SOR CATALINA DE SAN MATE0
Religiosidad popular y taumaturgia en Canarias (siglo XVII)
ELOY BENITO RUANO
No existe, que yo sepa, monografía o estudio moderno alguno
que enfoque sistemática y frontalmente la figura de Sor Catalina de
San Mateo (en el siglo Catalina de Balboa y Ugarte), la taumaturga y
mística canaria cuya fama de santidad alcanzara tan gran populari-dad
por las Islas a finales del sigio XVII. La memoria ciivuigada de
su existencia se dispersa sólo en numerosas referencias a sus virtudes
y prodigios, en alas de testimonios y menciones más o menos inci-dentales
de seglares y clérigos, paisanos y coetáneos más o menos
cercanos a sus días. Pero no han sido analizadas ni explotadas histó-ricamente
hasta el presente -pese al positivo interés hagiográfico
que evidentemente poseen- las fuentes bibliográficas que le atañen
de modo directo y que se conservan inéditas.
De 1932 datan, sin embargo, los artículos notificadores de di-chas
fuentes, publicados como simples Notas de Biografía Regional
por Néstor Alamo en el «Diario de Las Palmas» los días 28 de marzo
y 4 de abril del expresado año'. A. Millares Carlo y M. Hernández
Suarez se hacen eco de estas noticias en la nueva edición de la Bi-bliografía
de escritores canarios (siglos XVI, XVII y XVIII) del pri-mero2.
Y últimamente Antonio Bethencourt Massieu alude a ellas
en reciente trabajo3 referido a diversas fundaciones franciscanas ca-narias.
1 . Agradezco al Dr. Alfonso Armas Ayala, Director de la «Casa de Colón» y de
los Museos de Las Palmas, la remisión de las oportunas fotocopias de ambos artículos
que me han permitido redactar estas notas.
2. T. 11, Madrid, 1977, pp. 209-21 1.
3. Politica regalista en Canarias. El cierre de los hosr>icios.fianciscanos de Guia y
La Matanza. (Documento sobre sor Catalina de San Mateo), «Boletín Millares Car-lo
», vol. 111, 1982, pp. 460-464.
156 Eloy Benilo Ruano
De «verdadera autobiografía de Catalina de San Mateo)) pode-mos
calificar con el primero de los autores citados la recogida por el
canónigo y prior de la Catedral de Las Palmas D. Mateo Casares (o
Cáceres?), a quien los confesores de la venerada religiosa (Fr. Fran-cisco
y Fr. Diego Alfonso, del convento de San Antonio de Gáldar)
obligaron a ésta, bajo precepto de obediencia, a dar cuenta detallada
de su vida para ejemplo y edificación de devotos. Dicho libro, «de
trescientas y noventa foxas de a pliego lo recogió y ordenó y lo mar-ginó
de su mano» -es decir, lo anotó y glosó marginalmente- el
expresado clérigo, entregándolo al provincial franciscano en el con-vento
de San Diego de La Laguna el 12 de julio de 1687; es decir;
hallándose todavía en vida su biografiada. Depositado con gran se-creto
en el archivo del cenobio, fue exhumado años después de la
muerte de aquélla y sobre él se redactó, «cura Joseph Ventura
!?eyes??, m Rr ew C,n,qe~di,ny r i e r t~v e!actS,- de !a rid,m'rcb!e y
pasmosa vida de la Benerable Sierva de Dios Cathalina de San Ma-theo
de la Concepción, obra también manuscrita que se conservaba
en el monasterio de Santa Clara de La Laguna4.
Este códice fue extraído del mismo (y devuelto) en 1932 bajo re-cibo
por el ya citado Néstor Alamo, quien obtuvo de él para la Bi-blioteca
del Museo Canario de Las Palmas la copia que nos ha sido
dado consultar en dicho Centro cultural5.
No se ha conservado, en cambio, otra Vida de la Sierva de Dios
Catalina de San Mateo, religiosa clarisa de la ciudad de Las Palmas
4. Su descripción por Néstor Alamo en el primero de sus artículos consignados
reza así: «Mide el manuscrito a que hacemos referencia 20,5x15; se halla forrado en
pergamino y tiene 157 hojas sin numerar, con amplio margen en el que aparecen no-tas
diversas. Sus primeras páginas se encuentran borrosas; la acción del tiempo, cierta
humedad, de que todavía existen vestigios, y la calidad de la tinta empleada por el bió-grafo:
han contribuido en igual proporción a hacerlas ilegibles.-La portada, a prime-ra
vista, parece de letra diferente al texto. La de aquélla, desdibujada. temblorosa; es,
en cambio, la del último, enérgica y reposada, de trazo firme y parejo, muestra hermo-sísima
de escritura española de comienzos del siglo XVIII. Sin embargo, todo el origi-nal
se debe a la misma mano. Estriba la diferencia en hallarse el texto de la portada
entintado de nuevo, anos largos después de ser escrito, por mano poco hábil; así lo
prueba la inseguridad que muestra dejando fuera del nuevo trazo rasgos diversos del
texto origina!».
