EL COMERCIO CANARIO. ESTADO DE LA CUESTION
MANUELL OBO CABRERYA ELENAA CQSTAG UERRERO
La actividad comercial de las Islas Canarias con los continentes in-mediatos
del mundo conocido data desde los momentos en que aquéllas
son nuevamente «redescubiertas» en el sigIo XIV. El conocimiento que
se tenía de ellas en aquellas centurias y en las siguiente respondía a ra-razones
mercantiles.
La conquista militar del Archipiélago. concluida a fines del siglo XV,
hace que el comercio, elemento vital del que las islas van a depender
en adelante, se amplíe a nuevos centros de acción. entre ellos el conti-nente
recién descubierto.
La situación de las Canarias en medio del océano, su extensión geo-gráfica
y sus relaciones con 10s continentes queda patente en un infoime
elaborado en 1831 por una Comisión Regia:
«Como todos !os países que por su poca extensión carecen de
recursos en sí mismo. se ven en la necesided de buscarlos entre las
naciones amigas, las Tslas Canarias desde los primeros año in-mediantos
a su conquista procuraron entablar relslciones mercan-tiIes
con todos los puntos que estaban a su alcance ... hasta que el
descubrimiento del Nuevo Mundo abrió un campo extenso a las
esperanzas de las islai prestando alas a su industria mercantil y
a( único comercio activo, que si se quiere ha llegado a conocerse
en ellas.. . »
Canarias, por tanto, en relación con' el tráfico cumplió tres fun-ciones,
tal como ha sido señalado por A. Guimerá (1981): encruci-jada
de las rutas marítimas, metrópoli de Indias y periferia de la Euro-pa
Industrial. Esta triple función convirtió a las islas en un punto.de
apoyo primordial, montándose su comercio sobre productos africa-nos,
americanos y las demandas indianas. Con ello operaron como cen-tro
de distribución de las necesidades y las exigencias de diferentes
nPrindGroc onrnilrmrl-iónrlnca 4, priii!egiu& si:Unci& ecnyur- 6b"&'.U'L'CUU> U y I \ . " .,C.IUAIL,".,C
tando además productos isleños. Digamos que esta actividad fue ma-yor
respecto de unos puertos u otros.
La mayor o menor participación del archipiélago en el comercio
durante los distintos períodos históricos puede seguirse más clara-mente
a través de un esquema muy similar al utilizado por G. Glass
en el siglo XVIII:
- Comercio canario-americano.
- Comercio canario-europeo.
- Comercio canario-peninsular.
- Comercio canario-africano.
- Comercio interinsular.
- Comercio interior.
Los estudios de conjunto sobre el comercio canario son inexis-tentes.
Los diferentes autores que se han ocupado del tema se dedi-can
a algún apartado concreto y en especiai a una isla determinada.
Si esta penuria existe en cuanto a trabajos aislados, más aún en cuanto
a investigaciones coherentes y pormenorizadas. La mayor parte de
los estudiosos han aportado noticias sobre diferentes actividades co-merciales,
en donde en mas se hace hincapié en la relación de una
isla con determinados centros mercantiles; en otras sobre los produc-tos
exportados y, últimamente, sobre los grupos inmersos en la ac-tividad.
Sería preciso acometer su estudio desde todas las ópticas posibles,
interrelacionando cada una de estas cuestiones, y a la vez incluirlas
en un panorama de larga duración donde no escaparan los sistemas
productivos, conformación social, nivel de exportación, garantías es-tatales,
etc.
Frente a esta perspectiva se cuenta con obras, no necesariamente
específicas en relación al comercio canario, que hacen de él un apar-tado
interesante. Estos trabajos no estudian todos, necesariamente, el
comercio a lo largo del período histórico, sino en determinadas eta-pas.
Ruméu de Armas (1947-50), de manera incidental y relacionado
con su tema propuesto y en el período que abarca. hace un análisis
del comercio con especial hincapié en el americano y europeo, éste
orientado al inglés principalmente; aclara el autor que el europeo es-capa
por carencia de fuentes, pero esto no le evita pormenorizar el
trato mercantil de las islas con los principales mercados europeos del
siglo XVI, resaltando que la actividad comercial de las islas con el ex-tranjero
data de los ptimeros años del XVI, para continuar con un trá-
fico intenso durante toda la centurias. Al americano presta mayor aten-ción,
ampliándolo a los siglos XVII v XVIII.
El más antiguo historiador que se ocupó del tema de una manera
si se quiere inconexa, e interrelacionándolo con acontecimientos po-líticos
es Viera y Clavijo. Glass (1976) en 1764 pormenoriza todos los
puntos del comercio canario, haciendo referencia al siglo XVIII y ba-sándose
más en los mercados y productos del tráfico que en 0th cosa.
La coordinación del comercio canario-andaluza y americano, lo mis-mo
que su dinámica, ha sido tratada por P. Chaunu (1956-60); puso
de manifiesto el lugar privilegiado de las islas en el tráfico y el papel
que jugaron en el comercio más antiguo del Atlántico transversal de
Sevilla, sobre todo en su papel de bases imprescindibles, aunque pro-fundamente
afectadas por la función monopolizadora sevillana. Si este
estudio ha de mirarse como punto de partida en la actividad mercantil
del Archipiélago, ha de tenerse en cuenta que su propia delimitación
escapa al conjunto del período histórico en el que las islas se encuen-tran
inmersas.
Cioranescu (1977-79) en su magna obra, que si bien referida a un
solo lugar de la isla de Tenerife, estudia lo que fue el comercio en el
Archipiélago por referencias directas e indirectas. Analiza con mayor
rigor el comercio inglés, indiano y africano, en especial por contar con
mejores fuentes y bibliografía, pero no olvida el comercio externo en
general desglosándolo en interno, interinsular, peninsular, italiano,
francés, flamenco, holandés y hanseático. La mayor dedicación a lo
comentado lo explica en base, unas veces a la importación, otras a
que la zona objeto del comercio fuera vital y por último a que la ac-tividad
supuso la mayor esperanza para la economía canaria. Puede
decirse a grandes rasgos de este trabajo que es en conjunto uno de
los más importantes publicados hasta el momento. Se basa en gran
parte en lo ya trabajado por otros investigadores y en material inédito;
con ambos supo combinar desde una óptica globalizada una síntesis
histórica aplicada a Santa Cruz de Tenerife, pero relacionada con el
resto del Archipiélago.
El siglo XVIII cuenta con dos trabajos que si bien referidos a Gran
Canaria son de gran novedad, porque desde distintos ángulos se in-tenta
acometer el comercio de la isla con sus más inmediatos merca-dos.
Por un lado como hace Suárez Grimón (1982) a través del trá-fico,
y por otro a través de la burguesía mercantil como lo estudia To-rres
Santana (1981).
Recientemente, un peco a nirc! :&rico nu ~xccsivámelite prag-mático
porque de todos es conocido las lagunas que encierra nuestra
historia, se ha analizado el comercio exterior canario por A. Guimerá
(1981) tomando como base el beneficio para ponderar en un único
plano las relaciones comerciales de Canarias. Recoge la idea de la ba-lanza
de pagos, poniéndola en contacto con factores cIimáticos -cri-sis-,
poIíticos y, a veces, casuales.
El comercio ha tenido como fuentes para su estudio, preferente-mente,
las que nosotros denominamos oficiales. Es decir, la documen-tación
emanada del poder real y de sus representantes. Los historia-dores,
en especial los americanistas, han basado sus investigaciones en
!os documentos que se conservan en el Archivo General de Indias.
Este materia1 ha permitido obtener concIusiones satisfactorias en al-gunas
cuestiones: aspectos legislativos, permisiones, reales órdenes, etc.
A veces se quedan solamente en eso, y si bien se auguran otras pers-pectivas
es dificil cuantitativarlas, porque sólo se basan en hipótesis
desgajadas de las reclamaciones de la Casa de la Contratación.
En Sevilla también se conserva la documentación del Consulado y
del Colegio de San Telmo, que está aportando novedades al tema.
E1 material del Archivo Histórico Nacional y de1 General de Siman-cas
ha ido poco a poco incorporándose al tema con aportaciones que
ampían la línea general del proceso de investigación del comercio ca-nario.
Esta documentación se está confrontando con la conservada en el
Archipiélago, que si bien en ocasiones permite completar los estudios,
otras veces se opone a los hechos con un tipo u otro de fuentes, ya que
las conclusiones son a veces encontradas.
En los últimos años, y por jóvenes historiadores, se está intensifican-do
la labor de poner al día el material conservado en los Archivos His-tóricos
Provinciales, en especial la documentación referente a los pro-tocolos
notariales. Estos registros, a pesar de estar estropeados, no
impiden que con paciencia se transcriban para obtener de ellos datos
enriquecedores sobre el tema.
A. Guirnerá (1977) en un trabajo realizado sobre estas fuentes es-tudia
la tipología documental del comercio indiano, ofrecida en los
protocolos, que divide en dos subgnipos: directos e indirectos. Propone
el autor la ventaja de esta documentación al agruparla por aspectos:
10 mismo hace al referirse a los inconvenientes. Destaca que son más
aquéllas que &os.
El material del Archivo Municipal de La Laguna ha dado sus fru-
tos en monografías sobre el tema, en especial la de Peraza de Aya-la
(1977) referida al comercio canario-americano.
A esta documentación se ha ido añadiendo la que encierran los ar-chivos
de la nación francesa e inglesa. Sobre los primeros reciente-mente
ha trabajado el profesor Minguet, y en los anglosajones ha inci-dido
Morales Lezcano .
Estas fuentes y la ampliación de otras en las que se está trabajando
en la actualidad -archivos privados- permtirá en breve conocer más
a fondo las directrices generales del comercio canario.
En 1976 Hernández Sánchez-Barba presentaba una comunicación
al 1 Coloquio de Historia Canario-Americana, en donde intentaba bos-quejar
y poner de relieve el estado de la investigación del comercio ca-
I-I-X-I:I-U -~iriericairniiula. .-i Ai-i-r aol -a. eri LLctr iri:m os geIirrali-e.s cuiriu e- 1i Lrarami-r-&n-r v
del tema había sido inconexo. La bibliografía que utiliza para su estudia
le sirvió de marco a un enfoque que el propio título delata: correccio-nes
metodológicas.
Parte, de la dispersión de las noticias. que muchas veces son suel-tas
y deshilvanadas; si bien acercan al historiador al conocimiento del
tráfico no presentan un panorama sistemático. Hace hincapié en cómo el
estudio preocupó al polígrafo canario del siglo xvrn Viera y Clavijo, al
analizar parte del comercio en sus Noticias históricas. .., y al proponerse
escribir sus Noticias de la navegación de Canarias a América.
