ENDOGAMIA Y MINIFUNDISMO EN FIRGAS (1 845 - 186 1)
RAMÓN D~AHZE RNÁNDEZ
1 .-EL MEDION ATURAYL OTROS CONDICIONAMIENTOS
Los escasos 25 kilómetros que separan a esta municipalidad del
Norte de Gran Canaria, con un espacio geográfico de tan solo unos
16,5 km.2, de la capital de la isla unido a su constitución con un re-lieve
intrincado podrían ser de suyo los condicionantes naturales
que ayuden a explicar el por qué los miembros que componían la
comunidad de Firgas propendan a reducir su horizonte social al me-nos
a mediados del siglo XIX.
Pero este aserto no sería más que una explicación reduccionista
de un fenómeno más profundo y complejo. Porque, sin duda, son
múltiples las razones que empujan al aislamiento de las que nosotros
conocemos sólo algunas. De ahí que en el presente trabajo nos apro-ximemos
a resaltar aquellas que mejor se manifiestan. Quizá coinci-dan
con las más significativas, así al menos nos lo parecen.
Aunque pueda ser reiterativo aludir al pésimo estado de las co-municaciones
por tierra en el interior de la isla hasta ya muy entrado
el siglo XIX es obligado hacer una breve referencia acerca de ello.
Desde mediados del diecinueve ya estaba trazada la carretera general
del norte -conocida también por la vía de Agaete- que era el me-jor
enlace junto a los viejos «caminos reales» con que contaban los
municipios de barlovento de Gran Canaria. A Firgas llegaba un ra-mal
de la expresada carretera que terminaba en Buen Lugar.
El estado de esta carretera no debió ser bueno a juzgar por la
apreriacibn que de ella hiciera el diputado valenciano Luis Morote
que la recorrió a finales de la primavera de 1909, es decir, unos 49
años después del período acotado por nuestro estudio. En una visita
190 Ramón Díaz Hernández
que aquél cursó al municipio de Arucas a su paso para el norte de
Gran Canaria, la expresada vía mereció al estadista levantino el poco
elogioso comentario que reproducimos a continuación: «Otra vez,
(...) por los baches, por los altos y bajos, por el infinito desperfecto de
la carretera. Esta va siendo mala, de veras mala, infame, horrenda, a
punto de molernos los huesos, de dolernos todo el cuerpo. (...) Pasa-mos
un túnel y nos encontramos en el pueblo de Tenoya (...). La es-pantosa
carretera llega al colmo de lo malo. En un certamen de de-sastrados
caminos, se llevaria la palma»'.
Pues bien, si hacemos caso a estos argumentos y tenemos pre-sente
de que el tramo citado por Morote llevaba a Arucas que ya
por entonces era la localidad más importante de la comarca septen-trional
de la isla, nos podemos imaginar como sería de intransitable
el resto del trayecto hacia Firgas. Cuya cabecera municipal se alza
pnr encima de !os 400 m. de t ti ir^.
Evidentemente las pésimas comunicaciones con el exterior a la
par que las mismas dificultades de interrelacionar las entidades me-nores
de población por lo quebrado del relieve y la ausencia de ca-minos
accesibles debieron contribuir poderosamente a confinar la
comunidad rural de Firgas con su entorno geográfico. Esta cerrazón
-fenómeno extensible a otras comunidades rurales de la isla- se
vio acentuada durante la primera mitad del siglo XIX por la reivin-dicación
y consecusión de tres aspectos decisivos:
1) La conquista de la independencia municipal frente al hege-monismo
de Arucas, con quien se libró un ruidoso contencioso que
finalmente se resolvió satisfactoriamente para las aspiraciones fir-guenses.
2) El poder contar con parroquia propia2.
3) Y la posibilidad de obtener paridad en los órganos de gobier-no
de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas. En suma, lo que pre-tendían
los vecinos de Firgas no era otra cosa que la de dejar de ser
un apéndice de Arucas y tener su propia e independiente personali-
1. MOROTE, Luis: La tierra de los Guanarternes (Canarias Orientales). Socie-dad
de Ediciones Literaria y Artísticas, Paris. Por otra parte en la Historia General de
las Islas Canarias de Millares Torres, en el Tomo V, p. 161 (Las Palmas, 1977) se
dice de Firgas que «su terreno es quebrado y de dificil trayecto)).
2. GARCIA LOPEZ. J.S.:.«Afurgad. Notas históricas». Articulas editados en la
Revista Aguaro, números 139 y 140. Las Palmas 1982.
Endogamia y minifundismo en Firgas (1845-1 981) 191
dad. El proceso reivindicativo y el exitoso logro de la totalidad de
aquellos objetivos no resultó nada fácil a los lugareños que debieron
entablar pleitos largos y enrevesados. Sin duda alguna una denámica
así genera una conciencia comunitaria y cohesiona poderosamente a
cualquier grupo social a la vez que se consigue templar una filiación
hiperlocalista a ultranza.
Por si eso fuese poco, el carácter agrario de esta jurisdicción re-fuerza
como en casi todas partes un cierto arrinconamiento social,
económico y cultural. Máxime cuando los aspetos económicos son
los propios de sociedades tradicionales que funcionan solo para satis-facer
sus necesidades elementales a partir de lo que les proporciona
la naturaleza, sometiéndolos únicamente a un mínimo de transfor-maciones
como tendremos ocasión de ver al referirnos al sector se-cundario.
Por io general, eii iodo el periodo de refsiericia, !a sübsisteficia
de los miembros de esta colectividad dependía de recursos tales
como el cultivo extensivo del campo, cría de ganado, recolección de
frutos y otras tareas afines3.
