SANTA CRUZ DE MAR PEQUEÑA Y LAS TENTATIVAS
«AFRICANISTAS» DE LA BURGUESIA GRANCANARIA,
1860-1898
F. QUINTANA NAVARRO
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PROPÓSITO y PUNTOS DE PARTIDA INICIALES
Pretendemos aquí, grosso modo. analizar las peticiones que sobre
el noroeste de Africa, y sobre Santa Cruz de Mar Pequeña de manera
espeGial, se formularon desde Las Palmas, por sus sectores comerciales
y poderes públicos, durante la primera etapa -«años de nacimiento
y euforia»- del africanismo español. entre la Guerra de Africa
(1860) y la pérdida de las últimas colonias españolas en América y
Asia (1898).
Precisar el contenido de las reclamaciones canarias en la vecina
costa africana. recuperar su discurso, profundizar en sus argumentaciones,
evaluar sus resultados. Tales son las principales líneas que intentaremos
seguir con el propósito de alcanzar una doble finalidad: de una
parte. indagar en la posible relación de sentido que guardaron las demandas
africanas de la burguesía isleña con el movimiento africanista
español. y con la política africana seguida por España antes del «desastre
del 98»; de la otra, insertar esas peticiones en la propia dinámica de
crecimiento que conoció la sociedad grancanaria durante la segunda
mitad del siglo XIX, desde que se concedieron las franquicias hasta que
se ~onsumó el irresistible despegue del Puerto de La Luz.
Este planteamiento descansa en unos supuestos previos, sobre los
cuales no vamos a entrar en detalles. pero sí convendría tenerlos presentes,
como marco de referencia global. para abordar el análisis del
tema; a saber:
a) La existencia de una reivindicación española sobre el territorio
que ocupó la antigua Torre de Santa Cruz de Mar Pequeña, reconocida
por el Tratado de Paz y Amistad con Marruecos en 1860, y basada en
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los derechos históricos adquiridos por la Corona de Castilla en el siglo
XV, cuando las incursiones y cabalgadas que prodigaron los señores dc
Canarias en Africa condujeron al establecimiento de una serie de «factorías
fortificadas» a lo largo de la costa africana I .
b) El nacimiento y consolidación de una corriente de pensamiento
africanista en la sociedad española, organizada en torno a sociedades
científicas y grupos de presión, que postulaba la adopción de una «acción
de España en Africa» asumiendo la «misión civilizadora» que, por
tradición, vecindad y necesidad, le estaba encomendada2
.
e) La realidad insoslayable de una burguesía local en Las Palmas
que intenta abrirse camino en la sociedad isleña como grupo dominante;
burguesía en formación, débil y frágil económicamente, de gran influencia
social, bien representada en los centros de poder político,
orientada hacia el comercio, y configurada definitivamente como clase
social al amparo del «crecimiento económico moderno» que posibilitó
el despegue del Puerto de La Luz como «escala» de la navegación internacional~.
Supuestos previos en los que se inscribe esta aproximación a Santa
Cruz de Mar Pequeña y las tentativas «africanistas» de la burguesía
grancanaria, dejando en claro, de antemano, que -lejos de plantear
conclusiones definitivas- sólo aspiramos a suscitar un debate historiográfico
en torno al «africanismo» isleño. Presentamos, pues, un conjunto
de reflexiones provisionales que necesitarán, sin duda, ser confirmadas,
matizadas, o simplemente rechazadas, a la luz de nuevas indagaciones.
l. Remitimos. sobre el particular. a lo ya escrito por RUMEU DE ARMAS. A..
entre otros trabajos. en Espw/a en el Africa Atlálllica, Madrid. eS.LC.. 1956-57.2 vols ..
y en La Torre afi-icalla de Santa Cruz de la Mar Peqlw/a. Su segunda .timdaciólI. en
Anuario de Eswdios Atlánticos, núm. 1. 1955. pp. 397-477.
2. Para un anúlisis de conjunto sobre el africanismo español. crf. una síntesis en
MORALES LEZCANO. V.: Espw/a y el Norte de Afi-ica: el Protectorado ell Marruecos
(/912-56), Madrid. U.N.E.D.. 19H4. pp. 43-H4; y. mús referido a la Sociedad Geográfica
de Madrid en particular. HERNANDEZ SANDO\CA. E.: La ciellcia geográfica y el
colollialismo espw/ol en tOTllO a 1880. en Revi,\'1lI de la Ulliversil!ad Complutense.
vol. XXVIII. núm. 116. Madrid. 19HO. pp. IH3-\99,
3. Nos apoyamos. para afirmarlo. en las conclusiones obtenidas en nuestro trabajo
El Puerto de La Luz ell Las Palmas y su Burguesía Comercial, 1883-1913, Memoria de
Licenciatura. U.N.E.D .. Madrid. 19H3. inédita. Mús brevemente, la síntesis Peque/la
His/oria del PI/<'I'to de Refúgio, Colección Guadagua. en prensa.
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Sallla Cruz de Mar Peque/ja y las tentativas «af'kanistas"... 335
II
LAS TENTATIVAS
1. IMPULSAR EL COMERCIO MARÍTIMO CON AFRICA
El éxito militar y diplomático que siguió a la intervención de las
fuerzas expedicionarias del General O'Donnell en la Guerra de Africa
(octubre de 1859 - marzo de 1860), generó en España un optimismo
moderado --como el propio Régimen- y limitado -a determinados
círculos y grupos de presión- sobre el futuro de la política africana.
Con la guerra, además, las relaciones hispano-marroquíes tomaron una
nueva dirección4
.
Para el Archipiélago Canario se había producido un significativo
cambio en su hinterland inmediato, al menos sobre el papel, puesto que
el Tratado de Paz y Amistad entre España y Marruecos, suscrito en
Tetuán el 26 de abril de 1860, aireaba la vieja cuestión de disponer de
un enclave español en la cercana costa africana, estimulándose, con
ello, nuevas expectativas para la pesca y el comercio -«franco» desde
ocho años antes- de las islas.
El artículo 8." del Tratado, estipulando que «Su Majestad Marroquí
se obliga a conceder a perpetuidad a Su Majestad Católica en la
costa del Océano, junto a Santa Cruz la Pequeña, el territorio suficiente
para la formación de un establecimiento de pesquería como el que
España tuvo allí antiguamente», se vinculó a la insistente reclamación
de protección para los pescadores canarios que faenaban tradicionalmente
en las aguas del banco saharianoS. Por otra parte, el artículo 13."
del referido conyenio, al anunciar la celebración inmediata de un Tra-
4. Sobre la Guerra de Africa y sus repercusiones. cfr. MORALES LEZCANO. V.:
op. cit.. pp. 15-IX: y SEVILLA ANDRES. D.: Africa I'Illa polítiCII e.I'{}(f/jola del.l·iglo
x/x, Madrid. C.S.I.C.. 1%0. pp. 75-130. Todo análisis referido a la política de España en
Africa durante el siglo XIX precisa de la consulta de: BECKER. J.: Espwja y Marruecos.