5. Signatura 111-A-1, ms. de 152 fols. útiles. En fol. 1 vio. figura diligencia en que
constan los extremos que acabamos de consignar. Entre ellos, que la cesión temporal
fue hecha por intercesión de D. José Rodríguez Moure.
Sor Catalina de San Maleo 157
de Canaria, escrita por el franciscano dieciochesco Fr. Lorenzo Ta-pia;
autor y obra cuya existencia sólo conocemos por la referencia
que a ambos hace en sus Noticias de la Historia General de las Islas
de Canaria D. José de Viera y Clavijoh.
Y una última fuente para el estudio de la personalidad y la fama
espirituales de la clarisa -o, si queremos, del fenómeno histórico-psicológico-
hagiográfico que constituye- es el Interrogatorio que
sirvió para las declaraciones de los testigos que fueron presentados
en el expediente para su canonización en 1696. Manejado también
por nosotros este texto en copia que de él obtuviera en 1879 D.
Agustín Millares, conservada igualmente en la Biblioteca del Museo
Canario7, su transcriptor consigna en Advertencia puesta a su frente,
firmada en 24 de mayo del expresado año, que el original se conser-vaba
en esa fecha en el Archivo Episcopal grancanario y estaba en su
mayor parte apolillado8.
El expediente aludido fue, en efecto, iniciado a raíz de la muerte
de Sor Catalina (acaecida el 26 de mayo de 1695) por Fr. Pedro de
Abreu, Lector de Prima de Teología en el convento de San Francisco
de Gran Canaria, nombrado procurador de la provincia de su Orden
de San Diego para las informaciones sumarias del proceso por el
Obispo D. Bernardino de Vicuña y Zuazo9. No parece que llegara a
ultimarse ni a remitirse a la Santidad de Inocencio XII esta fase de la
instrucción, aunque es este un punto que me propongo comprobar
en los Archivos Vaticanos.
6. T. IV, Madrid, 1783, p. 575. E! Dr. Tapia, dice Viera, falleció en 1768.
7. Sign. 1-C-25. Ms. de 92 págs. en fo1.+4 hojas de título y Adverlenciu firmada
por Agustin Millares, «Las Palmas, 24 de mayo de 1879»+otras 4 de Indice.
8. «Desde entonces el deterioro habrá ido en aumento constante y la piedra ini-cial
de una recordación merecida desaparecerá envuelta en indiferenciaw, escribía N.
Alamo en su artículo de 24 de abril de 1932. Sin embargo, por fortuna, el expediente
se c=cseri~ e2 !u uc!uu!idad perfec$amefite uti!izuh!e e! ArchjVO HiSt&jcO DiC)cesa-no
de Las Palmas, donde hemos podido consultarlo con ocasión del presente Colo-quio.
Carece por el momento de signatura.
9. Sobre el instructor de! expediente vid. D. de INCHAURBE Y ALDAPE, Noli-cias
sobre los Provinciales fvanciscanos de Canarias, La Laguna, 1966, pp. 78-8 1 ; y L.
DE LA ROSA OLIVERA, Biografiu de Fray Andres de Abreu, «Anuario de Estudios
Atlánticos)), 26, 1980. pp. 135- 172; éste consigna (p. 149), que el p. Abreu «en 1696 ...
se diri,iS a! Cabi!dG de Canarias pi&en& e!eiara prGp~estaa Santu Se&
para que se incoara proceso de beatificación de Sor Catalina de San Mateo García de
Balboa; la petición tuvo entrada en cabildo de 12 de mayo».
158 Eloy Benito Ruano
La planificación del cuestionario por el P. Abreu es amplia y
metódica y cubre los aspectos todos de la biografía, el carácter y, na-turalmente,
la espiritualidad de la encuestada. Baste enumerar el ín-dice
de su temática según la copia utilizada de aquél:
Nacimiento y educación.- Fe.- Esperanza.- Caridad.- Reli-gión.-
Celo.- Oración.- Prudencia.- Justicia.- Fortaleza.- Tem-planza
y Abstinencia.- Pobreza.- Obediencia.- Castidad.-
Clausura.- Penitencia.- Misericordia y Liberalidad.- Pacien-cia.-
Humildad.- Otras virtudes morales.- Revelaciones- Don
de Profecía.- Ultima enfermedad.- Milagros.
