EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS
GUAYADEQUE, TEJEDA Y
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EN GRAN CANARIA: E
ARGUINEGUIN 3
Nuestro conoci.miento del pasado prehispánico del Archipiélago
canario se apoya necesariamente sobre dos fuentes complementarias:
las escritas y las arqueológicas.
Para Canarias poseemos un conjunto, no muy numeroso pero si ,, -
significativo, de fuentes escritas, cuya importancia ya fue señalada E
por nuestros historiadores clásicos del último tercio del siglo XM. o
Es Gran Canaria, sin duda, la isla más favorecida por esta documen- n-- m
tación. En efecto, no hace mucho tiempo F. Morales Padrón dio a O E
conocer1 un conjunto de crónicas de indudable valor, a las cuales SE
deben añadirse las ya clásicas historias generales de L. Torriani ', J. -E
Abreu Galindo 3, T. Arias Marín y Cubas J. Núñez de la Peña 5,
las referencias de los primeros viajeros, desde la época romana a la 3
medieval, destacando entre estos últimos Ca da Mosto y G. Eanes
- -
0
m
da Zurara8, y los capítulos sobre esta isla en las crónicas bentancu- E
rianas 9. Toda esta información, rica, abundante y en ocasiones con- o
tradictoria, debe ser valorada en su justo término, tal como se ha n
hecho con los Cronistas de Indias. Su aportación, tanto más valiosa -E
cuanto su autor haya conocido a los aborígenes, es esencial para co- a
2
n
n
1. MORALESP ADR~NF., (1978): Canarias: Crónicas de su conquista. Las Palmas.
2. TORRIANI, L. (1959) : Descri@ción e Historia del Reino de las Islas Canarias 3
O
antes Afortunadas, con el parecer de ms fortificaciones. Santa Cruz de Tenerife.
3. ABREUY GALINDOJ, . (1955) : Historia de la Conquista de las siete islas de la
Gran ¿anama. Santa Cruz de ienerife.
4. ARIAS MARÍN Y CUBAS. T. de: Historia de ia siete islas de Canaria, origen,
descubrimiento y conquista. Copia mecanografiada conservada en el Departamento de
Arte de la Universidad de La Laguna, realizada por D. Arturo L6pez de Vergara y
Albertos, sobre el manuscrito existente en la =bliuteca Pública de Santa Cruz de
Tenerife.
5. NÚÑEz DE LA PEÑA, J. (1847): Conquista y antigüedades de las Xus de la Gran
Canaria. Santa Cruz de Tenerife.
6. BLAzQu~J,. M. (1977) : Las Islas Canarias en la Antigüedad, en "Anuario de
Estudios AtlOnticos" (Madrid-Las Palmas), 23, pp. 35-50.
7. IV~ILLARTEOSR RES,A . íiY74 : Eistoria Generai de las isias Canarias, T. í. Santa
Cruz de Tenerife, pp. 157-160.
S. E A ~DSA ZURARAG, . (1973): Crdnica de Guind. Barcelos.
9. SERRAR AFOLS,E . y CIORANESCAU., (1965) : Le Canarkn. Crdnicas francesas de
La conquista de Canarias, tomos 1, 11 y 111. La Laguna.
nocer aspectos socio-políticos y religiosos del mundo prehispánico y
debe ser contrastada con los datos aportados por la arqueología.
La arqueología prehispánica grancanaria ha conocido en los últi-mos
años un notable impulso, patente en la abundancia de excava-ciones
arqueológicas realizadas por diversos investigadores en varios
puntos de su geografía 'O. No obstante, no podemos olvidar la investi-gación
realizada desde mediados del siglo XIX, pues en esta época
se colocaron algunas de las bases vigentes hasta la actualidad. En
El Museo Canario y gracias a los trabajos de campo de G. Chil y
Naranjo l1 y V. Grau-Bassas l2 se reune un conjunto notable de mate-riales
aborígenes, entre los que destaca una colección notable de res-tos
humanos recogidos en diversos yacimientos insulares, que anali-zados
por R. Verneau permitirán una primera sistematización de los
caracteres raciales aborígenes, más tarde ampliada tras los estudios
de M. Fusté e 1. Schwidetzky.
Desde los estudios de R. Verneau se considera que en la etapa
prehispánica de Gran Canaria existía una cierta diferenciación entre
la población costera, denominada mediterránea 13, euroafricánida o
mediterránea O semita 15, y la del interior, considerada como cro-mañoide
O uguanche)) 17.
Según algunos arqueólogos esta diferenciación antropológica se
correspondía con otra cultural. Así el enterramiento en túmulos y el
hábitat en casas de piedra seca se considera privativo de los medi-terranoides
y de repartición costera, mientras los cromañoides habi-tarían
y enterrarían a sus muertos en cuevas.
Cuando iniciamos nuestras investigaciones arqueológicas en Gran
Canaria nos propusimos un plan de trabajo con objeto de definir, en
10. C. 1Martín de Guzmán ha realizado varias campañas de excavaciones en el
Valie de Guayedra, al igual que M. C. Jiménez Gómez y M. del C. del Arco en Los
Caserones de San Nicolás de Tolentino. J. F. Kavarro Mederos ha excavado en
Jinámar (Telde), La Restinga (Telde) y Hormiguero (Firgas) y R. Schlueter en
Artenara.
