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EL ARCHIPIÉLAGO CANARIO EN EL CONTEXTO DEL BICENTENARIO DE LAS REVOLUCIONES
THE CANARY ARCHIPELAGO IN THE CONTEXT OF THE BICENTENARY OF THE LATIN-AMERICAN REVOLUTIONS
Abel Juárez Martínez
La segunda mitad del siglo XVIII, que culmina en el año de 1776 significó uno de los grandes hitos de la historia mundial, ya que América [a saber los Estados Unidos], vivió una revolución y el comienzo del pri-mer proceso de descolonización, al cual luego se in-sertaron los futuros estados del Caribe y de América Latina, una transformación que se bautizó —de acuer-do con Robert Palmer: la era de la revoluciones de-mocráticas. Pero en su obra Robert Palmer no prestó la debida atención a las revoluciones latinoamericanas como si América Latina quedara fuera de estas trans-formaciones políticas y culturales. Hoy día estamos viendo la emancipación de los países latinoamericanos como parte de una fase histórica que une la revolución de 1776 con la Revolución francesa, ya que en todos estos procesos se intentó crear un nuevo régimen polí-tico basado en la libertad individual y los derechos de los ciudadanos. Las investigaciones más recientes res-pecto a la Independencia y de los primeros decenios del constitucionalismo han hecho hincapié en la im-portancia de la lucha por un orden constitucional y nuevas formas de participación política.
Peer Schmith Erfurt1
RESUMEN
“El archipiélago canario en el contexto del bicentenario de las revoluciones iberoamericanas”, desentraña cómo se
ABSTRACT
“The Canary archipelago in the context of the bicentenary of the Latin-Ameri-can revolutions”, it uncovers since the
Abel Juárez Martínez: Instituto de Investigaciones Histórico Sociales, Universidad Veracru-zana, Xalapa Veracruz México. Cempoala No. 13, Fraccionamiento los Ángeles TEL 00 52 22 88 18 92 13 abjuarez@uv.mx
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tejieron los hilos ideológicos del la in-dependencia mexicana y de América, Y por supuesto la participación que tuvie-ron tanto Francisco de Miranda en Ca-racas como Antonio Franyuti en Vera-cruz; ambos, hijos de padres canarios.
Adicionando a lo anterior, situamos a los héroes conocidos y anónimos que de alguna manera contribuyeron con su sangre e ideas, a la construcción de una novísima republica, que pugnaba por una justicia social.
Con los ejemplos de canarios que se tocan, y de los que se han quedado en el tintero, afirmamos sin temor que para Canarias y América, el Atlántico nunca ha sido obstáculo, sino un puente, que ha unido un pasado de epopeya con un futuro de progreso, enlazando a nuestros pueblos en un destino común e insepa-rable.
PALABRAS CLAVE: Archipiélago, Inde-pendencia, Clavijero, justicia.
ideological threads wove of the Me-xican independence and of America, and certainly the participation that they had so much Francisco de Miranda in Caracas as Antonio Franyuti in Vera-cruz; both children of Canary parents.
Adding to the previous thing, we place the known and anonymous heroes who somehow contributed with his blood and ideas, the construction of the newest republic, which was fighting for a social justice.
With the examples of canaries that touch each other, and of those who have remained in the inkstand, we affirm without dread that for Canaries and America, the Atlantic Ocean has never been an obstacle, but a bridge, that it has joined a past of epic with a future of progress, connecting our villages in a common and inseparable destination.
KEYWORDS: Archipelago, Indepen-dence, Hat-stand, justice.
INICIANDO LA TRAVESÍA
Tomando en consideración la opinión de Schmith respecto a esta temáti-ca, bien pudiéramos iniciar un análisis de las revoluciones independentistas que se gestaron en America a finales del siglo de las luces y principios del decimonónico. Se ha podido constatar a través de la revisión acuciosa de los archivos provinciales, que la fuerza que precede a estos movimientos, provi-no de diferentes fuentes y con desiguales iniciativas tanto nativas como europeas y sin embargo todas coincidieron en buscar la libertad, la igualdad y ante todo la justicia social; condiciones que se fueron incubando bajo un espectro social amplio y casi de manera paralela a lo que podría considerarse como la primigenia globalización de la economía mundo, arrancando desde la segunda parte del siglo XVIII y el umbral del siglo de las reformas.
