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CÓLOGAN Y TAVIRA: LOS COMIENZOS DE UN
JOVEN ILUSTRADO
CÓLOGAN AND TAVIRA: THE BEGINNINGS OF A
YOUNG ILLUSTRATED
Alejandro Martín Perera
José Antonio Ramos Arteaga
Carolina Real Torres
RESUMEN
A finales del siglo XVIII coinciden en
Tenerife dos personalidades del mejor
impulso ilustrado que han conocido las
islas: el obispo Tavira y un jovencí-simo
Bernardo Cólogan. Si del primero
hay abundantes noticias sobre su pro-grama
reformista (no sólo religioso),
del segúndo, sólo teníamos sucintas
referencias a su labor local en el Puerto
de la Cruz. El “Elogio” que Cólogan
dedica al obispo permite comprobar
que la agenda ilustrada del religioso es
uno de los principales acicates (quizás
su inspiración) para el político y co-merciante
de origen irlandés. Esta
comunicación persigue desvelar estas
articulaciones en el marco de la ilustra-ción
canaria.
PALABRAS CLAVE: ilustración canaria,
educación, Antonio Tavira, Bernardo
Cólogan.
ABSTRACT
At the end of the 18th century two best
illustrated momentum personalities who
have known Islands match in Tenerife:
Bishop Tavira and a very young Ber-nardo
Cólogan. If the first is abundant
news on its reform programme (not only
religious), the second, we had only brief
references to your local work in the
Puerto de la Cruz. The Cologan “Elogio”
dedicated to Bishop allows you to check
that illustrated the religious agenda is
one of the main drivers (perhaps inspi-ration)
for political and trader from Irish
origin. This communication seeks to
uncover these joints within the Canarian
illustration.
KEYWORDS: canarian illustration, edu-cation,
Antonio Tavira, Bernardo Cólo-gan.
Alejandro Martín Perera: Doctorando en el Departamento de Historia de la Universidad de
La Laguna. a.martinperera@gmail.com
José Antonio Ramos Arteaga: Profesor Contratado en el Departamento de Filología Española,
Universidad de La Laguna. queroneatfe@hotmail.com
Carolina Real Torres: *Profesora Titular en el Departamento de Filología Clásica y Árabe,
Universidad de La Laguna. carrel@ull.es
XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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En junio de 1795, dentro de su intensa agenda pastoral por las islas, el
obispo Antonio Tavira y Almazán visita el Puerto de la Cruz. Es un
momento especialmente dulce en el desarrollo de esta localidad portuaria
que aún recibía el nombre de Puerto de La Orotava. El comercio marítimo,
las inversiones en infraestructuras urbanas y el asentamiento de una boyante
burguesía con aspiraciones no sólo económicas hacen del Puerto de la Cruz
la ciudad con mayor empuje del período1.
El historiador José Agustín Álvarez Rixo, fuente ineludible del periodo,
nos cuenta de esta visita:
Llegado el mes de junio estuvo en visita pastoral el Ilustrísimo
Señor don Antonio Tavira y Almarán, Obispo de estas islas, sujeto
muy distinguido por su sabiduría. Advirtió lo poco decorados que
estaban algunos de los altares del cuerpo de nuestra parroquia,
mandó a sus dueños que lo reformasen y como no lo hicieron se
quitaron. El uno de ellos era un solo cajón con una imagen dentro.
Su Ilustrísima visitó la escuela de primeras letras que daba gratis el
Presbítero don Juan Agustín de Chaves en la calle del Norte, donde
vivía, número 40, a quien aprobó su caritativa ocupación
entregándole cincuenta pesos corrientes para que repartiese con los
discípulos pobres, lo cual se verificó desde luego. Asimismo le
dijo: señor Chaves, puesto que usted es un hombre ingenioso y
entiende de libros, le doy el encargo de que los forme para la colec-turía
de esta parroquia, por no estar los antiguos con el esmero que
corresponde. Dicho don Juan que era colector, encuadernó los que
desde aquella fecha sirvieron en la iglesia que parece que fueron
costeados por el propio ilustre prelado, quien en otras varias
determinaciones dio a conocer sus sentimientos cristianos y filan-trópicos.