11. CHIL Y NARANJOG, . (1876) 3 Estudios históricos, climatológicos y patológicos
de las Islas Canarias. Las Palmas.
12. ALZOLA.T . M. (.1 980.) : Victor Grau-Bassas, Primer conservador de El Museo
Canario. Las ~afmas.
13. SCHWIDETZKY1., (1963) : L a población prehisflánica de las Islas Canavias. Santa
Cruz de Tenerife.
14. FUSTB, M. (1959): Algunas observaciones acerca de la antropologia de las
poblaciones prehistóricas y actual de Gran Cuizdria, en "El Museo Canario" (Las
Palmas), t. XIX-XX, pp. 1-27; (1966) : Nuevas aportaciones a la antropologia de
Canarias, en "Actas del V Congreso Panafricano de Prehistoria y de Estudio del
Cuaternario" (Santa Cruz de Tenerife), t. 11, pp. 81-92.
15. VERNEAUR, . ji8Sij: Xapport sur une missiun scisniijiyue dana i'A~ch@el
canarien. Pans.
16. Véase notas 13 y 14.
17. Véase nota 15.
el caso de que existieran, ambos complejos culturales y aproximarnos
al problema, aún no resuelto, del poblamiento prehispánico de esta
isla. Por este motivo realizamos dos campañas de excavaciones ar-queológicas
(1975 y 1976) en el Barranco de Guayadeque (Ingenio-
Agüímes), zona donde según los antropólogos se fusionaron ambos
grupos humanos, en varios yacimientos (1977) del Término municipal
de Tejeda, área donde debía encontrarse la población cromañoide
en estado puro, y otra campaña (1978), a continuar el presente año,
en Arguineguín, en un poblado de casas de piedra en la costa granca-naria,
del que nos hablan las crónicas. Para estas excavaciones he-mos
contado con la ayuda económica de la Subdirección General de
Arqueología y del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, a través
de El Museo. Canario, colaborando en la realización de los trabajos
profesores y aiumnos del Departamento de Arqueología y Frehis- m
D
toria de la Universidad de La Laguna y miembros de la Comisión E
Arqueológica de El Museo Canario. O
n
Guayadeque es un barranco que nace en el borde meridional de
la Caldera de los Marteles, en el centro de Gran Canaria, y desembo-ca,
tras hundirse profundamente en el terreno al cruzar las zonas
medias, entre las puntas de Gando y Arinaga, en el Sur de la isla
(Figura 1: 1).
Guayadeque ocupa, en el conjunto de yacimientos prehispánicos
canarios, un lugar destacado en el bibliografía arqueológica, ya que
gran parte del material antropológico y arqueológico de los aboríge-nes
de Gran Canaria que se conserva en El Museo Canario de Las
Palmas de Gran Canaria y en colecciones privadas de la isla procede
de cuevas de este barranco. En este sentido debemos destacar,
por ejemplo, que de un total de 1.231 cráneos aborígenes grancana-rios
que estudia 1- Srhwidptrky 854 prnre&n de Girlyadqi?~2,1 igfi.1
que el 85 % de los huesos largos
Desconocemos los resultados de las excavaciones realizadas en
Guayadeque por S. Jiménez Sánchez y M. Dolores Garralda, ya que
sólo el primero publicó lg un pequeño informe, dando cuenta de la
excavación de una cueva sepulcral, donde recogió restos óseos hu-manos,
tejidos de junco, pieles de cabras y fragmentos de ,madera.
18. SCHWIDETZ1K. Y(,1 963): La poblaci6n $vehispánica.. ., pp. 24-26.
19. JIMÉNEZ SANCHEZ, S. (1946) : Excavaciones arqueológicas en Gran Canuria, del
Plan Nacional de 1942, 1943 y 1944, en "Informes y Memorias" (Madrid), 11, pp. 71-73.
de G. Chil y Naranjo a y V. Grau Bassas 25. Mayor importancia tie-nen
los estudios antropológicos, los cuales demuestran que Guayade-que
fue el segundo centro de colonización mediterránea de Gran Ca-naria.
Al mismo tiempo, el alto porcentaje de cromañoides parece
demostrar que en este barranco, tal como señalamos más arriba, se
fusionaron los dos grupos humanos más importantes de la etapa pre-hispánica
de Gran Canaria.
El análisis radiocarbónico de restos de madera y piel ha permiti-do
obtener dos fechas absolutas para Guayadeque: 547 rt 60 d. C.
y 737 + 60 d. C., aunque desconocemos cuál era el ajuar y el tipo de
yacimiento de donde se tomaron las muestras %.
Los saqueos, por otro lado, han sido intensos. Ya en el pasado
siglo se citaz7 que los campesinos de la zona utilizaban en usos do-mésticos
el cuero que envolvía a las momias, los vasos cerámicas y
las yacijas de madera, al mismo tiempo que extraían el relleno de las
cuevas, rico en materias orgánicas procedentes de tejidos aborígenes,
para utilizarlo como abono en las plantaciones agrícolas próximas.
Las dos campañas de excavaciones arqueológicas que hemos rea-lizado
en Guayadeque tenían por objeto obtener una información fi-deligna
y a ser posible una secuencia estratigráfica de algunas de las
cuevas de este interesante conjunto arqueológico, donde desde 1972
la Comisión Arqueológica de El Museo Canario había iniciado el le-vantamiento
topográfico de sus cuevas. Por este motivo, hemos rea-lizado
excavaciones en cuatro cuevas de habitación, que ofrecían al-gunas
zonas intactas, y en una cueva sepulcral.
