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LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD RELIGIOSA: CONVERSAS MUSULMANAS
María Victoria Contreras Ortega
EN EL CAMINO DE LA CONVERSIÓN…¿CUÁL ES LA DIRECCIÓN?
La comunicación que presentamos es únicamente un apartado de una investigación más amplia, inscrita en el proyecto de investigación “La multirreligiosidad en Canarias: análisis de las comunidades y grupos minoritarios”, que abarca el estudio de distintas comunidades religiosas en Canarias, entre ellas la musulmana y, concretamente, el paradigma de las conversas musulmanas.1
A través de los discursos de conversión de las mujeres musulmanas y de sus experiencias interreligiosas e interculturales, estamos analizando el proceso de autodefinición, tanto en el contexto de la sociedad canaria en la que se inscriben como en la comunidad musulmana de la que forman parte. Cabe decir que llegar a los discursos de las conversas musulmanas pasa por la aproximación a las comunidades de musulmanes de origen establecidas en Canarias, lo que por otra parte ofrecía a la investigación la posibilidad de contar con una nueva variante: la visión que de las conversas se tiene en sus comunidades religiosas.
Los perfiles de las personas entrevistadas se definieron considerando su adscripción religiosa al islam y, cuando procedía, el tipo de proceso migratorio que las había llevado hasta Canarias. Además se contemplaron variables sobre formación, ocupación (estudiantes universitarias, trabajadoras, autónomas y amas de casa), estado civil y familiar. Las mujeres musulmanas que han participado en esta investigación tienen entre 23 y 75 años. En todos los casos, la conversión al islam se experimenta desde las creencias cristianas, fundamentalmente católicas y ortodoxas. La procedencia de las conversas se nutre del archipiélago canario, especialmente de las islas de Tenerife y Gran Canaria, pero también de países como Bulgaria o Méjico.
LAS OTRAS
Las musulmanas que la sociedad puede identificar como tales suelen ser encasilladas en un laberinto definido por la religión y por el sistema patriarcal, del que muchos entienden que ellas, víctimas, no pueden salir o, abducidas, no quieren salir. Pero… ¿qué tienen ellas que decir sobre esta interpretación?2
Esa pregunta ha sido la brújula en esta investigación y con el ánimo de conocer el discurso de las mujeres musulmanas sobre ellas mismas, nos hemos acercado a las distintas comunidades de creyentes en Canarias. Era fundamental, si queríamos superar el discurso que habla de los sujetos investigados sin contar con su discurso, ofrecer la oportunidad a la autodefinición.
Homogeneizar a las musulmanas es una limitación, pues la diversidad que nos ha ofrecido esta investigación nos puso en contacto con la comunidad palestina, marroquí, argelina, La construcción de la identidad…
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saharaui, senegalesa, mauritana y conversa, mostrando que la esfera de las creencias es una más en el cúmulo de circunstancias que definen su identidad.
¿Es importante su adscripción religiosa? Depende del grado de compromiso que adquieran y de si lo entienden como una expresión que debe reducirse a lo privado o abrirse a lo público. Y elegimos la opción de las conversas por lo que tienen en muchos casos de combinación incomprensible para ambas orillas: la musulmana a la que intentan llegar y la autóctona, de la que se alejan con el riesgo de no regresar.
Las musulmanas conversas: la religión visible
No podemos hablar de las musulmanas conversas sin establecer como punto de referencia a las musulmanas de origen asentadas en Canarias. Tal y como se ha documentado en otros estudios (Dietz, 2004) las musulmanas conversas buscan, en el tránsito que las definirá como musulmanas, el apoyo y el respaldo de la comunidad de creyentes y de sus centros religiosos. Aprender árabe, como preludio del estudio del Corán, se hace para ellas aún más indispensable que para las propias musulmanas de origen, que en la mayoría de los casos lo entienden aunque no lo sepan leer ni escribir.
La primera diferencia, y la que explica las pautas de comportamiento que caracterizan a unas frente a otras, es que las musulmanas de origen experimentan el islam en su entorno familiar, está presente en la rutina de sus costumbres, y no necesitan reforzarlo para su propia autodefinición como musulmanas. Sin embargo, las conversas deben crear su nueva identidad y la forma en la que lo hacen las transporta a la definición que da título a este apartado: la religión visible.
