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UN CABILDO CANARIO EN AMÉRICA. INTEGRACIÓN,
PRIMERAS DISPOSICIONES Y PROBLEMAS EN LA NUEVA
VILLA DE SAN FERNANDO BÉJAR
A CANARIAN CABILDO IN AMERICA. INTEGRATION, FIRST
DISPOSITIONS AND TROUBLES IN THENEW TOWN OF SAN
FERNANDO BÉJAR
José Ignacio Urquiola Permisán
RESUMEN
La fundación de la villa de San Fernando Béjar,
permite destacar facetas singulares y comparativas
respecto a varias fundaciones hispanas, realizadas
en el bajío mexicano, entre 1520 y primeras
décadas del siglo XVII. Como aspectos
comparativos se pueden considerar: 1) El interés
por contener e integrar grupos indígenas de distinta
tradición cultural. 2) Las características que se
impulsaron para establecer la forma y manera de
los asentamientos. 3) la importancia y atención
otorgada al suministro y reparto del agua para
efectos del sustento y riego de los terrenos
previstos de cultivo. Como facetas singulares se
pueden considerar, 1) La promoción de la villa de
San Fernando, como factor de contención frente a
colonizadores franceses. 2) El detallado registro de
todos los pasos que se dieron para la instalación. 3)
Las condiciones de complementación o
interferencia con la misión franciscana.
PALABRAS CLAVE: fundaciones, asentamientos,
reparto de agua, tradición cultural, colonización.
ABSTRACT
The foundation of the town of San Fernando Béjar,
points up unusual and comparative aspects with
regard to some Spanish foundations, which
occurred in the Mexican Bajío, between 1520 and
the first decades of the 17th considered: 1) The
concern to contain and gather indigenous groups of
different cultural tradition. 2) The characteristics
that were promoted to establish the shape and way
of the settlements. 3) The importance and attention
given to the supply and distribution of water for the
maintenance and irrigation of the forecast growing
lands. As unusual aspects it can be considered: 1)
The promotion of the town of San Fernando, as a
factor of contention against French settlers. 2) The
detailed register of every step given for the
settlement. 3) The conditions of complement or
interference with the Franciscan mission.
KEYWORDS: foundations, settlements, water
distribution, cultural tradition, colonization.
Este trabajo plantea unos aspectos singulares y comparativos entre el inicio del poblamiento
de la villa de San Fernando Béjar, por isleños canarios poco después del año de 1730, y los
inicios de varios pueblos y villas surgidas en el bajío, en el marco de la expansión hacia el norte,
que tuvo lugar en los años iniciales de la conquista. Como elementos comparativos me refiero a
la base organizativa municipal, a partir del ayuntamiento constituido por el conjunto de vecinos
con los que se formaron los asentamientos. Bajo este rubro se considera el ámbito jurisdiccional
para el que se otorgó la capacidad de atención y resolución en causas civiles y criminales, y el
señalamiento y reparto de tierras, con los requisitos necesarios para el acceso y la distribución
del agua. Como elementos singulares que se presentaron en la fundación de la villa de San
Fernando, me referiré al detalle con el que se llevó a cabo el registro de los pasos con los que se
daba inicio formal a la villa, y la experimentación de incorporar en este territorio un
componente de inmigrados, carentes de una trayectoria previa de permanencia en la Nueva
España, y situados en un espacio de bajo control por parte del medio hispano.
Facultad de Filosofía, Area de Historia. Universidad Autónoma de Querétaro, Campus Histórico. Avenida 16 de
Septiembre #57. Altos. Querétaro, QRO. 76000. México; Teléfono en la universidad: +4421921200, extensión 5866;
Particular: +524422128224; Correo electrónico: urquiolaji@hotmail.com
Un cabildo canario en América…
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El trabajo lo divido en dos partes. Dedico la primera a una exposición general sobre el
proceso de expansión que se dio en el bajío en dos etapas diferenciadas, aspecto que es
ejemplificado por las referencias de tres casos: los inicios de los pueblos de Acámbaro,
Querétaro y la villa de Celaya. La segunda la dedico al marco en que se dio la decisión del envío
de familias para el poblamiento de Texas, concretado en la formación de la villa de San
Fernando; los pasos realizados para su instalación y la controversia suscitada en torno al uso y
derechos sobre el agua. En la breve reflexión final, haré especial énfasis, en la modalidad que
representaba este experimento, en mayor o menor continuidad, con los procesos fundacionales
basados en la utilización de grupos familiares tlaxcaltecas.
