LAS CANARIAS COMO BASE DE APROVISIONAMIENTO
DE NAVIOS PCIRTUGUESES
La posición geográfica de las islas Canarias, su historia y conexio-nes
hicieron que sus Iínear comerciales desbordaran las del Imperio
español y penetraran ampliamente en las del portugués, sobre todo du-rante
10s sigIos XVI y XVII época en que se prodiice la coyuntura de la
unión ibérica. Las Canarias, con un comercio sólido con la Europa .it-lántica
y mediterránea y con unos fuertes lazos con la costa sur de
Portugal, archipiélagos atlánticos, Africa y Brasil, son una pieza Jave
en el tráfico lusitano, hasta el punto de que sus ciclos de contrata-ción
y expansión se adecuan más a los de éste que a los del comercio
castellano l. Es un dualismo que la unión dinástica no puede resolver
y siempre existirá una notable diferencia entre la «Indias de Su Mages-tad
» y el resto de los países con los que comerciaban las Canarias.
La problemática del tráfico mercantil canario-castellano ha sido abor-dado
ampliamente por diferentes autores2 y es materia a la que aún
pueden dedicarse trabajos con métodos estadísticos basados en la do-cumentación
existente en los fondos de la sección de Contratación del
Archivo General de Indias. También las relaciones con Inglaterra han
sido objeto de una amplia monografía 3, pero es muy poco lo que se
conoce sobre el comercio canario con Brasil, Guinea, Cabo Verde y
Angola, salvo Ia evidencia de su existencia y de su importancia. Quizá
por la dificultad que presentan las fuentes para su estudio, ya que los
registros realizados en las islas por los jueces de Indias no se conser-van
entre los fondos de Contratación. Sólo el hallazgo de estos regis-tros
O el examen de los fondos de los archivos notariales pueden des-velar
de alguna forma la cuantía y el volumen de este tráfico que fue
1. CHAUNU, HUGETTB y PIBRRE: Seville et L'Atlantique (1509-1650). Paris, 1956-1960,
tomo S,, p. 382.
2. ANTONIO RUMEU DE ARMAS: Pirateria y ataques navales contra las Islas Canarias,
Madrid. 1947-50. 3 t.; JosÉ PEW DE AYALA: E1 régimen comercial de Canarias con las
Indias en los siglos XVI, XVII y XVIII, La Laguna, 1952. FRANCISCO MORALES PADR~N:
El comercio canario americano, Sevilla, 1955.
3. V~CTORM o-s LEZCANO:R elaciones mercantiles entre Inglaterra y los archipié-lagos
del Atlántico Ibérico. Su estructura y su historia (1503-1783), La Laguna, 1970.
4. H. y P. CHAUNU: cap. cit., t. S,, pp. 378 y 380, advierte que esto s610 será posible
por una casualidad.
indudablemente el más importante que mantuvieron los isleños du-rante
casi un siglo. Por eso nos pareció interesante dedicar un poco
de atención a estudiar la problemática que presentó este tráíico tanro
por la competencia originada por $u control como por el contrabando
a que dio lugar y, sobre todo, ofrecer algunos datos sobre la cuantía
del comercio y las personas en él implicadas obtenidos gracias a haber
podido examinar algunos de estos regislros a los que antes aludíamos
d través de unos pleitos de Eccribanía de Cámara del Archivo General
de Indias.
Varios informes coinciden en afirmar que los vinos que cargaban
los navíos que iban a Brasil, Cabo Verde, Guinea y Angola era la prin-cipal
granjería que tenía la isla de La Palma porque era su única sa-lida
'. Más explícito <e muestra el juez de registros de Tenerife, Alonso
de Siancas, cuando advierte que, de íos 2.666 ducados que según el ,,
arrendamiento de 1618 dejaban los almojarifazgos, el mayor aprovecha- ? E miento eran de los navíos de Brasil «porque los de Francia y Flandrs
son muchos menos en número y los de Indias, además de ser pocos, --n
sólo pagan un dos y medio por ciento, mientras que los del Brasil
E pagan el seis por cientos 6. E
2
Es, pues, indudable la existencia de un continuo y abundante trá- -E
fico entre Portugal y sus colonias que tenía su base de aprovisiona-miento
en las islas Canarias, cuyos vinos conseguidos a más bajos pre-cios
que en la metrópoli o en los propios archipiélagos lusitanos, ser-vían
para abastecer los puertos brasileños -Río de Janeiro, Bahía y E
Pernanbuco-, para el trueque de esclavos en las costas africanas y, en $
última instancia, para mantener un contrabando con las provincias pe-ruanas.
-E
Varias causas contribuyeron desde muy temprano a crear en las
islas un ambiente ideal para que los navíos portugueses vieran en ellas
el lugar más a propósito para aprovisionarse. Desde fines del siglo XVI,
n
los vinos se habían convertido en el más importante ~roducto que pro-ducía
la agricultura '. Las viñas se habían extendido de tal manera
que en 1608 la Casa de la Contratación llega a mostrarse casi escanda-lizada
de la riqueza de los canarios8. Viñas que indudablemente de-
5. Carta de don Juan de Alarcón, regidor de la isla de la Palma, 23-IX-1586. A. G. I.,
Indiferente 3.095. Información promovida por el Cabildo sobre los inconvenientes de
hacer registros en los navíos negreros, ano 1585. A. G. 1.. íbidem.
6. Informe del juez Alonso de Ciancas, Tenerjfe, 26111-1618. A. G. I., Escribania de
Cámara 948 A.
7. V6ase ALEIANLIRO CIORANESCUHi: storia de Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de
Tenerife, 1977, t. 1, pp. 321 SS., y V f c r o ~ M o m LEZCAXO: op. cit., p. 66.
8. Carta de la Casa de Contratación al Consejo de Indias, Sevilla, 23-IX-1608. A. G. I.,
Contratación 5.170, lib. 11, fol. 453-456.
bían su crecimiento a la continua demanda de caldos conseguidos a me-jores
precios que los portugueses por los enormes impuestos con que
éstos eran gravados @.