En total, 2 16 preguntas sobre el grado heroico de cada una de
las virtudes profesadas por la monja, así como la naturaleza, aparien-cia
y detalle de los hechos sobrenaturales que se entendían operados
por la Divinidad a través de su sierva.
«Espíritu fuerte)) de su siglo, D. Agustín Millares se lamenta en
su Advertencia citada de que el expediente no fuera llevado a térmi-no
:
«Siempre será de lamentar -escribe- que no tengamos
una hija de Canarias en los altares. ¡Qué honor! ¡Qué filón! ¡Qué
mina inagotable! Con ella en el cielo, ni hambres, ni langosta,
ni epidemias, ni reumatismos.
Tal vez fuera secreta conspiración de médicos y boticarios,
que con semejante intercesora en el Cielo se quedaban sin clien-tela.
Ello es que la Santa se cansó de hacer milagros y que la ge-neración
siguiente la olvidó. ¡Punible ingratitud!»'O
Un vasto e inconsútil tejido de maravillas, prodigios, sucesos ex-traordinarios,
actos sublimes y fabulosos compone el relato de la
vida entera de laj sin e m h a ~ qha sta ahora fallida Santa isleña, Des-de
su búsqueda, recién nacida, de un lecho de pajas que asimilara su
cuna a la del pesebre de Belén, hasta los prodigios observados en su
cadáver durante los cuatro días que se mantuvo expuesto a la piedad
y el fervor de sus conciudadanos, un trascendido aura de bienaventu-ranza
envuelve por igual textos biográficos y declaraciones testificales.
Sor Catalina de San Maieo 159
Muy especialmente pictóricos y aun sensitivos en general son
los relatos referidos a los transportes y transmigraciones de que la
lega fue objeto, tanto a las iglesias todas de las siete Islas, como a la
Ciudad Eterna y otros lugares, sin dejar en ningún momento de estar
presente en su convento de Las Palmas. Es en particular sensitiva la
narración de su viaje desde un jardín familiar al Paraíso terrenal: un
fragante y musical campo, surcado por un río transparente, alfom-brado
de fresca hierba, esmaltado de flores, ubérrimo en frutas que
nunca se acaban, aunque sean consumidas hasta la saciedad por la
multitud de los bienaventurados ...
Lástima que no se nos haya conservado la descripción, sin duda
de similar escenario que, descontada la perfección suprema inheren-te
a la condición paradisiaca del Edén, encontraría la vidente con
ocasión de su arrebatada visita a la «Non Trubada» Isla de Sun Bo-rnndón.
A_iinqiie, por desgracia, nn se halla consignada esta singladw
ra (jo raid aéreo?) en las fuentes accesibles, sí que lo estaba, al pare-cer,
en la perdida obra de Fr. Lorenzo Tapia, a cuyo pasaje alude el
propio Viera y Clavijo en versos y glosa referidos a semejante expe-riencia
cataliniana :
«Sobre un césped de hinojos y poleo,
descansando del sol que la acalora,
a Catalina vi de San Mateo,
allá en San Borondón predicadora»
«La crónica del Padre Prior Tapia -reza una nota con la que se
apostillan los versos- habla seriamente de estas tramigraciones de
la Sierva de Dios a San Borondón y de sus apostólicas predicaciones
en aquella Isla imajinaria. El biógrafo -añade- es digno de suce-derle
en el empleo» ' l .
«Naturalmente que sería absurdo intentar ahora una crítica ra-cionalizadora
... y prescindir de la sensibilidad religiosa y el gusto por
lo sobrenatural de la sociedad hispánica del barroco» -escribe a
I l . Los Vasconautas, apud Poesías de Viera y Clavijo coleccionadas por Juan
Padilla, Año 1876, t. 1. Ms. en el MUSEO CANARIO de Las Palmas, sign. 1-F-1, pp.
122 (octava 45) y 137 (nota). Reproduce el poema J. RODRIGUEZ MOURE en Jui-cio
crítico del historiador de Canarias D. José de Viera y Clavijo, Sta. Cruz de Teneri-fe,
1913,cf. p. 51.
160 E l u ~Be nito Rzrano
propósito de todos estos materiales Béthencourt Massieu-12. Es, por
supuesto, la utilización y, sobre todo, la cotnprensión de sus conteni-dos
lo que, en cuanto testimonios de una mentalidad, un ambiente y
una época, interesada en las fuentes indubitables al historiador de
nuestros días.
