EL CANARIO MESA
Y LA EXPEDICION DE CANDIA
A LA REGION DE AMBAYA
LEANDRO TORMO SAN2
INTRODUCCION
El cronista Pedro Cieza de León nos dice que los espafioles se lanzaron
a !a guerra civil en el Perú «no mirando que la paz es tan excelente e singular
virtud, que, quitada de enmedio, el mundo no podría en alguna manera con-sistir,
ante de todo punto perecería, porque la paz es la que tiene todas las
cosas en un continuo sosiego y tranquilidad, y les da lugar a que crezcan y es
madre y engrendradora de todas las virtudesnl. Así, con estas palabras de
gran actualidad y de necesaria recordación, comienza a narrarnos la guerra
de las Salinas y «algunos descubrimientos y acaecimientos que pasaron en el
reino en aquellos tiempos»2. Relacionado con esa batalla, descubrimientos y
acaecimientos inmediatamente posteriores cstá el personaje, que por creerle
natural de las Canarias traigo al presente coloquio. Lo hago planteando prin-cipalmente
problemas e incógnitas para que entre todos los intentemos escla-recer
a la luz de nuestros conocimientos particulares, y de este modo incre-mentar
el acerbo común de la Historia Canario-Americana.
EL PERSONAJE
De momento lo que se conoce con mayor certeza es su apellido, Mesa;
pero a partir de aquí las fuentes y bibliografia consultada no están de acuer-do
ni con su nombre, móviks de actuaci6n y causa de su muerte.
Para comenzar diré que del tiempo en que tuvo lugar la guerra civil en-
1. Guerra Cwiks de/ Pmi. 1. Guerra & &S SolrM. Publicada en Madrid en la Colección de do-cumentos
inéditos para la Historia de Espaiía (CODOIN E.) tomo LXViií, cap. 1, &. 5.
2 CIEZA: Guma dc l a S d h . Introducci6n, &. 1.
El canario Mesa y 4 expedición de Candia 4
tre Pizarro y Alrnagro se reseñan en ei Diccionario Históriw Biográjco del Perzi,
que formó y redactó Manuel de Mendiburu, dos conquistadores apellidados
Mesa. Del primero leemos lo siguiente:
«MESA, A1onso.- Natural de Canarias. Fue uno de los primeros conquis-tadores:
estuvo en la campaña de Cajamarca, y después de Miguel Estete, aco-metió
al Inca Atahualpa, cuando se le tomó preso a la voz de D. Francisco Pi-zarro.
Tocaron a Mesa 135 marcos de plata y 3.350 pesos de oro en la distri-bución
del tesoro que el Rey había hecho reunir para su rescaten3.
A continuación nos dice Mendiburu que intervino en Ia conquista de
Jauja, se batió con Quizquiz, fue vecino ,del Cuzco, salió en persecución del
Ir?c2 &:i@S &=kqtr e! cerw de! rUzcc9e,n cLrrió a lo, entre- g D
vista de Mala el 'año 1537 y con Valdivia tomó 2 los airnagiistas la sierra de
Huitará durante la guerra de las Salinas. De aquí la nota biográfica pasa a na- $ n
rrarnos su actuación en la batalla de Chupas al lado de Vaca de Castro, la
O prisión y malos tratos que le propició Gonzalo Pizarro al que luego combatió E
en Xaquisahuana, la requisa de su fortuna por Hernzndez Girón y el naufra- 2
E
gio de sus hijos, que por otra fuente sabemos aconteció en las costas de Flo-rida4.
3
A pesar de lo que se acaba de leer no creo que este Alonso Mesa sea de
Canarias porque de él afirma Pedro Pizarro al recordar a sus compañeros de
epopeya que dlonso de Mesa era buen soldado, es vecino del Cuzco, natural
de ole do»^ con lo cual nos hallarnos ante una grave objeción respecto al h-gar
de su nacimiento; ésta aumenta Pedro de La Gasca en s:~e¿'acón al Con-sejo
de Indias escrita el 27 de diciembre de 1547 en Jauja, porque en ella en-contramos
a un Diego Aiday natural de Canarias, pero de Alonso de Mesa
dijo por el contrario:
«natural de Toledo e vecino del Cuzco, que en aquella cibdad alzó bande-ra
por Su Magestad en tiempos del Visorrey, e por ello Gonzalo Pizarro le
quitó los indios e los dio al dotor Tejada, e lo tuvo para ahorcam6.
3. Tomo correspondiente a la letra M, pág. 373.
4. Descripción de lar islar y coy5 de Abiti en el unal de ka Bahama, hecha por e¿ iimciado Esuhnte
Fontmera, en CODOIN A., X, 75.
-5 . -R -~-l-n..r-i -n.. 'n -A -d - -A - -~ - .r. - m . ..b .. r. i ..~ - mct&nu~ict a de las re& del Perú; en B.A.E, CLXVIII: 21 1.
6. PEREZ DE TUDELA, Juan: Documenfar rekatiuos a D a Pedro de la Gascay a G d o Pizn-rro.
Madrid 1964, 11, 337.
Leandro Tormo Sunz
Si por último a estos dos testimonios aliadirnos que Raúl Porras Barre-nechea
en sus notas a la Relación de Diego Tnijillo escribe lo siguiente de
Alonso Mesa:
«Era natural de Toledo y murió en el Cuzco en 1572. Un testamento
suyo hecho en 1542 en favor de su madre doiia Lucia Fernández de Mesa y
en el que se mencionan un hermano clkrigo en la catedral de Toledo y unos
hijos mestizos, ha sido publicado por Bertrand Lee con algunos rasgos biográ-fic0s,,
7.
Con todo eiio nos encontramos ante la necesidad de rechazarlo del pre-sente
estudio por no ser canario: Sin embarp creo que puede fi-par el se-gundo
que el citado Diccionario nos presenta asi:
«MESA, D. Gonzalo.- Natural de Toledo. Nada encontramos que poder
decir acerca de este capitán con anterioridad al año 1538. Ignorarnos en que
época vino al Perú; mas aparece que militó con Hemando Pizarro contra D.
Diego de Almagro, y que después de la batalla de las Salinas, marchó con Pe-dro
Candia a descubrir nuevos paises hacia los Mojos. Mesa abrigaba un vivo
resentimiento por creerse desatendido o mal recompensado; y así cuando las
desgracias y motines forzaron a Candia a regresarse saliendo por el Collado,
Mesa y otros proyectaron una defección cuyo principal objeto era matar a
Hemando. Serviales de pretexto y apoyo la idea de salvar la vida a D. Diego
de Almagro cuya ejecución ignoraban al retirarse de la montaña. Con el fin de
hacer sin peligro el cruel sacrificio de Almagro, había Hemando Pizarro envia-do
varias expediciones a participar la reducción de remotos y desconocidos te-rritorios:
una de ellas la que encomendó al capitán Candia. La fuerza vencedo-ra
le era azorosa y le tenia en inquietud, existiendo en ella hombres turbulen-tos
y de codicia insaciable, a los cuales era urgente alejar. Por cartas y avisos
imprudentes se supo en el Cuzco el plan de rebelión que llegó a conocimiento
de Pizarro; quien se puso en marcha y llegó al punto en que aquella fuerza es-taba.
En cuanto habló a los soldados y les hizo promesas ventajosas en una ex-ploraci6n
sobre Carabaya, procedió a la prisión de Candía, Mesa, Villagrán y
otros. Entonces Mesa lo declaró todo, afirmando ser el único autor del
proyecto, y dando a los demás por inocentes. Hernando Pizarro hizo degollar
al capitán Gonzalo Mesa, separó a Candía y encomendó dicha fuerza y la ex-pedición
de Car;lbayl a D Pedro Anscres & &=y^ ?p&n&!!8
7. TRUJILLO, Diego de: ReLnón del descubrimiento delRemo del Perrí. Sevilla 1948, pág. 95.
8. MENDIBURU: Dim'mrio HLctónin 3igr.F~d eLPerci. Letra M, págs. 375-376.
El canati0 Mesay &a expedición de Can&
SU LUGAR DE NACIMIENTO
Las bases de mi creencia son por un lado sostener que el error de Men-diburu
respecto al lugar del nacimiento de Alonso Mesa obedece a unas im-precisiones
de sus fuentes que le hicieron equivocarse cambiándolo por el de
nuestro personaje, y por otro la existencia de un cronista que asi lo afirma
sin contradicción hasta el momento de los demás historiadores de Indias, ni
de la documentación consultada. El criterio historiográfico por el que se
basó Mendibum lo encontramos en estas palabras suyas:
«El cronista Herrera incurre en mucho error cuando tratando de hechos
3- P ---t -. I r - . . 1-. . - 2 L --.- .A l . ..- ..A- 1 :>- - P---:l.-- uc uunzau ~vicssli,u s aLriuuye a niunsu: por CSLU iic~riuss cguiuu ii vaicirasu
sin dejar en otras cosas de servirnos de los datos de Antonio ~ e r r e r m ~ .
