XXIII Coloquio de Historia Canario-Americana
ISSN 2386-6837, Las Palmas de Gran Canaria. España, (2020), XXIII-026, pp. 1-11
LOS INTÉRPRETES EN EL TRÁFICO DE ESCLAVOS (SIGLOS XV-XVIII)
INTERPRETERS IN THE SLAVE TRADE (XV-XVIII CENTURY)
Marcos Sarmiento Pérez
Cómo citar este artículo/Citation: Sarmiento Pérez, M. (2020). Los intérpretes en el tráfico de esclavos (siglos XV-XVIII). XXIII Coloquio de Historia Canario-Americana (2018), XXIII- 026. http://coloquioscanariasamerica.casadecolon.com/index.php/CHCA/article/view/10421
Resumen: El tráfico de esclavos africanos creó problemas de intercomunicación entre estos y sus captores, con la nueva comunidad donde fueron a vivir, y entre los propios esclavos, dada la multiplicidad de países de procedencia, etnias y lenguas. Las dificultades, empezaban en África, aumentaban en los barcos negreros y se multiplicaban en el Nuevo Mundo. En la presente comunicación se bosquejan las estrategias empleadas para facilitar la comunicación a través de los intérpretes.
Palabras clave: Esclavos africanos, tráfico de esclavos, intérprete, relé.
Abstract: The African slave trade created problems of communication between the slaves and their captors, with the new community they found themselves in, and, given their multiple countries of origin, ethnic groups and languages, among the slaves themselves. The difficulties began in Africa, increased on the slave ships and became even greater in the New World. The present paper outlines the strategies used to facilitate communication through the interpreters.
Keywords: African slaves, slave trade, interpreter, relay.
INTRODUCCIÓN
Aunque sea difícil precisar cuándo salió de África el primer esclavo, sabemos que muchos llegaron a la Península Ibérica ya en el 711 con los árabes, que se habían servido de ellos para tareas domésticas y agrícolas o para el ejército1. En los albores de la Edad Moderna, España y Portugal sistematizaron la adquisición de esclavos negros, que fue seguida posteriormente por Francia, Inglaterra, Holanda, Dinamarca y Suecia. En efecto, ya desde mediados del siglo XV, los esclavos se obtenían mediante negociación o capturándolos a la fuerza. Es evidente que en el primer supuesto se necesitaban mediadores desde el inicio, pero también a partir de la captura, la comunicación lingüística entre negros y captores, factores, transportadores y comerciantes era ineludible, fundamentalmente porque daba mejores resultados que el mero látigo. Pese a que, a falta de otro recurso, se empleaba el lenguaje por señas, o que, pasados los años iniciales, se desarrollaron pidgins y criollos2, para la mayoría de los esclavos se
Doctor en Filosofía y Letras. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Departamento de Filología Moderna. Edificio Agustín Millares Carlo. 35003 Las Palmas de Gran Canaria. España. Teléfono: +34928451723; correo electrónico: marcos.sarmiento@ulpgc.es
1 CORTÉS LÓPEZ (1989), p. 72.
2 Recordemos que pidgin es una lengua formada de elementos de dos o más lenguas, y empleada a modo de lingua franca entre hablantes de diferente origen lingüístico, especialmente en contactos comerciales, en puertos y otros lugares. No constituye la lengua materna de ninguna de las comunidades de hablantes implicadas. Por su parte, el criollo es una lengua mixta, creada sobre la base de una lengua determinada, mayormente espa-
MARCOS SARMIENTO PÉREZ
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necesitó intérprete, pues los europeos no se sintieron obligados a aprender las lenguas de quienes consideraban inferiores. Consecuentemente, amén de que algunos negros islamizados entendían y se hacían entender en árabe o bereber, en la mayoría de los casos fueron necesarios intérpretes negros que facilitaran la comunicación. Dado que muy excepcionalmente algunos traficantes hablaban lenguas africanas, los portugueses y españoles, primero, y los otros europeos, después, desarrollaron estrategias para enseñarles la suya a esclavos que luego fungirían como intérpretes.
Partiendo de estos supuestos, pretendemos reflexionar sobre cómo se formaron intérpretes, las situaciones en las que intervenían, las tareas que desempeñaban, así como las compensaciones que obtenían por los servicios prestados. No es nuestro objetivo estudiar en profundidad los patrones de intermediación desarrollados por cada uno de los países participantes en la trata de negros, sino referirnos de forma general a algunos aspectos. Las fuentes que nos han resultado de mayor ayuda son, en primer lugar, las relativas a la expansión portuguesa en el Atlántico meridional —La Crónica de Guinea, escrita en 1453 por el cronista real Gomes Eannes de Zurara3, y Los viajes del navegante veneciano Alvise Cadamosto, redactados hacia 14634—, así como algunos trabajos sobre la labor de los europeos en el tráfico de esclavos5 y su evangelización en América6. Las citas de las fuentes inglesas las presentamos traducidas al español. Entre las principales conclusiones, destacamos que los intérpretes, eminentemente negros y varones, desempañaron un papel transcendental en las relaciones entre esclavistas y esclavos y de estos entre sí.