FUNDACIONES EN EL BAJÍO
David Brading, en un capítulo dedicado al bajío, destaca en principio su ubicación como
parte integrante de los estados actuales de Guanajuato y Querétaro, y frontera histórica entre las
tierras áridas del norte y los fértiles valles de la meseta central. El bajío se conoce como un
conjunto de llanuras interconectadas y alimentadas por las aguas de varios afluentes y el propio
río Lerma, en una parte de su recorrido hasta desembocar en la laguna de Chapala, con alturas
entre los 1.500 y 2.000 metros sobre el nivel del mar.1 Los arqueólogos actuales consideran esta
línea como una frontera blanda, o franja de ocupación intermitente entre los representantes de
las culturas sedentarias (otomíes, tarascos…) y de grupos denominados genéricamente
chichimecas, entre los que se encontraban guamares, guachichiles y pames.2
La exploración de este territorio por los españoles, se considera se llevó a cabo poco después
de 1520, fase inmediata a la conquista del centro. Presentará inicialmente como características,
la participación de otomíes y tarascos, bajo la promoción de autoridades españolas, con los que
se buscó la expansión y reforzamiento de núcleos de población en los distritos de Acámbaro,
Pénjamo, Celaya-Apaseo, Querétaro, etc. Para Brading, “…tal vez el rasgo más notable de esta
aventura de colonización, fue el papel que jugaron los caciques otomíes de Jilotepec, quienes
encabezaron expediciones para fundar villas [pueblos] en un área muy vasta que se extendía
desde Querétaro hasta San Luis Potosí”.3 Unas décadas después, hacia 1550, se amplió el tráfico
por este territorio, bajo el movimiento que significó el abastecimiento de los nuevos centros
mineros de Guanajuato y Zacatecas. Este constante trajín, así como las concesiones de estancias
para crías de ganado mayor y menor, derivaron en una serie de ataques a los grupos de arrieros
y a las poblaciones incipientes, y dio lugar a la llamada “guerra chichimeca” que ocupó con
diversa intensidad la segunda mitad del siglo XVI.
Ph. Powell, en el estudio dedicado a la política desarrollada por la Corona española en esta
guerra, destaca el cambio generado hacia 1570, dejando de operar las expediciones punitivas
que se practicaron en años precios, bajo una nueva promoción de asentamientos constituidos
como villas de españoles y como nuevos pueblos y barrios de cuño indígena. En este contexto
se formaron las villas de San Felipe, San Miguel, Celaya, León y Salamanca, que son
actualmente centros económicos pujantes del estado de Guanajuato4 y pueblos de indios como
San Luis Xilotepec o Silao. En los años finales de esta guerra, bajo una nueva expansión
minera, representada por los descubrimientos de San Luis Potosí, Guadalcázar y Sierra de
Pinos, se reactivó la política de formación de nuevos poblamientos. Para este propósito se
utilizó ahora a familias indígenas tlaxcaltecas procedentes del centro, bajo el propósito de
fomentar la transmisión de conductas y costumbres sedentarias entre los nómadas guachichiles.
Esta perspectiva se desarrollará en especial bajo el estudio que dedico a Miguel Caldera,
prototipo de los capitanes de frontera y negociador de la paz en toda esta zona.5
LA FUNDACIÓN DE ACÁMBARO
Las descripciones relativas a los asentamientos, establecidos bajo la promoción temprana
auspiciada por las autoridades españolas, partieron de fuentes eclesiásticas tardías, y están
sometidas a un proceso de reajuste en base a fuentes más cercanas a su formación. Aún así, se
pueden congeniar ciertos elementos iniciales. La descripción relativa al asentamiento de
Acámbaro, que se presenta en la relación geográfica del siglo XVI, presenta unos primeros
XX Coloquio de Historia Canario-Americana
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rasgos. Lo identifica como resultado de una emigración otomí, procedente del pueblo de
Huichapan, formada por unas 60 personas. Este componente escogió como nuevo asiento un
lugar junto al río grande (río Lerma) y no obstante su procedencia, reconocieron como autoridad
al señor de Michoacán, quien a su vez, mandó algunas familias, para vivir en este mismo lugar.
Dos aspectos que se destacan en esta narrativa, son la composición inicial y conjunta de otomíes
y tarascos, a los que se integrarán también algunos chichimecas, y la condición de frontera entre
las áreas de dominio tarasco y de los indios mexicanos.6
La Crónica de Michoacán, obra del religioso fray Pablo Beaumont, sitúa la toma formal de
posesión e inicio del asentamiento por el año de 1526, y alude a un trazo inicial reticular, con 5
calles formadas y cruzadas en direcciones perpendiculares. Se alude también a una separación
de sectores, entre tarascos y otomíes, con autoridades constituidas por ambas partes, así como
una estimación de medidas, a razón de 30 brazas en cuadro para los solares de los indios del
común y de 50 brazas para los reconocidos como caciques, donde se formarán las casas y las
huertas de uso familiar. El inicio, marcado por un alarde con el que se daba paso a la toma
formal de posesión del lugar, se prosigue con un trabajo colectivo, para la formación de una
acequia, con miras a traer el agua necesaria desde un cerro cercano llamado de Tocuaro. La obra
aparece dirigida por el padre fray Antonio Bermul, y en esta narrativa, aparecerán otra serie de
nombres de los principales caciques que intervinieron en estos movimientos, como don Nicolás
de San Luis; don Fernando de Tapia, don Juan Valencia y don Juan Bautista Valerio, todos ellos
referidos en otros testimonios de la época.7
La relación geográfica, en contraste con la relatoría de esta operación comunitaria de acceso
de agua, abre una crítica sobre la comunidad de Acámbaro, en el sentido de una falta de interés
por el aprovechamiento del curso de agua del río Lerma.8 Datos posteriores ofrecen otra
explicación. Tanto en este caso, como en el de otros pueblos de naturales de la zona, se contaba
con la experiencia y tecnología para el aprovechamiento de corrientes menores de agua,
destinadas para usos domésticos y riego en huertas, bajo un uso intensivo del suelo. Esto fue lo
que se puso en activo, poco después de la fundación, y se buscó ampliar bajo una solicitud
posterior para obtener los remanentes de otra corriente de agua.9 Sin embargo, unos años
después, buscaron realizar y compartir el aprovechamiento del río Lerma, mediante un convenio
con un español, Juan Rodríguez de Figueroa, quien les proporcionó herramientas, recursos y
quizás algunos diseños tecnológicos, bajo el arreglo de compartir el agua en los terrenos de
cultivos que disponían unos y otros.10 Situaciones paralelas las encontraremos para los casos de
los pueblos de Apaseo y de Querétaro.
