkliw de brillantes jeropes. 5. En los escudos y cartelas espaciados debajo del entablamento se dorarán los ele-mentos decorativos tomados de la flora natural, pintándose los demás imitando maderas en las cartelas y a la policromia en los escudos. 6. En los plafones decorados de los entrepaños se dorarán los elementos más salientes de las molduras y los florales. El resto de elementos moldurados imitará como siempre las maderas indicadas anteriormente. 7. El zócalo se pintará imitando el mármol jaspe de wlor oscuro verdoso con exclu-si6n de todo elemento decorado S. El fondo del techo así en las escocias como en los artesonados se pintará de un tono enérgiw de la gama franca de uno de los colores elementales excepci6n hecha de amarillo que no contrasta con el oro de los elementos decorativos. 9. El fondo de los entrepaños e intercolumnios en los muros imitará el mármol pentélico de que se ha hecho menci6n para el fuste de pilastras y columnas. 10. El oro que se emplee será de igual clase y calidad que el de los dorados exis-tentes en el propio salón y será aplicado por los mismos procedimientos en sus diversos tonos mates de una limpieza perfecta. 11. Las pinturas así en imitación de maderas como en la de drmoles serán al 61eo y aplicadas siempre bajo las indicaciones del arquitecto municipal, a cuyo efecto se harán previamente las necesarias pruebas de verificaci6n para juzgar el efecto de las mismas antes de proceder a su aplicación definitiva. 12. La decoraci6n total del sal6n deberá quedar terminada en el plazo de diez y ocho meses, siendo de cuenta del contratista todos los medios auxiliares, andamios, cuerdas, enseres, etc., que necesite para llevar a cabo su trabajo". 2.8.2. Otros trabajos menores. Tras la realización del salón de sesiones, y hasta 1950, las últi-mas obras que se realizan son pequeñas reformas o ampliaciones y nuevas instalaciones: salón para Academia de Pintura, en la azotea, 1895; local en la azotea para la Oficina Técnica Municipal, 1929; ampliación del archivo, 1930; vivienda para el conserje, en la azo-tea, 1934; oficinas en la azotea, 1935; ejecución de una fuente en el patio y su pavimentación, 1942. 2. Antiguo ~ a b i l d o ' ! ~ i b u jdoe Alvarez Rixo) 3. El Nuevo Edificio en 1868 lReproducido de Waldo Giménez Romera: Crchica dc las Islas Canarias. Madrid, 1868) 4. El Ayuntamiento en 1883 (La Ili~stración de Canarias) 8. Torcuato Renjameda: Ayuntamiento de Cádiz. 1816 9. Estatuas del remate de la fachada. 1908. Obra de Bautellier 10. Pórtico de la planta baja 11. Escalera principal. 1839 16. Patio. La fuente centrai data de 1942 17, Salón de Sesio-nes o Salón Dorado. Decoración finaliza-da en 1892. PALACIO MUNICIPAL planta baja escala 1:100 PALACIO MUNICIPAL entresuelo escala 9:100 PALACIO MUNICIPAL planta principal escala 1: 100 PALACIO MUNlCl PAL planta primera escala 1:100 APENDLCE Contrato con los maestros rematadores de la obra: coindiciones 1) Todos los cimientos del edificio, así como las paredes exterimes y colaterales de la cárcel han de ser fabricadas con argamasa para lo cual la cal( ha de estar bien curtida y si fuera de Telde se le añadirá igual cantidad de arena; y tanto y medio si fuere de Arinaga o de Agiim. En los cidentos se pondrá la cantería balsera que contienen los escombros del antiguo edificio. 2) Para que' las paredles del que va a fabricarse sean bien construidas Y ligadas deberán hacerse de hiladas enrrasadas, evitar bolones, para rdleno, ripiar con material bien rajado; que las cabezas abracen dos terceras partes del espesor de la pared y si fuera posible que sean de un alto. En las que vayan de cai, no deberá economizarse ésra ciernasiacto, a. paso que ias que sean de barro no se les cargará mucho. Las paredes del primar cuerpo serán de cuatro cuartas y las del segundo de tres. 3) Habiéndose hecho una costumbre usar la canteria azul mal labrada en los edificios modernos, es indispensable que la que se invierta en e1 que se va a construir sea de doble labor, sirviendo de tipo la cantería de la casa de 10s señores Swaston, pues cualquier falta que se note en este artículo, séase por mal labrado, empenado o rajado; ccnnóscase a la simple vista o des-cúbrase, por regla, nivel o planada, deberá cualquier individuo de la Junta que lo advierta, mandar suspender el trabajo hasta dar parte a fin de que ésta acuerde lo conveniente. 4) Las colas de los garabatos de cantería para las puertas y ventanas han de abrazar d grueso de la pared; así mismo el saliente de los corredores y el de las contras de las pilastras han de tener suficiente largo para que toda la obra vaya bien amarrada pudiendo así pescolarse como corresponde. El tablero de los huecos ha de ser de una tercia de vara. 5) A donde ocurra un blanco de pared de ocho varas, sin huecos, se le pondrá un crucero sencillo de cantos blancos y doble si pasa de doce varas. Todos los cantos tendrán a 180 menos 15 pulgadas y 25 a 27 de largo. Toda la cantería Manca ha de ser de primera calidad y sentada con cal. 6) El embaldosado del piso bajo será sentado con mezcla y revocado con cal; y el de los pisos superiores con cal y la labor doble como lo demás de la cantería. 7) Las piezas de cantería del alquitrabe que forman las bóvedas planas entre las columnas así como las dovelas y claves de los arcos deberán sw enterizas en lo que respecta al grueso de la pared. También es de advertir que como las indicadas piezas de1 alquitrabe neoesariamente forman una guarnición a1 techo del primero y piso del segundo cuerpo, es de precisión que si se continúe todo alrededor de lo que forma el interior de las cdum-natas. 8) La escalera principai dd edificio será en la forma siguiente. Las tres mesetas y escalones intermedios irán sostenidos sobre un arco, y los dos es-calones laterales, así como la central llevarán igualmente esta forma. Los escalones de todas ellas serán enterizos. 9) El acueducto del pilar se hará de forma qae na pueda comunicar humedaa a las cárceles y lo mismo se dice respecto a los desagrües. Para la forma de las tanquetas & Cia. se formará un diseño que deberán executar los empresarios. 10) Los balaustres para la azotea y entre columnas del segundo cuerpo serán de cantería, y están calculados en 92. Las perillas de las dos fachadas colaterales tendrán de alto dos vairas y conforme a la plantilla. Las del archivo vara y media y su forma lo mismo. 11) El primer cuerpo es de orden dóricu en todas sus partes, y el segundo jónico: lo que se tendrá presente para los guardapolvos de las ventanas. 12) Toda la cantería azul ha de ser del Monte. 13) Todo el edificio llevará cielos rasos y éstos así como los tabiques en la parte de mampostería se harán de caña bien curada de un buen grueso y calidad, bien tejidos lienzos y reclavados, llevando correas en las muciones y encalados con yeso de buena calidad con suficiente espesor y rematadcs con proligidad. 14) Los hormigones han de ser hechos con cal de Agüimes, curtida por treinta días consecutivos antes que se amase: enseguida se sobará tres oca-siones con quince días de intervalo, si está al aire libre, y si a la sombra de mes a mes. Al echarlos estarán perfectamente curados y majados. Siendo en tiempo de verano se regarán durante sesenta días, perro si fuese invierno no bastará un mes, las cales para encalar deberán estar bien curtidas y sobadas antes de emplearse, y luego de encalar las paredes deberán dársele seis manos de albeo. 15) En lugar de umbrales de tea van archetes o bóvedas planas de can-tería blanca encalada con yeso. 16). Si con la tierra que se sacase del fondo donde ha de ir el edificio para barro no se ahondase lo suficiente, el primer piso para evitar las hume-dades, será de cuenta de los empresarios al hacerlo y rellenar la cavidad con los escombros inútiles del antiguo edificio, así como si sobas de éstos al echarlos d barranco u otra parte con tal que la plaza quede libre de dlos. 17) La pared trasera del edificio, que es divisoria con la casa de Don Fe-lipe Massieu (sic), llevará un a£orso de media vara hasta su mayor elevación para poder continuar de allí arsiba pared nueva. En el grueso de éstas y construida de cantería blanca deberán ir los caños de las chimeneas de la cocina de la Cárcel. 18) Todo el solar y pisos del edificio va embaldosado sin excepción del patio ni punto alguno. Las graderías exteriores son seis, y de siete pulgadas de alto y van por fuera de los cimientos a ocupar todo el largo de la fachada, derías. 19) Las puertas bajas han de ir tabIadas pero rebajadas con un cepo corrido en el larguero adonde se une con la tabla, tendrán a lo menos cuatro medias travesías para fortalecerlas. Los largueros y travesías han de tener bres y media pulgada de ancho por dos y cuarta de grueso. Las puertas y hojas de ventanas del piso superior habrán de entablarse de pinsapo con largueros de tea, advirtiendo que las de las salas del Ayuntamiento y Tri-bunai irán de embutir al estilo moderno. 20) Las vidrieras considerándolas a tres de varas de alto llevarán 24 vi-drios en los dos paños: los marcos no cederán de dos pulgadas de ancho y las venillas de una con su correspondiepte fortaleza y de cuenta de los contratistas los vidrios, el ponerlos y empastarlos. 21) Todos los huecos del edificio han de llevar sus bastidores de tea, pues tanto las puertas como las ventanas van con bisagras y tirafados, y los pasadores cwrespondSentes: y ademQs llevarán las puertas pestilleras. 22) Todos los artículos citados en las tres condiciones anteriores deben ser arreglados con exactitud a los huecos que correspondan y bien desempe-nadas las espigas estarán perfectamente apostadas a las esciopeaduras en sus gruesos sin que sea necesario acuñarlas. Tarnbikn llevarán los huecos guarni-ciones de tea por dentro de nueve pulgadas de ancho, rebajadas y con golas. 23) Las rejas serán de vergajones de hierro de una pulgada de ancho, teniendo cada hierro seis vergas verticales y cinco horizontales, las que se ooloarán en un fuerte bastidor de tea donde también se colocarán las hojas de ventana. "34 . . -T n"c" t.'."I-"5Y hini i - a "c- m-in- .h ~ r h n cr nn ci lc t r n v ~ c a ñ n av ~ r t i r a l ~yc h o r i v n n - -..--. ^-- tales, aqukllos a dos tercios de distancia y éstos a vara, siendo su ancho de cuatro pulgadas y su grueso de pulgada y media: y para lo cual lo mismo que en todo lo demás del edificio se evitará lleven samago las maderas porque no serán de recibo ni ninguna otra imperfección notable. 25) Las galerías serán de cinco varas de alto cuando menos con sus tabiques por el estilo que se expresa arriba, pm el norte y sur llevarán a cuatro vidrieras de tres varas y por el Naciente tres vidrieras, todas las cuales irán sin hoja. Estos huecos llevarán guarniciones por dentro y por fuera, iguales a los demás del edificio. También llevarán por la parte superior externa su cornisamiento adecuado. #Los maderos de los techos y pisos tendrán seis pulgadas de ancho y dos y media de grueso y las sobreparedes en éstos para sostener el maderaje tendrán seis pulgadas por una y media y sentadas sobre cal. Los pilares serán de vigas, y las madres ocho1 pulgadas de alto y cinco de grueso; 26) Las escaleras interimes llevarán sus varones y escalones arreglados a su ancho y largo con pasamanos sencillos pero fuertes y cielos rasos de yeso por bajo. 27) Los enmaderamientos de todas las piezas del edificio excepto las explicadas llevarán sus sobreparedes de una y media pulgada de grueso por cinco de ancho y sentadas en cal: los maderos con 11 pulgadas distantes unos de otros y de medias vigas .o de 7 pulgadas por 5; d'espués de sacados los cuatro costados de reveses q~ues ervían para tablar los pisos. 28) La campana de la cocina llevará las mismas reglas que los tabiques, pero hasta las madres han de forrarse con caiíizo y encalado de yeso. 29) Las pestilleras serán bien construidas y fuertes de ocho pulgadas por cinco y las de tres puertas principales diez por seis. También se tendrá presente que los demás herrajes tengan las dimensiones necesarias para los puntos de colocaci&n, siendo de la mejor calidad, advirtiéndose que serán reconocidos por un comisionado, antes de darle el chapapote que se acos-tumbra. 30) Aunque de los planos no resulta que el edificio lleva entresuelo, deberá tenerlo sin embargo y será de cuenta de los empresarios d ponerlo en los ángulos del naciente, norte y sur, en cuyos entresudos habrá seis tabiques y doce puertas que se colocarán según la Junta lo disponga. En los ángulos del norte y sur habrá dos corredores embalaustrados y una vara de ancho, y cada uno tendrá su escalera que comunique con el patio principal, y para su mayor fortaleza habrá unos maderos que abrazan el espesor de las dos paredes dejando un saliente de una vara sobre el cual descanse el piso de los corredores. 31) Todo lo que se requiera para la total conclusión del edificio arre-glado a lo que exige el plan, aunque no se halle específicamente detallado en estas condiciones, será de cuenta de los empresarios y construido a imitación de los edificios modernos de mejor gusto, exceptuando solamente los balcones, los balausbres sobre el archivo, y el pasamanos de la escaiera principal; así como tampoco les competirán a los contratistas adornar interiormente el edificio; y cualquier alteración que se intente hacer en el plano aprobado será materia de un nuevo ajuste. 32) Los contratistas precio por precio darán la preferencia a la Junta para las cales, maderas, herrajes, vidrios y conduciones, y especificarán el valor en que se hace cargo de los escombros del antiguo edificio. 33) Todo el maderaje que éste ha producido lo tomarán por su cuenta dichos empresarios a razón de un toston por un quintai y a ia conciusión de la obra se le descontará del valor de su contrata. 34) Se entregará a los maestros al fin de cada semana todo lo que se necesite para cubrir en que en ella se ocasione; y además cien pesos que irán siempre quedando en su poder en clase de adelanto para gastos extraordi-narios; y deberán dar concluido el edificio dentro del término de dos años que empezarán a correr desde el día en que se dé principio a la construcción; en el supuesto que 40 verificándolo, pagarán una multa de doscientos pesos por cada seis meses que la prolonguen siendo igual la recompensa que se les abonará por cada seis meses de anticipación en concluirla. 35) Dichos empresarios tendrán que prestar a la seguridad de la contrata de bienes ciertos y seguros, cuyo valor exceda de 20.000 reales. (AHPLP : Expediente de varios antecedentes, 1846, Obras Públicas., leg. 2). F U E N T E S 1. Documentales A) AMLP (Archivo Municipal de Las Palmas) Libros de Actas, 1834-1870. Memoria descriptiva de la construcción de las Casas Consistonkles de esta ciudad, 23 folios, Expediente n.O 1, Negociado de Patrimonio, año 1863. Expediente sobre las Casas Consistoriales y la Heredad de Aguas. Fomen-to, n.O 9, expediente 5. Expediente sobre reparación en el interior de las Casm Consistoriales v traslación a otro local de la Academia de Dibujo y coazstruccidn de una esmlera interior y traslacidn de archivo. Expediente 1, Negociado de Patrimonio, fols. 24-28. 1888-1891. Expediente sobre pe?muta de los locales que en la Casa Conisistorial ocupa la Real Sociedad Econ6mica de Amigos del País por el local de la antigua Escuela de San F&ncisco. Fomento, n.O 9, expediente 10, 1918-19M. Expediente sobre las Casas Cmtsistoriales y el Museo Canario. Fomento, n.O 9, expediente 8, 1919-1923. Expediente de reformas de las Casas Consistoriales. Fomento, n.O 9, expe-dliente 9, 1934-1935. B) AHPLP (Archivo Histórico Provincial de Las Palmas) Expediente de vanos antecedentes remitidos por la Junta Directiva de las Casas Consistoriahs que compviende la contrata con los maestros rema-tadmes de la misma obra. Año de 1846, Obras Públicas, leg. 2. Presupuestos del Ayzcntamiento. Presupuestos, 1844-1860. Expediente sobre el donativo hecho al Ayuntamiento p r Don Cristóbal del Castillo de 43.330 reales para mejoras de utilidad pública. 1858, Obras Públicas, leg. 9. Expediente de cuentas presentadas por Don Domingo José Navarro de la obra hecha por disposición del mismo y con caudales que p~oparcionó en el edificio de las Casas Consistoriales. 1859, Obras Públicas, kg. 9. Expediente a consecuencia de haberse dado parte al Señor Alcalde de haberse sustraído mderas pertenecientes a la obra de Casas Consis-toriales. 1861, Obras PúMicas, leg. 3. Expediente sobre la necesidad de reformar el techo del salón de sesiones. 1875, Obras Públicas, leg. 4. Cuentas de Fondos Municipales. Depositaría, 1873-18986, 1897-19 16. Carpeta General de ¿arga y Data. Depositaria, 1895-1914. Expediente sobre terminación del decorado del salón de sesiones del Pa-lacio Municipal (1890) y decorado del techo de la escalera principal (1912). Obras Públicas, kg. 7. Expediente sobre construcción de habitaciones en el patio de las Casas Consistoriales. Obras Públicas, leg. 9. Expediente sobre adquisición de cuatro estatuas para el remate de la fachada de la casa consistorial. 19018, Obras Públicas. C) Aachivo del Museo Camrio. Las Palmas CHIL: Estudios sobre el siglo XIX, tomos 7-11, signatura 11-A-5. DÉNIZ GREK, Domingo: Resumen histbrico-descriptivo de las Islas Ca-nanas, 4 tomos. ROMEROC EBALLOSI,s idoro: Diario y relasion de los viajes, 2 tomos, signatura 1-E-2. 2. Impresas ALAMO, Néstor: El almirante de la Mar Océana en Gran Canaria. Sevilla, 1954. 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Calificación | |