Esa decantación por su paisano el Inca es lo que hizo a Mendibum no
ver que ambos cronistas pueden estar equivocados. Ambos historiadores se
refieren a un mismo capitán Hernando Pizarro, al que uno llama Alonso y
por tanto confunde con el compañero de Francisco Pizarro que intervino en
el apresamiento de Atahualpa, y el otro lo confunde t ~ b i é pne ro con un al-magrista
muerto en la batalla de las Salinas. Por el momento carecemos de
suficientes datos para dictaminar si hubo dos Alonsos o dos Gonzalos Mesa
en la batalla de las Salinas. También es posible que Diego Almagro el Mozo
al hacer la lista de los compañeros de su padre muertos en la guerra de las
Salinas incluyese a este pizarrista ahorcado por Hemando Pizarro acusado de
haber intentado sacar de la cárcel y librar del suplicio al Adelantado Alma-grolO,
en cuyo caso la razón estaría de parte de Garcilaso, nuestro hombre se
habrfa llamado Gonzalo, pero ello no invalidaria el lugar de su nacimiento ya
que referiéndose a él, aunque fuese con el equivocado nombre de Alonso,
nos lo dice por tres veces Antonio de Herrera. Por el momento él es la única
fuente que io hace naturai dei archipiéiago canario y de éi io romó Mendbu-m
para atribuir ese origen equivocadamente al otro Alonso de Mesa, el tole-dano.
Sobre su nacimiento en Canarias no existe contradicción como respecto
a su nombre, pues ninguna de las demás fuentes indica el lugar, ni incluso
Cieza de León al que sigue casi literalmente Herrera, como podemos com-probar
en estos tres parajes que ponemos a doble columna:
9. MENDIBURU: Diccionan'o. Letra M, pág. 375.
CIEZA
«...nombró por sus capitanes a
Francisco de Villagran, e a Antonio de
Quifíones, e a D. Martin de Solier, e a
Francisco, su hermano, e por su Maes-tre
de campo iba Juan Quijada, e capi-tán
de ballesteros e arcabuceros un
Alonso de Mesa; de los de Chile iban
desterrados...))
(Cap. LXV).
HERRERA
«...nombró por Capitanes a Fran-cisco
de Villagran, Alonso de Quico-nes,
a don Martin de Solier y a don
Francisco, su hermano, y a Juan de
Quixada por Maese de Campo y a
. Alonso de Mesa, natural de Canaria
por Capitán de arcabuceros y balleste-ros;
y porque Hemando Pizarro ... »
(Dec. VI, lib. IV, cap. VII).
Ln -&irti &frrpn& es _A_ntsQ~ii~ñn nes p Alonso de Quifiones y
que Cieza no dice que fuese de Canarias Mesa, y eso se vuelve a repetir en
estos lugares:
«E Dios nuestro Sefiot.. fue ser-vido
de les deparar un camino que en
breve tiempo salieron de aquella mon-taña,
sin que ningún espaí'iol muriese
ni tuviese otro riesgo que ciertos caba-llos
que se despenaron. E salieron a
unos pueblos que estan junto al Collao,
que eran de un Lucas Martin e Pedro
de Mesa.
(Cap. LXVII).
«...en breves dias salieron de
aquellos grandes trabajos, habiendolos
padecidos tres meses, sin muerte de
ningún castellano, que fue cosa mila-grosa
y al cabo salieron al Collao, a
ciertos pueblos que eran del Capitán
Alonso de Mesa, e/ canario que iba affi, y
de Lucas Martin, de lo cual recibieron
notable contento.
(Dec. VI, lib. IV, cap. VIII).
Aqui la diferencia está en el nombre del encomendero, pero Herrera
reafirma que el capitán Mesa que iba con la expedición de Candia era cana-rio.
Y por- tercera vez lo &rma en el cap. 11, lib. V de la misma década VI
con estas palabras entre paréntesis que tampoco puso en su texto Cieza:
«... en justiciando a Mesa (que, como se dixo, era natural de Canarias))).
La insistencia en la canaridad de Mesa nos permite suponer que Herre-ra
pudo disponer de alguna fuente de información complementaria que no
consultó Cieza.
10. Amsacaón conha D. Francisco pizlrffo a S. M. por Don Digo de Almagro. (CODOIN A, XX,
304 y 364) y &mitopresenfadopmJ~m Rodrz&a Barragán. (CODOIN A, XX, 437).
55
El canario Mesa y la expedinón de Cada
SUS CARACTERISTICAS
Alonso de Borregán dice de él que era ((mulato, capitán de artillerfa»ll.
Pedro Pizarro repite estas caracterfsticas ampliándolas asi: «Mesa mulato que
llevaba el Candía por maese de campo, valiente hombre que Hernando Piza-rro
habfa trafdo por capitán de artillerfa de unos tirillos que trajo a las Sali-nas
»12. No fue maese de campo de Candía pero si capitán valiente como apa-rece
en la documentación coetánea y en los cronistas. Asf en la Relan'ón de
sucesos del Perú mn motivo de las luchas de los Pkrros y los Almagros escrita en
1548 se dice «que era de color negro, hombre muy honrado que había veni-do
con Hemando Pizarro y era capitán'del artilleria y hizo10 aquel día muy
bien con su artillerfa»13. Para Agustín de Zárate &abfa sido capitán de la ar-tillerfa
del ~ a r ~ u é sy» selg~ún Fernández de Oviedo de su hermano Hernan-de
J era «de color loro»15.
LA EXPEDICION DE CANDIA
La expedición de la que formó parte el capitán Mesa fue la primera que
se lanzó a explorar las llanuras de Mojos. La mandaba el griego Pedro de
Candía, personaje de fábula, uno de los Trece de lafamta, de los que dio el
paso adelante en la isla del Gallo, cuando Francisco Pizarro trazó con la
punta de su espada la célebre raya. Desembarcado en Turnbez se ofreció para
ir solo hasta su fortaleza vestido con «una cota de malla que le llegaba a la
rodilla y una celada de hierro», una rodela y una cruz de palo. Llegado a ella
*los indios atemorizados le lanzaron un tigre y un puma. (Aquellos fieros ani-males
-nos dice Garcilaso- viendo al cristiano y la señal de la cm, que es lo
más cierto, se fueron a él perdida la fiereza natural que tenían, y como si fue-ran
dos perros que él hubiera criado, le halagaron y se echaron a sus pies»16.
Pasaje este que recoge Calderón y lo escenifica en su Aurora en Copmabana.
Hecho que repetirían sin ia cota de maiia los soidados que después se den-
11 . Croíim de ia mqui~tad el Pení. Ed. de LOREDO, Rafael, Sevilla 1948, págs. 43 y 5 1.
12. Re&&, en B.A.E., CLXVüI, 220.
13. LEVILLIER, Roberto: Gobernantes de/Pmi. Madrid 1921, 11, 405.
14. Historia deidescubn'rm'mtoy anzq~istad e laprmima delPení, en B.A.E., XXVI, 492.
15. FERNANDFZ DE OVIEDO, Godo: HLrfonk Generaly Nahral de Indias, B.A.E.,
Cíuíi, 201.
16. INCA GNCILASO DE LA VEGA: Comenfarim Reales de los Incas, B.A.E., CXXXN,
31.
9 Leandro Tormo Sanz
traron en los llanos del Marnoré ante el asombro de los indios mojeños que
tenian al tigre por tabút7.
