XXII Coloquio de Historia Canario-Americana
ISSN 2386-6837, Las Palmas de Gran Canaria. España, (2017), XXII-025, pp. 1-7
SALÉ: CUIDAD DE CAUTIVOS ESPAÑOLES EN EL ATLÁNTICO
SALÉ: CITY OF SPANISH CAPTIVES IN THE ATLANTIC
Houda Benmansour*
Cómo citar este artículo/Citation: Benmansour, H. (2017). Salé: ciudad de cautivos españoles en el Atlántico. XXII Coloquio de Historia Canario-Americana (2016), XXII-025. http://coloquioscanariasmerica.casadecolon.com/index.php/aea/article/view/9973
Resumen: Ciudad pirata entre los siglos XVII y XVIII, Salé se encontraba frente a posibles represalias europeas y a la defensiva. Directamente sobre el Atlántico, esa muralla marítima, poblada de moriscos expulsados, se convirtió indiscutiblemente en un puerto corsario principal donde se iniciaron expediciones dirigidas, en un principio, en contra los intereses europeos y luego en un lugar de cautivos de toda Europa. Vamos a tratar de ver cuál era el caso de los cautivos españoles en la ciudad atlántica de Salé y como aparece el imaginario de aquel lugar en algunos textos literarios (cuentos de viajes).
Palabras clave: Salé, CorsariosSaletins, Atlántico, Moriscos, Cautivos Cristianos, España, Literatura
Abstract: Between the seventeenth and nineteenth centuries, the city of Salé was facing possible European retaliation and defensive. Boarding the Atlantic, populated by expelled moors, the seawall city became a major port where privateer launched initially expeditions against European interests and then became a place of captivity. Our aim is to analyze Spanish captives cases in the Atlantic city of Salé and as it appears as a fictional in some travel tales and texts from captives itself.
Keywords: Pirates of Salé, Atlantic, Moorish, Christian Captives, Spain, Literature
«Renoncer à sa liberté, c’est renoncer à sa qualité d’homme, aux droits de l’humanité»
Jean Jacques. Rousseau, Du Contrat Social, 1750.
PREÁMBULO
Desde Marruecos a Libia, la costa de Berbería fue el hogar de un floreciente comercio de secuestro de personas desde 1500 hasta 1800. Al borde del Atlántico y en las orillas del Buregreg, Salé era conocida como una de las capitales de esclavos como Túnez, Argel y Trípoli y que contra los ataques de sus navegantes los buques europeos no tenían fuerzas para resistirse. Los siglos XVI y XVII fueron un periodo complicado para España e Italia respecto a los ataques de los corsarios atlánticos, incluyendo-aunque no es parte del objetivo de este articulo- la costa mediterránea, que había sido testigo del mismo peligro, lo que empujó a los dos países a poner fin, por un largo tiempo, a su tradición de comercio marítimo debido al terror corsario musulmán.
El contexto del secuestro de los cautivos cristianos y en particular los españoles, debe retrotraerse al momento de las cruzadas y la expulsión de los musulmanes de España en 1492 y parece haber motivado los ataques de los piratas saletinos (de la cuidad de Salé) como una forma de venganza. Los cautivos cristianos representaron para sus captores una mercancía
* Profesora Facultad de Letras, Universidad Mohamed V. 1040, Agdal, Rabat, Marruecos. Teléfono: +212616285477; correo electrónico: houdaben2015@gmail.com
HOUDA BENMANSOUR
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rentable y mucha mano de obra. Las narraciones del cautiverio de los primeros infieles en manos de los corsarios musulmanes lo describen como uno de los más violentos de la Historia marítima.
En 1609-1610, los decretos de expulsión de los moriscos de Granada fuera de España conducen a la llegada a la costa atlántica y mediterránea de una población de moriscos que vivieron cerca de ocho siglos en Andalucía. El mar se convirtió, entonces, en un lugar privilegiado de hostilidades y la piratería experimentó un impulso significativo a partir del siglo XVI. Tanto entre los musulmanes como entre los cristianos, los prisioneros capturados en ambos lados del mar fueron condenados a la esclavitud.
Famosa y renombrada por la violencia de sus corsarios, despiadados con los cautivos cristianos de diversos países, la historia de Salé en los siglos XVII y XVIII será el comienzo de este trabajo, base sobre la que desarrollamos los actos de guerra que tendrán lugar más tarde, así como la forma de vida y resistencia de los cautivos cristianos y, especialmente, el caso de los cautivos españoles.
