HOMBRES DE LAS PALMAS CON CARGOS EN LA ADMINIS-TRACION
DEL NUEVO MUNDO (SIGLOS XVII Y XVIII)
ANALOLABO RGESJ ACINTOD EL CASTILLO
La efemérides del quinto centenario de la fundación de la ciudad
del Real de Las Palmas me sugirió el tema de la ponencia que pre-sento,
como reconocimiento a aquellos hombres que abandonaron
e! lugar de sil nzcimient~ para desemyeñar puertos de respon-ahili-dad
en el Mundo Nuevo, o bien, estantes ya en las Indias, por medio
de la emigración, siempre continua, alcanzaron altos o modestos
puestos en la administración. De ellos la mayoría no regresó, los
menos pudieron morir en su terruño.
((Durante los siglos XVII y XVIII la transformación y crecimien-to
de la ciudad de Las Palmas se opera dentro de su propio perí-metro
... su caserío se adecenta, los edificios de la conquista se re-mozan,
a viviendas humildes reemplazan casonas con ribetes de
palacios, los jardines y huertas desaparecen para dar paso a nuevas
construcciones, y así la ciudad progresa, crece y se aprieta dentro
de su aparente estabilidad.. . » l. El aspecto rural va desapareciendo
para adquirir, paulatinamente, la configuración urbana dentro de
los límites señalados en su fundación. Sin embargo, se inicia también
en el XVII y adquiere un homogéneo desarrollo el poblamiento de
((10s riscoso o barrios populares situados en las laderas que abrigan
el gótico barrio de Vegueta -asiento de la burguesía- y el popular
barrio de Triana, asiento de mercaderes. Así crecen, con santoral
religioso, y, al amparo de las respectivas ermitas: San Nicolás, San
Rafael, San Juan y San Joséz.
El aumento demográfico es débil, hacia la mitad del siglo XVIII
contaba con 9.820 habitantes aproximadamente. El escaso desarrollo
1. ANTONIO RUMEU DE ARMAS: Pivalevias y ataques navales contra las Islas
Canarias, 111, l.& parte, pp. 282 y SS., Madrid, 1959.
2. Véase ANTONIOH ERRERPAI QUÉ: L a cuidad de Las Palmas. Noticias históricas
de su urbanización, Las Palmas, 1978; y JosÉ ANTONIOIN FAXTEF LORIDO:U n semi-nario
de su siglo. Entve la Inquisición y las Luces, Las Palmas, 1978.
urbano repercute en el de población. Sólo en el último tercio del
siglo Ilustrado se inicia un desarrollo urbanístico promovido por los
hombres de la época, en un afán de superación y de servicio a la
ciudad. Existen informes y Memorias para remediar el estatismo
secular cuyos autores fueron obispos o miembros de la Real Socie-dad
Económica de Amigos del País, que si bien no todos se llevaron
a cabo, sí produjo un positivo cambio en la urbe.
«La población de esta ciudad Real de Las Palmas -nos dirá
Fray José de Sosa- es de moderados vecinos, pero hay en ella mu-cha
nobleza de gente principal, eclesiástica y seglar, y trato de mer-caderes
que tratan en España, Flandes, Inglaterra e Indias, y otras
partes.. . u 3. Olvidó el autor a los campesinos, artesanos, gente de
servicio y esclavos bereberes, el pueblo, en fin, que no comparten
::mU!ezun ili trates de 111ex~YeresP, UYY sit~xciSnPC ~IS~~C I m de
la digna pobreza a la gran miseria, arropados por la ignorancia, el
analfabetismo, la superstición y la congoja entre la penuria de un
trabajo escasamente remunerado y el paro forzoso; entre las plagas
y la sequía.
En tanto la ciudad se embellece: Iglesias, plazas, fuentes, con-ducciones
de agua, casas con escudos familiares en las fachadas
barrocas o neoclásicas y el Puerto de la Luz acrecienta el tráfico de
los mercaderes. Los buques que parten hacia América siempre lle-varán,
clandestinamente o no, la preciada carga humana de quienes
buscan salir de la miseria o hacer fortuna.
2. De este contexto urbano, social y económico proceden las
personas objeto de nuestro estudio. Muchas de las ciudades india-nas
donde ejercieron sus funciones tienen un notable parecido a la
de Las Palmas, tanto en los aspectos socio-económicos como en el
urbanístico. Pertenecieron mayoritariamente al estamento alto, algu-nos
obtuvieron títulos de nobleza; fueron otros, segundones de fa-milias
acomodadas, algunas de ellas perviven. A veces, partieron
varios miembros pertenecientes a una misma iamiiia, ios encontra-mos
en Indias aun sin ejercer ninguna función púbIica o eclesiástica,
tales como los Lezcano o los Espinosa (de los Monteros, de la Puer-ta).
Es de destacar, frente a la ignorancia del pueblo a la que nos
hemos referido, que existe una élite con el grado de Licenciado y de
Doctor, generalmente por Salmanca, estos fueron destinados a las
Ai l r l i ~ n r i a ce eran h c m h r ~&~ IgJesja. A
3. Lo cita HERRERPAIQ UÉ: Ob. cit., p. 101.
Algunos emigrantes o funcionarios fueron progenitores de per-sonas
de relieve político o cultural como ejemplo citamos a:
Pedro Falcón de Salazar, padre del prestigioso jesuita Pedro de
Salazar, rector del noviciado de Santa Fe en el Nuevo Reino.
Bernardo Rodríguez del Toro, primer Marqués del Toro, bisa-buelo
del general de la Independencia venezolana Francisco Javier
del Toro, y abuelo de José Rodríguez del Toro, miembro de la
Audiencia gobernadora de México, por muerte del Virrey Marqués
de las Amarillas (1760).