Los trabajos del Cedulario Indiano de Encinas, la Recopilación de
Leyes de los Reynos de Indias y el Norte de la Contratación de Veitia
Linage nos apuntan ya datos fragmentarios, que se sustentan en las lla-madas
de atención de Haring (1918) sobie la importancia del tráfico y
la necesidad de un estudio más sistemático. --
A nivel más profundo Peraza de Ayala es el primero que acomete
el tema a nivel general. Su entronque en una escuela de formación ju-rídica,
aplicando el rigor de la misma, le lleva al leguleyismo. No obs-tante
su obra debe considerarse.como punto de partida, puesto que no
se contaba con ningún precedente; viene a ser un importante logro y
en el contexto de la historia del momento se convierte en un abande-rado
de un nuevo tipo de historia, especialmente por sus reflexiones eco-ni
ími rac, ~ i i ~ n i2i eV ~ C p~e=SE & &-mlsi& q q u 8 ! dmumento &!
saca algunas ideas, tal vez por no partir de una hipótesis.
Importante es el modelo o periodizaciones económicas del comer-cio
indiano, por lo cual su esquema es válido. Las fechas, claves para su
periodización, partiendo de cronologías, el punto de vista jurídico y las
cuestiones que hacen cambiar el régimen económico: concesiones. Así
podemos observar en el estudio tres fechas claves:
1610: Antes y después. El período anterior se le escapa un poco
al autor, tal vez por el tipo de fuentes que utiliza.
1 7 18 : Período importante basado en el Reglamento.
1778: Libertad que no beneficia a la región.
Al analizar estos períodos Peraza señala cómo entre derecho y eco-nomía
existe una relación enorme, al igual que entre continente y con-tenido,
pero no explica los determinantes de los períodos económicos
que tienen su origen en las crisis. Insiste en que lo que modifica la pros-peridad
económica es la norma.
Su logro estriba, en relación al comercio, en que es la primera vez
que se ofrece un modelo de periodización económica, auhque determina
la economía sólo a partir del mecanismo exterior y sólo del indiano, es-capándosele
el estudio de la burguesía urbana y otros planteamientos,
como es eí de las casas comerciaies.
Las determinaciones económicas las justifica en función de las ex-portaciones
indianas, olvidándose de las exportaciones a Europa, y del
problema del grano, que ha estado minusvalorado.
La documentación utilizada hace que se le escapen aspectos tan in-teresantes
como el del contrabando, en donde intenta disculpar los me-moriales
y las peticiones a Cortes; asimismo olvida la aparición del sis-tema
de riesgos a partir de 1610, que viene a ser un tipo de contra-bando
encubierto donde no se respeta la restricción puesto que los
mismo jueces están implicados en el fraude.
El mérito del autor estriba en el análisis que hace, divisible en dos
partes: nivel general: objeto.
Nivel local: subjetivo, al-destacar la importancia del comercio en
manos extranjeras, y decaer notoriamente al ser expulsados.
En la misma época se publica la monumental obra de Ruméu de
Armas ,que trata, en razón de la problemática del tema que aborda, in-cidentalmente
el comercio indiano. Peraza en un artículo publicado cn
la Revista de Historia (1952), hace un análisis crítico de la obra, en
donde si bien la considera de consulta obligada, disiente con la siste-matización
del epígrafe del comercio y del término «contribución de
sangre*. Del mismo modo discrepa con Ruméu como éste afirma que
las islas en virtud del Reglamento del Comercio libre se beneficiaron
come !as &m&, :i?unde é! *.!%-m!o conrrariq a-nqne no !o siclare ts-jantemente;
consideramos que se debe en primer lugar al papel de in-ferior
desarrollo de las islas señoriales, posiblemente en función de la
produción y de que iban a remolque de las realengas, y a que la liber-
tad de 1778 si bien creó capital a nivel general, fue invertido por la
burguesía en tierras y no en industrias.
Cercanos en años son los trabajos de Morales Padrón, que abarcan
todo el período de este comercio. En el primero (1952) expone la fa-ceta
del comercio clandestino realizado al amparo del privilegio canario.
Determina cómo el contrabando y el fraude tienen la misma antigüedad
que el establecimiento del comercio, explicándolo en base a la centrali-zación:
los Jueces de Registro son para el autor una consecuencia del
contrabando. No obstante se olvida que en el siglo XVI hubo libertad
comercial, basada, oficial o no, no en función de Canarias sino de las
necesidades. Así se utilizó a las islas como puente.
En este contrabando plantea dos cuestiones: el de exportación pro-pio
de los siglos XVI y XVII y el de importación a partir del Reglamento
de 1718. Este último es tan-interesante como el otro; sin embargo, el
autor, aunque nos da cifras, no cuantifica el papel que juegan en el co-mercio
americano, las ganancias que permitió y a quién benefició, es de-cir
a qué casas comercialeq extranjeras iban a parar !os registros &
oro y plata.
La 'novedad del tema y del planteamiento es importante, lo mismo
que su sólida monografía :1955), que permite al estudioso acceder a
la primera construcción histórica de conjunto del comercio. De ella se
ha dicho que ofrece un nuevo aspecto del gran problema marítimo que
España tuvo que afrontar por siglos, y que posee un triple enfoque: la
base autóctona islefia, cuyos elementos fueron analizados por Peraza de
Ayala; el costado peninsular estudiado en el trabajo y la dilatada hipo-tenusa
americana.
Morales Padrón fija los hitos y pormenores de la evolución del co-mercio
desde la regulación de Fernando el Católico a la administración
de Aduanas y al Consulado.
La importancia del tratamiento que se da al tema es obvia, pero uno
de los grandes fallos de la monografía es la ausencia de ciertas secciones
del A. G. I., claves para la historia económica: y que hoy están dando
frutos como la Sección de Consulados, vital para el tema. Le falta un
capítulo publicado aparte. como es e1 que trata de la rivalidad Sevi-lla-
Canarias.
Como comenta Eloy Benito en una reseña que hizo al autor, la do-cumentación
utilizada por Morales podía ser suceptible aún de mayores
frutos analíticos, como examen de exportadores, capitales movilizados,
sistemas comerciales usados, volumen de exportaciones, etc., que no fue-rnn
anynx*vnv.rLncruLanurvlro\ r td CVEO se c^c>íiipi~&de.í i la documenración p u* ~,. l i -
cada por el autor en el Cedulario de Carzarias. Lo comentado hubiera
podido dejar claro el papel mínimo de la burguesía comercial por el
freno de las casas extranjeras al impedir crear una burguesía autóctona,
con lo cual los beneficios iban a parar a manos de los foráneos. A esto
se añadiría cómo los canarios no tuvieron condiciones para com-petir
por lo gravoso del comercio.
Estos trabajos del tratamiento general del comercio canario ame-ricano
junto con el de Chaunu, deben considerarse como punto de par-tida
para el análisis del tema, desde técnicas y perspectivas históricas
modernas.
A partir de estas publicaciones han ido apareciendo una serie de tra-bajos
que amplían y desarrollan as-wctos que habían quedado esboza-dos
en ellos, los cuales van apuntando nuevos datos para poder com-prender
mejor la dinámica del comercio. Vamos a englobarlos en apar-tados
que bien podrían ser por siglos o pqr fechas claves.
Los historiadores se han puesto de acuerdo en marcar unos hitos,
que han oscilado entre la euforia y el colapso, que permiten concentrar
el comercio entre determinadas fechas, que son las que vamos a seguir,
como hiciera:: Peraza y Mor:,!es, paru ir inchyend~e ntre e h s !as me -
vas aportaciones.
a) Origen y formación: del descubrimiento a 1564. Período de re-lativa
libertad comercial.
b) Regulación: 1564-1612. Estricta regulación de la Casa por me-dio
de la presencia del Juez de Indias. Vigilancia ineficaz por-que
estimula la evasión, el fraude y el contrabando.
c) 1613-1649. Limitación de exportación e intento de prohibir el
comercio.
d) 1650-1718. Se consiguen ventajas tardías y se admite que los
barcos carguen a su regreso productos americanos. Se consiguen
licencias con el <.:tributo de sangre» y se convierte en costum-bre
renovar la permisión a cambio de un nuevo impuesto.
e) 1718-1772. Reglamento del Comercio de Indias, en donde se
incluye a Canarias en las ventajas de 1765.
f) 1772-1778; Libertad comercial incompleta y libertad para co-merciar
con colonias extranjeras y países neutrales (1795-1797).
Este esquema nos permite ir señalando los aspectos que se han
ido ampliando.
2) En esta etq., CI~I en !as demás, las islas jugaron un papel im-portante
que se explica, según Morales Padrón (1977), por
tres características:
1. Situación o enclave.
2. Aprovechamiento de escala por los barcos.
3. Necesidades insulares: salida del excedente.
A estos factores pen~liares se unen una serie de obstáculos seña-lados
para todo este período por el mismo autor y por Guimerá
Ravina (1977), como son los legales: monopolio, en donde Ca-narias
significa una brecha, materiales -condición de los puer-tos-
políticos -piratería- y técnicos (faltas de navío).
En este contexto aclaran los trabajos de A. Borges (1969, 1972
y 1974) en donde da noticias sueltas del comercio y de algunas
compañías. Más específicos son los de M. Manero (1979) y
M. Lobo (1982). La primera estudia la preparación de una se-rie
de viajes con destino a Indias (Tierra Firme), en los que se -
conocen los puertos de destino y el objeto del comercio. Expor
tación de mercancías desde Tenerife en los que se incluyen pro-ductos
isleños y manufacturas, y de esclavos negros por la
vía de Cabo Verde en contra de lo legislado y de la prohibición
explícita, dan idea de móviles del contrabando.
M. Lobo analiza los contactos entre Gran Canaria e Indias has-ta
la creación del Juez de Registro, donde junto a otros aspec-tros
sitúa el tráfico, en base a las mismas fuentes que M. Marre-ro:
los protocolos notariales. Se estudian los elementos técni-cos,
cuantificando y señalando la tipología de las naves, y hu-manos,
los puertos y las rutas. Tal vez el aspecto más impor-tante
es el de las exportaciones, aunque no se haya dado el vo-lumen
general, junto con el de las compañías comerciales. De
éstas son a señalar los tipos y los socios, más los beneficios.
Las compañías son fijas y temporales, formadas por capitalis-tas,
factores, correspondientes y cargadores. El beneficio se si-túa
en torno al 300 por 100.
b) Estudiada en mayor profundidad por A. Guimerá (1976, 1977
y 1979), que toma como ejemplo el puerto de Garachico, en
Tenerife, aunque luego amplíe las coordenadas al resto del Ar-chipiélago.
Muestra la actividad de los exportadores en su re-lación
con el comercio y el capital invertido en éste. Distingue
tres tipos, ya conocidos: cosecheros, mercaderes y cargadores.
Cm ello c~nfirrna !a presencia de ~genter de CZSE cnmerri_des
extranjeros, como señala Soriano (1977), en las islas, en una
proporción de destacado relieve y cuya actuación es semajante a
la desplegada por las colonias -italiana, flamenca e inglesa-en
Sevilla, Cádiz, Lisboa, lo mismo que en las Indias.