Sus re/aciones diplomátiClls durante el siglo x/x, Madrid. 1903. y REPARAZ. G. de:
Política de Espwja en AFim, Barcelona. 1907.
5. TOMAS GARCIA FIGUERAS ha afirmado que « ... la iniciativa de pedir el
antiguo territorio de Santa Cruz de Mar Pequeña fue de O'Donnell obedeciendo a indicaciones
que le fueron hechas por los canarios». cfr. Sa/1la Cruz de Mar Pequel/a, Ifni.
Sa!wra. La acciáll de ESfJwja en la cos/a occidellfal de Africa. Madrid. 1941. p. 63.
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336 F. Quillt{{//(( Navarro
tado de Comercio, abría un posible camino a la profundización de los
intercambios mercantiles con el Imperio Xerifiano.
El comercio de Canarias con las poblaciones del Sus. Uad Nun y
Teckna jamás se había interrumpido, a pesar de la pérdida de las fortificaciones
castellanas del siglo xv. Hasta 1860. los intentos individuales
de regularizar dicho comercio habían fracasado. pero probaban. en
parte. la existencia de una preocupación -siempre latente en Canarias-
por los mercados ribereños más próximos. Así es como hemos de
interpretar la propuesta realizada en 1784 por el Marqués de Branciforte.
a la sazón Capitán General de Canarias. en el sentido de crear una
compañía mercantil orientada a productos y esclavos africanos. o los
contactos mantenidos por los comerciantes tinerfeños Juan Cumella y
José Shanaham con el Sheik Beiruk en 18456
.
Después de la paz con Marruecos, el 7 de agosto de 1861. la Junta
Local de Comercio de Las Palmas elevó al Subgobernador de Gran Canaria
una petición solicitando del Gobierno la eliminación de las trabas.
especialmente las sanitarias. que pesaban sobre el comercio marítimo con
la vecina costa de Africa. Era un nuevo intento de impulsar el comercio
canario-africano. aunque esta vez se diferenciaba cualitativamente de proyectos
anteriores al ser planteado como aspiración colectiva de los comerciantes
isleños. a través de su representación institucional.
La Junta de Comercio justificaba su demanda en las posibilidades
de crecimiento que podía ofrecer la liberalización del comercio africano
para el Archipiélago. ya que « ...tenemos a nuestro lado --explicaba
la petición- una extensión de territorio que nos está brindando con
muchos productos privilegiados en cambio de otros á que el comercio
dá salida con dificultad»; al mismo tiempo. insertaba su iniciativa en la
dinámica de expansión colonial europea. al exponer que « ... no dejaremos
de recordar en apoyo de la presente gestión el afán incansable con
que el Gobierno de muchos países pretende abrir nuevos mercados, o
adquirir en ellos preponderancia. en cuya competencia hoy, gracias a la
Providencia. quiere tomar parte nuestra Nación»?
6. Cfr. la contribución dc RODRIGUEZ VICENTE. E. al V Coloquio de Historia
Callario-Americalla. Las Palmas. Casa de Colón. octubre de 19X2. en prensa: y GARCIA
FIGUERAS. T.: op. cit.. pp. 51-57.
7. Comunicación de la Junta de Comercio de Las Palmas al Subgobernador de Gran
Canaria. 7 de agosto IX61. en Expediellte sobre permitir el comercio COIl la fi-ollleriza
Costa de Afi-ica. 18ó/-ó3. (A)rchivo de la (S)ociedad (E)conómica de (A)migos del (P)aís
(dc (L)as (P)almas). Serie Informes. leg." 5. cxp. 2.
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Santa Cruz de Mar Peque/la y las tentativas «africanistas»... 337
En realidad, la Junta de Comercio no hacía sino pedir el reconocimiento
oficial a una situación que de [acto se estaba produciendo, cual
era -como consignaba la Academia de Medicina en su informe- la de
« .... que há largo tiempo existen relaciones frecuentes, e íntimas entre
los habitantes de la referida Costa y los barcos que desde Las Palmas
acuden á ella con motivo de la pesca; cuyos buques comunican con los
habitantes, cambian los productos de ambos países, e introducen clandestinamente
á su regreso, las mercancías que adquirierom/'.
La propuesta del comercio isleño armonizaba plenamente con los
intentos realizados por otros núcleos mercantiles de la Península, que
pensaban en la utilización de los puertos al sur de Agadir como los
puntos idóneos para canalizar el tráfico comercial procedente de las
regiones del interior del desierto, sobre todo el de Timbuctú. Así lo
entendieron, por ejemplo, los comerciantes gaditanos Francisco Puyana
y Jacobo Butler, quienes desde 1860 pretendieron establecer comercio
con el jefe más influyente de las kabilas del Uad-Nun, Beiruk, y que
acabaron sin resultado positivo después de siete largos años de cautiverio').
Tanto los intentos gaditanos, como la petición canaria, insistían en
la necesidad de entablar negociaciones directas con las tribus del desierto,
amparándose en la debilidad del poder del Sultán sobre los territorios
del Sus y Uad-Nun, y como medida paralela al establecimiento
de la factoría española en Santa Cruz de Mar Pequeña.
Tras los informes favorables de la Sociedad Económica de Amigos
del País. del Ayuntamiento de Las Palmas, de la Junta de Sanidad Local,
y del propio Subgobernador (obsérvese la anuencia generalizada a
la propuesta de los comerciantes locales), el oportuno Expediente motivó
la Real orden de 27 de junio de 1863 autorizando el comercio marítimo
con la costa africana a través de los puertos de Las Palmas y Santa
Cruz de Tenerife lO
. La nueva regulación estipulaba que los buques te-
R. Informe que emite la Academia de Medicina sobre la conveniencia de que se
abran negociaciones mercantiles en la Costa de Africa. Ibídem.
\l. Crf. Tentativas de D. Francisco Puyana y su cautiverio en Uad-Nun. en ALCALA
GALIANO. P.: Santa Cruz de Mar Pequeña. Pesquerías y Comercio en la Costa N.O. de
Africa, Madrid, 1\100. pp. 121-127; y. también. GARCIA FIGUERAS. op. cit" pp.
7R-H;3.
lO. Tanto PELAYO ALCALA GALIANO como TOMAS GARCIA FIGUERAS
hacen derivar la Real orden de 27 de junio de 1863 de las gestiones de Puyana y Butler.
Aunque esta circunstancia debió influir en la resolución tomada. la iniciativa partió del
comercio dc Las Palmas. según se desprende de la documentación que hemos consultado.
