XXI Coloquio de Historia Canario-Americana (2014)
ISSN 2386-6837, Las Palmas de Gran Canaria. España, 2016, XXI-090, pp. 1-13 1
© 2016 Cabildo de Gran Canaria. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
*Centro Universitario de Contramaestre. Universidad de Oriente Cuba. C/ 22, Nº. 78 A entre 5 y 7. Reparto Frank País
Contramaestre. 92100. Provincia de Santiago de Cuba. Cuba. Correo electrónico: juankros@contre.sum.uo.edu.cu
ENFERMEDADES ASOCIADAS AL CAMBIO DE TIEMPO:
PERCEPCIÓN DE LOS CAMPESINOS CANARIOS Y HAITIANOS EN EL
MUNICIPIO DE CONTRAMAESTRE, CUBA
DISEASES ASSOCIATED TO THE WEATHER CHANGE, PERCEPTION OF
THE CANARIAN AND HAITIANS FARMERS IN THE MINICIPALITY
OF CONTRAMAESTRE, SANTIAGO DE CUBA PROVINCE. CUBA
Juan Carlos Rosario Molina*
Cómo citar este artículo/Citation: Rosario Molina, J. C. (2016). Enfermedades asociadas al cambio de tiempo:
percepción de los campesinos canarios y haitianos en el municipio de Contramaestre, Cuba. XXI Coloquio de
Historia Canario-Americana (2014), XXI-090. http://coloquioscanariasmerica.casadecolon.com/index.php/aea/
article/view/9570
Resumen: Para muchos/as campesinos/as de origen canario y haitiano asentados en el municipio de Contra-maestre
de la provincia de Santiago de Cuba, existe una unidad entre el comportamiento del clima y sus fenóme-nos
asociados —lluvia, sequía, dirección del viento, frío o calor— con los estados de salud de las personas, los
animales y las cosechas. La presente comunicación intenta describir cómo estos grupos han percibido el tiempo
atmosférico para construir sus saberes, normas de comportamiento y preceptos en relación a las enfermedades y
las formas de proteger la salud. Para los canarios y sus descendientes la aparición de muchas enfermedades y las
alertas para proteger la salud están relacionadas con lo que ellos denominan como «cambio de tiempo»; mientras
que los haitianos tienden a establecer una articulación entre enfermedad-sanación con poderes y fuerzas no visibles
de la naturaleza; esto hace pensar que uno u otro grupo de inmigrantes han interpretado localmente los cambios
estacionales y su relación con la salud de forma diferente. Los datos relacionados en el trabajo fueron documen-tados
a partir de las entrevistas realizadas a descendientes de canarios y haitianos asentados en varias localidades
del municipio de Contramaestre, así como a partir de las observaciones realizadas por el autor en consultas de
sanadores residentes en este territorio.
Palabras clave: enfermedad; sanación; tiempo atmosférico; cambio de tiempo; cambios estacionales; estados de
salud; canarios; haitianos
Abstract: For many peasants coming from Haitian and Canarias origin settled in the municipality of Contra-maestre,
province Santiago de Cuba, there is a unity between the behavior of the weather and its associated phe-nomenon-
rain, drought, course of the wind, cold or warm- with the health of people, animals and harvests. This
paper intends to describe the way these groups have perceived the atmospheric weather to construct their knowl-edge,
behavior and precepts in relation to the sicknesses and ways to protect health. For the Canaries and their
descendants many diseases and the alerts to protect health are related to what they call «climate change», while
Haitians tend to establish an articulation between sickness- healing with powers and invisible strengths of nature.
This fact make us think that one or another immigrant group have interpreted locally the seasonal changes and their
relation to health in a different way. I documented the related data in the paper taking into account the interviews
done to Haitian and Canarias descendants settled around the municipality of Contramaestre, as well as observing
some health-giving appointments of residents in the territory.
Keywords: sickness; healing; atmospheric weather; climate change; seasonal changes; health state; Canarias;
Haitians
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Los estudios realizados por los antropólogos en las sociedades campesinas muestran la relación que
las poblaciones establecen entre clima y prácticas culturales. Para Julian Steward1 la adaptación socio-cultural
se deriva de los ajustes graduales que las sociedades deben de realizar para manejar de un modo
más o menos adecuado el medio. Si bien es cierto que este postulado fue objeto de críticas en el ámbito
académico, porque subordina las respuestas humanas al entorno natural de modo determinista, dio paso
un amplio debate referente a la compresión cultural y las explicaciones que las sociedades locales hacen
desde el punto de vista adaptativo, como sugiere la perspectiva sustantivista de Marshall Sahlins2 al
proponer estudiar las sociedades atendiendo al modo particular en que cada cultura elige relacionarse
con su medio ambiente.
