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1699 AMÉRICA EN LA OBRA DEL PERIODISTA Y ESCRITOR FRANCISCO GONZÁLEZ DÍAZ Rubén Naranjo Rodríguez La relación del periodista y escritor canario Francisco González Díaz (Las Palmas de Gran Canaria, 1866 - Teror, 1945) con América se establece en dos niveles de referencia determinados por unos espacios geográficos y temporales concretos: por un lado, la permanencia real en tierras americanas (los años vividos como emigrante en Argentina y los meses que posteriormente pasó en Cuba como intelectual invitado); por otro, su preocupación por los diferentes aspectos de las relaciones entre España, Canarias y América, expresada en los libros y centenares de artículos periodísticos publicados en la prensa canaria, española, cubana, argentina y venezolana. El establecimiento del escritor canario en suelo americano, por un período de tiempo concreto y no muy amplio, será un factor determinante en su formación y en el conocimiento que se tiene de su obra. En cuanto al desarrollo de la temática americana, se convertirá en una constante en su abultada producción periodística. LOS AÑOS DE LA EMIGRACIÓN: ARGENTINA Aunque el periodista tinerfeño Leoncio Rodríguez, en la biografía que realiza del personaje, señala que emigró a Argentina tras abandonar sus estudios de Derecho en Madrid,1 lo cierto es que González Díaz dejó Canarias con rumbo hacia la República del Plata en el verano del año 1889, cuando contaba con 22 años de edad, permaneciendo allí hasta finales del invierno de 1894. Su vuelta, si atendemos a lo que informaron las gacetillas de los periódicos de la época, estuvo motivada por su estado de salud, “algo quebrantada por el continuo trabajo”.2 En lo personal, fue el tiempo más gozoso de su atormentada existencia, como el mismo autor afirma: “los primeros años de mi juventud, los mejores, los únicos en que fui pasajeramente dichoso”.3 Pero también fueron los años en que se consolidó su formación como periodista: “allí se formó mi espíritu, allí se educó mi inteligencia”.4 Su actividad profesional se desarrolló en los más destacados medios de la capital bonaerense, precisamente en unos años, las dos últimas décadas del siglo XIX, que se caracterizarán, según señala C. Galván Moreno, por “[…] la aparición […] de publicaciones de gran alcurnia intelectual, dedicadas, ya a estudiar y documentar seriamente pasajes de la historia nacional y americana, ya a abordar con el mismo afán la presentación igualmente seria y documentada de temas de otra índole”. Se destaca en suma que “es una tendencia promisoria que eleva el periodismo de ese final de siglo, a cumbres intelectuales hasta entonces no alcanzadas”.5 Entre los periódicos argentinos en los que trabajó se señalan La Tribuna, El Río de la Plata, El Noticiero, El Censor y La Nación. Destaca entre todos ellos este último,6 señero diario dirigido en esos años por Bartolomé Mitre y Vedia,7 y del que se afirma que entre sus numerosos colaboradores figuraron “los hombres más ilustres de la ciencia, del pensamiento y del arte universal”. Lo que se demuestra si atendemos a lo expresado por Rubén Darío cuando afirma en relación a los años que nos ocupan que “la prensa argentina es hoy la primera en XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana 1700 lengua castellana, por su riqueza, por su incomparable impulso y por su nutrición universal”. Y se confirma si se atiende a la lista de colaboradores del periódico La Nación, entre los que se cuentan: Emilio Castelar, José Martí, Edmundo de Amicis, Ortega Munilla, Eliseo Reclús, Camilo Flammarion, E. García Ladavese, Lombroso, Guillermo Ferrero, Gómez Carrillo, Blasco Ibáñez, Remy de Gourmont, Miguel de Unamuno, Domenico Oliva o Emilio Zola.8 Precisamente en este medio comenzó González Díaz realizando una traducción del francés, ocupándose de cualquier tarea que se ofreciera: “fui redactor para todo servicio; lo mismo hacía una crónica de teatros que una traducción o una revista parlamentaria, o un simple suelto”.9 El ambiente antiespañol que se vivía en la redacción de La Nación, en relación con el conflicto cubano, motivó que se viera empujado a marcharse, en este caso a El Censor, donde publicó un artículo defendiendo la postura española.10 En cualquier caso, lo que es incuestionable es el papel que su estancia en Argentina supuso en la formación de González Díaz: “Viví en Buenos Aires cuatro años y medio, quizás los mejores de mi vida. Yo era entonces casi un niño, y lo que vi y lo que aprendí en América grabado se me quedó en el alma para siempre”.11 Una muestra evidente de esta influencia es lo expresado en un editorial de La Nación, de 13 de marzo de 1890, con el título de “La prensa libre y la opinión”, donde se recoge: “Jamás en un pueblo libre la prensa fue más acompañada y acompañó más fielmente al pueblo en la propaganda de los buenos principios, en su trabajo de todos los días, en la elaboración de su riqueza, en sus expansiones generosas, en su grandes ideales lejanos y en sus objetivos inmediatos. Todas las ideas que están en circulación le pertenecen. […] En medio del derrumbe de nuestras instituciones democráticas es la única institución que queda en pie, y obra en la opinión como una fuerza moral…”.12 A su vez, González Díaz publicará en la prensa canaria: “En el primer número de este periódico escribimos con grades letras la palabra PATRIA, y casi no tenemos que hacer otra cosa sino escribirla para definir lo que será EL APÓSTOL. Nos proponemos ejercer el apostolado de las buenas ideas, luchar por el bien común y defender los intereses generales. Nuestro programa es bello, sencillo y hermoso. Caben dentro de él todas las aspiraciones generosas con que se alimenta el culto del patriotismo, todos los entusiasmos que inspira el amor a la humanidad y, en primer término, la lucha y la propaganda en favor de los árboles. En estas páginas continuaremos batallando por el ideal a que hemos consagrado tantas energías. Procuraremos ser siempre impersonales, siempre ‘apostólicos’”.13 En definitiva, como él mismo reconocerá en 1897, su actividad periodística fue realmente intensa en tierras americanas: “He corrido ya un poco por esos mundos y por esos periódicos de Dios; he hecho la América [...], he escrito para la prensa cinco mil artículos de toda índole, por lo bajo”.14 Y en este sentido, tuvo oportunidad de conocer de forma directa la profunda renovación que vivía la prensa americana, un periodismo donde “el hecho ha matado a la idea”.15 La experiencia que vivió González Díaz en Buenos Aires no se ciñe solamente a lo que corresponde a su formación periodística, sino que se amplía con la adquisición de un rico bagaje cultural. No en vano, como afirma Vargas Llosa, “probablemente las dos ciudades más literarias del mundo son París y Buenos Aires”.16 Como queda dicho, su actividad profesional le permitía conocer de primera mano la producción de una pléyade de escritores, de algunos de los cuales dará a conocer su obra en sus artículos publicados en Canarias, caso de autores como Osvaldo Magnasco17 (Entre Ríos, 1864 - Buenos Aires, 1920) o Rafael Obligado18 (Buenos Aires, 1851 - Mendoza, 1920). Y también, como no podía ser menos en una ciudad América en la obra del periodista… 1701 con una intensa vida cultural, a afamadas representantes de la escena del momento, caso de la soprano Adelina Patti19 o la actriz Sarah Bernhardt.20 Estos años que vivió en América cultivaron su espíritu, sirvieron de aprendizaje, pero sin duda, ya de vuelta en Canarias, determinaron una gran frustración al constatar la pobreza intelectual que se padecía en el archipiélago, así como las escasas perspectivas existentes de que se operara algún cambio. Pese a expresar su frustración, en carta que públicamente dirige a su amigo Agustín Millares Cubas le anima a que junto a su hermano Luis se involucren en intentar cambiar este panorama, ofreciéndose él mismo a través de su pluma y su palabra, antes de que esta situación le aboque de nuevo a “volver a América a luchar por la vida y por las ideas”.21 A su vuelta de Buenos Aires publicará una serie de artículos en Diario de Las Palmas, que significarán el comienzo de su carrera periodística en Canarias. Los mismos están dedicados, en definitiva, a la pérdida de la influencia española en América, se lamenta de que “las nacientes literaturas de la América meridional se desarrollan con entera independencia de la tradición literaria de la madre patria” y la necesidad de trabajar “por mantener el vínculo literario y la unidad e indisolubilidad de la lengua, fomentemos por medio de tratados bien concebidos el desarrollo de las relaciones literarias, artísticas, comerciales e industriales”.22 Con un sesgo de prepotencia, no exento de unas dosis de racismo, afirmará: “Lo que ha creado una raza selecta en el curso de las edades, [...] no ha de ser modificado en sentido progresivo por grupos sociológicos derivados de dicha raza, [...] nada más absurdo que el anhelo de rehacer la lengua española, en pueblos cuyo desarrollo incompleto apenas se manifiesta por ensayos informes, balbuceos literarios, vacilantes tanteos en los dominios de la política y de la ciencia”.23 La visión eurocéntrica del mundo aparece definida de forma explícita en sus artículos, caso del publicado el 2 de enero de 1900 en el periódico La Crónica, donde critica la doctrina Monroe, preguntándose: “¿Cómo puede decirse América para los americanos, si los americanos descienden de los europeos?”, añadiendo a continuación: “Europa no solo descubrió a América, sino que «la creó»”.24 En lo referente a la lengua, expresará en más de un artículo su rechazo al español hablado en Hispanoamérica,25 lo que le valdría una de las escasas críticas negativas que se le hicieron en la prensa canaria.26 LA RENOVACIÓN EDUCATIVA Las graves carencias educativas que se sufrían en Canarias ocuparon un significativo espacio en la producción periodística de González Díaz, así como la necesidad de abordar una profunda renovación pedagógica a todos los niveles. Para todo ello encuentra el escritor canario un referente en la obra del presidente Domingo Faustino Sarmiento, decidido impulsor de la educación en Argentina: “Era un pedagogo, un maestro, el primer pedagogo y el primer maestro de los argentinos, que adoptó por símbolo de gobierno la cartilla”.27 Precisamente, los logros alcanzados por Sarmiento le servirán para definir la necesaria acción educadora a emprender en Canarias, como expresará en su libro Cultura y Turismo: “Aquel hombre tuvo la idea plena de una redentora misión docente, capaz de reconstituir y elevar a la mayor altura la joven democracia del Plata”. Valora la educación como soporte de la democracia, poniendo como ejemplos antagónicos a los Estados Unidos y las otras Repúblicas hispanoamericanas, donde esa falta de cultura las ha conducido a estar “entregadas a los caprichos de gobiernos bárbaros y mandones analfabetos”.28XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana 1702 No es casual tampoco que, a la hora de considerar el germen de la acción ambientalista en Argentina, se acuda a lo predicado por Sarmiento, al que en definitiva se le valora como el impulsor de la Fiesta del Árbol en aquel país. Precisamente González Díaz, el “apóstol del árbol” en Canarias, es reconocido como el que favoreció con sus incansables campañas dicha jornada de concienciación ecologista en el archipiélago. En otro de los terrenos que ocupó la labor “propagandista” y de sensibilización de González Díaz, la defensa de los animales, también encontramos referencias a lo que sucedía en tierras americanas. Así, ante el escaso apoyo social que determinó finalmente la disolución de la Sociedad Protectora de Animales fundada en Las Palmas de Gran Canaria, el periodista canario contrapone lo sucedido en Buenos Aires, donde la acción del doctor Albarracín permitió desarrollar una “redención animalista” que contó con el apoyo del “gobierno y una mayoría ilustrada”.29 En este sentido, en afirmación de J. M. Marrero Henríquez, lo que busca González Díaz para Canarias, “a imagen y semejanza de los logros realizados en la Argentina”, es un “Volkgeist ilustrado que no se solace del dolor o de la violencia que son concomitantes de los regímenes autoritarios, absolutistas o despóticos [...], capaz de acordar objetivos colectivamente y de, por propia voluntad, constituir una sólida comunidad democrática”.30 Otro de los aspectos que cabe relacionar directamente con la experiencia argentina de González Díaz es su decidido apoyo a la creación en la capital grancanaria de los llamados batallones infantiles. Estos grupos de escolares, que se instruían militarmente a fin de participar en desfiles organizados con motivo de diferentes festividades, se constituyeron por vez primera en Argentina en 1888 y, al igual que sucediera en Las Palmas de Gran Canaria en 1902, fueron preparados por oficiales del ejército con la pretensión de dar solemnidad a las celebraciones en las que participaban y con un marcado carácter patriótico.31 Al respecto, González Díaz dedicó varios artículos periodísticos a dicha cuestión, valorando positivamente el papel que desempeñaban en la educación de los niños.32 LA GUERRA DE CUBA Una cuestión a considerar en la obra periodística de González Díaz es la visión que nos ofrece del conflicto abierto entre España y Cuba, desde el particular escenario que suponen las Islas Canarias, pero también desde Madrid, en los meses que pasó en la capital del Estado. Resulta significativo el posicionamiento del escritor canario en el bando de los que rechazaban el enfrentamiento con Estados Unidos, oponiéndose a una guerra de la que no cabía esperar ningún resultado positivo.33 Es más, acabado el conflicto será muy crítico con los que lo alentaron, sin dejar de señalar la parte de culpa que le correspondía a la prensa, recriminándole su exigencia de responsabilidades, cuando había sido parte responsable con el ejercicio de un claro amarillismo informativo, exaltando el chauvinismo y menospreciando al enemigo, a lo que añadía: “Prensa de gran circulación... ¿Ignorancia? ¿mala fe? ¿espíritu de lucro? Quizás las tres cosas a un tiempo...”