LA DESPOBLACION DE LA «ISLA DE CANARIA»
Y LA EMIGRACIÓN ILEGAL A INDIAS
(1621-1625)
El Nuevo Mundo atrajo a los habitantes del Archipiélago canario
a partir del Descubrimiento. «La situación clave de las Islas, como
estación en el camino hacia las Indias Occidentales, traía, consecuen-temente
-escribe Morales Padrón-, no sólo el abastecimiento de los
navíos que se dirigían a ellas, sino la incorporación de los naturales,
que, como otros tantos, llenaban las estrechas bodegas de los barcos
en bucca de algo mejor o, al menos, nuevo» '.
Desde la segunda mitad del siglo XVI la corriente migratoria debió
ser importante, porque en 1574 Felipe 11 prohíbe la salida de los ve-cinos
de las Islas z a petición del juez de Gran Canaria Pedro de Es-cobar,
alarmado ya entonces por la despoblación de la tierra y su inde-fensión
ante los «navíos de luteranos y otros enemigos».
Son éstas casi las mismas palabras que vamos a oír repetidas veces
en los pocos años a los que se refiere este trabajo.
Parece que el problema de la despoblación fue más agudo en Gran
Canaria. La capital de la isla contaba a fines del siglo XVI con unos
700 u 800 vecinos 3, o sea, unos 3.500 ó 4.000 habitantes.
Según Viera Clavijo, el año 1678 la isla tenía en total 20.458 almas,
dato que toma del padrón general del Obispado *. Dicha cifra puede
servirnos como punto de referencia, ya que corresponde a unos cin-cuenta
años después de los hechos que vamos a estudiar.
Las relaciones comerciales de las islas con América fueron regla-mentadas
en 1566 con el nombramiento de los Jueces de Registro,
funcionarios residentes en La Palma, Tenerife y Gran Canaria: la ju-risdicción
de este último se extendía también a las naos que zarparan
de Lanzarote, Fuerteventura y Gomera Entendían estos jueces en
1. Colonos canarios en Indias. Anuario de Estudios Americanos, Sevilla, 1951,
tomo VIII, p. 400.
2. Cedulario de Diego de Encinas, t. 111, p. 220.
3. Cfr. RUMEU DE ARMAS, ANTONIO: Piraterías y ataques navales contra las islas
Canarios. _Madrid, 1947-!Rn, t. 11, pp. 263.264,
4. Noticias de Id Historia General de las Islas de Canarias. Tomo 111, Madrid, 1776,
página 493.
5. Real cédula en El Pardo, 19 oct. 1566. A. G. I., Indiferente General, 3.089, lib. 1,
todas las causas civiles y criminales relacionadas con el comercio entre
Canarias y América, y de sus sentencias se podía apelar ante los jueces
oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla. Debían entender tam-bién
en el despacho de los barcos que tocaban en Canarias, de paso para
las Indias, y de los que salían de las islas con este destino 6.
La emigración clandestina comenzó muy pronto. En 19 de julio
de 1599 una real cédula dirigida a los jueces de registro de Canarias,
Tenerife y La Palma trataba de evitar que éstos concedieran licencias
a muchas personas para pasar a las Indias «con color de la cédula que
antiguamente se despachó para que se dejasen pasar los que quisiesen
ir a poblar a la isla Española». Ya por entonces se empleaban los mis-mos
procedimientos que vamos a ver ahora, por lo que expresamente
se indica que los jueces sólo deben dejar que vayan los oficiales y ma-rineros
«que precisamente fueren necesarios» en los navíos decpacha-dos
desde Cailnrias. Esta real cédula se reitera en otra de 1614, aper-cibiendo
a los jueces que se procederá contra ellos si no la cumplen
y se les hará cargo en sus residencias 7.
Como es lógico, hubo frecuentes roces entre los jueces de registro
y las autoridades gubernativas y judiciales de las islas. El pleito que
utilizamos como principal fuente de este trabajo es un ejemplo más de
tales enfrentamientos: en este caso concreto, los principales protagonis-tas
fueron el gobernador, don Pedro de Barrionuevo y Melgosa, y el
juez de registros Iicenciado Isidro Moreno de Sotomayor.
El primero tomó posesión del gobierno de la isla de Canaria
en 1621 El segundo había sido juez de registros de la misma desde
161 1 y el 6 de julio de 1617 todavía ejercía el cargo, puesto que
a él va dirigida una real cédula de esa fecha 'O. En 20 de julio de 1619
ya lo ocupaba el doctor Moratalla Tebar ".
El hecho de que nuevamente fuese nombrado Sotomayor, en 1622,
juez de registros de Canarias l2 hace pensar que no hubo graves cargos
contra él durante su primer mandato. No así en el segundo, como
vamos a ver.
El 31 de agosto de 1622 estaba todavía en la Penínda 13, pero
folio 2. Cfr. MORALESP ADR~KF,R ANCISCOE: l comercio canario-americano (Siglos XVI ,
XVII X V I I I ) . Sevilla, 1955, p. 39.
6. Ibíd. pp. 40-41.
7. MORALESP ADR~NFR, ~SCISCOC:e dulario de Camwias, Sevilla, 1970, vol. 11, pp. 52-54.
Madrid, 5 dic. 1614.
8. RCMEU DE ARMAS, ANTOKIO: ob. cit., t. 111, p: 85 .
9. Su nombramiento en A. G. I., Indiferente General, lib. 111, fol. 47 V.O.
10. MORALESP ADR~XF,R AXCISCO:C edulario de Canarias, 11, p. 56.
11. Ibídi pp. 63-64.
12. Su nombramiento en el legajo citado en la nota anterior, lib. 111, fol. 81.
13. En este día firma un escrito al Consejo de Indias, solicitando se le dew~lva
debió incorporarse a su destino poco después, y en todo caso consta
su presencia en la isla el 8 de mayo de 1623 14.
Apenas llegado a ésta, don Pedro de Barrionuevo tuvo noticias de
que se habían ido a las Indias muchos hombres, casados y solteros; la
preocupación del gobernador era que la isla se hallaba «tan falta de
vecinos que con mucha dificultad se podrá defender», y también esca-seaban
los brazos para el cultivo de los campos. Como medio de cortar
estas salidas ilegales, Barrionuevo comenzó a vi~itar los navíos que
se despachaban en el puerto de la Luz.