Han interiorizado su conversión como una evolución desde sus religiones originarias, que en todos los casos documentados ha sido cristiana (ya sea católica u ortodoxa), entendiéndola como un paso lógico y natural en su espiritualidad y situándolas en lo que ellas consideran un grado superior de fe y de creencias. Es por ello que trascienden la esfera de la religión experimentada en el ámbito privado y la reflejan en sus saludos, en el uso del hiyab o en la asistencia a la mezquita.
Tanto es así que nos encontramos con una curiosa realidad, y es que hemos podido documentar que muchas musulmanas de origen consideran el uso del hiyab como algo privado, cuyo uso reducen al momento del rezo o a la asistencia a la mezquita. Mientras que las conversas lo han convertido en una seña de identidad irrenunciable, a pesar de la problemática que les ha originado (aspecto que trataremos más adelante), y lo portan o muestran una decidida intención de hacerlo.
Su creencia reside en una convicción estudiada. Me explico, las conversas se caracterizan por su búsqueda de información, y no es extraño que puedan recitar con exactitud los hadices del Corán. Internet se erige como herramienta de búsqueda y comunicación con otras mujeres en la misma situación de búsqueda y definición de identidad. Establecen contactos con colectivos de mujeres musulmanas3 y funcionan como una red de información global y transferencia de conocimientos. A través de estos colectivos acceden a libros recomendados, interpretación de hadices e intercambio de ideas. Algunas, las que tienen los medios para ello, han visitado la M-30,4 además de países de mayoría musulmana, como una forma de ampliar su comprensión sobre el islam.XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana
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Podemos afirmar que suelen ser más tradicionales y conservadoras en muchos aspectos que las propias musulmanas de origen, principalmente en su crítica a la laxitud de los imanes o los matrimonios de musulmanes con cristianas. Pero esto no quiere decir que se hayan despojado de todo cuanto las definió con anterioridad a su conversión. Un ejemplo clave es el acceso de las conversas a las mezquitas.
Son las conversas las que asisten con mayor regularidad y esto se explica porque las musulmanas de origen no tienen la obligación religiosa, que sí tienen los hombres, de acudir a la mezquita a la oración colectiva de los viernes. Pueden hacerlo si quieren, pero están eximidas de ello. De ahí que la mayoría de musulmanas de origen apenas visite la mezquita, excepto para hechos muy puntuales. Las entrevistas personales nos remiten a una religiosidad que se ampara en el ámbito doméstico y en los parámetros familiares, razón por la cual la gran mayoría de musulmanas de origen no da a la mezquita la importancia que las conversas, pues no es un paso imprescindible en su profesión de fe.
Hemos documentado las reuniones de la comunidad en la mezquita como punto de encuentro ante bodas, funerales, fiestas, o como un lugar en el que los descendientes pueden aprender árabe.
El conflicto está servido, pues las conversas visitan la mezquita como visitaban las iglesias pero, en este caso, son un elemento extraño, poco habitual. Lo normal es que las conversas vayan acompañadas de un maestro o estén bajo la tutela del imán. Es un medio de introducción en la comunidad que lima los recelos ante las cristianas5 convertidas al islam.
CONVERSAS…¿AUTÓMATAS O AUTÓNOMAS?
En algunos casos, el primer contacto con el islam se establece a través de los hombres que posteriormente se convertirán en sus maridos (o de los que se divorciarán, lo que no resulta óbice para su continuidad en el islam). Pero, y para desmitificarlo, hemos decidido empezar por el estereotipo de que todas las mujeres que se adentran en el islam lo hacen como consecuencia inmediata a una relación matrimonial con un musulmán. No podemos establecer una invariable correlación acogiéndonos al extendido estereotipo por el que se anula la autonomía en la decisión de estas mujeres, reduciendo su elección religiosa, y todo lo que ello implica, a la inevitable adopción de las creencias de aquel con el que esperan establecer su matrimonio. Lo que por otro lado da por hecho que, de no ser así, no profesarían esa religión.
De hecho, son muy pocos los casos documentados que han seguido esta vía. La razón es que el islam permite el matrimonio de un musulmán con mujeres de religión cristiana o judía, sin requerir por ello su conversión, de ahí que no exista una presión ineludible. Nos atrevemos a afirmar, dada la información recopilada a través de las entrevistas personales, que la mayoría de conversas musulmanas se han convertido apoyándose en otras musulmanas.
