XXII Coloquio de Historia Canario-Americana
ISSN 2386-6837, Las Palmas de Gran Canaria. España, (2017), XXII-120, pp. 1-18
REAPROPIACIÓN DE SIGNOS DEL PASADO EN EL NOROESTE DE MÉXICO: LOS PETROGRABADOS DE CERRO DE TRINCHERAS, SONORA
REAPPROPRIATION OF SIGNS OF THE PAST IN NORTHWEST MEXICO: PETROGLYPHS OF CERRO DE TRINCHERAS, SONORA
M. Elisa Villalpando Canchola*
Cómo citar este artículo/Citation: Villalpando Canchola, M.ª E. (2017). Reapropiación de signos del pasado en el noroeste de México: los petrograbados de Cerro de Trincheras, Sonora. XXII Coloquio de Historia Canario-Americana (2016), XXII-120. http://coloquioscanariasmerica.casadecolon.com/index.php/aea/article/view/10061
Resumen: En el noroeste de México, casi tres décadas de investigación arqueológica en el área de la Tradición Trincheras han permitido mostrar la complejidad de las sociedades agricultoras que ocuparon el Desierto de Sonora para el periodo Prehispánico Tardío (1300-1450 n.e.). En el proceso de apertura de la zona arqueológica Cerro de Trincheras para su visita pública, enfocamos las acciones de preservación de los vestigios arqueológicos en la población local (especialmente niños, jóvenes y mujeres), apostando por la conservación a través del conocimiento y valoración del patrimonio cultural por la propia comunidad. Los petrograbados del sitio se han interpretado como signos del pasado dentro de un discurso de reapropiación del patrimonio cultural. Se presentan en esta comunicación las acciones que desde el centro interpretativo de la zona arqueológica se han realizado para valorar el patrimonio arqueológico, incidiendo en un sentido de orgullo entre la gente joven de la localidad.
Palabras clave: Patrimonio arqueológico, Noroeste de México, Tradición Trincheras, arte rupestre
Abstract: Two decades of archaeological research in Cerro de Trincheras, validated the complexity of fourteen to fifteen centuries’ farming societies settled in the Sonoran Desert of Northwestern Mexico. Opening of the archeological site for public visit has been possible through the involvement in its protection of the local population (especially children, young people and women), which are actually interest not only in archaeological knowledge but in the community’s cultural heritage. Petroglyphs have been systematically recorded and presented as signs of the past, within a discourse of community’s cultural heritage. I present in this paper the experiences that archaeologists, guardians, and volunteers, are carrying out at the visitor’s center in order to re-evaluate community’s archaeological heritage and enhance a sense of proud in the young inhabitants of the region.
Keywords: Archaeological heritage, Northwest Mexico, Trincheras Tradition, rock art
INTRODUCCIÓN
Las investigaciones en el área de la Tradición Trincheras en Sonora, México, iniciaron a mediados de la década de 1980 y han continuado por las siguientes tres décadas, permitiendo refinar la secuencia cronológica de la tradición, definir la tipología cerámica, asignar funciones a los elementos arquitectónicos visibles en los asentamientos en los cerros, así como determinar la ocupación de Cerro de Trincheras (Figura 1) como el centro rector de esta tradición durante el periodo Prehispánico Tardío (1300-1450 n.e.), dentro de lo que hemos convenido en denominar el Noroeste/Suroeste, entendiendo por tal los estados americanos del
* Investigadora Titular “C”, Centro INAH Sonora, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. Blvd. Hidalgo 71, Colonia Centenario, Hermosillo, Sonora, México. Teléfono: +52-6622-126364 (Oficina); +521-6621-230707(Celular); correo electrónico: elisavillalpando@hotmail.com; elisa_villalpando@inah.gob.mx
M.ª ELISA VILLALPANDO CANCHOLA
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suroeste de los Estados Unidos, así como los estados de Chihuahua, Sonora y Sinaloa en el noroccidente mexicano.
