LOS CANARIOS EN EL ANTAGONISMO HISPANO - CRIOLLO :
el caso de los Agustinos de Nueva Granada
(1681- 1700)
BERNARDL AVALLE
Siglas utilizadas:
A.G.I. Archivo General de Indias, Sevilla.
A.S.A.B. Archivo del Convento de San Agustín, Bogoih.
En esta ponencia, quisiéramos analizar dos casos de inter-vención
de los canarios en los problemas suscitados durante el
siglo XVII por la imposición de la famosa alternativa de oficios
entre frailes peninsulares y criollos.
En el primero, se destaca cómo, para conservar el control de la
provincia, los criollos tuvieron la idea -aprovechando el turno
de los españoles- de propulsar hacia el provincialato a un ca-nario
ganado ya de antemano a la causa criolla y a sus intere-ses.
Después, intentaron crear un grupo de presión canario más
nutrido aue actuara en el mismo sentido. Estos acontecimientos
suscitaron reacciones muy significativas en la misma Santa
Fe donde los peninsulares llegaron a insistir en el hecho de que
los canarios no eran españoles sino indianos mientras que, a ni-vel
politico, se planteaba para la corona un problema bastante
arduo.
El segundo caso, más tardío revela el apoyo decisivo que cierto
oidor canario daba a los frailes criollos en otras de las innume-rables
peripecias de la alternativa agustina de Nueva Granada.
Las reacciones de los españoles entonces muestran a las claras
que ese tipo de situación no era excepcional, ni mucho menos.
Se concluye reflexionando a la vez sobre el sentido que tienen
esas perversiones de la alternativa hacia finales del siglo XVII y,
sobre todo; sobre lo que significan las actuaciones de los cana-rios
aquí estudiados relativamente a su inserción en la sociedad
americana de aquel tiempo.
1 06 Bernard Lavalle
Entre las innumerables controversias suscitadas en América a lo
largo de todo el siglo XVII por la famosa alternativa de oficios entre
frailes peninsulares y criollos, las que vivieron los agustinos de Nue-va
Granada merecen sin lugar a dudas un puesto particular y un es-pecial
recuerdo. Bastaría para ello el hecho de que, durante exacta-mente
ochenta años -de 1628 a 1708-, la vida conventual de esa
provincia fue agitada primero de manera esporádica, después, a par-tir
de 1663, de modo tan continuo como cada vez más agresivo, por
dicho problema y sus múltiples consecuencias.
Nuestro propósito no es, ni mucho menos, presentar aquí un resu-men
sintético de esta historia a la vez enrevesada en sus peripecias y so-bre
todo tan reveladora de las dificultades que engendmba ese sistema
electivo en provincias conventuales en que el grupo español se caracte-rizaba
a la vez por el reducido número de sus frailes y la determinación
de éstos para que se cumpliese con los preceptos de la alternativa l .
En la perspectiva particular de este coloquio, quisiéramos más
bien destacar a lo largo de nuestras páginas el papel que, en las desa-venencias
de los agustinos del Nuevo Reino, desempeñaron durante
algunos años -en lo esencial el decenio de los años 80 -unos cuan-tos
frailes de origen canario. Examinaremos las consecuencias que se
pueden sacar de ese episodio aparentemente bastante paradójico, lo
cual nos permitirá proponer algunas reflexiones sobre la naturaleza y
caracteres de la inserción de los isleiios en la sociedad americana de
aquel tiempo.
1. UNA VEZ MAS LA ALTERNATIVA ...
Con el capítulo del 23 de junio de 1681 se abrió en efecto un
nuevo acto en el largo historial ya tan fecundo en lances y sorpresas
de la alternativa que se quena imponer a los agustinos criollos de
Santa Fe de Bogotá. Algunos días antes de la elección, esto es el 2 de
junio, e1:presidente de la real audiencia informó a los frailes que en
cumplimiento de una cédula del 16 de agosto de 1680 se les exigía
1. Para más detalles sobre el tema, remitimos a nuestro libro Recherches sur l'ap-parition
de la conscience créole dans ia vice-royaufe du Perou, i'antagonisme hispano-créole
dans les ordres religieux (XVI.O-XVII.o siecles). Lille, 1982, pp. 514-522 y
534-561.
