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LA TÉCNICA DEL TEÑIDO EN LA GRAN CANARIA
PREHISPÁNICA: UNA VISIÓN DESDE LA
ARQUEOLOGÍA EXPERIMENTAL
DEYING TECHIQUE IN PREHISPANIC GRAN CANARIA:
A VIEW FROM EXPERIMENTAL ARCHEOLOGY
Nilia Bañares Baudet
Daniel Becerra Romero
RESUMEN
La práctica del teñido se mantuvo
prácticamente sin cambios hasta finales
del s. XIX cuando el descubrimiento de
las anilinas químicas modificó y simpli-ficó
su proceso. No obstante, al tratarse
de una situación relativamente reciente
aún pueden rastrearse algunos de los
antiguos métodos de tintado, las fases
previas y los materiales necesarios para
la adquisición del color. Pese a centrar-nos
en Gran Canaria hemos dirigido
también nuestra vista hacia las tierras
norteafricanas pues aún, al menos hasta
la década de los setenta del siglo XX,
continuaban vigentes muchos de estos
hábitos tintóreos que se asemejan mu-cho
a los que se practicaban aquí.
La unión de datos de carácter antro-pológico,
histórico y arqueológico nos
ha resultado de gran ayuda en nuestro
intento de reproducir los métodos y
procesos referidos, cuyos primeros re-
ABSTRACT
The practice of dyeing leather and plant
fibre remained nearly unchanged until
the end of the XIX century, when the
discovery of chemical anilines modified
and simplified the process. However as
this is a relatively recent situation, some
of the old methods of dyeing, previous
phases and materials needed to acquire
colour can still be traced.
Although we have focused our study in
Gran Canaria, we have also turned our
attention to lands in Northern Africa
because, even now, at least until late in
the 70´s of the XX century, many of
these habits of dyeing, that are very
similar to those that were practiced in
Gran Canaria, are still alive.
The combination of anthropological,
historical and archaeological data that
have been discovered, have been helpful
for our attempt to replicate the methods
and processes referred, whose first fin-
Nilia Bañares Baudet: Fundación para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía Canaria.
E-mail: nilia@telefonica.net
Daniel Becerra Romero: Universidad Nacional de Educación a Distancia. Centro Asociado de
Las Palmas. C/Luis Doreste Silva nº 101, 4ºplanta. 35004, Las Palmas de Gran Canaria. E-mail:
dbecerra@las-palmas.uned.es
La técnica del teñido…
1455
sultados ofrecemos ahora a la comuni-dad
científica.
PALABRAS CLAVE: tintes, color, berebe-res,
prehistoria de Canarias, antropolo-gía.
dings we offer now to the scientific
community.
KEYWORDS: dye, color, berbers, pre-history
of the Canary islands, anthro-pology.
Una de las dificultades que solemos encontrarnos a la hora de estudiar los
restos materiales de los seres humanos en un yacimiento arqueológico es
analizar y reconstruir la tecnología que los creó, un aspecto fundamental que
por diferentes motivos no siempre resulta factible. No ocurre así en el caso
del archipiélago canario donde existen excelentes trabajos centrados en la
reconstrucción del proceso de la elaboración de la cerámica con las técnicas
aborígenes, de la talla de la industria lítica y del trabajo de la piel, por citar
algunos de ellos. En la anterior edición de estos Coloquios examinamos los
distintos recursos tintóreos en el pasado aborigen1 y en esta ocasión el obje-tivo
de nuestra propuesta se centra —como avanzábamos en aquella oportu-nidad—
en el intento de reconstrucción de las técnicas que harían posible los
procesos de tinción.
Las crónicas y demás relatos de la conquista y la historia de Canarias son
verdaderamente parcos en este tipo de datos. Por este motivo y evaluadas las
dificultades de semejante proyecto decidimos volcar toda nuestra atención en
Gran Canaria, la isla sobre la que existe un mayor número de referencias
escritas. No obstante, rápidamente tuvimos la ocasión de comprobar cómo
una vez más los tiempos de la naturaleza ni son los mismos ni se correspon-den
con los de los procesos de la investigación. La lentitud de los trabajos,
los éxitos pero también los fracasos, si bien nos enseñaron el camino a seguir
también nos impidieron realizar todas las pruebas que nos hubiese gustado
llevar a cabo en el marco del tiempo estipulado. Aún así se trata de una línea
de investigación que ahonda en la relación existente entre saber tradicional y
conocimiento arqueológico que puede ofrecer nuevas vías de interpretación a
la hora de estudiar el pasado de las islas.