Entonces el joven don Bernardo Cólogan Fallon, sensible a los
merecimientos de este excelente varón, escribió un poemita latino
en su elogio, sobre todo por el deseo de propagar la instrucción
pública asaz descuidada en nuestro país2.
Este “poemita latino” del que habla Álvarez Rixo será el motivo de
nuestro trabajo, primer paso a la publicación crítica del mismo. Su autor,
Bernardo Cólogan Fallon, era en ese momento un joven de veintitrés años,
muy comprometido con la vida cultural de la ciudad (organización de grupos
poéticos, sesiones festivo-teatrales, veladas musicales, etc.), pero con aún
escaso relieve en la vida pública de la misma. Frente a él, una de las figuras
más controvertidas del reformismo católico de la época: el obispo Tavira3. El
prelado, nombrado por el papa Pío VI en 1791, después de su llegada a Gran
Cólogan y Tavira…
875
Canaria ya había impulsado grandes cambios en las parroquias de
Fuerteventura y Lanzarote, también había visitado el resto de la islas. Tras
viajar a La Gomera, regresa a Tenerife para terminar su agenda pastoral4. Es
en este marco de agitada implicación con sus fieles y la iglesia canaria en el
que se da el encuentro entre el joven Cólogan y Tavira.
Otras son las referencias a este poema que encontramos en la bibliografía
sobre el período:
En julio de 1795, en que se hallaba el Ilmo. Señor don Antonio
Tavira y Almazán, obispo de estas islas, orador muy sabio y
célebre, que tenía orden del gobierno para promover la instrucción
en la provincia, don Bernardo Cólogan Fallon compuso y dedicó
en celebridad de su día 13 del mismo mes un poemita latino en
honor de este insigne prelado, cuya obrita se cree consultada con
don Bartolomé Miguel de Arroyo, su amigo, por ser un buen latino,
a la par que feliz poeta y parece fue impreso en la ciudad de La
Laguna por Miguel Ángel Bazzanti, impresor de la Real Sociedad
de Tenerife5.
Con relación a este poema, anotemos que cuando don Graciliano Afonso
publica su libro Las hojas de la encina o San Diego del Monte. Leyenda ca-naria,
incluye en ella una Oda al Teide, compuesta el 6 de junio de 1837,
que encabeza con una «Advertencia preliminar», alusiva a los poetas cana-rios
que no se han ocupado del pico de Tenerife, para los que tiene, nomina-tim,
muy duras críticas. Pues allí dice:
Sólo me acuerdo haber leído, estando aun en el Colegio Seminario,
unos hermosos exámetros latinos del también malogrado don
Bernardo Cólogan, nacido asimismo en el puerto de la Orotava en
las faldas del Pico, en elogio (y no desmerecían de su grande
objeto) del prelado más digno de ser alabado, corona del clero
español, del ilustrísimo señor Obispo de Canarias don Antonio
Tavira. Allí se leen algunos versos que pintan al Teide elevado, sus
amenas faldas y las ninfas y musas canarias danzando alegres al
contemplar cuánto podían esperar de un tal patrono de las ciencias,
de las que él mismo era una viva enciclopedia.