En el caso específico de Cuba, escasean los trabajos sobre este tema, a pesar de estar ubicado el ar-chipiélago
en la cuenca caribeña, que es un contexto geográfico de gran actividad de eventos climatoló-gicos.
Recientemente han sido retomados los estudios etnográficos de Fernando Ortiz3 sobre el huracán,
un trabajo realizado desde la perspectiva de los aborígenes, así como los conocimientos populares de
los campesinos cubanos acerca del clima4. La relación entre eventos climatológicos, riegos y adaptación
de las poblaciones al cambio climático ha ocupado el interés de los estudiosos de las ciencias natura-les,
como muestran los trabajos de Brenes5, Muñoz6 y Rubiera7 que correlacionan los eventos naturales
extremos (desastres naturales) con los indicadores del calentamiento global: lluvias intensas, sequías,
elevación de la temperatura de los océanos e intensidad de los huracanes; para estos expertos la realidad
de los impactos medioambientales deben asumirse desde una conciencia reguladora de la actividad hu-mana
sobre el medio ambiente como una vía para mitigar sus efectos.
Lo que en nuestra sociedad puede aparecer como algo peligroso o ser perceptible como riesgo para
la vida o para la salud humana, no debe observarse solamente desde los aspectos biológicos relacionados
con las devastaciones derivadas de estos fenómenos o cambios bruscos del entorno. En muchas culturas,
los cambios medioambientales son concebidos a partir de la aparición de epidemias o enfermedades que
medran o afectan a los seres vivos, pero estas enfermedades no deben asimilarse únicamente desde argu-mentos
etiológicos, sino también como un sistema de prácticas y saberes que las personas y los grupos
incorporan a sus nociones de salud-enfermedad, que incluyen modelos prácticos de atención terapéutica,
acompañamiento de enfermos, preceptos y previsiones para evitar los «daños», que forman cuerpos de
conocimientos y representaciones sociales integrados a los modos de actuación de los grupos humanos.
Los saberes campesinos que relacionan las enfermedades con el «tiempo atmosférico» y otros even-tos
de la naturaleza, constituyen variantes interpretativas que asocian diferentes experiencias culturales.
En Cuba existe una gran producción de estudios que documentan cómo los practicantes de las religiones
afrocubanas apelan constantemente al entorno natural y al clima, para interpretar problemas de la vida
cotidiana, proteger la salud y prevenir el destino de las personas8. En tanto, las etnografías basadas en
las prácticas etnomédica describen patrones culturales asociados con el uso del medio ambiente9. Estos
conocimientos tradicionales sobre el medio ambiente, aunque sean difícil de cuantificar mediante esca-las
probabilísticas, están integrados en la memoria de las poblaciones locales. Por lo tanto, la intención
del la presente comunicación es estudiar las construcciones culturales de los haitianos y los canarios
inherentes al clima y otros fenómenos medioambientales; de forma paralela, el interés de la exploración
etnográfica se ha orientado a los aspectos diferenciales de las prácticas culturales de estos dos grupos
migrantes, que desarrollaron sus respectivas culturas en ecosistemas insulares tropicales y compartie-ron
un mismo espacio ecológico y social en Cuba, generaron diferentes experiencias y nociones para
interpretar los fenómenos naturales, lo cual sugiere prestar atención tanto a la diversidad de expresiones
culturales como a las variaciones multilocales.
1 STEWARD (1955).
2 SAHLINS (1980).
3 ORTIZ (2010).
4 MARTÍNEZ BETANCOURT (2010).
5 BRENES (2013).
6 MUÑOZ (2013).
7 RUBIERA (2013).
8 CABRERA (1971); ORTIZ (1979); FRUTOS (1992); LACHATAÑERÉ (1992); JAMES (2006).
9 SEOANE (1962), (1987); CABRERA (1984); MATEO LÓPEZ (1995); ÁLVAREZ DURÁN (2002).
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Sistemas de pronósticos e indicadores del tiempo entre los campesinos canarios y
haitianos de la región suroriental de Cuba
Los estudios sobre migración canaria en el suroriente de Cuba entre los años 1994-1999 revelaron
por primera vez los procesos adaptativos de este colectivo humano a las condiciones ecológicas y so-cioculturales
de la isla caribeña, compartida además, con otros grupos de la península Ibérica como
gallegos, asturianos y catalanes; del mismo modo el espacio insular se abrió a importantes contingentes
de haitianos y jamaicanos. La documentación etnográfica mostró que los migrantes grancanarios asen-tados
en las localidades de San Luís, Palma Soriano y Contramaestre, desarrollaron varios método y
procedimientos para organizar el ciclo agrícola; de los cuales «las cabañuelas» y el ciclo lunar resultaron
los más generalizados y que han coexistido hasta la actualidad entre las poblaciones campesinas estu-diadas10.