En 1621, la visita a un barco que se hallaba a punto de salir para
Nueva España descubrió «al pie de treinta personas» entre hombres
y mujeres, embarcados rin licencia según Juan Bautista Corgiroso o
Argiroso Osorio 15, cuya declaración tiene en este punto especial va-lor,
puesto que era entonces castellano de la fuerza de Nuestra Señora
de la Luz, donde estuvieron presos hasta la salida del barco los frus-trados
emigrantes.
De especial interés resulta el testimonio de Antonio de Origüela,
guarda del puerto principal, en cuyo cargo llevaba veinte años, es
decir, desde 1603. En este tiempo ha visto salir a muchas personas
para las Indias, sin licencia y con permisión de los jueces de registro,
quienes «lo disimulaban por sus intereses y aprovechamientos», figu-rando
muchos como marineros, cuando realmente eran gente del cam-po.
También llegaban de la Península personas que embarcaban 'des-pués
en Canarias, sin licencia, para las Indias ''.
Según los datos que he podido reunir, los barcos despachados en-tre
1622 y 1625, en los que se hallaron polizones o emigrantes disfra-zados
como marineros y otros oficios de mar, fueron los siguienter:
Un navío catalán, cuyo nombre no aparece en los autos, mandado
por Pablo de Fornaguera, su maestre Alonso Sánchez. Zarpó el 10 de
agosto de 1623.
Otro navío propiedad de Juan Angel Possio o Poggio y Andrés
Guesquier, que salió de Canarias en enero de 1625.
una cantidad que abonó dos veces, como consecuencia del juicio de residencia de su
primer mandato como juez de registro de Gran Canaria. A. G. I., Escribanía de Cá-mara,
944-A. La sentencia de este juicio, dictada en 1699, en la misma Sección, leg. 1.186.
14. En esta fecha solicita se le de traslado autonzado de una real Cédula de 12 de
septiembre de 1622, que figura en el fol. 2 del pleito. A. G. I., Escribania de Cá-mara,
948-B.
15. Fols. 22 V.O y 23 del Pleito de Canarias, núm. 9. A. G. I., Escribania de Cá-mara,
948-B. En adelante, citamos abreviadamente, Pleito.
16. Pleito, fol. 20 V.O.
En el mismo año salieron: El navío «Nuestra Señora de la Anti-gua
», capitán Matías García de Aguilar, regidor de Canaria, que se
despachó para Nueva España l7 el 25 de julio.
El navío «Nuestra Señora del Rosario», capitán Mateo Delgado,
vecino de Canaria, despachado el 13 de agosto.
El navío catalán fue visitado, de orden del gobernador, por su
lugarteniente, el licenciado Gonzalo Pérez de Carvajal, acompañado por
los alféreces Antonio Rejón y Avila y Cristóbal Laso. Llevaba órdenes
de apresar a cuantos hallare a bordo sin licencia, y entregarlos al cas-tellano
de la fuerza de Nuestra Señora de la Luz con todo su equi-paje
18.
El juez de registros, licenciado Sotomayor, trató de impedir la vi-sita,
presentando una real cédula dada en Madrid a 12 de septiembre
de 1622 l9 por la que se ordena al gobernador «que al presente ~ o i sy
adelante heredes de ia isla de la Gran Canaria», y a su teniente, que
cuando estimen necesario visitar algún navío, por sospecha de que en
él viajan delincuentes, pidan requisitoria al juez para que efectúe dicha
visita y las demás diligencias convenientes, remitiéndole los autos que
sobre ello hiciere.
Esta real cédula había sido despachada a petición del propio Soto-mayor,
que puso de relieve el perjuicio que estas intromisiones causa-ban
a la jurisdicción del juez de registro.
Barrionuevo hizo caso omiso de ella, pero la visita del navío cata-lán
resultó infructuosa, porque los emigrantes iban bien escondidos
entre las quinientas pipas de vino de Tenerife que constituían su car-gamento.
Sin embargo, una circunstancia fortuita iba a dexubrirlos.
El barco no se hallaba en buenas condiciones, y estando todavía
en puerto, ya hacía mucha agua, por lo que su piloto, Manuel Jorge,
no se atrevió a separarse de la costa, temiendo que se anegaría, como
sucedió: zarpó el buque alrededor de las cuatro de la tarde y a las
siete tenía tres brazas y media de agua, comenzando a abrirce; el pi-loto,
al no poder tomar el puerto de Gando, lo encalló en esta bahía ''.
Los tripulantes se salvaron en la barqueta, que hizo dos viajes a
tierra, y naturalmente también zalieron los poiizones, que resuitaron
ser los siguientes:
Miguel Fernández de VillarroeI, con su mujer, Ana Vázquez.
17. Las relaciones de la agente de mar y oficiales. de estos dos últimos, van uni-das
al Pleito.
18. Auto del gobernador, en 5 de agosto de 1623. Pleito, fol. 16 V.O.
!9. Sü t;as!ad=. e- Pleito. fol. 2.
20. Declaración dada por el piloto Manuel Jorge, el 16 de octubre de 1623. Pleito
fols. 39 y 39 V.O.
Anastasia de los Angeles, madre de Francisco Romero, con tres
nietos.
Baltasar Martín, natural de Canaria.
Dos hombres del campo, vecinos de la misma isla.
Inés de Párraga.
Una mulata.
Dos esclavos negros, propiedad del capitán Hernando Romo, que
viajaba con licencia en el mismo barco ".
Eran, pues, en total trece personas; pero había otras que, bien a
su pesar, se quedaron en tierra, porque don Pedro de Barrionuevo,
para impedir su embarque, salió el día 10 de agosto antes que ama-neciera,
acompañado de escolta, a vigilar las playas y caletas próximas
al puerto.
Cera de Santa Cata!ii,a uieron hüir a varias peisoiiiij, de las que
pudieron capturar a dos hombres, que confesaron su intención de em-barcarse,
y quedaron presos en la fuerza del puerto.
