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LOS INTERESES PORTUGUESES EN LA RUTA CANARIO-AMERICANA
DURANTE EL PERIODO DE LA UNIÓN IBÉRICA
PORTUGUESE INTERESTS IN THE ROUTE FROM THE CANARY
ISLANDS TO AMERICA DURING THE PERIOD OF IBERIAN UNION
Javier Luis Álvarez Santos
RESUMEN
Con la incorporación de Portugal a la monarquía
hispánica se abrieron nuevas rutas mercantiles en la
que los productos canarios encontraron nuevos
mercados para su exportación. En este floreciente
derrotero, participará activamente la comunidad
lusa que se establece en Canarias.
Los portugueses estuvieron interesados en penetrar
en las Indias de Castilla. Conscientes del vasto
mercado que se les abría con la unión,
establecieron una red socioeconómica a lo largo del
Atlántico, en el que Canarias se consolidará como
plaza estratégica.
En este estudio analizaremos los mecanismos que
desarrollaron los portugueses establecidos en el
archipiélago en este entramado económico.
Trataremos los productos exportados desde
Canarias hacia América por los agentes lusos, así
como las fórmulas mercantiles utilizadas en este
tráfico. Igualmente será necesario comprender el
funcionamiento de esta red que pasa por las islas.
En último término, englobaremos esta ruta canario-americana
en un espacio más amplio: el contexto
atlántico.
PALABRAS CLAVE: América, unión ibérica,
Portugal, Canarias, Atlántico.
ABSTRACT
With the incorporation of Portugal into the Spanish
Monarchy, new commercial routes were opened, in
which the canary products found new markets to
export. In this thriving course, the Portuguese
community will participate actively and will set up
in Canary Islands.
The Portuguese people were interested in
penetrating the India from Castile, they were aware
of the vast market that would open for them with
the Union, setting a socioeconomic network
throughout Atlantic, in which Canary Islands will
consolidate as strategic place.
In this study we will analyze the mechanisms
which the Portuguese people set in the Archipelago
developed in this economic structure. We will deal
with exported products from Canary Islands to
America by Portuguese agents as well the
commercial ways used in this trade. Likewise It
will be necessary understand the working of this
network which go through the Islands. And finally,
we will encompass this canarian-american route in
a more broad space: the Atlantic context.
KEYWORDS: America, Iberian Union, Portugal,
Canary Islands, Atlantic.
METODOLOGÍA
Para la realización de este estudio sobre las relaciones que desde Canarias establecen los
portugueses con la América hispana hemos creído conveniente consultar distintas fuentes
primarias para alcanzar una perspectiva de análisis lo más amplia posible. Por un lado, hemos
realizado diversas catas en la documentación notarial.1 En este caso, nos hemos centrado en
Tenerife, la isla más poblada y con mayor proyección internacional durante esta época de la
Edad Moderna. Cronológicamente, nos hemos circunscrito a los años de la unión ibérica, ya que
entendemos que es el periodo en que más intensas fueron las relaciones canario-portuguesas.
El análisis de este tipo de fuentes viene dado por el hecho de que en los protocolos notariales
se recogen una amplia variedad documental de carácter económico. Resulta fundamental para
este estudio los contratos de fletamentos, pero también otros tipos de acuerdos como los poderes
y las obligaciones.
Doctorando, Universidad de La Laguna, Departamento de Historia. Facultad de Geografía e Historia. Campus de
Guajara, s/n. 38071. La Laguna. Tenerife. España; Teléfono: +34922317718; Correo electrónico: santosjla@ull.es
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También hemos consultado los registros parroquiales, más concretamente las informaciones
de solterías y viudedades,2 ya que estos expedientes nos permitirán observar los vínculos que se
establecen entre Canarias y América desde una perspectiva más social. Como veremos, las
relaciones comerciales entre uno y otro lado del Atlántico formarán parte de una tupida red
mercantil, donde los lazos de parentesco serán determinantes.
ANTECEDENTES HISTORIOGRÁFICOS
Desde la incorporación del archipiélago a la Corona de Castilla, incluso antes de que fuesen
dominadas las islas de realengo, sobresalen los portugueses dentro del conjunto de europeos que
se establecen en Canarias, únicamente superados en número por los castellanos.3 Participaron
activamente en los repartimientos de tierras y en su puesta en explotación. Del mismo modo,
introdujeron y aportaron nuevos cultivos que transformarían el panorama económico de las
islas, como el de la caña de azúcar, y participarán en la exportación de los caldos canarios.