Figura 1. Vista aérea de Cerro de Trincheras, Sonora, México. Fotografía cortesía de Adriel Heisey. Archivo fotográfico del Centro INAH Sonora, 1996.
El primer proyecto de McGuire y Villalpando en Cerro de Trincheras inició con la prospección y topografía del asentamiento en 1991 y la posterior excavación en 1995 y 19961, concluyendo que fue un pueblo edificado sobre las laderas de un cerro de origen volcánico que emerge en la planicie del valle medio del río Magdalena, en el noroeste de Sonora.
En este asentamiento de carácter de centro regional, se diferenciaron espacios habitacionales organizados en unidades domésticas, formadas por conjuntos de terrazas cuyos muros de piedras fueron construidos en seco, desde una altura de menos de 40 centímetros -las más bajas-, hasta paredes de más de tres metros de altura en el tercio superior de la ladera norte del cerro. Las actividades realizadas en conjuntos específicos de terrazas (como la talla de ornamentos en conchas marinas del Golfo de California), los materiales arqueológicos recuperados y la existencia de estructuras arquitectónicas especializadas (denominadas La Cancha, El Caracolito, Plaza El Caracol, así como observatorios de solsticios), a más de que nos permitieron proponer la jerarquización del asentamiento y su carácter de centro rector, nos posibilitaron caracterizar las relaciones de intercambio de estas comunidades con las de la tradición Casas Grandes, a varios cientos de kilómetros de distancia, al este del macizo montañoso de la Sierra Madre Occidental2.
Las investigaciones de la última década dirigidas por Villalpando, se enfocaron de manera particular en el tratamiento funerario en Cerro de Trincheras, con la intervención de un cementerio de cremaciones secundarias en vasijas cerámicas y un espacio de crematorios3,
1 MCGUIRE y VILLALPANDO (1998), (2004), (2007), (2011); VILLALPANDO y MCGUIRE (2009).
2 MCGUIRE et Al. (1999).
3 CRUZ et Al. (en prensa). REAPROPIACIÓN DE SIGNOS DEL PASADO...
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este último a pocos metros de la ladera noroeste de la topoforma, que nos han permitido destacar el carácter especializado de esta práctica funeraria en el Noroeste/Suroeste4.
PERO ¿QUÉ SON LOS CERROS DE TRINCHERAS?
El término “trincheras” ha sido usado en la literatura arqueológica del Noroeste/Suroeste con una variedad de acepciones. Las primeras referencias escritas por los expedicionarios y capitanes españoles del siglo XVII describen los recintos y construcciones de piedra en cerros y picos de cordilleras, atribuyéndoles un uso defensivo dentro de las diversas poblaciones nativas del área5. En los años treinta del siglo XX, los autores anglosajones asignaron el término “trincheras” a varios tipos cerámicos, a un tipo de sitio arqueológico los “cerros de trincheras” y a la tradición arqueológica6. Los “cerros de trincheras” son por tanto, elevaciones de origen generalmente volcánico, en cuyas laderas y cimas las poblaciones prehispánicas construyeron muros de piedras para crear espacios nivelados de dimensiones cuadrangulares, conectados entre sí a través de rampas y escalones; sobre estas terrazas construyeron jacales, ramadas y otros elementos arquitectónicos.
A lo largo del siglo XX, estos yacimientos arqueológicos fueron interpretados con funciones defensivas, de residencia, de cultivo agrícola, de señalización, de ritualidad especializada, de prominencia visual dentro de un sistema de asentamientos, de morada de élites o como centros de peregrinación7. Cerro de Trincheras nos ha permitido mostrar que en esa porción del Noroeste/Suroeste se establecieron durante los siglos precedentes a la conquista novohispana, sociedades complejas que construyeron pueblos con una multiplicidad de funciones, cuyas estructuras arquitectónicas pudieron tener no sólo un carácter defensivo, sino que también fueron localidades claves dentro de un paisaje ritual, con espacios habitacionales y talleres diversos, pueblos donde se pudo llevar a cabo el intercambio de ideas y productos8, centros regionales de primer orden que ahora constituyen el patrimonio cultural y representan la historia prehispánica de tales regiones.