1.-a) Cueva sepulcrcd
Se trata de una cueva natural de muy difícil acceso. Carece de
relleno. Al fondo de ella se construyó una pared de 0,50 a 1 m. de
altura, detrás de la cual se colocaron, sin conexión anatómica, huesos
humanos mezclados con piedras de irregular tamaño (Figura 2). Los
cráneos, en estudio por X. D. Solores GarraIUe, h a b f a ~si & c d ~ c a -
dos, generalmente, envueltos en tejidos vegetales de varios tipos y
24. CHILY NARINJOG, . (1880): Expedición a Gwyadeque, en "El Museo Canario"
(Las Palmas),. t. 1, n.o 6, pp. 161-166.
25. GRAU-BASSASV, . (1880): Las cuevas de Gua-v adea- ue, en "El Museo Canario"
(Las Palmas). t. 1, n.o 3, ' 65-69.
26.. HEXNANDE&ZE Z, M. S. (1980): El $oblamiento $rehispánico de las Islas
Canarzas. Recientos a@~wfac?:oneesn, "Actas del 111 Coloquio de Historia Canario-americana
(19781" (Las Palmas). t . 1. D. 24.
2.7. CHI ~Y NARANJOG, . (1976) : Éitudios históricos.. . , t . 1, p. 486.
28. GALVÁNS ANTOSB, . (1980): El trabajo del junco.. ., p. 65; MART~NC OCASD, .
(1980) : Apvoximaci6n a b econmia de Gran Canaria en &$oca prehispánica, en "Actas
del 111 Coloquio de Historia Canario-americana (1978)" (Las Palmas), t. 1, fig. 1.
Planta de la Cueva 121 del Barranco de Guayadeque (Ingenio)
(Dibujo: A. Romero)
protegidos con piedras, a pesar de lo cual algunos estaban fragmen-tados.
La ausencia de ajuar, salvo los aludidos fragmentos de tejidos
vegetales y un fragmento amorfo de cerámica sin decoración, es no-toria
y revela la existencia de un rito de enterramiento secundario.
Se debe destacar la novedad de este tipo de enterramiento de los
aborígenes grancanarios, cuyo único paralelo se encuentra, con nota-bles
diferencias, en una cueva de la Cuesta de Silva estudiada por
M. Fusté, habiéndose localizado en fecha reciente nuevos yacimientos
de este tipo en otros puntos de la Isla*.
1.-b) Cuevas de habitctcián
Las excavaciones realizadas en algunas cuevas de habitación -dos
en la campaña de 1975 y otras dos en la de 1976- nos ha permitido
obtener algunos datos de interés, que modifican ciertas teorías exis-tentes
sobre la prehistoria de Gran Canaria.
Una de las cuevas, denominada Cueva del Sastre, está compuesta
de varias galerías, modificadas en algunos puntos por muros de pie-dra
seca o de cenizas y piedras. La cueva, en cuya superficie existían
tejidos vegetales deshechos 30, estaba parcialmente revuelta, a pesar
de lo cual pudimos reaIizar en una zona intacta un corte de 3 x 1 m.
donde se alcanzó una potencia fértil de 1,65 m., la mayor alcanzada,
que conozcamos, en un yacimiento arqueológico prehispánico de
Gran Canaria. Se rechaza así el tópico de que en esta Isla no existen
yacimientos con estratigrafías arqueológicas.
Las excavaciones en estas cuevas de habitación, en especial en la
ya aludida Cueva del Sastre, han aportado, además, ciertos datos de
interés sobre las cerámicas prehispánicas que modifican algunas de
las premisas utilizadas en los estudios existentes sobre la cerámica
aborigen de Gran Canaria. En efecto, tradicionalmente se habla de
una cerámica tosca, denominada primitiva, junto a cerámicas de for-
,mas compuestas con decoración pintada o con engobe, considerada
más evolucionada, sin que se pudiese en ningún momento afirmar su
contemporaneidad o si pertenecían a épocas y culturas diferentes (Fj-gura
6).
Tras nuestras excavaciones hemos podido comprobar que ambos
tipos cerámicas son contemporáneos o que al menos lo son durante
el tiempo de ocupación de las cuevas excavadas.
Las investigaciones arqueológicas en Teje.da se iniciaron a finales
del pasado siglo por V. Grau Bassas 31 y R. Verneau 32. Con posterio-
29. FUSTÉ, M. ( 1 9 3 : Exploración de una cueva sepulcrat aborigen en Gran Ca-laaria,
en "E1 Museo Canario" [Las PaJmasj, 65-72, pp. 1V5-iü8; j i ~ 6 ü:j Esqueletos
humanos fiocedentes & una cueva sepulcra1 aborigen en Gran Canaria, en "El Museo
Canario" (Las Palmas), 7574, pp. 193-202.
30. GALVÁNSA NTOSB, . (1980) : El trabajo del junco.. . , p. 65.
31. GRAU-BASAS, V. : Viajes de ex$loración a diversos sitios y localidades de la
Gran Canaria verificados de orden y bajo la dirección del Museo Canario. Manuscrito,
en curso de publicaci6n, conservado en la Biblioteca del Museo Canario de Las Palmas :
ridad S. Jiménez Sánchez se ocupó .de la descripción de algunos ya-cimientos
prehispánicos de este Término municipal.