Con la publicación a comienzos de la década de 1940 de los trabajos: Portugal en las islas
Canarias y Los portugueses en Canarias por parte de Serra Ráfols, se iniciaban las primeras
disertaciones en lo tocante a los portugueses en Canarias en lo que a la historiografía reciente
del archipiélago se refiere.4 A estas primeras aportaciones les han seguido nuevos estudios sobre
la influencia portuguesa en las islas,5 siendo el tema más recurrente las relaciones entre Canarias
y los archipiélagos de Azores y Madeira. Los primeros trabajos de Bonnet y Suárez acerca de la
expedición del conde de Lanzarote a la isla de Madeira a finales del siglo XVI serán la génesis
de una dilatada tradición historiográfica canaria fascinada por comprender los vínculos que se
habían establecido entre los espacios insulares atlánticos.6 Los investigadores canarios, Lobo
Cabrera y Torres Santana, entre otros, han destacado el intercambio poblacional entre los
distintos archipiélagos y las actividades comerciales complementarias que se generan entre
ellas.7 Asimismo, han elaborado estudios insulares comparados, tanto en el contexto económico,
como en el político y cultural.8
Las relaciones entre Brasil y Canarias tampoco han quedado exentas de ser abordadas por los
historiadores. Así, del lado brasileño destacan los trabajos de Santaella Stella, algunos de
los cuales han sido presentados en estos Coloquios.9 Del lado español, serán los de Vila Vilar
los primeros que traten profusamente los contactos entre ambos espacios, considerando al
archipiélago como plataforma esencial en el derrotero portugués hacia sus colonias americanas
y africanas.10 En las últimas décadas, se han retomado estudios específicos sobre este tema,
destacando los trabajos de Lobo Cabrera y Torres Santana, Rodríguez Yanes, Alfaro Hardisson
y Viña Brito.11
Asimismo, estas relaciones de Canarias con el mundo atlántico luso también han sido
abordadas desde la perspectiva desde las actividades que desenvuelven una parte significativa
de este contingente, los judeoconversos de origen portugués. En este sentido, Fajardo Spínola y
Anaya Hernández han profundizado en el papel de los marranos asentados en el archipiélago y
sus conexiones con el Atlántico portugués.12
FRANCISCO MORALES PADRÓN Y EL COMERCIO PORTUGUESES EN AMÉRICA
En este XX Coloquio de Historia Canario Americana, en el que homenajeamos la figura del
profesor Francisco Morales Padrón, esta comunicación pretende dar continuidad a una de las
cuestiones que ya planteara este insigne historiador a mediados del siglo pasado en su obra
emblemática: El comercio canario-americano (siglos XVI-XVIII).13 Nos referimos a los intereses
mercantiles portugueses en la América hispana y el papel de las islas Canarias en este tráfico
atlántico lusitano. Este asunto, se le antojará como un factor decisivo para comprender estas
relaciones comerciales canario-americanas durante buena parte de la Edad Moderna.
En la citada publicación, este historiador resalta la incursión de los portugueses en el
comercio canario-americano a través de la fórmula del contrabando. A este respecto, el
archipiélago presentaba unas características idóneas para burlar las imposiciones legales que,
desde la Casa de la Contratación, se pretendían establecer en el monopolio americano. Con la
finalidad de entrar en los puertos para los cuales no tenían licencia ni registro, era un recurso
XX Coloquio de Historia Canario-Americana
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habitual el simular algún contratiempo —averías, tormenta, persecución enemiga, falta de
víveres, etc.— para introducir mercancías en Indias.
Uno de los mecanismos para eludir las trabas legales consistía en que los barcos que partían
de la península registrados a Canarias, realmente tomaran rumbo a América. En este sentido,
señala Morales Padrón que: “son los portugueses, sobre todo, quienes emplean esta táctica. Y al
regreso se ofrecen en flete a bajos precios consiguiendo ser preferidos antes que los navíos
españoles”.14
También podía ser que los marineros portugueses llegaran al archipiélago con sus
embarcaciones, donde simulaban la venta del navío a los naturales y continuaban hacia las
Indias como capitanes del barco. Otras veces, consistía en cargar mercancías consignadas para
Canarias y, una vez en las islas, dejaban solo parte del cargamento y proseguían rumbo al
Nuevo Mundo con el resto, estando prohibido exportar productos que no fueran propios del
archipiélago.
Eran muchas las maneras de burlar la legislación sobre el comercio de Canarias con
América. Incluso, los navíos que salían consignados del archipiélago con destino a Cabo Verde
o a Brasil, podían navegar buscando los puertos indianos. Otras veces, los navíos que
regresaban de Indias con destino a España llegaban a tocar los puertos portugueses con el
objetivo de beneficiar parte de la carga. Del mismo modo, barcos pesqueros del Algarve, se
acercaban a los navíos que volvían de América para pasar parte del cargamento.