Los canarios en el antagonismo hispano-criollo: ... 1 O7
-una vez más- instaurar, y de manera definitiva, ese famoso siste-ma
electivo que desde hacía años y bajo los pretextos más diversos
venían soslayando.
En la consulta por la que hicieron constar sus deliberacones so-bre
el asunto después de haber recibido dicha orden, los definidores
criollos recordaron primero las graves reservas formuladas tres años
antes por el entonces provincial, F. Bartolomé de Monasterio:
«Entre otras razones que alegó para no poner en execución di-cha
alternativa, como no se puso, la más eficaz y con que se en-varazó
fue representar como los padres de España no tenian la
avilidad suficiente que pide dicha alternativa y constitucio-nes~*.
Como era de esperar, habiendo reflexionado de nuevo sobre el
particular, los definidores adoptaron la misma actitud: se declararon
dispuestos a aplicar la alternativa, pero al mismo tiempo constataron
que de momento ningún religioso peninsular estaba en condiciones
para ocupar el cargo de provincial:
((Responde su paternidad que está presto y aparejo a poner todo
connato en que sea electo un provincial religioso de España
como los aya áviles y suficientes dando a entender que entre los
que tiene esta provincia no los ayfi3.
Esta vez, a pesar de los reparos criollos y de sus maniobras dila-torias,
el presidente de la audiencia se mantuvo firme. Desoyó las ra-zones
aducidas por el provincial en nombre del definitorio y se negó
rotundamente a entrar en el juego de los frailes neogranadinos. Tu-vieron
éstos que someterse. Pocos días después de haber proclamado
que ningún peninsular podía ser provincial, establecieron una tema
de padres europeos susceptibles de serlo: F. Joseph Pacheco, expro-vinciai
de origen portugués que en i 663 había contn'ouiao no poco a
sacar la cuestión de la alternativa del olvido en que parecía sepulta-da,
F. Francisco Núñez de la Mota, también oriundo de Portugal y,
por fin, F. Antonio Montero «de nación andalum.
2. 2VI 1681,A.S.A.B. t. 7, f. 28 r.
3. Ibid.
1 08 Bernard Lavalle
Por lo visto, aquel que más posibilidades tenía de ser provincial
era el segundo. Todos los demás frailes europeos -doce en total: 8
españoles, 2 portugueses, 1 francés y... 1 canario) eran según los cno-
110s «ináviles e illiterados». En cuanto a F. Juan Berrosano que en-tonces
era la personalidad más relevante del grupo peninsular, los
criollos habían insistido, no sin fruición sin duda, en que era muy
superior en todo a sus compatriotas, pero que por no estar debida-mente
incorporado en la provincia de Nueva Granada no podía ser
elegido4. Añadiremos que desde hacía algunos años F. Juan Berrosa-no
se había convertido también en el defensor más acérrimo de la al-ternativa
...
Para completar este rápido panorama, es de recordar que frente
a esos 12 peninsulares había nada menos que 130 criollos entre los
que 20 cumplían con los requisitos para ocupar el cargo de provin-
A-1
UIUI.
11. DONDE APARECEN LOS CANARIOS ...
Mal que bien, el acuerdo parecía pues posible y la alternativa
tan soñada por los españoles iba por fin a ser efectiva.
Pensar que iba a ser fácil era desconocer los insondables recove-cos
de la vida conventual entre los agustinos santafereños y sobre
todo los recursos de la imaginación de F. Bartolomé de Monasterio,
principal adversario de la alternativa desde hacía mucho tiempo. En
efecto, en la noche que precedió la elección, F. Bartolomé consiguió
convencer en secreto a sus partidarios para que eligiesen provincial a
F. Simón de Herrera, un fraile oriundo de las islas canarias y conoci-do
por ser hechura suya.
Por muy secreta que fuese, la maniobra no tardó en trascender.
