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LOS EXPEDIENTES DE URBANISMO DE ARRECIFE,
1904-1960. EL PATRIMONIO URBANO DE LANZAROTE
EN LOS DOCUMENTOS DEL ARCHIVO MUNICIPAL DE
LA CAPITAL
Francisca María Perera Betancort
El fondo documental de la serie Urbanismo del Archivo Municipal de Arrecife aporta,
entre otras cuestiones, el registro de alzados y planos de las construcciones domésticas e
industriales del municipio desde principios del siglo XX. Herederas de las construcciones del
siglo anterior, su análisis nos dan claves arquitectónicas. Para analizar la representatividad de
la serie hemos contrastado los datos con los Libros de Actas de sesiones, esto es, hemos
comparado el registro de expedientes con las autorizaciones dadas por las corporaciones en
pleno. Así constatamos también la secuencia de los expedientes conservados y validamos la
secuencia constructiva en la capital de la isla, excepto el primer quinquenio de la década de
los años cincuenta. Nuestro principal propósito es valorar el fondo documental como especial
aportación gráfica pues nos muestra imágenes. Los dibujos fueron útiles en su origen, hoy lo
siguen siendo por aportar las soluciones de cómo se procedió a concretar un inmueble y a su
vez a mostrar una evolución.
Los expedientes conservados más antiguos datan de 1904. El número de expedientes es el
siguiente:
1904-09 121 121
1910-14 60 1915-19 26 86
1920-24 36 124 1925-29 88
1930-34 137 202 1935-39 65
1940-44 101 125 1945-49 24
1950-54 10 107 1955-59 97
Destaca el decidido auge constructivo en la primera mitad de la década de los años treinta
y la paulatina caída, llegando al subregistro del primer quinquenio de los cincuenta. No
obstante, no todos los expedientes son de obras nuevas, pueden ser para realizar un muro en
un solar, abrir una puerta o ventana o reconstruir el frontis. En los dos primeros años se
registra igual número para reedificaciones parciales que para obras nuevas, para
paulatinamente alcanzar mayor número de obras nuevas. El valor de los dibujos se incrementa
al aparecer edificios decimonónicos que realizan alguna modificación en su frontis, por lo que
contemplamos también inmuebles anteriores al siglo XX. En general destaca que, hasta final
de la década de los años treinta, se mantiene un tipo de arquitectura que enlaza con la
tradicional. Paramentos en que solo sobresalen las cornisas y los vanos evolucionan desde los
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arcos a los adintelados. Desde los años cuarenta aparecerán los pequeños jardines en las
fachadas, diferentes resaltes en las fachadas y nuevos elementos.
En cuanto a su ubicación, destaca en las tres primeras décadas la incidencia de las obras y
remodelaciones en las calles ya establecidas y que se prolongan. En la siguiente etapa destaca
el desarrollo de calles en proyecto pues las construcciones se ubican en zonas sin urbanizar.
En Arrecife, la mayoría de los bienes patrimoniales se identifican con el paisaje de relieve
plano que la acoge y rodea. Este municipio sólo cuenta con una montaña que apenas
sobrepasa los 300 metros de altura. Asimismo todas las construcciones son de una, o de dos
plantas las menos. No existieron de tres plantas hasta la segunda mitad del siglo XX.
Los principales elementos formales que definen el estilo de la arquitectura esencialmente
doméstica en Arrecife son los que se configuran en su espacio, volumen, elementos
sustentantes y sustentados, los vanos y los ornamentales. La belleza plástica de las
construcciones en general se debe, en gran parte, a la sencillez y a la escala humana. Destaca
el equilibrio de las concepciones y el estilo desarrollado hasta estabilizar sus formas que
pueden considerarse prototípicas, como ejemplos de memoria acumulada y de la eficacia
funcional. El estilo caracteriza la representatividad de un momento y lugar. El espacio
arquitectónico es un importante reflejo del estatus socio-cultural. El análisis del estilo
predominante en las viviendas ofrece en conjunto una gran pureza de volúmenes. Equilibrio,
proporción y armonía se distribuye plasmando simetría u ordenación rítmica. Cultivaron
proporciones a partir de un módulo: el rectángulo. Fachadas, vanos y plantas se enmarcan en
rectángulos y se ordenan en consonancia con un ritmo que imprime una estética de un orden
equilibrado y eurítmico.
