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CONSTRUCCIONES Y (RE)PRESENTACIONES DEL ESPACIO LABORAL EN GRAN CANARIA. UNA PERSPECTIVA DESDE LA MEMORIA Y LOS DISCURSOS DE GÉNERO
CONSTRUCTIONS AND (RE)PRESENTATIONS IN THE SPACE OF LABOUR ACTIVITIES IN GRAN CANARIA. UNDER THE POINT OF VIEW OF THE MEMORY AND GERDER DISCOURSES
Rita María Hernández-Aguiar
RESUMEN
Esta comunicación analiza las cons-trucciones y (re)presentaciones en el es-pacio de las actividades laborales del sector primario. A través de la memoria, los agentes sociales construyen y (re)-presentan un pasado laboral, que fomen-ta la nostalgia, y que tergiversa su signi-ficado cultural.
PALABRAS CLAVE: memoria, activi-dades laborales, espacio, representacio-nes.
ABSTRACT
This paper analyzes constructions and (re)presentations dealing with labour activities included in the primary sector. Memory plays an important role when talking about social agents: they cons-truct and (re)present the labour past that promotes nostalgia and misrepresents, however, its cultural meaning.
KEYWORDS: memory, labour activities, space, representations.
INTRODUCCIÓN
La profusión de (re)presentaciones relativas a las actividades laborales, que se han producido en el sur de Gran Canaria durante las dos últimas décadas (1990-2010), constituyen la base de esta investigación. En concreto, se analizan las construcciones y (re)presentaciones en el espacio público de
Rita María Hernández-Aguiar: Doctoranda del Dpto. de Ciencias Históricas, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Consejería de Educación del Gobierno de Canarias. Calle Gran Canaria, 45, Fuerteventura, 35600, rheragus@gobiernodecanarias.org
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las actividades laborales del sector primario, para ello se utilizan fuentes orales y visuales. En cuanto a las fuentes orales se refiere, estas proceden de las entrevistas realizadas a personas que han ejercido su actividad laboral en el cultivo del tomate, tomando como referente las historias de vida. Con respecto a las fuentes visuales están constituidas por las diversas esculturas y murales que representan a esta actividad económica, y se encuentran en espacios públicos, como son las plazas, los parques y, a las que se han añadido las rotondas. Por un lado, se mostrará cómo las construcciones y representaciones de las actividades laborales, se hallan insertas en un discurso de género. Por otro, cómo a través de la memoria, los agentes sociales construyen su realidad social y representan un pasado laboral, que fomenta la nostalgia, potencia una actitud distante con el pasado, tergiversando así su significado cultural. Además, se plantea una diferencia nítida entre las prácticas discursivas orales de los agentes sociales, que están relacionados directamente con las actividades laborales del sector primario, y la memoria representativa de las mismas.
MARCO TEÓRICO-CONCEPTUAL
Ciertamente, la memoria se ha convertido en un tópico a estudiar por el mundo académico, y abarca numerosas disciplinas, aunque también tiene una repercusión fuera de este ámbito. Por ello, habría que cuestionarse cómo se entiende la memoria en diferentes culturas y contextos históricos, y entender su relevancia en el discurso actual. La memoria como tal, ha sido empleada en la historia oral y no necesariamente se la identificado con la memoria escrita.
Al utilizar la memoria para “re-construir” el pasado laboral de un espacio geográfico, se manifiestan los sesgos propios de la información, que es aportada por diferentes agentes sociales. La visión subjetiva de los mismos, más o menos elaborada de la realidad, local y global. Estas aportaciones de los agentes sociales sobre un sector agrario, como es el del cultivo del tomate, nos muestran los sesgos en los que se identifican los procesos históricos. En esta investigación partimos de la memoria, como elemento que selecciona los recuerdos, les otorga una relevancia específica según se ordenan, y que, además, establece conexiones entre lo local y lo global.
Debemos, por ello, reflexionar sobre la perspectiva del informante que narra su historia, que nos cuenta cómo cree que sucedieron las cosas, mezclando lo que deseaba hacer, lo que realmente hizo, y cómo lo interpreta desde el presente (Portelli, 1998: 57-58).
