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239 LA INMIGRACIÓN EUROPEA BAJO EXAMEN: UN SIGLO DE MATRÍCULAS EN LA CIUDAD DE LAS PALMAS, 1765-1854 THE EUROPEAN IMMIGRATION UNDER REVIEW: A CENTURY OF REGISTRATION LISTS IN THE CITY OF LAS PALMAS, 1765-1854 Alexis D. Brito González RESUMEN La intensa presencia de inmigrantes europeos en los territorios hispánicos durante la Edad Moderna fue una pre-ocupación constante para los monar-cas. Su concentración en los principa-les puertos y regiones costeras, así como en la corte, constituyó una fuente de problemas por lo que intentaron en todo momento tenerlos bajo control. El objetivo de esta comunicación es co-nocer la evolución de la colonia extran-jera en la ciudad de Las Palmas a través de estas matrículas en un perío-do que abarca prácticamente un siglo. Se trata de una primera aproximación ya que las matrículas nos permiten percibir el estado de la inmigración en un momento concreto, sin entrar en valoraciones de carácter económico o social, dado que la información que ofrecen es pre-estadística. PALABRAS CLAVE: inmigración, ex-tranjeros, matrículas, comercio, Las Palmas de Gran Canaria. ABSTRACT The strong presence of European immigrants in the Hispanic territories in the modern age was a constant concern for the monarchs. Their concentration in the major ports and coastal regions as well as the Court was a source of trouble for what they tried at all times keep them under control. The aim of this paper is about the evolution of the foreign colony in the city of Las Palmas through these lists in a period spanning nearly a cen-tury. This is a first approximation becau-se the lists allow us to perceive the state of immigration in a particular time, without going into assessments of eco-nomic or social, as the information they offer is pre-statistics. KEYWORDS: immigration, foreigners, lists, commerce, Las Palmas de Gran Canaria. Alexis D. Brito González: Gobierno de Canarias, Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación. C/Profesor Agustín Millares Carló, 10, Las Palmas de GC, 35003. abrigonr@gobiernodecanarias.org XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 24 0 La llegada y asentamiento en las ciudades y puertos españoles de una nutrida inmigración de origen europeo supuso una constante preocupación para los monarcas durante toda la etapa moderna. La posibilidad de la introducción a través de estos desplazamientos de nuevas costumbres, de ideas heréticas, de publicaciones no autorizadas, de comerciar con el enemigo, etc., así como de convertirse en una fuente de conflictos, constituyó un quebradero de cabeza para los gobernantes que no supieron, ni tampoco pudieron, controlar la entrada de dichos inmigrantes. Desde el siglo XVI existió la intención de tener bajo control a los colectivos de origen no hispánico que se hallaban en los territorios españoles. Sin embargo, la escasa disponibilidad de medios, tanto económicos como materiales y humanos, así como la connivencia de un gran número de autoridades civiles con dichos grupos impidió la plasmación efectiva de aquella idea a nivel general. Además, las diferencias territoriales ahondaban aún más en aquellos impedimentos para su ejecución. Por tanto, debemos esperar a la llegada de los Borbones al trono y a la instauración de un Estado centralizado y más fuerte para que aquel propósito fuese llevado a cabo. No obstante, y pese a lo comentado, existieron lugares en los cuales se realizaron listas, matrículas, censos y otros documentos que recogieron datos sobre los europeos en España en determinados momentos y bajo ciertas circunstancias, generalmente con fines de imposición de algún gravamen o en tiempos de conflictos bélicos, es decir, con un propósito claramente coercitivo. Algunas de ellas han permitido conocer el tamaño e importancia de las colonias europeas en varias ciudades españolas, fundamentalmente en los puertos y principales centros de comercio. Como todos los documentos de este período, deben ser tomados con sumo cuidado y contrastar la información que ofrecen con los datos de otras fuentes pues, a menudo, adolecen de errores, ocultación de información o son claramente in-completas. En el caso de Canarias, la confección de estos documentos es aún más esporádica y puntual. La lejanía de los centros de decisión, las estrechas relaciones de los europeos con las elites sociales y dirigentes insulares, los intereses económicos y varias razones más dificultaron en gran medida su puesta en marcha. Entre las que se llevaron a cabo debemos citar la iniciativa del tribunal de la Inquisición canaria para que se elaborase un censo de los portugueses que residían en el archipiélago en 16261; o, por ejemplo, la lista realizada por el cónsul inglés sobre los componentes de la comunidad británica en las islas al comienzo de la guerra de Sucesión española2. El objetivo de esta comunicación es la de conocer la evolución de la colonia extranjera en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a través del análisis de aquellas matrículas que se realizaron en el tramo final del La inmigración europea bajo examen… 24 1 Antiguo Régimen en la transición a la contemporaneidad, y que abarcan prácticamente un siglo. Dado que la información que ofrecen es preestadística, se trata de una primera aproximación ya que estas matrículas permiten adentrarnos en el estado de la colonia extranjera en un momento dado, sin llegar a valoraciones de carácter económico y/o social a un nivel más profundo. No obstante, podemos percibir con bastante exactitud cuál era el tamaño de dicho colectivo, su evolución a lo largo de este período, los individuos que la componen, dedicación profesional, etc. LEGISLACIÓN Y PUESTA EN PRÁCTICA Si bien hubo intentos precedentes, el punto de partida oficial en la elaboración de las matrículas de extranjeros en el Antiguo Régimen debemos situarlo en la Real Cédula que Carlos III promulgó en 1764. En ella señalaba que, vistos “los embarazos que suelen ocurrir sobre si deven gozar o no del fuero de transeúntes o del de domiciliados en mis Reynos…”, se realizase cada año una lista de los extranjeros en todos los puertos y lugares de comercio, haciendo distinción de naciones, si son transeúntes o domiciliados, profesión, etc.3. Con su promulgación se ponía en práctica el primer intento de controlar la población extranjera que residía, temporal o definitivamente, en los territorios de la Corona española, intentando para ello averiguar la mayor cantidad de datos posible como su volumen, su procedencia, la religión que profesan, estado civil, etc. Sin embargo, este intento no fructificó en todos los lugares de igual manera. Durante los primeros años se realizaron en casi todas las ciudades, pero luego se incumplió sistemáticamente; la dejadez y nulo interés por parte de los oficiales reales, la connivencia de estos con los foráneos, poco interesados en ofrecer sus datos a la Administración, y la escasez de medios para llevarlas a cabo son excusas suficientes para entender que, con el tiempo, se olvidasen de hacer cumplir lo mandado. La Revolución Francesa vino a trastocar esta aparente tranquilidad. El temor a la propagación de las ideas revolucionarias, de la entrada de libros e individuos antimonárquicos y el deseo de controlar a la población francesa, sobre todo, obligó a Carlos IV a recordar la cédula de 1764 a través de otra publicada en julio de 1791; como novedad, una instrucción posterior establecía cómo debían llevarse a cabo las matrículas, así como la información que debían contener4. Al igual que sucedió con la antecedente, se cumplió en los primeros momentos para luego ir engrosando la lista de aquellas disposiciones que eran olvidadas sistemáticamente. Algo así fue lo que ocurrió en Canarias; en Tenerife se realizó la matrícula en 17915 a la cual se añadieron las rectificaciones correspondientes a 1792 y una postrera matrícula en 17996, mientras que en Gran Canaria la situación es aún peor XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 24 2 pues únicamente se elaboró la matrícula en 17917 (al menos que haya quedado constancia), a pesar de la coyuntura conflictiva con Francia, que hubiese sido una excusa perfecta para la confección de estas listas sin oposición por parte de los afectados. Esta situación no es exclusiva del archipiélago canario pues, se puede hacer extensiva a casi todo el territorio nacional. Únicamente en Navarra se realizaron con una cierta continuidad permitiendo así obtener una visión de la colonia más cercana a la realidad (se realizaron 24 matrículas en los 27 años transcurridos entre 1764 y 1791)8. No obstante, en algunos lugares se continuaron elaborando estas listas hasta poco antes del comienzo de la guerra de Independencia. Así sucedió por ejemplo en Jerez, donde se elaboró una en 18069, e incluso en Santa Cruz de Tenerife donde, como consecuencia de los hechos acaecidos en Madrid en mayo de 1808, se ordenó realizar una relación con los franceses que residían en ese lugar10. Tras la pausa forzosa motivada por el conflicto bélico, la administración central mostró escaso interés en continuar con la elaboración de estos documentos. La situación económica general no se mostraba propicia para ello, a lo cual debemos añadir los vaivenes políticos que agitaban el país. A título local se realizaron algunas como en Málaga en 1817, pero son casos esporádicos y sujetos a intereses locales más que a un verdadero afán de cumplimiento de la ley. Además, en determinadas poblaciones ya existían instrumentos que incluían a los extranjeros, como libros de avecindamiento o libros de registro, como el que debió de existir en la ciudad de Las Palmas, tal y como se desprende de un acuse de recibo de un oficio de 1825 sobre prisión y embargo de bienes de personas en el que se señala que “he examinado detenidam[en]te el libro en donde se anotan todos los forasteros q[u]e llegan a esta ysla”11. En Canarias hubo órdenes por parte del jefe político para que se confeccionase dicha lista en Santa Cruz de Tenerife, pero no parece que se llevasen a cabo12. Finalmente, en 1845, se retoma la antigua legislación recogida en la Novísima Recopilación y una Real Orden de 3 de abril de ese año decreta la realización de un estado de los extranjeros en la provincia para su posterior remisión a Madrid13. Las matrículas de este período, ya en pleno reinado isabelino, se encuentran en una encrucijada: por un lado, continúan respondiendo a la normativa recogida en la Novísima Recopilación; por otro lado, se trata de instrumentos cuyo valor e interés decrecen en favor de los padrones municipales, más fiables y ejecutados con una cierta continuidad. Y es que, a pesar de los intentos de cambio, el recién nacido estado liberal aún mantenía pervivencias del Antiguo Régimen. Aún así, esta reanudación en la elaboración de estas listas sí que tuvo una relativa prolongación en el La inmigración europea bajo examen… 24 3 tiempo, al menos para la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, con ejecución de las listas en los años 1851 y 1854. LAS MATRÍCULAS DEL SIGLO XVIII Como señalamos en el apartado anterior, las primeras matrículas de extranjeros que se conservan para la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria se sitúan cronológicamente en el siglo XVIII, a raíz de la Real Cédula de 1764. No vamos a entrar en excesivo detalle en ellas pues ya fueron objeto de un análisis exhaustivo en un trabajo anterior14, por lo que nos limitaremos a ofrecer una visión sintética de la situación. A modo de resumen, en la tabla I podemos observar el origen nacional de los individuos que residían en la ciudad en el tiempo de la ejecución de las listas. 