.34 Téngase en cuenta que precisamente la guerra hispano-norteamericana de 1898 fue el primer conflicto en que la prensa jugó un papel muy destacado y que tanto la norteamericana como la española tuvieron algo en común: “ambas engañaron a sus lectores haciéndoles creer cosas que no eran ciertas”.35 El periodista canario se ocupará reiteradamente del conflicto colonial, asumiendo también un papel protagonista en las diferentes manifestaciones de apoyo al ejército español que de forma espontánea u organizada se desarrollaron en la capital grancanaria en estos años. Así se comprueba en los diferentes artículos publicados en los que, pese a rechazar la guerra, se sitúa claramente en el bando español, así como en su participación en los agasajos que recibieron los efectivos militares que, camino de Cuba, hacían escala en la capital grancanaria.36América en la obra del periodista… 1703 El posicionamiento de González Díaz es claro, como aparece en uno de los primeros artículos que dedicó al asunto. Confiaba en un arreglo pacífico del conflicto antillano: “[...] sólo en Cuba se oye de nuevo el toque a rebato de la rebelión. Pero confiemos en que también esta vez será allí sofocado el espíritu separatista y la Gran Antilla recobrará la paz. ¡La Paz!, ¡Santa palabra! Condensa la aspiración y la necesidad del momento: hay que escribirla en todas partes, grabarla en la conciencia del pueblo, convertirla en ideal de todos los espíritus”.37 Y reiteraría su profundo rechazo a la guerra, al ocuparse de los quintos canarios que fueron enviados al “inmenso matadero de Cuba”, “gentes sencillas e ignorantes en su mayoría, [...] no ven claro, apenas saben por que van a luchar, por quien van a morir, [...]. Ved las consecuencias de la infame guerra que ha encendido en Cuba el separatismo, y que fomentan viles mercaderes y negreros. ¡Maldita sea la guerra!”.38 Sus estancias en Madrid en estos años sirvieron para traer a las Islas el ambiente que se respiraba en la capital del Estado, pesimismo colectivo nacido de la derrota sufrida: “De primera impresión parece que Madrid no piensa hoy en nada, ni se preocupa de nada. Diríase que, caído en el escepticismo absoluto, en la inconsciencia o la imbecilidad, todo le tiene sin cuidado”.39 Insiste en estos artículos en la necesidad de abordar una acción regeneracionista, del lamentable papel jugado por la prensa, haciéndose eco también de la triste fortuna de los soldados que regresan de la guerra, del penoso lugar en que quedó el ejército o de las fatales consecuencias que se derivan del Tratado de París. Como es sabido, la pérdida de las últimas colonias americanas a finales del siglo XIX generó una cierta preocupación en el Estado español, tanto por el riesgo de que Canarias se convirtiera en el siguiente despojo que sufriera el prácticamente extinto imperio hispano, como por la posibilidad, bastante remota por cierto, de que en dicho archipiélago pudiera generarse un movimiento secesionista. En este contexto hay que entender la trascendencia que tuvo un suceso vivido en la capital grancanaria y que a los ojos de la desinformada prensa madrileña se convirtió en una prueba evidente de tal circunstancia. Para entender lo sucedido es preciso situarse en la sociedad de Las Palmas de Gran Canaria del año 1900, una pequeña ciudad en la que sin duda la presencia de un importante destacamento militar podía generar algún tipo de fricción con la población local. La publicación, en su edición del 8 de octubre de 1900, en el periódico El Telégrafo de la capital grancanaria de unos versos en los que se criticaba al estamento militar, por una cuestión meramente doméstica,40 determinó la airada respuesta de los oficiales que se consideraron agraviados, los cuales provocaron ciertos incidentes, entre ellos la irrupción en la redacción de dicho periódico, en exigencia de una rectificación y dando lugar a una “ligera refriega”. Tales hechos generaron el rechazo de la población local, descontento que abocó en un enfrentamiento entre civiles y militares, con un saldo de varios heridos entre los dos bandos, el peor parado un teniente con una herida de bala, y varios detenidos, entre ellos el autor de los polémicos versos y el director del periódico, Valentín Zamora. El posicionamiento de la prensa isleña fue prácticamente unánime, pues si bien consideraban más o menos censurable el texto publicado que dio origen a la disputa, valoraban como absolutamente desproporcionada la acción de los militares, a la vez que criticaban la pasividad e incapacidad de las diferentes autoridades implicadas para impedir lo sucedido.41 La actuación de la censura oficial, con la suspensión de la edición de los periódicos locales o la parcial visión de los hechos que se elaboró por el propio ejército, favoreció que el ambiente se enrareciera aún más. Así, José Cabrera Díaz, director del periódico El Obrero de la capital tinerfeña, fue detenido por publicar en dicho medio un artículo donde expresaba su protesta por la situación creada.42 No es de extrañar pues que en XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana 1704 este contexto, la prensa madrileña, sobre todo la cercana al estamento militar, hiciera una interpretación sesgada y tendenciosa de los hechos, en la que prácticamente se venía a decir que los canarios habían seguido el ejemplo de los cubanos aunque, en este caso, cayendo bajo el influjo del “oro inglés”.43 Mejor informado de la situación real que se vivía en Canarias, Francisco González Díaz, que en los días en los que se desarrollaron los hechos se encontraba en Madrid, en razón de sus estudios de Derecho, publicó un artículo en el periódico El Nacional de la capital de España, donde intentó dejar clara la situación.44 Califica de “falsas y exageradas” las versiones que la prensa madrileña publicó de los hechos, y sin dejar de destacar la importancia de la presencia inglesa en el archipiélago y su influencia, afirma que esta acaba “donde acaba su dinero”. Se lamenta por el contrario de la escasa atención que el Gobierno central muestra hacia las Islas, apuntando que “en ninguna provincia el amor a la nacionalidad es más firme que en Canarias”. Para ello pone de ejemplo el papel que desempeñó el archipiélago en la reciente guerra hispano-cubana: “entonces nos sacudió el entusiasmo y nos abatió el dolor, celebrando las escasas esperanzas con espontaneidad ardorosa y llorando los continuos reveses con hondo duelo en aquella aventura sin ventura...”. Añadiendo: “Entonces los canarios acudieron solícitos en auxilio de la Patria, fraternizaron con los soldados peninsulares enviados para su defensa, les abrieron sus pechos, les aposentaron en sus hogares, les ofrecieron su pan de hermanos...”. En cuanto a sus propias convicciones personales, su rechazo absoluto al independentismo canario aparece de forma clara en el artículo que dedica a la edición que realizó Secundino Delgado del periódico El Guanche en Venezuela. El texto es un exaltado ejercicio de españolidad, cargado de descalificaciones a los que pretenden que Canarias imite la insurrección cubana y en el que entre otras cosas se afirma: “¿Habrá soñado alguno de los propagandistas del Guanche calzarse la presidencia de la República de Canarias? ¿O nos mandarían, para que nos gobernara, a uno de esos políticos americanos que roban y matan con la pericia de consumados ladrones y de perfectos bandidos?”.45 Visto el claro posicionamiento del escritor canario, no cabe duda de que el artículo publicado años más tarde en la revista que era el órgano de expresión del Partido Nacionalista Canario, y que con la misma cabecera se editó en la capital cubana en el año 1924, se hicieron prescindiendo de la autorización del autor.46 La animadversión que sentía González Díaz hacia el imperio emergente que eran los Estados Unidos de América a finales del siglo XIX, “raza de mercaderes sin corazón y sin Dios”, tendrá un campo abonado en su injerencia en el conflicto cubano-español, y alcanzará amplia expresión en sus artículos a lo largo de los años, e incluso en sus intervenciones públicas.47 Sorprende encontrar también aquí la frescura de un pensamiento que sigue teniendo plena actualidad, cuando descubre la falaz utilización que se hace de manoseados conceptos como “humanitarismo” o “derecho internacional”, que siguen tan presentes hoy en día en la política internacional. González Díaz pone al descubierto los auténticos intereses que animan a la Administración estadounidense a intervenir en Cuba: “La impaciencia de sus codiciosos afanes les ha puesto enfrente de nosotros, [...] desmintiendo la jurisprudencia internacional por ellos mismos asentada en anteriores ocasiones; [...], acomodan las reglas a sus conveniencias inmediatas, prescinden valientemente de las teorías, cuando no se enderezan a su utilidad. [...] El pueblo donde la Ley de Lynch sustituye a la justicia regular y donde el desenfreno vengativo de las multitudes se sobrepone al código, muéstrase tocado a deshora de un humanitarismo casi enfermizo y reclama templanza y compasión para esos cafres mutiladores a una nación que les ha hecho la guerra en exceso, con sobras de humanidad y de cultura. [...] El pueblo que ha colaborado de modo muy principal a establecer y definir los principios del derecho entre las naciones, interviniendo en no pocos litigios en América en la obra del periodista… 1705 este orden, proponiendo y practicando el arbitraje, indicando reglas para la resolución de las cuestiones internacionales, pónese todo eso por montera. ¿Cabe mayor contrasentido?”.48 O las consecuencias de la globalización capitalista: “Esa invención de los 'trusts' amenaza someter el mundo a una forma moderna de la piratería: la piratería industrial para la raza del dólar”.49 Y ya consumada la pérdida de la colonia americana, dejaba su nota de sarcasmo: “Ya tenemos Cubita libre. [...] Ese gran pueblo bebedor necesita una gran cuba, una cuba sin fondo”.50 Una significativa parte de la producción periodística de González Díaz estuvo dedicada al fenómeno de la emigración canaria a tierras americanas, del que en definitiva él también fue partícipe. En este contexto se entiende su colaboración con sus “Cartas de Canarias” en un periódico cubano, Diario de la Marina de La Habana,51 en el que a lo largo de varias décadas ofreció una serie de crónicas de la sociedad canaria, así como artículos monográficos en los que planteaba asuntos de crucial interés para el desarrollo económico y social del archipiélago. En el primer caso, vemos al escritor convertido en un cronista que recoge desde sucesos hasta notas de sociedad,52 mientras que en el segundo aborda cuestiones como el fomento de la industria turística o la educación, que luego incluirá en sus libros. Sin duda, lo publicado por González Díaz en el periódico habanero era seguido con interés por los isleños residentes en Cuba, como se puede desprender del artículo firmado por José Cabrera Díaz en El Guanche, donde alude a una de las columnas del periodista canario en Diario de la Marina, en el que hace referencia a la posibilidad de establecer en el archipiélago escuelas al aire libre.53 El viaje que realizó a Cuba invitado por la Asociación Canaria, entre el 13 de noviembre de 1914 y el 31 de marzo 1915, en que embarcó en medio de una entusiasta despedida en el puerto de La Habana, supuso un hito importante en su carrera aunque, como era habitual en él, se lamentaría del escaso eco que a su juicio tuvo dicho viaje en su propia tierra canaria.54 Las páginas que la prensa cubana dedicó al acontecimiento, en particular Islas Canarias, Diario de la Marina y Bohemia, son muestra elocuente de la repercusión que alcanzó