Al considerar estas informaciones como una técnica narrativa, los investigadores sociales la presentan como una estrategia para lograr el distanciamiento y atenuar la subjetividad. Mientras que aquellos que la Construcciones y (re)presentaciones del espacio…
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consideran una parte de las entrevistas en profundidad para obtener información de las personas, la ubican dentro de la historia oral y biográfica. Es evidente que el conflicto radica en si se reflexiona, de una forma más o menos profunda, en las condiciones históricas en las que se insertan los relatos biográficos.
El reducir los sesgos en el producto de la memoria, es decir, en las construcciones y representaciones que se hacen en base a los recuerdos1, y que surgen en los relatos biográficos, implica corregir una reconstrucción del pasado. Aunque no solamente hay que considerar la memoria personal, individual, sino incorporar esta a la memoria colectiva, al grupo (Fernández Prieto, 1997:68). Algunos científicos consideran la memoria colectiva como aquella que se genera en la vida privada, a partir de la delimitación de roles de coexistencia de los miembros de una familia (Pérez Taylor, 2002: 110-111). Sin embargo, los recuerdos también son evocados desde afuera de ese grupo doméstico, y el grupo o comunidad del que se forma parte, colabora, ofreciendo los medios para la reconstrucción de esos recuerdos. De ahí que exista una memoria colectiva, y que los marcos sociales de la memoria, en cuanto nuestra memoria individual sea ayudada a insertarse en una memoria colectiva a través del grupo. Los marcos colectivos serían, por tanto, la combinación de los recuerdos individuales (Halbwachs, 2004: 9).
Toda memoria es una reconstrucción social, que une pasado y presente, individuos y colectividad. Se convierte así en un capital social, en el que el pasado es reconstruido de acuerdo a los intereses, creencias y problemas del presente. De ahí se deduce que la memoria vive rehaciendo constantemente su pasado. Funciona siguiendo un proceso de combinar imágenes del pasado, basado en la persistencia y en el cambio, y, por tanto, habría que distinguir entre memoria colectiva y memoria histórica. Esta es la cuestión clave, que tenemos que detectar en el análisis, cuando empleamos las historias de vida.
La memoria histórica, constituirá una parte de la memoria colectiva, y se caracteriza por una conceptualización crítica de acontecimientos de signo histórico compartidos colectivamente y vivos en el horizonte referencial del grupo (Colmeiro, 2005: 15-18). La memoria no sólo se basa en palabras, sino también en imágenes, las cuales nos ofrecen una narración visual (Passerini, 2010: 462). Por ello, podría considerarse que la memoria colec-tiva manifiesta el conjunto de representaciones, imágenes y discursos orales de un grupo social. Ambas reflejarían los procesos históricos y los cambios sociales. Además, es en esta relación donde la memoria entrelaza las imáge-nes de lo local, lo nacional y lo transnacional para reconstruir el pasado.
La memoria se relaciona también con el género, y desde la década de los años 70, el término se trasladó del activismo político a la historia de la cul-tura y a los estudios sobre cultura en general y, más específicamente, a los estudios de género (Passerini, 2010: 459). En este sentido, el objetivo de los XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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estudios de género en la última década ha estado dirigido a la historia oral, las historias de vida y la memoria con resultados fructíferos (Leydesdorff, 2009: XIV). Aunque se evidencian dificultades para adecuar conceptual-mente la cuestión de género y memoria, las características diferenciadoras de género en las memorias de hombres y mujeres se muestran en el lenguaje empleado en sus relatos. La memoria incrementa la comprensión de una forma de pensar, centrándose menos en lo que se dice, y más en cómo se narra. Ligado a la dificultad de género y memoria hay que preguntarse la causa de que algunas memorias prevalezcan sobre otras, y qué les aporta un mayor significado. Este es palpable en la relación poder y memoria, que se entrelazan de una forma sutil, y reflejan los espacios de poder de hombres y mujeres en su vida diaria, y en los diferentes niveles del discurso público (Leydesdorff, S.; Passerini, L.; Thompson, P. 2009: 2-12). Esta evidencia se refleja en las diferentes (re)presentaciones que se analizan en este trabajo.
El discurso de género y la memoria crean espacios donde se entrecruzan (re)presentaciones del pasado reciente y del presente: Por un lado, la actividad laboral ligada al cultivo del tomate, y, por otro, las prácticas discursivas visuales sobre la igualdad de género.