Es muy reciente la memoria del malhadado Cólogan para que toda
la presente generación no llore la temprana muerte del sabio y
discreto amigo de Talia y Melpómene; y estoy persuadido que si su
salud, negocios de su largo comercio, y mejor suerte en sus amores
hubieran dejado encender tranquila su hoguera poética, el Teide
XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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hallase en él su Pindaro u Horacio vengador, si no en el idioma del
cantor de la Flor de Gnido, del de las ruinas de Itálica, del Joven de
Austria, de la Profecía del Tajo o de otros célebres modernos, a
causa de su educación en países extranjeros, a lo menos en el de
aquel que pintó el Atlas soberbio, y a Mercurio alado volando
sobre su corona de verdes pinos, de los ríos corriendo por su barba
y ésta con eternas nieves, y de los imitativos sublimes versos de los
mugidos horrorosos del Etna siciliano; o de Triphón gigante, en su
centro revolviendo su encendida espalda; lanzando su llama
arrebatadora, que lame las estrellas Es preciso haberle conocido
para calcular el tamaño de la pérdida y para no maldecir eterna-mente
las causas de su prematura ruina
Varium ac inmutabile
Semper faemina . .
Fuerza, lenguaje, harmonía estudiada, delicadeza, todo acompa-ñaba
y formaba el carácter de este poeta, ministro de Temis6.
El 13 de junio de ese mismo año dedicó un poema, también latino,
al ilmo. Sr. D. Antonio Tavira y Almazán, Obispo de Canarias, en
su onomástica, con motivo de su visita al Puerto de la Orotava. En
él, en 212 versos, pide la protección de Tavira para las Escuelas
públicas recién establecidas en Canarias por el Gobierno de Su
Majestad. En dicho poema, Bernardo Cólogan elogia “Al Sr.
Obispo D. Francisco N..., predecesor del Sr. Tavira, que obtuvo la
Real Orden para el establecimiento de un Colegio para la
instrucción literaria de la juventud isleña, sin tener ésta que
ausentarse lejos de sus padres y patria para saber algo (como le
había sucedido al mismo Cólogan)”. Debe referirse el autor a don
Francisco Xavier Delgado y Venegas, que ocupó la Sede de
Canarias desde 1761 a 1768, y que trasladado a Sigüenza fue
Cardenal desde 1778. Lo decimos por ser el único Francisco que
figura entre los meditaos predecesores de Tavira7.
Todas estas referencias, en especial, la de Graciliano Afonso insisten en
que, aparte de su valor como poesía de circunstancia, estamos ante una com-posición
que persigue ensalzar uno de los principales objetivos del
reformismo ilustrado: la educación8.
El poema es conservado tanto en copias impresas como manuscrito. Las
primeras en la imprenta de Buzzanti9, el manuscrito en una colección poética
realizada por Pereyra Pacheco10.
Cólogan y Tavira…
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El fondo Zárate-Cólogan depositado en el Archivo Histórico Provincial
de Tenerife no posee ningún testimonio, al igual que el fondo Arroyo en la
misma institución.
El poema puede ser caracterizado como un logrado ejercicio de poesía
laudatoria. El hexámetro, verso escogido para la composición, es el metro
usual en las composiciones épicas (imitación del colegial Virgilio) y ese
parece ser el objetivo de Cólogan: pintar a Tavira como un héroe cultural
capaz de instaurar la instrucción necesaria en las islas. A un lector moderno
el halago puede parecer excesivo, sin embargo tenemos que tener en cuenta
dos factores que ayudan a contextualizar esta composición entre las prácticas
habituales del momento: por un lado, el retorno a la latinidad clásica como
modelo del buen decir y de la herencia más prestigiosa es una de las
aspiraciones de los autores del XVIII (en contraste, por supuesto, con el
vilipendiado latín de las iglesias que había transformado la lengua de Roma
en un galimatías, a decir de muchos ilustrados, entre ellos muchos eclesiás-ticos).
Conociendo la preocupación de Tavira por la pésima educación que
se daba en Latín11, este texto es un guiño de Cólogan a los modelos
prestigiosos aprendidos durante su juventud en el colegio de Navarra de
París, con Horacio y Virgilio como maestros12.