Título y subtítulo | La arquitectura del Ayuntamiento de Las Palmas |
Autor principal | Martín Rodríguez, Fernando Gabriel |
Publicación fuente | III Coloquio de historia canario - americano |
Numeración | Coloquio 03. Tomo 2 |
Tipo de documento | Congreso y conferencia |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Mancomunidad de Cabildos |
Fecha | 1978 |
Páginas | p. 252-294 |
Materias | Congresos ; Historia ; Canarias ; América |
Notas | Coordinación y prólogo de Francisco Morales Padrón |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 11934115 Bytes |
Texto | E LA ARQUITECTURA DEL AYUNTAMIENTO DE LAS PALMAS 3 - FERNANDOG ABRIELM ART~RNO DR~GUEZ 0 m E O INTRODUCCION La aproximación al estudio de un edificio concreto como el Ayun-tamiento de Las Palmas se justifica por su propia valoración arqui-tectónica y su significación arnpiia en ei cüiitextü ~ d i i c t ~ i üE.s , evi-dentemente, arquitectura erudita, por sus exigencias específicas co-mo edificio representativo del poder, en sus dos fábricas, la pri-mera, desaparecida en 1842 y la actual, construida a partir de ese año. Pertenece, como otros ejemplos similares de las Islas, a la tra-dición tipológica de los Ayuntamientos castellanos, sin faltar su determinante función urbanística: entorno noble de la ciudad (ba-rrio de Vegueta), ubicación en la plaza principal (Santa Ana) y, en consecuencia, su carácter simbólico al mismo tiempo que diferen-ciador con la arquitectura aneja. Importante es e1 particular desarro-llo de la segunda fábrica, con sus numerosos problemas e inciden-cias, aportando sugestivas reflexiones sobre la manipulación del he-cho arquitectónico. Su construcción se liga estrechamente a un con-texto concreto : las Canarias decimonónicas, polarizándose la ma-yor actividad de las obras en momentos tan difíciles como los años de agudización de las fricciones y la rivalidad con Tenerife y las divisiones provinciales del Archipiélago. El ediiicio (en el que di-recta o indirectamente intervienen distintos artistas: Jiménez, Dau-ra, Maffiotte, Oráa, Manuel de León, Francisco León ...) es impul- ~ 2 d ~un a n.Y"r o"A""-m-- orlitadu planificuciSn deX2gSgica, ny..i.,i p intenta AA-...,AA.... responsabilizar a los ciudadanos de su reconstrucción, reivindicán-dose como obra de orgullo para Gran Canaria. Tras incendiarse el antiguo Archivo del Cabildo, las fuentes para abordar el estudio de la primera fábrica se limitan a las informacio-nes de los cronistas, algunos pocos documentos y a grabados de la fachada. En cambio, para el nuevo edificio, la documentación es bastante abundante: tanto en el actual archivo municipal (AMLP) -agradeciendo a don Manuel Rodríguez Acosta su inestimable ayu-da-, como en el Archivo Histórico Provincial (AHPLP), existe ge- 253 nerosa información sobre la dinámica de los trabajos. Igualmente, en El Museo Canario -también, mi reconocimiento a la Srta. Auri-na Rodríguez- han sido de suma utilidad los folletos editados en el siglo XM, las memorias de Romero Ceballos, así como otros dos trabajos inéditos, el de Déniz Grek y el de Chil y Naranjo. Sin em-bargo, la documentación gráfica -esencialmente, los planos origi-nales de Manuel Jiménez y los reformados por Juan Daura en Cá-diz- no ha aparecido. Nuestras pesquisas en la Península, concre-tamente en el Archivo Histórico Nacional, de Madrid, buscando los planos (enviados a Isabel 11) han sido infructuosas. Resta una doble posibilidad: el archivo de Alcalá de Henares (documentación del siglo XIX) o la Academia de Santa Isabel de Sevilla (pista que debo al Dr. Antonio de la Banda) al ser los diseños enviados a Cádiz. En este trabajo, reproducimos los planos de cuatro planta del edificin, levantados en este siglo, y en el texto nos referimos, cuando es po-sible, a las diferencias y adiciones existentes con los proyectos ini-ciales. 1. EL ANTIGUO EDIFICIO 1.1. La primera fábrica: siglo XVI La primera noticia alusiva al edificio data de diciembre de 1494, once años después de finalizada la conquista de Gran Canaria, fecha en la que una Real Cédula ordena «que haya Casa de Consejo, e Cárcel, e Casa diputada ... e todo este en la plaza e en lugar conve-nible » l. Por lo tanto, antes de aquel año no existió un edificio dife-renciado como casa de Cabildo dentro del primitivo y reducido nú-cleo del Real de Las Palmas, explicable por los problemas inherentes al desarrollo de toda ciudad en embrión (organización administra-tiva, reparto de solares, expansión urbana, ritmo lento en la cons-trucción, dificultades para obtener materiales y mano de obra cua-iificada, etc.). En esos primeros años, las sesiones de los mandata-rios se celebran en sus casas, otras residencias particulares (igualmen-te sencillas por lo aducido anteriormente) o en las primitivas ermi-tas, singularmente la de San Antonio Abad. La orden real de 1494 sugiere que las necesidades de la antigua villa, una vez superado el despegue colonizador, exigían la centralización del poder local e irisd2r er, ur? edificie cer?cret= y c!aramente Uiferenciad~. 1. Real Cédula de 20-XII-1494. Libro Rojo, 4. En 1519 ya existían unas casas de Ayuntamiento, pues en la queja dirigida al rey Carlos 1 por el regidor Cristóbal Bivas y el personero Juan de Escobedo, en nombre del Consejo, se informa de que ((se hazia cabildo e ayuntamiento fuera de las casas del Ca-bildo e Ayuntamiento de la dicha ysla aviendo en ella casas de Ayun-tamiento para ello)) 2. Esta primitiva residencia tuvo que levantarse después de 1494, pero no antes de 1502. Efectivamente, la mención de la cédula de 1494 sobre que el edificio se construya en la plaza, siguiendo la costumbre castellana y tal como exigía el primer centro administrativo de la Isla, nos hace pensar que esa primera fábrica se hallaba instalada en su definitivo emplazamiento de la plaza de Santa Ana, futura plaza mayor, cuya urbanización es posterior a 1502. Hasta este año no existía, obteniendo el gobernador Antonio de Torres los terrenos de la futura plaza, frente a la Catedral, por un cambio de tierras a luan de Siverio 3. La instalación era en el mismo solar actual, frente a la Catedral (los dos organismos de má-ximo poder), lindando por sus extremos con el callejón de Doramas y la calle de Castillo, y por detrás con una casa particular (posterior residencia de los Manrique de Lara). Además, la confusa y reducida trama urbana del núcleo de San Antonio Abad, no permitía la rea-lización de la norma: el Ayuntamiento, la Iglesia y casas principa-les, ubicados en la simbólica plaza mayor. Diversos documentos de la Inquisición de 1526, sitúan claramente las casas de Cabildo en la plaza de Santa Ana 4. Esta primera construcción no debió reunir las condiciones ar-quitectónicas exigidas por la importancia que iba adquiriendo el Cabildo, y así en la década de los 30 se inicia la fábrica definitiva. Fray José de Sosa5 afirma que en tiempos del obispo Juan de Sala-manca (1532-4), se fabricaron las casas de Cabildo, la Audiencia, las cárceles reales, las carnicerías, el Peso de la Harina, el pilar que estaba en la plaza de Santa Ana, etc. Por estos años es gobernador PYiIartiii Eeináiidez Ceióri que, si nos atenemos a ia información de Sosa, sería el impulsor de todas las obras mencionadas. Pero otros cronistas e historiadores coinciden en que el constructor real de las casas de Cabildo fue Agustín de Zurbarán, gobernador de la Isla de 1535 a 1537 y con un segundo mandato de 1540 a 1543. En otro 0 n.-, P L J . . , . a. 1-1 m u l a de 3-1-151s. Libro "nüju, 47-8. 3. Chil y Naranjo, 1876, 111, 588. 4. Herrera Piqu6, 1978, 39-40. 5. Sosa, 1849, 139. 6. Cámara y Murga, 1631, 323. Castillo, 111, 869 lugar de su obra, Sosa se contradice al señalar al mismo Zurbarán como iniciador de las obras '. A la vuelta de éste en 1540 se com-pletan los trabajos iniciados en su primer gobierno *. Por lo tanto, se ha de situar la construcción de la primera fábrica entre 1535 y 1543 9. El incendio de esta construcción en 1842 nos imposibilita cono-cer su organización interna (tampoco se conserva ningún plano), pero sabemos que el edificio albergaba en la planta baja la cárcel pública junto al patio, además del Pósito, el Peso de la Harina y el Regimiento de la Isla. En el piso superior se ubicaba el Consejc Municipal, en el ala izquierda, y la Real Audiencia en la opuesta. El edificio tenía planta rectangular, con patio central. La Audiencia se situó, a partir de 1527, fecha de su fundación, al sur de la plazo-leta de San Antonio Abadlo, hasta que Zurbarán la trasladó a las casas de Cabildo en la plaza de Santa Ana. En 1589, la Audiencia ?- E fue trasladada temporalmente por el gobernador Luis de la Cueva y Benavides a su residencia particular en el barrio de Triana, ya que = no estaba finalizada la casa Regenta1 (situada a la derecha del edifi- m O E cio del Cabildo) futura residencia de los regentes1', por supuesta comodidad de evitar los traslados al barrio de Vegueta. Pero, a mE = partir de 1591, comienzan las gestiones para trasladarla definitiva-mente a su residencia habitual 12. 3 - - 0m 1.2. La fachada E O Diversa información gráfica nos permite conocer el estado de la ! primera fachada del Cabildo : -E a 1. En el peculiar plano de la ciudad de Las Palmas realizado por el cronista Pedro Agustín del Castillo (1686), aparece, a vista de pájaro, un edificio de planta cuadrada con techumbre a dos aguas E en dos lados (muy extraña en Las Palmas, donde imperan las cu- 3 O 7. Sosa. 1849, 121. S. "y perficiono las obras que ahia principiado". Castillo, 111, 873. 9. Dénik Grek (11, 739) sostiene el ambiguo argumento de que Zurbarán "cimentó las obras", pero no las fabricó (posiblemente siguiendo al padre Sosa), con lo que su intervención quedana reducida a una reedificación de una fábrica anterior. 10. Néstor Alamo (1954, 203) supone que el primer emplazamiento de la Audiencia se situaba entre la ermita de San Antonio Abad y el callejón de Algaba. Navarro y Ruiz (1, 1940, 165) la sitúa en la misma zona, aunque en la confluencia de las calles Audiencia y la Gloria. Por Último, Miguel Santiago (en Castillo, 111, 873-74) la ubica en la caiie de su nombre. 11. Martín Rodriguez, 1978, 215. 12. Rumeu, II, 607. Alzola (1966, 36) piensa que la Audiencia estuvo en Triana hasta 1594, fin del mandato de Luis de la Cueva. biertas de azotea), gran patio central y la fachada en bosquejo. Es el documento gráfico más antiguo. 2. El historiador tinerfeño José Alvarez Rixo (1796-1883), rea-lizó un dibujo de la fachada antigua, ya editado en su obra Cudro históvico de estas Zslos Canarias de 1808 a 1812 (Las Palmas, 1955). Es más esquemático que los dos siguientes. 3. Otro que muestra parte de la plaza de Santa Ana y la facha-da del Ayuntamiento. Dibujo anónimo, es también el más preciso de los conocidos. Debió ser realizado después de 1809, pues ya apa-rece la balaustrada como remate, Ha sido publicado por Alfredo Herrera Piqué. 4. Ei $timo, y más reproducicio, es ei dei literato Benito Pérez Galdós, basado seguramente en el dibujo anónimo, por las similitu-des que presentan, ya que no pudo conocerlo personalmente, pues nace en 1843 y el edificio desaparece el año anterior. La parte baja de la fachada era una loggia compuesta por siete arcos escarzanos que apoyaban en columnas toscanas, y estaba ce-ñida por dos paños de pared que formaban las esquinas. Los dibujos no informan sobre el tipo de paramento utilizado, y por ello pen-samos que era liso, de mampuesto, y no almohadillado como sos-tiene Rumeu. Del atrio partían dos escaleras, una a la izquierda de acceso al Cabildo, y otra enfrente que conducía a la Audiencia. El piso superior destacaba su parte central con una galería más redu-cida, formada por otros tres arcos similares (en el mismo eje de los inferiores), separados por una balaustrada de piedra, soportando las columnas en ménsulas. A cada lado había dos ventanas, con arcai-zantes tracerías góticas coronadas por un alfiz, y afrontadas por dos balcones corridos de hierro sobre palomillas. Estos vanos, por la necesidad de mantener el ritmo proporcional en los entrepaños, no resultan simétricos con los cuatro arcos laterales de la planta infe-rior. El remate de la fachada era una balaustrada de madera, con siete secciones de balaustres correspondientes a los arcos de la log-gia, separadas por acróteras coronadas por macetones. Como en las dos plantas, un lienzo de pared conforma la esquinería. Todo este coronamiento es de principios del siglo XIX, y, por ello, pensamos q-ce el remate serk p!ae anteriermente. Fxictizn ~ Q Ses cxdes, i i n ~ en el extremo izquierdo de la segunda planta (el escudo de la Isla) y otro en el centro del remate (el imperial, en lugar más importante, por obvias razones). Por el lado derecho, correspondiente a la Au-diencia, existía una galería suspendida sobre el callejón, que unía a aquélla con la casa Regenta1 para facilitar a los regentes la comu-nicación directa entre su residencia y su lugar de trabajo. La galería ya consta construida en 1638 13, y debió realizarse unos años antes, tras el definitivo establecimiento de los regentes en su casa después de 1594. La paternidad de la fachada es desconocida. Pedro Tarquisl4, basándose en su posible parecido con la del antiguo Cabildo de La Laguna (sustituida por otra neoclásica a principios del XIX), la atribuye a Juan de Palacios, al que también señala como autor del viejo Consistorio lagunero. No sabemos si es el mismo Palacios que trabaja en la catedral de Las Palmas desde 1533 15, y que consta en La Laguna para construir la iglesia y casas de Cabildo en 1531 16, aunque la obra definitiva, una vez incendiada la fábrica anterior, no se rediza hiisi~r :OS ziios de 1522 a 1546", d mis== tiempe qUe e! Cabildo de Las Palmas. Igualmente, aparece un Palacios ofrecién-dose al Cabildo lagunero en 1542 para construir molinos que ha de ser otro. Es posible que el Palacios presente en La Laguna en 1531 y en Las Palmas en 1533 sean el mismo maestro. Y también que el diseño de la fábrica tinerfeña iuese suyo, aunque ejecutado más tarde. El único argumento que puede barajarse con seguridad, dentro de tanta conjetura, es el parentesco existente entre las dos fachadas. La del Cabildo lagunero, más estrecha, la conocemos por una des-cripción de Moure 18, basada en un documento antiguo. En la planta baja poseía una loggia con cinco arcos, y en la alta un balcón (posi-blemente, abierto con galería) y dos ventanas a cada lado. Por lo tanto, el esquema compositivo es muy similar al ejemplar de Las Palmas, y la atribución de los diseños de ambas obras a Juan de Pa-lacios puede aceptarse provisionalmente. Lo que sí parece claro es que pertenecen al mismo arquitecto o poseen raíz común. Más importante resulta abordar el importante papel que estos dos edificios pueden desempeñar dentro del primer renacimiento hispánico. El esquema de fachada con doble galería entre dos ele- 13. Según Real Cédula de 12-VI-16% (Alzola, 1966, 36). La ajustada observación de Herrera Piqué (1978, 83) acerca de que la construcción del pasadizo es posterior a 1686, basándose en que no aparece en el plano de ese año del minucioso Pedro Agustin del Castillo, ha de descartarse y se podría explicar por una omisión del cronista. Además, su ambicioso plano, por su peculiar punto de vista, no resulta tan detallista (-p or e.iemp-lo, la omisión de uno de los arcos de la galería baja del Cabildo). 