Tampoco descuida las técnicas mercantiles y el papel que jugó
en ellas el puerto de Garachico. Afirma que el comercio trans-atlántico
es realizado a plazo y mediante el préstamo a riesgo,
técnica no propia del x v ~s.i no de todo el período comercial.
Los rasgos en las técnicas del comercio con Indias los basa en:
- los instrumentos del crédito, pago y cambio, que son los
mismos que se empleaban en el resto del tráfico americano;
- y, en el objeto del préstamo, que no es otro que un produc-to
agrícola: el vino.
La aparición del vino en este comercio, dado a conocer por los
trabajos antecedentes y por el de Vranich (1980), ha permiti-do
que Bethencourt Massieu, en ei próiogo de ¿a esdavtltud en
las Canarias Orientales en el siglo XVI de M. Lobo, planteara
la pronta inserción de este ramo en mercados exteriores, ade-lantando
la fecha de exportación del producto, aunque orien-tado
a Indias. En el plano económico permite explicar cómo
la crisis azucarera no afectrí en demasía a la economía insular,
sino que se redujo a una simple y ~ausada sustitución de los
cultivos en las tierras de regadío.
M. Lobo y E. Vila (1979) tomando como base el vino añaden,
al comercio americano el tráfico de esclavos. Sería según afir-mación
de E. Vila para abastecer los puertos brasileños y para
mantener un contrabando con las posiciones peruanas.
c) En el siglo XVII y a partir de 1613 el tráfico canario-americano
cambió de'signo, tal como han demostrado los estudiosos. Ha-ring,
en breves palabras, explica este giro:
«La situación favorable de Canarias como base para el co-mercio
de contrabando convirtió las islas en fuente perenne
de enfado para las autoridades de España. Desde que se ins-tituyeron
los jueces residentes y de modo especial en el si-glo
XVII, la Casa formuló un diluvio de quejas por las irre-gU!
acroim&aid&as,s y 1-- --:+---A-- --------+--:----
C I ~ J~ m L L I L C L Z L U ~ J L C ~ L C J C I I L S I C I U ~ L C ~
a la Corona, decidióse en 1612 que el Consejo de Indias
señalase todos los años el tonelaje concedido a las islas en
el comercio indiano; que la Casa escogiese los puertos ame-
ricanos adonde debían dirigirse los barcos canarios y que
sólo se utilizaran buques de escasas dimensiones. ..»
Los estudiosos del tema si bien circunscriben sus trabajo en el
siglo XVII, de este período dan escasas noticias. López Cantos
(1979) analiza este espacio de tiempo en períodos que van de
16@2 a 1627, 1640-42 y 1679-1699. En ellos cuantifica los datos
y deduce una serie de informaciones que permiten entender un
poco más los trabajos realizados. Del mismo modo pondera, el
movimiento naval comercial entre Canarias y América, a través
del examen de todos los elementos que determinaron el trato
mercantil entre el. Archipiélago y las Indias, a base de testimo-nios
numéricos extraídos de los registros de las naves que hicie-ron
el viaje; esto le permite afirmar que en el siglo XVII ningún
barco tuvo otro destino que la zona del Caribe.
En cuanto al sistema de transporte con la cuantificación de las
naves, destacz que de i602 a i627 éstas iban en flota y de i640
a 1642 en viajes sueltos.
En el plano de las exportaciones muestra una visión clara y de-terminante
del movimiento naval de las diferentes islas, en don-de
Tenerife se convierte en la más importante dentro del con-texto
del comercio de Indias, mientras no se aporten otros da-tos,
y Garachico el puerto de mayor movimiento.
El comercio canario en este período estaba en su mayor parte en
manos de unos pocos, representantes de la administración o de
las milicias, pese a la prohibición; por ello, y como señala Mo-rales
Padrón (1970), los Jueces de Registro fueron acusados de
cohecho. de enviar gentes a Indias sin permiso, de conceder re-gistros
indebidos, de hacer visitas irregulares, etc., lo que motivó
que en 1645 se comisionase a un oidor de la Audiencia de Gran
Canaria para que investigase sobre las irregularidades cometidas
por los Jueces.
El mismo Morales Padrón señala en dos ocasiones (1977 a y b)
que estas irregularidades, traducidas en fraudes, permitieron a las
islas en este período hacer grandes beneficios a base del comercio
con el Nuevo Mundo, ya que parte de la riqueza importada per-mitió
realizar inversiones en tierra, crear nuevas fuentes de ri-queza,
fomentar las existentes y adquirir manufacturas necesa-rias.
Este ~ilisme fravde se uaslvce e= qUe en 1641 !as islas nc
pidieron de nuevo la prórroga de la licencia; la Casa aprovechó
este silencio para dar el razonamiento de que las islas no la ha-
bían pedido por practicar el fraude y el contrabando, exportando
por lo tanto sin licencia e iniportando oro, plata y ropas.
d) Comienza con la prohibición del comercio en 1649, y con los
pleitos sobre tráfico ilícito. Babío Walls (1980) y Pérez-Mallai-na
(1982) lo ponen de manifiesto, pues, según el Consulado, Ca-narias
era el principal foco del contrabando, y en un informe
enviado al rey en 1654, indica que los males del comercio es-pañol
con América son fundamentalmente dos:
- existencia de presión fiscal, y
- contrabando canario.
/
Es una época, como ha demostrado López Cantos, en la que el
comercio se realiza en navíos sueltos; afirmación que justifica
Pérez-Mallaina al decir que el sistema de flotas y galeones es-
-.l*+raua .v.:i..u:"a d~y süs g:andes retruscs, SUS imp~es tcse xcesivm y
su inseguridad hacían que los beneficios comerciales se reduje-ran
considerablemente; por ello se acudió con mayor razón al
contrabando.
El contrabando es imposible cuantificarlo, pero es notorio que
los canarios sobrepasaron ampliamente el límite del tonelaje
anual, y en 1685 sobrepasaron las 2.000 toneladas, cuando sólo
tenían autorización para enviar 600.
Los fraudes se realizaban:
- a través del arqueo;
- por medio de falsas ventas;
- por arribadas maliciosas de navíos despachados en la
Casa, denominado contrabando de fondeo;
- por introducción de mercancías y navíos extranjeros en
América.
En este contrabando intervenían desde comerciantes extranjeros
hasta autoridades locales que permitían el tráfico ilegal.
La importancia del volumen del contrabando ha demostrado que
España era un solo intermediario de la mayor parte de las ma-nufacturas
que se enviaban a Indias, y del mismo modo, a par-
;I & la segUn& mitad &! y & ul?cQrizu&n & les o-tornos,
el mercado de las exportaciones americanas en Canarias
se estabiliza alrededor de algunos géneros americanos definiti-
vamente implantados en el circuito comercial europeo (Ciora-nescu).
Estas importaciones en Canarias coinciden con la gene-ralización
de su tráfico en España, pero, forman un mercado di-ferente
orientado principalmente hacia la reexportación directa.
En el plano administrativo se caracteriza esta etapa, y así ha
sido estudiado por Morales Padrón y Peraza de Ayala, por el
nombramiento de los Jueces Superintendentes (1657).
En el siglo XVIII la precaria situación se mantiene. Los estudios
de Minguet (1982), Ortiz de la Tabla (1979), Pérez-Mailaina
1979 y Torres Santana (1981) lo dan a entender. El período
1700-18 ha permitido sacar conclusiones más válidas al inter-relacionarse
y comparrase distintas fuentes. Todas coinciden en
afirmar que si bien la Guerra de Sucesión afectó al tráfico no
se extinguió; Torres Santana mantiene esta hipótesis, y plantea
al contrastar los datos obtenidos de los protocolos notariales
con los que dan Morales Padrón y Pérez-Mallaina, que los re-
E>LOLLVO ea lgs I<U>. ..- LIIL,.C--J I..I,.V+L"I..I:I"~lLaC" J ->W.L.L- .~-.A"~ l a~-C>-I-I C-L-U-D-U-D,- ~1- u y-u-c- -
puede cuestionar que o las fuentes oficiales se perdieron o que
los navíos que aparecen de más en los protocolos proceden del
comercio ilegal.
Pérez-Mallaina sitúa su trabajo en la Guerra de Sucesión y com-prueba
que el tráfico que se hacía desde el Archipiélago con In-dias
mantenía toda su pujanza, en gran parte por el contra-bando
que se realizaba a través de los arqueos y de la no certi-ficación
de propiedad de los navíos.
La Habana fue el puerto de atención de las naves canarias,
mucho más pequeñas que las que salían de la Península, y do-blemente
armadas.
La idea del contrabando la mantiene Minguet y Ortiz de la Ta-bla.
El primero se basa en la correspondencia consular francesa
y el segundo en la contabilidad del Colegio de San Telmo, ba-sando
el estudio en el tonelaje de los navíos, que da un índice
comparativo de los datos conocidos.
e) Los mismos autores abarcan parte de este período. Se parte
jara su estudio del Reglamento, del cual Rumeu dice que fue
la disposición más orgánica, completa e importante de cuantas
regularon el tráfico mercantil con América en tiempos históri-cos.
Si es cierto que no se pode negar SU i m p ~ r t z n~-~-i la~m--,in- r-r-c
autores como Morales Padrón (1977) señalan que fue insufi-ciente,
pues la prodiicción era superior a lo permitido embar-
car. Torres Santana opina por su parte que el Reglamento oca-cionó
un disgusto a Gran Canaria por no culminar sus aspira-ciones
y las del resto del Archipiélago, y que en el caso de la
Isla coartó sus relaciones con Indias. Fue sin embargo impor-tante
porque estructuró y ordenó de manera permanente el trá-fico
canario-americano.
Partiendo asimismo del Reglamento, tres aportaciones tratan
todavía de distintos aspectos del fraude en este comercio. D. Ra-mos
(1979)) demuestra a través de la documentación del Ar
chivo de Simancas cómo el comercio de harinas fue uno de los
motivos del contrabando, y cree que las arribadas de harinas
al Archipiélago estaban íntimamente relacionadas con al trata
negrera norteamericana, con lo cual se convirtió en un vehículo
del comercio cuadrangular. Del mismo modo considera que los
angloamericanos utilizaron las harinas como moneda de cambio
en las islas, al convertirlas en españolas que luego penetraban
en Venezuela y Antillas.
Atendiendo también al Reglamento, en el cual se permitía que
el comercio fuese realizado únicamente por comerciantes natu-rales
o avecindados a nivel nacional, L. J. Ramos (1979) estudia
cómo los extranjeros se incluyen en el tráfico, responsabilizando
el autor al Juez de Indias, don Pedro Casabuena, de las irregu-laridades
relacionadas con el tema.