Francisco de Paula Espinosa de la Puerta, abuelo de Gervasio
Espinosa Ortigueira, general de los ejércitos del Plata.
El aruquense Miguel Fernández Monagas, abuelo de dos presi-dentes
de la República de Venezuela: José Tadeo y Gregorio Mo- m
nagas quienes dieron nombre al actual estado Monagas. Gregorio E
abolió la esclavitud durante su mandato. En la caraqueña plaza de O
Candelaria, ante la Iglesia del mismo nombre, fundada por un grupo n - m
de canarios emigrantes a principios del XVIII, se le erigió una esta- O
E
tua al abolicionista de la esclavitud, Gregorio Monagas. E
2
También Antonio de Vargas Machuca, es el padre del homónimo E
que llegó a primer magistrado de la nación venezolana. 3
Todos estos ascendientes emigraron en el siglo XVIII, en cuya -
centuria aumentó considerablemente la corriente migratoria del ar- 0
m
E
chipiélago. Citemos por último a Cristóbal Martín de Bethencourt O
como ascendiente de Gustavo Martínez Zubirías, «Hugo Wast», co-nocido
y destacado literato argentino. n
E Otros muchos emigrantes del archipiélago, casi siempre de hu- a
milde condición social, dieron a las Indias hombres de valía desde n
algún obispo a pintores, músicos, poetas, médicos, militares o man- n
n
datarios, profesores universitarios, etc., etc. Es esta la parte más 3
positiva de la emigración forzada por causa de la penuria o escasez O
de trabajo. En otra ocasión contribuyeron de forma eficaz al pobla-miento
como el nacido en Las Palmas Juan de Castro y de los
Cobos que dejó 14 hijos en la ciudad de Coro (Venezuela).
3. Los protagonistas de nuestro estudio -los hombres de Las
Palmas con autoridad en las Indias durante las centurias diecisiete
x7 d i ~ r i n r h n - e j e ~ ~ i e le~fif mi a p r nÚmpr^ e] ej&-~it~-mi!i&sy J ----------
en la Iglesia con los consiguientes cambios de destino, en algunas
ocasiones, e incluso existe un trasvase de cargos, de lo militar a lo
civil. Como caso más expresivo de estos cambios traemos el ejem-
plo de Tomás del Castillo Ruiz que ejerció como castellano en la for-taleza
del golfo de Honduras, teniente en Guatemala, sargento ma-yor
en Callao de Lima, corregidor en la Paz, y, de regreso a Las
Palmas se ordena sacerdote. Todo un recorrido desde América Cen-tral
al virreinato peruano, y a las tierras del Alto Perú.
Los hombres que tengo la certeza de haber nacido en la ciudad
capitalina de la isla de Gran Canaria, ejercieron autoridad en las
Antillas, Virreinato de Nueva España, América Central, Nuevo Rei-no
de Granada, Virreinato del Perú, el Río de la Plata y las provin-cias
que hoy componen la nación venezolana (Venezuela, Cumaná,
Maracaibo, península de Paria y Guayana) además en la isla Trini-dad,
en un total de setenta y dos cargos, distribuidos de la siguien-te
forma:
Audiencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8
Provincias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8
Cabildos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Ejército y milicias . . . . . . . . . . . . 28
Iglesia.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 (de ellos, 3 obispos)
La mayor participación corresponde al virreinato de Nueva Es-paña
con 18 funcionarios; le sigue Venezuela y Nuevo Reino de
Granada con 15; las Antillas con 10, etc.
Una vez más tengo que repetir lo que ya he expuesto en mis
trabajos publicados sobre Canarias y América: no es fácil conocer
el lugar, provincia o isla de origen, ya que las fuentes no acostum-bran
a indicar la procedencia, y cuando lo expresan sólo lo refieren
a ser natural de las islas Canarias. Para su filiación me ha sido muy
útil, además de las genealogías publicadas en América, el Nobiliario
de Canarias4, si bien aquí sólo se encuentra, como lo expresa el
título, las personas emparentadas con el estamento superior. Sin
embargo, hay muchas objeciones en el Nobiliario que es preciso con-signar,
pues si bien puede confirmarse la identidad familiar e in-cluso
el lugar y hasta la fecha de nacimiento -con frecuencia in-exactas-
hay toda una relación de obispos, gobernadores y hasta
virreyes que nunca existieron; puedo afirmar que no hubo ningún
virrey de origen canario. En cuanto a los otros altos cargos, son o
bien falsos o el autor de la genealogía familiar ((ascendió)) por su
menta a un determinadn ziembro desde el modeste pxekle e:: U::
4. Editor Juan Régulo, 3 tomos, La Laguna, 19521938
1 o
cabildo rural a gobernador. Esto ha sido constatado numerosas ve-ces
por los ((Títulos de Indias)), fuente importantísima para el tema
que nos ocupa 5. De forma que de una parte el investigador no puede
precisar el lugar de origen, y de otra encuentra cargos inexistentes,
una vez conocido el primer dato. Con todo quiero indicar que tengo
la seguridad de que podría duplicarse el medio centenar largo de
personas que cito en este trabajo, que las publicaré en su día como
procedentes del archipiélago que, en una determinada etapa de su
vida, ejercieron puestos de autoridad en la cultura, en la Iglesia, en
el ejército o en los distintos puestos de la administración civil, quie-nes
en conjunto suman varios centenares.