14. Pedro Tarquis, 1964, 110. 15. &rilndez Perera. 1960. m. 16. Actas del ~abiid; de ~enerife, tamento de Arte, Universidad de La 17. Núñez de la Peña, 1676, 325. 1s. Rodríguez Moure, 1935, 228. , 1531, fol. Laguna. Archivo Miguel Tarquis, Depar- mentos que la ciñen es de origen veneciano, pero adquiere especial énfasis en la interpretación toscana de las villas suburbanas de fines del XV y principios del XVI 19. Los primeros ejemplos hispanos que traducen este tipo arquitectónico renacentista se hallan en América : la casa de Diego Colón (1510-4) y la de Engombe, ambas en la isla de Santo Domingo, y la casa de Cortés en Cuernavaca (Méjico), las tres con dos cuerpos abiertos con galerías. Como apunta Sebastián, uno deja de ser curioso que este modelo se difundiera antes por América que en España), señalando el palacete de Saldañuela, en Burgos, como el primer ejemplo español que presenta tal organiza-ción. Pero, los dos ayuntamientos canarios, de similar estructura a los ejemplos citados, son anteriores al edificio burgalés. En ellos los dos elementos que ciñen la fachada ya no son torres u otros, sino meros lienzos de pared en las esquinerías. Dos conclusiones básicas nos sugiere todo esto: I) Constatar que 10s estilos y las innovacio-nes no llegaban a las Islas tan tarde como se ha mantenido tradi-cionalmente; 2) Plantear un interrogante sobre la pronta llegada de los diseños a las Islas, su punto de origen y las posibles conexio-nes con los ejemplos americanos. Hay que señalar igualmente las conexiones que guardan las Ca-sas Consistoriales de Las Palmas, como también la de La Laguna, con la tradición de los modeIos medievales españoles > con pórtico para los ciudadanos en la planta baja. La galería superior, destinada a la corporación municipal, ya es una adaptación renacentista. 1.3. El edificio h~s t a1 842 Los incendios provocados por la invasión del holandés Van der Does en 1599, dañaron a varios edificios, pero no al del Cabildo, en contra de lo que afirman Castillo y Viera y Clavijo. El fuego ini-ciado en el Peso de la Harina (dependencia baja del Cabildo, a la calle Castillo) se sofocó a tiempo, según nos informa una relación del ataque holandés impresa el mismo año en Sevillaz1. La madera enviada por el Cabildo tinerfeño en 1641 a Las Palmas, no era para el palacio de la Real Audiencia como apunta Millares 22, sino para la reconstrucción de la aneja casa Regental, que sí fue incendiada por los holandeses 23. 19. Sebastián, 1978, 136-37. 20. Lamp6rez. 1922, 11, 91-92. 21. Rumeu. 11, 882-83. 22. Miiiares, 11, 1861, 38-39. 23. Martín Rodríguez, 1978, 215. Hasta el siglo XVIII no volvemos a tener más noticias del edifi-cio. En el testamento del licenciado José Martínez de Alayón, re-dactado en 1740a, y abogado de la Audiencia, éste declara haber realizado la escalera de cantería que sube a la Audiencia, posible-mente por ruina de la antigua; y menciona otra obra, ((el puente)), que ha de referirse a reparaciones en el pasadizo suspendido que comunicaba con la casa Regental. Bajo el mandato del corregidor José Eguiluz (1780-6), se restauró la fachada y se decoró la sala con-sistorial, obras realizadas por el ingeniero Miguel Hermosilla2j. La suposición de Pedro Tarquis de que en este momento se ganó solar hacia la plaza %, carece de fundamento, pues solamente fueron obras de restauración y no de nueva fábrica. El archivo no tenía una de-pendencia exclusiva, pues en 1783 se ordena construir una sala para tal fin"'. A fines de i787, ei Cabiido tiene que reunirse en casa de1 corregidor Vicente Cano, por ocupar la Audiencia sus salas, ya que se repara completamente la parte del edificio ocupado por el Tribu-nal, techándose «las salas nuebas de la audiencia, acuerdo, oratorio y archibon, finalizando los trabajos en mayo del año siguienteB. En E este momento también hay obras en la cárcel, ganando en amplitud el patio al demolerse unos calabozos que ocupaban su mitad. Pero todas estas reparaciones no eran sino parches añadidos a una cons- $ trucción que tenía más de dos siglos. Así en 1803 se tuvieron que - abandonar las Casas, «por temerse desplomasion de los techos)), y e celebrar las sesiones en casas par t ic~lares~L~a .s ituación era grave, E pues en 1804 se solicita al rey, ante el grave estado de la construc-ción, permiso para levantar un nuevo edificio, petición reiterada dos años después, aunque sin éxito 30. No quedó otra alternativa que proseguir con las reparaciones. En 1809 se añade la balaustrada SU-perior, tan en boga en los edificios del momento, decorándose con ((colgaduras y canapeesn la sala del Ayuntamiento 31. Según se dedu- $ ce de una frase de Romero Ceballos acerca de que «se compuso y " subió la fachada)), el edificio anterior no poseía balaustrada y su remate sería plano. Hasta enero de 1810, siete años después de aban-donarse, no fue ocupado nuevamente el edificio del Cabildo. 24. AHPLP, José Cabrera Betancurt, 1539-40, leg. 1541, fol. 470 y SS. 25. Rumeu, iII, 304. 26. Pedro Tarquis, 1966, 451-52. 27. Romero Cebailos, 1, fol. I l l v . 28. Idem, fols. 172 y 175. 29. Idem, 11, fol. 69 v. 30. Herrera Piqué, 1978, 171-72. 31. Romero Ceballos, 11, fol. 127. 2. EL EDIFICIO ACTUAL 2.1. La nueva fábrica 2.1.1. El incendio de 1842. En la noche del 29 de marzo de 1842 el fuego destruyó el viejo edificio renacentista. Los intentos de sofocar el incendio fueron va-nos: la destrucción de los techos de las salas del Peso de la Harina para aislar el fuego por el lado izquierdo del edificio y el esfuerzo de vecinos, milicias y regidores para impedir que las llamas alcan-zaran los pisos de madera de la planta principal (((resguardada ya con lozas ya con ladrillos de tierra y de mármol^) no tuvieron éxito. Los presos fueron sacados a tiempo de la cárcel y trasladados a la casa de la Inquisición. En cambio, sí se pudo evitar la propagación a la aneja casa Regental, al destruirse el pasadizo suspendido. No fue la pérdida del edificio lo más grave, sino la pérdida del impor-tante archivo municipal, así como los de la Sociedad de Amigos del País y la Junta de Sanidad y Muelles. Por el contrario, se salvaron los documentos de la Audiencia, así como sus ((muebles y colgadu-ras », y el archivo público que se trasladó a la casa Episcopal 32. TO-dos los utensilios, muebles, etc., del Cabildo desaparecieron, inclu-yendo las colgaduras de tafetán rojo que habían pertenecido a la iglesia de San Bernardo y una araña de cristal del salón de sesiones que procedía del coro del convento de las Monjas Claras 33. El propio Ayuntamiento concluye que el incendio fue intencio-nado. Al encontrarse entre las ruinas un arcón medio quemado y forzado, que contenía de 35 a 40.000 reales (destinados al pago de la contribución extraordinaria de guerras), la mayoría desaparecidos, se sugirió que el robo fue el móvil del siniestro. De enorme arraigo fue la idea de que el incendio había sido provocado por las intrigas de la vecina isla de Tenerife, sumergida con Gran Canaria, en estos años y en los siguientes, en una mediocre lucha de rivalidades pro-vincianas. Se llegó incluso a acusar a Carlos de Grandy de ser el autor del robo y, en consecuencia, del incendio, pero fue absuelto por el Capitán General en Santa Cruz de Tenerife en mayo de 1843 36. En realidad nunca se llegó a probar nada ni a culpar a nadie. Lo que sí parecía seguro para el pueblo de Las Palmas, o mejor para 3z. La relación y balance del incendio se efectúa al día siguiente del siniestro, reuniéndose el Ayuntamiento en casa del Alcalde segundo. AMLP. Actas, 4. 1842. fols. 1-4. 33. Chil, Estudios, tomo 7, fol. 1272. 34. Idem, fols. 1319-20. los políticos locales que fomentaban la rivalidad, era la oculta inter-vención de Tenerife en el suceso. Así, tras la colocación de la pri-mera piedra de la fábrica nueva en octubre de 1842, se colgó en la puerta de la casa Regental un pequeño poema de exacerbado triun-falismo y con una acusación, aparentemente velada, a la isla vecina: Si unas manos crueles y alevosas el edificio antiguo han incendiado hoy muchas manos más que generosas costean el que vemos cimentado y en isleños anales estas cosas esculpidas serán con fiel gravado enjuga pues tus lágrimas Canaria que nunca te hará contra la Nivaria 3s. Si queda probado que el incendio no fue fortuito, tampoco sería descabellado sugerir, a modo de simple hipótesis, que la intenciona- Iidad partió de los propios grancanarios, cuyos motivos probables serían: el estado de ruina continua de la construcción del siglo XVI; la negativa real, ya mencionada, a levantar un edificio nuevo y la necesidad de invertir dinero en sucesivas reparaciones; el deseo de poseer un edificio al gusto del momento, con el aparato formal e im-pactante que exigía la función del mismo; y el poder utilizarlo como argumento, cara a la capitalidad, frente a Santa Cruz de Tenerife, que no poseía un edificio de tal categoría (como realmente se hizo posteriormente en manifiestos y panfletos) 36. 2.1.2. Las primeras convocatouias para la reedificación. Ante la total carencia de capital para emprender la nueva obra, el animoso alcalde Bernardo González de la Torre proyecta una há-bil estrategia basada en una doble convocatoria: 1." Dos días después del incendio, el 31 de marzo, reúne en la iglesia de San AgUs~Ea l,arics vecincs a&ir,erudes par2 ekterier recursos con los que levantar un edificio de nueva planta. Su elo-cuente discurso, tras aludir, entre otras cuestiones, al obligado xpa-triotismo y abnegación que siempre ha distinguido a este vecinda- 35. Idem, fol. 1257. 36. La utilización de la arquitectura, como argumento para mostrar la mayor importancia 6e una po'oiauón u una isla suurt: otra, as hdLtüd en Caiiarias eii todo el siglo XIX. Sobre este aspecto, tratamos en una ponencia presentada en el anterior Congreso: La arquitectura en la coyuntzwa de la ~ivalidad polz'tica: el caso de Icod y Gayachico. rio)), culmina con la petición de dinero a los presentes a fin de ob-tener una cantidad suficiente sin necesidad de gravar los fondos pú-blicos. Otros tres individuos pronunciaron también sus alegatos, por lo que, movido el entusiasmo de los asistentes, se abrió una suscrip-ción al momento. En esta sesión se nombraron comisiones para am-pliar más la suscripción, y una especial para levantar los planos y presupuestos de la obra. 2." El enorme éxito obtenido por el alcalde, movió a la corpo-ración a ampliar su demagógica estrategia a una convocatoria ma-siva. Por medio de edictos, se convocó a todos los ciudadanos a otra reunión en la misma iglesia el tres de abril, acudiendo, por «su proverbial patriotismo)), en gran número. El alcalde pronunció otro efectivo discurso, se amplió la suscripción (alcanzándose la suma de 82.290 reales), y, además, la Audiencia ofreció la mitad de su m D asignación y otros vecinos, ((enseres y objetos)) para la obra. E De todos estos hechos, así como del incendio, se informa al go- O n gierno de Isabel 11. En respuesta, el regente del reino da las gracias - =m O al Ayuntamiento y a los vecinos «por la patriótica y generosa con- E ducta que observaron con motivo del incendio y reedificación del E 2 E edificion. Es el primer contacto que se establece con el poder cen- = tral por causa del edificio, y la felicitación real va a ser como la legi- 3 timación y afianzamiento del propio orgullo grancanario ante su - labor autogestionaria. - 0m E 2.1.3. La Junta de reedificación. La iglesia de San Agustín fue utilizada por última vez, como lu-gar de reunión, el 7 de abril, decidiéndose en esta sesión crear una Junta directiva para el control de la nueva fábrica. Los nombramien-tos recaen en nueve personajes muy influyentes en la vida local, per-fectos representantes de los organismos administrativos y religiosos, la seudonobleza y la alta burguesía: el alcalde fue elegido presidente de !u Ju~tac, oqwesta asimismo por k a n Garcia de! Pozo, regente de la Audiencia; Juan de Frías, arcediano de la Catedral; Agustín del Castillo, conde de la Vega Grande; Antonio Jacinto Falcón; Manuel de Lugo ; Federico Manly ; Francisco Díaz Zumbado y Mi-guel Massieu y Tello, nombrado tesorero. La efectividad de esta primera Junta fue reducida, principalmente durante los conflictos provocados por los maestros contratistas de la obra. Para paliar la ausencia de respeto a algunas decisiones de la Junta, se piensa, a comienzos de 1844, dotarla del carácter legal que carecía. El síndico Domingo Déniz propone que la presida el alcalde y se componga de dos regidores y el procurador síndico, junto a un número igual de vecinos. La propuesta no era solamente el paso a un total control de la obra por el propio cuerpo municipal, sino también la demostración de la ineficacia de la primera Junta ante los continuos problemas que se presentaban. Para no herir la suscepti-bilidad de sus ilustres miembros, se desecha la propuesta y, diplo-máticamente, el Ayuntamiento consigue que tres de sus componen-tes se incorporen a la Junta: los síndicos Déniz y Antonio López Botas, y el regidor Bernardo Doreste3'. En estos momentos renun-cia el regente García del Pozo, que es sustituido por Felipe Massieu Vandale y, a los seis días, por José del Castillo Olivares. En agosto del 44 ya habían renunciado diversos miembros, y los intentos del enérgico López Botas de promover reuniones para legalizar la Junta, formar sus actas y reemplazar a los cesantes, tuvieron escasa acogi- 2 da La falta de homogeneidad de sus componentes y las continuas ?- E dimisiones, debidas principalmente a los continuos retrasos de las obras, provocaron el nombramiento de una nueva Junta en junio de 1846, ya no democráticamente elegida por los vecinos (como extra- - m O E ñamente se afirma), sino por el propio Ayuntamiento 39, a la que se añaden otros cuatro miembros en julio del año siguiente 40. El exce- 2 E sivo número de componentes obliga a volver al número original de nueve, eligiéndose una nueva Junta en abril de 1848 formada por $ siete vecinos y dos consejales 41. - - 0 A comienzos de 1852 es disuelta la Junta directiva y se sustituye por una comisión que dirigiera los trabajos con más eficacia. El ac- O tivo López Botas es el único conseja1 elegido (luego se le une Igna-n cio Díaz), y los vecinos fueron nuevamente Bravo y León, más José f de la Rocha, como tesorero, y el arquitecto Pedro Maffiote (encarga- a do este mismo año de finalizar la fachada de la Catedral), primer profesional que forma parte de esta conflictiva entida'da. n Sin duda, la Junta directiva de las obras, por su inconstante di-námica y la incompetencia e ineficacia de muchos de los individuos 37. AMLP, Actas, 6, 1844. fols. 64 v 68 v. 38. Idem, fols. 1&, 155, i65 v, 171 G, 173. 