Todo ello motivó que muy pronto comprendiésemos que los tres colores
que en principio pretendíamos reproducir: el anaranjado, el amarillo y el ro-jizo,
finalmente se redujeran a los dos últimos. Ambos tonos ya se recogen
en el relato de Boccacio de 1341:
Se habla con ellos por gestos y también responden por gestos,
como los mudos. Se respetan mutuamente, pero tienen una defe-rencia
especial hacia uno; este tiene bragas de palma y los otros
tres las tienen teñidas de amarillo y rojo2.
XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
1456
Nuestros esfuerzos se centraron en un primer momento en la localización
de los materiales necesarios para poder realizar los trabajos correctamente.
En este sentido si quisiéramos estudiar el proceso de creación, la técnica, la
forma, la utilidad, la funcionalidad… de una pieza de cerámica, en definitiva
los secretos del barro, acudiríamos a un ceramista, para analizar todos aque-llos
elementos y aspectos relacionados con el mundo de las tinciones vegeta-les
deberíamos hacer lo propio con alguien vinculado a ese mundo. Así, la
experiencia y el saber recopilados durante los muchos años dedicados a este
oficio de uno de los firmantes, Nilia Bañares, artesana profesional, resultó
fundamental.
En nuestra anterior intervención examinamos las fuentes bibliográficas
existentes tanto para el norte de África como para el mundo isleño3, por lo
que una vez realizado el vaciado de las mismas nos encontramos con varias
fórmulas posibles para la reproducción de las antiguas técnicas. De acuerdo
con las crónicas de la conquista y los restos arqueológicos depositados tanto
en el Museo Canario de la ciudad de Las Palmas como en el Museo de La
Fortaleza en el municipio de Santa Lucia se seleccionaron como fibras vege-tales
el junco y la hoja de palma, mientras que para los trabajos en cuero se
utilizó la piel de cabra (foto 1).
Foto 1. Faldellín realizado con junco y hoja de palma. Museo de La Fortaleza (Santa Lucía).
Fotografía de los autores. 2004.
La técnica del teñido…
1457
Los canarios tenían entre ellos oficiales de hacer casas debajo y
encima de la tierra, carpinteros, sogueros que trabajaban con yer-bas
y con hojas de palma y preparaban las pieles para vestidos. La
mayor parte de estos oficios los hacían las mujeres, así como la
pintura, no de figuras humanas ni de animales, como se usa entre
nosotros, sino trabajos para hermosear el interior de las casas y
adornarlas4.
