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HISTORIA SERIAL DEL COMERCIO CANARIO-AMERICANO: 0
CORRECCIONES METODOLOGICAS - O m
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Hace años tuve oportunidad de consultar en las series documen-tales
del Consejo de Indias del Archivo Histórico Nacional (lega-jos
20.278 al 20.286) una interesante serie de pleitos mantenidos
ante el alto organismo indiano por una serie de vecinos comerciantes
de las Islas Cariarias; iodos ellos pertenecen a una serie decena1 entre
los años 1764-1776, que incluye, con otros, el historiador Francisco
Solano en un catálogo de los mismos que ha presentado en esta mis-ma
reunión. Sin tiempo todavía para estudiarlos en su conjunto, aun
cuando ya en trance de efectuarlo, quisiera en esta oportunidad parti-cipar
con ustedes una serie de inquietudes e hipótesis de trabajo, un
avance de mis preocupaciones fundamentales ante lo que tal documen-tación
de índole litigante me sugiere, sobre todo por cuanto con ello
quizá podrían establecerse algunas reglas metodológicas que puedan
ser aplicadas como elementos de corrección, y acceder así a la compren-sión
de un posible camino de análisis serial y, en definitiva, algunas
perspectivas para el planteamiento de una empresa de considerable en-vergadura
científica cual es el establecimiento de bases operativas de
análisis para la investigación de la historia serial del comercio canario-americano,
durante los tres siglos de dominación española en América.
El tema del comercio canario-americano ha tenido un tratamiento
un tanto inconexo, pese a la importancia que, con toda evidencia, tuvo.
Ya el historiador canario Viera y Clavijo se propuso, aunque sin llegar
a coronarlo, escribir Noticias de la navegación de Canarias Q i?mérica,
según propia declaración en su monumental Noticias.. . Actualmente
encontramos datos fragmentarios en obras como el Cedal~rio Indiano,
de Encinas; Ia Recopilación de Leyes de los Reynos de Indias o el
Norte de Contratación, de José de Veitia Linage; llamadas de atención
muy serias, como la del historiador norteamericano C. H. Haring, sobre
la importancia del tráfico y la necesidad de su esr~.idio sistem6ticn; tra-tamiento
eminentemente jurídico como el de José Peraza Ayala (El ré-gimen
comercial de Canarias con las Indias en los siglos XVI, XVII
y XVIII), o el incidental tratamiento del tema en Ia monumental obra
de Antonio Rumeu de Armas Piuaterias y ataques navales contra las
Islas Canauias. Es preciso llegar a la sólida monografía de Francisco
Morales Padrón: El comercio canario-ameuicano (siglos XVI, XVII
y XVIII), Sevilla, 1955, donde proporciona los resultados de sus in-vestigaciones
en la sección «Indiferente General» del Archivo General
de Indias, para acceder a la primera construcción histórica de conjunto
del tema. El lugar privilegiado de las Islas Canarias en el tráfico ame-ricano
ha sido puesto de manifiesto en la magnífica obra de Pierre
Chaunu: Seville et lJAtlantique (1504-1650), vol. VIIIl, Structures
(París, S. E. V. P. E. N., 1959), donde, sobre todo, pone de relieve el
considerable papel que las islas juegan en el tráfico más antiguo del
Atlántico transversal de Sevilla, sobre todo en su papel de bases im-prescindibles,
aunque profundamente afectadas por la función monopo-lizadora
sevillana en el ritmo de su propia dinámica comercial. La apor-tación
de las obras de Morales Padrón y Chaunu para el planteamiento
de la problemática del comercio canario con América en épocas histó-ricas
es inestimable y deben considerarse como obligado punto de par-tida
para acometer lo que es de todo punto imprescindible: el análisis
sistemático del tema, desde técnicas históricls modernas, y entendida
como una empresa común, que bien pudiera centralizar y promocionar
esta benemérita Casa de Colón de Las Palmas, que ahora nos con-grega,
de los historiadores americanistas españoles.