39. Se elige a José de Quintana Llarena, Francisco M." de León, Vicente Suárez Naranjo, Santiago Bravo de Laguna, Diego Cacabuena y Cayetano Inglott, sustituido enseguida por Germán Muxica. De los miembros originales solamente quedaban iln-tonio lacinto Falcón. aue renuncia, v el arcediano Frias, que continúa. AMLP, Actas, S, &, ~OIS. 68, 72, s i v . 40. Son Manano Vázquez, Jerónimo del Río, Antonio Ruiz Bustamante y Manuel de León y Falcón. MW2 Ac% 9,- 1847, fol. 160. - 41. Los vecmos son Bravo de Laguna, Lopez Botas, austamant:e, ivíanuei de León, Manuel de Lugo, Miguel Massieu y Niguel Bethencourt. A-, Actas, 10, 1848, fol. 59. 42. AiiLLP, Actas, 14, 1852, s/f. que sucesivamente la formaron, fue uno de los motivadores princi-pales de los numerosos problemas inherentes a la fábrica. 2.2. Los primeros plcznos La inexistencia de algún arquitecto cualificado en Las Palmas, obligó a la Junta, desde abril de 1842, a acudir a algunos habilidosos que realizaran los planos. Desechados los presentados por Mariano Collina, se eligieron los diseños de planta y alzado de un maestro ebanista, Manuel González y González, más conocido como Manuel Jiménez 43. Este, junto con el maestro mampostero Domingo Hernán-dez, levantó el presupuesto de la futura obra que ascendió a 242.175 reales y 28 maravedís, cantidad reducida por la Junta a 199.187 rea-les y 12 maravedís. El Ayuntamiento, en sesión de 17 de junio: aprue-ba los planos, ((encontrando el cuerpo arreglado a las reglas que pre-viene la arquitectura civil, guardando el frontis general aquel ornato y elegancia que debe presentar un edificio destinado para tal obje-to » &. 2.3. El contrato de las obras La Junta decidió sacar la obra a subasta pública, tras realizar las bases y condiciones para la contrata. El 10 de mayo de 1842 se convoca, por medio de carteles, a aquellos que desearan hacer pro-puestas, sujetándose a los planos y presupuestos ya aprobados. A fines del mismo mes, ya se habían presentado tres solicitudes: l. Una del mencionado Domingo Hernández, con presupuesto de 309.000 reales. 2. Otra de los maestros Domingo Sicilia y Nicolás del Rosario, que se comprometen a hacer la obra por 269.000 reales. 3. Y la Última, de los carpinteros Lino de Santana 15 y Domingo Rodríguez Faisma y el mampostero Juan Manuel González, por 259.500 reales. Elegida esta última propuesta, por claras razones de economía, el 5 de junio se extiende el contrato con los tres maestros, tras abo- 43. Todavía en 1868, veintiséis años después de realizados los planos, éstos no se habían pagado. Los herederos de Manuel Jimhez, sus sobrinas Dolores y Agustina Alzola, solicitan en ese año que se les paguen 128 escudos que se les adeudaban, decidiendo el Ayuntamiento pagar en dos años. AMLP, Actas, 30, 1868, s/f. Actas, 32, 1869, fols. 69 y 156. 44. AML.P, Actas, 4, 1842, fol. 71. 45. Debe ser el mismo Lino de Santana que es nombrado por el Ayuntamiento "afendor de vara" en enero de 1834 (AMLP, Actas, 1, 1834, s/f.). Aún lo encontramos en 1865, en queja dirigida a la corporación por los perjuicios que un dep6sito de gallos ocasionaba junto a su casa (Actas, 27, 1865, s/f.). nar una fianza de 2.066 pesos. En el documento (que reproducimos en apéndice) se establecen 35 detalladas condiciones acerca de la construcción del edificio. Aparte, el sueldo de los contratistas se es-tablece en 17.300 pesos. En estos momentos, ya el solar estaba lim-pio de. los escombros del edificio incendiado, labor efectuada por los mismos contratistas que compran los materiales por 250 pesos al Ayuntamiento 46. 2.4. El plarzo reformado de Cádiz Pero la corporación municipal no se resistía a la idea de obtener un arquitecto, ya no para trazar nuevos planos sino para que, por lo menos, examinara, corrigiese y actualizase los de Manuel Jiménez, del que poco parecían fiarse. El asunto había que resolverlo fuera de Canarias y Cádiz fue la ciudad elegida. Por mediación del conde :. de la Vega Grande, los planos se remitieron al arquitecto Juan Daura ii, quien muy pronto, en agosto de 1842, los envió corregidos a Las Palmas. Gracias a la carta explicativa que Daura envía al Con- =m O de (y que recoge Déniz Grek), podemos conocer cómo era parte E del proyecto inicial de Jiménez, las correcciones y adiciones de Daura, y, por lo tanto, el grado de decisiva paternidad que tuvo en la obra, aunque nunca estuviera en la Isla. 3 1. Daura, queriendo ((conciliar el mejor gusto con la economía)), suprimió la columnata y entablamento dóricos del primer cuerpo, y, E conservando el pórtico, añadió pilares sosteniendo dinteles en el centro y arcos a los lados. El paramento lo planeó almohadillado. Sobre cada una de las secciones intermedias (parte central de la plan-ta baja), a n "Sobresalen cinco lápidas, que s6lo resaltan lo preciso para entallar ; una ménsula, y dos medias acanaladas, en forma de triglifo, que todas $ quedatn coronadas por la sencilla cornisa que se compone de faja, filete 2 y media caña". 2. En el segundo cuerpo, retranqueó el lienzo intermedio con 46. Los maestros se comprometen a abonar a la Junta los materiales para la obra: 1) cada carga de madera a 3 pesos 6 reales plata: 2) los paquetes de visagras a 14 reales cada uno; 3) los de tirafondos a 12; 4) los vidrios para las vidrieras a real y medio cada uno; 5) la cal a 3 pesos el cahiz; 6) la carretada de material a tostón; 7) la carretada de arena para el barro traída del sitio de las Monjas Claras a fisca; S) la carretada de arena negra para la cal traída de la playa a real; 9) por los ameios para eon&eb- la y 'jIaiia, 2.166 47. Pomposamente llamado "uno de los primeros arquitectos de la España", por L6pez Botas y Doreste (1542, 14), con el fin de aumentar el valor y significación de la obra en el contexto de la rivalidad con Tenerife. sus cinco huecos, convirtiendo en columnas exentas las cuatro que estaban adosadas, justificándolo de este modo : "Que no se han quitado las cohmnas empotradas para economizar, sino porque en la arquitectura moderna se suprimfe todo lo1 posible el amontonar los cuerpos arquitectónicos unos sobre otros, por la preci-sión que hay de reducir las proporciones puestas en razón del primero al segundo, del segundo al tercero, y así sucesivamente, a causa de la necesidad de sujetar la altura de las piezas interiores en todos los edificios profanos; de lo contrario, resulta que deberían ser mayores sus formas en razón de la distancia y de la visualidad, son menores y se esconden partes esencialísimas, cuyos defectos perjudican notable-mente la belleza del edificio". 3J . FLUe-I-I IUp, u ~1- L.. -1 3 - -- - lL. 1 . - IU C X ~ U C ~ L Uel, cuerpu begunuu riu resultaoa prv-porcionado, le dio más altura para que las columnas no quedasen demasiado pequeñas, obteniendo así un segundo pis< (entresuelo) para las oficinas, exteriorizado mediante ventanas únicamente por los frontis laterales. De esta manera, suprimió otro piso para el ar-chivo «que salía de las paredes interiores del edificio)). 4. En cada ángulo de la fachada, y en su segundo cuerpo, colocó una pilastra de orden jónico, y otras dos de dos tercios adosadas a las dos columnas que ceñían la sección central. 5. La caja de la escalera la introdujo un poco dentro del patio, porque, según Daura, r'r "Mi objeco ha sido dejarle después del pórtico un pequeño vesti-bulo para evitar la subid& del primer esca1ó.n desde h calle. Es muy espaciosa: tiene dos ramales, uno para la Audiencia, y otro para el Ayuntamiento". 6. Anula el frontón que coronaba la fachada en los diseños de Jiménez, porque ((10s tímpanos se reservan para los templos,. Si-guiendo la tónica de los edificios públicos del momento, diseña recto el remate, «con una acrótera en medio para las armas de la ciudad, y el símbolo de la Protección y Justicia, con sus cuatro jarronesu. Aceptado el nuevo plano rectificado de Daura por la Junta y luego por los maestros contratistas, se inician los preparativos para comenzar los trabajos ". 48. Tampoco se conserva el plano de Daura, y ha desaparecido de la Memoria descrifitiva de la construcción de las Casas Consistoriales, a la que estaba incorporado. 2.5. Una edificación problemática 2.5.1. El comienzo de las obras. La obligada ceremonia de la primera piedra (un canto de arenis-ca de la obra vieja en cuyo interior se colocaron diversos objetos conmemorativos @se, celebró el 20 de octubre de 1842. Se cuidó con detalle que el acto fuera solemne y ostentoso, invitando el Ayunta-miento a todas las autoridades y gran número de público, en una demostración general del orgullo de la ciudad al emprenderse un ((edificio tan grandioso)). El solar definitivo se establece en este momento: regulación con la fachada de la gran casa decimonónica de los Manrique de Lara por el lado de la calle Castillo y una pequeña ampliación por el án-nartF del cs;;ejóii de EGrdrnas. La Enea de fachada sufrió escaso 2 N adelanto a la plaza en relación al edificio anterior. El solar, por lo tanto, era idéntico a la primera fábrica. Además, la ampliación era $ imposible por tres lados (la plaza y las dos calles), y también por la parte trasera (la citada mansión del mayorazgo de los Manrique). O E E 2 2.5.2. Los conflictos laborales. =E Los problemas de todo tipo van a ser los protagonistas básicos durante todo el tiempo que duraron las obras, especialmente en sus primeros diez años, y, en consecuencia, los retrasos son continuos por las numerosas interrupciones. Antes de detenernos en el proble-ma esencial, el económico, vamos a hacer referencia al conflicto man-tenido durante bastante tiempo por los maestros contratistas. A fines de marzo de 1843, tras cinco meses de iniciarse los tra-bajos, las obras ya iban retrasadas por las continuas desavenencias entre los maestros, por lo que la Junta les obliga a poner los oficia-les necesarios para continuar los trabajos. Para la dirección se nom-bra al maestro Nicolás González, pariente, al parecer, de Juan Ma-nuel González, uno de los contratistas. En mayo se insiste en el atraso de la obra por las discordias de los maestros, comisionándose al arcediano Frías, a Manly y a Doreste, componentes de la Junta, para resolver las diferencias entre los dos grupos conflictivos: Lino de Santana contra Domingo Rodrísuez y Juan Manuel González. Los motivos de disputa entre ellos eran esencialmente tres: uno so- 49. 'úna pequeña de ~ ~ U I I I uOn medid U I I Z ~d e UIU, und pcbeid y vdridb monedas de cobre del año 1841, la Guía de Forasteros de la Provincia de 1840, un cuaderno de la constitución y un acta del Ayuntamiento, todo con el sello de Isabel 11 CHIL. E~tudzos, tomo 7, fols 1281-S2 268 bre la dirección principal de la obra; otro económico (desacuerdos en la formación de la cuenta de gastos semanales y el pago de jor-nales), que se soluciona; y otro laboral (la presencia en el trabajo de diez camellos de Agustín Falcón y Esteban Quintana, y de los maestros Rodríguez y González, arreglándose para que intervinie-ran siete de los primeros y tres de los dos maestros). La postura más enérgica es mantenida por Santana, quien propone la elección de un director entre los tres maestros. Para evitar más problemas, la propuesta es desechada, y Francisco Zumbado, miembro de la Junta, es encargado de la vigilancia de los maestros y de los trabajos. Pero las diferencias se agravan aún más con cuestiones persona-les: Santana, en abril de 1844, violenta una puerta del edificio para e a r&r ~ r , up =r"& de ranteriz q w est~b. en 11 plaza, al negarse m Nicolás González a entregarle la llave; Juan Manuel González y RO- 0" dríguez Faisma solicitan, por su lado, las columnas de madera que E habían de sostener la galería interior, y que se hallaban en el taller O n de Lino de Santana. La Junta intenta solucionar definitivamente el - m O conflicto, estableciendo dos comisiones : una para observar el modo E E de trabajo de los maestros; y otra para estudiar la forma, si fuera Se necesario, de hacer una demanda judicial con el fin de rescindir el - contrato. A condición de dirigir la fábrica, Santana se compromete 3 a arreglar las plantillas, negándose los otros dos maestros a colabo- -- 0 rar con su rival. m E En julio del mismo año, se decide efectuar un juicio conciliato- O rio dirigido por López Botas. Para no suspender el contrato, se da g un plazo máximo de tres días para recomenzar los trabajos. Zum- n -E bado sugiere que el plano (conservado celosamente en la casa de a Bernardo Doreste) se llevara a la obra, bajo la responsabilidad de 2 n los maestros González y Rodríguez Faisma, que estaban dispuestos n a prestar fianza por la seguridad del plano, formar las plantillas ne- 3 cesarias para la completa terminación del alzado y a intentar un O ~ ~ r i n r Arinnn C ~ n t o n g U\r&'\rI U W b W I I "'&AL L U I I U . En marzo de 1847, el Jefe Político de la Provincia ordena que continúen los trabajos, que se reanudan bajo la dirección de Bravo de Laguna y sin Lino de Santana. En el decreto del Jefe Político, Miguel Díaz, se exponen las condiciones siguientes para la continua-ción de la obra: 1) Se necesitaban 6.000 pesos (90.000 reales) para la conclusión; 2) Habían de promoverse las obras para que los men-digos aptos para el trabajo puedan emplearse; 3) Señala que la fian-za prestada por los maestros era insuficiente; 4) Era necesario que los maestros prestasen nueva fianza que garantizase el dinero que restaba para acabar el edificio. No obstante, el litigio entre los maes-tros se hallaba pendiente ante el Juzgado de Primera Instancia, que dispone la suspensión de las obras en mayo del mismo año. Por la progresiva complicación de los acontecimientos, la sesión del Ayun-tamiento del 27 del mismo mes se dedicó enteramente a este asun-to: se acuerda omitir la decisión del juez y continuar los trabajos desde el día siguiente bajo la dirección de Bravo y un consejal. El juez es tachado de incompetente, insistiéndose en que cualquier asunto relacionado con la obra se trate directamente con el Ayun-tamiento. Ante esta situación, los maestros González y Rodríguez, solicitaron la rescisión del contrato. Manuel de León y Gregorio Guerra realizan una valoración de la obra hasta el momento en que se suspendieron los trabajos. En la sesión de 22 de junio asiste per-sonalmente e1 jefe Poiitico, ai que se ie expone ia urgente necesidad ,, - de continuar las obras. E En los cuatro años (1843-7) que duraron los conflictos, se tra- O bajó muy poco en la obra y los maestros que ganaron la subasta n - =m de 1842, cesaron en los trabajos. En adelante, el Ayuntamiento, para O E evitar los riesgos de litigios y retrasos, pondrá al frente de la obra E 2 a una persona de confianza, eficiente e inflamada del espíritu pa- =E triótico conveniente para acelerar los trabajos en momentos tan de- 3 terminantes desde la óptica política del Archipiélago. La persona - adecuada era Santiago Bravo de La, - wna. 0m E 2.5.3. Los problemas económicos. O Ni las tensiones de la Junta ni los contratiempos creados por los maestros, van a constituir los problemas más serios que afectaron a las obras. No influyen decisivamente otras dos cortas interrupcio-nes por causa de epidemias: una, a fines de 1847, por la fiebre ama-rilla y «el hambre general)); y la otra en 1851, por el cólera morbo. Durante todos los años que duraron los trabajos, el fantasma del dinero estará continuamente presente, y ia