El paulatino aumento de proyectos de profesionales académicos inicia, hacia mitad de
siglo, un nuevo registro en el arte de construir. Esta nueva etapa, que se va intercalando hasta
superponerse a la tradicional, va a tener características propias pero también comparte
elementos ya definidos de las fachadas. La obra continuada de estos primeros artífices
académicos inicia la historia de la arquitectura en la órbita del Movimiento Moderno.
Irrumpe, especialmente, la arquitectura de la autarquía, suponiendo que por primera vez la
arquitectura estaba en sintonía con lo que ocurría en el exterior. Fue en Arrecife donde se
operaron estos cambios, por lo que su ejemplo cobra importancia en el espacio insular.
Hasta mitad del siglo XX la arquitectura de Arrecife fue producto de artesanos. Arrecife se
diferenciaba por el paulatino crecimiento del área urbana y con ello el mayor número de
muestras arquitectónicas. A su vez, ser el enclave donde se gestó el nacimiento de la
arquitectura moderna, incluyendo además la de transición. Tras la Guerra Civil española se
impone el control político de la arquitectura. Las construcciones deben estar avaladas por
profesionales que sean considerados aptos por parte de los Colegios Oficiales de Arquitectos.
Aunque aún se construyen edificaciones avaladas por proyectos realizados a mano alzada y
sin responsable cualificado académicamente, los proyectos de técnicos cualificados son
paulatinamente más numerosos. A finales de la década de los años treinta se inicia un nuevo
período donde tendrán cada vez más protagonismo los arquitectos.
Desde 1938 tenemos constancia de los proyectos de Rafael Masanet Faus y, desde 1940, se
añaden otros: Fernando Delgado de León, José Luis Jiménez, Antonio Cardona Aragón,
Fermín Suárez Valido, Domingo Pisaca y Burgada, Eduardo Laforet Altolaguirre y José
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Enrique Marrero Regalado. También se contó con la obra de aparejadores como Manuel
Marín Tapia, José Antonio Rocha Medina y Alfredo Matallana Cabrera.
En conclusión, hubo un antes y un después de 1936. Los diseños evolucionaron desde la
tradicionalidad a la oficialidad. Los años del Mando Económico aportaron una imagen que a
pesar de tener diferentes firmas, plasman un mismo estilo. Desde ahí se evolucionó hasta la
actualidad. Intentando dar una imagen con recuerdo al mundo rural, aparecen elementos que
son ajenos a la tradición en la isla, no así en la región, como la utilización de tejas. Estas se
destacan sobre los vanos a modo de sobradillos o en el remate del inmueble, donde también
pueden aparecer jardineras. Aparecen los jardines en los frontis de los inmuebles urbanos, la
profusión de decoraciones en resaltes, nuevos vanos como el óculo en la arquitectura
doméstica y pórticos de jardines en arco.
PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS
Las edificaciones se basan en materiales autóctonos, existentes en el entorno —piedras
basálticas, barro, arena, cal—, o exógenos —madera—, precisando su importación. Utilizaron
las claves de los aspectos previos de la arquitectura tradicional, adaptándose para sortear al
medio físico. El viento, la insolación, la escasez de agua. Precisan de casas bajas, cerradas y
con patio interior. Aljibes, como elementos vitales que se mantienen a lo largo de toda la
etapa estudiada, que buscaron acogidas propias en las azoteas, eludiéndose las cubiertas
inclinadas. Hacia mitad de siglo se utilizan morteros hidráulicos con hormigón o con cal y
arena, pues la autarquía imprimía la escasez de nuevos materiales y el hormigón armado se
utiliza exclusivamente en las cubiertas.