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338 F. Quillla/1a Navarro
nían que obtener patentes de navegación. análogas a las concedidas
para la pesca. expedidas por las Juntas de Sanidad de alguno de los dos
puertos; debían someterse a rigurosos controles sanitarios a su regreso:
y habían de pagar. antes de la partida. una considerable fianza de
15.000 reales de vellón para responder ante las posibles irregularidades
en que pudieran incurrir.
En tales condiciones. el pretendido impulso del comercio con Atrica
quedó reducido a la adopción de una normativa estricta que. ni
impidió el contrabando. ni provocó un cambio de rumbo en las relaciones
mercantiles afro-canarias. La medida no supuso más que la legislación
del irregular tráfico comercial que secularmente había mantenido
Canarias con sus vecinos inmediatos.
Veinte años después. el militar africanista Cesáreo Fernández
Duro. desde la tribuna del Congreso Español de Geografia Colonial y
Mercantil, se hacía eco de «... la aspiración legítima y constante en las
islas Canarias de utilizar la situación geográfica. la vecindad del continente.
la facilidad de comunicación. y la pericia de sus marineros. en
mutua ventaja de transacciones y universal provecho». y. lamentándose.
añadía a continuación: «contrariamente á la tradición. á la conveniencia.
á las leyes de la naturaleza y á la política. en su genuina acepción.
se ha impedido igualmente por nuestra parte que ejerciten la iniciativa
comercial. dando empleo á los elementos de que disponen ... ».
Terminaba Fernández Duro por citar las memorias de Jacobo Butler en
1867. de Salvador Rizzo en 1868. y de Antonio Baeza en 1875. para
demostrar que «... á pesar de la real orden expedida en 27 de junio de
1863 ( ... ) y algunas otras que por intervalos han dado á entender favor
á la navegación canaria. las restricciones subsistentes hácenla de todo
punto impracticable» 11.
Ciertamente. la tímida tentativa de la burguesía grancanaria de
fomentar el comercio con Africa tropezaba con las limitaciones derivadas.
no sólo de la debilidad del africanismo español del momento. sino
también de la supeditación de la política exterior de España a los intereses
de las grandes potencias 11. Aunque. en honor a la verdad. Iimita-
11. CO/1f.(reso Espwjol de Geof.(raría Colo/1ial y Mercalltil. Acras dc las sesio/1es. Madrid.
1~~4. vol. I. p. 107.
12. Cfr. MORALES LEZCANO. Y.: op. cit.. pp. IX-2'-J. '! JOYER ZAMORA. .I.
M.: Caracteres de la polí/ica ex/erio}' eSfJ(/fjola en e1.\·iglo x/x. en !iolllCl1aje a.l. Vi/1cke.
Madrid. e.S.l.e. '! Goerres-Gesellsehaft zur Pflege der Wissenschaft. 1%2-63. vol. tI.
pp. 751-7'-J4.
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Sanla Cruz de Mar Pequelia y las lenlalil'{/s «a/i"icanis/{/s»... :rN
ciones tenía como nadie el comercio canario. a pesar de sus franquicias.
por lo que hemos. pues. de matizar el discurso de Fernández Duro en
el sentido de que. realmente. «iniciativa comercial» tampoco la hubo
desde las islas. Ni la Junta de Comercio. institucionalmente. ni los comerciantes.
a título personal. promovieron compañía comercial alguna
con las miras puestas en Africa. ni siquiera enviaron expediciones de
reconocimiento a la costa vecina; sólo se habían limitado a reclamar
medidas generales en un momento oportuno -el inmediatamente posterior
a la Guerra de Africa-. y. además. habían resultado ineficaces.
11. RECLAMAR LOS DERECHOS ADQUIRIDOS POR ESPAÑA
EN LA COSTA AFRICANA
Mientras el comercio con Africa seguía sin recibir nuevos estímulos.
las gestiones para el cumplimiento del artículo 8." del Tratado de
Paz con Marruecos continuaban sin dar resultado alguno. La misión
especial encomendada al Encargado de Negocios de España en Tánger.
Francisco Merry y Colom. ante el Sultán en 1863 (Marraqués)
resultó infructuosa. tanto en la delimitación del enclave español en la
costa occidental marroquí. como en la petición de abrir al comercio el
Puerto de Agadir lJ
.
Las voces canarias reclamando el cumplimiento del Tratado de
1860 se dejaron sentir en el Congreso en 1872. cuando el diputado
Benítez de Lugo presentó un voto particular solicitando el inmediato
establecimiento de la factoría española en Santa Cruz de Mar Pequeña
14. El Ministro de Estado prometió la aceleración de las negociaciones
diplomáticas. pero la solución del problema era más difícil y compleja
de lo que a simple vista podía parecer. El Sultán persistía en su
empeño de demorar el nombramiento de la Comisión que debía fijar
los límites del futuro enclave español. amparándose en sus escasos medios
de garantizar la defensa de los intereses extranjeros en unos territorios
que le eran hostiles; y, por otro lado. tampoco estaba dispuesto a
admitir la apertura al comercio de un puerto como Agadir que podía
13. Crf. MERRY y COLOM. F. de P.: Mi embajada eXll"llordinaria ('1/ Marrue("{}s.
en 1863. Madrid. 18')4.
14. Intervención del Marqués de la Florida en el debate parlamentario celebrado el
13 de diciembre de 1872. Diario de Sesiones del Congreso. 1872. pp. 2365-2370.
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\
340 F. Quintana Navarro
lesionar gravemente los intereses de Mogador, capital mercantil del·
Imperio Xerifiano 15.
En esos momentos Canarias estaba sufriendo los negativos efectos
de una coyuntura económica sumamente desfavorable. la derivada de
la depreciación de la cochinilla en los mercados internacionales. Durante
la década de los años setenta, y hasta que se hizo realidad la
construcción del Puerto de Refugio de La Luz. la precaria burguesía
isleña buscaba afanosamente soluciones alternativas a la crisis económica.
Fue en ese contexto cuando cobró pleno sentido la necesidad de
contar con un punto de apoyo preciso en la costa de Africa -Santa
Cruz de Mar Pequeña-, y fue entonces cuando más se insistió en hacer
efectivos los derechos que España había adquirido en virtud del Tratado
de 1860.
Entre 1874 y 1882, la La Sociedad Económica de Amigos del País
de Las Palmas, erigiéndose en portavoz del «africanismo» canario,
reclamó insistentemente la ocupación española de la Mar Chica. Lo
hizo en 1874, a propuesta de su presidente, Manuel González; en
1880, al pedirlo el armador pesquero Rafael García Sarmiento; y
en 1882, después de que Domingo José Navarro volviera a resucitar
el tema l6
.