Suárez Grimón primero (1979) y Molina Martínez después
(1980) estudian los registros de Caracas, basándose en un pleito
que sostiene Gran Canaria con un capitán de navío, en base del
artículo 4: del Reglamento, sobre las 200 toneladas del citado
registro; Suárez Grimón, además, en el período estudiado
(1730-1765) analiza cómo el comercio insular atraviesa una eta-pa
difícil, y cómo en 1755 para mayor alivio de las islas se
les concedió exportar tafetanes, cordones, encajes, medias, etc.
Enlaza esto con los beneficiarios de las rentas de las tierras que
invierten sus recursos en la adquisición de barcos como mejor
medio para comerciar sus vinos y aguardientes2 y prestan di-nero
para habilitar los viajes. Pero quizá lo más importante es
que demuestra cómo Gran Canaria producía gran cantidad de
vinos y aguardientes a mediados del XVIII, poniendo por lo tan-to
en tela de juicio las afirmaciones de Guimerá (1981) y Cie
ranescu, cuando dicen que la isla de Tenerife vende sus caldos
a las islas orieii&s, por lo que oIiiiia qUe iIFcesariv .&?a
revisión sobre la decadencia de este renglón económico a fines
de la anterior centuria en la Isla.
Ortiz de la Tabla (1979) cstudia el tonelaje de este período y
estima que de 1738-1754 sale de las islas el 45 por ciento de él;
asimismo nos parece importante el que demuestre que desde
mediados de siglo el tonelaje medio anual descienda hasta 1776.
En lo referente a un apartado del comercio, el de las relaciones
canario-venezolanas, se cuenta con el trabajo de Vázquez Vera
(l979), situado entre 1765 y 1789, límites en que se enmarcan
las disposiciones reales de permisión del comercio directo. Den
tro de Canarias sólo se refiere al tráfico salido de Tenerife, y
destaca el complejo tráfico mercantil de carácter ilegal, tan di-fícil
de cuantificar; en oposición a este comercio, el legal no es
suficientemente regular ni cuantioso para hablar de intensidad,
sino que muestra una crisis, fruto, probablemente, de conflictos
internacionales y nacionales en la regularidad del tráfico.
f) El último período cuenta con muy pocos estudios; en trabajos
ya citados se hace referencia a pequeños aspectos. El punto
que más llama la atención es el del Reglamento del comercio
5bre de 1778. Rumeu, al analizarlo, opinó que las islas se be-neficiaron
con su disposición, pero Peraza de Ayala (1954) afir-mó
todo lo contrario. Las discrepancias se basan en las ventajas
y desventajas que supuso. Fue ventajosa la ampliación del vo-lumen
de exportación y los puertos de destino en América, pero
el recorte de competencias y la prohibición de embarcar otra
cosa que no fueran caldos, hicieron que la acumulación de ca-pital
no fuese la esperada.
En el siglo XIX, con la independencia americana, se cortó brus-camente
la llegada de caudales y productos, que tanto habían
significado para los isleños; a partir de aquí el comercio canario
entra en unos derroteros diferentes.
Para concluir, consideramos que, a pesar de la cantidad de estudios
sobre el tema, el comercio canario-americano sigue estando erizado de
dificultades, tal como señala Cioranescu.
1. Las salidas son en gran parte clandestinas y las cifras oficiales
no se corresponden con la realidad; los datos son incompletos
o faltan totalmente para períodos más o menos amplios.
La época en que se carece de documentación iguai puede consi-derarse
como de depresión, como de bache administrativo o
como de incuria. Lo cierto es que la fiscalización sevilIana no
refleja la situación exacta del comercio canario, ni la detalla de
manera suficiente.
2. El volumen de la rentabilidad del comercio es difícil de calcular
y para ello se necesitarían investigaciones más profundas.
3. En cuanto al equilibrio de las importaciones con las exporta-ciones
debe tenerse en cuenta que el problema se presenta bajo
dos aspectos diametralmente opuestos:
- mientras el comercio con Indias es ampliamente exceden-tario,
- los cambios con España y demás países europe.os son defici-tnrios
de manera igualmente exagerada y constante.
Y! c~mercicd e Czcurigs cnn E I S e~stá~ d ividido en dos bloques
bien diferenciados, tanto desde el punto de vista cronológico como por
el material objeto del mismo: Flandes e Inglaterra; conjuntamente con
estos grandes bloques existe comercio dirigido hacia otras zonas, pero
de menor importancia: Portugal, Francia, Italia y Báltico.
a) Flandes
Desde principios del siglo XVI las islas, y sobre todo Gran Canaria,
atrajeron a mercaderes europeos tras un producto subtropical que les
era necesario: el azúcar.
Estos mercaderes se instalaron en el Archipiélago con unas activi-dades
mercantiles y bancarias propiss de la incipiente burguesía euro-pea,
iniciando a Canarias en el tráfico comercial y el entramado eco-nómico
que éste lleva consigo.
Genoveses, castellanos, portugueses, catalanes y flamencos son los
más destacados dedicados a este sector. Estos, con una red de estable-cimientos
en los liigares de producción y de mercado y unos medios de
financiación y préstamos propios de la época, como veremos más ade-lante,
vendían en Canarias tejidos, paños, mercería y toda clase de pro-ductos
manufacturados, que aparecen en los documentos canarios con
el nombre de «mercaderías» y «ropa», que los isleños pagaban con el
preciado azúcar, remieles, cereales y esclavos africanos.
LOS trabajos que teiieiiios se basan e~ el esc;&o de dwdrnem~sd e
obligación, contratos, etc., única fuente válida y que ha llegado a nues-tras
manos; de ahí,que el estudio de los protocolos notariales ocupen
un lugar preponderante e importante como base del estudio comercial
del siglo XVI.
En este sentido, Manuela Marrero (1979, 1980 y 1982) ha estu-diado
detalladamente la actividad de estas mercaderías y la fómda
de negocio de éstas a través de las compañías que formaban a tal h.
Estos se dedican a la compraventa y al préstamo, al mismo tiempo
que poseían un local fijo o tienda donde daban salida a sus mercaderías.
Los negocios de éstos son activos e intensos, llevando a cabo diversas
operaciones mercantiles (otorgan poderes generales o especiales a otros,
etc.); su actividad es doble desde la ~roducción y distribución de los
productos por un lado, hasta la prestación de servicios por otro.
Las escrituras de compañía dan una idea clara del carácter de este
comercio. Estas compañías se caracterizan por la intervención de dos
socios, uno de ellos normalmente el capitalista, que son por lo común
mercaderes; los capitales suelen ser modestos, con una duración nor-mal
de cuatro años; utilizaban habitualmente la letra de cambio para
süs o-radofies y !os prodüct~s, cemc hemes indicad^ a! prkipic?,
son el azúcar, cereales, esclavos, orchilla a cambio de paños, telas y
productos manufacturados. M. Marrero estudia detalladamente la his-toria
interna de las compañías: forma de pago, seguros de crédito,
constitución jurídica, la personalidad de los socios y el capital inver-tido;
así como la duración de la compañía, ya que las prórrogas de la
misma dan idea de su éxito.
Otros importantes documentos analizados por M. Marrero son las
relaciones de productos que las personas encargan a los mercaderes o
maestros de navíos para que los compren en el lugar que visitan, según
se desprende de las escrituras de concierto. No están especificados los
precios pero sí las cantidades de mercancía y también el tanto por cien-to
que cobra el mercader por tal prestación: 22 mrs. de cada 100 del
total. Los precios figurarían en las facturas o recibos como en cédulas
y pólizas, constarían asimismo los precios fletes y seguros, etc. Ello no
permite cuantificar y valorar este comercio, pero sí da buena idea de
la materia con que se comerciaba.
h d ~ ~ ~ ede fffi!&t ?~~e,~".t ~ am&& fcefite ifiteresafite
para el estudio de este comercio tal como lo demuestra Fernando
Clavijo Hernández (1982) que utiliza, además de éstos, testamentos
y dotes parz analizar el comercio del azúcar en el siglo XVI hacia
Amberes, Génova y Venecia, aunque este trabajo sea más detallado
para otras zonas de comercio que Flandes.
7 7 una completa panorámica de comercio entre Gran Canaria y Fim-des
en la primera mitad del XVI la hace Manuel Lobo Cabrera (1979),
que estudia (a través de los protocolos notariales) los personajes de
la burguesía mercantil que monopolizaban el comercio del azúcar con
Flandes, su actividad capitalista, préstamos, representantes (llevada a
cabo por castellanos, genoveses y portugueses en Amberes, etc., tales
como Jerónimo de Mayuelo, Pedro Vandevelde, Antonio de Monte-sa,
etc.), incide en el sistema familiar de los flamencos, insertos en
una verdadera burguesía capitalista; los socios capitalistas se encon-traban
en los lugares de comercialización y los mercaderes en los de
producción. Estudia además. los puertos objetos de este comercio: Is-leta,
Sardina, Agaete y Melenara, por Gran Canaria y Jandía y Arre-cife
en Lanzarote y Fuerteventura, estos últimos dedicados a la orchi-
Ila, siendo el puerto de Amberes el más importante por parte de Flan-des.
Asimismo intenta hacer una cuantificación de esta exportación
haciendo una curva lógica de aumento de la misma, teniendo su apogeo
en la década 1550-1558, ello lo relaciona con los tipos de naves em-pleadas;
el apogeo se debe a la utilización de las urcas, nave de mejor
porte para este tipo de comercio, así como viene a demostrar también
que los flamencos desbancan a los castellanos y genoveses en este co-mercio.
Los trabajos de Enrique Otte (1980 y 1982) nos introducen ple-namente
en la red comercial y bancaria de estos mercaderes. El pri-mero
estudia la Historia financiera de los Botti y los Lugo: sus em-presas
y las relaciones de pleitos entre ambas; es interesante desde el
punto de vista no sólo económico sino sociológico. Pero donde analiza
este mundo comercia! canario del XVI es en el trabajo presentado al
IV Coloquio de H. C. A. ( 1980); aquí E. Otte hace un estudio de la
importancia banquera canaria a través de las letras de cambio. La falta
de moneda en Canarias fue una de las causas de cambiadores en el
XVI. Por ello el crédito corrió a cargo de mercaderes del comercio
internacional. Su instrumento principal fue la letra de cambio. Posee-mos
185 de 1.505 a 1583 en Las Palmas, 49 en Tenerife y 14 en La
Palma con un total de 248 letras de 1.494 a 1 584, lo que pone a Ca-narias
en tercer lugar tras Medina del Campo y Valencia. El plazo
normal de las letras era de 30 días y se hacían en monedas -dobla
de oro, ducado real de plata y maravedí- y era casi un monopolio de
los genoveses. También la letra de cambio se usó para transferencias,
pago de almojarifazgos, etc. Este estudio aunque se centra solamente
en el análisis de estos documentos bancarios es muy interesante, pues
da una idea del calibre del volumen comercial canario.