Uno de ellos era Antón Rodríguez, vecino de La Vega, que había
tratado su viaje con el capitán, maestre y otros tripulantes. Se convino
en 300 reales, entregando dos bueyes, que fueron sacrificados en el
puerto, y que se tasaron en 220 reales, y el resto en efectivo. La no-che
anterior había dado al escribano del navío su modesto equipaje,
consistente en unas alforjas conteniendo tres camizones, un vestido de
rajeta, ropilla, calzón y ferrezuelo pardo, unos calzones de lienzo, un
sombrero, unos lenzuelos, unas calcetas, un paño del rostro y un jubón
de lienzo.
El otro apresado fue un vecino de Agüimes, llamado Lázaro Díaz,
que había pagado al capitán 200 reales por mano de Juan González,
mercader, que vivía en la calle Triana. Este tenía ya a bordo una caja
con un veztido, y su matalotaje, una saca con dos fanegas de bizcocho
«y un costal con una tocina y un queso» ".
Logró escapar Juan López, del mismo pueblo, que había pagado
por su pasaje un buey, tasado en 100 reales, y 50 en efectivo. Tenía
a bordo un camisón y un vestido.
También escaparon otros dos vecinos de Agüimes, uno soltero, cojo
de una pierna, y el otro casado, barbinegro y veztido de luto. Declara
Antón Rodríguez, que los encontró en el camino, y no sabía sus nom-bres;
habían pagado por el pasaje 400 reales 23.
21. Declaración de Miguel Fernández de Villarroel, de 33 año6 de edad, <<estantee n
esta islau, fol. 37. Su declaración la corrobora en todo la de su mujer, Ana Vazquez, que
depone el mismo día, 14 de octubre de 1623, fols. 37 V.O a 39.
22. Declaración de Lázaro Díaz, 30 años, vecino de Agüimes, fols. 33-34.
23. Declaracih de Antón Rodríguez, fol. 32.
Asimismo, según dice Lázaro Díaz, quería embarcarse Bartolomé
de la Peña, también vecino de Agüimes 24.
Dos días antes de la partida del barco, el 8 de agosto, el gober-nador
recibió un billete de don Francixo Carbajal, alcalde de Gáldar,
avisándole que Jerónimo de Pineda, fiel del pósito de aquella villa,
trataba de pasar a Indias sin licencia, y se había ido a la capital de la
isla sin haber rendido cuentas del caudal que le estaba confiado 25.
Pineda, que contaba treinta años de edad, era también soldado de al-garbe
de la compañía del capitán Bernardino de Carvajal. Estuvo oculto
en el puerto hasta el día 9 de agosto, en que fue apresado, y en la
declaración reconoce su propó:ito de embarcar en el navío catalán, pero
dice que no estaba de acuerdo con el capitán ni con el maestre del
mismo.
- El 8 de agosto había sido apresado otro vecino de Gáldar, Juan uenis, de treinta y dos años, que trató de ocupar ia piaza de un hom-bre
de la misma villa, Alonso de Soto, quien se había concertado con
Fornagueras en 165 reales, pero luego decidió quedme. Su lugar pre-tendió
ocuparlo Juan Denis, y fue aceptado por el capitán.
El mismo propósito tenía otro vecino de Gáldar, Gaspar de Quin-tana,
de cuarenta años de edad, que entró en tratos con el maestre del
barco, por medio de Luis de Arciles, vecino de Agüimes, abonándole
100 reales en presencia de Fornagueras.
Por fin, Luisa de la Cruz, una joven viuda de veintidós años, se
puso de aciierdo con el carpintero del barco, al que entregó un colchón
y un arca vacíaz6.
Vistas las anteriores declaraciones, el gobernador mandó despachar
requisitoria al juez de registros para que obligara al capitán y maestre
a devolver a los fracasados pasajeros las cantidades que de ellos reci-bieron,
así como todos ~ u sen seres embarcados 27.
Como pede verse. estas personas no tuvieron ninguna relación con
el juez de regis~ro, sino con e1 capitán, mnestre y otros tripulantes del
buque, que hacían con ellas su negocio. Pero es probable que se atre-vieran
a aceptar a ertos pasajeros ilegales confiados en la lenidad del
licenciado Sotomayor, o tal vez de acuerdo con él
24. Lázaro Diaz, fol. 33.
25. &G~u:= g&er-r&r -i. a ageste !Q?, fe!^. 23 y 27 v '
26. Pleito, fol. 30.
27. Ibid. 30 y 30 V.O.
Los NÁUFRAGOS DEL NAVÍO CATALÁN
Las personas embarcadas en éste lo habían hecho con la evidente
complicidad del juez, que se demuestra en las declaraciones de los
propios interesados y de los testigos que comparecen en la información
abierta.
Miguel Fernández de Viilarroel había pasado a la isla de Canaria
con Sotomayor, en calidad de alguacil del Juzgado de Registro de In-dias,
pero estando en Sevilla el juez le había prometido facilitarle el
paso a las Indias en unión de su esposa, Ana Vázquez. Para ello le
cobró 400 reales, y le había hecho firmar una carta de pago por 20.000
maravedís que le correspondían en la residencia del doctor Moratalla
Tebar. Llegado a Canaria con el juez, sólo desempeñó la plaza de al-gUuci!
Unos c-ncden:a &S, pUes cm&rc- c~ iiavfu cata!ga, Con SU
esposa, escondiéndose ambos por indicación de aquél, que temía lo
visitara el gobernador, como sucedió. Pero estaban tan bien ocultos
que no fueron descubiertos, como tampoco las demás personas ya in-dicadas
Anastasia de los Angeles, viuda, declara que iba a las Indias a Ile-var
a sus nietos -dos niñas y un niño- a reunirce con su madre y
tías, que estaban en La Habana. Había entregado al capitán Forna-gueras
40 ducados, por mano de su hijo Francisco Romero, compro-metiéndose
a pagarle otro tanto a la llegada. Ignora si el juez tenía
conocimiento de todo esto 29.
En cuanto a la otra pasajera, Inés de Párraga, sabemos que em-barcó
secretamente en una playa próxima a Santa Catalina, donde la re-cogió
la barqueta del navío. Refiere esto María de Vetancor 30, que la
acompañó hasta el embarcadero, junto con Agustina Ramos. La decla-ración
de esta última es realmente curiosa: dice que «se mareó con el
olor de la mar», y no vio la barqucca, ni vio embarcar a Inés de Pá-rraga,
pero que al regresar no iba con ellos 31.