Para los campesinos cubanos, las cabañuelas es un sistema de pronóstico que permite predecir
el comportamiento de las lluvias y la organización del ciclo agrícola. Esta práctica consiste en observar
los doce primeros días del año para vaticinar los meses lluviosos:
Los agricultores le otorgaban una categoría ordinal a cada día para hacerlo coincidir con el orden
del mes. Si llovía en unos de esos días, era un signo del mes en que llovería, atendiendo al orden
que ocupara en la primera docena de enero. Para corregir dicho pronóstico se invertía el proce-dimiento
en los doce días sucesivos, es decir que el día trece correspondía al mes de diciembre
y el veinticuatro al mes de enero. Las cabañuelas se dividían en dos segmentos: las cabañuelas
grandes o largas (1ro. De enero al 12 de enero) y las cabañuelas chicas o cortas (del 13 de enero
al 24 de enero). En este caso el período de siembra se estructuraba atendiendo al comportamiento
del pronóstico lluvioso determinado en el primer mes del año11.
Cabañuelas grandes (largas).
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12
Ene Feb Mar Abr May Jun julio Agos Sp Oct Nov Dic
Cabañuelas chicas (cortas).
13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24
Dic Nov Oct Sep Agos Jul Jun May Abr Mar Feb Ene
Otro método menos usual, por lo complicado de la operación, era el de hacer una circunferencia
partida por dos ejes que se cruzaran perpendicularmente, cada parte era dividida en tres, quedando la cir-cunferencia
con doce segmentos donde se colocaban la misma cantidad de montículos de sal, siguiendo
el sentido de derecha a izquierda, el día treinta y uno de diciembre, se revisaba el día primero de enero,
los montículos que amanecían húmedos determinaban el mes lluvioso.
El ingeniero agrónomo Rodolfo Arango12 publicó el “Almanaque Agrícola Nacional”. Se trataba
de un manual práctico y de acceso a los campesinos, con un valor de 30 centavos. Estaba seccionado
siguiendo los doce meses del año, con las características de cada mes, el santoral católico por días, las
salidas y puestas del sol y el ciclo lunar. De igual forma una relación de todos los cultivos aconsejables,
según las características del mes y las etapas óptimas de cosechas. Incluía mapas por provincias, carac-terísticas
de los suelos y los promedios estacionales de lluvias. Este calendario, al ajustarse a las formas
empíricas que tradicionalmente utilizaban los campesinos para pronosticar y medir el tiempo, reforzaba
los saberes que determinaban los ciclos productivos de las producciones agrícolas destinadas al consu-mo
familiar, así como aquellas que como la caña, el tabaco, café y maíz tenían destinos comerciales. He
podido comprobar que algunos campesinos han reproducido en cuadernos manuscritos con las anotacio-nes
más elementales del manual, donde relacionan el clima con el tipo de siembra.
10 GALVÁN (1997), SIERRA y ROSARIO (2001); ROSARIO (2007).
11 ROSARIO (2007), pp. 125-126.
12 ARANGO (1939).
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Si las cabañuelas ha sido el método más difundido para la organización general del ciclo agrícola,
los momentos específicos para la siembra se establecen con arreglo al ciclo lunar. Un campesino de “El
Batey”, en “Las Cruces” refirió que:
Algunas gente por aquí ya no quiere llevarse por la luna, porque dicen que ya el tiempo está
muy cambiado, pero yo sigo sembrando en luna: el plátano se puede sembrar en cualquier
época, pero es mejor la menguante de junio. La yuca es mejor sembrarla en luna nueva de
noviembre a marzo, el boniato lo puedes sembrar todo el año, cuando hay humedad, pero si lo
siembras en menguante, es más resistente a las plagas. El maíz se siembra de dos tiempos: el
de primavera se siembra en las menguante de marzo a abril y el de frío en las menguantes de
septiembre y octubre.
