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ESTUDIO DE LAS ACTITUDES SOCIALES DE LOS CANARIOS DURANTE EL FRANQUISMO: EL CASO DE TENERIFE
Aarón León Álvarez
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo aborda de manera general el estudio de las actitudes de los canarios y, en particular, de los tinerfeños durante el período comprendido entre 1936 y 1960, el denominado primer franquismo. A partir de una perspectiva de estudio renovadora en nuestro país, trato de evaluar el grado de consentimiento existente en la sociedad respecto al franquismo al tiempo que identificar las causas que lo explican. Como premisa básica debe destacarse que la hipótesis de estudio que planteo, la existencia de consenso1 social en torno al franquismo, está basada en una línea interpretativa que coloca a la población como sujeto protagonista de la historia, capaz de desenvolverse cotidianamente ante sus problemas para obtener alimentos, hacer frente a los problemas económicos, a la ausencia de trabajo pero también, sin menoscabo de lo anterior, a la situación política que les ha tocado vivir.2 Aun viviendo bajo un régimen dictatorial, autoritario, conservador y con un claro componente de clase, la población continuó con sus vidas y, aunque las situaciones a las que se tuvo que enfrentar le eran hostiles, casi nunca manifestó una actitud contraria al régimen, de resistencia, existiendo incluso claras manifestaciones de apoyo social activo al franquismo. La cotidianeidad de las personas se impone irremediablemente a cualquier otro aspecto, pero eso no implica que se pierda de vista la existencia de un apoyo activo, voluntario y constante de los grupos políticos y económicos más poderosos del país durante las cuatro décadas de duración formal de la dictadura. Podemos decir que recuperaron el poder político y económico, obtuvieron ingentes beneficios económicos y asentaron una posición social de dominio, pero no por ello tenemos que limitar los apoyos a esos grupos sociales, sino que debemos ampliar el objeto de estudio para evaluar la posición de la población, hasta el momento siempre estudiada bajo parámetros de subordinación e inconformismo.
Respecto a las fuentes que he utilizado para la elaboración de este trabajo, hay que destacar que han sido de gran utilidad las notas informativas, boletines e informes de la Dirección General de Seguridad (DGS), que se preocupan por conocer las opiniones y las actitudes de los canarios durante este período. A pesar de tratarse de una fuente oficial, esta documentación contiene datos e informaciones confidenciales a las que tenían acceso muy pocas personas y todas ellas con gran responsabilidad política. Además, debe destacarse que no necesitan mostrar una realidad inexistente, sino todo lo contrario: lo que realmente ocurre, las quejas de la población por el desabastecimiento de alimentos, sus precios o el estraperlo, la corrupción y sus responsables, etc. son sus objetivos básicos y, por tanto, se convierten en fuente primordial para el estudio de la sociedad y de sus actitudes y acciones cotidianas.
ENTRE LA INDIFERENCIA Y EL CONFORMISMO: LA PASIVIDAD COMO ACTITUD MAYORITARIA DE LOS ESPAÑOLES
La posguerra puede considerarse desde todos los puntos de vista como una de las etapas más duras de la historia de España, caracterizada en términos materiales por la carencia de XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana
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alimentos, de bienes de producción y materias primas para la agricultura y diversas industrias. A los deficientes abastecimientos de alimentos se unieron otros factores decisivos como la falta de vivienda, el incremento del desempleo, la subida de los precios de los productos de consumo, etc., lo que generó un fuerte desequilibrio entre los que poseían los suficientes recursos económicos para vivir desahogadamente y quienes, por el contrario, disponían de lo justo para sobrevivir o directamente carecían de lo más básico para vivir.3 Además, el conflicto bélico tuvo enormes consecuencias desde el punto de vista psicológico, no solo por las muertes de seres queridos sino también por el temor a su repetición y a que las generaciones más jóvenes sufrieran sus terribles efectos. Pero para los vencidos todo esto se vio completado por la vertiente moral, por el desgaste producido por la propia derrota, a lo que se unió el uso indiscriminado de la violencia que provocó pérdidas humanas pero también miedo, desconfianza, etc. Además, en este duro contexto de posguerra, existieron otros factores a tener en cuenta, como pueden ser los efectos perturbadores originados por el aislamiento internacional tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial y su explotación por parte del propio régimen o, en última instancia, en el caso canario no debe olvidarse el impulso emigratorio a América, como válvula de escape a la precaria situación económica, política y social de España.