El volumen influye en la modelación urbanística, pero más influyen las directrices de los
trazados, sus espacios —calles, plazas, fachadas—, la significación de la ciudad y de su
historia, los factores que dan como resultado el urbanismo. La arquitectura tiene una lectura
formal en que se decodifica su lenguaje artístico mediante el análisis de sus elementos
primordiales de expresión. Ofrecen contenidos de su sentido existencial, utilidad, adecuación
funcional y preocupación por la belleza. El volumen externo es otro elemento que se formula,
destacando las formas prismáticas puras. Fachadas rectilíneas de volúmenes cúbicos, con
altura media entre cuatro y cinco metros. Su cierre superior es el elemento sustentado más
importante, las cubiertas, casi exclusivamente, planas de azotea. Los hitos de los volúmenes
son siempre aquellos que ofrecen su mayor referente, la arquitectura religiosa y la defensiva.
Estos, como receptores de factores singulares, reciben un tratamiento específico y serían
considerados como exponentes de los mayores volúmenes y por ende la valoración de su
volumen precisa de contraste con el volumen de la arquitectura doméstica. La valoración del
volumen de la iglesia de San Ginés toma relieve cuando se contrasta con los volúmenes de los
bienes patrimoniales que se ofrecen en su entorno, principalmente arquitecturas terreras, como
antaño lo era con respecto a toda la población.
Los elementos sustentantes son exclusivamente los paramentos. Formados de mampostería
que se ha enlucido para ocultar sus materiales y consolidar su estructura, superando la
consideración de materiales pobres y aumentando las calidades estéticas. Responden a
proyecciones lineales que tienen su contrapunto en los paramentos curvos de la ingeniería
popular, los molinos eólicos. Su aspecto final presenta una superficie lisa sin ser plana con
valor estético y plástico. Su mayor superación serían los inmuebles que se recubrían con
azulejos. A lo largo de todo el período, los recubrimientos se realizaban con mortero de cal y
arena. Será posterior a los años sesenta la generalización del cemento Portland. De la
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mampostería ordinaria utilizada durante el Antiguo Régimen evoluciona tras la posguerra con
obras exclusivamente construidas con cantos de toba compacta. Los enlucidos del interior se
realizan con mortero ordinario y a los exteriores se añade, a mitad de siglo, un 20% de
cemento.
DISTRIBUCIÓN DEL ESPACIO
Tenemos una secuencia irregular de planos hasta mitad de siglo. El primero se registra en
1905, el segundo al año siguiente y el tercero en 1909. Algo más aumentan en la década de
los años veinte, 17, y en la de los treinta, 49, salvo raras excepciones no aparecen las autorías
o lo hace el maestro de obras. A medida que se acerca la media centuria se va consolidando la
obligación de presentar proyecto avalado por un técnico con acreditación académica y los
arquitectos y aparejadores se encargan de distribuir los espacios. Serán ellos los que aporten
la aplicación de una zona ajardinada, por pequeña que sea, en los frontis. No parece que
destaquen de manera significativa otras reformas. El patio sigue dando una razón de peso, es
donde se ubica el imprescindible aljibe. Arrecife no contará con una red de abastecimiento
doméstico de agua hasta finales de siglo. No debemos confundirlo con 1953, cuando por
primera vez contó con agua en un pilar, pasando posteriormente a dos. Tampoco con 1964,
cuando se inauguró con la primera desalinizadora. Ni tenía la red, ni la capacidad para
abastecer a toda la ciudad, y mucho menos a la isla. Sería mucho más tarde y, aunque hoy no
es un elemento que articula el espacio interior, sigue siendo construido. Asimismo, a medida
que avanza la centuria, van consolidando las diferentes dependencias que, tras el zaguán o
antesala, se abre el patio, le sigue la cocina y al fondo el baño que, antes de mitad de siglo, se
suele separar el área de aseo a la del retrete. Es la dependencia de menor superficie. Los
dormitorios son los espacios de mayor superficie.