Bajo las circunstancias descritas y situándonos en el sur del continente el historiador Goñi en su obra Los sueños de un libertador, define a don Fran-cisco de Miranda como personaje muy denso y potente el cual tuvo el privi-legio de participar en tres revoluciones: la norteamericana, la francesa y la que a nosotros nos ocupa, la hispanoamericana. Sus acciones radicales en XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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torno a romper con todos los conductos que el imperio español empleaba en América para mantener su estricto control como la esclavitud de los negros y la restricción de los naturales a ocupar un espacio en la compacta sociedad que los ibéricos habían impuesto en estas tierras que por milenios pertenecie-ron a los mayas, olmecas, incas y totonacas; a dos siglos de reflexionar sobre el papel de los que sacrificaron vida e intereses económicos en aras de alcan-zar la libertad, podemos ubicar a Miranda por delante de la manoseada figura de Simón Bolívar.
Sin Miranda, no hubiese ocurrido el proceso de emancipación en América, al menos en los años en que sucedió. Miranda es la per-sona más importante de la historia de América, delante de Simón Bolívar, porque abrió camino y creó la doctrina que establecía la necesidad de que América fuera independiente de España; de ahí que lo llame precursor, y fue más que eso: fue inductor, inventor de la independencia en América en aquellos años2. (2)
Como sabemos, Francisco de Miranda nació en Caracas en 1750; era hijo de un influyente mercader canario, a quien la elite caraqueña le negaba el acceso por ser blanco isleño o de orilla y que en otras palabras significaba ciudadano de tercera. De tal suerte que, a contra corriente de su entorno so-cial y de los prejuicios étnicos a los 21 años cumplidos partió hacia España, donde se dedicó al estudio y la lectura, sus grandes aficiones; además apro-vechó su estancia en la Península para adquirir una patente de conde, docu-mento que le posibilitaba su ingreso automático a la Real Armada española.
Bajo las circunstancias referidas, la presente comunicación pretende de-mostrar, entre otras cuestiones, las maneras bajo las cuales se construyeron las repúblicas en los territorios dominados por la monarquía española y de como las oleadas de contingentes canarios que se desplazan a tierras ameri-canas, de forma paralela a las de gallegos, extremeños, vascos y santande-rinos aportan su “grano de arena” a la construcción de las nuevas sociedades iberoamericanas.
Los habitantes procedentes del archipiélago en el contexto de un proceso de largo aliento, contribuirán con su carga formativa heredada del continente y de su propia experiencia vivida, incluidos todos sus antecedentes sociocul-turales y políticos que en su momento les llevaron a proclamar sus liberta-des, y que en la práctica conformarán un plancton en la transformación de-mocrática y revolucionaria que se gestó en América en el umbral del siglo XIX.
Atendiendo a las circunstancias históricas señaladas, los isleños que ini-ciaron su andadura por la geografía del “nuevo mundo”, no limitaron sus asentamientos a sitios exclusivos del nuevo territorio, y por supuesto, tam-poco se constriñeron a oficios específicos. Por el contrario, ahora se tiene El archipiélago canario en el contexto…
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noticias fehacientes de que estos no solo se asentaron en el oriente de la isla de Cuba y en la parte noreste de Venezuela, sino que con base en investiga-ciones recientes, se han recogido testimonios de su presencia en sitios diversos de La Nueva España, tales como Campeche, Mérida, Oaxaca, Coatzacoalcos, Córdoba, Xalapa, Veracruz, Acayucan, Tlacotalpan, Puebla, México D.F. y la región norte de la república en donde hoy se ubica la provincia de Texas.
Respecto a dichas referencias, podemos detectar que entre esos primeros canarios movilizados sobresalen algunos técnicos agrícolas y sobre todo hortelanos, mejor conocidos como isleños los cuales inciden de forma prota-gónica en las formas bajo las cuales en el futuro se extraerá y procesará el producto de las tierras indígenas. Al respecto el secretario del recién instituido Consulado de Veracruz, Vicente Basadre, sostiene que para abatir radicalmente las carencias en torno a lo que la población porteña demanda es imponderable que se contrate mano de obra experta en asuntos rurales, para que ofrezcan una salida a las necesidades del mercado porteño, bajo esta perspectiva, estructura un proyecto de colonización agrícola, con hortelanos convocados del archipiélago canario. Su petición la fundamentó en la fama que dichos trabajadores alcanzaron en Cuba, especializándose en el cultivo de viandas y hortalizas. Hecho que constituye un hito en la historia agrícola del continente3. Bajo el contexto referido, se puede aseverar que aunque la mayoría de los “isleños” que arriban a estas regiones no destaca como gober-nadores ni como militares prominentes, sin embargo sí podemos constatar que dejaron huella como excelentes promotores del desarrollo regional en ciernes.