La representación constituye una de las principales prácticas para producir cultura, y se sirve del lenguaje, produciendo e intercambiando significados. Así, el lenguaje se convierte en el lugar de depositar valores culturales y significados, y opera como un sistema de representaciones. Sig-nos, símbolos, sonidos, e imágenes, así como objetos están para representar a otros, nuestros conceptos, ideas y sentimientos. En todas las culturas hay una gran diversidad de significados, que pueden ser interpretados o representa-dos de diferentes maneras (Hall, 2003: 1-2). Las representaciones del pasado implican, que este afecte al presente por muchas más vías que las que podamos imaginar. Así pues, se moviliza una retórica del pasado con una utilidad política, y donde la memoria entendida como la esfera de nuestra vida diaria, tiene su propio discurso político (Boyarin, 1994: 2).
Los espacios físicos que se crean para las representaciones van asociadas a términos como “tiempo” y “lugar”. Desde la geografía cultural J. Agnew (1987; 2002) propuso las dimensiones requeridas para que un espacio se convierta en “lugar”. Por un lado, la dimensión de una localización concreta, que se pueda ubicar y que sirva de nexo entre el resto de dimensiones; por otro lado, la dimensión de lo “local”, establecido como sinónimo de lugar, y descrito como forma auténtica del espacio, representado por sus calles, par-ques, y las actividades laborales y recreativas asociadas al mismo; y, por último, la dimensión de la sensación o sentimiento de “lugar”, que compren-de el vínculo que establecen las personas con respecto a un lugar específico, un vínculo personal y emocional. Las relaciones sociales están construidas en lugares físicos o locales, como el hogar, la escuela, las zonas comerciales, Construcciones y (re)presentaciones del espacio…
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iglesias, espacios laborales, y lugares de ocio, que son cruzados constante-mente por los agentes sociales, que en su vida diaria entran y salen de los mismos. En estos espacios físicos se centra esta investigación.
Los “lugares locales” están enraizados en una sociedad, que comparte un territorio, y donde pueden encontrarse contrastes impuestos por los Estados u otras instituciones, que están organizadas territorialmente, y en redes socia-les de trabajo, que imponen acuerdos, en parte motivados por las divisiones del trabajo espaciales. Las experiencias comunes e identidades creadas, están cargadas de emociones y autodefiniciones, que son proyectadas en el espacio para producir distintivos geográficos de identidad o sentido de lugar. Esta acción distingue a los del lugar y, a los que no lo son, creando así mecanis-mos de exclusión. Y, esto no implica, que todos los agentes sociales de una comunidad sigan de forma pasiva las reglas locales, al contrario, las mani-pulan activamente, lo que las convierte en únicas para su contexto. Se trata, pues, de identificar la mezcla o la yuxtaposición de los “estímulos” para actuar en un “lugar” o matriz espacio-temporal, teniendo en cuenta que los rasgos característicos de un grupo social son asociados a un lugar con una intención (Agnew, 2002:20).
Son los espacios públicos como parques y plazas los escogidos para las (re)presentaciones, a las que se han incorporado recientemente, un nuevo espacio, las rotondas. Estas últimas muestran con nitidez cuáles son las imbricaciones políticas y económicas del presente con el pasado.
ANÁLISIS CUANTITATIVO
La acotación de los “lugares locales” para el estudio de la (re)presen-tación de las actividades laborales y sus espacios, queda sujeta al espacio geográfico del sureste grancanario, y comprende los municipios de San Bartolomé de Tirajana, Santa Lucía de Tirajana y Agüimes (cuadro 1).