DEL LENGUAJE POR SEÑAS A LA COMUNICACIÓN VERBAL
Si bien fue el infante portugués Enrique el Navegante (1394-1460) quien impulsó las exploraciones en el conteniente africano a comienzos del siglo XV, ya en la centuria anterior se habían puesto en práctica en el Atlántico Medio estrategias para formar intérpretes entre esclavos, entonces mayormente blancos. Así lo acredita la expedición que llegó hasta Canarias en 1341, enviada por el rey portugués Alfonso IV y capitaneada por el florentino Angiolino del Tegghia. Al llegar a una de las islas, la comunicación lingüística resultó imposible: «Se les ha hablado en diferentes lenguas y ninguna han comprendido; […]. Se les ha hablado por señas, y han respondido del mismo modo como los mudos». Cuatro indígenas, que nadaron hasta una de las embarcaciones, se marcharon con los expedicionarios, y, pese a que nada más sabemos de ellos, cabe suponer que aprendieran portugués y sirvieran de intérpretes en expedi-ciones lusitanas ulteriores. Un año después, en 1342, la historia se repitió, cuando, desde el Re-ino de Aragón, salieron cuatro expediciones hacia Canarias, entre ellas, una de mallorquines que tampoco pudo comunicarse lingüísticamente con los indígenas, por lo que, «con señas y quejidos, dieron a entender que estaban hambrientos». También los mallorquines se llevaron «algunos pares de varones y de hembras de estas gentes», que acabaron convirtiéndose en los primeros intérpretes en la expansión europea por el Atlántico: en 1352, doce de ellos, formados ya en el idioma catalán y en los preceptos de la Iglesia, volvieron con comerciantes y misione-ros para atraer a sus coterráneos al cristianismo7. Con aquella expedición (si no hubo otras ante-
ñola, portuguesa, francesa, inglesa u holandesa, y la aportación de elementos de otra u otras, y que surge en las comunidades africanas o indígenas de territorios coloniales.
3 AZNAR; CORBELLA y TEJERA (2012).
4 AZNAR; CORBELLA y TEJERA (2017).
5 SNELGRAVE (1734); BECKLES (2002); SAUNDERS (1982); FAYER (2003).
6 SANDOVAL (1987).
7 Cf. SARMIENTO PÉREZ (2008), pp. 48-54. LOS INTÉRPRETES EN EL TRÁFICO DE ESCLAVOS...
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s) se implantó un modus operandi que los portugueses consolidaron luego con los esclavos ne-gros, pues, tras algunos viajes a las costas marroquíes en 1418, las carabelas lusitanas llegaron al Cabo Bojador en 1434, a Senegal en 1455 y a Gambia en 14568.
Ciertamente, ante la ausencia de intérpretes, el lenguaje no verbal fue una manera de comunicarse en situaciones de contacto. Ahora bien, como no había un sistema generalizado, ni los africanos estaban familiarizados con el significado de determinados símbolos y objetos europeos, los mensajes eran limitados y fácilmente malentendidos. Así ocurrió, por ejemplo, cuando, en 1445, el explorador portugués Gomes Pires trató de desembarcar en la costa de Guinea con la intención de comerciar. Viendo que el número de guineanos agrupados allí era muy elevado como para arriesgarse a hacerlo directamente, «puso en la ribera un bollo, un espejo y una hoja de papel en la que dibujó una cruz». La reacción de los nativos no fue la esperada: hicieron pedazos el bollo, añicos el espejo y rompieron el papel9. En efecto, esta suerte de «comercio mudo» pocas veces funcionaba, por lo que, como habían hecho con los canarios en 1341, los portugueses, desde sus primeros «choques» con los africanos, trataron de llevar alguno a Portugal, para que aprendiese la lengua y asistiese como intérprete en expediciones posteriores. Esta estrategia fue una constante en la exploración de la costa occidental africana, pues, a medida que se avanzaba geográficamente, aparecían nuevas lenguas, y el procedimiento primigenio volvía a repetirse.
El árabe (o el bereber) como lengua vehicular
No obstante, hasta que llegaron al África negra y hubieron formado los primeros intérpre-tes, los portugueses lograron comunicarse a través del árabe o del bereber. Como es sabido, una parte importante del África negra estaba bajo el influjo del islam, que, con la religión, introdujo también la lengua árabe. Por otro lado, como ya mencionamos, los árabes llevaban tiempo teniendo esclavos negros a su servicio, y, sin duda, como hicieron los españoles desde Canarias, los portugueses capturaron esclavos moros (moriscos, una vez cristianizados), que intercambiaban por negros, pero que también les servían como guías-intérpretes. En tercer lugar, en la Península Ibérica quedaban aún alfaqueques, mediadores en la sociedad cristiana, judía y musulmana en los siglos XIII-XV10.