Todo ello estaba prohibido. Sin embargo, cabe destacar, en palabras del ilustre historiador,
que: “Los mismos canarios conculcaban las leyes utilizando barcos portugueses para la
exportación y emigración clandestina”.15
Asimismo, plantea que los desequilibrios que se suceden en los mercados americanos vienen
motivados en buena parte por el hecho de que navíos portugueses, despachados para Brasil, en
lugar de llegar a los puertos brasileños, fondeaban en Buenos Aires. Desde aquí, distribuirán sus
mercancías hacia Potosí y Lima, perjudicando los productos importados por las flotas y
acarreados a partir del istmo de Panamá.16
Para entender esta afluencia de mercancías ilegales, muchas de ellas extranjeras en navíos
portugueses a la América hispana, Morales Padrón señala que: “En los primeros años del siglo
XVII salían anualmente de los puertos portugueses unos doscientos navíos repletos de efectos
ingleses, holandeses y franceses, los cuales, a través de Brasil, llegaba a los mercados del Río de
la Plata, Alto Perú, Lima, etc.”.17
Cronológicamente es representativo que, como ya advirtiese este investigador, este fraude
tenía ya cierto peso antes de la unión ibérica. De tal modo insiste en que “En 1575 el monarca
español pide que el embajador en Lisboa solicite del rey portugués la extradición, por así decir,
del navío y mercader que haya arribado a las costas de su monarquía”. Pero, mientras que la
unión de las dos Coronas supuso una intensificación de la actividad en una red comercial
circunatlántica portuguesa prexistente, la pérdida de Portugal, Brasil, Guinea y Angola como
mercados fue un duro golpe para la exportación canaria. A los puertos de estas regiones se llegó
a remitir hasta cien navíos anuales, perdiéndose estas plazas para su absorción.18 Sin embargo,
como veremos más adelante, la Restauración de 1640 no supuso el final de los intereses
portugueses asentados en Canarias con la América hispana.
LAS RESTRICCIONES LEGALES EN EL COMERCIO CANARIO-AMERICANO
Con la proclamación de Felipe II como rey de Portugal a finales del año 1580 se inicia el
denominado periodo de la unión ibérica. Durante sesenta años la dinastía de los Augsburgo
conducirá el devenir de los súbditos portugueses y sus valiosos recursos en beneficio de la
propia monarquía hispánica. Sin embargo, el reino luso se incorpora manteniendo cierta
independencia política, con su propio Consejo de Portugal y, lo que es más relevante para
Canarias, serán los únicos adjudicatarios para traficar con sus territorios de ultramar.
A este respecto, del lado castellano se procuró que las tierras del Nuevo Mundo que se
encontraban bajo el dominio de la corona Castilla continuasen siendo solo beneficiadas por los
vasallos castellanos. Con esta premisa se articuló, en torno a Sevilla y a la Casa de la
Contratación, una legislación de marcado carácter restrictivo y centralizado. Sin embargo, en
Los intereses portugueses…
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este monopolio, las islas Canarias constituyeron una excepción. Desde el reinado de Carlos V,
pero sobre todo con Felipe II, se empieza a definir toda una estructura que conformará los
mecanismos del comercio canario-americano que perdurarán hasta mediados del siglo XVII. Este
sistema de control sobre los intereses de los isleños en las Indias, se ha fundamentado
tradicionalmente sobre cinco pilares:
Naturales. Desde 1561 podían adquirir carta de naturaleza todos aquellos extranjeros
domiciliados en los territorios españoles durante diez años con casa y bienes de asiento, con tal
que estuviesen casados con mujeres naturales de dichos reinos que viviesen en su compañía.19
Sin embargo, existía otra vía para los extranjeros. Era la obtención de una gracia, reservada para
las circunstancias donde no se reuniesen todos los requisitos legales anteriores y el monarca les
podía dispensar de todos o de algunos de los requisitos no cumplidos.20
Productos. Desde 1611 se limita la exportación a productos de cosecha insular,
principalmente vinos.21
Licencias. Felipe II ordenó que los navíos que saliesen de Canarias hacia las Indias debían
hacerlo en conserva de la flota y con cargamentos prefijados. Además, la concesión de dichas
licencias eran periódicas.
Puertos de destino. A partir de 1573, al tiempo que se obliga a viajar junto a la flota, se
comenzará a limitar los puertos de destino.22
Jueces de Registros. A estos les correspondía no solo conocer el despacho de las
embarcaciones que salían de las islas o venían a cargar a ellas de la península, sino que también
tenían el deber de visitar a las portuguesas que iban a Brasil y Cabo Verde siempre que, al hacer
escala en Canarias, dichos funcionarios tuviesen informes de que en estos navíos iban pasajeros
sin licencia.23
En conclusión, este contexto favorable para la economía canaria, será visto desde Sevilla con
preocupación por parte de los mercaderes andaluces. Mediante las continuas quejas elevadas a
través de la Casa de Contratación, se establecieron por parte de las autoridades peninsulares una
serie de disposiciones que pretendieron limitar el comercio de los insulares. En el fondo, la
excepcionalidad mercantil del archipiélago evidenciaba un agujero en el monopolio sevillano.
Sin olvidar que, en estos momentos, el vino canario competía con los caldos andaluces con un
precio más bajo y con menores costes en las transacciones.