Cuadro 1
REPRESENTACIONES ESCULTÓRICAS Y MURALES
MUNICIPIO
OBRA
AUTOR
FECHA
LUGAR
San Bartolomé de Tirajana
Homenaje a la mujer tirajanera
Luis Montull
1997
Parque
Homenaje a la mujer del sur
Giraldo
1998
Parque
Homenaje a la mujer canaria emigrante
Cristóbal Marrero Silva
1999
Parque
Mural de la Zafra
José Luis Artiles
1993
Casa cultural XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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Santa Lucía de Tirajana
Homenaje a la mujer rural
Ana Luisa Benítez
2006
Plaza
La empaquetadora de tomates
Ana Luisa Benítez
-
Plaza
Monumento a la aparcería
S. Vargas
1993
Acera
Homenaje a la aparcería
Juan Gonzá-lez, Paula C. González, Néstor Cuen-ca, Víctor Navarro G
2000
rotonda
Mural “Romería de los Labrado-res”
José Luis Artiles
-
avenida
escultura la Zafra
Juan González
-
rotonda
Agüimes
Monumento El Futuro es Mujer
Paco Suárez
-
Mirador Las Crucitas
mural Aparceros
-Al estilo de José Luis Artiles
-
avenida
Empaquetadoras de tomates
Paco Suárez
2007
rotonda
Fuente: Elaboración propia basada en el trabajo de campo, 2010.
La metodología desarrollada para su estudio se basa en la elección de dos escenarios o espacios donde se (re)presenta el espacio laboral. Por un lado, las zonas públicas como plazas y parques, y por otro, un espacio en las vías de comunicación, las rotondas. A continuación se ha optado por la (re)presentación de una actividad laboral concreta, circunscrita al sector primario, como es la del cultivo del tomate, y aquellas (re)presentaciones referentes a la “mujer”. Posteriormente, se establece el marco cronológico de la “escenificación” del espacio laboral, y la ubicación de la misma. Y, finalmente, se relaciona dichas (re)presentaciones con los procesos de cambio político y económico del espacio local, y global, avanzando las primeras interpretaciones.
(Re)presentaciones en San Bartolomé de Tirajana
a) (Re)presentaciones sobre la mujer: (1997) Homenaje a la mujer tirajanera, autor Luis Montull. (1998) Homenaje a la mujer del sur, autor Giraldo. (1999) Homenaje a la mujer canaria emigrante, autor Cristóbal Marrero Silva. Construcciones y (re)presentaciones del espacio…
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b) (Re)presentaciones sobre el cultivo del tomate: (1993) Mural de la Zafra, autor José Luis Artiles.
(Re)presentaciones en Santa Lucía de Tirajana
a) (Re)presentaciones sobre la mujer: (2006) Homenaje a la mujer rural, autora Ana Luisa Benítez. (Sin datar) Empaquetadora de tomates, autora Ana Luisa Benítez.
b) (Re)presentaciones sobre el cultivo del tomate: (1993) Monumento a la aparcería, autor S. Vargas. (2000) Homenaje a la aparcería, autores Juan González, Paula C. González, Néstor Cuenca, Víctor Navarro G. (2008) Mural “Romería de los labradores”, autor Jose Luis Artiles. (Sin datar) escultura la Zafra, autor Juan González.
(Re)presentaciones en Agüimes
a) (Re)presentaciones sobre la mujer: (Sin datar) monumento “El futuro es Mujer”, autor Paco Suárez Díaz.
b) (Re)presentaciones sobre el cultivo del tomate: (Sin datar) mural Aparceros, autor desconocido. (Sin datar) Monumento a la aparcería, autor desconocido.
Finalmente, realizaremos el análisis interpretativo de las (re)presenta-ciones de los espacios y las actividades laborales, seleccionados para este trabajo, y esbozaremos las primeras conclusiones al respecto.
ANÁLISIS INTERPRETATIVO
Centrándonos en la hipótesis que considera a la memoria como un elemento de creación de espacios y ligada al discurso, se muestra en el análisis de las obras representadas, las relaciones de género establecidas en el pasado y en el presente.
En primer lugar, destacamos los “homenajes” a las mujeres en las diferentes obras que reflejan un discurso de género, y en las que se entre-mezclan el pasado y el presente, así como visiones particularistas de las mismas.