carencia de capital sueie ser la norma. Por ello, se van a barajar distintas soluciones (esencial-mente, donativos) para obtenerlo, y su búsqueda será obsesiva por momentos. Más que otros inconvenientes, la falta de dinero provo-cará reiterados retrasos en los trabajos. Incluso, a veces, cuando ha-bía dinero surge la arbitrariedad en su inversión, con la consiguiente Umma de !us Cusas Cmsistmiales, a! preferirse impdsar =tras ~ b r a s municipales (la fuente de Morales, la plaza de Mercado). En otras ocasiones se intenta el procedimiento inverso: obtener dinero pre-supuestado para otras construcciones. En 1844 se intenta, sin éxito, conseguir dinero destinado al muelle. En 1850, para concluir las azoteas y las oficinas, se suplica al Gobernador para invertir al,D unas cantidades destinadas a la plaza de Mercado 5B 2.5.3.1. Los materiales. El material al que se hace mayor referencia es la madera, difícil de obtener, no sólo por la desaparición de muchos montes de la Isla, sino, más importante, por las severas normas que controlaban los cortes en los bosques. Los Ayuntamientos ya no podían gozar de los antiguos privilegios y en este asunto tenían que solicitar permiso al Jefe Político de la Provincia y pagar los derechos correspondien-tes (el pago fue retrasado en alguna ocasión por el propio Jefe Polí-tico, como ayuda a la olordj según estipulaba ia Ordenanza para ,, Montes de 1837 52. Las primeras maderas utilizadas van a ser pro- E ducto de los préstamos de los vecinos. Algunas veces se solicitaban O cortes de madera para ir devolviéndola a los acreedores, pero con n =m escaso éxito, retrasándose los pagos por las limitaciones económicas O E del Ayuntamiento. La madera que se aconsejaba tomar era la caída SE en los pinares, especialmente en el de Mogán. E Asimismo, el donativo fue la clave para obtener parte de otros materiales. Así, en 1845, se abandona la cantera que había suminis- 3 trado la piedra para la obra, y se utiliza la ofrecida por Evarista em- Lugo de Valcárcel, en su hacienda del Monte Lentiscal 53. En 1857, E el coronel Cristóbal Manrique de Lara regala piedra de yeso j4. En O varias ocasiones, el material es traído del extranjero, según encargo n del propio Ayuntamiento. En 1843, el conde de la Vega Grande, E comisionado por la Junta, trae herrajes para la obra desde Francia. a Y diez años después, Andrés Escofet importa 4.500 losetas azules y n blancas, de mármol, de Génova y Marsella, para algunos pavimen-tos 55. También en 1852, Luis Antúnez trae cal de La Habana para O3 la obra. Otro sistema de obtener fondos era revender el material so-brante y ern~!ear SQ pmd ~ c te~n) ! U ehr2: ez 1853, ?! =.,ism~A i,t.U- 50. Para ello se reúnen el Aicalde, ocho concejales y los nueve contribuyentes "mayores": Francisco M.& de León, Rafael Cigala, Joaquín Apolinano, Domingo Penichet y Calimano, Buenaventura de la Vega, Francisco Cambreleng, Francisco Lucas Torres, Jos6 del Pino Rodnguez y Santiago Bravo de Laguna. 51. Así, por ejemplo, el Ayuntamiento paga, en 1847, 450 reales en concepto de derechos por cincuenta cargas de madera. Para obtener la licencia para cortar madera era imprescindible el pago previo de los derechos. AMLP, Actas, 9, 1847, fol. m3v. 52 Martíri Robrígiiez, 1478. fi?. 53. AMLP, Actas, 7. 1845, fol. 23. 54. 450 quintales de yeso que llegaron en el buque Buen Mozo. AMLP, Actas, 19, 1857, s/f.- 55. Sesiones del Ayuntamiento de 10 y 21-VI-1853. Se pagan a Eswfet por las losetas 3.446 reales y 15 maravedís. Actas, 15, 1853, s/f. nez vende cal sobrante por 111 pesos que se destinan al edificio; o, en 1861, los balaustres de hierro que habían sobrado de la escalera principal, empleándose el dinero para pintarla. 2.5.3.2. La obtención del capital. De 1842 a 1863, año en que las obras estaban terminadas en sus partes más importantes, se gastaron en ellas 600.189 reales y 45 cén-timos j6. Para invertir esta suma, y, para conseguirla, el Ayuntamien-to utilizó diversos medios: suscripciones y donativos, peticiones, préstamos, publicaciones y funciones teatrales y las propias asigna-ciones del presupuesto municipal. 56. Las 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. S. 9. 10. 11. 12. 13. 14. - - 13. 16. 17. c~ntidzdes recandadas e %.vertidas en 1. ohm. fueron: 2 "Por productos de dermmes y maderas viejas procedentes del edMcio X quemado, 5.597 reales. E Por idem de la primera suscripción promovida entre los vecinos y de la 5 de medio tostón mensual que luego hizo Don Santiago Bravo, 175.663 o reales. - m Por idem de la que se promovió entre los isleños residentes en la isla de Cuba, 6.020 reales. E Por los aplicados del producto de la plaza de Mercado que se hallaba 2 embargada, 10.536. E Por donativos de las Heredades de Agua, 9.340. - Por lo aplicado de las ganancias del encabezamiento de consumo del 5 año de 1851, 2.000. Por idem del fondo que se hallaba destinado a la plantación de arbo-lado, 3.000. 0 m Por idem de los fondos que se hallaban destinados al primer proyecto E de la plaza de Mercado, 6.165 reales y 24 cts. E O Por el donativo que concedió S. M. la Reina (que Dios guarde) de su patrimonio para dar ocupación a trabajadores por efectos de la indigencia que produjo el cólera morbo, 30.000. Por productos de la suscripción promovida con motivo del regocijo que k produjo la división de esta provincia en 1852, 72.898 reales. Por idem de otra abierta en 1855, 4.554 reales y 12 cts. 2 n Por idem de la promovida por Domingo J. Navam, 12.583 reales y ; 65 céntimos. Por productos de beneficios de funciones de teatro y otras análogas, 3 8.420. O Por ánticipo o préstamo hecho por el Sr. Don Cristóbal del Castillo con autorización superior, 5.181 reales y 72 cts. p"r donativm de la de ExPusi&U, W,x0 realcj, Por idem de la Real Sociedad de Amigos del País, 25.384 reales y 33 cts. Por consignaciones en el presupuesto municipal, 193.846 reales con 39 cts. Total: 600.189 reales y 45 céntimos". Las cantidades que faltaban por invertir en 1863 eran: 1. "Por lo que se considera podrá costar la escalera de madera que falta para dar subida por la parte del norte del edificio a las boardillas y azoteas, 3.000 reales. 2. Por idem idem idem en el barandal del coronamiento por la parte del sur, 6.W redes. 3. Por idem en el grupo, escudo y perillones de mármol que terminan el coronamiento del frontis principal, 25.000 reales. Total : 34.500 reales". 1. Suscripciones y donativos : Desde el primer momento, la preocupación por obtener fondos se reflejó en las convocatorias del Ayuntamiento a los vecinos, co-mo se vio en 2.1.2., y en la utilización del procedimiento de la sus-cripción. La efectividad fue notoria, y así, en mayo de 1842, dos me-ses después del incendio, ya se habían recaudado unos 143.499 rea-les. Muchas personas ofrecieron donativos para la obra, y otras, como las hermanas de la Caridad, se ofrecen por su pobreza, a tra-bajar en «el adorno interior de las piezasu. Pero las entregas de di-nero van a ser excesivamente lentas para una obra que lo necesitaba continuamente. Por ello, desde 1843, se invita a los vecinos a que nfnn+..o+-on ;nmnrl;n+omc.n+n m - r i nena- 'E1 1 T A. n h A l rin 1 QMrc . n o - b&bbbuu&auu u u b u i a ~ u u ~ bOUuD~ y asvo. YI ~ i ul = au&u u= & u n OL yu-ralizan las obras dos días por falta de fondos, por lo que se elige m D una comisión con el fin de cobrar los donativos en tres días o el E empleo de la vía legal. Se decide otra opción: el pago en tres meses. O n Pero muchos donativos no se entregaban, pensándose que los veci- - m O nos podrían realizar sus pagos con el empleo de sus bestias en los E E trabajos. A fines de junio no había dinero para pagar a los trabaja- sE dores, y se insiste a los deudores. Pero la propia Junta era cons- - ciente de que algunos vecinos, pese a sus promesas, no pagarían 3 nunca, especialmente por el hecho de que la propuesta amenaza ju- - - 0 dicial tenía escasa fuerza. m E En febrero de 1845 se recurre al Capitán General para que obli- O gara a un deudor a efectuar el pago (el coronel Juan Gregorio Ja- n ques de Mesa). López Botas recibe poder de la Junta para hacer las -E reclamaciones judiciales y cobrar los donativos. Pero, misteriosa- a 2 mente, la alternativa judicial se paralizó. Tras decidirse a buscar a n n una persona que cobrara las deudas, hasta con un 10 % de comisión, se nombra en diciembre a los señores Torrens y Rocha para activar 3 O los donativos. En años posteriores, las cosas siguen iguales: la pro-mesa de hacer un donativo económico para las obras suponía el rei-terado esfuerzo del Ayuntamiento por cobrarlo. De las últimas suscripciones, merece destacarse la efectuada en 1852, durante la primera división provincial, en un clima de exal-tación local, que produjo un beneficio de 72.898 reales. Sintomáti-camente, otra realizada tres años después, finalizada la división, sólo proporcionó 4.554 reales. En algunas suscripciones influyeron los retrasos en las obras, mostrándose los vecinos descontentos y rea-cios a desembolsar dinero por el estado de la fábrica. 2. Solicitudes : Las peticiones dirigidas a la reina Isabel 11, tanto de dinero co-mo de autorizaciones para obtenerlo de modos diversos, fueron casi siempre denegadas. En 1850 se solicita, sin éxito, «poner a rifa», mientras durasen las obras, algunas cantidades de 500 reales por valor de 800, con el fin de que la diferencia repercutiera a los fon-dos de la obra. A principios de 1852 llegaron a Las Palmas los 40.000 reales concedidos por la reina para atender a los afectados por la epidemia del cólera. Por la notoria falta de recursos, el Ayun-tamiento manipula el empleo del dinero: sólo 10.000 reales fueron entregadas a las hermanas de la Caridad, invirtiéndose el resto, con el demagógico argumento de «dar trabajo a las clases necesitadas)), en la fábrica. De esta cantidad se apartan 8.000 reales, empleándose 2 arbitrariamente en perjuicio de la fábrica, pero no de los intereses políticos de la Isla: el dinero se destina para sufragar los gastos de viaje de los comisionados para felicitar a la reina por salir ilesa de un atentado. - m O Otras solicitudes de dinero se dirigen a los Ayuntamientos res- E E tantes de la Isla, desde el comienzo de la reedificación, para que ex- 2 E tendiesen las suscripciones a sus municipios. Algunos traducen sus donativos en materiales de construcción (Agüimes proporciona, en $ mayo de 1842, sesenta cahices de cal) o en productos de la cosecha % (Moya o Telde, que dona millo). Infructuosa resulta la gestión ante el gobierno, en 1845, para que la Diputación Provincial repartiera, entre los pueblos de la Isla, más de cincuenta mil reales, indispensa-bles para el término de las obras. Que el Ayuntamiento aprovechaba cualquier oportunidad económica para invertir en la obra utilizando subvenciones con los fines más diversos, nos lo muestra más clara- l - mente un dato: en 1849 y 1850 se pretenden invertir en la obra las j cantidades que adeudaban los municipios de Gran Canaria para el $ socorro de presos pobres. O Más curiosa resulta la petición de fondos que se hizo a los ca-narios residentes en Cuba para contribuir a la Iabrica. Se eiige a Jerónimo Navarro, «para que excitase el patriotismo de los isleños», obteniéndose solamente 6.020 reales. En un principio, también se pensaba instalar la Audiencia en el edificio. Por ello, el Tribunal estaba obligado a colaborar económi-camente. Su oferta, reiterado su cobro varias veces, no fue aceptada p--u.l. c-1x Invflr:l..i:~l+i-o.u.:z- llv uAc- . P- r- mu-bn i; qa J TJ ~uToC~+i;r&iQu ,9u 7>,rxbr6uniiAunucuor yde f ~ :!ehe& z ex el momento de entusiasmo)) (referencia a las prheras convocatorias para la reedificación). Tampoco tiene éxito el intento de obtener de la Audiencia la mitad del presupuesto (cerca de doscientos mil rea-les) que en 1853 restaba para finalizar la obra, ofreciéndole en com-pensación la mitad del edificio. Ni incluso con Ia sugerencia política de nombrar al regente miembro de la Junta directiva. Otra opción, vender la casa de la Inquisición, nueva sede de la Audiencia, y uti-lizar el producto en la obra, no es nuevamente aceptada. Por lo Pan-to, la Audiencia no contribuyó con cantidad alguna ni ocupó nunca el edificio 57. Otros intentos infructuosos de obtener fondos, fueron la preten-sión de un censo perteneciente al canónigo Andrés Romero que dis-frutaba la Escuela de Primeras Letras (en 1846) y el impuesto «de las cabezas de las reses del consumo de esta ciudadu (en 1853). 3. Préstamos : Este sistema, para evitar compromisos, fue poco utilizado. Con-cretamente, en dos ocasiones. Para realizar algunas oficinas, se acep-ta, en 1856, el préstamo del canónigo Francisco de Paula Grossa de 30.000 reales. En 1858, López Botas, miembro de la comisión su-pervisora de la obra, ante la nueva escasez de dinero, recibe un prés-tamo de Cristóbal del Castillo de 43.000 reales. Pero, pese a los in-tentos de López Botas de concentrar dicha cantidad en la obra del Ayuntamiento (exactamente, para la escalera principal y el salón de sesiones) y no dispersarla en varios trabajos, se consideró más ur-gente la obra del Mercado (en la que se invierten más de treinta mil reales), y de nuevo las Casas Consistoriales (favorecidas solamente por algo más de cinco mil reales del préstamo) no pueden ser com-pletadas. 4. Publicaciones y funciones teatrales : Constituyen los dos sistemas más curiosos para obtener capital en una obra oficial, y son producto de la iniciativa particular de fi-lántropo~ vinculados al Ayuntamiento. El primer manifiesto publi-cado fue el del alcalde Bernardo González de la Torre, promotor 57. El Ayuntamiento oferta a la Audiencia la mitad del edificio a condición de que pagara el de los 184.880 reale-S g 27 marav~dis ner~sarios p m a h - r k obra (según presupuesto del arquitecto Manuel Oráa, nombrado arquitecto provincial por real orden de 8-VI-1853, y propuesto como arquitecto municipal de Las Palmas el 13-VII-1853, con la asignación de 3.000 reales anuales) o cediese la msa que oou-paba el Tribunal para venderla y emplear el dinero en la fábrica. El mismo arqui-tecto evaluó el viejo edificio del Santo Oficio en 95.585 reales, pero la operación no fue autorizada por el Gobierno, ya que era propiedad estatal y era preciso sacarlo a remate. esencial de la reedificación, en 1842. Emplea toda la terminología de la verborrea más demagógica (la generosidad del pueblo de Las Pal-mas, su patriotismo, sus virtudes ancestrales, el agradecimiento de las generaciones futuras), con el único fin de recaudar fondos para la obra. También el dinámico Santiago Bravo de Laguna publica, en 1846, otro ardiente manifiesto con el significativo título de «Eco de amor a la patria)), en el que se animaba a los vecinos de la Isla para que contribuyesen con medio tostón al mes o, al menos, una mo-neda. Menos repercusión tuvo su otra publicación, ((Segundo eco de amor a nuestro suelou (julio de 1850), editada con el mismo fin. Otro individuo no menos activo, Domingo José Navarro, orga-niza, en 1859, tres funciones teatrales, representadas por aficiona-dos, y recauda más de cuatro mil reales (cantidad destinada a la hVoUloIrU.cU+DroL Ida \nij.L0 Ib I,b-IaI-Inc(+C.,C I !a fachad~). 5. Presupuestos : Por las propias dificultades económicas del Ayuntamiento de Las Palmas, las cantidades presupuestadas de sus fondos para la obra van a ser las entradas más débiles. Hasta 1844, dos años después de comenzado el nuevo edificio, no consta el primer presupuesto muni-cipal para la reedificación, con el fin de cubrir el déficit resultante de los donativos de los vecinos. Como ya hemos señalado, a veces el presupuesto para la fábrica se formaba tomando dinero de otros presupuestos municipales. Como muestra de las reducidas inversio-nes que el Ayuntamiento pudo efectuar, especificamos los presu-puestos destinados a la fábrica desde 1844 a 1855, los años en que se construye gran parte del edificio : 1844 : 15.000 reales 1846 : 300 reales 1847: 6.000 reales 1848: 4.000 reales 1849-1855: de 4.000 a 12.097 reales De i855 a iX63, ei presupuesto municipal aumentó consicierabie-mente. 