Por otro lado, el contenido del poema es desplegado como una lucha
titánica entre las luces que traen las bellas letras, la instrucción, y lo informe
del estado natural; de ahí ese carácter heroico del prelado. No estamos, pues,
ante sutiles juegos eruditos; por el contrario, se trata de de una puesta en
escena de complicidades entre un entusiasta de los nuevos tiempos y un
destinatario al que presupone iguales inquietudes. Para Cólogan, el obispo
Tavira, con su participación en instituciones como la Real Sociedad de
Amigos de País, su firme propósito de luchar contra formas degradadas de la
religiosidad13 o los gestos que tuvo en su población durante la visita (narra-dos
arriba por Álvarez Rixo), será un referente en su formación: el calificati-vo
peyorativo de “afrancesado” que aplicaron a ambos su contemporáneos,
salvando las distancias, es bastante elocuente.
Esta entrega a la actividad pública con carácter reformador que aparece
en el poema, se repetirá más adelante en otro texto de Cólogan de naturaleza,
también, laudatoria. En su Elogio a Benavides, Bernardo Cólogan tras un
extenso recorrido por la vida del militar canario Antonio Benavides (desde
sus hazañas juveniles hasta su dilatada labor política en América), termina
destacando que sus virtudes militares se vieron sobrepasadas por su interés
caritativo por la situación de la población desfavorecida, tanto en América
como en Canarias. Pese a que esta obra fue pieza ganadora de un concurso
organizado por la Real Sociedad Económica de Amigos de País y el interés
del autor está mediatizado por el premio, es indudable que el destacar los
orígenes sociales “honrados” del militar y su preocupación social por sus
XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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gobernados frente al mero relato bélico indica esa ansiedad burguesa de
Cólogan por los individuos que se forman a sí mismo o que destacan frente a
la mayoría (la actitud de Tavira frente al integrismo de su iglesia). Esta
manera de estar en el mundo será fundamental para entender muchas de las
acciones políticas del Cólogan que empezará a asumir en 1880 cargos de
responsabilidad pública.
Volviendo al poema en honor al obispo Tavira, podemos señalar en su
composición algunos elementos que redundan en este común campo
ilustrado desde el que Cólogan quiere interpelar a Tavira. Comienza el texto
con una exaltación de Francia que celebra al rey Francisco I no por su
irregular curriculum militar (cita la batalla de Pavía), sino por su apoyo
extraordinario a las artes y la cultura. Cólogan se hace eco en este caso del
importante papel que tuvo Francisco I en el mecenazgo renacentista.
También son citadas como naciones privilegiadas Alemania e Inglaterra.
Como podemos ver la triada tópica de las naciones ilustradas. Por supuesto,
tampoco falta Italia y el papado como mecenas.
El uso de una escenografía bucólica-pastoril como telón de fondo de esta
batalla por instaurar las luces es de ascendencia clásica como el uso de
deidades mitológicas confirma. Resultaría paradójica esta profusa utilización
de material mitológico pagano para exaltar la labor pastoral de un obispo
católico, pero no podemos olvidar que la restauración de la cultura latina por
literatura del período ha desactivado de cualquier valor teológico estas refe-rencias.
Estos “dioses” son, en suma, máscaras de conceptos (inteligencia,
justicia, guerra…) por todos consensuados. El propio Cólogan recreó en su
finca de la Paz una hermandad poética de corte horaciano en la que participó
su madre, sus hermanos y el erudito Arroyo.
También es importante señalar la idea nostálgica de una España que
conoció épocas de mayor lustre cultural frente a las otras naciones citadas.
Pero es, quizás, la dicotomía naturaleza/ingenio el elemento más significa-tivo
de esta alabanza. El problema de la naturaleza está en el corazón del
pensamiento dieciochesco. Frente al tópico panorama escolar de una ilustra-ción
que persigue domeñar a la naturaleza (con la tecnología, la ciencia, el
ingenio humano, las luces, en resumen), hay una ilustración naturalista,
reivindicadora de cierta virtud natural frente a los vicios de la comunidad
histórica humana. Muchos de los mejores pensadores del momento no logran
resolver esa tensión entre progreso humano y pérdida de su raíz natural.