Así pues, el patrón de mediación «portugués ↔ árabe ↔ lengua del África negra» lo aplica-ron los portugueses muy pronto. Cuando Antão Gonçalves se hizo con los primeros cautivos —un hombre y una mujer negra— en la costa de Guinea en 1441, y seguidamente otros diez, con Nuno Tristão, entre ellos había un negro noble llamado Ahude Meymom, que, por haber viajado, había aprendido la lengua árabe. Como Tristão traía consigo un alárabe11, esclavo del Infante, que sabía portugués, pudieron comunicarse con los negros: le hablaban en portugués al alárabe, que trasladaba el mensaje en árabe a Meymom y, finalmente, este a los negros en su lengua nativa12. Estamos, pues, ante un ejemplo de lo que en interpretación se denomina relé o triangulación de lenguas, y que, como es bien sabido, dio excelentes resultados a Hernán Cortés en México por medio de Doña Marina La Malinche y Jerónimo de Aguilar. Por otro lado, los dos exploradores llegaron contentos a Portugal, no tanto por los primeros cautivos negros que traían, como por la esperanza de lo que con ellos conseguirían en el futuro.
8 AZNAR y otros (2017), p. 13.
9 AZNAR y otros (2012), p. 234.
10 Sobre la existencia y labor de los alfaqueques, véase PAYÀS y ALONSO (2009).
11 Así se designaba a los nómadas de origen oriental que ocupaban el espacio entre los reinos sedentarios del norte y Guinea.
12 Cf. AZNAR y otros (2012), pp. 142-144. MARCOS SARMIENTO PÉREZ
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En relación con este acontecimiento tuvo lugar una operación de rescate, que nos interesa destacar porque ilustra la mediación de un alfaqueque del Infante. Como, una vez en Portugal, Meymom insistiera en que en su tierra podrían canjear su libertad por «cinco o seis moros negros», y la de la otra pareja, al menos por otros diez, los portugueses accedieron a ello. Pues bien, aunque, al llegar al lugar previsto para el canje, Meymom huyó sin cumplir su palabra, por la pareja de negros sí obtuvo Gonçalves «diez moros y moras negras de diversas proce-dencias», pues resultó que ocupaban una posición elevada entre los de su pueblo. En las nego-ciaciones exhibió su pericia mediadora el alfaqueque Martín Fernandes, que «parecía tener buen conocimiento del lenguaje moro porque se hacía comprender por ellos», mientras que el alárabe, pese a ser moro de nacimiento, solo había logrado entenderse con uno de ellos13.
Formación de los primeros intérpretes negros
Muy poco después, en 1443, Nuno Tristão ya capturó 29 negros en la isla de Arguin, y al año siguiente, Lançarote, almojarife de la ciudad portuguesa de Lagos, se hizo en aquellas proximidades con nada menos que 23514. En pocos años quedó regularizada la trata de negros, y en 1448, los portugueses iniciaron la edificación del fuerte esclavista de Arguin, el primero de los muchos en África, donde centralizaron el comercio de los esclavos que los árabes traían de la «Tierra de los Negros15».
El plan trazado por los portugueses siguió, pues, el modus operandi iniciado en Canarias un siglo antes. Así, el relato del viaje realizado en 1455 y 1456 por Cadamosto con el auspicio del rey lusitano revela que cuando los primeros portugueses llegaron a Senegal compraron varios esclavos que, una vez en Portugal, fueron bautizados y aprendieron la lengua española16. Los resultados de aquella política, que contribuyó al éxito de Portugal como principal país en la trata, los desvela en 1494 Hieronymus Münzer17 al exponer que el monarca portugués tenía negros de diferentes colores («acobreados, pretos e anegrados») y diversas lenguas, que hablaban portugués18. A través de ellos se comunicaban con los nuevos esclavos que iban capturando, pero también cuando se recibía a distinguidos africanos.
En efecto, así ocurrió en 1488, cuando, estando el rey en Setúbal, recibió al príncipe wolof Bemoym, cuyo reino estaba a la entrada del Río Senegal. Bemoym, que acababa de ser destituido mediante una traición, buscaba ayuda del monarca portugués. La recepción del reyezuelo evidenció no solo la existencia de intérpretes africanos en la corte lusitana, sino su eficacia, pues, cuando en la recepción oficial, Bemoym expuso sus argumentos en un discurso largo y majestuoso, con palabras y frases tan notables que más que de un salvaje negro, parecían de un príncipe ateniense, provocaron las lágrimas del monarca. Con la ayuda de intérprete, Bemoym también conversó largamente en privado con el monarca, tuvo reuniones con la reina y los nobles, y fue instruido por teólogos antes de convertirse a la fe católica, pues era mahometano por haber sido vecino y comerciado con los azanegas. Finalmente, el rey lusitano le proporcionó una flota de 20 carabelas comandadas por Pero Vaaz da Cunha, que también llevaba el cometido de construir un fuerte a la entrada del Río Senegal.
