CUBA Y CANARIAS EN LA CRISIS DEL COLONIALISMO
ESPAÑOL DEL SIGLO XIX
El objetivo principal que nos hemos propuesto en el presente
trabajo consiste en acercarnos al estudio del colonialismo español
del siglo XIX, en su fase de crisis y liquidación casi total. Hemos re-nunciado
al estudio de Filipinas, no por falta de fuentes sino por no
extendernos demasiado, y por corresponder a otro espacio geoestra-tégico
internacional. Nos pareció conveniente estudiar los llamados
((problema cubano)) y ((cuestión canaria)), que ocupan un espacio
considerable en la prensa y en los debates políticos que se desarro-llan
durante la etapa que suele denominarse «la España de la Res-tauración~
e, n el período que abarca desde 1875 hasta 1898.
El ((desastre)) colonial de la España de la Restauración ha dejado
de ser contemplado por la historiografía española como un conflicto
exclusivamente ultramarino -«la querra de Cuba» según expresa la
prensa de la época-, que solamente puede comprenderse en el con-texto
de la política internacional de las grandes potencias mundiales
en esa fase del imperialismo que viene definida por la tendencia a la
redistribución colonial durante la última década del siglo XIX.
Según se especificaba en un ((Proyecto de Acuerdo)) sugerido
por la Embajada Británica en Madrid, que se inspira en el Tratado
de Utrecht, el gobierno británico, en el artículo 5.0, se compromete
«a defender, en nombre de España, las Islas Baleares y las Canarias)).
Ante el peligro de invasión o bombardeo que amenaza las costas pe-ninsulares
o los archipiélagos de Baleares y Canarias, por parte de
-Ir-is- - - ~ ~ Estados Unidos: Inglaterra está dispuesta a garantizar que en la
zona del Estrecho no se producirá ningún ataque de Estados Unidos,
prometiendo además, que el proceso de redistribución colonial no
924 Nicolas Reyes Gonzalez
afectará a las Baleares y a las Canarias. Lo expuesto es de suma trascen-dencia
para entender el sentimiento colectivo que hemos detectado en
el seno de la sociedad canaria a fines del siglo XIX. El llamado asíndro-me
cubano)) hace reaccionar a la burguesía canaria, que adoptará una
posición netamente «asimilacionistm con respecto a España, reivindi-cando
siempre un trato igual al de las otras provincias españolas.
No vamos aquí a tratar los hechos bélicos, sino que intentare-mos
realizar un esfuerzo para aproximarnos a la historia de las rela-ciones
entre Cuba y Canarias en un momento crítico; en él son
igualmente víctimas pasivas de la explotación colonial, corriendo
como se sabe, distinta suerte. Ahora bien, lo que sí está claro es que
la Era del imperialismo una pequeña potencia como España no pue-de
mantener un imperio colonial de extensión superior a su capaci-dad
defensiva, sino recurriendo a una política de alianzas. La políti-ca
exterior española se debate entre e! perimismn de un sectnr de!
pueblo y el orgullo nacional que se utiliza para hacer frente a las
guerras coloniales de Cuba y Filipinas.
En la presente comunicación que presentamos en estos VI Colo-quios
de Historia Canario-Americana, vamos a desarrollar el siguiente
tema: «Cuba y Canarias en la crisis el colonialismo español del Siglo
XIX)), siguiendo el sumario que expondremos a continuación:
1. Cuba y Canarias: ¿Colonias españolas?
1. Cuba en la órbita de los Estados Unidos
2. Canarias: colonia británica
11. Liquidación del Imperio Colonial español (1895- 1898)
1 . La guerra de Cuba en Canarias
1.1. Del «Grito de Baire)) al relevo del General Martínez
Campos.
1.2. El General Weyler : «Virrey» de Cuba.
1.3. De la autonomía al incidente del «Maine».
2. Canarias en la Guerra de Cuba
2.1. La emigración canaria en Cuba: importancia y activida-des.
2.2. Los puertos canarios: escala de las tropas españolas y su
aclimatación.
2.3. E! rec!iitamient~d e !es qiiintnsn y e! envi^ de t r ~ p C~X-s
narias a Cuba.
3. La intervención de los Estados Unidos (1898)
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 925
1. CUBA EN LA ÓRBITA DE LOS ESTADOS UNIDOS
La Revolución «gloriosa» de Septiembre de 1868, despertó en
Cuba esperanzas e ilusiones, haciendo dudar a Céspedes y a los insu-rrectos
sobre la conveniencia de iniciar una insureccción en gran es-cala.
Estas mismas espectativas habían despertado en España, pero
pronto se vio que el Gral. Prim y sus compañeros de conspiración,
no iban más allá de una monarquía constitucional, con una nueva
dinastía. La primera República llegó demasiado tarde, sintiéndose
desbordada por problemas internos, como el carlismo o el cantona-lismo.
Aunque algunos de sus hombres, Pi y Margall, Estévanez,
etc., hubieran solucionado el problema colonial, adoptando medidas
liberales y generosasj que iban desde la concesión de la Ai.~tnnnmía,
formando parte como un Estado más de la República federal que in-tentaban
implantar en España, hasta la independencia, si así lo de-seaba
el pueblo cubano l.
En los V Coloquios2, tratamos con cierta extensión el pensa-miento
de un personaje canario, vinculado a esa experiencia republi-cana
fallida de 1873, me refiero a Nicolás Estévanez, que en una car-ta
dirigida a su amigo Ramón Gil-Roldán, el.27 de Septiembre de
1879, después de concluida la primera Guerra de Cuba con la firma
del Pacto de Zanjón, nos dice:
«Lo de Cuba está perdido. Aquello no tenía más salva-ción
que el cumplimiento de los pactos por el pacifica-dor;
pero éste (Gral. Martínez Campos); como hombre
de buena fe, más familiarizado con Polibio que con Ma-quiavelo,
ha sido engañado por Cánovas, Robledo, etc., y
se pierde la isla»3.
1. Vid. REYES GONZALEZ, N. y SANCHEZ JIMENEZ, C.: «El 'Sexenio Revolu-cionario
(1868-1874) visto por d. Nicolás Estévanez: Historia de un $acccso», Revista de
Historia. Facultad de Filosofia y Letras. «Homenaje al Dr. D. José Peraza de Ayala» (en
vias de publicación). Servicio de Publicaciones de la Universidad de La laguna.
2. Vid. REYES GONZALEZ, N.:«Canarias y América en el pensamiento de Ni-caiás
Esk?vanez». Y Soioquio cie tiisroria Canario-Hmericana íi 982). (En prensaj.
3. ESTEVANEZ, N.: «Cartas». Edición, estudio y notas por Marcos Guimera
Peraza. Aula de Cultura de Tenerife. 1979, p. 87.
926 Nicolás Reyes González
En el presente trabajo no vamos a estudiar como se «pierde
Cuba», sino cómo consigue su independencia y libertad. Pero no va-mos
a trazar aquí una narración de unos acontecimientos ya conoci-dos
y estudiados en la historiografía española y cubana. Vamos a en-focar
el problema de Cuba, desde una óptica historiográfica canaria,
estudiando las reacciones, inquietudes y consecuencias que este he-cho
histórico va a producir en Canarias. Aunque nuestro estudio se
va a centrar en la segunda y definitiva Guerra de 1895, hemos creído
oportuno, bucear en las fuentes utilizadas, los indicios y claves, que
nos permitieran comprender mejor lo sucedido después de la derrota
de 1898.
La emigración de los canarios hacia el continente americano,
sufrió un gran auge a partir de 1853, como nos indica el profesor Ju-lio
Hernández, porque una Real Orden, permite emigrar a las jóve-
--n n--.LLl:--- iics r\cpuviiLaa de AíiiSrica. Giba, va a se; e! Iügar prefei-ido p r !m
canarios durante toda la segunda mitad del siglo XIX. No vamos a
estudiar aquí, las causas que explican la emigración de los canarios
en general, que como acertadamente apunta Julio Hernández, son de
diversa índole: elevado índice demográfico, la sequía, salarios bajos
y las crisis agrícolas, la presión fiscal, la evasión del sector militar,
etc . . . 4 . En el caso de Cuba, existía una tradición secular, que se re-montaba
al siglo XVI, participando en el desarrollo económico de la
Perla de las Antillas, en las faenas del campo, en los cultivos del ta-baco
y del azúcar.
Esto explica que en la prensa canaria del XIX, se encuentren
con frecuencia artículos, cartas, noticias, etc., referentes a Cuba. Uno
de los periódicos que más información nos ha proporcionado, es el
que dirigía en Santa Cruz de Tenerife, D. Patricio Estévanez Murp-hy,
el «Diario de Tenerife)). Entre los diversos corresponsales que le
envían noticias desde Cuba, destaca un periodista palmero, llamado
Esteban R. Acostas, que va a mantener una postura crítica frente a la
acti~ación de los gobiernos de la Metrópoli, pero defendiendo siem-pre
a Cuba, como parte indivisible de la nación española. Veamos lo
que nos dice la crónica que envía el 5 de Junio de 1889 desde La Ha-
4. Cfr. HERNANDEZ GARCIA, J.: d a Emigracion de las Islas Canarias en el
siglo XIXn. Ediciones Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria. 198 1.
5. Fue Director del «Eco de Canarias» de la Habana en 1886 y del «Heraldo de
Canarias» en 1897.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 927
bana6. El Gral. Salamanca se encuentra visitando la provincia de
Santa Clara, después de su reciente llegada a la isla, para ir cono-ciendo
sobre el terreno los problemas a los que se va a tener que en-frentar
en su mandato7. En su narración de este viaje, el corresponsal
del «Diario de Tenerife~n. os indica que:
«El General Salamanca obtuvo un gran triunfo a su llega-da
á esta populosa ciudad. todos los que saben adular a
los gobernantes y todos los que viven del presupuesto,
fueron a recibir al paradero de Regla al General que ha
venido a esta Colonia á 'prestar un servicio a la patria',
pero, que yo creo, ha venido sólo a lo que han venido los
demás que han tenido la mala, o la buena. suerte
-porque ha de saber usted que algunos se han aprove-chado
de lo lirido-, de venir á tieria lüeildiia, y- lÜen-decida
de los buenos, pero siempre explotada y maldeci-da
por los malo^...»^.
Pero Estaban R. Acosta, va a tener ocasión de conocer personal-mente
al Gral. Salamanca, porque según nos cuenta, en la misma
carta que comentamos, se habían detenido a cuatro «bandoleros» co-nocidísimos,
pero entre ellos, se encontraba un honrado trabajador
canario, Juan Suárez, que no había cometido delito alguno, salvo el
de llevar el apellido de un secuestrador huido de la fortaleza del
príncipe. Tanto sus gestiones como las del Dr. Cubas, presidente de
la Asociación Canaria de La Habana, de la que ya nos ocuparemos
más adelante, fueron un rotundo fracaso, pues el Gral. Salamanca no
estaba dispuesto a ceder, y dejarlo en libertad. La Asociación Cana-ria
decide escribir al Sr. Villalba Hervás, para que formule su protes-ta
al gobierno de la nación. Esta situación hace que D. Esteban diga
lo siguiente sobre la situación de los canarios en Cuba:
6. Publicada en el Diario de Tenerife, n." 803,5 de Julio de 1889.
7. El Gral. Salamanca (1831 -91) actuó en la segunda guerra y fue diputado. Su
mandato como Capitán General de Cuba, terminó porque murió misteriosamente)),
antes de haber pasado un año en el desempeño de su cargo Thomas. Hugh: «Cuba.
La lucha por la libertad. 1762- 1970)). Tomo 1. Ed. Grijalbo. Barcelona, 1973, p. 394.
8. <d)esde Cuba)), Esteban R. Acosta. La Habana, 5 de Junio 1889. Diario de Te-nerife,
n.O 803,5 de julio de 1889.
Nicolás Reyes Gonzalez
«Ya Vd. ve la suerte nuestra en esta feliz colonia, somos
los más, los que aquí venimos a trabajar como nadie tra-baja,
porque los canarios en su inmensa mayoría van a tra-bajar
al campo, y claro está que sin la agricultura este país
nada valdría; y a pesar de esta condición nuestra, todos los
días estamos siendo víctimas de estas lamentables equivoca-ciones,
de estos inicuos atropellos y de estas infamias que ya
nos desesperan y que nos hace, que nos obliga a odiar y a
maldecir a todos los gobernantes y a todo lo que venga de
la noble y generosa nación que nos dominm9.
Creemos que se comenta por si solo y que aunque pueden ser el m
fruto de la indignación que le produce la injusticia que se está a pun-to
de cometer, nos indica que la situación de los canarios en Cuba, O
no es buena precisamente. el «isleño» esta siendo explotado por los n - m
propietarios y hacendados cubanos, que mediante las «contratas» y u
E
los ((planes de colonización», consiguen una mano de obra asalaria- E
2
da mas barata que el esclavo. Como nos señala el historiador Julio E
Hernández: «Se trataba, pues de un negocio de importación de blan- 3
cos (canarios principalmente) no mucho más humano que la trata de
negros. ¿Cuál fue, ante la explotación, la reacción de los canarios? -
0
m
Para evitar precisamente los abusos surge en 1872, en La Habana, la E
Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola)) lo
O
Esta Asociación1', funciona con altibajos, desde su fundación n
en 1872, pero pasa por momentos de crisis, estando a punto de desapa- E a
recer, como nos señalan los corresponsales del «Diario de Tenerife)).
Resulta interesante, que la Asociación intervenga, por medio de su n
n
presidente, el Dr. Cubas para reclamar la libertad de Juan Suárez,
que como nos apunta el periodista palmero, «recobró su libertad gra- 3
O
cias a nuestros esfuerzos, y a los esuferzos de la prensa liberal)) 12.
9. lbid.
I O. HERNANDEZ G ARCIA. J.: <<Lo ~ 1 i i i ~m. iOC1 1(II U/I.¡UC O I I / < ~ I ~ I ~ ~ O ~ ~ N I I ~ ~ ( ~
(18.53- 1898)~T. omo V. Historia General de las Islas Canarias. de D. Agustín Milla-res
Torres. EDIRCA. Las Palmas de Gran Canaria. 1977. p. 109.
11. Sc funda en la Habana el 3 de marzo de 1872. que surge para auxiliar a los
canarios y a SLIS hijos. que necesitan protección y ayuda para encontrar trabajo en la
:A,p;ici;!:ü;a. (Vid. HE!?N.4L!DES GARC!A. J.: Gp. cit. neta (3). pp. 457-4?6.
12. < d h ~ lCiir~hn ». Esteban R. Acosta. La Habana. 30 Agosto 1889. Publicado
en el ((Diario de Tenerife)). n." 883.9 de Octubre de 1889.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 929
El General Salamanca sigue con sus viajes y discursos, recor-dando
quizás, su etapa de diputado en la que fue célebre por la ex-tensión
de sus intervenciones en las Cortes. Esteban R. Acosta en
otra carta, que envía el 30 de Agosto de 1889, nos habla del viaje del
Capitán General por las jurisdicciones de Sancti- Spiritus, Remedios
y Sagua, como sigue:
«En todas partes donde ha estado el Sr. Salamanca, ha
expuesto sus proyectos. Se propone canalizar el río Can-to,
obra que cree de gran utilidad para el mejoramiento
de las comunicaciones. (...). Otro de los proyectos del ge-neral,
es hacer una carretera central. Promete, que esta
obra se hará muy económicamente)) 13.
Estns dns proyectos son bien arngidnsj aunque se duda de su efi-cacia
e importancia para el desarrollo de la isla antillana, y sobre
todo se piensa que no van a. ser viables desde un punto de vista eco-nómico.
En cuanto a la colonización, el General Salamanca, dice que
la quiere por familias, ya que piensa, «que el que trae su familia, se
queda aquí, y si se le muere un hijo o familia, lejos de odiar el país,
quiere y respeta el sitio donde descansa el ser amado» 14. pero según
el corresponsal, hay un obstáculo para el logro de esa empresa que
todo el mundo aplaude y comparte:
«el bandolerismo que todo lo destruye y que cada vez se
manifiesta más poderoso y más insolente y atrevido. No
importa que se dé muerte a los que van cayendo en poder
de la justicia. El garrote no causa horror más que a las
personas honradas. El bandolero se violenta cada vez que
ve al verdugo arrancar la vida a un camarada, y violentado,
furioso como una pantera, jura vengar la muerte de su ami-go
y emprende una nueva era de tropelías y crímenes» 15.
Puede resultar interesante que se estudiase este fenómeno del
«bandolerismo» en Cuba, porque seguramente encontraríamos una
13. Ibid.
14. Ibid.
15. «Desde Cuba», Esteban R. Acosta, fuente citada en la nota (12).