Por otra parte, la numerosa colonia de portugueses establecida cn
las islas, mantenía firmes los contactos necesarios para que este co-mercio
alcanzara continuo auge. Aunque los portugueses fueron gene-ralmente
acusados de ser los culpables del gran contrabando y de la
recesión económica desde 1558, y anterior es aún su penetración en
e1 espacio atlántico ' O , es a partir de la unión de las coronas de Castilla
y Portugal cuando el éxodo de los «marranos» portugueses hacia las
posesiones ultramarinas españolas cobra unas dimensiones sobradamente
conocidas y, desde luego, el archipiélago canario fue uno de sus luga-res
preferidos. Existe en el siglo XVII, una nutrida colonia de judíos
portugueses, en su mayoría comerciantes ", que actuaban como inter-medíarios
de los cosecheros de Oporto y los compradores de Bahía y
Pernambuco.
Poseían las islas otra indudable atracción para los navíos que se
dirgían al Brasil y a las costas africanas: la continua presencia en los
puertos canarios de navíos extranjeros -sobre todo ingleses y holan-deses-
de cuya carga ni siquiera un 10 por 100 podía ser absorbida
en éllos 12, pero que aprovechaban la prerencia de los navios «de Brasil
y Cabo Verde» para venderles o cambiarles sus productos. En 1607,
el juez de registros de Tenerife llega a consultar si debe consentir la
demanda de los vecinos de Tenerife de cargar mercaderías de los barcos
franceses, ingleses y holandeses al Brasil cuyos envíos no deberían Ile-var
registros porque las autoridades portuarias brasileñas no los exi-gían
13. Aunque la actitud del consejo resulta claramente contraria l4
es indudable que los trueques se llevaron a cabo y es de presumir que
9. La Casa de Contratacióli advertía c6mo en Portugal se pagaba un 23 por 100 de
los derechos de salida. A. G. 1.. ibídem.
10. Chaunu advierte que dicha penetración fue favorecida por la colaboración mi-litar
contra un enemigo común -Francia- y que los cambios de servicios entre las
Canarias y las Azores en la década de 1650 son particularmente interesantes, op. cit.,
tomo 4, p. 347.
11. Vkase trabajo de SERGIO F. BONET: aFamiiias portuguesas en La Laguna del
siglo XVII., Revista de Historia, La Laguna, 1951, t. XVII, núms. 93-94, pp. 111-118.
12. La Casa de Contrataci6n al Consejo, Sevilla, 23-IX-1608. A. G. 1.. Contratación 5170,
libro 11, fols. 453-456. V~CTOMRO RALS LEZCANOo: p. cit., p. 43. Morales Padrón, en su
obra ya citada E1 comercio canario americano, p. 284, da cuenta de cómo uno de los
negocios principales de estos navíos era la obtenci6n de moneda Canaria y plata ameri-cana.
Pero es indudabie que exisrib rambién un comercio con ios navíos que iiegaban
a los puertos a abastecerse de vinos.
13. Informe de los mercaderes portugueses sobre que a los navíos que iban de
Portugal a Brasil no se les exigía registro y que por tanto no se debía obligar a to-marlo
en las islas. Sin fecha. Acompañado de documentos de 1587. A. G. 1.. Indiferen-te
3.095, núm. 24. Informe del licenciado Palma, juez de registros de Tenenfe, 1957.
A. G. 1.. Indiferente 3.095, núm. 10.
14. La consulta de los vecinos de Tenerife lleva al Consejo a consultar a la Casa de
con harta frecuencia 15. Resulta claro que las garantías que Felipe 11 sc
vio obligado a otorgar a los portugueses para conseguir su sumisión
iban en contra del sistema comercial español y que las islas Canarias
fueron un escenario excepcional donde contemplar los golpes que se le
iban asestando al monopolio sevillano 16.
Las circunstancias examinadas anteriornente fueron desde luego un
acicate para atraer a barcos mercantes a los puertos canarios que faci-litaron
su comercio en genera! l7 y que propició la posibilidad de man-tener
un intenso contrabando que 10s mercaderes sevillanos, respalda-dos
por la Casa de la Contratación, difícilmente podían consentir. El
-r e u i-z -t -r -n A-P - e-z- t- n- z- -n -a -v . í-n -s - , en fin principio en manos de! &hg& &
islas, pasó a la competencia del juez de registros de Indias, lo cual
originó una serie de roces en los que merece la pena detenerse, no tanto
por las cuestiones que :e discuten, cuanto porque tales discusiones
van a aportar una serie de datos sobre la cuantía del tráfico, proceso
de desarrollo y trascendencia que para la vida comercial de las islas
supuso la presencia de este comercio.
Como ya hemos apuntado, en un primer momento la visita de na-víos
portugueses no estaba bajo la competencia del juez de Indias
y, como todo el tráfico de buques extranjeros, quedaba bajo el con-trol
de las autoridades locales. En las Instrucciones que se le dieron al
juez de registros Tomás de Morales, en 1566, aún no se menciona para
nada su posible intervención en los despachos de los navíos de Brasil
y Africa la, pero ya en estas fechas la Casa de la Contratación estaba
la Contratación sobre la cuestión (FRAYCISCMOO RALEPSA DR6N: Cedutario de Canarias,
tomo 11. p. 21) y la respuesta de ésta es totalmente contraria a la realización de dichos
envíos porque al Brasil sólo podían llevarse mercaderias despachadas desde Portugal
y porque la pretensión de los canarios no era conducirlas a Brasil sino a Perú. La Casa
al Consejo, Sevilla, 24-VII-1607. A. G. 1.. Contratación 5.170, lib. 11, fols 275-276.
