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LOS CONFLICTOS ENTRE EL CABILDO DE LA LAGUNA Y LA VILLA DE LA OROTAVA: LA PUGNA POR LA CONSTITUCIÓN DE UN AYUNTAMIENTO AUTÓNOMO EN LA VILLA DE LA OROTAVA (1 766 - 1823) El régimen municipal que impera en la isla de Tenerife du-rante el Antiguo Régimen, se caracteriza por su extremado y rí-gido centralismo; ya que tras el proceso de conquista y coloni-zriciSn iris-!ar, !a ciudad de la lagiina regira de manera abso-luta los destinos de la vida pública insular, prácticamente hasta bien avanzado el siglo XIX, pues el Cabildo de La Laguna era el único Ayuntamiento legalmente constituido. Esta situación de monopolio municipal por parte del Cabildo lagunero, se verá ligeramente alterada hacia mediados del siglo XVII, al concedérsele a La Orotava el titulo de Villa exenta en el año de 1648. El poderío socio-económico de un restringido núcleo de familias (Los grandes propietarios de tierras y aguas) enriqueci-das y ennoblecidas con el ague del comercio vitícola, permitió que La Orotava obtuviera el título de Villa. No obstante ello no significó que La Orotava se desligara totalmente de su depen-dencia con respecto al Cabildo de La Laguna, sino que unica-mente a La Orotava se le dotó de una serie de competencias ju-rídicas, estableciéndose un Alcalde Mayor y un juzgado ordina-rio, en el que se discernían las causas o autos que se produjeran en el Partido de Taoro. Sin embargo, y a pesar de la importan-cia de los cambios experimentados en la organización munici-pal insular, que colocaban a La Orotava en una situación de privi!egio ce~r?e specte I! reste de !as !nca!idades tinerfeñas, !a dependencia en tomo a la ciudad de La Laguna continuaba siendo estrecha; pues la capital de la isla seguía disponiendo de sus prerrogativas a nivel administrativo, aspecto este de enorme interés, ya que de este modo La Orotava necesitaba disponer li-bremente de los Propios de su jurisdicción, para conseguir la tan ansiada independencia municipal. Desde el siglo XVII se suceden una serie de conflictos en-tre la Villa de La Orotava y el Cabildo de La Laguna, cuyo Adolfo Arbelo García tema central era la demanda por parte de La Orotava de los Propios de su distrito; sin embargo esta conflictividad adquirirá su mayor crudeza a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, donde los grandes propietarios locales unidos a un grupo social de nuevo cuño, la burguesía agraria, grupo que había accedido a los empleos públicos locales a raíz de la creación de los cargos de Diputados y Personeros del Común por Carlos 111, reivindi-cará sus derechos a los Propios y a la autonomía municipal es-grimiendo como argumento principal, las reformas introducidas en la administración local por la monarquía ilustrada. La opo-sición a las demandas de le élite social orotavense será tajante por parte del Cabildo de La Laguna. En definitiva, en el trasfondo de toda esta conflictividad, la m 0 cuestión principal radicaba en las apetencias de la elite social E orotavense (grandes propietarios y burguesía agraria), por apo- O derarse en su propio beneficio de las tierras de Propios y comu- n - = --lo" Ao c.7 :7.":"A:-AA... m UC JUIIJUIbC.IVII, y ijm 10 qüe se refiere al Cabildo de La U E Laguna, sus reticencias a conceder las demandas que solicitaba E 2 La Orotava, se explican por el hecho de que la oligarquía de re- ! gidores perpetuos que dominaba el Cabildo lagunero, temía = perder sus privilegios como grupo dominante de la vida munici- 3 pal insular. -- 0m El régimen municipal que impera en la isla de Tenerife durante el Antiguo Régimen se caracteriza por su extremado y rígido centra-lismo, ya que tras el proceso de conquista y colonización insular, la ciudad de La Laguna regirá de manera absoluta los destinos de la vida pública insular prácticamente hasta bien avanzado el siglo XIX. Una vez implantado el nuevo orden político que surge de las Cortes de Cádiz, el mapa político administrativo local experimentará un brusco proceso de cambio, conformándose una multitud de munici-pios que en su mayoría constituyen las entidades locales que pervi-ven en la actualidad. En la comarca del Valle de La Orotava, desde los primeros mo-mentos de la Conquista se habían instalado un núcleo de familias, partícipes directamente en el proceso de Conquista y colonización insular, las cuales habían sido las grandes beneficiadas de los reparti-mientos de tierras y aguas del antiguo menceyato de Taoro, efectua-dos por el conquistador D. Alonso Fernández de Lugo, en este senti-do Leopoldo de la Rosa afirma: «En la comarca que constituía el an- Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 633 tiguo reino de Taoro, hubo grandes beneficiados: el propio Adelan-tado, sus parientes Bartolomé Benítez y Juan Benítez; los sobrinos de su primera mujer, Andrés Suárez Gallinato y Jerónimo Valdés; otros que obtuvieron directamente mercedes de los Reyes, como Hernan-do del Hoyo o Gonzalo del Castillo; o los que se obligaron a hacer ingenios azucareros, que interesaba estimular, como el propio Barto-lomé Benítez, el Duque de Medina-Sidonia, Tomás Justiniano, el regidor Lope Fernández y otros»'. Efectivamente poco a poco y a medida que avanza el proceso de colonización insular, La Orotava se va erigiendo, como uno de los lugares más destacados de la isla desde una óptica social y económica; de ahí que Viera y Clavijo manifies-te: «La Orotava se había hecho desde la Conquista un gran lugar por su numeroso vecindario, su mucha nobleza y sus edificios suntuo-s o ~ ) ) ~ . A mediados del siglo XVII, la nobleza local, formada por los grandes propietarios de la comarca, aquéllos que fueron los máximos beneficiados de los repartimientos de tierras y aguas, como citamos anteriormente; acrecienta aún más su poderío socio-económico y se consolida indiscutiblemente como el grupo social dominante en el Valle de La Orotava; tal fenómeno está en íntima relación con el auge que experimenta el comercio de vinos con Europa durante esta etapa, de cuyas transacciones el grupo nobiliario orotavense será uno de los grandes beneficiarios junto con los comerciantes de origen ex-tranjero asentados en el Puerto de La Orotava. Los pingües benefi-cios que se derivan del intercambio comercial con el continente eu-ropeo le permiten solidificar su «status» socio-económico, y buena muestra de ellos es que durante esta coyuntura las familias más aco-modadas de esta localidad adquieren en su mayoría títulos nobilia-rios3. Por lo que respecta a los rasgos generales que caracterizan a la organización municipal del Valle de La Orotava, los grandes propie-tarios del Valle utilizan su preeminente situación socio-económica y al mismo tiempo aprovechan las dificultades financieras por las que 1 . ROSA, L. de la: La Orotava hasta 1650. S/C de Tenerife. 1977. p. 10. 2. VIERA Y CLAVIJO, J.: Historia General de Las Islas Canarias. T. 11. Ma- A-.A in-ro - r n c UllU. 1710, &1l7.J . 3. 16 1 1 , Marqués de Celada; 1666 de Acialcázar; 167 1 de Torrehermosa; 1685 de La Florida; 1682 de la Quinta Roja. MILLARES TORRES, A. T. 111, p.29 1 . 634 Adouo Arbelo Garcia atraviesa la Corona, para intentar alterar el régimen municipal vi-gente en el ámbito insular; de ahí que en el año de 1648, La Orotava obtenga el título de Villa exenta. Sin embargo este nuevo rango otor-gado a esta localidad norteña no llevaba implícito una total desvin-culación de su dependencia con el Cabildo de La Laguna, ya que a la Villa de La Orotava únicamente se le conferían competencias de tipo judicial contando con un juzgado ordinario propio en el que se dis-cernían las causas o autos delictivos que se produjeran en el Partido de Taoro; siendo presidido dicho juzgado por un Alcalde Mayor, empleo público de nueva creación en la comarca, puesto que antes de la concesión del título de Villa exenta, La Orotava estaba dotada únicamente de un Alcalde ordinario cuyas competencias y autoridad eran inferiores a las del Alcalde Mayor. A pesar de la importancia de estos cambios experimentados en la organización municipal local, que colocaban a la Villa de La Oro-tava en una situación de pnvikgio coñ respecto ai resto de Ías Íocali-dades tinerfeñas; la dependencia en torno a la ciudad de La Laguna continuaba siendo estrecha, pues la capital de la isla seguía dispo-niendo de sus prerrogativas a nivel administrativo, aspecto este de enorme interés, ya que de este modo La Orotava carecía de todo tipo de recursos financieros propios con que poder hacer frente a las ne-cesidades municipales y a la par quedaban frustradas sus aspiracio-nes a erigirse como ayuntamiento autónomo, pues La Orotava nece-sitaba disponer libremente de los Propios de su jurisdicción para conseguir la tan ansiada independencia municipal. Desde el siglo XVII se suceden tensiones y conflictos entre la Villa de La Orotava y el Cabildo de La Laguna, cuyo tema central era la demanda por parte de La Orotava de los Propios de su distrito; sin embargo esta conflictividad adquirirá su mayor crudeza a partir de la segunda mitad del XVIII y es en este período donde vamos a concretar nuestro análisis. Las reformas preconizadas por la Monarquía ilustrada a escala !=cd serán esgri~idaste me argumente prlncipa! p r ! a é!ite sncia! orotavense, para sustentar sus reivindicaciones autonomistas y sobre todo sus apetencias sobre los Propios; así el representante de los in-tereses de la Villa nos habla que: «La decadencia experimentada por punto general en todo el ñeyno, sobre ei manejo de ciertos rarriius de püiicía encargados a los Cabildos, Justicia y Ayuntamientos; dio causa a la creación y nueva Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 635 planta de Diputados y Personeros en las Cabezas de Partido. Quié-nes puestos en la posesión de sus empleos hicieron patente al gobier-no sucesivamente y por varios recursos la necesidad de extender sus facultades a los demás ramos; y hacer partícipes a cada pueblo en particular de Diputados y Personeros, reformando por esta vía la im-perfección acreditada del gobierno antiguo; y siéndole al Cabildo de La Laguna bien notorias estas nociones, es bastante extraña su queja en esta parte^^. Por su parte el Cabildo se opone tajantemente a las demandas de La Orotava arguyendo, como defensa los privilegios que se le habían concedido desde la Conquista y por otra parte acen-tuando su carácter de único municipio legalmente constituido: «Desde la Conquista D. Alonso Fernández de Lugo estableció el Ayuntamiento con residencia en dicha capital de San Cristóbal de La Laguna, extendiéndose la jurisdicción al gobernador a toda isla, como también la facultad de sus regidores)), por tanto «no puede dar lugar a ello ei auto acordado de 3 de Mayo e instancia de 26 de junio de 1776, en que se manda donde hubiese ayuntamiento se crearían Diputados del común porque; no habiendo otro que el de la ciudad de La Laguna, donde se verificó el nombramiento, ninguna altera-ción resultaba al Corregidor y regidores de la isla, menos se infería a lo dispuesto por nuestro Supremo Consejo de Castilla en R.C. expe-dida en 5 de Junio de 1778»5. Estos dos puntos de vista tanto el defendido por la Villa de La Orotava, como el apoyado por la ciudad de La Laguna están conec-tados con los horizontes socio - económicos y político - administrativos de los grupos sociales dominantes en ambas localidades. Por lo que se refiere al Cabildo de La Laguna; éste está dominado por una oli-garquía que acapara la mayor parte de las regidurías perpetuas y que prácticamente desde los primeros años de la Conquista dirige y pro-tagoniza la vida política insular, como grupo social hegemónico en el Cabildo de La Laguna. De ahí que los regidores del Cabildo consi-deren los planteamientos de la Villa de La Orotava conjuntamente coii los de Saiiia Criiz de eoriiia la auior"l&; de; Cci-rregidor de la isla y del propio Cabildo. La oligarquía temía que la actitud protagonizada por La Orotava y Santa Cruz se extendiera a 4. A.M.L ... Sig. P-38. núm. 22. añode 1803 5. A.M.L.L. Sig. P. 36,núm. 1. 