Carmen Fraga (1979) estudia este intercambio comercial con Flan-des
&& e! pUm= & & la imp=rtación & artisticas pe:
parte de la aristocracia y la burguesía ya para instituciones ya como
para donaciones o para sus propias exigencias. Son difíciles de conocer
todas a través de los archivos, en especial las 'que se importaron de
América en toda la época colonial, que hoi conocemos gracias ' a 'los
almojarifazgos que se recogen en el Archivo de- Hacienda. Hecho' éste
también constatado por GuilIermo Camacho Pérez Galdós (1961) re-lacionando
el arte flamenco con el cultivo y comercio de la caña. .
'
Hemos visto hasta ahora una serie de estudios sobre el comercio
con Flandes: las sociedades, los objetos' que se .comerciaban, las tran-sacciones
que llevaba consigo, etc., pero siempre desde 'el puhto de
vista canario.
El parecer flamenco y el porqué de la elección de Canarias para
este comercio lo estudia Eddy Stols (1982). Analiza en primer lugar
el origen regional de los flamencos: familias procedentes de Brujas
(van de Walle, van Haysele, Maricq, etc.), y de Amberes (van de
Werve, Boot, Adrianssens, etc.), que se afincarían en Canarias for-mando
una verdadera aristocracia, dueños de las plantaciones, defen-diéndolas
incluso de los holandeses, de ahí la perfecta integración aris-tocrática
de ia sociedad canaria.
Pero Canarias ofrecía una serie de ventajas:
l.-Vender el azúcar en otros puertos: lhglaterra, Francia. etc.
(aunque ofrecía peligros por los ataques piráticos).
2.-Plataforma perfecta para comerciar con Indias.
3.-Comercio libre de impuestos del mercado de. Amsterdam.
Por supuesto que era el azúcar su más importante atracción,. pues
ya existían en Amberes a mediados del XVI, 55 refin. ería. s de azúcar
y 88 profesionales pastekros y otros de este producto.
Tras la caída del azúcar -que como dice Rimeu de Arma's (1947')
no sólo se debió a la gran competencia del azúcar americana sino !a.
bién a las luchas religiosas y sublevaciones de las provincias .del Nor-te-
y el letargo tanario de los 3 siglos E. Stols estudia cómo la Bé1:
gica expansionista del 19. descubrió la ubicación interesante d.e C. an.a-.. América y Africa. Se iñtriitb una penetra-ción
del capitalismo en servicios públicos de transporte, electricidad,
etcétera. Pero no tuvo efecto debido a la competencia inglesa,la Opa. -.
sición canaria y la falta de estrategia belga en las inversiones.
b) Inglaterra
Este, país es el segundo gran mercado canario en los siglos XVI
y XVII, pero es el vino y no el azúcar el objeto del mismo.
Dos obras generales estudian este comercio: Rumeu de Armas
(1947) y A. Cioranescu (1977). El primero de ellos lo hace en lo que
se refiere solamente al XVI, indicando los tempranos inicios del co-mercio,
1.503-4, y cómo se organizaron expediciones a Canarias, Azo-res
y Norte de Marruecos por comerciantes de Bristol (1519), que
poco a poco establecen factorías fijas en las islas con importantes ope-raciones
comerciales que tienen su primer estancamiento a partir de
1585 debido al deterioro de relaciones con la reina Isabel.
El trabajo de A. Cioranescu comienza en el siglo XVII, estudiando
el auge de este comercio en la primera mitad del siglo y la contracción
que se produce en la segunda mitad debido a los incidentes produci-dos
por la compañía de Canarias y el «Derrame del vino», hechos
que determinan la decadencia de los vinos canarios en favor de los
de Portugal. A pesar del endurecimiento de la política comercial in- ,,
gIesa el balance es positivo para Canarias en el XVII. El giro se pro- -
E
duce a principios del XVIII, pues a lo largo de este siglo no cubre O
más que un 20% de sus importaciones. Hay que hacer notar aquí que
n-=
este comercio con Inglaterra abarcaba también a sus colonias: Barba- m
O
E dos y USA, en este último país se mantuvo un comercio regular no E
2
sólo oficial sino a través del contrabando. E
Sin embargo tras estos trabajos generales que estudian parcialmen- =
te este importante comercio y, por supuesto, dentro del contexto del 3
tema principal a estudiar de cada uno de ellos, tres importantes mo- - - 0
nografías se dedican al análisis pormenorizado de este comercio. A. m
E
Bethencourt (1956), V. Morales Lezcano (1970) y G. Steckley (1981). O
El estudio de A. Bethencourt hace una descripción detallada, ra- n
zonada y claramente expuesta del desarrollo de este comercio durante -E
los siglos XVII y XVIII (1650-1800). Comienza por el análisis de a
los diferentes mercados y cómo se decanta el inglés respecto a los de- 2
n
más (Portugal, Indias, Imperio Británico en América). Los ingleses 0
vendían paños, manufacturas, arenques y otros productos de «lujo» 3
a cambio del pago en vino (las 2/3 partes), moneda u orchiia, al tiem-
O
po que les servía de plataforma para el contrabando con América.
Hasta la primera mitad del XVII el comercio no hace más que am-pliarse,
la balanza de pagos es favorable a Canarias con un exceso de
oferta de productos ingleses. A partir de 1630 y como consecuencia de
una crisis general se produce la pérdida de mercados (independencia
de Portugal, competencia con Sevilla, etc.), lo que trae consigo el ex-ceso
de producción y la caída de los precios.
intento ing!& be e+i!ihra: la ?danza de pog~s con Cana:ias,
formando «La Compañía de Canarias», trajo consigo los graves suce-sos
de 1666 «El derrame del vino» con 3 años de suspensión del co-
mercio hasta que por medio de gestiones diplomáticas se disolvió la
Compañía del M1 onopolio y se reanuda el comercio, pero ya sin el auge
inicial. Estos sucesos junto con la crisis insular propiamente dicha:
plagas, erupciones, excesiva oferta, descapitalización, competencia de
otros caldos (Jerez, etc.), política comercial desordenada, trajeron con-sigo
la crisis de este comercio pese a las gestiones diplomáticas en In-glaterra
de varios embajadores y el interés borbónico en el asunto
(gestiones que el autor detalla minuciosamente) fue imposible reanudar
el comercio vinícola que tras una época de esplendor con USA a final
del XVIII quedó reducido al consumo local, ya en la segunda mitad
del XIX.
El trabajo de A. de Bethencourt ofrece una completa panorámica
del comercio vinícola, siempre desde el punto de vista canario, aunque
la cuantificación del mismo, el tonelaje, la importancia de los puertos,
etcétera quede en un segundo plano tras la descripción detallada de
los acontecimientos y gestiones a las que dio lugar este producto canario
dürante 3 siglos.
El comercio del vino canario dentro de la coyuntura internacional
y su relación con el mercantilismo imperante es la base del estudio
de V. Morales Lezcano (1971), pues trata de demostrar la dependencia
de los «frutos» canarios de los mercados de Londres, Bristol, Soutphan-ton
y de los amparados por el Corpus de actas y estatutos parlamenta-rios
ingleses: Filadelfia, Plymouth y Boston. De ahí que sean las causas
internacionales y los intereses de las potencias las más importantes del
declive de este comercio junto con las ya nombradas, más locales.
Estudia claramente Morales Lezcano la estructura triangular de
este comercio y las etapas más importantes del mismo:
l.-Desde 1503 (fundación Casa Contratación) hasta 1604 en que
hay una tregua entre España e Inglaterra.
2.-1604-1660: marcada por la inestabilidad y las alternancias po-líticas.
3.-1660-1713 desde que se promulgan las Navegation Acts hasta
la hegemonía tdasocrática inglesa.
4 .-17 13 hasta la revolución de las colonias inglesas, emancipación
política que acaba con el comercio triangular y es el inicio de
ia iiquidacion de1 viejo imperiaiismo comerclai europeo.
Hay que considerar en este trabajo las fuentes inglesas y norteame-
ricanas que permiten, a través de las Aduanas, cuantificar este comer-cio
en períodos importantes del mismo.
En esta misma línea se encuentra el artículo de G. Steckley (1981),
aportando un apéndice estadístico anual de las entradas del vino en
Gran Bretaña de gran importancia. Esto lleva al autor a la conclusión
de que la basc de la crisis del comercio vinícola canario no está en
los sucesos de 1666 de Garachico («Derrame del' vino*), pues los re-gistros
aduaneros señalan que se intensifica la exportación de vino a
partir de 1667; ésta alcanzó una media de 86.000 libras anuales entre
1697 y 1701 y las importaciones inglesas una media de 48.000 libras.
El autor pone el acento en la subida de los impuestos ingleses: casi
el 50% del precio bruto respecto a un 12%) lo que traía consigo una
gran disminución del beneficio; la grave competencia, sobre todo del
Oporto, la guerra de Sucesión española v la pérdida del mercado ame-ricano.
Otros aspectos de la relación comercial de Canarias con el Reino
TT....A- >--A -.--A- J- ----A- 3- 1 ucauc S! puii~u uc vib~a. uc M burguesía que lo lleva a cabo en
los siglos XIX y XX lo da V. Morales Lezcano (1979); en su artículo
estudia el nacimiento de la burguesía capitalista canaria a expensas del
capitalismo europeo entre 1880-1940, teniendo en cuenta la expansión
colonial en Africa y el robustecimiento de la presencia comercial y fi-nanciera
angla-peninsular-alemana en Iberoamérica. El trabajo, que
enumera detalladamente las casas comerciales inglesas, su lugar de ra-dicación
y sector, trata de demostrar el desarrollo de la burguesía por
la ley de Puertos Francos y sobre todo espoleada por Inglaterra y no
por la Península en unas coordenadas claramente internacionales.
c) Francia y otros países
Dos trabajos hacen mención de la relación canaria con Francia:
A. Cioranescu (1977-1979) y Rumeu de Armas (1947); son pequeñas
aportaciones en obras generales e indicaciones a Continuación de las
características más importantes del vino. El comercio con Francia fue
muy irregular debido a las frecuentes guerras. Parece haber sido muy
activo a final del XVI y primer tercio del XVII. Sr importzban trigo, pa-ños
y se exportaba azúcar y vino. Los mercaderes se concentraban en
Rouen y Bretaña. El profesor Ruinéu nos detalla la organización co-mercial
de una pequeña compañía de mercaderes con base en Rouen.
Este tráfico se mantiene en el XVIII gracias a la importación de pro-d
~ c t m~ asm factürados.
En el siglo XIX destaca el comercio de la grana como producto ex-portado
a Francia (también se exportaba a Inglaterra y la Península),
como nos dice el profesor Cioranescu, tuvo gran auge a partir de 1831
siendo el primer producto canario de exportación en la primera mitad
del XIX. Sin embargo casi desaparece con la aparición de los colorantes
artificiales.
Otros países europeos con los que comerciaban las islas eran
Portugal, Italia y el Biltico, comercio que reseña A. Cioranescu (1977),
pero de los que sólo se saben datos .sueltos que no han sido ni siste-matizados
ni cuantificados (La relación con Portugal se verá más am-pliamente
en el apartado de Africa).