LAS FACHADAS
El paramento es interrumpido con vanos, por lo general, de gran tamaño —comparados
con el paramento—: puertas de tres metros de altura y uno con veinticinco metros de ancho
por término medio, y ventanas de dos metros de altura y uno con veinticinco metros de ancho.
Los vanos evolucionan desde los arcos, principalmente rebajados y apainelados a los
adintelados, y presentan diferentes tipos. Tras los años cuarenta, los vanos son adintelados y
presentan disposición horizontal, mientras que anteriormente era al contrario. Los marcos de
los vanos evolucionan también en la segunda etapa. Sobresale la utilización de sobradillos con
tejas y los marcos de mampostería. En los años cuarenta destaca un tipo de vano utilizado
para las puertas de garajes, almacenes o comercios, donde las jambas son anchas y curvas.
De las carpinterías destacan las puertas porque es el vano que siempre se utiliza, mientras
que las ventanas pueden no aparecer. En la primera etapa, antes de la década de los años
cuarenta, sobresale la de dos hojas con tres cuarterones, con el central de mayor tamaño, que
se abre para utilizarlo de postigo. En la segunda etapa se mantiene pero se uniformizan las
dimensiones y aparece la de cuatro casetones o las lisas formadas de tablas en disposición
diagonal. También se popularizan las cancelas como acceso al jardín del frontis que precede
al acceso principal del inmueble.
Las ventanas presentan mayor variedad. Aparecen las de cojinetes y las de guillotina; sin
embargo, va a destacar una que desde principio de siglo está presente. La parte superior acoge
una larga cristalera, en medio el postigo y se cierra con un antepecho que tiende a
empequeñecer. La ventana cristalera es pues la que se constata con más larga tradición en el
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siglo XX, aunque van a ser los antepechos los que han hecho destacar a Arrecife. Aparece el
más valorado por su importancia en Arrecife, el de pecho de paloma.1 Se estima que su
modelo es único en la región y si bien no es exclusivo de Arrecife, pues también las ofrecen
otros espacios insulares, es en la capital donde se presenta la más rica muestra, que por
desgracia está en “peligro de extinción”. Asimismo aparecen antepechos lisos, de un
cuarterón de disposición horizontal.
En la posguerra desaparecen los antepechos y hasta los postigos. La ventana se ciñe a la
cristalera. Aparecen ventanas con decoración lateral en mampostería que simula
contraventanas exteriores abiertas con decoración lineal que recuerda a una celosía. La
disposición presenta tendencia a la disposición horizontal por lo que también aparecen
ventanas de tres hojas y, a veces, de cuatro. Aparece una ventana redonda, un óculo que se
utiliza con cierta profusión, siendo novedoso para la arquitectura doméstica insular, no así
para la religiosa.
Los balcones son un elemento limitado. Lógicamente, las escasas alturas de las fachadas
hacen innecesario este elemento, así como su climatología, siendo su función solamente
demandada por ciertos ejemplos pertenecientes a la clase más pudiente o institución pública.
Aparecen algunos en la segunda etapa que van a mostrar una obra en mampostería, no se
registran de madera.
Elementos ornamentales se desarrollan por lo general con la utilización de cornisas, los
resaltes, remates y balaustradas. Sin embargo, la mayoría de los bienes patrimoniales
conservados en la serie documental de Urbanismo ofrecen una mayor muestra de otro
elemento ornamental pero que no tiene entidad arquitectónica, las cenefas de color. Más que
un elemento, es una faja de color que enmarca al edificio. Principalmente, corre por los
laterales y la parte superior. Además de embellecer, las cenefas servían para delimitar la
propiedad. Han dejado huella documental algunos con dibujos geométricos en la franja que
corre por debajo de la del remate.