Desde la primera exposición que elevó la Sociedad Económica al
Ministro de Estado estaba claramente planteada la doble orientación
que debía tener la futura factoría española. y. con ella, la doble motivación
que hacía imprescindible su inmediata instalación. De una parte.
debía ser -según el informe emitido ai respecto por la Sección de
Comercio de la Económica- « .. :un centro comercial para la compraventa
de varios artículos, especialmente alimenticios. tales como el
maíz y las carnes, que por lo regular abundan en Africa y que hoy
tanto escasean en estas islas», con lo cual el comercio -añadía el dic-
15. Para una valoración más amplia de las negociaciones diplomáticas sobre Santa
Cruz de Mar Pequeña durante estos años. efr. los trabajos. ya citados. de PELAYO
ALCALA GALIANO. TOMAS GARCIA FIGUERAS: e. incluso los de JERÓNIMO
BECKER y GONZALO DE REPARAZ. como telón de fondo. También. la síntesis de
YILAR. J. B.: Espl//ia en Argelia. Túnez. /tili y Saham dumll/e c!siglo XIX. Madrid.
C.S.J.c.. 1970: y la breve de GARCIA FRANCO. Y.: Santa Cruz dí' Mar Pí'quí'¡ja; /tili
y Sallam. Colección Guagua. en prensa.
16. Sobre las gestiones de la Sociedad Económica a propósito de Santa Cruz de Mar
Pequeña. cfr. Analí's de la Sociedad Económica dí' Amigos del País de La.\' Palmas dí'
(;mll Callaria. años: 1874 a 1882-1883 y 1884.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Santa Cruz de Mar Pequeña y la,l' tetltativas «a/i-icanistas»" , 341
tamen- «habría de concurrir allí á negociar el maíz y carnes que
aquí se necesitan, creando sus transacciones, no sólo por metálico,
sino también por cambio de otros artículos, y á la vez ejercitando
para ello sus propios buques de cabotage, con lo que se obtendría
desde luego el gran beneficio de evitar la extracción de tanto dinero,
causa influyente de la crisis monetaria por (la) que hoy atraviesa
el Archipiélago». Por otro lado, la factoría española serviría como
refugio pesquero para los buques canarios, que así podrían tener
« ... un puerto amigo á donde acudir por cualquier evento á hacer
provisiones, ó á reparar averías; y, entrando en relaciones por este
medio, parece probable que también lograsen llegar á expender allí sus
mismas pesquerías» 17. Se proponía, pues, una doble utilización -<:0mercial
y pesquera- del enclave africano (<<que formará, desde luego,
parte del Distrito de Gran Canaria») como un remedio más a emplear
-junto al tabaco y el azúcar- en la solución de la crisis económica de
las islas lK
•
Entre las razones aducidas por la Económica para reivindicar Mar
Pequeña tampoco faltó el argumento del «incomprensible abandono»
de los intereses españoles frente a la creciente influencia foránea en el
hinterland africano de las islas. El discurso fue bien explícito en este
sentido: «... Porque hoy --exponía la petición de 1882- que todas las
Naciones aprovechan la oportunidad de ir tomando posesión yestableciendo
factorías en la Costa occidental del vecino Continente Africano;
hoy que todos los pueblos acuden á ese litoral á establecer activas transacciones
mercantiles explotando la riqueza de.un territorio no explotado
todavía; hoy que diariamente hacen escala en nuestro Puerto embarcaciones
extranjeras que van de tránsito para Europa cargadas de
innumerables y cuantiosas riquezas extraídas de aquellas fértiles regiones;
hoy que los ojos del mundo entero se hallan fijos en ese rico Continente,
donde ya ondean las banderas de muchas Naciones; no se comprende
que entre todas ellas no se vea tremolar el pabellón español,
17. Informe evacuado por la Sección de Comercio sobre la proposición realizada
por Manuel González. 15 de junio 1H74. en Expediente sohre establecimiento de/l/ctorías
en Santa Cruz de Mar Pequeña. ASEAP(LP). Sección Informes. leg." 5. exp. 5.
IH. Sobre la «salida africana». junto al tabaco y el azúcar. crf.. e.g .. el <<Informe de
la Sociedad Económica de Las Palmas referente a la memoria publicada por la de Tenerife
en San Cristóbal de La Laguna sobre las causas que han motivado la decadencia de la
Provincia de Canarias y medios de evitar su ruina». Anales de la Sociedad Económica ....
lSHO. pp. 43-75.
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342 F. Quintana Navarro
ostentando como ostenta más legítimos derechos en aquel territorio
que ninguno de los demás»19.
Aún más lejos llegó el razonamiento del Círculo Mercantil de Las
Palmas, quien puso especial énfasis en el interés geo-estratégico que
tenía la ocupación de Mar Pequeña para la defensa del Archipiélago.
En la Exposición que dirigió al Gobierno el 22 de agosto de 1882 apoyando
la propuesta de la Sociedad Económica, el Mercantil se mostraba
partidario de una decidida acción colonial española en el área africana,
advirtiendo que «... el día en que Naciones extrañas se apoderen de
aquellos puertos, no solo opondrán una barrera insuperable al desarrollo
de los intereses canarios, sino que las islas correran un grave peligro,
pudiendo tal vez llegar el caso de que la Corona de Castilla se vea
privada de ese rico florón que adorna su diadema»20. En realidad, la
nueva organización de la burguesía isleña expresaba la irritación que
produjo en las islas los proyectos acariciados por el Ministerio de Estado
de permutar Santa Cruz de Mar Pequeña por otros territorios en el
campo de Ceuta, idea esta que podía aceptar España -según la visión
del Círculo Mercantil- «... en un momento de alucinación, sin tener en
cuenta. no ya los intereses generales de la Nación misma. sino los particulares
del archipiélago Canario, que cuenta ya con una valiosa industria
en aquellas costas y que cifra su porvenir en el comercio con aquel
Imperio el día en que España posea una factoría que le preste amparo y
proteja sus negociaciones»21.
Desde Gran Canaria, pues, y a través de diversos conductos, se
estaba ejerciendo una presión ante el poder central para recoger los
frutos de la pretendida acción colonial española en el continente africano,
aprovechando la «renta de situación» (encrucijada internacional)
de las islas. Con esa perspectiva, se utilizó el argumento de la indefensión
del Archipiélago y la necesidad de contar con un «colchón» africano
que salvaguardara los intereses isleños frente a la creciente voracidad
del colonialismo europeo.
El objetivo inmediato de esa presión era conseguir el establecimiento
de la factoría española en Santa Cruz de Mar Pequeña. Y para
19. Exposición de la Sociedad Económica de Las Palmas al Ministro de Estado.
19 julio 1882. en Expediente sobre establecimiento de factorías .... cit.
20. Exposición del Círculo Mercantil de Las Palmas al Ministro de Estado. 22 de
agosto 1882. Ibid.