930 Nicolás Reyes González
relación entre la explotación y maltrato que reciben los esclavos y
asalariados; y que algunos prefieran dedicarse a organizar «partidas»,.
por no tener una conciencia política, ni una preparación cultural,
que les haga dirigir sus esfuerzos, contra los culpables de su situa-ción.
Más adelante veremos, que algunos antiguos ((bandoleros)) par-ticipan
con los insurrectos en 1895, en la guerra colonial. Las solu-ciones
que adopta el Gral. Salamanca contra el «bandolerismo» son
las represivas y el garrote, y como nos señala nuestro corresponsal:
«La opinión pública, la parte de esa opinión de buen
pensar y de buen sentir, asegura que desde que se fue el
general Martínez Campos, no ha venido a Cuba un go-bernante
más inútil, ni más hablador, ni que más pro-mesas
haya hecho, que el General Salamanca. (...).
Sili embargo, yo creo qüe si el Gerierd í...) se deja de ha-cer
tantos discursos y no se entrega en brazos de los caci-ques
que se hallan al frente del partido conservador
-(...)- podrá llevarse de Cuba al fin de su jornada, no
los miles de pesos que dicen se han llevado otros, sino la
gratitud de este pueblo sufrido)) 16.
En esta misma carta, del 30 de Agosto, va a tratar de temas rela-cionados
más directamente con Canarias. En primer lugar, se refiere
a partir de los primeros días de Octubre de 1889 se va a inaugurar
una línea regular de vapores entre Cuba y Canarias, con el vapor
mercante nacional ((Ramón de Herrera~. A continuación vamos a
transcribir las razones que justifican la importancia del estableci-miento
de este servicio marítimo:
«No hay que extremar el argumento para demostrar el
desairado papel que hacen en el archipiélago esos primi-tivos
que3 de vela; se me dirá qtle se hace un gran per-juicio
a esos buques estableciendo el servicio de vapores,
pero cuando se trata de un bien, cuando se trata de una
mejora generalmente deseada hay que prescindir de todo;
hay que optar por lo bueno, por lo mejor. Los productos
16. Ibid.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 93 1
de esas islas vendrán en el vapor en mejores condiciones
que en los buques de vela. Los que emigran llegarán aquí
en 15 días en lugar de 30 o más. De Cuba podrán ir mu-chos
enfermos del pecho en busca de salud a ese delicioso
clima; en fin, ¿para que enumerar todas las ventajas que
ha de reportarnos el servicio directo de vapores?)) 17.
Añadiendo que para que la empresa sea un éxito, es necesario
que las Casas Comerciales de Canarias, envíen sus mercancías en el
«Ramón de Herrera)) y no «en esos vapores que llegan aquí siempre
tarde, y que van a esos puertos solamente porque se les hace camino
o en busca de carbón)) Is.
Y por último, se lamenta de la situación en la que se encuentra
ya la citada, Asociación Canaria de la Habana, que no progresa
i d,. a . Sefialalidu cumu iii~iivop liiicipl qüe esiü übedece a «iiüesiro
carácter y a nuestras debilidades)). Por nada nos disgustamos y reñi-mow.
Añadiendo que «hombres importantes de la colonia se hallan
retraídos sin que nadie pueda sacarlos de su apatía)). En cambio, se
acaba de crear una Sociedad Canaria en Camajuaní y según nos dice
Esteban R. Acosta, progresa con gran rapidez. El Dr. Cubas, que
como ya hemos indicado, era el presidente en la Habana, no quiere
continuar por motivos de salud, y está resultando muy dificil, encontrar
quien se quiera hacer cargo de la presidencia. «Unos la rehusan por
modestia y otros por caprichos. Algunos porque dicen que con los ca-narios
no hay quien pueda; y esto es una triste, pero gran verdad» 19.
Durante varios años, no vamos a encontrar la firma de Esteban
R. Acosta en las páginas del «Diario de Tenerife)), pero ello no va a
impedir que Cuba siga presente, a través de otros corresponsales, con
crónicas de todo tipo, unas de interés histórico, otras de ninguno20.
Pero también, sucederá con frecuencia, que el periódico tinerfeño,
reproducirá artículos de otros diarios: españoles, cubanos o extranje-ros,
sobo temas re!aci~nados CQE e! tema de nwrtrn trrrhrrjn.
17. Ibid.
18. desde Cuba», Esteban R. Acosta. La Habana, 30 de agosto de 1889.
19. Toda la información y citas de este párrafo, están recogidas de la carta citada
en la nota (12). .
20. Vid. las siguientes fuentes: «Desde Cuba». Carlos Guigou. La Habana, 9 ene-ro
1890. D.T. n.O 978. desde La Habana», La Habana, 20 de mayo de 1890. D.T.
n." 1092. desde La Habana», La Habana, 22 mayo 1890, (D.T. n.O 1101).
932 Nicolás Reyes González
En 1890, comienza con una noticia escandalosa que se produce
en Cuba y que tiene gran relevancia, porque muestra un caso 'de co-rrupción
administrativa. Se trata de la huida del Secretario de la Jun-ta
de Cuba, D. Luis Oteiza y Cortés que según se calcula ha robado
valores de la Deuda de Cuba por valor de unos 190.000 pesos. El Ca-pitán
General. de Cuba, Gral. Salamanca va a solicitar que sea dete-nido
en Nueva York, por las autoridades policiales.
La noticia la publica el diario tenerfeño a través de la reproduc-ción
de un articulo sin firma, publicado en el diario «Las Noveda-des
» de Nueva York del 3 de Enero de 189O2I, en el que añade que
ha sido detenido, aunque no se le ha encontrado nada compromete-dor.
Y también publica un articulo del diario «oficioso» del Gral.
Salamanca, «La Discusión» de La Habana, del cual recogemos un
expresivo párrafo:
sLu ped:ellUmkrr rdmiu! ne es más qw ux cnfisecuen-cia
de la podredumbre madrileña. Oteíza no hubiera po-dido
justificar el origen del dinero que según él, le robó el
corredor; pero esos personajes de Madrid que mandan
aquí ahijados, ¿podrían justificar el origen del dinero que
gastan en el juego, en queridas, en veranear? ¡Cuántos
vestidos de seda comprados con las filtraciones de estas
aduanas! ¡Cuántos diamantes que han salido de la Inten-dencia!
iCuántos pechos de generales cubiertos con pla-cas
recamadas de brillantes pagados por los infelices te-nedores
de abonarés! 22.
Nos ha parecido interesante, plasmar este ataque del órgano li-beral,
a los conservadores y a su prensa! y además porque expresa
otra de las características de la administración colonial española, la
corrupción, que alcanza a todos los niveles de los funcionarios en-viados
por la administración madrileña.
El 20 de diciembre de 1890, Fermín Rodríguez envía una carta
que es publicada ei 22 de Enero de 1891 eii el ííDiario de Tenerife;;,
y que contiene tres temas fundamentales, uno relacionado con la
Asociación Canaria, que según nos dice se encuentra a punto de de-
21. KEI Desfalco de la Deuda» (Las Novedades de Nueva York). Diario de Tene-rife,
n: 983,i de febrero de i m .
22. dadrones de real orden» (La Discusión de la Habana). Diario de Tenerife,
n." 995,22 de febrero de 1890.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 933
saparecer, porque no resulta fácil ({encauzar las diseminadas corrien-tes
de nuestras diferentes apreciaciones~E~l~ s.e gundo trata, de la de-fensa
de un paisano, D. Manuel Linares, también periodista, que ha
sido atacado por el periódico «El Liberal* de Las Palmas (m0 738
-25 de Octubre 1980), porque durante su reciente estancia en el
Archipiélago, defendió la idea de educar a los emigrantes, elevando
su nivel cultural y formación política, para que no sean explotados y
si regresan, puedan contribuir mejor al engrandecimiento de Cana-rias.
Según «El Liberal)) de Las Palmas ... :
«Es un inconveniente al porvenir de nuestras islas la edu-cación
de esas masas inconscientes que huyendo de la
miseria que les proporciona entre otras cosas, la insacia-ble
voracidad del Fisco, viene a poblar los campos vírge-nes
de America. 10 mnveniente es, segcir haciende =di-tica
fusio- leonina, aumentando el número de los cepillos
en los Calvarios, proteger incondicionalmente la buro-cracia,
y dejar que esos campesinos acudan a suplir al
etíope de otros tiempos con el su merced en la boca, el
sombrero en la mano, la superstición en el ánimo y un
miedo cerval aún hasta el último de los polizontes; que
con este sublime espectáculo de nuestra cultura, se resuel-ven
admirablemente todas las importantes cuestiones
económico-sociales, que acabarán al fin por hacer un pe-queño
desierto o un repugnante bajalato de cada una de
las Canarias» 24.
Y por último, tras pedir disculpas al «Liberal» por no estar con-forme
con la opinión del diario de León y Castillo, se justifica di-ciendo
que «sólo procuramos rendir culto siempre a la verdad, y so-bre
todo al engrandecimiento de la patria Canaria, representada en
todos, y cada uno de sus hijos. (...). Como no siento ni he sentido ja-más
latir mi corazón a impulsos del localismo, siempre me he senti-do
verdaderamente orgulloso, así con la respetable personalidad del
Sr. Galdós, como con la del Sr. Alvarado y otros distinguidos cana-
23. «Desde La Habana», Fermin Rodriguez. La Habana, 20 diciembre 1890. En
el ((Diario de Tenerifen, n." 1267,22 de enero de 189 1.
24. RODRIGUEZ, F. Ibid.
934 Nicolás Reyes González
rios que honran su patria»25. Nos parece interesante, que desde el
distanciamiento objetivo que proporciona la lejanía de la emigra-ción,
Fermín Rodríguez, haga una crítica lúcida al «localismo» y se
declare «patriota canario)), de todas y cada una de las islas.
El tercer asunto que trata la carta de este interesante correspon-sal,
es una detallada relación de los problemas más acuciantes que
según su opinión, caracterizan la sociedad cubana. Vamos a tratar de
sintetizar las ideas más importantes, que nos aporta Femin Rodri-guez.
Comienza diciendo que :
«La Gran Antilla, amigo Director, que en otro tiempo
fue un verdadero emporio de riqueza, se retuerce hoy, ,, -
pobre e impotente, en medio de la más angustiosa de las E
situaciones. El soberbio e irritante proteccionismo penin- O
sular apoyado y defendido por los más poderosos cam- n - m peones de la reacción imperante, ha logrado al fin cerrar O E
los puertos más importantes a nuestros productos, crean- S£ do, en justa, represalia a las onerosas imposiciones de E
nuestras aduanas. Sobre la importación extranjera, la ya
famosa ley Mc Kinley, cuyos irrevocables preceptos ha- 3
cen de todo punto imposible la introducción de nuestros Om-azúcares
y nuestro tabaco en los importantes mercados E
de la República americana)) 26. O
Los comerciantes cubanos se vieron obligados a elegir entre el E
estrecho mercado peninsular y el norteamericano, y no dudaron en a
romper con la administración española, aumentando más la depen- n
dencia de Cuba con respecto a su vecino yankee. En 1886; se había n
consumado otra ruptura, la de los hacendados esclavistas, tras la su- =O
presión de la esclavitud de los negros, que se hallaba encubierta bajo
la piadosa denominación de «patronato». Se estaban sentando las
bases objetivas, para que un movimiento independentista no encon-trara
dificultades importantes para desarrollarse y sobre todo, para
obtener fuentes de financiación. Se puede decir que Cuba era una
«colonia sin bandera)) de los Estados Unidos, mucho antes de que
dejara de ser española en 1898. Desde 1880, aparecen los trust de la
25. Ibidem.
26. Ibid.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 935
refinación de azúcar, las grandes siderúrgicas y los grandes bancos,
en otras palabras, aparecen las primeras inversiones de tipo imperia-lista
en Cuba, de la mano del capital financiero americano2'.
Pero dejemos que sea Fermín Rodríguez, quien siga analizando
la realidad cubana a finales de 1890:
«Este pavoroso problema económico, acortando la dis-tancia
que separa a los hombres que aquí contienden en
la política de los dos partidos militantes, ha logrado for-mar
de ambos una comisión que fuera, como fue, ante el
gobierno de la Nación a poner de manifiesto la imperiosa
necesidad de poner pronto y eficaz remedio a este actual
estado de cosas; pero ésta, como toda otra noble empresa
que tienda a mejorar la situación de Cuba, (...), fracasará,
como fracasa y ha fracasado siempre todo aquello que de
aigún modo ataque ia invioiabiiidad patriótica de ios
grandes explotado re^»^*.
Culpa de la situación a los harineros peninsulares que pueden
colocar en el mercado cubano, sus excedentes de producción, que no
logran obtener precios competitivos en el mercado mundial. Todo
esto, gracias a la tolerancia del gobierno de Madrid y al mutismo
de los conservadores antillanos. Que según Fermín Rodríguez se
agrupan :
«para defender, según ellos, la integridad nacional en es-tas
provincias, soñando, o aparentando soñar aún con el
coco del separatismo, consumen todas sus fuerzas en aca-tar
incondicionalmente todo cuanto emane del gobierno
de la Metrópoli, desde la disposición más inconveniente
y absurda hasta la más censurable conducta del más hu-milde
de los burócratas que se disputan desde allende el
sabrosísimo soconusco (sic) de nuestro insoportable pre-supuesto
»29.
27. LE RIVEREND, J . : «Historia económica de Cuba», Anel, Barcelona, 1972.
p. 188.
28. RODRIGUEZ, F., carta citada nota (23).
29. Ibid.
936 Nicolas Reyes Gonzúlez
Este panorama queda completo, al tratar de los temas que ya
han sido objeto de estudio en este apartado: la corrupción y el ban-dolerismo.
Veamos lo que dice nuestro corresponsal:
«Si a todo esto se agrega el cáncer de nuestra inmoralidad
administrativa, la descomposición social como conse-cuencia
legítima de todo desconcierto, nos envuelve, y
por último la indomable audacia del bandolerismo, que
sin temor a nada ni a nadie impera aterrador en nuestros
campos, perdonando la vida a trueque de los últimos ves-tigios
de nuestra agonizante riqueza rústica» 30.
Sobre el bandolerismo, el «Diario de Tenerife)), publica el 14 de
Marzo de 189 1, un artículo en el que recoge las Últimas «fechorías y
hazañas)), que le proporciona la prensa cubana y española3I. En una
carta que pubiica ei 1.2 de Febrero, de un corresponsai que firma
cD.0. Mínguez~r,e cogemos que el Gral. Polavieja se ha propuesto
llevar a cabo una activa campaña de represión del bandolerismo.
Pero siguiendo los mismos métodos que no habían dado resultado
con el anterior Capitán General 32.
En esta misma carta, escrita en la Habana el 20 de Enero, de-nuncian
un nuevo error del gobierno de Madrid:
((Cuando las Cortes españolas, apenas hace un año, ter-minaron,
con beneplácito de todos los amantes del pro-greso,
la discusión de Ley del Sufragio, implantada ya en
la Península, todos los habitantes de Cuba protestaron
con energía del hecho incalificable y bajo todos concep-tos
arbitrario de haber dejado estas seis provincias espa-ñolas
huérfanas del beneficio de la citada ley: beneficio
que había de llevar a las Cortes, indudablemente, una re-presentación
más en consonancia con las legitimas aspi-r
~ c i ~ f icei,es e ste &sgra~ia&s imp~aí s»33
30. Ibid.
31. «El bandolerwno en Cuba)), sin firma. Diario de Tenerife, n.O 1309, 14 de
marzo de 189 1.
32. «Ea& Cuba», D.O. Xiiigüez, La Habaíia, 20 de ci;ciu de !89!. Diaria de
Tenerife, n . O 1283, 12 de febrero de 1891.
33. Ibid.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 937
La reacción más frontal ha sido la del partido liberal autonomis-ta
que ha decidido la abstención absoluta del partido. Este ~retrai-miento))
de los liberales-autonomistas cubanos es tratado también
por otra carta que envía en esta ocasión «J. Rodríguez)), el 20 de
Enero y que atribuye al canario D. Manuel Linares, al que ya hemos
dedicado unas líneas, un grado de protagonismo en el ((retraimiento))
de los liberales cubanos, porque según el corresponsal, esta postura
la venía defendiendo Linares, desde hace cinco años, porque consi-deraba
una burla el sistema electoral, que impedía acceder al triunfo
al partido liberal-autonomista, que se encontraba siempre a merced,
del «pucherazo» de los conservadores de la «Unión» 34.
2. CANARIAS: COLONIA BRITÁNICA
En el anterior apartado, hemos constatado como los errores de
la política de los gobiernos de la Restauración, hacen que Cuba caiga
en la órbita del naciente imperialismo yankee, mucho antes de que
consiguiera su independencia política. Canarias, vive una situación
análoga, ya que el abandono y la desidia de los gobiernos de la Me-trópoli,
hacen posible que Inglaterra ejerza un completo dominio
económico en el Archipiélago, constituyendo una «colonia sin ban-dera
» del Imperio británico. Vamos a tratar algunos hechos y cues-tiones,
que van a ser objeto de atención polémica, en los años ante-riores
a la guerra cubana de 1895.