Un indicador que revela hasta que punto el aislamiento era una
constante nos lo proporcionan los propios recuentos poblacionales
del período señalado4 en donde no encontramos ningún extranjero
domiciliado en el término de Firgas. Hecho este último que no deja
de ser sorprendente por cuanto que las propiedades minero-medicinales
del manantial de Azuaje le convirtieron en un poderoso
atractivo para propios y extraños, que se les veía pernoctar en sus al-
3. OLIVE, Pedro de: Diccionario estadístico-administrativo de las islas Cana-rias.
Esta cuestión puede verse aún mejor en el «Padrón General del municipio de ha-bitantes
que hay en este pueblo en 1861)). Archivo Municipal de Firgas. En relación
con este aspecto es justo recordar que hasta no hace mucho tiempo existían pequeñas
comunidades rurales en el interior de Gran Canaria con un alto índice de autarquia. A
titulo de ejemplo remito a los interesados a leer el excelente trabajo de Juan D. Naran-jo
Macías titulado «El suicidio en una comunidad de nuestras medianías~p ublicado
en La Provincia (Las Palmas, 12 -8 - 1980), centrado en la localidad de Arbejales en el
municipio de Teror. Pero sin duda el mejor trabajo de antropología social se debe al
profesor Alberto Galván Tudela: Taganana. Un estudio antropológico social (Aula de
Cultura de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1980).
4. «Padrón General del municipio de habitantes que hay en este pueblo en
186 1 ». Archivo Municipal de Firgas.
192 Ramón Diaz Hernandez
rededores acampando en barracas y tiendas de campaña5. Como
también causa extrañeza el que en los mencionados recuentos pobla-cionales
aparezcan tan solamente reseñados una decena escasa de
transeúntes y no se consigne la presencia en Firgas de nacidos en
otras provincias.
En otro orden de cosas, al estudiar los registros parroquiales pu-dimos
ver en los libros de defunciones que el número de fallecidos
provenientes de otros municipios era verdaderamente irrelevante a
juzar por lo que indican las siguientfras: un 5,65 por ciento de las
defunciones totales contabilizadas desde 1845 a 1860 correspondían
a personas provenientes de otros municipios pero estabecidas y em-padronadas
en Firgas. De estos pocos, la inmensa mayoría procedía
de los términos más cercanos que en algunos casos cuentan con al-deas
y caseríos cuya jursdicción es compartida con Firgas. Así el
66,6 por ciento de los óbitos oriúndos de otras municipalidades co-rrespondían
a Arucas, Teror, Valleseco, Moya y Guía. Los pocos
restantes eran indivíduos que llegaron desde Fuerteventura, Tafira,
Gáldar, Las Palmas, Agüimes, San Lorenzo y Lanzarote.
Por consiguiente, cabe concluir este apartado señalando que los
indicios de aislamiento, autarquía e impermeabilización del grupo
social objeto de examen dejan poco espacio a la duda.
2.-EL ANÁLISIS DE LOS APELLIDOS
De acuerdo con el censo municipal de 1861 6 , en el que apare-cen
consignados la totalidad de los 1.500 habitantes con que contaba
Firgas, el análisis de los apellidos además de desvelar aspectos intere-santes
no presenta la menor dificultad. En el cuadro 1 puede verse la
5. RIEGEL, TuTwe: <<Las :iiieaj de &saiio;:o de: tUllsrno islas Cai,ariasjj,
Anuario de Estudios Atlánticos, N.O 18, Madrid. Las Palmas de Gran Canarias, 1972.
Sobre los manantiales de Firgas (Las Madres y Azuaje) dice Millares Torres, en el
Tomo V, pág. 161 de su citada Historia General. .., que dada la celebridad de las aguas
termales, sobre todo en el de Azuaje en donde seconstruyó un balneario, que «En es-tos
Últimos años ha acudido un gran numero de enfermos, que en la estación de vera-no
buscan alivio a sus dolencias en l.os. b .a ños...». 6. iiP~di6ii G-eiiei~! del iiiiiiiicipiu de habkaiites qüe hay eii este püelulo eii
186 ID. A.M. de Firgas. Lo bueno de esta fuente es el rigo y cuidado con que detalla la
encuesta a los vecinos así como la esmerada tabulación de los resultados.
LOS APELLIDOS DE LOS HABITANTES DE FIRGAS EN 168 1 DESGLOSADOS POR LOCALIDADES
1 2 3 4 5 Total=
Apellidos Firgas Buen Lugar- Repartimiientos- Rosales Trapiche 1+2+3+4+5 %
Casablanca Lomitos
1. Acosta
2. Afonso
3. Angulo
4. Antúnez
5. Alemán
6. Arencibia
7. Armas
8. Artiles
9. AScanio
10. Báez
1 l. Bayón
12. Bello
1 3. Benitez
14. Betancort
1 5. Blanco
16. Bolaños
1 2 3 4 5 Total=
Apellidos Firgas Buen Lugar- Repartimientos- Rosales Trapiche 1+2+3+4+5 E, %
Casablanca Lomitos
1 7. Bosa
18. Cabrera
19. Candelaria
20. Cárdenes
2 1. Cardona
22. Cardoso
23. Castellano
24. Corredera
25. Cruz
26. De la Fé
27. Delgado
28. Déniz
29. Díaz
30. Domínguez
3 1. Expósito
32. Falcón
CUADRO 1 (continuación)
1 2 3 4 5 Total=
Apellidos Firgas Buen Lugar- Repartiirnientos- Rosales Trapiche 1+2+3+4+5 o/o
Casablanca Lonnitos
33. Ferrera
34. García
35. Gil
36. González
37. Granados
3 8. Guerra
39. Henríquez
40. Hernández
41. Herrera '
42. Jiménez
43. León
44. Lezcano
45. López
46. Lorenzo
47. Luján
48. Marrero
CUADRO 1 (continuación)
1 2 3 4 5 Total=
Apellidos Firgas Buen Lugar- Repartimientos- Rosales Trapiche 1+2+3+4+5 E, ol0
Casablanca Lomitos
49. Macías
50. Martel
5 1. Martín
52. Matos
53. Medina
54. Melián
55. Mentado
56. Moreno
57. Montero
58. Montesdeoca
59. Navarro
60. Nuez
6 1. Núñez
62. Ojeda
63. Ortega
64. Perdomo
CUADRO 1 (continuación)
- -
1 2 3 4 5 Total=
Apellidos Firgas Buen Lugar- Repartimientos- Rosales Trapiche 1+2+3+4+5 E, %
Casablanca Lomiitos
65. Perera
66. Pérez
67. Ponce
68. Quintana
69. Ramírez
70. Ramos
7 1. Reyes
72. Ríos
73. Rivero
74. Rodríguez
75. Saá
76. Sánchez
77. Santa Ana
78. San Andrés
79. Sosa
80. Suárez
CUADRO 1 (continuación)
1 2 3 4 5 Total=
Apellidos Firgas Buen Lugar- Repartimientos- Rosales Trapiche 1+2+3+4+5 E, %
Casablanca Lo~mitos
8 1. Toledo 7 - - - - 7 0 ,4
82. Vega 1 - - - - 1 0,06
83. Yáñez - - - - 1 1 0,06
84. Zerpa 8 11 2 - - 2 1 1,4
8 5. Zamora - - - - 1 1 0,06
Total 494 403 2!8 1 169 153 1.500 100,OO
Endogarnia y rninijiundisrno en Firgas (1845-1981) 199
relación de apellidos, las veces que se repite, el numero de indivi-duos
que lo lleva, desglose de cifras en cinco entidades de población
(Villa de Firgas, Buen Lugar - Casablanca, Repartimientos - Lomitos,
Trapiche y Rosales), y el porcentaje respecto al total. Se ha tenido en
cuenta únicamente el primer apellido ya que los encuestadores que
hicieron el padrón omiten con frecuencia anotar el segundo apellido.