En el poema Cólogan no parece interesarle un planteamiento ambiguo del
problema. Probablemente el interés por destacar la labor de Tavira a favor de
los estudios literarios en las islas lo obliga a usar un tipo de imágenes
maniqueas en las que todo lo que hace referencia a la naturaleza se entiende
como estado bruto o como oscuridad, mientras las obra del ingenio tiende a
despejar y organizar de forma provechosa dicho panorama natural. Algunos
Cólogan y Tavira…
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ejemplos nos ayudarán a verlo con claridad: “Así, dando vida con sus rayos
(se refiere a Febo, es decir, la poesía, el arte) a tantos campos estériles, a
tantas tierras desde hace tiempo áridas, los torna fecundos”, “Despejada la
niebla, aparecieron ante los ojos un millar de nuevas luces…”, “Una vez
disipada sin orden la niebla, una bárbara condición oscurecía a nuestros
antepasados, hasta que una edad más noble arrebató un claro augurio de luz
naciente”, “La Naturaleza no ofrecía voluntariamente las verdaderas semillas
de los rectos caminos sembradas en nuestras mentes”, “Sin embargo, a las
mentes despiertas inspira fuegos hasta hoy desconocidos; ya el ingenio había
nacido en un parto placentero”.
Pero si estas consideraciones no distinguen a este poema de miles de
composiciones similares del momento, en latín y romance, el uso que hace
de Canarias, y, en concreto, de Nivaria (por Tenerife) dentro de esta batalla
entre naturaleza e ingenio sí resulta novedoso. Ya Graciliano Afonso había
destacado la utilización del paisaje canario como concreción material de la
batalla. La orografía agreste de la isla se transforma en materia para ser
ordenada por las musas cuando se instauren los nuevos tiempos que Tavira
anuncia con su llegada. Incluso el devenir histórico de las islas participa de
esta apoteosis ilustrada. De esta manera los “antiguos colonos indefensos”
que fueron vencidos por el “fiero Marte”, ahora ya no serán sojuzgados por
“la espada de hierro” sino por “la razón” y la “inteligencia” del prelado.
Como ejemplo de la predisposición de esta tierra para dar frutos ilustres en
un verso dice “Con la ayuda del arte de la noble Nivaria fue prospera ¿Acaso
aquella no dio su vate como regalo a Madrid?”. En nota a pie de página este
vate es identificado como Iriarte. Esta exaltación insular permite a Cólogan
realzar la figura de Tavira a modo de salvador, en un conjunto de versos en
los que insiste en la necesidad de la promoción de los estudios literarios.
Cierra el poema con una “captatio benevolentiae” que no deja de ser un
cierre retórico.
En nuestro intento de reconstruir la formación intelectual de Bernardo
Cólogan este episodio con el obispo Tavira resulta revelador. La proyección
que hace el joven comerciante portuense de sus aspiraciones reformistas
sobre la figura del intelectual eclesiástico revela no tanto la verdadera
impronta de Tavira como la “Imago” que Bernardo presupone en un
ilustrado de su época y que él asumirá toda su corta vida: la necesidad de la
instrucción pública desde la infancia (él mismo se encargará de dotar al
Puerto de la Cruz de la primera escuela), el saneamiento público de calles y
de salud pública (la vacuna), la recuperación del gremio como elemento de
defensa profesional (el gremio de mareantes), la participación activa en los
asuntos de interés local como medio de progreso de la población, la promo-ción
de la cultura y de fiesta como medio de cohesión ciudadana…Estos
fueros algunas de las virtudes reformistas del Cólogan adulto. Seguramente,
XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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sin modelos como el obispo Tavira, que materializaban ese reto de la
modernización europeizante, Cólogan no hubiera pasado de ser un discreto
comerciante con ínfulas artísticas. El poema es síntoma de la gestación de
una vocación ilustrada que la reacción triunfante catalogó despectivamente
como “afrancesada”.