EL PROCESO DE GESTIÓN DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO EN EL DESIERTO DE SONORA
Podríamos considerar que el proceso de gestión del patrimonio arqueológico en el Desierto de Sonora inició hace veinticinco años, o tal vez unos años antes si tomamos en cuenta el reconocimiento de superficie del valle de Altar en 19889; pero años más, años menos, lo que si podemos asegurar es que desde la concepción del primer proyecto de investigación en 1985, McGuire y Villalpando, como co-directores, fuimos contundentes en que la arqueología que queríamos hacer (aunque fuera con becas internacionales), debía tener no solo un contenido académico significativo o de formación de profesionales “de frontera”, sino que deberíamos involucrarnos con las poblaciones residentes para compartir con ellas el conocimiento generado a través de la investigación del pasado prehispánico.
En los años subsecuentes fuimos tejiendo redes de contactos más allá de las autoridades municipales, con participación en programas de radio y televisoras locales, con charlas en los
4 WATSON et Al. (2015).
5 MANGE (1697 [en 1926]), p. 21.
6 SAUER y BRAND (1931), p. 67.
7 BRAND (1938); BRANIFF (1992); DOWNUM et Al. (1994); FISH y FISH (2007); JOHNSON (1963); LEBLANC (1999); LEKSON (2002); WILCOX (1979).
8 MCGUIRE y VILLALPANDO (2007), (2011); O’DONOVAN (2002); VILLALPANDO (2009); VI-LLALPANDO y MCGUIRE (2009).
9 MCGUIRE y VILLALPANDO (1993). M.ª ELISA VILLALPANDO CANCHOLA
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pueblos de la región y conferencias en los centros universitarios, insistiendo siempre en la riqueza patrimonial que existe en el norte de México, que no por diferente es menos valiosa. El modelo interpretativo implementado en Cerro de Trincheras ha continuado insistiendo en la necesidad de apreciar con otros ojos el pasado prehispánico de esa región, ya que la mayoría de la población lo encuentra como algo marginal o de poco valor; casi siempre consideran que los sitios arqueológicos fuera de Mesoamérica no existen, o no son parte del patrimonio cultural de todos los mexicanos: el pasado mexica del Altiplano Central o la complejidad del área maya en el Sureste, son los referentes que predominan en los textos de educación básica y en ocasiones también en los medios académicos. Al interpretar la zona arqueológica para su visita pública, destacamos las características de los vestigios arqueológicos subrayando las diferencias, pero también las similitudes que existieron en estas comunidades norteñas y las mesoamericanas, e insistimos en una alternativa de valoración y no sólo en una opción turística de disfrute personal.
Desde las excavaciones de 1996 habíamos restituido varias de las estructuras arquitectónicas con la intención de mostrar sus dimensiones reales y la interpretación derivada de su análisis. A partir de 2007 iniciamos una nueva fase de intervenciones y se destinaron recursos federales para continuar con la investigación e iniciar el proceso de apertura de la zona arqueológica para ser visitada de manera formal10. Retomamos la exploración puntual de los sitios arqueológicos de las inmediaciones de Cerro de Trincheras a través del registro y catalogación de las manifestaciones gráfico rupestres y nos dimos a la tarea de sistematizar los conocimientos sobre la tradición Trincheras en un libro de divulgación11.
Durante los años 2007 a 2009, el despacho arquitectónico SerArte elaboró el proyecto ejecutivo para la construcción del centro interpretativo de la zona arqueológica, en un predio donado por el Ayuntamiento local. La construcción fue posible por la portación de recursos federales a través de la Comisión de Fomento al Turismo del Gobierno del Estado de Sonora y el propio municipio de Trincheras. Lo anterior posibilitó que a finales de 2010 tuviéramos, además del sendero interpretativo señalizado, un espacio museográfico, servicios sanitarios y estacionamiento. El centro interpretativo se concibió como el lugar que permitiría al visitante de la zona arqueológica adentrarse en las características de ocupación del Desierto de Sonora a través del tiempo.