SALÉ: HISTORIA DE UN HITO CORSARIO ATLÁNTICO
Según escritores árabes, la cuidad de Salé vieja había sido en la edad media, el verdadero mercado en esta parte del norte de África. No quedaba nada ya en el siglo XVI y Rabat había absorbido su antiguo esplendor en el momento en que los moros, expulsados de España y acogidos por los soberanos de Marruecos, trajeron consigo su odio profundo hacia sus dominadores anteriores y su deseo de venganza:
“Eran demasiados débiles para intentar reconquistar su patria, pero no podían consentir vivir pacíficamente a la distancia de pocas leguas de esta hermosa tierra que han perdido. Como no podrían hacerlo de otro modo, se convirtieron en piratas para acosar a sus enemigos y arruinar su negocio”1.
Describiendo la llegada masiva de los Moriscos a Salé la Nueva, Julián Pastor lo hace en estos términos:
“En el tiempo del morabito Layax, muchos moriscos que salieron de España, Andaluces y Hornacheros (se llaman Hornacheros porque vienen de un lugar llamado Hornachos y comúnmente conocidos como andaluces por el resto de los moriscos) construyeron muchas casas en el barrio”2.
Salé, sobre el océano Atlántico, cerca de las costas de Tetuán y sobre el Mediterráneo, fue la cuna de los piratas marroquíes que escaparon al control de los españoles y los portugueses. Bien equipada en armamento, Salé junto a Trípoli, Túnez y Argel, fue la cuarta cuidad corsaria del Magreb, con una esfera de actuación en las riberas del Atlántico.
En la desembocadura del Buregreg y al margen derecha del río, Salé se encaraba con Rabat, situada en la otra orilla, dos ciudades hermanas pero también rivales. Salé consiguió gran importancia como lugar estratégico a las puertas del Atlántico tanto desde el punto de vista político como económico. Luego, la política hostil que se materializa contra los moriscos entre 1609 y 1613 precipitó la expulsión sin apelación de los musulmanes de la España peninsular y una comunidad de Hornacheros de Extremadura se asentaron en la Kasbah en ruinas de Salé la Nueva desde el siglo XVII. Por lo tanto, la decisión de Felipe III de
1 SAVINE (1912).
2 MAZIANE (2010). SALÉ: CIUDAD DE CAUTIVOS ESPAÑOLES...
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perseguir a todos los musulmanes de España fue la responsable de una ola de miles de andaluces moros que llegaron a la región. Habiendo dejado de reconocer la autoridad del sultán Moulay Zidane3en 1627, los Hornacheros instauraron la república corsaria del Buregreg que atraerá la inmigración de la creciente población de moriscos andaluces expulsados.
Después del enfrentamiento con el sultán, los andaluces de Salé la Nueva llegaron a un acuerdo para decidir la distribución de los ingresos de la pesca marina ente la Kasbah y Salé la Nueva. La “República” hizo cohabitar a muchas nacionalidades: ingleses, alemanes, holandeses, marroquíes de Salé la Nueva, moriscos españoles exilados y moros nuevos que se comunicaban en una extraña lingua franca4.
Bajo la influencia de los Hornacheros, Salé comenzó su venganza con incursiones de sus despiadados piratas temidos y odiados en Europa en la época (especialmente en España), construyendo una “leyenda negra”5 en la historia marítima. La cuidad pirata reunió a navegantes renegados que traicionaron la patria cristiana, dando lugar a una sed de venganza sin piedad por parte de los musulmanes rechazados:
“Estos Salatines, entregados al comercio y las correrías, se convirtieron en piratas terribles en Europa y su nombre ha conservado la impresión del miedo que inspiraron”6.
En sus correrías, los corsarios saletines utilizaron estratagemas que sorprendían al enemigo tal y como en esas descripciones:
“! Que terrible espectáculo es el ataque de esos piratas! Ver con qué furor se emplean cuando atacan un barco. Aparecen primero en el baluarte, las mangas enrolladas hasta el codo, la cimitarra en la mano, todos juntos gritando de modo terrible con el fin de reducir el valor de todos los que los oyeran. Entonces, ordenaron que se entregara la nave, de pie todos en esa postura amenazadora, a menos que el cañón de la nave que querían capturar les hiciera cam-biar de resolución”7.
Por otra parte, las correrías berberiscas contaron también con cristianos que abjuraron de su fe para abrazar el Islam. Salé (también Tetuán en la fachada del Mediterráneo) fue durante mucho tiempo una tierra de acogida y asilo para los renegados motivados por la sed de aventura y el poder más que por consideraciones religiosas:
“Estos renegados no brillaron por sus virtudes. Las razones de su conversión al islamismo, ajeno a toda evolución religiosa, fueron muchas y oscilaron del miedo a la ambición”8.