LOS PORTUGUESES EN EL ATLÁNTICO CASTELLANO
Portugueses en Canarias
Es indudable que la población portuguesa asentada en Canarias es una de las comunidades
foráneas más relevantes en cuanto al número de individuos se refiere. En proporción, los
portugueses ya eran mayoritarios frente a otros extranjeros desde antes de la unión ibérica, pero
acrecentarán su número gradualmente hasta alcanzar su máximo esplendor durante el primer
cuarto del XVII. Este predominio es consecuencia del establecimiento de redes socioeconómicas
constituidas a los márgenes del Atlántico, haciendo que sus acciones en Canarias sean notables
y continuas en el tiempo. A su vez, la sociedad isleña permitirá este nivel de integración de la
población portuguesa por su cercanía lingüística y cultural pero, sobre todo, para aprovechar las
oportunidades de sus negocios y conexiones. No se trata, por tanto, de un contingente hermético
dedicado exclusivamente al comercio exterior, sino que participan en todas las actividades
productivas que se desarrollan en la isla, como agricultores, artesanos y mercaderes. También
serán miembros destacados de la sociedad, emparentando con la oligarquía terrateniente y
ocupando cargos públicos, con el propósito de participar en el control económico insular. Serán
precisamente estos, los que organicen y conciban los intereses portugueses en la América
hispana desde Canarias como plataforma estratégica.
Sin embargo, hay que resaltar que no son los únicos súbditos de la monarquía hispánica no
naturales de Castilla que intervienen en el comercio americano desde el archipiélago. Tomemos
como ejemplo a Jan Aventroot. Este flamenco asentado en La Palma, interesado en la
producción y la exportación de la caña de azúcar y de los vinos canarios, se percató de las
posibilidades del mercado indiano para su negocio. Así, fletó en 1594 un navío, que saliendo de
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la dicha isla, se dirigió a San Juan de Ulúa y cuyo viaje de retorno se hizo, de igual modo,
directamente a Canarias y no a Sevilla como prescribían las disposiciones de la Casa de la
Contratación.24 Incluso, se trasladó y residió en Indias durante algún tiempo. Aunque el acceso a
América quedaba prohibido a los foráneos, Aventroot ya no lo era, por su condición de
avecindado en La Palma y haber ocupado el cargo de capitán de milicias provinciales.25
Portugueses en Sevilla
La proximidad geográfica, la actividad económica y la debilidad demográfica motivaron la
llegada de portugueses a Sevilla, siendo esta una constante desde mediados del siglo XVI y
acrecentada desde la unión de ambas Coronas en 1580. Sin duda, por la propia dinámica de la
ciudad, una de las principales actividades a las que se dedicó esta comunidad fue el comercio.
Muchos portugueses, al igual que sucedió en las ciudades de Canarias, ocuparon el espacio
urbano sevillano. Aguado de los Reyes estima que llegaron a suponer hasta un 12% de su
población y cerca de la cuarta parte en determinadas colaciones o barrios como Omnium
Santorum, El Salvador o Santa Cruz.26
El objetivo último de estos comerciantes portugueses en Sevilla no era otro que entrar en el
tráfico con América. Para ello, a través de la naturalización, buscaban el reconocimiento por
parte del consulado o gremio de mercaderes y cargadores a Indias. Sin embargo, como hemos
visto, adquirir la naturalización exigía varios requisitos que no todos llegaban a cumplir.
Portugueses en América
La presencia portuguesa en la América hispana es detectable desde su descubrimiento y
conquista. Sin embargo, al igual que sucedió con otros territorios de la monarquía, la diáspora
portuguesa solo alcanzará cotas significativas a partir de 1580 con la unión de las Coronas de
Castilla y Portugal. No obstante, este hecho no significó ningún cambio en la condición legal de
extranjero que tenían los portugueses, ni para Castilla ni para las Indas. Según el ordenamiento
jurídico establecido con Carlos V y reiterado con Felipe II, ningún extranjero podía entrar en las
Indias sin licencia. Pero la presencia de foráneos no disminuyó con esta legislación. Por el
contrario, aumentó de forma notoria, especialmente en el caso portugués. La emigración
portuguesa se vio favorecida por las autoridades españolas, incluso se mostraron favorables a
este respecto ya que podían obtener también beneficios de las actividades desempeñadas por
parte de esta comunidad. Además, la trata de esclavos, que estaba en manos portuguesas, fue
una de las vías por donde se introdujo buena parte de la inmigración ilegal a América.
Asimismo, la penetración lusa en la América hispana estaba favorecida por el dominio
portugués en Brasil, ya que desde allí se fomentaba el contrabando con la zona del Río de la
Plata que, al mismo tiempo, pasó a ser una de las puertas de penetración de estos inmigrantes.