LAS ESPECIES TINTÓREAS
Llegados a este punto surgió el primer problema: la obtención de las
especies botánicas para tintar. Algunas no representaron ninguna dificultad,
caso de la corteza de pino canario (Pinus canariensis C. Sm. ex DC. in
Buch), la sangre de drago (Dracaena draco L.), la raíz de la rubia (Rubia
fruticosa Aiton), más conocida como tasaigo, y la corteza y hojas del
zumaque (Rhus coriaria L.). Todas ellas bien conocidas y presentes en la
isla, en algún caso hasta en forma de fitotopónimos populares. Desde el más
cercano de Las Palmas de Gran Canaria a otros como el Dragonal en Santa
Brígida o el Zumacal en Firgas que nos vinculan a un pasado botánico casi
desaparecido y que remiten a otros espacios como Tabaibales, El Gamonal,
El Juncal o el Escobonal. Casi como una premonición del futuro que nos
aguarda, desafortunadamente, no pudimos utilizar la gualda (Reseda luteola
L.) dado que durante el tiempo que duró la fase de trabajo de campo
—durante los meses finales de la primavera y el verano de 2009 y 2010— no
se localizó ningún ejemplar. Los ensayos con esta especie quedan por tanto
pendiente de estudio. Por último también se empleó lo que en un principio
creímos era Pisolithus tinctorius (Mich.: Pers.) Coker&Couch, dado que se
trata de un tipo de hongo cosmopolita muy conocido en el territorio isleño y
que hasta la fecha según los biólogos consultados no ofrecían ningún tipo de
duda al respecto. Incluso así aparece inscrito en la lista de especies silvestres
de Canarias. Como ya comentamos en nuestra aportación anterior5, este
hongo se ha usado tradicionalmente para obtener una coloración de tonos
amarillentos. Sin embargo, nuestra sorpresa vino por el hecho de que no
lográbamos más que tonos marronáceos. Puesto que todos los informes y
referencias escritas que habíamos consultado lo vinculaban con el primero
de los colores mencionados y que la fórmula para su preparación no llevaba
aparejada ninguna dificultad técnica, nos planteamos a modo de hipótesis
que la muestra recolectada se tratase de una especie diferente. En este
sentido quizás podría haber sido introducida con la llegada de eucaliptos
(Eucalyptus camaldulensis Dehnh. y E. globulus Labill.) procedentes de
Australia, como sabemos ha ocurrido también en la Península6. También
debemos de añadir un reciente estudio que revela la existencia de al menos
XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
1458
cinco especies diferentes en el cercano territorio marroquí7 cuando antaño se
consideraba una sola. Se abre así una línea de investigación que abre las
puertas a revisar este grupo fungico y que deberá en un futuro determinar las
especies presentes en la isla. La otra explicación posible, es decir, que todos
los informes y las noticias consultadas que se remontan a los últimos cien
años fueran incorrectas, no nos parecía viable (foto 2).
Foto 2. Pisolithus sp. Fotografía de los autores. 2010.
A todo lo expuesto hasta ahora debemos comentar que en el momento de
redactar estas líneas se han localizado muestras de un tipo de pisolithus que a
nivel macroscópico es claramente diferente al que se empleó durante la fase
de laboratorio y cuyas esporas presentan una coloración claramente amari-llenta.
Por tanto al igual que con la gualda queda pendiente para un futuro
que esperamos cercano ofrecer a la comunidad científica los resultados obte-nidos
del estudio y las prácticas realizadas con estos ejemplares.
El segundo problema al que nos enfrentamos surgió al utilizar los mor-dientes
para fijar el color. Se recurrió a la sal marina, la orina corrompida y a
la ceniza procedente de carbón vegetal, cuyos principios activos son el
amoniaco y la potasa respectivamente. Todos ellos no tendrían ningún secre-to
ni ningún tipo de problema en obtenerse en el pasado isleño. Ahora bien,
la complicación llegó con el mineral de alumbre, un componente de natu-raleza
salina, que aparece prácticamente en todos los recetarios nortea-fricanos
consultados (foto 3). La antigüedad de su uso está constatada desde
La técnica del teñido…
1459
época romana y por este motivo nos planteamos que podría haber sido
utilizado con la misma finalidad por los aborígenes. De hecho el conocido
humanista J. Viera y Clavijo recoge en la segunda mitad del s. XVIII en su
Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias su presencia para las
islas de Lanzarote, La Palma y especialmente Tenerife. A estos datos confir-mados
recientemente para “la isla de los volcanes”8, se añadía la posible
presencia de este tipo de material en el Museo Canario. Sin embargo el
examen preliminar de parte de los restos líticos de varios yacimientos
arqueológicos depositados en dicha institución, unido a la falta de evidencias
claras de depósitos de este mineral en la isla nos hizo dejar en suspenso esta
línea de investigación en lo que respecta a Gran Canaria. No obstante se
hicieron pruebas con este mineral de las que nos ocuparemos más adelante.
Foto 3. Muestra de alumbre. Desde hace siglos se utiliza como mordiente
para fijar los colores. Fotografía de los autores. 2010.
Un tercer problema que nos surgió se encuentra relacionado con las
cantidades necesarias de raíces, cortezas, hojas… para elaborar el tinte.
