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759 LA PERMEABILIDAD HISTORIOGRÁFICA DE REVISTA DE HISTORIA CANARIA A TRAVÉS DE SUS RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS (1942-1972) THE HISTORIOGRAPHICAL PERMEABILITY OF REVISTA DE HISTORIA CANARIA THROUGH THEIR BIBLIOGRAPHICAL REVIEWS (1942-1972) Blanca Divassón Mendívil Javier Soler Segura RESUMEN A partir del estudio de las reseñas bi-bliográficas elaboradas en la segunda etapa de Revista de Historia Canaria (1942-1972), período en el que aparece como una sección específica dentro de sus contenidos, analizamos las carac-terísticas de las reseñas y su evolución, abordamos las formas y modos en el tratamiento de las mismas y examina-mos la procedencia y temáticas de las obras reseñadas. En este primer acer-camiento a esta cuestión, pretendemos explicar la manera en que los autores que publicaron reseñas bibliográficas en Revista de Historia Canaria se hicieron eco y asimilaron otras aproxi-maciones historiográficas procedentes del exterior. PALABRAS CLAVE: islas Canarias. his-toriografía, teoría de la historia, análisis ABSTRACT The aim of this paper is to analyse the bibliographical reviews appearing as a specific section in Revista de Historia Canaria between 1942 and 1972, period that corresponding with the second stage. We study the characteristics and evolution of these publications. We try to explain the foreign influences in Ca-nary historiography through the reviews and how about RHC assimilated other historiographic approaches from abroad. KEYWORDS: Canary Islands, historio-graphy, theory of history, bibliometric Blanca Divassón Mendívil: Investigadora de Tercer Ciclo. Departamento de Historia. Facul-tad de Geografía e Historia, Universidad de La Laguna. Campus de Guajara, La Laguna, 38071, bdivas@gmail.com Javier Soler Segura: Investigador de Tercer Ciclo. Departamento de Prehistoria, Antropología e Hª Antigua. Facultad de Geografía e Historia, Universidad de La Laguna. Campus de Guaja-ra, La Laguna, 38071, jsolers@gmail.com XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 760 bibliométrico, Revista de Historia Ca-naria, reseñas bibliográficas. analysis, Revista de Historia Canaria, bibliographical reviews. INTRODUCCIÓN En trabajos anteriores sobre Revista de Historia Canaria (en adelante RHC) establecimos tres grandes etapas de la revista1: desde sus inicios a 1941, desde 1942 a 1972 y a partir de esta fecha en adelante. Consideramos que cada uno de esos períodos poseía unas características propias que definimos como norma. En líneas generales, por norma historiográfica entendíamos la manera de concebir y practicar la historia por los autores en las distintas etapas. En este sentido, concluimos que se habían producido rupturas importantes de unas etapas a otras en la manera de comprender y de abordar las sociedades del pasado por los colaboradores de la revista. Profundizando en la definición de este concepto, que, en definitiva, daba forma a nuestro objeto de estudio, le conferimos un sentido amplio, que hacía referencia a los parámetros no sólo teóricos sino fundamentalmente epistemológicos, dentro de los cuales los autores dotaban de significado a su contexto social, a su producción científica y a la manera de acercarse al estudio de las sociedades del pasado. La norma es, por tanto, una especie de red categorial en la que los autores actuaban, y sin la cual su existencia no sólo carecería de sentido sino que, además, no sería posible. Eruditos e historiadores se constituían en sujetos y agentes dentro de una matriz discursiva determinada históricamente que establecía las pautas de lo pensable, de lo bueno, de lo correcto…, en definitiva, de lo normal. La norma genérica refiere a este marco inteligible, que ha naturalizado una determinada forma de concebir el mundo, en el que se establecen y tienen cabida distintas normas historiográficas. Normas historiográficas que comparten ideas, creencias y supuestos comunes, pero que, al mismo tiempo, o de manera secuencial, se contraponen unas con otras produciéndose rupturas y generándose cambios teóricos esenciales que originan discon-tinuidades en la manera de historiar. En aquellos primeros trabajos el objetivo fue investigar la evolución y el cambio historiográfico experimentado desde los inicios de RHC hasta 1972, mediante un análisis bibliométrico y teórico de los artículos publicados. Las conclusiones a las que llegamos fueron: que había una distinción clara entre lo que denominamos la norma erudita de la primera época y la norma científica de la segunda. Un cambio teórico rastreable a través de las temáticas tratadas, los métodos de investigación empleados y las nociones de verdad, causalidad e historia manejadas por los distintos autores. La permeabilidad historiografía… 761 Frente a las grandes hazañas, los datos singulares, los anacronismos históricos y los árboles genealógicos que dieron sentido y forma a la Historia de la primera etapa, la manera de historiar de la segunda reclamó el método científico, la verdad objetiva y la sistematización y publicación del corpus documental. El agente causal ya no era el individuo abstracto e idealizado, sino unos sujetos condicionados por su lugar en la sociedad y que debían ser únicamente rastreados a través de las fuentes. En este sentido, se pasó de una verdad relativa, o de un ámbito de disputa de pareceres sobre hechos singulares, a una única verdad, desposeída de cualquier carga de subjeti-vidad, emanada de la documentación y que daba cuenta cronológica de lo que pasó exactamente sin moralizar sobre lo sucedido, ni trasladar de forma introspectiva y empática ideas y explicaciones del presente al pasado. De la comparativa también extrajimos otras conclusiones igualmente relevantes para nuestros estudios posteriores. De manera sucinta afirmamos que, en ningún caso, la transición de una etapa a la siguiente fue traumática. Que, de hecho, y pese a centrarnos en aquellos aspectos que evidenciaban el cambio, apenas se produjo una ruptura teórica reseñable y que, frente a matizaciones de índole metodológico o temático —que consideramos eran las que señalaban un cambio más agudo entre ambos períodos—, compartían supuestos esenciales, como era el trato fetichista dado al documento o la concepción subjetivista de la acción y del sujeto histórico. Continuando esta línea de trabajo, lo que nos proponemos analizar en esta comunicación se relaciona con la permeabilidad y grado de renovación de la revista a los debates e innovaciones que se dieron en otras tradiciones historiográficas. Es decir, pretendemos delimitar hasta qué punto los histo-riadores canarios que publicaron estudios históricos en RHC fueron recepti-vos a ideas y metodologías diferentes a las que venían desarrollando desde décadas anteriores. Tratamos de abordar un tema que, desde nuestros primeros estudios, consideramos clave para entender la evolución interna de la revista. En ellos reconocíamos la necesidad de atender a las influencias teóricas y metodológicas que tuvieron los colaboradores de RHC, lo que permitiría explicar, en cierto modo, los nuevos rumbos que en determinados momentos tomó la línea editorial. En este sentido, ya habíamos analizado, aunque muy brevemente, la aparición de la temática “Historia económica” como objeto de estudio durante la década de los 50 a raíz de la introducción de nuevas formas de pensar la historia. Ahora, pretendemos atender a uno de los elementos de RHC que mejor pueden informar sobre la recepción de esas maneras diferentes de concebir la disciplina histórica entre los historiadores canarios: las reseñas biblio-gráficas. Esta sección se adscribe a la segunda etapa de RHC, la correspon-diente al período 1942-1972. Y aunque es posible rastrear, en años ante-riores, algunos artículos con una orientación parecida2, su desarrollo, XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 762 características y temáticas coinciden plenamente con las líneas generales que definen a esta fase de la revista. A partir de su sistematización y análisis, es posible aproximarse a una amplia variedad de aspectos que se relacionan directamente con la configuración y transformación de la norma historiográfica imperante durante esas décadas. Su estudio permite inferir datos valiosos sobre cuestiones relacionadas con la metodología histórica empleada (por ejemplo, qué criterios debían cumplir los trabajos para ser considerados adecuados, o, que aspectos formales convertían una recopilación documental en una investigación científica); con aspectos concernientes a los vínculos académicos e interpersonales que se estable-cieron entre los propios historiadores (por ejemplo, quién reseñaba a quién; cómo se realizaban esas reseñas; cuál era el tratamiento y alcance de dichas críticas); o bien, con la recepción de otras tradiciones historiográficas (por ejemplo, qué obras nacionales y extranjeras eran reseñadas y, por tanto, cuáles se consideraban valiosas para la historiografía canaria; qué se buscaba en ellas y cuáles eran los criterios que guiaban dicho interés). En suma, a través del análisis de las reseñas bibliográficas de RHC, es posible conocer las razones por las que los historiadores canarios consideraron relevante para el conocimiento del pasado de las islas determinados estudios, así como intentar aproximarse a la manera en que dichas innovaciones teóricas y metodológicas fueron asimiladas en sus propias investigaciones históricas. CARACTERIZACIÓN DE LAS RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS DE REVISTA DE HISTORIA CANARIA Las reseñas bibliográficas de RHC eran, normalmente, resúmenes críticos, de diversa extensión —de unas pocas líneas las más breves a una decena de páginas las más extensas—, que reseñaban todas aquellas monografías o artículos que abordaban o mencionaban algún aspecto referido a la historia de las islas Canarias. Intentaban ofrecer a sus lectores una perspectiva completa y rigurosa del contexto editorial del momento, dando a conocer, en lo posible, todos aquellos estudios publicados durante el año en curso, aunque, por problemas de recepción o edición, muchos de ellos no llegaban a ser recibidos a tiempo. La inmensa mayoría de ellas eran resúmenes, con mayor o menor detalle, de las obras reseñadas, en las que se exponían los aspectos tratados y las conclusiones alcanzadas. Iban desde escuetas notas que se limitaban a informar a los lectores de la aparición de tal o cual publicación, a reseñas que ofrecían una descripción pormenorizada de las fuentes y temas tratados por el autor. Igualmente, es posible encontrar algunas que tomaban como excusa el estudio para lanzarse a amplias digresiones que no siempre tenían que ver con la obra reseñada, o bien notas La permeabilidad historiografía… 763 bibliográficas que abordaban con gran detalle la monografía proponiendo objeciones muy elaboradas y discusiones críticas bien argumentadas. La sistematización bibliométrica de las reseñas, publicadas en RHC durante el período 1942-1972, ha evidenciado una relativa continuidad en cuanto al tratamiento y las características que identificamos en nuestros anteriores trabajos. Así, las 925 reseñas bibliográficas publicadas por 67 autores diferentes durante 30 años, se distribuyen en torno a 16 temáticas que ofrecen pautas muy parecidas al resto de secciones de la revista: Archivística y Documentación; Arqueología; Biografía; Botánica; Canarias-América; Expansión atlántica; Filología; Folklore; Genealogía; Geografía; Hª de las Instituciones; Hª del Arte; Hª económica; Hª Militar; Literatura; y Miscelánea (fig. 1). En dichas reseñas se abordan una amplia cantidad de temas de interés para los colaboradores de RHC que, por distanciarse del objeto de estudio de la publicación, no llegaban a desarrollarse extensamente en el resto de secciones de la revista3. Así, y pese a ser una revista de Historia, en la sección de reseñas bibliográficas tuvieron cabida aspectos relacionados con botánica, geografía, música, guías turísticas, medicina, magisterio, novela, poesía, etc., complementando a ese ámbito de interés más general de la cultura canaria o de las ciencias humanas4. Con el fin de comparar de forma más coherente el estudio de las reseñas bibliográficas con los artículos publicados en la revista, hemos agrupado las temáticas en 6 grandes grupos: Temática A (Archivística y Documentación, Biografía, Genealogía, Hª del Arte); Temática B (Canarias-América, Expansión atlántica, Hª de las Instituciones, Hª económica, Hª Militar); Temática C (Botánica, Filología, Folklore, Geografía); Arqueología; Literatura; y Miscelánea (fig. 2). Temática A (Archivística y Documentación, Biografía, Genealogía, Hª del Arte) Archivística y documentación fue el tema estrella durante todo el período, y dada la enorme importancia que adquirió, esta materia trascendió al resto de temáticas, de manera que puede afirmarse que la sección de reseñas bibliográficas fue, en esencia, un fondo bibliográfico sobre fuentes primarias al servicio de los investigadores. No reiteramos aquí lo que desarrollamos con más profundidad en otra parte del texto acerca del aparato crítico empleado por los reseñadores; pero si nos gustaría apuntar que esta materia en concreto resulta importante para cualquier análisis que aborde este período historiográfico, pues permite estudiar la aplicación del método histórico que operó en la norma científica de la segunda etapa de RHC. Las reseñas de Genealogías no sólo son poco representativas desde un punto de vista cuantitativo. Su declive está en relación con la paulatina XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 764 pérdida de interés por el tema; la cual partía de una profunda reconsideración y cuestionamiento por parte de los propios historiadores sobre la necesidad de hacer una historia elitista, centrada en las familias nobiliarias de Canarias5. Ciertamente, y al igual que se observa en las reseñas sobre Biografías, los investigadores continuaron centrando su atención en la vida y hechos de grandes hombres pero, a diferencia de la etapa erudita anterior, estudiaban a aquellos que debieron su grandeza a sus actos y no a su apellido. Es decir, mantuvieron su preferencia por la elite política y administrativa a la hora de escribir acerca de quiénes hicieron la historia, pero definieron claramente quién era el sujeto histórico: el individuo liberal frente a las familias nobiliarias de Canarias. Cuestión aparte es que coincidiesen en las islas los grandes apellidos con ciertos personajes señeros de la historia local, o que miembros de una misma familia acabaran dando lustre a su apellido. Tanto las Genealogías como las Biografías se convirtieron en campos de estudio, en cierto modo, controvertidos porque obligaban a los historiadores a reflexionar sobre quién era el sujeto de la Historia, si el colectivo o el individuo6. No fue este el único problema. Existía la posibilidad de ofrecer un cuadro poco objetivo del personaje y proferirle cierta empatía (o antipatía)7. También estaba el inconveniente de acabar elaborando una historia novelada de esas vidas8. La solución fue aplicar al estudio del sujeto biografiado el método científico utilizado para el resto de los temas históricos abordados en RHC. Opuesta al caso anterior es la materia de Historia del Arte. Aunque hubo intentos por elaborar una Historia del Arte de Canarias9, los reseñadores normalmente se centraron en describir los objetos —arquitectónicos o artísticos—, así como en averiguar y biografiar a los artistas autores de dichas obras, considerando en muy contadas ocasiones el contexto histórico en el que se realizaban y meramente para ofrecer una ambientación muy general de la época. Manera esta de reseñar muy similar a la manejada en Literatura, en la que la pieza literaria adquiría, al igual que la artística, valor por sí misma, sin considerar el contexto de la obra. Las reseñas se orientaban fundamentalmente a describir el arte sacro desarrollado en Canarias en los siglos pasados. Temática B (Canarias-América, Expansión atlántica, Hª de las Institu-ciones, Hª económica, Hª Militar) Son cuatro los rasgos que caracterizan a este grupo: 1) Su novedad principal consistió en suponer una apertura a nuevos ámbitos de estudio. No obstante, esto no implicó tanto una diversificación temática como una sistematización de determinados temas que se consideraban de interés primordial y, por ello, a una limitación de los foros y debates que podían La permeabilidad historiografía… 765 suscitarse dentro de la disciplina. 2) La aparición de nuevos temas no supuso una renovación en la forma en que fueron tratados. El surgimiento de nuevos sujetos —esclavos, guanches, conversos, estructuras económicas— reforzó la norma historiográfica centrada en la aplicación del método científico en la crítica documental. 3) El objetivo dentro de estos campos temáticos era recabar el mayor número de fuentes históricas existentes dentro y fuera de Canarias, con el fin de reconstruir los fenómenos que acontecieron de la manera más exhaustiva y fielmente posible. 