El Prof. canario y ex-Rector lagunero aplica específicamente su
comentario a un concreto ejercicio del don de profecía practicado
por su paisana. Se trata del anuncio hecho por la misma -y revela-do
por su confesor pocas semanas después de su muerte- de la pró-xima
obtención de descendencia por el monarca reinante Carlos 11:
un trascendental y entonces vivamente deseado acontecimiento en
España que, de haberse producido, hubiera alterado de modo decisi-vo
nuestra ulterior historia nacional.
La noticia de tal vaticinio o pronóstico de la recién fallecida cla-risz
h&iz cufici,ici,^ p^r e! A ~ ~ h i p i ém! o~ti~ve~ p,o r p! ciii! Capi-tán
General, Conde de Eril, encargó al Fiscal de la Audiencia D.
Manuel de Torres, residente en las Palmas, información al respecto.
En carta de 20 de junio de 1695 comunicaba éste a su superior haber
recibido de labios de uno de los confesores de Sor Catalina (Fr. Fran-cisco
Alfonso, Lector jubilado, tenido por docto) comunicación afir-mativa
en tal sentido, que a su vez le hiciera su hija de confesión,
«en ocasión de haserse rogatiua por la sucessión de nuestro Monar-ca
».
De estas noticias documentales existe también testimonio narra-tivo
en el Breve Compendio biográfico de Sor Catalina descrito más
arriba y compilado por D. José Ventura Reyes. En los folios 1 10 vto.
a 112 r. de su moderna copia se incluye el relato pormenorizado de
lo que, en su tiempo, se había difundido por las Islas respecto a esta
Profecía de la sucesión de nuestro Rey Carlos segundo.
Según estas páginas, el Obispo de las Islas, D. Bartolomé García
Jiménez había recomendado a los sacerdotes y religiosos de su dióce-sis
hjcierzc r^gitiJ,is por !a f&i!i&d de! nGevg y segundo matrimo-nio
de D. Carlos, contraido en 1689 con Mariana de Neoburgo. No
sólo en cumplimiento de tal mandato, dice el biógrafo de nuestra
lega, sino «por el amor natural a su rey y conservación de la Monar-quía
», la devota monja imploró de la Providencia «un Príncipe suce-sor
que nos asegurase la paz y fuese columna de la fe». Eligió
12. Trab. cit., p. 464.
Sor Catalina de San Maleo 161
-añade- como intercesores de su petición a los Santos Mártires de
Marruecos San Berando y San Pedro, ofreciéndoles que el deseado
Príncipe peregrinaría a su sepulcro en Portugal o que sus padres en-viarían
al mismo un retrato que le representase,,así como que sería
educado en la pobreza e imitación de sus Santos Patronos. Tras mu-chos
días de oración y mortificación, Sor Catalina recibió particular
iluminación de que Dios ahauía de conceder a S. M. el Rey nuestro
señor la succesión de un Príncipe que fuese más hijo de Su poder
que de su naturaleza))".
Expuestos por la penitente a su director espiritual los términos
de la sobrenatural revelación, pidióle éste que le aclarase el sentido
de los mismos, a lo que se negó humildemente aquella declarando
su incapacidad y remitiendo la interpretación a varones prudentes
versados en saber teológico.
Aunq!e esta cnmuniracibn no implican secretn sacramenti!,
fue mantenida discretamente en reserva por el mentor de la religiosa,
hasta que la divulgación de su conocimiento y la consulta oficial que
se le hiciera le aconsejaron no ocultarla.
Dado que en la fecha de redacción del Breve Compendio que la
relata no se había producido el feliz cumplimiento del vaticinio
-que, como sabemos, no se cumpliría en definitiva-, el autor de
aquél argumenta que quizá la promesa divina incluiría alguna con-dición
todavía no practicada por los monarcas; o bien que no estu-viera
previsto en el anuncio la ((particular inteligencia de qué Reyna
tendría S.M. dicha sucesión o en qué tiempo)). Lo que, a nuestros
efectos, indica que la mencionada redacción de esta pieza fue hecha
todavía en vida de Carlos 11, es decir, entre 1695 y 1700.
Volviendo a la versión de la profecía por parte del informante
del Capitán General del Archipiélago, el Fiscal D. Manuel de To-rres,
señalemos su absoluta coincidencia con el texto anterior acerca
de que el futuro Príncipe no debería ser criado entre suntuosas vesti-duras,
sino modestas, ((respeto de que este hijo lo era más de la Gra-cia
que de la naturaleza)).