En el origen de esta expedición, como en la mayoría de las que se lan-zaron
a develar los misterios de la hoya amazónica está el mito dorado. Cieza
de León nos lo presenta de este modo:
«Era vecino de esta ciudad del Cuzco un Pedro de Candía, riquísimo por-que
tenia en dineros cien mil ducados, e, para los gastar e quedarse sin nada,
no fue menester más ocasión de hacerle entender una india de su servicio, con
quien era fama tenia conversación, que pasada la cordillera de los Andes daría
en una tierra muy poblada, riquísima e proveida de muchos mantenimientos e
ganados, e de las otras cosas que para sustentar la humana vida son necesarias; m
D e como Pedro de Candía tuvo aquella noticia, creyendo ciertamente que era
E
cierto lo cpe la india le decía, no se acordando que en descubrimiento nunca
O
dicen verdad ni dejan de mentir, e son sus dichos parte para que se pierdan n--
muchos capitanes e gente, como se han perdido en estas partes, habló a Her- m
O
E
nando Pizarro para que le quisiese dar la conquista de la tierra, que según de- E
2 cía se llamaba Ambaya y nombrarlo por capitán, pues a 61 no le faltaba aparejo E
de moneda para gastar con los soldados que con 61 quisiesen in,I8.
-
7
La tierra de Ambaya, según Jiménez de la Espada, «pertenece a la geo- O-grafía
mitológica del Perh y era una región al igual que la de Parime, Pai- m
E
Titi, Icaiungas o el Dorado «de iímites tan fijos como el contorno de una O
nube en día de viento»19. Sin embargo ese vaporoso pafs no era un simple n
producto de imaginación o un embuste intencionado. En el origen de los mi- £
tos áureos americanos casi siempre se h tenido en cuenta la intencionaiidad a
indígena, bien como venganza de ofensas recibidas por parte de los españo- n
n
les, o simplemente como un medio para alejar de si unos posibles huéspedes
más o menos molestos, infravalorando su veracidad. La india con la que 3
O
Candfa tenia conversación, no creo que le engailase, ni que pretendiese ale-jarlo
de sí con el relato del mito de Ambaya. Lo que sucedió en este caso
como en el de Ponce de León y la Fuente de Bimini es que a la imaginación -
de! informador se añadió de inmediato la fantasía del informado creándose
en seguida unos mitos nuevos, mestizos, de dificil realización por la grave di-ficultad
que existía en la traducción de elementos culturales distintos. Asf
17. En la expedici6n de Cota Apilar lo hizo el solda- Leyba.
18. CIEZA: Guerra de lar Salina, cap. LXV, 333.
19. Rel~cionesG eogr@s del Peni, B.A.E., CLXXXV, 170.
E/ c b o Mesa y la expedición de Candia 1 0
por ejemplo en este caso para la india había camino hasta llegar a los riqufsi-mos
valles de la coca, pero un camino de indio chuncho, que trepaba por
medio de bejucos para salvar los farailones de piedra cortada yendo incluso
cargado con fardo de yerba; los españoles creían que todos los caminos eran
como las carreteras de los Incas, y aunque bajaron y subieron sus caballos
atados con limas nunca pudieron creer que por allí donde andaban era una
verdadera vía de acceso a los llanos amazónicos, sino un embuste indígena.
Pero además del mito y la fantasía, las ansias de riqueza o de aventura,
la atracción de lo desconocido o la inquietud científica hay un segundo gru-po
de motivos de otro tipo que concurrieron en este caso con los anteriores.
El mismo Cieza nos dice que:
uHemando Pizarro, como otra cosa no desease que ver fuera de la ciudad
del Cuzco tantos espafioles como en ella estaban, porque había más de mil e
seiscientos, le respondió que era contento; e por virtud del poder que del go-bernador,
su hermano, tenía, le dio comisi6n, para que como su capitán, pu-diese
descubrir aquello que decimZ0.
Los almagristas llegaron a considerar aviesa la intenciíín de Hernando
al hacer esta concesión, y una vez conocido el desastroso fin que tuvo lo que
pudiésemos llamar la segunda parte de esta expedición o sea su continuación
al mando de Peransúrez, hicieron constar en su causa criminal lo siguiente:
(&en le acusamos del destierro que hizo a los cristianos fidelisimos vasa-
110s de westra Mag., robados y heridos, e de las fuerzas que en echallos de la
tierra les hizo porque no hubiese quien testificase sus culpas y los servicios del
dicho Adelantado, a los cuales mataron los indios mucha parte, como iban de-sarmados
y solos, y la otra parte de los que quedaron murió en ia jomada que
forzosamente les hizo hacer con Pedro Anniles y Candía, de la cual jornada
asi misme !e acrinxmos y de! ~ ~ e h rmt zmi ~en itnoo hediencia y desacato de !as
cédulas e provisiones reales de vuestra Mag., en que le mandaban que so pena
de cincuenta mil ducados, que no poblase, ni se entremetiese por sí, ni sus ca-pitanes
en la gobernación del dicho Adelantado. en la cual pena incurrióa2'.
Y en su defensa el propio Hernando Pizarro declaró que «no hubo des-
20. Guerra de lar Salinas, cap. LXV, 333.
21. MEDINA, J. T.: Colección de d~~~lrnenitnoésd itspara la Historia de Chile. Santiago de Chile
1889, (CODOIN CH) V, 403.
11 Leandro Tormo Sanz
terrados sino fue despachados capitanes para ir a descubrir la tierra adentro
y porque habia robos, mandó pregón que todos fuesen en las armadas, o que
el que fuese oficial usase su oficio, y los que no quisiesen que saliesen de los
términos de la ciudad del Cuzco, y que este mando fue general a los unos y a
los otros, porque de otra manera este confesante no se podía valer con la
gente por estar mal acostumbrados de la suelta que don Diego de Almagro
daba para robamZ2.
Aunque Hernando cargue la culpa sobre su vfctima implícitamente re-conoce
que sus huestes también ten& suelta, .es decir estaban indisciplinadas
y se daban a robar. Ante estos orígenes o causas de la expedición cabe pre-guntarnos
por cual de estos motivos se enroló Mesa en la de Candía: ?Fue
tras ei mito voluntariamente iiusionado?, o por ei contrario, &abfa sido en-viado
a una especie de forzoso destierro más o menos disimulado? Las fuen-tes
según procedan de uno u otro de los bandos contrincantes nos dan argu-mentos
para sostener cualquiera de estas dos posiciones. Para los pizarristas
era la búsqueda de la fama, el espiritu de servicio al rey, el ejemplo de los
compaiieros del viejo Francisco Pizarro, lo que le movió, pues Caridía que lo
era «sacó ochenta y cinco mil pesos de oro e comenzó a gastar y hacer gente,
e dio voluntad a muchos nobles mancebos de ir aquella jornada, mirando
que, pues Candfa, siendo tan rico e teniendo tantos indios, lo gastaba e no lo
tenia en nada para en comparación de lo que podía haber, y ellos no tenien-do
que gastar ni aventurar más del tiempo que en ello se gastase, que. era
cordura salir del Cuzco a buscar tierra rica donde tuviesen descanso, e para
sus aderezos eran de Candía favorecidos e ayudados, e no solamente gastó
con ellos lo que decimos que tenia, mas se adeudó en otro tanto»23.
El 1nca Garcilaso nos dice concretamente frente a esas generalizaciones
de Cieza:
«Mesa, aunque habia servido a Hernando Pizarro de capitán de artillería,
que& como otros muchos muy dadefiado de él, así porque no le había grati-ficado
como porque lo habia enviado a la conquista debajo de la bandera del
capitán Pedro de ~ a n d i a » ~ ~ .
Según este texto Mesa no fue con Candía por propia voluntad sino que
22. MEDINA, CODOIN CH, V. 437
23. CIEZA: Gmva de las Sulz'nus, cap. LXV, 334.
24. INCA GARCILASO: Conrmun'os Rurlcs, B.A.E., CXXXN, 165.
El canario Mesa y la expedihin de Candia 12
!o envió a ella Pizarro, y en una Información hecha por Almagro contra
Hernando el 20 de abril de 1537 se pide en la quinta pregunta a los testigos
«si saben que, maltrató a muchas personas, especialmente a Mesa e a Nava-r
r o ~A~ho~ra. b ien no podemos precisar si el Mesa al que se refiere esta acu-sación
es nuestro canario capitán de artilleria o el Gonzalo Mesa que, como
se ha dicho, el hijo de Almagro reseñó entre sus partidarios muertos en la
batalla de las o el almagrista Pedro Mesa que también fue enviado
con Candía.