Cólogan y Tavira…
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NOTAS
1
Cf. Nicolás D. Barroso Hernández: Puerto de la Cruz, la formación de una ciudad, Puerto de la
Cruz: Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, 1997, p. 364: “A lo largo del siglo XVIII —parti-cularmente
en su segunda mitad— y los primeros años de las centurias siguientes, la expansión
de la superficie urbanizada del núcleo urbano de Puerto de la Cruz progresó hacia el oeste —a
través de la formación de los barrios de La Peñita y las Maretas— y hacia el este —mediante la
consolidación urbana de gran parte del sector oriental y meridional del barrio de La Hoya—. Al
mismo tiempo la ciudad experimentó un intenso proceso de transformación morfológica del ca-serío
heredado de la centuria anterior, hasta convertirse en un centro urbano arquitectónicamen-te
dieciochesco. En efecto, la mayor parte de los edificios que constituyeron en su día el patri-monio
histórico arquitectónico de la ciudad, fueron construidos a lo largo de un período que
podemos situar entre el último tercio del siglo XVIII y los primeros quince años de la centuria si-guiente”.
Cf. Nicolás González Lemus; Melecio Hernández Pérez y Isidoro Sánchez García: El
Puerto de la Cruz. De ciudad portuaria a turística, Puerto de la Cruz: CIT del Puerto
de la Cruz, 2005.
2
Agustín Álvarez Rixo: Anales del Puerto de la Cruz de La Orotava (1701-1872), Santa
Cruz: Cabildo Insular de Tenerife, 1994, pp. 145-146.
3
Infante Florido afirma que “se le consideró peligroso, vitando, jansenista y afrancesado.
Menéndez Pelayo lo puso entre los heterodoxos españoles, y ahí se encuentra hasta que
la historia le haga justicia”, en Antonio Tavira y Almazán: Diario de Tavira, Córdoba:
Caja Sur, p. 16.
La acusación de afrancesado está motivada, entre otros hechos, por la postura presenta-da
en atención a los prisioneros franceses para que recibieran ciertos sacramentos. Cf.
id.: “Del mismo modo, con igual entereza y libertad, lleno de exquisita prudencia, se
enfrenta a algunas de las posturas mantenidas frente a la Revolución Francesa, distin-guiendo
entre los principios revolucionarios, los excesos y la persona en sí, defendiendo
los derechos de esta en casos tan conflictivos como reconocerle poder recibir el sacra-mento
de la penitencia y de la eucaristía, si así lo deseaban, los prisioneros franceses
traídos a Tenerife del frente del Rosellón”.
Vid. Joël Saugnieux: La ilustración católica en España. Escritos de D. Antonio Tavira
obispo de Salamanca (1737-1807), Salamanca: Universidad de Salamanca, 1986, p. 46:
“Tavira forma parte de aquellos prelados del siglo de las Luces de culto a la Verdad que
se combina con el de la Caridad, las preocupaciones espirituales con las temporales, lo
que corresponde al mensaje central de Cristo, a la idea de que el amor a Dios es insepa-rable
del amor al prójimo, de que lo que hacemos para los más pequeños lo hacemos
para el mismo Señor. El pensamiento de Pascal «La Vérité sansa la Charité n´est pas
Dieu», resume claramente este ideal de los ilustrados cristianos de influencia jansenis-ta”.
Y, a este respecto, ver la referencia que Miguel de Martel señala sobre las lecturas que
hace el obispo Tavira de los Ensayos de Michael de Montaigne: cita en la p. XXXI en
Elogio fúnebre del Ilustrísimo y Reverendísimo señor Don Antonio Tavira Y Almazán ...
día 7 de septiembre de 1807.
