XXII Coloquio de Historia Canario-Americana
ISSN 2386-6837, Las Palmas de Gran Canaria. España, (2017), XXII-126, pp. 1-17
LA HISTORIA DE LOS ALFABETOS LÍBICO-BEREBERES
A TRAVÉS DEL SIGNO
THE HISTORY OF LIBYCO-BERBER ALPHABETS THROUGH THE SIGN
Irma Mora Aguiar
Cómo citar este artículo/Citation: Mora Aguiar, I. (2017). La historia de los alfabetos líbico-bereberes a través del signo . XXII Coloquio de Historia Canario-Americana (2016), XXII-126. http://coloquioscanariasmerica.casadecolon.com/index.php/aea/article/view/10065
Resumen: Analizaremos un grafema del alfabeto líbico-oriental de Túnez y Argelia (s. II a. e. al III d. e.):
, que resulta muy problemático, y para lo que estudiaremos sus equivalentes gráficos en las inscripciones bilingües púnicas y latinas, así como su frecuencia y posición en los textos. Así, a partir de la comparación epigráfica, se observa que los distintos valores fonéticos de este signo podrían resultar de una evolución fonológica común a las lenguas púnica y líbica. Finalmente, compararemos el comportamiento de este signo con los caracteres formalmente iguales de los alfabetos tifinaɣ y de las inscripciones líbico-bereberes de la isla de El Hierro (Canarias).
Palabras clave: historia de la escritura, líbico-oriental, signo , inscripciones latinas bilingües, alfabetos fenicio-púnicos, tifinaɣ, inscripciones canarias.
Abstract: We will analyze a problematic grapheme from the Tunisian and Algerian Eastern Libyque alphabet (2nd century B.C. and 3rd A.D.): the sign . For this purpose, we will study its graphic equivalents in Latin and Punic inscriptions and its frequency and position in the text. The epigraphic comparison shows that the different phonetic values for this sign could came from a Punic and Libyque common phonological change. Finally, we will compare the features of this sign with the formally similar characters of the Tifinagh and El Hierro Libyco-Berber alphabets.
Keywords: History of the Scripture, Eastern Libyan, sign, bilingual Latin inscriptions, Phoenician-Punic al-phabets, Tifinaɣ, Canarian inscriptions
INTRODUCCIÓN1
Gracias a la existencia de estelas bilingües (púnicas y latinas), el oriental es el único alfabeto traducible del líbico-bereber antiguo. No obstante, aún se discute el valor exacto de ocho signos: como únicamente contamos con sus equivalentes gráficos en latín y en púnico, no se ha podido establecer su valor fonológico exacto. En efecto, la clave de este problema radica en las diferencias existentes entre los sistemas fonológicos del púnico y del latín con la lengua líbica.
Entre estos caracteres desconocidos se encuentra el signo de tres barras paralelas: y su variante . Nos adentraremos en su estudio indicando previamente algunas características del alfabeto al que pertenece.
Miembro de la Cátedra de Estudios Bereberes de la Universidad de La Laguna y doctoranda de Territorio y Sociedad en Universidad de La Laguna. Santa Cruz de Tenerife. España. Correo electrónico: irmamora7@gmail.com
1 Queremos agradecer la inestimable ayuda en la redacción de este artículo a Renata Springer, Antonio Tejera, José Juan Batista y Jonay Acosta.
IRMA MORA AGUIAR
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CARACTERÍSTICAS DEL ALFABETO LÍBICO-ORIENTAL
Sin lugar a dudas, este alfabeto es el mejor estudiado de los líbico-bereberes antiguos. Ello se debe a que existe más de un millar de estelas y a que algunas contienen textos bilingües.
El uso de este alfabeto, mayormente funerario, se extendió desde el norte de Túnez hasta la ciudad de Constantina (noreste de Argelia) durante los siglos II a.e. y III d.e. En Duga2, existen además algunos casos excepcionales de estelas monumentales asociadas a la élite númida, las cuales difieren de las lapidarias en su grafía: las primeras se trazaron mediante líneas horizontales y las segundas, en verticales. Otra diferencia es que la escritura horizontal de Duga posee signos que no están en los textos verticales de las zonas próximas, como vemos en la siguiente tabla alfabética3.
Tabla 1. Transcripciones y equivalencias púnicas del alfabeto líbico-oriental.
A pesar de la repercusión que han tenido en la investigación, las inscripciones monumentales de Duga son minoritarias (alrededor de una docena) y, por lo tanto, poco representativas del alfabeto líbico-oriental.
Múltiples autores han señalado que este alfabeto estuvo fuertemente influido por el fenicio: no solamente en la idea de creación de una escritura fonológica consonántica, sino también en la forma y valor de algunos signos. Así, por ejemplo, el grafema , que Chabot4 transcribió H, parece provenir de las letras fenicias y t.