su estancia, con numerosas visitas, agasajos y conferencias, asistiendo además como mantenedor a los Juegos Florales celebrados el 11 de marzo de 1915 en el Teatro Payret de La Habana. Las grandes esperanzas que puso en la publicación de la obra que recoge su experiencia cubana, uno de sus libros más importantes, no tuvo el respaldo esperado. Ahora bien, gracias precisamente a ese libro, González Díaz es en la actualidad un autor reconocido fuera de las fronteras insulares, pues Un canario en Cuba55 es fuente de referencias para diversos autores que se ocupan de la historia de la isla antillana, y en particular del mundo de la emigración.56 González Díaz publicará en diversos periódicos y revistas americanas, a lo largo del primer tercio del siglo XX, sobre todo de Cuba,57 aunque en la inmensa mayoría de los casos se trata de textos ya publicados en Canarias. Pero también es posible encontrar su firma en medios como Fray Mocho, revista ilustrada editada en Buenos Aires desde el año 1912,58 a la que el escritor canario envió varios artículos a lo largo del año 1927. Incluso ya fallecido, la revista Canarias en Cuba insertará fragmentos de sus libros.59 Su habitual presencia en los medios cubanos determinará que se le haya llegado a considerar un autor nativo de dicha isla. Así, en una publicación de la Universidad de Harvard del año 1933, se le incluye en una bibliografía de escritores cubanos, error que comenta Manuel Pedro González en un estudio crítico que realiza de dicha obra al siguiente año: “Francisco González Díaz (p. 71) es un distinguido periodista canario que visitó La Habana durante unos días solamente en 1916”. En realidad no fue en dicho año y su estancia duró cuatro meses y medio.60XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana 1706 BIBLIOGRAFÍA ALMEIDA AGUIAR, Antonio S.: “Intento de establecer un batallón escolar en Las Palmas de Gran Canaria a principios del siglo XX”, Las Palmas de Gran Canaria: Boletín Millares Carló, Centro Asociado UNED, núm. 18, 1999, pp. 73-153. BELTRÁN, Óscar R.: Historia del periodismo argentino, Buenos Aires: Ed. Sopena Argentina, 1943, 359 pp. CABRERA DÉNIZ, Gregorio J.: Canarios en Cuba: Un capítulo en la historia del archipiélago (1875-1931), Las Palmas de Gran Canaria: Ed. Cabildo de Gran Canaria, 1996, 461 pp. CARREÑO, Carlos H.: Mitre, el fundador de un gran diario, Córdoba: Ediciones Centro, 1960, 47 pp. GALVÁN MORENO, Celestino: El periodismo argentino, Buenos Aires: Ed. Claridad, 1944, 520 pp. GONZÁLEZ, Manuel Pedro: “Reviews a Bibliography of Cuban Belles-Letters by J.D.M Ford, Maxwell I. Rapahel”, Hispanic Review , Vol. 2, núm. 2, abril 1934, pp. 171-175. GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: Cultura y Turismo, edición de José Manuel Marrero Henríquez, Las Palmas de Gran Canaria: Ed. Cabildo de Gran Canaria, 2007, 216 pp. — Un canario en Cuba, La Habana: Imprenta “La Prueba”, 1916, 347 pp. HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Manuel: “Semblanza biográfica y estudio crítico”, en Un canario en Cuba, Santa Cruz de Tenerife: Ed. Idea, 2006, pp. 17-33. JIMÉNEZ DEL CAMPO, Paloma: Escritores canarios en Cuba. Literatura de la emigración, Las Palmas de Gran Canaria: Ed. Cabildo de Gran Canaria, 2003, 371 pp. LAFLEUR, Héctor René et al.: Las revistas literarias argentinas (1893-1960), Buenos Aires: Ediciones Culturales Argentinas, 1962, 282 pp. MARTÍN-RODRÍGUEZ, Manuel: “Mapping the Trans/Hispanic Atlantic: Nuyol, Miami, Tenerife, Tangier”, en Border Transits, Literature and Culture across the line, Ana Mª Manzanas Ed., Amsterdam-New York: Editions Rodopi B. V., pp. 205-222. MEDINA RODRÍGUEZ, Valentín: Canarias-Cuba. La aportación isleña al desarrollo asociativo español en la Gran Antilla (1804-1936), Las Palmas de Gran Canaria: Anroart Ed., 491 pp. PÉREZ J. R. y LOUIS, A.: Cuba, Between Reform and Revolution, New York: Oxford University Press, 1988, 504 pp. — On Becoming Cuban: Identity, Nationality, and Culture, New York: HarperCollins Publishers, 1999, 579 pp. SANTOS, Félix: 1898: la prensa y la Guerra de Cuba, Bilbao: Ed. Asociación Julián Zugazagoitia, 1998, 162 pp. SUÁREZ FALCÓN, José: Retablo local - Anales de un periodista, Fondo Jordé, Caja 1, Sobre 4, Las Palmas de Gran Canaria: Archivo El Museo Canario, pp. 4-5.América en la obra del periodista… 1707 NOTAS 1 RODRÍGUEZ, Leoncio: “Perfiles y recuerdos. Francisco González Díaz. I”, El Día, Santa Cruz de Tenerife, núm. 3.488, 31-12-1950, p. 1. En lo que respecta a sus estudios de Derecho en Madrid, los iniciaría una vez de vuelta a Gran Canaria, acudiendo a los exámenes y permaneciendo algunos meses en la capital del Estado, hasta que los abandonó pese a los buenos resultados obtenidos hasta ese momento. 2 “Con objeto de restablecer su salud, algo quebrantada por el continuo trabajo, ha llegado a esta, procedente de Buenos Aires, nuestro amigo el distinguido escritor e ilustrado periodista D. Francisco González Díaz a quien afectuosamente saludamos y deseamos pronto y completo restablecimiento”. El Defensor de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 52, 3-3-1894, p. 3. En parecidos términos se expresaba Diario de Las Palmas: “Con objeto de restablecerse de dolencia que sufre, ha llegado a esta ciudad procedente de Buenos Aires, el distinguido periodista y apreciable amigo nuestro D. Francisco González Díaz a quien saludamos afectuosamente”. “Le saludamos”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 69, 1-3-1894, p. 2. Y también El Telégrafo: “Con objeto de reparar su quebrantado estado de salud, ha llegado a esta ciudad, procedente de Buenos Aires, nuestro querido amigo y paisano el distinguido periodista D. Francisco González Díaz, al que hemos tenido el gusto de saludar. Le deseamos pronta mejoría en su dolencia”. “Miscelánea”, El Telégrafo, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 2.704, 1-3-1894, p. 2. 3 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Confesiones e intimidades”, La Prensa, Santa Cruz de Tenerife, núm. 3.868, 18-4-1922, p. 1. 4 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Recuerdos de América (Fragmentos de un artículo)”, El País, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 130, 8-10-1908, p. 1. 5 GALVÁN MORENO, Celestino: El periodismo argentino, Buenos Aires: Ed. Claridad, 1944, p. 234. En cuanto a su número, sirva destacarse que entre 1880 y 1900 se contabiliza un total de 663 publicaciones periódicas aparecidas a lo largo de esas dos décadas. Ibidem, p. 235. 6 Fundado el 1 de mayo de 1858, del que se señala que precisamente en los años ochenta del siglo XIX “llevaba ya 23 años de vida vigorosa, apasionada y fecunda”. GALVÁN MORENO, Celestino: op. cit., p. 231. 7 Bartolomé Mitre y Vedia, hijo mayor del fundador del periódico, el general Mitre, desempeñó el cargo de director desde 1880 hasta 1894. CARREÑO, Carlos H.: Mitre, el fundador de un gran diario, Córdoba: Ediciones Centro, 1960, p. 19. 8 BELTRÁN, Óscar R.: Historia del periodismo argentino, Buenos Aires: Ed. Sopena Argentina, 1943, pp. 274 y 275. 9 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Recuerdos de América (Fragmentos de un artículo)”, El País, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 130, 8-10-1908, p. 1. 10 El artículo se tituló “La defensa de España”. Ibidem, p. 1. 11 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Cuéntenos algo de su vida”, La Prensa, Santa Cruz de Tenerife, núm. 1.014, 30-10-1913, p. 1. 12 BELTRÁN, Óscar R.: op. cit., pp. 262 y 263. 13 El Apóstol, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1, 10-12-1910, p. 1. 14 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Delitos de imprenta”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.130, 20-12-1897, p. 1. 15 MOCTEZUMA: “El reporter”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.333, 7-9-1898, p. 1. También en Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 5.082, 20-5-1912, p. 1. XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana 1708 16 VARGAS LLOSA, Mario: “Entre unicornios y quimeras en París... con Vargas Llosa”, El País, Madrid: Suplemento El Viajero, 28-6-2008. 17 “Guardo entre mis recuerdos de América, como tesoro en el fondo del arca, dos páginas autógrafas de uno de los mejores poetas argentinos, Osvaldo Magnasco. Hoy se me ocurre exhibirlas, pues aunque a la fecha deben haber sido publicadas, aquí son inéditas, y como además de inéditas son hermosas, merecen conocerse”, véase GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Un poeta americano”, Las Efemérides, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 230, 9-2-1900, p. 1. 18 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “La mula-ánima”, Las Efemérides, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 526, 26-6-1901, pp. 1-2. También reproducido en El Museo Canario, Las Palmas de Gran Canaria, Tomo X, núm. 111, 13-2-1901, p. 65; El Ideal, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 140, 15-4-1903, p. 1; La Semana, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 6, 6-5-1905, p. 1. 19 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “El poder del arte”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 365, 15-3-1895, p. 1. 20 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Sarah Berhardt”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 372, 26-3-1895, p. 1. 21 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Carta abierta al señor don Agustín Millares Cubas”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 514, 24-10-1895, p. 1. 22 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “La influencia española en América – V”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 162, 5-7-1894, p. 1. 23 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “La influencia española en América – II”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 97, 6-4-1894, pp. 1-2. La serie se completa con los siguientes artículos: “La influencia española en América – I”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 87, 26-3-1894, pp. 1-2; “La influencia española en América – III”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 105, 16-4-1894, pp. 1-2; “La influencia española en América – IV”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 123, 8-5-1894, pp. 1-2. Años más tarde los volvería a reproducir en la revista El Museo Canario, en el Tomo VII, núm. 75, 22-9-1899, pp. 161-165; núm. 76, 7-10-1899, pp. 201-204; núm. 77, 22-10-1899, pp. 224-229; núm. 78, 7-11-1899, pp. 257-261; núm. 79, 22-11-1899, pp. 289-293. Y también ese mismo año los reprodujo el diario bonaerense El Correo Español, véase Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.622, 9-11-1899, p. 2. 24 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Americanismos”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 8.112, 25-8-1922, p. 1. Sin duda es un texto con el que el autor se sentía plenamente identificado, pues lo volverá a publicar en distintas ocasiones a lo largo de los años, y desde luego no deja de resultar significativo que en plena posguerra, con la vuelta a un trasnochado imperialismo hispano, sea uno de los primeros artículos que inserte en el periódico Falange, véanse GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: La Crónica, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.994, 2-1-1923, p. 1. GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Americanismos”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 13.162, 29-3-1927, p. 1; núm. 14.900, 5-3-1932, p. 1; GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Americanismos”, Falange, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.447, 7-11-1940, p. 1. 25 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “El castellano en América”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 5.368, 28-5-1913, p. 1. 26 CONRADO, Pascual: “Los matasanos de la pluma”, La Estrella Atlántica, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 18, 8-6-1913, pp. 6-7. 27 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “El presidente Sarmiento”, Las Efemérides, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 289, 24-4-1900, pp. 1-2. 28 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: Cultura y Turismo, Tipografía del Diario: Las Palmas de Gran Canaria, 1910, pp. 11-16. América en la obra del periodista… 1709 29 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “La Protectora”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 3.897, 11-12-1907, p. 1. Este artículo lo incluirá también en su libro Cultura y Turismo, véase GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: op. cit., pp. 85-86. 30 MARRERO HENRÍQUEZ, José Manuel: “Cultura y Turismo o el imperativo geográfico del paisaje insular”, en GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: Cultura y Turismo, Ed. Cabildo de Gran Canaria: Las Palmas de Gran Canaria, 2007, p. XXXIII. 