Las correrías berberiscas vieron incrementado el número de capitanes de origen europeo9. De hecho, los marinos europeos capturados y convertidos en renegados, proporcionaron los técnicos necesarios para satisfacer las necesidades de las correrías saletinas. Una carta enviada al cardenal Richelieu señala qua la mayoría de los piratas eran renegados:
3 Los Hornacheros le reprochaban al Sultán en hecho de que imponía diezmos sobre sus ingresos.
4 Una lengua híbrida compuesta de estructuras gramáticales de las lenguas del Mediterráneo. Véase al efecto la obra de DAKHLIA (2008).
5 Véase el libro de MEZIANE (2007).
6 CHENIER (1787), p. 239.
7 DAN (1649).
8 DAN (1649), p. 179.
9 Mourad Raïs (Jan Janszoon) fue uno de los corsarios europeos más famosos de África del Norte y se convirtió en “Gran Almirante” de Salé. Holandés de origen, se convirtió al Islam después de su captura por cor-sarios berberiscos en Lanzarote (Islas Canarias) y renunció a su patria. HOUDA BENMANSOUR
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“Más de 8 mil de los mejores marineros del reino fueron hechos esclavos y ahora están en África, forzados por los tormentos a renunciar a la ley de Jesucristo y luego sirven como pi-lotos de los berberiscos para venir a las costas de Francia a capturar a sus padres y compañe-ros”. Se habla de “jihad marítimo”10 la practicada por estos piratas, donde se fija la asigna-ción de las capturas, sin duda alguna inspirada de la ley coránica.
El occidente cristiano nunca aceptó esta forma de jihad alejada de los valores occidentales. Diferentes estudios sobre el tema que hemos consultado sugieren que los musulmanes que fueron perseguidos y expulsados de España en condiciones inhumanas, encontraron legítimo defenderse por sí mismos a través de la manera que les convenía y de conformidad con el jihad marítimo que se expresa en el texto coránico en estos términos:
“Se concede permiso a las víctimas de agresión para defenderse, ya que han sido tratados in-justamente y Dios es en verdad capaz de socorrerlos. Se concede este permiso a aquellos que fueron injustamente expulsados de sus hogares por solo decir:”Nuestro Señor es Dios”11.
Los corsarios de Salé se convirtieron en protagonistas del Islam, practicando el Jihad y siendo los muyahidín, los combatientes de la fe, capturando esclavos de rescate atacando a los infieles en una exaltación religiosa que se unió a estas campañas de asalto. La propagación del fenómeno corsario en una parte del Atlántico (en el Mediterráneo también) encuentra su origen en la expansión del tráfico y del comercio marítimos.
La audacia de los saletinos había aumentado el daño a las armadas occidentales y no podía ser fácilmente derrotada, destruyendo varias veces los sueños imperiales de la expansión de España en la costa de Berbería.
LOS CAUTIVOS CRISTIANOS DE SALÉ
El periodo de las correrías saletinas se centra entre el reinado de Carlos V y la revolución francesa y la ocupación de Malta por Bonaparte. En la historia de la cautividad en la costa de Berbería, Salé sobresale como la prisión corsaria más terrible de todas, a pesar de que algunos testigos cristianos consideraron también a Tetuán como la más abominable, que describieron como un “infierno”.
Sin embargo, no podemos dar fe de la exactitud de los relatos de cautiverio, a veces positivos y otras realmente abrumadoramente negativos. Así se describía la llegada de los cautivos en venta en el testimonio de un cautivo:
“La nave apresada nos condujo al puerto más cercano de su costa y después de asignarnos la peor ropa para cubrir nuestra desnudez, desembarcamos y fuimos conducidos a unas prisio-nes subterráneas, llamadas matamorra en árabe [….]”12.
El número de cautivos cristianos en Marruecos, según el padre trinitario Pierre Dan, estuvo entre 5.000 y 6.000 cautivos en las prisiones marroquíes. En 1626, solo en Salé se contaban 6.000 cristianos capturados por los corsarios entre 1618 y 1626. Entre 1672 y 1676, el padre
10 Profesor Hassan Amili es el primer académico que ha hablado del “jihad marítimo” en su tesis de 1989 “Le Jihad Maritime à l’embouchure de Bou-regreg durant le XVIIe siècle”.