Aunque las dataciones nos ofrecen resultados relativamente recientes para la escritura líbico-oriental, se observan mayores similitudes con el alfabeto fenicio antiguo que con el púnico5. Sin embargo, esta parece haber experimentado una evolución ortográfica paralela a la fenicio-púnica. Posiblemente, los diferentes valores que muestra la letra líbico-oriental podrían relacionarse con ciertos cambios fonológicos y gráficos acaecidos en Cartago: por ejemplo, a finales del s. V a. e. se observan vacilaciones en la representación de (/h/) que
2 Nos referimos a la antigua ciudad del noreste de Túnez, conocida en época romana como Thugga. Para facilitar la lectura hemos prescindido de la grafía galicada Dougga y de la geminada bereber.
3 CHABOT (1940-41), p. V.
4 Op. cit., ibídem.
5 «A partir del siglo V a.C. la escritura occidental se diversifica a su vez. Más alargada e inclinada, es la llamada “escritura púnica”. Más tarde, avanzado el s. II a.C.; es sustituida por otra de rasgos todavía más exage-rados: la “escritura neo-púnica”». CUNCHILLOS Y ZAMORA (1997), p. 25. LA HISTORIA DE LOS ALFABETOS...
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parecen indicar su incipiente vocalización6. La vocalización tanto de este fonema como de t (/ħ/), ʼalep (/ʔ/) y ʿayin (/ʕ/) llega a generalizarse en el siglo II a. e7.
INTERPRETACIONES DEL SIGNO
El carácter
es quizás el que más dificultades presenta del alfabeto líbico-oriental. Prueba de esta complejidad son los diferentes valores que le han atribuido los investigadores. Así, Chabot le asigna hasta cuatro posibles correspondencias en el alfabeto púnico: ʼalep (/ʔ/) (/h/), t (/ħ/) y ʿayin (/ʕ/). Desde entonces, distintos investigadores han defendido sendos valores, e incluso el vocálico, teniendo en cuenta la evolución explicada en el párrafo anterior.
Valor de aspirada o t
Si atendemos a su parecido formal con el alfabeto fenicio, este signo parece ser una simplificación de y t: grafemas fenicios que tienen en común tres trazos horizontales paralelos y que representan fonemas fricativos posteriores o guturales que se oponen por su lugar de articulación (glotal /h/ frente a faringal /ħ/).
Tabla 2. Similitudes gráficas del signo
Si fuese una derivación de estas letras, la cuestión que a continuación nos plantearíamos sería: ¿cuál de los dos fonemas representa? Basándonos en los estudios diacrónicos bereberes más recientes, tanto /h/ como /ħ/ aparentan ser fonemas no reconstruibles para el protobereber8 y, al menos /ħ/ parece haber sido introducido a través del superestrato árabe9. Sin embargo, en algunos dialectos bereberes, estas consonantes cumplen una función morfológica, aunque muy limitada: son prefijos expresivos10 11. Aunque en tuareg la consonante /h/ es más frecuente, esta puede provenir o bien de la aspiración de */z/ (en las
6 KRAHMALKOV (2001), p. 21.
7 Op. cit., pp. 19-22.
8 «The dating of Proto-Berber is a difficult affair. As mentioned above, linguistic differentiation seems to be similar to that in Germanic or Romance, which would put it somewhere in the first millennium BC (cf. LOUALI & PHILIPPSON (2004)). A similar date is provided by Blažek (680 BC). Other researchers have pro-vided much earlier dates. Preliminary results from the Automated Similarity Judgment Program put the first branching (Zenaga) around 2000 BC (MÜLLER e.a. (2010) […] BLENCH (2001) has proposed an even earlier date for Proto-Berber, around 4500 BC, explaining the high degree of uniformity from “highly mobile popula-tions already speaking closely related languages, constantly encountering one another in open terrain” (184). Whatever the merits of the model as such, it is hardly applicable to northern Africa, which is for a large part mountain area». KOSSMANN (2011), p. 5.
9 KOSSMANN (1999), p. 249.
10 Por ejemplo, en el dialecto de Figuig, del verbo nneḍ ‘rodear’, se obtiene el derivado expresivo ḥenneḍ ‘envolver a un bebé’ KOSSMANN (1999), p. 246. En cabilio, arkas ‘sandalia, mocasín’ ofrece aharkus ‘zapato en mal estado; zapato viejo; sandalia tradicional’ por prefijación de /h/. NAÏT-ZERRAD (2002), p. 358.
11 KOSSMANN (1999), p. 246; NAÏT-ZERRAD (2002), p. 358; NAÏT-ZERRAD (2004), p. 110. IRMA MORA AGUIAR
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variedades septentrionales), o bien es el resultado de la evolución de otros protofonemas cuyos valores originales se desconocen: */h1/, */h2/ y */h3/12.
La evolución del protofonema */h3/13 ofrece distintos resultados en los dialectos bereberes actuales que nos indican su posible evolución (cuando no está agrupada con consonante): /β/ > /h/ > vocal > cero fonético14. Resulta evidente que los dialectos bereberes septentrionales, que generalmente han vocalizado o perdido la /h/ que conserva el tuareg15, debieron de poseer un estadio de lengua inmediatamente anterior en el que también la conservaban. Posiblemente, esta /h/ del bereber númida comenzara a vocalizarse en el mismo momento en que lo hacía el púnico (vid infra § 4.4).