31 ALMEIDA AGUIAR, Antonio S.: “Intento de establecer un batallón escolar en Las Palmas de Gran Canaria a principios del siglo XX”, Las Palmas de Gran Canaria: Boletín Millares Carló, Centro Asociado UNED, núm. 18, 1999, p. 82. Según expresa este autor, la llamada “guardia nacional” infantil, “seguía la estructura del ejército”, y el Consejo Nacional de Educación del país sudamericano adquirió “los vestuarios y los fusiles para los niños”. 32 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “El batallón infantil”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 2.174, 17-2-1902, p. 1; “Los soldaditos”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 2.188, 5-3-1902, p. 1 33 En el panorama periodístico español la inmensa mayoría de los medios, desde los más influyentes pasando por los militares e incluso los republicanos, manipularon a la opinión pública creando un clima favorable a la guerra. Como excepción cabe señalar a los medios de las fuerzas políticas que dirigían Francisco Pi y Margall y Pablo Iglesias, los periódicos El Nuevo Régimen y El Socialista, véase SANTOS, Félix: 1898: la prensa y la Guerra de Cuba, Bilbao: Ed. Asociación Julián Zugazagoitia, 1998, p. 105. 34 MOCTEZUMA: “La prensa de gran circulación - Su tanto de culpa”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.328, 1-9-1898, p. 1. 35 SANTOS, Félix: op. cit., pp. 11-12. 36 González Díaz fue el encargado de brindar, en nombre de la prensa local, en el homenaje ofrecido a la escuadra española que, rumbo a Cuba, recaló en la capital grancanaria en octubre de 1894, véase “En honor de los marinos”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 240, 9-10-1894, p. 1. A su vez, en el banquete ofrecido en el Hotel Santa Catalina, en un ambiente de auténtica euforia patriótica, véase “La Fiesta de ayer”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 242, 11-10-1894, pp. 1-2. Lo mismo que en el homenaje celebrado en el Gabinete Literario a los soldados canarios que marcharon a la guerra, donde González Díaz brindó “por la buena suerte de los expedicionarios y porque Cuba no deje de ser nunca española”, véase “En honor de nuestros soldados”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 521, 5-11-1895, p. 1. Igual sucedió en la escala del acorazado Vizcaya y de la escuadrilla española de torpederos, en el fatídico año 1898, véanse GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “¡Viva España!”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.165, 4-2-1898, p. 1; “Obsequios a los marinos del Vizcaya, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.166, 5-2-1898, p. 1; GÓNZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “La Escuadrilla”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.194, 16-3-1898, p. 1. 37 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Post nubila...”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 359, 8-3-1895, p. 1. 38 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “¡Maldita sea la guerra!”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 526, 12-11-1895, p. 1. 39 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “La inmolación”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.376, 28-10-1898, p. 1. 40 Los versos, que comenzaban así: “Mamá yo quiero un teniente / de cuartel o de oficina …”, iban encaminados “principalmente a ridiculizar a las niñas de fin y principio de siglo que fácilmente se enamoraban del uniforme militar” y fueron obra de José Jaizme, “escritor de cáusticas sales, donoso y maldiciente en la conversación, de ideas conservadoras, admirador de Cánovas del Castillo, que era su ídolo como político y publicista”, véase SUÁREZ FALCÓN, José: Retablo local - Anales de un periodista,XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana 1710 Fondo Jordé, Caja 1, Sobre 4, Las Palmas de Gran Canaria: Archivo El Museo Canario, pp. 4-5. Como queda dicho, se publicaron en el número 398, del lunes 8 de octubre de 1900, si bien no ha sido posible localizar ningún ejemplar de El Telégrafo de la señalada edición en las hemerotecas de las Islas. Previamente, el ambiente se había caldeado con la aparición de algunos pasquines, al parecer en un tono semejante, en La Alameda de la capital grancanaria. 41 Un medio conservador como España quiso “protestar enérgicamente” por lo sucedido, aunque se tropezaría con la suspensión de las ediciones decretada por el delegado del Gobierno. Al día siguiente, daría amplia cuenta de lo sucedido y aun desaprobando la publicación que dio motivo al conflicto, también era crítico con la reacción de los militares: “[...] atropello incalificable realizado por algunos de los que se han creído ofendidos, penetrando en la redacción de un periódico, cuando era otro el procedimiento que debieron seguir”, véase “Lo de anoche - Militares y paisanos - Graves sucesos”, España, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1000, 10-10-1900, pp. 1-2. Mientras que El Comercio editorializó haciendo una llamada a la concordia en estos términos: “El Ejército jamás contó en esta isla con antipatías. Los gritos de cuatro chicos mal educados, la musa venal e indecente de cualquier temperamento aburrido no son ni pueden ser expresión de los sentimientos de este pueblo noble y leal. [...] Nadie olvide que todos somos españoles. Aquí no hay peninsulares e insulares; no existen militares ni paisanos”. “Victoria de todos”, El Comercio, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 112, 10-10-1900, p. 1. 42 CABRERA DÍAZ, José: “Militares y paisanos. Nuestra protesta”, El Obrero, Santa Cruz de Tenerife, 16-10-1900, p. 1. Las páginas de El Telégrafo recogían así la noticia: “Nuestro querido amigo y compañero D. José Cabrera Díaz, ha sido detenido en Santa Cruz de Tenerife por un artículo publicado en El Obrero, periódico que él dirige, comentando los sucesos ocurridos en esta ciudad entre militares y paisanos. No necesitamos decirle al distinguido compañero que lamentamos el percance y que nos tiene de su lado ahora y siempre”. Véase El Telégrafo, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 406, 17-10-1900, p. 2. 43 Al respecto Diario de Tenerife hace referencia a lo publicado en La Correspondencia Militar, donde incluso incurren en el grave error, a los ojos del periódico tinerfeño, de situar en Las Palmas de Gran Canaria la capital del archipiélago: “periódico de la Corte que se atreve a lanzar la especie de que la influencia inglesa tiene participación en estos hechos, hijos de apasionamientos mal entendidos, y nunca nacidos de otro móviles, que ofenden la dignidad de nuestro país siempre les ignore cual sea la Capital de una provincia española”. Véase “Crónica”, Diario de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, núm. 4.183, 19-10-1900, p. 2. 44 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Desde Canarias - Militares y paisanos -El oro inglés- Patriotismo de los isleños”, El Nacional, Madrid, núm. 2.887, 15-11-1900, p. 1. En realidad, el periodista canario ya se había ocupado años atrás de contestar en la prensa isleña a la insistente preocupación mostrada por los periódicos madrileños ante la creciente influencia británica en Canarias, véase GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “El patriotismo no se vende”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 230, 27-9-1894, p. 1. Y aún lo seguiría haciendo unos cuantos años más tarde con motivo de la “inquietud” que provocó la publicación en la capital grancanaria del periódico en lengua inglesa The Canary Islands Review, véase GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Groundless Misgivings”, The Canary Islands Review, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 3, 23-3-1903, p.10. 45 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Nuestra protesta”, El Fígaro, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 74, 15-3-1898, p. 1. 46 Con su firma apareció el artículo GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “El sabor de la vida”, El Guanche, La Habana, núm. 4, 30-4-1924, p. 1. Incluso este medio se hizo eco de la polémica sostenida entre González Díaz e Isaac Viera a cuenta de los versos que el primero dedicó a Miguel de Unamuno, invitándoles a ambos a que dejaran a un lado sus diferencias y que “unidos el escritor y el poeta, pudieran laborar por la libertad de Canarias, por esa libertad que va disminuyendo día tras día, sin que se oiga un grito rebelde”, véase “Entre gente de pluma”, El Guanche, La Habana, núm. 4, 30-4-1924, p. 13. 47 Es el caso del discurso pronunciado en la velada literario-musical organizada por la Sociedad Filarmónica en el entonces denominado teatro Tirso de Molina (actual Pérez Galdós), el 7 de noviembre de 1896, donde da rienda suelta a un rancio patriotismo. El texto completo del discurso aparecerá en sucesivos números de la prensa local, véanse Diario de Las Palmas, núm. 814, 10-11-1896, pp. 1-2; núm. 815, 11-11-1896, América en la obra del periodista… 1711 pp. 1-2; núm. 816, 12-11-1896, pp. 1-2. También participó como orador en otro acto de euforia nacionalista celebrado en el mismo recinto en los días de enfrentamiento directo con EE. UU., véase “La velada del sábado - Una noche memorable”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1224, 25-4-1898, p. 1. 48 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Nuestros 'buenos amigos' los yankees”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 612, 4-3-1896, p. 1. 49 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Los 'trusts'”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 13.104, 17-1-1927, p. 1. 50 MOCTEZUMA: “Actualidades y comentarios”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.320, 23-8-1898, p. 1. 51 La corresponsalía que González Díaz ejercía desde Las Palmas de Gran Canaria se traducía en el envío de una serie de extensas cartas que a menudo se insertaban con el aviso de “recibida con gran retraso”, lo que convertía en anacrónicas muchas de estas “noticias” que se publicaban en ocasiones mes y medio después de redactadas. En este sentido, a medida que pasan los años, sus cartas adoptan un tono más intimista, desatendiendo la crónica social o los asuntos cotidianos de la sociedad canaria. 52 En 1911, a cuenta de la inserción de un artículo suyo publicado en Diario de la Marina en La Correspondencia de Gran Canaria, sin citar su procedencia y alterando el texto, afirmará: “En mis crónicas al Diario de la Marina procuro relatar imparcialmente lo que ocurre en Canarias; esa es la misión que se me ha confiado, y esa la que me incumbe y la que cumplo como mejor puedo y sé”, véase “Rectificación”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 4.820, 6-5-1911, p. 2. 53 CABRERA DÍAZ, José: “Escuelas al aire libre”, El Guanche, La Habana, núm. 6, 30-5-1924, p. 1. 54 Véanse al respecto CABRERA DÉNIZ, Gregorio J.: Canarios en Cuba: Un capítulo en la historia del archipiélago (1875-1931), Las Palmas de Gran Canaria: Ed. Cabildo de Gran Canaria, 1996, 461 pp.; NARANJO RODRÍGUEZ, Rubén: “Notas Biográficas”, en GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: Árboles. Niños y árboles, Las Palmas de Gran Canaria: Ed. Dirección General del Libro, 2005, pp. 272-282; HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Manuel: “Semblanza biográfica y estudio crítico”, en Un canario en Cuba, Santa Cruz de Tenerife: Ed. Idea, 2006, pp. 17-33. Ya en el año 1921, se publicó la posibilidad de que el escritor canario volviera a Cuba, véase “Del Presidente Zayas a González Díaz”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 7.548, p. 1. 55 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: Un canario en Cuba, La Habana: Imprenta “La Prueba”, 1916, 347 pp. 56 Al respecto pueden verse PÉREZ JR., Louis A.: On Becoming Cuban: Identity, Nationality, and Culture, New York: HarperCollins Publishers, 1999, 579 pp.; MARTÍN-RODRÍGUEZ, Manuel: “Mapping the Trans/Hispanic Atlantic: Nuyol, Miami, Tenerife, Tangier”, en Border Transits, Literature and Culture across the line, Ana Mª Manzanas Ed., Amsterdam-New York: Editions Rodopi B. V., pp. 205-222. 57 JIMÉNEZ DEL CAMPO, Paloma: Escritores canarios en Cuba. Literatura de la emigración, Las Palmas de Gran Canaria: Ed. Cabildo de Gran Canaria, 2003, pp. 123-125. Periódicos y revistas como Cuba y Canarias, Islas Canarias, Canarias, Las Afortunadas, El Guanche, Patria Isleña... 58 LAFLEUR, Héctor René et al.: Las revistas literarias argentinas (1893-1960), Buenos Aires: Ediciones Culturales Argentinas, 1962, p. 28. En estos “magazines al estilo europeo... colaboraron los más prestigiosos escritores del momento”. 59 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “La Maga”, “El Valle”, “Alfombras de flores”, Canarias en Cuba, La Habana, núm. 1, 29-1-1946, pp. 10-12. 60 GONZÁLEZ, Manuel Pedro: “Reviews a Bibliography of Cuban Belles-Letters by J.D.M Ford, Maxwell I. Rapahel”, Hispanic Review, Vol. 2, núm. 2, abril 1934, p. 171.