15. A título de ejemplo citaremos algunos casos que hemos encontrado en los pro-cesos
de Escribania de Cámara del A. G. 1. En 1617 fue procesado Francisco Fernández
Perdejo, maestre del navio Santiago, cuyo capitán y dueño era Guillermo de Puga,
vecino de la Palma, por llevar a Brasil un pasajero flamenco y algunas mercaderias
prohibidas. En 1618 se llevan a cabo unos autos contra Francisco FernAndez, maestre
del navío N. S. de Nazarem, por haber salido del puerto con mercaderías prohibidas
y llevándose preso al guarda mayor Diego de Mesa. En el mismo año. según informe
del juez de registro Alonso de Ciancas, un navio llamado N. S. de la Concepción, cuyo
maestre era Ambrosio de Barrios. que llegó de Oporto para cargar 62 pipas de vino
para el Brasil se marchó sin recibir registro porque había tomado gran cantidad de
mercaderías prohibidas de dos barcos flamenco y holandés que estaban en el puerto.
A. G. I., Escribania de Cámara 948 A.
16. H. V. LIVERMOREP:o rtugal. A shorr history, Edimburg, 1973, p. 91.
17. J0Sk ~ E W A DE AYAM: op. cit., P. 46.
18. Instrucciones al juez de registros de Gran Canarias, El Pardo, 9-X-1566. A. G. I.,
Contrataci6n 5.787.
sobre aviso. En una carta dirigida al Consejo de Indias en 1564, des-pués
de reiterar los inconvenientes que presentaban los navíos que sa-
Iían de Canarias, advierte que por medio del embajador en Lisboa, don
Alonso de Tovar, se habían tenido noticias que de aquella ciudad
salían algunos navíos.. . «y otros de las islas Maderas que van a cargar
en La Palma para ir desde allí a las Indias y desto se siguen tantos in-convenientes
que son de poco provecho las ordenanzas de esta Ca-sa..
.» 19 . El segundo aviso importante que se recibe en el Consejo sobre
el peligro que puede representar el comercio canario-portugués para el
régimen de monopolio, es bastante más directo. El propio juez de re-gistros
de Tenerife advierte cómo desde aquella isla iban navíos a Cabo
Verde con vinos a buscar ecclavos y luego los vendían en las Indias
en lugares donde no podían ser apresados. Apunta la conveniencia de
que estos navíos dieran fianzas «. . . sobre rodo para evirar el paso de
personas prohibidas» 'O.
Es presumible que al año siguiente los jueces de registros empe-zaran
a visitar los navíos de Africa y Brasil, para controlar un tráfico
que comenzaba a ser importante. Por lo menos esta es la noticia que
aporta el juez de Tenerife en 1587 'l. Pero lo que sí es indudable es
que desde 1574 comienzan a realizar estas visitas como diligencia de
oficio ". Por fin, el 2 de agosto de 1575 se dio en Madrid una real
cédula por la que se ordenaba que los barcos que fueran a Cabo Verde,
Brasil y otras partes de Portugal fuesen visitados por los jueces de ie-gistros
de la Contratación, exigiéndose las correspondientes fianzas. Al
mismo tiempo se suprimía la intervención de las justicias ordinarias en
estos despachos 23.
La real cédula de 1575 dio un golpe mortal a los comerciantes
canarios. Las restricciones que continuamente sufrían en el comercio
con las Indias Españolas habían sido, hasta cierto punto, paliadas con
las exportaciones a las colonias portuguesas. Pero esta orden no sólo
venía a despojar a los isleños de la dirección de estas operaciones sino
que podía suponer una seria traba para su normal desenvolvimiento
al cesar las faCi!ida&S que hasta efitofices !as cargadores lUSitanos hz-bían
tenido. En efecto, desde comienzos del siglo XVII, la exportación
19. La Casa al Consejo, Sevilla, 29-1-1564. A. G. I., Contratación 5.167, lib. 111. fo-l
i o ~4 6-47.
20. Informaciones del doctor Mexías, juez oficial de Tenerife, 1568. A. G. I., Indife
rente 3.094.
21. Relación del juez de Tenerife, 8-IV-1587. A. G. I., Indiferente 3.094, núm. 24.
22. I.?fnrm?irii?n de! juez de registros, 1574. A: 13: I:, Indiferente 3.095, núm. 34.
23. Real Cédula a los jueces de Gran Canaria, Tenenfe y La Palma, Madrid. 2-VIII-1575.
Inserta en otra de 11-XI-1601 en la que además se prohibe al gobernador y justicias
ordinarias que se entrometan en dichos registros. Tomada de un traslado hallado
en A. G. I., Escribanía de Cámara 948 A, pieza 2, fol. 10.
de vinos canarios comienza a disminuir hasta el punto de que muchas
viñas fueron abandonadas 24.
Ni que decir tiene que los canarios no se resignaron fácilmente
con esta situación y procuraron estorbar en todo momento la misión
del juez de registros. Los regidores de Tenerife informaron inmediata-xente
los inconvenientes de la intervención de esta nueva autoridad
foránea que embarcaba en los navíos mercancías prohibidas. Consiguie-ron
que en algún momento se derogara la nueva orden, pero sólo por
cortos períodos de tiempo 25. En adelante se impuso el criterio de que
los navíos de Brasil y Africa pasaran a ser de la jurisdicción del juez
de Indias. En realidad las protestas de las islas carecían de una base
sólida y dejaban traslucir su afán por escapar de alguna forma al mono-polio
sevillano con las Indias.
Desde luego, continuaron usando de todos los ardides que pudieron
2 para seguir interviniendo en las visitas. En ocasiones el cabildo se
reunía y hacía unas 9rdenanzas en las que prohibían la venta de pro-ductos
como miel, iordobanes y otras pequeñeces, con lo cual entraban -I
en todos los navíos apoyando siempre a los extranjeros que había en el
puertoz6. Otras veces insistían en que los barcos aunque fueran des- E
pachados por el juez de registros deberían pedir licencias al alcaide de 2
E
la fortaleza, como siempre se había hecho Peticiones de esta índole
llegan insistentemente al Consejo no sólo desde el Cabildo de Tenerife, 3
sino desde Gran Canaria y La Palma apoyados por todas las autorida-des
locales. La realidad de todo ello era la connivencia de estos Cabil- 0m
E
dos y las autoridades locales, en muchas ocasiones, con comerciantes y
testaferros de grandes firmas mercantiles. Su negocio más lucrativo con-sistía
en enviar al Brasil navíos sin registros donde podían embarcar
cómodamente pasajeros prohibidos y sobre todo mercancías de Francia
y Flandes parte de las cuales iban destinados al Perú 28.