En primer lugar cabe resaltar un hecho que revela una vez más
el grado de aislamiento que había alcanzado esta comunidad: nada
mas que ochenta y cuatro apellidos bastan para «diferencian> a unas
mil quinientas personas. Pero esa es una valoración restringida por-que
un acercamiento pormenorizado a las cifras evidencian de que
tan solo nueve apellidos bastan para distinguir a la mayoría de los
firguenses.
CUADRO IE
LOS APELLIDOS MAS USUALES
N.O de Orden Apellidos Individuos O/o del total municipal
Arencibia
García
Guerra
Hernández
Marrero
Medina
Pérez
Ponce
Rodríguez
TOTAL:
Fuente: «Padrón General del municipio de habitantes que hay en este pueblo en
186 1». Archivo Municipal de Firgas. Elaboración propia.
Así podemos comprobar que el apellido Guerra lo llevan unas
186 personas, la mayoría de las cuales estaban avecindadas en la Vi-lla.
Le siguen en importancia los designados por Marrero (1 32), Her-nandez
(1 1 l), Rodríguez (96), Pérez (69), Ponce (60), Arencibia (46),
Garcia (42) y Medina (43).
Esta escasa variedad de apellidos nos ha llevado a deducir de
200 Ramón Diaz Hernández
acuerdo con la bibliografia consultada7 que en Firgas existía un contí-nuo
mantaje ente miembros de la propia municipalidad y sobre todo
entre parientes o desposados con grados diversos de consanguinidad.
Por localidades destacamos en primer término el caso de la Vi-lla
de ~ i &qau e cuenta con un total de 45 apellidos para distinguir a
sus 494 habitantes. Se trata de casi la mitad del total municipal y en
comparación con las restantes entidades de población es una cifra
alta quizá porque el núcleo urbano es el más poblado y centraliza
determinadas actividades (Ayuntamiento, parroquia, comercio, ense-ñanza
y sede de la burguesía agraria) lo que le convierte en más per-meable
a la integración de gente procedente de otras zonas.
CUADRO 111
Arencibia
Domínguez
García
Guerra
Hernández
Pérez
Ponce
Rodríguez
TOTAL:
Fuente: Padrón General del municipio de habitantes que hay en este pueblo en
186 1)). Archivo Municipal de Firgas. Elaboración propia.
Sólo nueve apellidos aparecen en la mayoría de los vecinos de
ia capirai dei municipio, destacando dos funciamentaimente : Guerra
y Hernández que designan al 26,7 por ciento del casco.
Los barrios de Buen Lugar y Casablanca, situados en la zona
baja del término de Firgas, sólo disponen de un total de 26 apellidos
para sus 403 habitantes. Ello expresa a todas luces una mayor imper-
7. NARANJO MAGIAS, J.F.: «El suicidio en una comunidad de nuestras me-dianía~))
L. a Provincia (Las Palmas), 12 -8 - 1980.
Endogamia y minijiundismo en Firgas (1845-1981) 20 1
meabilidad a integrar nuevoscomponentes procedentes de otros lu-gares
así como una monotonía unitarista en la denominación de sus
naturales.
Esta apreciación se enfatiza si se tiene en cuenta de que sólo
ocho apellidos se repiten en la inmensa mayoría de los empadrona-dos
como se demuestra en el cuadro siguiente:
CUADRO IV
LOS APELLIDOS HABITUALES DE LOS BARRIOS
DE BUENLUGAR Y CASABLANCA
% de las dos
N.O de Orden Apellidos Individuos localidades O/o Municipal
1 Guerra 39 9,6 2,60
2 Hemández 28 6,9 1,86
3 Henríquez 12 2,9 0,80
4 Marrero 62 15,4 4,13
5 Medina 32 7,9 2,13
6 Rodríguez 33 8 ,2 2,20
7 Sosa 17 42 1,13
8 Ponce 33 8 ,2 2,20
TOTAL: 256 63,l 17,06
Fuente: ((Padrón General del municipio de habitantes que hay en este pueblo en
186 1 D. Archivo Municipal de Firgas. Elaboración propia.
Las personas que llevan los apellidos Guerra, Marrero, Rodrí-guez
y Ponce son, como puede apreciarse, una mayoría bastante
abultada. En estos dos núcleos se da la mayor concentración de Ma-rreros
que, como se ha dicho ya, es el segundo apellido más distri-buido
en Firgas por estos años.
En Repartimientos y Lomitos, que son dos aldeas de las media-nías,
con población muy dispersa, se aprecia como el número de
ape!!&s se inrrementa !-vemente a 36 distrib~idese ntre s ~ 2r81
habitantes. No obstante el 56.,9 por ciento de los lugareños se confor-ma
con llevar basicamente diez apellidos.