Como referente tomamos los datos procedentes del mundo bereber norteafri-cano
y sobre esa base se probaron además distintos pesos y medidas. Este
hecho reveló que son necesarias grandes cantidades de material para elaborar
un colorido de tonos vivos. En caso contrario si bien se produce el tintado
los resultados son mucho más apagados.
XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
1460
Además, con el objetivo de reproducir lo más fielmente posible las
antiguas técnicas de tinción las fechas escogidas para realizar el trabajo de
campo —antes del verano— así como para el inicio de las pruebas están jus-tificadas
en los datos que aporta el franciscano J. Abreu Galindo (1602),
cuando afirmaba que era precisamente por esas fechas cuando los antiguos
canarios recogían los materiales necesarios para esta labor: “El verano tenían
cuidado de coger las flores, para sus tintas a sus costuras”9. No solo porque
fructifican en estos momentos varias de las especies imprescindibles como la
gualda o las rubiáceas, sino también porque con total seguridad los tiempos
de secado se verían afectados en caso de realizarse en invierno, con una tem-peratura
y humedad ambiental diferentes. Lo mismo podemos decir de la
recogida de los juncos que hasta hace pocos años aún se realizaba en los
meses de julio y agosto, tanto en el territorio isleño como en el norteafricano.
A pesar de que tradicionalmente los procesos de tinción se realizan en
caliente, es decir, con agua hirviendo, lo que permite que la fibra se abra y
penetre el color en la pieza, con el objetivo de estudiar si había algún cambio
en los procesos en frío también se realizaron pruebas en este sentido. Los re-sultados
obtenidos respondieron a los esperado salvo en la sangre de drago
que resultaron muy relevantes. Aspecto que nos lleva al último problema al
que tuvimos que hacer frente y que no pudimos resolver por cuestiones
obvias, el tipo de agua que se emplearía en el pasado. De sobras sabemos
que existen aguas más duras que otras, cuyo exceso de cal o salinidad pue-den
alterar la composición físico-química de un tinte. Como apuntábamos en
nuestra anterior intervención quizás las nuevas tecnologías nos ayuden a des-velar
este tipo de inconvenientes propios de los procesos de experimentación.
El trabajo con el junco nos deparó algunas sorpresas. En los años ochenta
el Dr. Arnoldo Santos identificó los restos que se encuentran en el Museo
Canario como pertenecientes a la especie Holoschoenus vulgaris Link10 (foto
4). Sin embargo, en la lista de especies silvestres de Canarias aparece como
una especie probablemente introducida que se encuentra en varias islas bajo
la denominación de H. ssp. globiferus (L. f) Husn, englobada dentro del
género de las ciperáceas. En un principio supuso algunos problemas durante
la fase de recolección de las muestras propiciado por su semejanza externa
con el junco común (Juncus acutus L.), a lo que se añadía que los infor-mantes
de las diferentes zonas que visitamos nos remitían en varias ocasio-nes
al junco marino (Juncus effusus L.) de manera genérica, cuando el que
verdaderamente buscábamos era el junco manso también conocido como de
vaca11. Una vez solucionado este tema la pregunta entonces que nos surge es
¿en qué momento aparece en las islas? ¿acompañó a sus primeros habitantes
como parte del material procedente de su lugar de origen o se introduce
posteriormente?
La técnica del teñido…
1461
Foto 4. Scirpus holoschoenus ssp. globiferus (L. f) Husn.
Llama la atención el hecho de que los textos relacionados con la con-quista
y la historia de la isla recojan que: “Las mujeres hasían esteras de
juncos majados y curados para se cubrir y para colchones como está dicho,
que éste era su ordinario exersisio, como entre nosotros lo es el hilar y
labrar”12. Los estudios antropológicos del s. XX en el ámbito norteafricano y
el isleño recogen de manera unívoca que salvo casos puntuales como los
Beni Snous o Boutaleb (Argelia)13 este tipo de trabajo de recolección, secado
y manipulación al menos desde el s. XX se trata de una actividad ligada al
ámbito masculino que se iniciaría con la siega14. Por este motivo quizás esta-ríamos
ante un caso de apropiación de parte del trabajo femenino por los
hombres, en un acto semejante al tatuaje en el área norteafricana15, especial-mente
cuando sabemos que tradicionalmente la imagen de la mujer nortea-fricana,
a semejanza de la que se desprende de las crónicas, es la de una
mujer que participaba muy activamente en buena parte de las actividades
agrícolas, artesanales…16
XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
1462
TRATAMIENTO DE LOS MATERIALES
Regresando al tema que nos ocupa una vez recolectado el junco, proce-dimos
a su preparación para la fase de secado (foto 5). Cabe señalar que hay
que secarlo muy bien, golpeándolo, es decir, majándolo con un objeto de
madera, para que expulse todo el líquido acumulado, pues rápidamente se
embebe de agua una vez se lo sumerge en el tinte. Este efecto de aplas-tamiento
se puede observar por ejemplo en los materiales depositados en el
Museo Canario (foto 6).
