LA FORTALEZA DE CHIPUDE
MANUELP ELLICERC ATALÁN
En 1958, cuando me encargué de la Dirección del Departamento de
Prehistoria y Arqueología de la Universidad de La Laguna, coxencé
la elaboración de un proyecto de investigación extensivo al momento
prehispánico del Archipiélago Canario, tropezando con la seria dificultad
de no conocer directamente sino un número limitado de yacimientos
grancanarios, considerados los más espectaculares. En poco tiempo y
-
Lrab atduas prospecciones fui adquiriendo un concepto más ciaro ciei
conjunto arqueológico con vistas a la confección de la Carta Arqueoló-gica
del Archipiélago Canario.
Uno de los yacimientos que prospeccioné en 1959 fue la Fortaleza
de Chipude, sobre la que desde hacía cien años o más había surgido una
leyenda que había que constatar o no. Por otra parte, la Fortaleza de
Chipude me causó honda impresión por su grandeza y por los restos
de construcciones que afloraban, cuya función era objeto de debate.
Además a través de las fuentes, especialmente de L. Torriani, la Forta-leza
podía identificarse con Argodey l. Y de tal manera me impresionó
que desde entonces xe comprometí a llevar a cabo su investigación.
Puesto en contacto con don Juan Ravina, subdirector de la Caja de
Ahorrros y Monte de Piedad de Santa Cruz de Tenerife en 1972, esta
entidad con gran gentileza subvencionó los gastos de las investigacio-nes
que, con la correspondiente autorización de la Dirección ene eral
de Bellas Artes, se iniciaron en marzo de 1973 '. Las campañas de
trabajo duraron todo ese año y en ellas participaron los profesores del
Yepartamen:G de Prehistoria y ArciUeo!ogia, dUlilliodse la urivcrsi-
1. L. TORRIANID: escripción e Historia de1 Reino de las Islas Canarias, antes AJor-tunadas,
con el parecer de sus fortificaciones (1594). Trad., intr. y notas de A. Ciora-nescu,
Santa Cruz de Tenerife, 1959.
2. Agradecemos cordialmente a don Belisario Guimerá, director, y a don Juan Ra-vina,
subdirector de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Santa Cruz de Tenerife,
la subvención y las facilidadas dadas para poder realizar el estudio de la Forta!eza de
Chipiide, a !a "o que p r e s e n t e ~ ~ odsi sct t !ps pcx 20 haber pedido e ~ t r e g a re ! trubajo
definitivo, para su publicacibn por dicha entidad, en el tiempo previsto por causas
ajenas a nosotros.
dad de La Laguna y varios obreros de La Gomera" Las campañas fue-ron
duras como consecuencia necesaria de haber instalado el campa-mento
en el mismo yacimiento, lugar inhóspito, carente de agua y bien
dotado de múltiples adversidades climáticas.
GeoIógicamente la Fortaleza es un pitón fonolitíco, originado por
viejas masas pastosas que, entre el basalto, se abrieron paso hacia la
superficie en una fase al final del plioceno, hace cinco o cuatro millo-nes
de años, sufriendo posteriormente los efectos de la erosión 4.
No vanros a rastrear ahora las fuentes históricas sobre la Gomera,
ya que magistralmente han sido estudiadas por J. Alvarez Delgado S y
por J. F. Navarro 6 , pero es conveniente señalar que los datos suminis-trados
por L. Torriani y por J. de Abréu Galindo ponen en evidencia
que la fortaleza llamada Argodei, donde se resguardó el portugués
don Fernando de Castro en 1425 con 1.500 soldados, acosados por los
nativos, se identifica con la Fortaleza de Chipude '. Anteriormente, en
1383, don Fernando Ormel de Castro se había visto obligado a prote-gerse
con sus tropas en un lugar elevado denominado Argodei, fortaleza
constituida por un risco muy alto
El primer autor que se interesó con cierta intensidad sobre la For-taleza
de Chipude fue J. Alfonso Bethencourt, quien en 1881 publicó
unas notas sobre e! sistema religioso de los antiguos gomeros lo. En ge-neral,
este autor ve en la Fortaleza elementos de signo religioso, aun-que
en su descripción observa cuatro tipos de construcciones, que con
3. El equipo de excavación estuvo compuesto por el director de las excavacioiies,
doctor M. Pellicer; por los doctores M. Hernández, D. Martin, Mia C. Jiménez, A. le-jeta,
M.' del C. del Arco; por los ayudantes R. Cruz-Auñón, L. Fernández, M. Lorenzo,
3. Gaiván g A. Guimerá; por el dibujante A. Romero, y por el fotógrafo E. Mir; ade-más,
por una docena de obreros de La Gomera.