Nuestras excavaciones en Tejeda se centraron en el Bentaiga,
Cuevas del Rey y El Toscón, visitando, asimismo, numerosos yaci-mientos
en otros puntos.
E1 Roque del Bentaiga es un espigón rocoso (Coordenadas: 15"
57' 00" long. W. y 27-5' 15" lat. N.) resto .de una capa de relleno,
fruto de la erosión que ha sufrido Gran Canaria desde el Mioceno,
situado (Figura 1 : 2) en el centro de la Caldera de Tejeda 34. SU altura
es de l.?!X m. y se deva casi 6!E E. b r~s c amx t es &re e! c a x e de
los barrancos de Tejeda y del Espinillo.
El Bentaiga es citado en las fuentes escritas canarias, bajo diver-sas
grafías como Bentayg~, Bentagay, Ventangay, Ventanguade o
Ventagaire, como una de las fortalezas donde se refugiaron los abn-rígenes
ante el acoso castellano. En él A. Bernáldez sitúa la muerte
del capitán vizcaíno Mújica, que otros cronistas fijan en la fortaleza
Axodar
En las crónicas se nos ofrecen unas breves e interesantes descrip-ciones
de esta fortaleza^, siendo las más destacadas las de A. Se-deño
37 :
"Esta fortaleza es toda de risco i en lo alto están unas cuebas onde
ai capacidad de tener mucha jente i se sube a ellas por unos bien peli-grosos
pasos. Tiene a el pie una fuente abundante de agua, corriente,
que no se les podía estorbar".
(1880) : Una exploiación a la Caldera de Beniaiga, en "El Museo Canario" (Las Palmas),
t. 1, pp. 295-299.
32. VERN~UR, . (1879) : Habitations, sepultures et lieux sacrés des aaciens ca-
1'.~1<.0,10, en ''DA....- A, A -+LL--nl-m-~~ ID--',> TT
L." Y Uc, U n u L i i L " y " i " g i G
,LCLIIa, , 13; \ILlUQVQI) m.- LWLnAYA~- ,+~ Y ~ secUs*,rl , a-,,r'rYA
mission snentifique da% PArchipel Canarien. París, p. 193.
33. JIMÉXEZSÁ NCHEZS,. (1952): Yacimientos arqueológicos grancanarios desczc-biertos
y estudiados en 1951, en "Faycán" (Las Palmas), 3, p. 18 y (1952) : Nuevas
estaches arqueológicas en Gran Canaria y Fuerteventura. (Campaña de 1952). en
"Faycán" (Las Palmas), 3, pp. 7-15.
34. BRWO, T. (1960): Geografia general de las Islas Canarias, t. 11. Santa Cruz
de Tenerife.
35. BERXALDAE.Z ,( 1878): Historia de los Reyes Catdlicos don Fernando y doña
Isabel, escrita por el bachiller A. Bernáldez, cura que fue de la villa de Los Palacios,
capelldii de doii E t e g ~U e z , arzvOispo de Sevilla. Xadiid, p. 614.
36. MORALESP ADR~NF,. (1978) : Canarias.. .
37. SEDEÑOA, . (1978): Brebe resumen y Historia (no) muy verdadera de la Con-quista
de Canarias scripta (no) por Antonio Cedeño natural de Toledo, uno de los
conquistadoues que vinieron con el General Juan Rexon. En MORALEpS. 4 ~ ~ 6F.~ .
(1978) : Canarias.. . , p. 362.
de P. Gómez Escudero
"...era un risco mui empinado por todas partes a modo de torre
con anchura por arriba í una fuentesica bastante para darles agua; sólo
tenían una subida mui agria i fácil de defender".
.y T. Arias Marín y Cubas 39, quien da varias descripciones:
"...es tierra muy roja á modo de almagra y encima tiene una fabrica
admirable de la naturaleza, que es un peñon de riscos muy altos Y
pendientes en torno con una subida á lo alto muy peligrosa; tiene al
pie muchas cuevas y caserios con cantidades de huesos de gentiles á
modo de sepulcros, y una fuente de buena agua que es poca sale
corriente á fuera; habia en lo alto familias y ganados, que parecian
hormigas".
"...en lo aho de aquel risco empinado á modo de torre, hay una
grande llanura con una fuente a modo de charco, . .."
"...descubrimos por el camino el alto risco de Bentaiga que ya no
tenia gente, tenia arboles en su llanada, una palmera y un muy alto
pino; y dicese tienen allí un buen charco de agua, sitio inhabitable
pw el mucho yelo y frio".
La fuente citada por los cronistas está hoy desecada, aunque en la
tradición oral se recoge su existencia. La misma tradición considera
que la muralla que rodea la parte más alta del Roque en sus zonas
más accesibles fue construida por los aborígenes, aunque los cronis-tas
no hagan referencia a ella. Segián éstos la defensa no duró más
de 15 días, lo que hace difícil su construcción en este período, más
aún si consideramos que estaban sitiados y ocupados en arrojar pie-dras
irregulares y no «a modo de molino con un agujero en medio y
un palo atravesado ... y a pedazos de niños divididos a trozos)) 40. Esta
muralla^ carece de utilidad si no era la defensa y la técnica de cons-trucción
no se parece a la empleada por los actuales campesinos. No
obstante, no poseemos ninguna prueba que asegure su procedencia
aborigen.