ETAPAS DE LA EXPEDICION
En la expedición de Candía a la tierra de Ambaya, que Garcilaso Identi-fica
con la de los ~ u s s o lslam~ a~do s posteriormente Moxos, podemos ver
como tres partes o etapas. La primera desde su salida del Cuzco hasta que
Hernando Pizarro le quita el mando a Candía para entregárselo a Pedro An-zures.
La segunda a las órdenes de este último se adentra en el llano arnazó-nico
alcanzando a recorrer las tierras donde luego los jesuitas alzaron sus re-ducciones
de San Ignacio de Moxos y San Borja, mientras tanto Candía en el
Cuzco obtiene de Francisco Pizarro su reposicion en la jefatura de la expedi-ción
que habia organizado y sobre todo sufragado con sus bienes. Por último
la tercera comienza cuando el propio Candía encqentra con su expedición de
socorro en el Coilao a las reliquias de su antes brillante tropa totalmente des-trozada
por el hambre y las inclemencias del terreno y el tiempo; esta última
parte de la expedición acaba diluyéndose en tierras de Tarija par desilusión,
cansancio y tal vez por las últimas intrigas que convirtieron en almagrista a
aquel corpulento griego, compañero de los primeros tiempos del primero de
los'Pizarro, que fue ~ a n d í a ~ ~ .
FECHA DE SALIDA
Mesa sólo participó en la primera de estas tres etapas. Lo hizo de mane-ra
sobresaliente mandando la vanguardia de la expedición durante bastante
25. MEDINA, (CODOIN CH), VI, 83.
26. CODOIN A., XX, págs. 304,364 y 437.
27. INCA GARCILASO: Comentarios Re&, en B.A.E., CXXXIV, 166.
28. «Era Pedro de Candia muy alto de cuerp según dedan; no lo conocf; más un hijo suyo,
que fue mi condiscIpulo en el beabá, mostraba bien la corpulenna de su padre) @¿A SMCi-
LASO: Comentanos Reales, en B.A.E., CXXXIV, 31).
13 Lcandro Tormo Sanz
tiempo. Fue de progresión lenta, dificil pero segura, considerada como fraca-so
aunque lo fue más aparente que real, pues no se perdió en toda ella un
solo hombre y si no penetró en los llanos amdnicos con profundidad, des-cubrió
dos de sus puertas mostrando sus dificultades y ventajas. Estas fueron
la del rfo Tono y fortaleza de Opatari por donde penetraron y la de Carabaya
por donde iban a penetrar cuando le quitvon la jefatura a Candfa y la vida a
Mesa.
Las fechas de su comienzo y su fin, sobre todo esta última está muy
confusa en los autores pues unos la suponen antes de la muerte de Almagro,
que en cierto modo provocó, mientras que otros la sitúan despriés no tenien-do
nada que ver con ella. Barnadas siguiendo la documentada opinión de Sil-va.
Lazaeta considera qw ~alina medados de abril de 153829,P ero yo esti-mo
que debió efectuarse unos pocos dias después, entre el 15 y el 25 de
aquel mes, pues los pregones dados para enrolarse en las nuevas entradas los
soldados vencedores y vencidos el 6 de abril de aquel año en las Salinas es-tán
fechados el 13 y 14 del mismo mes. Hipotéticamente, a efectos de dar
una datación aproximada de la ruta seguida, considero que pudieron salir el
&a 20, pues aun cuando Candía hubiese comenzado a preparar su expedición
antes de darse los citados bandos, éstos debieron aportarle nuevos elementos
humanos, que a pesar de los apremios de Hernando Pizarro para salir inme-diatamente,
no creo que los tuviese listos al día siguiente.
LOS EXPEDICIONARIOS
Componfan la expedición «pasados de trescientos españoles de a pie e
de a caballo, de la mas lucida gente que habfa en el Cuzco», según cieza30,
cifra que rebaja a 280 uno de los componentes de la misma31. No era mayo-ría
los vencedores pizarristas, sino los vencidos ((chilenos)), e incluso aplas-tante,
caso de ser ciertas o no demasiado exageradas las siguientes palabras
con que Hernando Pizarro se defendió contra la acusación de haber organi-zado
distintas expediciones a la selva para eliminar a los partidarios de Al-magro:
29. BARNADAS, Josep M.: Cbarcas 1535- 1565. La Paz, 1973, pág. 42.
30. CIEZA: Gsrerra de las Salliras, cap. LXV, pág. 334.
31. MEDINA, CODOIN CH. XXII, pág. 199. Testimonio de BEAS, Marcos.
El canario Mesa y la expedición de Candia 14
c.. dijo que no los envió sino por creer que la tierra donde iban era muy
buena, y que en ella se hiciera gran servicio a su Mag., y así se dio la jornada a
las personas más hábiles y que él más quería aprovechar, y que con estos capi-tanes
fue muy poca o ninguna gente de la de don Diego Almagro, excepto
don Pedro Candía, que fueron hasta doscientos o doscientos cincuenta hom-bres
dellos, y fue este confesante avisado de un Francisco Fernández, que era
de la gente de Almagro, que no dejase ir ningún hombre principal de los de
Almagro con el Pedro Candfa, porque aquella junta de gente se hacia con mal
propósito, que pedían capitán, e que después le avisó un trompeta, que se lla-maba
Aca, que andaba en los tratos, como Manuel del Espinar e Juan Rodri-pez,
mercader, andaban en tratos con aquella gente para que revolviesen a
quitar a ~ l m a g r o » ~ ~ .
No ohstante heron personas principales del bando chilenoj pues Cieza o 2
nos dice lo siguiente: N
E
O
«De los de Chile iban desterrados para allá Gonzalo Pereira, e Pedro de
n - m
Mesa, e Arias de Silva e otros: e asimismo iban Juan Alonso Palomino, Juan "E
Oaiz de Zárate, Francisco Gómez, D. Francisco de León y otros muchos sol- E
2
dados de E
Por declaración judicial en procesos o en probanzas de méritos, conoce-mos
los nombres de algunos componentes más. Así sabemos que fue cape- B
Uán de la expedición Rodrigo González, después obispo electo de y
E
O
que fueron en ella capitanes después famosos como Juan de Salinas el descu-bridor
del Pongo de ~ a n s e r i c h eR~o~d,r igo de Quiroga maestre de campo
E con ~ e r a n n i r e s ~B~ar,to lomé Dfaz, almagrista3', Garci González ~ u b i n ~ ' , -
a
Cristóbal Ruiz de la ibera^^, Diego centeno40, soldados de cuenta como el n
compañero de Viliagra, Marcos ~ e a s ~~lu,a nde ~ a r m o n aD~i~eg,o Garcfa de
3
O
32. MEDINA, CODOIN CH. V, 437.
39 P T E - 2 A . r J- l-- c-,:--- --a r v x r 2 2 A
3.3. LiLU.dl. UNWlU Uc &u> JUUui, V . JJS-
34. MEDINA, CODOIN CH. XV, 353.
35. MAURTUA, Vfctor M.: Juicio de Límites, VW[, 54.
36. MEDINA, CODOIN, CH. XV, págs. 344-345.
37. MAURTUA: Juico de Límites, VIII, pág. 54.
38. MAURTUA: Juicio de Límites, WI.
39. MEDINA, CODOIN CH. XV, págs. 344-345.
40. MAURTUA: Juicio & LíMq wI pág. 30
4i. M mmA,WSIGUYcIMí. E,págs i9&iu3.