Aparte otras consideraciones sobre este extremo, el referido in-forme
constituye una -otra- interesante aportación a la fama y
opinión de que la hermana San Mateo gozara generalizadamente en
vida: curiosos datos remontables a su primera infancia, como la se-
12. Trab. cit., p. 464
162 Eloy Benito Ruano
vera abstinencia que ya observara hacia el pecho de su madre; su
imposibilidad, ya adulta, de absolución penitencial, por falta de cul-pas,
ni aun veniales; el completo retraimiento hacia toda comunica-ción
exterior -actitud de la que, como el Fiscal Torres, tuvo tam-bién
experiencia el propio Conde de Eril 14-. O (indicio revelador o
cuando menos sugerente acerca de su personalidad) las «calenturas
ardientes y continuas, que por tiempos se le alibiaban, ... en que Dios
la tenían.
Todas estas circunstancias nos inducen a dar nuevamente a la
estampa in extenso la carta del magistrado grancanario, no obstante
haberlo hecho recientemente el Dr. Béthenco~r t '~É.l -mi actual
Decano, amigo y cotidiano compañero de despacho en la UNED-sabe
cómo ambos hemos coincidido separada e inadvertidamente so-bre
unos mismos documentos cuya existencia en el Archivo Históri-co
nacionai conocería yo por mi parte durante ei i'v' Coioquio de
Historia Canario- Americana (1980), a través de la comunicación allí
presentada por la Dra. Encarnación Rodríguez Vicente Fondos ca-narios
en el Archivo Histórico Nacional de MadridI6.
El contenido biográfico concerniente a mi personaje del expre-sado
documento justifica a mi parecer la duplicación publicística,
máxime al hacerle acompañar aquí de otras dos piezas que ilustran
brevemente sobre el itinerario y translucen la posible apreciación
que en la Corte y por parte del propio Rey merecieron los avisos de
la taumaturga canaria: remisión de la carta de Torres por parte del
Capitán General de Canarias al Almirante de Castilla (sexto Duque
de Medina de Rioseco), envío de la misiva por ésta a D. Juan de La-rrea,
Secretario del Despacho Universal, y devolución inmediata por
el mismo al anterior con la escueta y a mi juicio significativa anota-ción
siguiente: «El Rey ha visto estos papeles y los restituyó a V.E.
de su real orden».
Este es el contenido de los documentos que incluimos seguida-mente
en Apéndice. Papeies que desde aquei momento -i2 de
14. Según consta en el Breve Compendio ... redactado por D. José Ventura Reyes,
fol. 83 vto. de la copia existente en el Museo Canario, habiendo obtenido licencia para
visitarla, sólo mediante mandato consiguió que se alzara el velo en su presencia, lo que
hizo hincándose previamente de rodiiias en señai de obediencia.
15. Ob. cit., pp. 493-497.
16. T. 1 de la edición de las comunicaciones, por el Excmo. Cabildo Insular de
Gran Canaria, 1982, pp. 417-503, espec. p. 445.
Sor Catalina de San Mateo 163
agosto de 1695- no vienen a significar sino una curiosa anécdota
enterrada en los legajos de nuestro principal fondo histórico-archivístico.
Y que, desenterrados ahora por partida doble, hacen
concidir mi propósito inicial, anunciado ya con destino al V Colo-quio
de Historia Canario-Americana para 1982 (aunque realizado
finalmente sólo en el presente), con el deseo que provocara el cono-cimiento
de los mismos a mi compañero y amigo el Prof. Bethen-court:
«Llamar la atención sobre la conveniencia de emprender un
estudio sobre esa interesante y mística Catalina de San Mateo, para
que su memoria no se nos esfume con el paso de los años y las gene-raciones~".
Enfocar su estudio -añadimos- como el de un espéci-men
cronológico local y general, individual y colectivo, representati-vo
de un determinado modo de vivencia de la religiosidad, sujeto y
fuente a un mismo tiempo de consideración histórica y psicológica.
Otras figuras femeninas isleñas -María de Jesús, María de San An-tonio,
María Justa, D." Ana Cibo de Sopranis (1 546- 1599), Sor Pe-tronila
de San Esteban (1676- 1759)-, de análoga caracterización,
podrían formar un friso de fondo sobre el que destacase el acusado
perfil de Sor Catalinai8.
1 7. Política regalista ..., p. 493.