El punto de partida en todos los casos es la sensación de vacío ante sus propias religiones de origen, lo que las induce a buscar respuestas en otras religiones. Esa búsqueda las guía hasta personas con las que compartir los mismos intereses y experiencias. Así, terminan siendo iniciadas por otras musulmanas en lo que podríamos definir un proceso de sororiedad que las encadena, las une en lo que consideran una búsqueda de valores y verdades, que para ellas se convierte en un camino que desemboca incuestionablemente en el islam. La construcción de la identidad…
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El siguiente paso es conocer al imán o a alguna persona cuya relevancia en la comunidad lo erija como posible maestro o guía de estas personas. Las reuniones se sucederían entonces para explicar en qué consiste el islam, lo que el islam espera de ellas y lo que les puede ofrecer.
Pasada esta fase nos preguntamos si son consideradas oficialmente como miembros de la comunidad musulmana y la respuesta no es sencilla. Que ellas se sientan musulmanas no implica que lo sean para los demás. Tendríamos que distinguir en este punto la percepción por parte de la comunidad de creyentes y por parte del grupo originario de la conversa, lo que incluye a su familia, amigos y entorno laboral.
La generalidad es una trampa, por lo que nos ceñiremos a las experiencias personales documentadas. Para ninguna de ellas la conversión ha sido fácil, ni placentera, traumática casi siempre, aunque con el regocijo del que cree estar en un camino que dirige la mano del dios elegido.
Les cuesta ser aceptadas por la comunidad de creyentes a la que intentan entrar, pues el recelo de estos les hace sentir en todo momento cuestionadas. Además, sus ansias de conocimiento les hacen preguntar y buscar, dirigirse a esa comunidad para recibir contestaciones y lo hacen desde la convicción de que estos deben tener casi todas las respuestas, ya que para eso son musulmanes de origen. Que finalmente se casen con musulmanes, de origen o conversos, expresa su deseo de encontrar una pareja que se adapte a sus convicciones religiosas, pero no el punto de partida de su fe.
Algunos musulmanes de origen valoran la inquietud y otros se sienten amenazados, puesto que hay cosas que ellos hacen como hicieron antes sus padres y sus abuelos, no se plantean nada más porque no es necesario para ellos. Sin embargo, para las conversas todo es nuevo y no solo quieren saber, sino conocer con exactitud y lo más cercanamente a la norma lo que preguntan. Pero…
¿Qué ocurre cuando una conversa le espeta al imán de una mezquita que ella ha leído que lo correcto es hacerlo así en vez de como lo hace él? ¿Qué ocurre cuando una conversa se planta en la M-30 para comunicar que la organización de las mezquitas de Tenerife no es la que debería ser?
Pues que se crea un conflicto.
¿Qué ocurre cuando una funcionaria de las administraciones públicas de Santa Cruz de Tenerife decide cambiar los vaqueros por ropa holgada de inspiración oriental y portar sobre su cabellera recién teñida de negro azabache un hiyab?
Añadimos otro conflicto.
¿Cómo reciben las familias y los amigos la transformación, que de silenciosa creencia ha pasado a ser una bofetada visual, no solo para ellos sino para todo el entorno?
No conocemos ningún caso en el que se haya aceptado sin un largo, doloroso y conflictivo proceso de reconocimiento de identidades. Aunque también debemos puntualizar que muchas inician el proceso, en el que asisten a la mezquita, a las charlas y reuniones, pero que no se lo XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana
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comunican a sus familiares y amigos hasta que pasan años, lo cual denota el conflicto interno al que se enfrentan.
Y es que el islam no es el mismo en Singapur, que en Marruecos o que en Canarias, y mucho menos cuando esa Canarias pertenece a una España cuya historia se nutrió de la terminología del moro y sucumbió, como tantos otros países, a la creencia de que el terrorismo del siglo XXI venía de la mano del islam. Sin duda que los discursos han cambiado y que se han alzado voces que han roto estereotipos, pero también que el pálpito de sospecha tras la estela de atentados en Nueva York, Londres y Madrid sigue aún latente.
Ese es el marco en el que estas musulmanas conversas buscan su sitio. El mismo en el que muchos musulmanes de origen que concibieron Canarias como una estancia a corto plazo, observan cómo sus descendientes, y ellos mismos, se han convertido en población autóctona. No son población flotante, no están aquí por un tiempo limitado, ellos son canarios y, además, musulmanes.