4. r. BRAVO: <<Estudio geológico y petrográfico de la isla de La Gomerau, Estudios
Geológicos, XX, Madrid, 1956, pp. 1-56. H. M. HAUSEN: <Nota comparativa de la geo-logia
de las islas de La Palma y Gomera del Archipiélago Canarior, Homenaje a E. Serra,
tomo 11, La Laguna, 1970, pp. 231-248.
5. J. ALVAREZD ELGADO«: El episodio de Iballan, An. Esr. Atl., 5, Madrid-Las Pal-mas,
1959, pp. 235.274. Idem: <<Primera conquista y cristianizacion de La Gomera. Ai-gunos
problemas históricos;.>, An. Bst. Atl.n, 6, Madrid-Las Pa!mas, 1960, pp. 445-492.
6. J. F. XAI~~RROC:o nfribtlcidn a Ia Corra Arqueológica de la isla de La Gomera
(Canarias). Memoria de licenciatura leida en la Universidad de La Laguna en 1975
(inédita).
7. L. TORRIAXI: cfr. nota 1. J. DE ABR~UH: istoria de la conquista de las siete idas
de la Gran Canaria. Notas de A. Cioranescu, Santa Cruz de Tenerife, 1955, 1, 16, p. 76.
8. Cfr. nota 5.
9. Cfr. nota 5.
10. A. J. DE BETHENCOCRT<:N otas para ios estudios prenistóricos cie ¿a Somcra
y El Hierro. 11. El sistema religioso de los antiguos gomeros~, Revista de Canarias, 111,
Santa Cruz de Tenerife, 1881, pp. 355-356.
gran acierto explica con función pastoril: 1) Viviendas circulares; 2) Pe-queños
corrales; 3) Círculos de piedra para recoger líquidos (agua. le-che
o sangre); 4) Pireos en la periferia, de forma circular o elíptica.
construidos de piedra y conteniendo, según sus excavaciones, carbón,
huesos quemados y cuchillos tk piedra. J. Alfonso Bethencourt, ante
estos hallazgos, no dudó en llamar a la Forraleza «Montaña Sagrada»,
siendo su artículo objetivo y acertado en general, aunque las dimen-siones
que reseña no son exactas. Habla también de tres accesos, de
los cuales las gentes actuales de Chipude sólo conocen uno. Efectiva-mente,
existen esos cuatro tipos de construcciones. Según nuestras in-vestigaciones,
sería correcta la atribución de viviendas y de corrales,
pero creemos que 10s círculos de piedra para líquidos, si bien es difícil
que sirvieran para almacenar agua a causa de las filtraciones, no es
posible admitir su función para leche ni sangre. E1 tipo de construc-ción
que denomina «pireo», creemos sinceramente que carece de sen-tido
religioso, tratándose, más bien, de simples hogares. El nombre
propuesto de «Montaña Sagrada» con raíces en la teoría de R. Ver-neau
fue aceptado normalmente.
Tenemos que llegar al año 1967 para que aflore de nuevo el tema
de la Fortaleza de Chipude. H. Nowak publicó en el diario El Día en
1967 un artículo, menos afortunado que el de J. Alfonso Bethencourt,
partiendo del principio del carácter exclusivamente religioso de la For-taleza
l1 siguiendo con A. Closs, etnólogo continuador de Wofel, la teo-ría
de R. Verneau, quien en 1891 cita el «Sagrario de Montaña» de la
Gomera por sus evidentes indicios de tipo religioso 12. Las orientacio-nes
y las distancias que da Nowak adolecen de inexactitud, por otra
parte, cualquier elemento constructivo es dotado de funciones religio-sas,
por ejemplo, cualquier concavidad es considerada como una aber-tura
de libación para leche. Un conjunto de cabafia-redil arie hemos
excavado, Nowak lo considera como un altar en forma de kerkur.