18. Con ocasión de la presentación de esta ponencia en el VI1 Coloquio de Histo-riz
CznzFle-Americana, he tenide ecasiSn de cmace: e! d~cümeutüdoar ticü!o de PE-DRO
GONZALEZ-SOSA La partida de bautismo de Sor Catalina de San Mateo pu-blicado
en el diario «La Provincia» de Las Palmas el día 30 de agosto de 1983.
APENDICE
«Copia d e . 1 c~a rta escrita al conde de Eril mi señor por don Manuel
de Torres, jscal en la Audiencia de estas Islas».
Señor: En mis antesedentes cartas he dado a V. S. algunas
breues noticias de la vida y muerte de la Venerable Sierua de Dios la
Madre Cathalina de San Matheo, relixiosa lega del Conuento de San
Bemardino de Franciscanas de esta ciudad. Y ordenándome V.S. por
la carta que reciuo de 14 de este mes le refiera con maior extensión
todo lo que por más prodigioso huuiere obsceruado y qué prouabili-dad
tenga la noticia de auer profetizado la sucesión del Rey Nuestro
Señor, deuo decir a V.S. empezando por esto para que no esté pen-diente
el deseo con que V.S. acredita las ancias de buen basallo y
criado de S. M., que la referida profecía no se a predicado en las na-rraziones
que en método de historia continuada de la vida desta reli-xiosa
se han hecho en el púlpito en ocho o nueue sermones. Y aun-que
antes pudiera auer participado a V.S. esta felicíssima noticia, la
se!lcitiid de afianrarla más por sur grandes consequencias me hiso
diferir el auiso, y si bien está ya muy dibulgada (en que creo se a fal-tado
a las preuenciones de que no se divulgase en el púlpito, sobre
cuios motiuos suspendo el juicio), lo que yo he sauido de boca de su
confesor el Lector jubilado Fr. Francisco Alfonso, religioso que tiene
muy acreditada la opinión de docto, que en ocasión de haserse roga-tiua
por ia sucessión de nuestro Monarca, le cümünic8 :a Sieiüa de
Dios hauerle hecho Su Diuina Magestad el fauor de reuelarle este
aliuio que tanto deseamos con las circunstancias de que cuando la
Sor Catalina de San Maleo 165
Reina Nuestra Señora estubiese preñada auisase a la Audiencia en su
nombre para que pusiese en noticia del Rey Nuestro (Señor) que, en
naciendo el Príncipe, no permitiese que en su criansa correspondiese
lo obstentoso de sus bestidos a lo supremo de su nacimiento, porque
se malograría su vida, respeto de que este hijo lo era más de la Gra-cia
que de la naturaleza.
Esto es quanto en este punto he llegado a adquirir. Y aunque me
ha hecho alguna duda la aduertencia o la amenasa de que se a de
criar el Príncipe en trajes humildes, porque regularmente las Proui-dencias
de Dios se proporcionan al estado de las personas, siendo
Sus altos juicios incomprencibles, debemos limitar lo abatido de los
nuestros a lo que más nos importa. Pues si en esto tropieza la dificul-tad,
también hará duda la circunstancia de que se haya de criar el
Príncipe deuajo de la tutelar protección de los Santos Mártires de
Marniecns, c i i i~sc iierpnr están en e! Reyno de Portugal, a ~ I J Par ia-dió
para la persuasión de la humana credulidad de esta noticia la que
en su confirmación me dio el mismo Fr. Francisco Alfonso de que,
auiendo ido a confesar a una relixiosa de exemplar vida del Conuen-to
de Bemardas Calcadas (cuio nombre dijo no podía decirme por-que
viue), el mismo día que la Madre San Matheo le auía asegurado
la suseción del Rey Nuestro Señor, le comunicó lo mismo en fuersa
de profecía o reuelación, cuia propiedad de términos explicarán me-jor
los que hacen estudio particular en la direción de espíritus, por-que
no me afirmo en si me dijo profecía o reuelación, aunque me in-clino
más a lo primero.
Estas noticias, si corren a la Corte desnudas de lo que por acá
hemos tocado con la vista y la experiencia, puede ser no hagan mu-cha
impreción; pero este recelo no nos puede quitar el gusto de lo
que esperamos ver cumplido, ni nuestra confianza minorará las du-das
con que los hombres doctos discurren en el punto de reuelacio-nes
y profecías, por ser materia muy delicada para el acenso. De esto
Y de repetidos écstasis y visiones que tubo esta santa relixiosa, se ha
predicado mucho y muy portentoso. Pero lo principal para la piado-sa
creencia de su profecía son las virtudes de su exemplar vida y lo
que se a visto con su muerte.