Por otro lado, el interés mostrado por los portugueses para pasar a Indias no fue
exclusivamente por motivaciones económicas. Al igual que Canarias, en el Nuevo Mundo se
estaba constituyendo una nueva sociedad aparentemente más abierta y tolerante. El propio
inquisidor de Lima, Antonio Ordoñez, decía en una carta en 1600 que: “están todas estas
provincias muy pobladas y llenas de gente, y a la opinión de ricas acuden de todas naciones y
entran por esos puertos gran cantidad de extranjeros y portugueses, a lo que creemos, los
extranjeros inficionados de los errores que hay en sus tierras, y los portugueses, que son todos
judíos”.27
La relevancia cuantitativa de la comunidad portuguesa en América llegó a preocupar a las
autoridades castellanas. Estas, a pesar de la actitud abierta por los beneficios económicos que les
reportaban, dictaron órdenes de expulsión de los extranjeros establecidos en Indias con mención
específica a portugueses y conversos.28
EL COMERCIO CANARIO-AMERICANO Y LA RED SOCIOECONÓMICA ATLÁNTICA PORTUGUESA
Hasta este momento, hemos tratado la presencia portuguesa a ambos lados del Atlántico,
tanto en América y Sevilla como en Canarias; así como el papel destacado de los portugueses en
Los intereses portugueses…
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el comercio americano. Sin embargo, creemos que es necesario explicar cómo se articula esta
red socioeconómica a partir de los agentes portugueses en el archipiélago que participan en ella,
para llegar a comprender la complejidad de este derrotero atlántico.
Siguiendo con el esquema planteado por Aguado de los Reyes, para analizar la red mercantil
portuguesa establecida entre Sevilla-Canarias y América,29 intentaremos esclarecer el papel de
los portugueses asentados en las islas en es tejido atlántico. De la cata realizada en la
documentación notarial, nos centraremos las cartas de fletamento otorgadas en Tenerife, ya que
nos permitirá enlazar los productos, las personas y los mercados que participan en esta compleja
red.
Es significativo que, de los veintiséis acuerdos de fletamento consultados para este período
de la unión ibérica que hacen referencia a los negocios de portugueses desde Canarias con la
América hispánica, todos salvo dos, se contratan a partir de siglo XVII. Estos, a su vez, cargan
en su mayoría vinos en las islas.30 Sin duda, este predominio de los caldos canarios es
consecuencia de la sustitución del principal producto exportador del archipiélago. Aunque el
cultivo de la vid no era desconocido para Canarias, desde finales del quinientos y, sobre todo
desde comienzos del seiscientos, la comercialización de los vinos va a sustituir en los mercados
internacionales a la caña de azúcar.
Estos contratos solían ser por una cantidad que podía oscilar entre las 8 y 55 pipas de vino,
aunque lo más frecuente es que el flete fuese por una veintena.31 No obstante, también es
habitual que el fletamento se haga en compañía. En este tipo de casos, el conjunto de pipas
embarcadas era mayor, pudiendo llegar casi a las dos centenares. En cuanto al valor de estos
fletes, es considerablemente variable, oscilando entre los 330 y los 590 reales por pipa. Sin
embargo, esta fluctuación va aparejada al derrotero que tomen las embarcaciones con los caldos
canarios. No todos los navíos estudiados que salían para Indias desde Canarias realizaban este
recorrido sin escalas, ya que podían recalar previamente en las posesiones lusas africanas. En el
caso de que los barcos viajaran directamente al Nuevo Mundo el precio medio del flete era de
393 reales por pipa. Mientras, si recalaban primeramente en Guinea o Angola, el valor podía
ascender hasta un 23,5%.
Este último modelo de fletamento nos indica que, aunque la empresa mercantil tuviera como
objetivo último el trato con las plazas americanas, en ocasiones los caldos canarios podían ser
intercambiados previamente por esclavos en los mercados africanos para continuar
posteriormente hacia las Indias. Finalmente, este beneficio obtenido por el tráfico en América,
directa o indirectamente, de los vinos canarios será registrado para España desde el Nuevo
Mundo.
LOS PUERTOS AMERICANOS DE DESTINO
Como hemos señalado, el acceso al mercado americano se realiza a través de distintos
puertos. La documentación notarial consultada de tipo mercantil —principalmente fletes,
poderes, letras y finiquitos— un 30% se refiere al continente americano con el término genérico
de Indias, probablemente para no dar demasiada información sobre una actividad ilícita. No
obstante, podemos establecer cuáles son las principales regiones con las que tratan los
portugueses desde Canarias.