Las piedras clavadns en el suelo pertenecientes a construccio~es o cor-tavientos
son consideradas como mehires. En la zona Sur donde he-mos
excavado varios hogares con alineaciones de cortavientos, son
considerados como betilos. La piedra del centro de una cabaña para
sostener un poste es denominada «piedra para asiento dei alma». Cuan-do
el autor pretende establecer relaciones, las encuentra en el megali-tismo
mediterráneo, excesivamente distante en espacio y tiempo. Este
artículo que ciliicamos, publicado en el peródico tinerfeño, un poco más
11. H. ~TQW.AX: .E! S~grririn de Men?=fiz de !OS rbnrige~ec
15-XI-1967, Santa Cruz de Tenerife.
12. R. VERNEAU: Cinq années de séjour atw Iles Canaries,
d- La Uoxerra, E! Diu,
Paris, 1891.
ampliado, fue posteriormente editado, vertidos los mismos conceptos,
en 1969 13.
Poco después del artículo de Nowak, E. Serra Rafols publicó otro
en el mismo diario de Tenerife l4 con una serie de comentarios robre
dicho trabajo, considerándolo sensacionalista. Con gran criterio v rea-lismo
E. Serra, habiendo visitado la Fortaleza, considera las estruc-turas
como restos de apriscos pastoriles de cualquier tiempo, indicando
claramente que para su estudio lo más interesante sería la confección
de un plano de conjunto y de los diferentes detalles, además de la ob-tención
de una cronología por medio del análisis del C 14.
Nuestras investigaciones en la Fortaleza de Chipude se desarrollaron
en 1973 y la labor consistió primeramente en el levantamiento del
plano topográfico del yacimiento, cuadriculándolo todo él con cuadros
de 25 metros de lado, y estando dirigidas las abcicas de E. a W. y las
ordenadas de N. a S. Se formaron varios equipos con el personal téc-nico
del departamento de Arqueología de la Universidad de La Laguna,
ayudados por varios obreros, para excavar sistemática y simultáneri-mente
las estructuras más visibles. Con los trabajos de topografía se
pudo observar que la Fortaleza estaba en su punto más alto a 1.241
metros sobre el nivel del mar y en su punto más bajo de la meseta a
1.232 metros, lo cual daba una diferencia máxima de 11 metros dentro
del yacimiento, aunque existe alguna estructura en la periferia a me-nor
altura y ya en la ladera junto al escarpe. Los acantilados que rodean
la fortaleza caen sensiblemente en vertical hasta una profundidad que
oscila entre 130 metros en el N., hacia Pabón, y 500 metros en
e1 S. E., hacia ei barranco de Erque.
En cuanto a las distancias, el mar se encuentra por el S. a 8 kiló-metros
a través del barranco de Erque, por el W. a 6,5 kilómetros ha-cia
el Valle ~ r a nRe y y por el S. W a 5 kilómetros de la playa de
Argada, topónimo que ha conservado la fonética de Argodei, nombre
antiguo de la Fortaleza. La forma de la Fortaleza es sensiblemente al-meniirada.
dirigido ei vértice hacia el S. '#. cvn una, di~rierisiories de
320 metros N. S. 17 220 metros E. W. v con una superficie de 41.375
retros cuadrados.
13. H. NCW~R: ~ E i n Bergheiligtum der Alt:omerer. Fortaleza de Chipuden. Raggi. 4,
Zurich, 1969.
i4. E. SERRA: nEi redescubrirnienio de ia Füriaieza de Chipden, El Diu, 29-X-1967,
Santa Cruz de Tenerife. Véase tambiCn, P. TARQUIS.:I sla de La Gomera, otra vez la
Fortaleza,>, La Tarde, 1 y 2-XII-1967, Santa Cruz de Tenerife.
En cuanto a la excavación, se realizaron cuatro sondeos en los pun-tos
que consideramos de mayor potencia de relleno, ya que en gran
parte de la superficie aflora la roca, se excavaron 24 estructuras, prác-ticamente
todas las visibles, y :e deforestaron 1.500 metros cuadrados
para poder estudiar la superficie.