21. Ibídem.
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Santa Cruz de Mar Peque/la y las tentmivas «alikani,Has»", 343
ello, la Sociedad Económica de Las Palmas activó al máximo las «palancas
» de las que podía servirse en Madrid; procuró -y, por supuesto.
obtuvo- la influencia de Fernando León y Castillo ante los sucesivos
ministros que ocuparon la cartera de Estado entre 1874 y 188322
: recabó
-y encontró- el apoyo de la Sociedad Económica Matritense de
Amigos del País. quien suscitó un amplio debate en su seno sobre <<la
cuestión de Canarias» en los últimos meses del año 1881 23
; y, por último,
aprovechó los grandes encuentros que, se celebraron en Madrid
durante los «años dorados» del africanismo hispano para defender un
protagonismo canario en la llamada «acción de España en Africa»,
bien utilizando la tribuna del Congreso Español de Geografía Colonial
y Mercantil. o bien solidarizándose con las resoluciones adoptadas por
la Sociedad Española de Africanistas y Colonistas después del mitin
celebrado en el Teatro de La Alhambra en 188424
.
Ahora bien, llegado a este punto, nos tendríamos que preguntar:
¿qué resultados obtuvo la pretensión -insistente en el decenio
1874-1884-- de que España estableciera una factoría comercial y pesquera
en la costa occidental africana? ¿cuál fue la incidencia real de la
presión canaria ante las altas esferas del poder central en las decisiones
tomadas sobre el particular?, ¿qué repercusiones tuvo la cuestión canaria
en los círculos africanistas madrileños, y de qué forma se reflejaron
las aspiraciones isleñas en los programas y llamamientos realizados por
estos grupos de presión estatales?
El único avance significativo que logró España en la cuestión de
Santa Cruz de Mar Pequeña fue la ubicación de la factoría en la desembocadura
del río Ifni. En esto coincidieron las dos comisiones españolas
que, en unión de homólogas marroquíes, reconocieron la costa africana
cercana a Canarias en 1878 y 1883, Yello a pesar de la resistencia
del Sultán de Marruecos -que terminó por aceptar el hecho- y de la
22. « ... he reeomendado con toda efieaeia al Ministerio de Estado la apertura al
comercio del Puerto de Agadir ó. si para ello hubiere dificultades graves. se establezcan
al menos las pesquerías». escribía FERNANDO LEON y CASTILLO en carta dirigida
al Presidente de la Sociedad Económica de Las Palmas en IX74. Ibídem.
23. Cfr. el informe correspondiente. publ.. La Cuestión de Canarias en la Sociedad
Económica Matritense. Madrid. IXX 1. Toda la documentación al respecto en Expediente
sobre cumplimiento de tratados en materia de pesca y piratería en las costas de Canarias.
IHHO. (A)rchivo de la (S)ociedad (E)conómica (M)atritense de (A)migos del (P)aís. Madrid.
Secc. Intereses Materiales. Ieg." 5H5. exp. 3.
24. Cfr. Bo/etín de la Sociedad Geográlica de Madrid. vol. XXVII. lHH4. p. 166.
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344 F. Quilltalla Nm··a/To
controversia a que dio lugar el emplazamiento elegido para la futura
posesión española25
.
De la publicística y análisis referidos al tema se desprende que la
primera expedición -la encabezada por Fernández Duro a bordo del
Blasco de Garay- se aceleró tras las noticias sobre el establecimiento
de MacKenzie en Cabo Juby, y sólo se llevó a cabo después de la misión
diplomática encomendada a Romea en Fez (1877); y, también,
que la designación de la segunda comisión -con alto grado de participación
canaria- fue un «mal menor», fruto del repliegue español ante
la negativa marroquí a que se procediera a la inmediata ocupación del
territorio, dispuesta previamente por el Gobierno Sagasta2
(,.
Teniendo en cuenta estas circunstancias. las peticiones canarias no
pudieron determinar. ni muchísimo menos. las complejas negociaciones
diplomáticas hispano-marroquíes; pero sí tuvieron una cierta incidencia
en el estado de opinión previo a la activación de la diplomacia
española exigiendo el cumplimiento del artículo 8." del Tratado de
1860. En este sentido. es sintomática la correspondencia cronológica
que se advierte entre las campañas auspiciadas por la Sociedad Económica
de Las Palmas (1874. 1880, Y1882) Ylas comisiones mixtas nombradas
para fijar los límites de la factoría (1878 y 1883).
En cualquier caso. lo que sí parece evidente es que el alegato de la
burguesía canaria «caló» en los círculos africanistas madrileños. contribuyendo
a vincular indisolublemente el colonialismo español en Africa
a las necesidades del comercio, de la pesca, y de la defensa del Archipiélago
Canario.
Las discusiones sobre Canarias, Santa Cruz de la Mar Pequeña y
25. Para un seguimiento de la referencia polémica a través de sus protagonistas.
cfr.: FERNANDEZ DURO. c.: ExploraciólI de 1IIU1 parte de Af/ka en !Jusca de Salita
Cruz de Mar Peque/ja y Nuevas cOlIsideraciolle,l' acerca de la si/uación de Sa/1la Cruz del
Mar Pequeña. en Boletíll de la Sociedad Geográfica de M(/{Irid. vol. IV. 1~7~. pp.
157-241: vol. V. 1~7~. pp. 17-21: vol. VI. 1~7¡;. pp. 1')3-212: ALCALA GALlANO. P.:
Memoria sobre la situaciólI de Salita Cruz de Mar Pequeila en la Costa lIoroeste de Afi-ica.
Madrid. 1871': y Más cOII,l'ideraclones sobre San/a Cruz de Mar Pequeila. Madrid. 1~7'):
COELLO. F.: Mapa de los territorio,l' al Sudes/e de Marntecos. cn Bole/ín de la Sociedad
Geográfica de Madrid. vol. IX. I¡;~(). pp. 353-354.
26. Sobre la segunda Expedición en busca de Santa Cruz de Mar Pequeña. crf.
IlIfórme de la comisión espwjola encargada de se/jalar el lugar de Santa Cruz de Mar
Peque/ja. en (A)rchivo (H)istórico (P)rovincial de (L)as (P)almas. Fondo JUAN LEON
y CASTILLO. leg. 20. exp. 7. En cl mismo legajo. diversa documentación sobre los
avatares de la Expedición.
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Sal/la Cmz de Mar Peque¡ja y las /enta/i!'as «a{¡-iClll/ista.\·«... 345
las pesquerías africanas. además del número considerable de informes
y memorias a que dieron lugar. acapararon el máximo interés en muchas
de las reuniones celebradas por la Sociedad Geográfica de Madrid
entre 1882 y 188427
.
También en el Congreso de Geografía Colonial y Mercantil. realizado
en Madrid en noviembre de 1883. tuvo resonancia la cuestión de
Canarias en relación al noroeste de Africa. En sus debates se hizo notar
la presencia de una delegación canaria compuesta por nombres tan significativos
como Fernando León y Castillo. Pedro Bravo de Laguna.