Valor de signo de puntuación
Según nuestros cálculos, el signo aparece en el 57,63% de los epitafios líbico-orientales. Esta sobrerrepresentación contrasta con la escasa presencia de /h/ (y sobre todo de /ħ/) en los dialectos bereberes septentrionales actuales. Resulta llamativa también la posición de este grafema, situado al final de las líneas y de las palabras reconocibles: este hecho ha motivado su interpretación como carácter separador, a pesar de que en las inscripciones líbicas horizontales se usa el punto. En contrapartida, el punto es menos frecuente en las inscripciones verticales16, en las que, además de funcionar como separador, también sustituye otros caracteres17. Por último, el signo es más frecuente en las inscripciones verticales que en las estelas monumentales (horizontales).
Lafuente18 consideró que era un signo de puntuación. Para este autor, su valor variaba dependiendo de la dirección de la escritura: en las estelas horizontales, equivaldría a nuestros dos puntos, y en las verticales, a nuestro punto.
Valor vocálico
Algunos autores pensaron que equivalía a la ʼalep fenicia (oclusión glotal /ʔ/), pues es uno de los fonemas semíticos que se vocalizó hasta desaparecer, tal como evidencian los
12 Los estudios diacrónicos revelan la inestabilidad de esta consonante. Prasse (1969) reconstruye hasta tres protofonemas */h/. Sin embargo, solamente uno de ellos parece poder reconstruirse a partir de los dialectos actuales: */h3/, que evoluciona a /β/ en Gadamés y lo hace siempre a /h/ en el tuareg de Mali. En el resto de dia-lectos bereberes (p. ej. en las restantes variedades tuareg), este protofonema también evoluciona a /h/, aunque se pierde en algunos contornos fonéticos; igualmente, puede evolucionar a otras consonantes (cuando está agrupado a b y f), semiconsonantes (w e y) o vocales (a, i y u), según el contexto, en los dialectos septentrionales. A pesar de que no se conoce su realización fonética original, parecen existir dos posibilidades verosímiles: que proceda de */β/ o de */hw/. KOSSMANN (1999), p. 132.
13 PRASSE (1969), pp. 13-16.
14 KOSSMANN (1999), pp. 131-132.
15 Op. cit., p. 61.
16 El punto parece emplearse como separador en las nueve inscripciones verticales siguientes del Corpus de inscripciones líbicas: 22, 37, 109, 632, 742, 760, 757, 807 y 827.
17 Hemos contabilizado alrededor de setenta epitafios líbico-orientales donde el punto parece correspon-der a una letra. Conocemos el valor de este signo en algunas estelas bilingües y no siempre es el mismo. En las inscripciones 196, 197, 252 y 492 el punto aparenta sustituir a la semiconsonante /j/ del antropónimo latino Chi-nidial. En cambio, en los epitafios 145, 288, 289 y 290 seguramente represente la /z/ de los nombres Cotuzan y Zaedus. Hay una estela bilingüe, la 813, en la que podría reemplazar al grafema de las tres barras: en el texto púnico figura el antropónimo Ḥannoʾ, mientras que el líbico se grabó NH· [sic] HN· Probablemente también en los epitafios no bilingües 807 (HN· y ·NH) y 632 (HNH) se escribió el mismo antropónimo púnico.
18 LAFUENTE (1957), p. 390. LA HISTORIA DE LOS ALFABETOS...
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cambios ortográficos neopúnicos19. Lo mismo sostiene Kerr20, al aducir que, aunque el fenicio no escribía las vocales, en la escritura púnica se empezaron a representar las largas finales mediante este signo. Este autor, siguiendo la tesis de Friedrich, sostiene que los nombres latinos escritos en líbico-oriental estaban en caso vocativo. De este modo, la del líbico-oriental representaría la desinencia casual latina -e21. Sin embargo, Février22 rechazó la idea de Friedrich, al considerar que los númidas debieron de pronunciar la desinencia latina -us /u/ u /o/.
Valores diferentes en función de la rotación del signo: y
Ciertos caracteres líbico-orientales cambian su valor fonológico dependiendo de su posición con respecto al sentido y dirección de la escritura. Por ejemplo, en las estelas horizontales, la apertura de la letra /m/ marca el sentido de la escritura de derecha a izquierda. No obstante, cuando esta forma rota 90º, representa /d/, mientras que si el giro es de 180º, corresponde a una sibilante.
En las estelas monumentales, el signo siempre se trazó paralelamente a la dirección de la escritura, pero en las inscripciones verticales alternan esta posición y la rotada 90º:. Y aunque para la mayoría de los investigadores ambos signos eran simplemente variantes formales, Marcy23 consideró que se trataba de grafemas diferentes: la equivaldría a (/d /) o iy (es decir, /ij/) y la horizontal, a su correlato «débil» /h/.
ESTUDIO DEL CORPUS
Para tratar esta cuestión hemos analizado aquellos textos bilingües del Corpus de Inscripciones Líbicas24 con antropónimos reconocibles que contienen el grafema líbico . Únicamente contamos con seis ejemplos seguros: tres bilingües púnicas y dos latinas.