Para referirse al cambio de tiempo el informante enfatizó:
Las cabañuelas pintan porque cambia la dirección del viento. Eso se ve del primero de enero
al 12 de enero, entonces cuando tu ves que el viento que viene del norte cambia y comienza a
batir un aire sabroso del sur que acumula las nubes para ahí [señala el norte] están pintando
agua y siempre cae un norte [lluvia] es señal del mes que trae agua. Si el viento se mantiene
del norte habrá seca guapa. En la entrada de la primavera ocurre igual, cuando comienza el
viento del sur y se acumulan las nubes hacia el norte entonces está cerca el agua, los viejos de
antes le decían «viento de sacar agua». Aquí va a nortear pronto porque el viento cambio del
norte para el sur. Yo sé cuando va a llover porque me empieza a doler la cervical, los huesos
me duelen, es cosa del clima, del tiempo. (Informante de 76 años, “El Batey” de Las Cruces,
Jueves 27 de Febrero de 2014).
La narración enlaza dos forma de interpretar el comportamiento de tiempo y los cambios regulares
del clima: una de las interpretaciones se concibe interpretando la dirección del viento y la acumulación
de nubes, la otra interpretación tiene un asiento sensorial y se percibe a través de las dolencias corpora-les.
Estos modos que tienen los campesinos para predecir el tiempo demuestra una recurrencia continua
al medio ambiente y al comportamiento local del clima para construir los conocimientos que le permiten
coexistir ante las eventualidades climatológicas, y que sus sistemas cognitivos se conforman con dife-rentes
indicios y experiencias culturales. Estas aproximaciones no deben entenderse exclusivamente
como compendios elementales de tradición oral, que ha sido la manera en que se ha registrado por la
literatura cubana más que por su valor empírico. Los procedimientos campesinos de predecir el tiempo
atmosférico constituyen herramientas para enfrentar los riesgos cíclicos que pueden producirse debido a
la prolongación de los periodos de lluvias intensas, las sequias y la intensidad de los huracanes, en este
orden los saberes campesinos también permiten un acercamiento a las formas en que estos fenómenos
climatológicos han sido codificados en la memoria de las poblaciones locales de Contramaestre.
Cuando se planta una seca entre febrero a mayo hay que agarrarse porque todo se quema y
entonces vienen los vientos secos del norte que acaban en el patio, los animales se debilitan
y la hierva se achicharra. Por eso no debes dejar que las gallinas y las patas se echen, porque
entonces cuando vienen las primeras lluvias entran con vientos, granizo y truenos. Entonces, el
ave que esté echá´ no saca, se malogran los pichones. Por eso hay que recoger el patio y cubijar
las aves del patio en los gallineros. Sandy fue un ciclón seco, no trajo agua, cuando esto pasa
espera, que atrás viene una seca brava, fíjate que ni los frentes fríos trajeron agua después del
Sandy, eso fue terrible. Lo único beneficioso fue que entro en menguante y todos los palos que
tumbó se pudieron aprovechar, sin contar con los frutales que los arrasó.
Los campesinos del barrio “El Batey” en Las Cruces, localidad ubicada en el municipio Contra-maestre
realizan ajustes situacionales del ciclo agrícola para enfrentar los riesgos producidos por los
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«cambios de tiempo». Aunque la base de sus conocimientos es heredada de abuelos y padres, hacen
un seguimiento de los pronósticos a partir de los partes diarios del Instituto de Meteorología de Cuba,
lo cual indica una hibridación entre conocimiento tradicional y la información experta. Es importante
advertir que muchos de los campesinos poseen conocimientos técnicos porque han realizado estudios de
nivel medio y universitario y están organizados en Cooperativas de Crédito y Servicio (CCS), Coope-rativas
de Producción Agropecuaria (CPA) o Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) las
cuales promueven la aplicación de métodos y tecnologías avanzadas, aunque los campesinos mantienen
su preferencia por las formas tradicionales de producción; uno de los informantes entrevistados relata
lo que sigue:
El maíz de febrero se siembra a partir del día 20 en adelante porque si viene la primavera ade-lantá
´ no se pierde la cosecha, se siembra una parte porque si se atrasa la lluvia no pierdes toda
la semilla. La siembra clave es de marzo o abril. A veces viene marzo seco y llueve en abril, si
en estos dos meses no llueve se pierde la cosecha porque el maíz pierde fuerza. La esperanza
es que llueva porque no tenemos presa para regar los campos. El maíz no es de tanta agua,
con un norte cuando nace el coge fuerza, también al remolinear necesita otro norte y cuando
comienza a mazorcar, ya se recoge la cosecha. El boniato no es resistente a la seca, se pica;
la yuca es más resistente, la malanga y el ñame, mientras le quitas el retoño el resiste. Si lo
dejas que se enrede se cocina aguachoso, malo. La cabeza del ñame para sembrar debe de tener
libra y media. Si dejas la guía es para coger la cosecha al año siguiente, es que el hijo vive de
la madre hasta que la seca, entonces cuando tú lo sacas ves un suelón seco pegao´ al ñame,
esa es la madre. Todo esto lo aprendí de mi abuelo y mi padre que recostaban un taburete y
empezaban a contar todo eso. (Campesino descendiente de canario, 79 años, “El Batey, Las
Cruces, 27/2/014).