Inmediatamente, los padres españoles y -según afirmaron éstos-tambiér,
a!günos cBd!m, dierm peder ;! UE pmc i i r d ~ rF, . Nicolás
de Avendaño Maldonado, para oponerse a lo que se iba tramando.
La argumentación desarrollada en la petición de F. Nicolás que
se certificó más tarde ante notario es muy interesante.
Después de declarar solemnemente que la elección de F. Simón
4. Seguimos la relación de los hechos presentada en un memorial redactado por
los padres españoles, 25 VI 168 1 (A.G.I. Santa Fe 249).
Los canarios en el antagonismo hispano-criollo: ... 1 09
no podía sino ser nula y que por lo tanto «(alegaba) de nullidad una,
dos y tres vezes y las demás que el derecho permitiere~ según la anti-gua
fórmula castellana, el procurador explicaba el por qué de su
oposición a F. Simón: era ignorante («no tiene avilidad en lo litera-do
»), carecía de experiencia pues no había sido antes siquiera prior
de uno de los conventos de la provincia.
Pero había más. Con su elección, no se cumplía con los requisi-tos
de la alternativa ya que, según el procurador, el isleño F. Simón
de Herrera no era español sino indiano como su predecesor en el
provincialato ...5. Este era, o quería ser, el punto clave de la argu-mentación
de los peninsulares pues en otro memorial de los man-dantes
del procurador español -el memorial citado en la nota 4- m
D
éstos insistían en el hecho de que F. Simón no era de los in Hispania E
nati según rezaba el texto de la alternativa ... O n iConsideiiEiñíise entonces eii Saiiia Fe a 10s caiiaiios CüiiiO no -
=m
europeos, o bien era suficiente la amistad de F. Simón con el cabeci- O
E
lla del grupo criollo mayoritario, F. Bartolomé de Monasterio, y su E
2
adhesión a los intereses de dicho grupo para que se le considerase E
=
como americano? 3
Siguió adelante el capitulo. Como era de esperar, F. Simón de -- Herrera fue elegido provincial pero en condiciones de total irregula- 0m
E ridad. Ni siquiera se atrevieron sus partidarios a proclamar el resul-tado
numérico de la votación en la que obtuvo 26 votos, mientras O
que F. Francisco Nuñez de la Mota sacaba apenas 6. Para colmo de n
E escarnio, el definidor mayor ni fue uno de los tres de la tema previa -
a
y F. Juan Berrosano al que se reprochaba el día antes su ineligibili-nl
dad figuraba sin embargo entre los miembros del definitorio, imagi- n
0
nando tal vez los criollos que así podnan comprar su silencio, lo 3 cual resultó ser un cálculo bien equivocado. O
Ante tantas irregularidades e incumplimientos, y sintiéndose es-tafados
pues les representaba en el provincialato alguien a quien no
coiisi&r*"uari Corno ni compaiii"ia, lus espafioies de&
dieron mandar a Europa a dos procuradores, los padres Félix de Bo-nilla
Moscoso y Francisco Sánchez. Aquél redactó para el Consejo
un largo memorial sobre los hechos, memorial estudiado por los
consejeros el 27 de noviembre de 16826.
5. 25 VI 1681, Ibid,
6. Ibid.
110 Bernard Lavalle
En Bogotá, como era de suponer, las tensiones habían ido aumen-tando.
Estaban viviendo una verdadera paradoja. Legalmente se había
aplicado, por fin, la alternativa eligiendo a frailes españoles, pero los vo-ceros
de éstos, por ejemplo el 4 de mayo de 1682, seguían implorando al
rey para que se practicase de manera afectiva dicha alternativa. Denun-ciaban
las «opresionem que padecían por parte de los criollos que todavía
reinaban sobre la provincia, pero esta vez aprovechándose, ahí estaba la
paradoja, de ese famoso sistema electivo en el que los peninsulares ha-bían
puesto todas sus esperanzas desde hacía veinte años.
H... las molestias y opresiones que recivimos y emos recivido los reli-giosos
nacidos en essos reinos por los padres criollos desde el año de m
sesenta que he quando faltó el goviemo de los padres españoles»'.