Como se puede observar, que se hable de la existencia de consenso social no implica que no existan desigualdades y, mucho menos, que haya un grupo reducido de personas que controla el poder político y económico en las Islas. Estos años de crisis generalizada son esenciales para entender el proceso de articulación y asentamiento de la propia dictadura, puesto que, entre otras cosas, se ha eliminado cualquier oponente político y desarrollado toda una serie de estrategias con el fin de transmitir una doctrina firme a la sociedad. Aquellas, junto con la represión, fueron claves en el proceso de desarticulación social y son una confirmación palpable del interés de la dictadura por alejar a la población de la política, pues la despolitización de la masa se convertiría en elemento decisivo para su propia estabilidad.
Las escasas investigaciones realizadas en España sobre la existencia de apoyos sociales de la población a la dictadura coinciden a la hora de concluir que la base sobre la que se construyó la estabilidad de la dictadura fue la pasividad. Para el caso de las zonas rurales de las comarcas gerundenses del Alt y Baix Ampordá, el historiador Jordi Font i Agulló4 demostró con un estudio a partir de fuentes orales cómo las contradicciones y paradojas son fundamentales para entender las actitudes sociales de quienes vivieron aquellos años. Solo así se puede entender que dentro del grupo que define como “indiferentes” convivan hasta siete tipos de realidades, en las que el nexo común es la pasividad pero en las que también se observan ciertas muestras de aceptación respecto a determinados componentes y manifestaciones de la dictadura. De este modo, en su seno se incluyen quienes resaltan la figura de Franco, en especial por haber devuelto la tranquilidad y el orden al país tras la finalización de la guerra, como contrapartida a lo que sucedía durante la II República, aunque mostrando cierto desacuerdo ante el uso de la violencia; aquellos que encubren sus verdaderos sentimientos pero son incapaces de condenar el golpe de Estado o a Franco, al tiempo que recuerdan la conflictividad social republicana; los que se identifican con un consentimiento pasivo; aquellos en los que se identifica cierta interiorización del miedo franquista y un complejo de culpabilidad en el que prevalece el intento de olvidar su pasado republicano; los que oscilan entre la condena política y moral y el acomodamiento, destacando su crítica a las autoridades locales y su defensa de Franco; y, finalmente, las personas que muestran su disentimiento con la situación entre el temor y la reclusión en la esfera privada, tratándose en la mayoría de los casos de antiguos militantes de partidos republicanos. Estudio de las actitudes sociales de los canarios…
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En Tenerife, al igual que en el resto de las islas y, claro está, en el conjunto de España, la pasividad fue la base sobre la que se construyó el consenso del franquismo. Este fue buscado por la dictadura a través de distintas estrategias de captación social, especialmente aquellas que le permitían influir sobre el conjunto de los españoles, como son las que a continuación se apuntan: la educación, la religión, las políticas sociales, la propaganda o la creación de un espacio público en el que predominaba la exaltación a los vencedores en la Guerra Civil como recuerdo permanente de quiénes habían ganado la guerra y cuáles podrían ser los posibles efectos de una nueva situación de inestabilidad política. No podemos olvidar otros elementos de considerable importancia como son la utilización del aislamiento internacional como factor de cohesión interno y, sobre todo, los cambios económicos que se producen a partir de finales de los cincuenta y los sesenta y que contribuyen enormemente a dejar atrás los duros años de escasez de la posguerra. Lo cierto es que la dictadura contó desde un primer momento con el apoyo de los principales grupos económicos de las Islas y con la gran mayoría de aquellos políticos conservadores que habían participado en la vida política canaria con anterioridad al golpe de Estado. Con el franquismo la política dejaba de pertenecer a la población como había sucedido por primera vez en España con la II República: ahora el dominio de la situación volvía a quienes nunca lo debieron perder y la población recuperó su posición natural, toda vez que el poder estaba en manos de quienes sabían gobernar y lo hacían correctamente desde el orden y la defensa de los verdaderos valores e intereses nacionales.