Las equivalencias de en las inscripciones bilingües púnicas
Tal y como veremos en los siguientes ejemplos, las equivalencias neopúnicas de este signo son diversas: I) las consonantes posteriores /ħ/, /ʕ/ o /ʔ/; II) la semivocal /j/; y III) cero fonético (ausencia gráfica25).
Al margen de su valor fonológico, y siguiendo la denominación de Chabot26, transcribiremos mediante h el signo para facilitar la lectura de las siguientes tablas.
19 ZAMORA (2012).
20 KERR (2010), p. 60.
21 Op.cit., p.58.
22 «Je ne crois pas à la thèse de J. Friedrich, selon qui les noms propres latins en -us passés en punique prenaient une terminaison -e (forme de vocative ?)». FÉVRIER (1956), p. 266.
23 MARCY (1936), p. 73.
24 CHABOT (1940-1941).
25 Debemos tener en cuenta que ni en la escritura fenicia ni, en principio, en la púnica se representaban las vocales.
26 CHABOT (1940-41), p. V. IRMA MORA AGUIAR
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Inscripciones neopúnicas y líbico-orientales Inscripciones Antropónimo en neopúnico Antropónimo en líbico-oriental Posición del signo H Equivalencia gráfica púnica de H
RIL 31
Bʕlħnʔ
Bhnh
vertical
ʿayin o ħet
Bhnh
vertical
ʾalef
RIL 72
Ygwʕkn
Ygwknh
horizontal
cero
RIL 451
Nmrsy
Nmrsh
horizontal
y
Tabla 3. Inscripciones bilingües neopúnica y líbico-orientales con antropónimos que poseen el signo de las tres barras.
En un primer análisis, cabe destacar que las letras t, ʾalef ʿayin y y , entre otras, acabaron empleándose como vocales en el alfabeto neopúnico (vid supra). En este sentido, la ausencia de una equivalencia neopúnica para el signo líbico en la inscripción RIL 72 podría indicar tanto su función separadora (cero fonético) como una vocal.
Ilustración 1. Inscripción bilingüe neopúnica y líbico-oriental con antropónimo Baʿal anoʾ (RIL 3127).
27 CHABOT (1940-41), p. 12. LA HISTORIA DE LOS ALFABETOS...
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Las equivalencias de en las inscripciones bilingües latinas
En las inscripciones bilingües latinas, la letra líbica sustituye las desinencias casuales, pero no parece que corresponda a una transcripción literal. Si observamos las inscripciones RIL 85 y RIL 288-29028 encontramos dos antropónimos latinos en caso genitivo (desinencia -is). Sin embargo, en la versión líbica, esta función se expresa de forma distinta: se traspone la desinencia latina por la preposición bereber de genitivo w- 'hijo de'. Así, Asprenat-is 'de Asprenate' se traduce en líbico w-Srnh29 ‘hijo de Asprenate’ y w-Zydh ‘hijo de Zedón’ equivale en latín a Zaedon-is ‘de Zedón’. También en la inscripción 85 aparece otro antropónimo, esta vez en caso nominativo en la versión latina: Faustu-s, cuya equivalencia en líbico es Fwsth.
Inscripciones latinas y líbico-orientales Inscripciones Antropónimos en latín Antropónimos en líbico-oriental Posición del signo H Equivalencia gráfica latina de H
RIL 85
Faustus
Fwsth
vertical
desinencia casual
Asprenatis
Srnh
horizontal
desinencia casual
IL 288- 290
Zaedonis
Zydh30
vertical
desinencia casual
Tabla 4. Inscripciones bilingües latinas y líbico-orientales con antropónimos que poseen el signo de las tres barras.
Ilustración 2. Inscripción bilingüe latina y líbico-oriental donde figura el antropónimo Zedón. Marcamos la trasposición casual en verde (RIL 28831).
28 Op.cit., pp. 23 y 69.
29 Se prescinde de p por no existir en líbico-oriental.
30 Estas inscripciones son algunos de los ejemplos en los que el signo del punto sustituye al carácter (z). IRMA MORA AGUIAR
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Para expresar las relaciones sintácticas, el latín hablado tendía a sustituir el sistema casual por el preposicional, procedimiento que se generalizó en latín vulgar y en las lenguas románicas. Así, ya entre los siglos I y III d. e., empieza a usarse el acusativo latino como casus generalis, lo cual se irá extendiendo en los siglos sucesivos hasta la completa desaparición de la flexión casual en las lenguas románicas, donde la inmensa mayoría de las palabras provienen del acusativo. Esto se explica porque desde el latín arcaico el acusativo era el caso menos marcado y servía para expresar las principales funciones sintácticas: complemento directo, complemento circunstancial y sujeto de la oración de infinitivo. Además, desde el siglo I a. e., tanto en la lengua vulgar como en la literaria se había dejado de pronunciar la desinencia -m del acusativo singular, la cual no impedía la sinalefa con la vocal inicial de la palabra siguiente. En suma, los sustantivos singulares solían terminar en vocal32. Por tanto es muy probable que, aunque la norma culta impusiera la escritura de Faustus, estuviera generalizada entre el vulgo la pronunciación /faustu/ del acusativo, forma que, a nuestro juicio, parece representar la versión líbica. Y algo semejante debió de suceder con los nominativos Asprenas y Zaedo, nombres propios que no son, como el anterior, de origen latino: la generalización del acusativo y la ruina y reducción de las declinaciones podrían haber extendido la forma análoga *Asprena(-m) (asimilado a la primera declinación, como, por ejemplo, Maecenas). En cuanto al segundo antropónimo, es probable que se haya utilizado, como decimos más abajo, solo la forma de nominativo precedida de la preposición w, si bien no descartamos totalmente una asimilación a la segunda declinación del tipo *Zaedu(-m) en el habla vulgar. Lo cierto es que, si se hubiera escrito Asprenate(-m) o Zaedone(-m), los textos líbicos tendrían que haber representado tanto la /t/ como la /n/ finales.