1765 1766 1791 Total % Total % Total % Alemania - - - - 1 1,6 Inglaterra 1 4,54 1 7,14 2 3,2 Irlanda 2 9,1 2 14,3 - - Francia 1 4,54 - - 5 8,2 Portugal 6 27,27 3 21,42 4 6,5 Génova 1 4,54 1 7,14 8 13,1 Liorna 1 4,54 - - - - Savona 1 4,54 1 7,14 - - Venecia - - - - 21 34,4 Roma - - - - 1 1,6 Malta 9 40,9 6 42,85 9 14,7 Rabusa - - - - 10 16,4 TOTAL 22 100 14 100 61 100 Tabla I. Origen nacional de los extranjeros (1765-1791). Fuente: AHN y AHPLP. Elaboración propia. Lo primero que destacamos es el pequeño tamaño de la colonia foránea de la ciudad, sobre todo a mediados de la centuria, en relación con la isla de Tenerife y otros puertos españoles. El incremento en la matrícula de 1791 se debe fundamentalmente a la llegada de un nutrido grupo de comerciantes y marineros de un navío mercante, lo que puede distorsionar ligeramente la percepción de la verdadera dimensión del colectivo. O tal vez no, porque XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 24 4 raramente este tipo de profesionales, refiriéndonos a los marineros y tripulación de navíos, aparecen recogidos en las listas de extranjeros. No debemos olvidar que estamos en un período de crisis económica en las islas, tras el hundimiento del comercio vitícola en las primeras décadas del siglo XVIII, lo que afecta invariablemente a la capacidad de atracción de las corrientes migratorias procedentes de Europa. Corrientes que estos documentos nos confirman que mantienen su origen en los países tradicionalmente vinculados al archipiélago: Portugal, la península italiana y el mundo anglosajón. Frente a esta continuidad se distinguen dos novedades. La primera consiste en la escasa presencia de inmigrantes franceses en comparación a otros períodos históricos donde tuvieron una amplia asistencia en la ciudad15, máxime si tenemos en cuenta que el Setecientos se caracteriza por una intensa relación a nivel nacional con el país galo. La segunda estriba en la incorporación de una nueva comunidad que anteriormente no había tenido ningún tipo de conexión con Canarias: los malteses. Van a aparecer con tal fuerza que se convierten en una de las agrupaciones nacionales principales, si no la más relevante, a tenor de las cifras que desprenden los documentos. Un segundo punto que resaltamos es que la mayor parte de estos individuos se dedican al comercio como principal actividad profesional. Y en unos porcentajes que van aumentando según avanza el período. En la matrícula de 1765, los comerciantes suponen el 45,4% de los extranjeros matriculados, cifra que se incrementa al 50% en la de 1766 y casi al 63% en la de 1791 (en este caso sólo hemos tomado a los avecindados; la cifra rondaría el 29,5% si incluimos a los transeúntes). Dentro de ellos debemos destacar a los malteses, que constituyen el principal grupo nacional dedicado a esta actividad, por encima de cualquier otra y con una notable diferencia. En la tabla II detallamos el tiempo de residencia alegado en estas matrículas por estas personas. 1765 1766 1791 Menos de 1 año 14 4 34 De 1 a 5 años 3 4 12 De 6 a 10 años 1 1 4 De 11 a 25 años 2 3 4 Más de 26 años 2 2 7 TOTAL 22 14 61 Tabla II. Tiempo de residencia (1766-1791) (en cifras totales). Fuente: AHN y AHPLP. Elaboración propia. La inmigración europea bajo examen… 24 5 Debemos precisar que se trata de datos con una fiabilidad discutible ya que, en la mayoría de las ocasiones, se recurre a la memoria personal y no a la posible documentación oficial que obrase en manos de la propia Administración. Por ejemplo, en la matrícula de 1791 aparecen recogidos el francés Antonio Ducret y el maltés Lorenzo Frendo con treinta años de residencia, una cifra problemática porque el primero no aparece en las matrículas de 1765 y 1766 por lo que difícilmente podría haber estado ese tiempo, mientras que el segundo aparece en la de 1766 con una estancia de cuatro meses, con lo que hacia 1791 llevaría avecindado en torno a los veinticinco años. Es razonable pensar que algunos de estos individuos estuviesen yendo y viniendo en los primeros tiempos pero, probablemente, tenga que ver más con aparentar un mayor compromiso con los asuntos locales justificando un amplio período de residencia, dado el carácter de alarma que se respiraba en esos años por los sucesos revolucionarios. A nivel general, si exceptuamos a aquellos que llevan menos de un año y que pueden ser considerados como transeúntes, el tiempo de residencia es relativamente prolongado; el 50% de los que se muestran en las nóminas de 1765 y 1766 alegan un domicilio de más de once años en la ciudad, cifra que se reduce a un 40,7% en la de 1791. De lo que se deduce que la mayoría de los individuos que suelen recogerse en estas listas son aquellos que se hallan plenamente integrados. En líneas generales, podemos apuntar que las matrículas del Setecientos no cumplieron con la finalidad encomendada, fundamentalmente de control, debido al escaso o nulo cumplimiento por parte de las autoridades competentes. Además, estamos convencidos de que el tamaño de la colonia pudo ser mayor; la población flotante, a pesar de ser significativa, es relativamente escasa y se centra fundamentalmente en aquellos que se dedican al comercio, más identificables y, por tanto, reconocibles al instante. Incluso entre los avecindados, y con algunas excepciones en la de 1791, apenas se citan artesanos, miembros del servicio doméstico y de profesiones liberales. Todo ello no va en detrimento del valor que pueden tener estos documentos pues nos permiten contar con una base de partida para un mayor conocimiento. LAS MATRÍCULAS ISABELINAS (1845-1854) La llegada al Gobierno de la nación de los liberales moderados en 1844 permite poner en marcha una serie de ideas centralizadoras que, en cierto modo, son sucesoras de las borbónicas del Setecientos, entre las cuales se halla la necesidad de controlar la inmigración foránea en el territorio nacional. La voluntad política permite una continuidad en la elaboración de las matrículas, que se plasma, en el caso de la ciudad de Las Palmas de Gran XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 24 6 Canaria, en la existencia de las listas de 1845, 1851 y 185416, y que tienen como base, reconocida en la Orden de 1845, la cédula de 1791. No obstante, en la carta enviada desde Tenerife para que se renueve el registro de los extranjeros, se especifica que tengan presente los artículos 4 y 5 del reciente Real Decreto de 17 de noviembre de 1852 que fijaba los derechos de extranjería en España17. En la tabla III hemos colocado el origen de los individuos recogidos en las matrículas de este período. 1845 1851 1854 Total % Total % Total % Gran Bretaña 25 60 13 41,9 13 41,9 Gibraltar - - 1 3,22 1 3,2 Francia 7 17,5 9 29 12 38,7 Portugal 3 7,5 2 6,45 1 3,2 Génova 6 15 4 12,9 3 9,7 Cerdeña - - 2 6,45 - - Venezuela - - - - 1 3,2 TOTAL 41 100 31 100 31 100 Tabla III. Origen nacional de los extranjeros (1845-1854). Fuente: AHPLP. Elaboración propia. Analizando los datos, llama la atención varios hechos. En primer lugar, la importancia que adquiere nuevamente la inmigración anglosajona, relacio-nada con el establecimiento de nuevas casas comerciales en los años posteriores a la guerra de Independencia, muestra del interés que las islas vuelven a tener para el comercio británico. Esto se traduce en unas cifras que hasta entonces no se habían producido en la ciudad, ya que la aportación de esta nacionalidad siempre fue más reducida que la procedente de otras zonas europeas18. En la matrícula de 1845 se encuentran nombres ya conocidos como los hermanos Jorge y Diego Swanston, su primo Tomás Miller, Federico Manly y los hermanos Diego y Eduardo Wood, muchos de los cuales permanecerán en la isla hasta su fallecimiento19. En estas listas aparecen varios individuos originarios de la isla de Malta que hemos añadido al grupo de ingleses, pues son inscritos como tales en el consulado británico por hallarse la isla bajo su soberanía y así lo hacen constar. En segundo lugar, el mantenimiento de las corrientes migratorias tradicionales (Portugal, Francia, el Mediterráneo) que implica la dilatada pervivencia de los lazos que la ciudad detenta con esos territorios desde el comienzo de la Edad Moderna. En tercer lugar, surgen nuevos focos La inmigración europea bajo examen… 24 7 nacionales, eso sí, de manera marginal, que indican el reciente interés que la ciudad despliega en esos territorios como destino de asentamiento. En lo concerniente al tamaño de la colonia, a lo largo de estos años se mantiene en unos niveles similares, con un ligero descenso a partir de 1851, aunque continúa siendo reducida en comparación con otros territorios españoles. No obstante, debemos tener en cuenta que estas matrículas recogen esencialmente a aquellos individuos que cuentan con un período relativamente prolongado de residencia, prácticamente avecindados, y no a los que se hallan en situación de transeúntes. Por ejemplo, en la matrícula de 1854 se diferencia este hecho, tal y como debería hacerse según la normativa, y se citan a dos individuos en este estado pero no así en las anteriores. Que las matrículas recogen fundamentalmente a aquellos que se hallan asentados de manera casi definitiva se aprecia claramente al analizar el tiempo de residencia en la ciudad. 1845 1851 Total % Total % Menos de 5 años 2 4,9 6 19,35 De 6 a 10 años 9 21,95 6 19,35 De 11 a 20 años 11 26,8 7 22,6 De 21 a 30 años 6 14,6 6 19,35 Más de 30 años 4 9,75 6 19,35 Sin especificar 9 21,95 - - TOTAL 41 100 31 100 Tabla IV. Tiempo de residencia (1845-1851). Fuente: AHPLP. Elaboración propia. Como se aprecia en la tabla IV, más de la mitad de los foráneos recogidos en la lista de 1845 llevaban residiendo en Las Palmas un tiempo superior a los once años y, aunque existe un nutrido grupo del que desconocemos este dato, no debían de ser meros transeúntes sino que por alguna razón se omitió el mismo20. Esta cifra se incrementa para la siguiente matrícula, la de 1851, pues los que se incluyen en ese conjunto superan ligeramente el 61% del total. Por contra, aquellos que llevan menos de cinco años afincados en la ciudad constituyen una minoría y, si bien en la matrícula de 1851 aumentan de manera notoria, se trata de personas que se han establecido desde hace cuatro o cinco años, a excepción de los sardos con un período de tres meses. Es por ello plausible que el tamaño real de la colonia extranjera en la ciudad de Las Palmas fuese superior al que recogen las listas si se incluyesen XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 24 8 aquellos individuos que residiesen de manera estacional, como los dedicados a la navegación, artesanos o, incluso, algunos comerciantes de paso. No debemos olvidar que en la matrícula de 1791 los transeúntes doblaban a los avecindados precisamente por haber incorporado a los miembros de tripulaciones de navíos. En la tabla V hemos desglosado las distintas ocupaciones profesionales que declaran los extranjeros radicados en la ciudad. Un examen detallado de las mismas nos permite llegar a varias conclusiones. 