Cesáreo Fernández Duro. Juan Alvarado Sanz. y Felipe Pérez del
Toro. Además de solicitar del Gobierno la inmediata ocupación de Ifni
y la protección de [as pesquerías canarias. el Congreso africanista adoptó
dos resoluciones que hacían especial consideración de las islas como
plataforma para la pretendida «acción civilizadora» en Africa: el establecimiento
doe una línea de vapores entre [os puertos de la Península.
Marruecos. Berbería y Canarias. y una invitación dirigida a instituciones
y sociedades isleñas para que crearan y sostuvieran «... escuelas de
lengua árabe. y un periódico redactado en aquel idioma y en español.
para distribuirlo en la costa fronteriza»2x. Años más tarde. la Compañía
Trasatlántica tuvo que establecer. más por obligación que por necesidad.
la línea de vapores. y con ella expandió sus intereses comerciales
a Marruecos. Sahara y Guinea: en cambio. [o de impulsar [a lengua
árabe en el Archipiélago era pedirle demasiado al débil y ocasional
«africanismo» canario.
Al margen de [os resultados prácticos. en aquel Congreso quedó
planteada la importancia que tenía la utilización del espacio geo-estratégica
de Canarias para una acción colonial en Africa. Fe[ipe Pérez del Toro
se convirtió en paladín de esta idea en cuantos círculos africanistas frecuentó.
dejando constancia de ello en sus escritos España en el Noroeste
de Africa y El tabaco canario y las pesquerías en Africa2lJ
. Una Memoria.
también sobre Pesquerías de Canarias. publicada en 1882. concluía «... re-
27. Cfr. Extrac/o de las se.riol/es celebradas por la Sociedad.l' por la JUI//a Direc/iva.
en reseñas del Bole/ín de la Sociedad Geográfica de Madrid. a¡ios ISX2. IXX3 y IXX4.
2S. Cfr. Congreso Espwjol de Geografía ... op. eit .. vol. I. pp. 111-112.
29. Cfr. PEREZ DEL TORO. F.: Espwja el/ el noroeste de Afi'Íca. Madrid. IS'!2. y
El /abaco cal/ario y las pesquería.l· en Africa. Madrid. ISX l. En la misma línea. PUENTE
CAN5ECO. P. de la: II/fárme .I'ohre las pesquería.l· de los ('({narios CIlla costa de Africa.
Madrid. IXN2.
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346 F. Quil/tal/a Nal'i/rro
comendando muy encarecidamente al Gobierno. el establecimiento. con
todas las garantías y concesiones necesarias. de una gran empresa de pesquerías
canario-africanas. como medida preventiva de alta política exterior
y como medio práctico y eficaz de asegurar nuestros intereses coloniaJes
y el porvenir de nuestra industria. comercio y navegación». porque con
los problemas a los que España se enfrentaba en Cuba y Filipinas «preciso
será -proseguía- que pese nuestra influencia en la balanza europea.
defendiendo nuestro porvenir y nuestros intereses en las graves cuestiones
que se preparan en el continente africano»3o
IlI. ApOYAR EL ESTABLECIMIENTO DE FACTORÍAS COMERCIALES
La nueva orientación tomada por el africanismo español a partir
de 1883. cuando creyó -en palabras de su máximo defensor, Joaquín
Costa- «llegado el momento de emprender una campaña activa y de
hechos. hasta conseguir que España reanude sus gloriosas tradiciones
como nación exploradora y civilizadora»3l, culminó en lRR4 con la
creación de la Sociedad Española de Africanistas y Colonistas , y la Expedición
que. bajo sus auspicios. realizó Emilio Bonelli al Sáhara con
el objetivo de ocupar aquellos territorios. El resultado de la iniciativa
fue la declaración. el 26 de diciembre de IRR4. del protectorado español
para la costa occidental africana comprendida entre los paralelos
20" y 27". es decir, la franja costera fronteriza a Canarias entre Cabo
Blanco y Cabo Bajador.
La ocupación, así como la declaración del protectorado del Sáhara.
se basó en el «interés nacional» de asegurar, proteger y desarrollar
las pesquerías canario-africanas. y se inscribió en el marco de las fracasadas
tentativas peninsulares de explotar. a gran escala, el banco pesquero
sahariano Sociedad de Pesquerías Canario-Africanas en lR80 y
Gran Canario-Catalana en 188632
.
30. Cfr. G. M. (?): Pesquerías de Canarias. Madrid. lNN2. pp. 21 Y22.
31. Cfr. Territorios adquiridos para España por la Sociedad Española de Africanistas
y Colonistas en la costa occidental de Africa. en Boletin de la Sociedad Geográfica de
Madrid. vol. XXVIII. P'N5. p. 357.
32. Cfr.. para la pesca. la aportación de MACIAS HERNANDEZ. A.: El sector
pesquero en la economía del pasado inmediato (1800-1970). en La Pesca e/l Canarias,
edic. Banco de Bilbao et al/i. Santa Cruz de Tenerife. IYN2: y la reciente comunicación de
GALVAN FERNANDEZ. F.: Notas sobre la pesca y la estrategia el/ el Africa Noroccidental
(siglos XIX y xx). 1 Jornadas de Historia de Cl/I/arias. Universidad de La Laguna.
cn prcnsa.
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Sal1la Cruz de Mar Peqltella y las tel1lmivas «afi'icaui,\'tas» .. , 347
Por aquellas fechas, desde Canarias se insistía en «... Ia urgencia
de poseer un punto o territorio que facilite el fomento de las relaciones
mercantiles»33. La ocupación de Uni seguía siendo la referencia concreta
del comercio local, más que nada como primer paso que asegurara la
introducción de productos canarios en el Imperio Marroquí.
La Expedición de Bonelli pretendía establecer una serie de «cabezas
de puente», repartidas a lo largo de la costa sahariana, que funcionaran
como factorías comerciales bajo pabellón español. Sus propósitos
coincidían plenamente con los deseos de la burguesía isleña; de ahí
que Bonelli contara, desde el primer momento. con la entusiasta colaboración
de las autoridades locales34.
Durante el tiempo que duraron los preparativos de la Expedición.
la prensa del Partido Liberal Canario --con dominio absoluto en las
islas del grupo oriental- subrayó la importancia que para Canarias
tenía la adopción de una «política enérgica y expansiva» en Africa.