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Calificación | |
Título y subtítulo | América en la obra del periodista y escritor Francisco González Díaz |
Autor principal | Naranjo Rodríguez, Rubén |
Autores secundarios | González Díaz, Francisco |
Publicación fuente | XVIII Coloquio Historia canario - americana |
Numeración | Coloquio 18 |
Tipo de documento | Congreso y conferencia |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 2008 |
Páginas | pp. 1699-1711 |
Materias | Congreso ; Historia ; Canarias ; América ; Periodismo ; Literatura |
Enlaces relacionados | http://coloquioscanariasamerica.casadecolon.com/ |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
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Texto | 1699 AMÉRICA EN LA OBRA DEL PERIODISTA Y ESCRITOR FRANCISCO GONZÁLEZ DÍAZ Rubén Naranjo Rodríguez La relación del periodista y escritor canario Francisco González Díaz (Las Palmas de Gran Canaria, 1866 - Teror, 1945) con América se establece en dos niveles de referencia determinados por unos espacios geográficos y temporales concretos: por un lado, la permanencia real en tierras americanas (los años vividos como emigrante en Argentina y los meses que posteriormente pasó en Cuba como intelectual invitado); por otro, su preocupación por los diferentes aspectos de las relaciones entre España, Canarias y América, expresada en los libros y centenares de artículos periodísticos publicados en la prensa canaria, española, cubana, argentina y venezolana. El establecimiento del escritor canario en suelo americano, por un período de tiempo concreto y no muy amplio, será un factor determinante en su formación y en el conocimiento que se tiene de su obra. En cuanto al desarrollo de la temática americana, se convertirá en una constante en su abultada producción periodística. LOS AÑOS DE LA EMIGRACIÓN: ARGENTINA Aunque el periodista tinerfeño Leoncio Rodríguez, en la biografía que realiza del personaje, señala que emigró a Argentina tras abandonar sus estudios de Derecho en Madrid,1 lo cierto es que González Díaz dejó Canarias con rumbo hacia la República del Plata en el verano del año 1889, cuando contaba con 22 años de edad, permaneciendo allí hasta finales del invierno de 1894. Su vuelta, si atendemos a lo que informaron las gacetillas de los periódicos de la época, estuvo motivada por su estado de salud, “algo quebrantada por el continuo trabajo”.2 En lo personal, fue el tiempo más gozoso de su atormentada existencia, como el mismo autor afirma: “los primeros años de mi juventud, los mejores, los únicos en que fui pasajeramente dichoso”.3 Pero también fueron los años en que se consolidó su formación como periodista: “allí se formó mi espíritu, allí se educó mi inteligencia”.4 Su actividad profesional se desarrolló en los más destacados medios de la capital bonaerense, precisamente en unos años, las dos últimas décadas del siglo XIX, que se caracterizarán, según señala C. Galván Moreno, por “[…] la aparición […] de publicaciones de gran alcurnia intelectual, dedicadas, ya a estudiar y documentar seriamente pasajes de la historia nacional y americana, ya a abordar con el mismo afán la presentación igualmente seria y documentada de temas de otra índole”. Se destaca en suma que “es una tendencia promisoria que eleva el periodismo de ese final de siglo, a cumbres intelectuales hasta entonces no alcanzadas”.5 Entre los periódicos argentinos en los que trabajó se señalan La Tribuna, El Río de la Plata, El Noticiero, El Censor y La Nación. Destaca entre todos ellos este último,6 señero diario dirigido en esos años por Bartolomé Mitre y Vedia,7 y del que se afirma que entre sus numerosos colaboradores figuraron “los hombres más ilustres de la ciencia, del pensamiento y del arte universal”. Lo que se demuestra si atendemos a lo expresado por Rubén Darío cuando afirma en relación a los años que nos ocupan que “la prensa argentina es hoy la primera en XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana 1700 lengua castellana, por su riqueza, por su incomparable impulso y por su nutrición universal”. Y se confirma si se atiende a la lista de colaboradores del periódico La Nación, entre los que se cuentan: Emilio Castelar, José Martí, Edmundo de Amicis, Ortega Munilla, Eliseo Reclús, Camilo Flammarion, E. García Ladavese, Lombroso, Guillermo Ferrero, Gómez Carrillo, Blasco Ibáñez, Remy de Gourmont, Miguel de Unamuno, Domenico Oliva o Emilio Zola.8 Precisamente en este medio comenzó González Díaz realizando una traducción del francés, ocupándose de cualquier tarea que se ofreciera: “fui redactor para todo servicio; lo mismo hacía una crónica de teatros que una traducción o una revista parlamentaria, o un simple suelto”.9 El ambiente antiespañol que se vivía en la redacción de La Nación, en relación con el conflicto cubano, motivó que se viera empujado a marcharse, en este caso a El Censor, donde publicó un artículo defendiendo la postura española.10 En cualquier caso, lo que es incuestionable es el papel que su estancia en Argentina supuso en la formación de González Díaz: “Viví en Buenos Aires cuatro años y medio, quizás los mejores de mi vida. Yo era entonces casi un niño, y lo que vi y lo que aprendí en América grabado se me quedó en el alma para siempre”.11 Una muestra evidente de esta influencia es lo expresado en un editorial de La Nación, de 13 de marzo de 1890, con el título de “La prensa libre y la opinión”, donde se recoge: “Jamás en un pueblo libre la prensa fue más acompañada y acompañó más fielmente al pueblo en la propaganda de los buenos principios, en su trabajo de todos los días, en la elaboración de su riqueza, en sus expansiones generosas, en su grandes ideales lejanos y en sus objetivos inmediatos. Todas las ideas que están en circulación le pertenecen. […] En medio del derrumbe de nuestras instituciones democráticas es la única institución que queda en pie, y obra en la opinión como una fuerza moral…”.12 A su vez, González Díaz publicará en la prensa canaria: “En el primer número de este periódico escribimos con grades letras la palabra PATRIA, y casi no tenemos que hacer otra cosa sino escribirla para definir lo que será EL APÓSTOL. Nos proponemos ejercer el apostolado de las buenas ideas, luchar por el bien común y defender los intereses generales. Nuestro programa es bello, sencillo y hermoso. Caben dentro de él todas las aspiraciones generosas con que se alimenta el culto del patriotismo, todos los entusiasmos que inspira el amor a la humanidad y, en primer término, la lucha y la propaganda en favor de los árboles. En estas páginas continuaremos batallando por el ideal a que hemos consagrado tantas energías. Procuraremos ser siempre impersonales, siempre ‘apostólicos’”.13 En definitiva, como él mismo reconocerá en 1897, su actividad periodística fue realmente intensa en tierras americanas: “He corrido ya un poco por esos mundos y por esos periódicos de Dios; he hecho la América [...], he escrito para la prensa cinco mil artículos de toda índole, por lo bajo”.14 Y en este sentido, tuvo oportunidad de conocer de forma directa la profunda renovación que vivía la prensa americana, un periodismo donde “el hecho ha matado a la idea”.15 La experiencia que vivió González Díaz en Buenos Aires no se ciñe solamente a lo que corresponde a su formación periodística, sino que se amplía con la adquisición de un rico bagaje cultural. No en vano, como afirma Vargas Llosa, “probablemente las dos ciudades más literarias del mundo son París y Buenos Aires”.16 Como queda dicho, su actividad profesional le permitía conocer de primera mano la producción de una pléyade de escritores, de algunos de los cuales dará a conocer su obra en sus artículos publicados en Canarias, caso de autores como Osvaldo Magnasco17 (Entre Ríos, 1864 - Buenos Aires, 1920) o Rafael Obligado18 (Buenos Aires, 1851 - Mendoza, 1920). Y también, como no podía ser menos en una ciudad América en la obra del periodista… 1701 con una intensa vida cultural, a afamadas representantes de la escena del momento, caso de la soprano Adelina Patti19 o la actriz Sarah Bernhardt.20 Estos años que vivió en América cultivaron su espíritu, sirvieron de aprendizaje, pero sin duda, ya de vuelta en Canarias, determinaron una gran frustración al constatar la pobreza intelectual que se padecía en el archipiélago, así como las escasas perspectivas existentes de que se operara algún cambio. Pese a expresar su frustración, en carta que públicamente dirige a su amigo Agustín Millares Cubas le anima a que junto a su hermano Luis se involucren en intentar cambiar este panorama, ofreciéndose él mismo a través de su pluma y su palabra, antes de que esta situación le aboque de nuevo a “volver a América a luchar por la vida y por las ideas”.21 A su vuelta de Buenos Aires publicará una serie de artículos en Diario de Las Palmas, que significarán el comienzo de su carrera periodística en Canarias. Los mismos están dedicados, en definitiva, a la pérdida de la influencia española en América, se lamenta de que “las nacientes literaturas de la América meridional se desarrollan con entera independencia de la tradición literaria de la madre patria” y la necesidad de trabajar “por mantener el vínculo literario y la unidad e indisolubilidad de la lengua, fomentemos por medio de tratados bien concebidos el desarrollo de las relaciones literarias, artísticas, comerciales e industriales”.22 Con un sesgo de prepotencia, no exento de unas dosis de racismo, afirmará: “Lo que ha creado una raza selecta en el curso de las edades, [...] no ha de ser modificado en sentido progresivo por grupos sociológicos derivados de dicha raza, [...] nada más absurdo que el anhelo de rehacer la lengua española, en pueblos cuyo desarrollo incompleto apenas se manifiesta por ensayos informes, balbuceos literarios, vacilantes tanteos en los dominios de la política y de la ciencia”.23 La visión eurocéntrica del mundo aparece definida de forma explícita en sus artículos, caso del publicado el 2 de enero de 1900 en el periódico La Crónica, donde critica la doctrina Monroe, preguntándose: “¿Cómo puede decirse América para los americanos, si los americanos descienden de los europeos?”, añadiendo a continuación: “Europa no solo descubrió a América, sino que «la creó»”.24 En lo referente a la lengua, expresará en más de un artículo su rechazo al español hablado en Hispanoamérica,25 lo que le valdría una de las escasas críticas negativas que se le hicieron en la prensa canaria.26 LA RENOVACIÓN EDUCATIVA Las graves carencias educativas que se sufrían en Canarias ocuparon un significativo espacio en la producción periodística de González Díaz, así como la necesidad de abordar una profunda renovación pedagógica a todos los niveles. Para todo ello encuentra el escritor canario un referente en la obra del presidente Domingo Faustino Sarmiento, decidido impulsor de la educación en Argentina: “Era un pedagogo, un maestro, el primer pedagogo y el primer maestro de los argentinos, que adoptó por símbolo de gobierno la cartilla”.27 Precisamente, los logros alcanzados por Sarmiento le servirán para definir la necesaria acción educadora a emprender en Canarias, como expresará en su libro Cultura y Turismo: “Aquel hombre tuvo la idea plena de una redentora misión docente, capaz de reconstituir y elevar a la mayor altura la joven democracia del Plata”. Valora la educación como soporte de la democracia, poniendo como ejemplos antagónicos a los Estados Unidos y las otras Repúblicas hispanoamericanas, donde esa falta de cultura las ha conducido a estar “entregadas a los caprichos de gobiernos bárbaros y mandones analfabetos”.28XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana 1702 No es casual tampoco que, a la hora de considerar el germen de la acción ambientalista en Argentina, se acuda a lo predicado por Sarmiento, al que en definitiva se le valora como el impulsor de la Fiesta del Árbol en aquel país. Precisamente González Díaz, el “apóstol del árbol” en Canarias, es reconocido como el que favoreció con sus incansables campañas dicha jornada de concienciación ecologista en el archipiélago. En otro de los terrenos que ocupó la labor “propagandista” y de sensibilización de González Díaz, la defensa de los animales, también encontramos referencias a lo que sucedía en tierras americanas. Así, ante el escaso apoyo social que determinó finalmente la disolución de la Sociedad Protectora de Animales fundada en Las Palmas de Gran Canaria, el periodista canario contrapone lo sucedido en Buenos Aires, donde la acción del doctor Albarracín permitió desarrollar una “redención animalista” que contó con el apoyo del “gobierno y una mayoría ilustrada”.29 En este sentido, en afirmación de J. M. Marrero Henríquez, lo que busca González Díaz para