El comercio de Canarias con la Península se sitúa en los momentos
anteriores y posteriores a la Conquista. La falta de riquezas del Archi-piélago
hizo que fueran sus habitantes los que formaran parte de la
rnerca~dad estinada a !os ~ C ~ C p~cíGiiiisSül ares.
Los estudios de Vicente Cortés y Franco Silva dan cuenta de este
tráfico. La primera, estudiosa del tema esclavista en la ciudad de-Va-lencia
(1964), da a conocer las ventas de esclavos canarios en aquel
mercado. Del mismo~modo estudia la conquista de las islas a través
de la venta de esclavos de Valencia (1955). Por estos trabajos cono-cemos
la importancia del tráfico esclavista en la época de los Reyes
Católicos. En el mismo sentido se sitúa el trabajo de Franco (1979);
éste analiza el mismo comercio, pero poniendo como escenario la ciu-dad
de Sevilla.
Se amplía este comercio con los estudios de Verlinden (sobre la ven-ta
de esclavos en Mallorca (1972) y sobre su reciente estudio de la
esclavitud en Canarias (1982).
La conquista significó para las islas la apertura de un nuevo hori-zonte
de comercio. Lógicamente el primer intercambio tuvo lugar con
el país de los conquistadores. González Yáñez (1955) analiza el trá-fico
en los momentos inmediatos a la conquista a través de las orde-nanzas
del Cabildo de Tenerife. Lo más significativo del estudio de esta
autora se refiere a las importaciones peninsulares: tejidos, aceite, ga-nado,
medias y azúcar.
Cioranescu (1977) se refiere a las exportaciones de productos, tales
como azúcar, pez, orchilla, madera y cuero, y a las importaciones 'de
pr&ctGl ,canufac:Urados. Tl a--lLi:iLv. i ~ i i-c -+~.- Lu c !~p-;~-d- -~ a C-1I S-:-1I- ~ VA--V -I -l as rela-ciones
de Canarias con Levante, Vizcaya y Galicia. Clavijo Hernán-dez
(1982) incide sobre estos mismos aspectos. En este contexto es
más específico e! de M. Lobo (1982) sobre el comercio entre Canarias
y Galicia.
El estudio de las compañías mercantiles para comerciar con Cana-rias
es estudiado pormenorizadamente a través de documentos del Ar-chivo
de Protocolos de Barcelona por Madurell Marimón (1957, 1959,
1961 y 1979). Este autor, por la documentación que maneja, pone de
manifiesto las relaciones comerciales entre Canarias y Barcelona, con
escalas intermedias en Sevilla y Cádiz. Estas sociedades tenían por ob-jeto
transportar género$ a las islas y en contrapartida comprar azúcar
en Canarias para consignar al centro distribuidor de Cádiz; se com-prueba
la frecuencia de azúcares y otros géneros que salen del Archi-piélago
con destino a Cádiz y de ahí a 13 ciudad Condal. En estos tra-bajos
de Madurell hay alguna referencia al comercio que mantienen
las islas con ~a t a luñae n el siglo XVII con el mismo objeto que en la
centuria anterior.
El comercio canario peninsular del siglo XVIII es estudiado por Suá-rez
Grirn6ri (19821, aunque stlü se i&ie a Graii Canaria y a !a segtii-da
mitad del siglo. Analiza la principal ruta de este comercio y el prin-cipal
producto: las legumbres. Torres Santana ( 198 1 ), de manera acci-dental,
estudia estas relaciones, centrándose en el análisis de la bur-guesía
y su mentalidad.
Para el siglo XIX contamos con los trabajos de A. Millares Cante-ro
(1979) y J. J. Ojeda Quintana (1979). El primero estudia la historia
de una familia, los Castañeyra, y su ascenso político y económico en
la isla de Fuerteventura. Gracias a los inventarios y a la corresponden-cia
está cuantificado el valor, los lugares de recepción y los destinata-rios
de este comercio: éstos eran Cataluña y Andalucía, siendo los prin-cipales
productos 13 cebada y la cochinilla, importando toda clase de
manufacturas. Ojeda Quintana estudia el ascenso y consolidación de la
clase mercantil canaria en el XIX; asociaciones mercantiles, compra de
tierras, creación de la banca, compañías de seguros, fueron los negocios
que favorecieron este ascenso.
6 . COMERCIOC ANARIO-AFRICANO
Africa constituyó para Canarias una zona vital para su pesca, para
sus comunicaciones, para sil economía y para su comercio. Sin embargo
no abundan los trabajos sobre esto zona, fundamentalmente por la es-casez
de fuentes, situándose ia mayoría be íos estudios en ei siglo xvi.
Fueron dos zonas del continente las que tuvieron a lo largo de la His-toria
más importancia para las islas: Berbería y Africa negra.
a) Berbería
El principal estudio y de gran importancia dentro de la Historio-grafía
española, es el de Ruméu de Armas (1956). El autor divide el
trabajo cronológicamente en varias etapas, comenzando por el siglo xv,
en donde se constata un comercio libre sobre todo con Torre de Mar
Pequeña. Los canarios llevaban cebada, trigo, azúcar a cambio de
oro, esclavos y cera. Así como la gran importancia de la pesca, consi-derada
como regalía de la Corona, actividad que sabemos no declinó a
lo largo de los años. «El comercio de Mar Pequeña estuvo controlado
por los Gobernadores de Gran Canaria. Había que solicitar licencia a
dicha autoridad especificando las mercancías que se ilevaban, luego se
fijaba el precio en los mercados insulares; lo que sobrepasara esto se
repartía entre la Corona y los particulares».
Esta pujanza del comercio con Mar Pequeña (del que hay algunas
cifras, 107.325 maravedíes, pues existía un navío de la Corona para
efectuar este trafico), hace que en 1501 pase a ju_ti&ciSn red y -En-que
sea por corto espacio de tiempo, unido a la creación de la Casa de
Contratación y su fiscalización, Mar Pequeña va perdiendo su hegemonía.
A partir de 1509 todo son ya conjeturas, pues subsiste un comercio
libre que sólo paga almojarjfazgos. Se supone que el comercio era im-portante,
sobre todo los rescates de cautivos. Asimismo el comercio de
conchas y orchilla, pues existía un delegado de la Corona para registrar
, este mercado. La competencia lusitana acabó con las conchas canarias
hacia 1506.
Por lo que respecta al comercio de esclavos en esta zona, M. Lobo
(1928) estudia 157 «cabalgadas» entre 1506 y 1600; lo que da una
idea clara de: la frecuencia y beneficios de estas expediciones (entre
un 100 por 100 y un 200 por 100), el personal que lo compone, ar-mamento,
etc. Estos moros eran destinados a las islas de señorío, donde
se dedicaban a la ganadería, aunque el interés en su captura era el
canje por negros, destinados 'éstos .en su mayoría a la agricultura en
Gran Canaria. También M. Lobo (1980) estudia detalladamente los
viajes de Pesquería en el siglo XVI a través de los Protocolos notariales.
Da noticia de la importancia que debieron tener estas expediciones, so-bre
todo en la segunda mitad del siglo XVI y el valor del pescado como
medio de subsistencia y objeto de mercado. La organización de la ex-pedicián
se hacía en base a dos socios: el capitalista y el trabajador,
riendo e! capital geno& el 'm& titiliado; Las distintas rnndalidades
de conciertos entre los socios, la nacionalidad de los mismos (la ma-yoría
de origen andaluz), los riesgos que corrían los pescadores, así
como los importantes impuestos que gravaban este producto, son los
temas que desarrolla M. Lobo en su artículo.
Por lo que respecta a la continuidad de esta información sobre pes-quería,
tenemos pocos estudios: G. Glas (1764) señalaba ya en esta
época la cantidad de barcos dedicados a esta faena en Gran Canaria
(30 barcos en las islas), los viajes que realizaban y la cantidad de pesca
a través de los fuertes impuestos que tenía este producto. También
V. Suárez Grimón (1982) indica que en el XVIII había más de 500 fa-milias
canarias que vivían de la pesca.
En el XIX, Busto y Blanco (1864) estudia las dificultades adrninis-tratívas
de esta industria, señalando el progreso y desarrollo que ten-dría
con una protección mayor del gobierno.
J. B. Vilar (1977) nos reseña las compañías canarias para pesca con
capital catalán a fines del XIX tras la anexión de Río de Oro. Da im-portantes
datos sobre la flota canaria de la época (50 barcos, 6.000 hom-bres,
11.000 Kgs. de pesca), datos que dan una idea clara de la im-pürtaiicia
de esta industria en las islah.
Tras estos importantes estudios sobre esclavos y pesca, encontra-mos
nuevas reseñas del comercio canario-norteafricano en el siglo XVIII.
Se decreta entonces la libertad de comercio con Maruecos a partir de
1766, pudiéndose importar grandes cantidades de trigo en años malos
para Canarias, con el único inconveniente de-pagar en dinero y no en
malvada, como bien ha señalado A. Cioranescu (1977). En este mismo
sentido M. Arribas Paláu (1979) estudia la correspondencia entre e l ,
cónsul de Marruecos y el ministro de Asuntos Exteriores español entre
1769-1789. De la que se deduce la importante cantidad de trigo im-portado,
así como los difíciles avatares políticos del momento.
b) Africa negra
El comercio de esclavos es el tráfico más importante de este sector.
Africa es el lugar que ofrece la mercancía, Canarias es el lugar donde
se hacen las transacciones comerciales y América sería el mercado.
En este comercie son !os portiigusses !os más importantes merca-deres
de hombres. Esta participación lusitana y su influencia en Cana-rias
la han estudiado A. Teixeira da Mota (1980) y E. Vila Vilar (1979).
El primero da noticia de los viajes o expediciones a Guinea de caste-llanos
y portugueses en el siglo XVI para la búsqueda de esclavos (a tra-vés
de las fuentes portuguesas), la importancia de Canarias, lugar de
apkovisionamiento, y de sus hombres. Las islas estaban a mirad de ca-mino
entre Lisboa y las colonias, y así son fuente de compra de pro-ductos
para América.
Como afirma E. Vila Vilar, la cantidad de navíos que albergaban
los puertos canarios (ingleses y holandeses) 'son índice importante de
un mercado de trueque. El trueque de esclavos era el comercio más
importante; los recogían en Cabo Verde, Angola, Santos Tomé. El lu-gar
ideal para encontrar barcos y hombres era Canarias. Comienza a
principios del XVI y a pesar de la participación de la Corona en la em-presa,
Sevilla va perdiendo lugar respecto a Canarias en este comercio.
El puerto más importante era Santa Cruz, llevaban preferentemente
vino, brea, seda y productos portugueses para el cambio.