LOS INICIOS DEL PUEBLO DE QUERÉTARO
Como en la narrativa de Acámbaro, una tradición otomí, reunida y escrita en documentos
que situamos entre fines del siglo XVII e inicios del XVIII, aluden a una fase inicial, donde el
asentamiento original del pueblo de Querétaro se desenvuelve como el colofón de una batalla
espectacular entre chichimecas y otomíes.11 Referencias documentales halladas en época
reciente, nos remiten más bien a la idea de una frontera blanda, donde se manifestó cierta
coexistencia de culturas distintas, chichimeca y otomí. Hacia la década de 1530, se empezó a
insertar de forma paulatina la presencia de algunos españoles, ya fuera encomenderos como
Hernán Pérez de Bocanegra, que actuaron como puntales de los intereses de Nuño de Guzmán,
o bien estancieros que buscaban terrenos más libres para la cría de ganados mayores y
menores.12
A estos datos se puede sumar también el conocimiento y valoración de otra fuente,
representada por una copia de la licencia otorgada en 1537 por el rey Carlos I, para establecer el
asiento del pueblo de Querétaro, considerado importante para la protección de pasajeros y
caminantes. La licencia respondía a la petición planteada por dos caciques otomíes, (don
Nicolás de San Luis y don Bartolomé Ximénez) quienes comprometían la participación de unas
30 familias otomíes. En la respuesta favorable se estipulaba la concesión jurisdiccional sobre un
radio de media legua a la redonda, tomada del punto donde se habría de formar la iglesia o
convento y especificaba que en su espacio se debía comprender además de ejidos y dehesas, “…
dejando sitio en medio y correspondiente para plaza y para labrar sus casas en orden y policía y
Un cabildo canario en América…
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entradas libres y salidas en buena disposición…”.13 Se añadían dos aspectos llamativos: La
aceptación de convivencia entre otomíes y españoles, como integrantes del mismo lugar de
asentamiento, y la prioridad otorgada a los naturales en el aprovechamiento de unos ojos de
agua, que producían una corriente constante para el acceso doméstico, desarrollo de huertas y el
riego adicional de varios terrenos de labor.
La trayectoria reconocible para los años inmediatos posteriores, mostrarían las siguientes
facetas: 1) La ascendencia progresiva de la familia Tapia, de origen otomí, representada en
especial por don Hernando de Tapia, cacique y gobernador en varias ocasiones. Su testamento
registrado en 1571 dará también constancia de la extensa sección de terrenos de labor que llegó
a concentrar y que derivó en sus cinco hijos.14 2) La participación directa de este mismo
personaje en la formación de la infraestructura de acceso y distribución del agua, cuya
tecnología no incluyó todavía la construcción de diques permanentes para retención y
derivación del agua. 3) El establecimiento progresivo de una vecindad española, formada por
estancieros, comerciantes y algunos labradores, que se integraron al espacio urbano, bajo la
preferencia por la adquisición de solares y casas en la plaza y una de las calles que
desembocaban en ella. 4) El crecimiento paulatino del núcleo urbano, a partir del conjunto
formado por el convento franciscano, la plaza, un molino dependiente del común de naturales y
las calles adyacentes. La impronta del pueblo de Querétaro, durante varias décadas posteriores,
fue la de un centro importante en el ámbito comercial, y en el desarrollo ganadero, que alcanzó
a concentrar bajo su control, más de un millón de ovejas.15
LOS INICIOS DE LA VILLA DE CELAYA
Aunque no fue la primera, la villa de Nuestra Señora de la Concepción de Celaya, fue uno de
los casos surgidos en el bajío, bajo la impronta de una base poblacional con labradores
españoles, y representa el ejemplo más notable de un esfuerzo conjunto de la política virreinal, y
de intereses de particulares convergentes en el diseño de un nuevo asentamiento. Unos años
después de los inicios de las villas de San Miguel el Grande y San Felipe, poco antes del año
1570, un conjunto de labradores y estancieros establecidos en el llamado mezquital de Apaseo,
dirigieron una petición formal al virrey en curso, don Martín Enríquez, para establecer una
población y asiento a orillas de dos corrientes de agua. Esta petición parece coincidir con el giro
de las acciones de contención frente a los chichimecas, y contó con la atención especial del
virrey, para atender y establecer los lineamientos del proyecto. Este interés se mostrará en el
envío de dos comisionados sucesivos para definir la viabilidad y los aspectos necesarios para
dar curso a este nuevo asentamiento.