77 En ambos costados del Bentdigd se abre irm seik de Cuevas, ¿m-centrándose
en su vertiente sur. En su mayoría son cuevas naturales,
aunque muchas están mejoradas artificialmente. Existen también al-gunas
cuevas artificiales. Su estado es ruinoso, ya que desde el pasado
siglo los saqueos han sido intensos, acrecentándose a partir de la cons-trucción
de un camino de acceso en 1962. En El Museo Canario de
38. G ~ME ZES CUDERPO. , (1978): Libro segundo prosigue la Coqzquista de Camria.
Sacado en lim@io fielmente del manuscrito del licenciado Pedro G6mes Scudero,
Cape&án. En MORALESP BDR~NF, . (1978): CUWY~US..., p. 416.
39. ARIASM AR~NY CUBAS,T . d e : Historia de las siete ...
40. ABREU Y GALINDO, J. (1955) : Historia de la Conquista.. . , pp. 108-109. ,
Las Palmas de Gran Canaria se conservan restos humanos, vasijas y
fragmentos de tejidos vegetales 41, recogidos muchos de ellos por V.
Grau Bassas a finales del siglo XM.
En nuestra campaña realizamos la planimetría de varias cuevas
naturales, con la recogida de material cerámico y óseo y ejecución de
catas en aquellas zonas que no estaban revueltas. Por lo general, se
tratan de cuevas con escaso relleno en la actualidad, aunque en algu-nas
de ellas, por los restos conservados junto a la pared, pudiese al-canzar
un metro de potencia. Los fragmentos cerámicos, muy abun-dantes,
pertenecen a grandes y pequeñas vasijas. Tanto sus motivos
pintados (Figura 7: 3-7) -bandas horizontales, retículas, líneas hori-zontales
de semicírculos, zig-zags, líneas quebradas, . . . etc.- como
sus formas (Figura 7: 1-2) -de paredes de tendencia cilíndrica o
troncocónica y fondo plano, globulares con pie y cuello exvasado, ...- m
D
recuerdan a las cerámicas recogidas en nuestras excavaciones en E
Guayadeque y Arguineguín. O
n
Una de las cuevas naturales se compone de una amplia sala, cuya -- m
superficie aparece cubierta totalmente por grandes bloques despren- O
E
didos del techo, y de una serie de cubículos laterales, unos abiertos E
2
en las paredes y otros bajo el nivel del suelo. Algunas de las grietas -E
de las paredes de los cubículos aparecían cubiertas por cenizas ama- 3 sadas con piedras de pequeño tamaño, conchas de moluscos marinos, -
preferentemente de patellas, y fragmentos de madera, al igual que -
0
m
ocurre en las cuevas del Barranco de Guayadeque, para aislarlos de E
la humedad. En uno de dichos cubículos nos encontramos con abun- O
dantes tallos de raíces de cebada (Hordeum sp.) y de retama (Teline n
microphylla) junto a huesos de cabra, entre ellos dos cráneos y va- a-£
rios cuernos, y restos de tejidos vegetales, entre los que destaca un l
bolso de tejido de junco (Figura 5) de 25 cms. de alto, similar a otros n
n
del Barranco de Guayadeque conservados en El Museo Canario 42.
Excavarnos, además, dos cuevas artificiales con escaso relleno, 3
O
, . donde sS!o recogimos peq~eE:,os fragmentos de ceramca y esq~ir!as
de huesos de cabras. No obstante, se observaron algunos datos de
interés para conocer la estructura de estas construcciones.
Lo más excepcional del Bentaiga es, sin duda, la presencia del
dmogaren, definido por V. Grau BassasG como ((santuario con una
pila para ofrendas^. Para J. Abreu Galindo a eran casas santas donde
41. RODRÍGUEDZO RESTEJ, . (1967) : El Mi~seo Canario. Breve reseña hi s tó~icn y
descviptiva. Las Palmas.
42. GALVÁNS ANTOSB. . (1980): El tvabajo del junco.. ., p. 59.
43. GRAU-BASSAVS., (18SO) : Una explovaciórz.. ., p. 298.
44. ABREUG ALIXDOJ,. (1955) : Histovia de la Conquista.. . , pp. 108-109.
se encomendaban los aborígenes a su .dios, regándolo con leche todos
los .días. El texto de P. Gómez Escudero es más confuso:
"Tenían otra casa en un risco alto llamado Almogarh, que es casa
sancta; allí invocaban i sacrificaban regándola con leche todos los días,
i que en lo alto viuía su Dios i tenían ganado para esto diputados".
El almogaren del Bentaiga es una construcción rectangular de
6 x 3,5 m., excavada en la roca 1,35 m. en uno de los lados pequeños.
El suelo, horizontal, está cruzado por una serie de canales de 0,28 a
0,10 m. de profundidad, encontrándose en la parte central uno circu-lar
de 0,75 m. de diámetro.
Muy próximo a este almogaren existe otra superficie excavada en
la roca, más irregular y de menor complejidad, con una cazoleta cen-tral
de 0,35 m. de diámetro y 0,24 m. de profundidad, junto a otras
menores laterales.
Asociados a estos aalmogaren)), cuyo significado se nos escapa,
aunque D. J. Wolfeid6 los asocia a un lugar de sacrificio y lugar de
reunión y al bereber Slolh dmoggwer, se encuentran dos cuevas arti-ficiales
de reducidas dimensiones, en una de las cuales existe una pin-tura
ocre-rojiza, que no sabemos por el momento encuadrar al pre-sentar
una estructura diferente a los grabados y pinturas de la isla.