2.6. Hacia la finalización de las obras 2.6.1. La obra en la coyuntura de la primera divisisz'ón provincial. Con la división administrativa de Canarias en dos provincias (1852-4), los sentimientos localistas se enardecen en Gran Canaria. Se organizó una Junta patriótica de fomento para atender a las ne-cesidades de Las Palmas y estimular la actividad constructiva. Apro-vechando el considerable entusiasmo popular que había provocado la división, se abre una nueva suscripción que, como referimos más atrás, alcanza en un sólo día más de setenta mil reales, que se in-vierten en la obra. Al fin parecía que el edificio iba a terminarse y el sumo interés puesto por la nueva comisión que controlaba la obra, así lo sugería. Finalizada la división provincial en 1854, el Ayuntamiento presenta un informe al Capitán General defendiendo la división, y argumenta las ventajas que había proporcionado al desarrollo de Las Palmas, así como el recurrido argumento de que posibilitó que muchas familias y jornaleros obtuviesen trabajo. A consecuencia del fracaso, el interés por acabar el edificio decayó, y la comisión, privada de recursos, se desentendió del control de las m D obras que pasaron a cargo del Ayuntamiento. Nuevamente, los tra- E bajos se retrasan por los escasos fondos que podía suministrar la o corporación municipal. En 1854 solamente quedaba por terminar del n-- m exterior, la balaustrada; pero el interior requería más trabajo (esca- O E lera principal, pisos, encalados, etc.). E 2 2.6.2. La fachada. 3 En abril de 1852, un mes después de proclamarse la división, se O-concluye la nueva fachada neoclásica, excepto su remate. Ya hemos m E aludido a los cambios que Juan Daura introduce en Cádiz de los di- o seños de Manuel Jirnénez, hasta el punto de que ambos deben ser considerados autores del edificio. El diseño original no era sino un n E frontis de dos plantas con una disposición convencional en la super- a posición de los órdenes arquitectónicos: dórico y jónico. Variado n por Daura el primer cuerpo, quedó una parte central resaltada con n un grupo de seis pilares, y dos arcos a cada lado, asimismo sobre 3 pilares iguales, almohadillándose el paramento 58. También en la se- o gunda planta, hay un cuerpo central más saliente cr>n c~!ilmnas jS-nicas y balaustrada en cada una de las cinco ventanas. Como señala Déniz Grek, por no haberse aplicado correctamente el proyecto de Daura, ((cuyas sombras indicaban que los huecos y sus lienzos fi-guraban en un fondo, a cuyo frente se habían puesto cuatro colum- 58. En las cinco lápidas del primer cuerpo, que no quedaron resaltadas como dispuso Daura, se pensaban poner las siguientes inscripciones redactadas por Juan Evangelista Doreste: 1) Casas Consistoriales y de Audiencia incendiadas en 1842; 2) Alzadas desde cimientos y concluidas en 18.. . ; 3) Bajo el reinado de Isabel 11; 4) Por el patriotismo de los canarios; 5) Fomentados por el benemérito Don Santiago Bravo de Laguna. Déniz Grek, 11, fol. 758. nas enteramente aisladas, se encontraron los maestros con esas gran-des dificultades para poder seguir el segundo cuerpo dejando empo-tradas las columnas con los dos tercios de su vuelo fuera como de-ben quedar todas las de esta clase; lo que no se pudo conseguir sino disminuyendo el espesor de las paredes en donde han quedado em-butidas con menos realce del edificio^. El diseño de la fachada es, en líneas generales, parecido al Ayun-tamiento de Cádiz, y siguiendo el esquema de otros modelos con-temporáneos (Barcelona, San Sebastián, Burgos, Murcia, Santiago, etcétera). La fachada gaditana, diseñada por Torcuato Benjumeda en 181659, es mucho más rica y de mayores dimensiones. Según Ma-doz, el de Las Palmas tiene 104 pies de largo y 58 de alto. Pero las similitudes se pueden vislumbrar en diversos aspectos: primer cuer-po almohadillado y nueve vanos (todos de arco en el gaditano). En la segunda planta, con tres partes también diferenciadas, el cuerpo ?- E central se resalta con columnas, formando galería abierta en el mo- O delo peninsular y cerrada y de columnas más pequeñas en el ejem- n-- plar grancanario. Los vanos son muy similares: una ventana con m O E cornisa (idénticas a las de Las Palmas en el proyecto original de Ben- E 2 jumeda, variado posteriormente) y otro vano más pequeño cuadran- E gular sobre cada ventana. Las esquinas, en ambos edificios, quedan ceñidas por dos pilastras, aunque en el de Las Palmas el ritmo so- = porte-vano se interrumpe en las ventanas laterales, sin pilastra de separación entre ellas. Igualmente se advierte en ellos la presencia de pilastras adosadas a las columnas que forman los extremos del cuerpo central de esta segunda planta. Como ya vimos, aquí no hay frontón, por expresa recomendación de Daura, pero sí igual remate en balaustrada. No es de extrañar, por lo tanto, que el arquitecto Juan Daura se inspirara en el Ayuntamiento de Cádiz, aunando con- 2 n tribuciones de la arquitectura de Benjumeda y el lenguaje neoclási- n n co, sus propias sugerencias y las ideas del dibujo original de ~iménez. 3 Una fachada lateral, al callejón de Doramas, exterioriza cuatro O plantas: la primera con ventanas cuyo marco de piedra se prolonga hasta el suelo; la segunda corresponde al entresuelo (que no se ex-terioriza a la fachada principal) y se compone de pequeñas ventanas rectangulares; la tercera, con las tradicionales ventanas de guillo-tina decoradas con una cornisa; y la última, igual al entresuelo. El esquema de la fachada de grandes pilastras estriadas, balcón de re-jería y arco inferior, se repite al principio y final de este lado dere- ,.h.-. D.-... 1, ,,11, r,,+:11.-. 1, ,,",,:,,,.:A, A" :#r,.,1 ,A, 1" oanb,.n.n-n , LUU. L vi &aL a i l c L a a n i i v , la UiUa i i i b aLi u i i =a iguai, ~ u i iia r;.nbLyLruri 59. Falcón Márquez, 1974, 66-68. de que el arco inferior (al lado de la casa Manrique de Lara) es una puerta. Las altas pilastras estriadas, de orden jónico, son similares a las de esta mansión (cuya fachada, obra de Manuel de León y Falcón, se levanta en 1849) 6@, aunque ésta tiene capiteles más gran-des. Puede pensarse que los soportes de la casa Manrique se inspi-ran en los del Ayuntamiento. Parecidos son los capiteles de las co-lumnas del primer cuerpo de la Catedral de Las Palmas. En enero de 1858, Domingo José Navarro inicia una suscripción para acabar el remate del frontis, cuya recaudación, junto a la de tres funciones teatrales, alcanzó algo más de doce mil reales. Desde agosto del mismo año a abril de 1859 se trabaja en la balaustrada, completándose de mayo a junio el lado norte. Para solventar el déficit que restaba de los trabajos, el propio Navarro (((patriota y desprendidon) pone 138 reales de su bolsillo ". En su origen, la ba- m D laustrada se decoraba con acróteras rematadas por jarrones. La parte E central era un muro cerrado, sin balaustres, en cuyo centro se co- O n locó el escudo, que representaba a un guerrero armado, una matrona - =m y varios niños sosteniendo las armas de la ciudad. Así fue el remate O E hasta la década 1860-70, según se aprecia en un grabado del libro E 2 Crónica de las Zslas Canam'as (1868), de Waldo Giménez Romera. =E En otro dibujo del Ayuntamiento reproducido en LQ Ztustraci& de 3 Canarias (febrero de 1883), ya aparece un coronamiento diferente. - Los jarrones han sido sustituidos por cuatro estatuas (desde 1873) - 0m de barro cocido, que representaban alegorías de la Agricultura, el E Comercio, el Arte y la Navegación. Un escudo nuevo, en el que in- O tervino Francisco León en 1875, sustituye al primero: ahora son n dos figuras ciñendo las armas de la ciudad. E a- Pero estas estatuas se deterioran pronto (((constituyendo un pe- l ligro para los vecinos pues caen trozos a la callen). En 1907 consta n 0 que fueron retiradas, por su mal estado, unos años antes, y se pro-pone pedir a Bélgica 6a, por mediación de alguna casa comercial de 3 O 60. Martín Rodríguez, 1978, 283. 61. Los maestros, oficiales y peones que intervinieron en la obra de la balaus-trada principal fueron José Guerra Pérez, José Guerra, Cristóbal González, Joaquín Martín, Juan Martín, Francisco Ponce, Pedro González, Rafael Hennquez, Manano Montesdeoca, Mariano Martín, Mateo Hernández. Antonio Suárez, Salvador Santana. Vicente Martín, Francisco Alonso, Francisco L6pez y José Hembndez. Por los uten-silios y materiales empleados (cuñas de madera, carbón, azufre, mecha, cantería, esquinas, losetones, losas, "tisones", balaustres), la conducción del material por ca-mellos y bestias y el sueldo de Domingo J. Navarro (veinte pesos), se emplearon 448 pesos, 4 reales y 6 centimos y medio. 62. A principios de siglo, los contactos Las Palmas-Bélgica son frecuentes, pues muchos canarios iban allí a estudiar. Sobre las inñuencias belgas en la arquitectura del momento en Las Palmas, trabaja nuestro compañero Alberto DARIASP RÍNCIPEe n su tesis La arquztectura modernista en Calzarus. Las Palmas, catálogos y precios de estatuas de hierro fundido que representen iguales alegorías que las anteriores. El arquitecto muni-cipal Fernando Navarro es encargado de elegir los mo'delos enviados por la casa Francotte & E. de Macar, de Bruselas, firma que, en el mismo año, envía una carta a Ernest Mouvet de Las Palmas, media-dor con el Ayuntamiento, conteniendo información y condiciones 63. Navarro escoge cuatro esculturas del francés Boutellier (1851-1920), de 2,10 m. de altura y 450 Kgs. de peso, a ochocientos francos cada una. Las estatuas son instaladas desde principios de enero de 1909, cumpliendo así el deseo municipal de ((reponer aquellos elementos decorativos tan convenientes para el buen aspecto del edificio^. Las robustas y académicas obras, están actualmente muy repintadas de blanco @F.i nalmente, el escudo anterior se sustituye por un tercero y definitivo en 1940, diseñado por el arquitecto municipal Antonio 2 Cardona y ejecutado en cantería por Pedro Díaz Henríquez, vecino c.4 E de Arucas. Han desaparecido las figuras y soporta en una sencilla base de piedra moldurada. n-- -"m E 2.6.3. La escalera. SE E Desde 1852 se estudia una nueva forma de ejecutar la escalera - principal, por no poderse realizar según los planos a causa de la de- = bilidad de las paredes; aunque, un año después, el arquitecto Pedro O Maffiote indica que se siga el plano. Un error notorio fue que no se m E introdujo en el patio la caja de la escalera y se le dejó la misma ex- O tensión. Para trazarla, por lo tanto, se recabaron los servicios de un n -E 63. Carta fechada en Bruselas el 12-X-1907: a "En respuesta a su carta del 27 de septiembre último, tenemos el honor 2 de enviar a los miembros del Ayuntamiento de su ciudad una plancha (CG) n con seis modelos de estatuas de 2 metros y 10 centímetros de altura que n representan los temas pedidos, la navegación, la agricultura, la ciencia, el arte, la industria, el comercio. 3 O Como verá, las estatuas pertenecen a dos de los mejores escultores d e la época y tienen un sello moderno y particular del más bello aspecto. Podríamos enviarle estas estatuas de hierro colado. pintadas con minio al precio de ochocientos francos la pieza. Las condiciones de pago de los proveedores para el envío al extranjero son: la mitad a la entrega del pedido y la otra a la recogida. Igualmente le remitimos dos plandias V.O. 597 y V.O. 600 con otros modelos de estatuas de otro género, y únicamente esta serie no admite seis estatuas del mismo tamaño, sino s610 cuatro. Luc precios son: S50 hncos la pieza de los temas "Industria, navegaci6n. F e , ciencia" de la plancha V.O. 597. Y SO0 francos la pieza de los temas comercio, industria, marina, a,gricultura", de la plancha V.O. 600. Más un si1plemeit~d e &mrm para !as ~i e z a sd e bronce. Los precios se entienden por pago sobre el medio de transporte". 64. Al pie de una de elIas se puede leer el nombre de sus fundidores y el lugar: "Fondeurs. E. Ca ? tain Geny et Cie. Bussy. Hte. Mame". profesional: el arquitecto Manuel Oráa, quien, en noviembre de 1853, comunica al Ayuntamiento : "Tengo la satisfacci6n de pasar a manos dte V.S. el proyecto de la escalera para las Casas Consistoriales de esta ciudad, la cual no reu-niendo las circunstancia de ser toda de cantería como tengo entendido lo deseaba esa Municipalidad, debo poner en oonocimiento de V.S. las razones que he tenido para disponerla con el último tiro sobre zancas de madera. En primer lugar, resulta del reconocimiento que he prac-ticado en los muros que forman la caja de dicha escalera, que éstos se hallan oonstruidos de muy poco espesor, y materiales nada a propósito para recibir la caja y empuje de los arcos de la misma. Segundo, que si bien pudkran construirse los apoyos necesarios para la bóveda de la mencionada escalera éstos resultarían muy pesados y casi en el centro de la caja ocasionando mal efecto, pero indispensables para recibir, no S& k b6veda del tiro del centro que vendría a iriiesíar a los arcos m que se vdtean sobre estos apoyos, sino que para el empuje lateral del cD4. mismo tiro sería preciso construir otra bóveda de todo el ancho que E aquél tenga, para om &la contrarrestar su empuje, y proporcionar al O n todo de la obra la solidez necesaria: resultando de todo lo dicho, que -- m la parte de la escalera quedaría sumamente a oscuras, y de formas tan O E pesadas como costosas". E 2 E Aceptadas estas observaciones de Oráa, así como su plano, se concede en 1854 prioridad a la obra de la escalera sobre otros tra- 3 bajos, con el fin de que el Ayuntamiento pudiera ocupar el salón de O-sesiones a fin del mismo año. Pero la escalera no se realiza, acordán- m E dose construir otra provisional de madera, en la parte trasera con O material destinado a la plaza de Mercado. Esta escalera es de dos tramos, con descansillo al entresuelo, termina en la planta principal n E y se decora su barandal con listones en rombos. Sobre ella, y en su a misma caja, hay otras dos escaleras de un cuerpo, construidas más n tarde, que llevan a las plantas superiores, sobresaliendo sus balaus- n n tres modernistas de hierro. 