«... cuyas inexploradas comarcas -proseguía sin ambagues el discurso
filocolonialista de El Liberal- prometen vasto campo de ensayo á las
'civilizaciones del porvenir, inmensa cosecha de ricos productos á las
empresas comerciales, y una tierra virgen y ricamente dotada para el
desarrollo de la raza que pueda en ella establecer un gran imperio colonial
»35. Poco tiempo después. cuando Bonelli instaló el pabellón español
en los territorios de Cabo Blanco. Península de Río de Oro. y Bahía
de Cintra, el mismo diario publicó un editorial -«¡Al Africa!»elogiando
el nuevo cariz que tomaban los asuntos africanos, puesto que
«... España necesita asegurar la parte del continente africano que resguarda
sus fronteras y considerar que en esas comarcas. cerradas á la
civilización desde remotos siglos. no sólo está nuestro porvenir sino el
peligro mayor para la Península Ibérica y sus posesiones más inmediatas
»; al mismo tiempo. ofrecía su «incondicional apoyo» a cuantas factorías
comerciales se pretendieran establecer, ya que «... tenemos por
principio indiscutible que el primer agente civilizador en los pueblos
salvajes es y será siempre el comercio»36.
33, Cfr. "Marruecos» e ,,1fni». en El Liberal. Las Palmas. núms. 76 y 97.27 junio y
9 septiembre. IHH4.
34. Cfr. el elogio de BüNELLl a esa colaboración en Nuevos territorios espwioles
de la Costa del Sllhara. en Boletíu de la Sociedad Geográfica.". vol. XXVIII. IHX5.
pp. 333 Yss.
35. "Cuestión de Africa». El Liberal. núm. 116. 14 noviemhre IHX4.
36 <,¡Al Africa!». El Liberal. núm. 122.5 diciembre lHM.
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34~ F. Quintana Navarro
Por parte española. los esfuerzos más decididos. aunque de escasos
resultados. de establecer factorías comerciales en el Sáhara corrieron
a cargo de la Compañía Mercantil Hispano-Africana. «sociedad de
militares» -como la llamó Alcalá Galiana- fundada en Madrid al
amparo de la euforia africanista de 1884. Las Palmas se convirtió muy
pronto en su «cuartel general» y el Puerto de Refugio en su base de
operaciones africanas. siguiendo el modelo puesto en práctica por las
grandes navieras británicas que. por entonces. comenzaban a instalar
sus servicios en «La Luz Port».
Ya se tratara de proyectos ingleses. como los de las compañías Sus
and North African Trading Company y The North West African Mineral
Concessions Limited, o españolas. como los de Hispano-Africana. y.
más tardíamente. los de la propia Compañía Trasatlántica37
• todos los
intentos de explotación comercial. mineral o pesquera en la costa occidental
de Africa contaron con el incondicional apoyo de la burguesía
grancanaria. expresado hasta la saciedad en la prensa local y en declaraciones
públicas.
Estas iniciativas, al utilizar La Luz como puerto de escala. y a
los comerciantes locales como sus agentes en Las Palmas. ofrecían
nuevas posibilidades de rápido crecimiento para la débil burguesía
isleña. La Compañía Hispano-Africana. por ejemplo. estuvo representada
por Francisco Reina Lorenzo. miembro de una familia de
marinos canarios dedicada a los negocios portuarios y a la pesca del
salpreso en el banco sahariano. y. además. firmemente enraizada
en las esferas del poder político y económico de la isla. A comienzos
del siglo xx, cuando las navieras españolas intensificaron sus servicios
en Africa. otros comerciantes portuarios crecieron al amparo de las
nuevas empresas coloniales3
l-:. Y es que la burguesía comercial isleña
estaba dispuesta a rentabilizar al máximo la situación inter-mediaria
de Canarias en la dinámica de expansión del capitalismo europeo en
Africa.
Esta Función de mediación que correspondía al Archipiélago fue
constantemente puesta de relieve por los círculos africanistas madrileños.
Después de establecidas las factorías comerciales en el Sahara. la
37. Cfr.. para los pormenores de estas iniciativas. ALCALA GALIANO. P.: Salita
Cruz de Mar Peque¡ja. Pesquerías.... op. cit. pp. 161) Yss.
3R. Sobre las consignaciones en manos canarias. efr. QUINTANA NAVARRO.
MeJlloria de Licellc. cit.
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Santa Cruz de Mar Peque/ja y las tentati"a,~ "afi'icanistas» .. , 349
Sociedad Geográfica de Madrid:'lJ presentó al Gobierno un «Proyecto
de reformas en la Administración y Gobierno de las Islas Canarias»,
proponiendo, entre otras, la adopción de un conjunto de medidas tendentes
a estrechar las relaciones afro-canarias:
- fortalecimiento de la defensa del Archipiélago para ponerlo a
cubierto de un eventual «golpe de mano»,
- aumento de las comunicaciones marítimas con la Península,
Marruecos y Berbería,
- establecimiento de depósitos comerciales en los puertos canarios
para las mercancías de tránsito,
- protección y fomento de las pesquerías canario-africanas,
- incorporación de los territorios del Sahara a la administración
civil y militar de Canarias, y,
- dotación de cátedras de lengua árabe y xelja en las islas.
El ambicioso programa de la Geográfica concedía a las islas una
gran importancia como plataforma de acción colonial en Africa, e insistía,
poco más o menos, aunque con un carácter ilustrado, en los mismos
términos en los que se habían expresado los sectores comerciales grancanarios
desde la paz con Marruecos en 1860: reclamando una presencia
más activa de España en el noroeste de Africa.
Después de 1898, desde Madrid y desde Canarias, se retomaron
las cuestiones relativas a la ocupación de Santa Cruz de Mar Pequeña,
la situación geo-~stratégicadel Archipiélago, y la necesidad de un cambio
de rumbo en la política exterior de España en Africa. Entonces, los
asuntos africanos adquirieron el dramatismo y la intensidad propios del
impacto causado por la pérdida de las últimas colonias españolas en
América y Asia, formulándose aquello de «Canarias, el peligro y sus
remedios»40. El debate había tenido, desde 1860, sus precedentes inmediatos
en las fracasadas tentativas «africanistas» de la burguesía
grancanaria.
39, Boletín de la Sociedad Geográfica .... vol. XX. IXX6. pp. 326-329,
4(), Cfr.. para aquella coyuntura sumamente especial. MORALES LEZCANO. y,:
Fragilidad económica y utilización estratégica de Canarias. cn Gaceta de eunurias. núm. l.
19XI. y Canarias en la encrucijada colonial espmjola, 1898-1975. en Canaria,\'. siglo XX.
Las Palmas. Edirca. 19X3: y MILLARES CANTERO. A.: Aproximación a una fenomenología
de la Restauración en la isla de Gran Canaria. Las Palmas. C.I.E.S,. 1975.
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350 F. Quintana Navarro
III
CONCLUSIONES PROVISIONALES SOBRE EL «AFRICANISMO» DE LA
BURGUESÍA GRANCANARIA
A propósito de Santa Cruz de Mar Pequeña y las peticiones africanas
que se plantearon desde Canarias, del discurso que las adornó, de
las motivaciones que tuvieron, y de los escasos resultados que alcanzaron,
convendría precisar, a modo de conclusiones provisionales, algunas
reflexiones sobre las tentativas «africanistas» de los sectores comerciales
y de los poderes públicos grancanarios.