4) Los esfuerzos tendieron a dirigirse a labores de rastreo y rescate de toda documentación que tratase sobre Canarias, y que tuviera relación con estos temas. Es decir, a los historiadores de RHC no les animaba encontrar cualquier cosa sobre las islas, sino que realizaban una tarea sistemáticamente dirigida a profundizar en aspectos y debates concretos en determinadas etapas de la historia, relacionadas con la conquista, repoblamiento y aculturación de los naturales de Canarias, el papel del archipiélago en el descubrimiento del Nuevo Mundo, su impor-tancia en las relaciones comerciales internacionales, los ataques piráticos y navales sufridos en sus costas, etc. Temática C (Botánica, Filología, Folklore, Geografía) Se reúnen en este grupo aquellas reseñas que remiten a temas específicos con largo recorrido académico y que, desde el punto de vista estadístico, se distancian del carácter ocasional de Miscelánea. Al ser RHC el órgano de expresión oficial de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Laguna, en ella tuvieron cabida las distintas ramas del saber impartidas en dicho centro, por lo que se atendieron a aspectos relacionados con las líneas de investigación de cada profesor. Esto puede observarse en la extensión de algunas de las reseñas publicadas, pues sólo aquellas elaboradas por especialistas —por ejemplo Telesforo Bravo para Geografía, Juan Régulo Pérez y Mª Rosa Alonso para Filología, o José Pérez Vidal para Folklore— alcanzan una mayor amplitud y densidad. Con evidentes puntos en común, Geografía y Botánica aparecen como temas de interés recurrentes a lo largo de la historia de la revista. Ambas fueron abordadas, salvo excepciones, por especialistas en otros ámbitos del saber, lo que llevó a enfatizar en sus reseñas los vínculos con el periodo aborigen (por ejemplo, Luís Diego Cuscoy) o los primeros momentos de la conquista europea de las islas (Elías Serra Ràfols). Filología incluye aspectos asociados a una gran diversidad de estudios lingüísticos, fundamentalmente relacionados con la lengua amazigh, el examen de términos y voces isleñas, el rastreo del acervo poético popular, etc., siendo habituales las reseñas que incorporaban una ampliación —muy XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 766 extensas en algunos casos— de vocablos inéditos no recogidos en el estudio reseñado. Las notas bibliográficas sobre Folklore, a excepción de las que se intercambiaron José Pérez Vidal y Luís Diego Cuscoy, suelen ser escuetas acotaciones en las cuales se insistía sobre la necesidad de estudiar la documentación antes de su desaparición y recopilar información folklórica a través de trabajos de campo10. Arqueología Sus reseñas bibliográficas aparecieron de forma constante a lo largo de toda la segunda etapa de RHC. La ausencia de otras revistas especializadas en dicha temática en la provincia de Santa Cruz de Tenerife convirtió a RHC en el único foro de debate científico de la Universidad de La Laguna11. Así, y a excepción de esporádicos artículos en la prensa diaria, o de los trabajos publicados en Revista El Museo Canario, RHC fue, durante cerca de 30 años, el único ámbito de investigación al que especialistas y eruditos podían acceder para conocer los nuevos hallazgos y descubrimientos arqueológicos de las islas y, al mismo tiempo, aproximarse a las innovaciones teóricas y metodológicas producidas dentro de la disciplina en Canarias. El artífice de esta labor fue el propio director de la revista, Elías Serra Ràfols, quien, además, ejerció diversas competencias y cargos oficiales que lo convirtieron en uno de los personajes claves para entender el funciona-miento y derroteros que tomó la arqueología en las islas hasta la década de 1970. Elías Serra ejerció con mano dura el control institucional, académico y explicativo de la disciplina, contribuyendo a sistematizar metodológicamente el conocimiento del pasado aborigen a través, entre otros medios, de las reseñas bibliográficas de RHC12. Así, y con un índice cercano al 70% del total, Serra Ràfols monopolizó las reseñas de esta temática orientándolas, de forma consciente, para 1) extender y establecer las pautas básicas del método científico en la arqueología de las islas; 2) resolver públicamente los conflictos entre investigadores —fundamentalmente entre Luís Diego Cuscoy y Sebastián Jiménez Sánchez—; y 3) aclarar controversias gestadas en la prensa como, por ejemplo, el conflicto de competencias entre El Museo Canario y el comisario/delegado provincial de Excavaciones Arqueológicas de Gran Canaria13. Como puede apreciarse en el resto de reseñas bibliográficas publicadas sobre otras temáticas, las de arqueología también contenían un fuerte componente metodológico. A través de ellas se impusieron formas correctas para el tratamiento y método de la información arqueológica, enfatizando la necesidad de describir los materiales, de clasificarlos y de crear tipologías de La permeabilidad historiografía… 767 los restos arqueológicos. Las reseñas a Sebastián Jiménez Sánchez o Luís Diego Cuscoy fueron adquiriendo, sobre todo para el primero, un tono cada vez más crítico que se orientó, fundamentalmente, a apuntar deficiencias importantes en la metodología de campo utilizada o en el empleo incorrecto de la terminología científica14. En ellas se destacó la ausencia de dibujos, tablas y fotografías adecuadas; la falta de correspondencia de estas con el texto principal; el reclamo de un lenguaje “más conciso que haría mucho más fácil hallar los datos exactos que uno busca”, o el énfasis en la descripción “sobria en doctrina y [en] deducciones generales”15, que evidenciaban la importancia que tenía para Serra Ràfols la aplicación correcta del método para convertir la disciplina arqueológica en una ciencia. Con el tiempo, y alcanzando un porcentaje del 13%, Diego Cuscoy —dis-cípulo aventajado que ocupó, posteriormente, el cargo de director del Museo Arqueológico de Tenerife—, retomó esta misma línea de crítica metodoló-gica en las reseñas realizadas a no especialistas o a arqueólogos aficionados. Tal fue el caso, por ejemplo, de las publicadas sobre Telesforo Bravo16, o Pedro Hernández Benítez17, así como los comentarios terminológicos que le dedicó a Sebastián Jiménez Sánchez18. Literatura Como ya planteamos en otra parte19, la literatura adquiere en RHC entidad propia como disciplina y sus reseñas se desligaban del método crítico, científico-histórico, empleado para las otras temáticas. Existe, para este caso, una evolución que distingue dos etapas con nombre propio: aquella primera en que estuvo al frente M.ª Rosa Alonso, quien llevó todo el peso de la sección y reseñaba de manera indiscriminada todo lo literario, fundamen-talmente poesía y novela, que se publicaba en Canarias, y la etapa posterior, de la que se encargó Nuez Caballero, más selectivo con los trabajos reseñados, lo que se advierte gráficamente en una fuerte caída del número de reseñas sobre Literatura realizadas (fig. 2). Miscelánea Las reseñas aglutinadas bajo la etiqueta de Miscelánea recogieron noticias sobre la publicación de monografías, homenajes, ejemplares de revistas, lecciones o conferencias, exposiciones, guía de viajes, estadísticas, etc. Son, generalmente, escuetas referencias que describen las razones de su publicación, así como los actos públicos celebrados vinculados al mundo intelectual y cultural de las islas. Desde el punto de vista de la investigación histórica, destacan las destinadas a reseñar otras revistas de ámbito local —especialmente las de El Museo Canario o el Anuario de Estudios Atlánti-XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 768 cos— que suelen limitarse a una simple enumeración de los trabajos que podían resultar más interesantes a los lectores de RHC, anunciándose, además, las futuras reseñas centradas en artículos específicos. Los autores que publicaron mayor número de reseñas bibliográficas fueron aquellos que ocuparon cargos institucionales dentro de RHC, esto es, responsables, en última instancia, de que la revista saliera a tiempo, sin excesivos errores tipográficos y con un nivel de calidad adecuado. Por ello, entre los historiadores que más reseñaron (fig. 3) encontramos a su director (Elías Serra Ràfols), su administrador (José Peraza de Ayala), secretarios (M.ª Rosa Alonso o Juan Régulo Pérez), así como a los diversos redactores que ocuparon puestos como profesor en la Universidad de La Laguna (Leopoldo de La Rosa, Tomás Tabares de Nava, Manuela Marrero, etc.). Sin embargo, y aunque fueron ellos los que llevaron el peso de la revista —y más concretamente su director—, esta estuvo siempre abierta a todo aquel interesado por investigar el pasado de las islas. Así, y aunque aquellos autores con un índice de publicación más alto son los que marcan tendencias de forma más clara, llegando a otorgarle cierto carácter personal a las reseñas, la presencia de aspectos comunes al resto de autores no puede más que interpretarse a partir de una norma comúnmente compartida que establecía cómo debían elaborarse las reseñas. Desde el punto de vista estadístico, el autor con mayor número de reseñas publicadas es Serra Ràfols con 359, seguido, ya de lejos, por Mª Rosa Alonso con 159. Ambos autores concentran casi el 56% de su total, lo que explica el gran protagonismo que alcanzaron en la configuración de las reseñas. Sus publicaciones marcaron la tendencia de las reseñas biblio-gráficas de todo el período, aunque sus índices se reparten de manera desigual (fig. 4). El director de RHC será el único autor que publique en todas las temáticas, manteniéndose de forma relativamente equitativa a excepción de Arqueología, a la que dedica el 22% de sus reseñas. En cambio, M.ª Rosa Alonso aglutina en torno a la temática Literatura más del 80% de sus notas bibliográficas, y aunque su período de publicación concluye en 1952, representa un coeficiente muy representativo para el total de la revista (más del 17% en sólo 11 de los 30 años de vigencia de esta sección). Algo similar ocurre con los autores más reseñados, pero con significativos cambios en su distribución. Como se observa gráficamente (fig. 5), los mayores reseñadores no siempre coinciden con los más reseñados, es decir, sólo para el caso de Elías Serra Ràfols y Luís Diego Cuscoy, y con coeficientes mucho menores para Leopoldo de la Rosa y M.ª Rosa Alonso, los autores que más son reseñados en RHC rara vez publican un número elevado de reseñas. Sin embargo, y esto es relevante para entender las relaciones académicas dentro de la disciplina histórica canaria, entre los diez autores más reseñados en la revista existieron vínculos mutuos que La permeabilidad historiografía… 769 aportan datos sobre la manera en que se organizaba académicamente el conocimiento del pasado en las islas. En otras palabras, sólo determinados personajes, imbuidos de cierto prestigio institucional, fueron considerados capacitados para realizar reseñas críticas a otros investigadores (fig. 6)20. ANÁLISIS DE LAS RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS DE REVISTA DE HISTORIA CANARIA Son varias las razones que pueden argumentarse para explicar el motivo por el que, a partir de 1942, las reseñas bibliográficas en RHC se constituyen como sección fija, y pasan a adquirir un peso y una relevancia tal que llegan a suponer el 20% del paginado total en la mayoría de números (fig. 7)21. Una, indudablemente, se relaciona con las modas historiográficas del momento. A imitación de otras tradiciones como la francesa, comienzan a aparecer en algunas revistas nacionales (p. ej. Hispania) recopilaciones y listados de referencias bibliográficas que promueven el intercambio y conocimiento entre profesionales. RHC no será inmune a esta moda. Durante los años 1944 y 1945, Mª Rosa Alonso recopiló listados bibliográficos que contenían todo lo publicado sobre Canarias en esos años, en las que se incluyeron temáticas como Religión, Música, Historia, Arqueología, Litera-tura, etc22. Desde nuestra perspectiva, sin embargo, la razón principal por la que se convirtió en una sección relevante dentro de RHC fue el carácter de catálogo bibliográfico y documental que le dieron los reseñadores. En este sentido, la sección compartía el mismo objetivo que el resto de contenidos de la revista, esto es, servir a las necesidades que exigía la investigación23. De la misma manera que los investigadores se acercaban al archivo para clasificar, ordenar y catalogar los documentos, los colaboradores de la revista emplea-ron el mismo criterio al reseñar las obras históricas contemporáneas. Las publicaciones reseñadas fueron, así, concebidas como fuentes documentales que debían ser buscadas, seleccionadas y sistematizadas, por lo que las reseñas se convirtieron en un instrumento de utilidad al servicio del historiador. Pese a esta concepción de reseña como sección destinada a ampliar la base documental, es necesario atender al contenido de las mismas para valorar adecuadamente la clase y el grado de aceptación y/o asimilación que tuvieron entre los colaboradores de la revista formas alternativas de practicar y entender la disciplina. Así, debemos prestar atención a las características ofrecidas en las reseñas bibliográficas cuando se analiza la metodología histórica, se establecen los vínculos académicos, o se asimilan obras de estudiosos no canarios. XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 770 El método histórico en las reseñas de RHC Desde el punto de vista del método histórico utilizado, existía una jerarquía en la documentación que ordenaba las fuentes según el grado de veracidad que les otorgaban los historiadores, con el objeto de “depurar” lo más posible los hechos en ellas contenidos de las interpretaciones de “algún tardío cronista más o menos arbitrario y que carecen de toda base en las fuentes originales, ya documentales, ya narrativas”24. La rigurosidad y profesionalidad del autor reseñado estaba directamente relacionada con el tipo de fuentes que hubiera manejado. Era de gran interés lo novedoso del corpus documental aportado, celebrando el descubrimiento y publicación de material inédito hallado en los archivos. Pero lo verdaderamente meritorio de la obra, y de su autor, era la metodológica empleada en el análisis de los textos25. Los investigadores sometían a las fuentes a un proceso de depura-ción precisamente para evitar la mera enumeración de datos sin contextua-lizar, o la ausencia de explicaciones históricas a cuestiones planteadas dentro de la historiografía. Mediante la aplicación del método en Historia se podía alcanzar el consenso en el debate entre investigadores, o aclarar puntos controvertidos y dudas suscitadas durante la investigación26. Permitía ampliar el conocimiento sobre determinados temas e, incluso, llegar a agotarlos27. El método se basaba en la recopilación, sistematización y análi-sis de fuentes históricas e historiográficas, con el objeto de cruzar las infor-maciones en ellas contenidas. Por un lado, se trataba de contrastar los argumentos de los historiadores que habían investigado sobre el tema con las fuentes que ellos mismos citaban en sus obras, y sobre las que apoyaban sus afirmaciones. Se confrontaban, igualmente, los argumentos ofrecidos por unos y otros en sus investigaciones, lo que, en esencia, significaba calibrar la autoridad de las fuentes que cada cuál citaba, el número de documentos que manejaba y la lectura que hacía de estos textos primarios. Por otro lado estaba la búsqueda de nuevas fuentes, inéditas o desconocidas hasta ese momento, que pudieran ampliar, refutar, invalidar, cuestionar o reafirmar lo dicho, tanto en las fuentes ya conocidas como en las conclusiones alcanzadas por los demás historiadores28. Por medio de métodos comparativos intentaban aproximarse al verdadero conocimiento del pasado histórico de las islas29. Dada la concepción de verdad manejada por los reseñadores, supeditada a un análisis exhaustivo de fuentes siguiendo un criterio jerárquico de autoridad, las críticas vertidas eran, fundamentalmente, formales (de citación, de trascripción o de edición de fuentes, de aclaraciones sobre su hallazgo y la autoría de su descubridor, o sobre la presentación de las mismas —la inclusión de índices, estadísticas, etc.). En contadas ocasiones se hicieron críticas al contenido, y estas solían remitir a cuestiones concretas sobre determinados hechos, sobre si realmente La permeabilidad historiografía… 771 sucedieron y si pasaron tal y como el autor o las fuentes por él seleccionadas las describían. Vínculos académicos a través de las reseñas de RHC Atendiendo al contenido de las reseñas bibliográficas, al tipo de trata-miento empleado por los reseñadores o al énfasis utilizado para criticar a uno u otro investigador, es posible inferir toda una serie de indicios que aportan datos esclarecedores sobre las estrategias de poder que estructuran la historiografía canaria de posguerra. Aunque la forma, sentido o tono que adquieren las reseñas depende de múltiples factores, un análisis detallado muestra ciertas regularidades. Tanto en el tratamiento que se hace de las obras, como de los autores, pueden observarse dos tendencias antagónicas. Por una parte, las reseñas bibliográficas dedicadas a detallar obras de eruditos, historiadores noveles o no profesionales de la historia se orientan a evidenciar las deficiencias, limitaciones, errores y ausencias en la obra analizada, llegándose a plantear, incluso, objeciones importantes a la forma en que ha sido abordado el tema tratado30. Las implicaciones formales de este conjunto de reseñas son fácilmente observables. Se emplea un tono irónico, duro en ocasiones, en el que, incluso, llega a perderse el respeto31. Suelen ser largas, densas, muy concretas, y en la que se enfatiza constantemente un aspecto fundamental: la profesionalización de la disciplina. No todo el mundo es competente para escribir historia, y sólo los profesionales, quienes se han formado y conocen el método adecuado, están capacitados para definir qué es o no es una investigación histórica32. Muy diferente es la otra tendencia constatada, que ofrece un acercamiento más claro a las relaciones de poder y jerarquías establecidas dentro de la Academia. Son reseñas realizadas a prestigiosos investigadores, a catedrá-ticos o profesores de universidad, a los que se consideran compañeros de profesión. En ellas pueden encontrarse reseñas de obras con escasa relación con Canarias33, pero que son recogidas en la revista por lazos de amistad o cortesía académica. Este tipo de reseña tiene un formato más breve, educado y amistoso, en las que llegan a transcribirse pasajes de las obras y en las que se enfatiza la capacidad del historiador reseñado por acercarse de forma original al tema, ofrecer una visión global o presentar una documentación valiosa para otros investigadores. La mayoría de los errores que se computan suelen vincularse a deficiencias no achacables al propio investigador sino a las inadecuadas condiciones de la documentación manejada, a problemas de acceso o consulta de otros estudios, etc.34 Sólo en aquellas ocasiones en las que se difiere ante algunas afirmaciones, se contraponen argumentos de otros prestigiosos investigadores, se plantean dudas aunque nunca descartando la XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 772 viabilidad de lo propuesto35, o llegan a discutirse exclusivamente datos muy concretos36. La recepción de otras tradiciones historiográficas desde las reseñas de RHC Las reseñas de RHC permiten profundizar en la clase de relación que establecieron los historiadores con formas de historiar foráneas. Como conclusión puede afirmarse que los cambios historiográficos que estaban teniendo lugar en Europa, desde los años 20, no tuvieron repercusión en la Academia canaria, la cual mantuvo su modus vivendi durante los treinta años que duró la etapa “científica” de la revista. No obstante, los autores canarios se mostraron enormemente receptivos a los temas que en dicha bibliografía se abordaba, aunque esto no implicó cambios más profundos. Podría decirse, en este sentido, que el interés que suscitaron determinados temas llevó a establecer relaciones académicas e historiográficas con tradiciones extran-jeras, y más concretamente con los americanistas, africanistas o hispanistas de aquellos países, debido a que su objeto de estudio abarcaba, o si quiera tocaba brevemente, el pasado isleño (fig. 8). Tanto es así que puede decirse que el atractivo que para la historiografía canaria poseían las tradiciones francesa y portuguesa —las más citadas, y destacando la primera sobre las demás— radicaba en el común interés que todas ellas pudieran tener en determinados temas, relacionados con la expansión atlántica, la conquista de Canarias o el descubrimiento del Nuevo Mundo. Es cierto que en el caso de las obras británicas reseñadas, las motivaciones fueron otras. Excepto las veces en que las publicaciones contenían información sobre alguna documentación