O
El año siguiente, el incansable F. Juan Berrosano redactó un
- m
O
nuevo memorial de 23 hojas en el que desarrollaba los mismos argu- E
mentos antes de exigir, una vez más, la alternativa que ya se había 2
E
acatado por lo menos en sus principios si no en su espíritu ya que
gracias al subterfugio imaginado por F. Bartolomé de Monasterio se- =
guía emangoneando~e l grupo criollo encabezado por él y su hechu- O-ra,
el isleño F. Simón de Herreras. m
O
111. ¿TODOS A UNA CONTRA LOS FRAILES CANARIOS ... ?
En el capítulo siguiente, esto es el de 1684, se encontró sin em-bargo
una mayoría para decidir la exclusión de los frailes canarios de
la alternativa y la expulsión de aquellos que no estuvieran regular-mente
agregados a la provincia. Hemos dicho gue en 168 1 había tan
sólo un agustino isleño en el Nuevo Reino pero, aprovechando el
urovincialato de F. Simón, algunos de ellos procedentes del conven-io
de Gibraltar en Venezuela habían venido a los conventos de la
provincia de Gracia. Por ejemplo, se citaba el caso de los FF. Jacinto
López, Blas de Lima, Joseph de Cañizares y Joseph Gutiérrez9.
. l . ? T. 1 . ~ o i uu. u c u ~ ~ ~ c ifiimi üa du ijar !as FF. Jüan Bemsam, Fr,r.ciscv NGRez de !2
Mota, Agustín Cueto, Domingo Ramírez Ronquillo y Juan Manuel de Ribera.
8. Ibid.
9. Para más detalles, cf. A.G.I. Indiferente general 2872 lib. 12 f. 1 1 r-3 1 v.
Los canarios en el antagonismo hispano-criollo:. .. 1 1 1
¿Por qué este cambio? ¿Cómo explicar que por espacio de tres
años apenas el capítulo agustino hubiese cambiado su posición de
manera tan radical?
La explicación de esa nueva actitud frente a los canarios está sin
duda en los altibajos, y finalmente el declinar, del poder en la pro-vincia
de F. Bartolomé de Monasterio quien había imaginado lo que
se podría llamar «la solución canaria)) para mantenerse de modo in-directo
pero eficaz al frente de la provincia.
El 12 de mayo de 1685, en una carta al rey, F. Bartolomé se pre-sentó
como el defensor más destacado y leal de la alternativa. Las ra-zones
que aducía para fundamentar sus nuevos alegatos no carecían
de sabor dada la personalidad y el largo historial de quien las suscri-bía.
Los frailes, decía, tienen la obligacibn de acatar las reales órde-nes,
tanto más cuanto que en este caso ia alternativa era ei medio
más idóneo para moralizar las prácticas electivas
«Los más padres nascidos en las Indias que ai en esta provincia
son hermanos consanguíneos y, en entrando en ellos el govier-no,
se convierten en carne y sangre los oficios y solo govierna
el parentesco ... (la alternativa) quita esta sucesión hereditaria y
se hacen las elecciones puras...»'0.
F. Bartolomé añadía que semejante toma de posición le había
merecido la enemistad de algunos criollos determinados a impedir la
alternativa y, para conseguir sus fines, habían querido oponer a pe-ninsulares
y canarios, clara alusión al episodio protagonizado por su
protegido F. Simón de Herrera. Con habilidad, F. Bartolomé silen-ciaba
la reacción de los frailes españoles encabezados por F. Juan
Berrosano. Pero, por otra parte, también es cierto que ya en 168 1 al-gunos
padres neogranadinos se habían negado a entrar en su juego y
la decisión dei capituio de 1684 a ias claras revelaba que ¡a oposi-ción
que encontraban sus maniobras en el seno del grupo criollo ha-bía
crecido en forma bastante notable. Ya no le «pertenecía» la pro-vincia.