636 Adolfo Arbelo García otros pueblos y disminuyera su posición privilegiada: «El Puerto de Santa Cruz de la ciudad distante una legua y ahora la Villa de La Orotava, se han revelado contra su capital; intentando sacudir ente-ramente el yugo de la jurisdicción del Correxidor, regidores y Dipu-tados de la Isla, y quedar en una absoluta independencia, siendo de esperar que los demás grandes y pequeños intenten lo mismo; pues concurren para con ellos las propias razonew6. La división y reparto de los Propios que administraba el Cabil-do, suponía según la perspectiva de la oligarquía insular la ruina de este ramo, puesto que: «si se consumen y dividen en los demás luga-res consecuentemente se ha de verificar el daño y la destrucción de todo su conjunto; pues estando tan sobrecargado de pensiones, que en el año que no valgan las rentas de trigo, no habrá con que cum-plirlas))'. De igual modo consideraban errónea y se oponían con ro-tundidad, a la conformación de municipios desgajados de la Capital ya que: «si cada pueblo se separa como es de presumir lo que inten-tan aquéllos dos, en cada legua o media legua se verán disposiciones opuestas y un trastorno y confusión que conspire a un desorden que dará de sí muy fatales consecuencias; que se han obviado y obvian en todas ocasiones en los Cabildos Generales, a que se comboca en la capital para que salgan uniformes las providencias; pues las formas de govierno de unos países no siempre son adaptables a otros^^. La oligarquía que integraba el Concejo lagunero, regulaba y su-pervisaba todas las actividades concejiles, tanto de orden económico y social como incluso de orden ideológico empleando cuantiosas suma en el mantenimiento de todo un aparato ideológico que garan-tizara su posición dominante en la sociedad isleña9; pero también esta oligarquía como elemento social mayoritario en el Concejo ges-tionaba la hacienda pública, percibiendo unos determinados ingresos para hacer frente a los gastos comunitarios y sobre todo administran-do las tierras concejiies; de ellas se extraían la mayor parte de las rentas del Cabildo y en gran medida era el fundamento económico ciei Concejo, taies rentas eran manipuiadas por los regidvres viiaii- 6. Idem. Doc. cit. 7. Idem. Doc. cit. 8. !&m. Bnc ci! 9. MACIAS HERNANDEZ, A.M.: La Transformación de la propiedad agraria concejil en elpaso del Antiguo al Nuevo Régiman. La Laguna. 1978. Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 637 cios, los cuales utilizando su «status» socio-económico y en colabo-ración con los funcionarios del Cabildo se aprovechan de las rentas del Cabildo, usurpándolas y desviándolas en su beneficio particular. Estas actividades fraudulentas de los regidores son denunciadas en ocasiones; así el Personero General de la isla Soler Carreño expresa: ((Manejado el nominado fondo de Propios por el Cabildo de la ciu-dad de La Laguna de cuyos individuos se compone la Junta que los administra; por cuanto la mayor parte de ellos sólo atienden a sus intereses y fines particulares; apoyados principalmente por los escri-banos que, con motivo de haber corrido a cargo de ellos la contadu-ría y ser todos de un mismo cuerpo, les dan libre pase a todo lo que disponen y quieren librar y a disimular la ocultación de censos y otros productos peculiares y respectivos a dicho fondo de Propios. Siguiéndose por consiguiente de un tal coaligación y extraordinario mzriex~,e ! que se r ensmxn unuu!rilentr es tm C ~ K ! ~ ! P Cp Úh!ic~s y sin disfrutar esta Villa del beneficio que debía en conformidad con las piadosas disposiciones del Monarca y de la necesidad»'O. Por lo que se refiere a la Villa de La Orotava, la vida pública lo-cal está monopolizada tradicionalmente por un grupo social concre-to que presenta una serie de característica muy singulares, se trata de los grandes propietarios de las tierras del Valle y asimismo los posee-dores del agua, como componentes del Heredamiento de las aguas del Río de La Orotava. Socialmente están estrechamente ligados en-tre sí, producto de una estricta política matrimonial cuyo rasgo más característico es su fuerte endogamia. Cerca de este grupo dominante se sitúa la burguesía agraria, grupo social ascendente durante todo el Antiguo Régimen y que junto con los grandes propietarios es el gru-po social de mayor peso socio-económico en la localidad. Burguesía agraria y grandes propietarios compartirán los empleos municipales de la Villa de La Orotava, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVIII con la creación de los Diputados y Personeros del co-mún. Sin embargo generalmente la actuación de la burguesía agraria en la política local estará supeditada a los intereses del grupo nobili-tario, pues no hay que olvidar que en gran medida esta burguesía de-pende social y económicamente de la clase dirigente, pues éstos son sus administradores y arrendatarios, al mismo tiempo les liga una se- 10. A.M.L.L. Sig. P-38.nÚm. 22. añode 1803 638 Adolfo Arbelo García rie de intereses comunes como clases agrícolas que son ambos. No obs-tante en determinadas coyunturas se ponen de manifiesto una serie de divergencias entre estos grupos sociales, principalmente en tomo a te-mas como el de las aguas del Heredamiento del Río de La Orotava. En cuanto a los enfrentamientos entablados por la Villa de La Orotava con el Cabildo de La Laguna, hay que señalar que ambos grupos sociales forman un bloque único, con el objetivo central de obtener la gestión de la tierras municipales de la jurisdicción orota-vense, como paso previo para edificar un ayuntamiento autónomo. Grandes propietarios y burguesía agraria reconocen y respetan las prerrogativas que el Cabildo ha ostentado hasta la segunda mitad del siglo XVIII: «esta muy bien que desde la Conquista de la isla y hasta la mitad del siglo presente a corta diferencia haya sido el Cabil-do de La Laguna único ayuntamiento de toda ella; y que todas las preheminencias natas al expresado y ias concedidas uiteriormenre por el Príncipe las haya disfmtado privativamente»". Sin embargo creen que este régimen de preferencias está en franca contradicción con la política reformista aplicada por la Monarquía ilustrada: «to-dos los Cabildos y ayuntamientos del reino han tenido que sufrir jus-ta en la nueva planta de Diputados y Personeros del Común, adelan-tan sus progresos hasta el carácter de regidores bienales, equiparados en todo a los perpetuos; siendo partícipes de sus mismas prerrogati-vas y autoridades, que antes les eran privativos porque así lo exigen el bien común de los vas al lo^»'^. En efecto, la élite social del Valle sitúa sus demandas en el contexto del programa ilustrado, esgri-miendo que la Villa de La Orotava cumple con los requisitos necesa-rios, como para administrar las tierras concejiles de su jurisdicción directamente, sin mediar para ello la gestión del Cabildo: «pues sien-do consecuente a una cabeza de partido que tiene su ayuntamiento creado por Real Autoridad, el tener los Propios existentes en su te-rritorio, para administrarlos con independencia del Cabildo de La Lagufiu y up!icur!Qs per su QrUen u 12s iirgefirius púk!icus; sin h&rr de pasar por el despotismo con que en esta parte ha obrado en todos tiempos el Cabildo de La Laguna»I3. La caótica situación y el abandono en que se encontraban los 1 l . Idem. Doc. cit. 12. Idem. Doc. cit. 13. Idem. Doc. cit. Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 639 distintos ramos públicos, es el principal argumento en que se basa la élite social orotavense para demandar la administración de las tierras concejiles; ya que para el grupo nobiliario y la burguesía agraria el disponer de los Propios, era concebido como una especie de pana-cea, capaz de resolver todo tipo de deficiencias públicas: «Desde que fue elevada dicha población a Cabeza de Partido (que ya cuenta de siglo y medio); ha seguido desairada sin la admi-nistración y gobierno de los Propios con que atender las necesidades públicas de los pueblos de su distrito y jurisdicción; sufriendo que el Cabildo de La Laguna los haya administrado y eroga, sin respeto ni consideración a las muchas y urgentes necesidades públicas, con que ha sido oprimido el Partido de La Orotava. La Villa, carece de casas capitulares para celebrar sus Juntas. no tiene cárceles suficientes en que conservar los reos y los jueces ordinarios; a pesar de no estar do-tada de vara suficiente, han tenido que suplir de su bolsillo los alqui-leres de una casa nada segura para la custodia de los reos, frustrándo-se la administración de justicia con sus fugas. Las calles y caminos de la jurisdicción casi intransitables, sin una pila en que recoger el agua de abasto, con la limpieza y asco correspondiente y por último sin carnicerías ni otras oficinas indispensables en aquellos pueblos, para su buen gobierno y ~omodidadb'L~a. élite social con este plantea-miento asume, una serie de demandas que secularmente venían rei-vindicando tanto las capas populares como un sector de la incipiente burguesía agraria, y la expresión más clara de estas reivindicaciones la encontramos reflejada en los distintos motines que afectan al Valle de La Orotava a lo largo del Antiguo Régimen; así por ejemplo en el motín de 17 18 se solicita entre otras cosas, la entrega a La Orotava de los Propios de su distrito, que se recogiese el agua sobrante en un depósito, y lo que de ella y los Propios se recaudase se habria de con-signar para fabricar una cárcel. etc. 15. La pugna en torno a las tierras concejiles de la jurisdicción de la villa, no sólo ponen de manifiesto la búsqueda de la autonomía mu-nicipal por parte de los grupos sociales más sobresalientes de la co-munidad; sino que también las posturas defendidas por la oligarquía y burguesía agraria están en íntima conexión con la coyuntura socio- 14. VIERA Y CLAVIJO, J.: op. cit. 15. Idem. Op. cit. económica por la que atravesaba la comarca durante esta etapa his-tórica. En efecto, el hambre de tierras y la presión sobre realengos y Propios constituye uno de los factores más destacados de la segunda mitad del siglo XVIII. Prácticamente todo el orden social y princi-palmente las clases propietarias ansiaban tierras de una forma des-mesurada; el alza de los precios de los productos del campo en estre-cha relación con el crecimiento demográfico, así como con la cons-tante revalorización de la agricultura de subsistencia o de autoabas-tecimiento interno'" estimula a la burguesía agraria y a los grandes propietarios del Valle a adquirir tierras a toda costa; y desde esta óp-tica las tierras municipales son conceptuadas como un vehiculo idó- ,, neo para ampliar el patrimonio particular y beneficiarse de este con- - N texto tan favorable para los propietarios agrícolas. E La dinámica de privatización y usurpación de tierras concejiles O n - por la elite social del Valle. adquiere unas dimensiones considerables = um a partir de la segunda mitad del siglo XVIII "; sin embargo desde la EE etapa del repartimiento de tierras por el Adelantado Alonso Fernán- S E dez de Lugo, los grandes propietarios muestran un gran interés por = aumentar sus propiedades a costa de las tierras municipales. En el 3 Valle de La Orotava, no sólo tenemos ejemplos evidentes de este fe- - o- nómeno, sino que al mismo tiempo las usurpaciones de tierras es m E una constante estructural en la comarca a lo largo del Antiguo Régi- O men. En los distintos motines o alteraciones sociales que acontecen en la comarca desde el siglo XVII '5 siempre se alude a este hecho e n E incluso algunos de estos motines son causa directa de las usurpacio- - a nes de las Dehesas, de ahí que el motín de 1648 '" fue incentivado a 2 n raíz de las usurpaciones realizadas por uno de los más destacados o miembros de los grandes propietarios locales y al mismo tiempo re- = gidor perpetuo del Ca b i l d~'~E.s ta problemática continúa plasmada O en los distintos motines que tienen su escenario en la Villa de La Orotava en el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen3. La exten- 16. MACIAS HERNANDEZ. A.M.: op. cii. 17. Idem. op. cit. 18. Idem. op. cit. 19. Idem. op. cit. 20. Idem. op. cit. 2 1. Xüs referimos en concreto ai ñioiiii de i 8 ¡O. vkase a esie respecio EER-UANDEZ GONZALEZ. M. et ARBELO GARCIA. A,: Rc,iwliición Lihavrrl~conllic- /o\ .socidc.\ cw c.1 Vrrllc, d(, la Orotcriu (1808- 18231. Puerto de la Cruz. Abril de 84. Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 64 1 sión de las tierras concejiles incautadas por los grupos rectores de la comarca fueron considerables, como nos dice Macías Hernández: «estas usurpaciones motivaron que en 1769, la dehesa de San Anto-nio no tuviera sino una superficie de 64 fanegadas, ocho de ellas inú-tiles, había perdido 496 fa negad as^^^. También la imprecisión de las datas concedidas tras la Conquista dio pie, para que la nobleza local extendiera considerablemente sus propiedades en detrimento de las tierras municipales, así en la visita realizada en 1734, por el miem-bro de la Real Audiencia D. Joseph Moreno Hurtado se expresa: «Pasó al Partido de la dicha Villa de La Orotava y empezando a conocer en esta dependencia, por un sólo lado muy corto los referi-dos montes; encontró haberse usurpado entre diferentes cerca de se-tecientas fanegas de tierra, a cuyos poseedores hacendados mandados eximir ccs ti tu!^; er?rmtrS yue para cump!imenta: !as datas anti-guas del Adelantado que presentaban, se necesitaba que la isla de Tenerife fuere otro tanto mayor de lo que es, por el gran desorden que hubo en la concesión de dichas datas»23. Burguesía agraria y grupo nobiliario fueron sin lugar a dudas, los grupos sociales que aglutinaron la mayor parte de las tierras con-cejiles; al estar estas tierras ubicadas en una zona con unas caracte-rísticas climáticas y un suelo muy favorable para el desarrollo del cultivo de la vid, los grupos rectores de la comunidad hicieron uso de su papel dominante con el objeto de que los Propios y gran parte de las tierras de realengo pasaran a engrosar su patrimonio particu-lar. Evidentemente la burguesía agraria, como grupo social ascen-dente, que disponía además de un capital notable producto de sus di-versas actividades económicas (arrendatarios de diezmos, préstamos, etc.), estaba especialmente interesada en adquirir dichas tierras, puesto que las tierras municipales era una de las pocas alternativas con que contaba la burguesía agraria local, para alinearse en las filas de los grandes hacendados de la comarca. La estrechez del mercado de tierras derivada de las características de las estructuras de la pro-piedad en el Valle, cuyo rasgo más peculiar es la enorme concentra-ción de las propiedades rústicas; la mayoría vinculadas y en manos de los grandes propietarios, hacían aun más codiciables las propieda- 22. MACIAS HERNANDEZ, A.M.: op. cit 23. A.M.L.L. P-38. núm. 22. 