En definitiva, pensamos que estos antropónimos latinizados fueron traspuestos al líbico en acusativo (o nominativo) anteponiéndoles simplemente la preposición w para expresar el genitivo.
Las diferencias entre los signos y
Aunque suponemos que en muchas ocasiones la rotación de este signo obedece fundamentalmente a variantes regionales, observamos comportamientos que podrían indicar funciones diferentes.
Tal y como muestra el siguiente gráfico, en el 21% de los epitafios este signo rota noventa grados, de tal modo que sus tres barras transcurren paralelas a la dirección vertical de la escritura: . No obstante, en un porcentaje ligeramente superior (26%), se optó por su trazado horizontal; es decir, perpendicular a la línea de escritura: .
31 CHABOT (1940-41), p. 69.
32 VÄÄNÄNEN (1968), pp. 179-189. LA HISTORIA DE LOS ALFABETOS...
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Ilustración 3 Presencia del signo H en los epitafios líbico-orientales (RIL).
En principio, podríamos pensar que la orientación de este signo se debiera a meras cuestiones caligráficas; si así fuera, encontraríamos siempre la misma variante de en la misma inscripción. Así, en el 11% de las lápidas líbico-orientales se combinaron ambas orientaciones en el mismo texto. En ellos se constatan ciertas pautas gráficas que parecen indicar diferentes valores para cada variante. En efecto, en un 2% de los epitafios, las dos variantes de este carácter aparecen juntas a final de palabra, prefiriéndose inscribir primero la vertical y luego la horizontal: . Por otro lado, aunque solamente hemos contabilizado once de estos signos a principio de línea, hay mayor frecuencia de la variante vertical (en nueve casos) que de la horizontal (dos). Además, no podemos asegurar que estas dos últimas estén en posición inicial, pues una de ellas (RIL 806) parece estar al margen del texto, y la otra (RIL 1099) podría ser la final de una línea que se leía de arriba hacia abajo (inversamente al sentido habitual). Por otra parte, como se observa en la siguiente imagen, existe cierta preferencia por la variante vertical de este grafema para los nombres de origen púnico: Ḥanʾ33 (HNH) o Baʿal anʾ34 (BHNH).
Por todas las razones expuestas, dados los cambios que experimentó este grafema (vid infra), deducimos que y pudieron tener valores diferentes en muchas de las inscripciones líbico-orientales. Es posible que la variante vertical fuera el carácter original y que la horizontal se tratara de una innovación, por lo que consideramos necesario un estudio en profundidad de este fenómeno.
33 RIL 813, 807 y 632.
34 RIL 31. IRMA MORA AGUIAR
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Ilustración 4. Inscripción líbico-oriental (RIL 63235) con ambas variantes del signo H. En rojo, el posible antropónimo Ḥnʾ.
La evolución de la escritura púnica y su influencia en el líbico-oriental
Février36 fue uno de los primeros autores en advertir que los cambios ortográficos del púnico posiblemente acabaron influyendo en el signo líbico que estudiamos. Entre los siglos V y II a. e. las guturales púnicas se fueron debilitando progresivamente a pesar de que se conservaran en la grafía. Estas consonantes se convertirían en las vocales o matres lectionis37, y el signo líbico podría haber funcionado de forma semejante.
Desde finales del siglo V a. e. se observa en Cartago una vocalización o variante no fricativa de /h/ que coexiste con su realización original hasta que se pierde totalmente. El mismo fenómeno experimentó el fonema faringal /ħ/, que acabó desapareciendo en la lengua púnica tardía38. Según se desprende de las fuentes epigráficas, la pérdida del rasgo fricativo de la letra fue una antigua y amplia tendencia propia del mundo fenicio occidental, que quizás
35 CHABOT (1940-41), p. 139.
36 FÉVRIER (1956), p. 266.
37 Literalmente ‘madres de la lectura’, puesto que estas vocales facilitan la lectura de estos textos en los que solamente se representan las consonantes.
38 KRAHMALKOV (2001), pp. 21-23. LA HISTORIA DE LOS ALFABETOS...
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tuvo un origen vulgar39. Como resultado de la desaparición de las faringales y glotales, la escritura experimentaría cambios ortográficos significativos: las letras t, ʾalef y ʿayin se transformarán en matres lectionis, uniéndose al repertorio de semivocales40.