De tal modo que, en unas condiciones de hambre y escasez, con los efectos perturbadores de la guerra y la represión, unido todo ello a las políticas de captación social del propio régimen y la estabilidad que le ofrecían los apoyos de los principales grupos políticos y económicos, la respuesta de la mayoría de la población fue la indiferencia y la despreocupación por la situación política nacional en cuanto esta no le afectara directamente a su vida cotidiana: sus verdaderas preocupaciones se centraron en asegurar diariamente la alimentación de sus familias. A este respecto, Michael Richards considera que fue el propio régimen el encargado de la manipulación del abastecimiento de alimentos, de modo que:
Esta situación permitió que la principal preocupación de la mayor parte de la sociedad fuera la supervivencia personal y no la protesta política, y garantizó que los sacrificios que hubo que hacer durante el largo período de crisis económica de los años cuarenta los hicieran fundamentalmente la clase trabajadora. “Los vencidos” tenían que luchar por su propia supervivencia y fingir que no oían los tiroteos, que no veían las colas que se formaban fuera de las cárceles, o la destrucción sistemática de su propia identidad. El ritmo de la vida cotidiana, la familia, el trabajo, la infancia y la vejez vendría dictado por una virtual esclavización de la población. La autosuficiencia material de la nación se reflejaría a escala individual, asegurando el repliegue de las personas a la esfera doméstica. De ese modo se rompieron las solidaridades sociales y se disipó la energía física necesaria para la formación de una resistencia.5
Si las causas económicas, políticas e incluso de otra índole, como las morales y psicológicas, son importantes para entender una actitud de pasividad ante la dictadura, también lo será la ausencia de cultura democrática en España. Los escasos efectos de la revolución liberal en España, la pervivencia de un sistema basado en el control de la política por los grupos sociales económicamente más poderosos al tiempo que pervivió una formación social en la que predominaron los valores católicos, autoritarios, de aceptación de la jerarquía, de sumisión y sacrificio, etc., junto con unas elevadas tasas de analfabetismo que solo durante la II República se intentó que disminuyeran. Se trata de una cuestión clave en la que debemos XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana
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profundizar en el futuro y que nos permitirá definir elementos propios de la sociedad española y cómo influyen en la vida diaria de los españoles.
La manifestación real de esta actitud contribuyó a fortalecer la dictadura, evidentemente no de forma voluntaria pero sí de una manera en la que, lejos de críticas o muestras de resistencia, lo único que encontramos es la incapacidad para transformar una queja en formas de protesta. De esta manera se construye el consenso pasivo6 que se nutre de múltiples comportamientos que no se limitan simplemente a una actitud de indiferencia ante la política sino que incluye todas las expresiones que sin llegar a poder ser calificadas como entusiastas supusieron un fortalecimiento de la dictadura.7 Ya he apuntado anteriormente cómo en el caso catalán este conjunto heterogéneo de actitudes alcanzó al 60% de la sociedad estudiada por Jordi Font; en el caso de Tenerife, a falta de la utilización de fuentes orales que nos permitan ampliar nuestro conocimiento sobre estos hechos, la conclusión es muy similar: el consenso social existente en las Islas en torno al franquismo se estructuró y se fortaleció con el paso de los años sobre el conformismo y la indiferencia de la mayoría de los canarios, más preocupados por asegurar su subsistencia cotidiana que por cambiar el régimen político imperante en España.
Pero la pasividad como actitud social mayoritaria fue algo más que una renuncia a la política porque incluye en su seno a quienes no mostraron gran entusiasmo por la dictadura pero, en cambio, sí fueron receptivos ante el papel de Franco como garante de la paz y la estabilidad que había forjado tras los convulsos años treinta, la labor de asistencia social, los valores reaccionarios y católicos franquistas, etc. y que tuvieron gran influencia sobre personas que creían que apostar por un cambio de gobierno supondría una alteración del orden y un grave empeoramiento para la economía nacional o de los que creían que con la llegada de las mejoras económicas poco importaba el sistema político si se conservaba la normalidad y se aseguraba una situación de crecimiento económico y de mejoras sociales.