42. MEDINA, CODOIN CH. XV, 334.
15 Leandro Tormo Sanz
~ á c e r e sD~i~eg,o de Velasco, Francisco de Ri,beros, Santiago Azocar, Fran-cisco
Antonio Tarabajano, Rodrigo Araya, Garcia Hernández, Ma-teo
Diaz, Gaspar ~ u i zB~ar~tol,om é de Flores, Pedro Gómez de Don Benito
y Juan de
La anterior declaración de Hernando Pizarro permite plantear la pre-gunta
<por qué apenas fueron unos pocos almagristas en la expedición de
Alonso de Alvarado a Chachapoyas, Pedro de Vergara a Bracamoros y Alon-so
de Mercadillo a los ~ h u ~ a c h o sE?l ~he~c.h o de que el asesino de Pedro de
Lema fuese en una de éstas4* y que Villagra acabado de llegar al ~ e nseía ~ ~
lugarteniente de Candfa nos permite suponer, que existiendo entre los viejos
pizarristas, los despectivamente llamad6s apachacamosn, odios muy arraiga-dos
a ios que ies vencieron en ~banc ayn o era posi'bie que anduvieran juntos m -
en una empresa común con los que ellos asimismo despreciaban llamándoles E
«chilenos». Los vencedores enrolados con Candía pudiésemos decir que eran O
n
los menos apasionados por el Bando de Pizarro y por lo tanto los que no se -
=m
O
poda reservar cabe a si Hernando Pizarro por no ser incondicionalmente E
suyos.
Teniendo en cuenta estas posibles condiciones y que la cifra dada por
Hemando Pizarro aun rebajándola de su posible exageración nos da una
mayoría almagrista en la hueste de Candía, no es descabellado pensar que los
partidarios del vencido Almagro intentasen ganársela tal como declaró Her-nando.
En tales circunstancias no iba a ser empresa fácil conducirla por te-rrenos
abruptos y dominarla sin encontrar durante mucho tiempo el señuelo
de las riquezas imaginadas. De ahí que no comparta opiniones como la si-guiente:
((Pedro de Candia era extranjero, e no tenía su persona tanta reputación
que bastase a que los soldados le temiesen, y era hombre de poco entendi- 3
O
miento e que sentia las cosas con tanta remisión, que yo creyera que aunque 61
diera en buena tierra e muy próspera no fuera parte con la gente para cosa que
buena fuera hacem50.
43. MEDINA, CODOIN CH. XV, 339-340.
44. MEDINA, CODOIN CH. XIV, pag. 450 SS.
45. Estuvieron en la etapa mandada por Peranzures.
46. Se incorporaron en la tercera etapa de la expedición.
47. CIEZA: Guerra de las Wim, cap. LXV, pág. 334.
48. Se llamaba Samaniego. Residió en Puerto Viejo donde fue ajusticiado por su alcalde.
(INCA CP,Rc,ILASO: Commtan'os Reales, B.A.E., CXXXIV, pág. 161).
El canario Mesa y la expeiiiti0n de Candia 16
A estos expedicionarios hay que añadir cerca de 10.000 auxiliares indí-genas,
según cálculo de ~ ema d a s ~s'i,n cuya ayuda no se podía -en frase de
Cieza- descubrir ni conquistar nuevas provincias52.
RUTA SEGUIDA EN LA PRIMERA PARTE
Hemando, movido por las noticias, rumores o temores antes señalados,
aceleró la salida de la expedición, que pudo tener lugar hacia el día 20, en-cargando
a Candía que con toda brevedad anduviese hasta entrar en la tierra
de Ambaya. Este caminó en dirección norte unas diez leguas hasta el valle
de Pacual, que según Raimondi debe ser el actual ~aucar tarnbo~A~li.í estu-vo
la expedición mes y medio ((aderezándose de cosas necesarias para pasar
ios montes», seguramente debido a que ese aprovisionamiento no se habia
podido hacer concienzudamente en el Cuzco. Tal detención inquietó más a
Hernando y envió a Garcilaso de la Vega para que advirtiese al jefe de la ex-pedición
que «no consintiese que se hiciese ningún daíío en aquel valle ni en
las provincias a él comarcanas sino que se fuese luego adonde debía im, a lo
que le respondió Candia, según recoge Cieza, «que no tenía necesidad de
amonestaciones para éln, y aiiade que vuelto Garcilaso al Cuzco, ((Hemando
Pizarro (no porque él tuviese intención de dar la vida al Adelantado) mandó
a los escribanos que, tomando testigos, se fuiminase proceso contra el Ade-lantado
D. Diego de Almagro de los delitos que había cometido»54.
Vinculada así la expedición de Candía con el proceso y muerte de Al-magro,
desempeñará en él nuestro Mesa un importante papel no aclarado
aún, que pudo ser el de amotinador sobornado por los almagristas, explotan-do
sus rencillas o la defraudación de su jefe Hemando Pizarro por estimar
que no habfan sido suficientemente recompensados los méritos que contrajo
en la batalla de las Salinas, erigiéndose en jefe militar de ellos se* los piza-rristas;
o bien, el de víctima inocente que le atribuyeron los partidarios de
Almagro, al que se le supuso autor de un inexistente e imposible plan para li-berar
de sus prisiones al viejo don Diego, especie de coartada de los herma-
49. Llegó por Peranzures al P ~ Nel a ño anterior de la batalla de las Salinas.
50. CIEZA: Guerra de /a Sa/inas, cap. LXVI, pág. 339.
51 BARNADAS: Charcas, pá@. 42-43.
C 7 C T E 7 A . r e , Aa /a? ra/&ac T YV nío 355 26. L - A . Vlli ,u rr .- rri.r..-i> M--. , r-P.
53. RAIMONDI: El Pení, 11, pág. 95.
54. CIEZA: Guerra de fa Sahm, cap. LXVI, pág. 338.
17 Leandro Tormo Sanz
nos Pizarro para justificarse ante el Rey de la muerte del Adelantado que
amenazaba escindir la unidad que debía tener en el periodo español lo que
fue el antiguo imperio de los Incas.
A tenor de mis cáiculqs, hacia el 4 6 7 de junio debió salir de ((Pacotam-bo
», devando algunos naturales de aquella comarca para que le guiasen por
donde habfa de Uno de los expedicionarios, Francisco Rubio, dijo que
hicieron «la dicha entrada, por un camino que se dice Alalla, que es hacia los
~ n d e s »ejl ~cu al en opinión de Cieza era «tan malo que parecfa verdadera-mente
cosa infernal, y que no bastara otra naci6n que españoles para poder
andar por tan maiísima tierra, ni entrar como entraron por estas montañas
de los Andes, pues había pasos tan trabajosos que con gran dificultad se po-día
por ellos andar. Los caballos no podian todos ser tan ligeros que pudie-sen
pasar por aquellos pasos, y muchos se despeñaban y hacían pedazos»57.
Apreciación cierta y comprobada por declaraciones jurídicas de los propios
expedicionarios tales como la de Cristóbal Ruiz de la Ribera que en el proce-so
de Villagra contestó a la 90a pregunta que por habérsele despeñado a este
testigo su cabailo en la jornada de Avisca, provincia que está a las espaldas
del Cuzco, se volvió a esta ciudad58. Sobre este punto se ha hecho clásico en
la literatura de los descubrimientos, bajando la cordillera andina hacia la
Amazonía, la siguiente descripción:
«...allegaron a un paso el mas áspero e trabajoso que en todo el camino
habían visto, e que para pasarlo fue menester verse en peligro de perder los
caballos, porque era una peiia viva, e por unos árboles que habfa por encima
de ella sah .u.no.s be jucos, e como son tan recios tiraban de ellos los indios,
e subian por aquella peiia hasta verse en lo alto de ella. Pues allegados a este
tan dificuftoso paso los espaiíoles, si ellos pudieran volver con sus caballos por
donde habían venido bien lo hicieran, mas no se atrevian a ello; e para pasar
por allí usaron una gentil invención, e fue, que de aquellos crecidos e muy lar-gos
'bejucos ajuntaron ia mas cantidad que pudieron e hicieron unas grandes
sogas o maromas tan recias que no bastaban a quebrarlas un caballo, e después
que las hobieron hecho fueron mancebos ligeros por la pefia arriba, e asiéndo-se
con las manos a los bejucos ataron aquellas maromas e gruesas sogas a los
-5"5 C T F 7 A . G.0- .-la l a c Cnl;nn, T VI7 22c ---m -..--A'. L" '" """""O, "y, " > JJJ.
56. MEDINA, CODOITú CH. XXII, pág. 240.
57. CIUA: Gama de las Salina, cap. LXVI, pág. 339.
58. iMEDINA, CODOIN CH. XXII, 27-28.