A lo largo de la Historia de la Restauración, el tema de las «Re-formas
militares)), va a tener serios intentos, algunos sin la menor
trascendencia, otros si la tendrán. En marzo de 1893, el ministro de
la Guerra, el General López Domínguez emprendió una reforma mi-litar,
con una serie de Decretos que pretendían establecer una nueva
división militar en siete regiones, a cada una de las cuales les corres-pondía,
en tiempo de paz, un cuerpo del Ejército. Las Islas Canarias,
las Baleares, el territorio de Ceuta y la plaza de Melilla, con los pre-sidios
menores, formarían cuatro comandancias generales, depen-dientes
directamente del Ministerio de la Guerra. Fueron abundantes
las protestas contra las reformas del Gral. López Domínguez, por
34. «Desde Cuba», J . Rodríguez. La Habana, 20 de Enero de 1891. Diario de
Tenerife, n.O 1286, 16 de febrero de 189 1.
938 Nicolas Reyes González
disputas localistas para designar la capitalidad de las diversas regio-nes
militares. Pero en Canarias, el problema va a tener unas caracte-rísticas
peculiares, por la situación geoestratégica canaria y por su
dependencia colonial inglesa35.
Este asunto se ha enfocado tradicionalmente por nuestra histo-riografía,
como un incidente más del llamado «Pleito Insular» que
enfrentaba a las burguesías capitalinas de las dos islas centrales: Te-nerife
y Gran Canaria. Pensamos que debemos realizar un esfuerzo,
para comprenderlo y para relacionarlo con las noticias que llegaban
de Cuba, y que hablaban de «autonomía», «anexión», «unión», «in-dependencia
», etc. ..
El problema de las reformas militares del Gral. López Do-minguez,
en lo que respecta a Canarias, tiene dos aspectos diferentes.
El primero y mas conocido, es que el Comandante General de Cana-rias,
conforme al Decreto, puede residir indistintamente en Santa
Cruz de Tenerife o en Las Palmas de Gran Canaria y que las dos zo-nas
de reclutamiento se iban a situar en la segunda de las capitales ca-narias
citadas. El segundo problema, es que al perder el rango de Capi-tanía
General y no constituir una región militar, suponía un agravio
comparativo para todos los canarios, y vamos a comprobar que se va a
insistir mucho, en que de esta forma las Canarias estarían indefensas,
ante cualquier amanaza exterior. Algunos interpretan este abandono,
como el principio de un proceso paralelo y análogo al que se está pro-duciendo
en Cuba, y que concluiría de igual forma. Además, por su
situación geografica, Canarias va a ser importante, para las potencias
europeas que se están repartiendo el continente africano.
El 23 de marzo de 1893, el Diario de Tenerife, publica en su
sección «Crónica», un texto que retrata la primera postura de reac-ción
localista, que considera los decretos del Ministerio de la Guerra
como una «tremenda puñalada que la isla de Tenerife recibe en el
corazón». Hay párrafos del texto que vamos a transcribir a continua-ción,
que solamente pueden ser entendidos en el contexto de la lucha
que enfrenta a los dos sectores de la burguesía canaria; es decir, den-tro
del llamado «Pleito Insular». El periodista tinerfeño, posiblemen-te
D. Patricio Estévanez, hace el siguiente llamamiento a la «opinión
pública)) de Tenerife:
35. FERNANDEZ ALMAGRO, M.: «Historia Política de la EspaEa Contempo-rilnea
1885- 1897)). Alianza Ed. Madrid, 1968, pp. 184 y SS.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 939
«Ha llegado el instante supremo para esta patria tan que-rida
como ultrajada y no es momento ahora para lamen-taciones
estériles sino para actos de virilidad y de energía.
En las consecuencias no hay que pensar; que el sacrificio
por la patria siempre ennoblece, y tarde o temprano cae-rá
sobre quien debe caer la responsabilidad de la provo-cación))
36.
Vemos como emplea el concepto de «patria», referido a la isla,
a Tenerife, que resulta muy restrictivo si lo comparamos con el de
((patria canaria)), que nos exponía en el mismo periódico, el emi-grante
canario Fermín Rodriguez en 1890. Se habla también de
«provocación», alusión velada a la posible influencia que haya podi-do
tener D. Fernando León y Castillo, en la decisión de su correli-gionario
y amigo, López Dominguez. Pero el siguiente texto, nos pa-rece
absolutamente desproporcionado, aun analizado bajo la optica
del lenguaje empleado, corrientemente en la política decimonónica:
((Agotada la paciencia a fuerza de sufrimientos, suele el
esclavo revolverse airado contra el látigo del mayoral que
azota despiadadamente sus carnes; pero los hombres li-bres,
los pueblos que tienen conciencia de su dignidad y
en algo estiman su honor, cuando llegan al caso en que
esos decretos de reorganización militar nos ponen hoy a
nosotros, no pueden ni deben conformarse con la protes-ta,
sino que deben con hechos llegar hasta morir, si es
preciso, porque para los hombres, lo mismo que para los
pueblos, de nada sirve la vida sin honra»37.
Si comparamos este texto y los análogos que encontramos en la
prensa canaria durante la Restauración, observamos que con fre-cuencia,
nos encontramos con críticas sobre la situación en la que se
A-..- -A--,. --! -- -?.-L:- 1-- ---Ll c ~ ~ ~ u C ; nUuLaIUIS~ p alxb, GI I Gaululu, pa IC;Gt ; qut; IUS pluu1clIlab WGM-les
y económicos brillan por su ausencia en Canarias. Hemos de ad-vertir
que durante esa epoca la censura de prensa ejerce un fuerte
control, que convierte a determinados temas en «sagrados». Pero re-
36. ((Crdnican, Diario de Tenerife, n . O 19 12,23 de marzo de 1893.
37. Ibid.
940 Nicolás Reves González
sulta curioso constatar que las cartas que comentamos en el primer
apartado, escritas por emigrantes canarios en Cuba, son mucho más
ricas y audaces en la crítica social y política. De todas formas, nos
parece que el «Diario de Tenerife~s,e deja arrastrar por el más furi-bundo
de los fanatismos y se olvida de los verdaderos problemas de
Canarias, y por lo tanto de Tenerife, no están representados en los
Decretos militares, sino en las crisis económicas, que hacen que el
pueblo canario sufra sus consecuencias, viviendo en la miseria o
emigrando en condiciones de extremada dureza como hemos tenido
ocasión de exponer en el apartado anterior. En términos sociales, po-demos
justificar que la burguesía comercial santacrucera, que, man-tiene
con la publicidad el periódico tinerfeño, pida que se muera si
es preciso por esta causa y el antiguo periodista republicano, cede
ante esas presiones y deje volar su pluma libremente, quizás pensan-do
en otros ideales o causas, por las que sí vale la pena morir o lu-char.
Vamos a utilizar otro testimonio, recogido también en el mismo
periódico tinerfeño, se trata de un artículo titulado «El ejército de
Canarias» que fue publicado el 1 1 de Marzo de 1893 en el periódico
madrileño «El Correo Militan), que dirige el tinerfeño de adopción
D. Ricardo Ruiz y Aguilar, posible autor del artículo, que extracta-mos
y comentamos, a continuación.
«(El Archipiélago Canario) Abandonado en medio del
Océano, á 700 millas de la Metrópoli teniendo que bus-car
mercado en Inglaterra para satisfacer con el dinero
que de allí recibe las crecientes exigencias del fisco, so-porta
resignado la preterición que sufre, paga al corriente
sus contribuciones, vota los candidatos cuneros (hijos o
yernos de ministros) que el gobierno manda, y jamás pro-porciona
un disgusto ni una contrariedad de orden públi-co
que haga funcionar el telégrafo» 38.
A continuación, resalta el valor de la situación geográfica de
nuestras Islas, como paso obligado en la ruta de los buques hacia
América, y apunta las posibilidades de Africa. Y en cuanto al Ejérci-
38. «El Ejercito de Canarias» (Del Correo Militar de Madrid). Diario de Teneri-fe,
no 19 15,28 de marzo de 1893.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 94 1
to de Canarias, apunta que consta de dos batallones de Cazadores y
seis de reserva, que constituyen una «informe amalgama de hombres
divididos en mal llamadas compañías al mando muchas de ellas de
un cabo que apenas sabe leer»39. El autor del artículo, critica al Gral.
López Dominguez porque no puede aducir ignorancia, puesto que
conoce las islas, pues estuvo desterrado en 1868. Critica la supresión
de la Capitanía General y la reducción a cuatro de los seis batallones
de reserva, porque dejaría indefensas a dos islas como La Palma y
Lanzarote. Surge pues el argumento del abandono y la indefensión
militar de Canarias, que no podría resistir el ataque de ninguna po-tencia
que se propusiera su conquista40.
En otro artículo, el mismo periódico madrileño, se refiere en es-tos
términos al Gral. López Domínguez :
«cuya desdichada gestión ha sembrado rencores, alarmas
y conflictos de orden publico en toda España, (...).
Conocida la rivalidad existente entre ambas importantes
poblaciones (Santa Cruz y Las Palmas) situadas en islas
distintas y desgraciadamente para ellas, rivales ha mu-chos
años, pudo y debió el Sr. López Domínguez tener
en cuenta esa circunstancia para no perturbarlas, como
acaba de hacerlo sin intención, según debemos supo-ner
» 4'.
Después de señalar en su número del 27, el Correo Militar la
influencia directa de un cacique de altura», sin duda León y Casti-llo,
ya que añade, «que aun sin ser ministro puede haberlo sido
antes)). Concluye con esta interesante acusación :
«El General López Domínguez debe estar completamen-te
satisfecho; pues si sus regiones no son aprobadas por
nadie, en cambio hace que el regionalismo sea aceptado
por muchos, que sólo sabían eran españoles antes de que
ese verbo de menos cuantía, que aparece en ei decreto, se
diese a inspirar al ministro de la guerra»42.
39. Ibid.
40. Ibid.
4 i. dkjbrrna Niiiiar ,V.." íh. Diario de Tenerife, n." i9 i 9, 3 de abrii de i 893
42. Ibid.
942 Nicolás Reyes González
En otro diario madrileño, el Correo Español del 28 de Marzo,
apunta nuevos argumentos y matices del mismo tema que nos ocu-pa.
Comienza diciendo que :
«La isla de Tenerife (...) es ¡a más buscada y codiciada
por los ingleses, muchos de estos, familias enteras, van
allá a pasar ciertas estaciones del año para disfrutar de su
templado clima. ¿No aprovechará la astucia inglesa ese
germen de disgusto y hasta de resentimiento, para sem-brar
en ella cierto antagonismo y hasta repulsión hacia la
madre patria?»43.
Y añade que para los habitantes de Tenerife:
«La reforma actual no es sólo un perjuicio en sus intere-ses
materiales; es mas bien la imposición de la mayor de las
humillaciones. Muchos emigran a Cuba, y allí unirán tal
vez a su amargo resentimiento el espíritu separatistanM.
Por un lado el peligro de invasión inglesa, que no parece desea-ble
por parte de los ingleses, que prefieren mantener, como ya hemos
afirmado su situación de dominio económico, dejando a España, los
problemas inherentes al dominio político y social. En cuanto al he-cho
de que los canarios se conviertan en separatistas cuando emigran
a Cuba, es un hecho comprobado que así sucede, pero no estimamos
que aumentará la emigración, como consecuencia de estos protesta-dos
«decretos militares)). Lo que así parece cierto, es que aquelllos
canarios que poseen una mayor conciencia política, son precisamen-te
los que emigran, explicándose así, la ausencia de conflictos socia-les
en Canarias.
En el número correspondiente al 1 de Abril de 1893, del &o-rreo
Militar» se refiere a las elecciones de Senadores por la provincia
de Canarias, «que gracias al decreto de división territorial ha estado
a punto de convertirla en merienda de negros, se ha resuelto, por for-tuna,
pacíficamente)). 45. Añadiendo que:
43. deforma Militar ZV». Diario de Tenerife, n.O 1921, 5 de Abril de 1893.
44. Ibid.
45. «Reforma Militar VD. Diario de Tenerife, n.O 1923, 7 de abril de 1893.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 943
«Resultan elegidos, pues; y en virtud de arreglo con el
gobernador, según nos dicen, los señores General Weyler
que era candidato indiscutible; León y Castillo que esta-ba
en duda, y Marqués de Villasegura, imprevisto e im-puesto
por el noble pueblo de Tenerife. (...).
Ya tienen los canarios tres abuelos de altura: un exminis-tro
y embajador, un teniente general y marqués, y un ex-elevado
funcionario palatino, marqués también: ningu-no
es c u n e r o ~ ~ ~ .
Pero en el seno de Tenerife, se siguen desarrollando aconteci-mientos:
El Obispo de Tenerife, con fecha del 8 de Abril de 1893 en-vía
una reclamación al Gobierno, que no es sino una repetición de
los argumentos esgrimidos por todos los detractores de las reformas
militares en curso4'. E1 cinco de Abril, había sido la Real Sociedad
Económica de Amigos del País de Tenerife, la que envía su reclama-ción,
de la que extraemos por su indudable interés, el siguiente
párrafo :
«si es que alguna Capitanía General de toda España de-biera
quedar subsistente, sería la de Canarias, pues nos
atrevemos a asegurar que en favor de su permanencia mi-litar,
si no más, las mismas razones que se han atendido
para conservar las de Cuba, Puerto Rico y F i l i p i n a s ~ ~ ~ .
Nos parece interesante que se valore el hecho de la supresión de
la Capitanía General, que puede ser considerado como perjudicial
para la defensa del Archipiélago, pero también tiene interés que los
hombres de la Real Sociedad Económica relacionen nuestra situa-ción
con la de las últimas colonias del imperio ultramarino. Termi-nan
su exposición así :
«Hoy que en todas en las grandes potencias de Europa
tienen fijos en Africa sus ojos, formando grandes facto-rías;
(...), hoy que hasta los Estados Unidos de América
46. Ibid.
47. (dieforma Militar VIID. Diario de Tenenfe, n." 1925, 10 de abril de 1893.
48. ((Reforma Militar VIIIn. Diario de Tenerife, n.O 1926, 11 de abril de 1893.
944 Nicolás Reyes González
han pretendido comprar a su dueño la isla Alegranza, de
este Archipiélago, desierta, dándole por ella una suma fa-bulosa;
pero que nuestro Gobierno con el mejor acierto,
denegó el permiso de enagenación; hoy que (...), todas las
grandes potencias desean apoderarse de ésta, solamente
el gobierno español parece desconocer su verdadera im-portancia
y su estratégica
El 7 de Abril, había enviado también, su correspondiente recla-mación
a las Cortes, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife,
que no aporta ninguna cuestión original, pues abunda en los mismos
razonamientos, resaltando la gesta heróica de la derrota de Nelson, Dm
N
como muestra del españolismo del pueblo tinerfeño. También se ha- E
bía constituido una «Junta de Defensa de los intereses de Tenerife)), O n qüz e! 12 de Abri! da a coxocer U :: ~ a n iefst e que dirigen a! púb!ic~ -- m
en general. En la que destaca un párrafo, en el que aparece tímida- O
E
mente la petición de una cierta autonomía: E
2
-E
«Provincia española este archipiélago, con iguales pre- 3
rrogativas y deberes que las que solo están separadas por
caprichosas demarcaciones oficiales, ha de tenerse en -
0
m
E cuenta, sin embargo que lo real se impone a lo conven-cional
e imaginario y que mirando al hecho, de que no O
puede prescindirse cuando se trata de aplicar el derecho, n
E nuestra organización debe ser un tanto autonómica sin a
romper ni debilitar por eso los lazos que a la madre pa- n tria nos ligan)) 50.
n
Terminan, defendiendo que se conserve el rango de Capitanía 3
O
General, para que estén mejor defendidas y porque en Cuba, Puerto
Rico y Filipinas, si las tienen; argumento éste ya citado anteriormente.
Giro ieiiia qüe surge, :ariibiSn en 1893, a! mismo tiempo qUe e!
tema de las reformas militares, es la posible anexión de Canarias, por
parte de Inglaterra, o el cambio de Gibraltar por Canariass'. D. An-nn
TL:A
-7. IUIU.
50. <deforma Militan). Diario de Tenerife, n." 1932, 18 de abril de 1893.
5 1. «Gibraltar por Canarias» (De la Correspondencia de Oriente de Madrid).