a) en Audiencias: Fernando Betancor Barreto y Pedro Weter- -
ling y Calderín en la audiencia de Santa Fe; Pedro Lezcano en la de m
O
E
Guadalajara; en la de México y en la de Santiago de Chile Fran- E
2
cisco Manrique de Lara; Francisco Javier Hernández Naranjo en E
las audiencias de Santo Domingo y en la de Caracas, Jacobo Huerta
Cigala en la de Guatemala. 3
b) en Provincias: Pedro López de Morales, auditor de Guerra
en La Habana; José Tomás Machado, tesorero de la Real Hacienda
en la provincia de Maracaibo; procurador general por Santa Fe
Antonio Salazar Falcón; corregidor y justicia mayor de Cumaná
Dionisio Grimón de Rojas; en la misma provincia ejerció de gober-nador
y capitán general Gregorio Espinosa de los Monteros; Juan
de Jaraquemada gobernó la provincia de Chile y el teidense Diego
de Sopranis la de Trinidad y Guayana. En este contexto de autori-dades
provinciales, y conocida la influencia que siempre tiene la
mujer en los cargos del cónyuge, cito también a las consortes Isabel
Jaraquemada y Cepeda y Teresa de Vera, esposas, respectivamente,
del corregidor de Chuquisaca, y del alguacil mayor de Córdoba de
Tucumán. La primera de ellas, hija del gobernador de Chile.
c) en Cabildos o Municipios: Pedro Salazar Falcón alcalde en
Santa Fe, quizá, su hijo Antonio Salazar Falcón ostentó el mismo
cargo antes de ser nombrado procurador general (Véase apartado
anterior); el mismo cargo ostenta en la península de Paria Miguel
5. Ordenado y clasificado por Ricardo Magdaleno, Valladolid, 1954.
Lezcano y Severino Lezcano en Singuilucán y Tulancingo (Nueva
España); Francisco Tomás del Castillo Ruiz, corregidor y justicia
mayor de la ciudad lascasiana de Verapaz.
d) en el Ejército: Pedro y Andrés Botello -tío y sobrino-capitanes,
defienden San Juan de Puerto Rico frente al ataque ho-landés;
a la misma isla fue destinado el Sargento mayor Angel
Muxica Lercaro. En Jamaica, repele los ataques por parte de Ingla-terra
el alférez Serafín de Arencibia; los capitanes Felipe Lezcano
Gordejuela y Bartolomé de Muxica Lercaro defendieron en La Ha-bana
el castillo de San Salvador de la Puerta.
En Caracas y su puerto, la Guaira, estuvieron el maestre de
campo Agustín Alvarez de Lugo y Macías, que luchó contra la im-portante
revuelta dirigida por el isleño Tuan Francisco de León (tam- 2
bién intervino con eficacia el arcediano de la catedral de Caracas N
E Manuel de Sosa y Bethencourt, después obispo de Cartagena de O
Indias. Véase apéndice); en la misma capital de la provincia actua-n-=
ron los capitanes Diego de Robles y Bartolomé Hernández Naranjo, m
O
E este último primer marqués del Buen Suceso; en la Guaira partici- E
2
pó en la defensa del puerto contra un intento de invasión de naves E
=
inglesas Dionisio Grimón y Rojas; asimismo en la provincia vene-zolana,
en las costas de Barquisimeto, el capitán Sancho de Heredia 3
forma parte del ejército que rechazó un ataque de corsarios, en cuyo
- -
0m
lugar se le asigna una encomienda por servicios prestados con ante- E
rioridad en la isla de Gran Canaria. O
Tomás del Castillo Ruiz fue alcaide en la fortaleza del golfo de n
Honduras, y teniente de general en Guatemala; Felipe Lezcano Gor- E a-dejuela
alcaide del Castillo de San Lorenzo de Panamá (anterior- l
mente había tenido el mismo destino en La Habana); otro alcaide, n
0
Andrés Orellana Cabrera, sargento mayor, lo fue en Acapulco, puer-to
principal -estratégico y comercial- en el Pacífico, lugar de 3
O
destino de los galeones procedentes de Filipinas; en la fachada atlán-
+:-- A-1 -.:.-..-:--G- L: T T:Z,.l L.- -..-&-ll,.-- --- LLCL UGI v I I ~ C ; l ~ I a IwI U V U I I I ~ ~ ~LU~IC~IIULU VIIIUIl,u c Laorcilaliu lca-ponsable
de la estratégica isla de San Juan de Ulúa. Pedro Padilla
Manrique de Lara, capitán, estuvo destinado en Cartagena de In-dias,
lugar acosada por los piratas e intentos de invasiones foráneas,
por lo que conserva una de las fortalezas más impresionantes de
todo el territorio hispánico. Ciudad «la más bella de España y la
más española de América)) en expresión del erudito profesor Enri-que
Marco Dorta.
Por último en el cabildo capitalino del virreinato peruano, os-
tentó el puesto de alférez real Francisco Lescano Centeno; y sar-gento
mayor en el puerto de Callao de Lima el citado Francisco
Tomás del Castillo Ruiz. Nos queda aún por citar al alcaide Francis-co
de Paula Espinosa de la Puerta, destinado en el cono Sur, en el
Puerto de Buenos Aires, futura capital del virreinato platense.
e) en la Iglesia cargos varios: Fueron calificador y notario del
santo oficio en Cartagena y en México, respectivamente, el doctor
Manuel de Sosa Bethencourt y el capitán Juan de Aguilar Quintana.
La familia Aguilar estuvo vinculada a los cargos del santo oficio en
Gáldar, en la isla Gran Canaria. En la corte virreinal de México
asistieron la capellanía los licenciados Miguel Agustín Martínez Ra-mos
y Antonio de Salvago Imperial; otros dos hermanos de Salva-go,
jrácome Crisióbai, piesHpros, ejercierufi e: iiiiiiis:ei.;u ,,
tal en la capilla del mismo virreinato. El licenciado José Bernardo D
Espinosa de los Monteros desempeñó la parroquia de Barquisimeto.