11.-b) Cuevas del Rey
En el mismo Macizo del Bentaiga se encuentran las llamadas Cue-v
a del Rey, en el lugar conocido como Los Roques. Se trata de un
poblado de cuevas artificiales de gran interés para conocer este tipo
de hábitat, que para algunos cronistas fue enseñado a los aborígenes
por los mallorquines, afirmación que la arqueología parece desmentir.
Son cuevas excavadas en toba roja, de plantas irregulares o de
tendencia cuadrada o rectangular con paredes ligeramente curvas y
habitaciones laterales, lo que en ocasiones las convierten en cuevas
de planta cruciforme (Figura 3). La techumbre es de tendencia plana,
al igual que el suelo, en el cual se excavan agujeros de tendencia
circular u oval de una profundidad entre los 0,7 m. y los 0,30 m.
Estas «cazoletas» se han interpretado como huecos para encajar pos-tes
que servirían para dividir la cueva en varias habitaciones con
paredes de maderas, ramajes o tejidos vegetales. Para algunas cuevas
se puede aceptar esta interpretación, mientras que para otras por las
reducidas dimensiones de ias cuevas y por ia posición de estas «cazo-
45. G 6 ~ Eu S CUDEROP., (1978) : Libro segundo.. ., p. 440.
46. SASTREA,. G. (1946): Los problemas capitales del Africa blanca por el Dr. Do-milzik
Josef Wvlfel, en "El Museo Canario" (Las Palmas), VI, p. 44.
letasn necesariamente habría que buscar otro significado. En los din-teles
de la boca de las cuevas se encuentran canales para encajar las
puertas de madera, de las que se conservan varias en El Museo Ca-nario.
Es posible que algunas fuesen de troncos de palma o al menos
las asas fuesen de esta madera, pues en las cuevas del Bentaiga en-contramos
varias.
En este poblado se encuentra una de las cuevas artificiales más
interesantes de Gran Canaria, conocida con el nombre de Cueva del
Guayre. Descubierta por V. Grau Bascas ':, R. Verneau IR señaló en
diversas ocasiones su importancia. Se trata de una cueva (Figura 4)
- 1
Frc. 4
Planta de la Cueva del Guayre (Tejeda)
(Dibujo: A. Romero)
47. Manuscrito citado en la rintn 31.
43. VEKATAU, R. (1879) : Habitntions. SPPILIIILY~>S
FIG. 5
Bolso de tejido vegetal. Roque de Bentaiga (Tejeda)
(Dibujo: A. Romero)
o 3 Cm.
I
FXG. 6
Cerámica. Barranco de Guayadeque (Ingenio)
(Dibujo: A. Romero)
de planta de tendencia rectangular de 11 m. de largo y unos 7,50 m.
de ancho máximo. Su techo es abovedado con 5,75 m. de altura má-xima.
En el suelo se han excavado una gran cantidad de cazoletas
de diámetro y profundidad variados, algunas de ellas alineadas y en
relación con surcos también excavados en el suelo, que parecen divi-dir
la cueva en compartimentos internos. En la pared izquierda se
abren dos puertas a distinta altura que comunican con las pequeñas
habitaciones, consideradas como graneros.
Esta cueva, para la que desde finales del siglo XIX se pide inútil-mente
su conservación, ha sufrido muchos destrozos. El suelo, hori-zontal,
estaba cubierto por una capa de cenizas, carbones, piedras y
excrementos de animales, que en algunas zonas alcanzaba los 0,25-
0,30 m. de altura, y sus paredes están totalmente ennegrecidas, lo que
ha condicionado la desaparición de sus pinturas, conservándose sólo
restos del zócalo de color rojo y parte de la pintura blanco-cenicienta I E limitada por un trazo rojo irregular, que enmarca las puertas latera-les.
Por las descripciones de R. Verneau sabemos que el zócalo pin- o
n -
tado en rojo medía 1,50 m. de altura y recorría toda la pared y que
a 3 m. de altura se encontraba un friso de círculos pintados en rojo
de 0,10 m. de diámetro. 2
E
El material arqueológico de estas cuevas es escaso, conservándose
algunos restos en El Museo Canario, entre ellos un trozo de madera $
datado por el C-14 en 292 d. C. 49, siendo esta la fecha más antigua %
para un yacimiento del interior de Gran Canaria 50.
m
E
En la limpieza realizada en estas cuevas, carentes de relleno, re- o
cogimos escasos fragmentos de cerámica con restos de pintura, es-quirlas
de huesos y una tapa de madera con dos asas en su parte
superior, similar a otras recogidas en yacimientos prehispánicos gran- -
a
canarios (Figura 7 : 5). 2
n
n
En las prospecciones arqueológicas realizadas en Tejeda a finales
del pasado siglo V. Grau Bassas 51 encontró en la Meseta de El Tos-cón
un conjunto de túmulos. Excavó algunos sin encontrar restos
humanos, ante lo cual consideró que éstos habían desaparecido por
efectos de la erosión pluvial.
49. FusrÉ, M. (1959) : AZgu?zas observaciones.. . . pp. 22-23.
SO. H-m~bxnrz P ~RPZ,M . C. (!9K!) : E! $~ibla.rniento $~eF,1,.$Xnz'co..., 2. 24;
MARTÍN DE GUZMLN, C. (1976): Fechas de Carbono -14 para la arqueologia fwehis-túKca
de las Islas Canarias, en "Trabajos de Prehistoria" (Madrid), 33, pp. 318-328.