Diano de Tenerife) 2 1 de julio de 1893.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 945
drés Antequera y Benvenutty (Juan de Anaga) escribe en el «Diario
del Comercio)) de Barcelona un artículo en el que trata este tema,
utilizando un periódico inglés, y del que extraemos algunas informa-ciones
que confirman la completa dependencia que sufrían las islas
con respecto al Imperio británico:
«Las relaciones comerciales que desde fecha remota exis-ten
entre Inglaterra y las Islas Canarias, han tenido en
contacto a los habitantes de aquel país con los ingleses.
(...) los isleños, cuyos medios les permitían educarse fuera
de su pais, iban a Inglaterra, trayendo después las cos-tumbres
inglesas que tanta influencia ejercieron en la so-ciedad
canaria.
Toda importación, (...), ha sido y es de naves que fre-cuentan
los puertos de aquellas islas, y el dinero que en-tra
en aquel pais, inglés es también, y las transacciones
todas que se hacen con las casas de comercio de aquella
nación)) 52.
Concluyendo el autor, «que el gran comercio está en su mayoría
en manos de los ingleses, y con la estadística delante podemos des-graciadamente
convencernos que España tiene allí escasísima repre-sentación
mercantil»53. De todas formas, hemos de señalar que
aunque encontremos numerosas referencias a la anexión de Cana-rias
por parte de Inglaterra, creemos que oficialmente, los gobier-nos
de Su Majestad Británica, preferían mantener su situación de
«Colonia sin bandera)) y mantener la ficción del dominio español.
Resulta curioso que los canarios se declaren con frecuencia como
fervientes «españoles» y saquen a relucir la derrota del Almirante
Nelson, y también se refieran al peligro de una invasión, y a la in-defensión
y abandono; según desean conseguir algo, la burguesía
canaria de los ingleses o de los españoles. Un ejemplo de ese espa-ñolismo
exagerado, lo encontramos en este párrafo de D. Andrés
Antequera:
52. d a s ísias Canarias e íngiarerra», h a n de Anaga (Diario dei Comercio cie
Barcelona). Diario de Tenerife, n.O 1986,23 de junio de 1893.
53. Ibid.
Nicolas Reyes Gonzalez
«Nunca ha entrado en la mente de aquel pueblo la idea
odiosa de cambiar de nacionalidad, y aunque España le
negara lo que en justicia reclama, antes que volver los
ojos a una nación extrema, prefirirían abandonar el país
en que han nacido, buscando en otros climas el hogar
perdido; soñando con sus agrestes valles y con las queri-das
montañas de su patria»54.
Siguiendo, o más bien retomando, el tema militar, se vuelve a
insistir en que sería interesante establecer en una de las islas desiertas
del Archipiélago canario, un depósito de aclimatación de tropas para
Cuba, y según informa el «Correo Militar» se había pensado en la
isla de Alegranza. Aunque el autor estima que resultaría más econó-mico
que se establecieran en cualquiera de las islas habitadas. Este
i;~=yect=d e! CTra!. Lbpez Demifiguez, surge p=rc;ue lasi tuuci& ei.
Cuba se está deteriorando ,mucho, según se va adentrando en los fi-nales
del siglo XIX55. En Septiembre la Gaceta publica los Decretos
militares con algunas modificaciones importantes, Canarias conserva
su Capitanía General, aunque se mantiene la posibilidad de que el
Capitán General resida en cualquiera de las dos capitales.
La labor en el Senado de nuestro representante, elegido en
1893, D. Imeldo Serís, es infatigable tratando temas variados como
los siguientes temas: la supresión de la Capitanía (19 de mayo 1894)
y sobre las pesquerías canarias en Africa (26 mayo 1894), y vemos
intervenciones dedicadas a temas relacionados con Africa. Otro tema
que resulta profético es la denuncia que realiza del estado lamenta-ble
de la flota de guerra española, como se vería demostrado en la
Guerra de 1895 56.
54. «Más acerca de Canarias». Juan de Anaga. (Diario del comercio de Barcelo-na).
diario de Tenerife, n.O 1997, i ? de julio de 1893.
55. «Colonia Militar en Canarias» (correo Militar de Madrid). Diario de Teneri-fe.
il de agosto de 1893.
56. Se pueden encontrar diversos números del Diario de Tenerife, en los que se
reproducen las intervenciones del Senador, que cuenta con el apoyo de D. Patricio Es-tévanez.
Puede consultarse en la Biblioteca Municipal de Santa Cruz, el siguiente li-bro:
«Discursos pronunciados en el Senado por el Marqués de villasegura, Senadoi.
del Reino por la Provincia de Canarias, 1894-1895~M. adrid. Imp. Hijos de J. A. Gar-cía.
1896, 369 pgs.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 947
11. LIQUIDACIODNE L IMPERIO COLONIAL ESPAÑOL (1 895- 1898)
1. LA GUERRA DE CUBAE N CANARIAS
1.1. DEL «GRITO DE BAIRE» AL RELEVO DEL GRAL. MART~NEZ
CAMPOS
El 24 de febrero de 1895 dio comienzo el movimiento de los cu-banos
hacia su emancipación de la tutela española. La primera im-presión
causada en España por el «grito de Bairen no pasará del vago
temor a una nueva guerra, más bien «chiquita» que grande. Nos da
la impresión de que se pensó que el movimiento no tenia importan-cia,
porque las reformas políticas que iban a dar cierto grado de au-tonomía
a Cuba, estaban a punto de ser aprobadas por las Cortes Es-pañolas.
Las noticias que llegaban de Cuba eran tranquilizadoras, ya
que -según Fernández Almagro hasta el Capitán General Calleja
«estimaba suficientes para reafirmar la soberanía de España a los
15.900 hombres a que se reducía, por las reformas de López Domin-guez,
la guarnición de la Gran AntillapS7. Pero como señalaba en el
Senado, D. Imeldo Serís: «las costas de la isla de Cuba están indefen-sas
y abiertas para toda expedición Jilibustera que quiera traspasar-l
a ~ »N~o~ es. d e extrañar, que el Gobierno de Sagasta enviara refuer-zos
a la Gran Antilla, aunque el Gral. Calleja no los pidiera.
Según el «Imparcial» de Madrid, la insurrección cubana se ha
producido porque, «con la organización, el crecimiento y prestigio
del partido autonomista en Cuba, el Jilibusterisrno había experimen-tado
rudo golpe». Además y como ya hemos señalado, «con el
proyecto de reformas, que significa para Cuba la posible satisfacción
de sus aspiraciones dentro de la tranquila y despejada esfera de la
legalidad, los separatistas reciben el golpe de gracia. Nada, tiene
pues de extraño que antes de sufrirlo se lancen a una intentona por
ver si con ella si quiera, asustan a los españoles y suspenden la obra
ciei gobierno y ias En ei «Diario de ienerife», a través
57. FERNANDEZ ALMAGRO, M.: op. cit. nota (35) y 236.
58. «Incidente Par.lamentario» (Senado). Diario de Tenerife, n.O 22 de marzo de
1895. El Sr. Serís, Senador de Canarias interviene para llamar la atención, sobre el es-tado
de indefensión en que se encuentra Cuba.
59. «El Estado de Guerra en Cuba» (De El Imparcial de Madrid). Diario de Las
Palmas, 5 de Marzo de 1895.
948 Nicolás Reyes González
de su corresponsal en Madrid, se quita importancia al levantamiento
y añade que:
«Todo el que conoce la isla de Cuba, y principalmente el
campo, sabe que si Cuba llega a separarse de la madre
patria, ni sería independiente, ni sena de los Estados
Unidos; seria de los negros. Y este peligro es más grave
para los insulares insurrectos, que para nadie» 60.
Según esta fuente, el malestar que hay en Cuba es principalmen-te
económico, «ni el azúcar ni el tabaco tienen la salida que tenían
antes; hay menos trabajo, mucho bocero sin ocupación, y esto es un
peligro, no para la pérdida de la isla, sino para su tranquilidad»6'.
Las reformas del ministro de Ultramar, Sr. Albarzuza que han sido
aprobadas por las Cortes, no bastaran, quizás por ser tardías; pero
además, porque son indispensables también las reformas económi-cas,
y sobre todo, moralizar la administración, evitando la corrup-ción.
La información que reciben a través de su prensa, los canarios
que saben leer o que tienen alguien en su familia que sepa hacerlo,
es de una gran variedad. Los periódicos isleños, recogen en sus pági-nas
los telegramas de agencia que les proporciona el Cable telegráfico
diariamente, también las partes oficiales que elabora el mando mili-tar
español en Cuba. Reproducen aquellos artículos que tratan del
tema y que los directores de los periódicos canarios juzgan de interés
para sus lectores. Suelen ser artículos de los principales periódicos
madrileños: «La Epoca)), «El Imparcial», «El Heraldo Español», «El
Correo Militar)), «El Globo)), etc. También aparecen artículos de
otros lugares de España: Barcelona, Valencia y de la prensa canaria
en Cuba o de la extranjera. No recurriremos a estas fuentes, sino en
casos excepcionales, porque estimamos que son de un mayor interés
las que elabora el periódico, a través de sus redactores o cronistas, y
tambien las «cartas» que reciben de sus corresponsaies en Suba o en
otras capitales del mundo. Lo que nos interesa, en este apartado es
que la Guerra de Cuba ocupa en casi todos los periódicos canarios
60. «,!?es& ?Vodui&,. G. F. ?.!od:id, !¿ de mxm de !895. Dkrio de Tenerife,
n.O 2507,23 de marzo de 1895.
61. Ibid.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 949
que hemos consultado un gran espacio, y sobre todo una postura cla-ramente
favorable a un bando, al español, como era de suponer y es-perar,
dadas las bajas cotas de libertad de expresión que tuvo la pren-sa
durante la Restauración.
Pocos días antes de morir, lejos de su patria natal, Felipe Verdu-go
escribía su primera y última crónica, para el ((Diario de Tenerife)).
En ella se lamenta de tener que inaugurar estas correspondencias,
con ((narraciones desagradables y repugnantes)) por corresponder a
(duchas fratícidas)) que han surgido cuando menos se esperaban, por
«las ilusiones que crearan las nuevas reformas reclamadas por el
país». Y califica su crónica de «repugnante», «porque las bases, el
fundamento de estas revueltas injustificadas, han tenido por héroe al
nunca bien maldecido Manuel García (a) El rey de los Campos de
Cuba, que para bien de todos, cayó al primer balazo cruzado entre
separatistas y !eu!e~::~~N. es rnre~trurxmsd e nueve cen e! pr&!emz
del «bandolerismo» y las diversas interpretaciones históricas que
puede admitir este fenómeno. Veamos lo que nos dice nuestro co-rresponsal,
del insurrecto cubano muerto en combate:
«Manuel Garcia cambió el ignominioso título de asesino
y bandolero, por el odioso de insurgente; las filas del te-rrible
enemigo de la sociedad organizada, se afiliaron a la
causa filibustera y acogido por todos los elementos ene-migos
de España, marcharon, confiados en su diabólica
suerte, al campo de las discordias civiles»63.
Ya apuntábamos en la primera parte de este trabajo, una posi-ble
interpretación del «bandolerismo» en Cuba, desde una óptica so-cial.
El historiador inglés Hobsbawm, apunta que los historiadores no
deben adoptar una definición tan falta de matices, como la que sigue,
y que suele emplearse con frecuencia: «Desde el punto de vista de la
ley, quien quiera que pertenezca a un grupo de hombres que ataque
y robe usando la violencia es un bandido, tanto si arrebata de un ti-rón
el sueldo de un obrero en la esquina de una calle como si perte-nece
a un grupo organizado de insurgentes o guerrilleros que no es-
62. ((Desde Cuba». Felipe Verdugo. La Habana, 21 de marzo de 1895. Diario de
Tenerife, n." 2520,9 de abril de 1895.
63. Ibid.
950 Nicolás Reyes Gonzalez
tán oficialmente reconocidos como tales»64. En este sentido estamos
de acuerdo con este autor cuando señala que el mundo de los bandi-dos
campesinos nada tiene que ver con el de los bandidos de la ciu-dad.
Y además, define dentro del conjunto de los primeros, a los que
califica como «bandoleros sociales », que son campesinos fuera de la
ley, a los que los propietarios y el estado consideran criminales,
«pero permanecen dentro de la sociedad campesina y son considera-dos
por su gente como héroes, paladines, vengadores, luchadores por
la justicia, a veces incluso lideres de la liberación, y en cualquier
caso como personas a las que admirar, ayudar y apoyan>65. Así,
pues, Manuel García, el bandolero cubano puede ser de este tipo de
«bandolero social)), porque entre sus hechos delictivos, Felipe Ver-dugo,
denuncia «sus demostraciones de fuerza y poderío con los ri-cos
propietarios de los ingenios y potreros (que hasta se vieron preci-sados
a pagarle contribución como al estado para no temer sus ace-chanzas
y estar libres de otras partidas de bandidaje))). Pero dejemos
por ahora el tema del bandolerismo y sigamos con la Guerra de
Cuba, no con el relato bélico de los combates, sino tratando de «ex-plicarla~.
Hemos de tener en cuenta que Felipe Verdugo no es un simple
emigrante, sino que forma parte de las tropas españolas en La Haba-na,
estando destinado según parece a la guarnición que custodia la
fortaleza de «La Cabaña». Su condición de militar, le impide quizás
ver los hechos con un mayor objetividad, aunque su postura es clara-mente
favorable a España. De su carta vale la pena concluir con el
siguiente párrafo :
«Los cabecillas de la última guerra, permanecían en sus
fincas del extranjero, según comunicaban los cónsules,
sin tratar de moverse y este indicio tranquilizaba grande-mente,
pues Maceo y Máximo Gómez han sido y son
siempre la personificación de la guerra separatista; sin el
apoyo de esas coiumnas ciei fiiibusterismo, se caicuia fra-casada
toda i n t e n t o n a ~ ~ ~ .
64. HOBSRAWM, Eric. J.: «Bn.xdih~eE, ditcxi~!. 4rie!. Eurrr!er.u, !076, pg. 9.
65. Ibid. pg. 10.
66. Felipo Verdugo. Carta citada nota (62).
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo espatiol del siglo XIX 95 1
Otro cronista del mismo periódico tinerfeño, el 4 de Abril escri-be
desde La Habana lo que sigue:
«Más de un mes llevamos ya de insurrección, a pesar de
la protesta sincera y leal de todos los partidos y sus órga-nos
en la prensa. La loca intentona separatista no tiene
arraigo en el país, pero por lo mismo precisa estirpar el
mal» 67.
Para ilustrar su visión de los acontecimientos se apoya en un ar-tículo
de su paisano, el periodista tinerfeño Miguel Espinosa que se
expresaba así:
«La separatista ha muerto en Cuba. Los que, obedecien
do a no sabemos qué bastardos propósitos, han querido
perturbar el orden nada significan ni a nadie representan.
Esa descabellada y suicida intentona podrá ser reminis
cencia del pasado; podra ser producto de anteriores tra
bajos y de remotas gestiones espléndidamente recompen
sadas, cuya eficacia había que justificar de algún modo;
podrá ser un síntoma de locura o desesperación, o de algo
más inconcebible; pero no es un movimiento serio, ni el
principio de una revolución digna de tal nombre: es sim-plemente
un acto de locura»68.
En una primera valoración, podemos apuntar que la informa-ción
que está recibiendo el pueblo canario, no es todo lo veraz y ob-jetiva
que seria deseable. Se ofrece con maniqueismo las «hazañas»
de los unos (los leales) y los «actos bandálicos» de los otros (los sepa-ratistas).
Nos parece interesante porque es la primera referencia que
encontramos a Estados Unidos, el siguiente párrafo de una carta que
desde Madrid envía el Corresponsal del «Diario de Las Palmas)), con
fecha ciei i ó de ivíarzo:
67. ((Desde Cuba)). J . C. S. La Habana, 4 de abril de 1895. Diario de Tenerife,
n O 2515,2? dc ahri! de !895.
68. Ibid. Reproduce en su Crónica, un resumen de un artículo de Miguel Espino-sa
en el diario de la Marina de La Habana.
Nicolás Reyes González
«no debe olvidarse que, próxima a Cuba, hay una gran.
potencia cuya política consiste en contrarrestar la in-fluencia
europea en América y que aprovechará todas las
circunstancias para crearnos conflictos (...). El Gobierno
de los Estados Unidos reclama garantías en favor del co-mercio
lícito de sus buques en Cuba; pero no impide que
sea dicha potencia asilo de los enemigos de España, don-de
a mansalva ejecutan actos de hostilidad contra una
potencia amiga y contra los cuales tiene ésta que preca-verse))
69.