Fray Espinosa de los Monteros, estuvo destinado a las misiones =m
de Cumaná; los dominicos Fray Mateo Lezur Machado «en Indiasu O
E
y fray Francisco Muñiz, prior y definidor general de su orden en E
2
México. E
En las distintas diócesis que reseñamos, formaron parte de los 3
cabildos eclesiásticos :
José Padilla Manrique de Lara, Rodrigo Cervellón de Santa Cruz
y Fernando Betancor Barreto -los tres licenciados en Cánones y
en Derecho- en Cartagena de Indias los dos primeros y el tercero
en Santa Fe donde ejerció también como abogado de aquella Au-diencia;
en Caracas el Licenciado Manuel de Sosa y Bethencourt y
Luis Losano Umpiérrez; en Guatemala, Francisco José Palencia;
en Michoacán Nicolás Antonio Matos Coronado; en la diócesis
de Guanajuato actuó como vicario eclesiástico y juez eclesiástico
el Licenciado Luis Espinosa de la Puerta, hermano de Bernardo Es-pinosa
de la Puerta: canónigo en Buenos Aires.
Obispos :
Cuatro diócesis americanas fueron regidas por tres obispos hijos
de la ciudad de Las Palmas, todos pertenecientes al siglo XVIII:
Francisco Pablo Matos Coronado en Yucatán y Michoacán;
Francisco Tosé Palencia en Comayagua de Honduras; y Manuel So-sa
Bethencourt en Cartagena de Indias donde muere siendo electo
arzobispo de Santa Fe. Este último obispo, perteneció a familias
muy modestas, había sido cantor de la capilla de la catedral de
Las Palmas y, posteriormente fundó escolanía en la de Caracas, en
cuya catedral fue arcediano '.
Otros muchos hijos de la ciudad capital Gran Canaria, nacidos
en el siglo XVIII tuvieron importante actuación en el XIX, en la
etapa de emancipación, en cuyas convulsiones vivieron su primera
juventud por haber emigrado muy jóvenes al Nuevo Mundo. Como
ejemplo, al azar, he escogido tres nombres: Blas Cerdeña Suárez,
Antonio María Pineda Ayala y José Luis Cabrera Charbonier.
Blas Cerdeña Suárez, se incorpora muy joven a las filas realistas
de Venezuela, donde desde su incorporación de cadete llega a al-canzar
el grado de coronel por méritos de guerra, Es iinn de tantos
españoles que vacilan, en un momento dado, sus convicciones en
favor o en contra del movimiento independentista. Parece ser que
un malentendido entre él y su superior, Francisco Tomás Morales
(también grancanario) S, lo predispuso a «pasarse» a las filas patrio-tas.
Sin embargo, siguió al general Pablo Morillo hasta Cartagena,
y éste lo envía con su batallón al Perú. Cerdeña aprovecha la opor-tunidad
para entregarse allí con su batallón (1820) donde realiza
actos heroicos en favor de la nueva causa, por lo que en la historia
militar peruana tiene un puesto de honor.
Antonio María Pineda de Ayala: ejerció como médico en Ve-nezuela
y en Santo Domingo durante la etapa bélica, destacó mucho
en su profesión dada la escasez de médicos; pero sobre todo se le
recuerda por haber introducido la vacuna antivariólica (a la que le
dedica una oda neoclásica el polifacético Maestro de América An-drés
Bello, oriundo de Canarias). Por último:
José Luis Cabrera Charbonier, destaca como político, y también
como médico, al igual que el anterior. En su labor política destaca
como promotor de la Declaración de Independencia en Venezuela;
y, ya ma&dro, sicEdo DipijU:a& del Coiigresv las Ix Repf&:ica
de Venezuela (1830), lucha por la separación de este territorio de la
Gran Colombia, el bloque construido por el Libertador para forta-
6. La referencia de haber sido cantor de la catedral canariensi la debo a la
gentileza de la estudiosa sobre estos temas doña Lola de la Torre, quien ademh me
ha facilitado otros datos, cuyas referencias las obtuvo del archivo de aquella catedral
en donde es asidua invesügadora, por lo que expreso aquí mi agradecimiento.
7. Véase apéndice de este trabajo.
8. Véase mi trabajo: Francisco Tomás Morales, general en jefe del ejército realista
en Tierra Firme, "Anuario de Estudios Atlánticos", n.0 11, Madrid-Las Palmas, 1965.
lecer y consolidar las nuevas nacionalidades, frente a la disgrega-ción
general g.
Nos parece que la representación que ofrecemos de los pal-menses
tiene importancia cuantitativa y cualitativamente, si tenemos
en cuenta lo que decimos en el apartado 3 de este estudio, referido
a que la relación que damos podría duplicarse cuando conozcamos
el origen de tantos otros de quienes sólo constan ser naturales de
las islas Canarias.