LOS ABREU EN AMÉRICA
Algunos, por ejemplo, inciden en las actividades económicas, culturales y religiosas, como es el caso de Domingo Pantaleón Álvarez Abreu, en prin-cipio obispo de la isla de Santo Domingo y posteriormente de Puebla4.
Pantaleón realizó un trabajo de filigrana en el ámbito de la administración eclesiástica en la Puebla de los Ángeles donde fue nombrado arzobispo. Desde luego que dicha labor tanto religiosa como educativa no la impulsó de manera solitaria ya que ahora se sabe que contaba con el apoyo de su herma-no Antonio, el cual se hallaba perfectamente situado en el intrincado mundi-llo de la burocracia madrileña.
Dos son las obras más significativas que el hermano de Pantaleón estructuró sobre la cuestión regia frente a los intereses del Vatica-no: la primera, aparecida en Madrid en 1726, (Víctima real legal). Discurso único jurídico-histórico-político sobre el hecho de que XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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las vacantes mayores y menores de las iglesias de las Indias Occidentales pertenecían a la Corona de Castilla y León, con pleno y absoluto dominio, escrita por Antonio José Álvarez de Abreu; la segunda, publicada también en Madrid en 1755, Manual compendio de el Regio Patronato Indiano, de Antonio Joaquín Ribadeneira y Barrientos.
Antonio José, había nacido en Santa Cruz de La Palma, en las islas Canarias, en 1683, hijo del sargento mayor Domingo Álvarez y de María de Abreu. Tras iniciar sus estudios en el convento de los agustinos de La Laguna, en la isla Tenerife, cursó leyes en Sala-manca. Protegido de Melchor de Macanaz, se incorporó a la administración real e inició una carrera, cuyos jalones lo sitúan en La Habana, Veracruz y Caracas como veedor y conservador de Co-mercio de Castilla e Indias; en esta última ciudad desempeñó el cargo de gobernador, interinamente, en 1721; luego formó parte del Consejo y Cámara de Indias, del que fue decano en 1730 des-pués de haber aparecido la primera edición de su obra, que suscitó tal controversia que Felipe V convocó una consulta de juristas y teólogos, cuyo fallo, del 29 de julio de 1737, coincidió con los argumentos de Álvarez Abreu y descubrió para el monarca unas “nuevas Indias”, dada la cuantía de las rentas de las vacantes que desde entonces dejaron de aplicarse a gastos eclesiásticos. Agra-decido, el rey le otorgó en 1738 el título nobiliario de Marqués de la Regalía. Su obra vería una segunda edición, ajustada a la nueva situación concordataria, en 1769 en Madrid, donde murió en 1775.
En su ascenso desde la hidalguía de provincias a la aristocracia titulada, impulsó con todo su poder a su hermano Pantaleón, el obispo angelopolitano cinco años menor que él, y quien entre otras cosas recabó el informe del cabildo poblano.
Nacido en 1688 también en Santa Cruz de La Palma, Domingo Pantaleón, al igual que su hermano mayor, inició sus estudios en el convento agustino de La Laguna y los continuó hasta doctorarse en Salamanca, pero eligió la carrera eclesiástica. En 1732 fue arcediano de Tenerife, y de Gran Canaria en 1734; en 1737, el mismo año del fallo de la consulta sobre la licitud de la regalía de la corona sobre las vacantes eclesiásticas, fue electo como arzo-bispo de Santo Domingo; consagrado en 1738 dejó la isla en 1743 para trasladarse a la diócesis de Puebla, donde murió el 28 de noviembre de 1763.