La licencia de la nueva villa se otorgará en 12 de octubre de 1570, bajo la premisa de llegar a
juntar un mínimo de 30 hombres casados, que formaran el núcleo fundacional, con miras a
juntar un mayor componente de familias establecidas en este lugar. Su inicio formal se previó
para el primero de enero de 1571, con la celebración de una misa dedicada al Espíritu Santo, y
la elección de cuatro regidores, quienes escogerían a su vez a dos alcaldes ordinarios. El
conjunto de disposiciones desglosaban tres aspectos principales: 1) La jurisdicción territorial,
comprendida en un radio de 4 leguas a la redonda, con capacidad de atender por las autoridades
nombradas, las causas civiles y criminales, que tocaban a la vecindad de españoles, reservando
al alcalde mayor, las cuestiones relativas a la población de naturales y problemas conjuntos. 2)
La delimitación de las áreas destinadas para cultivo, pastoreo, dehesas y ejidos, con los
señalamientos específicos de los terrenos de cultivo, bajo una propuesta o idea inicial de un
reparto homogéneo de dos caballerías de tierra con capacidad de acceso a riego, o un
equivalente en terrenos de temporal. 3) La obligación de los vecinos de reunir y pagar las
afectaciones a los propietarios de algunas estancias, previamente establecidas, que resultaron
afectadas en el espacio empleado bajo el radio de las 4 leguas otorgadas en su jurisdicción.16
La atención del virrey se prosiguió en años posteriores, al enviar a otro juez comisionado, el
doctor Alonso Martínez, con miras a redefinir el reparto de tierras y verificar a su vez la forma
de distribución del agua, en una de las secciones cuyo riego procedía del río llamado de San
Miguel. Durante varios años posteriores, otra sección de tierras, que esperaba utilizar las aguas
del río de Apaseo, se encontró con una férrea oposición por parte de los naturales de este
XX Coloquio de Historia Canario-Americana
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pueblo, que defendían la prioridad del uso de estas aguas, fundamentado en un acuerdo, suscrito
por las autoridades, con los herederos de Hernán Pérez de Bocanegra. Los testimonios
documentales, ofrecen al respecto dos aspectos también llamativos. 1) El esfuerzo por mantener
una base igualitaria de tierras y de acceso al agua, entre el conjunto de vecinos. 2) La
implementación de una serie de molinos de trigo, como muestra del incremento que se dio el
cultivo del trigo en esta nueva población. La villa de Celaya se convertirá en los años siguientes
en el principal proveedor de trigo a las minas de Zacatecas, Guanajuato y San Luis Potosí, papel
que los diputados de minas de San Luis Potosí, lo quisieron garantizar en 1623, buscando
obligar a los labradores a surtir de trigo a los pobladores de estas minas, no solo de forma
preferencial, sino exclusiva.17
Estos ejemplos, a través de los casos comentados, son indicativos de la promoción realizada
por la política virreinal, en orden al establecimiento de nuevas poblaciones, ya fuera de
componente indígena o con labradores españoles, labor que se manifiesta no solo a través de las
licencias respectivas, sino en el conjunto de acciones que buscaron mantener y solidificar estos
nuevos asentamientos.
LA PERSPECTIVA DEL TERRITORIO DE TEXAS
Varias de las obras que nos remiten una imagen del territorio comprendido entre los ríos
Misissipí y el río Grande del norte, llamado en estos años el territorio de los Texas o Nuevas
Filipinas, son bastante coincidentes en señalar tres tipos de aspectos: 1) La mayor similitud de
este territorio respecto a Europa, en relación al paisaje, clima, presencia de arbolado, corrientes
de agua, subrayando también las condiciones adversas por lluvias, que se generaban en los
meses posteriores al verano. 2) La presencia de muchos y diferentes grupos indígenas, bajo la
denominación de naciones, cuya cohesión mayor parece cifrarse en la lengua, y en una gama de
condiciones de mayor a menor sedentarización. Entre ellos se destacará en especial a la nación
de los Asinais o Texas. 3) Cierta receptividad inicial en la aceptación del control político y
adoctrinamiento religioso, pero poco consistente en su continuidad.
La incursión en estas tierras, objeto de exploraciones incipientes desde el siglo XVI, empezó
a tomar mayor incremento al conocerse el interés y acciones de franceses, no solo en calidad de
exploradores, sino bajo la búsqueda de formar establecimientos formales, a partir de la bahía del
Espíritu Santo.18 Las operaciones promovidas desde la Nueva España dirigidas por Alonso de
León en 1689 y posteriormente por Martín de Alarcón (año 1718) y el marqués de San Miguel
de Aguayo (año 1719), tuvieron como objeto, reconocer y detener los avances de colonizadores
franceses y establecer o consolidar, al menos temporalmente, los pocos puestos que como
presidios y misiones se habían establecido durante esta etapa. En el terreno de las misiones, esta
labor había recaído en los religiosos franciscanos que formaban parte de los colegios de
Propaganda Fide.