Dos años más tarde, en febrero de 1625, se abre otro proceso para
averiguar los abusos del licenciado Sotomayor. Se trata ahora del na-
28. Declaración de Miguel Fernfindez de Villarroel, fols. 36-37 V.O.
29. Declara el 21 de octubre de 1623, fols. 40v.O y 41.
30. Esposa de Francisco de Arza, quien llevó a la pasajera sobre sus homhros a la
barca, fol. 28 V.O.
31. Fols. 29 y 29 V.O.
vío de Juan Angel Possio o Poggio y de Andrés Guesquier, que salió
de Canaria en enero anterior 32.
Se fue a las Indias en este barco el alférez de la compañía del ca-pitán
Simón Lorenzo, Juan Bautista de Castro con su mujer, Agustina
de Ayala, un hijo y tres esclavos.
Como detalle curioso, refieren los testigos que Castro se llevó la
caja de guerra, y mientras el barco pasaba frente a la ciudad, la iba
batiendo, lo que causó gran escándalo, y se comentaba que quienes se
iban sin licencia lo hacían secretamente, pero que éste «se fue tocando
cajas» 33.
Castro pagó al juez 2.000 reales, según el presbítero Claudio de los
Santos, cuñado suyo. Parte de esta suma la dio en efectivo y parte en
diversos objetos; por ejemplo, cierta cantidad de varas de lienzo de
Portugal, una libra de azafrán y un escritorio. Todo ello consta en un
2 papel firmado por él, que entregó a su pariente y que comienza di- N
ciendo «e dado al juez quinientos reales ... » 34. Este papel no figura E
en los autos, aunque se mandó poner en ellos. O
n
Otros pasajeros que marcharon a Indias en este barco fueron:
Francisco Rodríguez, hijo de Sebastián, vecino del Granadillar, la-brador,
que embarcó como marinero, pagando al juez 230 reales 35.
Diego o Gregorio Halcón, vecino de Teror, labrador, despachado
con título de maestre, sin saber nada de mar, y que iba para quedarze
en Indias y pasar al Perú 36.
Sebastián y Gregorio Falcón, hijos de Diego, vecinos de los Arbe-jales,
que pagaron al juez 200 reales cada uno.
Isidro y Vicente de Varrios, vecinos de la Vega.
Francisco de Llanos, casado y vecino de Canaria, que dejó en ella a
tu mujer.
Vicente Montesdoca, hijo de Juan Guerra, que iba con título de
despensero del navío.
Algunas otras personas intentaron embarcarse, sin lograrlo por no
tener el dinero que les pedía el juez. Así, por ejemplo, Isabel de Mesa,
esposa de Francisco del Valle, trató con éste su embarque sin cono-cimiento
de su marido, pero como no pudo darle los cien reales que le
pedía no la dejó pasar 37.
32. Declaración de Juan Fernández de Fleytas, escribano público, fol. 44-46.
33. Declaración del Alférez Juan Muñiz, vecino de Canaria, de 38 años, fol. d:
34, Fols. S3 y 54.
35. Declaración de Agustina Ramos, fol. 48 V.O.
36. Ibid. de Juan Fernández de Fleytas, fol. 46.
A la mulata Isabel del Valle le pidió Sotomayor doscientos reales,
y por mediación del franciscano fray Mateo Alvarez le aceptó en pago
un cobertor de paño azul fino, con una franja o fleco de seda roja. Le
dijo el juez que fuera a embarcarse a la Caleta de Abajo, pero como
no tenía las 16 doblas que el capitán Juan Angel Posio le pedía por
el pasaje de ella y de su hijo se tuvo que quedar en tierra, y luego el
juez le devolvió la prenda entregada 38
Otra pasajera frustrada fue Ana Gil, que intentó embarcar con su
hija, y ofreció al juez cien reales, pero éste le pidió más 39.
Por fin, la declaración más comprometedora para Sotomayor es la
de Agustina Ramos, joven de diecinueve años, que después de refe-rir
los casos ya citados afirma que el juez le dijo en una ocasión:
«Muchacha, si quieres ir a las Indias yo te dejaré pasar, y aunque no
te p ~ e d od ar licencia, yo me t a p r é !nr ejes peniefid~!a m a x s&re
ellos» 40.
Dice también que en el navío de Andrés Vázquez se fueron a In-dias
Polonia Hernández, viuda de fulano Pinto, y Melchora de los Re-yes,
mujer de Pedro Hernández, con su hija 41.
Según Viera Clavijo, a fines de julio de 1625 llegó a Gran Canaria
don Francisco de Andía, con la misión concreta de dirigir la fortifi-cación
de las Islas ". Pocos días después de su llegada, el 13 de agoc-to
43, mandaba pedir los autos del proceso anterior, diciendo que en la
isla de Canaria había hallado «mucha falta de gente y casi despoblada,
que ha sido necesario enviar a hacer gente en la de Tenerife, para po-ner
en defensa a ésta». Señala como causa de la despoblación los ex-cesos
de los jueces del Juzgado de Indias, que dejaron pasar allá a
muchos vecinos sin licencia, «por sus intereses y aprovechamientos»
A la vista de los autos, comisionó al licenciado Gonzalo Pérez de
37. Ibid. de Agustina Ramos, £01 49.
38. Su dec!uraciói, en !=S %!s. 51 V.O a 52 v.-.
39. Declara el 18 de febrero de 1625. Fol. 50v.0 y 51.
40. Declaración de Agustina Ramos, fol. 49.
41. Ibíd. fols. 50 y 50v.o.
42. Don Francisco de Andia había empezado su carrera militar en Flandes. Prisio-nero
en la batalla de las Dunas (1600) pagó su rescate y quedó libre. Fue uno de los
encargados de la expulsión de los moriscos del reino de Granada. Era hombre de
confianza de Felipe 111, que le encargó de prender al valido don Rodrigo Calderón.
(VIERA CLAVIJO: ivot~cias, 111, pp. 199-200.) Su estancia en Canarias fue muy breve,
pues en mayo de 1626 recibió licencia para volver a la Península, y embarcó en Santa
C r ~ zd e Tenerife e! tres de 3u-i~. (!bid., p. 206.: SU barco fue aprcsado por 10s muros
y, tras seis meses de cautiverio, fue rescatado por un judío. Vuelto a Madrid,
Felipe IV le nombró Consejero de Guerra. (Ibid. p. 207.)