El guion científico12 tuvo su sustento en los datos procedentes de los diversos proyectos realizados desde finales de la década de los ochenta en ambos lados de la actual frontera internacional: los primeros pobladores Paleoindios, las bandas de recolectoras y cazadores del Arcaico, el surgimiento de las aldeas agrícolas, la cultura material de la Tradición Trincheras, la construcción de los elementos arquitectónicos asociados a los cerros de trincheras con el predominio de los grupos sociales que ocuparon el centro rector de esta tradición para los siglos XIV y XV, y sus evidencias de cultura material.
El espacio museográfico -que denominamos Recorrido Introductorio- se planeó con un eje conceptual con base en la historia cultural de la región previa al surgimiento del centro rector, con un eje complementario que destaca la protección del patrimonio arqueológico con las acciones realizadas por los diversos actores que en él intervienen: los arqueólogos que investigan y conservan, las instancias gubernamentales que apoyan la divulgación del conocimiento y la participación de la población actual que se involucra en el disfrute y la protección de los vestigios.
Para el grupo participante en el proceso de apertura, fue siempre muy importante el aspecto de la conservación de los vestigios arqueológicos. Las dimensiones de la zona de más de 100
10 VILLALPANDO (2014).
11 VILLALPANDO y MCGUIRE (2009).
12 VILLALPANDO y SÁNCHEZ (2010). REAPROPIACIÓN DE SIGNOS DEL PASADO...
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hectáreas, no nos posibilitaban tenerla vigilada en su totalidad, por lo que era apremiante involucrar a la población local y transformar la idea del cerro como “el monte”, por el Cerro como patrimonio cultural.
A la par que se trabajaba en la adecuación de la zona arqueológica para su visita, implementamos talleres orientados a la población infantil de la localidad. La temática del primer taller versó sobre “Los niños del Cerro”, invitándolos a que se imaginaran cómo podrían haber vivido esos otros niños, qué creían que comían, a qué jugaban y cómo se veían. Nos interesaba romper la idea de que las diferencias entre unos y otros eran insalvables, por lo que los provocamos para que a través de dibujos hicieran una comparación con lo que ahora se comía, a qué jugaban y cómo se vestían. Sus conclusiones fueron que no había tantas diferencias, excepto en este último aspecto, lo cual puede apreciarse en los dibujos resultantes.
Los estudiantes de primer grado de la Telesecundaria local, fueron los visitantes distinguidos en la ceremonia de apertura de Cerro de Trincheras en diciembre de 2011 (Figura 2). A partir de entonces, y durante los tres años de su formación de educación media, participaron activamente en las sesiones de gestión y discusión, en talleres y en seminarios en el centro interpretativo, desarrollando adicionalmente habilidades en el manejo del barro y sensibilizándose sobre la importancia de su patrimonio arqueológico. Después de su asistencia a la reunión evaluación del Plan de Desarrollo y Operación de la zona en su último año de educación secundaria (2013), nos anunciaron que se habían conformado como “Los amigos del Cerro” y ahora, como estudiantes preparatorianos, han seguido de cerca los acontecimientos de la zona.
Figura 2. Alumnos de la Telesecundaria 191 en la apertura de la zona arqueológica Cerro de Trincheras, diciembre 2011. Fotografía de Martha Olivia Solís, Archivo fotográfico Centro INAH Sonora, 2011.