642 Adolfo Arbelo Garcia des municipales, por parte del grupo agrario con mayor dinamismo socio-económico durante el Antiguo Régimen: la burguesía agraria. De ahí que a mediados del XIX este grupo ha logrado concentrar en sus manos la mayor parte de las Dehesas de la jurisdicción de La Orotava (Cfr. CUADRO 1), así vemos como el sector más destacado de esta burguesía rural, algunos de los cuales por estas fechas se habían integrado en el bloque de poder oligárquico que dominará la vida so-cio- económica y política del Valle, hasta bien avanzado el siglo XIX, bloque de poder oligárquico integrado por individuos proce-dentes de la burguesía agraria y comercial, y por los grandes propie-tarios locales, ocupan los primeros lugares en la acaparación de suer-tes concejiles, es el caso de D. José Pantaleón Acosta, D." Catalina D Calzadilla, etc.; por otro lado la nobleza local secunda al grupo E burgués como máxima beneficiaria de los repartimientos de tierras O n - concejiles, siendo este grupo social el monopolizador de ias tierras - m O situadas en la las Caletas de San Antonio (Cfr. CUADRO l), una de las E E propiedades municipales de mayor conflictividad en la historia 2 e orotavense. = 3 CUADRO 1 - - 0m CENSATARIOS DE LAS DEHESAS Y CALETAS DE LA E VILLA DE LA OROTAVA. ANO DE 1839 O g n N.O de Cabida Categoría Censatarios Lugar suertes Fs. Al. B. social D. José Gonzilez Perdigón Dehesa 2 8 - - Burguesía agraria alta y baja D. Domingo Betancourt 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa alta Dehesa D. José Pant. Acosta 4 1 6 - - Burguesia agraria alta y baja Dehesa D. Juan Agustín Neda 2 8 - - Burguesía agraria alta y baja D. Manuel Neda Dehesa 2 8 - - Burguesia agraria alta y baja Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 643 CUADRO 1 (continuación) - - N.O de Cabida Categoría Censatarios suertes Fs. Al. B. social Lugar D. Juan Gualberto Hernández Dehesa 4 16 - - Burguesía agraria alta y baja Dehesa D.a Catalina Calzadilla 3 12 - - Burguesía agraria alta y baja Mateo Calzadilla Dehesa baja 1 4 - - Burguesía agraria D." María Neda 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa baja D. Juan Ascanio 1 4 - - Grandes Dehesa baja Propieiarios 1 4 - - Grandes D. José García Benítez Dehesa baja Propietarios 14 - - Grandes Caleta de D. Matías del Castillo Propietarios S. Antonio Grandes Caleta de D.a Beatriz Monteverde 1 8 - - Propietarios S. Antonio D. José Iturzaeta Grandes 1 8 - - Caleta de Propietarios S. Antonio Marqués de la Grandes Caleta de 1 8 - - Quinta Roja Propietarios S. Antonio D. Francisco Casañas 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa baja D. Hilario Delgado 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa baja D. Francisco Dávila 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa baja D. Antonio Pérez Valladares 1 4 . - - Burguesia agraria Dehesa baja D. Teodoro Pérez 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa baja D." Josefa Rodriguez Dehesa 2 8 - - Burguesia agraria Tejera alta y baja 644 Adoífo Arbelo García CUADRO 1 (continuación) N.O de Cabida Categoría Censatarios suertes Fs. Lugar Al. B. social D. José Gonzalez Perdigón 2 8 - - Burguesia agraria Dehesa alta y baja D." Francisco Andrés Orta 1 4 - - Burguesia agraria Dehesa baja D. Clemente Pimienta 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa alta D. Francisco Betancourt 1 4 - - Burguesia agraria Dehesa alta D. Lorenzo Urtusáustegui Grandes 1 4 - - Propietarios Dehesa alta D. ~ omi n g oG inory 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa alta D. Francisco Vivas v Paz 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa baja D. Domingo Currás 2 8 - - Burguesía agraria Dehesa baja Grandes D. Bernardo Benítez 1 4 - - Propietarios Dehesa baja Nota: Elaboración propia. Fuente: Sección de Propios del Archivo Municipal de La Orotava. Fs = Fanegadas. B = Brazas. Al = Almudes. La usurpación y roturación de los montes realengos, por parte de los grupos rectores de la Sociedad canana del Antiguo Régimen, es un aspecto recientemente abordado por la historiograf'ía canaria, y que ya cuenta con importantes monografias, sobre todo por lo que se refiere a la isla de Gran Canaria24. Por lo que respecta a la comarca del Valle de La Orotava, y a la actuación de las clases propietarias sobre las tie-rras montuosas ubicadas en esta jurisdicción, hay que señalar que du-rante todo el Antiguo Régimen las usurpaciones y roturaciones del monte público son constantes principalmente por aquellos grandes hacendados que poseían tierras colindantes con los montes de realen-go; de tai modo que en ei año de i 74i ei fiscai ae ia Reai Audiencia de Canarias incita al Corregidor de La Laguna para que investigue so-sobre las talas abusivas y las apropiaciones de tierras realengas manifes-tando : 24. SUAREZ GRIMON, V.: «Propios y Realengos en Gran Canaria en el siglo XVIII)). en 111 Coloquio de Historia Canario-Americana (1978). T. 1, pp. 175-292. Los conJlictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 645 «Que de muchos años a esta parte son continuados los clamores de todos los pueblos de Tenerife, y en particular de los del partido de La Orotava; sobre la destrucción de los montes y montañas, por ha-berse ido introduciendo en ellas y talándolas todos los poseedores de las haciendas inmediatas; contando ya por leguas las que se tienen apropiadas en perjuicio del común y con grave daño, que se ha em-pezado a experimentar en 'cogidas' de horquetas en mucha cantidad, valiendo hoy estos palos, lo que veinte años a, y con el inminente ries-go de que lleguen a faltar del No obstante a pesar de las me-didas adoptadas por la Real Audiencia en el sentido de proteger la continua esquilmación del monte de La Orotava, las talas de las tie-rras montuosas continuaron siendo comunes durante el siglo XVIII e incluso se acrecentaron en la segunda mitad de este siglo, un ejemplo de ello son las detenciones que en el año de 1797 ejecuta el Alcalde Mayor de T/i Orotava, sobre un número determinado de individuos pertenecientes a los estratos inferiores de la sociedad orotavense, aunque algunos de ellos están relacionados con los propietarios de la zona, como es el caso de Antonio Hemández, José Alvarez y Mar-cial de la Cruz, criados de destacados miembros de la burguesía agra-ria y grandes propietarios como D. Juan Nepomuceno, D. Juan Bau-tista Hernández y D. Bartolomé Llarena; lo que nos lleva a pensar que la élite social orotavense utiliza a las personas que de ella depen-den como «hombres de paja», para aprovisionarse de leña y horque-tas estas últimas de vital importancia para el cultivo de la vidz6. Pero la esquilmación de los montes no sólo era consecuencia de usurpa-ciones y talas abusivas, sino que también a ello colaboraban las ac-ciones de los pastores de ganados menores, como señalaba en el año de 1781, el Alcalde Mayor de La Orotava D. Ignacio Benavides y Méndez : «La depreciación del monte no es por razón de rozas y usurpa-ciones de terrenos, sino también por los incendios que los pastores 25. MACIAS HERNANDEZ, A.M.: «El motín de 1777n. en A.E.A. núm. 22. MadndILas Palmas. 1977. BETHENCOURT MASSIEU, A. et MACIAS HERNANDEZ, A.M.: «Expansión del cultivo y conflictos sociales en C. Canaria en el tránsito del Antiguo al Nuevo Régi-men: Una aproximación histórica». en MILLARES TORRES, A.: Historia Generai de las Islas Canarias. T. IV, pp. 237-68. 26. A.H.P. T. Leg. 3.090. 646 Adolfo Arbelo Garcia de ganados menores ejecutan de intento por conseguir la rebentación de la yerba que llaman garmona; por su pasto muy proporcionado para el sustento de sus ganados. Y por lo que respecta a la carencia de maderas, siendo las de mayor aprovechamiento en estos montes la de pinos, se impide el adelantamiento de estos árboles, teniendo in-cesantemente los ganados cabríos en los parajes que lo producen, ex-tirpándolos en su mayor terneza con apastar allí dicho ganados»27. A a ello se añade las actividades depredatorias efectuadas por los po-seedores de otro tipo de aprovechamiento del monte, como es el caso de los carboneros, cuya actividad también iba en detrimento del eco-sistema de las tierras montuosas pues «se experimenta donde hacen carbón como sacan la raíz de los brezos, que después la tierra es tan ,, - calma que meramente se descubre en aquellos parajes alguna mata M E de helecho»28. O -- m CUADRO 11 u E RELACION DE TIERRAS PERTENECIENTES AL MONTE 2 E PUBLICO DE LA VILLA DE LA OROTAVA, EN MANOS DE LOS GRANDES PROPIETARIOS Y BURGUESIA AGRARIA. 3 AÑO DE 1835 O-m E Origen de Extensión Categoría O Nombre la propiedad Fs. Al. B. n E D. Cándido Veraud usurpación 3 6 8 - a 2 D. Diego Torres usurpación 1 6 10 Burguesía agraria n n D. Juan Sarabia usurpación 1 2 - Burguesia agraria O3 D. Diego de Torres, hijo usurpación 1 6 10 Burguesía agraria D. Lorenzo Espínola usurpación 9 6 - Burguesía agraria D. Gregono Espínola usurpación 30 - - Burguesía agraria D. ~ranci scoT omás Morales donación - - - - 27. A.M.L.L. Sig. M-V1,nÚm. 21. añode 1781. 28. Idem. Doc.cit. Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 647 CUADRO 11 (continuación) Origen de Extensión Categoría Nombre la propiedad Fs. Al. B. D. Sixto González Regalado donación 4 - - Burguesía agraria D. Domingo Borges usurpación 4 - - Burguesía agraria D. Antonio Soto, compra 13 6 - Burguesía agraria viuda de D. Diego Arroyo F. Francisco Vivas usurpación - 8 - Burguesia agraria D. Bernardo Ascanio usurpación 12 6 - Oligarquía agraria D. J~uan Ascanio usurpación 3 4 - Oligarquía agraria D. José Tolosa donación 4 - - Oligarquía agraria D. Lorenzo Machado usurpación 15 - - Oligarquía agraria D. Marqués de la Quinta Roja usurpación 1 6 10 Oligarquía agraria D. Juan Hernández usurpación 8 10 20 Burguesía agraria D. Rafael Frias usurpación 1 9 30 Burguesía agraria D. Fernando Llarena usurpación 7 - - Burguesía agraria Nota: Elaboración propia. Fuente: Sección de Propios del Archivo Municipal de la Vi-lla de La Orotava. Fs = Fanegadas. Al = Almudes. B = Brazas. Desde la perspectiva de la privatización de las tierras realengas y de ciiá1er. heron !os gupnr, snciales de la localidad que salieron más airosos de dicho proceso; aunque no disponemos de datos ex-haustivos, podemos afirmar que la burguesía agrana y la oligarquía con-centraron en sus manos la mayor parte de las tierras realengas (Cfr. CUADRO 11). El mecanismo de acceso a estas tierras no difiere en 1í-neas generales de lo ocurrido en otras áreas del Archipiélago, donde ha sido estüdiada esta prob!emá:ica, primando e: !a Vi!!a de La Orotava la usurpación o roturación clandestina, aunque no están au- 648 Adouo Arbelo Garcia sentes otras vías, que podríamos denominar de ocupación legal; así en ocasiones se hacen alusiones a antiguas Datas29 o a donaciones por servicios prestados a la Corona o también se entregan tierras en concepto de pago a determinados individuos por ejercer funciones pú-blicas (secretarios de Ayuntamiento, maestros de primeras letras, etc.). Prácticamente todo el orden social participó en la roturación del monte público, como consecuencia de hambre de tierras que ca-racterizó a la sociedad canaria del Antiguo Régimen; ahora bien aunque la participación del campesinado en la usurpación y rotura-ción del monte real es un hecho claramente constatable, las parcelas ocupadas por este campesinado son minúsculas, si las comparamos con las gruesas haciendas que construyeron la burguesía y los gran-des propietarios en las tierras montuosas (Cfr. CUADRO 111). Por lo que respecta a los lugares de Los Realejos, el fenómeno de acaparación de tierras de Propios y realengos por la élite social, también se produjo en estas localidades, aunque aquí a diferencia de lo ocurrido en la Villa de La Orotava, los grandes beneficiarios de las tierras concejiles de Los Realejos fueron individuos no residentes en estos lugares, sino generalmente afincados en la localidad del Puerto de La Orotava, son destacados miembros de la burguesía agraria y comercial portuense, como D. Narciso Baeza o D. Gregorio Casañas (Cfr. CUADRO Iv). Los estrechos límites a los que estaba restringido el Puerto de La Orotava, con apenas suelo agrícola determinó que estos grupos sociales se expansionaran en las tierras colindantes, princi-palmente en las Dehesas del Realejo de Arriba, estimulados por el alza continua de los productos del campo que se aprecia en la segun-da mitad del siglo XVIII, y a la par la caída vertiginosa de las expor-taciones vitícolas aproximadamente hacia 18 14, provocando un im-portante receso en las actividades comerciales, lo cual determinó que la burguesía comercial portuense, como el grupo social más podero-so de esta localidad marítima, dirigiera sus miras hacia el mundo agrario, integrándose poco a poco en el bloque de los grandes propie-tanos del Valle. Las usurpaciones en los montes realengos ubicados en la juris-dicción de Los Realejos, también son frecuentes así en el año de 1809, D. Antonio Sanabria vecino del Realejo recurre a la Junta 29. A.H.P.T.L eg.3.520. Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna v la Villa de La Orotava: ... 649 CUADRO 111 RELACION DE TIERRAS PERTENECIENTES AL MONTE REAL DE LA VILLA DE LA OROTAVA, EN MANOS DEL CAMPESINADO Nombre Origen de Cabida la propiedad Fs. Al. B. D. Antonio el Tanquero usurpación - 1 67 D. José Rodríguez usurpación 1 - 1 O D. Juan Pajarero usurpación - 2 67 D. Santiago Juan usurpación - 1 67 D. Expósito Rodríguez García usurpación - 1 - D. Antonio Juan usurpación 1 8 10 D." Mana Coruja usurpación 1 6 - D. Francisco Delgado Amador usurpación - 1 - D.a Josefa Diaz Yanes usurpación 1 8 - D. Gerónimo El Majorero usurpación - 6 20 Nota: Elaboración propia. Fuente: Sección de Propios del Archivo Municipal de La Orotava. Fs = Fanegadas. Al = Almudes. B = Brazas. Suprema de La Laguna, exponiendo los remedios que podrían apli-carse a la tala sistemática de los montes de aquella jurisdicción; para el citado Sanabria, la esquilmación del monte: «Había traído el infeliz resultado de verse destruidos en su mayor parte, con enorme perjuicio del público y casi a punto de su total disolución. Si una autoridad respetabla no interviniese para Adoífo Arbelo García CUADRO IV CENSATARIOS DE LAS DEHESAS DEL REALEJO DE ARRIBA. AÑO DE 1822 Censatarios N.O de Categoría suertes social Residencia D. Luis González de Chaves 1 Burguesía aeraria Puerto de la Cruz D. Basilio Lopez Barroso 1 Burguesía agraria Realejo de Arriba D. Esteban Méndez I - - D. Bernardo García Barroso 1 Burguesía agraria Puerto del Alto D. Antonio Péez Valladares 1 Burguesía agraria Realejo de Arriba D. Narciso Baeza 3 Burguesía agraria Puerto de la Cruz D. Andrés de Orta 1 - - - D. Fernando Llarena 2 Grandes Propietarios La Orotava D. Manuel de Armas 1 - - Lcdo. Fernando García 1 - - D.a Juana de Aguiar 1 - Puerto de la Cruz D." Maria Trujillo 2 - Puerto de la Cruz D. Antonio García Abreu 2 Burguesía agraria Realejo de Arriba D. Pedro Grijalva 1 Burguesía agraria Puerto de la Cruz D. Vicente de Fuentes 1 - Puerto de la Cruz D. Diego Luis Chaves 1 Burguesía agraria Puerto de la Cruz D. José Celestino Ventoso 1 Comerciante Puerto de la Cruz D. Tomás de Armas 1 Burguesía agraria Puerto de la Cruz D. Fco. Reyes y Agustin García I - - D. Ildefonso Garcia Barroso 1 Burguesía agrafia Realejo de Arriba D. Domingn larciii De!gade 1 - - D. Luis Rodríguez 2 - Puerto de la Cruz D. Mateo Lopez Arbelo 1 Burguesía agraria Realejo de Arriba D. Manuel José Alvarez 1 - Puerto de la Cruz D. Francisco Farrais 1 - - D. Grcgurio Arii. Casañas 4 Comcr~ianie Fueriu de ia Cruz Nota: Elaboración propia. Fuente: Sección de Propios del Archivo Municipal del Puer-to de la Cruz. Libro núm. 5. Los conjlictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 65 1 cortar de raíz los abusos que hasta aquí se han tolerado»30. La reac-ción de los principales beneficiados en las roturaciones del monte público, en su mayoría miembros de la burguesía agraria de los Rea-lejos, es inmediata; de tal manera que D. Gregorio y D. José Espíno-la, junto con D. Tomás Estévez y D. Francisco Lorenzo Oramas, dan poder a varios procuradores para que: «En su nombre y de los demás vecinos, eleven a la Superioridad competente, acerca del procedimiento del Sr. Corregidor de estas Is-las; contra los que supone estar intrusos en los montes de la jurisdic-ción del Realejo de Arriba. Y para que su conocimiento pese a aquél Tribunal Superior, como del Real Supremo Consejo de Castilla, a consecuencia de la denuncia hecha por D. Antonio Sanabria, y que por consiguiente se recojan todos los expedientes que hay formados relativos al asunto^^'. La actitud de D. Antonio Sanabria, asimismo destacado miembro de la burguesía agraria local, pone de manifiesto las tensiones y los conflictos existentes en e10 seno de la comunidad rural, entre los componentes de este grupo agrario; fenómeno que se verá reflejado con nitidez en los distintos conflictos electorales que tienen lugar en estas localidades a finales del siglo XVIII, algunos de los cuales protagoniza este polémico personaje de la burguesia reale-jera3*. A pesar de las constantes denuncias de talas y usurpaciones en los terrenos realengos, los poderes públicos insulares, tratamcon cier-ta benignidad a los usurpadores de los terrenos montuosos. Princi-palmente a aquellos individuos pertenecientes a las clases acomoda-das del Valle, no despojándoles inmediatamente de las tierras rotura-das, sino por el contrario permitiéndole el disfrute de las parcelas usurpadas. Exigiéndole únicamente el depósito de una fianza ante escribano; así por ejemplo D. José Pérez Chaves destacado miembro de la burguesía agraria de Los Realejos y D. Pedro Franchy y Mesa, componente de la nobleza orotavense; recurren en el año de 18 16 al Alcalde Mayor de La Orotava, para que le permitiera recoger el fm- 30. BONNET REVERON, B.: La Junta Suprema de Canarias. T.11. La Laguna. 1980. p. 370. i I A TT n -r r -- . cqn 2 L. ri.Jl.r. J . ~ c gJ.. J L U . 32. Véase ARBELO GARCIA, A.: La burguesia agraria del Valle de La Orota-va (1 750- 1823). Memoria de Licenciatura inédita. Universidad de La Laguna. 1984. 652 Adolfo Arbelo García to de unas tierras consideradas por el Alcalde pedáneo de San Juan de La Rambla, como usurpadas al Monte de esta jurisdicción. No obstante, el Alcalde de La Orotava accede a la petición de estos propietarios, con el requisito de que depositaran una fianza ante es-c r i b a n ~ ~ ~ . Los miembros del Cabildo de La Laguna eran perfectamente conscientes, de las intenciones de los grandes propietarios y de la burguesía agraria del Valle. Y así lo exponen, cuando nos hablan de cuáles eran para ellos las verdaderas causas, por lo que los montes de La Orotava sufrían continuos incendios: «Estos incendios se han hecho, para usurpaciones de los montes dados al Cabildo de la Isla. Que se hallan destrozados y aniquilados; aprovechándose de ellos sus vecinos con grandiosas heredades que han formado en sus vastos terrenos. De manera que. según el juicio de los peritos en el examen de estas usurpaciones, practicado por el Lcdo. D. Manuel Pimienta, en el año de 1772; siendo el Alcalde Mayor de aquella Villa. Hallaron los tales peritos nombrados de ofi-cio, constantes las demarcaciones de los anteriores deslindes, y el de-fraude de lo usurpado lo regularon en 2.500 a 3.000 fanegadas; y siendo aquellos terrenos los más fértiles por su situación y beneficio del riego, y estar de huertas arboladas y viñas. No se contentan con estarlo disfrutando en perjuicio de los Propios de la Isla, sin pagar canón ni otra contribución al Cabildo; sino que aún extienden sus miras y esfuerzos, a tomar también los cortos sobrantes de los Pro-pios, a pesar de sus destinos; queriendo una absoluta independencia de la capital en todo»34. La Villa de La Orotava no logrará sus aspiraciones autonómicas en el siglo XVII, a pesar que contó con el beneplácito de algunos Ministros ilustrados como Floridablanca, éste prometía a la Villa, «que sobre la asignación de Propios se formalice su Ayuntamiento, extendiendo sus vocales a otros seis u ocho regidores en que pueda comprehenderse la agregación de los tres regidores perpetuos; que tienen en ella su domicilio y vecindad que lo son: el Coronel y Alfé-rez Mayor D. Francisco Valcárcel, el Almotácen Mayor D. Francis-co Bautista y D. Felipe Machado, que convienen en la citada incor- 33. A.H.P.T. Leg. 3.096. año de 1816. 34. A.M.L.L. Sig. P-38, núm. 22. Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 653 poración, siendo el resto regidores bienales y electivos (...) que es el modo de poner término a las disputas con el Cabildo de La Laguna, y que la Villa de La Orotava, bajo el carácter de tal y como Cabeza de Partido, esté condecorada según lo extenso y noble de su pobla-ción, tenga fondos con que desempeñar las necesidades públicas de su Partido y jurisdicción. Fomentando en todo lo posible las comodi-dades de sus naturales y número suficiente en su cuerpo de Cabildo Ayuntamiento, a quienes recomendar los diferentes ramos de policía y gobierno»3s. En efecto, la fórmula propuesta por el Conde de Flo-ridablanca para establecer un Ayuntamiento independiente en la Vi-lla de La Orotava, en cuyas tareas gubernativas estarían integrados la nobleza como regidores perpetuos y el resto de la población en cali-dad de regidores bienales y electivos no cristalizó, habrá que esperar a las Cortes de Cádiz para que la autonomía municipal sea una reali-dad par2 !2 !oca!i&c! ~ritcvense.N n nhshnte, antes de que 12 Cons-titución de Cádiz fuera una realidad, en los primeros años del XIX; los conflictos por la autonomía municipal se reavívan, aunque ahora el protagonismo lo desempeña la burguesía comercial portuense, grupo social que había acrecentado considerablemente su poder so-cio- económico, a raíz de la coyuntura alcista por la que atraviesa la exportación vitícola y la barrilla desde finales del siglo XVIII hasta el año de 18 14, como consecuencia del bloqueo continental con que Napoleón somete a Europa. La Burguesía comercial consciente de su privilegiada situación en la sociedad orotavense, procura por todos los medios alcanzar una mayor autonomía para su localidad, inten-tando desprenderse de su tradicional dependencia con respecto a la Orotava. De ahí que en el año de 1808 se intente ampliar las compe-tencias del Alcalde ordinario, en todo género de causas o al menos en las civiles hasta la cantidad de quinientos peses. Ante esta actitud de la localidad portuense, surgen dos postulados claramente diferen-ciados; por un lado, la Real Audiencia de Canarias se muestra neta-mente partidaria de una política en la administración local, mucho más racionalizada; buscando una mayor eficacia en la organización del régimen local y optando por una política de disgregación comer-cial, que en cierto modo nos anuncia las líneas generales de lo que será el nuevo régimen municipal que brotará de las Cortes de Cádiz, así los componentes de la Real Audiencia expresan: 35. Idem. Doc. cit. 654 Adouo Arbelo Garcia «Que tratan de remediar los males y atrasos que nota en la Pro-vincia, sabiendo que donde no hay Magistrado, donde la justicia ca-rece de sus agentes principales y esencialmente necesarios; donde no hay Ayuntamientos y otros cuerpos, que exhortan llanamente los oficios del gobierno político. No pueden reinar la prosperidad ni lo adelantamientos, que se experimentan en otras provincias cultivadas y dirigidas por este orden necesario (...) informa al Consejo si sería conveniente establecer en todas o en algunas de las cuatro islas menores de señorío a saber Lanzarote, Fuerteventura, Gomera y Hierro; alcaldes mayores letrados, al menos dos ordinarios y un ayuntamiento formal con regidores, y si debería ser del cargo de los dueños jurisdiccionales, a quienes sobre ello se le oiga también. Si en todas, incluso las tres realen-gas, Canaria, Tenerife y La Palma, en cuyas capitales hay Corregidor y Alcaldes Mayores letrados, convendría crear en los pueblos y pagos de un vecindario de 3000 vecinos distantes de la capital; ayuntamientos de ella y entre sí con regidores y Diputados sólo, y uno o dos alcaldes que reciban a su cargo la justicia y el gobierno^^^. Por lo que respecta al Ayuntamiento de La Laguna, este se opo-ne rotundamente, consciente de que si llega a plasmar el proyecto de la Real Audiencia, peligrana su supremacía político-administrativa. Por ello los componentes del Cabildo consideraban, el plan sugerido por la Real Audiencia, como algo imposible de llevar a la práctica, a consecuencia de las peculiares características socio-económicas de la isla: «todo lo que especulativamente se lisonjea en esta parte, en interés de la causa pública es absolutamente impracticable; pues componién-dose las dichas poblaciones de terrenos de mayorazgo y otros, los más gravados con crecidos tributos y pensiones; los naturales nada otra cosa son, que unos medianeros, renteros, censatarios y mayordomos, que en fuerza de su trabajo adquieren una limitada porción para el sustento de su familia; ultra de esto, son, mantenedores y ministros de sus respecti-vas Iglesias y del culto que en ellos se da a Diom3'. Los deseos de la burguesía comercial portuense, del mismo modo que la Villa de La Orotava, se frustrarán; a pesar de que el Ca-bildo de La Laguna reconoce la posición floreciente y la numerosa población con que cuenta el Puerto, que por tanto sería capaz de sostener la independencia que solicita, proveyéndose de jurisconsul- 36. A.M.L.L. Sig. P-39, núm. 9. 37. Idem. Doc. cit. Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 655 tos, etc.; sin embargo «va a tropezar con los inconvenientes, de que se trate de gravar el Real Erario; cuando el Alcalde Mayor de La Orotava pida dotación, si se le desmembra el indicado pueblo»38. La revolución liberal satisfacerá, las aspiraciones de la burgue-sía comercial portuense, y al mismo tiempo durante este período el Puerto de la Cruz ampliará sus límites jurisdiccionales, producién-dose por este motivo una serie de enfrentamientos con el resto de los municipios del Valle que se veían sensiblemente perjudicado^^^. Efectivamente, los cambios acaecidos durante el primer período constitucional, en el que ya la localidad portuense cuenta con un ayuntamiento propio, y con lo que la secular dependencia con res-pecto a La Orotava toca a su fin, era una oportunidad histórica, para que la burguesía comercial portuense extendiera sus límites territo-riales. De ahí que en esta etapa se inicie una lucha política por la ampliación de los :iíriiics jU~isdicc;ulia~edse ! kefidoe La CrUz. Hay que tener en cuenta que el municipio portuense en aquel entonces, estaba constreñido, a los estrechos límites que separan el barranco de San Felipe del de Martiánez; la burguesía comercial, sin embargo se había expansionado durante este período, pasando a en-grosar las filas de los grandes propietarios agncolas, así los vemos como propietarios de diversas suertes en las Dehesas del Realejo de Arriba (Cfr. CUADRO V). Esta actitud de la burguesía comercial por acaparar propiedades rústicas, venía marcada por el algo precio que alcanzaban los vinos, lo que motivó que esta burguesía comprara suertes en las De-hesas y otras Haciendas, con el objeto de aumentar aún más los benefi-cios procedentes del comercio de vinos. En este contexto se inserta la nueva trayectoria que sigue la burguesía comercial, plasmada con toda evidencia en el intento de ampliar los límites temtoriales de la localidad portuense, en estrecha conexión con su papel de propietarios agrarios, que en este período afianzan con ahínco. Tomando como excusa los posibles riesgos de epidemia que podían acontecer en el Puerto de La Cmz, per !u expunriSn de !2 fiebre 2m2ri!!2 ~ U SPP h &ia detecta& en !a localidad portuaria de Santa Cruz de Tenerife; la lucha que la burgue-sía comercial portuense mantiene por expansionarse se reactiva y ad-quiere un razonado fundamento, consideraban: «que era duro que se les privase a los vecinos del Puerto, entre otras de la salida al 38. Idem. Doc. cit. 39. A.M.P. Libro de Actas. año de 1810. 656 Adolfo Arbelo Garcia Pago de las Dehesas, labradas la mayor parte a costa de su sudor y dinero, donde muchos tenían haciendas y casas de campo y donde podían acogerse en cualquier lance, porque son embargo de éstas en la jurisdicción del Realej~»~OPa. ra ellos el sometimiento de estos te-rrenos aptos, a un dominio que entendían como extraño, era un obs-táculo para su desarrollo. Así manifestaban: «Bien se sabe que distan de dichos pueblos, y que por lo mismo pueden éstos resguardarse, siendo igualmente aunque se les privase del aire puro que llaman de la Paz, que en la epidemia pudiera ser un refugio para éstosn4'. En efecto, la zona del Llano de la Paz, per-teneciente al municipio de La Orotava, era el otro territorio deman-dado por el Ayuntamiento portuense, terreno que según éste nada servía al de La Orotava. Juzgaban indispensable que se le diese me-dia legua más de extensión en toda su circunferencia «que a donde ésta finalice, debe ponerse el primer vallado, en cuya extensión que-da comprendido el término de las Dehesaw3*. El Puerto de La Orotava, en base a lo dictaminado por la Gace-ta de Madrid de 1805, que planteaba que a un pueblo contagiado se le ha de conceder algún ensanche, defendía: «que era más precisa en este Puerto, cuanto era más estrecho su distrito y más atrazada su posición topo gráfica^^^, argumentando además: «a las malas resultas que pudiera tener para la isla toda, interesada en conservar su comu-nicación con las demás y con el extranjero, por este punto tan im-portante en este comercio»44. La petición inicial del Ayuntamiento portuense, fue contestada in-mediatamente por los Realejos y la Orotava, conscientes de que esta ampliación reducía su jurisdicción. El Puerto de la Cruz señaló como 1í-mites «que debían servir de regla en el caso de que fuese preciso volver a acordonar a este pueblo, desde la línea del mar por la parte del Este, donde llaman Sancho, siguiendo hasta arriba y bajando a terminar en el Puerto que llaman el Burgado hasta la orilla del r n a ~ ) ~ ~ . 40. Idem. op. cit. 4 1 . Idem. Doc. cit. 42. Idem. Doc. cit. 4.3. iciem. Doc. cit. 44. Idem. Doc. cit. 45. Idem. Doc. cit. Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 657 La Junta Suprema de Sanidad de la isla aprobó esta disposición portuense, pero ((entonces fue cuando la villa de La Orotava y Los Rea-lejos a pesar de cuantas reconvenciones y protestas le hizo este Ayunta-miento, no sólo desobedecieron, lo que por la superioridad estaba deter-minado, sino que faltando a lo que dicta la sana razón, la misma huma-nidad y el derecho de gentes, llevan tan acapados sus inesperados pro-cedimientos, con respecto a los cordones que redujeron a este pueblo y a sus desgraciados habitantes a la mayor estrechez~~~. La posición de la burguesia portuense en este conflico jurisdic-cional, estaba clara; la petición de ampliación de los cordones sani-tarios, no es más que una excusa aunque justificada,que denota su intención de ampliar sus límites territoriales, sobre unas propiedades codiciadas por todos los grupos sociales acomodados de la sociedad orotavense, burguesía y grandes propietarios: las Dehesas de la juris-dicción del Valle de La c)ritava, eshs prnpied&s per~itiriar?~ c r e - centar el papel agrario,por el que la burguesía portuense muestra cada vez mayor interés, sobre todo, a partir de la caída del sector ex-portador vitícola en el año de 1814, año en que las actividades co-merciales, antaño enormemente productivas, comienzan a decaer de forma estrepitosa. Al mismo tiempo, que la reivindicación de la am-pliación del territorio municipal, tenía un evidente significado eco-nómico, al que hay que añadir un notorio planteamiento de tipo po-lítico, pues el Puerto de La Cruz al aumentar su territorio local, en consecuencia ampliaría su número de habitantes y ello se traduce, en que esta localidad mantima alcance una mayor representatividad política a nivel regional; lo que tratará de impedir a toda costa el grupo dirigente de la Orotava, que vería sensiblemente debilitado su poder, máxime en estos momentos en que la burguesia portuense, todavía no integrada en el bloque de poder oligárquico, se mostraba disconforme con la hegemonía de la Orotava en la comarca. Tras una serie de vicisitudes, el Puerto de La Cruz ve triunfar sus posicio-nes en 1847, cumpliéndose los límites trazados, que reclamaban en el año de 182 1, los cuales empezaban: «en la orilla del mar en la parte del Este, donde llaman Sancho, siguiendo hacia arriba al Du-razno, donde se dividen los caminos por la Villa de la Orotava y de dicho Puerto, corriendo de este punto al camino que va aula Vizcaí-na, siguiendo la Montañeta de los Realejos hacia arriba, con direc- 46. Idem. Doc. cit 658 Adolfo Arbelo García ción hacia delante, a bajar y terminar y en el punto que llaman el Burgado hacia la orilla del mam4'. El tema de los Propios continuará siendo un factor polémico entre La Orotava y La Laguna, a lo largo del siglo XIX. Las reclamaciones de la Orotava son infructuosas y constantemente desoídas, pese a estar constituída La Orotava como Ayuntamiento autónomo, ya que para el Cabildo, los Propios eran considerados un «derecho inmemorial suyo que debía ser conservado en toda su integridad, para provecho propio y que en absoluto podía darse a los pueblos para que lo utilizasen a su an-t o j o ~ >T~o~da.v ía en 1822 el Cabildo lagunero no había cedido a La Orotava la propiedad de tales terrenos, lo que suponía para la Villa un ,, D fuerte desequilibrio económico, puesto que los Propios eran su exclu- 0 siva fuente de financiación. Por este motivo al no disponer de tal E ramo, el Ayuntamiento orotavense tuvo que prescindir de los servicios o n de algunos funcionanos municipales, que dejaron sus empieos ai no - m O recibir ningún emolumento por los mismos. E E La caótica situación financiera era también un obstáculo de 2 E consideración, para que la población pagase las contribuciones, - puesto que difícilmente podía tener credibilidad, una corporación 3 que contanto con Propios, no los emplee en su beneficio. Estas con- - - 0 sideraciones fueron aludidas por la corporación municipal orotaven- m E se, en las constantes peticiones que efectuó a la Diputación Provin- o cial, en las que se lamentaba del hecho de que un sólo Ayuntamien- 6 to con pretexto de haberlos manejado desde tiempo inmemorial «por n -E una costumbre en el anterior sistema de titularse Cabildo de la isla, a por mejor decir de un abuso, dejando a los demás sin mingún medio 2 n económico»49. n Resulta anticonstitucional para las restantes corporaciones mu- 3 nicipales de la isla, incluida por supuesto la Villa, el que se conside- O rase la existencia de Ayuntamientos de primera y de segunda catego-ría, porque la nueva división territorial daba el protagonismo a los municipios, y por tanto el hecho de aparecer uno que actuase como superior, se interpretaba como un resto de los privilegios feudales, que condenaban a los restantes pueblos de la isla a la sumisión. Con-forme a estos postulados liberales, los orotavences no podían tolerar 47. Idem. Doc. cit. 48. A.M.O. Libro de Actas. año de 1822. 49. Idem. Doc. cit. Los confliclos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava :... 659 el que La Laguna y Santa Cmz disfrutasen «todos los sueldos, al mis-mo tiempo que los restantes carecen de ellos, como si por ventura todavía existiesen diferencias entre los unos y los otros»50. El Ayuntamiento lagunero sólo cedió sus Propios a la Villa a fi-nes de 1822, cuando se proponía la Diputación de Canarias el repar-timiento y posterior remate de los mismos, con el objeto de hacer frente a su presupuesto provincial. Esta desamortización de tales te-rrenos iba encaminada, a una privatización acelerada en detrimento de los intereses del público y de la Hacienda municipal. Para la mayoría de los diputados provinciales, tal desamortiza-ción y enejenación de terrenos que consideraban baldíos o de realen-go, encubría en realidad la compra de tierras para fines particulares, a bajo precio y en provecho de una minoría con los suficientes capi-tales, en una época de escasez de numerario, para adquirirlos con el inconueilieíite eíi el casu de Lci Groiava, de qüe iaks ieiieiiüs no ha-bían recibido cultivo y debían ser rozados y plantados; lo cual de por sí suponía una importante inversión, fuera del alcance de los grupos populares a los que en teoría se pretende beneficiar. Este afán desmedido por la compra de tierras, como medio para paliar la deuda pública y el mantenimiento de un nuevo funcionario que incrementaba considerablemente los gastos estatales, en una isla que había sufrido la devastación y la usurpación progresiva de sus montes comunales. La corporación municipal de la Villa era consciente de lo que para la supervivencia del municipio representaba el repartimiento de sus montes y se opuso con ahínco al proyecto de la Diputación Pro-vincial, de privatizar los montes comunales5'. Los montes de la Orotava significaban para la población que en ella vivía su supervivencia, y por derecho común eran propios del pueblo. Sus usos eran comunes a todos los vecinos, y suministraban a los mismos los complementos indispensables para su subsistencia. -A -h - -a-- s -t -~ -r - -ia- -n & leña y carhbfi, t a n t ~2 La Orntavx cnmn u! Pupfie dp La Cruz y de horquetas para las viñas. Aunque para la cortedad del monte, no eran suficientes para cubrir sus necesidades, se podría de-cir, como manifestaban con sumo conocimiento y responsabilidad los miembros de la corporación orotavense, que un pueblo sin monte 50. Idem. Doc. cit. 5 1. Idem. Doc. ciz. 660 Adolfo Arbelo García y sin aguas no puede establecerse. El mismo origen de la Orotava sólo puede entenderse por la cercanía de ambos recursos naturales y evidentemente el agua no es factible sin la existencia de aquéllos. Además de todos estos factores, entendían que el monte daba trabajo a una buena parte de los campesinos orotavenses. Tal era así que para ellos era «el patrimonio de los p o b r e s ~ ~c?u,y a falta supo-nía el que los mismos se convirtiesen en hambrientos o ladrones. La economía del Valle se hundiría, puesto que los recursos que sumjnis-traba el monte eran vitales, para sostener el único renglón exporta-dor, la viña. Sin él, no tendrían ~horquetasc on que mantener el vi-ñedo en carreras, y faltaría el recurso de los grandes helechales, que se crían y reproducen dentro de dicho monte y de cuya rama se m MD aprovechan infinitos para el estiércol, porque de los animales no es E bastante para la siembra de papasdi. O n Eran pues, innumewbles los tmstornos que se recibirían si se re- - um dujeran los montes a cultura, pero estaba claro que no eran los inte- E E reses comunes los que justificaban su tala, sino los particulares. De S E ahí que tales proposiciones no mereciesen ningún respaldo. No se - podía comprender «que haya vecinos que, prefiriendo el corto inte- 3 rés que se pueda resultar de la comarca de esos montes, vayan a cau- -- sar unos daños incalculables» puesto que «aún cuando rindiesen mu- 0 m E cho nunca puede llegar, el que disfruta el público en la conservación O de sus montes y en comprar leña, carbón y horquetas cómodamente y de paso tener ocupados diariamente tantos brazos en estos ejerci- n E cios>Q4. - a No sólo eran intereses económicos para La Orotava, los argüi- 2 n dos por la corporación municipal orotavense para impedir la tala de n n los montes, la preocupación por la preservación de los recursos natu- 3 rales ocupa un papel fundamental en su defensa. De ahí que se resal- O ta la importancia de los montes para la atracción de los rocíos y las lluvias; además de mantener infinidad de ganado caprino y de cerda, retienen el suelo, que de otra forma por la posición pendiente del pueblo, al no contenerse las avenidas, vendrían grandes avalanchas de agua y tierras contra la población. Para la corporación orotavense eran incalculables los males que causaría el arrastramiento de los 52. Idem. Doc. crt. 53. Idem. Doc. cit. 54. Idem. Doc. cit. Los conjlic~ose ntre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava:. .. 