A principios del siglo XVII, las autoridades isleñas lo tenían todo
definitivamente perdido. El Consejo se había inclinado abiertamente a
favor de la Casa de la Cotratación y contestaba a las peticiones de las
islas en estos términos: «Lo pedido por parte de la isla de la Palma
y de1 tesorero Francisco liodríguez de Victoria cerca de io dispuesto
24. El obispo y dean de las islas protestan en 1616 porque la disminución de la ex-portación
de vinos había perjudicado a la renta de los diezmos. Expediente sobre los
diezmos, 1616-18. A. G. I., Indiferente 3.096, núm. 11.
25. Real Cédula a los jueces de Canarias ordenando que los jueces de Contratación
sólo visitasen los navíos que iban a Indias. San Lorenzo, 9-IX-1586. A. G. I., Indife-rente
3.096, núm. 18.
26. Relación del juez de Tenerife, 9-IV-1587. A. G. I., Indiferente 3.095, núm. 24.
27. Peticiones de la isla de Tenerife, 17-V-1596. A. G. I., Indiferente 3.095.
28. Carta del licenciado Juan Maldonado de Paz, juez oficial de la isla de La Palma,
9-XI-1601. A. G. I., Indiferente 3.096. núm. 26.
por la cédula del 2 de agosto de 1575 no se guarde ni cumpla con los
navíos que salieran de la dicha isla para Cabo Verbe, Guinea o el
Brasil, ora sea cargando en la dicha isla o pasando de paso, igual que
los jueces de la dicha isla y de los de Canarias y Tenerife no se entro-metan
en hacer registros en los navíos que se despacharen para la Co-rona
de Portugal sino solamente en los que se despacharen a las Indias,
no ha lugar y se les deniega. Y mandase guardar la dicha cédula en
todo y por todo según y como en ella se contiene» ".
A partir de entonces, por parte de los organismos oficiales no vuel-ve
a haber más dudas con respecto al asunto de competencia en los
navíos portugueses, pero en la realidad esta competencia e intromisio-nes
del Cabildo, gobernador y otras autoridades de la isla en los re-oiqtrnq
& P S ~QSn lvf~SPlf ~ ~ f i t i fyi ~&z2f izS s~ pcfitg cu!minante en a------
la segunda década de la centuria, siendo juez de registros el licenciado
Alonso de Ciancas 30. El Cabildo de Tenerife lo acusó de cobrar a cada
navío portugués ocho y diez reales por cada pipa de vino que cargaban
y que tal medida iba en menoscabo del tráfico, lo cual originó un largo
proce:o. Pero este personaje, con bastante experiencia en resolver ren-cillas
con las autoridades locales 31, envió un magnífico informe al Con-sejo
en el que además de demostrar su inocencia '' ofrece una visión de
conjunto de las particularidades de dicho tráfico y la necesidad de que
sus registros fueran competencia del juez de la Casa.
Se basa para apoyar esta afirmación en los puntos siguientes:
l." Que la finalidad de los registros que se hacían a los navíos
de Brasil, era evitar fraudes y llevar cuenta de los pasajeros que iban
en ellos con objeto de que no pasaran personas prohibidas. Y si no se
hicieran pasarían cada día «millares de portugueses y extranjeros y ade-más
muchos clérigos, frailes, mujeres y delincuentes».
2." Que las rentas de almojarifazgo que las islas recibían por este
concepto eran las más altas que la Real Hacienda tenía en ellas, y caso
de no haber registros en el juzgado de Indias, el arrendador tenía la
posibilidad de defraudar lo que quisiera ya que el cargo de almojarifes
29. Contestación del Consejo de Indias a las peticiones de las islas. A. G. 1.. ibidem.
30. El licenciado Ciancas sirvió el cargo catorce arios. Desde el 31 de mayo de 1617
en que tomó posesión hasta el 21 de junio de 1631 en que cesó. A. G. 1.. Escriba-nía
944 A.
31. Concretamente nos referimos a los años en que fue teniente del gobernador de
Puerto Rico, Gabriel de Rojas Páramo, en los que fue protagonista de serios altercados
con las autoridades de la Audiencia. Vdase ENRIOUETVAI LA VILAR: Historia de Puerto
Rico, 1600-1650, Sevilla, 1964, pp. 62-63.
32. Demostraba que los derechos que cobraba estaban permitidos por una c6dula
de Felipe 11 en la que se ordenaba que por los traslados que el juez de registros tenia
que realizar desde La Laguna, donde residía hasta Garachico o Santa Cruz debía llevar
dos ducados de salario fuera de los derechos de autos y visitas y que eso era lo único
que había cobrado. Informe de Alonso de Ciancas. Tenerife. 26-111-1618. A. G. I., Es-cribanía
948 A.
estaban en manos de regidores o parientes de ellos. Con el registro se
cortaba esta posibilidad porque uno de los requisitos a cumplir en él
era la cuenta que daba el almojarife de las pipas que se habían car-gado
33.
3." Que con los registros se evitaba que los navíos del Brasil car-garan
paños o lienzos de navíos ingleses, franceses y holandeses que
con frecuencia acudían al puerto.
4." Que también se evitaba la posibilidad que comerciaran direc-tamente
con Brasil los judíos holandeses que tenían correspondencia
en Lisboa, Oporto, Viana y Avero porque se tomaba razón de donde
salía el navío y a donde iban.