LOS PETROGRABADOS TRINCHERAS
M.ª ELISA VILLALPANDO CANCHOLA
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Como he señalado en párrafos precedentes, una de las actividades académicas retomadas a la par de la apertura de la zona fue el registro sistemático de los grabados en las rocas de Cerro de Trincheras y los sitios inmediatos, pues resultaba intrigante que ni en número ni en calidad de ejecución estos grabados se comparan con los de sitios de la misma tradición de cronología más temprana; el más conocido -La Proveedora- en las inmediaciones de la ciudad de Caborca, había sido trabajado desde los años ochenta con un registro básico y catalogación de sus diseños13, retomados posteriormente como fuente de información básica sobre la gráfica rupestre de Tradición Trincheras14.
Un sitio arqueológico de menor tamaño que se localiza a menos de un kilómetro al este del centro regional se conoce en la actualidad como Cerro La Nana. En concordancia con los asentamientos previos a la ocupación de Cerro de Trincheras, tiene un número reducido de terrazas de dimensiones menores restringidas, aunque presenta una mayor concentración de grabados en la cima, a la cual se le ha asignado una connotación de espacio ritual, pese a que no existen estructuras en la parte superior que manifiesten tácitamente este uso. Los grabados se aprecian de manera diferencial dependiendo de la proyección de luz que reciben. En diversos paneles existen superposiciones, lo que indica el uso repetido de un mismo espacio en temporalidades diferentes (Figura 3). En algunas ocasiones los diseños se encuentran aislados, pero en gran número forman conjuntos en las diversas caras de las rocas; algunas veces no se encuentran sobre las caras expuestas ni son fácilmente visibles desde las mismas terrazas.
Figura 3. Petrograbados de la cima de Cerro La Nana. Fotografía de Adrián López, Proyecto Institucional Trincheras. Archivo fotográfico del Centro INAH Sonora, 2009.
En Cerro La Nana existen diseños tan sencillos como puntos y líneas paralelas, otros más forman paneles que muchas veces representan escenas (Figura 4). Muchos son grecas en diversas composiciones, predominando las volutas que llegan a formar secuencias continuas o
13 BALLEREAU (1984), (1988).
14 AMADOR (2010); VILLALOBOS (2003). REAPROPIACIÓN DE SIGNOS DEL PASADO...
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composiciones elaboradas, tal y como se presenta en los diseños de la cerámica decorada Trincheras, en correspondencia con la cronología de ocupación de este asentamiento. Estas composiciones de líneas onduladas repetitivas han sido interpretadas por algunos autores como formas entópticas15 y otros las asocian con agua16.
Figura 4. Petrograbados en Cerro La Nana, Cerro de Trincheras al fondo. Fotografía de Adrián López, Proyecto Institucional Trincheras. Archivo fotográfico del Centro INAH sonora, 2009.
La mayoría de los antropomorfos son formas básicas de cuerpo con extremidades extendidas, algunos presentan falos y tocados, y en ocasiones llegan a confundirse con reptiles. Las representaciones de cuadrúpedos siguen el denominado “estilo Trincheras”17, pero no se encuentran en gran cantidad ni formando grupos de más de tres ejemplares; algunos pueden representar cérvidos mientras que otros tienen más características de cánidos. Hay también grabados de cuadretes y en la parte más alta del cerro son más comunes las representaciones de animales asociados con la lluvia.
El que de todos los cerros de trincheras ocupados durante el periodo Cerámico Temprano (700-1300 n.e.) en el valle medio del Magdalena, sea sólo Cerro La Nana el que tenga una profusión de grabados, puede deberse a que este sitio se sitúa en un lugar destacado para la agricultura de irrigación a partir del río Magdalena, lo que le debió conferir cierta importancia dentro de las actividades rituales propiciatorias de lluvia para las comunidades agricultoras productoras de la cerámica decorada Trincheras.