1845 1851 1854 Comerciante 17 13 16 Dependiente 2 1 2 Fonda - 1 1 Botillería - - 1 Herrero - 3 2 Sastre 2 2 1 Relojero - 1 - Pintor - 1 1 Dorador - 1 - Yesero - 2 - Panadero - 1 - Destilador 1 - - Café - 1 - Fabricante 1 - - Enseñanza - 1 - Criado 1 - - Ama de casa 5 3 1 Sin especificar 12 - 6 TOTAL 41 31 31 Tabla V. Actividades socioprofesionales (1845-1854). Fuente: AHPLP. Elaboración propia. Por un lado, ratificar el hecho de que se trata de una colonia eminentemente mercantil, continuando así una trayectoria que se remonta a los orígenes de la propia ciudad. La colonia foránea de Las Palmas siempre ha mantenido una intensa conexión con el comercio, de ahí que buena parte de la misma esté formada por comerciantes, tratantes, tenderos, cajeros, etc. En el siglo XIX esta situación no ha cambiado en absoluto. Tanto en la La inmigración europea bajo examen… 24 9 matrícula de 1845 como en la de 1851 el porcentaje de los que se dedican a los negocios mercantiles superan el 45%, incluso en la de 1854 aumenta ligeramente hasta un 58,1%21. Además, si tenemos en cuenta que en ambas hay un amplio grupo de personas que no especifican su oficio pero que, en gran medida, se trata de menores que habitan con sus padres, este porcentaje se eleva notablemente. Por otro lado, destacar la escasa presencia, a excepción de la matrícula de 1851, de individuos dedicados a los oficios artesanales. En la lista de ese año encontramos un cierto repertorio de oficios que incluyen sastre, herreros, un relojero, un panadero, un pintor y un dorador, que posibilitan que este colectivo suponga el 32,25% del total. Muchos de ellos llevaban poco tiempo en la ciudad, como el herrero Luis Viery o el relojero Luis Jobard, ambos franceses, establecidos desde hacía cuatro y seis años respectiva-mente. No obstante, su reducida aportación a la colonia se debe también a otros factores como el salto a la actividad mercantil; por ejemplo, el citado Luis Jobard figura en la relación de 1854 como comerciante. A ellos debemos añadir un colectivo más o menos variopinto, como el catedrático del instituto D. Antonio Morello, procedente de Gibraltar, y que en 1854 aparece como dependiente de comercio, o el francés D. Baltasar Champsaur (aunque aparece denominado como Chamol), propietario de un café. Asimismo, se detecta un grupo de mujeres europeas que hemos incluido bajo la denominación de amas de casa, pues todas ellas estaban casadas principalmente con comerciantes. Este hecho constituye un aspecto relativa-mente novedoso, y es que las esposas dejan de ser invisibles en las matrículas y constan junto a sus maridos; es verdad que ya lo hicieron en la matrícula de 1791, aunque en aquella casi ninguna era de origen europeo. Entre las que aparecen en las distintas nóminas podemos citar a las inglesas M.ª Sofía Allen, Cristina Furnball y Francisca Wallard, consortes de Cayetano Inglott, Diego Swanston y Juan Parkinson respectivamente, o la madeirense María Vasconcelos, primera mujer de Tomás Miller. Merced a este hecho, podemos descubrir una mayor aportación de las féminas a la colonia europea de Las Palmas de Gran Canaria frente al tradicional y aplastante dominio masculino de la inmigración extranjera. En la matrícula de 1845 hallamos doce mujeres, casi el 30% del colectivo, cifra que desciende en las posteriores hasta situarse en torno al 10%, un dato más acorde con la tónica habitual en la etapa moderna. Relacionado con este tema se encuentra el del estado civil de los miembros de este colectivo. XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 25 0 1845 1851 1854 Total % Total % Total % Solteros 19 46,35 10 32,25 11 35,5 Casados 18 43,9 18 58,1 15 48,4 Viudos 4 9,75 3 9,65 4 12,9 Sin especificar 0 0 0 0 1 3,2 TOTAL 41 100 31 100 31 100 Tabla VI. Estado civil de los extranjeros (1845-1854). Fuente: AHPLP. Elaboración propia. Un rápido vistazo a la tabla VI nos permite identificar claramente dos tendencias contrapuestas: el descenso de los solteros frente a un mantenimiento, incluso ligero incremento en datos porcentuales, de los casados. Si bien en la matrícula de 1845 existe prácticamente un empate entre ambas situaciones civiles, en las posteriores se produce una clara ventaja de los que se encuentran casados frente a los solteros. Es una tendencia casi heredera de la que se producía en el siglo XVIII, pues en las matrículas de 1765 y 1766 existía un equilibrio entre los solteros y casados para producirse un vuelco en la de 1791 a favor de los desposados. Además, en la mayoría de los casos se trata de matrimonios de la misma nacionalidad, fundamentalmente entre los ingleses (Eduardo Wood y Sofía Fester, Juan Parkinson y Francisca Wallard o Thomas Crawley y Eleonora, por citar algunos ejemplos), lo que indica claramente que se asientan con su familia o reclaman la presencia de sus esposas previendo una estancia prolongada o definitiva. Ello contrasta con la tendencia existente en la Edad Moderna entre los ingleses que residían en la ciudad, y que se hallaban entre los grupos nacionales que menos se integraban en la sociedad insular22. REFLEXIONES FINALES Las páginas precedentes nos han permitido vislumbrar un atisbo de lo que fue la colonia extranjera en Las Palmas de Gran Canaria a lo largo de casi un siglo, en un período de especial trascendencia para la ciudad, a través de las matrículas que se efectuaron en cumplimiento de órdenes y de la legislación vigente. Leyes que no siempre se cumplían de manera taxativa por los responsables de ello, sino que se intentaban soslayar de manera más o menos subrepticiamente, protegidos por la lejanía de los centros de poder y la connivencia con la elite económica insular. E incluso con dificultades derivadas de los afectados, tal y como señala el alcalde de la ciudad en una carta al jefe político explicando las razones en la tardanza de la remisión de la matrícula de 1845 y especificando que: La inmigración europea bajo examen… 25 1 D. Roberto Hougthon residente en esta ciudad y q[ue] s[iem]pre parece ha reclamado el fuero de estrangeria se ha negado actualmente a presentar declaración formada so pretesto según me han informado de q[ue] esta alcaldía debía pasarle previo oficio, a lo cual no me he considerado obligado con particularidad […] No obstante, las matrículas se configuran como un instrumento esencial para el conocimiento de la inmigración europea, teniendo en cuenta la falta de otro tipo de fuentes documentales que nos permitan reconstruir la estructura y toda la información sobre este colectivo. A pesar de las carencias y los defectos de estos documentos, que los tienen. Por ejemplo, en la matrícula de 1845 aparece D. Antonio Gonzalves, madeirense, que no es recogido en la de 1851 y vuelve a reaparecer en la de 1854; o Santos Godemar, pintor francés, que consta en la matrícula de 1851 con una residencia de veintiocho años y en la posterior de 1854 pero que no es recogido en la de 1845 (aunque sí en el padrón de 1835). Con los datos que muestran las listas de extranjeros podría deducirse que el tamaño de la colonia europea se ha mantenido estable a lo largo de casi un siglo. Esto es correcto, hasta cierto punto. En cifras globales, las matrículas se sitúan entre los catorce europeos recogidos en 1766 hasta los sesenta y uno de 1791, con unos niveles intermedios y más estables en las decimonónicas. No obstante, como se ha señalado con anterioridad, estamos convencidos de que el tamaño de este colectivo debió de ser algo superior, pues en la mayoría de ellas apenas se citan a aquellos que se encuentran en estado de transeúnte, y en especial a los que realizan actividades rela-cionadas con el mundo de la mar, a las esposas e hijos así como miembros familiares o del servicio doméstico. Por otra parte, resulta inequívoco que la colonia europea aumentó de volumen en el siglo XIX. Un análisis del padrón de 1835 refleja que ese año los europeos asentados en la ciudad suponían el 4,3% de la población inmigrante23, que alcanzaba la cifra de 1.231 personas, con lo que los procedentes de Europa serían unos cincuenta y cuatro individuos aproximadamente, aunque casi con toda seguridad la cuantía fuese más elevada. Aún así, la cifra es ligeramente superior a la que apenas una década después refleja la matrícula de 1845, que únicamente recoge a cuarenta y un individuos. Sin embargo, para entender la evolución de la presencia foránea en la ciudad de Las Palmas durante la primera mitad del siglo XIX, debemos valorar los condicionantes económicos y sanitarios acaecidos en ese período. En las últimas décadas del siglo XVIII, la independencia de las Trece colonias y el desarrollo del cultivo de la barrilla propiciaron un ciclo económico de crecimiento que se prolongaría hasta bien entrado el siglo XIX, y que XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 25 2 favoreció, sin duda, un incremento de los europeos en la ciudad en este período. A partir de 1815 comienza una época de altibajos económicos, donde períodos de crisis se suceden a otros de bonanza aunque poco a poco van predominando los primeros24. Junto a esta situación de inestabilidad económica, la ciudad sufre varias epidemias de especial intensidad que suponen una merma significativa de los efectivos poblacionales. La epidemia de fiebre amarilla de 1810-1811 tuvo un carácter catastrófico al fallecer algo más de dos mil personas25 y sufriría una segunda en 1838. Durante el período en el que se realizaron las matrículas isabelinas, la ciudad sufrió otra epidemia de fiebre amarilla en los años 1846-1847, que se agravó al coincidir con una hambruna y la sequía. Es indudable que tanto la crisis económica que afecta a las islas en la década de 1840 como la epidemia de 1846-1847 afectó a la colonia europea y permiten explicar en parte el des-censo, tanto en cifras absolutas como en su relevancia dentro de la población local, de la misma y que se aprecia en las listas de 1851 y 1854. La última gran epidemia de nuestro período de estudio, la del cólera de 1851, afectaría a los resultados recogidos en la matrícula de 1854 pues comenzó en los meses de abril y mayo de aquel año cuando ya se había realizado la lista26. Entre los fallecidos por el cólera se encuentra María Vasconcelos, esposa del comerciante Tomás Miller, junto a tres de sus hijos en una casa en Tafira27. Lo comentado nos permite llegar a la conclusión de que la grave situación económica de las islas y las particulares situaciones epidémicas y de hambrunas que sufrió la ciudad en las décadas centrales de la centuria incidieron notablemente en la composición del colectivo europeo, provocando un descenso en su cuantía que se colocaría en unos mínimos comparables a los de casi un siglo antes y que tendrían su reflejo en las matrículas de este período. Así, tras superar el bache económico, la colonia extranjera comienza a recuperarse muy lentamente aunque los efectos del decreto de los Puertos Francos de 1852 tardarían aún en sentirse; así, todavía en el censo de 1860 se recogen únicamente cuarenta y ocho europeos en el municipio de Las Palmas28, una cifra ligeramente superior a la de 1845 pero aún menor a la del padrón de 1835. La inmigración europea bajo examen… 25 3 ANEXO Matrícula de 1845 Nombre Origen Profesión Estado civil Tiempo de residencia Observaciones Juan Ripoche Francia Comercio V 30 a. Se incluyen cinco hijos Antonio Vieira Madeira Sastre V 31 a Llegó en 1815 con 23 años Cayetano B. In-glott Malta Comercio C 49 a. Matriculado como súbdito inglés y su esposa Sofía Allen Inglaterra - C - Con cinco hijos Jorge Swanston Escocia Comercio S 23 a. Alfonso Gourié Francia Comercio S 34 a. Nacido en Las Palmas, opta por nacionalidad pa-terna Juan Bautista Bonello Malta Comercio C 44 a. Igual que Gourié Pedro B. Swanston Inglaterra Fabricante S 10 a. - Carlos Houghton Inglaterra Comercio S 6 a. - Felipe Bonello Malta Dependiente en casa de comer-cio S 36 a. - Santiago Boggiano Génova Comercio S 8 a. - Domingo Guarello Génova Sastre C 6 a. - Diego Wood Londres Comercio S 29 a. - Antonio Grondona Génova Comercio C 16 a. - Diego Swanston Inglaterra Comercio C 30 a. Con dos hijos y su esposa Cristi-na Furnball Inglaterra - C 6 a. - Tomás Miller Inglaterra Comercio C 20 a. Con tres hijos y su esposa María Vasconcelos Madeira - C - - Santiago José Barry Francia Destilador C 6 a. - Magdalena Galo Génova Comercio V - Con dos hijos Federico Manly Inglaterra Comercio S 21 a. - y su hermana Georgina Manly Inglaterra - V - Con dos hijos: D. Alfredo y D.