202 Ramón Díaz Hernández
CUADRO V. LOS APELLIDOS MAS UTILIZADOS EN
REPARTIMIENTOS Y LOMITOS
% de las dos
No. de Orden Apellidos Individuos localidades % Municipal
1 Arencibia 11 3 ,9 0,73
2 Guerra 14 4,9 0,93
3 Hernández 3 9 13,9 2,60
4 Montesdeoca 12 4,3 0,80
5 Navarro 12 4,3 0,80
6 Ojeda 10 3 ,6 0,66
7 Perera 1 O 3,6 0,66
8 Pérez 11 3 ,9 0,73
9 Rodríguez 2 7 9,6 1,80
1 O Santa Ana 14 4,9 0,93
TOTAL: 160 56,9 10,66
Fuente: «Padrón General del municipio de habitantes que hay en este pueblo en
1 86 1 D. Archivo Municipal de Firgas. Elaboración propia.
Como se ve Hemández es el apellido más utilizado por los vecinos
de estas dos localidades, seguido muy de lejos por el de Rodríguez.
CUADRO VI. LOS APELLIDOS MAS EMPLEADOS POR LA
GENTE DE ROSALES
N.O de orden Apellidos Individuos % de Rosales % Municipal
Acosta
Arencibia
Báez
Déniz
Falcón
García
Marrero
Pérez
Quintana
Reyes
Sánchez
Suárez
TOTAL:
Fuente: «Padrón General del municipio de habitantes que hay en este pueblo en
186 1)). Archivo Municipal de Firgas. Elaboración propia.
Endogamia y minifundismo en Firgas (1845-1981) 203
El pago de Rosales sólo dispone de 33 diferentes apellidos para
sus 169 vecinos que suponen el 9 por ciento del municipio. De todos
los apellidos únicamente doce aparecen en unos 135 individuos que
significan un promedio de 79,8 por ciento del total.
Como se puede apreciar en el Cuadro VI las personas que Ile-van
los apellidos Marrero y Quintana sobresalen con un total de
2 1,85% del vecindario de Rosales en 186 1.
Trapiche es sin dudarlo la localidad de Firgas que emplea me-nor
número de apellidos para denominar a sus 153 habitantes. Si a
ello añadimos que con sólo siete apellidos aparecen 98 de ellos, que
vienen a suponer un 64,05 por ciento, veremos que aquí existe una
marcada tendencia a la uniformidad.
Guerra era en aquellos años y tal vez hoy lo siga siendo también
el apellido por excelencia del Trapiche Alto con un 19,6 por ciento.
CUADRO VI1
LOS APELLIDOS MAS FRECUENTES EN TRAPICHE ALTO
N.O de Orden Apellidos Individuos O/o del O/o Municipal
Trapiche
-
Bello
González
Guerra
Marrero
Martín
Pérez
Rodríguez
TOTAL:
Fuente: ((Padrón General del municipio de habitantes que hay en este pueblo en
186 1 D. Archivo Municipal de Firgas. Elaboración propia.
Pero al lado de apellidos utilizados por cientos de personas es-tán
otros minoritarios pertenecientes a un reducido número que o
bien son núcleos familiares muy cerrados o bien se trata de indivi-duos
aislados. Algunos tienen hoy una mayor expansión como Báez,
Angulo, Nuez, De la Fé8. Otros como Antúnez, Bello, Bayón, Ríos, Lu-
8. Como es bien sabido los apellidos De la Nuez, De la Fé, Guerra, Baez, Arenci-bia
y Angulo tienen hoy día una mayor acogida entre los vecinos de Firgas. Del apelli-
204 Ramón Diaz Hernandez
ján, Corredera, Mentado, León, etc. tienen un ámbito tan restringido
o más que a mediados del siglo XIX.
Con estos datos podemos concluir indicando que esta munici-palidad,
por lo menos durante el período elegido, es muy poco dada
a la agregación de nuevos efectivos humanos provenientes de otros
lugares. Tal vez los recursos agrarios tampoco fuesen excesivamente
atrayentes. Lo que si parece es que allí se fue configurando un grupo
humano encerrado en sí mismo y que tiene obviamente su paradig-ma
en los casorios y en la estructura de la propiedad de la tierra,
como se intentará demostrar más adelante.
3.-SITUACIÓN SOCIAL DE LOS FIRGUENSES A MEDIADOS DEL XIX
Un hacinamiento humann snhrecogednr es quizá e! I S ~ P C ~qUw
más llama la atención a la hora de estudiar la situación social de Fir-gas
entre 1845 y 186 1. La sobreocupación de detestables alojamien-tos
se producía como resultado del escaso número de viviendas,
agravándose todavía más la cuestión ante el hecho de que un 30,7
por ciento de los habitáculos no merecían a los censos oficiales de
edificios ni siquiera el calificativo de hogar familiar, sino antes bien
el de chozas, chabolas, barracas, cuevas y similares9.
El que en estos años nos encontremos ante la paradoja de pocas
viviendas para muchos vecinos -dicho en otros términos, habitan-tes
sin casas, casas sin ocupantes- ayuda en parte a entender el por
qué se transmitieron con tanta facilidad los contagios epidémicos de
fiebre amarilla y cólera morbo en 1847 y 185 1 en una población
eminentemente dispersa. Es bien sabido que cuando un poblamiento
do Baez se tiene una viejisima referencia en un poder general que un tal Alfonso Baez,
trabajador y vecino de Firgas, da a Baltasar Núñez, procurador de causas entre 1550 y
1552. (LOBO CABRERA, M.: Zndices y extractos de los protocolos de Hernan Gonza-lez
y de Luis Fernandez Rasco. Escribanos de Las Palmas (1550- 1552). Págs.
158 - 159. Excma. Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas. Plan Cultural. Las Pal-mas,
1980).