15 REYES (2000).
16 AMADOR (2010).
17 CONTRERAS y QUIJADA (1999). M.ª ELISA VILLALPANDO CANCHOLA
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Los petrograbados de Cerro de Trincheras18, se ubican en diversas localidades del sitio y se encuentran tanto en salientes rocosas, en rocas aisladas o en peñascos. Las concentraciones principales no se encuentran asociadas a elementos arquitectónicos como terrazas o cuartos, sino que se presentan en áreas de salientes u afloramientos rocosos o escarpes. Realmente son pocos los conjuntos de varios grabados como los localizados en las áreas denominadas Los Acantilados y en el Cerrito del Oeste. Una convención formal para la representación de las imágenes es de manera frontal en los antropomorfos, de perfil en los cuadrúpedos y de planta en los reptiles y arácnidos, lo cual crea un repertorio compartido de figuras entre todos los sitios de Tradición Trincheras.
En Cerro de Trincheras el tamaño de los grabados no es de gran formato (con excepción de dos o tres); la mayoría de ellos son menores a los 50 centímetros y no es posible observarlos desde muy lejos, lo que sugiere que su ejecución se realizó con un carácter más intimista, menos masificado. La riolita del área permitió la realización de numerosos grabados en las rocas, pero es relevante hacer notar que al igual que en La Proveedora19, en Cerro de Trincheras existen extensas zonas que en apariencia son propicias para que se realizaran grabados, pero que por alguna razón no contienen diseños, como la zona oeste de Los acantilados20.
Figura 5. Petrograbados zoomorfos en el promontorio La Virgen en Cerro de Trincheras. Fotografía de Carlos Cruz, Proyecto Institucional Trincheras. Archivo fotográfico del Centro INAH Sonora, 2007.
Las técnicas utilizadas fueron el picoteado y raspado o la combinación de ambas. Ciertamente, como indica Ballereau21, los motivos se grabaron a partir de líneas (rectas y curvas) y secciones vaciadas, por lo que la mayoría de los diseños son de trazo geométrico.
La mayor concentración de petrograbados de Cerro de Trincheras se encuentra en el promontorio oeste conocido como La Virgen22, por una figura religiosa pintada en los años noventa. Se trata de afloramientos de la roca madre con rocas de gran tamaño, cuyas caras
18 CRUZ y NAVA (2008).
19 BALLEREAU (1988), p. 8.
20 CRUZ y NAVA (2008).
21 BALLEREAU (1988), p. 9.
22 CRUZ y NAVA (2008). REAPROPIACIÓN DE SIGNOS DEL PASADO...
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planas fueron utilizadas para el trazo de los diseños; desafortunadamente es una de las áreas con mayor afectación por erosión, exfoliación y fractura de las rocas, así como acciones antrópicas de “retoque” y graffiti debido a la visita intensiva de la imagen por la población local antes de la apertura de la zona. Los principales motivos representados son geométricos de espirales, zoomorfos y en menor cantidad antropomorfos (Figura 5).
Otros grabados se encuentran en escarpes y salientes rocosas y en las cimas, como Pico del Este y Pico de los Zopilotes, donde los diseños son geométricos con líneas onduladas y círculos, y un diseño más complejo que podría representar una flor o la cruz que se ha asociado a Venus. Existen líneas onduladas en la parte más alta que podrían representar serpientes, animales que se han asociado con prácticas propiciatorias de la lluvia entre los grupos nativos del área (Figura 6).
Figura 6. Grabados de líneas onduladas en la cima del Pico de los Zopilotes en Cerro de Trincheras. Fotografía de Silvia Nava, Proyecto Institucional Trincheras.
Archivo fotográfico del Centro INAH Sonora, 2007.
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El Cerrito de los Petroglifos es un pequeño promontorio al sureste del cerro principal. Los motivos antropomorfos destacan por presentarse con los brazos doblados, el izquierdo detenido por abajo de la cintura y el derecho con el codo doblado y la mano hacia arriba en actitud de saludo, en ambos la cabeza está formada por varios círculos (Figura 7), lo que en La Proveedora se ha interpretado como iluminación en el trance chamánico; un tercer antropomorfo tiene la misma disposición pero la cabeza cuadrada. Son las figuras más visibles desde la distancia y marcan el extremo sureste del asentamiento.