Foto 5. Muestra del proceso de secado del junco. Fotografía de los autores. 2010.
Foto 6. Estera de junco procedente de Acusa, Gran Canaria. Museo Canario (Las Palmas de
Gran Canaria). Fotografía de los autores. 2010.
La técnica del teñido…
1463
Las hojas de palmera (Phoenix canariensis Chabaud) se recolectaron y se
secaron sin ningún procedimiento predeterminado.
Respecto al tratamiento previo, necesario para el tintado de la piel, se
recurrió a una fórmula tradicional del ámbito bereber del sur de Túnez, desti-nada
a la preparación de los odres17. En primer lugar a la piel fresca se le
extrajo parte del pelo, dejando otra sin rasurar con el objetivo de estudiar si
había algún cambio significativo. Se ajustaría así a lo expresado en la obra
de Abreu Galindo:
El vestido de los canarios era unos toneletes hechos de juncos
majados muy juntos al cuerpo y tejidos que llegaban a la rodilla, y
ceñíanlo por la cintura, y después se echaban encima unos pellejos
cosidos muy primorosamente, que llamaban tamarcos, en verano el
pelo afuera, y en invierno, adentro (…); y los tamarcos y toneletes
y demás vestidos eran pintados de diversos colores de tintas que
hacían de flores y yerbas18.
Una vez extraído y eliminado cualquier resto de suciedad introdujimos la
piel en una mezcla de harina de cebada tostada y abundante sal con objeto de
terminar de prepararla para su posterior curtido con zumaque (foto 7).
Foto 7. Muestra del proceso de tintado de la piel. Fotografía de los autores. 2010.
Con objeto de evitar cualquier influencia externa a la hora de preparar los
diferentes tintes, los materiales empleados para su cocción fueron ollas de
cerámica y metal específicamente confeccionados para este fin.
XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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METODOLOGÍA Y RESULTADOS
Rubia fruticosa
En primer lugar tras recolectar las raíces y las hojas se procedió a secarlas
y trocearlas. En segundo lugar se pusieron en remojo durante veinticuatro
horas para que fueran soltando el tinte. Cabe señalar la elevada potencia del
tinte procedente del ejemplar que se empleó, debido muy posiblemente —en
términos biológicos— a su avanzada edad. Una vez trituradas y convertidas
en polvo se realizaron pruebas tanto en frío como en caliente sobre la piel de
cabra, sobre el junco y la hoja de palma (foto 8).
Foto 8. Muestra del proceso de preparación del tinte con tasaigo.
Fotografía de los autores. 2010.
Los resultados obtenidos en caliente se ajustaron a lo esperado, es decir,
todos los materiales se tiñeron claramente de ese color rojizo que recoge He-ródoto
(IV, 189, 2) y se aprecia perfectamente en la cara interna de la capa
de cuero que llevaban los antiguos canarios, según los dibujos de Torriani.
Previamente habíamos realizado pruebas sobre junco y piel con alumbre
como mordiente que permiten una tonalidad mucho más saturada. También
se realizaron pruebas con Rubia tinctorium L. para poder establecer un mar-co
comparativo de coloración (foto 9).
La técnica del teñido…
1465
Foto 9. La raíz de la Rubia fruticosa empleada durante los ensayos. Nótese el intenso color
rojizo que presenta. Fotografía de los autores. 2010.