ª Evelina Bishop y sus tíos Tomás Crawley y D.ª Eleonora Inglaterra - C 4 a. - Juan Parkinson Inglaterra Comercio C 17 a. Con cinco hijos XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 25 4 y su esposa Fran-cisca Wallard Inglaterra - C 17 a. - y su criado Fran-cisco Pacey Inglaterra Criado S 17 a. - Eduardo Wood Londres Comercio C 18 a. Con cuatro hijos y su esposa Sofía Fester Inglaterra - C - - Alexander Coch-ran Inglaterra Comercio S 15 a. - Antonio Gonzal-vez Madeira - C + 13 a. - William Hogg Inglaterra Comercio C 10 a. Esposa española Federico Lavers Londres Comercio S 6 a. - Matrícula de 1851 Nombre Origen Profesion Estado Civil Edad Tiempo de residencia Observaciones Tomás Cromley Londres Dorador C 68 a. 6 a. - y su esposa Ana Bioch Londres - C 66 a. 6 a. - Luis Viery Francia Herrero C 25 a. 4 a. - José Alban Cerdeña Expender figuras de yeso C 30 a. 3 m. - Jorge Pireti Cerdeña Idem S 21 a. 3 m. - Santos Godemar Francia Pintor C 52 a. 28 a. - Alejandro Cokran Inglaterra Comerciante S 68 a. 20 a. - Cayetano Inglott Las Palmas Comerciante V 58 a. 58 a. Hijo de padres malteses, vicecónsul del Brasil Tomás Miller Inglaterra Comerciante C 45 a. 16 a. - y su esposa María Vasconcelos Madeira - C 35 a. 12 a. Con cuatro hijos Alfonso Gourié Las Palmas Comerciante/ Propietario S 42 a. 42 a. Hijo de francés y vicecónsul francés Luis Jobard Francia Relojero C 31 a. 6 a. - Antonio Grondona Génova Panadero C 49 a. 20 a. - Roberto Houghton Inglaterra Comerciante/ Propietario C 43 a. 23 a. Vicecónsul inglés Diego Swanston Inglaterra Comerciante C 55 a. 23 a. - y su esposa Cristi-na Furnball Inglaterra - C 42 a. - - La inmigración europea bajo examen… 25 5 Juan Farumbell Inglaterra Dependiente de comercio S 19 a. 4 a. - Miguel Ripoche Las Palmas Comerciante S 33 a. 33 a. Como hijos de franceses se consideran extranjeros según órdenes superiores Juan Ripoche Las Palmas Comerciante S 30 a. 30 a. Federico Manly Inglaterra Propietario C 43 a. 26 a. - Santiago Bary Francia Herrero C 36 a. 11 a. - Baltasar Chamol Francia Un café C 32 a. 5 a. - Jorgiana Manly Inglaterra Fondista V 41 a. 25 a. Con dos hijos Santiago Boggiano Génova Comerciante S 49 a. 12 a. - Pedro Swanston Inglaterra Comerciante S 40 a. 14 a. - Felipe Bonello Las Palmas Propietario S 33 a. 33 a. Hijo de maltés Alberto Mon-taldón Francia Herrero C 40 a. 6 a. - Antonio Viera Portugal Sastre V 61 a. 40 a. - Domingo Guarello Génova Sastre C 39 a. 9 a. - Antonio Morello Gibraltar Catedrático del Instituto C 50 a. 1 a. - José Colombino Génova Comerciante S 50 a. 10 a. - Matrícula de 1854 Nombre Origen Profesión Observaciones Transeúntes Domingo Lemos Caracas - Agustín Abendan Francia - Y su mujer Dominga de Santa Ana y dos hijos Domiciliados Francisco Rey Comerciante Saboya Y su esposa M.ª Asopardo y ocho hijos Cayetano Inglott Comerciante Malta Y una hija Luis Jobar Francia Comerciante Y dos hijas: Elisa y Juana Jobar Houghton Houghton Inglaterra Comerciante Y su mujer Emilia Gourié Georgiana Manly Inglaterra Fondista Y sus hijos Alfredo y Evelina Federico Manly Inglaterra Propietario Y su esposa Alejandra Asofra y cuatro hijos Baltasar Champseaur Marsella Botillería Y su esposa Ana Sicilia y dos hijos Antonio González Madeira Platero Y su esposa Rafaela de la Torre y seis hijos Santiago Barri Nimes Herrero Y su esposa M.ª Dolores Sicilia y tres hijos Juan Ripoche Francia Comerciante - XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 25 6 Pedro Rerd Inglaterra Dependiente de comercio - Juan Frugon Génova - Y su esposa Soledad García y un hijo Alfonso Gourié Francia Propietario - Antonio Morello Gibraltar Dependiente de comercio Y su esposa Paula Morello y seis hijos Diego Wood Londres Comerciante y propietario - Tomás Miller Londres Comerciante Y su esposa Margarita Nelme y una hija Domingo Guarello Génova Sastre y propieta-rio Y su esposa María Dolores Cabrera y cuatro hijos Alberto Montaldón Francia Herrero - Santos Godemar Francia Pintor Y su esposa Ana Marrero Miguel Ripoche Francia Comerciante y propietario Y su esposa Jerónima Torrens y un hijo José Colombino Génova Propietario - Juan Bautista Bonello Malta Propietario Con cinco hijos Felipe Bonello Malta Comerciante y propietario - Pedro Swanston Escocia Comerciante - Luis Inglott Malta Comerciante Y su esposa Rafaela Navarro y cuatro hijos Jorge Inglott Malta Comerciante Y su esposa Filomena Ayala y un hijo Jorge Swanston Inglaterra - - La inmigración europea bajo examen… 25 7 NOTAS 1 Francisco Fajardo Spinola: “Portugueses en Canarias en el siglo XVII. Una relación de 1626”, XV Coloquio de Historia Canario-Americana, Las Palmas de Gran Canaria: Ca-bildo de Gran Canaria, 2004, pp. 310-320. 2 Francisco Fajardo Spinola: “La Guerra de Sucesión Española y la comunidad británica en Canarias”, XIV Coloquio de Historia Canario-Americana, Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria, 2002, pp. 2044-2063. 3 (A)rchivo (H)istórico (N)acional, Estado, Leg. 629 (1), exped. 2. Real Cédula de 28 de junio de 1764. 4 Recogidas en la Novisima Recopilación de las Leyes de España, Madrid, 1805, Libro VI Título XI Leyes VIII y IX. 5 Publicada por Antonio Ruiz Álvarez: “Matrícula de extranjeros en la isla de Tenerife a fines del siglo XVIII”, Revista de Historia Canaria, La Laguna (Tenerife): Universidad, n.º 105-108, t. XX, 1954, pp. 102-111. 6 (A)rchivo (H)istórico (M)unicipal de (L)a (L)aguna, Sección Segunda, M-1 para los aña-didos de 1791 y las rectificaciones que se realizan en 1792; y E-XXIV para la matrícula del año 1799. 7 (A)rchivo (H)istórico (P)rovincial de (L)as (P)almas, Audiencia, Libro 140 (Reales Órdenes No Recopiladas vol. 18), fols. 214-215. 8 J. A. Salas Ausens y E. Jarque Martínez: “Extranjeros en España en la segunda mitad del siglo XVIII”, Actas del Coloquio Internacional Carlos III y su siglo, Madrid: Universi-dad Complutense, 1990, vol. II, pp. 985-997. 9 Las motivaciones para su ejecución no parecen tanto motivadas por cumplir la cédula de 1791 como por la situación conflictiva que se vivía entonces y un intento de controlar las actividades de los extranjeros, tal y como señala la autora. M.ª Dolores Lozano Sa-lado: “Aproximación al estudio de los extranjeros en Jerez en el tránsito del siglo XVIII al XIX”, Trocadero, Cádiz: Universidad, n.º 2, 1990, pp. 135-171. 10 Esta matrícula particular fue pedida por O’Donnell y llevada a cabo en julio de 1808, arrojando un colectivo formado por 31 individuos, de los cuales 17 eran transeúntes y 12 casados. En Alejandro Cioranescu: Historia de Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife: Confederación Española de Cajas de Ahorros, 1978, t. III, pp. 237. 11 A.H.P.L.P., Audiencia, Pleitos, exped. 13948 (1825/Febrero/10). 12 El autor cita dos órdenes de dicho jefe, una en 1837 y otra en 1851. La segunda proba-blemente corresponde a la matrícula de ese año que sí se conserva para la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.A. Cioranescu: op. cit. pp. 483. 13 A.H.P.L.P., Ayuntamiento de Las Palmas, Estadística de Población, exped. 7 (1845). 14 Alexis D. Brito González: “Matrículas de extranjeros en Canarias durante la segunda mitad del siglo XVIII”, Anuario de Estudios Atlánticos, Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria, n.º 45, 1999, pp. 219-260. 15 Alexis D. Brito González: Los extranjeros en las Canarias Orientales en el siglo XVII, Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria, 2002, pp. 55-64; Elisa Torres Santana: “Las relaciones comerciales entre Gran Canaria y Francia en el siglo XVII. Una aproximación”, en El comercio en el Antiguo Régimen, III Reunión Científica de la Asociación Española de Historia Moderna, Las Palmas de Gran Canaria: Universidad, 1994, tomo II, pp. 179-186. 16 A.H.P.L.P., Ayuntamiento de Las Palmas, Estadística de Población, Leg. 3, exped. 4 (1845), exped. 8 (1851) y exped. 11 (1854). 17 Estos artículos definen quiénes son los extranjeros domiciliados (que deben hallarse es-tablecidos con casa abierta o residencia fija por tres años además de bienes propios y XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 25 8 modo de vivir conocido) y quiénes tienen el carácter de transeúntes (aquellos que no tienen residencia fija). 18 Sobre su aportación a la economía, vid. Agustín Millares Cantero [et al.]: “Reflexiones acerca del comercio exterior canario y la burguesía mercantil isleña (1778-1852)”, V Coloquio de Historia Canario-Americana, Madrid: Cabildo de Gran Canaria, 1985, tomo IV, pp. 679-837. 19 Miguel Rodríguez Díaz de Quintana: Miller y Compañía. Cien años de historia, Las Palmas de Gran Canaria, Miller, 1989. 20 Por citar un ejemplo, una de estas personas es Georgiana Manly, hermana del comer-ciante Federico Manly, la cual en la matrícula de 1851 especifica que lleva veinticinco años residiendo en la ciudad. Como señala el alcalde de la ciudad en una carta al jefe político Miguel Díaz al alegar los motivos para corregir la omisión de algunos datos, “habiendo faltado estas noticias en el estado que remití a V.S. porque no las habían da-do en sus relaciones respectivas las personas que debían hacerlo”. A.H.P.L.P. Ayunta-miento de Las Palmas, Estadística de población, Leg. 3, exped. 7, fol. 39 rto.-vto. 21 Hemos incluido en este apartado a varios individuos que aparecen, en las nóminas de 1851 y 1854, como propietarios pero que, indudablemente, se dedican al comercio, co-mo son Federico Manly, Alfonso Gourié, o los hermanos Juan Bautista y Felipe Bone-llo. Una muestra de esta dedicación es que, en la matrícula de 1854, Diego Wood, Mi-guel Ripoche y el citado Felipe Bonello constan como comerciantes y propietarios conjuntamente. 22 Alexis D. Brito González: Los extranjeros en las Canarias… op. cit., pp. 289-290. 23 Juan Francisco Martín Ruiz [et al.]: “La estructura demográfica de una ciudad preindus-trial: Las Palmas en la primera mitad del siglo XIX”. III Coloquio de Historia Canario-Americana, Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria, 1980, Vol. II, pp. 513-547. 24 Agustín Millares Cantero: op. cit. 25 En 1802, la ciudad tenía una población de 8.096 habitantes y por esas fechas podría estar ya en torno a los 10.000, por lo que supuso la pérdida de una quinta parte y probable-mente más. María José Betancor Gómez: Epidemias y pleito insular. La fiebre amarilla en Las Palmas de Gran Canaria en el período isabelino. Madrid: Cabildo de Gran Ca-naria, CSIC, 2002, pp. 37-38. Entre los fallecidos se encontraban trescientos prisioneros franceses que habían sido traídos a la isla y que ayudaron a combatir la enfermedad. Juan Bosch Millares: Historia de la medicina en Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria, 1967, vol. II, pp. 44. 26 La nómina de 1851 se remitió al gobernador provincial con fecha de 20 de marzo, ape-nas un mes antes de comenzar la epidemia. 27 Alfredo Herrera Piqué: “La colonia inglesa en Gran Canaria. Una gran aventura econó-mica en el siglo XIX”. Aguayro, Las Palmas de Gran Canaria: Caja Insular de Ahorros, n.º 94, 1977, pp. 6-9. 28 De ellos, cuarenta se hallaban avecindados y ocho eran transeúntes. Pedro de Olive: Diccionario estadístico-administrativo de las Islas Canarias. Barcelona: Estableci-miento tipográfico de Jaime Jepús, 1865.