Figura 7. Diseños antropomorfos característicos de la Tradición Trincheras, en Cerrito de los Petroglifos, Cerro de Trincheras. Fotografía de Silvia Nava, Proyecto Institucional Trincheras. Archivo fotográfico del Centro INAH Sonora, 2007.
Figura 8. Diseño de ave (posiblemente zopilote), en Cerrito del Sur, Cerro de Trincheras. Fotografía de Carlos Cruz, Proyecto Institucional Trincheras.
Archivo fotográfico del Centro INAH Sonora, 2007.
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Resulta interesante que en los grabados de Cerro de Trincheras las representaciones de reptiles parecerían estar constreñidos a serpientes y lagartijas; sólo en un caso podría tratarse de un camaleón, a diferencia de los grabados de La Proveedora en los cuales las tortugas están bien representadas y en Cerro La Nana podrían estar representados batracios. Otras representaciones zoomorfas en Cerro de Trincheras y en general en los sitios de esta tradición, pueden identificarse como aves (Figura 8), cérvidos (venados cola blanca o buros), berrendos o borrego cimarrón. Seguramente también existen grabados que representen a felinos, cánidos y otros mamíferos terrestres del Desierto de Sonora, los que pudieron haber tenido significados particulares para los antiguos pobladores de la región.
LA REAPROPIACIÓN DE LOS SIGNOS DEL PASADO
Como previamente mencioné, durante la construcción del centro de visitantes de la zona arqueológica Cerro de Trincheras decidimos intensificar la relación con los niños de la localidad, ya que las primeras cédulas colocadas en el sendero interpretativo, fueron vandalizadas a menos de un mes de su instalación. En virtud de lo anterior nos resultó apremiante destacar a través de talleres el valor que ahora representaba para la comunidad una zona arqueológica abierta para su visita.
Figura 9. Taller de dibujo en el centro interpretativo de Cerro de Trincheras. Fotografía de Elisa Villalpando, Proyecto Institucional Trincheras. Archivo fotográfico del Centro INAH Sonora, 2013.
En 2008 se había impartido el primer taller para niños con el tema “Los niños del Cerro” y durante los siguientes periodos vacacionales de Semana Santa y el verano (2009-2010), implementamos talleres de pintura con temas como el paisaje del cerro, los vestigios del pasado y su protección (Figura 9). Usamos las imágenes de los petrograbados como elementos de diseño y en 2012 programamos la primera exposición temporal: "La Pintada inédita", exhibición sobre la gráfica rupestre de ese sitio emblemático, con fotografías de gran formato que permitían apreciar la esencia del paisaje cultural con las pinturas en las paredes del cañón. Los arqueólogos del equipo La Pintada, ofrecieron un taller previo a la inauguración de la exposición; a los niños asistentes se les conversó sobre los variados tipos de manifestaciones gráfico rupestres y sus técnicas de elaboración, destacando las diferencias M.ª ELISA VILLALPANDO CANCHOLA
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que existen en los diseños de las diversas tradiciones arqueológicas de Sonora. Se les invitó a realizar sus propias pinturas en mural y sobre rocas (Figuras 10, 10.1, 10.2), y emular el grabado de los diseños en placas de yeso que simulaban pequeñas lajas (Figura 11); en el exterior del centro interpretativo se elaboraron geoglifos (Figura 12) y estas nuevas manifestaciones rupestres fueron el complemento de la exhibición, para orgullo de los participantes que nunca habían estado en un evento similar.
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Figura 10., 10.1, 10.2. Taller de gráfica rupestre en la exhibición de La Pintada Inédita en el centro interpretativo de la zona arqueológica Cerro de Trincheras. Fotografía de Manuel Graniel, Archivo fotográfico del Centro INAH Sonora, 2013.