En todos los ensayos se utilizó la sal, así como también la orina, ambas
por separado. Los resultados con el junco y la hoja de palma resultaron lo
suficientemente reveladores como se puede apreciar en las fotografías. Lo
mismo puede decirse de los conseguidos en las pruebas con la piel de cabra.
Cabe señalar que durante los ensayos con este último material realizamos va-rios
intentos con el objetivo de averiguar cuánto tiempo podía estar sumer-gida
en las diferentes mezclas sin que la muestra se dañase. Alrededor de
entre una semana y diez días en orina sería el tiempo máximo necesario para
que la pieza estuviera teñida. Más tiempo, como pudimos observar y com-probar,
lleva a la putrefacción del tejido. No se apreciaron diferencias no-tables
en el tiempo necesario para realizar la misma operación con sal
marina. Los ensayos realizados en caliente con sal marina y Rubia tincto-rium
dieron como resultado una serie de tonos anaranjados (foto 10).
Foto 10: Muestra de junco teñido con rubia. Fotografía de los autores. 2010.
XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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Por último sabemos que en el vecino continente la rubia mezclada con la
gualda produce una coloración amarillenta19. Por las razones que ya hemos
ido señalando y que sería repetitivo volver a comentar queda aún por tanto
pendiente de estudio. En todo caso no creemos que supusiera ninguna difi-cultad
técnica para los antiguos habitantes de la isla (foto 11).
Foto 11: Comparativa entre la hoja de palma sin tintar y la tintada.
Fotografía de los autores. 2010.
Por lo que respecta a los resultados durante el proceso en frío puede
decirse que en el caso de la piel podemos considerarlos negativos, mientras
que en el caso del junco y la hoja de palma sí que es cierto que tras una in-mersión
prolongada en el tinte, de alrededor de un mes, el cambio de colo-ración
era notable pero de tonos apagados.
Rhus coriaria
Igual que hicimos con el tasaigo, tras recolectar la corteza y las hojas se
procedió a secarlas y trocearlas. Puestas en remojo durante veinticuatro ho-ras
para que fuera soltando el tinte y una vez fueron trituradas y convertidas
en polvo se realizaron las pruebas, tanto en frío como en caliente, sobre la
piel de cabra, el junco y la hoja de palma (foto 12).
La técnica del teñido…
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Foto 12. Muestra de junco tintado con zumaque. Fotografía de los autores. 2010.
Los resultados obtenidos en caliente se ajustaron a lo esperado, es decir,
el tinte presentaba una coloración amarillenta. En todos los ensayos se reali-zaron
pruebas con la sal, así como también con la orina, ambas igualmente
por separado. Los efectos del tinte en el junco y la piel fueron lo suficiente-mente
reveladores como se puede apreciar en las fotografías. En el caso del
junco, igual que en el caso anterior, para lograr la coloración debe de estar
sumergido en el preparado líquido al menos un mes. La piel presenta las
mismas características que con la Rubia. (foto 13).
Foto 13. Muestra de piel tintada con zumaque. Fotografía de los autores. 2010.
Por lo que respecta al proceso en frío puede decirse que en todos los
casos fueron negativos. En el caso de la piel de cabra, se reproducen los mis-
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1468
mos efectos que con el tasaigo En el junco y la hoja de palma tampoco los
cambios de coloración nos han parecido especialmente notables.
Pinus canariensis
Las pruebas realizadas con corteza de pino siguieron prácticamente los
mismos pasos. En primer lugar tras recolectar la corteza se procedió como en
los casos anteriores a ponerla en remojo para que fuera soltando el tinte. Una
vez triturada y convertida en polvo se realizaron pruebas tanto en frío como
en caliente sobre la piel de cabra. No se hicieron pruebas sobre el junco ni la
hoja de palma dado que no existe ningún tipo de referencia histórica o ar-queológica
que conozcamos que la justificase. Los resultados obtenidos con-firman
una vez más lo redactado en las crónicas de la conquista En el caso
que nos ocupa la necesidad de hervir el agua como se señala en el texto de
Cedeño para poder así obtener el tinte: “… de pino primero heruidas i echa
tinta”20. La coloración que se obtuvo, como se puede apreciar en la fotogra-fía
que acompaña estas líneas, es de tono marronáceo. El ensayo con sal ma-rina
no parece modificar el tono (foto 14).