51. Manuscrito citado en la nota 31.
Existía por nuestra parte gran interés por localizar estos túmulos,
ya que este elemento cultural aborigen ha sido utilizado como el de-finidor
de la cultura de los túmulos costera, negándose su existencia
en el interior de Gran Canaria.
Esta necrópolis la Iocalizamos sobre la pista rodada que comu-nica
los caseríos de El Toscón con el Carrizal de Tejeda. Los túmulos
están muy deteriorados por la erosión al encontrarse en la pendiente
de una ladera. Algunos de ellos presentan restos de lo que sería cista
o cistas interiores, de estructura rectangular, ya saqueadas.
Excavamos dos túmulos, los mejores conservados, que se encon-traban
muy próximos entre sí. Uno era de planta rectangular y el otro
de tendencia circular. No encontramos restos óseos, recogiéndose,
sin embargo, tierra para su análisis, ni cista u otra estructura especial.
Todo ello nos lleva a plantearnos si realmente se tratan de túmulos
O son construcciones recientes o antiguas con otra finalidad. La ex- -
E cavación no aportó datos en uno u otro sentido. No obstante, debe-
O mos destacar que otras construcciones del mismo conjunto son evi- - dentemente túmulos y que en Gran Canaria existen túmulos simples,
-
m
O
E como los excavados, que tampoco representan una estructura es- £
pecial. 2
E
Durante nuestra campaña realizamos, asimismo, una serie de pros- -
pecciones en varias zonas de Tejeda con objeto de completar las in- 3
formaciones parciales recogidas en las obras ya citadas de G. Chil %
y Naranjo, V. Grau Bassas y S. Jiménez Sánchez y obtener nuevos "E
datos. En este sentido se localizaron algunos poblados de casas y cue- O
vas artificiales y naturales, se estudió la llamada Tumba del gigante,
en el pinar de Pajonales, y se localizó el canal y túnel para la con- -
-E ducción de aguas desde Tejeda a la Vega de San Mateo, que según a
algunos historiadores canarios, fue contruido por los aborígenes y -2-
ampliado en época postconquista. -
3
O
En 1977 en unas obras que se realizan en E1 Pajar, caserío situa-do
en las proximidades de la desembocadura del Barranco de Argui-rieguín
(San Bartolomé de Tirajana) se descubrieron bajo una capa
de carbón varias vasijas, indicando la existencia de un yacimiento
prehispánico de excepcional interés, pues parecía tratarse de una
casa del antiguo poblado de Arguineguín, conocido y descrito en las
antiguas crónicas. En efecto, se habla de él al comentar el episodio
de Bentagaire y Doramas, de notable interés para conocer algunos
aspectos de la sociedad canaria prehispánica, o el fracasado intento de
desembarco realizado por Gadifer de la Salle 52. Asimismo en la obra
de A. Sedeño se nos dice lo siguiente:
"El primer señorío fue a ia parte de el sur en d Oriente de la isla,
como constaba i aún oy de las Ruinas de los grandes edificios que
eran allí mismo hauitados, i aún siempre tubieron sus señores como
en el Arguineguín uno.. .".
R. Verneau visitó a finales del pasado siglo este poblado, des-cribiendo
con excepcional detalle la estructura de las casas y la exis-tencia
de una muralla semicircular. A unos 200 m. del núcleo de este
poblado descubrió, asimismo, una necrópolis de túmulos, que cubrían
er,terramient~se ii cistas encavadzs eii :a. arena. Disiiiigüió ires tipos
de túmulos: túmulos individuales, túmulos colectivos con diversas in-hu,
maciones en cistas individuales y un túmulo que cubría una gran
fosa en la que yacían 20 esqueletos.
Por otro lado, debemos señalar que en El Museo Canario se con-servan
interesantes materiales arqueológicos procedentes de Argui-neguín,
de túmulos, casas y cuevas, y que S. Jiménez Sánchez 55 rea-lizó
excavaciones en este pueblo.
La construcción de un pozo de aguas negras, que puso al descu-bierto
la existencia del yacimiento, se había realizado en un pequeño
jardín-huerto de una casa actualmente habitada, el cual se excavó en
su totalidad, realizándose un corte de 6 x 3,5 m. Dicha excavación
puso al descubierto una casa prehispánica de piedra seca, cuya planta
no puede precisarse con exactitud, ya que gran parte de ella perma-nece
bajo la casa moderna. No obstante, podemos afirmar que es,
en principio, de tipo cruciforme en su interior. Dicha casa se había
incendiado mientras se habitaba, como lo demuestra su techumbre
de madera y piedras caída sobre el interior con la consiguiente capa
de cenizas y carbón, conservándose en su posición originaria diversos
demenios cuituraies aborígenes en torno ai hogar, ubicado en su in-terior
y junto a la entrada, tales como vasijas, molinos y una piletaa
de 0,50 m. en su interior construida con cuatro losas de piedra. La
cerámica hallada en el interior de la casa es de formas simples y
compuestas, existiendo tanto vasos decorados con pinturas o con en-
52. CERRAF ¿~EOLES., y CIORANESCAU., (1965) : Le Canarien.. ., t . 111, pp. 120-121.
53. SEDENO,A . (1978): Brebe remmen y Historia.. ., p. 381. Para F. Morales Padr6n
el autor de este texto no es A. Sedeño.