13 AZNAR y otros (2012), pp. 148-149.
14 AZNAR y otros (2012), pp. 151-164.
15 FABIÉ (1896), pp. 507-508.
16 AZNAR y otros (2017), p. 138. Entonces, el término lengua española incluía también el portugués.
17 Médico alemán que, tras realizar aquel año un viaje por España y Portugal, permaneció algún tiempo en la Corte portuguesa.
18 MÜNZER (1958), pp. 247-248. LOS INTÉRPRETES EN EL TRÁFICO DE ESCLAVOS...
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Lamentablemente, ninguno de los planes culminó, pues el capitán portugués, temiendo una traición de Bemoym, lo mató y regresó a Portugal19.
La importancia que los portugueses otorgaban a aquellos mediadores africanos queda evidenciada en repetidas ocasiones: por ejemplo, la expedición de Lançarote al Cabo de Arguin tuvo como principal razón conseguir un intérprete con el que poder comunicarse con la gente de aquel lugar y que informara sobre ella al Infante; por la misma razón, cuando Pe-dro de Sintra llegó en 1462 a Cabo Mesurado y no consiguió comunicarse con los nativos, de tres que entraron en el barco, retuvo a uno con la manifiesta intención de satisfacer las órde-nes de su rey: que si en la última región adonde llegaran, no lograban entenderse con la gente mediante sus trujamanes, «se las ingeniasen para llevarse algunos de los negros de aquel país, pacíficamente o por la fuerza20». Aquel nativo de Cabo Mesurado nos vuelve a mostrar que la comunicación mediante relé era frecuente: al llegar a Lisboa, y ser puesto en contacto con otros negros, «fue comprendido por una esclava negra que también procedía de un país lejano, pero no hablaron en su lengua sino en otra que ambos conocían», por lo que el negro habló al rey por medio de aquella mujer21.
El sistema portugués para conseguir mediadores lingüísticos fue imitado por los otros exploradores y tratantes europeos. Así, una expedición inglesa a la Costa del Oro22 en 1554 llevó a Inglaterra cinco africanos con el propósito de que aprendieran inglés y pudieran volver como intérpretes23. Ahora bien, la estancia en Portugal o en otro país europeo no fue la única posibilidad de que los negros aprendiesen lenguas europeas. Aunque en condiciones distintas, hubo otras oportunidades: por ejemplo, los negros (a veces, niños) que se utilizaban como “prendas” para garantizar adelantos de crédito con los comerciantes africanos en Old Calabar24 y otros puertos, eran retenidas en barcos o en fuertes hasta que se entregase el número requerido de esclavos25. Por otro lado, los propios fuertes construidos por los europeos26 en la costa africana con el propósito de centralizar el comercio de esclavos y otros productos, propiciaban el contacto prolongado entre varias lenguas, pues albergaban contingentes de soldados blancos ayudados por cuerpos de africanos27.
LOS INTÉRPRETES EN TERRITORIO AFRICANO
Es evidente que donde primero se necesitaron intérpretes fue en el continente africano, primera zona contacto entre esclavistas y futuros esclavos. El intérprete era especialmente necesario si los negros se obtenían mediante compra (de un comerciante árabe o bereber del África blanca, que, a su vez, lo había obtenido de un reyezuelo negro, o lo había capturado por la fuerza) o en una operación de rescate (el esclavista entregaba una captura anterior, por lo general un africano blanco a cambio de varios negros, o un negro de especial valor a cambio
19 BLAKE (1942), I, pp. 80-82.
20 AZNAR y otros (2017), p. 169.
21 AZNAR y otros (2017), p. 171.
El recurso del relé sale a relucir asimismo en una expedición del comerciante inglés Thomas Windham a Guinea y Benín en 1553: el rey de Benín había estado de niño en Portugal y aprendido el portugués, por lo que Antonio Anes Pinteado (otrora próspero comerciante y navegante portugués, que, por haber perdido el favor de su rey Juan III, marchó a Inglaterra y se ofreció a guiar a Windham), fungió, además, como intérprete entre el rey africano y los ingleses. BLAKE (1942), II, pp. 287, 318.