43. Este documento figura en !os fols. 54 y 55 del Pleito.
Carbajal para proseguir la investigación hasta los últimos navíos des-pachados
44.
En esta nueva información comparecen catorce testigos4'. De sus
declaraciones proceden los datos que siguen:
En el barco llamado «Nuestra Señora de la Antigua», que fue des-pachado
por el juez de registros el 25 de julio de 1625, fue como
maestre Francisco Hernández, que era un labrador vecino de Guía.
Como guardián del mismo figura Francisco Trujillo, otro labrador,
vecino de Moya, y como despensero, el vecino de Tenerife Luis de Es-pinosa,
que pretendía, como los anteriores, quedarse en las Indias.
En la lista de marineros aparecen una serie de nombres que, según
declaran los testigos, eran gente de campo, que pretendían pasar a In-dias
sin licencia, y a quienes el juez despachaba de este modo, previo
pago de ciertas cantidades. He aquí sus nombres:
fedro de Torres, íiatüral de Canaria, treinta y dos años.
Juan de Ojeda, natural de Canaria, cuarenta años. Capitán, vecino
de Teror.
Francisco Sufía, vecino que dijo ser de Sevilla, treinta y cinco años.
Genovés.
Juan Afonso, natural de esta isla, veinte años. Vecino de Moya.
Juan Bautista Blanco, natural de Canaria, cuarenta años. Labrador
y vecino de La Vega.
Juan Díaz, natural de Canaria, cuarenta años. Carpintero y ayu-dante
de artillería.
Pedro del Puerto, natural que dijo ser de Canaria, cuarenta años.
Gonzalo de la Concepción, negro calero.
Como grumetes figuran:
Pedro de Peralta, natural de Canaria, dieciocho años. Estudiante.
Francisco de la Peña, natural de Tenerife, diecisiete años. Criado
del canónigo Herrera.
44. Fol. '55 V.O.
45. Mateo Delgado, 55 años, mercader, vecino de Canaria. que fletó el barco
*Nuestra Señora del Rosario.; fol. 56: Honorato Estacio, 35 años, vecino de Canana;
folio 57: Marcos Miguel, 50 años, vecino de Canaria; fol. 58: María Rodriguez, 37 años,
esposa del carpintero Juan Díaz; fol. M): Pedro de Genes o Jermes, mercader francés;
folio 61: Jacques Juari, 40 años, mercader francés; folio 61 v.": Juan Fernández, 40 años,
vecino de Canaria; fol. 62: Guillermo Pelay, 47 años, mercader francés; fol. 63: capi-tán
Lorenzo de Torres, 40 años, vecino de esta isla; fol. 63 v.': capitán Bernardino de
San Juan Toscano, 38 años, regidor de la isla; fol. 64 v.? Alonso de la Jaya, mercader
francés, 33 años, vecino de Canaria; fol. 67: Juan Naranjo, más de 70 años, guarda
del puerto de las isletas de Nuestra Señora de la Luz; fol. 69: capitán Francisco de
Betancor, 47 años, castellano del castillo de Nuestra Señora de la Luz; fol. 70 v.? Cris-tóbal
de Mireles, 25 años, guarda del puerto principal de Nuestra Señora de la Luz.
folio 72 V.O.
Luis de Castro, natural que dijo ser de Tenerife, veinticuatro años.
Criado de Vicente Alvarez.
Hay también tres pajes:
Antonio de Lorenzo, natural de Canaria, quince años.
Antonio de Torres, de edad de diez años poco más o menos.
Juan, de 14 ó 15 años.
Y, por fin, dos mercaderes:
Carlos de Iglesia, portugués, según parece de la información, y
Baltasar de Lorenzo, vecino de Guía.
Tratándose de un barco de pequeño porte, sorprende que su tri-pulación
la formen 39 hombres, como hace notar el testigo Marcos
Miguel 46.
Estando el licenciado Sotomayor ocupado en el despacho de este
n..g-.r r ín AV, Al -l-~bV& U ! p r r t e e! custP!!unQ & la fuerzu de! Risco de San Iran. m
cisco, capitán Tomás Carlos, para efectuar la visita del barco, por or- D
E den del gobernador Pedro de Barrionuevo y Melgosa. Sólo encontró
O fuera de registro unos mosquetes 47. - -
=
La escena se repite el 13 de agosto, día en que el juez estaba des- m
O
E pachando el navío <<Nuestra Señora del Rosario», fletado por el ca- E
2 pitán Mateo Delgado, vecino de Canaria, y mercader. Se presentó en E
esta ocasión el sargento mayor don Bernardino de Palacios para viri- =
tarlo por orden del capitán general de Canarias don Francisco Mira- =
sabal, y habiendo subido a bordo no pudo hallar ninguna persona - - 0
oculta 48.
m
E
Sin embargo, en este navío pasaron a lndias doña Inés de Torres, O
con un hijo suyo, y doña María de Cabrera, su madre, quienes habían - pagado al juez de regirtro 40 ducados 49. -E
Iba también en él, con título de despensero, Mateo Molina, que a
2
acompañaba a las citadas señoras 'O. Como paje, embarcó Luis de Be- -
tancor, vecino de Gáldar y también viajaba un Miguel Ferrera, 0
portugués, que podría ser el marinero Miguel de Herrera, quien figura 30
en la lista como «natural que dijo ser de Canaria» 52.
46. Declaración de Marcos Miguel, fol. 59 v.*.
47. Certificacidn de Antón Serpa, escribano público, 25 jul. 1625. Pleito, fol. 4.
48. Ibídem, 13 agosto 1625. Pleito, fol. 6.
49. Declaración de Mateo Delgado, fol. 56 y 56 v.? Bernardino de San Juan dice
que 4 suplió 950 reales, que recibió Sotomayor sin darle recibo, por dejar pasar a
estas sefioras. Fols. 65 y 65 VP.
5C. Tertimmi~ de Mzrcnr Migwl, fi!. 59 V.O.
51. Ibíd.
52. Damos al final la lista completa cie las tripulaciones de este navío, donde puede
comprobarse la presencia de estas personas.
LOS PASAJEROS SIN LICENCIA
Examinando y comparando las declaraciones de cada uno de los
testigos he podido formar esta lista de pasajeros clandestinos que
embarcaron para las Indias entre los años 1621 v 1625:
1.