La paradoja es que, mientras los musulmanes de origen emigrados a Canarias (comunidad palestina y saharaui principalmente) están reduciendo los signos externos que los identifican con el islam al ámbito privado (lo que no quiere decir que renuncien a ellos ni que los desvaloricen), las conversas los visualizan con una necesidad que ellas definen como vital y con un mensaje claro: “soy lo que soy y no me avergüenza, sé cuáles son mis derechos y uno de ellos es vestir como me da la gana” (Marian, noviembre 2006).
UNA CUESTIÓN DE UBICACIÓN: LOS DERECHOS
Cuando asistimos a las reuniones de mujeres musulmanas solemos plantear temas para debatir entre todas. Una especie de puesta en común en la que nosotros, como investigadores, lanzamos preguntas que se convierten en la música de fondo y guardamos silencio ante la danza que se inicia. Particular, pasional, abierta y muchas veces auto exploratoria, pues las enfrentamos a cuestiones que nunca se habían preguntado, al menos directamente y cuya explicación es sencilla: no se lo preguntan porque está integrado en sus rutinas, en lo cotidiano. Este apartado se centra en una de esas reuniones cuyo eje central fue lo que pedían las mujeres musulmanas, qué necesitaban y por qué.
Si establecemos por consenso los temas prioritarios, en orden de importancia serían:
Manipulación de la imagen de la mujer musulmana en los medios de comunicación
Lo prioritario para todas ellas es el reconocimiento del islam como una religión de paz y de unión. Consideran que la raíz de sus problemas de convivencia reside en el desconocimiento acerca de su religión, potenciado espectacularmente por los medios de comunicación. Es la explicación que atribuyen al impacto que provocan al entrar en una tienda, centro comercial o aeropuertos, principalmente en el norte de la isla de Tenerife y con un agravio comparativo frente a las islas de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura. Estas islas se conciben como entornos de respeto y aceptación de la comunidad musulmana. Consideran que las islas orientales asumen la diversidad y la multiculturalidad sin entenderla como un problema.
Las musulmanas no son un elemento relevante en las noticias, y cuando lo son no son exactamente representativas de las mujeres musulmanas, como es el caso de la ex diputada holandesa Ayaan Hirsi Alí, manifiesta y absoluta enemiga del islam por considerarlo una La construcción de la identidad…
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religión opresora, patriarcal y antidemocrática, o las seguidoras del movimiento “Ni Putas ni Sumisas”. Al menos eso es lo que manifiestan por igual musulmanas de origen y conversas. En la mayoría de los casos, cuando una musulmana conversa lee o ve un documental que versa sobre las mujeres musulmanas no suele sentirse identificada. Obviar geografías, estatus sociales, educación, formación y edad marca en documentales y artículos de prensa una generalidad que falsea las realidades. Porque hablar de mujeres musulmanas, como hacerlo de cualquier otro sujeto de estudio, requiere profundizar en las particularidades. Entre las mujeres entrevistadas hay amas de casa, estudiantes, trabajadoras autónomas, doctoras, técnicas en informática, licenciadas en filología o auxiliares de la Administración pública. Solteras, casadas, separadas con hijos o sin ellos, y esto marca diferencias.
No es extraño encontrar aún que la mayoría de referencias a las mujeres musulmanas giran en torno al uso del burka o a la práctica de la cliteroctomía, ni tampoco la ausencia de referencias a las feministas islámicas que muestran el rico y diverso abanico que nutren las mujeres musulmanas. Valgan como ejemplo las académicas residentes en Estados Unidos, como Azizah al-Hibri, Rifaat Hassan, Asma Barlas, Leila Ahmed y Amina Wadud. La más conocida intelectual marroquí, Fatima Memissi, o el importantísimo grupo malayo de mujeres Sisters in Islam (Hermanas en el Islam).
Las une su interés reinterpretativo del Corán como medio de recuperación y restablecimiento de lo que ellas consideran interpretaciones patriarcales erróneas y malintencionadas. Creen restituir así legitimidad teológica de los derechos de las mujeres en el mundo islámico (Moghadam, 2005).
Aún así, y en este punto de la investigación, afirmamos que hay patrones que nos permiten definir, pero no son exactos ni cerrados. Todas las musulmanas de origen y conversas entrevistadas hasta el momento se definen a sí mismas como musulmanas atípicas. Es decir, el inicio de todas las entrevistas deriva en una explicación, ya que ellas se ven obligadas a expresar que quizás no son exactamente el modelo de musulmana tipo. Quizás esa sea la paradoja, pues todas lo son, desde su diferencia.