En el mismo periódico canario, se insiste en un tema que ya ha
ocupado un lugar, y es el de la participación en el seno de las tropas
insurgentes del «elemento de color, que lleva en sus entrañas odio
piühiidu a !a raza b!anca;;. Pero añade U: aspecto n oVe dm~c,o m=
explicación del apoyo o complicidad de los Estados Unidos con la
causa de los insurgentes:
((Para nadie es un ministerio las especiales maquinacio-nes
de la masa negra norteamericana, pues aunque el
Gobierno de aquella gran república ofrezca repetidamen-te
amistad y neutralidad, a cada momento vemos hechos
que no demuestran el auxilio que reciben los insurgentes
de los Estados Unidos. El Gobierno no tomará parte,
pero lo que es los súbditos, vaya si la toman. Por algo
han de ser yankees y han de sostener el América para los
americanos)) 70.
Estamos observando como en la prensa de Las Palmas de Gran
Canaria, se llama constantemente la atención sobre los Estados Uni-dos
y su pretendida neutralidad. Siendo también el apoyo de los ne-
g-1u-3 ,,,",l+",A.i , ,.i,,.in ,.,,4.r;nrtnr. mnr;ii;n;r\" ,..,,.;#,lPC QPQl l l t9m ,;- lc3alLauu, auuqub 3~ auv LLL L ~ I I ~ L I J ULCILVJ ILLCIIUIUO. IXUOUILLI U I 1
dente, por otra parte, que la abolición de la esclavitud en 1886, llega
en nuestra opinión demasiado tarde, cuando los cubanos de raza ne-rn
..r,,t, A, nr,,i,;,i,, Y h,farlr;rl 16 rl- Ae 1 2 0 ~ n;!An de 1 palmac "7. \\bu, LL. U C '"1UUl ,U,,. I X . I..~"..") I" "1 iiiuiru "r i", u...ii" --. -.." - -.-.--v.
27 de marzo de 1895.
70. «La Insurrección de Cuba». Sin firma. Diario de Las Palmas, 14 de mayo de
1895.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 953
gra, ya habían tomado conciencia de que su bando en la lucha que se
avecinaba, era a pesar de todo lo pasado, el de los insurrectos, tuvie-ron
que vencerse las mutuas reticencias de algunos de los más desta-cados
líderes de la insurrección, que se vieron persuadidos y conven-cidos
por los argumentos de José Marti. Es curioso que constatemos
algo que nos ha sorprendido y es el hecho de las escasas, por no decir
nulas, referencias que se hace en las fuentes utilizadas, a este impor-tante
hombre de la causa independentista. Se comienza a citar su
nombre, cuando se confirma la noticia de su muerte, se nos ocurre
que a veces, los silencios son más significativos, sobre todo si tene-mos
en cuenta que la madre de José Martí, era una canaria de Tene-rife,
llamada Leonor Pérez Cabrera7'.
Su muerte no acaba con la insurrección, como algunos espera-ban,
parece que por el contrario, se intensifica, hasta el extremo de
que e! Gral. Martínez Campos ha pec'irt~e ! emie de r~f i ier zncd e!
Gobierno de Madrid, que ha contestado con urgencia y rapidez.
Además de enviar tropas, el Ministro de la Guerra estudia un
proyecto de reclutamiento de voluntarios. Todo esto hace suponer
que la situación actual de la isla de Cuba encierra bastante gravedad
y que no va a tenar una pronta y rápida solución 72. Y el ((Diario de
Las Palmas», uno de los periódicos que poseen los seguidores de
León y Castillo insiste en sus ataques a los Estados Unidos, culpán-dolos
del cambio experimentado en la guerra, logrando los insurrec-tos
reclutar en poco tiempo fuerzas y elementos en cantidad aprecia-ble.
Pero segun el diario leonino:
«Su empeño es inútil. España quiere conservar á Cuba y
la conservará. Para lograrlo no habrá sacrificio que la
arredre, ni escatimará ninguno, por grande que sea. Los
españoles, asi en la Peninsula como en Ctiba; mejor di-cho,
los españoles todos, cualquiera que sea el lugar del
mundo en que apoyen su planta, están decididos a que la
peria de ias Ántiiias no tremoie más bandera que la es-pañol
a~73 .
7 1. HERNANDEZ GARCIA, J.: (dosé Marti: El hijo de la isleña Leonor Pé-vez
». -S-a nta Cruz de Tenerife, 1980. / L . «¿a situación de Cuba». Sin firma. Diario de Las Palmas, n.O402, 6 de junio
de 1895.
73. «Cuba Española». Sin firma. Diario de Las Palmas, 8 de agosto de 1895.
Nicolás Reyes González
En el subrayado, observamos que el periodista sufrz
un lapsus y se olvida de considerar a Canarias como
territorio español, pero rectifica de forma ingeniosa y
con extrema habilidad dialéctica; pues concluye afir-mando
que todos los españoles estan en contra del pue-blo
cubano; es decir, que no existe una corriente bastante
rica del pensamiento político del siglo XIX, que pueda
englobarse en lo que Roberto Mesa y Marcel Merle, de-nominan
«anticolonialismo europeo»74. Pero no tenemos
que ir demasiado lejos si queremos encontrarnos con al-guien
que de forma valiente exprese su opinión radi-cal;
se. trata de Nicolás Estévanez, nuestro paisano que
escribe en el «Nuevo Régimen* de Madrid su opinión so-bre
la cuestión de Cuba:
«Sólo hay un medio de conocer la voluntad de Cuba:
concertar una tregua y apelar a un plebiscito.
Mucho temo que el plesbiscito resultara evidente la vo-luntad
de Cuba de seguir siendo española. Y digo que lo
temo, porque su propio honor obligaría a conservar la
isla; carga penosa, ruinosa, perjudicial. Pero si los cuba-nos
declarasen en su mayoría que quieren vivir indepen-dientes
de España, ésta debería abandonar la isla, hacién-dolo,
sin duda, con más provechos y mas gloria que si la
conservara por la fuerzan
Pero no se queda en esta primera medida, sino que estima que
se debe consultar con una periodicidad de diez o veinte años, a los
habitantes de la isla, para que se reconozca su independencia cuando
así lo manifieste la voluntad del país. ((Ganarían mucho la patria y la
humanidad cuando Cuba pidiera su independencia y fuera reconoci-d2
por España». Se evitaría la «contribución en sangre» que suponen
esta guerra perpetua y Estévanez añade que desea que algún día se
convenzan todos, hasta:
74. Vid. «El anticolonialismo europeo. Desde Las Casas a Marm. Selección de
Marcel Merle y Roberto Mesa. Alianza Ed. Madrid, 1972.
75. «Una Opinión radical sobre la cuestión cubana». Un extracto de un articulo-de
Estévanez en el Nuevo Régimen de Madrid). Diario de Las Palmas, n.O 496 (1 895).
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 955
«los peninsulares avecindados en Cuba, aquellos del es-pañolismo
intransigente, que más de una vez llegaron en
su fanatismo a las torpezas más vituperables en la actual
contienda permanecen mudos, casi indiferentes, por no
decir vacilantes oscilando entre los dos partidos»76.
Nicolás Estévanez vivió la primera guerra cubana, desde una
posición de privilegio que le hace exclamar con gran disgusto que:
«En la primera época atribuyeron la insurrección, injus-tamente
por cierto, a la gloriosa revolución de España;
hoy, desengañados, la atribuyen con menos injusticia a
los monopolios de viles mercaderes, a los negocios de
Bancos determinados, a la corrupción administrativa y
comercial; a la criminal política de la Re~tauración))~~.
Conciuye afirmando que en su opinión, aunque se opongan ios
«políticos» y los «abogados», la única solución para Cuba es la solu-ción
plesbiscitaria. Pero su vocación militar le hace decir que «en
cuanto a la guerra se sostiene y se sostendrá cuanto tiempo sea preci-so,
porque combate allí un ejército español»78. Que es el único de
Europa, capaz de resistir una guerra tropical en las maniguas cuba-nas
y concluye diciendo que dos cinco meses de guerra que ya van
transcurridos, durante los cuales la flor de nuestro ejército y el Gene-ral
más célebre de España no han salido ni por un momento de la
más penosa defensiva)) 79.
El 20 de Agosto de 1895, el corresponsal del Diario de Tenerife,
repite que «Cuba no puede ser independiente y el día que lo fuere,
no sería de los insurrectos, sino de los negros» Pero nos proporcio-na
un nuevo argumento para justificar el dominio español:
«En Cuba no hay una raza indígena a quien hayamos do-minado,
no hay más que descendientes de Españoles, y la
insurrección representa una ingratitud y una
76. Ibid.
77. Ibid.
78. Ibid.
79. Ibid.
8G. :&S& ?.4aUuid::. G. F. Madrid, ?O de agosto dc ! 895. %ario de Teiíerife, 3:'
2640,4 de septiembre de 1895.
81. Ibid.
956 Nicolás Reyes Gonzúlez
No vamos ahora a entrar, porque se sale de los limites que nos
hemos propuesto, en averiguar si es cierto que desaparecieron los in-dígenas
que habitaban la perla de las Antillas, antes de la llegada de
los castellanos, pero esta misma argumentación aplicada al territorio
en el que se imprime el periódico que la publica, a Canarias, nos en-frentaría
a otro tema, que tampoco es objeto del presente trabajo,
pero que puede hacer reflexionar.
La victoria no llega y se buscan responsables. El General Martí-nez
Campos ha sido relevado de su cargo y sustituido por el Gral.
Weyler. El Diario de Tenerife solicita que e reflexione con calma,
antes de realizar críticas descalificadoras de una labor:
((Nosotros no Ia defendemos; nosotros no prejuzgamos
por temor de incurrir en ligerezas; los que si deseamos de
todo corazón es que no se adeiariieñ juicios pieiiiiaiuios
por falta de datos y de conocimientos hasta de la topogra-fía
del terreno, no sea que en uno u otro sentido tenga-mos
que rectificarlo, y sobre todo, porque superabundan-cia
de razones ha de haber para reducir a polvo insignifi-cante
el ídolo de ayer»82.
La campaña emprendida por el Gral. Martínez Campos en
Cuba «no ha dado resultados tangibles -según el Diario de Teneri-fe-
por lo menos para los que hemos tenido que apreciarlos desde
lejos, por conducto del cable y a través de la censura previa de los
despachos; y no nos hemos detenido a indagar si los males que de
veras lamentamos hubiesen sido mayores a no ser la táctica política
y la estrategia militar del distinguido caudillo»83.
Las censuras que se dirigen a la labor del general se resumen en
que su conducta fue suave, blanda y generosa, diciéndose que mar-chó
a Cuba con la preconcebida idea de terminar la guerra por me-dio
de un rasgo dipiomAíi~oo poiiiicv. Según ei Diario de Teiielife:
«No sabemos cuál es la fuerza de la insurrección, su nú-mero
de combatientes, ni los elementos con que cuenta,
82. «R<flexionemos». Sin firma. Diario de Tenerife, n.O 2753, 20 de enero de
1896.
83. Ibid.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 957
no sabemos qué reveses hayan experimentado nuestras
tropas por antojos de la veleidosa fortuna ni a quién ha-brán
de ser imputables; ni sabemos siquiera en qué
proporción han influido las lluvias, las enfermedades y
las inclemencias del trópico, en menguar la potencia
efectiva de nuestras columnas; no sabemos por qué los
jefes insurrectos han podido rebasar nuestras líneas mili-tares,
ni cuya sea la responsabilidad si humanamente la
hubiese» s4.
Y si a esto se añade que no se sabe cuál es la situación interior
de Cuba, en sus aspectos políticos y sociales, podremos estar de m
0
acuerdo con el «Diario de Tenerife~cu ando disculpa al Gral. Marti- S
nez Campos, aunque se alegra del nombramiento de Weyler, por su O
d-vinculación
con Tenerife. ó5"
S
I
2
1
1.2. EL GENERAWL EYLER«,V IRREYD»E CUBA
5
La fama de duro que tiene el General Weyler, ha impresionado Y
2
=
en todas partes, porque se espera mucho de él, según el corresponsal n
m 1
del Diario de Tenerife en Madrid, en la Gran Antilla: «Sólo el anun- O
cio del nuevo capitán general, ha hecho salir de la isla un gran con- $
tingente de personas poco afectadas a España, y que no creen bajo el d
E mando del General Weyler encontrar la benevolencia que hallaron -
a
al amparo del anterior; esto, lejos de ser un mal, es un gran bien; no 4
d
sólo se marcan las actitudes de los habitantes de La Habana lo cual 8
ya es algo, sino que sufrirá un gran golpe el espionaje que los insu- 5
rrectos tienen en la O
El historiador Hugh Thomas realiza la siguiente semblanza,
a modo de introducción, de D. Valeriano Weyler, marqués de Tene-rife;
que era:
((Severo, obstinado e inhumano, era inteligente y serio, y
respondía no sólo a lo que se le había ordenado sino tam-bién
al tipo de guerra que ya le había impuesto el enemi-
84. Ibid.
85. «Desde Madrid». G. F. Diario de Tenerife, n.O 2770,8 de febrero de 1896.
Nicolás Reyes Gonzalez
go (...). En sus costumbres privadas era un puritano: (...).
Tuvo una gran influencia en el ejército español, sobre
todo entre oficiales jóvenes y ambiciosos, entre los que se
contaría, años más tarde, el futuro general Francisco
Franco. Su fuerte salud y constitución le permitían llevar
a cabo una guerra tropical como si hubiera nacido en una
marisma» 86.
El corresponsal del Diario de Tenerife, Esteban R. Acosta, es-cribía
una carta, en la que señalaba como imprescindible para alcan-zar
la victoria, que:
«España debe de hacer de una vez un supremo sacrifi-cio:
debe quemar el ultimo cartucho, Hay que ocupar
toda la isla militarmente, y para hacer eso, se necesita
mucha gente y crecido numero de cañones. si se consien-te
que esto se prolongue por más años, no quedará aquí
un palmo de terreno que pueda utilizar se^^^.
Precisamente, el Gral. Weyler va a poner en marcha un plan
parecido, que se será duramente criticado por su dureza y falta de
humanidad. El 8 de Agosto de 1896, Esteban R. Acosta comunica
que. ((Pronto tendremos aquí los 40.000 hombres de refuerzo que ha
pedido el General Weyler (...). La matanza tiene que ser horrible. Si
este miserable cabecilla (Maceo) tuviera algo de humano, ahorraría
tanta sangre próxima a derramarseng8.
El 30 de Octubre, nuestro cronista dice que el Gral. Weyler ha
dado un plazo «para que se reconcentren en los pueblos guarnecidos
por nuestras fuerzas, todos los vecinos pacíficos que se hallen a la
vanguardia de la Trocha de Mariel a Majena, que se vence en estos
días»89. Y añade que el Gral, Weyler «en estos instantes pone todo
su empeño y su mayor cuidado en arrojar a los rebeldes de las costas
86. THOMAS, Hugh: Op. cit. Nota (7), p. 429.
87. «Desde Cuba», Esteban R. Acosta. La Habana, 6 de abril de 1896. Diario de
Tenerife, n.O 2842,7 de mayo de 1896.
88. «Desde Ct~ba»E, steban R. Acosta. La Habana, 8 de ~ ~ L sdte o1 896. Diario
de Tenerife, n.O 2941, 5 de septiembre de 1896.
89. «Desde Ctlhan, Esteban R. Acosta. La Habana. 30 de octubre de 1896.
Diario de Tenerife, n.O 3007,23 de noviembre de 1896.
Ciíba y Canarias en la crisis del colonialismo espatiol del siglo XIX 959
para impedir de esa suerte que reciban auxilio del extranjero. Arroja-dos
al propio tiempo de todas sus mejores posiciones, que van siendo
tomadas y ocupadas por nuestras tropas, el enemigo no tendrá más
remedio que batirse a cara descubierta y sucumbir»90. También nos
dice Esteban R. Acosta que en el Correo que lleve esta carta, van
para Fernando Poo, ~ 1 8 d0e salmados pertenecientes a los criminales
asociados de ñañigos (...). También va buen contingente de deporta-dos
políticos entre ellos algunas personas importante^»^'.
De todas las medidas adoptadas por el General Weyler, dentro
de su plan general para pacificar Cuba, «el paso más discutido de
Weyler -según Hugh Thomas- fue el de ordenar la concentración
de toda la población de ciudades o pueblos situados en «zonas mili-tares~
e, n fortines específicamente destinados a la defensa, abasteci-dos
por zonas especiales de cultivo. Dado que, a principio de 1896,
la mayor pirie de Cuba era ((una zona miiiiar~,to da ia isia se iba a
convertir nada menos que en un inmenso campo de concentra-ción
»92.