Entre 1756 y 1761, la obra religiosa y material del obispo Pantaleón Álvarez de Abreu fue enorme la cual benefició no solo a la sociedad El archipiélago canario en el contexto…
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peninsular y criolla sino que hubo una repercusión considerable hacia la comunidad indígena. Por ejemplo, amplió el colegio seminario, compuesto por los colegios de San Juan y San Pedro y su anexo el edificio de San Pan-taleón; lo dotó de más becas que abarcaban el segmento indígena, un fondo de 8.000 pesos y le añadió tres cátedras, una de sagradas ceremonias, otra de derecho canónico y una de derecho civil. De hecho nos estamos refiriendo a un sitio de privilegio, la Puebla de los Ángeles, una ciudad definitivamente cosmopolita y privilegiada en la Nueva España que recibía los intereses económicos de las diócesis de Oaxaca y Veracruz. Así que desde ese sitio Álvarez Abreu dejo sentir no únicamente su influencia e ingerencia eclesiás-tica sino que también se decantó y preocupó porque las comunidades indíge-nas del hinterland poblano lograsen algunos beneficios socioeconómicos que la administración virreinal les fuese suministrando.
De facto Puebla, a la vera de la ruta real hacia el altiplano mexicano, constituyó un modelo de ciudad colonial en donde se asentaron y gravitaron familias españolas, dentro de las cuales destaca los Regalado cuya capacidad de expansión económica, agropecuaria y comercial queda más que demos-trada durante el decurso del Siglo de las Luces.
Bajo este contexto de ebullición religiosa católica, se aprecia el avance formidable que alcanzó la Compañía de Jesús tan solo en la diócesis poblana. Como dato de referencia obligada encontramos que hacia 1760, a pesar de haber sido una de las últimas órdenes que arribaron a este conti-nente, contaba en Puebla con tres colegios (Espíritu Santo, San Ildefonso y San Javier) y dos seminarios, internados o convictorios (San Jerónimo y San Ignacio).
Sus propiedades rurales ascendían a 26 haciendas, 23 ranchos y dos molinos, además de numerosas fincas urbanas. No menos importantes eran los colegios del seminario diocesano (San Juan, San Pedro) y el colegio resi-dencia para teólogos (Colegio de San Pablo).
Pero en 1790, los ex-colegios jesuitas poblanos, acatando una orden del rey, se fundieron en uno solo recibiendo el título de Real Colegio Carolino; entonces, los libros de texto en las facultades de teología y filosofía fueron los mismos que se habían aprobado para el seminario en tiempos de Fabián y Fuero.
Por consiguiente, las reformas a los planes de estudio para los colegios de Puebla [realizadas en la década de los años sesenta] se mantuvieron hasta los albores de la Independencia, cuando menos.
ALIANZA MERITORIA ENTRE TENERIFE Y GRAN CANARIA
En este marco de bonanza espiritual, también hubo posibilidad de que los particulares destacaran en los negocios; de tal suerte que los Regalado, XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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procedentes de la isla de Tenerife y de cuyos lomos emerge la estirpe que se vincula fuertemente con los insurgentes mexicanos, nos atreveríamos a subrayar que de alguna manera tipificarán los procesos referidos de acumu-lación de capital y cuyos comportamientos se han seguido de manera puntual en comunicaciones anteriores de este Coloquio Canario-Americano.
Nuestros protagonistas vincularon su riqueza con la de los Bautista Franyutti y Oliveros nativos de Las Palmas de Gran Canaria. Dicho consor-cio acrecentará primero y luego ensanchará el área que tenía bajo su juris-dicción como alcalde mayor y de hecho asocia sus intereses socioeco-nómicos y políticos con los de la criolla María Regalado y Esquivel oriunda de la Puebla de los Ángeles y primogénita de un prominente mercader de Santa Cruz de Tenerife.
El isleño Regalado había logrado acumular una considerable hacienda, a base de un esfuerzo persistente con la práctica sistemática del cultivo, beneficio y comercialización del trigo. Dicho empresario, heredó a su primo-génita doña María Regalado y Esquivel una enorme fortuna, proporcionada bajo firma notarial, como dote para sus nupcias con su coterráneo Juan Bautista.
Con respecto a las prácticas de acumulación del capital de los Regalado y Esquivel, desde el contexto de la cultura agrícola mesoamericana, la activi-dad de esta familia en buena medida contravenía la práctica tradicional del cultivo del maíz, ya que los Regalado a dicho grano sólo lo utilizaban para consumo de su servidumbre y para alimentar a bestias mulares5.