Del análisis de los pleitos relacionados con el comercio canario con
América que anteriormente mencionaba, y aún sin poder ofrecer unos
resultados coherentes, que habrán de derivarse del detenido estudio de
los libros de contabilidad intervenidos para la sustanciación del litigio,
puede deducirse una serie importante de cuestiones que paso a enu-merar:
- El comercio canario con América presenta un ciclo coyuntural
de diez-doce años, que es de presumir mantenga su coherencia
con lo? ciclos sevillanos, pero que rebasa ampliamente los lími-tes
de los ciclos atlánticos y americanos, lo que, presumible-nic~
iíe, nos pone en presencia de ciclos coiixrcia!es pr~piarilente
canarios.
- La administración de dichos viajes adolece de fuertes desequi-librio~
entre las inversiones de capital y los beneficios obte-nidos,
lo que revela considerables mermas dehidas a corrupcio-nes
administrativas y deshonestidad de relación entre armado-res,
maestres> capitanes y funcionarios, lo cual hubo de pro-ducir
un trauma de desconfianza en la inversión de capital para
el comercio.
- El sistema institucional regulador del comercio canario con Amé-rica
se encuentra seriamente afectado por:
- Los intereses del monopolio comercial peninsular [sobre
todo hasta el establecimiento de la libertad de comercio
(1778) y, sobre todo, el establecimiento del Consulado dz
Canarias ( 178611.
- La corrupción de los funcionarios (Jueces de Registro, Juz-gado
Superintendente, Intendencia General, autoridades mi-litares
y Administrador de Aduanas, cargo creado en 1772).
- La influencia excesiva y la impunidad de acción de los co-merciantes
con los que se establecía el tráfico en los puertos
americanos (Habana, La Guaira, Campeche, Cumaná, Ma-racaibo,
Santo Domingo) o, en su caso, con las grandes com-pa5las
iiioiiopuli~ado~adse : cümeicio de determinadas mer-cancías.
- Considerable falta de coordinación entre los comerciantes ca-narios
pertenecientes a los tres más importantes puertos in-teresados
en el tráfico con América (Tenerife, Las. Palmas,
La Palma).
- Escasa pofibilidad de capitalización financiera, contrastando
con importantes aportaciones de mercancías.
Tales cuestiones resultan suficientemente inquietantes -por lo con-tradictorias-
para el historiador, que se sitúa de este modo en pre-sencia
del considerable dilema de pensar lo que no tiene sentido: los
comerciantes canarios mantienen un comercio importante con América,
pero absolutamente ruinoso para ellos. Para aclarar esto es necesaric
acudir a un nivel que consistiría en abrir una primera fase de in-vestigación
de historia económica canaria por los siguientes objetivos:
Romper con el institucionalismo o descripción monográfica de
las instituciones en cuanto tales y tratar de construir un mapa
cronológico especial de todas las existente: y en relación con
ia economta canaria.
Conceder prioridad al estudio e investigación de la problemá-tica
macroeconómica (análisis de rentas y mercados).
Lugar de privilegio para el análisis de las estructuras y el fun-cionamiento
de los sistemas económicos (para fines analíticos
puede simplificarse bajo el aspecto de modelos).
Importancia primordial a las investigaciones a largo alcance, en
lugar de encerrarse en los particularismos de los cortos perío-dos
cronológicos.
e) Establecimiento de tipologías y generalizaciones con objeto de
descubrir las regularidades.
Cumplida esta primera fase, estaremos en disposición de acceder al
conocimiento directo de las experiencias seriales de los procesos eco-nómicos
canarios y en inmediato trance de alcanzar el nivel esencial,
afectivo, mental y psíquico colectivo de la sociedad económica canaria
en las etapas históricas señaladas.
No hay que decir que todo ello debe basarse en una investigación
exhaustiva en los grandes archivos nacionales e~pañoles, en los archi-vos
regionales y locales canarios, tanto públicos como privados y en
los posibles depósitos y series que puedan existir en las ciudades que
fueron las cabeceras americanas del comercio canario. Los resultados
ofrecerán un importante cuadro de cuestiones relativas a puertos, mer-caderes,
precios, mercancías: finanzas: tráfico: producciones, empresas,
demografía, grupos sociales, presiones políticas. Dispuesto todo ello en
series largas y con ayuda de ordenadores, será factible establecer los
puntos críticos que permitan de un modo definitivo llegar a compren-der
cuáles fueron las verdaderas motivaciones, personales y sociales,
que promovieron las instancias comerciales regionales en el conjunto
espacial del tráfico atlántico-americano.