2.
3.
4.
mujer,
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
hija.
20.
Manuel González Zapatero, con su mujer, casa y familia.
Gregorio Hernández Zapatero, con su mujer, casa y familia.
Miguel López, tonelero, con su mujer e hijos.
Juan de San Payo, yerno de Gregorio Hernández, con su
Leonor Navarra.
Pedro Mocho.
Diego Moreno Cantor, con su mujer e hijos y casa mudada.
Andrés Castillo, vecino de Guía.
La mujer de Diego Ramírez de Vargas, con sus hijos.
Francisco Rodríguez, vecino del Granadillar.
Gregorio Alcón o Halcón, vecino de Teror.
Martín de Varrios, vecino de La Vega.
Isidro de Varrios, vecino de La Vega.
Vicente de Varrios, vecino de La Vega.
Sebastián Falcón, vecino de los Arbejales.
Diego Falcón, vecino de los Arbejales.
Vicente Montesdoca, hijo de Juan Guerra.
Polonia Hernández, viuda de fulano Pinto.
Melchora de los Reyes, mujer de Pedro Hernández, con :u
Juan Bautista de Castro; su mujer, Agustina de Ayala; su en-tenado,
Juan Torres, y tres esclavos.
21. Francisco de Llanos, vecino de Canaria, casado, que dejó en
ella a su mujer.
22. Anastasia de los Angeles, con sus tres nietos.
23. Inés de Torres y un hijo suyo.
24. María de Cabrera, madre de la anterior.
--
53. A los relacionados en la nota 45 hay que añadir los doce que declararon en
la primera información, abierta en 8 de junio de 1623. Son éstos: Cristóbal Cachu-pin,
53 años, regidor de Canaria; Andrés Bandama, personero general de la isla, 44 años;
Alférez Antonio Rejón y Avila, 36 años; capitán Francisco Ruiz de Mendoza, 40 años,
residente en Canaria desde cinco años antes; Martín de Alarcón, 40 años, vec'no de
Canaria; Francisco de Salazar, 24 años, alcaide de la Inquisición, que llevaba ocho o
nueve años en la ciudad; Alférez Juan de Avila, 42 años, vecino de Canaria; Mateo
Suárez, 67 años, procurador de la Real Audiencia; Tomás Pinelo, 66 años. regidor de
11. i&; Pedro Fgpinosz &rte!!anos, 44 .fios, también regidor: Antonio d:e nrihuila,
91 años, guarda del puerto principal, desde veinte años antes; Juan Bautista Corgiroso
o Argiroso Osorio, 50 años, regidor de la isla.
Diego de Cabrera, sacristán de Señor Santiago, de Gáldar.
Mateo Viñol, vecino de esta isla.
Un hijo de Gregorio Meneses.
Juan González.
Alonso Suárez de la Mota.
Juan Pacheco.
Alonso de San Juan.
Un hijo de Domingo Hernández, hortelano.
Dos hijos de Pedro Massía, vecinos de Teror.
Un hijo de Juan Frayle, vecino de Teror.
Un hermano de Miguel García.
Dos hijos de Baltasar Pérez de la Ollería.
TamhiPn !n0or-a-- -r-Ao n p a s ~a IE&S en anes a!gün=s mercaderes
franceses residentes en Canaria. He aquí sus nombres:
Roberto de la Plancha, natural de San Malo, en el navío «Nuestra
Señora de la Antigua*.
Pedro Eori, natural de San Malo, en el navío de Juan Angel Possio.
Pagó a Sotomayor 250 reales.
Felipe el Galo, natural de París, en la carabela que llevó a Carta-gena
de Indias al licenciado Betancor. Pagó al maestre del barco 200
reales.
Roberto Perel, natural de Bitre.
Si nos fijamos en el escaso número de personas que lograron parar
a Indias sin licencia, no parece que hay motivo de alarma para las auto-ridades
de Gran Canaria. Sin embargo, por la insistencia de éstas, y
por las reiteradas manifestaciones hechas por los testigos de que «son
muchos los vecinos de esta isla que se han ido a las Indias*, hemos de
pensar que serían bastantes más de los reseñados. Y, sobre todo, hay
que tener en cuenta que para la corta población que la isla tenía por
entonces la salida de estas familias completas y de unos hombres jó-venes,
en edad de empuñar las armas y de cultivar los campos, creaba
un verdadero problema.
De las reiterativas manifestaciones de los declarantes entresacamos
algunas muy expresivas.
Por ejemplo, Francisco Deniz, procurador de la Real Audiencia de
Canaria, dice que cuando se hacían rebatos y listas, sólo en su compa-
ñía salían más de cien hombres, y en 1623 no salieron más de cua-renta
".
Tomás Pinelo, regidor de: Canaria, señala que «no hay quien labre
los campos, por lo que muchos están baldíos, pues sale muy caro cui-tivarlos
por escasez de hombres» j5.
Frases análogas se repiten por casi todos los testigos, y ya vimos
cómo don Francisco de Andía afirma que tuvo que reclutar gente de
Tenerife para poner en defensa a Gran Canaria 56.
Sin duda este proceso es sólo un pequeño ejemplo de algo que ve-nía
sucediendo de modo habitual, y no puede culparse de ello en ex-clusiva
al licenciado Isidro Moreno de Sotomayor, pues lo mismo hizo
el doctor Moratalla Tebar, y, seguramente, otros.
El juez de registros trató de defenderse y para ello se dirige al rey
qi_iejándoie o t r ~v ez de Iar intromiriones de los gobernadores y espe- 2
cialmente de don Francisco de Andía. Afirma que éste lo hizo por com- E
placer a Barrionuevo y a su teniente, declarados enemigos suyos, y O
remite las listas de tripulaciones que insertamos en este trabajo «para n - m
que cotejadas -dice- con las informaciones, se vea si son los conte- O
E
nidos en ellas» j7. De ese cotejo resulta que, en efecto, las personas SE
mencionadas por los testigos figuran en las listas, con lo que éstas E
se convierten en otra prueba más de la culpabilidad de Sotomayor, a
quien también se le hicieron con este motivo varios cargos en su juicio 3
de residencia, que no he podido encontrar, pero sí las sentencias, en -
0
m
donde están recogidos. En el número 52 se dice «que admitió al oficio E
de maestre algunas personas que no sabían de navegación»: O
Que dio título de marineros y otros oficios de mar «a personas
E ignorantes del dicho ministerio* (cargo 53). a
Que multiplicó los dichos oficios de mar por sus intentos particu- n
lares (cargo núm. 54). n
n
«Que han pasado a las Indias, así en el registro como fuera de él, 3
todas las personas que han querido, con despoblación de aquella isla» O
(cargo núm. 55).