Foto 14: Muestra de piel teñida con corteza de pino. Fotografía de los autores. 2010.
En frío los resultados fueron completamente negativos.
La técnica del teñido…
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Dracaena draco
Para la obtención del látex se procedieron a efectuar sendos cortes a lo
largo del tronco del árbol21. Una vez obtenido y seco, se procedió a su moltu-ración.
Habida cuenta del color que se cita en las fuentes históricas para los
materiales reseñados se realizaron pruebas en los tres, es decir el junco, la
hoja de palma y la piel de cabra. Al contrario que en las anteriores ocasiones
los mejores logros se dieron en la utilización de la sangre de drago en frío,
sin necesidad de mordiente alguno. Al intentar realizar la mezcla en caliente
observamos que se acababa coagulando y no era posible utilizarla para los
fines propuestos (foto 15).
Foto 15. Muestra de piel teñida con la sangre de Drago. Fotografía de los autores. 2010.
No se obtuvieron resultados reseñables para el junco y la hoja de palma.
En estas primeras pruebas el color se no era capaz de penetrar en la fibra y se
perdía fácilmente. Por el contrario, los resultados sobre la piel de cabra fue-ron
sorprendentes dado que funcionó muy bien. En el momento de redactar
el presente artículo estamos realizando más pruebas con los distintos mor-dientes
ya señalados para analizar si se producen cambios significativos.
Pisolithus sp.
Por último nos ocuparemos de los ensayos realizados con este hongo.
Igual que sus predecesores se realizaron tanto en frío como en caliente. Sin
embargo, los resultados no fueron en modo alguno los esperados. Como ya
XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
1470
comentamos más arriba el problema radicaría en los especímenes escogidos
y en su identificación botánica, que en estos momentos, y a raíz de los datos
obtenidos, se encuentra en fase de revisión por parte de los miembros de la
Sociedad Micológica de Gran Canaria. Con el propósito de verificar si era
posible forzar el tono amarillo a semejanza de las tierras norteafricanas se
realizó un ensayo con una “lejía”, semejante a la que aún se empleaba a co-mienzos
del s. XX en esa área y de la que nos ocupamos anteriormente22. En
ninguno de los ensayos se obtuvo un resultado claramente positivo.
A pesar de las dificultades señaladas y vistos los resultados obtenidos,
estamos convencidos de que la línea a seguir está abierta. Si bien los éxitos
alcanzados suponen un claro aliciente, creemos necesario realizar además de
las pruebas señaladas otras como por ejemplo las que se refieren a la resis-tencia
del color. Todo ello con el objetivo de profundizar aún más en este
campo de estudio que combina saberes tradicionales —ese rico patrimonio
inmaterial que corre el riesgo de perderse para siempre— con otras disciplinas
como la Antropología, la Botánica, la Química o la propia Arqueología.
Los autores quieren expresar su agradecimiento a los biólogos del Jardín
Canario “Viera y Clavijo”, Águedo Marrero y Julio Rodrigo, a Isabel Noga-les,
técnica del Área de Medioambiente del Cabildo Insular de Gran Canaria,
y a Vicente Escobio, presidente de la Sociedad Micológica de Gran Canaria
por su ayuda en la identificación botánica de las especies utilizadas y en las
cuestiones relacionadas con dicho campo de estudio. Igualmente desean
transmitir su agradecimiento a Juan Francisco López e Ignacio Velaz, com-pañeros
de la Sociedad Micológica de Gran Canaria por su ayuda en la reco-gida
y obtención de los materiales.
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La técnica del teñido…
1473
NOTAS
1 Nilia Bañares Baudet y Daniel Becerra Romero: “Entre los textos de Heródoto y los úl-timos
artesanos: Recursos tintóreos en la prehistoria de Canarias”, en XVIII Coloquio
de Historia Canario-Americana, Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran
Canaria, pp. 85-104.