o material encontrado en los archivos ingleses como el British Museum, sobre historia o antropología37 de Canarias, muchas de las referencias bibliográficas de las reseñas fueron guías para turistas38. Por el contrario, su acercamiento al mundo escandinavo, suizo, belga, austriaco o teutón fue estrictamente científico, no divulgativo, y estaba relacionado con el interés fundamentalmente lingüístico, raciológico y, en menor medida, botánico que despertaban las islas entre estos investigadores. En el caso de la raciología, representada por Eugen Fischer o Ilse Schwidetzky, los estudios fueron llevados a cabo por los propios investigadores extranjeros, pese al inusitado interés que despertaba entre los investigadores canarios este campo de estudio39. En este sentido, al igual que con las tradiciones francesa y lusa, el interés mostrado en las obras procedentes de la historiografía del centro y norte de Europa se dirigió a seleccionar aquellos trabajos temáticamente vinculados a las islas40. La norma historiográfica imperante durante estas décadas en Canarias se desplegó y reprodujo de manera efectiva ante estudios, monografías y La permeabilidad historiografía… 773 artículos de otras tradiciones. Pero lo que interesa resaltar aquí no es que los historiadores no asimilaran estos nuevos conocimientos, sino el hecho de que la norma adquiriera en las reseñas bibliográficas un nivel de perfección tal que saliera reforzada del contacto con el exterior. En relación con ello, la inmensa mayoría de las reseñas se orientaban a buscar las referencias a Canarias en dichas obras, para una posible ampliación de la base documental de los investigadores. Estas reseñas se limitaron a ofrecer noticias acerca de documentos y archivos localizados en el extranjero, en un intento por facilitar a los historiadores canarios su acceso a las mismas, ante problemas de distribución —al ser, por ejemplo, revistas poco conocidas y difíciles de conseguir—, o de comprensión del idioma —para lo que traducían los índices de contenido de las obras o realizaban pequeñas síntesis, casi exclusivamente, del capítulo o pasaje que trataba sobre las islas. En definitiva, la recepción de este tipo de obras generaba un conocimiento acumulativo de temas y datos sobre el pasado de las islas. La crítica realizada en las reseñas se hizo siempre de acuerdo con el método científico, más arriba descrito, atendiendo a aspectos formales sobre citación, exposi-ción y tratamiento de las fuentes utilizadas por dichos autores41. CONCLUSIONES El análisis de las reseñas bibliográficas de RHC, sección que tiene su desarrollo exclusivamente durante la segunda etapa de la revista (1942-1972), ha permitido aproximarnos y profundizar en las características que adquiere la norma historiográfica durante este periodo, confirmando las conclusiones alcanzadas en trabajos anteriores. En ellas se han constatado los intentos, por parte de los colaboradores de la revista, por generalizar una determinada forma de abordar las fuentes documentales, enfatizando el aspecto metódico y formal frente al explicativo, y priorizando la búsqueda, localización y trascripción de dichas fuentes frente a las síntesis generales. Igualmente, el análisis de las reseñas ha ofrecido una serie de pautas muy claras sobre el entramado de relaciones académicas imperante entre los historiadores canarios, ya que, como se observa por ejemplo en la concentración de temáticas en manos de determinados autores, se establece un complejo entramado de relaciones personales que presenta vínculos de poder académico, algo que puede generalizarse no sólo al ámbito local, sino al nacional e internacional. Sin embargo, la conclusión más relevante que se desprende del análisis de las reseñas bibliográficas de RHC es que existió una permeabilidad muy escasa, por no decir, nula, en cuanto a la acogida de aspectos teóricos y metodológicos por quienes publicaron reseñas en la revista. De existir XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 774 receptividad por parte de alguno de los investigadores canarios aquí analizados, desde luego no revirtió en el tratamiento y contenido dado a las reseñas. Sin embargo, y aunque este estudio deberá ampliarse con la atención a otros ámbitos más concretos de la profesión, lo cierto es que, al menos para las reseñas, la norma historiográfica se desplegó de forma plena, homogénea y coherente, llegando a afectar a todos los ámbitos de la investigación histórica en las islas e impermeabilizando a los investigadores canarios ante maneras alternativas de entender y practicar la Historia. La permeabilidad historiografía… 775 ANEXO Figura 1. Porcentaje detallado y por grupos de las reseñas bibliográficas publicadas durante la segunda etapa de Revista de Historia Canaria (1942-1972) según temáticas. Elaboración propia. Figura 2. Evolución diacrónica de las reseñas bibliográficas agrupadas por temáticas (1942-1972). Elaboración propia. XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 776 Figura 3. Distribución porcentual de los autores que más reseñas bibliográficas publicaron durante 1942 y 1972 en Revista de Historia Canaria. Elaboración propia. Figura 4. Comparativa y evolución de las reseñas bibliográficas publicadas por Elías Serra Ràfols y Mª Rosa Alonso entre 1942 y 1972. Elaboración propia. La permeabilidad historiografía… 777 Figura 5. Gráfico en el que se contrapone el volumen de reseñas realizadas a los diez autores más reseñados con el número de notas bibliográficas publicadas por dichos investigadores en Revista de Historia Canaria. Elaboración propia. Figura 6. Vínculos que se establecen entre los diez autores que más veces fueron reseñados en Revista de Historia Canaria. Elaboración propia. XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 778 Figura 7. Porcentaje del paginado destinado a las reseñas bibliográficas y relación existente entre artículos y monografías reseñadas en Revista de Historia Canaria. Elaboración propia. Figura 8. Porcentaje y diacronía de las reseñas bibliográficas de Revista de Historia Canaria según el idioma de las obras reseñadas. Elaboración propia. La permeabilidad historiografía… 779 BIBLIOGRAFÍA ALONSO RODRÍGUEZ, Mª R.: “Bibliografía Canaria 1943”. Revista de Historia, vol. 65, 1944, pp. 96-110. — “Bibliografía canaria”. Revista de Historia, vol. 71, 1945, pp. 367-382. — “Bibliografía canaria”. Revista de Historia, vol. 72, 1945, pp. 522-537. — “Notas sobre la Flora de las Cañadas de Tenerife, de Svensson Sventenius E. R., 1946”. Revista de Historia, vol. 77, 1947, pp. 101-104. ÁLVAREZ DELGADO, J.: “El Periplo de Cartago, de J. E. Casariego, 1947”. Revista de Historia, vol. 81, 1948, pp. 95-97. BONNET y REVERÓN, B.: “La perla de nuestra Biblioteca Provincial. Un códice de la Edad Media”. Revista de Historia, vol. 11, 1926, pp. 74-79. — “Comentarios a las 'Noticias generales históricas sobre la isla de El Hierro”. Revista de Historia, vol. 31, 1931, pp. 65-68. — “Descripción de las Canarias en el año 1526, hecha por Thomas Nicols, factor inglés”. 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UN MAESTRO EN ARTES [seudónimo de Elías Serra Ràfols]: “Les Canaries, de Claude Dervenn, 1954”. Revista de Historia, vol. 105-108, 1954, pp. 164-166. XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 782 NOTAS 1 B. Divassón Mendívil y J. Soler Segura: “La norma historiográfica de Revista de Historia Canaria (1924-1972): una aproximación”. Revista de Historia Canaria, vol. 185, 2003, pp. 49-75 y “El desarrollo historiográfico de la Revista de Historia Canaria: la causali-dad histórica como elemento de estudio”, en Morales Padrón, F.: XV Coloquio de His-toria Canario-Americana. Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Cana-ria. 2004, pp. 1267-1273. 2 Aunque concebidos con una intencionalidad muy diferente, en la década de los 20 y 30, Buenaventura Bonnet llegó a publicar una serie de artículos en los que, de forma mo-nográfica, reseñaba con detalle tanto publicaciones contemporáneas como códices do-cumentales. Ver, por ejemplo, B. Bonnet y Reverón: “La perla de nuestra Biblioteca Provincial. Un códice de la Edad Media”, en Revista de Historia, vol. 11, 1926, pp. 74-79; “Comentarios a las Noticias generales históricas sobre la isla de El Hierro, en Re-vista de Historia, vol. 31, 1931, pp. 65-68; “Descripción de las Canarias en el año 1526, hecha por Thomas Nicols, factor inglés”, en Revista de Historia, vol. 39-40, 1933, pp. 206-216; “Dos documentos para la historia de Canarias”. Revista de Historia, vol. 45, 1939, pp. 133-138 3 “Nadie se asuste porque nuestra avilantez bordee vedados campos científicos, ajenos a nuestra profesión y a la índole de Revista de Historia, pero brindan estas tres publica-ciones tal lección patriótica y regional, tan rotundo broche de cultura canaria que noso-tros, hondamente interesados siempre por lo que con nuestra región tenga relaciones, no podemos menos de registrar”, en M.ª R. Alonso Rodríguez: “Notas sobre la flora de las cañadas de Tenerife, de Svensson Sventenius E. R., 1946”, en Revista de Historia, vol. 77, 1947, p. 101. 4 “No podemos extender nuestra área de trabajo a los estudios geológicos propiamente di-chos; pero en ellos hay tanto que condiciona el marco en que el hombre desarrolla su vida, hay tanto de lo que podríamos llamar Geografía, que por lo menos no queremos dejar de inventariarlos para nuestros lectores, sin entrar en la crítica de su contenido”. E. Serra Ràfols: “Contributions to the Geology of Tenerife, 1956; On the geology of Fuerteventura, 1958; Contribución al conocimiento de las formaciones sedimentarias en Fuerteventura, 1958; On the Geology of Lanzarote, de Hans Hausen, 1959”, en Revista de Historia Canaria, vol. 127-128, 1959, p. 284. 5 Recordemos que la heráldica y la genealogía habían sido los campos de estudio primor-diales durante la primera etapa, y habrían dado origen y sentido a la aparición de RHC en un primer momento. Ver Divassón Mendívil, B. y J. Soler Segura: “La norma histo-riográfica…”, op. cit., p. 56. 6 Esta cuestión la desarrolló Elías Serra Ráfols en su prólogo a la obra Nobiliario de Cana-rias, de Francisco Fernández de Béthencourt, que reseñó Ventura Doreste. Doreste, pa-rafraseando a Serra, concluía sobre el tema: “En verdad, ni el héroe solo ni lo colectivo únicamente, cada uno por su lado, son capaces de engendrar la historia. Sin duda, el materialismo imperante —a que alude el doctor Serra Ràfols— propende a la superva-loración de lo colectivo, A nuestro entender modesto, sospechar que lo colectivo aisla-do constituye el actor histórico no pasa de un espejismo. Basta contemplar algunos ejemplos para advertir que lo colectivo adquiere cierta estructura, que lo colectivo actúa siempre gracias a determinadas células primordiales. Imagínese a qué extremos condu-ciría el desembrague absoluto. Pero aun lo colectivo como actor histórico no prescinde de las jerarquías. Por nuestra parte, nos atrevemos a disentir de toda autoridad que no dimane del espíritu y, sobre todo, del espíritu libre, ¿Cuál es, pues, nuestra postura fren-te a un nobiliario? Entiéndase que olvidamos ahora el valor histórico, incluso el valor La permeabilidad historiografía… 783 bibliográfico, que concedemos a este libro. Precisamente, el doctor Serra Ráfols afirma que, en este asunto del actor histórico, hay una tercera postura: la que identifica ‘en el mismo sujeto las fuerzas tradicionales del ambiente con los factores individuales’. Y agrega: ‘La familia, la tribu, la colectividad humana unida por la sangre, ya sea real o fisiológicamente, ya meramente por convenio y adopción ritual, es, para una vasta es-cuela histórica, el único sujeto que actúa en la Historia...’. Es una concepción semítica, oriental. En este punto disentimos del objeto de un nobiliario. Siempre hemos sostenido que lo que importa es el hombre, y un humanismo auténtico se separará siempre de ta-les concepciones. […] En cuanto a la nobleza de la sangre, una serie de hechos esclare-cidos, a nuestro juicio, carece de fuerza o de virtud infinita para enaltecer hasta el fin de las edades generaciones sucesivas del mismo linaje. Pueden éstas desmentir el origen de aquél, percudiéndolo. De la propia suerte que un santo no comunica la santidad a sus descendientes, así tampoco transmite un noble la pura virtud suya a sus familiares pos-teriores. […] Tras las reflexiones antecedentes, podrá deducirse que, para nosotros, el valor del Nobiliario de Canarias reside singularmente en su doble aspecto histórico y bibliográfico. Ciencia ancilar, la genealogía sólo tiene eficacia si se la considera en fun-ción de la historia”, en V. Doreste: “Nobiliario de Canarias, I, de Francisco Fernández de Béthencourt, 1952”, en Revista de Historia, vol. 98-99, 1952, pp. 270-273. 7 “Los autores censuran duramente a Lugo el trato inhumano con los indígenas. Es cierto. Pero tiene su explicación en las corrientes y doctrinas de la época. Mucho más duro fue con los indios antillanos el almirante don Cristóbal Colón y ha estado a punto de subir a los altares. La barbarie de los tiempos, pese a las luces del Renacimiento, hacía ver en los indígenas el más lucrativo negocio de la acción colonial. Sólo se salvaron de este error los Reyes y sus inspiradores, los grandes teólogos, y aun así cayendo en terribles y monstruosas contradicciones en relación con la raza negra. Sirva ello un poco de dis-culpa a la conducta de Lugo, más censurable como violador de paces y tratados en rela-ción con la libertad garantizada de algunos bandos indígenas que por su trato duro e in-humanitario con ellos”, en A. Rumeu de Armas: “El Adelantado D. Alonso de Lugo y su residencia por Lope de Sosa, de Leopoldo de la Rosa Olivera y Elías Serra Ràfols, 1949”. Revista de Historia, vol. 89, 1950, pp. 105-106. 8 “por lo común, los que atraídos por el olorcillo de la ganancia o simplemente arrastrados por la corriente del día, se han lanzado a su cultivo, se preocupan especialmente no ya de investigar y puntualizar lo que han podido llegar a saber de la vida de una figura del pasado, sino de hacerla revivir, de evocarla integralmente con su carácter complejo o sencillo y en medio del ambiente moral y físico que la rodeó. Esto es intentar una doble resurrección, individual y colectiva para hacer aparecer tangible ante el lector mediante la taumaturgia literaria, hombres y cosas que fueron. No censuraré el intento, al contra-rio, saludo con admiración los ejemplos logrados y aun reconozco que en el fondo los historiadores ‘strictu sensu’ no hacemos más que aportar los materiales para que genia-les arquitectos puedan hacer con seguridad y tino tales reconstrucciones, ya sobre per-sonajes, ya sobre instituciones o épocas pasadas. Pero hay que reconocer que esto exige unas condiciones excepcionales y hasta una abundancia de materiales que permita ele-gir en cada momento los únicos adecuados. Al lado de un Ludwig, un Zweig y no mu-chos más, ¡cuántos fabricantes de castillos de cartón! ¡cuántos tipos que no sólo no existieron nunca sino que jamás pudieron existir! ¡cuántos Alejandros, Pedros Crueles, Papas Lunas, Colones y Borgias de melodrama! Por lo general, los verdaderos historia-dores no han intentado siquiera estas resurrecciones integrales, han aportado los datos, los han interpretado y aclarado, los han puesto en orden y luego han dejado que el lec-tor mismo, si de ello es capaz, haga el resto, hasta donde aquellos elementos se lo per- XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 784 mitan. Hay también ejemplos ilustres de este sobrio proceder y el trabajo de Bonnet se agrupa en sus filas. No es una biografía novelada, pero es en cambio un acopio exhaus-tivo de lo que sobre el conquistador de Canarias se ha podido saber, ordenado, comen-tado y valorado minuciosamente”, en E. Serra Ràfols: “Las Canarias y la conquista normanda. I. Juan de Bethencourt. (Estudio crítico), de Buenaventura Bonnet y Re-verón, 1944”, en Revista de Historia, vol. 70, 1945, pp. 242-243. 9 J. Hernádez Perera: “Documentos para la historia del Arte en las islas Canarias, de Mi-guel Tarquis y Antonio Vizcaya, 1959”, en Revista de Historia Canaria, vol. 131-132, 1960, pp. 439-442. 10 “porque hasta ahora nos hemos ocupado casi exclusivamente de nuestros héroes, men-ceyes, conquistadores y nobles; porque es bueno que comencemos ya a incorporar a la historia de los hechos y del progreso humano los materiales de esa cultura sin nombre que mantiene y elabora a su modo la masa popular: por todo esto, nosotros quisiéramos que preocupaciones investigadoras de este tipo, enraizaran en nuestros estudiosos, prin-cipalmente entre nuestros compañeros universitarios de las restantes islas, y que a todos nos sirviera de estímulo y aliento el ejemplo de nuestro entusiasta folklorista para cola-borar en la obra investigadora de la fuente inexhausta de belleza que son nuestros hechos de tradición popular”. J. Régulo Pérez: “La Maya. Notas para su estudio en Es-paña, de Angel González Palencia y Eugenio Mele, 1944”, en Revista de Historia, vol. 69, 1945, pp. 89-90. 11 Hasta que en 1972 no salga a la luz la revista Tabona, adscrita al Departamento de Ar-queología, Prehistoria y Etnología de la Universidad de La Laguna, las publicaciones seriadas de la provincia se redujeron al Anuario del Instituto de Estudios Canarios. Con el tiempo se le añadieron, aunque sólo como ejemplares monográficos, los trabajos edi-tados desde Museo Arqueológico de Tenerife. 12 Elías Serra Ràfols fue un historiador con formación arqueológica, gracias a su vincula-ción a la escuela catalana de Bosch Gimperá. Desde su puesto de catedrático de Histo-ria de la Universidad de La Laguna se arrogó el papel de supervisor de los trabajos e investigaciones arqueológicas desarrolladas en el archipiélago. Este cargo fue oficial a partir de 1956, momento en que fue nombrado delegado de zona del Distrito Universi-tario de Canarias de la Delegación Nacional de Excavaciones Arqueológicas, por lo que pasaron a estar bajo sus órdenes los comisarios/delegados provinciales Luís Diego Cus-coy y Sebastián Jiménez Sánchez. Un estudio detallado sobre Sebastián Jiménez Sánchez y el contexto de la arqueología canaria durante la época de las Comisarías de Excavaciones Arqueológicas lo desarrolla M. Ramírez Sánchez: “Sebastián Jiménez Sánchez y la investigación arqueológica en la provincia de Las Palmas (1940-1969): un balance historiográfico”, en F. Morales Padrón: XIV Coloquio de Historia Canario-Americana. Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria, 2002, pp. 549-566. Para una introducción a Elías Serra Ràfols en RHC ver J. A. García de Ara: “Elías Serra Ràfols y las reseñas bibliográficas en la Revista de Historia de Canarias”. En Morales Padrón, F.: XV Coloquio de Historia Canario-Americana. Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria. 2006, pp. 1191-1202. 13 Ver, por ejemplo, E. Serra Ràfols: “Importantes hallazgos arqueológicos en las islas Ca-narias, de A. García Bellido, 1942”, en Revista de Historia, vol. 60, 1942, p. 262. 