Tabla 5. Cambios vocálicos del púnico según Krahmalkov41.
Si atendemos al comportamiento de estos caracteres púnicos y de , podríamos deducir que el alfabeto líbico-oriental experimentó el mismo fenómeno de vocalización progresiva. En efecto, teniendo en cuenta la extensión de la lengua púnica en el entorno de Cartago, gran parte de la población númida sería bilingüe, tal como muestran algunas inscripciones y monedas acuñadas por los reyes númidas. Por tanto, es muy probable que ambas lenguas y grafías se influyeran mutuamente.
La siguiente cuestión que nos planteamos es saber cuáles fueron las causas que motivaron la pérdida de estos fonemas púnicos propiciando dichos cambios ortográficos. En primer lugar, cabría aducir que los fonemas /h/ y /ħ/ se perdieron en la lengua púnica por un simple proceso de relajación articulatoria: fenómeno, por otra parte, común a muchas lenguas42. No obstante, parece que estos cambios lingüísticos fueron exclusivos de la lengua púnica, ya que el fenicio oriental no los experimentó, quizá por ser más próximo a la norma y por estar alejado de la influencia númida43.
Según Zamora44, en algunos documentos neopúnicos, además de estas alteraciones gráficas y fonéticas, también se observan cambios sintácticos y léxicos debidos al contacto con otras lenguas vecinas. Por tanto, parece probable que la lengua líbica influyera en la púnica, pues estos cambios se originaron en Cartago. Quizás el sustrato númida fuese el causante de esta evolución, ya que, como argumentamos más arriba, el bereber también podría haberla sufrido.
39 Op.cit.
40 «Los cambios fonéticos hicieron necesarios cambios ortográficos. Grafemas que antes connotaban ex-clusivamente consonantes (esencialmente ʽ ʼ y w), connotan ahora vocales: /a/, /e/, /i/, /o/, /u/, breves o lar-gas». CUNCHILLOS y ZAMORA (1997), p. 41.
41 KRAHMALKOV (2001), p. 19.
42 Así, en latín, el fonema /h/ se pierde desde época preliteraria. VÄÄNÄNEN (1968), pp. 99-100. Por ejemplo: HĔRBA /héɾba/ > /éɾba/. Lo mismo sucedió en el español con la /h/ inicial procedente de /f/- latina: FER-MOSU(-M) > esp. medieval /heRmóso/ > esp. moderno /eRmóso/. Análogamente, la aspiración procedente del debilitamiento de consonantes en posición implosiva también tiende a perderse en la mayor parte del español: p. ej. costa /kósta/ > [kóhta] > [kótːa], entre otras posibles soluciones.
43 El fenómeno explicado en la nota anterior podría sugerir que el latín influyera en la vocalización de las consonantes neopúnicas; sin embargo, esta se inició mucho antes de que Roma dominara Cartago: «the distincti-veness of Punic, apparent in the earliest western texts, is yet more apparent in texts of the fifth century B.C. onward. For example, the Phoenician definite article was ha-, with aspiration; the Punic definite article was ʾa- without aspiration». KRAHMALKOV (2001), p. 10.
44 ZAMORA (2012), pp. 125-126. IRMA MORA AGUIAR
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Por otra parte, los fonemas semíticos ʿayin y ʾalef también vocalizaron en la lengua púnica tardía, fenómeno que además parece constatarse para ʾalef en bereber45.
En definitiva, todo parece indicar que inicialmente el signo líbico-oriental de las tres barras representara una aspiración en las palabras extranjeras. Posteriormente, con la progresiva pérdida de la aspiración, se acabaría empleando como vocal.
Para la segmentación del texto, a diferencia de las estelas monumentales, los epitafios emplean excepcionalmente el punto. Por lo tanto, la práctica más extendida sería probablemente la de segmentar mediante una vocal final. Este uso justificaría la sobrerrepresentación del grafema en las inscripciones verticales y su menor presencia en las horizontales.
La comparación del líbico-oriental con los alfabetos tifinaɣ
La posición final de esta hipotética vocal nos recuerda a los usos escriturarios del tuareg: único pueblo bereber que ha conservado la escritura. Al igual que la líbica-oriental, la escritura tifinaɣ es meramente consonántica, aunque se anotan las vocales a final de palabra46. Debido a la inexistencia de espacios entre las palabras, la vocalización sirve también para este cometido. La vocal final se suele escribir mediante un punto idéntico al carácter separador de las inscripciones líbico-orientales horizontales, aunque sus valores sean diferentes. Además, a veces, también se emplea el grafema (/h/) para representar una vocal final47. La mayoría de las veces, ambos signos tifinaɣ representan /a/, ocasionalmente /i/ y /u/48.