En los cargos 56 a 60 se le culpa de haber dejado pasar a Indias
a varias de las personas que ya conocemos, cuyos nombres se citan:
Juan Bautista de Castro y familia, María de Cabrera y familia, Miguel
54. Pleito, fols. 27 V.O y 28.
55. Ibíd. fol. 17.
-5 6-. !a goito lfi2i, fols. 54 y 54 V.O.
57. Isidro Moreno de Sotomayor al rey, en Canaria, 22 agosto 1625. Pleito, fol. 1.
4. G. I., Escribanía de Cámara, 948-B.
Hernández y su mujer, Miguel Gil y :u familia y, por fin, cinco escla-vos
y otras personas de la familia del inquisidor Mexía Lobo.
El Consejo de Indias pronunció sentencia e! 8 de junio de 1628,
y en ella se confirman las del jiic-z don Juan de Carvajal y Smde, regente
de la Audiencia de Canaria, que se refieren a los cargos mencionados,
aunque suavizándolas bastante ".
El estudio de 10s juicios de resideida de otros jueces de registro
de las islas Canarias, conservados en el Archivo General de Indias, pu-drá
dar seguramente mxha luz sobre e:te probkma de la emigración
clandestina a las Indias.
A P E N D I C E
PARA L44 PROVIKCIA DE N~JEVEAS PANA(" 1
Matias García de Aguilar, regidor desta isla, capitán del dicho
navío, natural de Canaria, alto de cuerpo, barbirrubio. dos dieii-tes
menos de la parte de arriba, de edad de 25 años poco mas
O menos.
FRANCISCO HEFtNANDEZ. maestre del dicho navío, natural
desta isIa, de buen cuerpo-; flaco de roetro, ojizarco, de edad
de 25 años poco mas o menos. Dió información y fue admitido.
Juan AIvarez, piloto del dicho navío, natural de Canaria, aIto de
cuerpo, cano, moreno de rostro, de edad de 50 años mas o me-nos.
Ha sido despachado a través por cste Juzgado (sic).
Juan Fernández de Fleytas, escribano ~úblico de esta irla, del
dicho navío, natural de Canaria, de mediano cuerpo, moreno de
rostro, de edad de 38 años poco mas o menos.
Andres Alonso, acompañado de maestre. natural de Canaria, en-trecano
y de buen cuerpo, de edad de 45 años poco mas o me-nos.
Con una señal dc herida sobre el ctedo meIgarito de la mano
izquierda.
Alvaro Hernández, contramaestre, natural de Canaria, de media-no
cuerpo, de edad de 50 años poco ma: o menos. Moreno de ros-tro
y cano.
58. A. G. 1.. Escribanía de Cámara. 1187.
* Los nombres escritos en mayúsculas son los denunciados como emigrantes ilegales.
FRANCISCO TRUJILLO, guardian del dicho navío, natural de
Canaria, de mediano cuerpo, pocas barbas, de edad de 20 años
POCO mas o menos.
LUIS DE ESPINOSA, natural de la isla de Tenerife, despensero
del dicho navío, de buen cuerpo, blanco de rostro, pocas barbas,
con una señal de joio en la barba, de edad de 19 años poco mas
O menos.
Andres Hernandez, natural de Canaria, de buen cuerpo, flaco de
rostro, de edad de 28 años poco mas o menos, los ojos algo
azules.
Diego García, natural que dijo ser de Canaria, alto de cuerpo,
ron algxov lunures er? e! pesmezo, de edad de 22 años poco
mas o menos.
Juan García, natural de Canaria, de buen cuerpo, flaco de ros-tro,
algo moreno, con una señal de herida en la frente, de edad
de 35 años poco mas o menos.
Gregorio Hernández, natural de Canaria, de buen cuerpo, de1-
gado, moreno de rottro y pocas barbas, de edad de 25 años poco
mas o menos.
Jacinto Francisco (?), natural que dijo ser de Canaria y ser de
edad de 25 años, flaco de rostro, y de buen cuerpo y pocas bar-bas,
con una señal de herida a lo que parece, en la muñeca de la
mano izquierda.
Cristóbal de Orihuela, natural de Canaria, de mediano cuerpo,
moreno y de rostro cejijunto, de edad de 22 años poco mas c
menos.
Juan Melian, natural de Canaria, de edad de 25 años poco mas
O menor, moreno de rostro, con una señal de herida en la oreja
izquierda.
Alvaro Hernandez, natural de Canaria, de buen cuerpo, pocas
barbas, moreno de rostro, de edad de i7 años poco mas o me-nos,
con un lunar en el dedo melgarito de la mano izquierda.
Gregorio Alvarez, natural de Canaria, de buen cuerpo, blanco de
rostro, sin barbas, con una señal de herida en el canto de la ore-ja
izquierda, de edad de 20 años poco mas o menos.
Antonio Perez, natura.. l. de Canaria, de mediano cuerpo, flaco de rostro -y. --a-...- --..d.-- &- llIuL~Ilu, LC.JlJU1ILU, de edad de 28 aiios poco mas -
menos.
PEDRO DE TORRES, natural de Canaria, de buen cuerpo, blan-co
de rostro, gentil hombre y bien barbado, con una señal de
herida al lado derecho de la frente, de edad dp 32 años poco mas
O menos.
JUAN DE OJEDA, natural de Canaria, alto de cuerpo, blanco de
rostro, con un lunar en el pescuezo, tal lado izquierdo, de edad
de 40 años poco mas o menos.
FRANCISCO SUFIA, vecino que dijo ser de Sevilla, alto de
cuerpo, doblado y barbirrubio y ser de edad de 35 años poco
mas o menos.
JUAN AFONSO, natural de esta isla, de buen cuerpo, blanco de
rostro, pocas barbas algo rubias, de edad de 20 años poco mas
O menos.