Pero además, recordemos la escasa población de la ciudad en
las centurias XVII y XVIII, así como la menor participación en la m
corriente migratoria de la isla de Gran Canaria con respecto a la E
de Tenerife o La Palma, cuya emigración proporcionó numerosísimos O
cargos en la función pública o militar, al conceder la corona deter- n - m
minadas «mercedes> como gratitud a la financiación económica u O
E
organización de expediciones pobladoras escogidas entre estas últi- E
2
mas islas. En ocasiones, una determinada persona se comprometía E
a fundar villas o ciudades con familias que transportaría con su 3 propio pecunio, solicitando, en contrapartida, un cargo en Indias,
generalmente el de gobernador, y, con frecuencia lo obtenía. -
0
m
De forma que, aún con estos motivos contrarios: la escasez de- E
mográfica y la migratoria consideramos que hay una representa- O
ción cuantitativa, relativamente importante. n
De las fuentes recogidas se deduce: E
a
a) Desempeñaron puestos de defensa militar en los lugares más
vulnerables de las Antillas, Costa del Caribe y Golfo de México. n
n
b) Ocuparon cargos en villas y ciudades en lugares muy disper- 3
sos del territorio indiano. O
c) Rigieron escasas gobernaciones; en tanto que obtuvieron una
cierta representatividad en las Audiencias.
4 La relación más importante, numéricamente, corresponde al
ejército; le sigue la institución eclesiástica. Lo más destacado es la
presencia de tres obispos que rigieron cuatro diócesis.
9. David W. Fernández ha publicado numerosas semblanzas de isleños en la
revista "Canarias Gráfica", sección de Canarios ilustves, Caracas, 1971 a 1974. De ahí
he recogido los datos de las tres últimas personas que cito referentes ya al siglo XIX.
Este autor realiza un meritorio trabajo en la búsqueda de nuestros paisanos en América.
Es muy importante lo publicado desde Uruguay y últimamente lo está siendo desde su
estancia en Venezuela.
Cada uno de estos hombres tiene su historia íntima -la del des-garro
de la tierra natal- y su grande o modesta, e incluso, podría
ser, nefasta historia pública. Cuyos puestos lograron bien por méri-tos
familiares, bien por méritos propios alcanzados en las islas, en
la península o en el Nuevo Mundo; en menor medida, por favori-tismo
de algún ministro de la administración central o virreinal.
En todo caso conocemos muy poco de estas actuaciones públicas,
de algunos otros, absolutamente nada. Sin embargo, los escasos da-tos
que poseemos, parece que nos dan un conjunto de personas pro-bas,
responsables y honradas; pero esto habría que justificarlo con
el estudio, sobre todo, de los Juicios de residencia, a los que se so-metía
a toda autoridad en Indias. Ahí quedan reflejadas las acusa-ciones
secretas sobre su actuación durante los años que ejercieron
los cargos en cualquiera de las áreas: virreinal, provincial o local.
D Con todo, no infravaloramos el mérito de un grupo de hombres " E
laspalmenses que se integraron en la dinámica política-jurídica-mi-litar-
eclesiástica-económica de aquellos reinos con el fin de prestar : =
servicios en la función pública, quienes, en mayoría, fueron merece- o"
E dores de nuevos cargos. E 2 Como ejemplo, se adjunta a este trabajo, en apéndice, la Rela-ción
de méritos, de una de las personas que hemos citado en este %
texto, Manuel de Sosa y Bethencourt, quien desde el modesto pues- $
to de «Cura de Ayuda de la Parroquia ... de Nuestra Señora de la
Candelaria)) en Caracas, fue ascendiendo a muy diversos puestos de
la institución eclesial hasta ser propuesto primero para obispo de
Santa Marta, y luego regentar la de Cartagena de Indias y electo
arzobispo de Santa Fe de Bogotá durante los años comprendidos -
entre 1730 en el que ocupó la ayudantía de la parroquia de Cande- $
laria hasta 1764 en el que murió. 2
n
Sosa y Bethencourt, como tantos otros, estuvo en Indias, regresó
a España para doctorarse, y volvió al Nuevo Mundo para morir allí 5
después de prestar servicios durante treinta y cuatro años. Pero no
se limitó sólo al ejercicio estricto de su ministerio, sino que colabora
con las autoridades civiles en momentos conflictivos, como los de
Caracas, o promueve instituciones culturales y artísticas en Carta-gena,
cuya sede desempeñó durante siete años. Este corto espacio
de tiempo le valió para adquirir méritos bastantes que mereciera ser
ascendido a arzobispo, puesto del que no pudo tomar posesión por
haberle sorprendido la muerte.
,Do&ia Ser &te ejemp!o de p& eSigiiifiCai
la actuación de los hijos de Las Palmas en la administración del
Mundo Nuevo.
FUENTES
a) Manuscritas:
Las de mayor interés para nuestro estudio se encuentran en el Archivo
General de Indias de Sevilla, especialmente en las Seociones de: Audiencias,
Indiferente General, y Escribanía de Cámara. Esta última sección tiene la im-portancia
de contener los Juicios de residencia de las autoridades indianas.
b) Bibliográficas:
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AGUST~MNI LLARESO RLOEn:sa yo de una bio-bibliografía de escritores na-turales
de Canarias (Siglos XVI, XVII y XVIII). Madrid, 1932.
Anuario de Estudios Atlámticos, en especial los artículos de Pérez Vidal,
Leopoldo de la Rosa y Alejandro Cioranesicu, estos dos Últimos aportan
datos de gran interés de personas estantes en Indias, en sus escritos sobre
familias relacionadas con genealogías o b~en cuando describen actuaciones
político-económicas en las islas.
Cedulario de Canarias. Transcripción y estudi,o preliminar por Francisco
Morales Padrón, las Palmas, 1970, 3 vols.
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México, 19865.
FRAYF RANCISCAOJ. OFRIN:D iario que hizo a la América en el siglo XVIII
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P. M. ARCAYAP: oblacin de origen europeo de Coro. en la época colonial.
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IVÁN FL,~REDZE OCARIZ:G enealogías del Nuevo Reino de Granada, 4 v o k
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CARLOSD ANIELV ALCÁCELF: uentes documentales para la Historia de la Znde-pendencia
de América. Caracas, 1974.