22 Región en la costa occidental del golfo de Guinea, que hoy pertenece a Ghana.
23 BLAKE (1942), II, p. 382.
24 Capital de la región de Cross River (Nigeria).
25 LOVEJOY & RICHARDSON (1999), citados en FAYER (2003), p. 284.
26 Por ejemplo, el fuerte establecido en Cormantin por los ingleses en 1632.
27 MCWHORTER (997), citado en FAYER (2003), p. 284. MARCOS SARMIENTO PÉREZ
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también de otros negros28). Como expone Beckles, los reyes africanos involucrados en el comercio solían designar a un agente o factor que actuase en su nombre, y a veces exigían una ceremonia especial previa como muestra de reconocimiento a su autoridad. Lo habitual era que en las transacciones estuviesen presentes intérpretes, y aunque excepcionalmente algún comerciante europeo hablaba alguna lengua africana, fue la población costera de color la que pronto desarrolló la destreza lingüista. En este sentido, los de Senegambia, especialmente los wolofs y mandingas, eran considerados «inteligentes, diligentes y multilingües». Una vez conseguidos los esclavos, los intérpretes se precisaban también para comunicar las órdenes e instrucciones que les daban los factores cuando los transportaban directamente a los barcos, o a los fuertes, donde eran custodiados hasta el embarque29.
Cabe señalar finalmente, que algunos jefes africanos tenían sus propios intérpretes. Aunque es de suponer que esto ya ocurriese antes, al menos desde mediados del siglo XVII hay referencias a estos intérpretes, que, además de mediar en transacciones comerciales, ayudaban a disipar ciertos mitos difundidos entre los negros acerca de los europeos30. El marino y esclavista inglés William Snelgrave relata que, en la primera parte del siglo XVIII, un negro llamado Tom fungía como intérprete (también lo llama lingüista) del rey de Dahomey, en cuyo poder había caído tiempo atrás, junto con su amo inicial, el comerciante inglés Bullfinch Lambe31. Tom, que actuaba también como mensajero de su nuevo rey, había aprendido el inglés de niño en la factoría32 inglesa ubicada en el cercano reino de Whydah, y posteriormente el dahomeyano, por lo que era trilingüe33. Por otro lado, el poderoso rey de Dahomey tenía en su corte un mulato portugués al que había tomado prisionero en una guerra con el reino de Ardra, que intermediaba con europeos que entendiesen el portugués34. Ocasionalmente, algunos reyes africanos pedían a europeos que enseñaran su lengua a personas selectas, para el propósito del comercio.
28 Esto fue habitual en Canarias, donde, desde mediados del siglo XV, se obtenía los negros mayormente en Berbería, adonde llegaban con las caravanas árabes que iban a Sudán por la ruta del oro. LOBO CABRERA (1982), p. 137. En las Islas, los primeros intérpretes entre esclavos moros y españoles fueron los adalides (casi siempre moriscos que habían aprendido español), y, por sus conocimientos de árabe y/o bereber, sin duda tam-bién entre españoles y esclavos negros, muchos de los cuales hablaban también árabe. Cf. SARMIENTO PÉREZ (2015). Aunque hemos encontrado poquísimas referencias a la mediación lingüística con los negros en las Cana-rias, cabe suponer que, además de los adalides, los primeros negros llegados desde la Península pudieron haber fungido como intérpretes. Luego, una vez se fue creando una bolsa de negros en las Islas, no debió ser difícil encontrar ladinos que ayudasen en la comunicación con los bozales.
Berbería, entre los cabos de Aguer (cerca de lo que hoy es Agadir), por encima, y Bojador, por debajo, perteneció a España desde que, en 1449, Juan II de Castilla concedió el dominio de este territorio al Duque de Medina Sidonia. AZNAR y otros (2012), p. 29. En 1455, por la bula Romanus Pontifex del Papa Nicolás V, se cedió a los portugueses la conquista y el monopolio comercial del África atlántica desde el Cabo Bojador hacia abajo. SAUNDERS (1982), p. 5. Estos límites quedaron definitivamente establecidos en los tratados hispano-portugueses de Alcaçobas (1479), Tordesillas (1494) y Sintra (1509).
29 BECKLES (2002), pp. 85-87.
30 POPE-HENNESSY (1968), citado en FAYER (2003), p. 285.
31 SNELGRAVE (1734), pp. 23-24. Dahomey, situado en la región de la actual República de Benín, fue un centro de la trata en el siglo XVIII.
32 Entendida aquí como establecimiento destinado al comercio, desde el que operaban los factores o agen-tes comerciales. Una de las más tempranas fue la de Elmina, fundada por los portugueses en 1482. Cf. BERLIN (1996), pp. 257, 260.
33 En 1927, el rey de Dahomey envió a Tom a Inglaterra en compañía de Lambe con la misión de com-probar in situ si lo que había oído de los ingleses era verdad. Lamentablemente, el «enviado especial» nunca regresó a África, pues acabó vendido a un esclavista de Maryland. FAYER (2003), p. 281. Cabe añadir que el propio Lambe vivió tres años con el rey de Dahomey, del que recibió todos los lujos disponibles, por lo que debió de aprender su lengua. SNELGRAVE (1734), pp. 7-8.