4
Joël Saugnieux. op. cit. p. 48: “En Canarias se dedicó a visitar todos los pueblos de las
diferentes islas sin exceptuar ninguno, obra considerable, que suponía cantidad de fati-gas
y hasta de peligros, pero que dio ocasión al nuevo obispo de afirmar sus propias
concepciones en material de disciplina eclesiástica y de mostrar su celo pastoral. Fue-ron
abundantes los textos pastorales, y ha sido objeto de estudio y edición el Libro de la
XIX Coloquio de Historia Canario-Americana
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Visita Pastoral, por Infantes Florido”. Vid. Manuel Rodríguez Mesa: “La anhelada Ca-tedral
de La Laguna y el obispo Tavira”, en Exposición Imágenes de la fe. La Laguna,
2000, pp. 12-13.
5
José Agustín Álvarez Rixo (2008): Noticias biográficas de algunos isleños canarios,
Ediciones Idea, p. 251.
6
Marcos Guimerá Peraza: “Bernardo Cólogan y Fallon (1772-1814)”, en Anuario de Es-tudios
Atlánticos, n.º 25, Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular, 1979, p. 315.
7
Ibid, p. 314.
8
Antonio Tavira y Almazán, op. cit. p.15: “Recordemos el informe que prepara, a petición
de Campomanes, Fiscal de la Cámara, sobre la situación en que se encontraba los estu-dios
universitarios, al que responde con fidelidad y sinceridad, adjuntando un Plan de
Estudios para reformar la Universidad de Salamanca, redactado en 1767…”.
Y, más adelante: “Un hombre que además fuera sensible a las inquietudes que ya circu-laban
sin descanso de reformas respecto a los señoríos, mayorazgos, vinculaciones de la
riqueza agrícola, así como conseguir mayor holgura en la edición, venta y difusión de
libros españoles y extranjeros” (p. 15).
Vid. también “tenía el encargo del Rey de continuar los trámites iniciados por él mismo
de la creación de la Universidad, problema tan debatido en su pontificado, luchando el
obispo entre las presiones de Tenerife y Las Palmas. El obispo está de acuerdo en la
importancia de la enseñanza para principios de comercio y de la economía política en
toda su extensión” (p. 169).
En este sentido Joël Saugnieux, op. cit. p.48: “Antes y después de su pontificado de
Canaria continuó su trabajo por la elaboración de planes de estudio y reforma de las
Universidades, como la de Sevilla o la de Salamanca. De la época de Canarias tenemos
por ejemplo… la Carta sobre el modo de tener las conferencias morales establecidas en
Canarias (sin fecha), junto con la carta pastoral del 15 de febrero de 1792, que trata
también de educación”.
José Antonio Infantes Florido: Figuras de la Iglesia canaria. Tavira (1791-1796). Las
Palmas de Gran Canarias, 1979, pp. 24-25. “Tavira fue siempre muy sensible a todo lo
que fuera promoción, a todo lo que significara redimir del analfabetismo, de la ignoran-cia
o que constituyera un paso hacia el progreso cultural o social. Son muchas las oca-siones
en que demostró esta sensibilidad ante los problemas sociales, aún a costa de sus
propios recursos y de su misma persona”.
9
El primer impresor de la RSEAPT y de la que Tavira tomó parte para su designación.
Ibid. p. 24 “Cuando la Real Sociedad Económica de Amigos del País se propuso traer la
imprenta comprendió lo que este paso significaba para las letras. En dicha ocasión diri-ge
una carta a Viera y Clavijo, entonces Directo de aquella, elogiando el propósito,
dando su parecer en cuanto a la persona del posible impresor y detalles sobre los carac-teres
de la ansiada imprenta”.