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Calificación | |
Título y subtítulo | La inmigración europea bajo examen: un siglo de matrículas en la ciudad de Las Palmas, 1765-1854 = The European inmigration under review: a century of registraton lists in the city of Las Palmas, 1765-1854 |
Autor principal | Brito González, Alexis D. |
Publicación fuente | XIX Coloquio Historia canario - americana |
Numeración | Coloquio 19 |
Tipo de documento | Congreso y conferencia |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 2010 |
Páginas | pp. 0239-0258 |
Materias | Congreso ; Historia ; Canarias ; América ; Inmigración ; Extranjeros ; Comercio ; Las Palmas de Gran Canaria |
Enlaces relacionados | http://coloquioscanariasamerica.casadecolon.com/ |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 301 KB |
Texto | 239 LA INMIGRACIÓN EUROPEA BAJO EXAMEN: UN SIGLO DE MATRÍCULAS EN LA CIUDAD DE LAS PALMAS, 1765-1854 THE EUROPEAN IMMIGRATION UNDER REVIEW: A CENTURY OF REGISTRATION LISTS IN THE CITY OF LAS PALMAS, 1765-1854 Alexis D. Brito González RESUMEN La intensa presencia de inmigrantes europeos en los territorios hispánicos durante la Edad Moderna fue una pre-ocupación constante para los monar-cas. Su concentración en los principa-les puertos y regiones costeras, así como en la corte, constituyó una fuente de problemas por lo que intentaron en todo momento tenerlos bajo control. El objetivo de esta comunicación es co-nocer la evolución de la colonia extran-jera en la ciudad de Las Palmas a través de estas matrículas en un perío-do que abarca prácticamente un siglo. Se trata de una primera aproximación ya que las matrículas nos permiten percibir el estado de la inmigración en un momento concreto, sin entrar en valoraciones de carácter económico o social, dado que la información que ofrecen es pre-estadística. PALABRAS CLAVE: inmigración, ex-tranjeros, matrículas, comercio, Las Palmas de Gran Canaria. ABSTRACT The strong presence of European immigrants in the Hispanic territories in the modern age was a constant concern for the monarchs. Their concentration in the major ports and coastal regions as well as the Court was a source of trouble for what they tried at all times keep them under control. The aim of this paper is about the evolution of the foreign colony in the city of Las Palmas through these lists in a period spanning nearly a cen-tury. This is a first approximation becau-se the lists allow us to perceive the state of immigration in a particular time, without going into assessments of eco-nomic or social, as the information they offer is pre-statistics. KEYWORDS: immigration, foreigners, lists, commerce, Las Palmas de Gran Canaria. Alexis D. Brito González: Gobierno de Canarias, Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación. C/Profesor Agustín Millares Carló, 10, Las Palmas de GC, 35003. abrigonr@gobiernodecanarias.org XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 24 0 La llegada y asentamiento en las ciudades y puertos españoles de una nutrida inmigración de origen europeo supuso una constante preocupación para los monarcas durante toda la etapa moderna. La posibilidad de la introducción a través de estos desplazamientos de nuevas costumbres, de ideas heréticas, de publicaciones no autorizadas, de comerciar con el enemigo, etc., así como de convertirse en una fuente de conflictos, constituyó un quebradero de cabeza para los gobernantes que no supieron, ni tampoco pudieron, controlar la entrada de dichos inmigrantes. Desde el siglo XVI existió la intención de tener bajo control a los colectivos de origen no hispánico que se hallaban en los territorios españoles. Sin embargo, la escasa disponibilidad de medios, tanto económicos como materiales y humanos, así como la connivencia de un gran número de autoridades civiles con dichos grupos impidió la plasmación efectiva de aquella idea a nivel general. Además, las diferencias territoriales ahondaban aún más en aquellos impedimentos para su ejecución. Por tanto, debemos esperar a la llegada de los Borbones al trono y a la instauración de un Estado centralizado y más fuerte para que aquel propósito fuese llevado a cabo. No obstante, y pese a lo comentado, existieron lugares en los cuales se realizaron listas, matrículas, censos y otros documentos que recogieron datos sobre los europeos en España en determinados momentos y bajo ciertas circunstancias, generalmente con fines de imposición de algún gravamen o en tiempos de conflictos bélicos, es decir, con un propósito claramente coercitivo. Algunas de ellas han permitido conocer el tamaño e importancia de las colonias europeas en varias ciudades españolas, fundamentalmente en los puertos y principales centros de comercio. Como todos los documentos de este período, deben ser tomados con sumo cuidado y contrastar la información que ofrecen con los datos de otras fuentes pues, a menudo, adolecen de errores, ocultación de información o son claramente in-completas. En el caso de Canarias, la confección de estos documentos es aún más esporádica y puntual. La lejanía de los centros de decisión, las estrechas relaciones de los europeos con las elites sociales y dirigentes insulares, los intereses económicos y varias razones más dificultaron en gran medida su puesta en marcha. Entre las que se llevaron a cabo debemos citar la iniciativa del tribunal de la Inquisición canaria para que se elaborase un censo de los portugueses que residían en el archipiélago en 16261; o, por ejemplo, la lista realizada por el cónsul inglés sobre los componentes de la comunidad británica en las islas al comienzo de la guerra de Sucesión española2. El objetivo de esta comunicación es la de conocer la evolución de la colonia extranjera en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a través del análisis de aquellas matrículas que se realizaron en el tramo final del La inmigración europea bajo examen… 24 1 Antiguo Régimen en la transición a la contemporaneidad, y que abarcan prácticamente un siglo. Dado que la información que ofrecen es preestadística, se trata de una primera aproximación ya que estas matrículas permiten adentrarnos en el estado de la colonia extranjera en un momento dado, sin llegar a valoraciones de carácter económico y/o social a un nivel más profundo. No obstante, podemos percibir con bastante exactitud cuál era el tamaño de dicho colectivo, su evolución a lo largo de este período, los individuos que la componen, dedicación profesional, etc. LEGISLACIÓN Y PUESTA EN PRÁCTICA Si bien hubo intentos precedentes, el punto de partida oficial en la elaboración de las matrículas de extranjeros en el Antiguo Régimen debemos situarlo en la Real Cédula que Carlos III promulgó en 1764. En ella señalaba que, vistos “los embarazos que suelen ocurrir sobre si deven gozar o no del fuero de transeúntes o del de domiciliados en mis Reynos…”, se realizase cada año una lista de los extranjeros en todos los puertos y lugares de comercio, haciendo distinción de naciones, si son transeúntes o domiciliados, profesión, etc.3. Con su promulgación se ponía en práctica el primer intento de controlar la población extranjera que residía, temporal o definitivamente, en los territorios de la Corona española, intentando para ello averiguar la mayor cantidad de datos posible como su volumen, su procedencia, la religión que profesan, estado civil, etc. Sin embargo, este intento no fructificó en todos los lugares de igual manera. Durante los primeros años se realizaron en casi todas las ciudades, pero luego se incumplió sistemáticamente; la dejadez y nulo interés por parte de los oficiales reales, la connivencia de estos con los foráneos, poco interesados en ofrecer sus datos a la Administración, y la escasez de medios para llevarlas a cabo son excusas suficientes para entender que, con el tiempo, se olvidasen de hacer cumplir lo mandado. La Revolución Francesa vino a trastocar esta aparente tranquilidad. El temor a la propagación de las ideas revolucionarias, de la entrada de libros e individuos antimonárquicos y el deseo de controlar a la población francesa, sobre todo, obligó a Carlos IV a recordar la cédula de 1764 a través de otra publicada en julio de 1791; como novedad, una instrucción posterior establecía cómo debían llevarse a cabo las matrículas, así como la información que debían contener4. Al igual que sucedió con la antecedente, se cumplió en los primeros momentos para luego ir engrosando la lista de aquellas disposiciones que eran olvidadas sistemáticamente. Algo así fue lo que ocurrió en Canarias; en Tenerife se realizó la matrícula en 17915 a la cual se añadieron las rectificaciones correspondientes a 1792 y una postrera matrícula en 17996, mientras que en Gran Canaria la situación es aún peor XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 24 2 pues únicamente se elaboró la matrícula en 17917 (al menos que haya quedado constancia), a pesar de la coyuntura conflictiva con Francia, que hubiese sido una excusa perfecta para la confección de estas listas sin oposición por parte de los afectados. Esta situación no es exclusiva del archipiélago canario pues, se puede hacer extensiva a casi todo el territorio nacional. Únicamente en Navarra se realizaron con una cierta continuidad permitiendo así obtener una visión de la colonia más cercana a la realidad (se realizaron 24 matrículas en los 27 años transcurridos entre 1764 y 1791)8. No obstante, en algunos lugares se continuaron elaborando estas listas hasta poco antes del comienzo de la guerra de Independencia. Así sucedió por ejemplo en Jerez, donde se elaboró una en 18069, e incluso en Santa Cruz de Tenerife donde, como consecuencia de los hechos acaecidos en Madrid en mayo de 1808, se ordenó realizar una relación con los franceses que residían en ese lugar10. Tras la pausa forzosa motivada por el conflicto bélico, la administración central mostró escaso interés en continuar con la elaboración de estos documentos. La situación económica general no se mostraba propicia para ello, a lo cual debemos añadir los vaivenes políticos que agitaban el país. A título local se realizaron algunas como en Málaga en 1817, pero son casos esporádicos y sujetos a intereses locales más que a un verdadero afán de cumplimiento de la ley. Además, en determinadas poblaciones ya existían instrumentos que incluían a los extranjeros, como libros de avecindamiento o libros de registro, como el que debió de existir en la ciudad de Las Palmas, tal y como se desprende de un acuse de recibo de un oficio de 1825 sobre prisión y embargo de bienes de personas en el que se señala que “he examinado detenidam[en]te el libro en donde se anotan todos los forasteros q[u]e llegan a esta ysla”11. En Canarias hubo órdenes por parte del jefe político para que se confeccionase dicha lista en Santa Cruz de Tenerife, pero no parece que se llevasen a cabo12. Finalmente, en 1845, se retoma la antigua legislación recogida en la Novísima Recopilación y una Real Orden de 3 de abril de ese año decreta la realización de un estado de los extranjeros en la provincia para su posterior remisión a Madrid13. Las matrículas de este período, ya en pleno reinado isabelino, se encuentran en una encrucijada: por un lado, continúan respondiendo a la normativa recogida en la Novísima Recopilación; por otro lado, se trata de instrumentos cuyo valor e interés decrecen en favor de los padrones municipales, más fiables y ejecutados con una cierta continuidad. Y es que, a pesar de los intentos de cambio, el recién nacido estado liberal aún mantenía pervivencias del Antiguo Régimen. Aún así, esta reanudación en la elaboración de estas listas sí que tuvo una relativa prolongación en el La inmigración europea bajo examen… 24 3 tiempo, al menos para la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, con ejecución de las listas en los años 1851 y 1854. LAS MATRÍCULAS DEL SIGLO XVIII Como señalamos en el apartado anterior, las primeras matrículas de extranjeros que se conservan para la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria se sitúan cronológicamente en el siglo XVIII, a raíz de la Real Cédula de 1764. No vamos a entrar en excesivo detalle en ellas pues ya fueron objeto de un análisis exhaustivo en un trabajo anterior14, por lo que nos limitaremos a ofrecer una visión sintética de la situación. A modo de resumen, en la tabla I podemos observar el origen nacional de los individuos que residían en la ciudad en el tiempo de la ejecución de las listas. 