El canario Mesa y /a expedin'h de Candia 18
árboles, e luego las ataron a los cuerpos de los caballos, e los subfan de esta
manera que no era pequeño trabajo para los españoles. Después que se vieron
fuera de aquellas malas peíías e camino tan dificultoso, anduvieron hasta llegar
a unos vailes calientes que se dicen ~biscm~'.
La expedición habfa llegado a la tierra ((riquísima e provefda de muchos
mantenimientos)) que dijo la india de Candía. Tan es asi que alif ((asentaron
su real e se proveyeron de mantenimiento)) tal como nos dice el mismo Cieza
que califica de maldita a dicha indiab0. Esto debió acontecer hacia el dia 15
de junio. Habian bajado hasta los valles donde se crfa la coca, que en opinión
de Garcilaso «es aquella yerba que los indios tanto estiman)) y para ello pasa-ron
«una cuesta, llamada Canac-huay, que tiene cinco leguas de bajada casi
perpenciicuiar que pone grima y espan10 sóio mirarim6'. Pero los españoles
no buscaban en aquel momento la coca que tanta importancia tendría poco
después de extraer la plata del Potosi, sino los metales preciosos, sin mencio- -
nar por la india, y que no iban a encontrar por las selvas del 'Madre de Dios,
en las que se adentraron a pesar de que un indio capturado les dijo sincera- E 2 mente «no paséis adelante porque váis perdidos»62. E
A la penosa marcha de abrirse paso a machetazos o cruzar ciénagas %
avanzando tan sólo por término medio 10 kilómetros diarios, llegaron hasta $
un lugar que algunos expedicionarios Uaman cajoromaú3. Aquí podrfa situar-se
la consulta según unos o el motín según otros, que dio lugar a volver al E
altiplano por otro camino. Cieza dice que esto aconteció después que «andu-vieron
por aquellas montañas tres mesesnú3, pero este tiempo no es el que
estuvieron en la selva sino todo el que duró la primera parte de la expedi- k
ción. l
n
n
RETORNO 3
O
Los expedicionarios no pensaron volver al Cuzco sino continuar su ex- . . - 7 :LA --- 1-- -1-..-:-*-- *..-fa- -,.+.-.-- A- ---- purd~rurip u r J-A-..,. L r c u a s quc iua a u i i a g L i a L a s LC~KSUI I I V L I U ~ ~ uc JCL YCLULIUCI~-
mente ricas, noticia que también tenfa Hemando Pizarro y cuya conquista se
reservó para él y su hermano Gonzalo, de ahi que al tener conocimiento de
59. CIEZA: Guerra de kzs Salinas, cap. LXVII, pág. 341.
60. CIEZA: Guerra de las Salinas, cap. LXVII, págs. 341-342.
L.I c.- .---J. A- D A T I I A ~ ~ T . 121 D*-: TT -x,. 01.
U I. Lira r v i i i a u uc u i r r v l r u i . LA i r r * , ir, pg 'V.
62. CIEZA: Guerra de las Salinas, cap. LXVII, pág. 342.
63. SILVA LAZAETA, L.: E l mnqui~tadorF rantisc Aguirre, págs. 31-38.
19 Leandro Tormo Sam
este movimiento, una vez ajusticiado Almagro, se dirigiese contra ellos para
lanzarlos de nuevo a los llanos amazónicos.
Esta interpretación mía tiene por base declaraciones- veladas como las
del almagrista Bartolomé Diaz, donde hizo constar que «viéndome desposei-do
de lo que habfa descubierto y conquistadon -que era la región de La Paz-,
se le obligó a ir con ~ a n d f ay~ o~tr,a s especificas, como la de Marcos Beas,
donde se &rma que Villagra iba ((caminando con su gente al valle de Tarija
para efectuar su jornada, y en este tiempo supo como Hernando Pizarro iba
con cuarenta hombres, poco más o menos, a verse con Su confirma-ción
se encuentra en que la tercera parte de la expedición tiene como findi-dad,
aprobada por el propio Francisco ~izakroe, l valle de Tarija, con lo cual
quedaba desautorizada la destitución que de él hiciera su hermano Hernando,
probada la inocencia de Candfa e indirectamente demostrada la injusticia co-metida
con Mesa, tal como veremos.
Antes de exponerla es conveniente presentar los distintos lugares a
donde dicen que retornó Candia. En la Relación anónima al Virrey del Perú so-bre
los desmbrimimtos hechos e8 fa otra parte de fa cordiffera ffamada de fos Andes se
lee:
d p t a r i tres leguas de Tono y 30 del Cuzco. Desde este sitio, por la
grandeza de los rfos, y por la aspereza y grima de las montañas, pareciéndole
imposible rqmper por allí, se volvió a salir al Perú, y llegado que fue a Canga-llm66.
Pedro Pizarro dice que Hernando Pizarro encontró a la expedición de
Candía «en un pueblo de canches que se llama Yanacoca, catorce leguas del
~ u z c o »C~ie~za. de León dijo que yendo en la vanguardia el capitán Mesa,
Dios Nuestro Señor «fue servido de les deparar un camino que en breve
tiempo salieron de aquella montaña ... E salieron a unos pueblos que están
junto al Collao, que eran de un Lucas Maafn e Pedro de ~ e s r nL~a ~pri.n ci-pal
encomienda de Lucas Martin o Lucas Martfnez Begaso fue Tarapaca,
pero también tuvo la «del cacique Cacha de la provincia de los ~ a n a e s » ~ ~ .
64. MAURTUA, Juicio a2 Limites, W, pág. 54.
65. MEDINA, CODÓ~JC H. XXI~p,á g. 199.
66. CODOIN, A. V. 480.
67. RelMár, B.A.E., CLXVIII, pág. 220.
68. Guerra a2 Las Winar, Cap. LXW, pág. 343.
El canario Mesa y la expedición de Candia 20
Refiriéndose a este mismo encomendero dijo Francisco Rubio que Candía se
volvió a la provincia del Collao, para entrar por Carabaya, ((porque las gufas
decían que por allí.era mejor camino; y habiendo llegado a un pueblo de in-dios
de un vecino de Cuzco, asentó allí su reab70. Por último Juan Jiménez
insiste en el primer pueblo que se ha mencionado: Cangalla 71.
Todos estos lugares están al Este y Sureste del Cuzco; alguno de ellos
sobre el camino real del Cuzco al Collao. El problema está en si desde alií
Candfa pensaba volver a entrar en los llanos de Carabaya persiguiendo su
mito dorado, o ir a Tarija siguiendo en elio indicaciones alrnagristas o regre-sar
al Cuzco como le acusó Hernando, bien por si o empujado por una tropa
que le dominaba.
MUERTE DE MESA
Vinculado con todo esto está la muerte de nuestro personaje. Basado en
fuentes pizarristas López de Gómara escribió:
«C anda... no pudo entrar donde iba por la maleza de aquella tierra o por
la de su gente, ca se le amotinó mucha de ella, que amigos eran de Aimagro,
con Mesa, capitán de la artillería de Pizarro. Fue allá Hemando Pizarro y de-golló
al Mesa por amotinador y porque habfa dicho mal de Pizarros, y tratado
de ir a soltar a Diego de.Almagro si a los Reyes lo llevasen»72.
Tenemos aquf tres causas de su ajusticiamiento. La primera de ser cierta
le correspondía castigar a Candía y éste no lo hizo, la segunda podrfa ser
cierta y en cuanto a la tercera nada más pudo tener visos de realidad durante
la detención en Paucartambo, pero no entonces, porque el camino que inter-ceptaban
estaba justamente en Ia dirección contraria a Ia ciudad de los Reyes.
Agustin de Zárate ampiía lo dicho por Gómara de esta manera:
«Y como por aqueiia parte Pedro de Calda no pudo emiai por :a a s p
reza de la tierra, se volvió hacia el Collao con toda la'gente casi amotinada;
porque un Mesa, que habfa sido capitán de la artillería del Marques, habfa di-
69. BARRIGA, Viaor M.: Documentos para ln Historia de Arequipa 1534- 7 575. Arequipa
1940,1I, pág. 85-87.
7G. MFELNA, CGMW CFT. XX!!, pig. 340.