LA COLABORACIÓN CON EL FRANQUISMO: DELACIÓN, VENGANZAS PERSONALES Y ADHESIÓN
Como ya he dicho anteriormente, el estudio de las actitudes sociales durante la dictadura no ha sido un tema central para la historiografía, por lo que no es de extrañar que el solo hecho de referirnos a la existencia de personas de la calle dispuestas a colaborar con las autoridades suela provocar gran controversia entre historiadores, estudiosos en general y, por supuesto, la propia población, especialmente entre quienes no vivieron aquellos años y se han formado académica y socialmente bajo un prisma de estudio que ha primado la visión de España propia del antifranquismo y ha dejado en un segundo plano temas claves para entender la estructura institucional del régimen, su funcionamiento, apoyos, las causas y consecuencias de su consolidación, etc. Hasta cierto punto se puede considerar una situación “comprensible”, toda vez que durante las cuatro décadas de duración de la dictadura se obvió y se castigó la existencia de cualquier otra realidad política y social opuesta a la que difundía la propaganda oficial. La llegada de la democracia abrió la posibilidad de desarrollar “abiertamente” unos planteamientos teóricos y políticos que habían permanecido alejados de la sociedad durante todos esos años y que, desde la década de los años sesenta, se habían empezado a abrir camino entre la censura y la represión policial. Aun aceptando la existencia de todo esto, parece poco estimulante para la investigación sobre el franquismo continuar limitando buena parte de nuestros esfuerzos a estudiarlo desde la óptica social de una minoría, entre otras cosas porque no solo provoca que se dejen de estudiar temas fundamentales sobre el funcionamiento de la dictadura, sino que también esto favorece que se desconecte la actuación de los opositores políticos del contexto en el que se desarrolla, es decir, se destaca Estudio de las actitudes sociales de los canarios…
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la valentía de sus actuaciones, el crecimiento cuantitativo de militantes de los partidos de oposición, fundamentalmente del Partido Comunista, su infiltración en el sindicato vertical pero, en muy pocas ocasiones, se estudian los efectos de sus acciones y propaganda sobre la población, el grado de aceptación y rechazo de este discurso crítico con la dictadura, etc. Resulta incuestionable el valor de los numerosos trabajos que han permitido recuperar testimonios olvidados y silenciados durante tanto tiempo, incluso de aquellos que aportan una importante profusión de datos sin mayor pretensión de análisis. Ahora bien, estudiar un régimen tan complejo y duradero como ocurre con el caso español implica analizar otras cuestiones, especialmente las relacionadas con la existencia de apoyos sociales que van más allá de los grupos económicamente más poderosos. A la cuestión puramente temática se une la necesidad de renovar metodológicamente el estudio de algunos temas para obtener mejores resultados, en el sentido de que permitan contemplar matices y especificidades que hasta el momento no han sido exploradas. Así, en el caso de la represión —una cuestión de la que aparentemente se ha estudiado todo— considero que un cambio de perspectiva es fundamental para avanzar en nuestro conocimiento de este fenómeno, puesto que sin descuidar el interés y la necesidad por conocer cómo afectó aquella a los represaliados, también se debe afrontar la investigación de los represores,8 sus motivaciones, sus actuaciones durante el régimen, su posición social, etc. Con esto, conseguiremos conocer las posibles fracturas sociales y políticas existentes en el seno de la sociedad con anterioridad al 18 de julio y cómo afectan política y, sobre todo, socialmente en etapas posteriores.
En el caso concreto de la isla de Tenerife he detectado la existencia de acciones de abierta colaboración con las autoridades manifestadas de distinta manera: denunciando a amigos, compañeros de trabajo e incluso a familiares, beneficiándose económicamente de su lugar de privilegio en sus puestos de trabajo o tratando de resolver viejos conflictos personales. Evidentemente su número es menor en comparación con aquellas personas que optaron por una posición de indiferencia y pasividad, pero su existencia debe ser interpretada desde un punto de vista cualitativo, entre otras cosas porque implica, además de una lógica ausencia de homogeneidad en los comportamientos de la sociedad, la existencia de una actitud tendente a colaborar y apoyar a la dictadura —algo que hasta el momento no se había tenido en cuenta— y que la fortaleció institucionalmente pero, sobre todo, socialmente.
Desde un punto de vista metodológico, la principal dificultad a la que se tiene que hacer frente a la hora de estudiar las actitudes sociales es la identificación y valoración de las causas que las motivaron, sobre todo si se tiene en cuenta que se trata de definir los componentes que nos ayuden a explicar cómo se pudo colaborar con un régimen que se caracterizó por el uso de la violencia, el beneficio económico de un grupo reducido de personas, etc. Con todo, la documentación de la DGS que he utilizado para la elaboración de este trabajo ofrece la posibilidad de comprobar cómo existieron acciones de colaboración desde vertientes muy distintas y probablemente también con objetivos distintos pero que, de una forma u otra, contribuyeron a fortalecer socialmente la dictadura. La vigilancia de personas sospechosas por tener alguna relación con fuerzas políticas, la presencia de extranjeros, la aportación de datos sobre personas investigadas por la policía, etc., son algunas de las muestras de la colaboración de ciertos sectores de la población.
La vigilancia de los sospechosos de pertenecer o estar relacionados con partidos políticos contrarios al franquismo, fundamentalmente al PCE, es un buen ejemplo de esta actitud. La amenaza comunista fue una de las grandes obsesiones del régimen, convirtiéndose en una referencia permanente del discurso franquista. El aparato represivo del franquismo se vio reforzado en ocasiones por la colaboración de personas que delataron a compañeros de trabajo XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana
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o amigos y que, sobre todo, ofrecían datos sobre determinadas personas que la policía desconocía o que simplemente trataba de confirmar.