1765 1766 1791 Total % Total % Total % Alemania - - - - 1 1,6 Inglaterra 1 4,54 1 7,14 2 3,2 Irlanda 2 9,1 2 14,3 - - Francia 1 4,54 - - 5 8,2 Portugal 6 27,27 3 21,42 4 6,5 Génova 1 4,54 1 7,14 8 13,1 Liorna 1 4,54 - - - - Savona 1 4,54 1 7,14 - - Venecia - - - - 21 34,4 Roma - - - - 1 1,6 Malta 9 40,9 6 42,85 9 14,7 Rabusa - - - - 10 16,4 TOTAL 22 100 14 100 61 100 Tabla I. Origen nacional de los extranjeros (1765-1791). Fuente: AHN y AHPLP. Elaboración propia. Lo primero que destacamos es el pequeño tamaño de la colonia foránea de la ciudad, sobre todo a mediados de la centuria, en relación con la isla de Tenerife y otros puertos españoles. El incremento en la matrícula de 1791 se debe fundamentalmente a la llegada de un nutrido grupo de comerciantes y marineros de un navío mercante, lo que puede distorsionar ligeramente la percepción de la verdadera dimensión del colectivo. O tal vez no, porque XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 24 4 raramente este tipo de profesionales, refiriéndonos a los marineros y tripulación de navíos, aparecen recogidos en las listas de extranjeros. No debemos olvidar que estamos en un período de crisis económica en las islas, tras el hundimiento del comercio vitícola en las primeras décadas del siglo XVIII, lo que afecta invariablemente a la capacidad de atracción de las corrientes migratorias procedentes de Europa. Corrientes que estos documentos nos confirman que mantienen su origen en los países tradicionalmente vinculados al archipiélago: Portugal, la península italiana y el mundo anglosajón. Frente a esta continuidad se distinguen dos novedades. La primera consiste en la escasa presencia de inmigrantes franceses en comparación a otros períodos históricos donde tuvieron una amplia asistencia en la ciudad15, máxime si tenemos en cuenta que el Setecientos se caracteriza por una intensa relación a nivel nacional con el país galo. La segunda estriba en la incorporación de una nueva comunidad que anteriormente no había tenido ningún tipo de conexión con Canarias: los malteses. Van a aparecer con tal fuerza que se convierten en una de las agrupaciones nacionales principales, si no la más relevante, a tenor de las cifras que desprenden los documentos. Un segundo punto que resaltamos es que la mayor parte de estos individuos se dedican al comercio como principal actividad profesional. Y en unos porcentajes que van aumentando según avanza el período. En la matrícula de 1765, los comerciantes suponen el 45,4% de los extranjeros matriculados, cifra que se incrementa al 50% en la de 1766 y casi al 63% en la de 1791 (en este caso sólo hemos tomado a los avecindados; la cifra rondaría el 29,5% si incluimos a los transeúntes). Dentro de ellos debemos destacar a los malteses, que constituyen el principal grupo nacional dedicado a esta actividad, por encima de cualquier otra y con una notable diferencia. En la tabla II detallamos el tiempo de residencia alegado en estas matrículas por estas personas. 1765 1766 1791 Menos de 1 año 14 4 34 De 1 a 5 años 3 4 12 De 6 a 10 años 1 1 4 De 11 a 25 años 2 3 4 Más de 26 años 2 2 7 TOTAL 22 14 61 Tabla II. Tiempo de residencia (1766-1791) (en cifras totales). Fuente: AHN y AHPLP. Elaboración propia. La inmigración europea bajo examen… 24 5 Debemos precisar que se trata de datos con una fiabilidad discutible ya que, en la mayoría de las ocasiones, se recurre a la memoria personal y no a la posible documentación oficial que obrase en manos de la propia Administración. Por ejemplo, en la matrícula de 1791 aparecen recogidos el francés Antonio Ducret y el maltés Lorenzo Frendo con treinta años de residencia, una cifra problemática porque el primero no aparece en las matrículas de 1765 y 1766 por lo que difícilmente podría haber estado ese tiempo, mientras que el segundo aparece en la de 1766 con una estancia de cuatro meses, con lo que hacia 1791 llevaría avecindado en torno a los veinticinco años. Es razonable pensar que algunos de estos individuos estuviesen yendo y viniendo en los primeros tiempos pero, probablemente, tenga que ver más con aparentar un mayor compromiso con los asuntos locales justificando un amplio período de residencia, dado el carácter de alarma que se respiraba en esos años por los sucesos revolucionarios. A nivel general, si exceptuamos a aquellos que llevan menos de un año y que pueden ser considerados como transeúntes, el tiempo de residencia es relativamente prolongado; el 50% de los que se muestran en las nóminas de 1765 y 1766 alegan un domicilio de más de once años en la ciudad, cifra que se reduce a un 40,7% en la de 1791. De lo que se deduce que la mayoría de los individuos que suelen recogerse en estas listas son aquellos que se hallan plenamente integrados. En líneas generales, podemos apuntar que las matrículas del Setecientos no cumplieron con la finalidad encomendada, fundamentalmente de control, debido al escaso o nulo cumplimiento por parte de las autoridades competentes. Además, estamos convencidos de que el tamaño de la colonia pudo ser mayor; la población flotante, a pesar de ser significativa, es relativamente escasa y se centra fundamentalmente en aquellos que se dedican al comercio, más identificables y, por tanto, reconocibles al instante. Incluso entre los avecindados, y con algunas excepciones en la de 1791, apenas se citan artesanos, miembros del servicio doméstico y de profesiones liberales. Todo ello no va en detrimento del valor que pueden tener estos documentos pues nos permiten contar con una base de partida para un mayor conocimiento. LAS MATRÍCULAS ISABELINAS (1845-1854) La llegada al Gobierno de la nación de los liberales moderados en 1844 permite poner en marcha una serie de ideas centralizadoras que, en cierto modo, son sucesoras de las borbónicas del Setecientos, entre las cuales se halla la necesidad de controlar la inmigración foránea en el territorio nacional. La voluntad política permite una continuidad en la elaboración de las matrículas, que se plasma, en el caso de la ciudad de Las Palmas de Gran XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 24 6 Canaria, en la existencia de las listas de 1845, 1851 y 185416, y que tienen como base, reconocida en la Orden de 1845, la cédula de 1791. No obstante, en la carta enviada desde Tenerife para que se renueve el registro de los extranjeros, se especifica que tengan presente los artículos 4 y 5 del reciente Real Decreto de 17 de noviembre de 1852 que fijaba los derechos de extranjería en España17. En la tabla III hemos colocado el origen de los individuos recogidos en las matrículas de este período. 1845 1851 1854 Total % Total % Total % Gran Bretaña 25 60 13 41,9 13 41,9 Gibraltar - - 1 3,22 1 3,2 Francia 7 17,5 9 29 12 38,7 Portugal 3 7,5 2 6,45 1 3,2 Génova 6 15 4 12,9 3 9,7 Cerdeña - - 2 6,45 - - Venezuela - - - - 1 3,2 TOTAL 41 100 31 100 31 100 Tabla III. Origen nacional de los extranjeros (1845-1854). Fuente: AHPLP. Elaboración propia. Analizando los datos, llama la atención varios hechos. En primer lugar, la importancia que adquiere nuevamente la inmigración anglosajona, relacio-nada con el establecimiento de nuevas casas comerciales en los años posteriores a la guerra de Independencia, muestra del interés que las islas vuelven a tener para el comercio británico. Esto se traduce en unas cifras que hasta entonces no se habían producido en la ciudad, ya que la aportación de esta nacionalidad siempre fue más reducida que la procedente de otras zonas europeas18. En la matrícula de 1845 se encuentran nombres ya conocidos como los hermanos Jorge y Diego Swanston, su primo Tomás Miller, Federico Manly y los hermanos Diego y Eduardo Wood, muchos de los cuales permanecerán en la isla hasta su fallecimiento19. En estas listas aparecen varios individuos originarios de la isla de Malta que hemos añadido al grupo de ingleses, pues son inscritos como tales en el consulado británico por hallarse la isla bajo su soberanía y así lo hacen constar. En segundo lugar, el mantenimiento de las corrientes migratorias tradicionales (Portugal, Francia, el Mediterráneo) que implica la dilatada pervivencia de los lazos que la ciudad detenta con esos territorios desde el comienzo de la Edad Moderna. En tercer lugar, surgen nuevos focos La inmigración europea bajo examen… 24 7 nacionales, eso sí, de manera marginal, que indican el reciente interés que la ciudad despliega en esos territorios como destino de asentamiento. En lo concerniente al tamaño de la colonia, a lo largo de estos años se mantiene en unos niveles similares, con un ligero descenso a partir de 1851, aunque continúa siendo reducida en comparación con otros territorios españoles. No obstante, debemos tener en cuenta que estas matrículas recogen esencialmente a aquellos individuos que cuentan con un período relativamente prolongado de residencia, prácticamente avecindados, y no a los que se hallan en situación de transeúntes. Por ejemplo, en la matrícula de 1854 se diferencia este hecho, tal y como debería hacerse según la normativa, y se citan a dos individuos en este estado pero no así en las anteriores. Que las matrículas recogen fundamentalmente a aquellos que se hallan asentados de manera casi definitiva se aprecia claramente al analizar el tiempo de residencia en la ciudad. 1845 1851 Total % Total % Menos de 5 años 2 4,9 6 19,35 De 6 a 10 años 9 21,95 6 19,35 De 11 a 20 años 11 26,8 7 22,6 De 21 a 30 años 6 14,6 6 19,35 Más de 30 años 4 9,75 6 19,35 Sin especificar 9 21,95 - - TOTAL 41 100 31 100 Tabla IV. Tiempo de residencia (1845-1851). Fuente: AHPLP. Elaboración propia. Como se aprecia en la tabla IV, más de la mitad de los foráneos recogidos en la lista de 1845 llevaban residiendo en Las Palmas un tiempo superior a los once años y, aunque existe un nutrido grupo del que desconocemos este dato, no debían de ser meros transeúntes sino que por alguna razón se omitió el mismo20. Esta cifra se incrementa para la siguiente matrícula, la de 1851, pues los que se incluyen en ese conjunto superan ligeramente el 61% del total. Por contra, aquellos que llevan menos de cinco años afincados en la ciudad constituyen una minoría y, si bien en la matrícula de 1851 aumentan de manera notoria, se trata de personas que se han establecido desde hace cuatro o cinco años, a excepción de los sardos con un período de tres meses. Es por ello plausible que el tamaño real de la colonia extranjera en la ciudad de Las Palmas fuese superior al que recogen las listas si se incluyesen XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 24 8 aquellos individuos que residiesen de manera estacional, como los dedicados a la navegación, artesanos o, incluso, algunos comerciantes de paso. No debemos olvidar que en la matrícula de 1791 los transeúntes doblaban a los avecindados precisamente por haber incorporado a los miembros de tripulaciones de navíos. En la tabla V hemos desglosado las distintas ocupaciones profesionales que declaran los extranjeros radicados en la ciudad. Un examen detallado de las mismas nos permite llegar a varias conclusiones. 