3 O Para fabricar la escalera principal siguiendo los planos de Oráa se presentan inconvenientes, per !e qiie Bravc~ de Lzgma !rvantS un modelo de madera, que es desechado por Oráa («por considerar viciosa su construcciónn), que insiste para que se aplique su diseño. Pero lo que le interesaba al Ayuntamiento era acabar la escalera pronto y lo más económica posible, y «en tiempos mejores podrá ser reemplazada por otra de la mayor elegancian. De todas maneras, las contradicciones a la hora de planificar la obra continúan, y las decisiones del Ayuntamiento resultan poco coherentes. Con la segunda división provincial, en 1858, se vuelve a incrementar la actividad constructiva: se acopia cantería para la escalera, con el fin de finalizarla pronto para habilitar oficinas en la parte alta, necesarias para el nuevo orden administrativo. Desecha-dos los proyectos de escalera de los planos originales de Iiménez y Daura; el de Oráa; el del ingeniero civil Antonio Molina; y el del encargado directo de la obra, Bravo de Laguna; se presentó, a prin-cipios de 1859, un diseño realizado por un aficionado anónimo que, tras ser aceptado por la corporación, fue perfeccionado por Manuel de León. La escalera, después de tantos años de indecisiones, se le-vantó inmediatamente conforme a este plano. De tipo imperial, con un cuerpo que se abre en dos, según la convención presente en edificios oficiales y en viviendas de rango, no presenta vestíbulo de acceso, pues el primer escalón apenas está a dos metros de la sencilla puerta de entrada principal, que abre a 1, , , T - - l , L-I- TT- m--- a--- -,.1-1- A-- :- -1 ia ~ a i c ~ ui aaja . u11 s iau d i ~ uS C I I ~ I ~C.,ii L ~ I LL UILU c u p a ~ ~ uci, ~-?u.l-i:i iac-i l- 2 N zo de la escalera. Su colocación, por los motivos ya reseñados, quedó E bastante forzada, interesando más dotarla de elementos ennoblece- O dores que integrarla a las exigencias espaciales. Realizada en cante- n-- m ría, tiene pasamanos de caoba realizados el mismo 1859 por el maes- O E tro José Curbelo. También, según costumbre del momento, los ba- E 2 laustres son de hierro forjado. Al descansillo, se abre una puerta de E cantería, decorada con cornisa sostenida por ménsulas, que da acce- 3 so al entresuelo, y que se fabrica en 1862, siendo alcalde López Bo- - tas. Los dos tiros superiores poseen igualmente barandal en el lado B E de la pared. La escalera desemboca, mediante tres arcos de medio punto, a la galería del segundo cuerpo. O Más tardía es la decoración del techo de la escalera, compuesto n por cuatro faldones de yeso con una linterna de iluminación en su centro. Esta, tiene en el exterior, como un pequeño templete cua- 2 n drado, posee su cupulita y cuatro ventanas. Los faldones se hallan j totalmente decorados con motivos florales, y quedan enmarcados en $ las esquinas por hojas de acanto. Esta decoración, realizada en 1912, O es ejecutada por Eugenio Bañasco (propietario de un taller de már-moles, trabajos de cemento armado, tuberías y depósitos, en la plaza de Santa Ana) 65. Exteriormente, los faldones se cubren con sencilla teja árabe (uno de los arcaísmos de la obra) y la pequeña linterna se remata con una estilizada vasija. 65. La valoraci6n del decorado de "yeso estopa" es la siguiente: Artesonado. 325 pesetas; Molduras del artesonado, 350; Cornisa principal, í92; Iiosetas y hojas de esquina, 200; Nénsulas, 240; Molduras entre ménsulas, 192; Cuadros de entre ménsulas, 198; Molduras del cuadro del farol, 50; Decorado de ochavas y cúpula del farol, 150; Colocación del decorado, 600. Total: 2.500 pesetas. 2.6.4. La primera instalación. Tras el incendio de la primera fábrica, el Ayuntamiento tuvo que reunirse en casas particulares, la mayoría de las veces, y en otros edificios (casa de la Inquisición, casa Episcopal, convento de San Agustín, colegio de Segunda Enseñanza...). Por su parte, la Audien-cia se instaló en la casa de la Inquisición, y luego, hasta hoy, en el convento agustino. El carácter trashumante de la corporación mu-nicipal, y, por lo tanto, la necesidad de una sede digna y diferencia-da, van a ser otros factores que pesaron a la hora de intentar la aceleración de las obras del edificio del Ayuntamiento. El proceso se acentúa desde comienzos de la división provincial en 1852 y cul-mina a los diez años siguientes. En este período se presiona conti-riuumente para ceu,l;!etur e! edificio y permitir !a iilsta1aciSii de las oficinas municipales. La evolución del edificio en esta década se resume mediante los pasos siguientes : 1. En 1852 se termina la fachada y se techa la construcción. 2. Para el control de la marcha de los trabajos y sus posibilida-des, se presupuesta, en 1853, su terminación; al mismo tiempo, se piensa en instalar las primeras oficinas, sin que parasen las obras. 3. Se colocan las cristaleras a los vanos, 1854. 4. Se determina el arreglo de las piezas para oficinas del Ayun-tamiento y la habitación destinada al alojamiento de la guardia. Se construye una escalera provisional de madera a la segunda planta, 1855. 5. Desde febrero de 1856 se insiste en la urgente finalización del edificio, o, al menos, se habilitasen salas suficientes para las oficinas. Por fin, en abril, se trasladan las oficinas del Ayuntamiento a la nueva Casa Consistorial. Es, por lo tanto, la primera instalación. Re-paración de las azoteas y desagües. Se piensa concluir el salón de sesiones y habilitar las piezas bajas para alquilarlas como escribanías. 6. El fantasma de un posible incendio surge en 1861, cuando después de cuatro años de realizada una exhibición de iluminación de gas en la fachada del edificio, se acuerda trasladar a otro lugar cierta cantidad de gas conservada en el Ayuntamiento. Se firma una póliza de seguros en 1858. 7. En 1859 se pone el piso de madera a casi todo el edificio. El material empleado, principalmente pinsapo, se adquiere a Diego Swanston y Compañía. Intervienen los maestros Nicolás del Rosario, Manuel Jiménez (desconocemos su posible relación con su homóni- mo, primer diseñador del edificio), José Medina Suárez y José Cur-belo. Se trabaja también en otras obras de carpintería: tabiques, guarniciones, alacenas.. . Se realiza la escalera principal. 8. El edificio queda prácticamente terminado (excepto parte del remate de la fachada y una escalera que da subida a la azotea) a principios de 1862, gracias a los reiterados propósitos del alcalde, Antonio López Botas, uno de los hombres que más tiempo estuvo vinculado a las obras. La Exposición Provincial de Canarias, de Agri-cultura, Industria y Artes, celebrada en las Casas Consistoriales en este mismo año, viene a constituir como su inauguración oficial. Después de veinte años, no resulta extraño que las posturas triunfalistas volviesen a campear en Las Palmas, sobre todo tras la tan dilatada y ansiada conclusión del edificio, «que con tanto afán 57 empeñe han levantade estns vecinnc, 17 c~mpi fe57 rivaliza con los que de igual naturaleza se hallan en las principales capitales de la monarquía^. 2.7. Usos y distribución del edificio Las Casas Consistoriales ocupan un solar rectangular de sola-mente 882,20 m2, lo que parece explicar la desproporción existente entre los diseños y las obras realizadas, resintiéndose notablemente, por ello, su distribución interna. Consta de cinco plantas, incluyendo la azotea, cuya superficie cubierta total asciende a 3.534,44 m2 66. El nuevo edificio destinó sus dependencias a diversos fines, al-gunos sin relación con los diferentes usos del antiguo Cabildo. Dos de éstos, la Audiencia y la Cárcel, no se volverán a anexionar a la nueva obra, y tendrán en adelante otros lugares de instalación, ya referidos. Especialmente, las entidades culturales van a ser las más favorecidas en la ocupación de dependencias propias en el Ayunta-miento. Aunque, el reducido espacio que ofrecía el edificio y la am-pliación de la vida municipal, originarán continuos intentos munici-pales para desalojar a los diferentes organismos instalados. Tras la Exposición Provincial de 1862, el edificio se hallaba ocupado, desde el año siguiente (y en los posteriores, con algunos cambios), del si-guiente modo : 1. Planta baja: La Academia de Dibujo, cuyo local fue posible gracias a un donativo de la Sociedad Económica en 1861, tenía su 66. La superficie de cada planta es la siguiente: Primera (832, 00 m.2) ; Entre-suelo (577,76) ; Principal (832,20) ; Cuarta (673,SO) y Quinta, incluyendo la azotea (621.48). instalación en este piso, y, desde 1888, el Ayuntamiento pretende que la Academia se traslade a otro lugar, pero todavía en 1933 con-tinuaba en el edificio. También en esta planta se hallaba la Escuela Pública de Primeras Letras, el Cuartel de la Guardia Municipal, los depósitos del Ayuntamiento y la Junta de Heredad de Aguas, ins-talada en un local frente a la casa Regental, y que en 1923 busca otro local en la ciudad. El patio, al que se accede directamente desde la galería baja mediante una puerta lateral, resulta otro espacio re-ducido y desproporcionado. De planta rectangular, se compone de arcos rebajados de madera sobre pies derechos (al igual que en ca-sas neoclásicas de Las Palmas). La fuente central data del segundo tercio del presente siglo. Los pisos superiores, todos cerrados, se eutpri~rizana l patio mediant e t r a d k i ~ n a k c v, entanas de guillotina. m En esta planta se instalan, según transcurre el siglo, diversas depen- D E dencias municipales. O 2. Entresuelo: La sala de la Real Sociedad Económica se tras- - -- m ladó por dos veces a esta planta desde la baja. La entidad había ven- O E dido sus propiedades en Vegueta, para ayudar a la obra del Ayun- SE tamiento, con el propósito de obtener algunas piezas en el nuevo -E edificio. Hasta 1940, el Ayuntamiento no logra que abandone su lo-cal. El entresuelo fue el piso en que más tiempo estuvo el archivo 3 municipal, desde 1896, instalado antes en la cuarta planta. También - - 0 se hallaba aquí la Escuela Normal de Maestros, que se pretende m E desalojar desde 1888. O 3. Planta tercera o principal: Como planta noble, se destinaba - enteramente a las funciones municipales. El lado izquierdo lo ocu- a-E paba el salón de sesiones y los despachos de la Alcaldía, secretaría y l otras oficinas se disponían en el lado contrario. También se hallaba -- en este piso la Junta de Comercio, Sanidad y Beneficencia Municipal. 3 4. Cuarta planta: En ella se situaban las entidades culturales O más importantes. Estuvo un tiempo el archivo de la Inquisición. las Escribanías Públicas vacantes, la Biblioteca Municipal, el Museo Canario (a punto de trasladarse en 1923 a su actual emplazamiento de la calle Dr. Chil) y la Junta de Agricultura. Por la evidente necesidad de espacio, la azotea se habilita en parte, principalmente a partir de 1929, como nueva planta, creán-dose nuevas dependencias (Oficina Técnica, vivienda para el conser-je, diversas oficinas). Tras un poco más de un siglo de uso, el edificio ha dejado de cumplir sus funciones municipales, al instalarse el Ayuntamiento en otro edificio, pensándose destinarlo a dos funciones que ya tuvo antes: museo y escuela de Bellas Artes. 2.8. Los últimos trabajos 2.8.1. El salón de sesiones. Ubicado en el ala izquierda de la planta principal, paralelo a la calle Castillo, es una sala rectangular, alargada y estrecha, excesiva-mente pequeña para su función. En 1856 se incluye la dependencia entre las obras próximas a concluirse, y al año siguiente hay un pri-mer proyecto de decorarla, dudándose entre la utilización de la ma-dera y el estuco. El salón ya consta acabado en mayo de 1860, aun- &curcrc;óii. pcrr el iec~;i&o la s-uficieeien"aec itn, en 1875 se piensa reformarlo «con la elegancia y buen gusto dignos del Palacio Municipal)). El arquitecto municipal José López Eche-garreta propone quitar el techo raso de madera. Todavía en 1877, el propio arquitecto intenta elevar la altura de la sala a la de las habitaciones superiores, pero abandonó la idea porque, por su estre-chez, el salón parecería una galería y la pared del frontis lateral per-dería el enlace que le prestaba el enmaderado del techo con los mu-ros interiores. La solución que se arbitra, para evitar la despropor-ción, es dividirlo en tres partes por medio de dos arcos apoyados en columnas, destinándose el tramo de la cabecera para el cuerpo municipal, y el resto para el público. Los elementos decorativos se diseñan con tendencia a la verticalidad, para simular mayor altura. El arquitecto, por lo tanto, se ve en la necesidad de aprovechar el pequeño espacio apuntando nuevas sugerencias espaciales por medio de la decoración. Y precisamente se va a cuidar con esmero el aspecto decorativo (aparte de las exigencias derivadas de su función y de constituir la dependencia fundamental del edificio), que, por su profusión y ri-nllPwQ se !e coxce como SaMn =orado. Eii 1830, el maestr-u &a-nista Francisco León Quevedo (que ya había colobarado con Eche-garreta en los trabajos del techo) se ofrece a concluir el decorado del salón. El arquitecto municipal, Laureano Arroyo, presenta las condiciones al que se ajustaría el trabajo ", así como el presupuesto 67. Es imponante reproducir ias condiciones propuestas por ei arquitecto Laureano Arroyo para la decoracibn de1 Sa16n de sesiones: "1. En el techo se dorarán los elementos más salientes de las molduras. En la decora-u6n floral se darán toques de oro en las partes de más relieve de sus distintas (10.251 pesetas). A la subasta de la obra, publicada en el Boletín Ofi-cial de la Provincia, sólo se presenta el mencionado León, que acaba los trabajos en 1892. El dorado es el protagonista de toda la decoración (en tardío Es-tilo Imperio junto a otros elementos eclécticos), y los temas son jarrones, pájaros, frutos, hojas, ramas, guirnaldas, etc. Cada vano (ventanas y puertas) se enmarca con pilastras, decoradas con cará-tulas en sus capiteles. Entre ellas, hay medallones con dos perros entre una palmera (alusión al escudo de la Isla). Sobre cada hueco, un frontón semicircular partido, con las armas de Castilla en su cen-tro. La cabecera, como parte principal, posee dos ricas columnas compuestas. La bóveda, con secciones rectangulares centrales, se abre con lunetos en sus dos faldones mayores. Por último, por el riesgo de permeabilidad que ofrecía el techo y el consecuente peligro para la decoración, el propio Arroyo propo-ne, en 1895, la sustitución de la techumbre, pues «no es propio de un palacio de la importancia de las Casas Consistoriales, tener los techos de hormigón como cualquier casa de vecindad, pues hay falta de armonía entre la suntuosidad de la fábrica y la cubiertau. elementos. El resto de la decoración así en molduras como en hojas, flores y junquillos se pintará imitando maderas detalladas de cedro. roble o nogal. 2 En la cornisa, arquitrabe y friso se dorarán asimismo los elementos más salientes de las molduras y los ornamentos florales, como son volutas, hojas de acanto, roschas, perlas y huevo. El resto imitará también las mismas maderas. 3. Los frontones de sobrepuertas se dorarán como los que ya lo están en el estrado completándolos con la imitación de maderas en las partes en que aquellas quedarán en blanco. 4. En las pilastras y columnas se dorarán los capiteles y basas y los fustes se pin-tarán imitando el mármol pentkliw de brillantes jeropes. 5. En los escudos y cartelas espaciados debajo del entablamento se dorarán los ele-mentos decorativos tomados de la flora natural, pintándose los demás imitando maderas en las cartelas y a la policromia en los escudos. 6. En los plafones decorados de los entrepaños se dorarán los elementos más salientes de las molduras y los florales. El resto de elementos moldurados imitará como siempre las maderas indicadas anteriormente. 7. El zócalo se pintará imitando el mármol jaspe de wlor oscuro verdoso con exclu-si6n de todo elemento decorado S. El fondo del techo así en las escocias como en los artesonados se pintará de un tono enérgiw de la gama franca de uno de los colores elementales excepci6n hecha de amarillo que no contrasta con el oro de los elementos decorativos. 9. El fondo de los entrepaños e intercolumnios en los muros imitará el mármol pentélico de que se ha hecho menci6n para el fuste de pilastras y columnas. 10. El oro que se emplee será de igual clase y calidad que el de los dorados exis-tentes en el propio salón y será aplicado por los mismos procedimientos en sus diversos tonos mates de una limpieza perfecta. 11. Las pinturas así en imitación de maderas como en la de drmoles serán al 61eo y aplicadas siempre bajo las indicaciones del arquitecto municipal, a cuyo efecto se harán previamente las necesarias pruebas de verificaci6n para juzgar el efecto de las mismas antes de proceder a su aplicación definitiva. 12. La decoraci6n total del sal6n deberá quedar terminada en el plazo de diez y ocho meses, siendo de cuenta del contratista todos los medios auxiliares, andamios, cuerdas, enseres, etc., que necesite para llevar a cabo su trabajo". 