Los cuatro sondeos practicados, de una suerficie cada uno de 1 me-tro
por 1,50 metros, dieron como potencia máxima 0,25 metros, sin
ningún tipo de estratigrafía y solamente con un manto de tierra vegetal
sobre el suelo rocoso, habiéndose prerentado los cuadro sondeos arqueo-lógicamente
estériles.
Por lo que se refiere al estudio de las estructuras excavadas, pode-mos
considerar siete tipos:
Fueron excavadas seis, estando situadas dos de ellas en la periferia
N. E., tres hacia el borde N. W. y una junto al escarpe S. Estas es-tructuras
consisten en unos círculos de piedras con una sola hilada, con
dos o con dos paramentos, presentando unos diámetros que oscilan
entre 2,10 metros y 4 metros, mientras que los' muros tienen un gro-sor
entre 0,25 metros y 0,90 metros. El acceso se halla hacia el S.. v en
el centro de la cabaña suelen aparecer unas piedras con la probable
función de base de un poste central. Los hallazgos suelen ser muy po-bres,
reduciéndose a fragmentos cerárnicos en dos de ellas, huesos aue-mados
en una y presentándose arqueológicamente estériles tres de ellas.
No dudamos de su función de cabañas para guarecerse de la intemoe-rie,
estratégicamente situadas a los dos lados del acceso, hacia el ba-rranco
de Erque y hacia la playa de Argada. Su porcentaje en relación
con las 24 estructuras excavadas es del 20 por 100.
2) Redil
Se trata de construcciones de pequeñas piedras dispuestas en una
planta de tendencia rectangular con corpartimientos interiores irregu-lares,
con unas dimensiones de 3 a 5 metros de diámetro. Estos rediles
se sitúan casi en el centro del yacimiento. Los hallazgos en su excava-ción
fueron nulos y SIJ porcentaje con r e s p ~ ~a! t t~~ t a !d e las e s t r~c -
turas es de 6,6 por 100.
3) Conjunto Cabaña-redil
Fueron excavados dos ejemplares, consistentes en unos coxplejos
conrtructivos de tendencia oval, con ejes máximos que oscilan entre
10,50 metros y 12,30 metros, con abundantes compartimientos inte-riores
irregulares en número de 9 a 12. Los muros más gruesos, que
llegan a alcanzar 1,25 metros, se hallan en el centro, existiendo la cu-riosa
técnica del paramento doble. El acceso principal parece abrirse ha-cia
el S. Estos conjuntos ce sitúan en el centro de la Fortaleza y hacia
la parte del acceso, en dirección N. E.
En cuanto a los hallazgos, solamente aparecieron en un conjunto,
consistentes en gruesos muros de piedra en forma de creciente o de
trapecio, con la parte cóncava dirigida hacia el S. W., excepto en uno
que se abre hacia el N. E., la cuerda de estos abrigos osicila entre 1,50
metros y 4 metros. Los abrigos están situados en el centro del yaci-rriento,
excepto uno de la parte S.
Los hallazgos se reducen a abundante cerámica, hojas de basalto,
carbón y huesos quemados en uno de ellos, mientras que íos restantes
se presentan estériles. Estas estructuras probablemente estarían techadas
con matorral. Su porcentaje llega al 23 por 100.
Se excavaron tres ejemplares, consistentes en conjuntos i.rregulares
de tendencia oval con un muro -apéndice protector en la parte W. y
hacia la entrada. El diámetro de las cabañas suele ser de unos 3,50 me-tros
y el muro protector de Ia entrzda llega en un caso a 2 metros de
largo por 1 metros de ancho. Estas estructuras se extienden hacia la
parte W. Los hallazgos se reducen igualmente a hojas de basalto, cerá-mica,
carbón y huesos quemados, excepto en un ejemplar que resultó
estéril.. Su porcentaje se eleva al 10 por 100, habiendo experin~entado
sucesivas reutilizaciones.
6 ) Hogar
Fueron excavados seis ejemplares, consistentes en círculos u óvalos
de piedra con ejes que oscilan entre 1 metro y 3 metros y una profun-didad
máxima de 0,50 metros, presentando normalmente, tangente al
círculo, una gran piedra de hasta 1,50 metros.