34 SNELGRAVE (1734), p. 50. LOS INTÉRPRETES EN EL TRÁFICO DE ESCLAVOS...
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LOS INTÉRPRETES EN LOS BARCOS
La segunda gran “zona de contacto” entre esclavistas y esclavos, una vez se abandonaba territorio africano, era el barco que transportaba africanos de diversas etnias y lenguas, por lo que la mediación lingüística era imprescindible35. En efecto, Cadamosto narra que «cada navío tenía sus propios intérpretes negros36», y, por otro lado, sabemos que las armadas para adquirir esclavos realizadas desde Canarias a Guinea y Magarabomba —los españoles viajaban allí ilegalmente, pues era zona portuguesa—, llevaban «un lengua, que acostumbraba ser un negro horro», que, a cambio de guiarlos a las almadías y concertar el recate con los reyezuelos, recibía licencia para rescatar ocho esclavos para sí mismo37. Esta estrategia empleada por portugueses y españoles fue aplicada igualmente por los ingleses (y, sin duda, por los otros europeos), en cuyos barcos eran habituales los intérpretes negros, fundamentalmente para traducir órdenes y trasladar informaciones. Así, en 1758, en el Rainbow, que iba a Benín a la isla caribeña de Santo Tomás, un negro, llamado Dick, actuaba como «lingüista» entre el capitán y los esclavos, siendo su mediación «de gran relevancia para el interés del viaje38». Algunos de aquellos intérpretes llegaron a tener incluso, guardados en cajitas de hojalata como oro en paño, libros o cartas de recomendación, que presentaban a los capitanes de los barcos39.
Ahora bien, más allá de traducir órdenes y trasladar informaciones a bordo, los intérpretes desempeñaban otras funciones, como: calmar a los esclavos, prevenir y sofocar insurrecciones, ayudar a los médicos, etc. En efecto, según Beckles40, uno de los cuatro momentos críticos (junto con la captura y venta, el tránsito a la costa y la estancia en barracones, y la llegada a las Américas) en los que los esclavos mostraban resistencia era la travesía. Si se producía una insurrección, se llamaba a los lingüistas para tranquilizar a los insurrectos, como ilustra Snelgrave a principios del siglo XVIII: «Por el intérprete les informo que han pasado a ser mi propiedad, de modo que, sabiendo para qué han sido comprados, se tranquilicen, pues algunos creen incluso que los blancos los quieren para comérselos». Luego, les explicaba que iban a labrar los campos y realizar otros menesteres en el nuevo país; que, si alguno era objeto de abusos, debería presentar la queja al lingüista, que, a su vez, le informaría a él, y él haría justicia; pero que, si causaban disturbios o trataban de atacar a un blanco, serían severamente castigados41.
El método de Snelgrave, provisto de cierta humanidad, no debió de ser el habitual entre los traficantes, pero sí es cierto que, incluso en los barcos que no llevaban un intérprete, se trataba de localizar un mediador para apaciguar a los esclavos con la palabra. Así ocurrió, por ejemplo, a principios del siglo XVIII cuando un joven negro, llamado Bristol, al que llevaba consigo un tal Mr. Jolly, «fue nombrado intérprete entre el capitán y los otros esclavos», para ayudar a sofocar una insurrección. Haciéndolos subir de dos en dos a cubierta, el improvisado mediador trató de persuadirlos diciéndoles que el capitán tenía buena opinión de ellos; que sentía que hubiesen sido engañados, pero que estaba seguro de que no eran malas personas y
35 Evidentemente, habría que diferenciar entre barcos que iban de África a Europa (mayormente Portugal o España) y los que iban directamente al Nuevo Mundo. Dadas las limitaciones de espacio del presente trabajo, no haremos distinción en nuestros comentarios, pues lo que realmente nos interesa es el papel de los intérpretes en las travesías.
36 AZNAR y otros (2017), p. 138.
37 LOBO CABRERA (1982), p. 116.
38 WOOD (1974), citado en FAYER (2002), pp. 286-287.
39 FAYER (2003), p. 284.
40 BECKLES (2002), pp. 135-136.
41 SNELGRAVE (1734), pp. 162-163. MARCOS SARMIENTO PÉREZ
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que no deseaban matar a los blancos42. Sobre este aspecto es muy explícito el misionero moravo alemán Christian Georg Andreas Oldendorp, que estuvo en las Islas Vírgenes danesas de 1767 to 1769, al relatar que, cuando no había interpretes a bordo, desde que zarpaban se enseñaba a varios negros la lengua de sus dueños: «Dado que suelen tener buena memoria, en poco tiempo pueden aprender lo suficiente para servir de intérpretes y supervisores de sus compañeros esclavos». Como privilegios para garantizar su lealtad, iban sin cadenas y comían con los marineros43.