Los vaticinios climatológicos practicados por los campesinos se sustentan en indicadores atmosféri-cos
que pueden ser: la dirección del viento, el reagrupamiento de las nubes en determinadas estaciones
y el ciclo lunar. Algunas predicciones y pronósticos se realizan durante el cambio de estaciones como el
caso del solsticio de verano (23-24 de junio); este día está marcado en el calendario litúrgico como día
de San Juan y se asociada a una creencia que comparten las poblaciones urbanas y rurales del municipio
de Contramaestre; la práctica consiste en bañarse en el río antes de la salida del sol como una forma
de limpiar los cuerpos, fortalecer el cabello y recoger el «agua bendita» que es utilizada en los rituales
terapéuticos por los valores curativos que le asignan los sanadores (curanderos). Los migrantes canarios
asentados en los municipios de San Luís, Palma Soriano y Contramaestre, tenían la creencia que si se
acercaban a alguna fuente de agua en la mañana de San Juan podían presagiar la muerte de algún fami-liar
o los casamientos que tendrían lugar en el año. Del mismo modo suponían que los polluelos que no
salían del nido en la mañana de San Juan eran atacados por plagas.
Existen relatos entre los pobladores de Contramaestre que refieren que hasta la década del cincuenta
del siglo XX, San Juan y la Virgen de la Caridad del Cobre constituían las entidades tutelares evocadas
en las procesiones para rogar por el advenimiento de las lluvias en períodos de sequías prolongadas13.
Actualmente en las celebraciones de Santa Bárbara (4 de diciembre) y San Lázaro (17 de diciembre) los
prácticantes del espiritismo, la santería y el vodú en la región suroriental de Cuba realizan ritos donde
los oficiantes predicen el tiempo y advierten de los problemas que sus premoniciones pueden traer para
las personas, como veremos en el segundo apartado.
Las cabañuelas constituye un sistema de pronóstico que estructura el tiempo general, con una perio-dicidad
anual y donde las predicciones se establecen a partir de indicadores atmosféricos soportados en
interpretaciones del comportamiento del clima, en tanto las fechas marcada por el calendario litúrgico
se asocian a poderes o fuerzas invisibles que actúan sobre el comportamiento de la naturaleza y tienden
a mediatizar la conducta humana más que el comportamiento general de la naturaleza. Sería arriesgado
sostener que el comportamiento del clima y el cambio climático hayan determinado históricamente la
13 ROSARIO y SIERRA (1997), p. 126.
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estructuración de los ciclos agrícolas, y en este particular es oportuno reiterar que el fondo de saberes
campesinos no es homogéneo; durante las incursiones de campo se ha podido comprobar que mien-tras
los campesinos descendientes de canarios otorgan más importancias a los indicios atmosféricos,
los descendientes de haitianos intentan encontrar las respuestas del comportamiento de la naturaleza,
incluyendo las cosechas y la crianza, en dependencia de la conducta de las deidades tutelares. Algunos
cosecheros de café de “El Ramón” y “Limoncito” en la Sierra Maestra han referido que hay loas como
Criminel, Tuoró y Culé que dominan el monte, si no se le hacen las ofrendas (comidas) que le apetecen
pueden desencadenar tormentas, descargas eléctricas y fuertes vientos. Estos agricultores, descendientes
de haitianos aseguran que interpretan los deseos de los loas en los sueños y en el caso de Culé se puede
presentar en el patio o un árbol cercano a las viviendas como un majá o culebra.