T T T A N R A T T T T C T A RT A I T P n ,n+,,+-nl de canaria, a!tG de Wer. JV"'. Y I A V I I V I L I I J Y I I I T U V , l l O C U L U l m
po, el rostro colorado, ojos .grandes, iinta de cano, de edad de D
E 40 años, poco mas o menos. O JUAN DIAZ, natural de Canaria, bajo de cuerpo, moreno de
n-= rostro, de edad de 40 años poco mas o menos. m
O
E PEDRO DEL PUERTO, natural que dijo ser de Canaria, de rne- E
2 diano cuerpo, bien barbado, con una señal de herida en la mano
=E izquierda, de edad de 40 años poco mas o menor.
3
Grumetes
PEDRO DE PERALTA, natural de Canaria, de edad de 18 años
poco mas o menos, de buen cuerpo, blanco de rostro, con una
señal de herida en la corona de la cabeza.
FRANCISCO DE LA PEÑA, natural de Tenerife, de buen cuer-po,
desbarbado, de 17 años poco mas o menos, con una señal de
herida en la frente.
LUIS DE CASTRO, natural que dijo ser de Tenerife, moreno
de rostro, malas barbas, con una :eñal de herida en el rostro, del
!& izq~ierdc,d e edrd de 24 rfics pncn mzs n menns.
Andrés Rodríguez, natural de Canaria, chico de cuerpo, menudi-to
de rostro y desbarbadillo, de edad de 17 años poco mas o
menos.
Pedro de Origüela, natural de Canaria, de edad de 16 años poco
mas o menos, desbarbado.
Pedro de Torres, natural de Canaria, menudo de rostro, ojizarco,
de edad de 16 años poco mas o menos.
ANTONIO LOREXZO, natural de Canaria, de edad de 15 años
poco mas o mel?os. con un lucar en el rostro a Ia parte iz-quierda.
Francisco García de Aguilar, natural de Canaria. de edad de 11
años poco mas o menos, moreno de rostro y ojos grandes.
Juan Garcia, natural de Canaria, de 11 ó 12 años poco mas o
menos, bajito de cuerpo.
ANTONIO DE TORRES, de edad de 10 años poco mas o
menos.
JUAN, natural que dijo ser de Canaria. de 14 ó 15 años.
Antonio, natural que dijo ser de Canaria y ser de 12 años.
BaItasar de Origüela, natural de Canaria y de 11 años poco mas
O menos.
Marinero GONZALO DE LA CONCEPCION, negro. natirral de
Canaria.
Juan CateIa Moreno.
CARLOS DE IGLESIA.
BALTASAR LORENZO, dieron información, fueron admitidos. 3
Concuerda con el original al que me refiero e por ende fice mi sino em-en
testimonio de verdad. E
Antóíl de Serpa, escribano píiblico y de registros. O
n
LISTAD E LA GENTE DE MAR Y OFICIALES DEL KAVÍO NOMBRADO n
NUESTRA SEÑORAD EL ROSARIO*Q,U E SE ESTA DESPACHANDO
PARA LAS INDIADSE S. M. 3
O
1. Ei capitán Mateo Ueigado, vecino de esta ida, de mediano
cuerpo, doblado, entrecano, cargado de cejas, con una señal
de herida en la frente. Ha sido despachado otra vez por este
Tuzgado y ha dado sus informaciones.
2. Lope de Montaño Salazar, maestre de dicho navío, natural
que dijo ser de Portugalete en Vizcaya, aIto de cuerpo, blan-co
de rest:e, con dos !mares eil 14 cara eí; cada lado d s.tip.
con una reñai de herida en la frente, sobre el ojo izquierdo
de edad de 26 años poco más o menos. Dio información y le
fue admitida.
3. Rodrigo Alonso, piloto de dicho navío, natural de Triana,
en Sevilla, de mediano cuerpo, menudo de rostro y moreno, de
edad de 42 años poco más o menos; dio su información y fue
admitido.
4. Pedro de Ugarte, escribano, natural que dijo ser de Portuga-lete
en Vizcaya y ser de edad de 32 años, mediano de cuer-po
y doblado, con una señal de herida en el lado derecho de
la barba, dio información y admitiose.
5. Martín de Alraga, natural que dijo ser de Portugalete en
Vizcaya, contramaestre del dicho navío, de buen cuerpo, do-blado,
dos señales de herida en la frente, en cada lado la
s q a ; de edad de 25 afios. m
6. MATE0 DE MOLINA, despensero de dicho navío, natural D
E de Canaria, de buen cuerpo, barbirrubio, de edad de 30 años O
poco más o menos. n -
=m
O
E Mariiaeros E 2
7. Diego de Trusios, natural que dijo ser de la Villa de Castro
y ser de edad de 39 año:. De mediano cuerpo y algo calvo.
8. Pedro de Plassa, natural que dijo ser de la Villa de Castro de
Urdiales, mediano de cuerpo y doblado, con dos señales de
heridas en la frente y otras dos en el rostro, de edad de 28
años poco más o menos.
9. Martín de Meyra, natural que dijo ser de Mundaca en Viz-caya,
de buen cuerpo, doblado, blando de rostro, de edad
de 26 años, con una señal de herida en la frente.
10. Miguel de Herrera, natural que dijo ser de Canaria, y ser de
edad de 28 años, de buen cuerpo, algo rubias las barbas, iz-quierdo.
Grumetes
11. LUIS DE BETANCOR, natural de Canaria, de buen cuer-po
y pecoso de rostro, de edad de 23 años poco más o me-nos,
con una señal de herida en la frente.
12. Andrés Leal, natural de la Palma, alto de cuerpo, de edad
de 17 años, con una renal de herid-! en Is? nariz
13. Sebastian de Fontuso, na.tura1 de Portugalete en Vizcaya, de
edad de 18 años.
14. Roque Alvarez, natural que dijo ser de Triana en SevilIa, de
edad de 22 años, desbarbado.
15. Bernardino de la Guerra, natural que dijo ser de Canaria y
ser de edad de 17 años, de buen cuerpo, un diente quebrado
la parte de arriba.
Pajes
16. Andrés de Rasines, natural que dijo ser de Portugalete y
ser de edad 14 años poco más o menos.
Concuerda con el original según está en el registro a que me
refiero e por ende fice mi sino en testimonio de verdad.
Antón de Serpa escribano público y de registro.