11 RAMADAN (2005), p. 113.
12 SAVINE (1912), p. 12. SALÉ: CIUDAD DE CAUTIVOS ESPAÑOLES...
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Luis de San Agustín, que había tratado y confesado a los cautivos, dio la cifra exacta de 1.200 prisioneros de esta manera:
“Había en Marrakech doscientos, en Fez quinientos, en Meknes más de doscientos y en Salé cerca de trescientos”13.
A pesar de algunas exageraciones por los testimonios de algunos viajeros y cautivos, el número de cautivos en Salé ha sido siempre revisado a la baja debido a la mala reputación del puerto corsario de la cuidad (Meknes ha tenido la mayor cifra de cautivos, sobre los 3.000). Los cautivos cristianos eran de todas las nacionalidades: franceses, ingleses, portugueses, italianos, holandeses, daneses, noruegos, algunos brasileños y otras nacionalidades no determinadas. Lo que destaca claramente es el número de los españoles que se encontraban cautivos. Era el grupo más grande en las prisiones marroquíes.
Todos esos cautivos participaron en multitud de trabajos: herreros, albañiles, carpinteros, fabricantes de velas, etc. En Larache, uno de los puerto corsarios atlánticos, Joseph Díaz y el catalán Juan Bernardo estaban altamente cualificados para hacer pólvora y manejar armas. Germain Mouëtte, por citar a uno de los cautivos cristianos más famosos de Marruecos, había relatado en su famoso relato que los cautivos tenían diversos oficios útiles sin lugar a dudas al Reino:
“También fueron pedreros, timoneles, veleros, navegantes, escribanos o cirujanos”14.
Hay que recordar que los cautivos eran de mayoría española debido a que los ataques saletinos se dirigían esencialmente a la Península Ibérica, tomando como puntos de referencia Tarifa y otros lugares estratégicos. Hacer razias en tierra Ibérica era fácil para los corsarios saletinos, ya que como renegados y originarios de España, se sabían de memoria los recovecos de las ciudades y conocían sus objetivos, sin olvidar la ayuda de sus aliados y cómplices que habían quedado allí. El corsario Amaro Díaz, renegado español, capturó él solo más de dos mil quinientos cristianos en una década. En 1708, el número de cautivos españoles era 400, casi el 49% de la población de los cautivos cristianos en Marruecos, que disminuyó hasta 200 cautivos en 1723, un número que continuaba alto en comparación con otras nacionalidades, como los portugueses (200/190) y los franceses (200/170)15.
Todos trataban escapar, y cuando no lo lograban, esperaban el rescate de los padres redentores con la misión de salvar a los cristianos de los grilletes de la esclavitud se esmeraron en recoger el máximo de limosnas en la otra costa del Atlántico presentando a los esclavos como los modelos de piedad.
A este efecto, los cautivos católicos en Marruecos, incluyendo los españoles de las prisiones de Salé, provocaron una verdadera obsesión, y a veces una dura competencia entre las órdenes de los redentores. Otras formas de redención eran posibles y estaban practicadas en todo el reino, lo que permitía a algunos cautivos pagar el rescate solicitado por sus propios medios o a través de sus familias ricas o incluso por personas de alto nivel o los gobiernos interesados.
Muchos de los presos que no podían escapar ni recibir redención, optaban por la conversión y se convirtieron en renegados pese a que no estaban convencidos de la fe musulmana, corriendo el riesgo de ser vistos como los “falsos convertidos”. En esa desesperación, otros utilizaron los servicios de intermediaros marroquíes mediando una suma de dinero. No hace
13 MAZIANE (2004), p. 2.
14 MOÜETTE (2002), p. 98.
15 DAN (1649), p. 203. HOUDA BENMANSOUR
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falta recordar que pocos cautivos fueron capaces de tener éxito en esta empresa, la más arriesgada.
LOS RELATOS DE CAUTIVERIO COMO UN GÉNERO DE LITERATURA
Tras las correrías berberiscas y cristianas, los relatos de cautiverio surgieron en las dos riberas. Las historias fueron narradas por los cautivos o por las instituciones religiosas. Marcados por el discurso religioso, el berberisco aparece como un infiel a los ojos de los cristianos y el cristiano como un canalla a los ojos de los musulmanes.
La producción de testimonios de cautiverio en el lado cristiano es más abundante que en el lado de los musulmanes debido al problema de la conservación de los documentos. Famosos cautivos como el francés Mouëtte, con un cautiverio de once años en las prisiones de Salé, referencias como la novela de Daniel Defoe (Robinson Crusoe) que cita a Sallee Roovers (Los piratas de Salé) han transcrito la atrocidad de las condiciones de cautiverio, aunque otras historias conocidas son menos exageradas y equilibran la imagen de los moros y los musulmanes.