14 E. Serra Ràfols: “Excavaciones arqueológicas en Gran Canaria, del Plan nacional de 1942, 1943 y 1944, de Sebastián Jiménez Sánchez, 1946”, en Revista de Historia, vol. 78, 1947, pp. 265-271; E. Serra Ràfols: “Excavaciones arqueológicas en Tenerife, [La Gomera y El Hierro] (Canarias). Plan nacional 1944-45 [y 1946], de Juan Álvarez Delgado [y Luís Diego Cuscoy], 1947”, en Revista de Historia, vol. 80, 1947, pp. 564- La permeabilidad historiografía… 785 570; E. Serra Ràfols: “Cerámica grancanaria prehispánica de factura neolítica, de Sebastián Jiménez Sánchez, 1958”, en Revista de Historia Canaria, vol. 127-128, 1959, pp. 285-287. 15 E. Serra Ràfols: “Excavaciones arqueológicas en Tenerife…”, op. cit., p. 570. 16 L. Diego Cuscoy: “Geografía general de las islas Canarias, de Telesforo Bravo, 1954”, en Revista de Historia, vol. 109-112, 1955, pp. 264-267. 17 L. Diego Cuscoy: “Culturas del noroeste (petroglifos canarios), de Pedro Hernández Benítez, 1955”, en Revista de Historia, vol. 109-112, 1955, pp. 241-242. 18 L. Diego Cuscoy: “Monumentos funerarios de los canarios prehispánicos, de Sebastián Jiménez Sánchez, 1955”, en Revista de Historia, vol. 109-112, 1955, pp. 242-243. Un comentario recurrente se relaciona con el uso del término guanche, el cual solía ser aplicado por muchos autores, fundamentalmente extranjeros, a la totalidad de los aborí-genes canarios, siendo sistemáticamente corregido y reclamado su uso sólo para los primeros pobladores de Tenerife (p. ej. E. Serra Ràfols: “La arqueología de las islas Canarias, de José Alcina Franch, 1947”, en Revista de Historia, vol. 79, 1947, p. 398). 19 B. Divassón Mendívil y J. Soler Segura: “La norma historiográfica…”, op. cit., p. 65. 20 Buen ejemplo de ello puede observarse en los índices referentes a Luís Diego Cuscoy y Sebastián Jiménez Sánchez. Es el delegado de zona, Elías Serra Ràfols, el encargado de reseñar la mayoría de publicaciones de ambos autores, reduciéndose considerablemente el coeficiente de reseñas de otros investigadores. 21 Con excepciones como la de 1967, en la que constituye el 38.8% del volumen de ese año, o el 8.1% para 1960 (fig. 7). 22 M.ª R. Alonso Rodríguez: “Bibliografía canaria 1943”, en Revista de Historia, vol. 65, 1944, pp. 96-110; “Bibliografía canaria”, en Revista de Historia, vol. 71, 1945, pp. 367-382; “Bibliografía canaria”, en Revista de Historia, vol. 72, 1945, pp. 522-537. 23 “Aspiramos hacer de Revista de Historia un instrumento útil en manos de nuestros in-vestigadores”. J. Régulo Pérez: “Tamarán. Lingüística grancanaria, de Juan Álvarez Delgado, 1951”, en Revista de Historia, vol. 105-108, 1954, p. 203. 24 J. Régulo Pérez: “Los reinos de Tenerife, de Elías Serra Ràfols y Leopoldo de la Rosa Olivera, 1944”, en Revista de Historia, vol. 72, 1945, pp. 495-496. Ver, asimismo, S. F. Bonnet y Suarez: “¿Fue Fr. Juan Peraza obispo de Canarias?, de Alfonso Armas Ayala, 1947”, en Revista de Historia, vol. 101-104, 1953, pp. 315-316; J. Hernández Perera: “Lancelotto Malocello y las Canarias, de Elías Serra Ràfols, 1961”, en Revista de Historia Ca-naria, vol. 135-136, 1961, pp. 392-394; A. Cioranescu: “La Découverte du Nouveau Monde, de Jean Cassou, 1966”, en Revista de Historia Canaria, vol. 153-156, 1967, pp. 191-193. 25 “Lo que el autor modestamente titula Introducción y notas es, realmente, un minucioso análisis de cada una de las RR. CC. que en este volumen transcribe, de cuyo contenido deduce interesantes datos para la historia de la Isla y sobre las medidas de gobierno de la Corona para con ella, que llenan vacíos los unos, mientras los otros rectifican a nues-tros pasados historiadores y mantiene, no obstante, interrogantes, donde la duda subsis-te para su honrada labor de investigador, si bien le seria fácil lanzarse, como tantos otros, a alegres deducciones. […] El autor, al mostrarnos tantos errores y contradiccio-nes de nuestros cronistas, con su claro espíritu de crítico constructor, hace resaltar una vez más la necesidad de una revisión profunda de la historia de nuestras islas. La confu-sa cronología de los gobernadores; el problema de la determinación del momento de la llegada de Pedro de Vera a Gran Canaria […] En síntesis, si la publicación de este ce-dulario merece toda clase de elogios, la labor del transcriptor y comentarista, Pedro Cu-llen del Castillo, por su objetividad en el análisis de los problemas históricos, por su or-denado y minucioso estudio, se destaca claramente. Es Cullen uno de nuestros actuales valores en quien el amor a su tierra, su cultura y la serenidad de su juicio se aúnan, y su XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 786 obra viene siendo una aportación valiosísima para la depuración de nuestra Historia”. Rosa Olivera, L. de la: “Libro Rojo de Gran Canaria o Gran Libro de Provisiones y Re-ales Cédulas, de Pedro Cullén del Castillo, 1947”, en Revista de Historia, vol. 82-83, 1948, pp. 290-294. 26 Apelando al método, Serra Ràfols trata de mediar en la discusión entre Pedro Hernández y Georges Marcy y buscar, si no el consenso, al menos una vía de solución al debate suscitado entre ellos. Para Serra la cuestión está clara: “en fin de cuentas, si algún día llegamos a conocer con la posible seguridad el uso o los usos verdaderos a que destina-ban los canarios estas interesantes pintaderas, no será a través de conjeturas más o me-nos lógicas, sino mediante el estudio de las circunstancias en que las hallemos. Y, al pa-recer, hasta hoy se preocuparon muy poco de esto los investigadores. Hasta 30 ejemplares se hallaron en lo que se cree un taller, lo que nada nos dice sobre su destino, si bien es importante para ilustrar la vida indígena. Más ha hecho en este sentido nues-tro amigo Jiménez Sánchez encontrando una sola pintadera en uno de los silos de Va-lerón, que todos los discutidores. Otra fue hallada en una sepultura, otra en una cueva de la que nada sabemos. Es muy poco. De cada una deberíamos saber justamente que otros objetos la acompañaban y la disposición de todos. Sólo así podremos acaso algún día salir de conjeturas y pisar terreno firme. Entretanto es inútil apasionarse, ‘vindicar’ y discutir, porque nadie podrá reducir a su oponente. Sólo como hipótesis pienso que podría haber pintaderas para varias cosas”. E. Serra Ràfols: “Vindicación de nuestras pintaderas, del Dr. Pedro Hernández, 1944; Sobre algunas pintaderas oeste-africanas, de Th. Monod, 1944”, en Revista de Historia, vol. 70, 1945, pp. 239-241. Otro ejemplo en E. Serra Ràfols: “La Virgen de las Nieves de Agaete en Gran Canaria y la... de la Isla de La Palma, de monseñor José C. de la Paz y Morales, 1944; Apostillas a una réplica..., de Sebastián Jiménez Sánchez, 1945”, en Revista de Historia, vol. 70, 1945, pp. 237-239. 27 “Trabajo excepcional que contiene un gran acopio de documentos originales, sin olvidar todo lo que ha sido escrito por otros sobre el mismo tema. Para considerar agotado el estudio de los comienzos del azúcar canario sólo falta obtener cifras totales de produc-ción, cosa dificilísima”. E. Serra Ràfols: “El cultivo de la caña de azúcar y la industria azucarera en Gran Canaria (1510.1535), de Guillermo Camacho y Pérez-Galdós, 1961”, en Revista de Historia Canaria, vol. 137-140, 1962, pp. 222-223; “Dejando, pues, ya este terreno de los juicios históricos, en cuanto al examen de los hechos, la labor docu-mentada del señor Darias puede bien decirse que agota la materia al ampliar y rectificar en ciertos casos los aducidos por Moure. Poco, en efecto, creemos que añadan en lo fu-turo a este tema los nuevos hallazgos documentales”. E. Serra Ràfols: “Los adelantados de Canarias, de Rodríguez Moure, Prólogo de Dacio Darias y Padrón. 1941”, en Revista de Historia, vol. 55, 1941, pp. 309-312. 28 Bonnet describió bien en qué consistía este método crítico en su reseña al estudio de Benítez Inglott sobre la conquista de Canarias, según él, uno “de los puntos más oscu-ros de nuestra historia regional por la indigencia de fuentes contemporáneas […] El se-ñor Benítez Inglott trata sin embargo airosamente el tema elegido. […] Comienza el au-tor […] a analizar los textos de los cronistas locales primitivos […] Luego examina los testimonios de los historiadores […] después del paciente examen de los autores que anteceden, apoya su tesis en la ‘Información’ o Pesquisa de Cabitos, tan poco estudiada por los historiadores anteriores a la época actual”. B. Bonnet y Reverón: “Pedro Barba de Campos no fue señor de las Islas Canarias, de Eduardo Benítez Inglott, 1948”, en Revista de Historia, vol. 86-87, 1949, pp. 269-270. 29 “Las características a que responde el artículo en cuestión pueden resumirse así: manejo crítico de las fuentes, perfecta sistemática de las cuestiones tratadas, utilización de la La permeabilidad historiografía… 787 bibliografía existente y de documentos de primera mano, insertos algunos de ellos en el apéndice documental”. J. Martínez Gijon: “Los fieles ejecutores de Canarias, de José Peraza de Ayala, 1957-1958”, en Revista de Historia Canaria, vol. 131-132, 1960, pp. 431-432. 30 E. Serra Ràfols: “Historia general de las islas Canarias, de L. Herrera Rodríguez, 1953”, en Revista de Historia, vol. 109-112, 1955, pp. 274-275; E. Serra Ràfols: “Anales de la Clínica Médica del Hospital de San Martín, de Juan Bosch Millares, 1945”, en Revista de Historia, vol. 73, 1946, pp. 87-88; J. Régulo Pérez: “Artículos en El Alcázar, diario de Madrid; y otros publicados en Brújula, revista quincenal de la misma villa, de Juan Cuesta Milvain y José Apo-lo de las Casas Rodríguez, 1946”, en Revista de Historia, vol. 75, 1946, pp. 346-349. 31 “Un caso lamentable. Una obra para el gran público que, a copia de colaboraciones des-graciadas, resulta una vergüenza editorial. Un autor, con una formación tan amplia co-mo ligera, que se propone un fin comercial, de captación del público de media cultura; una traductora que desconoce el tema en que trabaja, pero tampoco domina el alemán que traduce ni el español en que escribe; un editor inconsciente, que no se da cuenta del lío en que se ha metido, o acaso no le importa, con tal de conseguir venta; unos impre-sores y correctores que ya han renunciado de antemano a entender lo que componen y se sienten felices con enhebrar tipos, y salga lo que saliere. En fin, con seguridad, una masa de lectores de buena fe que, cuanto menos entienden lo que leen, creen que más grande es el enigma que se oculta en la moderna ciencia y en las antiguas culturas humanas”. E. Serra Ràfols: “Civilizaciones enigmáticas, de Ivar Lissner, 1966”, en Re-vista de Historia Canaria, vol. 153-156, 1967, p. 140. 32 En su crítica al erudito Pedro Hernández Benítez, Diego Cuscoy se expresa del siguiente modo: “Lo peor que le puede ocurrir a un trabajo presentado a un Congreso de Arqueo-logía en 1953 es que de la impresión de estar redactado con setenta años de retraso. No porque en él se ignore lo más elemental desde el punto de vista bibliográfico, sino por-que, aparte de los graves errores que dicho trabajo contiene, la parte gráfica está levan-tada sobre cosas más imaginadas que reales. Los materiales mejoran muy poco lo que ya se había dado a conocer en el último tercio del siglo pasado”. L. Diego Cuscoy: “Culturas del noroeste…”, op. cit., p. 241. 33 Por ejemplo E. Serra Ràfols: “Chronique de Guinée, de Gomes Eanes de Zurara, 1960. Préface et traduction de Léon Bourdon, avec la collaboration de Robert Ricard. Notes de L. Bourdon, E. Serra Ràfols, Th. Monod, R. Ricard, R. Mauny”, en Revista de His-toria Canaria, vol. 133-134, 1961, pp. 195-198; L. Diego Cuscoy, 1952: “Los bume-rang más occidentales del viejo mundo, de Julio Martínez Santa-Olalla, 1949”, en Re-vista de Historia, vol. 97, 1952, p. 110. 34 “Todo el trabajo adolece, y no por culpa del autor, de escasez de cifras, tanto de produc-ción como de precios. La única manera de mejorar estos estudios es ahora la de buscar avaramente estos datos, sueltos o mejor en series donde puedan hallarse. Lo demás no pasará ya de literatura”. E. Serra Ràfols: “Canarias e Inglaterra: el comercio de vinos (1650-1800), de Antonio Béthencourt Massieu, 1956”, en Revista de Historia Canaria, vol. 123-124, 1958, pp. 354-355. 35 Es, por ejemplo, el caso de las reseñas a Pérez de Barradas, en las que Serra Ràfols pone en duda los paralelismos propuestos para el neolítico andaluz. E. Serra Ràfols: “La cue-va de los Murciélagos y la arqueología de Canarias, de José Pérez de Barradas, 1940”, en Revista de Historia, vol. 54, 1941, p. 251. 36 J. Álvarez Delgado: “El periplo de Cartago, de J. E. Casariego, 1947”, en Revista de Historia, vol. 81, 1948, pp. 95-97; E. Serra Ràfols: “Die Religionen des voringdoger-manischen Europa, de Dominik Josef Wölfel, 1952”, en Revista de Historia Canaria, vol. 117- XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 788 118, 1957, pp. 148-151; E. Serra Ràfols: “Prehistoric idols from Gran Canaria, de F. E. Zeuner, 1960”, en Revista de Historia Canaria, vol. 141-148, 1963-1964, pp. 172-173. 37 L. Diego Cuscoy: “Dental Anomalies in Guanche Skulls, de Rosemary Powers, 1959”, en Revista de Historia Canaria, vol. 129-130, 1960, pp. 163-164. 38 El asunto de las guías turísticas y la mala acogida que solían tener en RHC daría para otro estudio. Sirvan como muestra las reseñas de: S. Padrón Acosta: “Gran Canaria, de A. J. Cronin, 1948”, en Revista de Historia, vol. 90-91, 1950, pp. 264-265; Un Maestro en Artes: “Les Canaries, de Claude Dervenn, 1954”, en Revista de Historia, vol. 105-108, 1954, pp. 164-166; E. Serra Ràfols: “Mediterranée Occidentale. Canaries-Açores, 1954”, en Revista de Historia Canaria, vol. 123-124, 1958, pp. 379-380; E. Serra Ràfols: “Ma-deira and the Canary Islands. A concise Guide for the visitor, with photographs, maps and town plans, de A. Gordon Brown, 1963”, en Revista de Historia Canaria, vol. 141-148, 1963-1964, p. 166; E. Serra Ràfols, E.: “Your Guide to the Canary Islands, de F. R. Banks”, en Revista de Historia Canaria, vol. 149-152, 1965-1966, p. 247. Una ex-cepción es la reseña a la guía de Cuscoy y Larsen: E. Serra Ràfols: “The book of Tene-rife (Guide), de Luis Diego Cuscoy & Peder C. Larsen, 1957”, en Revista de Historia Cana-ria, vol. 121-122, 1958, p. 181. 39 “La lectura de estos trabajos antropológicos nos da nueva ocasión de lamentar la falta absoluta de aficionados o competentes en estos estudios que padecemos en estas Islas y aun más en ésta. La renovada actividad arqueológica de estos últimos años ha propor-cionado una cantidad considerable de piezas óseas aborígenes, más interesante por su procedencia segura y exacta, que la separa de las colecciones antiguas tan mezcladas y a menudo inseguras. Pues bien, todo ese riquísimo material corre peligro de perderse o, lo que es lo mismo, confundirse, sin alcanzar el más somero estudio de un profesional. Nuestros médicos, cuando casualmente se interesan por la raza aborigen, sólo buscan en sus restos anomalías y deformaciones accidentales, más o menos pintorescas, que nada importan para el estudio del tipo racial. Es que la paciente y exacta medición de cráneos y huesos exige una tenacidad y una renuncia al fácil lucimiento, incompatible con el carácter de esos aficionados”. E. Serra Ràfols: “Problemas antropológicos de las islas Canarias; Ein geschichtlicher Beitrag zur Rassenkunde der alten Kanarier, de Eugen Fischer, 1949”, en Revista de Historia, vol. 89, 1950, pp. 95-96. 40 Los autores extranjeros reseñados entre 1942 y 1972 fueron (ordenados por temáticas): Temática A (A. J. Dias Dinis, Charles-Martial de Witte, Frère Alban Hélio Abranches Viotti, Georges Demerson, Jean and Franc Shor, Joao Matins da Silva Marques, Léon Bourdon, Luis Silveira, Luis Weckmann, Marcondes de Souza, Martim Machado de Faria e Maya, Roger Dévigne y Wilhelm Giese); Temática B (A. Gordon Brown, B. Laudman, Cecil Roth, Charles Verlinden, Duarte Leite, F. de la Chapelle, Frédéric Mauro, Geisendorf-Des Guottes, H. Kellebenz, Herausgegeben von R. Konetzke, J. Lo-zach, J. M. Cordeiro de Sousa, Jean Cassou, Jean Robin, Johannes Vincke, M. Doussi-nague, Michel Mollat, P. de Cenizal, Pierre Chaunu, Raymond Mauny, Richard Ko-netzke, Robert Ricard, Vitorino Magalhaes); Temática C (Dominik Josef Wölfel, E. R. Svensson Sventenius, Hans Hausen, Hans-Helmut Schaeffeb, Josef Matznetter, Miguel Batllori, Raffaele Ciferri y Raymond MacCurdy); Arqueología (A. Braghine, Adolfo Schulten, Alf Bajocco, André Jodin, Andrée Rosenfeld, Carl Graebel, Eugen Fischer, F. E. Zeuner, Frédéric Falkenburger, G. Lecointre, Gabriel Camps, Gabriel Sévy, George Marcy, Gerhard Rohlfs, Hans Ritter, Ilse Schwidetzky, Ivar Lissner, O. F. A. Menghin, O. G. S. Crawford, P. Fouche, Pierre Cintas, Rosemary Powers y Th. Monod); Literatu-ra (A. J. Cronin, Germán Bautista Velarde, Horst Uden y Sebastiâo Pestana); y Mis- La permeabilidad historiografía… 789 celánea (Claude Dervenn, F. R. Banks, Gerhard Nebel, Hanns Riech, Peder C. Larsen, Sigrid Köhler y Yrjö Kokko). 41 “La publicación de una obra sobre los Reyes Católicos y su época siempre es acogida por los amantes de las antigüedades canarias con ansiosa curiosidad, ya que rara será aquella que no contenga un dato aprovechable para la Historia del Archipiélago o, al menos, no sirva para hacernos conocer mejor el ambiente donde se movían los persona-jes que intervinieron en la Conquista de nuestra tierra. […] No son estas páginas, exclu-sivamente consagradas a lo canario, sitio adecuado para hacer un juicio crítico general de la obra del Sr. Doussinague […] En cambio ¿Cómo se ha de dejar aquí en silencio que el Sr. Doussinague publica varios documentos del mayor interés para Canarias? […] Es lástima que todavía el autor desconozca algunos trabajos importantes referentes a este tema y que arrojan nueva luz sobre él […] Descripción del contenido de los docu-mentos publicados”. E. Hardisson y Pizarroso: “La política internacional de Fernando el Católico, de M. Doussinague, 1944”, en Revista de Historia, vol. 69, 1945, pp. 104-109. Existe una notable excepción en todo esto. Morales Lezcano tiende un puente entre la escuela de Annales y Canarias. Desconocemos si Morales fue consciente de que su tímida invitación a que los investigadores canarios prestasen atención a la metodología de la escuela económica y social francesa supuso un primer intento de renovación histó-rica dentro de RHC. Su interés por el cambio se ve reflejado en la forma de reseñar, que en nada tiene que ver con el modelo científico crítico de los demás reseñadores. Plantea problemas históricos sobre grandes procesos que trata de resolver mediante hipótesis deductivas. Los datos desaparecen en una concatenación de explicaciones que dejan a los hechos concretos en un segundo plano y los individuos quedan desdibujados susti-tuidos por estructuras económicas y sociales, que pasan a tener el papel protagonista de la historia. Esta aproximación representaría el inicio de la tercera etapa de la revista, y un cambio con respecto al modelo historiográfico de Serra.