Figura 11. Reproducción de petrograbado en el taller de gráfica rupestre de La Pintada Inédita en el centro interpretativo de Cerro de Trincheras. Fotografía de Manuel Graniel. Archivo fotográfico del Centro INAH Sonora, 2013. M.ª ELISA VILLALPANDO CANCHOLA
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Figura 12. Elaboración de geoglifos en el taller de gráfica rupestre de La Pintada Inédita, en el centro interpretativo de Cerro de Trincheras. Fotografía de Manuel Graniel. Archivo fotográfico del Centro INAH Sonora, 2013.
La experiencia del taller de gráfica rupestre continuó replicándose en diversas oportunidades, cada vez con grupos diferentes de asistentes, lo que permitió que a lo largo de los seis años que se encuentra la zona arqueológica abierta al público, no se haya presentado de nuevo el vandalismo.
Debemos también atribuir este éxito a la incorporación de muchas de las madres de esos mismos chicos y chicas, quienes participaron en labores de deshierbe y mantenimiento de la zona arqueológica por tres años consecutivos (2011-2013), rompiendo la marginalidad de su participación en los eventos relacionados con la zona y revalorando también sus capacidades organizativas dentro de la comunidad.
Todas las exposiciones que se llevan a cabo en el centro de visitantes de la zona arqueológica han tenido sus respectivos talleres. Hemos incursionado con la creación de títeres y obras alusivas al entorno del cerro, a personajes y actividades cotidianas de la comunidad (Figura 13); más recientemente se ha impartido un taller de elaboración de caleidoscopios, que fueron decorados con diseños de los petrograbados. A instancias del encargado de custodia de la zona arqueológica, interesado en la experimentación de todo tipo, se ofreció al tercer grado de la Telesecundaria la experiencia en el manejo de la arcilla y la elaboración de contenedores cerámicos; sus vasijas y las producidas por los estudiantes se han mostrado en una exhibición con el título de “Nuestro barro: testigo y cómplice de la historia”, que combina la documentación de los hallazgos de urnas funerarias, ya restauradas, y la nueva producción cerámica local.
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Figura 13. Taller de títeres y representación escénica impartido en el centro interpretativo de Cerro de Trincheras. Fotografía de Elisa Villalpando, Proyecto Institucional Trincheras, Archivo fotográfico del Centro INAH Sonora, 2013.
El hacer uso de los diseños de los petrograbados en la folletería de la zona, en carteles, invitaciones, en las marcas de seguridad de puertas y ventanas, ha ido creando imágenes que niños y jóvenes reproducen con mayor conocimiento de causa. Su propia interpretación de estos diseños en los talleres los ha llevado a pensar si venado, rana, lagartija, serpiente, pájaro, etc., no serían los nombres de las familias que vivían ahí en el pasado y habrían grabado esos diseños para dejar constancia de que ese era su pueblo, preguntándose también quién les habría enseñado a dibujar en las rocas, si lo hacían solo los adultos o si los “mal hechos” los habían dibujado los niños. Es muy gratificante verlos mostrar a los adultos sus pinturas y grabados, no siempre quieren dejarlos en exhibición aunque les aseguremos que después podrán llevárselos a sus casas. Para quienes nos empeñamos en la operación de una zona arqueológica en donde los resultados de la investigación no deben estar desvinculados de la comunidad en donde se encuentra, estas acciones y este sentimiento de pertenencia, validan la burocracia que toda gestión requiere.
Es también muy gratificante que las y los trabajadores de la zona arqueológica muestran con orgullo estos diseños en sus uniformes y en los desfiles de fiestas patronales o celebraciones civiles, adornan con los mismos el vehículo en el que desfilan y solicitaron que se les imprimiera un banderín que los identifica ante su propia comunidad como los guardianes oficiales de un patrimonio que dejó de ser “un cerro” para convertirse en la primera zona arqueológica abierta para su visita pública en Sonora: Cerro de Trincheras.
BIBLIOGRAFÍA
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