Enfermedades del «cambio de tiempo »: las interpretaciones de los sanadores
En los días posteriores al paso del huracán Sandy por Contramaestre, varios poblados rurales mos-traban
los estragos de este meteoro, uno de los más afectados fue “El Batey”, en Las Cruces. Allí el
panorama era desolador y triste, los residentes narraban el episodio vivido con gran dramatismo, mos-trando
las pérdidas de los equipos electrodomésticos, los árboles arrancados de raíz o los dormitorios
destruidos, con frecuentes expresiones de inseguridad o incertidumbre. Algo que llamó la atención fue
una alusión que repetían constantemente los vecinos del barrio: “Bueno lo que pasó ya pasó, ahora hay
que prepararse para lo que viene”; los pobladores presagian que después de un huracán entran las enfer-medades,
como reafirma una informante: “Es que después del ciclón entra el mal a los patios. El mal es
una enfermedad, ocurre en el cambio de seca para lluvia. El patio se enferma y le entra a las gallinas,
los guanajos, los machos, empieza por un patio y si no lo atajas se extiende a todos los patios. Se usa
la cal, la ceniza para cortarlo. También se protege el patio con un tarro de buey encima del corral, un
tarro de chivo, se pone una mazorca de maíz quemado encima del gallinero”.
Lo significativo del término es que alude a la enfermedad como un padecimiento de la tierra que
afecta el espacio doméstico destinado a la crianza de animales de corral, y no al nombre de una epidemia
o virus que ataca al ganado o a las plantas. Otra de las informantes refirió que:
Cuando cambia el tiempo se revuelve todo lo que tu tienes adentro: da dolores en los huesos,
malestar, sueño, si tienes coriza te la revuelve, también hay malos aires que producen pasmos
(parálisis). El malestar del cuerpo me avisa que habrá cambio de tiempo, pero cuando comien-za
a llover se me quita el malestar. El mal es de la seca y cuando llueve se revuelven las enfer-medades,
las plagas, a mi me da escalofrío. Cuando hay mucho viento noroeste las gallinas,
las guanajas no se echan, cuando cambia el tiempo y comienza a refrescar entonces se echan.
Es evidente que los pobladores y principalmente los sanadores de las zonas rurales, establecen una
relación análoga entre lo que ellos denominan «cambio de tiempo» y enfermedad. Los indicios o per-cepciones
en los casos descritos son sintomáticos y pueden manifestarse de diversas formas: a) síntomas
por afecciones del sistema óseo, b) afecciones respiratorias, c) Las afecciones de tipo sicosomáticas
(emocionales) y d) La aparición de enfermedades del sistema digestivo. Los cambios estacionarios y
los eventos climatológicos, incluyendo eventos extremos, son los referentes que utilizan los campesinos
para predecir el comportamiento futuro del clima y presagiar la aparición de enfermedades cíclicas; en
este sentido, las formas tradicionales de predecir el tiempo constituyen sistemas integrados que incluyen
procedimientos empíricos para vaticinar el tiempo atmosférico, las estrategias de planificación de los
ciclos productivos y las alternativas preventivas para enfrentar los riesgos y mitigar los daños ocasiona-dos
por los eventos naturales.
El trabajo de campo realizado en los dos últimos años en zonas rurales del municipio de Contramaes-tre,
ha producido una importante cantidad de datos relacionados con los procedimientos para enfrentar
los riesgos del cambio de tiempo. El espacio doméstico en las zonas campesinas, tiende a estar delimi-
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tado física y simbólicamente; a simple vista la distribución de las instalaciones inmuebles, las cercas,
talanqueras, portillos, árboles protectores14 y de sombra, así como la distribución de los sembrados cons-tituyen
las representaciones visibles de orientación de una posesión determinada. Pero existen formas
imaginarias de delimitar el espacio; estas tienen que ver con el universo cognitivo del grupo respecto a
enfermedades, epidemias o fenómenos naturales que ponen en peligro la convivencia.
¿Cómo los/as campesinos/as cierran y protegen simbólicamente el patio y la cocina?
En los años 1996-1997 en que realicé el trabajo de campo en el poblado de La Salada de Baire en el
actual municipio de Contramaestre, una de las informantes de origen canario argumentaba que:
El patio también se riega con cal o ceniza par evitar el mal. Para espantar las tempestades se hacen
varias cruces con ceniza en el patio y se clava un machete en el centro del patio de frente adonde viene
la tempestad. Muchas mujeres ponían al hijo primerizo en cuatro puntos con el trasero hacia donde
viene la tormenta”.