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Título y subtítulo | La permeabilidad historiográfica de revista de historia canaria a través de sus reseñas bibliográficas (1942-1972) = The historiographical permeability of Revista de Historia Canaria through their bibliograpchical reviews (1942-1972) |
Autor principal | Divassón Mendívil, Blanca ; Soler Segura, Javier |
Publicación fuente | XIX Coloquio Historia canario - americana |
Numeración | Coloquio 19 |
Tipo de documento | Congreso y conferencia |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 2010 |
Páginas | pp. 0759-0789 |
Materias | Congreso ; Historia ; Canarias ; América ; Bibliografías ; Revista de Historia Canaria ; Siglo 20 |
Enlaces relacionados | http://coloquioscanariasamerica.casadecolon.com/ |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
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Texto | 759 LA PERMEABILIDAD HISTORIOGRÁFICA DE REVISTA DE HISTORIA CANARIA A TRAVÉS DE SUS RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS (1942-1972) THE HISTORIOGRAPHICAL PERMEABILITY OF REVISTA DE HISTORIA CANARIA THROUGH THEIR BIBLIOGRAPHICAL REVIEWS (1942-1972) Blanca Divassón Mendívil Javier Soler Segura RESUMEN A partir del estudio de las reseñas bi-bliográficas elaboradas en la segunda etapa de Revista de Historia Canaria (1942-1972), período en el que aparece como una sección específica dentro de sus contenidos, analizamos las carac-terísticas de las reseñas y su evolución, abordamos las formas y modos en el tratamiento de las mismas y examina-mos la procedencia y temáticas de las obras reseñadas. En este primer acer-camiento a esta cuestión, pretendemos explicar la manera en que los autores que publicaron reseñas bibliográficas en Revista de Historia Canaria se hicieron eco y asimilaron otras aproxi-maciones historiográficas procedentes del exterior. PALABRAS CLAVE: islas Canarias. his-toriografía, teoría de la historia, análisis ABSTRACT The aim of this paper is to analyse the bibliographical reviews appearing as a specific section in Revista de Historia Canaria between 1942 and 1972, period that corresponding with the second stage. We study the characteristics and evolution of these publications. We try to explain the foreign influences in Ca-nary historiography through the reviews and how about RHC assimilated other historiographic approaches from abroad. KEYWORDS: Canary Islands, historio-graphy, theory of history, bibliometric Blanca Divassón Mendívil: Investigadora de Tercer Ciclo. Departamento de Historia. Facul-tad de Geografía e Historia, Universidad de La Laguna. Campus de Guajara, La Laguna, 38071, bdivas@gmail.com Javier Soler Segura: Investigador de Tercer Ciclo. Departamento de Prehistoria, Antropología e Hª Antigua. Facultad de Geografía e Historia, Universidad de La Laguna. Campus de Guaja-ra, La Laguna, 38071, jsolers@gmail.com XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 760 bibliométrico, Revista de Historia Ca-naria, reseñas bibliográficas. analysis, Revista de Historia Canaria, bibliographical reviews. INTRODUCCIÓN En trabajos anteriores sobre Revista de Historia Canaria (en adelante RHC) establecimos tres grandes etapas de la revista1: desde sus inicios a 1941, desde 1942 a 1972 y a partir de esta fecha en adelante. Consideramos que cada uno de esos períodos poseía unas características propias que definimos como norma. En líneas generales, por norma historiográfica entendíamos la manera de concebir y practicar la historia por los autores en las distintas etapas. En este sentido, concluimos que se habían producido rupturas importantes de unas etapas a otras en la manera de comprender y de abordar las sociedades del pasado por los colaboradores de la revista. Profundizando en la definición de este concepto, que, en definitiva, daba forma a nuestro objeto de estudio, le conferimos un sentido amplio, que hacía referencia a los parámetros no sólo teóricos sino fundamentalmente epistemológicos, dentro de los cuales los autores dotaban de significado a su contexto social, a su producción científica y a la manera de acercarse al estudio de las sociedades del pasado. La norma es, por tanto, una especie de red categorial en la que los autores actuaban, y sin la cual su existencia no sólo carecería de sentido sino que, además, no sería posible. Eruditos e historiadores se constituían en sujetos y agentes dentro de una matriz discursiva determinada históricamente que establecía las pautas de lo pensable, de lo bueno, de lo correcto…, en definitiva, de lo normal. La norma genérica refiere a este marco inteligible, que ha naturalizado una determinada forma de concebir el mundo, en el que se establecen y tienen cabida distintas normas historiográficas. Normas historiográficas que comparten ideas, creencias y supuestos comunes, pero que, al mismo tiempo, o de manera secuencial, se contraponen unas con otras produciéndose rupturas y generándose cambios teóricos esenciales que originan discon-tinuidades en la manera de historiar. En aquellos primeros trabajos el objetivo fue investigar la evolución y el cambio historiográfico experimentado desde los inicios de RHC hasta 1972, mediante un análisis bibliométrico y teórico de los artículos publicados. Las conclusiones a las que llegamos fueron: que había una distinción clara entre lo que denominamos la norma erudita de la primera época y la norma científica de la segunda. Un cambio teórico rastreable a través de las temáticas tratadas, los métodos de investigación empleados y las nociones de verdad, causalidad e historia manejadas por los distintos autores. La permeabilidad historiografía… 761 Frente a las grandes hazañas, los datos singulares, los anacronismos históricos y los árboles genealógicos que dieron sentido y forma a la Historia de la primera etapa, la manera de historiar de la segunda reclamó el método científico, la verdad objetiva y la sistematización y publicación del corpus documental. El agente causal ya no era el individuo abstracto e idealizado, sino unos sujetos condicionados por su lugar en la sociedad y que debían ser únicamente rastreados a través de las fuentes. En este sentido, se pasó de una verdad relativa, o de un ámbito de disputa de pareceres sobre hechos singulares, a una única verdad, desposeída de cualquier carga de subjeti-vidad, emanada de la documentación y que daba cuenta cronológica de lo que pasó exactamente sin moralizar sobre lo sucedido, ni trasladar de forma introspectiva y empática ideas y explicaciones del presente al pasado. De la comparativa también extrajimos otras conclusiones igualmente relevantes para nuestros estudios posteriores. De manera sucinta afirmamos que, en ningún caso, la transición de una etapa a la siguiente fue traumática. Que, de hecho, y pese a centrarnos en aquellos aspectos que evidenciaban el cambio, apenas se produjo una ruptura teórica reseñable y que, frente a matizaciones de índole metodológico o temático —que consideramos eran las que señalaban un cambio más agudo entre ambos períodos—, compartían supuestos esenciales, como era el trato fetichista dado al documento o la concepción subjetivista de la acción y del sujeto histórico. Continuando esta línea de trabajo, lo que nos proponemos analizar en esta comunicación se relaciona con la permeabilidad y grado de renovación de la revista a los debates e innovaciones que se dieron en otras tradiciones historiográficas. Es decir, pretendemos delimitar hasta qué punto los histo-riadores canarios que publicaron estudios históricos en RHC fueron recepti-vos a ideas y metodologías diferentes a las que venían desarrollando desde décadas anteriores. Tratamos de abordar un tema que, desde nuestros primeros estudios, consideramos clave para entender la evolución interna de la revista. En ellos reconocíamos la necesidad de atender a las influencias teóricas y metodológicas que tuvieron los colaboradores de RHC, lo que permitiría explicar, en cierto modo, los nuevos rumbos que en determinados momentos tomó la línea editorial. En este sentido, ya habíamos analizado, aunque muy brevemente, la aparición de la temática “Historia económica” como objeto de estudio durante la década de los 50 a raíz de la introducción de nuevas formas de pensar la historia. Ahora, pretendemos atender a uno de los elementos de RHC que mejor pueden informar sobre la recepción de esas maneras diferentes de concebir la disciplina histórica entre los historiadores canarios: las reseñas biblio-gráficas. Esta sección se adscribe a la segunda etapa de RHC, la correspon-diente al período 1942-1972. Y aunque es posible rastrear, en años ante-riores, algunos artículos con una orientación parecida2, su desarrollo, XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 762 características y temáticas coinciden plenamente con las líneas generales que definen a esta fase de la revista. A partir de su sistematización y análisis, es posible aproximarse a una amplia variedad de aspectos que se relacionan directamente con la configuración y transformación de la norma historiográfica imperante durante esas décadas. Su estudio permite inferir datos valiosos sobre cuestiones relacionadas con la metodología histórica empleada (por ejemplo, qué criterios debían cumplir los trabajos para ser considerados adecuados, o, que aspectos formales convertían una recopilación documental en una investigación científica); con aspectos concernientes a los vínculos académicos e interpersonales que se estable-cieron entre los propios historiadores (por ejemplo, quién reseñaba a quién; cómo se realizaban esas reseñas; cuál era el tratamiento y alcance de dichas críticas); o bien, con la recepción de otras tradiciones historiográficas (por ejemplo, qué obras nacionales y extranjeras eran reseñadas y, por tanto, cuáles se consideraban valiosas para la historiografía canaria; qué se buscaba en ellas y cuáles eran los criterios que guiaban dicho interés). En suma, a través del análisis de las reseñas bibliográficas de RHC, es posible conocer las razones por las que los historiadores canarios consideraron relevante para el conocimiento del pasado de las islas determinados estudios, así como intentar aproximarse a la manera en que dichas innovaciones teóricas y metodológicas fueron asimiladas en sus propias investigaciones históricas. CARACTERIZACIÓN DE LAS RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS DE REVISTA DE HISTORIA CANARIA Las reseñas bibliográficas de RHC eran, normalmente, resúmenes críticos, de diversa extensión —de unas pocas líneas las más breves a una decena de páginas las más extensas—, que reseñaban todas aquellas monografías o artículos que abordaban o mencionaban algún aspecto referido a la historia de las islas Canarias. Intentaban ofrecer a sus lectores una perspectiva completa y rigurosa del contexto editorial del momento, dando a conocer, en lo posible, todos aquellos estudios publicados durante el año en curso, aunque, por problemas de recepción o edición, muchos de ellos no llegaban a ser recibidos a tiempo. La inmensa mayoría de ellas eran resúmenes, con mayor o menor detalle, de las obras reseñadas, en las que se exponían los aspectos tratados y las conclusiones alcanzadas. Iban desde escuetas notas que se limitaban a informar a los lectores de la aparición de tal o cual publicación, a reseñas que ofrecían una descripción pormenorizada de las fuentes y temas tratados por el autor. Igualmente, es posible encontrar algunas que tomaban como excusa el estudio para lanzarse a amplias digresiones que no siempre tenían que ver con la obra reseñada, o bien notas La permeabilidad historiografía… 763 bibliográficas que abordaban con gran detalle la monografía proponiendo objeciones muy elaboradas y discusiones críticas bien argumentadas. La sistematización bibliométrica de las reseñas, publicadas en RHC durante el período 1942-1972, ha evidenciado una relativa continuidad en cuanto al tratamiento y las características que identificamos en nuestros anteriores trabajos. Así, las 925 reseñas bibliográficas publicadas por 67 autores diferentes durante 30 años, se distribuyen en torno a 16 temáticas que ofrecen pautas muy parecidas al resto de secciones de la revista: Archivística y Documentación; Arqueología; Biografía; Botánica; Canarias-América; Expansión atlántica; Filología; Folklore; Genealogía; Geografía; Hª de las Instituciones; Hª del Arte; Hª económica; Hª Militar; Literatura; y Miscelánea (fig. 1). En dichas reseñas se abordan una amplia cantidad de temas de interés para los colaboradores de RHC que, por distanciarse del objeto de estudio de la publicación, no llegaban a desarrollarse extensamente en el resto de secciones de la revista3. Así, y pese a ser una revista de Historia, en la sección de reseñas bibliográficas tuvieron cabida aspectos relacionados con botánica, geografía, música, guías turísticas, medicina, magisterio, novela, poesía, etc., complementando a ese ámbito de interés más general de la cultura canaria o de las ciencias humanas4. Con el fin de comparar de forma más coherente el estudio de las reseñas bibliográficas con los artículos publicados en la revista, hemos agrupado las temáticas en 6 grandes grupos: Temática A (Archivística y Documentación, Biografía, Genealogía, Hª del Arte); Temática B (Canarias-América, Expansión atlántica, Hª de las Instituciones, Hª económica, Hª Militar); Temática C (Botánica, Filología, Folklore, Geografía); Arqueología; Literatura; y Miscelánea (fig. 2). Temática A (Archivística y Documentación, Biografía, Genealogía, Hª del Arte) Archivística y documentación fue el tema estrella durante todo el período, y dada la enorme importancia que adquirió, esta materia trascendió al resto de temáticas, de manera que puede afirmarse que la sección de reseñas bibliográficas fue, en esencia, un fondo bibliográfico sobre fuentes primarias al servicio de los investigadores. No reiteramos aquí lo que desarrollamos con más profundidad en otra parte del texto acerca del aparato crítico empleado por los reseñadores; pero si nos gustaría apuntar que esta materia en concreto resulta importante para cualquier análisis que aborde este período historiográfico, pues permite estudiar la aplicación del método histórico que operó en la norma científica de la segunda etapa de RHC. Las reseñas de Genealogías no sólo son poco representativas desde un punto de vista cuantitativo. Su declive está en relación con la paulatina XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 764 pérdida de interés por el tema; la cual partía de una profunda reconsideración y cuestionamiento por parte de los propios historiadores sobre la necesidad de hacer una historia elitista, centrada en las familias nobiliarias de Canarias5. Ciertamente, y al igual que se observa en las reseñas sobre Biografías, los investigadores continuaron centrando su atención en la vida y hechos de grandes hombres pero, a diferencia de la etapa erudita anterior, estudiaban a aquellos que debieron su grandeza a sus actos y no a su apellido. Es decir, mantuvieron su preferencia por la elite política y administrativa a la hora de escribir acerca de quiénes hicieron la historia, pero definieron claramente quién era el sujeto histórico: el individuo liberal frente a las familias nobiliarias de Canarias. Cuestión aparte es que coincidiesen en las islas los grandes apellidos con ciertos personajes señeros de la historia local, o que miembros de una misma familia acabaran dando lustre a su apellido. Tanto las Genealogías como las Biografías se convirtieron en campos de estudio, en cierto modo, controvertidos porque obligaban a los historiadores a reflexionar sobre quién era el sujeto de la Historia, si el colectivo o el individuo6. No fue este el único problema. Existía la posibilidad de ofrecer un cuadro poco objetivo del personaje y proferirle cierta empatía (o antipatía)7. También estaba el inconveniente de acabar elaborando una historia novelada de esas vidas8. La solución fue aplicar al estudio del sujeto biografiado el método científico utilizado para el resto de los temas históricos abordados en RHC. Opuesta al caso anterior es la materia de Historia del Arte. Aunque hubo intentos por elaborar una Historia del Arte de Canarias9, los reseñadores normalmente se centraron en describir los objetos —arquitectónicos o artísticos—, así como en averiguar y biografiar a los artistas autores de dichas obras, considerando en muy contadas ocasiones el contexto histórico en el que se realizaban y meramente para ofrecer una ambientación muy general de la época. Manera esta de reseñar muy similar a la manejada en Literatura, en la que la pieza literaria adquiría, al igual que la artística, valor por sí misma, sin considerar el contexto de la obra. Las reseñas se orientaban fundamentalmente a describir el arte sacro desarrollado en Canarias en los siglos pasados. Temática B (Canarias-América, Expansión atlántica, Hª de las Institu-ciones, Hª económica, Hª Militar) Son cuatro los rasgos que caracterizan a este grupo: 1) Su novedad principal consistió en suponer una apertura a nuevos ámbitos de estudio. No obstante, esto no implicó tanto una diversificación temática como una sistematización de determinados temas que se consideraban de interés primordial y, por ello, a una limitación de los foros y debates que podían La permeabilidad historiografía… 765 suscitarse dentro de la disciplina. 2) La aparición de nuevos temas no supuso una renovación en la forma en que fueron tratados. El surgimiento de nuevos sujetos —esclavos, guanches, conversos, estructuras económicas— reforzó la norma historiográfica centrada en la aplicación del método científico en la crítica documental. 3) El objetivo dentro de estos campos temáticos era recabar el mayor número de fuentes históricas existentes dentro y fuera de Canarias, con el fin de reconstruir los fenómenos que acontecieron de la manera más exhaustiva y fielmente posible. 