En quanto a lo primero, supongo que su nacimiento fue tan pro-digioso
como público que, estando su madre arriesgada en su parto,
!!e& cn pebre ne ceneside y hziciénde!e m2 CPJZ en e! vientre, p2-
rió con felicidad; y que a poco rato, auiendole echado menos la niña
de la cuna en que la auían puesto, dixo su madre que en el pesebre
166 Eloy Benito Ruano
de la gañanía la hallarían, como en efecto sucedió. A cuios prodigios
se siguieron los de una rara abstinencia del pecho de su madre, no to-mándole
sino muy raras vezes; el crecer con señales y exercicios de san-tidad
de que se tienen obsceruados en el lugar de Guía, en donde nació,
marauillosos sucesos de que ay muchos testigos viuos; la entrada en la
relixión fue también milagrosa, porque siendo muy pobre y enferma,
por el exercicio de calentura continua en que Dios la tenía, lo primero
se facilitó por medios no esperados, aun en la cortedad de dote de mon-ja
lega; y lo segundo, auiendo sanado de sus calenturas por el tiempo
que fue preciso para que la resiuiese el Conuento; en donde continuó
cada día con maior perfección, en tanto grado que se ha predicado por
su confesor (siendo un hombre docto) que en toda su vida no halló ma-teria
para la absolución ni aun en culpas veniales.
Su obediencia, su pobreza y su silencio en el estado de religiosa
fiIergn cerrerpofi.iier?ter 2 e! to& & vi&, y si se puede decir
auerse excedido en algo, fue en el total abstraimiento de comercio hu-mano,
pues aunque la obediencia la precisó algunas vezes a que ha-blase
con personas que lo deseauan, siempre fue con mortificazión
suia: hablo de esperiencia, porque aunque en el prouincialato del P.
Yáñez tubimos mi muger y io lizencia para verla dos vezes a el año, o
por mejor decir por hablarla, respeto de que no se quitaría el velo de
la cara, yo no sé cómo esta relixiosa lo dispuso con Dios, que sólo lo-gré
la dicha de hablarla en tres ocaciones en que manifestó el senti-miento
que la ocazionauan estas exterioridades, pero con tal discre-ción
y alegría que sauía suauisar la claridad con que desengañaua; en
fin, estaua tan despegada de todos afectos terrenos y aun con tanta in-dependencia
de los de la propia sangre, que estando por el tiempo de
una de aquellas ocaciones en que la hablé, preso en la cárcel Andrés
García de Ojeda, hijo de una hermana suia, bastantemente indiciado
en el delito de la injuria de un alcalde del lugar del Agaete, sólo se
aplicó a este ruego en la conuersación con aquellos afectos de caridad
qEe wdirra pcr etrc we padecia sin cu!pa, use5urár?dcme E= !a tenia
su sobrino en aquella causa, y tube la fortuna de ser su abogado siendo
su fiscal, pues auiéndose hecho la relación de ella para sentenciarse en
vista y quedado solos estos señores y io hablando de los méritos del
processo y de las vozes que corrían de que San Matheo decía estaua li-bre
(en cuio punto no auía yo hecho la menor expresión), dixo el Sr.
Caiderón: «Si yo estubiera cierto de que San Matheo io decía io creie-m,
a cuia propocición no puede dexar de decir que yo se lo auía
oydo, con que por último salió la sentencia dándole por libre y io con
Sor Catalina de San Mateo 167
mi buena fee no quise expresar agrauios de ella. Con que berifiqué a
un mismo tiempo auer sido su fiscal y su abogado.
Y boluiendo a la sucinta narración de su prodigiosa vida, sin re-ferir
los exergicios de mortificación y penitencias, que no se pueden
estrechar a la breuedad de una carta por larga que sea, toda ella la
pasó sin comer carne, si no fue en los últimos años que su debilidad
necesitó de alimento menos débil que yemas y otras legumbres áspe-ras
y amargas. Y en conclusión, en muchas ocaciones y especialmen-te
en sus enfermedades de calenturas ardientes y continuas (que por
tiempos se le alibiauan), se mantenía de milagro, y éste se experi-mentó
con mas patente euidencia en su última enfermedad, pues su-poniendo
que en mucho tiempo sólo se mantubo con tres cucharadas
de almendras majadas, que luego lanzaua, diez o doze días antes del
de su muerte sólo reciuía el Santísimo Sacramento, que es vastante
pmeua de que Dios la mantenía sobrenaturalmente, y en esto no ha-
'Dio por vozes áei vuigo, sino por noticias de verídicas aserciones.