Canarias, “a imagen y semejanza de los logros realizados en la Argentina”, es un “Volkgeist ilustrado que no se solace del dolor o de la violencia que son concomitantes de los regímenes autoritarios, absolutistas o despóticos [...], capaz de acordar objetivos colectivamente y de, por propia voluntad, constituir una sólida comunidad democrática”.30 Otro de los aspectos que cabe relacionar directamente con la experiencia argentina de González Díaz es su decidido apoyo a la creación en la capital grancanaria de los llamados batallones infantiles. Estos grupos de escolares, que se instruían militarmente a fin de participar en desfiles organizados con motivo de diferentes festividades, se constituyeron por vez primera en Argentina en 1888 y, al igual que sucediera en Las Palmas de Gran Canaria en 1902, fueron preparados por oficiales del ejército con la pretensión de dar solemnidad a las celebraciones en las que participaban y con un marcado carácter patriótico.31 Al respecto, González Díaz dedicó varios artículos periodísticos a dicha cuestión, valorando positivamente el papel que desempeñaban en la educación de los niños.32 LA GUERRA DE CUBA Una cuestión a considerar en la obra periodística de González Díaz es la visión que nos ofrece del conflicto abierto entre España y Cuba, desde el particular escenario que suponen las Islas Canarias, pero también desde Madrid, en los meses que pasó en la capital del Estado. Resulta significativo el posicionamiento del escritor canario en el bando de los que rechazaban el enfrentamiento con Estados Unidos, oponiéndose a una guerra de la que no cabía esperar ningún resultado positivo.33 Es más, acabado el conflicto será muy crítico con los que lo alentaron, sin dejar de señalar la parte de culpa que le correspondía a la prensa, recriminándole su exigencia de responsabilidades, cuando había sido parte responsable con el ejercicio de un claro amarillismo informativo, exaltando el chauvinismo y menospreciando al enemigo, a lo que añadía: “Prensa de gran circulación... ¿Ignorancia? ¿mala fe? ¿espíritu de lucro? Quizás las tres cosas a un tiempo...”.34 Téngase en cuenta que precisamente la guerra hispano-norteamericana de 1898 fue el primer conflicto en que la prensa jugó un papel muy destacado y que tanto la norteamericana como la española tuvieron algo en común: “ambas engañaron a sus lectores haciéndoles creer cosas que no eran ciertas”.35 El periodista canario se ocupará reiteradamente del conflicto colonial, asumiendo también un papel protagonista en las diferentes manifestaciones de apoyo al ejército español que de forma espontánea u organizada se desarrollaron en la capital grancanaria en estos años. Así se comprueba en los diferentes artículos publicados en los que, pese a rechazar la guerra, se sitúa claramente en el bando español, así como en su participación en los agasajos que recibieron los efectivos militares que, camino de Cuba, hacían escala en la capital grancanaria.36América en la obra del periodista… 1703 El posicionamiento de González Díaz es claro, como aparece en uno de los primeros artículos que dedicó al asunto. Confiaba en un arreglo pacífico del conflicto antillano: “[...] sólo en Cuba se oye de nuevo el toque a rebato de la rebelión. Pero confiemos en que también esta vez será allí sofocado el espíritu separatista y la Gran Antilla recobrará la paz. ¡La Paz!, ¡Santa palabra! Condensa la aspiración y la necesidad del momento: hay que escribirla en todas partes, grabarla en la conciencia del pueblo, convertirla en ideal de todos los espíritus”.37 Y reiteraría su profundo rechazo a la guerra, al ocuparse de los quintos canarios que fueron enviados al “inmenso matadero de Cuba”, “gentes sencillas e ignorantes en su mayoría, [...] no ven claro, apenas saben por que van a luchar, por quien van a morir, [...]. Ved las consecuencias de la infame guerra que ha encendido en Cuba el separatismo, y que fomentan viles mercaderes y negreros. ¡Maldita sea la guerra!”.38 Sus estancias en Madrid en estos años sirvieron para traer a las Islas el ambiente que se respiraba en la capital del Estado, pesimismo colectivo nacido de la derrota sufrida: “De primera impresión parece que Madrid no piensa hoy en nada, ni se preocupa de nada. Diríase que, caído en el escepticismo absoluto, en la inconsciencia o la imbecilidad, todo le tiene sin cuidado”.39 Insiste en estos artículos en la necesidad de abordar una acción regeneracionista, del lamentable papel jugado por la prensa, haciéndose eco también de la triste fortuna de los soldados que regresan de la guerra, del penoso lugar en que quedó el ejército o de las fatales consecuencias que se derivan del Tratado de París. Como es sabido, la pérdida de las últimas colonias americanas a finales del siglo XIX generó una cierta preocupación en el Estado español, tanto por el riesgo de que Canarias se convirtiera en el siguiente despojo que sufriera el prácticamente extinto imperio hispano, como por la posibilidad, bastante remota por cierto, de que en dicho archipiélago pudiera generarse un movimiento secesionista. En este contexto hay que entender la trascendencia que tuvo un suceso vivido en la capital grancanaria y que a los ojos de la desinformada prensa madrileña se convirtió en una prueba evidente de tal circunstancia. Para entender lo sucedido es preciso situarse en la sociedad de Las Palmas de Gran Canaria del año 1900, una pequeña ciudad en la que sin duda la presencia de un importante destacamento militar podía generar algún tipo de fricción con la población local. La publicación, en su edición del 8 de octubre de 1900, en el periódico El Telégrafo de la capital grancanaria de unos versos en los que se criticaba al estamento militar, por una cuestión meramente doméstica,40 determinó la airada respuesta de los oficiales que se consideraron agraviados, los cuales provocaron ciertos incidentes, entre ellos la irrupción en la redacción de dicho periódico, en exigencia de una rectificación y dando lugar a una “ligera refriega”. Tales hechos generaron el rechazo de la población local, descontento que abocó en un enfrentamiento entre civiles y militares, con un saldo de varios heridos entre los dos bandos, el peor parado un teniente con una herida de bala, y varios detenidos, entre ellos el autor de los polémicos versos y el director del periódico, Valentín Zamora. El posicionamiento de la prensa isleña fue prácticamente unánime, pues si bien consideraban más o menos censurable el texto publicado que dio origen a la disputa, valoraban como absolutamente desproporcionada la acción de los militares, a la vez que criticaban la pasividad e incapacidad de las diferentes autoridades implicadas para impedir lo sucedido.41 La actuación de la censura oficial, con la suspensión de la edición de los periódicos locales o la parcial visión de los hechos que se elaboró por el propio ejército, favoreció que el ambiente se enrareciera aún más. Así, José Cabrera Díaz, director del periódico El Obrero de la capital tinerfeña, fue detenido por publicar en dicho medio un artículo donde expresaba su protesta por la situación creada.42 No es de extrañar pues que en XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana 1704 este contexto, la prensa madrileña, sobre todo la cercana al estamento militar, hiciera una interpretación sesgada y tendenciosa de los hechos, en la que prácticamente se venía a decir que los canarios habían seguido el ejemplo de los cubanos aunque, en este caso, cayendo bajo el influjo del “oro inglés”.43 Mejor informado de la situación real que se vivía en Canarias, Francisco González Díaz, que en los días en los que se desarrollaron los hechos se encontraba en Madrid, en razón de sus estudios de Derecho, publicó un artículo en el periódico El Nacional de la capital de España, donde intentó dejar clara la situación.44 Califica de “falsas y exageradas” las versiones que la prensa madrileña publicó de los hechos, y sin dejar de destacar la importancia de la presencia inglesa en el archipiélago y su influencia, afirma que esta acaba “donde acaba su dinero”. Se lamenta por el contrario de la escasa atención que el Gobierno central muestra hacia las Islas, apuntando que “en ninguna provincia el amor a la nacionalidad es más firme que en Canarias”. Para ello pone de ejemplo el papel que desempeñó el archipiélago en la reciente guerra hispano-cubana: “entonces nos sacudió el entusiasmo y nos abatió el dolor, celebrando las escasas esperanzas con espontaneidad ardorosa y llorando los continuos reveses con hondo duelo en aquella aventura sin ventura...”. Añadiendo: “Entonces los canarios acudieron solícitos en auxilio de la Patria, fraternizaron con los soldados peninsulares enviados para su defensa, les abrieron sus pechos, les aposentaron en sus hogares, les ofrecieron su pan de hermanos...”. En cuanto a sus propias convicciones personales, su rechazo absoluto al independentismo canario aparece de forma clara en el artículo que dedica a la edición que realizó Secundino Delgado del periódico El Guanche en Venezuela. El texto es un exaltado ejercicio de españolidad, cargado de descalificaciones a los que pretenden que Canarias imite la insurrección cubana y en el que entre otras cosas se afirma: “¿Habrá soñado alguno de los propagandistas del Guanche calzarse la presidencia de la República de Canarias? ¿O nos mandarían, para que nos gobernara, a uno de esos políticos americanos que roban y matan con la pericia de consumados ladrones y de perfectos bandidos?”.45 Visto el claro posicionamiento del escritor canario, no cabe duda de que el artículo publicado años más tarde en la revista que era el órgano de expresión del Partido Nacionalista Canario, y que con la misma cabecera se editó en la capital cubana en el año 1924, se hicieron prescindiendo de la autorización del autor.46 La animadversión que sentía González Díaz hacia el imperio emergente que eran los Estados Unidos de América a finales del siglo XIX, “raza de mercaderes sin corazón y sin Dios”, tendrá un campo abonado en su injerencia en el conflicto cubano-español, y alcanzará amplia expresión en sus artículos a lo largo de los años, e incluso en sus intervenciones públicas.47 Sorprende encontrar también aquí la frescura de un pensamiento que sigue teniendo plena actualidad, cuando descubre la falaz utilización que se hace de manoseados conceptos como “humanitarismo” o “derecho internacional”, que siguen tan presentes hoy en día en la política internacional. González Díaz pone al descubierto los auténticos intereses que animan a la Administración estadounidense a intervenir en Cuba: “La impaciencia de sus codiciosos afanes les ha puesto enfrente de nosotros, [...] desmintiendo la jurisprudencia internacional por ellos mismos asentada en anteriores ocasiones; [...], acomodan las reglas a sus conveniencias inmediatas, prescinden valientemente de las teorías, cuando no se enderezan a su utilidad. [...] El pueblo donde la Ley de Lynch sustituye a la justicia regular y donde el desenfreno vengativo de las multitudes se sobrepone al código, muéstrase tocado a deshora de un humanitarismo casi enfermizo y reclama templanza y compasión para esos cafres mutiladores a una nación que les ha hecho la guerra en exceso, con sobras de humanidad y de cultura. [...] El pueblo que ha colaborado de modo muy principal a establecer y definir los principios del derecho entre las naciones, interviniendo en no pocos litigios en América en la obra del periodista… 1705 este orden, proponiendo y practicando el arbitraje, indicando reglas para la resolución de las cuestiones internacionales, pónese todo eso por montera. ¿Cabe mayor contrasentido?”