10
Ejemplar BU (Biblioteca Universitaria de La Laguna) Varias poesías a diferentes asun-tos
y en diferentes metros que ocupan treinta folios. Nacto permissu Lacuna Nivariensi:
apud Michaelem Angelum Bazzanti, Regalis Societatis Typographum, 1795. Sign. C
IV-7 P.V. 95. Ejemplar RS (Real Sociedad Económica de Amigos del País) Asuntos
públicos y políticos desde 1695. Tomo III. Fondo Rodríguez Moure. Sign. RM 116
(20/37) f.42r-47r. Impreso de la Real Sociedad Económica, La Laguna, 1795. Ms. 67.
Colección de varias poesías sagradas y profanas por distintos autores de las islas Cana-rias.
Reunidas por D. Antonio Pereyra Pacheco y Ruiz. Siglo XIX, Biblioteca de la Uni-versidad
de La Laguna.
Cólogan y Tavira…
883
11
Joël Saugnieux, op. cit. p. 48 recoge y transcribe el documento de Tavira sobre “el Papel
sobre los defectos del método actual de aprender en lengua latina del 17 de enero de
1796”.
12
Dichos guiños a estos autores clásicos, también vendrían por el posible conocimiento
del joven Cólogan de ser autores del gusto del ilustrado prelado, según se desprende de
la referencia que a la educación recibida por Tavira hace Miguel de Martel en su Elogio
fúnebre… op. cit. pp. XVIII-XIX “El Maestro, a quién su Padre encargó la instrucción
del señor Tavira en la Gramática latina, le encontró con admiración tan adelantado en
este ramo, que traducía y recitaba de memoria trozos de Virgilio y las Odas de Hora-cio”.
13
Joël Saugnieux, op. cit. p. 42 “El deseo de los prelados ilustrados de elevar el nivel inte-lectual
de los clérigos y de los fieles”.
Vid. Antonio Tavira y Almazán, op. cit. p. 18. “Todo su pontificado, en Canarias, Osma
y Salamanca, se caracteriza por la honda espiritualidad, casi hasta el rigorismo, por su
estricta interpretación de la moral —acusando de nefasto el laxismo de los Jesuitas—,
por sus deseos vehementes de reforma con los ojos puesto en la que él llama Iglesia
“primitiva”, a base de apertura teológica, fundamentación bíblica y doctrina de Conci-lios,
de austeridad y disciplina, marcando con estos ingredientes la formación del Semi-nario
canario al que dota de unas nuevas Constituciones y reglamento consiguiente”.
Y especialmente el apunte de Rodríguez Mesa, en el cual, el obispo Tavira mostró pre-ocupación
por las pomposas ceremonias de la octava del Corpus Christi en las parro-quias
principales de las Islas, “estas informaciones llegadas a oídos de Tavira Y Al-mazán
sobre la espectacularidad de las manifestaciones en los años sucesivos,
terminaron preocupándole… Y el 13 de mayo de 1793, desde Canaria, intenta regularla.
Prohíbe “sacar en la procesión del Señor imágenes de santos” y “reliquias”, por tratarse
–escribe— de una solemnidad dedicada a Jesús Sacramentado, durante la cual “no debe
dividirse la devota atención de los fieles”. Se muestra contrario “a la profusa ilumina-ción
en los dos templos” y manda reducirla considerablemente, recordando a beneficia-dos
y parroquianos que “el mayor culto al Señor…, no consiste en el exceso caprichoso
de luces”, desechando en “lugares con más recursos”, en “todas las Iglesias Cathedrales
y en la misma Capilla Pontificia…”. Medidas tendentes a “cortar todo fomento de in-oportunas
y escandalosas rivalidades, que desdicen… del espíritu de la Religión”.
Finalmente recuerda a La Laguna, ya favorecida con estudios universitarios y aspirante
a sede episcopal, que “una Ciudad tan decorosa…, debía dar pruebas de que no desme-rece
que el Rey, la haya elegido para ser el centro desde donde se ha de difundir en lo
sucesivo la ilustración a todas las Islas”