Discriminación de las mujeres con hiyab
Lleven o no el hiyab, todas coinciden en que es un problema a ojos de los demás. Lo es en el ámbito laboral, en el que directamente se les dice que deben quitárselo o indirectamente se les hace entender que no les parece adecuado. Son muchas las que se lo quitan al entrar en sus puestos de trabajo, y otras, aunque una minoría, las que han dejado de trabajar ante la disyuntiva de elegir hiyab o trabajo.
Coinciden en el valor religioso del hiyab, pero no en la obligación de llevarlo en todo momento. Y es en este punto en el que las nuevas generaciones de musulmanas de origen difieren de las conversas musulmanas. Mientras que las primeras han reducido el uso del hiyab a los momentos de rezo o a las celebraciones en las que la mayoría de mujeres lo llevan, las conversas musulmanas lo consideran un paso imprescindible en la confirmación de su nueva condición religiosa y lo portan o manifiestan una decidida intención de hacerlo. El hiyab se convierte así en un elemento sistémico de su identidad religiosa, a través del cual se definen como no-cristianas, mientras que para muchas musulmanas de origen, sobre todo mauritanas, es un signo étnico y vinculado a la tradición.XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana
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“El hiyab no te convierte en musulmana, ni siquiera en una mejor musulmana, no por sí solo”, me dice Halima, en un contexto en el que quiere dejar claro que una mujer puede ser más recta en el islam si siente y sigue el sendero correcto, que no se trata de automatizar una serie de principios, sino de alcanzar una pureza del corazón a través de los mandamientos de Allah. Entonces cobra sentido añadir el hiyab, porque es el elemento que completa su creencia.
En las islas de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura el uso del hiyab está más extendido, pero debemos puntualizar que en el primer caso hay una comunidad musulmana cohesionada y las mujeres tienen espacios de reunión y se erigen como un grupo compacto, es decir, en Gran Canaria no es difícil ver un grupo de musulmanas reunidas para asistir a la mezquita. En el caso de las islas de Lanzarote y Fuerteventura cabe destacar que el número de conversos es muy inferior al documentado en Tenerife y Gran Canaria, a pesar de ser las islas con mayor número de musulmanes del archipiélago canario, por lo que el uso del hiyab entre las mujeres responde mayoritariamente a una continuidad en las costumbres y tradiciones propias.
Participación activa de las mujeres en las mezquitas u otras organizaciones islámicas
Esto es típicamente converso. No es que las musulmanas de origen sean menos combativas, pero sí menos asociacionistas. Como ya hemos citado con anterioridad, las musulmanas de origen perciben la religión como una expresión mayoritariamente privada y amparada en el hogar propio o de familiares. Sin embargo, las conversas extienden a las mezquitas lo que ya han extendido en otros campos: su participación activa. El resultado no siempre es positivo. Pero también es cierto que están consiguiendo, entre ellas y apoyadas por algunos miembros de la comunidad, establecerse como grupo. Su propósito no es limitarse exclusivamente a ellas mismas, aunque sea la primera fase, sino proyectar hacia el exterior su experiencia y usarla como plataforma de propaganda de un islam de paz.
La educación islámica de los hijos
Plantean que la enseñanza del islam, aunque sea transversalmente, debería ser extensible no solo al alumnado musulmán, sino a todos. Creen que se debe inscribir la religión del islam en el marco de las religiones en general, y enseñar que entre los musulmanes, como entre cualquier otra religión, hay personas que siguen un camino recto y otras que no (aunque de estos dicen que no son musulmanes realmente). A esto añaden que sería muy interesante que los alumnos específicamente musulmanes contaran con profesores del islam.6
Las musulmanas conversas plantean la dificultad que supone educar a sus hijos en la cultura del islam, cuando todo lo que les rodea lo rechaza. Sus hijos son españoles, pero también musulmanes.
Muchas conversas se plantean la emigración a Ceuta o Melilla, concebido como el paraíso de la unión de dos culturas. Otras ya lo hicieron, familiares y amigas que han emigrado a Holanda, Egipto y a Melilla buscando, argumentan, un clima de tolerancia y respeto. Otro tema de especial interés, sobre todo para las que son madres, es el menú de los niños musulmanes en los colegios. Desean un control riguroso halal,7 principalmente en la carne, puesto que en la actualidad sus opciones se resumen a no dejarlos comer en el colegio (con la limitación que esto supone para las madres trabajadoras) o llevar ellas mismas la comida.La construcción de la identidad…
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Este apartado cobra especial relevancia, pues todas las mujeres musulmanas contemplan la maternidad, antepuesta en importancia frente al matrimonio, como un acto de realización y plenitud para las mujeres.