En este sentido, va a ser La Habana (16,6%) quien asuma el papel preponderante como
puerto receptivo del comercio luso en América desde finales del siglo XVI, aumentando
considerablemente durante las primeras décadas del seiscientos. Con las ordenanzas de 1591 y,
sobre todo, de 1612 se obliga a la navegación en conserva con la flota a los barcos insulares,
teniendo La Habana como destinos en Nueva España. En este sentido, como señala Morales
Padrón, la isla de Cuba era uno de los territorios que más vinos canarios demandaba en
América.32 Así lo atestigua el capitán de origen luso Luis Lorenzo, regidor y recaudador mayor
de los almojarifazgos de Gran Canaria, quien afirmaba en 1620 que por muchos años había
tenido correspondencia con el capitán Alonso Ferrera, regidor y receptor de penas pecuarias de
la ciudad de La Habana, y le había enviado algunos cargazones de frutos de Tenerife. A su vez,
él le había remitido dinero, plata y otras mercadurías y frutos de las Indias a Castilla.33
XX Coloquio de Historia Canario-Americana
280
Por tanto, los principales puertos a los que se dirigían estas expediciones eran La Habana en
las Antillas, Cartagena en Tierra Firme (10%) y Veracruz en Nueva España (6,6%). Sin
embargo, si analizamos las regiones en su conjunto veremos como este comercio está mucho
más equilibrado. Así, las Antillas serían el principal mercado con un 38% del tráfico, pero con
un volumen similar al de Nueva España con un 33,3% y un poco superior al de Tierra Firme con
el 23,8%. Fuera de este ámbito estaría América del Sur, representada con menos del 5% de los
intercambios.
Cantidad Lugar Regiones
9 Indias Indias
5 La Habana Antillas
4 Nueva España Nueva España
3 Cartagena Tierra Firme
2 Tierra Firme Tierra Firme
2 Veracruz Nueva España
1 Honduras Nueva España
1 Jamaica Antillas
1 Puerto Rico Antillas
1 Santo Domingo Antillas
1 Buenos Aires América del Sur
Lugares y regiones con las que comercian los portugueses desde Tenerife.
No obstante, aunque estos sean los puertos con los que se comercia en América, este no era
el fin del negocio en las Indias. Habitualmente los fletamentos de mercancías iban registrados a
diversos agentes asentados en distintas plazas americanas, quienes se encargarían
posteriormente de registrar estos beneficios en la flota a Sevilla.
Así, en 1618, Bernardo Brago, vecino de Sevilla, y Antonio Álvarez Suarez, vecino de
Lisboa, fletaron su embarcación para cargar vinos canarios a Nueva España, previo paso por
África, con la condición de que el beneficio de lo procedido debía de ser entregado en Nueva
España a Andrés de Acosta y, en su ausencia a Clemente de Vázquez, y por la de ambos a
Cristóbal de Bonilla, moradores en la ciudad de México. Y si iban a la ciudad de Cartagena,
pagarían al capitán Jorge Fernández o a Duarte de León Márquez, y la ausencia de ambos a
Jorge Gramajo, residente en la dicha ciudad. Mientras que si llegaban a La Habana, pagarían a
las personas que tuviesen allí su poder.
Finalmente, si no hubiese personas autorizadas, registrarían lo procedido en barras de oro y
plata en los galeones de su majestad. En ausencia de estos, los traerían a Sevilla o Lisboa en el
navío que cualquiera de ellos embarcase. Todo lo cual estaría consignado a Diego y Jorge
Coronel, vecinos de Lisboa, y en ausencia de estos, a Gaspar Ramallo, vecino de Sevilla.34
LOS MIEMBROS DE LA RED
Como hemos señalado anteriormente, frecuentemente el contrato de los fletes se podía
realizar formando una compañía. En este caso, no todos los individuos tenían que ser
portugueses. Así, el capitán Tomás Pereira de Castro, de origen luso, contrató un flete para
cargar vinos canarios a Tierra Firme en el año 1622 junto con Francisco Ruano de Velazco,
Miguel Fernández y Diego de Argumedo, vecinos de Tenerife.35 Sin embargo, que no tengan el
mismo origen no es indicativo de que no participen en esta misma red comercial atlántica, como
es el caso del recaudador mayor de las rentas reales, Diego de Argumedo. Tres años después de
que acordasen dicho flete, el propio Tomás Pereira de Castro otorgó un poder al recaudador para
que cobrase todas las partidas que a su nombre llegasen de la flota de Indias. Para tal efecto,
delegará dicha potestad en uno de sus agentes en Sevilla, Juan Bautista de MENA.36
Un ejemplo más claro aún del funcionamiento de la red mercantil, de predominio portugués,
que se establece entre los puertos peninsulares de Lisboa y Sevilla, Canarias y América lo
encontramos en la compañía constituida para cargar 180 pipas de vino desde Tenerife a
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Cartagena entre el capitán Antonio Fernández Daylla, residente en la isla, Francisco de Payba,
vecino de Lisboa y Diego de Payba, vecino de Sevilla.37 Sobre este último, como indica Collado
Villalta, se trata de un mercader portugués que, al igual que otros lusos avecindados en Sevilla,
sus actividades están circunscritas al tráfico indiano “pero contribuyendo como asentistas en
relación la escasa fuente de financiación de la Carrera de Indias y muy vinculados a la misma
practicando, de hecho, una doble vertiente mercantil y financiera pero complementarias”.38
El mismo autor reconoce la relevancia de esta tupida red de portugueses, en su mayoría
marranos, establecida entre: 1) Sevilla como sede del monopolio; 2) Lisboa como complemento
económico; 3) Madrid donde los grandes asentistas presionan al rey; y 4) América con los
agentes ya avecindados.39
Establecidos en estos cuatro puntos, la comunidad de mercaderes portugueses pudo llegar a
tener cierto control sobre el comercio americano, tanto en su legislación como en la propia
actividad mercantil. No obstante, Canarias también jugó un papel decisivo en este tráfico
indiano en manos portuguesas como hemos venido exponiendo. Por un lado, los propios agentes
lusos asentados en el archipiélago participaron directamente en el comercio americano. Por otro,
como ya apuntara Vila Vilar,40 desde los primeros momentos del funcionamiento de los asientos
se permitirá la entrada de portugueses en las Indias. Algunos de ellos, haciendo escala previa en
Canarias.