El tiempo transcurre y los combates se suceden, de forma encar-nizada
y el Gral. Weyler empleando sus métodos, con absoluta auto-ridad,
convertido en un «Virrey», no ha logrado pacificar Cuba toda-vía:
El 17 de Mayo de 1897, el Diario de Las Palmas dice: «La esta-ción
de las lluvias se viene a todo andar encima sin que hayamos
conseguido la anhelada pacificación de las principales provincias su-blevadas,
pues a pesar de los anuncios del General Weyler, ello es lo
cierto que aún quedan muchos miles de hombres en armas»93. No es
de extrañar, que como nos dice Zenjime en el Diario de Tenerife,
desde principios de 1897, se viene desarrollando «una campaña de
ruda oposición, hacia la persona del digno Capitán General de Cuba,
Sr. Weylem, organizada por periódicos de gran circulación, como el
Imparcial y el Heraldo de Madrid: Zenjime nos lo cuenta así:
«¿Cuáles son sus móviles? Se ignora. ~ O u féin persiguen?
Su destitución. ¿Con qué objeto? Seguramente por odio
hacia su ilustre persona. El Capitán General de Cuba, en
90. Ibid.
9 1. Ibid.
92. THOMAS, Hugh: Op. cit. nota (7), p. 43 1 .
93. ((Filipinas-Cuba)), sin firma. Diario de Las Palmas, 17 de
mayo de 1897.
Nicolás Reyes Gonzalez
la actualidad es irremplazable: la opinión de aquella isla
en masa, le apoya, es decir el elemento genuinamente es-pañol;
sus enemigos verían con mucho júbilo, la noticia
de su pronto relevo»94.
En la prensa canaria, surge la noticia del año, el asesinato
Canovas del Castillo que puede tener influencia en el General Wey-ler,
puesto que pierde su más valioso apoyo y además como apunta
el Diario de Las Palmas: «Hoy, en la Península y en Cuba, no sólo
se le discute, sino que se pide su relevo (...). Por otra parte, el mar-qués
de Tenerife debe estar convencido de que desde su situación, no
podrá ser él quien continue mandando en la Gran Antilla hasta el Dm
momento de aplicar la autonomía» 95. E
En el Diario de Las Palmas, el 11 de Octubre se dice que se ha O n producido el Relevo de weyler, pero qUsee n cgaa diml;itai; soste- -
m
niendo su derecho a permanecer en el alto cargo que ha venido de- O
E
sempeñando. Esta actitud de Weyler coincidía con ciertas manifesta- E
2
E ciones realizadas por una parte del comercio habanero, en favor de
dicho general, según decían los telegramas»96. El puesto de Weyler 3
lo ocupará el Gral. Blanco, que ya estuvo en Cuba anteriormente, y -
será ayudado por el Gral. Pando. 0m
E
O
n
1.3. DE LA AUTONOM~A AL INCIDENTE DEL «MAIRE» E
a
n
El Diario de Las Palmas, el 1 de diciembre de 1897 publica un n
artículo sobre la recién concedida autonomía de Cuba: «El gobierno 3 liberal cumple de esa manera, leal e íntegramente, sus compromisos O
en lo relativo a la otorgación de un régimen de libertad amplísima
para la más importante de nuestras colonias (...). Es un hecho la con-
94. dfdspatriotisrno>>Z. enjime (Julio Jiménez). Diario de Tenerife, n.O 3058,26
de Enero de 1897.
95. <Lü sl:üüci~n de !?eyko:, si:: fi:-u. Cliurie de Las Pa!mrr, E." !G37, 27 de
agosto de 1897.
96. <al relevo de Weylem, sin firma. Diario de Las Palmas, n.O 1072, 1 1 de octu-bre
de 1897.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 96 1
centración de todas las fuerzas políticas en torno a la bandera de la
autonomía, y esa concentración debe mirarse como el principio de la
paz»97.
El Capitán General Blanco, en su primera alocución a los cuba-nos,
((anunció -según nos dice Hugh Thomas- que su gobierno
había cambiado de política completamente y había llegado a conce-derles
el autogobierno, para barrer a los que se habían levantado en
armas contra el país y acoger de nuevo a los que vivían 'dentro de la
ley'. Sus instrucciones son de abandonar todo nuevo intento de ofen-siva
y mantener las líneas tal como estaban entonces»98.
Por otra parte, McKinley, el presidente de los Estados Unidos,
en su alocución anual del 6 de diciembre, recomendó que se diera al
gobierno de Sagasta una oportunidad razonable para llevar a cabo lo
que se espera de él. Pero los Estados Unidos no dudarían en interve-nir
si es necesario, Mcknley dijo:
«Cuando llegue ese momento, esa actuación se decidirá
en la línea de un derecho y un deber indiscutible ... Si en
el futuro se aparece como un deber -que se nos impone
por la obligación que tenemos con nosotros mismos, con
la civilización y con la humanidad-, intervenir con la
fuerza, será sin culpa por nuestra parte y sólo porque la
necesidad de tal actuación sea tan clara que merezca el
apoyo y la aprobación del mundo civilizado^^^.
La reacción ante el mensaje es variable, Zenjime en el Diario de
Tenerife, nos da una ponderada interpretación, dentro de su línea
conservadora y españolista:
«¿Os extraña el mensaje? A mi no; desde los comienzos
de la rebelión fui pesimista en cuanto a la intervención
de los Estados Unidos, creí y sigo creyendo que la insu-rrección
obedece a un plan fijo, calculado, meditado, pe-sado
y medido con la frialdad de un Balance. Cuba está
97. d a Autonomía de Cuba», sin firma. Diario de Las Palmas, n.O 11 15, 1 de di-c
i r ~ h rdre !8?7.
98. THOMAS Hugh.: Op. cit nota (7), pp. 460-461.
99. Citado por THOMAS, Hugh: Op. cit. nota (7), pp. 462-463.
Nicolás Rejjes Gonzalez
reconocida por los que pesan y miden, como valor incal-culable
que los españoles no saben explotar ni aprove-char,
el cubano fogoso y explosivo como materia a pro-pósito
para dar su hacienda y su vida por un ideal utópi-co
» 'OO.
En La Habana se constituyó el primer gobierno autónomo, bajo
la protección de España, cuyos dirigentes constituían una coalición
del antiguo Partido Autonomista y de los Reformistas. Siendo el pri-mer
ministro una autonomista de toda la vida, José María Gálvez.
Este Gobierno no contaba con el apoyo de los conservadores de la
Unión Constitucional, para quienes la palabra autonomía era tan
mala como la de independencia. Continuaron siendo asimilacionis-tas.
Todo iba a cambiar, después de las 9,40 de la noche del 15 de fe-brero
de i896, en que fue volado el acüicizcido ddairiw de Ivs Esta-dos
Unidos, que se encontraba en el puerto de La Habana, en misión
de seguridad ' O 1 .
El enfrentamiento hispano -norteamericano está presente y la-tente
desde el principio, por eso, Zenjime nos da su interpretación de
la Guerra de 1895, que es como sigue:
«En suelo extranjero se ha verificado la gestación de esta
guerra cobarde y traidora, los tabaqueros de Tampa y los
sindicatos Yankees la han preparado y sostenido; el fusil,
el machete, el último grano de pólvora que posee la insu-rrección
ha sido adquirido en ese híbrido conjunto de Es-tados
que se llaman Unidos; la guerra es extranjera y
como tal y por aprovecharse de los elementos incendia-rios
de la Isla y por apoyarse en sus principios en el ban-didaje
allí existente y por ser dirigida por nacidos en ex-traño
suelo ha sido: es y será solapada, artera y cruel»'02.
100. «El Mensaje de Mac- Kinlep, Zenjime. Diario de Tenerife, n.O 3333,29 de
diciembre de i89i.
101. Cfr. THOMAS, Hugh. op. cit. nota (7).
102. «El Mensaje de Mac-Kinlep, Zenjime (Julio Jiménez). Diario de Tenerife,
n . O 3333,29 de diciembre de 1897.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo espafiol del siglo XIX 963
2. CANARIAESN LA GUERRA DE CUBA
2.1. LA EMIGRACIÓN CANARIA EN CUBA:
IMPORTANCIA Y ACTIVIDADES
La principal aportación de Canarias a la Historia de Cuba, lo
constituye sin duda ese contingente de emigrantes que abandonan el
Archipiélago y tras mucho esfuerzo y trabajo, se van situando en la
sociedad cubana, llegando a tener unas características propias que
hacen que se les conozca como los «isleños». En la segunda mitad
del siglo XIX, se produce una fuerte emigración canaria que va a
preferir como destino, a la Gran Antilla.
Desde los comienzos del conflicto bélico, incluso en los prime-ros
momentos, las noticias que llegan de Cuba eran confusas, pues se
hablaba de «bandolerismo» y no de «insurrección», Zenjime en el
Diario de Tenerife, el 1 de Marzo de 1895, nos pinta el siguiente pa-norama
:
«hay aquí tan gran número de familias pendientes del
trabajo de sus hijos, de sus hermanos, de sus parientes; es
tal el cúmulo de intereses de relación con la Gran Anti-lla,
que sólo el anuncio de un trastorno lleva el descon-suelo
a todos los picachos, a todos los valles, a todas las
casas y a todos los campos. Los pocos y míseros troglodi-tas
(sic) que existen, en la provincia, todos ellos reduci-dos
están a los socorros de los individuos fuertes de su fa-milia
que tienen en las Antillas>>'a 3.
Creemos que el texto que precede es lo suficiente revelador,
como para evitarnos ningún comentario, sobre la situación social de
Canarias en 1895. Pero además, como nos señala el cronista, Cuba es
una segunda patria y por ello:
(cuanto allí sucede repercute con vibraciones intensas en
miles de corazones. Además, la cuestión de Cuba preocu-
103. «Actualidades», Zenjime (seudónimo de D. Julio Jiménez, funcionario de
Correos, natural de la Península y amigo de Patricio Estévanez). Diario de Tenerife,
n.O 2489, 1 de marzo de 1895.
Nicolas Reyes Gonzalez
pa y con razón no sólo a las familias que tienen allí sus
hijos sino á aquellas que temen puedan ser enviadas los
que hoy están en el servicio activo del ejército)) 'O4.
La prensa canaria en Cuba, también nos proporciona noticias y
aspectos importantes para comprender la situación angustiosa que se
estaba viviendo. Las «Afortunadas» de La Habana desvela la otra
cara de la emigración y previene a sus paisanos, para que no se dejen
llevar por falsas promesas o se formen ilusiones acerca de los territo-rios
de América, ya que la mayoría de los emigrantes canarios, «no
encuentran más que terribles desengaños, penalidades y fatigas sin
cuento, vejaciones que tratan de humillarlos en todos los momentos
y hasta muchas veces la pérdida de su dignidad» ]O5, y concluye con
el siguiente consejo:
«Con toda la sinceridad de nuestra alma, e inspirados en
noble y generoso sentimiento, aconsejamos a nuestros
comprovincianos que no dejen aquellas queridas peñas
por buscar en los actuales tiempos mejor suerte en estas
remetus tierrus??]O6 .
El profesor Julio Hernández en su documentada Tesis sobre la
Emigración Canaria en el Siglo XIX, nos añade que los emigrantes
canarios fueron los más perjudicados por la guerra independentista,
porque el campo cubano, va a ser el teatro de operaciones en el que
se va a desarrollar el combate, que ven como sus tierras son destrui-das
por el fuego o que sus vidas corren peligro. Los agricultores ca-narios
huyen a su patria o bien a otros países, y esto «supuso para
Cuba la pérdida de un elemento productor de incalculable valor en
su economía)), pero como nos señala este mismo autor, muchos ca-narios
se «quedaron voluntariamente -especialmente los jóvenes y
solteros- para luchar a favor o en contra de la independencia de la
isla, a la que (...) llegan a considerar como su propia patria, dando su
vida por ella» 'O7.
104. Ibid.
105. «Emigración». (De Las Afortunadas de La Habana). Reproducido en el
Diario de Las Palmas del 20 de Marzo de 1895.
106. Ibid.
107. HERNANDEZ GARCIA, J.: op cit. nota (4), pp. 476-477.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo espaiiol del siglo XIX 965
Entre los que luchan a favor de España, figura como ya hemos
indicado, Felipe Verdugo que era amigo intimo y colaborador de Pa-tricio
Estevanez, en el Diario de Tenerife 'O8. En otra carta que publi-ca
este periódico, un antiguo emigrante, cuenta con alegría su en-cuentro
con viejos amigos y paisanos, que están en el ejército espa-ñol,
y nombra a los siguientes: Coronel Madan, Favio Hernández,
Gutiérrez Marrero, Julio Pérez, Sebastián Ramos, Ubaldo Serís, Fe-lipe
Verdugo, etc .,... 'O9. Según él, destaca también la labor desempe-ñada
por la prensa canaria en Cuba, en la defensa de los intereses de
España. Nos destaca a dos periodistas, a D. Juan Domínguez Barrera
(Director de Las Afortunadas) y D. Miguel Espinosa (redactor del
Diario de la Marina) "O.
En 1896, el Correo Militar de Madrid nos habla de los soldados
canarios que tuvieron que ir a Cuba: «Estos seres anónimos que en
Cuba pelean por la Patria no figuran en partes oficiales ni en noticias
de ningún corresponsal, únicamente si mueren llega su nombre en
negras letras de imprenta al modesto rincón donde sus madres re-zan
». Y añade que: «Los oficiales que de Canarias marcharon y por
los extensos campos de la Gran Antilla operan han comenzado a re-cibir
el bautismo de sangre. Hace poco tiempo que el teniente D.
Santiago Cullén fue recompensado por su heróico comportamien-to
»"'
En cuanto a los canarios que lucharon con los insurgentes, es
más dificil encontrar información, porque se tiende a minimizar la
cantidad y a ocultar los nombres porque sus familiares, tienen miedo
o vergüenza. Por eso es interesante el párrafo que hemos selecciona-do
de una carta que envía desde La Habana, el antiguo y ya citado,
corresponsal palmero Esteban R. Acosta, que después de contar que
una partida al mando del cabecilla Leoncio Vida1 ha destruido la
mayoría de las tierras de los agricultores canarios de Camajuani, se
lamenta y nos dice que:
108. El Diario de Tenerife publica una nota necrológica dedicada a Felipe Ver-d&
o, que había fallecido en La Habana el 3 1 de marzo, víctima de la viruela. «Felipe
Verdugo)). Diario de Tenerife, n.O 2534,26 de abril de 1895.
109. «Desde Ci~ba»J. . C. S. La Habana, 4 de abril de 1895. Diario de Tenerife,
n.O 25.3 .,,5 ,27 de abril de 1895. i iu. kid.
11 l. «Crónica». Artículo extractado del Correo Militar. Diario de Tenerife,
n." 2756,23 de Enero de 1896.
Nicolás Reyes Gonzalez
«Lo que más nos apena el ánimo es pensar que a los mal-vados
se hallan unido algunos hijos de esa tierra, tal vez,
mal aconsejados o impelidos por la miseria o la maldad,
que de todos hay. El caso es que en las mismas filas del
desgraciado Vidal, figuraban y continúan hoy en la parti-da,
varios individuos que hasta comenzar la rebelión que
nos azota, estaban dedicados a las rudas faenas del campo
sin que dieran motivos a sospechar de su honradez. Para
los que impelidos por fuerzas mayores han seguido a los
rebeldes, pero los que se han ido voluntariamente al
campo enemigo, no tienen perdón de Dios: esos merecen
la condenación de todos»"*.
En la Guerra de Cuba, se practicaba como medio para hostigar
al enemigo, incendiar cañaverales, vegas tabacaleras y haciendas.
Esto arruinó a muchos pequeños propietarios canarios que como ya
hemos indicado, se ven obligados a regresar a Canarias, en una situa-ción
peor que cuando se fueron. Los que se unen a la partida de Vi-dal,
son seguramente braceros que cobraban un salario de estos pro-pietarios
canarios de Camajuani, viviendo en unas condiciones de
extrema dureza y explotación. Abrazan la causa de la independen-cia,
porque esperan mejorar su situación cuando sea libre.
2.2. LOS PUERTOS CANARIOS: ESCALA DE LAS TROPAS ESPAROLAS Y
SU ACLIMATACI~N
Desde el principio de la Guerra, los puertos canarios son la es-cala
obligada de los barcos que transportan las tropas españolas que
van hacia Cuba. Cada expedición es objeto de recibimiento, agasajo
y despedida solemne con discursos y bendiciones. La prensa de las
dos capitales canarias recoge los anuncios de las autoridades locales
n n n x r n n o n A n o 1nc A i i r l ~ A r i n nm~-r - n r i o ro p r r n c o n t r o n o n lnr ni~or tnr
b,uilvu~ulluuu 1WJ b,iuuuuuiiuir pula YU' .,U UW"UU"L'U" U11 l"., pUU. LV. 7
y manifiestan su poder de las defensas militares de Canarias. Como
solución y tras diversas intervenciones parlamentarias del Senador
de Canarias valores supremos de la patria y la misión heróica que van
112. «Desde Cuba». Esteban R. Acosta. La Habana, 25 de marzo de 1896. Dia-rio
de Tenerife, n . O 2827,20 de abril de 1896.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 967
a cumplir estos soldados en Cuba. Pero para que no sufran epide-mias,
se piensa en que sería necesario que pasaran una etapa de
«aclimatación» en Canarias, completando su instrucción.