Referir las visiones, reuelaciones y profecías que se han predica-do,
ni es fácil ni yo cargo en esto la consideración, porque el argu-mento
mas valido de la santidad son las virtudes y los prodigios que
con la vista y con la experiencia emos tocado en su muerte, que es la
segunda parte de esta carta.
Murió esta venerable relixiosa el jueues 26 de Maio, cerca del
anocheser; y estubo en su coro patente al pueblo sin dársele sepultu-ra
hasta el lunes después de las 12 del día incormpta y sin señales de
poderlo estar, flexible, fragante y destilando por las manos y llagas
de su cuerpo un género de olio o licor mui oloroso en que la piedad
y fe de las religiosas empaparom muchos algodones y otros paños y
ropas que gozaron de este beneficio a innumerables personas que
acudían llebadas de su deuoción.
Hámme referido religiosos dignos de crédito, por lo que an oído
a las monjas con asombro del suceso, que después de dos o tres días,
al cortarle el cutis de las piernas, que de algunas llagas se les auia
demnido o arm!!ad~, c m e! s&:esa!t~ de execukr este sunte hurte e
disculpable inpiedad, pasó la tixera a herir la carne, de que salió mu-cha
sangre como si fuera de cuerpo viuo, a cuio caso se halló presen-te
la abadesa y otras dos o tres relixiosas, de las quales fue una la ma-dre
Santa Isabel, en quien para una tohalla teñida toda de la misma
sangre; pero me aseguran lo niega, ya sea por no dar parte de esta
prenda o por no manifestarse autora de ia herida.
La conmoción del pueblo fue grande, y no como quiera del pue-
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blo, sino de todo lo que no se puede llamar con este nombre, pues al
primero oficio y sermón que se predicó asistió mi Audiencia en for-ma;
siguiose el Cauildo eclesiástico, asistiendo el Obispo, continuó
el Obispo en oficio particular que hizo el día del entierro, combidan-do
para aserle a su Cauildo; repitieron estas funciones otros deuotos
particulares y los curas en su iglesia del Sagrario y las finalizó el
Cauildo secular. Y en cloncusión, los concursos fueron tales y con
tan Públicas demostraciones, que más parecieron festiuidades de
beatificación que oficios funerales.
Esto es quanto con breuedad respeto del asunto puedo decir a
V.S. en una dilatada carta; lo más indiuidual se manifestará en la in-formación
a que se dará principio estos días por la autoridad del or-dinario
eclesiástico. Espero en Dios a de llegar tiempo en que se dé
culto a esta Benerable mujer y que hemos de uer cumplida muy en
breue esta promesa, reuelación o profecía de la sucesión de S.M.
La Diuina guarde a V.S. como deseo y he de menester.
Canaria y Junio 20 de 1695
B. 1. m. de V.S. su mayor seruidor,
Don Manuel de Torres.
Sr. Conde de Eril.
Fragmento de la carta del Capitán General de Canarias
al Almirante de Castilla.
... Auiendo muerto en la Isla de Canana una religiosa de vida
admirable, y entendiendo auerse dicho que aseguraua la sucesión de
S.M., di orden al fiscal de la dicha D. Manuel de Torres se acercase a
esta materia y me la auisase. La adjunta es copia de su carta, que
pongo en manos de V.E. para que esta noticia llegue a la de S.M. Y
lo que puedo decir a V.E. que es santa mujer y generalmente son y
an sido públicos sus protentos. Dios quiera que éste le ueamos cun-plido
y guarde la Exma. Persona de V.E. como deseo y he menester.
Lag~iiad e Theiieiife y h l i o 3 de 1685.
firmado:) El Conde de Eril.
Exmo. Sr. Almirante de Castilla.
Sor Catalina de San Mateo
Carta del Almirante a D. Juan de Larrea y diligencia
marginal de éste.
Pongo en manos de V.S. la carta adjunta que he receuido del
Conde de Enl, con la que acompaña del fiscal de la Audienzia de
aquellas Islas, para que V.S. se sirba referírsela al Rey, deseando yo
que esta profecía salga más cierta que otras que se han hecho por los
mesmos medios.
Dios guarde a V.S. muchos años.
De la Possada, a 11 de agosto 1695.
(Firmado:) El Almirante.
Sr. D. Juan de Larrea.
(A1 margen :) Excmo. Sr. :
El Rey ha visto estos papeles y los restituyo a
V E. de su real orden.
Ntro. Sr. guarde a V.E. muchos años.
Palacio, a 12 de agosto de 1695.
(Firmado:) Dn. Juan de Larrea.
ARCHIVO HISTORICO NACIONAL, Estado,
leg. 4829, s.fol.