En el citado trabajo de Naranjo Macías se aprecia que en Los Arbejales de 1978 los
apellidos de sus 800 habitantes se distribuían de la iguiente forma: 201 tienen el ape-llido
Déniz, 156 Rivero, 120 Quintana, 114 Domínguez, 109 Santana, 86 Montesdeo-ca
y 70 De la Nuez. El resto de los apellidos -añade el expresado autor- no supera
el número de cincuenta.
9. Censo Oficial de 1857. Instituto Geograjco Nacional.
Endogamia y miniftrndismo en Firgas (1845-1981) 205
adopta fórmulas diseminadas en períodos preindustriales la acción
mortífera de los contagios epidémicos se ven obstaculizados y sus
efectos atenuadoslo. No parece haberse constatado ese hecho en
nuestra localidad en que su núcleo urbano más consistente lo consti-tuía
la villa capital que sólo contaba con 62 viviendas.
Como puede apreciarse en todo este período las condiciones bá-sicas
de los lugareños de esta localidad estaban a mucha distancia de
ser mínimamente halagüeñas. Ahora bien, la división de esta comu-nidad
en clases sociales distantes entre sí agravaba necesariamente el
panorama por las contradicciones que se introducen. Por ejemplo,
mientras que más de un tercio de la población residía en alojamien-tos
infames, el 19 por ciento de los edificios útiles estaban ocupados
solo con carácter transitorio o habitados indefinidamente.
En cuanto a la percepción de rentas salariales" debe consignar-
P P o r roini pt.\t~;miiLiilb,. ili u, ,g"c~r,i. uALbl ny,u,nr bA@a~+"u@i lbo r~riulri @";".lru ujua .y , r~nmbnt~nAn~m~Lll.ato ~ aI:Lu"L J"UaL.L.-cu ~ r ~ ~ ~ r
cientes. A su vez las contribuciones alcanzaban cifras tan onerosas
que suscitaron en más de una ocasión ruidosas quejas ante el Ayun-tamiento.
Así mismo, la emigración, sobre todo de varones privaba al mu-nicipio
de un poderoso capital de efectivos laborales. Olive cuenta"
que tan solo entre 1857 y 1861 salieron oficialmente de Firgas unos
22 emigrantes, cifra a todas luces subestimada dada la proverbial im-posibilidad
de controlar plenamente las salidas hacia América. La
supremacía del elemento masculino sobre las hembrasI3 elimina
toda posibilidad de iniciativas renovadoras en el punto de emisión
migratoria, pero también genera una situación deficitaria de mano
obra para las tareas del campo'4. y lo que es más grave aún: la emi-gración
de varones jóvenes no hace sino entorpecer el equilibrio en-tre
los sexos como se demuestra en el cuadro siguiente:
10. DIAZ HERNANDEZ, R. Y DOMINGUEZ MUJICA, J.: «Hambre y epide-mias
entre 1844 y 1852 en el Norte de Gran Canaria» V Coloqio de Historia Canario-
Americana. Las Palmas de Gran Canaria, Octubre de 1982, 102 págs. mecanogra-fiadas.
1 1. Catastro de Francisco María de León (1 -8 - 1849).
12. OLIVE, Pedro de: Diccionario estadístico ...
13. HERNANDEZ GARCIA, Julio: La emigración de las Islas Canarias en el
siglo XIX. Excmo. Cabildo Insular de G. C. Las Palmas, 198 1.
14. Catastro de Francisco María de León (1 -8 - 1849).
206 Ramón Díaz Hernández
CUADRO VI11
LA (&EX RATIO» DE LA POBLACION DE FIRGAS EN 186 1
N.O de Orden Localidad «Sex Ratio»
1 Firgas -casco . . . . . . . . . . . . . 92,20
2 Buen Lugar - Casablanca. .. 98,06
3 Repartimientos - Lomitos . . 84,87
4 Rosales. . . . . . . . . . . . . . . . . . 65,68
5 Trapiche Alto. . . . . . . . . . . . 87,21
6 TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . . 88,46
Fuente: ((Padrón General del municipio de habitantes que hay en este pueblo en
186 1)). Archivo Municipal de Firgas. Elaborición Propia.
Los mendigos e imposibilitados llegaban a contabilizar entre es-tos
lugareños casi un uno por ciento de la población total. El nivel de
instrucción era francamente inexistente. Nada menos que un 83,84
por ciento de los firguenses carecía de los conocimientos elementales
e imprescindibles como son el saber leer y escribir: sólo el 9,38 por
ciento sabía leer y, finalmente, el restante 7,48 por ciento conocía la
lectura y la escritura.
A las diferencias reseñadas se añade otra bastante significativa:
el 90,5 por ciento de los que saben leer y escribir son varones, en
tanto que las hembras con cierta instrucción sólo llegan a sumar un
escuálido nueve y medio por ciento integradas en esa selecta y redu-cidísima
«elite» que posee una determinada capacidad cultural. Este
último aspecto no deja de ser ilustrativo teniéndose en cuenta de que
se trata de una sociedad en donde el número de mujeres es muy su-perior
al de los hombres.
Está claro de que para la mentalidad económica y social de la
época la labranza era una actividad que no requería grandes conoci-mientos
culturales.
4 .- LAS CONDICIONES SOCIO - LABORALES:
IMPORTANCIA DEL MINIFUNDISMO
La población estimada como activa se eleva en este período al
34 por ciento del total. De ésta la mayoría se compone de elementos
Endogamia y minifundismo en Firgas (1845-1981) 207
relacionados con las faenas agrarias en donde juega un importante
papel la mujer que ve aumentada su cuota de participación laboral
en más de un tercio en rubros tales como propietaria, arrendataria y,
particularmente, como jornalera de la tierra.
En general, las comunidades agrarias tradicionales reservan un
fuerte protagonismo a la mujer trabajadora si bien a veces se suele
encubrir su verdadera importancia. En el caso de Firgas el trabajo fe-menino
no es sólo coyuntural sino que juega un papel relevante ya
que la mujer debe cubrir el vacío de brazos masculinos que la emi-gración
se ha llevado a otros lugares.
A continuación pasaremos a describir los sectores de la produc-ción
empezando por el más importante : el primario.