Los tuaregs escriben puntos en lugar de barras para representar algunas de sus letras. No obstante, dependiendo del soporte, a veces alargan los puntos convirtiéndolos en líneas, con lo que no siempre los caracteres compuestos por barras son pruebas irrefutables de cierta antigüedad49. Aunque los tuaregs empleen alfabetos distintos del líbico-oriental, nos parece interesante indicar que el signo de tres puntos alineados o barras paralelas tifinaɣ posee diferentes valores según el dialecto y su rotación: /q/, /ʁ/ y /x/, que tienen en común con /h/ su lugar de articulación gutural o posterior. Sin embargo, como hemos visto, en ningún alfabeto tuareg se emplea este signo para representar el fonema /h/.
El signo en un alfabeto canario: El Hierro
Dado que no existen ejemplos de paneles bilingües en Canarias, no es posible por el momento transcribir sus inscripciones líbico-bereberes. Debido al parecido entre sus signos, la escritura del Archipiélago tiene mayores similitudes con los alfabetos líbicos. No obstante, posee también una serie de grafemas que están presentes en otras regiones del Norte de África50. Por tanto, no podemos transcribir las inscripciones canarias a partir del alfabeto líbico-oriental, y menos aún mediante las tifinaɣ, con las que presentan mayores diferencias. No obstante, resulta de gran interés estudiar el comportamiento de sus grafemas, pues del análisis de su frecuencia y de la posición que ocupan se desprende una valiosa información.
45 El fonema /Ɂ/ se conserva en el dialecto zenaga de Mauritania y parece haberse vocalizado temprana-mente en el resto de variedades bereberes. KOSSMANN (2001).
46 GALAND (2010), p. 2.
47 DROUIN (2007), pp. 6-7.
48 Op. cit., p. 6; AGHALI-ZAKARA (2010), p. 3.
49 AGHALI-ZAKARA (2004), pp. 2-3.
50 SPRINGER (2014). LA HISTORIA DE LOS ALFABETOS...
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Hemos escogido el caso de El Hierro porque ahí se centra nuestra investigación y porque es un excelente laboratorio para el estudio del líbico-bereber canario: es la isla que posee más paneles líbico-bereberes (más de un centenar de inscripciones) y presentan cierta homogeneidad gráfica. Así, salvo contadas excepciones, se observa una distribución uniforme de sus signos, por lo que parece verosímil que tuviera un único alfabeto51.
En un trabajo anterior52 contemplábamos la posibilidad de que las inscripciones herreñas fragmentaran los textos mediante palabras en líneas independientes. Si estuviéramos en lo cierto, los signos que se sitúan al principio y al final de estas líneas podrían representar morfemas, pues, si prescindimos de las vocales, el bereber los sitúa en estas posiciones. Aunque en líbico-oriental el signo no parece representar un morfema concreto, deberíamos comprobar si dicho signo también se sitúa mayoritariamente al final de palabra en El Hierro.
Yacimientos Paneles con Líneas Líneas con Posición
La Candia
1
24
1
final
La Caleta
1
52
1
media
El Tejal
1
6
1
penúltima
Don Gabino
1
8
1
penúltima
Hoyo Blanco
1
11
1
última
El Letime
0
5
0
-
Barranco del Cuervo
5
36
6
inicial (3)
penúltima (1)
final (2)
Lomo Zapatero
1
3
1
inicial
Porchena
0
1
0
-
San Juan
0
1
0
-
Barranco Tejeleita
2
14
2
media
penúltima
Lomo Tejeleita
0
5
0
-
El Barranquillo
0
1
0
-
Rivera
0
2
0
-
Camino Ancho
1
2
1
final
Cuevas de las Chivas
0
5
0
-
Los Saltos
0
5
0
-
Los Letreros
1
13
1
penúltima
El Julan IV
0
1
0
-
Total
15 (de 105 paneles totales)
195
16 (de 195 líneas totales)
Tabla 6. Presencia del signo de las tres barras en las inscripciones herreñas.
Para esta labor, hemos recurrido a nuestros resultados de trabajo de campo y al corpus de inscripciones herreñas recogido en el proyecto Inventario de inscripciones alfabéticas en el
51 Op.cit.
52 MORA (2011-2012). IRMA MORA AGUIAR
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ámbito rupestre canario53. Hemos contabilizado la frecuencia de este signo en cada una de las líneas y su posición54.
Según el gráfico, en más de la mitad de las ocasiones, el signo se sitúa en los extremos de las líneas: en un 27% tanto en el extremo superior como en el inferior. Aunque resulta significativo el hecho de encontrarlo un 54% de las veces en los extremos de las líneas, su presencia en los paneles es menor (14,2%), siendo mucho más elevada en los epitafios líbico-orientales (58%). Por tanto, a priori no podemos asegurar que también tuviera una función separadora en las inscripciones herreñas.
Ilustración 5. Posición del signo de tres barras en las líneas (inscripciones herreñas).
Dado los resultados obtenidos para el grafema en los paneles herreños, quisimos compararlos con los de otro de los caracteres empleados como separador y/o vocal final en los alfabetos líbico-bereberes transcritos: el punto.