5." Que estos registros eran la única seguridad que los mercade-res
tenían de que sus mercancías llegarían a su destino, ya que los
maestres debían depositar una fianza de 5.000 ducados, y la única
forma de que no se cometieran fraudes con los derechos de entrada en I E Pernambuco y Bahía donde debían pagar 35 reales por cada pipa de ;
vino. n -
6." Que si no se efectuaba este control se corría el riesgo de tin
intenso contrabando basado en el azúcar de Brasil ya que las islas eran
una zona de más bajos precios que Lisboa y, por tanto, los navíos
extranjeros que acudían en busca de vinos y azúcares no acudirían a
Lisboa, sino a las islas que se verían abarrotadas de azúcar de Brasil 34.
Con este informe en el que Ciancas intenta hacer una defensa de
los registros ante las autoridades españolas y portuguesas demostrando
su eficacia para la salvaguardia de los derechos reales, está poniendo de
manifiesto como tales registros resultaban una traba para el desenvol-vimiento
del tráfico mercanti1 isIeño que se veía inevitablemente cons-treñido
al sistema monopolista impuesto por Sevilla. Es, pues, lógica la
continua protesta contra unas diligencias que suponían un riguroso
control estatal.
La contestación al informe de Ciancas no se hace esperar. Al año
siguiente, en 1619, el regente de Canarias hace un débil alegato en
contra de los registros porque se ve obligado a admitir la posibilidad
de introducción de pasajeros prohibidos tanto en los navíos de Brasil
como en los de esclavos. Su única defensa estribó en la inutilidad del
registro, ya que tanto unos como otros se deshacían de ellos en cuanto
33. En efecto: en todos los registros examinados para este trabajo la última dili-gencia
llevada a cabo era la declaraciún del almoxarife de las pipas cargadas y CO-
'oradas por 8:. En =anta a la a!Usi& q e ce hace sobre que lz renta .e! almoxarifazgo
estaba en manos de regidores podemos aportar que en 1618 era almoxarife de Ia isla
de Tenerife un tal Luis Lorenzo, regidor. A. G. 1.. ibídem.
34. Informe de Alonso de Ciancas, Tenenfe, 26-111-1618. A. G. I.,E scribanía 948 A.
salían del puerto *. En realidad esta diatriba continuó durante más de
un siglo, y aunque el comercio siguió siendo intenso, las trabas sólo
desaparecieron cuando el mercado brasileño había dejado de tener in-terés.
Los vinos canarios frieron eliminados de la ruta del Brasil por el
nuevo gravamen de1 26 por 100 a la llegada a su destino que se había
fijado en 1630 por el Consejo de Portugal; por la revolución de 1640
y definitivamente en 1649 por la creación de la Compañía General de
Comercio de Brasil ".
Navíos DEL BRASIL Y NAVÍOS NEGREROS
El tráfico de navíos portugueses con base en las islas Canarias
puede dividirse en dos grandes rutas comerciales que tenían fines y
caracteristicas diferentes: jos navíos que iban a Brasil con vinos para
abastecimiento de aquellas colonias y, como último fin, para conse-guir
plata peruana, y los pequeños buques que partían en busca de
esclavos a las costas africanas para transportarlos posteriormente a las
Indias. Son escacos los registros que de los primeros hemos consegui-do
examinar, pero si bien es muy corto el número para poder hacer
generalizaciones -sólo seis registros completos y algunos datos suel-tos-
sus noticias son tan precisas que nos parece interesante ofrecerlas
como muestra de un tráfico cuyo volumen será casi imposible de cuan-tificar.
Para mayor comprensión ofrecemos un cuadro de ellos.
Eran navíos de un porte que oscilaban entre las 80 y la$ 150 to-neladas,
fletados por comerciantes portugueses con agentes en Bahía
y Pernambuco. Tomaban un número indeterminado de pipas de vino
en Canarias (en el caso que estudiamos en Tenerife) por medio de
agentes que se encargaban de realizar el embarque. Por dar algunos
números concretos diremos que en los cuatro primeros meses de 1651
se cargaron en Tenerife en cuatro navíos que fueron a Pernambuco,
Bahía y Río de Janeiro, 608 pipas de vinos que supusieron un total
de 334 toneladas y media. Es decir, más de la mitad de la cantidad
permi~iáa anuaimenre a las Indias casteiianas.
Algunas veces estos navíos llegaban de Portugal con algunas mer-caderías,
sedas, ropas y algunos comestibles, planchas de cobre, etc. '",
35. Informes del regente de Canarias. licenciado MelcHor Caldera Freile, 20-V-1619.
A. G. I., Escribanía 48 A.
36. A. CIORANE~o~pU. c:i t., p. 47. De todas formas la preocupación por este tráfico
continuaba en los altos organismos estatales y se refleja en la dociim~ntsriím, aun
después de la revolucidn de Portugal. V6ase FRANCISCMOO RALEPSA DR~N:C edulario de
Canarias, Las Palmas, 1970, t. 11, pp. 21, 26, 80, 82.
37. Concretamente los navfos San Juan Bautista, N. S. del Carmen y N. S. de Guía
llevaban cantidades sin especificar de estos y otros productos. Véase cuadro adjunto.