De toda forma, si por una parte la nueva mayoría criolla se ne-oaha
a a r~ntnr2 Inc ranarinc tíimnnrn hnhín camhiadn de parecer la bu".. U "--y.... .-" -, --- ..--.- --.------"
10. A.G.I. Santa Fe 250. En su respuesta, la corona agradeció a F. Bartolomé su
celo y sus desvelos por la alternativa? (A.G.I. Santa Fe 53 1 lib. 12 f. 17 v- 18 r).
112 Bernard Lavalle
minoría española. Algunos años más tarde, F. Juan Berrosano se-guía
escribiendo al rey que se debía excluir a los frailes isleños pasa-dos
al Nuevo Reino sin licencia:
«Si no se observase esta forma conforme a vuestras reales cé-dulas
y hórdenes tan repetidas sobre este punto, se daría oca-sión
a que los relixiosos menos observantes, con el pretexto de
dicha alternativa y a este exemplar, se fuesen vagando a dicha
provincia de Nuevo Reyno y que, por allarlos ya en él, los su-xetos
amigos de ynquietudes los detengan y favorezcan con di-cho
pretexto de alternativa, quando para esto sólo ban y deven
hir los relixiosos que, aprovados por sus superiores, llevan
también la aprovación y lizenzia de Vuestra Magestad que es
todo el fundamento con que deven entrar para la dicha alter-nat
iva~'l .
IV. HACIA UNA SOLUCIÓN
La posición de la corona ante tan difícil problema se decidió en
dos tiempos. Primero, en 1685, en aplicación de los estatutos con-
*..--- L-1-:- -..:-:>- l.. 1-::- 3- 1-- r--:i-- ---- -..- -- veriiuaieb, iiavia cnigiuu ia cnpuisiuii uc ius iiaiics Laiiaiius yuc ac
encontraban en el Nuevo Reino de Granada:
«Sólo en la provincia de Gracia de esse reyno se hallan más de
veinte de la orden de San Agustín que de diferentes provincias
por puertos extraviados an ydo sin licencia fugitivos por no Ile-
' varla de sus prelados y particularmente de Canarias y que éstos
andan mezclados en negocios de mercancías, celebrando estan-do
apóstatas, cuyos excesos causan gravísimos escándalos y no
poco perjuicio espiritual y temporal a dicha provincim12.
Si juzgamos por las intervenciones posteriores ya citadas de F.
Juan Berrosano, esta exigencia en realidad no parece haber tenido
mucha eficacia ... Pero en lo esencial, en lo tocante a la pertenencia
de los frailes canarios al grupo español metropolitano, la corona fue
mucho más expeditiva y tajante.
Además, después de estudiar a fondo la cuestión y recordando el
11. Visto en Consejo el 23.X. 1688 (A.G.I. Santa Fe 250).
12. 13.VII.1685(A.G.I.SantaFe 531,lib. 11 f. 215v-217v).
Los canarios en el antagonismo hispano- criollo: ... 113
tenor de la carta de F. Bartolomé con fecha del 12 de mayo de
1685, el Consejo de Indias escribió al general de la orden agustina
para que anulase las decisiones del capítulo neogranadino de 1684 y
puntualizase que, en cuanto a la alternativa, castellanos, leoneses,
aragoneses, catalanes, valencianos, mallorquines, ibicencos y cana-rios
constituían un solo y mismo grupo, el de los es paño le^'^.
El general no tardó en contestar favorablemente y en firmar el
texto que se le pedíaI4. Sin perder tiempo, una real cédula idéntica se
mandó antes de finalizar el año a la real audiencia de Santa Fe 15...
Había terminado el episodio canario. Las cosas volvían pues a
su sitio al mismo tiempo que la fuerte personalidad de F. Bartolomé
de Monasterio desaparecía del escenario provincial. No por eso ha-bían
concluido las peripecias causadas de manera directa o indirecta
por la alternativa. Todavía faltaban veinte años para que se diese por
concluido el frustrado intento de imponerla.