Estos empresarios habían logrado construir un verdadero emporio agrícola-mercantil en la intendencia de la Puebla de los Ángeles, asentados en la región que abarcaba las primeras estribaciones de Tecamachalco, hasta por el rumbo de Tepeaca a la vera del camino real Veracruz-Puebla-México.
Los Regalado y Esquivel edificaron una boyante industria afincada en la considerable demanda de la harina de trigo que prácticamente exigía la población europea concentrada en todo el valle de México.
Estaban emparentados con los condes de Regla, empresarios mineros de Pachuca y mercaderes vinculados al tráfico mercantil procedente no solo de la Península, sino también de China y Filipinas. De tal manera que su poder económico y su adecuado acomodo en la estructura social colonial, contribu-yó considerablemente al impulso del la cultura mediterránea-ibérica del pan; su labor resultó mas accesible en tanto que sus tierras de cultivo se encon-traban muy cerca del altiplano mexicano.
Con esta familia de expertos y poderosos empresarios harineros que for-maba parte de los grupos de poder novohispanos, como ya se ha historiado, emparentó Juan Bautista Franyutti. La unión de intereses económicos afines de los Franyuti y Regalado logró, entre otras cosas, ampliar su poder y for-El archipiélago canario en el contexto…
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tuna, así como extender sus propiedades territoriales adquiridas ya de tiempo atrás, durante su gestión como alcalde mayor en la región de Acayucan.
Bajo estas circunstancias, el matrimonio Franyutti-Regalado, asentado en el sureste veracruzano, constituyó un consorcio de envergadura formidable. De esta familia proviene el presbítero Antonio Franyutti y Regalado quien, sin lugar a dudas, nos ejemplifica la participación que en su momento tuvo la cultura canaria en la lenta construcción de las identidades mestizas de América, y en la búsqueda de sus libertades civiles. Pues estas luchas, prelu-dian el difícil tránsito del Antiguo Régimen a una sociedad democrática.
LA PARTICIPACIÓN DE LA MUJER EN LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL
Reconsiderando este proceso, podemos constatar que el canario Antonio Franyutti asumirá, a ultranza, una posición menos ofensiva hacia la perso-nalidad de los naturales y en el fondo apoya a las rebeliones de indígenas, que en principio acaecieron como una protesta local y aislada en contra de las autoridades virreinales que se hallaban en confabulación con los caciques y gobernadores indígenas, como ejemplo de dichos eventos citaremos un acontecimiento fraguado en el sureste mexicano en los alrededores de Tabas-co, Oaxaca y Veracruz en donde se escenificó una revuelta de naturales.
Lo interesante del caso estribó en que esta fue liderada por mujeres a consecuencia de la imposición de figuras jurídicas provenientes del Escorial. Dicha acción en sí misma, generó una tensión social por la resistencia de la comunidad a tales trasgresiones, destacando la defensa por sus tierras; en la asonada participaron diversos sectores, entre los cuales estuvo un grupo de indígenas mujeres comandadas por su lideresa Ana Pascuala apodada La Filota.
El comando femenino tomó por sorpresa las casas que representaban el poder español, así como a los funcionarios de Hacienda y del Cabildo y, en un momento dado, desestabilizaron la estructura sociopolítica del Antiguo Régimen. El conflicto llegó a tal grado que tuvieron que intervenir las autori-dades centrales del virreinato a través de sus corresponsales del puerto de la Veracruz. Antonio Franyutti compartía la angustia del sector indígena que defendía sus derechos sociales a costa de su propia vida.
De tal manera que el presbítero Franyutti, en sus prédicas, veladamente defendía las capacidades y el trabajo que el indio sostenía en la región sur de Veracruz y de cómo este sabía sembrar apropiadamente la caña de azúcar; de hecho afirmaba que eran expertos para tal actividad, al grado de que podrían llegar a ser buenos mayordomos. La afirmación, en buena medida, fragmentaba severamente los paradigmas culturales hegemónicos del Siglo de las Luces, los cuales definen al indígena como individuos viciosos y carentes de razón. XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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De hecho cuando los conquistadores de primera generación apenas se estaban arraigando en América, les llevó tiempo aceptar el brutal impacto cultural y sobre todo visual de la figura del indio. Pocos ibéricos compren-dieron a cabalidad cómo un salvaje pudiese desarrollar una acendrada incli-nación hacia los valores morales y espirituales. Así como una capacidad racional, un personaje que desde el imaginario del discurso literario europeo, se definía como pariente cercano de los australopitecos, practicante de ritua-les perniciosos y diabólicos alejados de Dios.