La matriz de estos colegios fue el establecido en Querétaro, bajo la advocación de la Santa
Cruz, iniciado en 1682 por obra de fray Antonio de Linaz. Su labor se orientó en principio hacia
el sur de la Nueva España, pero esta proyección fue cambiada a raíz de un decreto expedido en
27 de marzo de 1690, donde se les encomendaba la atención del territorio de Texas y provincias
adyacentes. Según el texto del decreto, el rey se dirigía al virrey de la Nueva España y le
expresaba: “…ha parecido mandaros y ordenaros… encarguéis a la religión de San Francisco,
por mano de su Comisario General que reside en esa ciudad y Reino, vayan a estas conversiones
del Reino de los Texas y a las demás provincias que se dice están adjuntas y confinan con
ellas…”.19 Esta labor se comenzó a cumplir desde el año de 1691, por vía de un grupo de
religiosos encabezado por fray Damián Mazanet, que establecieron las misiones de San
Francisco y la de Jesús María. Los relatos ofrecidos por los cronistas, como Morfi y Espinosa,
mostrarán la intermitencia y dificultades de estas misiones, ante la falta de apoyos económicos y
la retirada parcial del apoyo militar en la zona. Sin embargo, la labor misional creció y para
1715 se reconocen al menos 5 misiones ya establecidas, de las cuales la principal era la inicial
llamada de San Francisco.20 Posteriormente por el año de 1718, se establecieron las de San
Antonio y la de Guadalupe, a orillas del río San Antonio, año también en que se formó el
presidio de San Antonio, también a orillas del citado río.21
Un cabildo canario en América…
327
Las indicaciones y recomendaciones expresadas por los religiosos hacían por estos años
especial énfasis en dos cuestiones: 1) Mantener constantes los apoyos materiales y militares,
ante la amenaza creciente de establecimientos de franceses. 2) La importancia y necesidad de
consolidar la presencia hispana, mediante la promoción y establecimiento de nuevas familias,
que de manera voluntaria, fueran invitadas a establecerse en este territorio. Este aspecto será
especialmente subrayado por fray Isidro Félix de Espinosa, después de un período de estancia
en estas tierras y de regreso al centro, donde dirigió una larga misiva al virrey marqués de
Valero. Entre otras cosas decía: “…Muestra toda esta tierra ser de ricos minerales de que dan
razón los prácticos…descubiertas las minas, [se] facilitará la población de vecinos, que
encarecidamente suplicamos sean de vida ajustada y ninguno forzado o de mal vivir, porque se
transfunden insensiblemente a los nuestros de esta tierra, las buenas o malas operaciones y
costumbres…”.22
Este interés y preocupación llegó por diversas vías a manos del rey de España quien, en
noviembre de 1729, emitió una cédula real, donde por un lado reconocía ya el establecimiento
de 9 misiones y varios presidios, y por otro, lanzaba la promoción para el envío de 400 familias,
200 de Galicia, Canarias o La Habana y otras 200 de la provincia de Tlaxcala, para repartirse y
formar establecimientos en la bahía del Espíritu Santo y las tierras y misiones de los Adais y
Texas. En este mensaje quedaba explícita la idea de formar poblaciones adicionales a las
misiones, cuando decía: “…fundando otra al mismo tiempo con pueblo de españoles y
tlaxcaltecas, a mitad de camino, en uno de los parajes de la Anguila o Nuestra Señora de
Buenavista, por hallarse despoblados los ciento y sesenta y dos leguas que hay de distancia
desde San Antonio a la primera misión de los Texas…23 La concreción de esta promoción la
conocemos solo con respecto a las familias isleñas procedentes de Canarias, sin que se diera
forma a movimientos de incorporación de otras zonas de España y de tlaxcaltecas a este
proyecto. Para el año de 1730, encontraremos noticias de la llegada a la Nueva España, por
Veracruz, de 15 grupos familiares con 48 miembros entre los que se dio el deceso de una mujer
durante su estadía en Cuautitlán y se contaron en adición 4 mozos solteros. La permanencia en
Cuautitlán duró varios meses, posiblemente a espera de proceder a los preparativos del viaje y
juntar los recursos en víveres, animales y materiales para la instalación en el lugar de destino.
No sabemos cómo ni cuándo, pero el lugar escogido para destino fue en las cercanías del
presidio de San Antonio de Béjar, y se le encomendó en especial al capitán Juan Antonio Pérez
de Almazán,24 estar presente y llevar a cabo y registrar todos los pasos correspondientes al
establecimiento de estas familias isleñas, cuyo periplo viajero a tierras texanas se debió
culminar entre los meses de febrero e inicios de marzo de 1731.
LA FUNDACIÓN DE LA VILLA DE SAN FERNANDO DE BÉJAR
De acuerdo con las indicaciones y órdenes provistas por el entonces gobernador de la
provincia de Texas, don Juan Antonio Bustillos, el conjunto de medidas que se desglosaron
durante los primeros meses de estancia, bajo el establecimiento provisional en las instalaciones
del presidio de San Antonio, se orientaron a tres tipos de operaciones: 1) Las que se ocuparon
entre 9 de marzo y primeros días de julio de 1731, con miras a establecer unos cultivos de
emergencia. 2) Las que se siguieron durante el mes de julio de 1731, bajo la elección y
reconocimiento del lugar, medida del espacio para villa, así como tierras de cultivo, eriazas y
pastizales y el reparto inicial de las aguas del llamado arroyo de San Pedro. 3) El
reconocimiento en lo particular de todos los componentes isleños bajo la condición de
“hijosdalgo” y el nombramiento de autoridades con lo que se daba forma al Ayuntamiento o
Cabildo de la nueva población de San Fernando de Béjar. Este reconocimiento y las diligencias
de nombramientos se dieron en el día 19 de julio de 1731.
A partir del día 12 de marzo de 1731, se encomendó a las familias proceder al cultivo
emergente de siembras de maíz, sin establecer todavía medidas o incurrir en tomas de posesión.
Para este efecto se hizo una entrega provisional de terrenos y para fecha de 30 de marzo se había
procedido a poner bajo cultivo 22 fanegas de maíz, y en corta cantidad, algunas siembras de
frijol, cebada, algodón, chile, melones, sandía, calabazas y hortalizas. Todo ello indica que se
XX Coloquio de Historia Canario-Americana
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llevaban semillas y se contaba con el utillaje inicial para estas labores, pero parece que el año en
curso no fue muy propicio por la escasez de lluvias.