71. MEDINA, CODOIN CH. XWI, pág. 620.
72. Historia de las Indias, B.A.E., XXII, págs. 242-243.
Leandro Tormo Sanz
cho que, aunque pesase a Hemando Pizarro, pasaría por la tierra del Coilao. A
lo cual se atrevió por el favor que le daba la gente de don Diego que alií habia,
porque nunca acababan de allanar los pensamientos. Y asi, Candia envió preso
a este Mesa, con el proceso y averiguaciones que contra él hicieron, a Hernan-do
Pizarro. Y como él 'entendió que mientras don Diego fuese vivo nunca
acabada de quietarse la tierra ni sosegarse la gente, porque en esta probanza y
otras que Hemando Pizarro hizo halió en diversas partes motines de gente
conjurada para venir a sacar de la prisión a don Diego y alzarse con la ciudad;
por todo lo cual le pareció que convenía matar a don Die p... y asi, le senten-ció
a muerte... Y luego fue al Coilao sobre la gente del capitán de Candia, e
hizo justicia de Mesa, que habia sido el inventor del motir~n~~.
Mesa, según lo leido, es un casi amotinador que lo ejecutan por amoti-nador.
Ahora bien, si Candia lo habia procesado y enviado preso a Hernan-do,
tpara qué tenia que ir éste al Collao? La probanza en que se basó Zárate
debia estar embrollada o se confundió él. Mesa no inventó el motin por el
que le ajusticiaron, sino que se lo itwentaron. Lo único que pudo haber exis-tido
es que los alrnagristas del Cuzco trataron que se amotinase en Paucar-tambo,
cuando se decía en el Cuzco que Aimagro iba ser trasladado a Lima,
y que hablase mal de los Pizarros porque entonces como ahora el vicio espa-ñol
era hablar casi todos mal de casi todos.
Cieza asi rniimo amplia lo de Zárate matizándolo. Llegados al Collao es
Mesa quien influye en Candía para que envfe a su maestre de campo Juan
Quijada a informar a Hernando del suceso de su jornada y obtener licencia
para «entrar en el valle de Carabaym. Luego que salió habló Mesa con Villa-gra
«para que matasen a Hernando Pizarro, e soltasen de la prisión en que
estaba» Aimagro; con este fin dijeron a Candía que debfa acercarse con sus
tropas al Cuzco y de este modo ir presionando con ellas al objeto de obtener
la licencia que habia solicitado. Aceptado por éste prepararon el motin di-ciendo
Mesa y Villagra a los soldados que Hernando los habia enviado a mo-rir
en las selvas que acababan de abandonar. Los aimagristas se alegraron
mucho y comunicaron a Diego Alvarado su decisión de matar a Hernando y
liberar a su jefe, pero Alvarado les disuadió porque no crefa que Hernando
matase a Diego Aimagro. Entonces, creyéndose descubiertos, los propios al-magristas
enviaron un mensajero a Hernando Pizarro avisándole de lo que
pasaba. Es entonces cuando éste corta la cabeza de Almago y re presenta en
73. Histora del desuibnmientoy conguUta del Pení, B.A.E., XXVI, pág. 492.
El canario Mesay h expedin'ón L Candia 22
el campamento de Candfa con un halcón en la mano como si estuviese de
caza para darles mueva comisión y poder para que pudiesen entrar a descu-brir
por la parte que les pareciese)). Luego invitó a Candia, Mesa y Villagra a
su campamento, lo que aceptaron convencidos que nada sabia de la trama
urdida para matarle; una vez llegados allí los prendió sentenciando a muerte
a Mesa y Viilagra. Nuestro capitán dijo «que la culpa era suya» y lo ahorca-ron.
En cuanto a Villagra intercedieron por él Gonzalo Pizarro, Peranzures,
Rojas y Puertocarrero obteniendo la derogación de la pena.
Toda esta interesante narración que ocupa los capítulos LXM y LXXI
tiene en contra la cronología dada por el propio Cieza, pues si en efecto la
expedición estuvo tres meses hasta salir al Collao, cuido ellos llegaron al al-tiplano
ya hacia días que habfa muerto Almagro, pues lo fue el 8 de julio
cuando aún faltaban cinco días para los tres meses desde que se dio el primer
bando obligando a que se alistasen los soldados en las nuevas expediciones.
Cieza ha unido en un solo relato dos hechos acontecidos en distintos lugares
y tiempos, tal vez porque las fuentes que consultó lo decfan de tal modo que
se prestaba a ello.
Pedro Pizarro, primo de Hernando, dijo con mayor precisión y conoci-miento:
(L.. y como no hallaban tan presto otro Pení, un Mesa mulato que llevaba
el Candfa por maese de campo, valiente hombre que Hernando Pizarm habfa
traido por capitán ... trató con la gente que Candfa Nevaba cierto motín. Pues
llegó a ofdas de Hernando Pizarro, y sabido que lo supo se partió luego con
sus amigos en busca del Candfa y de su gente ... y prendió al Mesa y a otros y
al Mesa m a t 6 ~ ~ ~ .
La especie de motfn, no era la tramada conspiración para liberar de su
prisión a Diego Almagro, sino para buscar otro Perú que no se encontraba
p,n. !es mi6ciccs. Asimkno otro cronista coetíínmj A!nnsn Borre-gan,
es más explícito, pues nos dice lo siguiente:
«Envió a pedir Hernando Pizarro al gobernador, su hermano, manda-miento
para matar a Almagro, y que por su mandado habfa hecho y dado la
batalla El Gobernador se lo envió como él lo pidió. Al fin cortóle la cabeza
74. Re&&, B.A.E., CLXVIII, pág. 220.
LRandro. Tormo Sanz
por que vido que Mesa el mulato capitán del artilleria y Juan Pérez capitán de
ballesteros y otros muchos capitanes decían haberse hecho miy mal con aquel
gobernador y contra raz6n y justicia se había hecho con él, y por que los frai-les
de la Merced hicieron una mina por debajo de tierra para lo sacar de la car-cel,
mató aquel capitán mulato del artiiierfa Hernando Pizarro por lo que había
dich0)>~5.
El motín atribuido a Mesa queda reducido en opinión de Borregan
como acabamos de ver a simples palabras desaprobando la conducta y el apa-sionamiento
de los Pizarro. Posiblemente esto es lo que pasó, y ese noble
censurar la falta de ecuanimidad en su jefe es lo que dio pie a los ahagristas
pmz qQerer!n '~tr;l;.lar favor & Su CzESa, 0-1 no q~&re && que í ) q -
tase sus propuestas y ni mucho menos que organizase el complot que se le
atribuye. Por otro lado las fuentes de origen almagrista niegan la veracidad
de las conspiraciones para liberar a su jefe. Asi Oviedo basándose en el testi-monio
del doctor Sepúlveda nos dice respecto a los posibles tratos de Rodrí-pez
con Mesa en Paucartambo, que por denuncia de un portugués Hernan-do
lo apresó y por miedo confesó que era verdad el motín para matarle y li-berar
a Almagro. Y en cuanto al que fue causa de su muerte afirma textual-mente:
«Una noche repente, y estando en silencio o reposados los vecinos e gen-tes
que hallaron en la cibdad del Cuzco, tocaron al arma, e decfan que venfa la
gente del Capitán Candia, e con ella Mesa, de color loro, que había seido capi-tán
del artilleria de Hernando Pizarro, e que estaba dos leguas de alii, e venia a
soltar de la prisión al mariscal; lo cual todo era burla y finguido»76.
La Relación de los strcesos del Pení con motivo de las luchas de los Piwrros y los
Almagro asegura que después de cortada la cabeza de Almagro, partió Her-nando
Pizarro a los Charcas y «prendió al Candía y a su capitán negro de co-lor
y al negro lo mandó ahorcar de un ramo árbol y al Candía le quitó la ca-pitanía
y le echó por ahí... Esto hizo so color qne el capitán Candía y el ne-gro
habían hablado algunas veces diciendo que volviesen sobre la ciudad del
Cuzco y soltasen a don Diego ~ l r n a ~ r o » ~ ~ .