En el primario predominan los propietarios agrícolas que su-man
un total de 142. De éstos 31 son mujeres. Ahora bien el término
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piupi ~ ~ a i iDGu uuiiLia ub uiia iviiiia uii LaiiLu ebiiuiba y u ~ aai i v b yaiu
denominar cosas muy difusas. Por ejemplo un arrendatario que ex-plota
la finca de otro a cambio de una renta aparece como propieta-rio
tro a cambio de una renta aparece como propietario de
la misma en vez de aparcero o arrendatario. Es por lo que al contras-tarlos
datos que consigna el vaciado-resumen con la encuesta origi-nal
realizada en 186 1 pudimos apreciar de que en puridad el sustan-tivo
propietario agrícola era privativo únicamente en 65 casos sobre
los 142 que cita el censo.
Suponemos que estos 65 propietarios estaban en posesión de
abundantes tierras ya que vivían exclusivamente de la explotación de
las mismas. Es decir, no tenían necesidad de practicar ninguna otra
actividad complementaria. Es por lo que cabe corresponderles una
condición social más bien acomodada. En ellos se da también la cir-cunstancia
de que eran los únicos que contaban con una cierta ins-trucción,
o sea, sabían leer y escribir en su mayoría.
Los restantes que se encuentran integrados en la rúbrica de pro-pietarios
agricolar. combinaban la explntación de rus parcelas -es
de suponer que fueran diminutas- con otras actividades tales como:
arriero, servicio doméstico, albañilería, acequiero, jornalero de la tie-rra,
maestro, secretario del Ayuntamiento, etc. De lo que se deduce
que tratándose de propietarios con parcelas de escasa extensión se
buscasen otros ingresos que añadir a la renta familiar ocupándose en
,a,..,y uci11i,-a s -p,i, cuimcm:u, i,iG,-s.
Los arrendatarios no son más que veinticinco. Algunos de estos
son a la vez propietarios o jornaleros de la tierra. Los peones a jornal
208 Ramón Díaz Hernández
constituyen la capa social más deprimida y más numerosa compues-ta
por 65 hombres y 5 1 mujeres. Sus salarios son realmente bajosI5 y
su calificación profesional exigua. En general carecen de la más mí-nima
instrucción y la única forma de promoción social la consiguen
a título individual en la emigración hacia América. Los componen-tes
de este subsector laboral son sin duda los más explotados y mar-ginales
de la comunidad de referencia.
En el secundario aparecen tres oficiales de molino -recuérdese
a este respecto la importancia del gofio de millo en la dieta alimenta-ria-,
un sombrerero, un labrante, un esterero, un mampostero, dos
albañiles, dos industriales, un zapatero, un cabrestero y un carpinte-ro.
Como puede verse no son muchas las profesiones que transfor-man
las materias primas. Apréciese la ausencia de actividades como
herrero, barbero y sastre tan interesantes para el abastecimiento local
por lo que debemos pensar en un autoabastecimiento familiar.
Crin este panorama no es dificil prever q i ~ ela significación m-cial
y económica del secundario era sumamente débil e incapaz de
configurar a su amparo un proletariado moderno y mucho menos
una burguesía emprendedora.
La venta de la producción se hacía de forma directa, es decir,
sin comercio especializado y la calidad de las mercancías era más
bien raquítica. Se fabricaban las cosas por encargo. Se ahí que la pro-ducción
era ocasional cubriéndose las jornadas muertas de las faenas
agrícolas y ganaderas.
El sector terciario es, como el secundario, realmente primitivo
puesto que lo componen en su mayoría sirvientes y domésticas en un
total de 44 miembros. Con lo que queda de manifiesto claramente la
presencia de una clase reducida pero acomodada que entiende que el
servicio doméstico, su mayor menor volumen, es además de una ac-tividad
profesional un símbolo de poder social.
Lo singular de este subgrupo es que los varones constituyen un
volumen estimable de casi más del 50 por ciento hecho que no enca-ja
con la tradicional y proverbial preferencia de los dueños por con-tratar
los servicios femeninos en este oficio.
El resto del terciario lo componen siete arrieros, un maestro que
a la vez es propietario agrícola y Secretario accidental del Ayunta-miento
por fallecer el titular durante la epidemia de cólera morbo en
Endogamia y minifindisino en Firgas (1845-1981) 209
el verano de 185 1, un fosero, un cura párroco, un cirujano -un tal
Antonio Reyes Déniz, casado, de 63 años que no sabía leer ni escri-bir-,
dos empleados y 28 miembros de las milicias.
En síntesis, la condición socio- laboral de Firgas en estos años se
caracteriza por la existencia de unos pocos propietarios acomodados,
una fuerte cantidad de pequeños propietarios que no pueden sobre-vivir
tan solo con la explotación de sus predios, un voluminoso peo-naje
que trabaja a jornal; un secundario carente de interés y un ter-ciario
primitivo e inflado por el servicio doméstico y las milicias.
Por coniguiente lo que prima en Firgas es la riqueza agropecua-ria
detentada por unos pocos. Estamos, pues, ante una situación en
la que el latifundismo y el minifundismo se dan la mano en la pro-verbial
paradoja de hombres sin tierras, tierras sin hombres.
5 .-LA NUPCIALIDAD DE FIRGASE NTRE 1845 y 1860
Con un total de 15 1 ceremonias nupciales durante estos 16 años
que comprende el presente estudio se obtiene una tasa bruta media
de nupcialidad para todo el período de 10,13 por mil.
Es evidente que la tasa global pondera anualidades particular-mente
afectadas por los ciclos desfavorables. Así pues, entre 1846 y
1847 la tasa anual desciende a 6,45 por mil y 5,52 por mil respecti-vamente,
coincidiendo con un período más bien adverso a las unio-nes
matrimoniales en que el hambre y la epidemia de fiebre amarilla
son sucesos lamentables e imprevistos. De nuevo vuelve a producirse
un brusco descenso en 1850 que reduce la tasa anual a 5,3 por mil,
manteniéndose a continuación con cifras relativamente altas. A par-tir
de 1856 se experimenta un descenso que toca fondo en 1859 en
que se obtiene el índice más bajo del período delimitado con tan solo
un 3,92 por mil.