.48 O las consecuencias de la globalización capitalista: “Esa invención de los 'trusts' amenaza someter el mundo a una forma moderna de la piratería: la piratería industrial para la raza del dólar”.49 Y ya consumada la pérdida de la colonia americana, dejaba su nota de sarcasmo: “Ya tenemos Cubita libre. [...] Ese gran pueblo bebedor necesita una gran cuba, una cuba sin fondo”.50 Una significativa parte de la producción periodística de González Díaz estuvo dedicada al fenómeno de la emigración canaria a tierras americanas, del que en definitiva él también fue partícipe. En este contexto se entiende su colaboración con sus “Cartas de Canarias” en un periódico cubano, Diario de la Marina de La Habana,51 en el que a lo largo de varias décadas ofreció una serie de crónicas de la sociedad canaria, así como artículos monográficos en los que planteaba asuntos de crucial interés para el desarrollo económico y social del archipiélago. En el primer caso, vemos al escritor convertido en un cronista que recoge desde sucesos hasta notas de sociedad,52 mientras que en el segundo aborda cuestiones como el fomento de la industria turística o la educación, que luego incluirá en sus libros. Sin duda, lo publicado por González Díaz en el periódico habanero era seguido con interés por los isleños residentes en Cuba, como se puede desprender del artículo firmado por José Cabrera Díaz en El Guanche, donde alude a una de las columnas del periodista canario en Diario de la Marina, en el que hace referencia a la posibilidad de establecer en el archipiélago escuelas al aire libre.53 El viaje que realizó a Cuba invitado por la Asociación Canaria, entre el 13 de noviembre de 1914 y el 31 de marzo 1915, en que embarcó en medio de una entusiasta despedida en el puerto de La Habana, supuso un hito importante en su carrera aunque, como era habitual en él, se lamentaría del escaso eco que a su juicio tuvo dicho viaje en su propia tierra canaria.54 Las páginas que la prensa cubana dedicó al acontecimiento, en particular Islas Canarias, Diario de la Marina y Bohemia, son muestra elocuente de la repercusión que alcanzó su estancia, con numerosas visitas, agasajos y conferencias, asistiendo además como mantenedor a los Juegos Florales celebrados el 11 de marzo de 1915 en el Teatro Payret de La Habana. Las grandes esperanzas que puso en la publicación de la obra que recoge su experiencia cubana, uno de sus libros más importantes, no tuvo el respaldo esperado. Ahora bien, gracias precisamente a ese libro, González Díaz es en la actualidad un autor reconocido fuera de las fronteras insulares, pues Un canario en Cuba55 es fuente de referencias para diversos autores que se ocupan de la historia de la isla antillana, y en particular del mundo de la emigración.56 González Díaz publicará en diversos periódicos y revistas americanas, a lo largo del primer tercio del siglo XX, sobre todo de Cuba,57 aunque en la inmensa mayoría de los casos se trata de textos ya publicados en Canarias. Pero también es posible encontrar su firma en medios como Fray Mocho, revista ilustrada editada en Buenos Aires desde el año 1912,58 a la que el escritor canario envió varios artículos a lo largo del año 1927. Incluso ya fallecido, la revista Canarias en Cuba insertará fragmentos de sus libros.59 Su habitual presencia en los medios cubanos determinará que se le haya llegado a considerar un autor nativo de dicha isla. Así, en una publicación de la Universidad de Harvard del año 1933, se le incluye en una bibliografía de escritores cubanos, error que comenta Manuel Pedro González en un estudio crítico que realiza de dicha obra al siguiente año: “Francisco González Díaz (p. 71) es un distinguido periodista canario que visitó La Habana durante unos días solamente en 1916”. En realidad no fue en dicho año y su estancia duró cuatro meses y medio.60XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana 1706 BIBLIOGRAFÍA ALMEIDA AGUIAR, Antonio S.: “Intento de establecer un batallón escolar en Las Palmas de Gran Canaria a principios del siglo XX”, Las Palmas de Gran Canaria: Boletín Millares Carló, Centro Asociado UNED, núm. 18, 1999, pp. 73-153. BELTRÁN, Óscar R.: Historia del periodismo argentino, Buenos Aires: Ed. Sopena Argentina, 1943, 359 pp. CABRERA DÉNIZ, Gregorio J.: Canarios en Cuba: Un capítulo en la historia del archipiélago (1875-1931), Las Palmas de Gran Canaria: Ed. Cabildo de Gran Canaria, 1996, 461 pp. CARREÑO, Carlos H.: Mitre, el fundador de un gran diario, Córdoba: Ediciones Centro, 1960, 47 pp. GALVÁN MORENO, Celestino: El periodismo argentino, Buenos Aires: Ed. Claridad, 1944, 520 pp. GONZÁLEZ, Manuel Pedro: “Reviews a Bibliography of Cuban Belles-Letters by J.D.M Ford, Maxwell I. Rapahel”, Hispanic Review , Vol. 2, núm. 2, abril 1934, pp. 171-175. GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: Cultura y Turismo, edición de José Manuel Marrero Henríquez, Las Palmas de Gran Canaria: Ed. Cabildo de Gran Canaria, 2007, 216 pp. — Un canario en Cuba, La Habana: Imprenta “La Prueba”, 1916, 347 pp. HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Manuel: “Semblanza biográfica y estudio crítico”, en Un canario en Cuba, Santa Cruz de Tenerife: Ed. 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En lo que respecta a sus estudios de Derecho en Madrid, los iniciaría una vez de vuelta a Gran Canaria, acudiendo a los exámenes y permaneciendo algunos meses en la capital del Estado, hasta que los abandonó pese a los buenos resultados obtenidos hasta ese momento. 2 “Con objeto de restablecer su salud, algo quebrantada por el continuo trabajo, ha llegado a esta, procedente de Buenos Aires, nuestro amigo el distinguido escritor e ilustrado periodista D. Francisco González Díaz a quien afectuosamente saludamos y deseamos pronto y completo restablecimiento”. El Defensor de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 52, 3-3-1894, p. 3. En parecidos términos se expresaba Diario de Las Palmas: “Con objeto de restablecerse de dolencia que sufre, ha llegado a esta ciudad procedente de Buenos Aires, el distinguido periodista y apreciable amigo nuestro D. Francisco González Díaz a quien saludamos afectuosamente”. “Le saludamos”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 69, 1-3-1894, p. 2. Y también El Telégrafo: “Con objeto de reparar su quebrantado estado de salud, ha llegado a esta ciudad, procedente de Buenos Aires, nuestro querido amigo y paisano el distinguido periodista D. Francisco González Díaz, al que hemos tenido el gusto de saludar. Le deseamos pronta mejoría en su dolencia”. “Miscelánea”, El Telégrafo, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 2.704, 1-3-1894, p. 2. 3 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Confesiones e intimidades”, La Prensa, Santa Cruz de Tenerife, núm. 3.868, 18-4-1922, p. 1. 4 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Recuerdos de América (Fragmentos de un artículo)”, El País, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 130, 8-10-1908, p. 1. 5 GALVÁN MORENO, Celestino: El periodismo argentino, Buenos Aires: Ed. Claridad, 1944, p. 234. En cuanto a su número, sirva destacarse que entre 1880 y 1900 se contabiliza un total de 663 publicaciones periódicas aparecidas a lo largo de esas dos décadas. Ibidem, p. 235. 6 Fundado el 1 de mayo de 1858, del que se señala que precisamente en los años ochenta del siglo XIX “llevaba ya 23 años de vida vigorosa, apasionada y fecunda”. GALVÁN MORENO, Celestino: op. cit., p. 231. 7 Bartolomé Mitre y Vedia, hijo mayor del fundador del periódico, el general Mitre, desempeñó el cargo de director desde 1880 hasta 1894. CARREÑO, Carlos H.: Mitre, el fundador de un gran diario, Córdoba: Ediciones Centro, 1960, p. 19. 8 BELTRÁN, Óscar R.: Historia del periodismo argentino, Buenos Aires: Ed. Sopena Argentina, 1943, pp. 274 y 275. 9 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Recuerdos de América (Fragmentos de un artículo)”, El País, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 130, 8-10-1908, p. 1. 10 El artículo se tituló “La defensa de España”. Ibidem, p. 1. 11 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Cuéntenos algo de su vida”, La Prensa, Santa Cruz de Tenerife, núm. 1.014, 30-10-1913, p. 1. 12 BELTRÁN, Óscar R.: op. cit., pp. 262 y 263. 13 El Apóstol, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1, 10-12-1910, p. 1. 14 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Delitos de imprenta”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.130, 20-12-1897, p. 1. 15 MOCTEZUMA: “El reporter”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.333, 7-9-1898, p. 1. También en Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 5.082, 20-5-1912, p. 1. XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana 1708 16 VARGAS LLOSA, Mario: “Entre unicornios y quimeras en París... con Vargas Llosa”, El País, Madrid: Suplemento El Viajero, 28-6-2008. 17 “Guardo entre mis recuerdos de América, como tesoro en el fondo del arca, dos páginas autógrafas de uno de los mejores poetas argentinos, Osvaldo Magnasco. Hoy se me ocurre exhibirlas, pues aunque a la fecha deben haber sido publicadas, aquí son inéditas, y como además de inéditas son hermosas, merecen conocerse”, véase GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Un poeta americano”, Las Efemérides, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 230, 9-2-1900, p. 1. 18 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “La mula-ánima”, Las Efemérides, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 526, 26-6-1901, pp. 1-2. También reproducido en El Museo Canario, Las Palmas de Gran Canaria, Tomo X, núm. 111, 13-2-1901, p. 65; El Ideal, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 140, 15-4-1903, p. 1; La Semana, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 6, 6-5-1905, p. 1. 19 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “El poder del arte”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 365, 15-3-1895, p. 1. 20 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Sarah Berhardt”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 372, 26-3-1895, p. 1. 21 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Carta abierta al señor don Agustín Millares Cubas”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 514, 24-10-1895, p. 1. 22 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “La influencia española en América – V”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 162, 5-7-1894, p. 1. 23 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “La influencia española en América – II”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 97, 6-4-1894, pp. 1-2. La serie se completa con los siguientes artículos: “La influencia española en América – I”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 87, 26-3-1894, pp. 1-2; “La influencia española en América – III”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 105, 16-4-1894, pp. 1-2; “La influencia española en América – IV”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 123, 8-5-1894, pp. 1-2. Años más tarde los volvería a reproducir en la revista El Museo Canario, en el Tomo VII, núm. 75, 22-9-1899, pp. 161-165; núm. 76, 7-10-1899, pp. 201-204; núm. 77, 22-10-1899, pp. 224-229; núm. 78, 7-11-1899, pp. 257-261; núm. 79, 22-11-1899, pp. 289-293. Y también ese mismo año los reprodujo el diario bonaerense El Correo Español, véase Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.622, 9-11-1899, p. 2. 24 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Americanismos”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 8.112, 25-8-1922, p. 1. Sin duda es un texto con el que el autor se sentía plenamente identificado, pues lo volverá a publicar en distintas ocasiones a lo largo de los años, y desde luego no deja de resultar significativo que en plena posguerra, con la vuelta a un trasnochado imperialismo hispano, sea uno de los primeros artículos que inserte en el periódico Falange, véanse GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: La Crónica, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.994, 2-1-1923, p. 1. GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Americanismos”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 13.162, 29-3-1927, p. 1; núm. 14.900, 5-3-1932, p. 1; GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Americanismos”, Falange, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.447, 7-11-1940, p. 1. 25 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “El castellano en América”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 5.368, 28-5-1913, p. 1. 26 CONRADO, Pascual: “Los matasanos de la pluma”, La Estrella Atlántica, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 18, 8-6-1913, pp. 6-7. 27 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “El presidente Sarmiento”, Las Efemérides, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 289, 24-4-1900, pp. 1-2. 28 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: Cultura y Turismo, Tipografía del Diario: Las Palmas de Gran Canaria, 1910, pp. 11-16. América en la obra del periodista… 1709 29 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “La Protectora”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 3.897, 11-12-1907, p. 1. Este artículo lo incluirá también en su libro Cultura y Turismo, véase GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: op. cit., pp. 85-86. 30 MARRERO HENRÍQUEZ, José Manuel: “Cultura y Turismo o el imperativo geográfico del paisaje insular”, en GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: Cultura y Turismo, Ed. Cabildo de Gran Canaria: Las Palmas de Gran Canaria, 2007, p. XXXIII. 