Es significativo que el 38,5% de los fletes consultados especifiquen que, antes de ir a Indias,
el navío contratado pasará primeramente por Angola o Guinea para luego continuar su derrotero
hacia el Nuevo Mundo. Es decir, un alto porcentaje de los navíos que pasan de Canarias a
América realizan una primera escala en África para comerciar los vinos isleños a cambio de
esclavos que venderán en las Indias y, cuyo beneficio, sería remitido en los galeones hacia
España.
Por tanto, observamos que el tráfico canario-americano, para los intereses portugueses, van
más allá de este derrotero unilateral, integrándose en un marco socioeconómico mucho más
amplio como pudiera ser el espacio atlántico. Así lo entiende, por ejemplo, Tomás Pereira de
Castro. En el año 1618, el capitán otorgó un poder a su cuñado, vecino de Lisboa, para que
cobrase cualquier cantidad de oro, plata, azúcares, sedas y otras cualesquier cosas y mercadurías
que le pertenecieran tanto en el reino de Portugal como en España, así como la carga que viniese
a su nombre del Brasil e Indias.41
Efectivamente, en esta ruta comercial también intervienen los mercados brasileños a través
del tráfico de esclavos. Ejemplo de ello es la liquidación en Tenerife por parte de Gaspar de
Acuña de la venta realizada en Brasil de dos esclavos adquiridos por su sobrino residente
Pernambuco para venderlos en las Indias.42
De hecho, este trato circunatlántico, en el que se engloba la perspectiva mercantil portuguesa
de este periodo, es probable que fuese más intenso de lo que se ha venido suponiendo hasta
ahora. El caso del carpintero de ribera Baltasar de Acosta es un reflejo de esta realidad. En su
información de soltería indica que es natural de Oporto, pero que marchó a la isla de Madeira a
cargar vinos. De ahí partió hacia Río de Janeiro, para luego pasar a Río de la Plata y a Angola.
Más tarde, pretendió ir a Cartagena pero fue apresado por un navío flamenco que lo trasladó a
Zelanda y de allí a Sevilla, para regresar de nuevo a Indias. Finalmente regresó a Sevilla, y de
ahí a Canarias.43
Ciertamente, los portugueses miembros de esta ruta americana no solo eran los grandes
mercaderes de origen luso asentados en las islas, como los hermanos Tomás y Diego Pereira o
Luis y Andrés Lorenzo. Ejemplo de la capacidad de adaptación de esta comunidad es el hecho
de que otros compatriotas participaron de distinta forma en esta red, como el citado carpintero,
pero también un importante número de marineros con sus embarcaciones portuguesas, como
señalaba Morales Padrón.
La solidez de esta compleja red atlántica terminará por constituir un entramado de relaciones
que superarán el propio ámbito económico y derivarán en la consolidación de los lazos de
parentesco. Así por ejemplo, Luis Lorenzo en el año 1625, se encargó del cobro de las rentas
situadas en Tenerife que tenía el capitán Gaspar Alfonso de Albarnás, fallecido en México. Esta
cantidad adeudada fue remitida por su hermano, Andrés Lorenzo, a los tutores y albaceas de sus
hijos en América.44
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Por tanto, los vínculos que constituyen los portugueses en Canarias tiene su reflejo en las
Indias en la medida que los propios insulares trafican en América, no solo en la creación de
compañía para fletes de navíos, sino también para cualquier otro tipo de negocios. Igualmente,
el capitán Luis Lorenzo en 1620, otorgaba poderes a dos naturales de Tenerife vecinos en el
Perú para que cobrasen cualquier cantidad de oro, plata y dinero que le debía otro paisano por
varias cuentas y escrituras pendientes.45
Aunque si bien es cierto que con la llegada de Felipe II al trono portugués, coincidiendo en
Canarias con el desarrollo de la economía vitivinícola de exportación y la consolidación de los
intereses portugueses en el archipiélago, la Restauración en 1640 no supondrá un cambio
drástico en los negocios de los agentes lusos en América. Aún en 1680, grandes mercaderes
lusos vecinos de Tenerife, como los hermanos Tomás y Diego Pereira de Castro o Cristóbal de
Salazar de Frías, cargan de pipas varias embarcaciones con destino a Cartagena. Sin embargo,
es muy probable que el volumen ya no fuera el mismo. El comercio con Portugal y sus colonias
estaba ya prohibido y, principalmente, las Actas y Leyes de Navegación inglesas cerraron las
puertas a la exportación a los mercados británicos de los caldos canarios en favor de los
portugueses.