En el municipio de San Bartolomé de Tirajana las obras se ubican predominantemente en espacios públicos como parques y plazas, como el parque Casa Condal o el parque San Fernando, o en la Casa Cultural El Tablero, que también posee una plaza. El mural de la Zafra (figura 1) que se encuentra en esta Casa Cultural, nos ofrece imágenes de hombres, mujeres y niñas empleados en la recogida del tomate. Esta imagen discursiva se XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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localiza también en las prácticas discursivas orales, tanto masculinas como femeninas. Un informante afirma que “las mujeres las tenían en los tomateros, quitando masti o quitando caña. Trabajo distinto. Pero también iban a despedregar. Las mujeres también ‘despredegaban’ con una cesta igual que los hombres. Allí sí, allí trabajaba todo el mundo palante”. Mientras una informante apunta, “yo empecé a trabajar a los 12 años. Y, pero, yo trabajaba sin ganar ningún sueldo, porque no me podían pagar. Em-pecé... amarraba los tomateros, era tan chica, que amarraba los tomateros a la primera caña, y en la segunda caña los amarraban mis hermanos, porque yo no alcanzaba”.
Figura 1: Mural de la Zafra, 1993, de José Luis Artiles. Casa Cultural El Tablero. San Barto-lomé de Tirajana. Foto propia, 2010.
Sin embargo, en el conjunto de esculturas (figura 2 y 3) de la rotonda de Balos en el municipio de Santa Lucía, se nos muestra la misma actividad económica, con una imagen discursiva que difiere del anterior discurso oral. En este conjunto el hombre es el que realiza el trabajo, mientras la mujer, apartada, mantiene en brazos a un bebé. Los informantes cuentan como se pasaban de la mañana a la noche en los tomateros, y como “en aquel tiempo (…) se morían mucho los niños, se moría y no se sabía por qué, después tuve otro embarazo, el tercer, se me murió el niño, ya tenía once meses…” Los niños, mientras eran muy pequeños, permanecían cerca de los cultivos, y, en ocasiones poco vigilados.
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Figura 2 y 3: Escultura de la Zafra (sin datar), de Juan González, ubicada en la rotonda de Balos, Avenida del Atlántico, Santa Lucía de Tirajana.
Foto propia, 2010.
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Este tipo de representaciones diferenciadas, mantienen una lógica discur-siva, entre lo que son auténticos espacios públicos compartidos, como parques y plazas, donde una comunidad se relaciona, y un espacio cuya función es la del control del tráfico, como es la rotonda, y con el que no se establece ningún tipo de vínculo. Esta creación de nuevos espacios públicos, como los de la construcción de rotondas, se justifica porque esa construcción genera una mayor inversión de dinero, al que se suma el empleado en su ornamentación y mantenimiento (Canosa Zamora; García Carballo, 2009: 250; 258).
Sin embargo, los intereses económicos y/o políticos de estas (re)presen-taciones, quedan ocultas también en el discurso estético, como se refleja, por ejemplo, en el municipio de Agüimes, cuando se afirma que se trata de “em-bellecer los rincones y el paisaje”2. Y, como se aprecia además, en la figura 2, donde se percibe alrededor de la rotonda, un paisaje urbano desordenado, y no integrado, porque se trata de un lugar de vía secundaria, donde destaca el mal estado del asfalto, y hallarse rodeado de algunos almacenes.
En cuanto al efecto social de los discursos de género, son evidentes en las representaciones dedicadas a la mujer: “la mujer rural”, “la mujer tirajanera”, “la mujer del Sur” (figura 4), “la mujer emigrante”, “el futuro es mujer” (figura 5), “empaquetadoras de tomates”, constituyen algunas de las muestras discursivas visuales. Sin embargo, esas conmemoraciones y homenajes por parte de un grupo de la comunidad, no encuentra eco en los discursos de las mujeres y hombres empleados en el pasado en el cultivo del tomate, o en otras actividades laborales del sector primario. Y, esas (re)presentaciones al carecer de contexto, pierden también su significado cultural, por lo que no llegan a constituir un símbolo de identidad, dado que los hechos negativos del pasado que presentan, no desean ser revividos por sus protagonistas (Winter, J. 2010: 313). De hecho, son negativamente señalizados en una ubicación de la memoria colectiva con intensidad, como se muestra en una historia de vida, donde el discurso masculino expresa: “Y después me fui otra vez al sur (…) Y entonces empecemos una vida allí, venga, una vida de perros, (…), así como se trabajan los mulos, igual. Porque yo me pasaba quitando piedras, arreglando tierras…” Lo que es reafirmado por una historia de vida de una mujer: yo decía: “mis hijos aquí no vienen a arrancar yerba a los tomateros, la yerba esta... la arranco yo”.