Y es que las coincidencias culturales y religiosas entre Francisco Xavier Clavijero y Antonio Franyutti a favor de una libertad iberoamericana no eran recientes, sino que las habían ido elaborando a lo largo de años de convi-vencia y estudio de la botánica regional durante sus recorridos por los entor-nos naturales de la Puebla de los Ángeles en la búsqueda de ejemplares terapéuticos de flora medicinal. En aquella época, Clavijero enseñaba en el Colegio de San Jerónimo mientras que Antonio pasaba largas temporadas en la Angelópolis; disfrutando el sosiego y la ternura de sus abuelos los Regalado y Esquivel.
Lo trascendente de la relación Franyutti-Clavijero estribaba en el hecho de que a pesar de la diferencia de edades, el filósofo de la Compañía de Jesús supo insuflar en el joven de la dinastía Franyutti y Regalado, la lectura de de las obras prohibidas de Newton y Descartes y sobre todo el amor por el servicio eclesiástico; desde luego que sus enseñanzas se imbricaban bajo la perspectiva de la Compañía de Jesús. De tal manera que, con el decurso de los años, Antonio comenzará sus estudios en el Colegio Máximo de los Jesuitas en la ciudad de México desde luego animado por sus hermanos ma-yores Felipe y Esteban y en la búsqueda de una directriz filosófica para el cambio necesario6.
LA VINCULACIÓN IDEOLÓGICA ENTRE VERACRUZ Y CANARIAS
Tal amistad y coincidencia ideológica durante sus contactos en Puebla, se tornó más sólida durante la época en la que Clavijero, desde su destierro con sus libros, enseñanzas y disertaciones, desafió a Carlos III en lo relativo a su prohibición girada para los ex-jesuitas de no hablar ni escribir nada que tuviese que ver con las causas que originaron su expulsión. Por contra, Fran-cisco Xavier continuará sin cortapisas dictando su cátedra de forma clandes-tina, desde luego ayudado por su simpatizantes. Aunado a dicha presencia pública relevante y muy notoria en Europa, Clavijero se dio tiempo para redactar dos epístolas cuyo contenido no deja dudas en lo concerniente a la radicalidad de su movimiento7.
La claridad y el arrojo con los que Clavijero denuncia a los ofensores, no dejan lugar a dudas de su valor y decisión, ya que en confrontación abierta, El archipiélago canario en el contexto…
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desafiaba a los dos poderes que en ese momento operaban los asuntos del Estado y eclesiásticos tanto del viejo mundo como de los nuevos territorios conquistados.
La estrecha cercanía de Antonio Franyutti con Francisco Xavier en Europa fue madurando sus conceptos en torno a la libertad y la justicia social en la tierra, y si bien es cierto que en México los había unido el amor a la naturaleza y a los continuos avances de la ciencia, en las presentes circuns-tancias en las que ambos eran expulsos, oriundos de la provincia de Veracruz [el primero de Acayucan y el segundo del puerto de la Veracruz], no nos sorprende la enorme coincidencia política y filosófica que sus sentidos alcanzaron, a tal grado que sus propios compañeros de destierro asombrados de su osadía, reconocieron en el joven prior Antonio Franyutti a un ser si no profético sí altamente previsor, que a diferencia de sus hermanos de orden que: “Manifestaron siempre una heroica obediencia y lealtad al Monarca español, Antonio no parecía haberse resignado a ser juguete de tiránicos decretos”8.
Aunado a la participación directa de los Franyutti en las causas indepen-dentistas, también encontramos otros registros como el de Francisco Pablo de Matos Coronado, obispo de Mérida, Manuel Anselmo de Álvarez Abreu obispo de Oaxaca, Pedro Agustín Estévez Ugarte que ocupó el obispado de Yucatán. En igual sentido, se han identificado otras figuras notables con cir-cunstancias históricas disímbolas, que vivieron y gravitaron en los territorios novohispanos que nos anuncian una vinculación franca, entre la transfor-mación política y social que se estaba fraguando en el archipiélago canario y de cómo se podría también intervenir a través de los migrantes, en los asun-tos del virreinato de la Nueva España.