Como muestra, hemos elegido la que publica el Diario de Las
Palmas, en la que el Alcalde de Las Palmas, D. Felipe Massieu, se
expresa como sigue :
((Acudamos, pues, todos, como un sólo hombre, al mue-lle
de La Luz (...), a vitorear las tropas nacionales que,
con heroismo sin igual, menospreciando los rigores epi-démicos
y luchando con la negra traición y la ruin em-boscada,
sabrán lograr el fracaso de la inicua obra del se-paratismo
y obtener el paradisíaco triunfo de la que Cuba
sea siempre española I l 3 .
Otro tema que hemos recogido en la primera parte del trabajo,
surge de nuevo, el de las defensas militares de Canarias. Como solu-ción
y tras diversas intervenciones parlamentarias del Senador de
Canarias, D. Imeldo Serís, se sugiere la de:
((destinar a Canarias un contingente llamado a cubrir ba-jas
en Cuba o reforzar aquél ejército, llenando mientras
tanto el servicio del archipiélago, que no necesita ocupar
de modo permanente a un crecido número de sus hijos
en guarnecer un.as islas que todos ellos defendían con sus
pechos si el caso de hacerlo llegara» ' 1 4 .
Se trata de la vieja idea de utilizar Canarias para aclimatar e
instruir las tropas que luego serían enviadas a luchar a la manigua
cubana. De esta forma se cumpliría el doble objetivo de reforzar la
defensa de Canarias y mejorar la preparación de las tropas, logrando
que los quintos no constituyeran la ((carne de cañón» que estaba
siendo.
Nos parece interesante incluir aquí, el final de la intervención
1 13. díabitantes de Las Palmas». El alcalde, Felipe Massieu. Diario de Las Pal-
A A- nhr:l A- 1 QOC
LLI(IJ, 7 UC (IVL I I UC 1 0 7 J.
114. «Las Defensas de Canarias». (De El Correo Militar). Diario de Las Palmas.
m0 365.22 de abril de 1895.
968 Nicolás Reyes González
del Sr. Serís en el Senado, el 4 de Abril, porque califica a Canarias
como «colonia», sin darse cuenta:
«Ruego, pues, a mi respetable amigo el Sr. Ministro de la
Guerra que mire con algo de Benevolencia y con cariño-sa
atención á aquel hermoso archipiélago, que es y será
siempre codiciado por todas las Naciones del Mundo, y
ya que hace más de cuatro siglos que Espaiia las con-quisto
y que es la colonia que más se ha asimilado a la
madre Patria, sea ella en aquellos apartados mares el or-gullo
de esta Patria querida y su fortaleza inexpugna-ble
» ' ' 5.
En cambio, frente a la petición de reforzar las defensas de Cana-riZs,
l~ respuestu 142 2 ser un pr~ye r t e& ! Sr. r&r.cxius &! &&i!!=,
que consiste según indica «El Día» de Madrid del 3 de Mayo:
«que la guarnición que vaya a Cuba esté aclimatada, de-biendo,
por tanto, ir a la gran Antilla la de Puerto Rico;
a ésta la de Canarias, y los refuerzos de aquí, a estas últi-mas
islas» l 1 6 .
Se equivoca el líder conservador porque no tiene en cuenta, que
las fuerzas de Canarias son regionales, adscritas a aquel Archipiéla-go,
siendo además insuficientes en cantidad y poco preparadas mili-tarmente.
Además como señala el Diario de Las Palmas:
«El Sr. Cánovas del Castillo, jefe del Gobierno Conserva-dor,
persiste en su empeño de que se envíen á Cuba las
tropas de estas islas, sin fijarse en que son batallones re-gionales
y en que de llamarse las reservas á activo, aquí
donde no existen brazos, la agricultura quedaría por
completo arruinada)) l I 7 .
11 5. «En el Senado. sobre asuntos de Canarias». (Intervención de D. Imeldo Se-rís
el 4 de abril). Diario de Las Palmas, n." 368,25 de abril 1895.
116. «Tropas Canarias a Cuba», sin firma. Diario de Las Palmas, mayo de 1895
($2?).
117. Ibid.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 969
2.3. EL RECLUTAMIENTO DE LOS «QUINTOS» Y EL ENV~O DE TROPAS
CANARIAAS CUBA
Existen dos peculiaridades en la segunda mitad del siglo XIX,
que son interesantes y que merecerían un estudio separado. En pri-mer
lugar, que en Canarias no se establece la Guardia Civil, como en
el resto del territorio español, en 1844; sino que se tienen los «guar-dias
provinciales» que cumplen estas funciones de orden público, de
todas formas hemos de tener presente que como indica el ((Diario de
Las Palmas)) el 29 de Julio de 1898. para justificar porqué no habían
solicitado la presencia de la «Guardia Civil»:
«Consideramos que las condiciones de la vida en Cana-rias,
la índole suave y pacífica de nuestros pueblos, ha-
ci,a r, . . - - n n ~ ~ 'A n al rnoi irAr 9 1 9 f i l ~ r - 1 9g rma& rnn lac
1 l l l l b ~ b ~ ~b1I 1I ~b b U I I X L U ICI L<ULIU I UI...U w v i i r ~ v
atribuciones extraordinarias que ostenta el guardia ci-vil
» I l 8 .
Según Diego López, «la Guardia Civil nace y se desarrolla en
España en un momento político crítico: cuando triunfa la alianza
nobiliario-burguesa, base del moderantismo, cuando el Ejército
compite con el poder civil por encarnar autónomamente la voluntad
y representación nacionales, cuando el Estado se configura con rigi-dez
haciendo de la Guardia Civil un formidable instrumento de cen-tralización))
'19. Canarias va a tener este poderoso instrumento de po-der,
a partir de 1898. Otra peculiaridad, es el Ejército Territorial o
Milicias, que cumplían el servicio en la provincia, tradición rota en
la Guerra de Cuba y Filipinas por Cánovas. Imeldo Serís, protesta en
el Senado por el procedimiento seguido para el reclutamiento de
quintos en Canarias:
«En aquel país. por lo visto no se hacen auintas sino le-vas,
cazando a los individuos como si ,fueran conejos, y
creo que no estamos en tiempo de que esto pueda hacer-
11 8. «La Guardia Civil en Canarias», sin firma. Diario de Las Palmas, n . O 1300,
29 de julio de 1898.
119. LOPEZ GARRIDO, D.: «La Guardia Civil y los orígenes del E.rtado Cen-
~ralista»C. rítica Ed. Barcelona, 1982.
Nicolás Reyes González
se. He aquí el telegrama que se me ha dirigido: 'Profundo
disgusto en los muchos padres de familia, motivo apre-hender
quintos guardia provincial' (Allí la guardia pro-vincial
es la guardia civil de aquí). 'Llevándolos cuartel y
embarcándolos para Las Palmas para marchar a Cuba,
algunos con recursos pendientes ante la Comisión pro-vincial,
otros que han cumplido éste mes diez y nueve
años de edad' (chiquillos todavía para ir a pelear), 'mu-chos
sin haber sido entregados en Caja, ni haber pasado
por tanto a la jurisdicción militar y sin que se les haya
instruido expediente de prófugo» IZO.
Veamos la contestación del Ministro de la Guerra, Gral. Azca-rraga,
en la sesión del día siguiente:
..re 1 o 2- A L A 1 . < l L - - --e -L:-*- A- -1L -1 ---.-- WCII 10 UC; PIUIII UILIIIIU, LUII UUJC;LU uc aluclgal CI u l a y u l
número posible de reemplazos para la isla de Cuba, da-das
las circunstancias que atravesamos, se expidió un
Real decreto indultando a los prófugos que se presenta-ran
a las autoridades y concediéndoles la gracia de que
fueran a servir a Cuba sin sufrir de reclutamiento y reem-plazo;
se decía también en el mismo decreto que al que
fuera aprehendido se le mandaría a Cuba sin concederle
esa rebaja» 1 2 ' .
Añadiendo el Ministro, que en Canarias se ha dado el caso la-mentable
de que la Comisión provincial «empezó a levantar la cláu-sula
de prófugo que tenían en su expediente muchos de esos indivi-duos,
lo cual es tanto más deplorable en estas circunstancias en que
parece que todos debíamos prestar nuestra ayuda al interés patriótico
que se ventila en Cuba, y mucho más cuando se trata de una provin-cia
(Canarias) que ya disfruta de la gran ventaja que no tiene ninguna
otra de la Península de que los individuos que son sorteados para
servir en el ejército no salen del territorio de la misma» 122. En el de-
120. Incidente Parlamentario en el Senado (Sesión del 14 de junio). Diario de
Tenerife, n . O 2580,22 de Junio de 1895.
121. !nci&n!o Pnr!nmen!nrio en e! Senndo (Serinn del 15 de ji.inin), Diario de
Tenerife, n.024 de junio de 1895.
122. Ibid.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 97 1
sarro110 de su argumentación dijo que se habían puesto en contacto
con el Capitán General de Canarias, para que él informara de la si-tuación
real y que estaba esperando su contestación. de todas formas
añadió un dato que nos parece de sumo interés reseñar aquí, el Mi-nistro
dijo que:
«existe variedad de opiniones respecto a las operaciones
de reclutamiento en Canarias, pues,como vulgarmente se
dice, esas operaciones no dan por resultado ni hombres
ni dinero; es decir, que el numero de excluidos es allí
muy considerable)) '23.
Hemos realizado la exposición de los hechos, sin entrar en un
análisis crítico valorativo para ir sacando algunas conclusiones, aun-que
quizás no pasen de ser hipótesis, porque quizás sea necesario in-vestigar
con una mayor profundidad, todo lo relacionado con el re-clutamiento
de quintos en Canarias. La Ley de Reclutamiento
Reemplazo vigente es la del 10 de Julio de 1885, en la que se admi-tía
la sustitución personal y la rendición en metálico mediante el
pago de 1 S00 ptas. El 27 de Julio de 1887, el Gral. Cassola median-te
una reforma elevaba a 2.000 ptas., la rendición, siendo ésta válida
para no ir a las Colonias. Según señala Nuria Salas: «En todo caso,
redimir un hijo de servicio era una necesidad mucho más inmediata
-(...)- que darle oficio o carrera. Y testigos tan diferentes como
son Fernán Caballero, Pardo Bazán, Jaime Balmes, F. de Lesseps o
el General Prim, ven en la quinta a la más temida de las 'catástrofes
periódicas', el primer objeto de terror de los campesinos, de los tra-bajadores
de la península; causa de estancamiento social y analfabe-tismo
fatalista. Pues ¿de que sirve desvivirse por darle educación al
hijo, si no se tiene dinero para redimirle del servicio cuando le toque
ir a quintas, y durante los largos años de servicio pierde el oficio,
cuando no la vida?» 'z4.
En Canarias, se dan una serie de circunstancias que hemos de
tener presente, cuando nos referimos a las causas de la emigración,
apuntamos que una de ellas, era precisamente huir del reclutamien-
!23. !bid.
124. SALAS, N,: ((Sobre esclavos. reclutas y mercaderes de quintos», Ed. Ariel,
Barcelona, 1974, p. 2 12.
972 Nicolás Reyes Gonzalez
to, porque no se poseía dinero para pagar la redencion en metálico.
Ya apuntamos la queja del periódico de Las Palmas, al anunciarse el
envío de tropas canarias a las Antillas, porque la agricultura iba a re-sentirse,
por falta de brazos. Otra característica peculiar de Canarias,
es que no tiene la «Guardia Civil», como existe en la Península des-de
1844 125. Tiene en cambio una «Guardia Provincial» que cumple
funciones análogas a su homónima peninsular. Pero el tema del re-clutamiento
en Canarias vuelve a ser tema de discusión en el Sena-do,
pues D. Imeldo Serís ha conseguido mayor información y el 25
de Junio expone lo que sigue:
«Según mis noticias, parece que existen detenidos en los m 0D
cuarteles de Tenerife y Gran Canaria unos 130 indivi- E
duos. Yo supongo que habrá alguna exageración en esto, O
n
y que de ios 130 iiidividuüs puede iarr,biér, q.ue a:gU- - m
O
nos sean prófugos, que otros no y que algunos no tengan EE
la edad. El número no hace al caso, pués con sólo que S
E hubiera cuatro o seis individuos en esa situación, sería ya
lo suficiente para ver que la ley no se cumple, y un repre- 3
sentante del país tiene siempre el deber de hacer que se -
cumpla)) 126.
0
m
E
El Ministro de la Guerra se compromete a que sean revisados 6
los expedientes, antes de ser enviados a Cuba. n
E También ocupa un amplio espacio el envio de las primeras tro- a
pas de soldados canarios que son enviados a las Antillas. Son despe- n
didos en el puerto y se les anima de lo importante que es la misión n
n
que va a emprender. En este sentido se expresan con análogo lengua- =
je patriotero las autoridades locales de Santa Cruz y de Las Palmas, O
quizás rivalizan en que lenguajes y argumentos deben emplear, para
demostrar y convencer a todos que los canarios son más españoles
que nadie. Peio dejeriiüs el embarque de tropas de sddzdics canarios,
que quizás ignoran que por inexperiencia militar, sufrirán más de un
3 - = 1 - P..-:-:A.. n--V.:-..:-1 A P-..--:-p ..-I:L+,.A- A- 10 r.l..~..:A.4A~A 01 O-*-- ~ L J .~ d LULIIIXVII ~ L U Y I I I C ~~~e L a i i a i i a a ha a v i t r i r a u v u, ia ~upL,lu,lu,u , ,,,,-
blecimiento de la Guardia Civil. diario de Las Palmas, n.O 402,6 de junio de 1895.
126. «El .Marqués en d Senado» (Sesión del 25 de junio). Diario de Tenerife.
n.02590, 5 de julio de 1895.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 973
50% de bajas en la lucha; si no se pasan al enemigo y luchan con él,
dando también la vida, pero por una causa más noble y justa.
Vamos a ocupamos ahora de la Comisión que se formó en Ca-narias
para realizar gestitones en Madrid acerca del problema de las
quintas y de la declaración de prófugos y desertores, que como ya
hemos indicado sigue coleando porque no cuentan con dinero en
metálico para pagar la redención y sobre todo porque no parece jus-to
que al regresar de la emigración se hayan encontrado con una ley
de reclutamiento que les hace volver a empezar, porque algunos re-gresan
tras veinte años de ausencia12'. La presencia de la Comisión
en Madrid, no es bien recibida y mucho menos comprendida por la
prensa de la capital de España; citamos como botón de muestra, lo
que dice «La Correspondencia Militar)) del día 5 de Septiembre de
1895:
«La pretensión que ha traído la Comisión de Canarias es
por demás vana y digna de castigo.
La patria necesita soldados que la defiendan en Cuba;
las 48 provincias dan sus contingentes y se preparan a
dar más; pero la otra provincia, Canarias, pide, ruega y
hasta amenazará a fin de que no vayan a las filas del Ejér-cito
los dos mil hombres y pico que le corresponden» 128.
El presidente de la Comisión de Canarias, el Obispo de Canarias
dirigirá una carta a los diputados y senadores canarios para infor-marles
que se ha conseguido una prórroga de dos meses para los mo-zos
de Canarias, afectados por la ley de reclutamiento. Los comisio-nados
se disponen a regresar a Canarias, porque se muestran satisfe-chos
con lo conseguido129.
El problema de los «mozos canarios» como se publica en la
prensa madrileña de época, esta relacionado también con un proble-ma
que enfrenta a liberales y conservadores. El Diario de Las Palmas
asegura que el partido liberal «respetó siempre el carácter regional
127. «Gestiones de la Comisión», sin firma. Diario de Las Palmas, n.O 483, 16 de
septiembre de 1895.
128. Reproducido en ei Diario de Las Paimas, n.O 480, Septiembre 1895.
129. d a Comisión de Canarias)). Diario de Las Palmas, n.O 489,23 de septiem-bre
de 1895.
974 Nicolás Reyes González
de nuestras milicias, como así consta en la tan citada ley de recluta-miento
del año 1885; entonces hicimos ver que a pesar de la guerra
de melilla y de la de Filipinas, el ministro de la guerra liberal, nunca
se atrevió a movilizar nuestras milicias)) I3O. Culpando a la obstina-ción
de Cánovas del Castillo, el haber tenido que sufrir, viendo como
se iban los soldados canarios para Cuba, cuando eran tan necesarios
para el desenvolvimiento económico del Archipiélago. La situación
socioeconómica de Canarias se ha visto agravada por el regreso for-zoso
«de nuestros agricultores canarios, aquellos de menos recursos,
que se ven en la necesidad de malbaratar sus pequeñas propiedades
(si no se las queman) y se marchan a Canarias por todos los vapores
que para aquellas islas salen» 13'.