Cada vez se incorporan más los zócalos, conformando el mayor volumen de los registros
conservados. En la primera etapa aparecen los de color, posiblemente con esgrafiado en la
delimitación superior. En la segunda etapa se incorporarán resaltes, acabados en cemento
rústico, cemento granulado, lajas volcánicas y piedra artificial. Se mantienen los esgrafiados
que simulan sillares con diferentes diseños.
Las cornisas pueden ser de mampostería o de cantería de perfiles moldurados. Era el
elemento que destacaba en la primera etapa. En la segunda destacan los sobradillos que
protegen a los vanos de la lluvia. Hay profusión de acabados con tejas, elemento novedoso en
la arquitectura doméstica arrecifeña.
Las balaustradas aparecen en los registros de tipo académicos y no proliferarán. Ya
aparecen en la primera etapa y es cuando más destacarían, frente a los acabados en muros, a
veces biselados, de la segunda etapa.
No aparecen las gárgolas, elemento que sí aparece en los frontis de los bienes inmuebles
del resto de la isla. Las aguas se canalizan hacia los interiores dado que se depende
exclusivamente del solar de la casa. No ocurre así en el ámbito rural, donde el área que
circunda a la vivienda o parte de ella le pertenece y utiliza.
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Aún en la década de los años sesenta, la mayoría de las construcciones domésticas son de
una planta. Además del volumen presenta similitud en los vanos adintelados, zócalos
—evolucionando desde casi el exclusivo cromatismo al revestimiento de materiales pétreos,
principalmente de lava negra azulada— y cornisas. Destacamos algunos elementos nuevos en
los frontispicios como la introducción de pequeñas zonas verdes o portal de libre acceso al
público, resguardado con cancela y algunas insertas en arcos de medio punto. Tejas a modo
de cornisas en los remates interrumpidos por cuerpos prismáticos y en los sobradillos; óculos
en los paramentos. En las edificaciones de dos plantas destacan las cajas de escaleras que
muchas veces quedan diferenciadas en los frontispicios y los balcones. En cuanto a los
materiales, destaca que aún existe cierta continuidad con la tradición —paredes y tabiques de
sillares de lapilli compacto del país y albeos de cal y polvo mineral “en tonos alegres”—.
También innovación, revoques de mortero de cal y arena con alrededor de 20% de cemento y
cubiertas de hormigón y hierro.
LOS AUTORES
A mitad del siglo XIX, Manuel de Oraá, el primer arquitecto titulado de la región y
arquitecto municipal de Santa Cruz de Tenerife, realizó un proyecto de teatro que fue
encargado, mas no se realizó. Mejor suerte tuvo otro proyecto que le encargó el Ayuntamiento
de Arrecife a final de siglo. Realizó un proyecto de escuela y casa del maestro. Es el más
antiguo de los conservados en el Archivo Municipal de Arrecife —Actas 21—. Fue
proyectado en un lateral del edificio que, entre otras funciones, también alojaba a la Plaza de
Abastos. Oraá se adaptó a las líneas ya impuestas por las dependencias municipales
“aprovechando, según acuerdo de su Municipio, las fábricas que con el mismo objeto tienen
ejecutadas a continuación de la casa de Ayuntamiento y Juzgado... y decorando las nuevas en
todo el resto del frente a la calle de la Marina en la misma forma que tienen las antiguas”. El
ayuntamiento de Arrecife propone para la dirección y vigilancia de la obra a una persona sin
acreditación académica, dado que “no las hay en esta isla ni es fácil conseguirla en la
provincia pues apenas llegarán a seis en toda ella”. Nombran al maestro carpintero de Arrecife
Vicente Santana, que carece de título pero “como maestro de obras es bastante inteligente y
práctico en la construcción de edificios”. Los estudios apuntan que no se aprobó la dirección
de obras por parte de Santana y recayó en Francisco de la Torre, maestro titulado por la
Escuela Profesional de Madrid, que fue arquitecto municipal de Las Palmas de Gran Canaria.