No es difícil colegir que durante todos estos años la nupcialidad
sigue siendo pasto de las epidemias y hambrunas que rompieron nu-merosos
matrimonios, así como otros tantos en espectativas de casa-miento.
El recuento de 1857 nos da tan solo un 32,2 por ciento de la po-blación
total en estado civil casada. Lo que quiere decir que la
- ~ x ~ n m ' - A n 1-0 G ~ r n ~ > n - o n on n v - ~ n n n ; " o A l 4 h n nn 7, - Lf i 2 n n v Aantn
i i i U J V i i C L Ub iU0 L i i e U b i L J b J p b I I I I U I I b L I U U b I I V U b11 U L I VV,J P U L bIbIICV,
' mientras que el porcentaje de viudos era 7,4 por ciento. En este mis-mo
aspecto poca variación se aprecia en 1860 en el que el 59,7% si-
2 10 Ramón Díaz Hernandez
gue siendo soltera, lo que hasta es lógico si se tiene en cuenta el altí-simo
porcentaje de jóvenes con edades comprendidas entre O y 20
años y la elevada emigración de varones que desequilibra la relación
entre los sexos.
Durante estos años la mayoría de las nupcias se hacen entre pa-rejas
de solteros en un promedio de 76,5 por ciento. Da la impresión
de que los matrimonios contraidos entre viudo y soltera parecen es-tar
más admitidos socialmente a tenor del alto índice que obtienen:
18,l por ciento. Sin punto de comparación con las nupcias entre
viuda y soltero.
El tremendo déficit de varones es quizá lo que contribuya a ex-plicar
la aceptación de los viudos por las solteras. Sin embargo en lo
tocante a las uniones entre viudas y solteros parece existir un coons-ciente
aborrecimiento de aquellas dado lo ocasional de estos aconte-cimientos.
Da la impresión de que las viudas tuvieron enormes difi-cultades
para contraer segundas nupcias lo que es bastante caracte-rístico
de las sociedades agrarias tradicionales.
Se puede inferir de lo expuesto que en las pequeñas comunidades
cerradas, con un fuerte peso de tradiciones ancestrales, las viudas ape-nas
tenían opción a una segunda unión matrimonial. Mientras que los
viudos, sin embargo, encuentran mayores facilidades no sólo por la es-casez
de varones, sino por contar con una mayor estima social.
Así vemos que tanto en 1857 como en 1860 el promedio de viu-das
sobre el total de las mujeres era de 11,3 y 11,4 por ciento, los
viudos sólo llegaban en esas mismas fechas a índices bajísimos de 2,3
y 2,4 por ciento.
Más tolerancia, aunque tampoco en exceso, debió existir para
las parejas constituidas exclusivamente por viudos, o sea, por la
unión de viudos con viudas. Efectivamente, el 4,7 por ciento de las
bodas del período de referencia así lo confirma, si bien no debe pasar
inadvertido el hecho de que las segundas nupcias entre uno o dos
contrayentes viudos tienen necesariamente que proliferar después de
las anualidades adversas ya citadas en que la fuerte mortandad des-truyó
numerosas parejas.
5.1. EL RITMO ESTACIONAL DE LOS MATRIMONIOS
La elección de la fecha del matrimonio más que una decisión de
los propios contrayentes depende, por lo general, de una serie de fac-
Endogamia y minijiundismo en Firgas (1845-1981) 21 1
tores de diverso signo como pueden ser la tradición religiosa y las
costumbres adquiridas por la sociedad a través de la historia y que
todos sus miembros suelen respetar escrupulosamente. El sistema de
dotes y la complicación de cláusulas que comprometen a los con-trayentes
pueden ser un buen ejemplo de ello.
Pero ningún factor es tan importante en la distribución estacio-nal
de los enlaces matrimoniales como la organización social de la
actividad productiva a lo largo del año. De ahí que la sociedad fir-guense
del período estudiado, con una economía básicamente rural,
la adaptación de las uniones al ciclo estaciona1 de las cosechas se da
por descontado.
En efecto, la mayoría de las nupcias eligen los meses de no-viembre
y diciembre para celebrarlas una vez realizadas las tareas
para la recolección de las cosechas en septiembre.
Un gnpo importante de los matriminiis eligen !os meses de me-diados
del otoño e, incluso, en invierno con prolongación primaveral,
renunciando a casarse con frecuencia en enero, así como en marzo y
mayo, tal vez para no coincidir con la celebración de la cuaresma ni
con las labores agrícolas de preparación y siembra de los campos.
6.-ENDOGAMIA Y MINIFUNDISMO
«También vale el dinero
a los contrayentes
que pagándolo dejan
de ser parientes»
(Copla 189 de Victor Fenández Gopar, pág. 48. Ed. de
Agustín de la Hoz. Arrecife, 1977)
Decía Federico Engels en su libro El origen de la familia que
(c.. no solo se tiene por lícito, sino que hasta es obligatorio en este
caso, que la joven núbil se case dentro de la gens para que los bienes
no salgan fuera de esta»I6.
En Firgas hemos contado con 15 1 bodas durante el período bajo
16. ENGELS, F.: El origen de la familia, propiedad privada y estado. Ed. Sarpe,
T. 16. pág. 178. Madrid, 1983.
212 Ramón Díaz Hernandez
examen -dos de ellas se celebraron en la desaparecida ermita de
Nuestra Señora de Los Dolores en Los Trapiches- que tuvieron
como marco la actual paroquia de San roque.
Lo que primero llama la atención es comprobar como la mayo-ría
de los contrayentes pertenecen al municipio en un total de 212
sobre 302, mientras que tan solo 90 (69 varones y 21 hembras) pro-ceden
de otros términos. En consecuencia, procede destacar la fuerte
endogamia existente en estos años por cuanto la mayoría de los caso-rios
se establecen entre contrayentes de la propia localidad. Pocas
nupcias requieren importar contrayentes de otras localidades y cuan-do
se hace es para atraer varones fundamentalmente dada la carencia
de ellos por la emigración.