LOS CANARIOS EN NORTEAMÉRICA
Bajo las circunstancias referidas se inscriben los aportes de Manuel Fariña, quien entre otras hazañas, analiza puntualmente el marco global en el que se desarrollo la emigración de quince familias “de las Yslas canarias quienes van a poblar al presidio de San Antonio de Béjar Méjico” en el transcurso del siglo XVIII.
Así que de cara al bicentenario de las revoluciones hispanoamericanas, creemos fehacientemente que es el momento de acercarnos al conocimiento histórico de las aportaciones que, en materia social económica y política, dejó tras sí el rastro de la expedición fundadora de la migración canaria que se desplazó hacia el norte de la Nueva España.
Aquellos avezados migrantes canarios, tomando en consideración los me-canismos de supervivencia que implicaron las peripecias del viaje de trasla-do del archipiélago a la parte continental americana, tuvieron que poner en XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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marcha diversos recursos de supervivencia para confrontar a las innume-rables dificultades que implicaba adentrarse en formas culturales contrastan-tes en estas latitudes de diferente rostro.
Este conglomerado isleño fue remitido desde Lanzarote vía La Habana y Veracruz a lo que más tarde constituiría la base social que, durante el si-guiente siglo, contribuiría significativamente al cambio político, social y administrativo, al oponerse a la administración abusiva que el imperio espa-ñol había instaurado y mantenido en America durante casi doscientos cin-cuenta años9.
Fue una expedición penosa, llena de sufrimientos, pero que acabó cum-pliendo con sus objetivos. Con un poco de imaginación, pudiéramos recrear lo que aquellos hombres, mujeres y niños contemplaron al desembarcar en Veracruz, un escenario muy distinto a lo que habían dejado atrás y que vio y describió el viajero Poinsett.
Fariña señala que:
Veracruz era una ciudad punto final de flotas, con un entorno hostil, árido, arenoso, que debió sobrecoger a los isleños, cuya marcha se vio entorpecida por las mismas autoridades. Hoy cuando visitamos esta localidad y en el libro de difuntos de la iglesia de San Fernando leemos los nombres y apellidos de raigambre canaria como Juan Leal, Juan Curbelo, Gracia Perdomo, José Padrón, Are-nas, Denis y Travieso entre otros, nos sobrecoge cierta melancolía, al igual que nos ha sucedido al visitar los restos de la colonia cana-ria que viven en las bocas del Missisipi, o con los que experimenté, en la isla de la Trinidad (reflexionando ante lápidas caídas y arruinadas con apellidos netamente canarios)10.
Los esfuerzos de cambio social que se van acumulando tanto en Europa como en América para la lograr la caída del viejo régimen colonial, implicó una cadena infinita de factores y circunstancias que se amalgamaron para que finalmente se tuviese un proyecto general de nueva república democrática.
UNA ORDENANZA REVOLUCIONARIA
Un documento toral que a nivel de Iberoamérica, en el umbral del nuevo siglo, abrirá la caja de Pandora como detonante jurídico, fue sin duda la constitución de 1812 en cuya construcción se fusionaron las ideas de pensa-dores de ambas orillas del Atlántico, y que desde luego incluye a intelec-tuales y políticos del archipiélago canario. Tales como Pedro Gordillo y Ra-mos quien en su momento llegó a ser presidente de las Cortes. Gordillo El archipiélago canario en el contexto…
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nació en la ciudad de Santa María de Guía, Gran Canaria, el 6 de mayo de 1723 y fue un personaje político de enorme relevancia.
Gordillo y Ramos poseía una formación política e intelectual acorde con la vanguardia del debate doctrinal de su tiempo, en particular, lo referente al ascenso de la noción filosófica sobre democracia. Entre sus cargos oficiales destaca el de ser canónigo y arcediano de la catedral de La Habana en donde murió en 1844 no sin antes regalar la campana y el reloj de su ciudad natal.
Su carrera como parlamentaria estuvo marcada por su participación en varias comisiones de Cortes como la de Empleos y Pensiones, compuesta por cinco diputados y creada el día 18 de febrero de 1811; o las comisiones de Alhajas de la Iglesia, Honor, Arreglo de provincias y Seminario para las islas Canarias.