66 1 montes, visibles incluso para «quienes la Naturaleza no ha querido favorecer, ni aún con un mediano talentoos5. El Ayuntamiento responde con rotundidad, como si el Diputa-do Sicilia, comisionado por el organismo provincial para el reparti-miento de los montes, actuase como un usurpador de los terrenos montuosos, ya que al pretender repartirlos actúa «en perjuicio del público, sumiendo a la población, en la ruina total de su agricultura y comercio y obligándola como única salida a la emi g r a ~ i ó nl~a ~re,s - puesta es, por tanto, contundente, por un bando de la corporación se hace saber: «a cuantos se hallan agraciados por el señor D. José Sici-lia o contratado con éste la compra de terrenos del monte, y aún cuando se haya realizado, consumado y planificado estos contratos, se abstengan por ahora y hasta otra providencia de introducirse a roturarlos, bajo la multa a cada uno de doscientos ducados, de irre-misible exacción. sin perjuicio de agravarla y de los demás procedi-mientos que diera lugar por inobediencia y reincidenciafis7. El Ayuntamiento de La Orotava con estas medidas se enfrenta directa-mente con las decisiones de la Diputación Provincial y está dispuesto a declarar «la guerra) a la misma «apruebe lo que apruebe)). Es significa-tivo este hecho, en cuanto trae a colación qué intereses y qué tramas se mueven ocultas en el máximo organismo político regional. Se está evi-denciando que tras el disfraz del liberalismo, se esconden vulgares re-matadores, que en realidad lo que quieren es hacer fortuna fácil, en contra de los intereses de la población. En diciembre de 1822, el Ayun-tamiento de la Villa sigue manteniendo la misma posición, enfrentán-dose directa y permanentemente con la Diputación Provincial, puesto que entiende que la venta de 250 fanegadas de monte era un atentado manifiesto contra la supervivencia de la Orotava. Para la municipali-dad «no había ninguna persona, por condecorada que fuese, para dis-poner por sí sola de los terrenos La tala de los montes defendida por la Diputación Provincial, traería consigo la desaparición del ramo de las horquetas y en conse-cuencia del cultivo de la vid, pues, dados los escasos réditos de las vi-ñas y el precio tan bajo que en este período experimentan los vinos, 55. Idem. Doc. cil. 5ó. ídem. Doc. cii. 57. Idem. Doc. cit. 58. Idem. Doc. cit. 662 Adolfo Arbelo Garcia para los agricultores orotavenses era imposible el reembolso de los capitales que habrian de invertir para traerlas de otros lugares. Al desaparecer, estos elementos imprescindibles para el cultivo, «todos aquellos que no tienen otro patrimonio que el mismo monte, que a fuerta de bajar dichas horquetas, consiguen la subsistencia para si y su familia,teniéndose presente con respecto a ésto, que no son veinte o treinta los que se ejercitan en este trabajo, sino que generalmente todos los hombres destinados a las labores del campo»59. La disminución de la carne y la leche, por la desaparición o considerable merma de los pastos, del estiércol para la agricultura de la leña y el carbón, son factores nada despreciables. Si a ello unimos al propio tiempo, la función que los montes realizan en la captación de lluvias, no habrá justificación posible para su roturación. Preocupaba también enormemente en aquellos años la amenaza ral de los aluviones que azotaban al Valle, como consecuencia de la constante ilegal roturacion y usurpación de los montes; puesto que al talarse los árboles, el agua y la tierra, por lo pendiente del relieve arrasarían casas y terrenos de cultivo, ya que: «no teniendo quien la detuviera, se formarían nuevos barrancos, y vendría sobre esta po-blación, como ya por dos ocasiones se ha visto expuesta a ser amena-z a d a ~E~st~as. p alabras eran como una premonición, de los desastres que causaría en el Valle el aluvión de 1826; con los muertos y des-trozos que causó, y significaba una llamada seria y razonable, a las graves desgracias, que en todo momento podrían provocar por la ruptura del equilibrio ecológico de la comarca. Todos estos motivos llevaban al ayuntamiento de La Orotava a considerar inapropiado el repartimiento de los montes, y a dar como alternativa la enajenación de unos terrenos eriales en Aguamansa, de una extensión aproximada entre 12 y 13 fanegadas. Para ello propo-nen la subasta de los mismos con unos cánones, que pudiesen permi-tir su redención. Tal cesión de tierras era a todas luces interesada, puesto que las mismas radicaban, justo debajo de los manantiales de Aguairlalisa, cuesi;"Ii es'm que a los prüpieiariüs del Ee-redamiento, los cuales se opusieron en todo momento en la cultura de aquéllas. 59. Idem. Doc. cit. 60. Idem. Doc. cit.
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Título y subtítulo | Los conflictos entre el Cabildo de la Laguna y la Villa de La Orotava: la pugna por la constitución de un ayuntamiento autónomo en la Villa de La Orotava (1766-1823) |
Autor principal | Arbelo García, Adolfo |
Publicación fuente | VI Coloquio de historia canario - americano |
Numeración | Coloquio 06. Tomo 1 (segunda parte) |
Tipo de documento | Congreso y conferencia |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1984 |
Páginas | p. 0630-0662 |
Materias | Congresos ; Historia ; Canarias ; América |
Notas | Coordinación y prólogo de Francisco Morales Padrón |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1686417 Bytes |
Texto | LOS CONFLICTOS ENTRE EL CABILDO DE LA LAGUNA Y LA VILLA DE LA OROTAVA: LA PUGNA POR LA CONSTITUCIÓN DE UN AYUNTAMIENTO AUTÓNOMO EN LA VILLA DE LA OROTAVA (1 766 - 1823) El régimen municipal que impera en la isla de Tenerife du-rante el Antiguo Régimen, se caracteriza por su extremado y rí-gido centralismo; ya que tras el proceso de conquista y coloni-zriciSn iris-!ar, !a ciudad de la lagiina regira de manera abso-luta los destinos de la vida pública insular, prácticamente hasta bien avanzado el siglo XIX, pues el Cabildo de La Laguna era el único Ayuntamiento legalmente constituido. Esta situación de monopolio municipal por parte del Cabildo lagunero, se verá ligeramente alterada hacia mediados del siglo XVII, al concedérsele a La Orotava el titulo de Villa exenta en el año de 1648. El poderío socio-económico de un restringido núcleo de familias (Los grandes propietarios de tierras y aguas) enriqueci-das y ennoblecidas con el ague del comercio vitícola, permitió que La Orotava obtuviera el título de Villa. No obstante ello no significó que La Orotava se desligara totalmente de su depen-dencia con respecto al Cabildo de La Laguna, sino que unica-mente a La Orotava se le dotó de una serie de competencias ju-rídicas, estableciéndose un Alcalde Mayor y un juzgado ordina-rio, en el que se discernían las causas o autos que se produjeran en el Partido de Taoro. Sin embargo, y a pesar de la importan-cia de los cambios experimentados en la organización munici-pal insular, que colocaban a La Orotava en una situación de privi!egio ce~r?e specte I! reste de !as !nca!idades tinerfeñas, !a dependencia en tomo a la ciudad de La Laguna continuaba siendo estrecha; pues la capital de la isla seguía disponiendo de sus prerrogativas a nivel administrativo, aspecto este de enorme interés, ya que de este modo La Orotava necesitaba disponer li-bremente de los Propios de su jurisdicción, para conseguir la tan ansiada independencia municipal. Desde el siglo XVII se suceden una serie de conflictos en-tre la Villa de La Orotava y el Cabildo de La Laguna, cuyo Adolfo Arbelo García tema central era la demanda por parte de La Orotava de los Propios de su distrito; sin embargo esta conflictividad adquirirá su mayor crudeza a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, donde los grandes propietarios locales unidos a un grupo social de nuevo cuño, la burguesía agraria, grupo que había accedido a los empleos públicos locales a raíz de la creación de los cargos de Diputados y Personeros del Común por Carlos 111, reivindi-cará sus derechos a los Propios y a la autonomía municipal es-grimiendo como argumento principal, las reformas introducidas en la administración local por la monarquía ilustrada. La opo-sición a las demandas de le élite social orotavense será tajante por parte del Cabildo de La Laguna. En definitiva, en el trasfondo de toda esta conflictividad, la m 0 cuestión principal radicaba en las apetencias de la elite social E orotavense (grandes propietarios y burguesía agraria), por apo- O derarse en su propio beneficio de las tierras de Propios y comu- n - = --lo" Ao c.7 :7.":"A:-AA... m UC JUIIJUIbC.IVII, y ijm 10 qüe se refiere al Cabildo de La U E Laguna, sus reticencias a conceder las demandas que solicitaba E 2 La Orotava, se explican por el hecho de que la oligarquía de re- ! gidores perpetuos que dominaba el Cabildo lagunero, temía = perder sus privilegios como grupo dominante de la vida munici- 3 pal insular. -- 0m El régimen municipal que impera en la isla de Tenerife durante el Antiguo Régimen se caracteriza por su extremado y rígido centra-lismo, ya que tras el proceso de conquista y colonización insular, la ciudad de La Laguna regirá de manera absoluta los destinos de la vida pública insular prácticamente hasta bien avanzado el siglo XIX. Una vez implantado el nuevo orden político que surge de las Cortes de Cádiz, el mapa político administrativo local experimentará un brusco proceso de cambio, conformándose una multitud de munici-pios que en su mayoría constituyen las entidades locales que pervi-ven en la actualidad. En la comarca del Valle de La Orotava, desde los primeros mo-mentos de la Conquista se habían instalado un núcleo de familias, partícipes directamente en el proceso de Conquista y colonización insular, las cuales habían sido las grandes beneficiadas de los reparti-mientos de tierras y aguas del antiguo menceyato de Taoro, efectua-dos por el conquistador D. Alonso Fernández de Lugo, en este senti-do Leopoldo de la Rosa afirma: «En la comarca que constituía el an- Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 633 tiguo reino de Taoro, hubo grandes beneficiados: el propio Adelan-tado, sus parientes Bartolomé Benítez y Juan Benítez; los sobrinos de su primera mujer, Andrés Suárez Gallinato y Jerónimo Valdés; otros que obtuvieron directamente mercedes de los Reyes, como Hernan-do del Hoyo o Gonzalo del Castillo; o los que se obligaron a hacer ingenios azucareros, que interesaba estimular, como el propio Barto-lomé Benítez, el Duque de Medina-Sidonia, Tomás Justiniano, el regidor Lope Fernández y otros»'. Efectivamente poco a poco y a medida que avanza el proceso de colonización insular, La Orotava se va erigiendo, como uno de los lugares más destacados de la isla desde una óptica social y económica; de ahí que Viera y Clavijo manifies-te: «La Orotava se había hecho desde la Conquista un gran lugar por su numeroso vecindario, su mucha nobleza y sus edificios suntuo-s o ~ ) ) ~ . A mediados del siglo XVII, la nobleza local, formada por los grandes propietarios de la comarca, aquéllos que fueron los máximos beneficiados de los repartimientos de tierras y aguas, como citamos anteriormente; acrecienta aún más su poderío socio-económico y se consolida indiscutiblemente como el grupo social dominante en el Valle de La Orotava; tal fenómeno está en íntima relación con el auge que experimenta el comercio de vinos con Europa durante esta etapa, de cuyas transacciones el grupo nobiliario orotavense será uno de los grandes beneficiarios junto con los comerciantes de origen ex-tranjero asentados en el Puerto de La Orotava. Los pingües benefi-cios que se derivan del intercambio comercial con el continente eu-ropeo le permiten solidificar su «status» socio-económico, y buena muestra de ellos es que durante esta coyuntura las familias más aco-modadas de esta localidad adquieren en su mayoría títulos nobilia-rios3. Por lo que respecta a los rasgos generales que caracterizan a la organización municipal del Valle de La Orotava, los grandes propie-tarios del Valle utilizan su preeminente situación socio-económica y al mismo tiempo aprovechan las dificultades financieras por las que 1 . ROSA, L. de la: La Orotava hasta 1650. S/C de Tenerife. 