La utilización de cal o ceniza obtenida producto de la combustión de la madera, tiene un doble ca-rácter,
porque los campesinos aseguran las propiedades que estos productos tienen para contrarrestar las
infecciones y purificar las aguas, pero también son sustancias que protegen contra las enfermedades y
fenómenos naturales de alto poder destructivo. Lo relacionado con la utilización de del primigenio como
una acción que evita la llegada de las tormentas, no ha sido documentado en otras zonas estudiadas, y
aunque parezca erróneo o exagerado el supuesto efecto, lo que sugiere es que las percepciones cultura-les
en relación al tiempo atmosférico pueden incluir consideraciones o representaciones que aludan a la
construcción de género, pero en este caso se aproximan más a una realidad cultural local que a un patrón
estrictamente adaptativo. En este particular la connotación del hijo mayor como «protector» tiene un
poder simbólico dominante dentro de la organización doméstica de la vida campesina y representa una
fortaleza frente a las eventualidades sociales o naturales. Tal consideración puede tener respuesta en un
contexto donde las estrategias domésticas siguen manteniendo la base corporativa de las familias exten-didas,
es usual que en ese caso, que el mayor de los varones asume las funciones de cabeza de familia
ante la ausencia del padre.
Entre los grancanarios y sus descendientes, que se asentaron en la zona suroriental de Cuba se com-piló
información relacionada con las prácticas de carácter mágico para evitar el efecto de estos males,
unas traídas de Canarias y otras aprendidas en Cuba.
El patio hay que protegerlo contra el mal y los malos ojos. Cuando entra el mal al patio acaba
con la crianza y con el ángel para criar. También hay personas que tienen malos ojos y de po-nerle
la vista a un animal o una siembra mete el daño. Cuando esto ocurre hay que buscar una
persona sabichosa para que haga unos rezos. Como forma de evitar el mal en el patio también
se santigua, cuando hay una crianza en aumento, porque es el momento más peligroso. Ya
sabes, la envidia y los malos ojos tienen mucha fuerza. Tampoco se debe permitir que una per-sona
desconocida ande merodeando por el patio cuando se les da de comer a los animales, los
malos ojos son mortíferos cuando los animales y los niños duermen o están comiendo, se dice
que la mañana y el mediodía son horas peligrosas. Para proteger el gallinero y el palo donde
duermen las gallinas se coloca una mazorca de maíz asada colgando de un palo o árbol. Para
el patio se coloca un cuerno de vaca en una parte bien alta o encima del caballete de la cocina.
La descripción muestra una combinación de elementos de la naturaleza o de la cultura, capaces de
producir enfermedades o daños a la casa y el patio. Los objetos simbólicos capaces de evitar estos daños
guardan estrecha relación con los productos agrícolas vitales para la reproducción del grupo doméstico.
14 Es usual que junto a los árboles frutales que rodean la vivienda campesina se siembran otros que están destinados a
la protección para alejar las descargas eléctricas, como es caso de la ceiba, el abrecamino para el desenvolvimiento y «yo puedo
más que tu» contra las malas vistas.
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El maíz, un producto agrícola de gran valor en la dieta campesina y para la alimentación de los animales
domésticos después de asada se convierte en un artefacto protector de las aves fundamentalmente. El
blindaje simbólico se construye con componentes de la actividad productiva del grupo y le otorgan al
espacio doméstico sentido defensivo dentro del ámbito natural y la interacción sociocultural.
Como he expresado anteriormente, los sanadores (santeros, espiritistas y hunganes) de Contramaes-tre,
no solamente auguran los fenómenos naturales, sino que también lo relacionan con el comporta-miento
humano, llegando incluso a considerar que el incumplimiento de una promesa hecha por una
persona puede interpretarse como ofensiva a los designios de una deidad tutelar y acarrear desastres,
epidemias o desordenes que afectan la vida personal y de las personas allegadas. Los sanadores no so-lamente
pronostican los años y los meses «malos», sino también los días y las horas del día que están
dominadas por fuerzas malignas. Una de las sanadoras de descendencia haitiana advirtió que:
El medio día no es una buena hora para atender a personas enfermas, tampoco se debe cortar
las plantas medicinales o dar algún animal de crianza. Cuando empieza a bajar la tarde en-tran
las horas buenas y entonces con la fresca es que se puede dar «caridad». Los martes y los
viernes tampoco se deben hacer trabajos, esos son días de limpieza de los altares para darle
claridad a los espíritus. Hay personas que se presentan al medio día buscando un animal o
una planta, si se lo das, el patio se enferma y las plantas se achuran, más ahora que el tiempo
está tan cambiado.
Para muchos sanadores las plantas y los animales son sensibles a los espíritus y al comportamiento
humano y reciben los mensajes de los humanos. Desde la perspectiva de los sanadores, el entorno na-tural
tiene una estrecha correspondencia con el mundo social. Es muy recurrente el hecho de que los
sanadores atribuyan los eventos naturales a poderes invisibles que actúan sobre la naturaleza.