En el período que estamos estudiando, la prensa tiene ya un po-der
y una influencia nada desdeñable. Si repasamos, como hemos
hecho, la prensa de la época, podemos concluir que estaba creandose
un ambiente de hostilidad hacia los «yankees», desde mucho antes
de 1898. Se insiste con frecuencia en el «orgullo nacional* herido y
humillado, de forma continuada por los norteamericanos. En este
sentido y a título de ejemplo, vamos a percibir esta crispación colec-tiva,
en el siguiente texto, que hemos recogido del «Diario del Co-mercio
» de Barcelona (1 897):
«Ya no es el problema de Cuba ni militar ni político, ni-histórico,
ni nada ...; ha quedado reducido a un galimatías
infernal en el que se ha enredado y hecho prisionera de
tal suerte la dignidad y la honra nacional que, franca-mente,
no se sabe ni se acierta a definir qué significan
esas palabras que siempre han tenido la virtud de electri-zar
los pueblos y por ellas hacerse dignos de la epopeya y
de las más grandes abnegaciones.
130. «Otra vez con las milicias)). Diario de Las Palmas, 20 de noviembre de
1895.
13 1. «Canarios en Cuba)). (De Las Afortunadas de La Habana). Diario de Las
Palmas, n.O 557,22 de diciembre de 1895.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 975
¿Es de dignidad y de honra la cuestión que ventilamos en
Cuba?
Sí ... pues no admito ingerencias ni imposiciones como
con las que nos abofetean los Estados Unidos.
¿No es problema de dignidad ni de honra el problema de
Cuba?
Pues ... bajemos el terreno de la conveniencia, del merca-do
librísimo, y tratemos con los yankees de potencia a
potencia)) '32.
Sin exageraciones, podemos señalar que a la guerra se fue en
parte por el desencadenamiento de la presión pública a través de la
prensa. Pero además, este fenómeno también se percibe en la prensa
america.n a,. que aporta sensacionalismo, y deformación de .a lgunos r acmtec:m:entcs, unirnada y financiada por e! gmpo de íjresioí; yaii-kee
con intereses económicos en las islas.
El problema de las causas de la guerra hispano- norteamericana
y de la cubana es mucho más complejo, que necesita una seria refle-xión,
analizando los intereses que entran en conflicto, y como se
configura y se plasma en la historiografia de los paises en conflicto.
Se suele decir que las motivaciones que explican la ingerencia
americana en el hecho de Cuba, se deben a intereses económicos que
exigen la anexión de la isla a Estados Unidos. Se añade que el capita-lismo
yankee necesita mercados y materias primas, pero esta expli-cación,
aunque seductora, hay que descartarla, porque -según nos
dice Claude Fohlen- «la mayoría de los historiadores opinan que,
en 1898, el mercado interior, gigantesco, ofrecía tales posibilidades
de expansión que no eran necesarias las aventuras exteriores. Más
aún, los medios financieros mostrábanse opuestos a tales aventu-ras
» '33. Además, durante el siglo XIX los Estados Unidos habían re-currido
a otros procedimientos de expansión territorial, que no im-plicaban
intervención militar. LA qué re debió este cambio tan vin:
lento?
Como ya hemos apuntado en diversas ocasiones, en el presente
132. «Manojo de desdichas*. (Del Diario del Comercio de Barcelona). Reprodu-cido
en el «Diario de Tenerife~n,.O 3093, 10 de marzo de 1897.
133. FOHLEN, C.: «La América anglosajona de 1815 hasta nuestros diaso.
Nueva Clio. Ed. Labor. Barcelona, 1967, p. 49.
976 Nicolás Reyes González
trabajo; Estados Unidos había ido jncrementando progresivamente
su influencia económica en Cuba desde 1860. Este hecho evidente,
consentido por España, nos hizo cuestionar si Cuba era una colonia
española o americana. Cuba se debate entre la dependencia económi-ca
de los Estados Unidos y la dependencia político-administrativa
de España. Sin que esto quiera decir que España no obtuviera tam-bién
beneficios de la Gran Antilla, sobre todo en lo relacionado al
proteccionismo de los productos españoles, que encontraban así un
mercado idóneo, sin competencias extranjeras. Nos parece que los
Estados Unidos no necesitaban de la anexión para aumentar su do-minio,
bastaba su voluntad de hacerlo.
Y por último, y para concluir, veamos las causas que algunos Dm
N
historiadores americanos apuntan para explicar los orígenes del im-perialismo
de los Estados Unidos. En primer lugar, existió una estre- . , On cba corrclazion entre e! h a ! de !a fmntem '14 y e! pri11cipi~d) e !a ex- -- m
pansión. Habían terminado la conquista del continente y la cercanía O
E
de algunas tierras vacantes o en débiles manos, les estimuló a la bús- E
2
E queda de nuevas fronteras, empeño éste, en el que según parece, si- -
guen dedicando sus esfuerzos en el momento presente. Para termi- 3
nar, señalar una serie de causas, que sin duda, tienen su valor y su --
influencia, como por ejemplo, que los Estados Unidos estaban con- 0
m
E vencidos de su superioridad política, y pensaban que tenian una O «misión» que cumplir con respecto a los «barbaros». Otra, es que el
imperialismo británico comenzaba su decadencia, siendo los Estados n
E Unidos, la potencia que debía ocupar su puesto. Y finalmente, exis- -
a
tía la creencia bien arraigada de que a la larga, siempre gana la po- nl tencia que domina el mar; por ello se proponía que se incrementase n
n
la flota de guerra norteamericana y se instalasen en puntos estratégi-cos
de los diversos continentes, bases navales. Estados Unidos ocu- 3
O
paba en 1890 el sexto lugar, entre las marinas mundiales
Vamos ahora a tratar de acercarnos al estudio de las causas del
cmflicto desde !a ue;:ier,te españda. E i g um~ sen primer lugar que
España tiene que tomar postura en un doble frente: ante su colonia,
134. Me refiero a la conocida tesis de la frontera del historiador Turner, que
i:,erp:eta qUe !u frmtern Ha side e! estimc!e q x permite cimprender e! desarrollo de
los Estados Unidos, desde su independencia hasta 1890, fecha en que alcanza la fron-tera
continental.
135. Cfr. FOHLEN, Claude. op. cit. nota (1 33).
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX ,977
que reclama insistentemente la autonomía y ante una potencia ex-tranjera,
que como hemos estudiado, quiere poseerla. El pueblo es-pañol
se ve arrastrado por los gobiernos de la Restauración y acuden
estusiasmados a la guerra frente a los cubanos, primero, y contra Es-tados
Unidos, después. Las únicas voces que se elevaron contra de la
guerra procedieron de los grupos republicanos y de los partidos obre-ros.
Lo que sucede también, es que la censura de prensa existente,
impide que expresen con igual extensión sus ideas los contrarios al
colonialismo. Además, en un ambiente en el que se desbordaban las
pasiones y el patrioterismo, se corría cierto riesgo adoptando postu-ras
contrarias al sentir generalizad^'^^.
El incidente de la voladura del «Maine», acorazado americano
que se hundió en las aguas del puerto de La Habana, ha sido presen-tado
como detonante del conflicto bélico entre España y Estados
Unidos. De todas formas, como ya hemos tenido ocasión de compro-bar,
existía una tensión anterior, motivada por el apoyo encubierto
primero, y abierto, después, de los yankees a la causa cubana insu-rreccional.
Aunque fue utilizado como pretexto, media cierto período
de tiempo, entre el incidente del «Maine» y las primeras escaramu-zas
bélicas. En este sentido, la catástrofe impresionó profundamente
al pueblo americano y desencadenó una furiosa campaña anti-española,
apoyada y alentada por aquellos sectores del capitalismo
americano con intereses en Cuba. Forzando de esta forma al Presi-dente
Mc-Kinley a tomar la decisión de intervenir militarmente.
Aunque también es posible, que el presidente tuviera alguna deuda
de gratitud, al recibir ayuda y quizás apoyo financiero en su triunfal
campaña electoral de 1896.
Como es sabido la guerra hispano-americana de 1898 se desa-rrolló
en dos teatros: las Antillas (Cuba y Puerto Rico) y las islas Fi-lipinas.
Recientemente, el historiador canario Julio Hernandez ha
estudiado la posible apertura de otro teatro de operaciones: Cana-r
i a ~ ' ~C' .r onológicamente, las hostilidades se iniciaron al mismo
tiempo en Filipinas y en las Antillas y terminaran con la derrota de
136. Cfr. GARCÍA NIETO, M." del Carmen y otros: <&estauración Desastre.
1874- 1898)). Guadiana de Publicaciones, Madrid, 1972.
::T. H E R ~ ~ R ~ ~G=AERZC ~AJ, .: <i~ibiiiiud e iiiuüsitii üiiuiiciíih de
los Estados Unidos a Canarias en 1 8 9 8 ) ~(2 artículos). Diario de Avisos de Santa
Cruz de Tenerife, 30 y 31 de Diciembre de 1983.
Y78 Nicolás Reyes González
España, el 18 de julio. Otra cuestión que nos encontramos en la
prensa de la época, era el problema jurídico, de la necesidad de hacer
una pública declaración de guerra, antes de iniciar el conflicto, En su
lugar, Estados Unidos dirigió un Ultimátum el 20 de abril al gobier-no
español, dando un plazo hasta el 23 de abril a las doce, para que
cumpliera una serie de condiciones que Estados Unidos juzgaba im-prescindibles.
Bueno dejemos por ahora, los detalles cronológicos y
los hechos bélicos, y recurramos al estudio de las fuentes que hemos
venido utilizando, en el presente trabajo para estudiar este hecho, en
relación con Canarias 13*. '
Ya hemos hablado, de la situación de indefensión y de abando-no
que padece Canarias en estos últimos años del siglo XIX. La
prensa recibe con alegría la noticia de la llegada de tropas españolas
para reforzar la guarnición de las islas. Esto se hace en Abril de 1898
y reme m eru ur? srcretv q x FstaY~s Unidus pndia desear anexii-narse
también al Archipiélago y contar así con una base naval estra-tégica,
en Africa. El Diario de Las Palmas, el 9 de abril saluda así
este hecho :
«¡Sean bienvenidos los valientes defensores de nuestro te-rritorio,
los nobles e invencibles soldados de España!» 139.
En cuanto a la postura que adoptan las demás potencias, con
respecto a la guerra, parece ser que Europa apoya mayoritariamente
a España, aunque esto, no pasa de tener un carácter testimonial, por-que
España, no se encuentra sólidamente ligada por ninguna de las
«alianzas» europeas, debido a la política exterior de «aislacionismo»
de Cánovas del Castillo. El Diario de Tenerife, el 26 de Abril se re-fiere
a la posición favorable a España, que ha adoptado Inglaterra,
según han manifestado miembros de la colonia inglesa santacrucera,
y termina diciendo que :
«Creemos que Inglaterra es de las naciones europeas más
interesadas en no facilitar las injustificadas y absorbentes
pretensiones de los Estados Unidos; dado que, como Es-paña,
tiene colonias importantes en América y en las
138. Cfr. AZCARATE, Pablo de: «La guerra del 98», Alianza Ed. Madrid, 1968.
139. «Las Tropas», sin firma. Diario de Las Palmas, 9 de abril de 1898.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 979
mismas Antillas, tan expuestas como Cuba a los apetitos
de rapiña que despierta la doctrina Monroe)) I4O.
Días más tarde recoge el Diario de Tenerife, un párrafo de un
artículo publicado en la ((Gaceta de Moscú)), en el que advierte a los
yankees: «que deben recordar que Nelson dejó un brazo en Canarias
y la vida en Trafalgar; que Rusia pudo derrotar a Napoleón gracias a
España, y que Lissa es lección tremenda para los malos marinos.
Añade que la marina norteamericana puede batirse contra los japo-neses,
pero no contra una europea»I4'. Ese mismo día recoge noticias
de diversos municipios de la isla, que dan cuenta de la organización
de los batallones de reservistas, que se preparan para la defensa del
Archipiélago. Y en el Diario de Las Palmas del 9 de mayo, se infor-ma
de la decisión de formar un batallón de voluntarios para defender
-.,.-&-,.- ' iiumuas i ~ ld7. h
Los telegramas de la agencia de noticias Almodóbar que publica
el Diario de Tenerife el 30 de Junio de 1898, hablan del acuerdo del
gobierno americano de enviar una Escuadra al mando del Comodoro
Watson con destino, a España. Añadiéndose, que según el New York
Herald, «el objetivo que traerá la escuadra de Watson, será ocupar
las Islas Canarias, para tenerlas como base de las operaciones que les
permitieran después atacar y destruir las construcciones navales de
la Península. El Diario de Tenerife comenta que están confundidos
los americanos si piensan que les va a ser fácil ocupar estas islas. Y
añade: «No nos cansaremos de repetirlo: si vienen ya verán con
cuanto tesón las defenderemos al grito de ¡Viva España!» '43. Esta no
es la primera vez que se hace referencia en el Diario de Tenerife a
una posible invasión de Canarias. El 19 de abril, publicó un artículo
traducido del periódico «The World)) de Nueva York, titulado, «Por
donde España será vulnerable)), en el que se refieren a Canarias,
como sigue: después de referirse a nuestra historia y a la derrota de
Ne!snn, dicen q u e
140. «Crónica». sin firma. Diario de Tenerife, n.O 3427,26 de abril de 1898.
14 1. «Crónica», sin firma. Diario de Tenerife, n.O 343 1, 30 de abril de 1898.
142. «El Batallón de voluntarios», sin firma. Diario de Las Palmas, n." 1234, 9
de mayo de 1898.
143. «Telegramas» (de nuestro servicio particular). Diario de Tenerife, n.O 3479,
30 de junio de 1898.
Nicolás Reyes González
«No podría ahora sin embargo, resistir un ataque de una
Escuadra moderna, y tomada ella (Tenerife), todo el gru-po
caería en nuestro poder. Si las conservamos hasta el
fin de la guerra, podemos fácilmente encontrar compra-dor
en Inglaterra)) '44.
El 31 de Mayo, Zenjime escribe un artículo sobre el mismo
tema, que titula «Nos perdonan la vida...)), en él transcribe del perió-dico
de Londres The Daily Telegraph del 20 de Mayo; lo que sigue:
«Una casa de Liverpool que tiene grandes relaciones de
negocios en las Islas Canarias ha recibido una comunica-ción
de Tenerife, diciendo que el Cónsul Británico ha
sido informado por su Gobierno de que los Estados Uni-dos
no bombardearán las Islas Canarias. Esto, dice el co-rresponsal,
es el resultado de un arreglo entre Inglaterra y
Estados Unidos. Mientras Inglaterra permanezca neutral,
los Estados Unidos, sabedores de que Inglaterra tiene
grandes intereses en las Islas y de que un bombardeo po-dría
causar la destrucción, se abstendrán de tomar medi-das
tan extremas)) 145.
Esta información tiene su interés y puede incluso explicar por
qué no se produce la invasión de Canarias. Pero esta intervención de
Inglaterra para defender su intereses en Canarias, no parece alegrar
demasiado a Zenjime, que opina de este asunto, así:
«Cándida y, por tanto ridícula e inaceptable es la suposi-ción
de que Inglaterra vendiera su neutralidad por el
ofrecimiento de uno de los contendientes de dispensar un
favor al otro contendiente; porque por muchos y grandes
que sean los intereses de Inglaterra en Canarias, muchos
más y mucho mayores son ios que tiene aquí España, ios
que tenemos todos nosotros, que no somos ingleses, que
144. «Por donde España sera vulnerable». («The Worldo. Nueva York). Diario
A. TnnaAfn n o ' i A 3 1 10 A n nhAl A- 1 POQ U1 Ib,.CILl%.> L.. J T L I , L/ U1 U"... U1 I",".
145. «Nos perdonan la vida». Zenjime. Diario de Tenerife, n.O 3455, 31 de mayo
de 1898.
Cuba y Canarias en la crisis del colonialismo español del siglo XIX 98 1
somos españoles, que estamos muy a gusto con la nacio-nalidad
de España, y que no mendigamos ni queremos la
protectora conmiseración de Inglaterra)) 146.
Nos parece una reacción desproporcionada y chauvinista la de
Zenjime, pero es la misma que hemos ido observando en sus artícu-los,
siempre adopta una postura que podríamos calificar de ((españo-lista
», si se puede emplear este término, para calificar a los que re-claman
y defienden la españolidad de Canarias y de los canarios. Po-dríamos
decir que Zenjime es un seudónimo, utilizado por Julio Ji