1845 1851 1854 Comerciante 17 13 16 Dependiente 2 1 2 Fonda - 1 1 Botillería - - 1 Herrero - 3 2 Sastre 2 2 1 Relojero - 1 - Pintor - 1 1 Dorador - 1 - Yesero - 2 - Panadero - 1 - Destilador 1 - - Café - 1 - Fabricante 1 - - Enseñanza - 1 - Criado 1 - - Ama de casa 5 3 1 Sin especificar 12 - 6 TOTAL 41 31 31 Tabla V. Actividades socioprofesionales (1845-1854). Fuente: AHPLP. Elaboración propia. Por un lado, ratificar el hecho de que se trata de una colonia eminentemente mercantil, continuando así una trayectoria que se remonta a los orígenes de la propia ciudad. La colonia foránea de Las Palmas siempre ha mantenido una intensa conexión con el comercio, de ahí que buena parte de la misma esté formada por comerciantes, tratantes, tenderos, cajeros, etc. En el siglo XIX esta situación no ha cambiado en absoluto. Tanto en la La inmigración europea bajo examen… 24 9 matrícula de 1845 como en la de 1851 el porcentaje de los que se dedican a los negocios mercantiles superan el 45%, incluso en la de 1854 aumenta ligeramente hasta un 58,1%21. Además, si tenemos en cuenta que en ambas hay un amplio grupo de personas que no especifican su oficio pero que, en gran medida, se trata de menores que habitan con sus padres, este porcentaje se eleva notablemente. Por otro lado, destacar la escasa presencia, a excepción de la matrícula de 1851, de individuos dedicados a los oficios artesanales. En la lista de ese año encontramos un cierto repertorio de oficios que incluyen sastre, herreros, un relojero, un panadero, un pintor y un dorador, que posibilitan que este colectivo suponga el 32,25% del total. Muchos de ellos llevaban poco tiempo en la ciudad, como el herrero Luis Viery o el relojero Luis Jobard, ambos franceses, establecidos desde hacía cuatro y seis años respectiva-mente. No obstante, su reducida aportación a la colonia se debe también a otros factores como el salto a la actividad mercantil; por ejemplo, el citado Luis Jobard figura en la relación de 1854 como comerciante. A ellos debemos añadir un colectivo más o menos variopinto, como el catedrático del instituto D. Antonio Morello, procedente de Gibraltar, y que en 1854 aparece como dependiente de comercio, o el francés D. Baltasar Champsaur (aunque aparece denominado como Chamol), propietario de un café. Asimismo, se detecta un grupo de mujeres europeas que hemos incluido bajo la denominación de amas de casa, pues todas ellas estaban casadas principalmente con comerciantes. Este hecho constituye un aspecto relativa-mente novedoso, y es que las esposas dejan de ser invisibles en las matrículas y constan junto a sus maridos; es verdad que ya lo hicieron en la matrícula de 1791, aunque en aquella casi ninguna era de origen europeo. Entre las que aparecen en las distintas nóminas podemos citar a las inglesas M.ª Sofía Allen, Cristina Furnball y Francisca Wallard, consortes de Cayetano Inglott, Diego Swanston y Juan Parkinson respectivamente, o la madeirense María Vasconcelos, primera mujer de Tomás Miller. Merced a este hecho, podemos descubrir una mayor aportación de las féminas a la colonia europea de Las Palmas de Gran Canaria frente al tradicional y aplastante dominio masculino de la inmigración extranjera. En la matrícula de 1845 hallamos doce mujeres, casi el 30% del colectivo, cifra que desciende en las posteriores hasta situarse en torno al 10%, un dato más acorde con la tónica habitual en la etapa moderna. Relacionado con este tema se encuentra el del estado civil de los miembros de este colectivo. XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 25 0 1845 1851 1854 Total % Total % Total % Solteros 19 46,35 10 32,25 11 35,5 Casados 18 43,9 18 58,1 15 48,4 Viudos 4 9,75 3 9,65 4 12,9 Sin especificar 0 0 0 0 1 3,2 TOTAL 41 100 31 100 31 100 Tabla VI. Estado civil de los extranjeros (1845-1854). Fuente: AHPLP. Elaboración propia. Un rápido vistazo a la tabla VI nos permite identificar claramente dos tendencias contrapuestas: el descenso de los solteros frente a un mantenimiento, incluso ligero incremento en datos porcentuales, de los casados. Si bien en la matrícula de 1845 existe prácticamente un empate entre ambas situaciones civiles, en las posteriores se produce una clara ventaja de los que se encuentran casados frente a los solteros. Es una tendencia casi heredera de la que se producía en el siglo XVIII, pues en las matrículas de 1765 y 1766 existía un equilibrio entre los solteros y casados para producirse un vuelco en la de 1791 a favor de los desposados. Además, en la mayoría de los casos se trata de matrimonios de la misma nacionalidad, fundamentalmente entre los ingleses (Eduardo Wood y Sofía Fester, Juan Parkinson y Francisca Wallard o Thomas Crawley y Eleonora, por citar algunos ejemplos), lo que indica claramente que se asientan con su familia o reclaman la presencia de sus esposas previendo una estancia prolongada o definitiva. Ello contrasta con la tendencia existente en la Edad Moderna entre los ingleses que residían en la ciudad, y que se hallaban entre los grupos nacionales que menos se integraban en la sociedad insular22. REFLEXIONES FINALES Las páginas precedentes nos han permitido vislumbrar un atisbo de lo que fue la colonia extranjera en Las Palmas de Gran Canaria a lo largo de casi un siglo, en un período de especial trascendencia para la ciudad, a través de las matrículas que se efectuaron en cumplimiento de órdenes y de la legislación vigente. Leyes que no siempre se cumplían de manera taxativa por los responsables de ello, sino que se intentaban soslayar de manera más o menos subrepticiamente, protegidos por la lejanía de los centros de poder y la connivencia con la elite económica insular. E incluso con dificultades derivadas de los afectados, tal y como señala el alcalde de la ciudad en una carta al jefe político explicando las razones en la tardanza de la remisión de la matrícula de 1845 y especificando que: La inmigración europea bajo examen… 25 1 D. Roberto Hougthon residente en esta ciudad y q[ue] s[iem]pre parece ha reclamado el fuero de estrangeria se ha negado actualmente a presentar declaración formada so pretesto según me han informado de q[ue] esta alcaldía debía pasarle previo oficio, a lo cual no me he considerado obligado con particularidad […] No obstante, las matrículas se configuran como un instrumento esencial para el conocimiento de la inmigración europea, teniendo en cuenta la falta de otro tipo de fuentes documentales que nos permitan reconstruir la estructura y toda la información sobre este colectivo. A pesar de las carencias y los defectos de estos documentos, que los tienen. Por ejemplo, en la matrícula de 1845 aparece D. Antonio Gonzalves, madeirense, que no es recogido en la de 1851 y vuelve a reaparecer en la de 1854; o Santos Godemar, pintor francés, que consta en la matrícula de 1851 con una residencia de veintiocho años y en la posterior de 1854 pero que no es recogido en la de 1845 (aunque sí en el padrón de 1835). Con los datos que muestran las listas de extranjeros podría deducirse que el tamaño de la colonia europea se ha mantenido estable a lo largo de casi un siglo. Esto es correcto, hasta cierto punto. En cifras globales, las matrículas se sitúan entre los catorce europeos recogidos en 1766 hasta los sesenta y uno de 1791, con unos niveles intermedios y más estables en las decimonónicas. No obstante, como se ha señalado con anterioridad, estamos convencidos de que el tamaño de este colectivo debió de ser algo superior, pues en la mayoría de ellas apenas se citan a aquellos que se encuentran en estado de transeúnte, y en especial a los que realizan actividades rela-cionadas con el mundo de la mar, a las esposas e hijos así como miembros familiares o del servicio doméstico. Por otra parte, resulta inequívoco que la colonia europea aumentó de volumen en el siglo XIX. Un análisis del padrón de 1835 refleja que ese año los europeos asentados en la ciudad suponían el 4,3% de la población inmigrante23, que alcanzaba la cifra de 1.231 personas, con lo que los procedentes de Europa serían unos cincuenta y cuatro individuos aproximadamente, aunque casi con toda seguridad la cuantía fuese más elevada. Aún así, la cifra es ligeramente superior a la que apenas una década después refleja la matrícula de 1845, que únicamente recoge a cuarenta y un individuos. Sin embargo, para entender la evolución de la presencia foránea en la ciudad de Las Palmas durante la primera mitad del siglo XIX, debemos valorar los condicionantes económicos y sanitarios acaecidos en ese período. En las últimas décadas del siglo XVIII, la independencia de las Trece colonias y el desarrollo del cultivo de la barrilla propiciaron un ciclo económico de crecimiento que se prolongaría hasta bien entrado el siglo XIX, y que XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 25 2 favoreció, sin duda, un incremento de los europeos en la ciudad en este período. A partir de 1815 comienza una época de altibajos económicos, donde períodos de crisis se suceden a otros de bonanza aunque poco a poco van predominando los primeros24. Junto a esta situación de inestabilidad económica, la ciudad sufre varias epidemias de especial intensidad que suponen una merma significativa de los efectivos poblacionales. La epidemia de fiebre amarilla de 1810-1811 tuvo un carácter catastrófico al fallecer algo más de dos mil personas25 y sufriría una segunda en 1838. Durante el período en el que se realizaron las matrículas isabelinas, la ciudad sufrió otra epidemia de fiebre amarilla en los años 1846-1847, que se agravó al coincidir con una hambruna y la sequía. Es indudable que tanto la crisis económica que afecta a las islas en la década de 1840 como la epidemia de 1846-1847 afectó a la colonia europea y permiten explicar en parte el des-censo, tanto en cifras absolutas como en su relevancia dentro de la población local, de la misma y que se aprecia en las listas de 1851 y 1854. La última gran epidemia de nuestro período de estudio, la del cólera de 1851, afectaría a los resultados recogidos en la matrícula de 1854 pues comenzó en los meses de abril y mayo de aquel año cuando ya se había realizado la lista26. Entre los fallecidos por el cólera se encuentra María Vasconcelos, esposa del comerciante Tomás Miller, junto a tres de sus hijos en una casa en Tafira27. Lo comentado nos permite llegar a la conclusión de que la grave situación económica de las islas y las particulares situaciones epidémicas y de hambrunas que sufrió la ciudad en las décadas centrales de la centuria incidieron notablemente en la composición del colectivo europeo, provocando un descenso en su cuantía que se colocaría en unos mínimos comparables a los de casi un siglo antes y que tendrían su reflejo en las matrículas de este período. Así, tras superar el bache económico, la colonia extranjera comienza a recuperarse muy lentamente aunque los efectos del decreto de los Puertos Francos de 1852 tardarían aún en sentirse; así, todavía en el censo de 1860 se recogen únicamente cuarenta y ocho europeos en el municipio de Las Palmas28, una cifra ligeramente superior a la de 1845 pero aún menor a la del padrón de 1835. La inmigración europea bajo examen… 25 3 ANEXO Matrícula de 1845 Nombre Origen Profesión Estado civil Tiempo de residencia Observaciones Juan Ripoche Francia Comercio V 30 a. Se incluyen cinco hijos Antonio Vieira Madeira Sastre V 31 a Llegó en 1815 con 23 años Cayetano B. In-glott Malta Comercio C 49 a. Matriculado como súbdito inglés y su esposa Sofía Allen Inglaterra - C - Con cinco hijos Jorge Swanston Escocia Comercio S 23 a. Alfonso Gourié Francia Comercio S 34 a. Nacido en Las Palmas, opta por nacionalidad pa-terna Juan Bautista Bonello Malta Comercio C 44 a. Igual que Gourié Pedro B. Swanston Inglaterra Fabricante S 10 a. - Carlos Houghton Inglaterra Comercio S 6 a. - Felipe Bonello Malta Dependiente en casa de comer-cio S 36 a. - Santiago Boggiano Génova Comercio S 8 a. - Domingo Guarello Génova Sastre C 6 a. - Diego Wood Londres Comercio S 29 a. - Antonio Grondona Génova Comercio C 16 a. - Diego Swanston Inglaterra Comercio C 30 a. Con dos hijos y su esposa Cristi-na Furnball Inglaterra - C 6 a. - Tomás Miller Inglaterra Comercio C 20 a. Con tres hijos y su esposa María Vasconcelos Madeira - C - - Santiago José Barry Francia Destilador C 6 a. - Magdalena Galo Génova Comercio V - Con dos hijos Federico Manly Inglaterra Comercio S 21 a. - y su hermana Georgina Manly Inglaterra - V - Con dos hijos: D. Alfredo y D.