4) Los esfuerzos tendieron a dirigirse a labores de rastreo y rescate de toda documentación que tratase sobre Canarias, y que tuviera relación con estos temas. Es decir, a los historiadores de RHC no les animaba encontrar cualquier cosa sobre las islas, sino que realizaban una tarea sistemáticamente dirigida a profundizar en aspectos y debates concretos en determinadas etapas de la historia, relacionadas con la conquista, repoblamiento y aculturación de los naturales de Canarias, el papel del archipiélago en el descubrimiento del Nuevo Mundo, su impor-tancia en las relaciones comerciales internacionales, los ataques piráticos y navales sufridos en sus costas, etc. Temática C (Botánica, Filología, Folklore, Geografía) Se reúnen en este grupo aquellas reseñas que remiten a temas específicos con largo recorrido académico y que, desde el punto de vista estadístico, se distancian del carácter ocasional de Miscelánea. Al ser RHC el órgano de expresión oficial de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Laguna, en ella tuvieron cabida las distintas ramas del saber impartidas en dicho centro, por lo que se atendieron a aspectos relacionados con las líneas de investigación de cada profesor. Esto puede observarse en la extensión de algunas de las reseñas publicadas, pues sólo aquellas elaboradas por especialistas —por ejemplo Telesforo Bravo para Geografía, Juan Régulo Pérez y Mª Rosa Alonso para Filología, o José Pérez Vidal para Folklore— alcanzan una mayor amplitud y densidad. Con evidentes puntos en común, Geografía y Botánica aparecen como temas de interés recurrentes a lo largo de la historia de la revista. Ambas fueron abordadas, salvo excepciones, por especialistas en otros ámbitos del saber, lo que llevó a enfatizar en sus reseñas los vínculos con el periodo aborigen (por ejemplo, Luís Diego Cuscoy) o los primeros momentos de la conquista europea de las islas (Elías Serra Ràfols). Filología incluye aspectos asociados a una gran diversidad de estudios lingüísticos, fundamentalmente relacionados con la lengua amazigh, el examen de términos y voces isleñas, el rastreo del acervo poético popular, etc., siendo habituales las reseñas que incorporaban una ampliación —muy XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 766 extensas en algunos casos— de vocablos inéditos no recogidos en el estudio reseñado. Las notas bibliográficas sobre Folklore, a excepción de las que se intercambiaron José Pérez Vidal y Luís Diego Cuscoy, suelen ser escuetas acotaciones en las cuales se insistía sobre la necesidad de estudiar la documentación antes de su desaparición y recopilar información folklórica a través de trabajos de campo10. Arqueología Sus reseñas bibliográficas aparecieron de forma constante a lo largo de toda la segunda etapa de RHC. La ausencia de otras revistas especializadas en dicha temática en la provincia de Santa Cruz de Tenerife convirtió a RHC en el único foro de debate científico de la Universidad de La Laguna11. Así, y a excepción de esporádicos artículos en la prensa diaria, o de los trabajos publicados en Revista El Museo Canario, RHC fue, durante cerca de 30 años, el único ámbito de investigación al que especialistas y eruditos podían acceder para conocer los nuevos hallazgos y descubrimientos arqueológicos de las islas y, al mismo tiempo, aproximarse a las innovaciones teóricas y metodológicas producidas dentro de la disciplina en Canarias. El artífice de esta labor fue el propio director de la revista, Elías Serra Ràfols, quien, además, ejerció diversas competencias y cargos oficiales que lo convirtieron en uno de los personajes claves para entender el funciona-miento y derroteros que tomó la arqueología en las islas hasta la década de 1970. Elías Serra ejerció con mano dura el control institucional, académico y explicativo de la disciplina, contribuyendo a sistematizar metodológicamente el conocimiento del pasado aborigen a través, entre otros medios, de las reseñas bibliográficas de RHC12. Así, y con un índice cercano al 70% del total, Serra Ràfols monopolizó las reseñas de esta temática orientándolas, de forma consciente, para 1) extender y establecer las pautas básicas del método científico en la arqueología de las islas; 2) resolver públicamente los conflictos entre investigadores —fundamentalmente entre Luís Diego Cuscoy y Sebastián Jiménez Sánchez—; y 3) aclarar controversias gestadas en la prensa como, por ejemplo, el conflicto de competencias entre El Museo Canario y el comisario/delegado provincial de Excavaciones Arqueológicas de Gran Canaria13. Como puede apreciarse en el resto de reseñas bibliográficas publicadas sobre otras temáticas, las de arqueología también contenían un fuerte componente metodológico. A través de ellas se impusieron formas correctas para el tratamiento y método de la información arqueológica, enfatizando la necesidad de describir los materiales, de clasificarlos y de crear tipologías de La permeabilidad historiografía… 767 los restos arqueológicos. Las reseñas a Sebastián Jiménez Sánchez o Luís Diego Cuscoy fueron adquiriendo, sobre todo para el primero, un tono cada vez más crítico que se orientó, fundamentalmente, a apuntar deficiencias importantes en la metodología de campo utilizada o en el empleo incorrecto de la terminología científica14. En ellas se destacó la ausencia de dibujos, tablas y fotografías adecuadas; la falta de correspondencia de estas con el texto principal; el reclamo de un lenguaje “más conciso que haría mucho más fácil hallar los datos exactos que uno busca”, o el énfasis en la descripción “sobria en doctrina y [en] deducciones generales”15, que evidenciaban la importancia que tenía para Serra Ràfols la aplicación correcta del método para convertir la disciplina arqueológica en una ciencia. Con el tiempo, y alcanzando un porcentaje del 13%, Diego Cuscoy —dis-cípulo aventajado que ocupó, posteriormente, el cargo de director del Museo Arqueológico de Tenerife—, retomó esta misma línea de crítica metodoló-gica en las reseñas realizadas a no especialistas o a arqueólogos aficionados. Tal fue el caso, por ejemplo, de las publicadas sobre Telesforo Bravo16, o Pedro Hernández Benítez17, así como los comentarios terminológicos que le dedicó a Sebastián Jiménez Sánchez18. Literatura Como ya planteamos en otra parte19, la literatura adquiere en RHC entidad propia como disciplina y sus reseñas se desligaban del método crítico, científico-histórico, empleado para las otras temáticas. Existe, para este caso, una evolución que distingue dos etapas con nombre propio: aquella primera en que estuvo al frente M.ª Rosa Alonso, quien llevó todo el peso de la sección y reseñaba de manera indiscriminada todo lo literario, fundamen-talmente poesía y novela, que se publicaba en Canarias, y la etapa posterior, de la que se encargó Nuez Caballero, más selectivo con los trabajos reseñados, lo que se advierte gráficamente en una fuerte caída del número de reseñas sobre Literatura realizadas (fig. 2). Miscelánea Las reseñas aglutinadas bajo la etiqueta de Miscelánea recogieron noticias sobre la publicación de monografías, homenajes, ejemplares de revistas, lecciones o conferencias, exposiciones, guía de viajes, estadísticas, etc. Son, generalmente, escuetas referencias que describen las razones de su publicación, así como los actos públicos celebrados vinculados al mundo intelectual y cultural de las islas. Desde el punto de vista de la investigación histórica, destacan las destinadas a reseñar otras revistas de ámbito local —especialmente las de El Museo Canario o el Anuario de Estudios Atlánti-XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 768 cos— que suelen limitarse a una simple enumeración de los trabajos que podían resultar más interesantes a los lectores de RHC, anunciándose, además, las futuras reseñas centradas en artículos específicos. Los autores que publicaron mayor número de reseñas bibliográficas fueron aquellos que ocuparon cargos institucionales dentro de RHC, esto es, responsables, en última instancia, de que la revista saliera a tiempo, sin excesivos errores tipográficos y con un nivel de calidad adecuado. Por ello, entre los historiadores que más reseñaron (fig. 3) encontramos a su director (Elías Serra Ràfols), su administrador (José Peraza de Ayala), secretarios (M.ª Rosa Alonso o Juan Régulo Pérez), así como a los diversos redactores que ocuparon puestos como profesor en la Universidad de La Laguna (Leopoldo de La Rosa, Tomás Tabares de Nava, Manuela Marrero, etc.). Sin embargo, y aunque fueron ellos los que llevaron el peso de la revista —y más concretamente su director—, esta estuvo siempre abierta a todo aquel interesado por investigar el pasado de las islas. Así, y aunque aquellos autores con un índice de publicación más alto son los que marcan tendencias de forma más clara, llegando a otorgarle cierto carácter personal a las reseñas, la presencia de aspectos comunes al resto de autores no puede más que interpretarse a partir de una norma comúnmente compartida que establecía cómo debían elaborarse las reseñas. Desde el punto de vista estadístico, el autor con mayor número de reseñas publicadas es Serra Ràfols con 359, seguido, ya de lejos, por Mª Rosa Alonso con 159. Ambos autores concentran casi el 56% de su total, lo que explica el gran protagonismo que alcanzaron en la configuración de las reseñas. Sus publicaciones marcaron la tendencia de las reseñas biblio-gráficas de todo el período, aunque sus índices se reparten de manera desigual (fig. 4). El director de RHC será el único autor que publique en todas las temáticas, manteniéndose de forma relativamente equitativa a excepción de Arqueología, a la que dedica el 22% de sus reseñas. En cambio, M.ª Rosa Alonso aglutina en torno a la temática Literatura más del 80% de sus notas bibliográficas, y aunque su período de publicación concluye en 1952, representa un coeficiente muy representativo para el total de la revista (más del 17% en sólo 11 de los 30 años de vigencia de esta sección). Algo similar ocurre con los autores más reseñados, pero con significativos cambios en su distribución. Como se observa gráficamente (fig. 5), los mayores reseñadores no siempre coinciden con los más reseñados, es decir, sólo para el caso de Elías Serra Ràfols y Luís Diego Cuscoy, y con coeficientes mucho menores para Leopoldo de la Rosa y M.ª Rosa Alonso, los autores que más son reseñados en RHC rara vez publican un número elevado de reseñas. Sin embargo, y esto es relevante para entender las relaciones académicas dentro de la disciplina histórica canaria, entre los diez autores más reseñados en la revista existieron vínculos mutuos que La permeabilidad historiografía… 769 aportan datos sobre la manera en que se organizaba académicamente el conocimiento del pasado en las islas. En otras palabras, sólo determinados personajes, imbuidos de cierto prestigio institucional, fueron considerados capacitados para realizar reseñas críticas a otros investigadores (fig. 6)20. ANÁLISIS DE LAS RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS DE REVISTA DE HISTORIA CANARIA Son varias las razones que pueden argumentarse para explicar el motivo por el que, a partir de 1942, las reseñas bibliográficas en RHC se constituyen como sección fija, y pasan a adquirir un peso y una relevancia tal que llegan a suponer el 20% del paginado total en la mayoría de números (fig. 7)21. Una, indudablemente, se relaciona con las modas historiográficas del momento. A imitación de otras tradiciones como la francesa, comienzan a aparecer en algunas revistas nacionales (p. ej. Hispania) recopilaciones y listados de referencias bibliográficas que promueven el intercambio y conocimiento entre profesionales. RHC no será inmune a esta moda. Durante los años 1944 y 1945, Mª Rosa Alonso recopiló listados bibliográficos que contenían todo lo publicado sobre Canarias en esos años, en las que se incluyeron temáticas como Religión, Música, Historia, Arqueología, Litera-tura, etc22. Desde nuestra perspectiva, sin embargo, la razón principal por la que se convirtió en una sección relevante dentro de RHC fue el carácter de catálogo bibliográfico y documental que le dieron los reseñadores. En este sentido, la sección compartía el mismo objetivo que el resto de contenidos de la revista, esto es, servir a las necesidades que exigía la investigación23. De la misma manera que los investigadores se acercaban al archivo para clasificar, ordenar y catalogar los documentos, los colaboradores de la revista emplea-ron el mismo criterio al reseñar las obras históricas contemporáneas. Las publicaciones reseñadas fueron, así, concebidas como fuentes documentales que debían ser buscadas, seleccionadas y sistematizadas, por lo que las reseñas se convirtieron en un instrumento de utilidad al servicio del historiador. Pese a esta concepción de reseña como sección destinada a ampliar la base documental, es necesario atender al contenido de las mismas para valorar adecuadamente la clase y el grado de aceptación y/o asimilación que tuvieron entre los colaboradores de la revista formas alternativas de practicar y entender la disciplina. Así, debemos prestar atención a las características ofrecidas en las reseñas bibliográficas cuando se analiza la metodología histórica, se establecen los vínculos académicos, o se asimilan obras de estudiosos no canarios. XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 770 El método histórico en las reseñas de RHC Desde el punto de vista del método histórico utilizado, existía una jerarquía en la documentación que ordenaba las fuentes según el grado de veracidad que les otorgaban los historiadores, con el objeto de “depurar” lo más posible los hechos en ellas contenidos de las interpretaciones de “algún tardío cronista más o menos arbitrario y que carecen de toda base en las fuentes originales, ya documentales, ya narrativas”24. La rigurosidad y profesionalidad del autor reseñado estaba directamente relacionada con el tipo de fuentes que hubiera manejado. Era de gran interés lo novedoso del corpus documental aportado, celebrando el descubrimiento y publicación de material inédito hallado en los archivos. Pero lo verdaderamente meritorio de la obra, y de su autor, era la metodológica empleada en el análisis de los textos25. Los investigadores sometían a las fuentes a un proceso de depura-ción precisamente para evitar la mera enumeración de datos sin contextua-lizar, o la ausencia de explicaciones históricas a cuestiones planteadas dentro de la historiografía. Mediante la aplicación del método en Historia se podía alcanzar el consenso en el debate entre investigadores, o aclarar puntos controvertidos y dudas suscitadas durante la investigación26. Permitía ampliar el conocimiento sobre determinados temas e, incluso, llegar a agotarlos27. El método se basaba en la recopilación, sistematización y análi-sis de fuentes históricas e historiográficas, con el objeto de cruzar las infor-maciones en ellas contenidas. Por un lado, se trataba de contrastar los argumentos de los historiadores que habían investigado sobre el tema con las fuentes que ellos mismos citaban en sus obras, y sobre las que apoyaban sus afirmaciones. Se confrontaban, igualmente, los argumentos ofrecidos por unos y otros en sus investigaciones, lo que, en esencia, significaba calibrar la autoridad de las fuentes que cada cuál citaba, el número de documentos que manejaba y la lectura que hacía de estos textos primarios. Por otro lado estaba la búsqueda de nuevas fuentes, inéditas o desconocidas hasta ese momento, que pudieran ampliar, refutar, invalidar, cuestionar o reafirmar lo dicho, tanto en las fuentes ya conocidas como en las conclusiones alcanzadas por los demás historiadores28. Por medio de métodos comparativos intentaban aproximarse al verdadero conocimiento del pasado histórico de las islas29. Dada la concepción de verdad manejada por los reseñadores, supeditada a un análisis exhaustivo de fuentes siguiendo un criterio jerárquico de autoridad, las críticas vertidas eran, fundamentalmente, formales (de citación, de trascripción o de edición de fuentes, de aclaraciones sobre su hallazgo y la autoría de su descubridor, o sobre la presentación de las mismas —la inclusión de índices, estadísticas, etc.). En contadas ocasiones se hicieron críticas al contenido, y estas solían remitir a cuestiones concretas sobre determinados hechos, sobre si realmente La permeabilidad historiografía… 771 sucedieron y si pasaron tal y como el autor o las fuentes por él seleccionadas las describían. Vínculos académicos a través de las reseñas de RHC Atendiendo al contenido de las reseñas bibliográficas, al tipo de trata-miento empleado por los reseñadores o al énfasis utilizado para criticar a uno u otro investigador, es posible inferir toda una serie de indicios que aportan datos esclarecedores sobre las estrategias de poder que estructuran la historiografía canaria de posguerra. Aunque la forma, sentido o tono que adquieren las reseñas depende de múltiples factores, un análisis detallado muestra ciertas regularidades. Tanto en el tratamiento que se hace de las obras, como de los autores, pueden observarse dos tendencias antagónicas. Por una parte, las reseñas bibliográficas dedicadas a detallar obras de eruditos, historiadores noveles o no profesionales de la historia se orientan a evidenciar las deficiencias, limitaciones, errores y ausencias en la obra analizada, llegándose a plantear, incluso, objeciones importantes a la forma en que ha sido abordado el tema tratado30. Las implicaciones formales de este conjunto de reseñas son fácilmente observables. Se emplea un tono irónico, duro en ocasiones, en el que, incluso, llega a perderse el respeto31. Suelen ser largas, densas, muy concretas, y en la que se enfatiza constantemente un aspecto fundamental: la profesionalización de la disciplina. No todo el mundo es competente para escribir historia, y sólo los profesionales, quienes se han formado y conocen el método adecuado, están capacitados para definir qué es o no es una investigación histórica32. Muy diferente es la otra tendencia constatada, que ofrece un acercamiento más claro a las relaciones de poder y jerarquías establecidas dentro de la Academia. Son reseñas realizadas a prestigiosos investigadores, a catedrá-ticos o profesores de universidad, a los que se consideran compañeros de profesión. En ellas pueden encontrarse reseñas de obras con escasa relación con Canarias33, pero que son recogidas en la revista por lazos de amistad o cortesía académica. Este tipo de reseña tiene un formato más breve, educado y amistoso, en las que llegan a transcribirse pasajes de las obras y en las que se enfatiza la capacidad del historiador reseñado por acercarse de forma original al tema, ofrecer una visión global o presentar una documentación valiosa para otros investigadores. La mayoría de los errores que se computan suelen vincularse a deficiencias no achacables al propio investigador sino a las inadecuadas condiciones de la documentación manejada, a problemas de acceso o consulta de otros estudios, etc.34 Sólo en aquellas ocasiones en las que se difiere ante algunas afirmaciones, se contraponen argumentos de otros prestigiosos investigadores, se plantean dudas aunque nunca descartando la XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 772 viabilidad de lo propuesto35, o llegan a discutirse exclusivamente datos muy concretos36. La recepción de otras tradiciones historiográficas desde las reseñas de RHC Las reseñas de RHC permiten profundizar en la clase de relación que establecieron los historiadores con formas de historiar foráneas. Como conclusión puede afirmarse que los cambios historiográficos que estaban teniendo lugar en Europa, desde los años 20, no tuvieron repercusión en la Academia canaria, la cual mantuvo su modus vivendi durante los treinta años que duró la etapa “científica” de la revista. No obstante, los autores canarios se mostraron enormemente receptivos a los temas que en dicha bibliografía se abordaba, aunque esto no implicó cambios más profundos. Podría decirse, en este sentido, que el interés que suscitaron determinados temas llevó a establecer relaciones académicas e historiográficas con tradiciones extran-jeras, y más concretamente con los americanistas, africanistas o hispanistas de aquellos países, debido a que su objeto de estudio abarcaba, o si quiera tocaba brevemente, el pasado isleño (fig. 8). Tanto es así que puede decirse que el atractivo que para la historiografía canaria poseían las tradiciones francesa y portuguesa —las más citadas, y