En la producción literaria europea, muchos textos han dado otra imagen del moro, con efluvios románticos donde urdían intrigas amorosas entre cautivos y príncipes o princesas, o incluso entre corsarios y hermosas cautivas cristianas. Rabelais16, el autor francés del siglo XVI, había incluido en Pantagruel, las aventuras de Panurge (Capítulo 14), describiendo cómo se había librado de las prisiones musulmanas.
Aunque no se trate de tierra marroquí, Cervantes sigue siendo el cautivo español más conocido después de varios años de cautiverio en Argel. Así el autor del Quijote se mueve entre la ilusión y la realidad en un relato que combina elementos de ficción y experiencia personal. La narración insertada en la “Historia del cautivo” en el Quijote, da vida en una escena a la hija del sultán convertida por tres caballeros cruzados que la llevan a Francia. En la segunda parte, es conocido el relato de la bella árabe Zoraida, salvada y devuelta a España.
Sin embargo, en los romances moriscos la noción de cautividad está borrosa y novelada al describir a los moros en rebelión contra el sultán y con ello demostrar la idea del cautiverio en el amor más que cualquier otra cosa. Varios poemas lo muestran como enemigo pero se abren a la imagen de un morisco desesperado porque está exiliado. Él encontrará refugio en el amor como es el caso de las ficciones que representan a cautivos españoles y cristianos enamorados de princesas o hijas de dignitarios musulmanes que raramente devienen en finales felices17.
Desde otra perspectiva, en la narrativa española del siglo XVII, según Christian Zonza, destaca la novela del cautiverio impregnada de religión y de reflexión filosófica. En dos novelas de la época, Les fidèles et constantes amours de Lisdamas et de Cléonimphe, 1615 y Les Saintes inconstantes de Léopolde et Lindarache, 1619, la trama se ocupa de las aventuras en la cautividad y viene a demostrar que la cautividad amorosa (para Lisdamas) es el verdadero cautiverio.
La literatura, la ficción de cautiverio no muestra la imagen del corsario musulmán, que resulta para ser diferente tras estudiar algunos textos. Por supuesto, el foco se centra en la violencia del corsario berberisco, pero a veces con un tono lúdico y cómico como ocurre en referencia a los caracteres del corsario en la obra Les fourberies de Scapin del dramaturgo francés Molière del siglo XVII.
16 HUCHON and MOREAU (1994).
17 Les romanceros de Zoraida o Abindarraez y la hermosa Xarifa dans “Don Quijote de la Mancha”. Pri-mera parte, Capítulo XXXVIII, Miguel de Cervantes. SALÉ: CIUDAD DE CAUTIVOS ESPAÑOLES...
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Los corsarios surgen así en varios textos de la literatura europea: Dragut, el cruel berberisco de la literatura italiana de cautiverio que se inspiró también en las características de verdadero corsario Kheredine, más conocido como Barabarroja.
Varios autores italianos como Leonardo Balbo, Giovanni Andrea di Simone, Giulio Cesare Croce y otros acentúan la crueldad de los corsarios de Berbería y describen con horror el maltrato de esclavos cristianos, soportando todo tipo de castigos.
CONCLUSIÓN
Al final de esta retrospectiva, hay que destacar que las cifras dadas por los testimonios de los cautivos o los hombres de religión no fueron exactas a pesar de los estudios que se han realizado y siguen en el tema de los cautivos españoles en Marruecos y más en concreto en Salé.
En numerosos casos, la mayoría de esas cifras se refieren a todos los puertos de Marruecos, incluyendo Tetuán, Larache, Azemmour, la Mamora y otros, insistiendo en que la mayoría de los cautivos de todas las nacionalidades fueron trasladados más tarde a otros lugares para su rendición o a prisiones como ocurrió en Meknes bajo el reinado de Moulay Ismail.
Por otra parte, queríamos estudiar el caso de las cautivas y de sus hijos, diluidos en la masa de cifras y cuya historia queda indeterminada. Es un tema que requiere un trabajo a largo plazo y que puede ser interesante para investigaciones futuras.
Los documentos en el lado de los cautivos musulmanes en tierras cristianas nos relatan la rendición, entre 1767 y 1779 realizada por Muhammad Abdullah, rey de Marruecos, en la que cerca de 1.400 presos argelinos, marroquíes, tunecinos y tripolitanos fueron liberados.
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