Las informaciones más interesantes para la policía al aportarse datos sobre el estado organizativo del Partido Comunista, las reuniones que celebraban, sus opiniones sobre la situación política y económica del país, quiénes eran sus integrantes, etc., tal y como puede observarse en el siguiente caso:
(…) un informador del que suscribe, ha manifestado de que él, a través de amistades de elementos comunistas de la localidad, sabe que periódicamente el Partido Comunista local viene recibiendo ayuda en cantidades de dinero bastantes considerables procedentes de Rusia a través de la Península. No ha aportado más datos el informador, quedando en seguir haciendo gestiones sobre este asunto.9
En otras ocasiones sus declaraciones eran utilizadas por los policías como apoyo en sus actuaciones, puesto que se podían complementar con las que disponían y en otras eran la única referencia disponible sobre el sospechoso. En relación con esto, destacan los datos obtenidos sobre un trabajador de la Compañía Eléctrica de Santa Cruz de Tenerife, del que se sabía que:
(…) perteneció al Sindicato de Luz, Gas y Electricidad, afecto a la CNT, y que entre los obreros de dicha empresa era considerado como una especie de agitador. Asimismo fue considerado como sospechoso de un sabotaje efectuado en una línea de conducción del pueblo de Tacoronte, y de otro acto similar ocurrido en la Central Eléctrica.10
Otro “informante” de la policía destacó que el sospechoso asistía a reuniones de carácter sindical en el barrio capitalino de La Salud, lo que motivó que se vigilase la zona para corroborar ese comentario. Evidentemente este tipo de actos provocaba que se reforzara la sensación de vigilancia entre el conjunto de vecinos puesto que, aunque muchas veces no se lograra identificar a la persona responsable de esos comentarios, eran conscientes de su existencia, con lo que sus opiniones debían ser muy comedidas sobre cualquier aspecto relacionado con la política nacional. Puede afirmarse que en Tenerife y en el resto de las Islas existieron personas adictas al régimen, a Franco, al ideario católico o a la paz y al olvido de la Guerra Civil, además de aquellas que siempre fueron capaces de obtener beneficio hasta de la situación más extrema, que colaboraron con las autoridades policiales para descubrir y que se detuviera a sospechosos de pertenecer a partidos de izquierdas. Negar su existencia y los efectos directos e indirectos sobre el conjunto de las personas próximas de su entorno implica obviar un elemento central en las relaciones entre la sociedad y el régimen. La existencia de formas de colaboración social es palpable hasta en las situaciones a simple vista más cotidianas, como queda de manifiesto en el caso de “un señor que estaba en su casa” y oyó los gritos de un grupo de personas que iban por las calles de La Laguna cantando una canción regional asturiana, “empezando al poco tiempo a dar gritos subversivos, tales como los de ‘VIVA LA REPÚBLICA FEDERAL CANARIA’”, reaccionando aquel dando dos o tres tiros al aire, tras haberse asomado a la ventana de su casa, y tocando un silbato para atraer a la fuerza pública,11 mientras que también se dieron otros en los que se devolvían a las autoridades los panfletos que repartían los comunistas por las casas de la capital tinerfeña.
Una de las cuestiones a dilucidar en futuras investigaciones será la manifestación cotidiana de esa colaboración, es decir, entendida esta más allá de la cuestión puramente política, Estudio de las actitudes sociales de los canarios…
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porque lo verdaderamente importante es destacar su influencia social a la par que los efectos del franquismo y la penetración de algunos de sus componentes doctrinales en la sociedad española. Así, en un buen número de casos, resulta incuestionable que detrás de estos comentarios siempre subyace la tendencia a valorar positiva o negativamente la conducta moral y pública de las personas,12 gracias a lo que se conoce cuál es su relación con los vecinos, si su comportamiento con sus hijos y su cónyuge es la correcta, qué suele hacer cotidianamente, si frecuenta bares y tabernas, etc. Además de esto, tampoco debe olvidarse la corrupción y sus efectos sobre la población ya que, si bien sus principales responsables y beneficiarios fueron los militares, políticos o funcionarios con papel directivo, no es menos cierto que hubo personas que ocupaban puestos de pequeña responsabilidad pero que, en cambio, tenían acceso a fondos públicos y que obtuvieron ilícitamente unos recursos económicos que les permitieron llegar a ostentar una situación material poco apropiada para su condición social de trabajadores.