2.8.2. Otros trabajos menores. Tras la realización del salón de sesiones, y hasta 1950, las últi-mas obras que se realizan son pequeñas reformas o ampliaciones y nuevas instalaciones: salón para Academia de Pintura, en la azotea, 1895; local en la azotea para la Oficina Técnica Municipal, 1929; ampliación del archivo, 1930; vivienda para el conserje, en la azo-tea, 1934; oficinas en la azotea, 1935; ejecución de una fuente en el patio y su pavimentación, 1942. 2. Antiguo ~ a b i l d o ' ! ~ i b u jdoe Alvarez Rixo) 3. El Nuevo Edificio en 1868 lReproducido de Waldo Giménez Romera: Crchica dc las Islas Canarias. Madrid, 1868) 4. El Ayuntamiento en 1883 (La Ili~stración de Canarias) 8. Torcuato Renjameda: Ayuntamiento de Cádiz. 1816 9. Estatuas del remate de la fachada. 1908. Obra de Bautellier 10. Pórtico de la planta baja 11. Escalera principal. 1839 16. Patio. La fuente centrai data de 1942 17, Salón de Sesio-nes o Salón Dorado. Decoración finaliza-da en 1892. PALACIO MUNICIPAL planta baja escala 1:100 PALACIO MUNICIPAL entresuelo escala 9:100 PALACIO MUNICIPAL planta principal escala 1: 100 PALACIO MUNlCl PAL planta primera escala 1:100 APENDLCE Contrato con los maestros rematadores de la obra: coindiciones 1) Todos los cimientos del edificio, así como las paredes exterimes y colaterales de la cárcel han de ser fabricadas con argamasa para lo cual la cal( ha de estar bien curtida y si fuera de Telde se le añadirá igual cantidad de arena; y tanto y medio si fuere de Arinaga o de Agiim. En los cidentos se pondrá la cantería balsera que contienen los escombros del antiguo edificio. 2) Para que' las paredles del que va a fabricarse sean bien construidas Y ligadas deberán hacerse de hiladas enrrasadas, evitar bolones, para rdleno, ripiar con material bien rajado; que las cabezas abracen dos terceras partes del espesor de la pared y si fuera posible que sean de un alto. En las que vayan de cai, no deberá economizarse ésra ciernasiacto, a. paso que ias que sean de barro no se les cargará mucho. Las paredes del primar cuerpo serán de cuatro cuartas y las del segundo de tres. 3) Habiéndose hecho una costumbre usar la canteria azul mal labrada en los edificios modernos, es indispensable que la que se invierta en e1 que se va a construir sea de doble labor, sirviendo de tipo la cantería de la casa de 10s señores Swaston, pues cualquier falta que se note en este artículo, séase por mal labrado, empenado o rajado; ccnnóscase a la simple vista o des-cúbrase, por regla, nivel o planada, deberá cualquier individuo de la Junta que lo advierta, mandar suspender el trabajo hasta dar parte a fin de que ésta acuerde lo conveniente. 4) Las colas de los garabatos de cantería para las puertas y ventanas han de abrazar d grueso de la pared; así mismo el saliente de los corredores y el de las contras de las pilastras han de tener suficiente largo para que toda la obra vaya bien amarrada pudiendo así pescolarse como corresponde. El tablero de los huecos ha de ser de una tercia de vara. 5) A donde ocurra un blanco de pared de ocho varas, sin huecos, se le pondrá un crucero sencillo de cantos blancos y doble si pasa de doce varas. Todos los cantos tendrán a 180 menos 15 pulgadas y 25 a 27 de largo. Toda la cantería Manca ha de ser de primera calidad y sentada con cal. 6) El embaldosado del piso bajo será sentado con mezcla y revocado con cal; y el de los pisos superiores con cal y la labor doble como lo demás de la cantería. 7) Las piezas de cantería del alquitrabe que forman las bóvedas planas entre las columnas así como las dovelas y claves de los arcos deberán sw enterizas en lo que respecta al grueso de la pared. También es de advertir que como las indicadas piezas de1 alquitrabe neoesariamente forman una guarnición a1 techo del primero y piso del segundo cuerpo, es de precisión que si se continúe todo alrededor de lo que forma el interior de las cdum-natas. 8) La escalera principai dd edificio será en la forma siguiente. Las tres mesetas y escalones intermedios irán sostenidos sobre un arco, y los dos es-calones laterales, así como la central llevarán igualmente esta forma. Los escalones de todas ellas serán enterizos. 9) El acueducto del pilar se hará de forma qae na pueda comunicar humedaa a las cárceles y lo mismo se dice respecto a los desagrües. Para la forma de las tanquetas & Cia. se formará un diseño que deberán executar los empresarios. 10) Los balaustres para la azotea y entre columnas del segundo cuerpo serán de cantería, y están calculados en 92. Las perillas de las dos fachadas colaterales tendrán de alto dos vairas y conforme a la plantilla. Las del archivo vara y media y su forma lo mismo. 11) El primer cuerpo es de orden dóricu en todas sus partes, y el segundo jónico: lo que se tendrá presente para los guardapolvos de las ventanas. 12) Toda la cantería azul ha de ser del Monte. 13) Todo el edificio llevará cielos rasos y éstos así como los tabiques en la parte de mampostería se harán de caña bien curada de un buen grueso y calidad, bien tejidos lienzos y reclavados, llevando correas en las muciones y encalados con yeso de buena calidad con suficiente espesor y rematadcs con proligidad. 14) Los hormigones han de ser hechos con cal de Agüimes, curtida por treinta días consecutivos antes que se amase: enseguida se sobará tres oca-siones con quince días de intervalo, si está al aire libre, y si a la sombra de mes a mes. Al echarlos estarán perfectamente curados y majados. Siendo en tiempo de verano se regarán durante sesenta días, perro si fuese invierno no bastará un mes, las cales para encalar deberán estar bien curtidas y sobadas antes de emplearse, y luego de encalar las paredes deberán dársele seis manos de albeo. 15) En lugar de umbrales de tea van archetes o bóvedas planas de can-tería blanca encalada con yeso. 16). Si con la tierra que se sacase del fondo donde ha de ir el edificio para barro no se ahondase lo suficiente, el primer piso para evitar las hume-dades, será de cuenta de los empresarios al hacerlo y rellenar la cavidad con los escombros inútiles del antiguo edificio, así como si sobas de éstos al echarlos d barranco u otra parte con tal que la plaza quede libre de dlos. 17) La pared trasera del edificio, que es divisoria con la casa de Don Fe-lipe Massieu (sic), llevará un a£orso de media vara hasta su mayor elevación para poder continuar de allí arsiba pared nueva. En el grueso de éstas y construida de cantería blanca deberán ir los caños de las chimeneas de la cocina de la Cárcel. 18) Todo el solar y pisos del edificio va embaldosado sin excepción del patio ni punto alguno. Las graderías exteriores son seis, y de siete pulgadas de alto y van por fuera de los cimientos a ocupar todo el largo de la fachada, derías. 19) Las puertas bajas han de ir tabIadas pero rebajadas con un cepo corrido en el larguero adonde se une con la tabla, tendrán a lo menos cuatro medias travesías para fortalecerlas. Los largueros y travesías han de tener bres y media pulgada de ancho por dos y cuarta de grueso. Las puertas y hojas de ventanas del piso superior habrán de entablarse de pinsapo con largueros de tea, advirtiendo que las de las salas del Ayuntamiento y Tri-bunai irán de embutir al estilo moderno. 20) Las vidrieras considerándolas a tres de varas de alto llevarán 24 vi-drios en los dos paños: los marcos no cederán de dos pulgadas de ancho y las venillas de una con su correspondiepte fortaleza y de cuenta de los contratistas los vidrios, el ponerlos y empastarlos. 21) Todos los huecos del edificio han de llevar sus bastidores de tea, pues tanto las puertas como las ventanas van con bisagras y tirafados, y los pasadores cwrespondSentes: y ademQs llevarán las puertas pestilleras. 22) Todos los artículos citados en las tres condiciones anteriores deben ser arreglados con exactitud a los huecos que correspondan y bien desempe-nadas las espigas estarán perfectamente apostadas a las esciopeaduras en sus gruesos sin que sea necesario acuñarlas. Tarnbikn llevarán los huecos guarni-ciones de tea por dentro de nueve pulgadas de ancho, rebajadas y con golas. 23) Las rejas serán de vergajones de hierro de una pulgada de ancho, teniendo cada hierro seis vergas verticales y cinco horizontales, las que se ooloarán en un fuerte bastidor de tea donde también se colocarán las hojas de ventana. "34 . . -T n"c" t.'."I-"5Y hini i - a "c- m-in- .h ~ r h n cr nn ci lc t r n v ~ c a ñ n av ~ r t i r a l ~yc h o r i v n n - -..--. ^-- tales, aqukllos a dos tercios de distancia y éstos a vara, siendo su ancho de cuatro pulgadas y su grueso de pulgada y media: y para lo cual lo mismo que en todo lo demás del edificio se evitará lleven samago las maderas porque no serán de recibo ni ninguna otra imperfección notable. 25) Las galerías serán de cinco varas de alto cuando menos con sus tabiques por el estilo que se expresa arriba, pm el norte y sur llevarán a cuatro vidrieras de tres varas y por el Naciente tres vidrieras, todas las cuales irán sin hoja. Estos huecos llevarán guarniciones por dentro y por fuera, iguales a los demás del edificio. También llevarán por la parte superior externa su cornisamiento adecuado. #Los maderos de los techos y pisos tendrán seis pulgadas de ancho y dos y media de grueso y las sobreparedes en éstos para sostener el maderaje tendrán seis pulgadas por una y media y sentadas sobre cal. Los pilares serán de vigas, y las madres ocho1 pulgadas de alto y cinco de grueso; 26) Las escaleras interimes llevarán sus varones y escalones arreglados a su ancho y largo con pasamanos sencillos pero fuertes y cielos rasos de yeso por bajo. 27) Los enmaderamientos de todas las piezas del edificio excepto las explicadas llevarán sus sobreparedes de una y media pulgada de grueso por cinco de ancho y sentadas en cal: los maderos con 11 pulgadas distantes unos de otros y de medias vigas .o de 7 pulgadas por 5; d'espués de sacados los cuatro costados de reveses q~ues ervían para tablar los pisos. 28) La campana de la cocina llevará las mismas reglas que los tabiques, pero hasta las madres han de forrarse con caiíizo y encalado de yeso. 29) Las pestilleras serán bien construidas y fuertes de ocho pulgadas por cinco y las de tres puertas principales diez por seis. También se tendrá presente que los demás herrajes tengan las dimensiones necesarias para los puntos de colocaci&n, siendo de la mejor calidad, advirtiéndose que serán reconocidos por un comisionado, antes de darle el chapapote que se acos-tumbra. 30) Aunque de los planos no resulta que el edificio lleva entresuelo, deberá tenerlo sin embargo y será de cuenta de los empresarios d ponerlo en los ángulos del naciente, norte y sur, en cuyos entresudos habrá seis tabiques y doce puertas que se colocarán según la Junta lo disponga. En los ángulos del norte y sur habrá dos corredores embalaustrados y una vara de ancho, y cada uno tendrá su escalera que comunique con el patio principal, y para su mayor fortaleza habrá unos maderos que abrazan el espesor de las dos paredes dejando un saliente de una vara sobre el cual descanse el piso de los corredores. 31) Todo lo que se requiera para la total conclusión del edificio arre-glado a lo que exige el plan, aunque no se halle específicamente detallado en estas condiciones, será de cuenta de los empresarios y construido a imitación de los edificios modernos de mejor gusto, exceptuando solamente los balcones, los balausbres sobre el archivo, y el pasamanos de la escaiera principal; así como tampoco les competirán a los contratistas adornar interiormente el edificio; y cualquier alteración que se intente hacer en el plano aprobado será materia de un nuevo ajuste. 32) Los contratistas precio por precio darán la preferencia a la Junta para las cales, maderas, herrajes, vidrios y conduciones, y especificarán el valor en que se hace cargo de los escombros del antiguo edificio. 33) Todo el maderaje que éste ha producido lo tomarán por su cuenta dichos empresarios a razón de un toston por un quintai y a ia conciusión de la obra se le descontará del valor de su contrata. 34) Se entregará a los maestros al fin de cada semana todo lo que se necesite para cubrir en que en ella se ocasione; y además cien pesos que irán siempre quedando en su poder en clase de adelanto para gastos extraordi-narios; y deberán dar concluido el edificio dentro del término de dos años que empezarán a correr desde el día en que se dé principio a la construcción; en el supuesto que 40 verificándolo, pagarán una multa de doscientos pesos por cada seis meses que la prolonguen siendo igual la recompensa que se les abonará por cada seis meses de anticipación en concluirla. 35) Dichos empresarios tendrán que prestar a la seguridad de la contrata de bienes ciertos y seguros, cuyo valor exceda de 20.000 reales. (AHPLP : Expediente de varios antecedentes, 1846, Obras Públicas., leg. 2). F U E N T E S 1. Documentales A) AMLP (Archivo Municipal de Las Palmas) Libros de Actas, 1834-1870. Memoria descriptiva de la construcción de las Casas Consistonkles de esta ciudad, 23 folios, Expediente n.O 1, Negociado de Patrimonio, año 1863. Expediente sobre las Casas Consistoriales y la Heredad de Aguas. Fomen-to, n.O 9, expediente 5. Expediente sobre reparación en el interior de las Casm Consistoriales v traslación a otro local de la Academia de Dibujo y coazstruccidn de una esmlera interior y traslacidn de archivo. Expediente 1, Negociado de Patrimonio, fols. 24-28. 1888-1891. Expediente sobre pe?muta de los locales que en la Casa Conisistorial ocupa la Real Sociedad Econ6mica de Amigos del País por el local de la antigua Escuela de San F&ncisco. Fomento, n.O 9, expediente 10, 1918-19M. Expediente sobre las Casas Cmtsistoriales y el Museo Canario. Fomento, n.O 9, expediente 8, 1919-1923. Expediente de reformas de las Casas Consistoriales. Fomento, n.O 9, expe-dliente 9, 1934-1935. B) AHPLP (Archivo Histórico Provincial de Las Palmas) Expediente de vanos antecedentes remitidos por la Junta Directiva de las Casas Consistoriahs que compviende la contrata con los maestros rema-tadmes de la misma obra. Año de 1846, Obras Públicas, leg. 2. Presupuestos del Ayzcntamiento. Presupuestos, 1844-1860. Expediente sobre el donativo hecho al Ayuntamiento p r Don Cristóbal del Castillo de 43.330 reales para mejoras de utilidad pública. 1858, Obras Públicas, leg. 9. Expediente de cuentas presentadas por Don Domingo José Navarro de la obra hecha por disposición del mismo y con caudales que p~oparcionó en el edificio de las Casas Consistoriales. 1859, Obras Públicas, kg. 9. Expediente a consecuencia de haberse dado parte al Señor Alcalde de haberse sustraído mderas pertenecientes a la obra de Casas Consis-toriales. 1861, Obras PúMicas, leg. 3. Expediente sobre la necesidad de reformar el techo del salón de sesiones. 1875, Obras Públicas, leg. 4. Cuentas de Fondos Municipales. Depositaría, 1873-18986, 1897-19 16. Carpeta General de ¿arga y Data. Depositaria, 1895-1914. Expediente sobre terminación del decorado del salón de sesiones del Pa-lacio Municipal (1890) y decorado del techo de la escalera principal (1912). Obras Públicas, kg. 7. Expediente sobre construcción de habitaciones en el patio de las Casas Consistoriales. Obras Públicas, leg. 9. Expediente sobre adquisición de cuatro estatuas para el remate de la fachada de la casa consistorial. 19018, Obras Públicas. C) Aachivo del Museo Camrio. Las Palmas CHIL: Estudios sobre el siglo XIX, tomos 7-11, signatura 11-A-5. DÉNIZ GREK, Domingo: Resumen histbrico-descriptivo de las Islas Ca-nanas, 4 tomos. ROMEROC EBALLOSI,s idoro: Diario y relasion de los viajes, 2 tomos, signatura 1-E-2. 2. Impresas ALAMO, Néstor: El almirante de la Mar Océana en Gran Canaria. Sevilla, 1954. 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