La segunda etapa, que se inició por el mes de julio, es la que presente el mayor detalle
descriptivo, con todos los pasos realizados en torno a las mediciones de terrenos para el lugar de
la villa, cuadras, solares, espacios para ejido, dehesas y pastos, terrenos para cultivo con
regadío, terrenos de monte pero con capacidad para cultivos, espacios de pastoreo, medición y
reparto del agua, con previsión para futuros pobladores y la toma de posesión de todo el espacio
jurisdiccional que formaba parte de la villa. En este mismo lapso de tiempo tendrá lugar la
elección de autoridades: regidores, alcaldes ordinarios, alguacil mayor, escribano del Concejo y
mayordomo de Propios.
Las indicaciones establecidas por el gobernador de la provincia de Texas, don Juan Antonio
Bustillo y Bustamante, habían definido a través de un despacho emitido en 1730, la forma en
que se debía proceder en las medidas de la plaza, cuadras, y terrenos. Para la plaza establecía
formar un cuadrado de 240 pies por lado,25 desde donde se formarían 12 cuadras por cada lado.
La ejecución de estas previsiones se llevaron a cabo en fecha 2 de julio, con base en un mapa y
estableciendo unas medidas diferentes: Para la plaza se midieron 200 varas de largo por 133 1/3
de ancho, marcando las bocacalles con un claro de 13 1/3 de varas, y con las esquinas que
miraban a cada uno de los puntos cardinales.26 Se prosiguió el 4 de julio, con la medida de las
cuadras, señalando a cada una 240 pies por cada lienzo, o bien 80 varas de lado, menos las que
se situaron a los lados de las Casa Reales, para las que se midió un largo de 100 varas. El día 6
correspondió a la medida del ejido, inmediato al lugar de la villa, destinando el espacio
consiguiente para las cuadras a razón de 2.186 varas por cada rumbo, excepto al sudeste, donde
no era factible, por lo que sustituyó con varas adicionales en los otros tres rumbos y se prosiguió
con las de las dedicadas a dehesas y pastos. Del total de las tierras para ejido, se consideró a su
vez, que 1/5 parte quedara como parte de los Propios de la villa. El día 8 se pasó a medir las
tierras de labor con regadío, estimando la disponibilidad de unas 8 caballerías, comprendidas
entre el río de San Antonio y el arroyo que se llamará después de San Pedro.
Una vez que se procedió a estas estimaciones de conjunto, se pasó a establecer y entregar los
espacios más específicos de solares y terrenos para las 15 familias y los mozos. Se describía al
respecto, la forma de otorgamiento de la posesión de los solares: “…paseándolos a cada uno de
por sí del brazo derecho, por toda la cuadra y sitio que le ha cabido, y diciendo yo, el dicho juez
en altas e inteligibles voces”, sean ustedes testigos en nombre de Su Majestad (que Dios
guarde), le doy posesión real y personal a… “y en señal de ser verdadera, arrancó tierra y yerba
y la tiró por todos vientos…”.27 Igualmente se procedió al sorteo y entrega formal de las tierras
de labor de regadío, sobre una división de 16 suertes,28 con la referencia solo de la medida de su
ancho, con 105 varas, (posteriormente se indicará que fueron de 120 varas) mientras que su
largo se indicaba eran las distancias irregulares que había entre el arroyo de san Pedro y el río de
San Antonio. En esta sección, el número de suertes correspondió estrictamente al número de
familias con los mozos, sin especificar de dónde se adoptarían nuevos terrenos de riego, en caso
de atraer nuevos vecinos.
Resulta también llamativa la forma en que se procedió respecto del agua. En fecha 13 de
julio, se procedió a la respectiva medición de la cantidad procedente de los ojos del arroyo,
calculando para aquel momento, una medida equivalente a un buey de agua.29 De este volumen,
se destinaría 1/5 parte para Propios de la villa y se estimaban disponer 2/5 partes para mercenar
a los futuros vecinos que se integraran posteriormente a la villa. La disposición restante (que
estimo en otros 2/5) daría lugar al reparto de un día completo de agua por cada familia y adición
de mozos (con una secuencia de 16 días) y se dejarían 4 días para Propios de la villa, de forma
que se tendría un turno completo de 24 horas, cada 20 días.30 Este referente nos indica que se
pensaba en cultivos como trigo o maíz, pues los cultivos de huerta por lo común requerían de
riego en varios meses por espacios menores a quince días.