Ya en el siglo XX se reconoce la autoría de un ingeniero para un edificio público. Las
instituciones públicas mantuvieron durante mucho tiempo sus sedes en edificios alquilados,
no distinguiéndose de los particulares. En la década de los años veinte se realizan dos
construcciones públicas con una estética que rompe con la tradición y con un trazado culto. Se
trata de los ayuntamientos de Yaiza y de Haría. El edificio del Cabildo Insular en Arrecife fue
proyectado por el ingeniero Celestino Pérez de Sala en 1928. Es uno de los pocos edificios
eclécticos conservado, enriquecido con policromía y brillo de azulejos de la Casa Mulet de
Las Palmas.
En la década de los años treinta aparece la obra del ingeniero González Negrín,
proyectando el primer edificio que fue construido especialmente para la función sanitaria, el
Hospital de Ntra. Sra. de Los Dolores. Los planos y el alzado se conservan en esta serie
documental. El edificio destaca con una profusión de vanos en arcos rebajados. Otro
ingeniero diseñó el actual Hospital Insular, José Luis Tiestos Oviedo.
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Antes de seguir con los autores con acreditación académica recordaremos a los que
dirigieron las construcciones hasta mitad del siglo XX. La arquitectura de Arrecife fue
producto de artesanos que se forman a través del conocimiento de la experiencia de otros
artesanos. Como el resto de la isla, fue producto de albañiles, canteros, mamposteros,
carpinteros, cabuqueros, etc. donde la experiencia era su escuela. Las construcciones
participan de ser un producto anónimo y especialmente colectivo, donde apenas hay espacio
para interpretaciones personales. Ello no impide que el propio usuario participe en el proyecto
y en su ejecución, materializando la herencia cultural y el perfeccionamiento de la experiencia
tradicional al aplicarlas a las previsiones y necesidades de cada uno. El patrimonio asume una
arquitectura viva y versátil donde sus elementos esenciales tienen la capacidad de perpetuarse.
No debían ser muy diferentes los sistemas constructivos desarrollados en los distintos lugares
insulares. Solo sería necesario adaptar los condicionantes del solar y su finalidad. Arrecife se
diferenciaba por el paulatino crecimiento del área urbana y con ello el mayor número de
muestras arquitectónicas. A su vez, ser el enclave donde se gestó el nacimiento de la
arquitectura moderna, incluyendo además la de transición.
Tras la Guerra Civil española se impone el control político de la arquitectura. Las
construcciones deben estar avaladas por profesionales que sean considerados aptos por parte
de los Colegios Oficiales de Arquitectos tras analizar la “actuación patriótica y conducta
político social de cada colegiado”. Aunque aún se construyen edificaciones avaladas por
proyectos realizados a mano alzada y sin responsable cualificado académicamente, como los
maestros de obra de la década de los años treinta como Juan de la Nuez, José González
Marrero, Juan Martín Armas, Bernardo Bravo, Román Arbelo, los proyectos de técnicos
cualificados son paulatinamente más numerosos. A finales de la década de los años treinta se
inicia un nuevo período donde tendrán cada vez más protagonismo los arquitectos.
Ya hemos señalado como autores del patrimonio doméstico con estudios de Arquitectura a
Rafael Masanet, Delgado de León, Jiménez, Cardona, Suárez Valido, Pisaca, Laforet y
Marrero Regalado. Asimismo con aparejadores como Marín Tapia, Rocha Medina y
Matallana Cabrera.
Numerosas obras han sido destruidas, total o parcialmente. Si el siglo XIX es muy
despreciado en la capital de la isla, especialmente por los gestores públicos que ha tenido
Arrecife hasta ahora, el XX también. La imagen de los adelantos académicos la valoramos por
este importante expediente, que con el tiempo cobrará más importancia.
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NOTAS
1 VV.AA.: Patrimonio histórico de Arrecife de Lanzarote, Cabildo de Lanzarote, Gran Canaria, 1999, pp. 74-75.