A modo de recapitulación sobre lo expuesto en párrafos anteriores, debe tenerse en cuenta que hasta el momento ha predominado una interpretación del franquismo centrada en la utilización de la violencia como un instrumento con una doble finalidad: eliminar a los opositores y crear un ambiente de miedo e inseguridad entre la población. Pero a la vista de lo expuesto no parece que sea lo único que pueda explicar por sí solo la ausencia de conflictos, entre otras cosas porque una única variable es insuficiente para explicar la larga duración de la dictadura, la “estabilidad” de las primeras décadas y la influencia de los cambios económicos o la penetración del discurso oficial cargado de elementos basados en el conservadurismo, autoritarismo y catolicismo. Las personas, entendidas como sujetos históricos, desarrollan su vida en el medio que les toca vivir, sea este más o menos hostil, mostrando en buena medida su preocupación por las situaciones próximas a su entorno, las dificultades para conseguir sus alimentos, el aumento del paro, la escasez de vivienda, etc., mientras que las instituciones, con un discurso de captación social claramente definido, tratan de influir política y socialmente sobre los individuos, algo que en España se tradujo, entre otras cosas, en la transmisión de valores antidemocráticos y el predominio de la aceptación de la jerarquía a todas las escalas. Evidentemente, en el caso español el adoctrinamiento social viene dado desde un principio por unas relaciones que quedan determinadas por el uso de la violencia y el dominio político impuesto por las armas, pero eso no implica que a medida que vaya pasando el tiempo la dictadura sea capaz de conseguir apoyos sociales que contribuirán directa o indirectamente a su consolidación social. En ese marco en el que convive el dominio y el consenso, surge la necesidad de conocer cuál fue el papel de la oposición política y, en sentido más amplio, de la resistencia13 a la dictadura.
LA RESISTENCIA ANTIFRANQUISTA: CLANDESTINIDAD Y REPRESIÓN
Si hasta el momento he analizado aquellas actitudes que se pueden encuadrar dentro del ámbito del consenso social, ahora toca estudiar la manifestación y existencia de aquellas otras que se encuadran dentro del ámbito de la resistencia. El estudio de estas actitudes, al igual que ocurre en el caso anterior, tiene como principal dificultad la utilización de unas fuentes que nos permitan conocer las actividades de oposición a la dictadura. Al igual que en los apartados anteriores, la utilización de documentación perteneciente a la DGS ha sido bastante útil y provechosa, toda vez que incluye varios apartados referidos a las actividades de la oposición, especialmente para el Partido Comunista y, en menor medida, para republicanos, socialistas y anarquistas. Sobre estos, los comentarios se limitan en la mayoría de las ocasiones a reiterar el reducido número de componentes de sus partidos y cómo su actividad se limita casi exclusivamente al comentario y a la crítica, salvo en el caso de los anarquistas XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana
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de la CNT que trataron de reactivar su ámbito de influencia pero que fueron duramente reprimidos por la policía.
Sin lugar a dudas fue el Partido Comunista la principal fuerza de oposición al franquismo pues mantuvo durante todos los años de duración del mismo, con mayor o menor intensidad, su actividad para tratar de transformar la realidad política española. En las Islas, su reestructuración se produjo durante la década de los cuarenta aunque sus acciones fueron muy limitadas y sufrieron una intensa vigilancia policial que habitualmente terminaba con la detención de sus principales dirigentes afectando considerablemente a su estructura, como ocurrió en 1947 con la detención de 111 personas y la requisa de material de todo tipo. Más allá del reparto de octavillas, la propaganda oral o la colocación de banderas y pintadas en las paredes, sus actividades no fueron otras, ya fuese por la presión policial, la desorganización provocada por la guerra, la desilusión de algunos de sus militantes o la escasez de recursos, entre otros motivos. Por ello, su influencia ante el conjunto de la sociedad debe considerarse muy reducida al tiempo que debe tenerse en cuenta que durante este período la dictadura promovió toda una serie de estrategias destinadas a lograr no solo el apoyo social de los españoles sino también para fomentar y conseguir que la apatía y la desmovilización política fuera mayoritaria.
Más allá de la oposición política, la resistencia al franquismo también fue protagonizada por determinados sectores de la población. Junto a las protestas relacionadas con el encarecimiento de la vida, motivada alguna de ellas por la subida en los precios de los billetes del transporte marítimo o terrestre, las acciones reivindicativas más importantes fueron protagonizadas, especialmente a partir de la década de los cincuenta, por estudiantes y obreros. Los primeros, especialmente los estudiantes de la Universidad de La Laguna, reivindicaron mejoras en la educación, en los servicios de comedor, pero también mostraron su rechazo a la subida del precio de los cines, a los mencionados aumentos del precio en el transporte y, sin lugar a dudas, poco a poco fueron manifestando cada vez más abiertamente su rechazo a la dictadura. Por su parte, los obreros reactivaron su actividad sobre todo tras las huelgas peninsulares de 1951, manifestando su descontento por la situación económica, por las condiciones laborales, etc. Se puede considerar que esta actitud se fue generalizando a todos los sectores profesionales, siendo un caso destacado el carácter combativo de los trabajadores de la Refinería de Petróleos de Santa Cruz de Tenerife.