DOCTORJO SÉ VARGASO: bras completas. Caracas, 19'58.
ARCHIVOG ENERALD E INDIASSE. VILLA.-
Legajo. Santa Fe 417 Bis. -
RELACION DE LOS MERITOS, EXERCICIOS LITERARIOS Y GRADOS
DEL DOCTOR DON MANUEL DE SOSA Y BETANCURT, ARCEDIANO
DE LA SANTA IGLESIA DE CARACAS, THEOLOGO DE LA NUNCIA-TURA
DE ESTOS REINOS Y CALIFICADOR DEL SANTO OFICIO DE
LA INQTTISICION DE CARTAIENP DE INEIAS 2
N
(Al Margen)
-
En consulta de la Cámara de 16 de abril de 1755 fue consultado este =m
O
sugeto en 2 . O lugar para el obispado de Santa Marta. - E
En consulta de la Cámara de 13 de agosto de 1755 fue propuesto en E
2
1.O lugar para el obispado de Cartagena y S.M. se le confirió. - E
En carta de 18 de julio de 1757 participó este prelado haver tomado
posesión y llegado a Cartagena en el dia 6 de dicho mes. - 3
A coasulta de la Cámara de 28 de agosto de 1764 en que fue propuesto -
por todos votos en primer lugar le confirió S.M. el arzobispado de Santa 0m
Fe. - E
O
Por una relación formada en esta secretaria del consejo y Cámara de las
Indias perteneciente a las Pkovincias de la Nueva España, por don Miguel de
Santistevan, oficial segundo, que fue de ella en veinte de mayo de mil sete-cientos
y quarenta y uno, y una certificación, que nuevamente se ha presen-t
a d , ~ ,a utorizada y comprobada en la debida forma consta que el doctor
don Manuel de Sosa y Betancurt recibió las órdenes menores y Tonsura, en
veinte de septiembre de mil setecientos y quince, y que ocupó por espacio
de seis años continuos la Logica, Philosophia, Metaphysica y Theología en
e! cmr ent e de la Vera-Crm, ~rder?d. e San Agustin, de !a ciudad de las
Palmas en las Islas de Canarias, asistiendo con la mayor puntualidad a todos
sus cursos y conferencias, desempeñando con notoria aceptación los actos
literarios de su obligación assi secretos como públicos que se le asignaron
repetidas veces en diversas materias que defendió, con aplauso común de
las demás escuelas, manifestando en tod.os su conocida / habilidad y apro-vechamiento.
Que enterado el Obispo de la Iglesia Cathedral de Canarias
don Félix de Bernuy, de su calidad y buenas costumbres, le confirió el orden
de sui>digc"no pur Eieieu'jre de ii-dl setecieiitos y y sieie, y que por
reconocer eran correspondientes a su literatura y capacidad las demás pren-das
de prudencia y inteligencia en los negocios de la Curia eclesiástimca ie
Ilev6 en su compañía a la visita general, que hizo el año de mil setecientos
y veynte y ocho en las mencionadas Islas, lo que desempeñó con su aproba-cibn,
y al siguiente de mil setecientos y veinte y nueue le ordenó de Presby-tero
y concedió licencias para predicar y confessar gene~almentee n todo su
obispado. Que el nominado Prelado y toda la ciudad de Canarias deseosos
de que las prebendas de aquella iglesia recaygan en los Naturales más bene-méritos
de las citadas islas hicieron presente a S.M. 1% especiales circuns-tancias,
que concurrían en el expresado don Manuel de Sosa, los públicos
créditos con que tenía manifestado su aplicación exercitando el púlpito aun
antes de ordenado de sacerdote, la continuación de este ministerio y del
confesonario después de Presbytero, y la vigilancia, solicitud y desvelo cm
que a satisfacción de todos procedió en quanto estaba a su cuidado, por lo
que le juzgaban digno de que S.M. le premiasse confiriéndole alguna pre-benda
en las vacantes que ocurriesen. -
En el año de mil setecientos y treinta passó este eclesiástico con letras
de su ordinario (por muerte del enunciado Obispo) a la ciudad de Caracas
donde se le admitió generalmente al uso y exercicio de todas las licencias
que tenía en Ccina~ias y el doctor don Joseph Feliz Valverde, obispo que
fue de aquella diócesis satisfecho de su honrado proceder y experimentada
idoneidad y suficiencia en los lucimientos [con que desempeñaba su obliga-ción
le nombró por Cura de la Ayuda de Parroquia, que entonces era de
Nuestra Señora de k Candelaria de aquella ciudad en cuyo ministerio cumplió
exactamente hasta el mes de marzo de mil setecientos y treinta y quatro, que
se embarcó y vino con las liceneas debidas a esta corte de donde pas6 a la
ciudad de Avila y deseando condecarar más su persona, se presentó ante
el chanciller, Cathedráticos y Maestros de la Real / Universidad de ella,
pidiendo se le admitiese a los actos literarios que se acostumbraban para
obtener los grados de Bachiller, licenciado y doctor, y avi6ndoseie conce-dido,
como también precedido lo que previenen los estatutos y el examen
rigu~oso de seis examinadores, fue aprobado por todos, nemine discrepante,
y en su consequencia se le confirieron los Grados de Bachiller, Licenciado y
Dloctor en Sagrada Tkeologia, en quatro, cinco y seis de septiembre del citado
año de mil setecientos y treinta y quatro con Los que se presentb en la
Universidad de Alcalá, en cuyo Gremio y claustros obtuvo incorporación
de los e ~ r e s a d o sg rados y fue admitido por opositor a sus cáthedras de
Theología, por lo que, y hallándose vacante en ella la de su facultad, (menor
de Santo Thomás)~le yó de oposición una hora !con puntos rigorosos de veinte
Y quatro que se le dieron en el maestro de las sentencias y del punto que le