Sin embargo, antes de terminar, es preciso indicar que de nuevo
al finalizar el siglo y con motivo de nuevas desavenencias entre frai-les
agustinos españoles y criollos, surgió otra vez el elemento cana-rio,
aunque no de forma tan manifiesta. No entraremos en los deta-
11,- A- -m- -..-.r- --:o,rl:- -a-- no A a onñ-1,- ne 1 /;O0 h-h;nn
lLG3 UG G3G 11UGVU G~LJUUlW, P b L U bJ Ub 3C1141CIl UWIIIU7 U11 lV//, llUU1~11-
do sentenciado la audiencia en favor del candidato criollo, F. Miguel
de Rivas y Guinea, y en contra del español, F. Melchor del Barrio,
éste insinuó que semejante decisión se había tomado a causa:
«... del odio que prevaleze en ellos (los oidores) contra los nazi-dos
en España y que D. Domingo de la Rocha Ferrer oidor mas
antiguo de aquella audiencia continuó, como isleño de Cana-rias,
en interessarse por los cnollos~'~.
A través de todo esto destacan, creemos, dos tipos de conclusio-nes.
Las primeras conciernen a la alternativa y revelan muy a las cla-
13. 1.1688 (A.G.I. Indiferente general 2858 lib. 4 y 2872 lib. 12 f. 11 v- 12 v)
14. Ruiiia 5.iii.ió88 (A.G.i. iñdifeieiiie genelal 2872 lib. 112 f. if u- 17 v ji Santa
Fe 2 59).
15. R.C. 14.XI. 1688 (A.G.I. Indiferente general 2872 lib. 12 f. 25 v-29 r).
16. Visto en Consejo el 17.11.1700 (A.G.I. Santa Fe 410). Aunque más velada-mente,
el arzobispo de Santa Fe lo confirmaba en carta del 20.VIII. 1699 (Ibid.).
114 Bernard Lavalle
ras como en no pocos casos -pues éste dista mucho de ser único-se
llegó a desvirtuar ese sistema electivo, a pervertirlo, para reducirlo
a una mera coartada en las luchas por el poder que conocían muchas
provincias regulares de América, cuanto más cuando el grupo penin-sular
se resumía a unos cuantos frailes que, por ser tan pocos, ni si-quiera
podían cubrir todas las plazas que les reservaba dicha alterna-tiva
".
Las segundas están más bien relacionadas con la inserción de los
canarios en la sociedad americana y su posible adhesión a grupos e
intereses criollos, lo cual hacía que, en ciertos casos, los peninsulares
los mirasen de manera sospechosa y llegasen hasta a negarles su cali-dad
de españoles, como hemos visto. m
D
De toda forma, en el ejemplo que hemos estudiado tenemos E
que tomar en cuenta un elemento importante. F. Simón de Herre- -O
ra, así como los demás agustinos isleños que éste mandó venir a la -- m
provincia de Nueva Granada, provenían del convento de Gibraltar, O
E
pequeña ciudad entonces sita en la margen oriental del lago de Ma- E
2
racaibo. Ahora bien, se conoce perfectamente la profundidad de la -E
insersión social de los isleños en Venezuela, a lo largo de toda la 3
historia & ese p i s . Lo que jjaS&a la jacie&,d civil o~:ra=r- ia -
bién, por supuesto, en los conventos. Recordemos que en un estu- -
0
m
dio de los franciscanos en Venezuela, F. Lino Gómez Canedo ha E
insistido en que allí nunca se consideró a los numerosos frailes isle- O
$
ños como verdaderos extraños 18. Sin duda alguna lo mismo sucedía n
entre los agustinos, y esto era una razón más para que, cuando pa- E a-saban
al Nuevo Reino, se pudiesen adherir sin problema al bando l
criollo y a sus intereses. De ahí el que en ciertos casos, como los n
n
que acabamos de recordar, los peninsulares llegasen a dudar de la
hispanidad de los canarios y los miraran más bien como adversa- 3
O
rios que como compatriotas.
i 7. Para más casos de perversión de ia aiiemaíiva, CE riuesirü libro ya ciiadq Xa
parte, cap. 1 y 11.
18. Lino Gómez Canedo.-«La provincia franciscana de Santa Cruz de Caracas
(1 5 14- 1810)» in Memoria del primer congreso venezolano de historia ecles~ásticaC, a-racas,
1970, pp. 223 -224.