destacando la primera sobre las demás— radicaba en el común interés que todas ellas pudieran tener en determinados temas, relacionados con la expansión atlántica, la conquista de Canarias o el descubrimiento del Nuevo Mundo. Es cierto que en el caso de las obras británicas reseñadas, las motivaciones fueron otras. Excepto las veces en que las publicaciones contenían información sobre alguna documentación o material encontrado en los archivos ingleses como el British Museum, sobre historia o antropología37 de Canarias, muchas de las referencias bibliográficas de las reseñas fueron guías para turistas38. Por el contrario, su acercamiento al mundo escandinavo, suizo, belga, austriaco o teutón fue estrictamente científico, no divulgativo, y estaba relacionado con el interés fundamentalmente lingüístico, raciológico y, en menor medida, botánico que despertaban las islas entre estos investigadores. En el caso de la raciología, representada por Eugen Fischer o Ilse Schwidetzky, los estudios fueron llevados a cabo por los propios investigadores extranjeros, pese al inusitado interés que despertaba entre los investigadores canarios este campo de estudio39. En este sentido, al igual que con las tradiciones francesa y lusa, el interés mostrado en las obras procedentes de la historiografía del centro y norte de Europa se dirigió a seleccionar aquellos trabajos temáticamente vinculados a las islas40. La norma historiográfica imperante durante estas décadas en Canarias se desplegó y reprodujo de manera efectiva ante estudios, monografías y La permeabilidad historiografía… 773 artículos de otras tradiciones. Pero lo que interesa resaltar aquí no es que los historiadores no asimilaran estos nuevos conocimientos, sino el hecho de que la norma adquiriera en las reseñas bibliográficas un nivel de perfección tal que saliera reforzada del contacto con el exterior. En relación con ello, la inmensa mayoría de las reseñas se orientaban a buscar las referencias a Canarias en dichas obras, para una posible ampliación de la base documental de los investigadores. Estas reseñas se limitaron a ofrecer noticias acerca de documentos y archivos localizados en el extranjero, en un intento por facilitar a los historiadores canarios su acceso a las mismas, ante problemas de distribución —al ser, por ejemplo, revistas poco conocidas y difíciles de conseguir—, o de comprensión del idioma —para lo que traducían los índices de contenido de las obras o realizaban pequeñas síntesis, casi exclusivamente, del capítulo o pasaje que trataba sobre las islas. En definitiva, la recepción de este tipo de obras generaba un conocimiento acumulativo de temas y datos sobre el pasado de las islas. La crítica realizada en las reseñas se hizo siempre de acuerdo con el método científico, más arriba descrito, atendiendo a aspectos formales sobre citación, exposi-ción y tratamiento de las fuentes utilizadas por dichos autores41. CONCLUSIONES El análisis de las reseñas bibliográficas de RHC, sección que tiene su desarrollo exclusivamente durante la segunda etapa de la revista (1942-1972), ha permitido aproximarnos y profundizar en las características que adquiere la norma historiográfica durante este periodo, confirmando las conclusiones alcanzadas en trabajos anteriores. En ellas se han constatado los intentos, por parte de los colaboradores de la revista, por generalizar una determinada forma de abordar las fuentes documentales, enfatizando el aspecto metódico y formal frente al explicativo, y priorizando la búsqueda, localización y trascripción de dichas fuentes frente a las síntesis generales. Igualmente, el análisis de las reseñas ha ofrecido una serie de pautas muy claras sobre el entramado de relaciones académicas imperante entre los historiadores canarios, ya que, como se observa por ejemplo en la concentración de temáticas en manos de determinados autores, se establece un complejo entramado de relaciones personales que presenta vínculos de poder académico, algo que puede generalizarse no sólo al ámbito local, sino al nacional e internacional. Sin embargo, la conclusión más relevante que se desprende del análisis de las reseñas bibliográficas de RHC es que existió una permeabilidad muy escasa, por no decir, nula, en cuanto a la acogida de aspectos teóricos y metodológicos por quienes publicaron reseñas en la revista. De existir XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 774 receptividad por parte de alguno de los investigadores canarios aquí analizados, desde luego no revirtió en el tratamiento y contenido dado a las reseñas. Sin embargo, y aunque este estudio deberá ampliarse con la atención a otros ámbitos más concretos de la profesión, lo cierto es que, al menos para las reseñas, la norma historiográfica se desplegó de forma plena, homogénea y coherente, llegando a afectar a todos los ámbitos de la investigación histórica en las islas e impermeabilizando a los investigadores canarios ante maneras alternativas de entender y practicar la Historia. La permeabilidad historiografía… 775 ANEXO Figura 1. Porcentaje detallado y por grupos de las reseñas bibliográficas publicadas durante la segunda etapa de Revista de Historia Canaria (1942-1972) según temáticas. Elaboración propia. Figura 2. Evolución diacrónica de las reseñas bibliográficas agrupadas por temáticas (1942-1972). Elaboración propia. XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 776 Figura 3. Distribución porcentual de los autores que más reseñas bibliográficas publicaron durante 1942 y 1972 en Revista de Historia Canaria. Elaboración propia. Figura 4. Comparativa y evolución de las reseñas bibliográficas publicadas por Elías Serra Ràfols y Mª Rosa Alonso entre 1942 y 1972. Elaboración propia. La permeabilidad historiografía… 777 Figura 5. Gráfico en el que se contrapone el volumen de reseñas realizadas a los diez autores más reseñados con el número de notas bibliográficas publicadas por dichos investigadores en Revista de Historia Canaria. Elaboración propia. Figura 6. Vínculos que se establecen entre los diez autores que más veces fueron reseñados en Revista de Historia Canaria. Elaboración propia. XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 778 Figura 7. Porcentaje del paginado destinado a las reseñas bibliográficas y relación existente entre artículos y monografías reseñadas en Revista de Historia Canaria. Elaboración propia. Figura 8. Porcentaje y diacronía de las reseñas bibliográficas de Revista de Historia Canaria según el idioma de las obras reseñadas. Elaboración propia. La permeabilidad historiografía… 779 BIBLIOGRAFÍA ALONSO RODRÍGUEZ, Mª R.: “Bibliografía Canaria 1943”. Revista de Historia, vol. 65, 1944, pp. 96-110. — “Bibliografía canaria”. Revista de Historia, vol. 71, 1945, pp. 367-382. — “Bibliografía canaria”. Revista de Historia, vol. 72, 1945, pp. 522-537. — “Notas sobre la Flora de las Cañadas de Tenerife, de Svensson Sventenius E. R., 1946”. Revista de Historia, vol. 77, 1947, pp. 101-104. ÁLVAREZ DELGADO, J.: “El Periplo de Cartago, de J. E. Casariego, 1947”. Revista de Historia, vol. 81, 1948, pp. 95-97. BONNET y REVERÓN, B.: “La perla de nuestra Biblioteca Provincial. Un códice de la Edad Media”. Revista de Historia, vol. 11, 1926, pp. 74-79. — “Comentarios a las 'Noticias generales históricas sobre la isla de El Hierro”. Revista de Historia, vol. 31, 1931, pp. 65-68. — “Descripción de las Canarias en el año 1526, hecha por Thomas Nicols, factor inglés”. 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UN MAESTRO EN ARTES [seudónimo de Elías Serra Ràfols]: “Les Canaries, de Claude Dervenn, 1954”. Revista de Historia, vol. 105-108, 1954, pp. 164-166. XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 782 NOTAS 1 B. Divassón Mendívil y J. Soler Segura: “La norma historiográfica de Revista de Historia Canaria (1924-1972): una aproximación”. Revista de Historia Canaria, vol. 185, 2003, pp. 49-75 y “El desarrollo historiográfico de la Revista de Historia Canaria: la causali-dad histórica como elemento de estudio”, en Morales Padrón, F.: XV Coloquio de His-toria Canario-Americana. Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Cana-ria. 2004, pp. 1267-1273. 2 Aunque concebidos con una intencionalidad muy diferente, en la década de los 20 y 30, Buenaventura Bonnet llegó a publicar una serie de artículos en los que, de forma mo-nográfica, reseñaba con detalle tanto publicaciones contemporáneas como códices do-cumentales. Ver, por ejemplo, B. Bonnet y Reverón: “La perla de nuestra Biblioteca Provincial. Un códice de la Edad Media”, en Revista de Historia, vol. 11, 1926, pp. 74-79; “Comentarios a las Noticias generales históricas sobre la isla de El Hierro, en Re-vista de Historia, vol. 31, 1931, pp. 65-68; “Descripción de las Canarias en el año 1526, hecha por Thomas Nicols, factor inglés”, en Revista de Historia, vol. 39-40, 1933, pp. 206-216; “Dos documentos para la historia de Canarias”. Revista de Historia, vol. 45, 1939, pp. 133-138 3 “Nadie se asuste porque nuestra avilantez bordee vedados campos científicos, ajenos a nuestra profesión y a la índole de Revista de Historia, pero brindan estas tres publica-ciones tal lección patriótica y regional, tan rotundo broche de cultura canaria que noso-tros, hondamente interesados siempre por lo que con nuestra región tenga relaciones, no podemos menos de registrar”, en M.ª R. Alonso Rodríguez: “Notas sobre la flora de las cañadas de Tenerife, de Svensson Sventenius E. R., 1946”, en Revista de Historia, vol. 77, 1947, p. 101. 4 “No podemos extender nuestra área de trabajo a los estudios geológicos propiamente di-chos; pero en ellos hay tanto que condiciona el marco en que el hombre desarrolla su vida, hay tanto de lo que podríamos llamar Geografía, que por lo menos no queremos dejar de inventariarlos para nuestros lectores, sin entrar en la crítica de su contenido”. E. Serra Ràfols: “Contributions to the Geology of Tenerife, 1956; On the geology of Fuerteventura, 1958; Contribución al conocimiento de las formaciones sedimentarias en Fuerteventura, 1958; On the Geology of Lanzarote, de Hans Hausen, 1959”, en Revista de Historia Canaria, vol. 127-128, 1959, p. 284. 5 Recordemos que la heráldica y la genealogía habían sido los campos de estudio primor-diales durante la primera etapa, y habrían dado origen y sentido a la aparición de RHC en un primer momento. Ver Divassón Mendívil, B. y J. Soler Segura: “La norma histo-riográfica…”, op. cit., p. 56. 6 Esta cuestión la desarrolló Elías Serra Ráfols en su prólogo a la obra Nobiliario de Cana-rias, de Francisco Fernández de Béthencourt, que reseñó Ventura Doreste. Doreste, pa-rafraseando a Serra, concluía sobre el tema: “En verdad, ni el héroe solo ni lo colectivo únicamente, cada uno por su lado, son capaces de engendrar la historia. Sin duda, el materialismo imperante —a que alude el doctor Serra Ràfols— propende a la superva-loración de lo colectivo, A nuestro entender modesto, sospechar que lo colectivo aisla-do constituye el actor histórico no pasa de un espejismo. Basta contemplar algunos ejemplos para advertir que lo colectivo adquiere cierta estructura, que lo colectivo actúa siempre gracias a determinadas células primordiales. Imagínese a qué extremos condu-ciría el desembrague absoluto. Pero aun lo colectivo como actor histórico no prescinde de las jerarquías. Por nuestra parte, nos atrevemos a disentir de toda autoridad que no dimane del espíritu y, sobre todo, del espíritu libre, ¿Cuál es, pues, nuestra postura fren-te a un nobiliario? Entiéndase que olvidamos ahora el valor histórico, incluso el valor La permeabilidad historiografía… 783 bibliográfico, que concedemos a este libro. Precisamente, el doctor Serra Ráfols afirma que, en este asunto del actor histórico, hay una tercera postura: la que identifica ‘en el mismo sujeto las fuerzas tradicionales del ambiente con los factores individuales’. Y agrega: ‘La familia, la tribu, la colectividad humana unida por la sangre, ya sea real o fisiológicamente, ya meramente por convenio y adopción ritual, es, para una vasta es-cuela histórica, el único sujeto que actúa en la Historia...’. Es una concepción semítica, oriental. En este punto disentimos del objeto de un nobiliario. Siempre hemos sostenido que lo que importa es el hombre, y un humanismo auténtico se separará siempre de ta-les concepciones. […] En cuanto a la nobleza de la sangre, una serie de hechos esclare-cidos, a nuestro juicio, carece de fuerza o de virtud infinita para enaltecer hasta el fin de las edades generaciones sucesivas del mismo linaje. Pueden éstas desmentir el origen de aquél, percudiéndolo. De la propia suerte que un santo no comunica la santidad a sus descendientes, así tampoco transmite un noble la pura virtud suya a sus familiares pos-teriores. […] Tras las reflexiones antecedentes, podrá deducirse que, para nosotros, el valor del Nobiliario de Canarias reside singularmente en su doble aspecto histórico y bibliográfico. Ciencia ancilar, la genealogía sólo tiene eficacia si se la considera en fun-ción de la historia”, en V. Doreste: “Nobiliario de Canarias, I, de Francisco Fernández de Béthencourt, 1952”, en Revista de Historia, vol. 98-99, 1952, pp. 270-273. 7 “Los autores censuran duramente a Lugo el trato inhumano con los indígenas. Es cierto. Pero tiene su explicación en las corrientes y doctrinas de la época. Mucho más duro fue con los indios antillanos el almirante don Cristóbal Colón y ha estado a punto de subir a los altares. La barbarie de los tiempos, pese a las luces del Renacimiento, hacía ver en los indígenas el más lucrativo negocio de la acción colonial. Sólo se salvaron de este error los Reyes y sus inspiradores, los grandes teólogos, y aun así cayendo en terribles y monstruosas contradicciones en relación con la raza negra. Sirva ello un poco de dis-culpa a la conducta de Lugo, más censurable como violador de paces y tratados en rela-ción con la libertad garantizada de algunos bandos indígenas que por su trato duro e in-humanitario con ellos”, en A. Rumeu de Armas: “El Adelantado D. Alonso de Lugo y su residencia por Lope de Sosa, de Leopoldo de la Rosa Olivera y Elías Serra Ràfols, 1949”. Revista de Historia, vol. 89, 1950, pp. 105-106. 8 “por lo común, los que atraídos por el olorcillo de la ganancia o simplemente arrastrados por la corriente del día, se han lanzado a su cultivo, se preocupan especialmente no ya de investigar y puntualizar lo que han podido llegar a saber de la vida de una figura del pasado, sino de hacerla revivir, de evocarla integralmente con su carácter complejo o sencillo y en medio del ambiente moral y físico que la rodeó. Esto es intentar una doble resurrección, individual y colectiva para hacer aparecer tangible ante el lector mediante la taumaturgia literaria, hombres y cosas que fueron. No censuraré el intento, al contra-rio, saludo con admiración los ejemplos logrados y aun reconozco que en el fondo los historiadores ‘strictu sensu’ no hacemos más que aportar los materiales para que genia-les arquitectos puedan hacer con seguridad y tino tales reconstrucciones, ya sobre per-sonajes, ya sobre instituciones o épocas pasadas. Pero hay que reconocer que esto exige unas condiciones excepcionales y hasta una abundancia de materiales que permita ele-gir en cada momento los únicos adecuados. Al lado de un Ludwig, un Zweig y no mu-chos más, ¡cuántos fabricantes de castillos de cartón! ¡cuántos tipos que no sólo no existieron nunca sino que jamás pudieron existir! ¡cuántos Alejandros, Pedros Crueles, Papas Lunas, Colones y Borgias de melodrama! Por lo general, los verdaderos historia-dores no han intentado siquiera estas resurrecciones integrales, han aportado los datos, los han interpretado y aclarado, los han puesto en orden y luego han dejado que el lec-tor mismo, si de ello es capaz, haga el resto, hasta donde aquellos elementos se lo per- XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 784 mitan. Hay también ejemplos ilustres de este sobrio proceder y el trabajo de Bonnet se agrupa en sus filas. No es una biografía novelada, pero es en cambio un acopio exhaus-tivo de lo que sobre el conquistador de Canarias se ha podido saber, ordenado, comen-tado y valorado minuciosamente”, en E. Serra Ràfols: “Las Canarias y la conquista normanda. I. Juan de Bethencourt. (Estudio crítico), de Buenaventura Bonnet y Re-verón, 1944”, en Revista de Historia, vol. 70, 1945, pp. 242-243. 9 J. Hernádez Perera: “Documentos para la historia del Arte en las islas Canarias, de Mi-guel Tarquis y Antonio Vizcaya, 1959”, en Revista de Historia Canaria, vol. 131-132, 1960, pp. 439-442. 10 “porque hasta ahora nos hemos ocupado casi exclusivamente de nuestros héroes, men-ceyes, conquistadores y nobles; porque es bueno que comencemos ya a incorporar a la historia de los hechos y del progreso humano los materiales de esa cultura sin nombre que mantiene y elabora a su modo la masa popular: por todo esto, nosotros quisiéramos que preocupaciones investigadoras de este tipo, enraizaran en nuestros estudiosos, prin-cipalmente entre nuestros compañeros universitarios de las restantes islas, y que a todos nos sirviera de estímulo y aliento el ejemplo de nuestro entusiasta folklorista para cola-borar en la obra investigadora de la fuente inexhausta de belleza que son nuestros hechos de tradición popular”. J. Régulo Pérez: “La Maya. Notas para su estudio en Es-paña, de Angel González Palencia y Eugenio Mele, 1944”, en Revista de Historia, vol. 69, 1945, pp. 89-90. 11 Hasta que en 1972 no salga a la luz la revista Tabona, adscrita al Departamento de Ar-queología, Prehistoria y Etnología de la Universidad de La Laguna, las publicaciones seriadas de la provincia se redujeron al Anuario del Instituto de Estudios Canarios. Con el tiempo se le añadieron, aunque sólo como ejemplares monográficos, los trabajos edi-tados desde Museo Arqueológico de Tenerife. 12 Elías Serra Ràfols fue un historiador con formación arqueológica, gracias a su vincula-ción a la escuela catalana de Bosch Gimperá. Desde su puesto de catedrático de Histo-ria de la Universidad de La Laguna se arrogó el papel de supervisor de los trabajos e investigaciones arqueológicas desarrolladas en el archipiélago. Este cargo fue oficial a partir de 1956, momento en que fue nombrado delegado de zona del Distrito Universi-tario de Canarias de la Delegación Nacional de Excavaciones Arqueológicas, por lo que pasaron a estar bajo sus órdenes los comisarios/delegados provinciales Luís Diego Cus-coy y Sebastián Jiménez Sánchez. Un estudio detallado sobre Sebastián Jiménez Sánchez y el contexto de la arqueología canaria durante la época de las Comisarías de Excavaciones Arqueológicas lo desarrolla M. Ramírez Sánchez: “Sebastián Jiménez Sánchez y la investigación arqueológica en la provincia de Las Palmas (1940-1969): un balance historiográfico”, en F. Morales Padrón: XIV Coloquio de Historia Canario-Americana. Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria, 2002, pp. 549-566. Para una introducción a Elías Serra Ràfols en RHC ver J. A. García de Ara: “Elías Serra Ràfols y las reseñas bibliográficas en la Revista de Historia de Canarias”. En Morales Padrón, F.: XV Coloquio de Historia Canario-Americana. Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria. 2006, pp. 1191-1202. 