También las manifestaciones del estado anímico de los esclavos eran ocasionalmente objeto de mediación lingüística, que podía encomendarse a esclavas, acaso por el «efecto balsámico» que el recuerdo de la madre surtiría en aquellas circunstancias. Snelgrave menciona que en una ocasión, una esclava los tranquilizaba hablándoles y dándoles consejos, pues era conocida de varios de los negros a bordo44. En otra ocasión, en 1783, una mujer negra asistió como intérprete al médico del navío Brooks cuando atendía a varios esclavos que lloraban de melancolía45. En tales casos, a las esclavas se les permitía vivir temporalmente con los oficiales o con la tripulación.
INTÉRPRETES EN EL NUEVO MUNDO
Como es lógico, la necesidad de mediadores lingüísticos se multiplicaba desde que los esclavos desembarcaban en el Nuevo Mundo, tanto por el número de los que llegaban, como por la multiplicidad de etnias, nacionalidades y lugares de los que procedían. Se calcula que entre 1500 y 1900, unos doce millones de africanos partieron hacia las Américas; de ellos, aproximadamente millón y medio pereció en la travesía, por lo que debieron de llegar algo más de 10 millones46. Según el jesuita Alonso de Sandoval, los esclavos llegados a Cartagena de Indias en la primera mitad del siglo XVII hablaban más de setenta lenguas47. Esta situación la corroboraba para Barbados un esclavo en el siglo XVIII, al señalar que, cuando pusieron pie en la isla caribeña, se les acercaron «africanos de todas las lenguas48». En mayor o menor medida, los problemas de intercomunicación fueron proporcionalmente similares en todos los territorios con presencia de esclavos: primero, en Brasil y la América hispana —por el porcentaje de esclavos, y por su condición de pioneros en la trata— y luego, en las colonias inglesas, francesas, holandesas y danesas.
Las soluciones a la intercomunicación, tanto de blancos con negros, como de estos entre sí, fueron variadas y trataron de ajustarse a las posibilidades disponibles. Así, pasados los
42 BUTTERWORTH (1831), citado en FAYER (2003), p. 287.
43 BOSSARD (1987), citado en FAYER (2003), p. 288.
44 SNELGRAVE (1734), pp. 104-105.
45 FAYER (2003), p. 288.
46 BECKLES (2002), p. 47. El primer esclavo negro llegó a América en 1493, en el segundo viaje de Colón. A partir de entonces, muchos castellanos llevaron esclavos, pues se aclimataban bien en las colonias y resistían mejor que los indios los trabajos duros. FABIÉ (1896), p. 514. Cuando los padres Jerónimos llegaron a la Española en 1516, reclamaron a la corona española el envío de esclavos negros para ayudar a los colonos en la explotación de los metales, el cultivo de la caña de azúcar o para compensar la mortalidad de los indios (hacia 1600, su población había disminuido en más de un 60%. BECKLES (2002), p. 59. Aquella reclamación contó incluso con el beneplácito de Bartolomé de Las Casas, quien, en su deseo de aliviar la suerte de los indios, reco-mendaba la esclavitud de los infelices negros. FABIÉ (2012), pp. 514-515. Con las autorizaciones otorgadas desde 1518 (la primera al gobernador de Bresse para introducir 4.000 esclavos en las Indias) y con el primero de los asientos de negros, el de Pedro de Reynel en 1595, se inició un negocio que reportó ingentes ganancias a particulares, a compañías y a monarcas. TOASIJÉ (2008), p. 101. Un interesante trabajo sobre el asiento de negros y la traducción es el de LUXÁN HERNÁNDEZ (2012).
47 SANDOVAL (1987), pp. 136-137, 373.
48 GATES (1987), citado en FAYER (2003), p. 289. LOS INTÉRPRETES EN EL TRÁFICO DE ESCLAVOS...
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primeros años, los esclavos más antiguos se convirtieron en maestros de los más recientes, enseñándoles, entre otras cosas, la lengua local o los preceptos religiosos. En 1816, en Jamaica, un sacerdote con 26.000 esclavos entre sus feligreses sugería que jóvenes criollos aprendiesen a leer, a escribir y los principios básicos de la fe cristiana en escuelas de la parroquia, y que, luego, a su manera, enseñasen lo aprendido a sus hermanos africanos49.