Haring, en su clásica obra El cofnercio y la navegacidn entre España y las Indias en
CUADRO NUM. 1
REGISTROS DE NAVIOS PORTUGUESES EN TENERIFE EN 1621
(Escribanía 948 B)
Tone- Fecha Puerto Nombre del navio Muestre Den'ino ladas 1.- 1620 Navío N. S. del Li- bramiento Salvador Gonzála Pernamk)uco - 181 2.- 1620 Navío N. S. de la Peña de Francia Manuel Vicente Pernamt>uco 80 3.-30-1-1621 Santa Cruz Navío N. S. del Valle Manuel Alvarez Pernamhco 150 225 4.- 7-1-1621 Garachico Fragata La Veracruz Domingo López Santiago de Cuba - 5.- 7-2-1621 Santa Cruz Navío N. S. del Valle Antonio de Castro Santiago de Cuba 45 6.- 9-2-1621 Santa Cruz Na"ío San Antonio Damián Bravo S. Pablo de Loanda 80 176 7.- 8-3-1621 Santa Cruz Carab. N. S. Rosario Vicente Fernández Ríos de Guinea 50 8.- 3-4-1621 Santa Cm:z Navío S. Juan Bau- Bahía 120 tista Eco. Martínez Cejas 9.-13-4-1621 Santa Cru:~ Navío N. S. del Car. Bahía 80 men Antonio Gómcz de Boda 149 10.-;!4-4-1621 Garachicot N. S. de Guía Francisco Antúnez Río de Janeiro - 132 pero en muchas ocasiones la carga compIeta se hacía en Canarias, Ile-gándose
a embarcar más de 100 toneladas de vino 38 y a veces cierta
cantidad de brea.
Generalmente la carga de estos barcos estaba repartida entre varios
propietarios y son también varios los agentes que actúan en Tenerife.
Nos parece interesante destacar algunos de estos últimos que aparecen
sistemáticamente en toda la documentación que hemos manejado. El
primero y creemos que el más importante es Tomás Perera de Castro.
Mercader portugués de origen judío, cuyos padres se establecieron en
Holanda 39, es deecrito por un comisario de la inquisición canaria como
«alto de cuerpo, algo ajibado, Ia barba larnpiña ya entrecano.. . D 40. Ha-bía
llegado a la isla en 1612 y llegó a ser alcaide del castillo de Sari
Juan en i554 ".
Llevó con él varios cozpatriotas que colaboraban en sus negocios,
todos de origen judío, entre ellos su hermano Diego Perera, Diego Gó-mez,
Francisco Núñez, cordonero de Lisboa, Diego Fernández, tarn-bién
de Lisboa y un criado, Diego Pérez, todos los cuales aparecen
en las listas de la Inquisición ".
Otro judío portugués que también aparece en estas listas como car-gador
para el Brasil y que se había establecido con una tienda en 1624
es Afitonio Díaz de Mora 43, del que no podemos ofrecer más noticias
por ser su llegada algo más tardía a los años en que fueron hechos los
registros que hemos manejado.
Parece lógico suponer que el comercio con Brasil estuviese en su
totalidad manejado por portugueses dada la nutrida colonia que de
ellos había en las islas. Desde 1618 a 1621, aparece como uno de los
cargadores más destacados un tal Diego González. Sólo sabemos de él
que era mercader portugués y vecino de Tenerife y que mantenía
correspondencia con mercaderes de Oporto.
También como un cargador. destacado en los navíos de Brasil apa-
Ia época de los Habsburgos (París, 1939). pp. 134-135, dice que .los buques con carga-mentos
de seda, paños y lanas obtenidas de las manufacturas británicas, flamencas y
francesas salían de Lisboa y Oporto, vía Brasil, derivando en ocasiones hacia el Rfo
de la Plata tan lejos como le permitiera la navegación. Por tanto esta ruta se convirtid
e.¡ una de las principales para la exportación fraudulenta de metales preciosos. Véase
e;, el cuadro adjunto.
38. Vdanse en el cuadro número 1 los navíos N. S. del Libramiento y N. S. del
V.r illr
39. Informe del licenciado Ciancas, 26-111-1618. A. G. 1.. Escribanía de Cámara 948 A.
4V. c&n.cui r", DONEi; sFailiiiiias poi.i.üg-uesas eii ia bg-üi,dae; siglo nuiix, Eev&<i
de Historia, núms. 93-94, La Laguna, 1951, pp. 111-118.
41. A. CIORIANESCUop: . cit., t. 11, p. 426.
42. SERGIO F. BONET: op. cit.
43. Ibídem.
44. Registro del navío San Juan Bautista, maestre Francisco Martinez Cejas. 5-IV-1621.
Aparece como fiador. A. G. I., Escribanía 948 B.
rece todo un maestre de campo, también de origen lusitano, Cristóbal
de SaIazar, como agente de mercaderes de Lisboa 45 y como exportador
de numerosas pipas de vino por cuenta propia 46. Estos hombres, con
influencia económica y política en las islas -el caso de Perera es clá-
:ice- con fuerte conexiones externas. eran los verdaderos protagonis-tas
e ictermediarios de un comercio que tenía su origen en Oporto o
Lisboa y tcminaba en Pernambuco o Bahía 47.
MAS antiguo que el comercio con Brasil. aunque de menos enver-gadura,
era el de !os navíos que iban a las costas africanas en busca de
esclavos. Robert Ricard deja constancia de esta antigüedad con Ia trans-cripción
de un docurrento -una carta- que Fe remonta a 1559 y
los archivos notariales canarios deben ser celosos guardadores de las
numerosas compañías que estos primeros años se formarían en las islas
nY-g' +ua e! rescate de 10s esc!avos. Pero es a partir de 1580 r'iando este
comercio comienza a detectarse en la documentación oficial. En esa
fecha, Felipe 11 firmó una serie de acuerdos con los rendeiros de las
tres grandes regiones de suministro de esclavos -Cabo Verde y Gui-nea,
Santo Tomé v Angola- para que importaran mano de obra a las
Indias españolas. En estos acuerdos se autorizaba a pasar un número
Jeterminado de esclavos -500 generalmente- a cambio de una par-ticipación
directa de la Corona en e1 negocio; un cuarto de los contratos
de Cabo Verde v Santo Tomé y un tercio del de Angola. En 1593 los
contratadores de Angola consiguieron permiso para introducir 750 es-clavos
en lugar de 500. Una de las cláusulas de los contratos les per-ritía
transportar estos esclavos, en navíos sueltos, fuera de flota, con
tal de que no fueran barcos extranjeros 48.
Ningún lugar más idóneo en estos momentos para encontrar navíos
v hombres dispuestos a realizar esta travesía que las Idas Canarias.