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Figura 4: Homenaje a la mujer del Sur, 1998, de Giraldo, ubicada en el parque de San Fer-nando, San Bartolomé de Tirajana. Foto propia, 2010.
Figura 5: Monumento El Futuro es Mujer, 1997, de Paco Suárez Díaz, ubicada en el mirador de Las Crucita, Agüimes. Foto propia, 2010. XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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En contradicción con este rechazo a las actividades laborales del pasado reciente, una parte de los agentes sociales de la comunidad construyen unas (re)presentaciones que “conmemoran” esas actividades y sus protagonistas anónimos. Esos discursos visuales, son, incluso, presentados como patri-monio cultural de la comunidad3, sin tener en cuenta, el discurso oral.
Esto conlleva una pérdida de contexto, y de significado cultural, así como la destrucción de la conexión directa con la vida, promocionando un modo de observación con una estética alineada, e instiga una actitud pasiva hacia el pasado (Malouvre, 1999: 1-2). A todo esto contribuye la situación de este tipo de discursos visuales en las rotondas, lugares no compartidos, y que ofrecen una visualización fugaz e inconexa de su contenido (figura 6). Sin embargo, estas construcciones significan para una parte de los agentes sociales una fuente de trabajo; para otros, el realce del poder político que ha realizado el encargo (Canosa Zamora; García Carballo, 2009: 255). Y, que además, se utilicen esos discursos visuales en nombre de las tradiciones, y como forma de oponerse a la modernidad, una muestra semántica para neu-tralizar su significado real. Aunque García Canclini (2001: 266-275) afirma que los monumentos abiertos ubicados en el espacio urbano, refiriéndose al espacio público, favorecen la interacción de la memoria con el cambio, los conjuntos monumentales de una rotonda no ejercen la misma interacción.
Figura 6: Rotonda de Balos, Santa Lucía de Tirajana. Foto propia, 2010.
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CONCLUSIONES
El espacio “local” quedó desde la década de los 90 enmarcado por los cambios políticos y económicos, que crearon un “espacio globalizado”4, y ejemplo de ello son las imágenes discursivas, que intentan reproducir el pa-sado, y que, al mismo tiempo, lo (re)presentan.
Las representaciones ligadas a espacios públicos, que son compartidos por una comunidad, se acercan más a la visión que estos tienen de sus pro-pias actividades laborales. Mientras que aquellos espacios creados, como las rotondas, en su mayor parte sin necesidad, y que responden a motivos económicos y/o políticos, se alejan de esa perspectiva. Y, ocultan las accio-nes políticas y económicas del presente, en la (re)presentación del pasado reciente a través de la creación de símbolos de identidad y de discursos esté-ticos.
Al mismo tiempo, se pone de manifiesto, cómo los procesos históricos y los espacios laborales están determinados por las relaciones de poder entre los grupos que conforman una comunidad, y como estos son reflejados en las políticas locales. Pero el riesgo de concluir convirtiendo, por un lado, a la mujer en un “discurso estético” a través de su “visualización anónima” en las (re)presentaciones, y, por otro, el hecho de potenciar unos discursos visuales de las actividades laborales del pasado reciente, desprovista de su contexto, debería hacernos reflexionar sobre los intereses de los agentes sociales. Y, sobre, como estos imponen sutilmente su discurso nostálgico a un grupo social, que fue mayoritario, y sigue siendo anónimo. XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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NOTAS
1 En este sentido, no sólo habría que considerar los recuerdos, sino también los “olvidos”, que son utilizados en las reconstrucciones del pasado.
2 Consultar la página web del Ayuntamiento: http://www.aguimes.es/modules.php?mod=portal&file=ver_contenido&id=1824
3 En la página web del Ayuntamiento de Agüimes se clasifica como “Patrimonio Cultural” y “museo al aire libre” este tipo de (re)presentaciones.
4 De hecho, se inician en esta década los estudios relacionados con la práctica social urba-na enlazada con la representación de los espacios urbanos, generándose el concepto de “transnacionalización cultural”, para un análisis más profundo consultar: Beck, 1998; Provansal, 2000; García Canclini, 2001.