31 ALMEIDA AGUIAR, Antonio S.: “Intento de establecer un batallón escolar en Las Palmas de Gran Canaria a principios del siglo XX”, Las Palmas de Gran Canaria: Boletín Millares Carló, Centro Asociado UNED, núm. 18, 1999, p. 82. Según expresa este autor, la llamada “guardia nacional” infantil, “seguía la estructura del ejército”, y el Consejo Nacional de Educación del país sudamericano adquirió “los vestuarios y los fusiles para los niños”. 32 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “El batallón infantil”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 2.174, 17-2-1902, p. 1; “Los soldaditos”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 2.188, 5-3-1902, p. 1 33 En el panorama periodístico español la inmensa mayoría de los medios, desde los más influyentes pasando por los militares e incluso los republicanos, manipularon a la opinión pública creando un clima favorable a la guerra. Como excepción cabe señalar a los medios de las fuerzas políticas que dirigían Francisco Pi y Margall y Pablo Iglesias, los periódicos El Nuevo Régimen y El Socialista, véase SANTOS, Félix: 1898: la prensa y la Guerra de Cuba, Bilbao: Ed. Asociación Julián Zugazagoitia, 1998, p. 105. 34 MOCTEZUMA: “La prensa de gran circulación - Su tanto de culpa”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.328, 1-9-1898, p. 1. 35 SANTOS, Félix: op. cit., pp. 11-12. 36 González Díaz fue el encargado de brindar, en nombre de la prensa local, en el homenaje ofrecido a la escuadra española que, rumbo a Cuba, recaló en la capital grancanaria en octubre de 1894, véase “En honor de los marinos”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 240, 9-10-1894, p. 1. A su vez, en el banquete ofrecido en el Hotel Santa Catalina, en un ambiente de auténtica euforia patriótica, véase “La Fiesta de ayer”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 242, 11-10-1894, pp. 1-2. Lo mismo que en el homenaje celebrado en el Gabinete Literario a los soldados canarios que marcharon a la guerra, donde González Díaz brindó “por la buena suerte de los expedicionarios y porque Cuba no deje de ser nunca española”, véase “En honor de nuestros soldados”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 521, 5-11-1895, p. 1. Igual sucedió en la escala del acorazado Vizcaya y de la escuadrilla española de torpederos, en el fatídico año 1898, véanse GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “¡Viva España!”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.165, 4-2-1898, p. 1; “Obsequios a los marinos del Vizcaya, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.166, 5-2-1898, p. 1; GÓNZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “La Escuadrilla”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.194, 16-3-1898, p. 1. 37 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Post nubila...”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 359, 8-3-1895, p. 1. 38 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “¡Maldita sea la guerra!”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 526, 12-11-1895, p. 1. 39 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “La inmolación”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.376, 28-10-1898, p. 1. 40 Los versos, que comenzaban así: “Mamá yo quiero un teniente / de cuartel o de oficina …”, iban encaminados “principalmente a ridiculizar a las niñas de fin y principio de siglo que fácilmente se enamoraban del uniforme militar” y fueron obra de José Jaizme, “escritor de cáusticas sales, donoso y maldiciente en la conversación, de ideas conservadoras, admirador de Cánovas del Castillo, que era su ídolo como político y publicista”, véase SUÁREZ FALCÓN, José: Retablo local - Anales de un periodista,XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana 1710 Fondo Jordé, Caja 1, Sobre 4, Las Palmas de Gran Canaria: Archivo El Museo Canario, pp. 4-5. Como queda dicho, se publicaron en el número 398, del lunes 8 de octubre de 1900, si bien no ha sido posible localizar ningún ejemplar de El Telégrafo de la señalada edición en las hemerotecas de las Islas. Previamente, el ambiente se había caldeado con la aparición de algunos pasquines, al parecer en un tono semejante, en La Alameda de la capital grancanaria. 41 Un medio conservador como España quiso “protestar enérgicamente” por lo sucedido, aunque se tropezaría con la suspensión de las ediciones decretada por el delegado del Gobierno. Al día siguiente, daría amplia cuenta de lo sucedido y aun desaprobando la publicación que dio motivo al conflicto, también era crítico con la reacción de los militares: “[...] atropello incalificable realizado por algunos de los que se han creído ofendidos, penetrando en la redacción de un periódico, cuando era otro el procedimiento que debieron seguir”, véase “Lo de anoche - Militares y paisanos - Graves sucesos”, España, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1000, 10-10-1900, pp. 1-2. Mientras que El Comercio editorializó haciendo una llamada a la concordia en estos términos: “El Ejército jamás contó en esta isla con antipatías. Los gritos de cuatro chicos mal educados, la musa venal e indecente de cualquier temperamento aburrido no son ni pueden ser expresión de los sentimientos de este pueblo noble y leal. [...] Nadie olvide que todos somos españoles. Aquí no hay peninsulares e insulares; no existen militares ni paisanos”. “Victoria de todos”, El Comercio, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 112, 10-10-1900, p. 1. 42 CABRERA DÍAZ, José: “Militares y paisanos. Nuestra protesta”, El Obrero, Santa Cruz de Tenerife, 16-10-1900, p. 1. Las páginas de El Telégrafo recogían así la noticia: “Nuestro querido amigo y compañero D. José Cabrera Díaz, ha sido detenido en Santa Cruz de Tenerife por un artículo publicado en El Obrero, periódico que él dirige, comentando los sucesos ocurridos en esta ciudad entre militares y paisanos. No necesitamos decirle al distinguido compañero que lamentamos el percance y que nos tiene de su lado ahora y siempre”. Véase El Telégrafo, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 406, 17-10-1900, p. 2. 43 Al respecto Diario de Tenerife hace referencia a lo publicado en La Correspondencia Militar, donde incluso incurren en el grave error, a los ojos del periódico tinerfeño, de situar en Las Palmas de Gran Canaria la capital del archipiélago: “periódico de la Corte que se atreve a lanzar la especie de que la influencia inglesa tiene participación en estos hechos, hijos de apasionamientos mal entendidos, y nunca nacidos de otro móviles, que ofenden la dignidad de nuestro país siempre les ignore cual sea la Capital de una provincia española”. Véase “Crónica”, Diario de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, núm. 4.183, 19-10-1900, p. 2. 44 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Desde Canarias - Militares y paisanos -El oro inglés- Patriotismo de los isleños”, El Nacional, Madrid, núm. 2.887, 15-11-1900, p. 1. En realidad, el periodista canario ya se había ocupado años atrás de contestar en la prensa isleña a la insistente preocupación mostrada por los periódicos madrileños ante la creciente influencia británica en Canarias, véase GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “El patriotismo no se vende”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 230, 27-9-1894, p. 1. Y aún lo seguiría haciendo unos cuantos años más tarde con motivo de la “inquietud” que provocó la publicación en la capital grancanaria del periódico en lengua inglesa The Canary Islands Review, véase GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Groundless Misgivings”, The Canary Islands Review, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 3, 23-3-1903, p.10. 45 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Nuestra protesta”, El Fígaro, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 74, 15-3-1898, p. 1. 46 Con su firma apareció el artículo GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “El sabor de la vida”, El Guanche, La Habana, núm. 4, 30-4-1924, p. 1. Incluso este medio se hizo eco de la polémica sostenida entre González Díaz e Isaac Viera a cuenta de los versos que el primero dedicó a Miguel de Unamuno, invitándoles a ambos a que dejaran a un lado sus diferencias y que “unidos el escritor y el poeta, pudieran laborar por la libertad de Canarias, por esa libertad que va disminuyendo día tras día, sin que se oiga un grito rebelde”, véase “Entre gente de pluma”, El Guanche, La Habana, núm. 4, 30-4-1924, p. 13. 47 Es el caso del discurso pronunciado en la velada literario-musical organizada por la Sociedad Filarmónica en el entonces denominado teatro Tirso de Molina (actual Pérez Galdós), el 7 de noviembre de 1896, donde da rienda suelta a un rancio patriotismo. El texto completo del discurso aparecerá en sucesivos números de la prensa local, véanse Diario de Las Palmas, núm. 814, 10-11-1896, pp. 1-2; núm. 815, 11-11-1896, América en la obra del periodista… 1711 pp. 1-2; núm. 816, 12-11-1896, pp. 1-2. También participó como orador en otro acto de euforia nacionalista celebrado en el mismo recinto en los días de enfrentamiento directo con EE. UU., véase “La velada del sábado - Una noche memorable”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1224, 25-4-1898, p. 1. 48 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Nuestros 'buenos amigos' los yankees”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 612, 4-3-1896, p. 1. 49 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “Los 'trusts'”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 13.104, 17-1-1927, p. 1. 50 MOCTEZUMA: “Actualidades y comentarios”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 1.320, 23-8-1898, p. 1. 51 La corresponsalía que González Díaz ejercía desde Las Palmas de Gran Canaria se traducía en el envío de una serie de extensas cartas que a menudo se insertaban con el aviso de “recibida con gran retraso”, lo que convertía en anacrónicas muchas de estas “noticias” que se publicaban en ocasiones mes y medio después de redactadas. En este sentido, a medida que pasan los años, sus cartas adoptan un tono más intimista, desatendiendo la crónica social o los asuntos cotidianos de la sociedad canaria. 52 En 1911, a cuenta de la inserción de un artículo suyo publicado en Diario de la Marina en La Correspondencia de Gran Canaria, sin citar su procedencia y alterando el texto, afirmará: “En mis crónicas al Diario de la Marina procuro relatar imparcialmente lo que ocurre en Canarias; esa es la misión que se me ha confiado, y esa la que me incumbe y la que cumplo como mejor puedo y sé”, véase “Rectificación”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 4.820, 6-5-1911, p. 2. 53 CABRERA DÍAZ, José: “Escuelas al aire libre”, El Guanche, La Habana, núm. 6, 30-5-1924, p. 1. 54 Véanse al respecto CABRERA DÉNIZ, Gregorio J.: Canarios en Cuba: Un capítulo en la historia del archipiélago (1875-1931), Las Palmas de Gran Canaria: Ed. Cabildo de Gran Canaria, 1996, 461 pp.; NARANJO RODRÍGUEZ, Rubén: “Notas Biográficas”, en GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: Árboles. Niños y árboles, Las Palmas de Gran Canaria: Ed. Dirección General del Libro, 2005, pp. 272-282; HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Manuel: “Semblanza biográfica y estudio crítico”, en Un canario en Cuba, Santa Cruz de Tenerife: Ed. Idea, 2006, pp. 17-33. Ya en el año 1921, se publicó la posibilidad de que el escritor canario volviera a Cuba, véase “Del Presidente Zayas a González Díaz”, Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, núm. 7.548, p. 1. 55 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: Un canario en Cuba, La Habana: Imprenta “La Prueba”, 1916, 347 pp. 56 Al respecto pueden verse PÉREZ JR., Louis A.: On Becoming Cuban: Identity, Nationality, and Culture, New York: HarperCollins Publishers, 1999, 579 pp.; MARTÍN-RODRÍGUEZ, Manuel: “Mapping the Trans/Hispanic Atlantic: Nuyol, Miami, Tenerife, Tangier”, en Border Transits, Literature and Culture across the line, Ana Mª Manzanas Ed., Amsterdam-New York: Editions Rodopi B. V., pp. 205-222. 57 JIMÉNEZ DEL CAMPO, Paloma: Escritores canarios en Cuba. Literatura de la emigración, Las Palmas de Gran Canaria: Ed. Cabildo de Gran Canaria, 2003, pp. 123-125. Periódicos y revistas como Cuba y Canarias, Islas Canarias, Canarias, Las Afortunadas, El Guanche, Patria Isleña... 58 LAFLEUR, Héctor René et al.: Las revistas literarias argentinas (1893-1960), Buenos Aires: Ediciones Culturales Argentinas, 1962, p. 28. En estos “magazines al estilo europeo... colaboraron los más prestigiosos escritores del momento”. 59 GONZÁLEZ DÍAZ, Francisco: “La Maga”, “El Valle”, “Alfombras de flores”, Canarias en Cuba, La Habana, núm. 1, 29-1-1946, pp. 10-12. 60 GONZÁLEZ, Manuel Pedro: “Reviews a Bibliography of Cuban Belles-Letters by J.D.M Ford, Maxwell I. Rapahel”, Hispanic Review, Vol. 2, núm. 2, abril 1934, p. 171. |
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