tocó, mereciendo general aceptación .en cuya vista se le incluyá en el informe
de opositores que la enunciada Universidad hizo y remitió al Consejo Real
de Castilla, para la consulta y provisión de esta Cáthedra. -
El mencionado Obispo don Joseph Félix de Valverde, el coronel don Se-bastián
García de la Torre, siendo governador y Capitán General de la Pro-
-:ir?& de V~IIPILIP!, en Ca~tasp ~ r aS .M. de dos de enerq y siete de sep-tiembre
de mil setelcientos y treinta y tres, veinte de enero de mil setecientos
y treinta y quatro y veinte y dos de marzo de mil setecientos y treinta y
cinco, hicieron dilatada expresión de las prendas que concurrían en este
Eclesiástico y de la idoneidad y suficiencia con que desempeñaba el curato
que estuvo sirviendo de la ayuda de Parraquia de Nuestra Señora de la
Candelaria, por lo que le contemplaban digno acrehedor de la tención de
S.M. para que siendo de su real agrado le colccasse en una de las Prebendas
de aquella Iglesia. -
En atención a estos méritos y a consulta de la Cámara de nueue de agosto
de mil setecientos y treinta y cinco se dignó S.M. nombrar al mencionado
doctor don Manuel de Sosa Betancurt para que sirviese en depósito una
media ración de la Cathedral de Caracas. Aviendo resuelto después poner
en exercicio la Maestre Escolanía de la misma Iglesia, fue S.M. servido a
consulta de la misma Cámara de veinte y seis de junio / de mil setecientos
y treinta y seis, conferirle en esta Dignidad por concurrir en su persona la
circunstancia y grados que previene la fundación. En quinze de marco de mil
setecientos y treinta y nueue se le promovió a la Chantria de la Propia Iglesia,
y en diez y siete de mayo de mil setecientos y quarenta y cinco al arcedianato
de ella. -
El Eminentíssimo señor Cardenal Valentín Gonzaga, Nuncio que fue de
su Santidad en estos Reynos hizo gracia al expresado don iManuel de Scsa
en primero de junio de mil setecientos y treinta y nueue de Theólogo Exa-minador
de la Nunciatura de ellos, con todas las facultades necesarias y ia
calidad de jurar por poder en mana de su ministro Abreviador; como
tambikn don Andrés de Orbe y Larreategui, arzobispo inquisidor General,
que fue de estos Reynos, de Calificador del Santo Oficio de IQ Inquisición
de Cartagena en Indias, por su decreto de dos de diciembre de mil setecientos
y treinta y ocho, dispensándole en Ia comparecencia personal a presentar la
Genealogía para que se le hiciesen las informaciones y recibiese el juramento
de fidelidad y secreto acostumbrado, lo que aviéndose hecho assí y apro-bádoselas,
se presentaron en el Consejo de la Santa Inquisición, el qual por
auto que proveyó, mandá corriese esta gracia y dispensas en la forma expre-sada
participándolo al Tribunal de Cartagena para que ie despachasse el
título de tal calificador y que se noticiasse al Comisario del Santo Oficio que
reside en Caracas para que le recibiese el juramento cuyo título se le expidió
en dies y ocho de abril de mis setecientos y quarenta y quatro y en su virtud
executó. el citado juramento en catorce de octubre del mismo año. -
Assimismo consta, que don Francisco Antonio de Salcedo, Governador y
Capitán General de Maracaybo, cerciorado de la buena conciencia, experien-cia,
prudencia, literatura, y otras laudables prendas que concurren en el
mencionado don Manuel de Sosa le nombró por examinador real de aquella
provincia, para que por su parte assistiesse en los casos dispuestos por ley
Real de aquellos Reynos a los exámenes y concursos que en el territorio de
la Diócesis de Caracas se celebran, por lo respectivo a los beneficios, Curatos
y doctrinas del Govierno de Maracaybo, despachándole titulo en seis de
febrero de mil setecientos y quarenta y tres. - Que en doce de agosro j ei
Eminentissimo señor Cardenal Obispo de Málaga Governador del Consejo
de Castilla y Comisario Apostólico General de la Santa Cruzada, le nombró
por Comisario Juez Subdelegado de ella de la referida ciudad de Caracas
y su Obispado en ausencias, enfermedades, o justos impedimentos del que
lo estaba sirviendo con prevención de que por su fallecimiento, ascenso o
dexación, entrasse en ella en propriedad, y aviendo fallecido el que assí la
obtenía entró el expresado don Manuel de Sosa en su uso y exercicia, con-tinuándolo
hasta el mes de diciembre de mil setecientos y ci~ncuenta y uno,
que se estableció el nuevo méthodo dispuesto por el Rey nuestro señor en
los Tribunales de Cruzada: Que como examinador Synodal que es en aquella
Diócesis ha concurrido por disposición de sus obispos a los exámenes de
los concursos para la provisión de los Curatos vacantes, assí en tiempo de
don Juan García Abadiano, y don Manuel Machado y Luna, como en muchos
de los que ocurrieron, estando en la nominada ciudad don Francisco, Julián
Antolino, actual Prelado de ella que por sus notorios accidentes se halla
retirado al Puerto de la Guayra. -
Consta también que por la introducción que hizo en aquella ciudad el
día veinte de abril de mil setecientos y quarenta y nueve Juan Francisco
de León, con varias gentes, pretendiendo la expulsibn de los factores, y de-pendientes
de la Real Compañía Guipuzcoana, le encarg6 don Luis Francisco
Castellanos, governador y Capitán Generab que fue de la referida Provincia,