54. VERNEIU,R . (1879) : Habitations, sepultu~es...
55. J I ~ N E SZ. ~NCHESZ. ,( 1946) : Excavaciones arqaeoldgicas.. .. pp. 63 y 133-134.
gobe rojo como los lisos y de superficies toscas o espatuladas (Fi-gura
8).
El descubrimiento de este yacimiento intacto ha aportado una in-formación
de excepcional valor sobre la dieta alimenticia de sus ha-bitantes.
Sólo se inventariaron 50 fragmentos óseos inclasificables por
su pequeño tamaño, de los que 38 pertenecían al Nivel 1, 8 al Nivel 2
y 4 al Nivel 3, mientras que fueron 1675 los caparazones de moluscos
marinos inventariados, de los que 641 pertenecían al Nivel 1, 938 al
Nivel 2 y 96 al Nivel 3. Nos interesa destacar los ejemplares de los
niveles 2 y 3, por cuanto el Nivel 1 no tenían relación estrecha con
la casa al encontrarse sobre la techumbre derruida y quemada y estar
formado por materiales de arrastre. Los moluscos más conocidos per-tenecen
a las especies siguientes : Monodonta atrata (974 ejemplares
en el total, 565 en el Nivel 2 y 64 en el Nivel 3), Thais haemastoma
(184 ejemplares en el total, 139 en el Nivel 2 y 7 en el Nivel 3), Pa-tella
conspicua (131 ejemplares en el total, 65 en el Nivel 2 y 6 en
el Nivel 3), Monodonta furbinata (118 ejemplares en el total, 62 en
el Nivel 2 y 7 en el Nivel 3) y Patellcr lowez' (78 ejemplares en el total, E
49 en el Nivel 2 y 6 en el Nivel 3). A pesar de la importancia de este
consumo no creemos que la existencia de esta casa, como la de otras 2 E
de los poblados costeros grancanarios, deba ponerse en relación con
la explotación de los recursos marinos 56, opinión también rechazada 5
por otros investigadores ". O--
Se ha realizado asimismo análisis radiocarbónico que nos permite
fechar una de las vigas carbonizadas de la techumbre en el 480 d. C.
(Gak - 8005 1.470 5 110 = 480 a. D.), que con las obtenidas por M.
C. Jiménez y M. del C. del Arco para una casa del poblado de Los
Caserones de San Nicolás de Tolentino, son las más antiguas 5S para
este fenómeno cultural grancanario, cuya introducción en la isla al- 1
gunos autores habían llegado a fijar en la segunda mitad del primer
milenio de nuestra Era. 3
O
En el 111 Coloquio de Historia Canario-americana apuntamos 59
una serie de conclusiones a las que habíamos llegado tras nuestros
estudios en Gran Canaria, a las cuales remitimos al seguirlas mante-niendo,
no sin señalar una vez más que son provisionales y que cual-
56. J&NEZ S~CHEZ, S. (1945): La avqueologia canaria en 1944, en "Revista de
Historia" (La Laguna), XI, p. 196.
57. -ARTÍNS OCASD, . (1980) : Aproximación a la economia.. ., p. l o s ,
58. ARCO AGu I L ~R, M. del C.; HERX~XDEZ BREnZí., S.; JIMÉHEZ WME Z , ?Y .: S.
y NAVARRMOE DEROS,J . F. (1979): Nuevas fechas de C-14 en la Prehistoria de Gran
Canaria, en "El Museo Canario" (Las Palmas), XXXVIII-XL, pp. 73-78.
59. H E R N L ~ E Z PÉREZ, N. S. (1980) : El Poblamiento prehispdnico.. . , pp. 30-31.
FIG. 8
Cerámica. Arguineguin (San Bartolome de Tirajana)
(Dibujo: A. Romero)
quier hallazgo o excavación puede modificarlas. Queremos, sin em-bargo,
señalar el interés de las nuevas dataciones absolutas, entre
las que se encuentra la de Arguineguín. Es evidente que ésta se refie-
.re a la ,del momento de la muerte del árbol y no al de su colocación
en la casa que pudo realizarse en un momento muy distante, siendo
posible por la larga avidau de la tea del pino canario. De todos mo-dos,
consideramos que las casas, como los túmulos a los que apare-cen
asociadas, pueden ser muy bien esas construcciones que se en-contraron
en las costas grancanarias los navegantes enviados por
Juba 11 64
Por último, debemos señalar que, al menos según nuestras excava-ciones,
no existen indicios que nos permitan poder establecer en Gran
Canaria prehispánica diversos y bien diferenciados horizontes cultu-rdes,
aunque la extraordinaria diversidad cuinirai presente en esta
isla pueda ofrecer indicios para ello, lo que parece deducirse de las
excavaciones realizadas en el Valle de Guayedra 61. Nuevas perspecti-vas,
pues, se abren en el difícil y todavía aún no resuelto poblamien-to
prehispánico de Gran Canaria.
60. BLAZQUEZJ, . M. (1977): Las Islas Canarias.. ., pp. 4546.
61. MARTÍN DE GUZMÁN, C. (1980) : Valle de Guayedra, en "Noticiario Arqueol6gico
Hispano" (Madrid). 11, pp. 31-403.
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