CONCLUSIONES
Como hemos visto, Morales Padrón ya advertía en su obra del papel destacado de los
portugueses en el comercio canario-americano. Hemos querido realizar una primera
aproximación a los intereses portugueses en este mercado indiano a través de la extensa red de
relaciones que establecen en el Atlántico. A nuestro entender, queda demostrado que, la
intervención de los agentes lusos en el Nuevo Mundo viene motivada por el volumen
sustancioso de un negocio que supera los propios límites de la América hispana. Desde la
perspectiva portuguesa, el mercado americano es un complemento a otras plazas comerciales
como África y Brasil. En este sentido, se articula toda una red de agentes portugueses
establecidos tanto en Lisboa, como en Castilla —principalmente en Sevilla y la Corte— y
América. En este entramado, las islas Canarias serán una plataforma estratégica en estos
intereses atlánticos.
Los intereses portugueses…
283
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Los intereses portugueses…
285
NOTAS
1 Conservada en el Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife (AHPSCT).
2 Procedentes de los fondos del Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de La Laguna (AHDSCLL).
3 AZNAR (1983), pp. 247-252.
4 SERRA (1940), pp. 211-241 y SERRA (1941).
5 PÉREZ VIDAL (1991).
6 BONNET (1949), pp. 59-76 y BONNET (1956), pp. 33-44. A estos trabajos le seguirán sobre la misma temática
los de SIEMENS (1979), pp. 289-305; pp. 393-492; TORRES (1993), pp. 635-659.
7 TORRES (1996), pp. 287-301; LOBO (1985), pp. 311-333.
8 LOBO (1990), pp. 531-546.
9 SANTAELLA (1996), pp. 57-76; PACCA DE ALMEIDA y SANTAELLA (1994), pp.289-305; PACCA DE
ALMEIDA y SANTAELLA (2001).
10 VILA (1978), pp. 285-300; VILA (1979), pp. 557-599.
11 LOBO y TORRES (2000), pp. 171-194; RODRÍGUEZ YANES (2005), pp. 205-224; ALFARO (2005), pp.
275-315; VIÑA (2007), pp. 143-161.
12 FAJARDO (1990), pp. 663-684; ANAYA (2001), pp. 587-608.
13 MORALES (1955).
14 MORALES (1955), p. 280.
15 MORALES (1955), p. 281.
16 MORALES (1955), p. 287.
17 MORALES (1955), p. 299.
18 MORALES (1955), p. 190.
19 PERAZA (1977), p. 30.
20 COLLADO (1979), p. 176.
21 MORALES (1955), p. 151.
22 MORALES (1955), p. 120.
23 PERAZA (1977), p. 44.
24 BERNAL (2002), p. 652.
25 CIORANESCU (1974), p. 567.
26 AGUADO (2005), p. 142.
27 MILLAR (1998), p. 134.
28 MILLAR (1998) p. 139.
29 Según este autor, para analizar esta red, habría que responder a cuatro cuestiones: 1) comprobar la existencia
efectiva de dicha red; 2) En caso de respuesta positiva, establecer las líneas básicas que la componían; 3)
determinar las funciones de cada uno de los centros componentes de la misma; 4) y, finalmente, llegar a
conocer si existieron gradaciones de importancia dentro de la red, es decir, aclarar quién actuó como centro y
quiénes como periferia de la misma. AGUADO (2005), p. 138.
30 A excepción de un navío que es fletado en 1618 para cargar esclavos negros a Nueva España. AHPSCT, leg.
1536,
fº 345v.
31 La media se sitúa en 23 pipas. Sin embargo, la moda baja hasta las 20.
32 Morales Padrón advierte que en el año 1611, dentro del enfrentamiento canario-sevillano, los isleños alertaron
al monarca que Santo Domingo necesitaba unas 4.000 pipas de vino; Puerto Rico 3.000; Jamaica 1.000 y La
Habana 6.000. MORALES (1955), p. 184.
33 AHPSCT, leg. 1538, fº 806.
34 AHPSCT, leg. 1536, fº 416v.
35 AHPSCT, leg. 1540A, fº 192.
36 AHPSCT, leg. 1543, fº 158v.
37 AHPSCT, leg. 1539, fº. 538.
38 COLLADO (1979), p. 182.
39 COLLADO (1979), p. 189.
40 VILA (1973), p. 573.
41 AHPSCT, leg. 1536, fº 383v.
42 AHPSCT, leg. 478, fº 561v.
43 Informaciones de solterías y viudedades, 1622. AHDSCLL, Fondo Histórico Diocesano, leg. 01.
44 AHPSCT, leg. 2104, fº 14.
45 AHPSCT, leg. 1539, fº 661v.