Uno de los primeros textos alrnagristas que ilegó al Consejo de Indias es
75. Crónica de la ConpXrf~d el Pm', pág. 51.
76. Historia Generaly Naturalde la India, B.A.E., CXXI, pág. 201.
77. LEVILLIER: gobernante^ del Perú, 11,405.
El canario Mesa y la expeditión de Candia 24
la cima que el tesorero Manuel de Espinar escribió el 15 de junio de 1539.
En ella dice que después de la muerte de Almagro ((Hernando Pizarro salió
de la ciudad del Cuzco, diciendo que iba a castigar ciertas personas que esta-ban
en compailía del capitán Candia, que estaban 20 leguas del Cuzco, hacia
el Collao, que habían venido porque no habían podido encontrar por do iba
caminando, diciendo que había personas que alborotaban la tierra, e ahorcó a
un a esa»^*
Por último el hijo de Almagro hizo la siguiente acusación:
dabiendo salido el dicho Hemando Pizarro a robar la tierra, por colo-rar,
ahorcó a Mesa su artillero, sin dejarle confesar, diciendo que se quería al-zar
e amotinar con la gente» 79.
Y en su descargo lo amplió con estas palabras:
((Hemando Pizarro fue con su Real ejercito, bandera y pendones alzados
contra Mesa su capitán, para le ahorcar como le ahorcó, porque incitaba y re-prendía
sus delitos y tiranias que facia el dicho Hernando Pizarro, lo cual fiw
con gran crueldad en venganza de la dicha represión, fingiendo que el dicho
Mesa quería venir a vengar la muerte del dicho mi padre»80.
Pasados los años, calmadas por cansancio las filias y las fobias de tirios
y troyanos tenemos testimonios serenos por entre los que podemos acercar-nos
a la verdad. El 26 de enero de 1558 presentaba el entonces ya Mariscal
Francisco de Villagra, el Interrogatorio por el que debían ser preguntados sus
testigos en la causa que contra él seguía el fiscal de S.M. en donde hay varios
puntos relacionados con el motín atribuido a ésa Y a él. En la 90a pregunta
plantea lo acontecido así:
c.. salido de la dicha jornada ... por las disensiones que entonces se habían
L -- m--< F T 2- n: --A=-- LuIrimirduu mi... rcru, ncriisuiuu ruauu yw3u y IUC -a ~---C-AI--I U C La- 1 uAc:Lu-u ~-U-A<U-A J -
cal, lo cual por él sabido, dejó los 300 hombres que a cargo tenia, y solo salió
al camino al dicho Hemando Pizarro, dejando dicho a su gente estuviesen
quietos y pacíficos ... y el dicho Hernando Pizarro le encontró diez leguas de la
ciudad del Cuzco e topado con él e conocido su buen celo y cuan servidor de
78. COn^lN A-, 9%. 192.
79. CODOIN A., XX, &. 344.
80. CODOIN A., XX, pág.453.
Leandro Tomo Sanz
S.M. era, le tomó a despachar para que volviese a tener a cargo la dicha gente,
como la tuvo hasta que llegó el dicho Hernando pizarron8'.
Para Villagra la causa por la que murió Mesa no fue un hecho deliaivo
concreto sino las disensiones entre los espafioles, las cuales eran anteriores a
la batalla de las Salinas e incluso dentro de cada campo combatiente como se
deduce de la siguiente declaración de Marcos Beas sobre ese punto:
u... y luego otro día por la mañana volvió a verse con el dicho Hemando
Pizarro, y este testigo y otro soldado fueron con él, y en llegando que llega-ron,
prendió el dicho Hemando Pizarra al capitán Mesa y a Francisco de Vi-
I l a p por cosas que antes habían pasado entre ellos en el c m - del Marqués
entre el dicho Hemando Pizarro y el capitán Mesa, porque ansí se di6 a enten-der
y el mismo Hernando Pizarro lo dijo en presencia de este testigo; y luego,
viendo la bondad del dicho Francisco de Villagra, le mandó el dicho Heman-do
Pizarro que volviese a su campo e que estuviese con su gefite; e que des-pués
en este tiempo fueron el dicho Francisco de Villagra y el capitán Pedro
de Candía a verse con el marqués don Francisco Pizarro, y en el entretanto el
dicho Hemando Pizarro les tomó la gente y el armada que el dicho Pedro de
Candía y Francisco de Villagra hablan hecho a su costa y la dio a un capitán
que se decía Perannílez, y por no esperar a los dichos ... Candía y Viilagra se
entraron por Carabaya, la vuelta a la Mar del Sur, y por entrar sin tiempo y no
esper ar... murieron doscientos hombres e cuatrocientos o quinientos caballos y
muchos indios del Perú que servían a los espafioles; y que esta fue la causa de
quitalle al dicho Francisco de Villagra e Pedro de Candia su jomadmB2.
Francisco Pizarro repuso a los dos y les permitió rehacerse en el valle
de Tarija que es hacia donde se dirigían sin permiso de su hermano Heman-do
que no se lo consintió. Esta era la versión que corrió entre los expedicio-narios.
Los testigos que no estuvieron en ella dieron la versión que corrió
por el Cuzco y ésta fue seo& Francisco Rubio; que al enterarse !-!emmdo de
la nueva ruta que habia tomado Candía, ordenó a Villagra por carta que se
parasen, y éste, pensando que habia sido objeto de un falso testimonio, se e?-
caminó hacia el Cuzco acompaiíado de sólo dos o tres hombres, y en el cami-no
encontró a Hernando con cincuenta hombres, el cual le tomó a enviar
para que tuviese cargo de su gente; que en el campamento de Nernando le
81. MEDINA, CODOIN CH. XXI, págs. 279-280.
82. MEDINA, CODOIN CH. XXII, pág. 200.
E l canario Mesay la expedicion de Cada 26
dijeron que lo matase «porque venía con alguna cautela y era un mal hombre
y habia muerto al adelantado don Diego Almagro, sin tener culpa, pues lo
podía muy bien hacer, que sería gobernador de la gobernación del dicho don
Diego Almagro)), y Villagra les dijo «que él no pretendía otra cosa mas de
servir a Dios y a S.M. y no alborotar sus reinos»83.
CONCLUSION
Con todo ello se llega a la conclusión que el canario Mesa, hombre de
color, capitán de la artillería pizarrista en la batalla de las Salinas, donde se
portó con mucha valentía, se disgusta con Hernando Pizarro, bien por sen-tirse
dpfr-?u&do en !a recompensa o pr el trato que se dio a los vencidos, y 2
es enviado a la expedición que capitanea otro artillero como él, Pedro de E
Candia. Ese disgusto lo intentan aprovechar los almagristas mientras se O
completan los preparativos del viaje en Paucartambo, de donde salen empu- n - m
jados por Hemando Pizarro que quiere alejar cuanto antes aquella expedición O
E
integrada por una mayoria de personas que no le son incondicionalmente E
2
e
afectas. Esa actitud, el trabajo de los conspiradores y el no encontrar de in-mediato
otro fabuloso Perú, sino los valles de la coca donde después se enri- 3
quecieron los espailoles que alli se asentaron, dio lugar a una vuelta al Collao -
0
donde algunos expedicionarios tenían noticias más ciertas sobre minas de m
E
plata. Al saber esto Pizarro y confesarle Alonso Enriquez de Guzmán que O
apresase cierto fraile mercedario que conspiraba en el Cuzco para liberar a g
n
Almagro, lo ajustició dando por excusa que las tropas de Candía se acerca- £
ban para liberarle, silenciando todo lo relativo a la conjuración existente en a
el interior de la ciudad. Dispuesto a justificar su hipótesis y hacer un escar- n
n
miento para que le temiese la tropa de Candia y no pudiendo hacerlo con Vi-llagra
por ser persona muy importante con buenos amigos entre los más fie- 3
O
les pizarristas y con gran prestigio entre las tropa de Candfa, cargó la mano
sobre Mesa aiegancio púbiicamenre viejos rencores y ame su víctima las ofer-tas,
no denunciadas ni seguid-as, que les hicieron los alrnagristas.
Esta es para mi la tragedia y el perfil moral del casi desconocido cana-rio,
que desbrozando textos contradictorios presento aquí ante sus paisanos y
los americanistas con el deseo de incitar otros estudios que completen su fi-gura.
83. MEDINA, CODOIN CH. XXII, pig. 241.