Es evidente el carácter endogámico en lo que a las nupcias se
refiere. Endogamia que se acentúa todavía más desde el momento en
qi~en ada menos que 56 novios sólo pueden casarse una vez obtenida
la preceptiva dispensa eclesiástica puesto que pertenecen a familias
emparentadas. Nada menos que el 38,41 por ciento de las bodas tie-nen
cónyugues emparentados.
Se podría pensar que tanto la necesidad de recurrir a varones fo-r
áneo~-l as actas nupciales señalan que las 2 1 hembras que contrae-ran
matrimonio eran originarias de otros lugares pero llevaban algún
tiempo avecindadas en Firgas- como los emparejamientos de con-trayentes
de la misma localidad e incluso entre consanguíneos expre-san
claramente las dificultades que la propia composición por sexo y
edad de la población ofrecía.
Y así era, en efecto, toda vez que la «sex ratio» presenta siem-pre
una determinada descompensación -79,81 hombres por cada
cien mujeres, como media del periodo- a favor siempre de las hem-bras.
Y es que la emigración y la supermortalidad masculina provo-caba
una tremenda disimetría entre los sexos.
Ahora bien, el aislamiento de esta localidad lejos de abrirse a la
agregación de nuevos contingentes varones (los pocos que lo hacen
proceden de municipios anexos) acentuaba la creación de matrimo-nios
compuestos por miembros de la misma localidad e incuso fo-mentaba
indirectamente la tan denostada natalidad ilegítima, cuyo
número es sorprendentemente elevado.
Por consiguiente, el peso de la mediana y pequeña propiedad en
iin tkminn de wyn rel'icidn gengr%crimente minifierln !2 impnr-tancia
del papel desempeñado por el trabajo familiar en las parcelas
y la exigüa presencia de las actividades no agrícolas.
Endogamia y minijiundismo en Firgas (1845-1981) 2 13
Este último hecho viene a condicionar fuertemente a la nupcia-lidad
que busca en la endogamia -incluyendo numerosas uniones
entre parientes- tan propia de sociedades aisladas y preeminente-mente
agrarias en las que el casorio con forasterodas podía consti-tuir
un factor de desagregación de las ya de por si minúsculas propie-dades,
amén de las dificultades que comportaba la negociación entre
consuegros extraños y lejanos sobre el monto y condiciones de la
dote que el contrayente varón debería aportar al matrimonio y vice-versa.
Cabe concluir el presente ensayo diciendo que la fuerte depen-dencia
de la tierra lleva a los campesinos en general y en particular a
los de esta localidad a adoptar mecanismos de defensa y protección
al objeto de impedir un mayor troceamiento de los diminutos pre-dios.
Pero aun más, a seguir una política astuta de nupcias entre con-trayentes
emparentados que posibilitase tal vez uii ciego iíicreírieiito
de las mismas.
BIBLIOGRAFIAEn: dogamia y minifundismo en Firgas (1 845 - 186 1)
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de la Excma. Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas,
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MUGNIERM, ., SUTTERJ, . et GOUX, M.: ~Organigrammesp our l'e-tude
monographique de la parenté et de la fecondité dans une
populatión Rev. Population, Janvier Fevrier. Paris, 1966.
CUADRO N.O 10
LA NUPCIALIDAD DE FIRGAS F'OR MESES, DESDE 1845 A 1860
-- - - - - -
Mmes 1845 1846 1847 1848 1849 1850 1851 1852 1853 1854 1855 1856 1857 1858 1859 1860 Total En %
Enero - - I - I I - - 2 - 1 - - - - I 7 4,69
Febrero - 1 - - I - - 2 2 2 1 3 - - 1 2 15 10,08
Marzo 2 1 - - - - - - - - - 2 - - - - 5 3,35
Abril - 1 - I I I 2 2 2 - 4 - - I I I 17 1 1,41
Mayo 1 - - - 1 1 2 I - 2 - - - - - I 9 6,05
Junio 1 - 1 - 1 - 1 2 1 I I 2 I I I - 14 9.39
Julio - _ I - I I - 1 3 2 - - I - - 1 11 7,38
Agosto 2 - - 2 - l 1 1 I I - I I I - - 12 8,06
Septiembre - 1 1 2 1 - I I I I - - - I - - 1 O 6,71
Octubre 2 1 I 2 - - 4 2 - 2 1 1 1 1 - 3 21 14,09
Noviembre 2 1 - - - - - - M - 1 - I I - - 6 4,03
Diciembre 2 1 1 3 3 - 2 1 1 1 3 - 2 1 1 - 22 14,76
Total 12 7 6 10 10 5 13 13 13 12 12 9 7 7 4 9 149 100,OO
Fuente: Libros Primero y Segundo de matrimonios de la Parroquia dc San Roque de Firgas. Elaboración propia.
CUADRO N.O 11
ORIGEN GEOGRAFICO DE LOS CONTRAYENTES EXOGAMOS EN LOS MATRIMONIOS
DE FIRGAS ENTIRE 1845 A 1860
Municipios limítrofes Municipios no limítrofes Procedentes de otras Islas
Localidad V H Total Localidad V H Total Localidad V H Total
Arucas 35 14 49 Las Palmas 4 5 9 Fuerteventura 1 I 2
Moya 16 I 17 Guia 2 - 2
Teror 6 - 6 San Bartolomé 1 - 1 Lanzarole I - 1
Valleseco 1 - I Telde I - I Tenerife I - I
Total 58 15 73 Total 8 5 13 Total 3 I 4
En %: 64,4 16,7 81.1 Enn/u 8 ,8 5,6 14,4 En% 3,3 1,2 4,s
Fuente: Archivo parroquia1 de la Iglesia de San Roque de Firgas. Elaboración propia.
CUADRO N.O 12
LAS PRIMERAS Y SEGUNDAS NUPCIAS EN FIRGAS, ENTRE 1845 y 1861
Años Entre solteros Entre viudo/soltera Entre viuda/soltero Entre viudos Total
Total
-- -
Fuente: Archivo de la Parroquia de San Roque. Elaboración propia.