CONCLUSIÓN
Cada conversa tiene un prospecto diferente en lo que a religión, medicinal y sanadora, entienden por islam, por lo tanto, su posología es absolutamente desigual.
Mientras unas cumplen escrupulosamente las cinco oraciones diarias, otras no pasan de una o dos, dependiendo del día y de las circunstancias. Unas portan el hiyab en los espacios públicos, otras solo cuando van a rezar. Unas lo usan correctamente, cubriendo la cabeza, el cuello y extendiendo este sobre el pecho, mientras que otras cubren únicamente el pelo.
Hay quienes adoptan una postura combativa contra lo occidental, iniciando a veces una curiosa batalla en la que la diana roja y palpitante son las mujeres occidentales, pues se erigen como el otro lado del espejo, ese al que no hay que cruzar. Digo curioso porque estas musulmanas conversas son occidentales que han sido educadas en modelos culturales, educacionales y sociales propiamente occidentales y estos son, incluso en quienes reniegan de ellos, elementos consustanciales de su personalidad, tanto en refuerzo como en oposición. Mientras que otras asumen que esa libertad que piden es la misma que se les puede exigir en una sociedad cuyos miembros eligen libremente la religión, o la ausencia de esta, para su proyecto vital. Hay musulmanas que se definen feministas, mientras que otras consideran tangencialmente opuesto interiorizar esta ideología al tiempo que su creencia religiosa. Son trazos de una diversidad que está implícita en cada uno de los creyentes, a pesar de que una y otra vez repitan que el islam es uno, sólo uno.XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana
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BIBLIOGRAFÍA
DIETZ, G.: “Mujeres musulmanas en Granada: discursos sobre comunidad, exclusión de género y discriminación etnorreligiosa”, Migraciones Internacionales, enero-julio, volumen 2, número 003, Tijuana, México: 2004, pp. 5-33.
DIEZ DE VELASCO, F. y GALVÁN TUDELA, A.: Las Religiones minoritarias en Canarias: perspectivas metodológicas, Tenerife: Ediciones Idea, 2007.
MOGHADAM, VALENTINE M.: “Desengaños y expectativas del feminismo islámico”. Disponible en http://www.mediterraneas.org/article.php3?id_article=577, 2005.La construcción de la identidad…
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NOTAS
1 DIEZ DE VELASCO, F. y GALVÁN TUDELA, A.: Religiones minoritarias: perspectivas metodológicas, Tenerife: Ediciones Idea, 2007.
2 CONTRERAS ORTEGA, M. V.: “Mujeres musulmanas conversas en Tenerife: una aproximación metodológica” en I Jornadas Canarias de Investigación: Género y Sociedad. Aportaciones Interdisciplinares, Tenerife: Universidad de La Laguna, 2007.
3 Los contactos están principalmente en Egipto, a través del Conveying Islamic Message Society. Desde allí reciben libros, folletos o revistas sobre el islam. El contenido gira en torno principalmente a los derechos de las mujeres en el islam. Y aspectos relativos al que consideran su profeta: Muhammad en la Biblia, Muhammad defensor de la paz, etc.
4 La mezquita madrileña más importante de España y la más grande de Europa.
5 El término de cristianos se aplica a toda persona que no forma parte de la comunidad musulmana, de ahí que sea habitual su uso, aunque no tengan certeza de sus creencias religiosas, pero define a unos frente a otros.
6 Está sucediendo en dos colegios del sur de la isla de Tenerife, en El Fraile, en el municipio de Arona, donde se encuentra una de las mayores comunidades musulmanas de la isla y que cuenta con el mayor número de musulmanes en edad escolar, superando los 125.
7 Los alimentos permitidos en el islam se denominan halal, y son ya muchos los países que incluyen en sus comercios productos, normalmente cárnicos, con este distintivo. Así ocurre en la cadena de supermercados canarios Mercadona, en los que se puede comprar pechuga de pollo con esta seña. La carne que consuma un musulmán debe ser de un animal degollado y desangrado en el nombre de Alá, por lo que queda prohibida la carroña (cualquier animal muerto sin este procedimiento, como por asfixia, despeñamiento o fallecimiento en la camada). Ni la sangre ni la carne de cerdo están permitidas.