Lo primero que hemos de considerar es si, realmente, hubo africanismo
en la burguesía comercial de Las Palmas.
Si por africanismo entendemos «... aquella corriente ideológica de
fin de siglo y primer decenio del xx que propugnó: a) el reconocimiento
y estudio de los pueblos y territorios de Africa como una misión
científica ... , b) la misión civilizadora de los européos en Africa a través
del mecanismo comercial. .. , y c) (el) campo del conocimiento espúreo
en el que los objetivos nudos del estudio sirven al principio ejecutivo
del dominio y control de amplios espacios africanos ... »41, es evidente
que, a pesar de que algún que otro discurso se inspiró en estas premisas,
en la burguesía grancanaria no existieron, ni por asomo, tales proyectos.
Desde Canarias no se detecta interés alguno por el conocimiento
científico del vecino continente. No hubo expedición canaria que se
planteara el estudio y reconocimiento de la costa africana; ni siquiera
pudo llevarse a cabo la que propuso el notario de Arrecife, Antonio
Manrique de Lara, a la Sociedad Económica de Amigos del País de Las
Palmas para determinar el emplazamiento histórico de la antigua Torre
de Santa Cruz de Mar Pequeña, que resultó abortada por la falta de
recursos económicos42. No hubo, tampoco, por parte de organismos o
soCiedades isleñas, ningún indicio de secundar los repetidos llamamientos
de la Sociedad Geográfica para que se crearan estudios de lengua
árabe en el Arch'ipiélago; ni institución africanista canaria, a seme.ianza
de las que surgieron en Madrid, Barcelona, o Granada. No hubo, en
41. MORALES LEZCANO. V.: El Protectorado en Marruecos .... op. cit..
pp. 43-44.
42. Expediente sobre establecimiento de factorías .... cit.
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Salita Cruz de Mar Peque/ja y la,l' tentativas {(africanistas»... 3S 1
definitiva, intención de impulsar relaciones estables y duraderas con los
vecinos inmediatos de Canarias, no ya planteadas como «intercambio
de culturas», ni tan siquiera basadas en los supuestos eurocéntricos dc
la «tutela civilizadora».
Las peticiones africanas de la Junta Local de Comercio, Sociedad
Económica de Amigos del País, Círculo Mercantil, y Partido Liberal
Canario no respondían a ningún estudio científico previo, ni aspiraban
a potenciarlo en el futuro. Se argumentaron en las tradicionales -y
desiguales- relaciones de vecindad que había mantenido Canarias con
Berbería, y, sobre todo, en las noticias, recuerdos o impresiones transmitidas
por patrones, marinos y pescadores canarios que, desde tiempos
remotos, habían frecuentado las costas marroquíes y saharianas,
entrando en contacto con los habitantes (<<moros») de aquellos territorios.
Admitido su carácter no-científico, hemos de determinar los rasgos
peculiares de este tipo de «africanismo» isleño, e insertarlo en el
proceso de crecimiento o «engrandecimiento» --que no desarrolloauspiciado
por la burguesía comercial grancanaria en el último tercio
del siglo pasado.
Lo que hemos venido analizando como «tentativas africanistas»
fueron, en puridad, un conjunto de reclamaciones, en forma de súplicas,
exposiciones y memorias elevadas al Gobierno, o planteadas como
campañas periodísticas, que estuvieron orientadas en tres direcciones
concretas: impulsar el comercio marítimo con Africa, ocupar el enclave
de Santa Cruz la Pequeña, y establecer factorías comerciales en la costa
sahariana. Todas se argumentaron en la defensa de los intereses canarios
en el banco pesquero africano --que en muchos casos fue «la excusa
»-, y en la necesidad de que España contrarrestara la creciente penetración
extranjera en el hinterland de Canarias --que se utilizó como
«la amenaza». En el fondo. todas ellas pretendían que España ejerciera
una política exterior más enérgica y agresiva, propiamente colonialista.
en el noroeste de Africa.
Estas reclamaciones africanas fueron asumidas colectivamente por
las instituciones más representativas de la naciente burguesía comercial
isleña en dos momentos significativos: uno, el inmediatamente posterior
a la Guerra de Africa, de forma simultánea al nacimiento del movimiento
africanista españoL y poco tiempo después de establecidas las
franquicias en las aduanas canarias; el otro, en el decenio comprendido
entre 1874 y 1884. durante los «años de euforia» del africanismo españoL
y cuando la economía canaria intentaba superar la crisis de la co-
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352 F. Quintana Navarro
chinilla. Fueron, pues, reclamaciones ocasionales que procuraron, de
una parte, aprovechar un estado de preocupación nacional sobre la
marcha de los asuntos africanos, y, de la otra, buscar nuevas posibilidades
de crecimiento a corto plazo por la vía más rápida y segura, la del
comercio.
Las peticiones africanas de la burguesía local adquirieron un tono
de vehemente insistencia desde que se evidenció la crisis, a comienzos
de los años setenta, y hasta que se produjo el despegue del Puerto de
La Luz. En ese momento, se trataba de salir del atolladero interno
fuera como fuere, y, ante la escasez de recursos propios, había que
buscar «bastones» allí donde los hubiera. Se intentaba seducir al Gobierno
para que activara su política colonial en Africa utilizando el
argumento del «grave peligro» que corrían las islas ante la creciente
influencia foránea en el vecino continente; pero, al mismo tiempo, se
cursaban todo tipo de invitaciones y se daban toda clase de facilidades
para que las propias compañías extranjeras instalaran sus agencias y
servicios en Las Palmas. Durante este período, la burguesía isleña jugó
todas las cartas posibles de una misma baraja: la que le permitía aprovecharse
de la «renta de situación» canaria para desempeñar una función
inter-mediaria en el oportunísimo momento en que se estaba produciendo
la expansión del capitalismo europeo en Africa.
Lo intentó conseguir de España. Pero como el desarrollo de las
fuerzas productivas nacionales no favorecía grandes empresas coloniales
en Africa, y como la política africana española pre-noventayochista
se orientó fundamentalmente al mantenimiento del statu quo con el
Imperio Xerifiano, ni las factorías comerciales resultaron económicamente
rentables, ni España pudo instalar su pabellón en Santa Cruz de
Mar Pequeña. .
Hasta 1898, el colonialismo español en el noroeste de Africa había
sido más teórico que práctico, y las sucesivas tentativas fracasaron, por
mucho que instaran círculos africanistas madrileños y débil burguesía
grancanaria. Sin embargo, Canarias, y su burguesía con ella, sí consiguieron
desempeñar su papel histórico como «inter-mediarios» del colonialismo
europeo, aunque para ello tuvieran que ponerse-al-servicio
de imperios extranjeros, especialmente los de Gran Bretaña y Alemania,
y, al mismo tiempo, servirse-de-ellos para su propio «engrandecimiento
».
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