Los navios usados en estas fechas para el transporte de esclavos
eran pequerias embarcaciones mercantes de 40 a 80 toneladas, gene-
- . - . . -.
45. Estos mercaderes eran entre otros Matias de Aiburquerqne, Antonio Tejera y
Luis Méndez Lobo. Registro de la Carabela .<N. S. de la PeRa de Francian. maestre Ma-nuel
Vicente, 4-1-1620, A. G. 1.. Escribanía 948 B.
46. Por ejemplo, en ei navío UN. S. del Libramiento., maestre Salvador González.
de 1620, cargó a su nombre 72 pipas. A. G. I., Escribanía -948 A.
47. Aunque no podamos aportar más que sus nombres. queremos dejar constancia
de alguno de estos comerciantes para ayuda de cualquier investigador sobre el tema.
Aparecen como mercaderes de Oporto: Diego Lbpez Pinto, Juan Cardoso, Pablo Cremas.
Gonzalo y Domingo Fernández, entre otros. Entre los que operaban en Pernambuco
aparece más destacado un tal Andrés de Barrios. Registros de los navíos que van para
Brasil. A. G. I., Escribanía 948 A y B.
48. ROBERTR ICARD: <Acerca de los rescates de los canarios en Guinea., Revista de
Historia, núms. 101-104, La Laguna, 1953. pp. 171-ii3. Véase también CHAWU: op. cit.,
tomo 4, p. 378.
49. ENRIQUETVIAL & VILAR:H ispanoaniérica el comercio de esclavos, Sevilla, 1977,
piginas 24-23.
ralmente de fabricación portuguesa. Las más usadas, el patache, la
urca o la carabela, se encontraban con gran facilidad en las costas is-leñas
50.
A partir de la década de los ochenta, cantidad de barcos aparecen
registrados en Canarias hasta 1595 en que se firma el contrato general
con Gómez Reinel. A partir de este momento el asiento de esclavos
se convierte en un negocio que no puede quedar centrado en las Islas
Canarias. Se ordena que el contratador abra oficinas en Madrid, Se-villa
y Lisboa y que los registros necesariamente fueran hechos en la
Casa de la Contratación aunque la visita al navío pudiera hacerse tam-bién
en Lisboa o Canarias 51. En un primer momento, Sevilla consigue
desplazar a Canarias en el despacho de navíos negreros, pero a partir
de los primeros años del siglo XVTI otra vez el archipielago vuelve a
convertirse en centro de este tráfico con el consiguiente alboroto por
parte del comercio sevillano. La Casa -y por supuesto el Consulado-siempre
más dispuestos a la desconfianza de todo lo que se escapara de
su control, estaban al acecho de cualquier motivo válido para interrum-pir
el tráfico canario en lugar de rendirse a la evidencia que el régimen
de monopolio comenzaba a resquebrajarse. Y, desde luego, el más im-portante
de todos los escollos con el que tropezaron fue con el co-mercio
exlavista. Esta vez les sirvió como disculpa para respaldar sus
protestas el hecho de que los barcos negreros iban a las Indias desde
las Islas Canarias llevando muchos géneros prohibidos y pasajeros
sin licencias y que cuando volvían lo hacían sin registro porque era
co~tumbre que los navíos se vendieran en las Indias, se cargaran de
frutas y sólo regresaran con la escritura de compras2. En efecto, era
bastante usual deshacerse de los navíos portadores de esclavos sobre
todo cuando los maestres decidían fijar su residencia en Indias O cuan-do
tenían probIemas con e1 notario. Tal co~tumbre motivó una orden
de 1625, en la que se advertía a las autoridades indianas que en los
navíos que se despacharan para España de los que hubieran ido de Ca-narias
con esclavos, se obligara al comprador a llevar no sólo la escri-tura
de compra sino también el registro primitivo ".
Es frecuente encontrar el nombre de los rendeiros africanos o de
SUS procuradores así como e1 de algunos banqueros o grandes comer-
50. Ibidem, cap. IV. Sobre los navíos negreros y sus registros tenemos publicado
un pequeño trabajo titulado .Algunos datos sobre la navegación y los navios negreros*.
Historiografia y Bibliografía Americanistas, vol. XVII, núm. 3. Sevilla, 1973.
51. V6ase asiento firmado con Pedro Gómez Reinel. A. G. 1.. Contaduría 261.
52. La Casa de la Contratación al Consejo, Sevilla, 4-IX-1606. A. G. 1.. Contrata-ción.
5.170, lib. 11, fol. 56.
53. So& V E ~ YA L INAJE:N orte de la Contratacidn de las Indias OccidentaIes, edi-ción
de Buenos Aires, 1945, lib. 11, cap. XVII, núm. 33.
ciantes que habían obtenido el privilegio de la importación de algunas
licencias -Bartolomé Spínola, Juan Bautista Rovelasca, Simón de To-var-
54 solicitando permiso para navíos que saldrían de Canarias, pero
resulta mucho más difícil conceguir esos registros completos. Só!o nos
hemos detenido en hacer algunas consideraciones sobre una pequeña
serie que conseguimos examinar, de navíos negreros que se despacha-ron
desde el puerto de Tenerife, el año 1592. Con ellos hemos elabo-rado
un cuadro que si no es demasiado extenso sí puede resultar
indicativo por los valiosos datos que aporta. Resulta obvio por qué
no ofrecemos unas listas más completas de los navíos despachados
desde Canarias en todos estos años. La relación ya fue elaborada en la
obra de los esposos Chaunu, y aunque hayamos podido observar al-gunas
variantes, no son de consideración suficiente como para volver
sobre el tema 55. Sin embargo, sí nos ha parecido conveniente f i j x
nuestra atención sobre esta pequeña lista de registros completos que
si indudablemente no nos sirven para dar detalles precisos ni cifrds
determinadas, sí pueden servirnos para hacer algunas conjeturas y coii-sideraciones
56.