Dicha situación nos ubica de manera estratégica de cara al 2010, en el reencuentro con el bicentenario de las revoluciones americanas. El cual de nueva cuenta se tornan protagónicas todas aquellas aportaciones que desde el archipiélago se conjuntaron con las inquietudes libertarias de la Nueva Espa-ña y que de facto anuncia una nueva era de discusión en torno a la pertinen-cia de los participantes en las Cortes de Cádiz y de su repercusión inmediata en los cambios que se dieron en las regiones que España dominaba en Amé-rica. Los isleños, que también habían pasado por un periodo de sujeción colonial procedente de la Península encontraran en el documento de referen-cia una ocasión propicia para su independencia definitiva.
Sobre los redactores de la constitución poco se sabía de ellos en tanto que su procedencia acusaba diferentes orígenes en el entorno de la Península y del archipiélago canario, y por supuesto de las tierras ultramarinas, de diver-sos sectores, clero, comercio, política, medicina, electos por la sociedad es-pañola de aquel entonces y por las autoridades locales, con la encomienda de marcar el rumbo de un pueblo inmerso en un contexto histórico complicado, en guerra permanente bajo un régimen ya caduco pero compartiendo un mismo sentido ideológico de incipiente democracia.
UN DESENLACE NO ANUNCIADO
En conclusión y retomando el personaje con el cual iniciamos esta disertación, Francisco de Miranda, hemos de decir que la mayoría de cana-rios en América fueron innovadores en los diversos campos de la actividad humana, pero este invaluable aporte no fue debidamente aquilatado por sus contemporáneos, que les negaban el acceso a su cerrado círculo, llamándolos despectivamente “isleños”.
Sin embargo, los oriundos del archipiélago, con sus ideas de progreso y sus modernos sistemas de producción, ya no encajaban en el arcaico mundo XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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colonial, aferrado a un pasado cuasi medieval donde importaba más el linaje que la capacidad creadora.
En buena medida, esta visión del mundo fue la responsable de la debacle del imperio español, que no pudo asimilar las nuevas ideas y continuar su existencia, como en su momento lo hizo el imperio británico.
Ese rechazo que Francisco de Miranda sintió en carne propia al ver las humillaciones a que fue sometido su padre, quien tuvo que recurrir al mismo rey para que le fuera autorizado servir como capitán de milicias, lo movieron a emigrar y recorrer el mundo, incorporándose a la revolución norteame-ricana, a la francesa y a ser precursor del movimiento emancipador hispano-americano para crear una nueva sociedad donde todos tuviesen cabida, incluidos por supuesto los canarios. El archipiélago canario en el contexto…
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ARCHIVOS
AGN: Archivo General de la Nación
AMA: Archivo Municipal de Alvarado
AMT: Archivo Municipal de Tlacotalpan
AHV: Archivo Histórico de Veracruz
ANO: Archivo Notarial de Orizaba
ANM: Archivo Nacional de Madrid
AHP: Archivo Histórico de Puebla El archipiélago canario en el contexto…
1839
NOTAS
1 Peer Schmith Erfurt: Una vieja élite en un nuevo marco político. El clero mexicano y el inicio del conservadurismo en la época de las revoluciones atlánticas. 1776-1821. México, COLMEX, 1998, p. 2.
2 Fermín Goñi: Los sueños de un libertador, México, Roca Editorial, 2010.
3 Hernández: 1997, 78.
4 Francisco Morales Padrón: “De Canarias a Veracruz”. Prólogo al libro De hortelanos a piratas, de Abel Juárez Martínez, Las Palmas de Gran Canaria, 2007.
5 General de la Nación. Año 1754, Vol. 974, Exp. 13, foja 666.
6 Manero: Vidas de ilustres mexicanos del siglo XVIII 1956, p.32.
7 Froldi: Un sermón y una carta sobre la supresión de la Compañía de Jesús. 2005, p. 43.
8 Decorme: Historia de la Compañía de Jesús en la república mexicana durante el siglo XIX. 1914, Tomo I4, p.55.
9 AGN. Real Audiencia. Despacho del virrey marqués de Casafuerte, enviado al goberna-dor de la provincia de Tejas y en su ausencia al capitán del presidio de San Antonio de Béjar, 28 noviembre de 1730.
10 González Fariñas: Ensayo sobre la colonización de la provincia de Tejas. Universidad de La Laguna, 2007.