2 Giovanni Boccacio: De Canaria y de las otras islas nuevamente halladas en el océano
allende España (1341). La Orotava, J. A. Delgado Luis, 1998, p. 38.
3 El lector interesado encontrará allí las oportunas referencias bibliográficas, donde figuran
detalladamente las cantidades y medidas que se empleaban en buena parte del área nor-teafricana
hasta mediados del s. XX.
4 Leonardo Torriani: Descripción de las islas Canarias. S/C. de Tenerife, Ediciones Goya,
1978, pp. 112-113.
5 Nilia Bañares Baudet y Daniel Becerra Romero, op. cit., p. 92.
6 Jesús Díez: “Invasion biology of Australian ectomycorrhizal fungi introduced with eucalypt
plantations into the Iberian Peninsula”, en Biological Invasions nº 7, 2005, pp. 3-15.
7 Bakkali Salah Eddine Yakhlef, Sala Eddine et alii.: “Molecular phylogeny of Pisolithus
species from Moroccan forest woodlands”, en Symbiosis nº 49, 2009, pp. 157-162.
8 Véase la nota nº 1 de la p. 102, entrada “Alumbre”, de la reciente edición y revisión de la
obra de este autor (2005), a cargo de W. Wildpret de la Torre, A. Brito Hernández y J.
Antonio Lorenzo Gutiérrez, de la editorial Nivaria.
9 Juan Abreu Galindo: Historia de la conquista de las siete islas de Canarias. S/C. de Te-nerife,
Ediciones Goya, 1977, p. 159.
10 Bertila Galván Santos: “El trabajo del junco y la palma entre los canarios prehispáni-cos”,
en Revista de Historia Canaria, nº 172, 1980, pp. 45-46.
11 Antonio Perdomo Molina y Fátima Cuba Hernández: “El junco: Un recurso tradicional
de los ecosistemas húmedos de Canarias”, en El Pajar. Cuaderno de Etnografía Cana-ria
nº 12, II época, 2002, p. 12.
12 Francisco Morales Padrón: Canarias: Crónicas de su conquista. Las Palmas de Gran
Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1993, pp. 162-163.
13 Tatiana Benfoughal: “Production et commercialisation des vanneries dans les oasis du
Sahara”, en Journal des africanistes, nº 77-1, 2007, pp. 112-140; Edmond Destaing:
Étude sur le dialecte des Beni-Snous. Paris, Ernerst Leroux, 1907, p. XVII y 264.
14 Tatiana Benfoughal, op. cit., 2007; Pierre Lisse y André Louis: “A Nabeul, les nattiers et
les nattes”, en Institut des Belles Lettres Arabes nº 65, 1954, pp. 49-92; Manuel Loren-zo
Perera: La tradición oral en Canarias. S/C. de Tenerife, Centro de la Cultura Popu-lar
Canaria, 1988, p. 41.
15 Daniel Becerra Romero: “Una propuesta de contextualización e interpretación de deter-minadas
modificaciones corporales bereberes en el ámbito de la Gran Canaria pre-hispánica”,
en I Congreso Internacional de Cultura y Género: La cultura en el cuerpo.
Universidad Miguel Hernández, Elche, 2010, p. 4.
16 Meriem Rodary: “Le travail des femmes dans le Maroc précolonial, entre oppression et
résistance Droit au travail ou accès aux bénéfices?”, en Cahiers d'études africaines nº
187-188, 2007, pp. 759-760.
17 André Louis: Nomades d’hier d’aujourd’hui dans le sud tunisien. Aix-en-Provence, Edi-sud,
1979, p. 138.
18 José Abreu Galindo, op. cit., p. 157.
19 Jean Mirante: La France et les ouvres indigènes en Algérie. Cahiers du centenaire de
l’Algérie, publications du Comité National Métropolitain du Centenaire de l’Algérie,
vol. XI, Alger, 1930, p. 41.
XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
1474
20 Francisco Morales Padrón, op. cit., p. 371.
21 Dracaena drago L. es una especie protegida. Los cortes se realizaron sobre un ejemplar
en una finca privada con ánimo científico y sin que sufriera daño alguno.
22 Nilia Bañares Baudet y Daniel Becerra Romero, op. cit., p. 92.