Como quiera que pormenorizar la mediación lingüística en tierras americanas sobrepasaría los límites del presente trabajo, nos limitaremos a dar algunos detalles sobre el caso de Cartagena de Indias, paradigma de cómo se abordó la situación. Como es sabido, la dificultad de la intercomunicación fue especialmente marcada en los puertos de llegada y redistribución de esclavos50. En este sentido, probablemente en ningún otro lugar se viviera el problema de forma tan intensa como en aquella ciudad colombiana, cuyo puerto fue el principal receptor de africanos en la América hispana. Allí destacaron en la primera mitad del siglo XVII los jesuitas Pedro Claver y Alonso de Sandoval por su modélica estrategia para reunir intérpretes con los que sosegar, curar, evangelizar y administrar los sacramentos a los millones de integrantes de aquella suerte de Babel negra. Para empezar, Claver había aprendido varias lenguas africanas y formaba intérpretes en el Colegio de la Compañía de Jesús. Allí clasificaban a los negros en tres niveles, en función de su dominio del castellano: bozales, que aún no sabían nada; medias lenguas, que hablaban bastante, y ladinos, que lo hablaban bien. En segundo lugar, tomaban en consideración que muchos de los negros, aunque de castas diferentes, pertenecían a la «maldita secta de Mahoma» por lo que se entendían en árabe. Por otro lado, había ladinos que hablaban varias lenguas, pero también bozales que hablaban más de una lengua africana, con lo que, buscando las combinaciones adecuadas, se podía establecer comunicación51.
Lograron de este modo los abnegados jesuitas incluso suministrar intérpretes al Tribunal de la Inquisición en aquella ciudad, pues, como en otros tribunales inquisitoriales con presencia de negros, también procesó a algunos de ellos —mayormente por brujería. Un estudio sobre los primeros 50 años (1610-1660) del tribunal saca a relucir que al menos siete de unos 70 negros procesados necesitaron mediador de alguna lengua africana (caravalí, folupo, arará, biáfara, mandinga o cacheo). Los intérpretes intervenían casi siempre acompañados por el propio Claver52.
CONSIDERACIONES FINALES
Las páginas precedentes nos permiten concluir que en la relación con los esclavos negros existió formación intencionada y sistemática de mediadores lingüísticos. El procedimiento empleado por Portugal, e imitado por los otros participantes de la trata, dio excelentes resultados. Luego, aunque lo aplicado por los jesuitas en Cartagena no pueda considerarse la tónica general, sí que debió de imitarse, al menos en parte, donde hubo misioneros de órdenes religiosas con principios similares. En cualquier caso, de aquella época sabemos que la Iglesia Católica promulgó normas relativas a la instrucción de los esclavos mediante intérpretes53.
49 STEWART (1952), citado en FAYER (2003), p. 290.
50 Recordemos que, por la parte española, los principales fueron La Habana, Cartagena de Indias y Porto-belo; por el lado portugués, Salvador de Bahía y Pernambuco; y por las otras potencias colonizadores, Jamaica, Barbados, etc.
51 SANDOVAL (1987), pp. 136, 373.
52 SPLENDIANI; SÁNCHEZ BOHÓRQUEZ y LUQUE DE SALAZAR (1997), I, pp. 140, 221.
53 Nos referimos aquí concretamente a una instrucción relativa al bautismo de los negros, promulgada en 1614 por el Arzobispo de Sevilla, Pedro Castro de Quiñones, en la que se establecía que los amos enviasen a sus negros a la iglesia para ser instruidos en lo que debían creer y guardar, para lo cual se emplearía intérprete de su
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Con pocas excepciones, los intérpretes fueron mayormente varones, pues ya en los contactos en África, las mujeres tuvieron menos oportunidades de aprender lenguas europeas, entre otras razones, porque los hombres asumían los asuntos comerciales. E igualmente de forma generalizada, la comunicación la facilitaron africanos que aprendieron lenguas europeas. En este caso, incluso aceptando su facilidad lingüística, la realidad es que hubieron de aprenderlas obligados por la nueva cultura que los había “acogido”; y, aun cuando, como señala Snelgrave, hubo algunos intérpretes africanos que eran libres en su país, la inmensa mayoría aprendió la nueva lengua en cautividad54.
La compensación que obtuvieron por su trabajo fue dispar y supeditada a la situación en cuestión: los hubo que conseguían la libertad cuando participaban en la caza de esclavos y aportaban algunos a sus patrones; otros, como expone Saunders, podían tener esclavos propios en los fuertes y en los buques55. Y otros, como aconsejaba el obispo de Sevilla, recibían premios y buen trato, «para con ellos ganarles la voluntad56».
Aparte de que el árabe funcionó en ocasiones como la lengua vehicular, lo cierto es que el relé fue muy frecuente en la intercomunicación con y entre los esclavos negros. También en la utilización de este recurso se anticiparon los portugueses a Cortés.
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lengua que fuera «muy ladino». SANDOVAL (1987), 498. Si bien aquella instrucción iba dirigida en primera instancia a los llegados a España desde Guinea, Angola y otras provincias de la costa africana, el Papa dispuso aplicarla donde ocurriese lo mismo, por lo tanto, también en el Nuevo Mundo.
54 SNELGRAVE (1734), p. 172.
55 SAUNDERS (1982), p. 62.
56 SANDOVAL (1987), p. 498. LOS INTÉRPRETES EN EL TRÁFICO DE ESCLAVOS...
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