El conjunto de hogares se agrupa en la zona S., junto al profundo
escarpe de Erque. Los hallazgos se reducen a carbón, huesos
y cerámica, habiéndose presentad? estériles dos ejemplares. Estos su-
puestos hogares o habrían sido excavados anteriormente o tendrían
como función guardar alguna cría de ganado. Su porcentaje con res-pecto
al total de las estructuras estudiadas se eleva a 23,33 por 100.
Como hemos ob~ervado en la anterior descripción, los hallazgos son
sumamente pobres, de tal manera que resulta difícil obtener conclusio-nes
definitivas. Aparte del carbón que aparece con frecuencia en cual-quier
estructura, y de los huesos quemados de cabra u oveja, lo más
significativo es el material lítico y la cerámica.
El matevial lítico se reduce a núcleos de basalto parcialmente des-bastados,
con talla cortical, a la manera de los «choppers» del clásico
paleolítico inferior, a hojas de basalto, generalmente de sección trian-gular
o trapezoidal, que oscilan entre 2 y 8 centímetros de longitud y
finalmente, a lascas de basalto anchas y atípicas.
La cerdmica es de gran monotonía, se reduce exclusivamente a cueti-cos
de tendencia semiesferica con borde iigeramente entrante y, en oca-siones,
grueso, con un diámetro de boca que oscila entre 15 y 30 centí-metros,
de pasta muy tosca, con abundantes desgrasantes, a mano, coc-ción
irregular reducida, con coloraciones rojizas, pardas y grisáceas y
sin decoración alguna. Las analogías de estas cerámicas con las de Te-nerife
son particularmente estrechas.
Aparte de los datos que tenemos a través de los textos del mo-mento
de la conquista, pudimos obtener una cronología mediante el
análizis del C 14 radiactivo con una prueba de carbón vegetal proce-dente
de la cliadrícula D/11, realizada en el Instituto de Química-
Física Rocasolano de Madrid, del C. S. 1. C., habiendo entregado la
fecha de 470 * 60 años d. C.
Naturalmente, si consideramos cierta esta cronología, no pode-mos
concluir en que esta fecha fuese la inicial del yacimiento, dada
la ausencia de estratigrafía. ya que el yacimiento pudo existir en un
momento bastante anterior. Por otra parte, no dudamos de que el ya-cimiento
prosiguió sus funciones hasta los tiempos de la conquista.
incluso en época posterior, según referencias de la gente de Chipude
y según los abancalamientos y emplazamientos de colmenas actuales.
La Fortaleza de Chipude es un yacimiento de pastores, accidental,
con una cronología que podría iniciarse a fines del 1 milenio a. C.
hasta un momento pocterior a la conquista, e incluso actual, obser-vándose
frecuentes reuti!izaciones en las estructuras con la función
primordial de un complejo redil con pastos propios y perfecto acotri-miento
natural.
Creo que definitivamente habría que descartar el repetido con-cepto
de «Montaña Sagrada» con altares de sacrificio que yo consi-dero
vulgares hogares, aras de libaciones que no son sino rocas natu-rales,
betilos sagrados cuya función apunta a cortavientos de la zona
de hogares, «tagoror» que tienen todos los visos de simples caba-ñas,
etc.
Es un lugar inhóspito por la rudeza e irregularidad del clima con
abundante niebla, dada su altura de más de 1.000 metros, humedad
y lluvia, con fuertes vientos y bajas temperaturas, careciendo entera-mente
de agua, todo io cual dificulta evidentemeenre un hábirar perma-nente,
si a estas circunstanciar añadimos su difícil y penoso acceso.
Dado lo rudimentario de sus construcciones, el lugar con la parti-cularidad
de su inexpugnabilidad, sería punto de refugio en caso de
peligro como hemos visto en las fuentes de la conquista, aunque no
descartamos la posibilidad de que en ciertas ocasiones pudiera servir
de lugar de reunión, como el Jaragonai, por motivos políticos, milita-res
e incluso religiosos.
En realidad, se trata de un yacimiento arqueológico de un interés
muy relativo, pobre y rudimentario, si atendemos a la escasez y atipis-mo
de los hallazgos, incapaces de entregar datos de gran interés.
Esperamos que con la publicación total del yacimiento a través de
la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Santa Cruz de Tenerife,
pueda quedar perfectamente documentado el carácter de este yaci-miento
arqueológico canario.