A. Cioranescu también señala la importancia de este tráfico, sobre
todo a partir de 1587, con una organización en base a una cooperación
luso-canaria. Este trabajo producía buenas utilidades a los isleños, que
no sólo vendían sus vinos sino que participaban en las ganancias de
la trata. Afirma este autor que este comercio quedó arruinado en 1640
debido no sólo a la secesión portuguesa sino, y sobre todo, a la ocupa-ción
holandesa de Angola ( 1641-1658).
M. Lobo (1982) ha estudiado cietaiiadamente io que significó para
Canarias, en el XVI, este comercio. No sólo analiza las expediciones a
Africa negra; los súbditos que la llevan a cabo, sobre todo portugueses
con los problemas diplomáticos que esto conlleva, etc., sino que, a tra-vés
del estudio de las operaciones de compraventa, establece una apro-ximación
seriada, de todo el siglo, del número de transacciones, datos
de los esclavos, tipos de moneda utilizada, flujos y frecuencias de los
mismos, así como el alza progresiva de los precios. Todo elio le per-mite
afirmar que Las Palmas era en la época un mercado esclavista se-mejante
a otros puertos atlánticos como Lisboa o Sevilla.
El comercio interinsular como el interno está todavía por estudiar,
aunque se tengan noticias a través de trabajos más generales Ciora-,
nescu (1977) y Clavijo Hernández (1982) analizan las conexiones mer-cantiies
existentes entre Gran Canaria, Tenerife. Lanzarote y Fuerteven-tura
en el siglo XVI. Eran importantes las exportaciones de madera y
cereales de Tenerife a Gran Canaria, lo mismo que las importaciones de
cereales, ganado y cal que hace Gran Canaria de las islas orientales.
Para el siglo XVIII contamos con los trabajos de Torres Santa-ng
(198Q)y sl&-e~ Gr imS~(1 982). La prim,er. sitúu su es~ddice n e!
primer cuarto de siglo y nos explica las sólidas relaciones que mantenía
Gran Canaria con Tenerife y Fuerteventura. Gran Canaria era recep-
tora del cereal majorero y distribuidora a otros mercados insulares.
Todo esto estudiado a través de los mercaderes.
Suárez Grimón también estudia el tráfico de Gran Canaria con Te-nerife.
Su máxima aportación estriba en la cuantificación que hace de
los barcos que entran en el puerto grancanario mensualmente.
Una nota a destacar en el XIX, como Arma Millares Cantero (1979),
está en la labor de distribución de manufacturas en las islas de las gran-des
casas comerciales (Bosch, etc.), que llegaban hasta las zonas más
interiores, a través de sus delegaciones o corresponsales en cada una
de ellas.
m
Los estudios sobre el comercio interior brillan por su ausencia a la
E espera de nuevas aportaciones. No obstante, se tienen algunas noticias
de este sector en el sido XVI.
O
- m
González Yáñez (1355) a través de los acuerdos del Cabildo de Te- O
nerife, estudia el intercambio y el ordenamiento que lo regula entre
1497 y 1503. Clavijo Hernández (1982) y Cioranescu (1977) amplían
algo más estas noticias en sus trabajos. El primero nos dice cómo este
comercio es difícil de constatar en la documentación a causa de dos po-sibles
motivos: la importancia del contrato verbal y que no interesaba
a los meraderes dejar constancia por escrito en operaciones de poca
monta. Sin embargo estas cuestiones no se pueden generalizar, tal como
demostró Federico Melis, que sólo atribuía el contrato verbal y par-ticular
a los mercaderes florentinos.
Cioranescu analiza el mercado interno de Tenerife a través de las
disposiciones del Cabildo de los vendedores y de las infracciones a
la Ley. Plantea el ~roblema de abastos -escasez y abundancia-, el de
la ilegalidad y el del dirigismo que conduce al fraude y al aumento de
precio. Concluye este autor señalando que en Tenerife en el XVI todos
venden de todo desde que hay alguien para vender y alguien para
comprar.
A la vista de la bibliografía estudiada, se puede &mar que la
hvestiguci& cGm~rCi~n g f i h~an i&~ aumentn& lo largo
de las últimas décadas. No cabe duda de que estas investigaciones se
basan en planteamientos y fuentes dispares. Analizando, sin embargo,
la trayectoria del comercio canario, tenemos que, mientras se ha in-cidido
con profusión en el comercio canario-americano y canario-euro-peo,
se han descuidado los otros mercados. Por lo tanto nos encontra-mos
con lagunas significativas para poder llevar a cabo un estudio com-pleto
y científico del tema.
Necesitan de mayor atención los aspectos relativos al comerio in-terinsular
e interno para poder Situarnos con una base más sólida en el
escenario del comercio continental.
Desde el punto de vista cronológico, queremos llamar la atención
de los jnvestigadores sobre el desequilibrio existente entre unos siglos
y otros. Mientras que de los siglos XVI y XVIII existen abundantes es-tudios
que continuamente se están ampliando y revisando, de los si-glos
XVII, XIX y xx apenas si se sabe nada y lo que se conoce son n*
ticias sueltas y deshilvanadas en otros temas monográficos. Por lo tan-to
para poder estudiar a fondo el comercio, se requeriría completar es-tas
lagunas, pues con ellas se lograría ver no sólo la dinámica del co-mercio,
sino las incidencias que en 61 se vierten.
Por otro lado es necesario hacer constar la falta de estudios cuanti-tativos
y sistemáticos que estén en consonancia con el de las relaciones
humanas y económicas. Sin embargo hay que decir que en algunos sec-tores
las fuentes presentan mucha dificultad para lograr esta base esta-dística
tan necesaria para una historia científica. No debemos olvidar
que los asaltos piráticos a las islas, los incendios, la negligencia y la de-sidia
nos han privado de muchos y buenos fondos documentales.
B I B L I O G R A F I A
1. GENERAL
m
CHAUNUP, ., y HUGUET(E1 956-1960): Seville et I'Atlantique (1504-1650), París.
CIORANESCAU., '(1977-1979): Historia de Santa Cruz de Tenerife. Santa Cruz d e E
Tenerife. O
n
SLAS,e . (1976): ~escrzpczónd e las islas canarias. 1764. La Laguna. =m
GUIMERÁR AVINAA, . (1981): Canarias y su comercio exterior: monopolio y de- O
E
pendencia. «Canarias ante el cambio». Santa Cruz de Tenerife, pp. 147-156. E
2 PERAZADE AYALAJ,. (1959): La junta de comercio de Canarias. «Anuario de Es- E
tudios Atlánticos», 5. Madrid-Las Palmas, pp. 569-606.
RUMÉU DE ARMAS, A. (1947-1950): Piraterías y ataques navales contra las Islas 3
Canarias. Madrid.
SUÁKEZ GRIMÓN, V. (1982): Construcción naval y. tráfico marítimo en Gran Ca- -
0m
naria en la segunda mitad del siglo XVIII. «IV Coloquio de Historia Ca- E
nario-Americana (1980)», Las Palmas, pp. 783-880. O
TORRESS ANTANAE,. (1981): Relaciones comerciales de Gran Canaria entre 1700-
1725. Una aproximación a la burguesia mercantil canaria. Las Palmas. n
VIERAY CLAVIJOJ, . (1967-1971): Noticias de la historia general de las Islas Ca- E
narias. Santa Cruz de Tenerife. a
AN~NIM(O19 76): Memoria relativa al comercio interior y exterior de las Islas Ca- n
narias (1831). «El Museo Canario», XXIV: 1972, Las Palmas, pp. 175-196.
3
2. COMERCIO CANARIO-AMERICANO O
l 1
BABIO WALS, M. (1982): Respuesta del Consulado de Sevilla sobre el aumento del
tráfico comercial Canarios-Indias. 1654. «IV C. H. C. A. (1980)~L. as Pal-mas,
T. I., pp. 651-660.
BETHENCOUMRTA SSIEUA, . (1982): Prólogo a la obra de M. Lobo Cabrera:La es-clavitud
en las Canarias Orientales en el siglo XVI. Las Palmas.
BORGESA, . (1969): El Archipiélago canario y las Indias Occidentales. Madrid.
--(1972): La región canaria en los orígenes americanos. «A. E. A,», 18. Ma-drid-
Las Palmas, pp. 199-276.
-(?974): N&g: payg ZLn ertudin sn_hrp la prq~cción de Canavias en la con-quista
de América. <A. E. A,», 20. Madrid-Las Palmas, p. 145-266.
GUIMER~ÁA VINAA., (1976): El comercio de Garachico con las Indias. 1566-1612.
Memoria de licenciatura. La Laguna.
-(1977 a): (Por qué comercia Canarias con Indias en el siglo XVI?; Incen-tivos
y obstáculos. c1.C.H.C.A. (1976)», Las Palmas, pp. 86-104.
-(1977 b): Los protocolos notariales y el comercio canario-americano en la
Edad Moderna. «El Museo Canario», XXXVI-XXXVII: 1975-1976. Las
Palmas, pp. 169-188.
.-(1979): La financiación del comercio de Garachico con las Indias (1566-
1612). «II C.H.C.A. (1977)», T. 1. Las Palmas, pp. 262-282.
--(1980): Canarias en «La Carrera de Indias» (1564-1778), «I Jornadas de
Estudios Canarias-América». Santa Cruz de 'I'enerife, pp. 20s-119.
HARING, C. H. (1979): Comercio y navegación entre España y las Indias. México.
IIERNÁNDESZÁ NCI I EZ-BARBAM, . ( 1977): Historia serial del comercio canario-ame-ricano:
correcciones metodológicas. d . C. H. C. A.» (1976), Las Palmas,
pp. 4181122.
LOBOC ABRERAM, . (1979): Rel~rcionese ntre Gran Canaria, Africa y América a tra-vás
de la trata. «II C.H.C.A. (1977)», T. 1. Las Palmas, pp. 75-98.
(1982): Gran Canaria e Indias hasta la creación del Juez de Registro. 1566.
«IV C.H.C.A. (1980)», T. 1. Las Palmas, pp. 109-156.
MPEZC ANTOSA, . (1979): El tráfico comercial entre Canarias y América durante
el siglo XVII. «II C.H.C.A. (1977)», T. 11. Las Palmas, pp. 301-372.
MARREROR ODRÍGUEZM, . (1979): Algunos viajes atlánticos de los vecinos de Te-nerife
en el primer tercio del siglo XVI. 41 C.H.C.A. (1977)», T. 1. Las
Palmas, pp. 62-73.
~ ~ ÍNGUEC.T (,1 982): Documentos inéditos sacados del Archivo Nacional de Fran-cia
y relativos al comercio canario-americano (1713-1758), «IV C.H.C.A.
(1980)», T. 1. Las Palmas, pp. 661-699.
MOLINA MARTÍNEZ, M. (1980): En torno al comercio canario-americano. Inter-pretaciones
sobre el artículo 4." del Reglamento. 6-XII-1718. «III C.H.C.A.
(1978)», T. 11. Las Palmas, pp. 67-83.
MORALESP ADR~NF., (1952): Canarias y Sevilla en el comercio con América. «A.