En buena medida, el empuje final de la década de los setenta ha quedado como la imagen oficial de los grupos opositores, de combate directo y constante contra la dictadura y a la que se habría sumado la población. Pero la realidad fue otra bien distinta. Aun siendo relevante el incremento de las huelgas y protestas de las fuerzas políticas, las reivindicaciones laborales y estudiantiles, no podemos convertir un período corto de tiempo y a sus protagonistas en la imagen de una dictadura de cuarenta años. No se trata de restar su importancia en la lucha por las libertades y la restauración de la democracia en España sino de todo lo contrario, resaltar su valor y compromiso pero dentro de los márgenes propios del hecho histórico estudiado, es decir, conociendo el número aproximado de personas que se arriesgaron en estas acciones de oposición, valorando la influencia de las mismas sobre el conjunto de la población, sus efectos sobre ella, la aceptación o rechazo de sus propuestas, estudiando sus estrategias y lo acertado o no de las mismas, etc. Estudio de las actitudes sociales de los canarios…
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CONCLUSIONES
El estudio de las actitudes sociales de los canarios es un tema de gran interés para conocer cuál fue el grado de aceptación de la dictadura en las Islas, así como para determinar rasgos fundamentales del funcionamiento institucional y social del franquismo. Con este trabajo he tratado de analizar de manera general las actitudes de los canarios y, en concreto, de los tinerfeños durante el período comprendido entre 1936 y 1960 a partir de la utilización de documentación perteneciente a la DGS. Esta se caracteriza por su preocupación por reflejar la realidad social y política de las Islas con especial atención a las opiniones de la población, los motivos de sus quejas, etc.
Tomando como referencia los estudios renovadores sobre el papel de la población en el nazismo y el fascismo, y aplicando una perspectiva de estudio cercana a la historia de la vida cotidiana, he planteado la existencia de una mayoría social que puede englobarse en categorías de apoyo a la dictadura: pasividad y colaboración.
La pasividad fue la actitud generalizada de la población que optó por la supervivencia frente a cualquier cambio de la situación política, pero que al mismo tiempo fue receptiva ante determinados elementos propios de la dictadura, sobre todo en el orden moral y en determinadas cuestiones políticas. En su interior conviven distintas manifestaciones que no son más que el reflejo de una evidencia fundamental a la hora de estudiar las actitudes y comportamientos de las personas: resulta imposible categorizar sus acciones bajo un concepto único. Solo así puede entenderse que existan manifestaciones de adhesión y colaboración más allá de los grupos sociales que obtienen importantes beneficios políticos y económicos. Respecto a este tema, como sucede con el caso de los represores y sus motivaciones, el objeto de su investigación no es resaltar nombres y lazos familiares con personas de nuestra sociedad actual, sino saber cómo se manifestaba esa colaboración con el resto de los vecinos, hasta qué punto afectaba a las relaciones sociales dentro de la comunidad y cómo lo hacía a la hora de determinar el comportamiento de los otros, la manifestación cotidiana de esa relación, etc. De igual forma, en su seno existen actitudes de resistencia minoritarias respecto a las anteriores pero no menos importantes por eso, dado que constituyen la manifestación de una posición contraria en un contexto de restricción de libertades y, por tanto, de la existencia de un riesgo para sus vidas y las de sus familiares por tomar partido por opciones contrarias al franquismo.XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana
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NOTAS
1 Si bien se trata de un concepto utilizado para definir la relación entre gobernante y gobernado en una sociedad democrática, considero que es posible aplicarlo al franquismo para definir la ausencia de conflictos que pongan en peligro la existencia de aquella.
2 LÜDTKE, Alf: “De los héroes de la resistencia a los coautores. Altagsgeschichte en Alemania”, Ayer, núm. 19, 1995, pp. 49-69.