Poco después se procedía a la constitución formal del Cabildo con el nombramiento de
autoridades, acto que fue precedido por la declaratoria de hijosdalgo. Esta declaratoria respondía
al cumplimiento de lo establecido en la ley sexta, titulo sexto del libro cuarto de la Recopilación
de Indias, según el siguiente texto: “…por honrar las personas, hijos y descendientes legítimos
de los que se obligan a hacer población, y la hubieren acabado y cumplido su asiento, les
Un cabildo canario en América…
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hacemos hijos de algo de solar conocido, para que en aquella población y otras cualesquier
partes de las Indias, sean hijos de algo y personas de noble linaje y solar conocido… y les
concedemos las honras y preeminencias que deben haber y gozar todos los hijosdalgo y
caballeros de estos reinos de Castilla…”.31 Para este efecto se hizo el reconocimiento y reseña
de todos los que participaron en esta aventura poblacional, nombrando los datos específicos de
55 participantes, y haciendo el acto formal, por el cual el citado capitán Juan Antonio Pérez de
Almazán expresaba: “…declaro a todas las quince familias isleñas, hasta el número de cincuenta
y cinco personas expresadas, que constan en la reseña y lista antecedente, desde ahora para
siempre jamás, así a los expresados, como a todos los que de todos los dichos procedieren por
legítima descendencia, por tales hijosdalgo de solar conocido… y por tales sean habidos y
tenidos y se les conceden todas las honras y preeminencias… según fueros y leyes de
España…”.32
En la misma fecha de este acto, 19 de julio de 1731, el capitán don Juan Antonio Pérez de
Almazán, en virtud de la facultad que tenía expedida por parte del virrey marqués de Casafuerte
procedió a la designación y correspondiente nombramiento de:
— Regidor Primero, en Juan Leal Goraz, persona de las “principales de las quince familias”.
— Regidor Segundo, en Juan Curbeló, en quien concurrían “calidad y suficiencia”.
— Regidor Tercero, en Antonio Santos, en quien concurren “calidad y suficiencia”.
— Regidor Cuarto, en Salvador Rodríguez, “persona de las principales”.
— Regidor quinto en Manuel de Nis, “persona de las principales”.
— Regidor sexto, en Juan Leal Alvarez, en quien concurría “calidad y suficiencia”.
— Alguacil Mayor, en Vicente Alvarez Travieso, en quien concurría “calidad y suficiencia”.
— Escribano de Concejo y Público, en Francisco de Arocha, como una “de las principales
personas”.
— Mayordomo de Propios, en Antonio Rodríguez, también una de “las personas
principales”.
Todos ellos, a su vez, “estando juntos y congregados, según se usa y acostumbra en todas las
ciudades y villas de esta Nueva España,… propusieron libremente… por la inopia de sujetos y
personas que elegir, entre dichas familias, sin proponerse ninguno de dichos regidores a si
mismos…”,33 para el cargo y función de alcaldes ordinarios. Para este efecto se nombraron a
dos personas: Juan Leal Goraz y Juan Curbeló para alcalde de primer voto y a Salvador
Rodríguez y Manuel de Nis para alcalde de segundo voto, quedando elegidos respectivamente
los dos primeros nominados. Con ello quedaba constituido el Cabildo y el capitán terminó este
acto con la entrega de insignias y de la vara para administración de justicia, firmando los
capitulares que supieron escribir.
La trayectoria posterior tendrá como un primer escollo el pleito abierto por parte de fray
Gabriel de Vergara, como presidente de las nuevas reducciones del río de San Antonio, en
defensa de los volúmenes de agua que gozaban hasta entonces y que esperaban mantener a
futuro. Este volumen parece limitado por las adjudicaciones que los nuevos vecinos hicieron
respecto del arroyo de San Pedro. Religiosos y nuevos vecinos miraban no solo la situación
inmediata. Incidían sobre todo en las condiciones del respectivo crecimiento no muy lejano, que
misiones y nueva villa habían previsto hacia un futuro. El escrito de fray Gabriel Vergara
asumió una larga argumentación bajo la que se planteaba desde la prioridad en el
establecimiento, a los derechos correspondientes a las reducciones formadas y proyectadas
como puntales en la línea de avance de esta frontera, hasta las condiciones de crecimiento
previstas para todo el conjunto de misiones situadas a orillas del río San Antonio. La defensa de
la nueva villa, a través de sus nuevas autoridades, adujo simplemente las prerrogativas que
disponían como población y cumplimiento de las necesidades para el sostenimiento presente y
futuro de sus vecinos.
A la fecha de 11 de diciembre de 1731, el parecer de un auditor, dirigida al virrey, expresaba
dos cuestiones centrales a tomar en cuenta: a) La necesidad de sumar esfuerzos bajo la mutua
protección que representaban respectivamente las misiones, el presidio y la nueva villa. b) Ante
la imposibilidad de disponer en exclusividad los volúmenes de agua del río y arroyo, se debía
XX Coloquio de Historia Canario-Americana
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proceder al reparto del agua por tandas “…para que todos sucesivamente puedan gozarlas y
regar sus tierras…de forma que se les señalen horas de tiempo que cada uno ha de menester… y
pasadas esas horas dejen correr el agua para el riego de las otras…”.34
Este desarrollo enumerativo de pasos que tuvieron lugar entre los años de 1730 y 1731, nos
ofrece de esta forma una relatoría muy detallada de todo el proceso seguido bajo el registro que
le fue pedido llevar a cabo al capitán don Juan Antonio Pérez de Almazán. Como tal, los pasos
debieron seguir los procesos similares que se ofrecieron en fundaciones previas, llevadas a cabo
en el territorio del bajío desde la década de 1530 y proseguida a lo largo del siglo XVI, donde las
licencias de fundación expresaban en una forma genérica los elementos básicos que se debían
seguir. Estos elementos, como hemos seguido, correspondían desde la elección del lugar, a la
constitución de autoridades, delimitación del espacio jurisdiccional, formación del espacio
urbano, reparto de solares y tierras y como un componente constante en estos espacios, las
medidas adoptadas para la disposición y reparto del agua, con miras tanto al suministro para
usos domésticos como para el riego de huertas y labores, ya fuera en forma de cultivos
intensivos (producción principalmente hortícola) o de cultivos extensivos dedicados con
preferencia a cereales. Respondían en gran medida a las características expuestas por Solano
para el conjunto del medio novohispano.35
Un segundo aspecto de complejidad que nos manifiestan esta serie de casos, tuvo que ver
con las diferentes experiencias y experimentos de formar conjugar poblaciones y vecindades de
trayectoria previa muy diferente, bajo el propósito de conjugar y trasminar en otros pobladores
la experiencia y costumbres ya adquiridas. Para el bajío, este terreno experimental se llevó a
cabo para fraguar formas de transmisión cultural desde las sociedades de tradición sedentaria,
hacia las diferentes experiencias de tradición nómada o seminómada que formaban parte de
aquella frontera. Para el territorio texano, esta experiencia, forjada y llevada principalmente por
parte de las misiones, quedaba enmarcada también en la amenaza de nuevos colonizadores
competitivos, representados por las avanzadas francesas interesadas en el establecimiento al sur
del río Misissipi. La promoción de nuevas poblaciones, con el conjunto de honores y
prerrogativas a las que estuvieron adscritas, formará parte de estas experiencias, que bajo
nuevas condiciones seguirán presentes en situaciones temporalmente muy cercanas.