La primera que calta a la vista es la preponderancia, en el año
1592, del puerto de Santa Cruz sobre Garachico y la supremacía abso-luta
de Cartagena como puerto receptor de hombres de color. E1 tone-laje,
salvo en el caso de 10s dos navíos que aparecen con la denomina-ción
de Nuestra Señora del Buen Viaje, es pequeño como es normal
en los navíos usados para este comercio. Por ello, la carga de vino
tenía que ser necesariamente reducida. Los ocho navíos sólo cargan un
total de 426 pipas y media que resultan bastante menguadas compa-radas
con las 608 que llevaron sólo cuatro navíos de los que iban a
Brasil. En este sentido debe tenerse en cuenta que mientras en los
barcos que iban a Brasil el vino era el producto bace, en estos que se
dirigían a las costas africanas sólo era un complemento. Un producto
54. Para todas estas concesiones anteriores a los asientos, véase GEORGE SCALLE:
Lo traite ngriere ai¿x Index Castille, t. 1, París, 1906.
55. La cantidad de navíos negreros que parten de Canarias desde 1582 en adelante
es bastante considerable y puede verse en las listas de la obra de Chaunu (t. 111, pd-ginas
306 SS.). No obstante, la relación es aún mayor porque hemos podido comprobar
cómo algunos de los navíos de los que Chaunu no especifica el puerto de salida. par-tieron
tambi6n de las islas. Citaremos a título de ejemplos dos navíos del año 1586,
los números 107 y 108 (pp. 386-387) y otros dos de 1589, concretamente 10s números 95
y 97 (pp. 432-433) y cuyos nombres son #San Antonio. y .N. S. de la Concepción*. Por
otra parte, en estas listas faltan algunos navíos, como, por ejemplo, el UN. S. del RO-sario~,
maestre Juan Martinez, que en 1585, con 200 esclavos, partió desde Tenerife a
Nueva España vía Guinea o el *N. S. del Buen Viaje», maestre Esteban Franco que par-tió
el mismo año de Canarias (no se especifica el puerto) a tomar de Guinea 150 esclavos
(A. G. i., Conrratación 2.875). De toáas formas es dificii precisar una lista compieta,
ya que no se conservan todos los registros originales.
56. Estos registros, tal como se indica en el cuadro que ofrecemos, se encuentran
en A. G. I., Contratación 2.875.
CUADRO NUM. 2
REGISTRO DE NAVIOS NEGREROS EFECTUADOS EN TENERIFE EN 1592
(Contratación 2875)
Tone- Lioon-
Fecha Puerto Nombre del navío Nombre del maestve ladas cias Ruta 1.- 9- 2.1592 Santa Cruz N. S. del Rosario Gaspar Díaz 60 130 Angola-Cartagena 2.- 9- 2-1592 Santa Cruz N. S. Nazaret Mata Ferrera 60 140 Guinea-Cartagena 3.-19- 2.1592 Santa Cruz San Antonio Duarte León 50 77 Guinea-Cartagena 4.- 1- 3.1592 Garachico N. S. Concepción Manuel Núñez 70 110 Angola-Cartagena 5.- 8- 4-1592 Santa Cruz N. S. Buen Viaje Fernán Suárez 100 130 Guinea-Cartagena 6.- 9- 5-1592 Garachico N. S. Buen Viaje Antonio de Madurera 120 180 Guinea-Cartagena 7.-23-11-1592 Santa Cruz N. S. Buen Viaje Luis Gómez 130 150 Angola-Cartagena
8.-11-12-1592 Santa Cruz San Antonio Ruiz Díaz de Aragón 100 100 Angola-Perú más de los muchos que se llevaban para e1 trueque de los esclavos.
Puede observarse cómo en estos mismos navíos llegan a cargarse tam-bién
en las islas 198 quintales de brea, materia muy cotizada en Africa.
Además, la mayoría de ellos llevaban también en sus bodegas géneros
adquiridos en Portugal y que resultaban ya típicos e imprescindibles
para el trueque: cordobanes, telas de seda y algodón, calzado y vestud-rio
de todo tipo eran 10s más usuales.
Pocas noticias existen sobre las personas encargadas de este comer-cio
en las islas. Sólo un nombre nos parece interesante resaltar: Alfon-so
Mape!os, mercader de Tenerife, que aparece como fiador de los
navíos Nuestra Señora de Nazaret y Nuestra Señora del Buen Viaje.
Nada más arrojan los registros sobre la participación isleña en estas
embarcaciones. Podemos saber la nacionalidad del maestre o la tripula-
. , c;ofi -generalmcil:c porydgUesa-, peru nada & la y cdsi se-gura
participación de comerciantes canarios en este tráfico cuya más
llamativa circunstancia puede ser Ia participación en cada cargazón de
numerosos y pequeños accionistas. Es necesario volver a remitir a los
archivos notariales que son los únicos que podrán arrojar luz sobre
ello. Y con esta insistencia no hacemos más que cumplir uno de los
propósitos de esta comunicación: llamar la atención sobre la necesidad
de la ~ o r s ~ i ldt ae esos archivos si se quiere conocer algo más sobre un
comercio que hasta la revolución de Portugal en 1640 fue indudable-mente
el que sostuvo la economía de todo el archipiélago.
INTERVENCIONES:
Leopoldo de la Rosa.
Se muestra conforme con las obse~vaciones del doctor Régulo
Pérez *, a las que añade en relación con la variedad de cultivos
de las islas, que atm a fines del XVIII, funcionaba en Daute
(Tenerife) un ingenio azucarero, en la hacienda de Daute, pro-piedad
de la familia Franchi, que visitó la «Tertulia ilustrada»
en La Laguna, y del que dejó testimonio Viera y Ciavijo en la
«Gaceta de Daate*.
Aclara que Cristóbal de Salazar era natural de Lisboa, de fami-lia
de origen castellano, pero con varias generaciones en Por-tugal.
* Estas obsen-aciones, o intervención, no he entregada por el Dr. Juan Régulo Pérez.