3 En Gran Canaria se han dado algunos pasos para conocer mediante la utilización de fuentes orales cómo vivieron los canarios aquellos años. Como ejemplo de esta etapa de miseria basta el siguiente fragmento: “(…) apáñatelas como puedes porque después pa encontrar las cosas… ni había azúcar que echarle al biberón de un niño, ni había gofio. Mucha gente llegaron a hacer gofio de plátanos verdes, ponerlos a secar y después tostarlos y molerlos, aunque yo no llegué a hacerlo, pero pasé mucha escasez de gofio, bastante. Y no había que comer, se pasó muchas miserias, muchas miserias porque no había que comer, porque no había nada”. IGLESIA HERNÁNDEZ, María Luisa: “Las condiciones de vida en Gran Canaria en la posguerra: una aproximación desde la historia oral”, V Encuentro de Investigadores del franquismo, Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha, 2005, p. 5 [edición electrónica].
4 FONT i AGULLÓ, Jordi: “Nosotros no nos cuidábamos de la política. Fuentes orales y actitudes políticas en el franquismo. El ejemplo de una zona rural, 1939-1959”, Historia Social, núm. 49, 2004, pp. 49-66. La principal conclusión de este estudio en términos cuantitativos es que solo un 10% de los entrevistados forma parte del grupo de los “desafectos”, mientras que el 90% restante se repartiría entre los “adictos” (30%) y los “indiferentes” (60%).
5 RICHARDS, Michael: Un tiempo de silencio. La guerra civil y la cultura de la represión, Barcelona: Crítica, 1999, p. 23.
6 SAZ, Ismael: Fascismo y franquismo, Barcelona: Universitat de València, 2004, p. 175.
7 A este respecto, cabe destacar las palabras de José Reig: “es tan importante que no cabe ninguna duda de que se constituye como verdadero sostén del régimen, más incluso que el reducido sector de los convencidos franquistas. El colchón de inhibición que el régimen siempre utilizó como consenso fue en la práctica el seguro de vida del sistema”. REIG CUAÑES, José: Identificación y alienación. La cultura política y el tardofranquismo, Valencia: Publicacions de la Universitat de València, 2007, p. 185.
8 La investigación sobre los represores se ha visto dificultada por motivos de diversa índole, que van desde los puramente políticos derivados de la evolución histórica de España tras la muerte de Franco—el modelo de transición a la democracia promovió los pactos de silencio que impulsaron una mirada hacia adelante y que, entre otras cosas, permitió la incorporación de los responsables políticos del antiguo régimen al nuevo con total normalidad— hasta otros relacionados con las enormes dificultades para investigar sobre estos hechos en los archivos, muchas veces relacionadas con la interpretación e imprecisión de las leyes sobre esta materia.
9 Archivo Histórico de la Transición en Canarias (AHTDC). Fondo Francisco Fajardo. DGS. Caja 3. Legajo 9. Informe de 1 de enero de 1948.
10 AHTDC. Fondo Francisco Fajardo. DGS. Caja 2. Legajo 7. Nota informativa de 18 de diciembre de 1950. Otro ejemplo interesante es el de “un tripulante del barco petrolero Seabird” que elabora un “informe” sobre las reuniones que celebran exiliados españoles en el mismo y en la que participan tres tripulantes naturales de Tenerife: “es frecuente la reunión de exiliados españoles, los cuales toman contacto con algunos compatriotas procedentes de barcos españoles que tocan en Burdeos”. AHTDC. Fondo Francisco Fajardo. DGS. Caja 3. Legajo 13. Informe de 23 de junio de 1951.
11 AHTDC. Fondo Francisco Fajardo. DGS. Caja 2. Legajo 9. Nota informativa de 22 de abril de 1952.
12 Algunos ejemplos de este tipo de prácticas entre los vecinos son los siguientes: en una nota sobre un individuo extranjero se comenta que “según manifestaciones de (…) este mes llegará una hija suya de XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana
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Inglaterra a pasar una temporada juntos. El indicado extranjero es bastante raro, excéntrico y no se le conoce profese religión alguna”. AHTDC. Fondo Francisco Fajardo. DGS. Caja 3. Legajo 3. Nota informativa de 6 de julio de 1955. Un caso más concreto es el de un médico de Bajamar (La Laguna) que es investigado a partir de un escrito remitido a la policía y firmado por varios vecinos de la zona que suelen referirse a sus actividades cotidianas, sus pertenencias, sus opiniones, etc. AHTDC. Fondo Francisco Fajardo. DGS. Caja 2. Legajo 6. Nota informativa de 25 de mayo de 1949.
13 La utilización del término resistencia se hace en sentido amplio, es decir, incluyendo las acciones organizadas por los grupos políticos con intención de cambiar el sistema político y aquellas otras que sin tener ese grado de organización son protagonizadas por la población y que, en la mayoría de las ocasiones, se refieren a problemas sociales y económicos concretos que afectan directamente a sus vidas.