13 Ver, por ejemplo, E. Serra Ràfols: “Importantes hallazgos arqueológicos en las islas Ca-narias, de A. García Bellido, 1942”, en Revista de Historia, vol. 60, 1942, p. 262. 14 E. Serra Ràfols: “Excavaciones arqueológicas en Gran Canaria, del Plan nacional de 1942, 1943 y 1944, de Sebastián Jiménez Sánchez, 1946”, en Revista de Historia, vol. 78, 1947, pp. 265-271; E. Serra Ràfols: “Excavaciones arqueológicas en Tenerife, [La Gomera y El Hierro] (Canarias). Plan nacional 1944-45 [y 1946], de Juan Álvarez Delgado [y Luís Diego Cuscoy], 1947”, en Revista de Historia, vol. 80, 1947, pp. 564- La permeabilidad historiografía… 785 570; E. Serra Ràfols: “Cerámica grancanaria prehispánica de factura neolítica, de Sebastián Jiménez Sánchez, 1958”, en Revista de Historia Canaria, vol. 127-128, 1959, pp. 285-287. 15 E. Serra Ràfols: “Excavaciones arqueológicas en Tenerife…”, op. cit., p. 570. 16 L. Diego Cuscoy: “Geografía general de las islas Canarias, de Telesforo Bravo, 1954”, en Revista de Historia, vol. 109-112, 1955, pp. 264-267. 17 L. Diego Cuscoy: “Culturas del noroeste (petroglifos canarios), de Pedro Hernández Benítez, 1955”, en Revista de Historia, vol. 109-112, 1955, pp. 241-242. 18 L. Diego Cuscoy: “Monumentos funerarios de los canarios prehispánicos, de Sebastián Jiménez Sánchez, 1955”, en Revista de Historia, vol. 109-112, 1955, pp. 242-243. Un comentario recurrente se relaciona con el uso del término guanche, el cual solía ser aplicado por muchos autores, fundamentalmente extranjeros, a la totalidad de los aborí-genes canarios, siendo sistemáticamente corregido y reclamado su uso sólo para los primeros pobladores de Tenerife (p. ej. E. Serra Ràfols: “La arqueología de las islas Canarias, de José Alcina Franch, 1947”, en Revista de Historia, vol. 79, 1947, p. 398). 19 B. Divassón Mendívil y J. Soler Segura: “La norma historiográfica…”, op. cit., p. 65. 20 Buen ejemplo de ello puede observarse en los índices referentes a Luís Diego Cuscoy y Sebastián Jiménez Sánchez. Es el delegado de zona, Elías Serra Ràfols, el encargado de reseñar la mayoría de publicaciones de ambos autores, reduciéndose considerablemente el coeficiente de reseñas de otros investigadores. 21 Con excepciones como la de 1967, en la que constituye el 38.8% del volumen de ese año, o el 8.1% para 1960 (fig. 7). 22 M.ª R. Alonso Rodríguez: “Bibliografía canaria 1943”, en Revista de Historia, vol. 65, 1944, pp. 96-110; “Bibliografía canaria”, en Revista de Historia, vol. 71, 1945, pp. 367-382; “Bibliografía canaria”, en Revista de Historia, vol. 72, 1945, pp. 522-537. 23 “Aspiramos hacer de Revista de Historia un instrumento útil en manos de nuestros in-vestigadores”. J. Régulo Pérez: “Tamarán. Lingüística grancanaria, de Juan Álvarez Delgado, 1951”, en Revista de Historia, vol. 105-108, 1954, p. 203. 24 J. Régulo Pérez: “Los reinos de Tenerife, de Elías Serra Ràfols y Leopoldo de la Rosa Olivera, 1944”, en Revista de Historia, vol. 72, 1945, pp. 495-496. Ver, asimismo, S. F. Bonnet y Suarez: “¿Fue Fr. Juan Peraza obispo de Canarias?, de Alfonso Armas Ayala, 1947”, en Revista de Historia, vol. 101-104, 1953, pp. 315-316; J. Hernández Perera: “Lancelotto Malocello y las Canarias, de Elías Serra Ràfols, 1961”, en Revista de Historia Ca-naria, vol. 135-136, 1961, pp. 392-394; A. Cioranescu: “La Découverte du Nouveau Monde, de Jean Cassou, 1966”, en Revista de Historia Canaria, vol. 153-156, 1967, pp. 191-193. 25 “Lo que el autor modestamente titula Introducción y notas es, realmente, un minucioso análisis de cada una de las RR. CC. que en este volumen transcribe, de cuyo contenido deduce interesantes datos para la historia de la Isla y sobre las medidas de gobierno de la Corona para con ella, que llenan vacíos los unos, mientras los otros rectifican a nues-tros pasados historiadores y mantiene, no obstante, interrogantes, donde la duda subsis-te para su honrada labor de investigador, si bien le seria fácil lanzarse, como tantos otros, a alegres deducciones. […] El autor, al mostrarnos tantos errores y contradiccio-nes de nuestros cronistas, con su claro espíritu de crítico constructor, hace resaltar una vez más la necesidad de una revisión profunda de la historia de nuestras islas. La confu-sa cronología de los gobernadores; el problema de la determinación del momento de la llegada de Pedro de Vera a Gran Canaria […] En síntesis, si la publicación de este ce-dulario merece toda clase de elogios, la labor del transcriptor y comentarista, Pedro Cu-llen del Castillo, por su objetividad en el análisis de los problemas históricos, por su or-denado y minucioso estudio, se destaca claramente. Es Cullen uno de nuestros actuales valores en quien el amor a su tierra, su cultura y la serenidad de su juicio se aúnan, y su XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 786 obra viene siendo una aportación valiosísima para la depuración de nuestra Historia”. Rosa Olivera, L. de la: “Libro Rojo de Gran Canaria o Gran Libro de Provisiones y Re-ales Cédulas, de Pedro Cullén del Castillo, 1947”, en Revista de Historia, vol. 82-83, 1948, pp. 290-294. 26 Apelando al método, Serra Ràfols trata de mediar en la discusión entre Pedro Hernández y Georges Marcy y buscar, si no el consenso, al menos una vía de solución al debate suscitado entre ellos. Para Serra la cuestión está clara: “en fin de cuentas, si algún día llegamos a conocer con la posible seguridad el uso o los usos verdaderos a que destina-ban los canarios estas interesantes pintaderas, no será a través de conjeturas más o me-nos lógicas, sino mediante el estudio de las circunstancias en que las hallemos. Y, al pa-recer, hasta hoy se preocuparon muy poco de esto los investigadores. Hasta 30 ejemplares se hallaron en lo que se cree un taller, lo que nada nos dice sobre su destino, si bien es importante para ilustrar la vida indígena. Más ha hecho en este sentido nues-tro amigo Jiménez Sánchez encontrando una sola pintadera en uno de los silos de Va-lerón, que todos los discutidores. Otra fue hallada en una sepultura, otra en una cueva de la que nada sabemos. Es muy poco. De cada una deberíamos saber justamente que otros objetos la acompañaban y la disposición de todos. Sólo así podremos acaso algún día salir de conjeturas y pisar terreno firme. Entretanto es inútil apasionarse, ‘vindicar’ y discutir, porque nadie podrá reducir a su oponente. Sólo como hipótesis pienso que podría haber pintaderas para varias cosas”. E. Serra Ràfols: “Vindicación de nuestras pintaderas, del Dr. Pedro Hernández, 1944; Sobre algunas pintaderas oeste-africanas, de Th. Monod, 1944”, en Revista de Historia, vol. 70, 1945, pp. 239-241. Otro ejemplo en E. Serra Ràfols: “La Virgen de las Nieves de Agaete en Gran Canaria y la... de la Isla de La Palma, de monseñor José C. de la Paz y Morales, 1944; Apostillas a una réplica..., de Sebastián Jiménez Sánchez, 1945”, en Revista de Historia, vol. 70, 1945, pp. 237-239. 27 “Trabajo excepcional que contiene un gran acopio de documentos originales, sin olvidar todo lo que ha sido escrito por otros sobre el mismo tema. Para considerar agotado el estudio de los comienzos del azúcar canario sólo falta obtener cifras totales de produc-ción, cosa dificilísima”. E. Serra Ràfols: “El cultivo de la caña de azúcar y la industria azucarera en Gran Canaria (1510.1535), de Guillermo Camacho y Pérez-Galdós, 1961”, en Revista de Historia Canaria, vol. 137-140, 1962, pp. 222-223; “Dejando, pues, ya este terreno de los juicios históricos, en cuanto al examen de los hechos, la labor docu-mentada del señor Darias puede bien decirse que agota la materia al ampliar y rectificar en ciertos casos los aducidos por Moure. Poco, en efecto, creemos que añadan en lo fu-turo a este tema los nuevos hallazgos documentales”. E. Serra Ràfols: “Los adelantados de Canarias, de Rodríguez Moure, Prólogo de Dacio Darias y Padrón. 1941”, en Revista de Historia, vol. 55, 1941, pp. 309-312. 28 Bonnet describió bien en qué consistía este método crítico en su reseña al estudio de Benítez Inglott sobre la conquista de Canarias, según él, uno “de los puntos más oscu-ros de nuestra historia regional por la indigencia de fuentes contemporáneas […] El se-ñor Benítez Inglott trata sin embargo airosamente el tema elegido. […] Comienza el au-tor […] a analizar los textos de los cronistas locales primitivos […] Luego examina los testimonios de los historiadores […] después del paciente examen de los autores que anteceden, apoya su tesis en la ‘Información’ o Pesquisa de Cabitos, tan poco estudiada por los historiadores anteriores a la época actual”. B. Bonnet y Reverón: “Pedro Barba de Campos no fue señor de las Islas Canarias, de Eduardo Benítez Inglott, 1948”, en Revista de Historia, vol. 86-87, 1949, pp. 269-270. 29 “Las características a que responde el artículo en cuestión pueden resumirse así: manejo crítico de las fuentes, perfecta sistemática de las cuestiones tratadas, utilización de la La permeabilidad historiografía… 787 bibliografía existente y de documentos de primera mano, insertos algunos de ellos en el apéndice documental”. J. Martínez Gijon: “Los fieles ejecutores de Canarias, de José Peraza de Ayala, 1957-1958”, en Revista de Historia Canaria, vol. 131-132, 1960, pp. 431-432. 30 E. Serra Ràfols: “Historia general de las islas Canarias, de L. Herrera Rodríguez, 1953”, en Revista de Historia, vol. 109-112, 1955, pp. 274-275; E. Serra Ràfols: “Anales de la Clínica Médica del Hospital de San Martín, de Juan Bosch Millares, 1945”, en Revista de Historia, vol. 73, 1946, pp. 87-88; J. Régulo Pérez: “Artículos en El Alcázar, diario de Madrid; y otros publicados en Brújula, revista quincenal de la misma villa, de Juan Cuesta Milvain y José Apo-lo de las Casas Rodríguez, 1946”, en Revista de Historia, vol. 75, 1946, pp. 346-349. 31 “Un caso lamentable. Una obra para el gran público que, a copia de colaboraciones des-graciadas, resulta una vergüenza editorial. Un autor, con una formación tan amplia co-mo ligera, que se propone un fin comercial, de captación del público de media cultura; una traductora que desconoce el tema en que trabaja, pero tampoco domina el alemán que traduce ni el español en que escribe; un editor inconsciente, que no se da cuenta del lío en que se ha metido, o acaso no le importa, con tal de conseguir venta; unos impre-sores y correctores que ya han renunciado de antemano a entender lo que componen y se sienten felices con enhebrar tipos, y salga lo que saliere. En fin, con seguridad, una masa de lectores de buena fe que, cuanto menos entienden lo que leen, creen que más grande es el enigma que se oculta en la moderna ciencia y en las antiguas culturas humanas”. E. Serra Ràfols: “Civilizaciones enigmáticas, de Ivar Lissner, 1966”, en Re-vista de Historia Canaria, vol. 153-156, 1967, p. 140. 32 En su crítica al erudito Pedro Hernández Benítez, Diego Cuscoy se expresa del siguiente modo: “Lo peor que le puede ocurrir a un trabajo presentado a un Congreso de Arqueo-logía en 1953 es que de la impresión de estar redactado con setenta años de retraso. No porque en él se ignore lo más elemental desde el punto de vista bibliográfico, sino por-que, aparte de los graves errores que dicho trabajo contiene, la parte gráfica está levan-tada sobre cosas más imaginadas que reales. Los materiales mejoran muy poco lo que ya se había dado a conocer en el último tercio del siglo pasado”. L. Diego Cuscoy: “Culturas del noroeste…”, op. cit., p. 241. 33 Por ejemplo E. Serra Ràfols: “Chronique de Guinée, de Gomes Eanes de Zurara, 1960. Préface et traduction de Léon Bourdon, avec la collaboration de Robert Ricard. Notes de L. Bourdon, E. Serra Ràfols, Th. Monod, R. Ricard, R. Mauny”, en Revista de His-toria Canaria, vol. 133-134, 1961, pp. 195-198; L. Diego Cuscoy, 1952: “Los bume-rang más occidentales del viejo mundo, de Julio Martínez Santa-Olalla, 1949”, en Re-vista de Historia, vol. 97, 1952, p. 110. 34 “Todo el trabajo adolece, y no por culpa del autor, de escasez de cifras, tanto de produc-ción como de precios. La única manera de mejorar estos estudios es ahora la de buscar avaramente estos datos, sueltos o mejor en series donde puedan hallarse. Lo demás no pasará ya de literatura”. E. Serra Ràfols: “Canarias e Inglaterra: el comercio de vinos (1650-1800), de Antonio Béthencourt Massieu, 1956”, en Revista de Historia Canaria, vol. 123-124, 1958, pp. 354-355. 35 Es, por ejemplo, el caso de las reseñas a Pérez de Barradas, en las que Serra Ràfols pone en duda los paralelismos propuestos para el neolítico andaluz. E. Serra Ràfols: “La cue-va de los Murciélagos y la arqueología de Canarias, de José Pérez de Barradas, 1940”, en Revista de Historia, vol. 54, 1941, p. 251. 36 J. Álvarez Delgado: “El periplo de Cartago, de J. E. Casariego, 1947”, en Revista de Historia, vol. 81, 1948, pp. 95-97; E. Serra Ràfols: “Die Religionen des voringdoger-manischen Europa, de Dominik Josef Wölfel, 1952”, en Revista de Historia Canaria, vol. 117- XIX Coloquio de Historia Canario-Americana 788 118, 1957, pp. 148-151; E. Serra Ràfols: “Prehistoric idols from Gran Canaria, de F. E. Zeuner, 1960”, en Revista de Historia Canaria, vol. 141-148, 1963-1964, pp. 172-173. 37 L. Diego Cuscoy: “Dental Anomalies in Guanche Skulls, de Rosemary Powers, 1959”, en Revista de Historia Canaria, vol. 129-130, 1960, pp. 163-164. 38 El asunto de las guías turísticas y la mala acogida que solían tener en RHC daría para otro estudio. Sirvan como muestra las reseñas de: S. Padrón Acosta: “Gran Canaria, de A. J. Cronin, 1948”, en Revista de Historia, vol. 90-91, 1950, pp. 264-265; Un Maestro en Artes: “Les Canaries, de Claude Dervenn, 1954”, en Revista de Historia, vol. 105-108, 1954, pp. 164-166; E. Serra Ràfols: “Mediterranée Occidentale. Canaries-Açores, 1954”, en Revista de Historia Canaria, vol. 123-124, 1958, pp. 379-380; E. Serra Ràfols: “Ma-deira and the Canary Islands. A concise Guide for the visitor, with photographs, maps and town plans, de A. Gordon Brown, 1963”, en Revista de Historia Canaria, vol. 141-148, 1963-1964, p. 166; E. Serra Ràfols, E.: “Your Guide to the Canary Islands, de F. R. Banks”, en Revista de Historia Canaria, vol. 149-152, 1965-1966, p. 247. Una ex-cepción es la reseña a la guía de Cuscoy y Larsen: E. Serra Ràfols: “The book of Tene-rife (Guide), de Luis Diego Cuscoy & Peder C. Larsen, 1957”, en Revista de Historia Cana-ria, vol. 121-122, 1958, p. 181. 39 “La lectura de estos trabajos antropológicos nos da nueva ocasión de lamentar la falta absoluta de aficionados o competentes en estos estudios que padecemos en estas Islas y aun más en ésta. La renovada actividad arqueológica de estos últimos años ha propor-cionado una cantidad considerable de piezas óseas aborígenes, más interesante por su procedencia segura y exacta, que la separa de las colecciones antiguas tan mezcladas y a menudo inseguras. Pues bien, todo ese riquísimo material corre peligro de perderse o, lo que es lo mismo, confundirse, sin alcanzar el más somero estudio de un profesional. Nuestros médicos, cuando casualmente se interesan por la raza aborigen, sólo buscan en sus restos anomalías y deformaciones accidentales, más o menos pintorescas, que nada importan para el estudio del tipo racial. Es que la paciente y exacta medición de cráneos y huesos exige una tenacidad y una renuncia al fácil lucimiento, incompatible con el carácter de esos aficionados”. E. Serra Ràfols: “Problemas antropológicos de las islas Canarias; Ein geschichtlicher Beitrag zur Rassenkunde der alten Kanarier, de Eugen Fischer, 1949”, en Revista de Historia, vol. 89, 1950, pp. 95-96. 40 Los autores extranjeros reseñados entre 1942 y 1972 fueron (ordenados por temáticas): Temática A (A. J. Dias Dinis, Charles-Martial de Witte, Frère Alban Hélio Abranches Viotti, Georges Demerson, Jean and Franc Shor, Joao Matins da Silva Marques, Léon Bourdon, Luis Silveira, Luis Weckmann, Marcondes de Souza, Martim Machado de Faria e Maya, Roger Dévigne y Wilhelm Giese); Temática B (A. Gordon Brown, B. Laudman, Cecil Roth, Charles Verlinden, Duarte Leite, F. de la Chapelle, Frédéric Mauro, Geisendorf-Des Guottes, H. Kellebenz, Herausgegeben von R. Konetzke, J. Lo-zach, J. M. Cordeiro de Sousa, Jean Cassou, Jean Robin, Johannes Vincke, M. Doussi-nague, Michel Mollat, P. de Cenizal, Pierre Chaunu, Raymond Mauny, Richard Ko-netzke, Robert Ricard, Vitorino Magalhaes); Temática C (Dominik Josef Wölfel, E. R. Svensson Sventenius, Hans Hausen, Hans-Helmut Schaeffeb, Josef Matznetter, Miguel Batllori, Raffaele Ciferri y Raymond MacCurdy); Arqueología (A. Braghine, Adolfo Schulten, Alf Bajocco, André Jodin, Andrée Rosenfeld, Carl Graebel, Eugen Fischer, F. E. Zeuner, Frédéric Falkenburger, G. Lecointre, Gabriel Camps, Gabriel Sévy, George Marcy, Gerhard Rohlfs, Hans Ritter, Ilse Schwidetzky, Ivar Lissner, O. F. A. Menghin, O. G. S. Crawford, P. Fouche, Pierre Cintas, Rosemary Powers y Th. Monod); Literatu-ra (A. J. Cronin, Germán Bautista Velarde, Horst Uden y Sebastiâo Pestana); y Mis- La permeabilidad historiografía… 789 celánea (Claude Dervenn, F. R. Banks, Gerhard Nebel, Hanns Riech, Peder C. Larsen, Sigrid Köhler y Yrjö Kokko). 41 “La publicación de una obra sobre los Reyes Católicos y su época siempre es acogida por los amantes de las antigüedades canarias con ansiosa curiosidad, ya que rara será aquella que no contenga un dato aprovechable para la Historia del Archipiélago o, al menos, no sirva para hacernos conocer mejor el ambiente donde se movían los persona-jes que intervinieron en la Conquista de nuestra tierra. […] No son estas páginas, exclu-sivamente consagradas a lo canario, sitio adecuado para hacer un juicio crítico general de la obra del Sr. Doussinague […] En cambio ¿Cómo se ha de dejar aquí en silencio que el Sr. Doussinague publica varios documentos del mayor interés para Canarias? […] Es lástima que todavía el autor desconozca algunos trabajos importantes referentes a este tema y que arrojan nueva luz sobre él […] Descripción del contenido de los docu-mentos publicados”. E. Hardisson y Pizarroso: “La política internacional de Fernando el Católico, de M. Doussinague, 1944”, en Revista de Historia, vol. 69, 1945, pp. 104-109. Existe una notable excepción en todo esto. Morales Lezcano tiende un puente entre la escuela de Annales y Canarias. Desconocemos si Morales fue consciente de que su tímida invitación a que los investigadores canarios prestasen atención a la metodología de la escuela económica y social francesa supuso un primer intento de renovación histó-rica dentro de RHC. Su interés por el cambio se ve reflejado en la forma de reseñar, que en nada tiene que ver con el modelo científico crítico de los demás reseñadores. Plantea problemas históricos sobre grandes procesos que trata de resolver mediante hipótesis deductivas. Los datos desaparecen en una concatenación de explicaciones que dejan a los hechos concretos en un segundo plano y los individuos quedan desdibujados susti-tuidos por estructuras económicas y sociales, que pasan a tener el papel protagonista de la historia. Esta aproximación representaría el inicio de la tercera etapa de la revista, y un cambio con respecto al modelo historiográfico de Serra. |
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