Yacimientos Paneles con punto Líneas Líneas con punto Posición
La Candia
0
24
0
-
La Caleta
6
52
6
inicial
media (3)
penúltima
final (2)
El Tejal
1
6
1
final
Don Gabino
0
8
0
-
Hoyo Blanco
2
11
3
media
final (2)
53 SPRINGER (2014), pp. 77-97.
54 Hemos numerado los signos de abajo hacia arriba, siguiendo el sentido habitual de las inscripciones líbico-orientales. Además, este sentido de lectura se confirma en la mayoría de las inscripciones herreñas gracias a la posición de la apertura de ciertos signos marcadores del sentido de la escritura, p. ej. la apertura de indica el sentido . No obstante, hay algunas líneas que presentan ambigüedad y que posiblemente se leyeran inver-samente. LA HISTORIA DE LOS ALFABETOS...
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El Letime
2
5
2
final (2)
Barranco del Cuervo
3
36
3
final (2)
final lateral55
Lomo Zapatero
0
3
0
-
Porchena
0
1
0
-
San Juan
0
1
0
-
Barranco Tejeleita
4
14
6
final (3)
inicial
final lateral (2)
Lomo Tejeleita
0
5
0
-
El Barranquillo
0
1
0
-
Rivera
0
2
0
-
Camino Ancho
1
2
1
inicial
Cuevas de las Chivas
0
5
0
-
Los Saltos
0
5
0
-
Los Letreros
2
13
2
inicial
final
El Julan IV
1
1
1
final
Total
22 (de 105 paneles totales)
195 líneas
25 (de 195 líneas totales)
Tabla 7. Presencia del signo del punto en las inscripciones herreñas.
Aunque el punto no es muy frecuente en los paneles (20,9%) y líneas epigráficas (12,8%) de El Hierro, es llamativo, no obstante, que su situación en los extremos de las líneas ascienda al 81% de los casos: una frecuencia mucho mayor que la del signo . Contrastan también las frecuencias con que se grabó teóricamente a principio de línea (15%) con su posición a final de línea (66%).
Ilustración 6. Posición del punto en las inscripciones herreñas.
55 Nos referimos a las líneas (verticales) en las que el punto se sitúa justo al lado derecho del signo final, quizá por falta de espacio. IRMA MORA AGUIAR
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CONCLUSIONES
El empleo de guturales como matres lectionis no es un caso único de las escrituras líbico-oriental y neopúnica. Ya en el siglo XI a. e. el arameo tomó del alfabeto fenicio la letra para representar las vocales finales (además de las semiconsonantes y y w w). Los griegos emplearon también los signos que representaban consonantes posteriores ajenas a su sistema fonológico para sus vocales: la ʾalef se usó para /a/ (alpha); la t, para /eː/ ( ta); y la ʿayin, para /o/ (ómicron)56.
Como hemos visto, existen tres valores verosímiles para el grafema en el alfabeto líbico-oriental: el aspirado (/h/ o /ħ/), la vocal final y el cero fonético empleado como segmentación. Además, su valor parece depender de su posición en la línea, su orientación, e incluso, del momento histórico y lugar. Esta ambivalencia explicaría la necesidad de crear, al menos, una variante para evitar confusiones: sería el grafema original y una innovación de los epitafios líbico-orientales, a juzgar por la frecuencia y posición de ambas.
A pesar de la distancia cronológica y geográfica, los alfabetos tuaregs parecen comportarse similarmente al líbico-oriental: emplean la letra /h/ y el punto como vocales finales y caracteres separadores. No obstante, el signo tifinaɣ formado por tres puntos, y ocasionalmente, las tres barras paralelas jamás se emplea para /h/, aunque sí para otros fonemas guturales dependiendo del dialecto y la rotación: /q/, /ʁ/ y /x/.
En cuanto a Canarias, hemos constado en el líbico-bereber de El Hierro que tanto signo de las tres barras como el punto (más frecuente) suelen aparecer en los extremos de las líneas escriturarias (posibles palabras). Sin embargo, la baja frecuencia de estos grafemas contrasta con la de en el líbico-oriental (mucho más alta), con lo cual no podemos extrapolar sus valores fonológicos a las inscripciones canarias.
Con este artículo hemos querido mostrar la evolución gráfica que ha experimentado la escritura líbico-bereber a lo largo de su extensión territorial y temporal. Los diferentes valores fónicos del signo se constatan incluso dentro de un mismo alfabeto (el líbico-oriental de Túnez y Argelia), lo cual es indicio de la inestabilidad de sus normas ortográficas. Las escrituras no literarias son más permeables a las evoluciones fonológicas, que pueden ser tanto internas, como debidas a la influencia de las lenguas de superestrato (el púnico y el latín). Por lo tanto, la transcripción de los alfabetos líbico-bereberes no solo requiere conocer sus normas ortográficas, sus variedades geográficas e históricas y la diacronía de la lengua que representó, sino también el desarrollo de las lenguas y escrituras con las que coexistió, pues todo ello incide en el valor de los signos. La cautela debe ser mayor cuando no contamos con textos bilingües que nos faciliten su análisis, como es el caso de las inscripciones líbico-bereberes canarias.
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56 MOORE-CROSS (1992), p. 84. LA HISTORIA DE LOS ALFABETOS...
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