ª Evelina Bishop y sus tíos Tomás Crawley y D.ª Eleonora Inglaterra - C 4 a. - Juan Parkinson Inglaterra Comercio C 17 a. Con cinco hijos XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 25 4 y su esposa Fran-cisca Wallard Inglaterra - C 17 a. - y su criado Fran-cisco Pacey Inglaterra Criado S 17 a. - Eduardo Wood Londres Comercio C 18 a. Con cuatro hijos y su esposa Sofía Fester Inglaterra - C - - Alexander Coch-ran Inglaterra Comercio S 15 a. - Antonio Gonzal-vez Madeira - C + 13 a. - William Hogg Inglaterra Comercio C 10 a. Esposa española Federico Lavers Londres Comercio S 6 a. - Matrícula de 1851 Nombre Origen Profesion Estado Civil Edad Tiempo de residencia Observaciones Tomás Cromley Londres Dorador C 68 a. 6 a. - y su esposa Ana Bioch Londres - C 66 a. 6 a. - Luis Viery Francia Herrero C 25 a. 4 a. - José Alban Cerdeña Expender figuras de yeso C 30 a. 3 m. - Jorge Pireti Cerdeña Idem S 21 a. 3 m. - Santos Godemar Francia Pintor C 52 a. 28 a. - Alejandro Cokran Inglaterra Comerciante S 68 a. 20 a. - Cayetano Inglott Las Palmas Comerciante V 58 a. 58 a. Hijo de padres malteses, vicecónsul del Brasil Tomás Miller Inglaterra Comerciante C 45 a. 16 a. - y su esposa María Vasconcelos Madeira - C 35 a. 12 a. Con cuatro hijos Alfonso Gourié Las Palmas Comerciante/ Propietario S 42 a. 42 a. Hijo de francés y vicecónsul francés Luis Jobard Francia Relojero C 31 a. 6 a. - Antonio Grondona Génova Panadero C 49 a. 20 a. - Roberto Houghton Inglaterra Comerciante/ Propietario C 43 a. 23 a. Vicecónsul inglés Diego Swanston Inglaterra Comerciante C 55 a. 23 a. - y su esposa Cristi-na Furnball Inglaterra - C 42 a. - - La inmigración europea bajo examen… 25 5 Juan Farumbell Inglaterra Dependiente de comercio S 19 a. 4 a. - Miguel Ripoche Las Palmas Comerciante S 33 a. 33 a. Como hijos de franceses se consideran extranjeros según órdenes superiores Juan Ripoche Las Palmas Comerciante S 30 a. 30 a. Federico Manly Inglaterra Propietario C 43 a. 26 a. - Santiago Bary Francia Herrero C 36 a. 11 a. - Baltasar Chamol Francia Un café C 32 a. 5 a. - Jorgiana Manly Inglaterra Fondista V 41 a. 25 a. Con dos hijos Santiago Boggiano Génova Comerciante S 49 a. 12 a. - Pedro Swanston Inglaterra Comerciante S 40 a. 14 a. - Felipe Bonello Las Palmas Propietario S 33 a. 33 a. Hijo de maltés Alberto Mon-taldón Francia Herrero C 40 a. 6 a. - Antonio Viera Portugal Sastre V 61 a. 40 a. - Domingo Guarello Génova Sastre C 39 a. 9 a. - Antonio Morello Gibraltar Catedrático del Instituto C 50 a. 1 a. - José Colombino Génova Comerciante S 50 a. 10 a. - Matrícula de 1854 Nombre Origen Profesión Observaciones Transeúntes Domingo Lemos Caracas - Agustín Abendan Francia - Y su mujer Dominga de Santa Ana y dos hijos Domiciliados Francisco Rey Comerciante Saboya Y su esposa M.ª Asopardo y ocho hijos Cayetano Inglott Comerciante Malta Y una hija Luis Jobar Francia Comerciante Y dos hijas: Elisa y Juana Jobar Houghton Houghton Inglaterra Comerciante Y su mujer Emilia Gourié Georgiana Manly Inglaterra Fondista Y sus hijos Alfredo y Evelina Federico Manly Inglaterra Propietario Y su esposa Alejandra Asofra y cuatro hijos Baltasar Champseaur Marsella Botillería Y su esposa Ana Sicilia y dos hijos Antonio González Madeira Platero Y su esposa Rafaela de la Torre y seis hijos Santiago Barri Nimes Herrero Y su esposa M.ª Dolores Sicilia y tres hijos Juan Ripoche Francia Comerciante - XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 25 6 Pedro Rerd Inglaterra Dependiente de comercio - Juan Frugon Génova - Y su esposa Soledad García y un hijo Alfonso Gourié Francia Propietario - Antonio Morello Gibraltar Dependiente de comercio Y su esposa Paula Morello y seis hijos Diego Wood Londres Comerciante y propietario - Tomás Miller Londres Comerciante Y su esposa Margarita Nelme y una hija Domingo Guarello Génova Sastre y propieta-rio Y su esposa María Dolores Cabrera y cuatro hijos Alberto Montaldón Francia Herrero - Santos Godemar Francia Pintor Y su esposa Ana Marrero Miguel Ripoche Francia Comerciante y propietario Y su esposa Jerónima Torrens y un hijo José Colombino Génova Propietario - Juan Bautista Bonello Malta Propietario Con cinco hijos Felipe Bonello Malta Comerciante y propietario - Pedro Swanston Escocia Comerciante - Luis Inglott Malta Comerciante Y su esposa Rafaela Navarro y cuatro hijos Jorge Inglott Malta Comerciante Y su esposa Filomena Ayala y un hijo Jorge Swanston Inglaterra - - La inmigración europea bajo examen… 25 7 NOTAS 1 Francisco Fajardo Spinola: “Portugueses en Canarias en el siglo XVII. Una relación de 1626”, XV Coloquio de Historia Canario-Americana, Las Palmas de Gran Canaria: Ca-bildo de Gran Canaria, 2004, pp. 310-320. 2 Francisco Fajardo Spinola: “La Guerra de Sucesión Española y la comunidad británica en Canarias”, XIV Coloquio de Historia Canario-Americana, Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria, 2002, pp. 2044-2063. 3 (A)rchivo (H)istórico (N)acional, Estado, Leg. 629 (1), exped. 2. Real Cédula de 28 de junio de 1764. 4 Recogidas en la Novisima Recopilación de las Leyes de España, Madrid, 1805, Libro VI Título XI Leyes VIII y IX. 5 Publicada por Antonio Ruiz Álvarez: “Matrícula de extranjeros en la isla de Tenerife a fines del siglo XVIII”, Revista de Historia Canaria, La Laguna (Tenerife): Universidad, n.º 105-108, t. XX, 1954, pp. 102-111. 6 (A)rchivo (H)istórico (M)unicipal de (L)a (L)aguna, Sección Segunda, M-1 para los aña-didos de 1791 y las rectificaciones que se realizan en 1792; y E-XXIV para la matrícula del año 1799. 7 (A)rchivo (H)istórico (P)rovincial de (L)as (P)almas, Audiencia, Libro 140 (Reales Órdenes No Recopiladas vol. 18), fols. 214-215. 8 J. A. Salas Ausens y E. Jarque Martínez: “Extranjeros en España en la segunda mitad del siglo XVIII”, Actas del Coloquio Internacional Carlos III y su siglo, Madrid: Universi-dad Complutense, 1990, vol. II, pp. 985-997. 9 Las motivaciones para su ejecución no parecen tanto motivadas por cumplir la cédula de 1791 como por la situación conflictiva que se vivía entonces y un intento de controlar las actividades de los extranjeros, tal y como señala la autora. M.ª Dolores Lozano Sa-lado: “Aproximación al estudio de los extranjeros en Jerez en el tránsito del siglo XVIII al XIX”, Trocadero, Cádiz: Universidad, n.º 2, 1990, pp. 135-171. 10 Esta matrícula particular fue pedida por O’Donnell y llevada a cabo en julio de 1808, arrojando un colectivo formado por 31 individuos, de los cuales 17 eran transeúntes y 12 casados. En Alejandro Cioranescu: Historia de Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife: Confederación Española de Cajas de Ahorros, 1978, t. III, pp. 237. 11 A.H.P.L.P., Audiencia, Pleitos, exped. 13948 (1825/Febrero/10). 12 El autor cita dos órdenes de dicho jefe, una en 1837 y otra en 1851. La segunda proba-blemente corresponde a la matrícula de ese año que sí se conserva para la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.A. Cioranescu: op. cit. pp. 483. 13 A.H.P.L.P., Ayuntamiento de Las Palmas, Estadística de Población, exped. 7 (1845). 14 Alexis D. Brito González: “Matrículas de extranjeros en Canarias durante la segunda mitad del siglo XVIII”, Anuario de Estudios Atlánticos, Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria, n.º 45, 1999, pp. 219-260. 15 Alexis D. Brito González: Los extranjeros en las Canarias Orientales en el siglo XVII, Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria, 2002, pp. 55-64; Elisa Torres Santana: “Las relaciones comerciales entre Gran Canaria y Francia en el siglo XVII. Una aproximación”, en El comercio en el Antiguo Régimen, III Reunión Científica de la Asociación Española de Historia Moderna, Las Palmas de Gran Canaria: Universidad, 1994, tomo II, pp. 179-186. 16 A.H.P.L.P., Ayuntamiento de Las Palmas, Estadística de Población, Leg. 3, exped. 4 (1845), exped. 8 (1851) y exped. 11 (1854). 17 Estos artículos definen quiénes son los extranjeros domiciliados (que deben hallarse es-tablecidos con casa abierta o residencia fija por tres años además de bienes propios y XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 25 8 modo de vivir conocido) y quiénes tienen el carácter de transeúntes (aquellos que no tienen residencia fija). 18 Sobre su aportación a la economía, vid. Agustín Millares Cantero [et al.]: “Reflexiones acerca del comercio exterior canario y la burguesía mercantil isleña (1778-1852)”, V Coloquio de Historia Canario-Americana, Madrid: Cabildo de Gran Canaria, 1985, tomo IV, pp. 679-837. 19 Miguel Rodríguez Díaz de Quintana: Miller y Compañía. Cien años de historia, Las Palmas de Gran Canaria, Miller, 1989. 20 Por citar un ejemplo, una de estas personas es Georgiana Manly, hermana del comer-ciante Federico Manly, la cual en la matrícula de 1851 especifica que lleva veinticinco años residiendo en la ciudad. Como señala el alcalde de la ciudad en una carta al jefe político Miguel Díaz al alegar los motivos para corregir la omisión de algunos datos, “habiendo faltado estas noticias en el estado que remití a V.S. porque no las habían da-do en sus relaciones respectivas las personas que debían hacerlo”. A.H.P.L.P. Ayunta-miento de Las Palmas, Estadística de población, Leg. 3, exped. 7, fol. 39 rto.-vto. 21 Hemos incluido en este apartado a varios individuos que aparecen, en las nóminas de 1851 y 1854, como propietarios pero que, indudablemente, se dedican al comercio, co-mo son Federico Manly, Alfonso Gourié, o los hermanos Juan Bautista y Felipe Bone-llo. Una muestra de esta dedicación es que, en la matrícula de 1854, Diego Wood, Mi-guel Ripoche y el citado Felipe Bonello constan como comerciantes y propietarios conjuntamente. 22 Alexis D. Brito González: Los extranjeros en las Canarias… op. cit., pp. 289-290. 23 Juan Francisco Martín Ruiz [et al.]: “La estructura demográfica de una ciudad preindus-trial: Las Palmas en la primera mitad del siglo XIX”. III Coloquio de Historia Canario-Americana, Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria, 1980, Vol. II, pp. 513-547. 24 Agustín Millares Cantero: op. cit. 25 En 1802, la ciudad tenía una población de 8.096 habitantes y por esas fechas podría estar ya en torno a los 10.000, por lo que supuso la pérdida de una quinta parte y probable-mente más. María José Betancor Gómez: Epidemias y pleito insular. La fiebre amarilla en Las Palmas de Gran Canaria en el período isabelino. Madrid: Cabildo de Gran Ca-naria, CSIC, 2002, pp. 37-38. Entre los fallecidos se encontraban trescientos prisioneros franceses que habían sido traídos a la isla y que ayudaron a combatir la enfermedad. Juan Bosch Millares: Historia de la medicina en Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria, 1967, vol. II, pp. 44. 26 La nómina de 1851 se remitió al gobernador provincial con fecha de 20 de marzo, ape-nas un mes antes de comenzar la epidemia. 27 Alfredo Herrera Piqué: “La colonia inglesa en Gran Canaria. Una gran aventura econó-mica en el siglo XIX”. Aguayro, Las Palmas de Gran Canaria: Caja Insular de Ahorros, n.º 94, 1977, pp. 6-9. 28 De ellos, cuarenta se hallaban avecindados y ocho eran transeúntes. Pedro de Olive: Diccionario estadístico-administrativo de las Islas Canarias. Barcelona: Estableci-miento tipográfico de Jaime Jepús, 1865. |
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