Para finalizar la comunicación ha sido reservada la descripción de un hecho ocurrido entre los días 16
y 17 de septiembre del 2014, el funeral de Lidia Moyá, una famosa sanadora y practicante del vodú en el
poblado de Maffo. Un día antes de su fallecimiento, Lidia citó a sus ahijados de religión y familiares más
allegados en el Hospital Orlando Pantoja, donde se encontraba ingresada y les comunicó que moriría al
día siguiente. La presencia del linaje religioso obedeció a su reclamo de pasar los poderes y el cuidado
de su altar a una de sus nietas, la cual debía ser auxiliada por el resto de la cofradía. Para el día del sepe-lio
la nieta entró en posesión del espíritu de la recién fallecida, que constantemente reclamaba el apoyo
en la nueva misión, un acto poco usual en las ceremonias fúnebres de la localidad. La nieta se mantuvo
en trance durante todo el recorrido de dos kilómetros, que separa la casa de la santera del cementerio.
En el momento de salida del cortejo fúnebre una de las ahijadas y médium se dirigió a los presentes
y dijo que debían entonar un himno que Lidia había recomendado para que la despidieran:
La palma ríe
la ceiba llora
la tierra tiembla
¡Ay! Madre ceiba.
Al preguntar a uno de los miembros del linaje por este particular, el mismo refirió:
El problema es que la nieta tiene poco tiempo en el camino espiritual, por eso debemos ayu-darla.
Cuando montó el espíritu de Lidia es para tomar el último aliento y evitar que el espí-ritu
quede errante y cause perturbaciones en la casa. Lidia mandará sus señales a través de
viento, el movimiento de los árboles y Made debe saber que hacer.
Los practicantes del vodú, al igual que en la religión Yoruba, entienden que los problemas de la vida
están marcados en el destino de la persona, y esta debe hacer los cumplimientos y sacrificios exigidos
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ENFERMEDADES ASOCIADAS AL CAMBIO DE TIEMPO: PERCEPCIÓN DE LOS CAMPESINOS...
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por los ancestros para solucionar las contrariedades. El sacrificio, permite tener la anuencia de la deidad
que domina el campo indicado para evitar esos problemas y superar los obstáculos, obteniendo benefi-cios
de la deidad marcada en el destino de la persona. Para los iniciados en las religiones afrocubanas,
es a través del sacrificio que se puede alterar los estados de tiempo, del destino y equilibrar la vida de
la persona. En los rituales organizados por Lidia se podía comprobar una búsqueda sistemática de los
mensajes de los loas a través del movimiento de los árboles o del comportamiento de los animales que
serían sacrificados; estas previsiones demuestra la relación análoga entre los componentes de la natura-leza
y el espíritu de los humanos.
Como se ha expresado con anterioridad, los campesinos y los sanadores entrevistados, suelen seguir los
pronósticos del Instituto de Meteorología de Cuba, pero combinan la sucesión de fenómenos ambientales con
causas mitológicas que aluden al comportamiento humano. La documentación acerca de estas aproximacio-nes
locales practicadas por los campesinos y sanadores abre paso a una noción de diversidad interpretativa
acerca de los indicadores atmosféricos y de comportamiento del clima a escala local-regional, y que estas
diversas interpretaciones no siempre se sustentan en variables naturales o ambientales.
Sin interés de concluir quiero enfatizar que
La documentación etnográfica en relación al clima, los ciclos agrícolas y la relación entre cambio de
tiempo y enfermedades, constituye un campo que debe ser explorado con mayor interés. Las prácticas
tradicionales de los campesinos en relación al tiempo atmosférico y las previsiones de los religiosos y
sanadores para prevenir las enfermedades o enfrentar sus secuelas, advierte cómo estos conocimientos
pueden dar cuenta del modo en que las poblaciones locales de Contramaestre y de Cuba están registran-do
los eventos climatológicos, lo que podría constituir un primer paso para incorporar estos saberes a
los futuros debates sobre el tema.
Las respuestas locales a las nuevas experiencias del cambio climático están siendo reconocidas de
diversas maneras por las poblaciones locales, mostrando nuevos indicios y evidencias que no han sido
sistematizados por los expertos de las ciencias naturales y sociales. Estas representaciones experiencia-les
muestran un substrato cultural diverso que hace pertinente su abordaje desde la nueva antropología
del clima en el contexto cubano.
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Juan Carlos Rosario Molina
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