E. Americanos», IX. Sevilla, pp. 173-207.
-(1955): El comercio canario-cmericano (siglos XVI, XVII y XVIII). Sevilla.
----(1970): Cedulario de Canarias. Las Palmas.
-(1977): Las relaciones comerciales canario-americanas. En «Historia gene-ral
de las Islas Canarias de A. Millares Torres», T. 111. Las Palmas, pp.
317-330.
ORTU DE LA TABLAY DUCASSEJ,. (1979): Comercio colonial canario. Siglo XVI I I .
Nuevo Indice para su cuantificación: la contabilidad del colegio de Sarr
Telmo, 1708-1776. «II C.H.C.A.», T. 11. Las Palmas, pp. 6-19.
PERAZDAE AYALAJ, . (1954): Consideraciones sobre recientes trabajos que estu-dian
el comercio de Canarias con las Indias. «Revista de Historia», 100. La
Laguna, pp. 532-557.
-(1977. a): El régimen comercial de Canarias con las Indias en los si-glos
X V I , X V I I y XVIII. Sevilla.
-(1977 b): Acerca del régimen comercial de Canarias con Indias. En «His-toria
general de las Islas Canarias de A. Millares Torres», T. 111. Las
Palmas, pp. ' 306-316.
PÉREZ-MALLAINAB UENO,P . E. (1979): Ln .tzm~gir?'6nc nnnr- n I n d i n ~ i: lr J z ~ t a
de restablecimiento del comercio. 1700-1708. «II C.H.C.A. (1977)», T. 11.
Las Palmas, pp. 374-426.
(1982): El Consulado de Sevilla y el contrabando canario con América en
la segunda mita1 del siglo XVII. «IV C.H.C.A. (1980)», T. 1. Las Pal-mas,
pp. 615-650.
KAMOS, L. J. (1979): Navíos extranjeros habilitados como nacionales para efec-tuar
el comercio con América a mediados del siglo XVIII. e111 C.H.C.A.
(1977)», Las Palmas, pp. 20-32.
KAMOS PÉREZ, D. (1979):El problema de los embarques de harinas en los regis-tros
para América. «II C.H.C.A. (1977)», T. 11. Las Palmas, pp. 35-44.
SOLANOPÉ REZ-LILAF, . de (1977): El Juzgado de Indias en Canarias a través de
las apelaciones al Consejo de Indzas. Inventario de la documentación exis-tente
en los Archivos General de Indias e Histórico Nacional. u1 C.H.C.A.
(1976)», Las Palmas, pp. 106-143.
SUÁREZ GRIMÓN, V. (1979): Incidencias en el registro de Indias (1730-1765).
«II C.H.C.A. (1977)», T. 11. Las Palmas, pp. 46-91.
TORRES ANTANEA., (1979): Juan Tomás de Cigala: un burgués en el comercio con
Indias. «Ailuario del Centro Regional de la U.N.E.D de Las Palmas: IV
Coloquio de Historia Social de Canarias*, 5. Las Palmas, pp. 51-64.
VAzyuez VERA, B. M. (1979): Volumen comercial canario-venezolano. u11 C.H.C.A.
(1977)», T. 11. Las Palmas, pp. 107-130.
VILA VILAR, E. (1979): Las Canarias como base de aprovisionamiento de navios
. . portugueses. «II C.H.C.A. (1977)», T. 11. Las Palmas, pp. 284-300.
VRANICH, S. B. (í98U): Ci negocianfe tinerjefio Gaspar de Agtrijci (ij32-15Wj
Historia de un ixito. «A.E.A.», 26. Madrid-Las Palmas, pp. 561-614.
3. COrMERClO CANARIO-EUROPEO 2
-E
BETHENCOURMTA SSIEUA, . (1956): Canarias e Inglaterra: el comercio de vinos 3
(1650-1800) «A.E.A.», 2. Madrid-Las Palmas, pp. 195-308. -
CAMACHYO PÉREZG ALD~GS,. (1961): El cultivo de la caña de azúcar y la in- O-dustria
azucarera en Gran Canaria (1510-1535). «A,E.A.», 7. Madrid-Las
m
E
Palmas, pp. 11-70. O
FRAGAG ONZÁLEZM, . del C. (1979): La aristocracia y la burguesía canarias @te
el arte: Importaciones artisticas. «IV Coloquio de Historia Social, U.NE.D.» n
Las Palmas, pp. 163-217. -E
LOBOC ABRERAM, . (1979): El comercio entre Gran Canaria y Flandes hasta 1558, a
a través de la burguesía mercantil. «IV Coloquio de Historia Social de Ca- 2
n
narias». U.N.E.D.L,as Palmas, pp. 29-50. n
n
MARREROR ODR~GUEMZ., (1979): Algunas actividades de mercaderes en Tenerife
en la primera mitad del XVI. «IV Coloquio de Historia Social de Cana- 3
O
tias». U.N.E.D., Las Palmas, pp. 9-27.
.-(1980): Una sociedad para comerciar con Castilla, Canarias y Flandes en
la primera mitad del XVI. «III C.H.C.A. (1978)», T. 11. Las Palmas,
pp. 159-173.
-(1982): Mercaderes flamencos en Tenerife durante la primera mitad del XVI.
«IV C.H.C.A. (1980)~1. 1. Las Palmas, pp. 599-614.
MORALELS EZCANOV, . (1970): Relaciones Mercantiles entre Inglaterra y los Ar-chipiélagos
del Atlántico Ibérico. Su estructura y su historia (1503-1783).
La Laguna.
(1979): Gpitalismo industrial e inversiones extranjeras en Canarias (1850-
1945). «IV C.H.S.C.», U.N.E.D. Las Palmas, pp. 141-162.
OTTE, E. (1980): LOS Boti y LOS Lugo. «III C.H.C.A. (1978)», T. 1. Las Palmas,
pp. 47-85.
-(1982): Canarias plaza bancaria europea en el siglo XVI. «IV C.H.C.A.
(1980)», T. 1. Las Palmas, pp. 157-173.
STECKLEY, G. (1981): La economía vinícola de Tenerife en el siglo XVII: relación
anglo-española en un comercio de lujo. aAguayro, 1 3 8 ~ .L as Palmas, pp.
25-3 1.
STOLS, E: (1982): Las Canarias et l'expasion Coloniale del Pays-Bas ineridiotzaux
aux sixeme siede et de la Belgique vers 19GO. «IV C.H.C.A. (1980)~.
T. 11. Las Palmas, pp. 903-933.
4. COMERCIO CANARIO-AFRICANO
ARRIBASP ALÁU, M. (1979): Notas sobre el abastecimiento de granos a Canarias
desde Marruecos (1769-1789). «A.E.A.», 25. Madrid-Las Palmas, pp. 359-
408.
BUSTOY BLANCOF, . del (1864): Topografía médica de las Islas Canarias. Seviila.
LOBOC ABRERAM, . (1979): Relaciones entre Gran Canaria, Africa y América a tra-vés
de la trata de negros. «II C.H.C.A. (1977)». T. 1. Las Palmas,
75-98.
-(1980): Los vecinos de Las Palmas y sus viajes-pesqueria a lo largo del si-glo
XVI Otros datos para su estudio. «III C.H.C.A. (1978)», T. 11. Las
Palmas, pp. 401-429.
-(1982): La esclavitud en las Canarias Orientales en el siglo XVI. Las
Palmas.
RUMÉUD E ARMASA, . (1956): España en el Africa Atlántica. Madrid.
TEIXEIRAD E MOTA, A. (1980): Viagens espanbolas das Canarias a Guiné no
seculo XVI, segundo documentos dos Arquivos postugueses. «III C.H.C.A.
(1978)», T. 11, Las Palmas, pp. 219-249.
VILA VILAR, E. (1979): Lus Canarias como base de aprovisionamiento de navíos
portugueses. «II C.H.C.A. (1977)», T. 1. Las Palmas, 248-300.
VILAR, J. B. (1977): El Sáhara espaRol. Historia de una aventura colonial. Madrid.
5. COMERCIO CANARIO-PENINSULAR, INTERINSULAR E INTERNO
CLAVIJOH ERNÁNDEZF,. (1982): Los documentos de fletamento en el primer ter-ventas
de esclavos en Valencia. «A.E.A.», 1. Madrid-Las Palmas, pp. 479-548.
CLAVIJOH ERNANDEZF,. (1982): Los documentos de fletamiento en el primer ter-cio
del siglo XVI. «IV C.H.C.A. (1980)», T. 1. Las Palmas, pp. 29-76.
-41963): La trata de esclavos durante los primeros descubrimientos (1489-
1516). «A.E.A.n, 9. Madrid-Las Palmas, pp. 23-46.
,-(1964): La escIavifud en Valencia durante el reinado de los Reyes Católicos
(1479-1515). Valencia.
FRANCOS ILVAA,. (1979): La esclavitud en Sevilla y su tierra a fines de la Edad
Media. Sevilla.
GONZÁLEZY ANES,E . (1953): Importación y exportación en Tenerife durante los
primeros años de la conquista (1479-1503). «Revista de Historias, 101. La
Laguna, pp. 70-91.
LOBOC ABRERAM, . (1982): Los gallegos en Canarias a través de los protocolos no-taiales
en el primer tercio del siglo XVI. .«II Coloquio .de Metodología
Histórica Aplicada». Santiago.
MADURELML ARIM~NJ., M . (1957): El antiguo comercio de Barcelona con las Is-las
Canarias y Santo Domingo. «A.E.A.», 3. Madrid-Las Palmas.
- 4 1 9 5 9 ) : Los seguros marítimos y el comercio con las Islas de la Madera y
Canarias (1495-1506). «A.E.A.», 5. Madrid-Las Palmas, pp. 485-568.
-(1961): El antiguo comercio con las Islas Canarias y las Indias de Nueva
España o del Mar Océano (1498-1683). Más documentos para su historia.
«A.E.A.», 7. Madrid-Las Palmas, pp. 71-132.
( 1 9 7 9 ) : Miscelánea de documentos históricos atlánticos (1496-1574).
«A.E.A.», 25. Madrid-Las Palmas, pp. 219-236.
MILLARECS ANTEROA,. (1979): Notas para un estudio de la burguesía majorera en
el tránsito del XIX al XX. «IV C.H.S.C.», U.N.E.D., Las Palmas, pp. 75-
139.
OJEDAQ UINTANAJ., J. (1979): Burguesía comercial canaria en el XIX: fines, me-dios
y figuras. «IV C.H.S.C.», U.N.E.D., Las Palmas, pp. 61-74.
VERLINDENC,h . (1972): Une taxation d'esclaues 2 Majorque en 1428 et la traite
italienne. «Bulletin de 1'Institut Historique Belge de Rome», XLII. Rome,
pp. 141-187.
(1982): La esclavitud en Canarias. «IV C.H.C.A. (1980))). T. 1. Las Pal-mas,
9-28.