practicasse los oficios más eficaces al sosiego de la República, procurando
persuadir al nominado León y sus gentes, se retirasen de la ciudad, sobre
10 qual fue notoria su incesante aplicación en días y noches sin reserva de
horas, desde el mencionado día veinte hasta el veinte y tres por la tarde,
que logró sacarlos de ia ciudad, conduciéndoios hasta la piaza de ia Iglesia
de Nuestra Señora de la Candelaria extramuros de ella, continuando después
sus esfuerzos para la conservación de la paz, a satisfacción del enunciado
Governador, quien aviéndose retirado al Puerto de la Guayra, le repitió el
encargo que le tenía hecho, diciéndole, que continuasse en solicitar el total
sosiego de aquellas gentes, practicando quanto en el assumpto pudiese como
assí lo esperaba de su zelo y aplicación al Real servicio asegurando de que
informaría a S.M. lo que tenía practicado y esperaba practicasse. Después
de lo qual / le participó también el licenciado don Domingo, Aguirre y Cas-tillo,
teniente de Governador, que entonces era de la citada Provincia, que
siendo preciso para la quietud el que las justicias cumpliesen con rondar de
noche, deseaba que semejante diligencia no produxesse alguna novedad, por
lo que le pidió dispusiese (como lo exocutó) todo lo que fuese conducente
a este fin. Y con motivo de la llegada a aquella ciudad el señor Fray don
Julián de Arriaga y Ribera, para servir el Govierno y Capitanía General de
la mencionada Provincia y de la Junta General que se hizo compuesta de los
cabildos eclesiástico y secular, prelados de las Religiones, y Personas distin-guidas
del Vecindario para hacer presente una Real orden de S.M. en que
sobre las citadas inquietudes encargaba que cada uno en correspondencia de
su obligación y estado, exercitasse los oficios conducentes a la tranquilidad
de la República, mereció. del enunciado señor Governador la singular y dis-tinguida
atención de que oído todo lo que en el assumpto expuso le diese
gracias en nombre de S.M. y suyo, como también la especial confianza que
l.;-,. de 5~ permiidi coiiiuíiicáüdole vdrios encargos conciucentes al reparo
de las mencionadas inquietudes los que desempeñó sacrificándose con su
acreditada fidelidad, en servicio de S.M. persuadiendo a algunos de la comi-tiva
de Juan Francisco de León, trayéndolos desde luego a la presencia del
nominado señor Governador sumissos a los mandatos reale, trabajando con
el mismo Juan Francisco y sus gentes, (que en número de más de mil hombres
se acercaron aquella ciudad, instando sobre la expulsión de los factores y
dependientes de la Compañía) lo que es notorio, para sosegarlos cono los
sosegó. a esfuerzos de su eficacia, consiguiendo, que de la Plaza de Nuestra
Señora de la Candelaria, donde se hallaban alojados, viniesen en su com-pañía
d citado Juan Francisco y otros a la presencia del enunciado señor
Governador y enterados de las disposiciones de S.M. die~on por sí y en
nombre de los demás, puntual obedecimiento a las Reales órdenes con la
efectiva demostración de retirarse cada uno a su destino precediendo averles
hecho una pública exortación el referido don Manuel de Sosa, quien salió
también después al encuentro de más de seis mil hombres, que llegaron de
los Valles de Aragua y otros parages de la Provincia, con la propria vocifera-ción
para detenerlos, lo que logró y que prestasen en la forma que los ante-cedentes
la sumisión de su obediencia con resignación tan prompta que al
siguiente día de lo relacionado, caminaron a sus respectivos parages, dexando
libre y desembarazado ,el puesto de su alojamiento, con lo que se logró el
sossiego de los alborotos de aquella Provincia. -
Ultimamente consta, que es hijo legítimo de legítimo matrimonio de
don Manuel de Sosa y de doña Anastasia Betancurt, vecinos de la expresada
ciudad de Ias Palmas, en la Isla de Canaria, personas honradas y de notoria
calidad, cuyos ascendientes por ambas líneas ha sido y están reputados por
christianos viejos, limpio de toda mala raza hijosdalgo de Casa y Solar co-nocido
y de buena fama, opinión y crédito como todo más por menor consta
de ia citada relación y cerrificación, cuyos insrrumenros quedan originales N2
en esta nominada secretaría a que me remito. Madrid trece de enero de mil
setecientos y cincuenta y cinco. - O
(firmado y rubricado) - m
O
JUAN PABLO MATEO E
E
2
(Al Dorso)
Don Manuel de Sosa y Betancurt, Arzobispo de Santa Fe. -
E
Ascendido al Avwbispado de Santa Fe a consulta de la Cámara de 28 de
agosto de 1764 se expidieron los despachos respectivos en el año siguienle: -
INTERVENCIONES :
Miguel Molina Martinez.
Sobre el estado o situación de los canarios que regvesan
de América a los islas, puede ofrecer alguna luz el caso de
la familia de La Torre en Tenerife. En la comunicación que
presenté en el ZI Coloquio, Las Palmas, 1977, se pone de
manifiesto cómo algunos miembros de la familia regresan
sin nada y su vida en las islas se desenvulve con verdade-ras
penurias económicas. Sin que este caso sea la noma ge- m
D
neral, creemos que fue una realidad bastante frecuente, hi- E
pótesis ésta que requiere nuevos estudios para llegar a con- o
clusiones válidas. n -
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