Un cabildo canario en América…
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BIBLIOGRAFÍA
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VÁZQUEZ DE ESPINOSA, Fr. A. (1944). Descripción de la Nueva España en el siglo XVII, México: Editorial
Patria.
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NOTAS
1 BRADING (1988). pp. 49-51.
2 NALDA (1996).
3 BRADING (1988). p. 53.
4 POWELL (1977). pp. 32-46 y 149-164.
5 POWELL (1980).
6 ACUÑA (1987). pp. 50-72. La relación geográfica de Acámbaro forma parte de la relación de Celaya.
7 BEAUMONT (1932). pp. 298-306.
8 ACUÑA (1987). p. 65.
9 A.G.N. Tierras, vol. 2680, Exp. 29.
10 A.G.N. Tierras, vol. 80, Exp. 2, fojas 84r-91r.
11 Una de estas versiones fue recogida por Rafael Ayala Echávarri y la publicó bajo el título de “Relación histórica
de la conquista de Querétaro” (1948). Sus características fueron asumidas por la Crónica de fray Isidro Félix de
Espinosa, con la que abre su obra sobre los Colegios de Propaganda Fide, (1997).
12 ACUÑA (1987). pp. 207-248.
13 Periódico Oficial, La Sombra de Arteaga, año XXVI, núm. 18, (23-V-1892), pp. 287-290.
14 RAMÍREZ (1997). pp. 144-148.
15 VÁZQUEZ DE ESPINOSA (1944). pp. 160-162.
16 A.G.N. Tierras, vol. 674, Exp. 1, fojas 45r-48r.
17 A.G.N. Indiferente Virreinal, Caja 3314, Exp. 2.
18 MORFI (2010). pp. 81-93.
19 A.G.N. Reales cédulas originales, vol. 23, Exp. 30, foja 126v.
20 Las otras misiones se conocían bajo los nombres de la Purísima Concepción, establecida entre los Asinais; la de
Nuestra Señora de Guadalupe, entre la nación Nacodochi; la de la Santísima Virgen de los Dolores, entre los
indios Adays; y la de San Miguel, que era la más cercana a los establecimientos franceses.
21 MORFI (2010). p. 119.
22 ESPINOSA (1997). p. 455 y A.G.N. Provincias Internas, vol. 181, foja 412v.
23 A.G.N. Reales cédulas originales, vol. 71, fojas 284v-285r. El documento en fojas 283r-286v.
24 Consta una relación de méritos y servicios de don Fernando Pérez de Almazán, bajo su calidad de gobernador y
capitán general que fue del presidio de San Antonio de Béjar, nombrado por el virrey marqués de Valero en 1722.
Posiblemente el citado capitán Juan Antonio Pérez de Almazán fuera su hijo. A.G.I. Indiferente, 144, n. 72
25 Se considera que 3 pies = una vara. La nueva medida efectuada en 1731 representaba cerca de “600 pies
geométricos” de largo, es decir, una medida casi tres veces mayor.
26 Todo el desarrollo de operaciones se presentan en A.G.N. Provincias Internas, vol. 163, fojas 130r-170v. Solo
haré algunas indicaciones precisas de fojas para referirme a ciertas acciones o medidas específicas. Las
correspondientes a la plaza se pueden consultar en fojas 143r-143v.
27 A.G.N. Provincias internas, vol. 163, Exp. 3, foja 156r.
28 Se consideraron 16, por las 15 familias y una adicional que se entregaría a los mozos solteros.
29 Medida que se toma como equivalente a la salida por un orificio de una vara por cada lado. Se considera que
produce 159 litros por segundo en un terreno de baja inclinación y comprendía el equivalente a 48 surcos de
agua. ROBELO (1997).
30 A.G.N. Provincias Internas, vol. 163, Exp. 3, fojas 163r-164r.
31 A.G.N. Provincias Internas, vol. 32, Exp. 11, foja 289v.
32 A.G.N. Provincias Internas, vol. 32, Exp. 11, foja 298r.
33 A.G.N. Provincias Internas, vol.32, Exp. 11, foja 307r.
34 A.G.N. Provincias Internas, vol. 163, Exp. 3, fojas 122r-122v.
35 SOLANO (1990).