1977. p. 10. 2. VIERA Y CLAVIJO, J.: Historia General de Las Islas Canarias. T. 11. Ma- A-.A in-ro - r n c UllU. 1710, &1l7.J . 3. 16 1 1 , Marqués de Celada; 1666 de Acialcázar; 167 1 de Torrehermosa; 1685 de La Florida; 1682 de la Quinta Roja. MILLARES TORRES, A. T. 111, p.29 1 . 634 Adouo Arbelo Garcia atraviesa la Corona, para intentar alterar el régimen municipal vi-gente en el ámbito insular; de ahí que en el año de 1648, La Orotava obtenga el título de Villa exenta. Sin embargo este nuevo rango otor-gado a esta localidad norteña no llevaba implícito una total desvin-culación de su dependencia con el Cabildo de La Laguna, ya que a la Villa de La Orotava únicamente se le conferían competencias de tipo judicial contando con un juzgado ordinario propio en el que se dis-cernían las causas o autos delictivos que se produjeran en el Partido de Taoro; siendo presidido dicho juzgado por un Alcalde Mayor, empleo público de nueva creación en la comarca, puesto que antes de la concesión del título de Villa exenta, La Orotava estaba dotada únicamente de un Alcalde ordinario cuyas competencias y autoridad eran inferiores a las del Alcalde Mayor. A pesar de la importancia de estos cambios experimentados en la organización municipal local, que colocaban a la Villa de La Oro-tava en una situación de pnvikgio coñ respecto ai resto de Ías Íocali-dades tinerfeñas; la dependencia en torno a la ciudad de La Laguna continuaba siendo estrecha, pues la capital de la isla seguía dispo-niendo de sus prerrogativas a nivel administrativo, aspecto este de enorme interés, ya que de este modo La Orotava carecía de todo tipo de recursos financieros propios con que poder hacer frente a las ne-cesidades municipales y a la par quedaban frustradas sus aspiracio-nes a erigirse como ayuntamiento autónomo, pues La Orotava nece-sitaba disponer libremente de los Propios de su jurisdicción para conseguir la tan ansiada independencia municipal. Desde el siglo XVII se suceden tensiones y conflictos entre la Villa de La Orotava y el Cabildo de La Laguna, cuyo tema central era la demanda por parte de La Orotava de los Propios de su distrito; sin embargo esta conflictividad adquirirá su mayor crudeza a partir de la segunda mitad del XVIII y es en este período donde vamos a concretar nuestro análisis. Las reformas preconizadas por la Monarquía ilustrada a escala !=cd serán esgri~idaste me argumente prlncipa! p r ! a é!ite sncia! orotavense, para sustentar sus reivindicaciones autonomistas y sobre todo sus apetencias sobre los Propios; así el representante de los in-tereses de la Villa nos habla que: «La decadencia experimentada por punto general en todo el ñeyno, sobre ei manejo de ciertos rarriius de püiicía encargados a los Cabildos, Justicia y Ayuntamientos; dio causa a la creación y nueva Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 635 planta de Diputados y Personeros en las Cabezas de Partido. Quié-nes puestos en la posesión de sus empleos hicieron patente al gobier-no sucesivamente y por varios recursos la necesidad de extender sus facultades a los demás ramos; y hacer partícipes a cada pueblo en particular de Diputados y Personeros, reformando por esta vía la im-perfección acreditada del gobierno antiguo; y siéndole al Cabildo de La Laguna bien notorias estas nociones, es bastante extraña su queja en esta parte^^. Por su parte el Cabildo se opone tajantemente a las demandas de La Orotava arguyendo, como defensa los privilegios que se le habían concedido desde la Conquista y por otra parte acen-tuando su carácter de único municipio legalmente constituido: «Desde la Conquista D. Alonso Fernández de Lugo estableció el Ayuntamiento con residencia en dicha capital de San Cristóbal de La Laguna, extendiéndose la jurisdicción al gobernador a toda isla, como también la facultad de sus regidores)), por tanto «no puede dar lugar a ello ei auto acordado de 3 de Mayo e instancia de 26 de junio de 1776, en que se manda donde hubiese ayuntamiento se crearían Diputados del común porque; no habiendo otro que el de la ciudad de La Laguna, donde se verificó el nombramiento, ninguna altera-ción resultaba al Corregidor y regidores de la isla, menos se infería a lo dispuesto por nuestro Supremo Consejo de Castilla en R.C. expe-dida en 5 de Junio de 1778»5. Estos dos puntos de vista tanto el defendido por la Villa de La Orotava, como el apoyado por la ciudad de La Laguna están conec-tados con los horizontes socio - económicos y político - administrativos de los grupos sociales dominantes en ambas localidades. Por lo que se refiere al Cabildo de La Laguna; éste está dominado por una oli-garquía que acapara la mayor parte de las regidurías perpetuas y que prácticamente desde los primeros años de la Conquista dirige y pro-tagoniza la vida política insular, como grupo social hegemónico en el Cabildo de La Laguna. De ahí que los regidores del Cabildo consi-deren los planteamientos de la Villa de La Orotava conjuntamente coii los de Saiiia Criiz de eoriiia la auior"l&; de; Cci-rregidor de la isla y del propio Cabildo. La oligarquía temía que la actitud protagonizada por La Orotava y Santa Cruz se extendiera a 4. A.M.L ... Sig. P-38. núm. 22. añode 1803 5. A.M.L.L. Sig. P. 36,núm. 1. 636 Adolfo Arbelo García otros pueblos y disminuyera su posición privilegiada: «El Puerto de Santa Cruz de la ciudad distante una legua y ahora la Villa de La Orotava, se han revelado contra su capital; intentando sacudir ente-ramente el yugo de la jurisdicción del Correxidor, regidores y Dipu-tados de la Isla, y quedar en una absoluta independencia, siendo de esperar que los demás grandes y pequeños intenten lo mismo; pues concurren para con ellos las propias razonew6. La división y reparto de los Propios que administraba el Cabil-do, suponía según la perspectiva de la oligarquía insular la ruina de este ramo, puesto que: «si se consumen y dividen en los demás luga-res consecuentemente se ha de verificar el daño y la destrucción de todo su conjunto; pues estando tan sobrecargado de pensiones, que en el año que no valgan las rentas de trigo, no habrá con que cum-plirlas))'. De igual modo consideraban errónea y se oponían con ro-tundidad, a la conformación de municipios desgajados de la Capital ya que: «si cada pueblo se separa como es de presumir lo que inten-tan aquéllos dos, en cada legua o media legua se verán disposiciones opuestas y un trastorno y confusión que conspire a un desorden que dará de sí muy fatales consecuencias; que se han obviado y obvian en todas ocasiones en los Cabildos Generales, a que se comboca en la capital para que salgan uniformes las providencias; pues las formas de govierno de unos países no siempre son adaptables a otros^^. La oligarquía que integraba el Concejo lagunero, regulaba y su-pervisaba todas las actividades concejiles, tanto de orden económico y social como incluso de orden ideológico empleando cuantiosas suma en el mantenimiento de todo un aparato ideológico que garan-tizara su posición dominante en la sociedad isleña9; pero también esta oligarquía como elemento social mayoritario en el Concejo ges-tionaba la hacienda pública, percibiendo unos determinados ingresos para hacer frente a los gastos comunitarios y sobre todo administran-do las tierras concejiies; de ellas se extraían la mayor parte de las rentas del Cabildo y en gran medida era el fundamento económico ciei Concejo, taies rentas eran manipuiadas por los regidvres viiaii- 6. Idem. Doc. cit. 7. Idem. Doc. cit. 8. !&m. Bnc ci! 9. MACIAS HERNANDEZ, A.M.: La Transformación de la propiedad agraria concejil en elpaso del Antiguo al Nuevo Régiman. La Laguna. 1978. Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 637 cios, los cuales utilizando su «status» socio-económico y en colabo-ración con los funcionarios del Cabildo se aprovechan de las rentas del Cabildo, usurpándolas y desviándolas en su beneficio particular. Estas actividades fraudulentas de los regidores son denunciadas en ocasiones; así el Personero General de la isla Soler Carreño expresa: ((Manejado el nominado fondo de Propios por el Cabildo de la ciu-dad de La Laguna de cuyos individuos se compone la Junta que los administra; por cuanto la mayor parte de ellos sólo atienden a sus intereses y fines particulares; apoyados principalmente por los escri-banos que, con motivo de haber corrido a cargo de ellos la contadu-ría y ser todos de un mismo cuerpo, les dan libre pase a todo lo que disponen y quieren librar y a disimular la ocultación de censos y otros productos peculiares y respectivos a dicho fondo de Propios. Siguiéndose por consiguiente de un tal coaligación y extraordinario mzriex~,e ! que se r ensmxn unuu!rilentr es tm C ~ K ! ~ ! P Cp Úh!ic~s y sin disfrutar esta Villa del beneficio que debía en conformidad con las piadosas disposiciones del Monarca y de la necesidad»'O. Por lo que se refiere a la Villa de La Orotava, la vida pública lo-cal está monopolizada tradicionalmente por un grupo social concre-to que presenta una serie de característica muy singulares, se trata de los grandes propietarios de las tierras del Valle y asimismo los posee-dores del agua, como componentes del Heredamiento de las aguas del Río de La Orotava. Socialmente están estrechamente ligados en-tre sí, producto de una estricta política matrimonial cuyo rasgo más característico es su fuerte endogamia. Cerca de este grupo dominante se sitúa la burguesía agraria, grupo social ascendente durante todo el Antiguo Régimen y que junto con los grandes propietarios es el gru-po social de mayor peso socio-económico en la localidad. Burguesía agraria y grandes propietarios compartirán los empleos municipales de la Villa de La Orotava, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVIII con la creación de los Diputados y Personeros del co-mún. Sin embargo generalmente la actuación de la burguesía agraria en la política local estará supeditada a los intereses del grupo nobili-tario, pues no hay que olvidar que en gran medida esta burguesía de-pende social y económicamente de la clase dirigente, pues éstos son sus administradores y arrendatarios, al mismo tiempo les liga una se- 10. A.M.L.L. Sig. P-38.nÚm. 22. añode 1803 638 Adolfo Arbelo García rie de intereses comunes como clases agrícolas que son ambos. No obs-tante en determinadas coyunturas se ponen de manifiesto una serie de divergencias entre estos grupos sociales, principalmente en tomo a te-mas como el de las aguas del Heredamiento del Río de La Orotava. En cuanto a los enfrentamientos entablados por la Villa de La Orotava con el Cabildo de La Laguna, hay que señalar que ambos grupos sociales forman un bloque único, con el objetivo central de obtener la gestión de la tierras municipales de la jurisdicción orota-vense, como paso previo para edificar un ayuntamiento autónomo. Grandes propietarios y burguesía agraria reconocen y respetan las prerrogativas que el Cabildo ha ostentado hasta la segunda mitad del siglo XVIII: «esta muy bien que desde la Conquista de la isla y hasta la mitad del siglo presente a corta diferencia haya sido el Cabil-do de La Laguna único ayuntamiento de toda ella; y que todas las preheminencias natas al expresado y ias concedidas uiteriormenre por el Príncipe las haya disfmtado privativamente»". Sin embargo creen que este régimen de preferencias está en franca contradicción con la política reformista aplicada por la Monarquía ilustrada: «to-dos los Cabildos y ayuntamientos del reino han tenido que sufrir jus-ta en la nueva planta de Diputados y Personeros del Común, adelan-tan sus progresos hasta el carácter de regidores bienales, equiparados en todo a los perpetuos; siendo partícipes de sus mismas prerrogati-vas y autoridades, que antes les eran privativos porque así lo exigen el bien común de los vas al lo^»'^. En efecto, la élite social del Valle sitúa sus demandas en el contexto del programa ilustrado, esgri-miendo que la Villa de La Orotava cumple con los requisitos necesa-rios, como para administrar las tierras concejiles de su jurisdicción directamente, sin mediar para ello la gestión del Cabildo: «pues sien-do consecuente a una cabeza de partido que tiene su ayuntamiento creado por Real Autoridad, el tener los Propios existentes en su te-rritorio, para administrarlos con independencia del Cabildo de La Lagufiu y up!icur!Qs per su QrUen u 12s iirgefirius púk!icus; sin h&rr de pasar por el despotismo con que en esta parte ha obrado en todos tiempos el Cabildo de La Laguna»I3. La caótica situación y el abandono en que se encontraban los 1 l . Idem. Doc. cit. 12. Idem. Doc. cit. 13. Idem. Doc. cit. Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 639 distintos ramos públicos, es el principal argumento en que se basa la élite social orotavense para demandar la administración de las tierras concejiles; ya que para el grupo nobiliario y la burguesía agraria el disponer de los Propios, era concebido como una especie de pana-cea, capaz de resolver todo tipo de deficiencias públicas: «Desde que fue elevada dicha población a Cabeza de Partido (que ya cuenta de siglo y medio); ha seguido desairada sin la admi-nistración y gobierno de los Propios con que atender las necesidades públicas de los pueblos de su distrito y jurisdicción; sufriendo que el Cabildo de La Laguna los haya administrado y eroga, sin respeto ni consideración a las muchas y urgentes necesidades públicas, con que ha sido oprimido el Partido de La Orotava. La Villa, carece de casas capitulares para celebrar sus Juntas. no tiene cárceles suficientes en que conservar los reos y los jueces ordinarios; a pesar de no estar do-tada de vara suficiente, han tenido que suplir de su bolsillo los alqui-leres de una casa nada segura para la custodia de los reos, frustrándo-se la administración de justicia con sus fugas. Las calles y caminos de la jurisdicción casi intransitables, sin una pila en que recoger el agua de abasto, con la limpieza y asco correspondiente y por último sin carnicerías ni otras oficinas indispensables en aquellos pueblos, para su buen gobierno y ~omodidadb'L~a. élite social con este plantea-miento asume, una serie de demandas que secularmente venían rei-vindicando tanto las capas populares como un sector de la incipiente burguesía agraria, y la expresión más clara de estas reivindicaciones la encontramos reflejada en los distintos motines que afectan al Valle de La Orotava a lo largo del Antiguo Régimen; así por ejemplo en el motín de 17 18 se solicita entre otras cosas, la entrega a La Orotava de los Propios de su distrito, que se recogiese el agua sobrante en un depósito, y lo que de ella y los Propios se recaudase se habria de con-signar para fabricar una cárcel. etc. 15. La pugna en torno a las tierras concejiles de la jurisdicción de la villa, no sólo ponen de manifiesto la búsqueda de la autonomía mu-nicipal por parte de los grupos sociales más sobresalientes de la co-munidad; sino que también las posturas defendidas por la oligarquía y burguesía agraria están en íntima conexión con la coyuntura socio- 14. VIERA Y CLAVIJO, J.: op. cit. 15. Idem. Op. cit. económica por la que atravesaba la comarca durante esta etapa his-tórica. En efecto, el hambre de tierras y la presión sobre realengos y Propios constituye uno de los factores más destacados de la segunda mitad del siglo XVIII. Prácticamente todo el orden social y princi-palmente las clases propietarias ansiaban tierras de una forma des-mesurada; el alza de los precios de los productos del campo en estre-cha relación con el crecimiento demográfico, así como con la cons-tante revalorización de la agricultura de subsistencia o de autoabas-tecimiento interno'" estimula a la burguesía agraria y a los grandes propietarios del Valle a adquirir tierras a toda costa; y desde esta óp-tica las tierras municipales son conceptuadas como un vehiculo idó- ,, neo para ampliar el patrimonio particular y beneficiarse de este con- - N texto tan favorable para los propietarios agrícolas. E La dinámica de privatización y usurpación de tierras concejiles O n - por la elite social del Valle. adquiere unas dimensiones considerables = um a partir de la segunda mitad del siglo XVIII "; sin embargo desde la EE etapa del repartimiento de tierras por el Adelantado Alonso Fernán- S E dez de Lugo, los grandes propietarios muestran un gran interés por = aumentar sus propiedades a costa de las tierras municipales. En el 3 Valle de La Orotava, no sólo tenemos ejemplos evidentes de este fe- - o- nómeno, sino que al mismo tiempo las usurpaciones de tierras es m E una constante estructural en la comarca a lo largo del Antiguo Régi- O men. En los distintos motines o alteraciones sociales que acontecen en la comarca desde el siglo XVII '5 siempre se alude a este hecho e n E incluso algunos de estos motines son causa directa de las usurpacio- - a nes de las Dehesas, de ahí que el motín de 1648 '" fue incentivado a 2 n raíz de las usurpaciones realizadas por uno de los más destacados o miembros de los grandes propietarios locales y al mismo tiempo re- = gidor perpetuo del Ca b i l d~'~E.s ta problemática continúa plasmada O en los distintos motines que tienen su escenario en la Villa de La Orotava en el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen3. La exten- 16. MACIAS HERNANDEZ. A.M.: op. cii. 17. Idem. op. cit. 18. Idem. op. cit. 19. Idem. op. cit. 20. Idem. op. cit. 2 1. Xüs referimos en concreto ai ñioiiii de i 8 ¡O. vkase a esie respecio EER-UANDEZ GONZALEZ. M. et ARBELO GARCIA. A,: Rc,iwliición Lihavrrl~conllic- /o\ .socidc.\ cw c.1 Vrrllc, d(, la Orotcriu (1808- 18231. Puerto de la Cruz. Abril de 84. Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 64 1 sión de las tierras concejiles incautadas por los grupos rectores de la comarca fueron considerables, como nos dice Macías Hernández: «estas usurpaciones motivaron que en 1769, la dehesa de San Anto-nio no tuviera sino una superficie de 64 fanegadas, ocho de ellas inú-tiles, había perdido 496 fa negad as^^^. También la imprecisión de las datas concedidas tras la Conquista dio pie, para que la nobleza local extendiera considerablemente sus propiedades en detrimento de las tierras municipales, así en la visita realizada en 1734, por el miem-bro de la Real Audiencia D. Joseph Moreno Hurtado se expresa: «Pasó al Partido de la dicha Villa de La Orotava y empezando a conocer en esta dependencia, por un sólo lado muy corto los referi-dos montes; encontró haberse usurpado entre diferentes cerca de se-tecientas fanegas de tierra, a cuyos poseedores hacendados mandados eximir ccs ti tu!^; er?rmtrS yue para cump!imenta: !as datas anti-guas del Adelantado que presentaban, se necesitaba que la isla de Tenerife fuere otro tanto mayor de lo que es, por el gran desorden que hubo en la concesión de dichas datas»23. Burguesía agraria y grupo nobiliario fueron sin lugar a dudas, los grupos sociales que aglutinaron la mayor parte de las tierras con-cejiles; al estar estas tierras ubicadas en una zona con unas caracte-rísticas climáticas y un suelo muy favorable para el desarrollo del cultivo de la vid, los grupos rectores de la comunidad hicieron uso de su papel dominante con el objeto de que los Propios y gran parte de las tierras de realengo pasaran a engrosar su patrimonio particu-lar. Evidentemente la burguesía agraria, como grupo social ascen-dente, que disponía además de un capital notable producto de sus di-versas actividades económicas (arrendatarios de diezmos, préstamos, etc.), estaba especialmente interesada en adquirir dichas tierras, puesto que las tierras municipales era una de las pocas alternativas con que contaba la burguesía agraria local, para alinearse en las filas de los grandes hacendados de la comarca. La estrechez del mercado de tierras derivada de las características de las estructuras de la pro-piedad en el Valle, cuyo rasgo más peculiar es la enorme concentra-ción de las propiedades rústicas; la mayoría vinculadas y en manos de los grandes propietarios, hacían aun más codiciables las propieda- 22. MACIAS HERNANDEZ, A.M.: op. cit 23. A.M.L.L. P-38. núm. 22. 642 Adolfo Arbelo Garcia des municipales, por parte del grupo agrario con mayor dinamismo socio-económico durante el Antiguo Régimen: la burguesía agraria. De ahí que a mediados del XIX este grupo ha logrado concentrar en sus manos la mayor parte de las Dehesas de la jurisdicción de La Orotava (Cfr. CUADRO 1), así vemos como el sector más destacado de esta burguesía rural, algunos de los cuales por estas fechas se habían integrado en el bloque de poder oligárquico que dominará la vida so-cio- económica y política del Valle, hasta bien avanzado el siglo XIX, bloque de poder oligárquico integrado por individuos proce-dentes de la burguesía agraria y comercial, y por los grandes propie-tarios locales, ocupan los primeros lugares en la acaparación de suer-tes concejiles, es el caso de D. José Pantaleón Acosta, D." Catalina D Calzadilla, etc.; por otro lado la nobleza local secunda al grupo E burgués como máxima beneficiaria de los repartimientos de tierras O n - concejiles, siendo este grupo social el monopolizador de ias tierras - m O situadas en la las Caletas de San Antonio (Cfr. CUADRO l), una de las E E propiedades municipales de mayor conflictividad en la historia 2 e orotavense. = 3 CUADRO 1 - - 0m CENSATARIOS DE LAS DEHESAS Y CALETAS DE LA E VILLA DE LA OROTAVA. ANO DE 1839 O g n N.O de Cabida Categoría Censatarios Lugar suertes Fs. Al. B. social D. José Gonzilez Perdigón Dehesa 2 8 - - Burguesía agraria alta y baja D. Domingo Betancourt 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa alta Dehesa D. José Pant. Acosta 4 1 6 - - Burguesia agraria alta y baja Dehesa D. Juan Agustín Neda 2 8 - - Burguesía agraria alta y baja D. Manuel Neda Dehesa 2 8 - - Burguesia agraria alta y baja Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 643 CUADRO 1 (continuación) - - N.O de Cabida Categoría Censatarios suertes Fs. Al. B. social Lugar D. Juan Gualberto Hernández Dehesa 4 16 - - Burguesía agraria alta y baja Dehesa D.a Catalina Calzadilla 3 12 - - Burguesía agraria alta y baja Mateo Calzadilla Dehesa baja 1 4 - - Burguesía agraria D." María Neda 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa baja D. Juan Ascanio 1 4 - - Grandes Dehesa baja Propieiarios 1 4 - - Grandes D. José García Benítez Dehesa baja Propietarios 14 - - Grandes Caleta de D. Matías del Castillo Propietarios S. Antonio Grandes Caleta de D.a Beatriz Monteverde 1 8 - - Propietarios S. Antonio D. José Iturzaeta Grandes 1 8 - - Caleta de Propietarios S. Antonio Marqués de la Grandes Caleta de 1 8 - - Quinta Roja Propietarios S. Antonio D. Francisco Casañas 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa baja D. Hilario Delgado 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa baja D. Francisco Dávila 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa baja D. Antonio Pérez Valladares 1 4 . - - Burguesia agraria Dehesa baja D. Teodoro Pérez 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa baja D." Josefa Rodriguez Dehesa 2 8 - - Burguesia agraria Tejera alta y baja 644 Adoífo Arbelo García CUADRO 1 (continuación) N.O de Cabida Categoría Censatarios suertes Fs. Lugar Al. B. social D. José Gonzalez Perdigón 2 8 - - Burguesia agraria Dehesa alta y baja D." Francisco Andrés Orta 1 4 - - Burguesia agraria Dehesa baja D. Clemente Pimienta 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa alta D. Francisco Betancourt 1 4 - - Burguesia agraria Dehesa alta D. Lorenzo Urtusáustegui Grandes 1 4 - - Propietarios Dehesa alta D. ~ omi n g oG inory 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa alta D. Francisco Vivas v Paz 1 4 - - Burguesía agraria Dehesa baja D. Domingo Currás 2 8 - - Burguesía agraria Dehesa baja Grandes D. Bernardo Benítez 1 4 - - Propietarios Dehesa baja Nota: Elaboración propia. Fuente: Sección de Propios del Archivo Municipal de La Orotava. Fs = Fanegadas. B = Brazas. Al = Almudes. La usurpación y roturación de los montes realengos, por parte de los grupos rectores de la Sociedad canana del Antiguo Régimen, es un aspecto recientemente abordado por la historiograf'ía canaria, y que ya cuenta con importantes monografias, sobre todo por lo que se refiere a la isla de Gran Canaria24. Por lo que respecta a la comarca del Valle de La Orotava, y a la actuación de las clases propietarias sobre las tie-rras montuosas ubicadas en esta jurisdicción, hay que señalar que du-rante todo el Antiguo Régimen las usurpaciones y roturaciones del monte público son constantes principalmente por aquellos grandes hacendados que poseían tierras colindantes con los montes de realen-go; de tai modo que en ei año de i 74i ei fiscai ae ia Reai Audiencia de Canarias incita al Corregidor de La Laguna para que investigue so-sobre las talas abusivas y las apropiaciones de tierras realengas manifes-tando : 24. SUAREZ GRIMON, V.: «Propios y Realengos en Gran Canaria en el siglo XVIII)). en 111 Coloquio de Historia Canario-Americana (1978). T. 1, pp. 175-292. Los conJlictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 645 «Que de muchos años a esta parte son continuados los clamores de todos los pueblos de Tenerife, y en particular de los del partido de La Orotava; sobre la destrucción de los montes y montañas, por ha-berse ido introduciendo en ellas y talándolas todos los poseedores de las haciendas inmediatas; contando ya por leguas las que se tienen apropiadas en perjuicio del común y con grave daño, que se ha em-pezado a experimentar en 'cogidas' de horquetas en mucha cantidad, valiendo hoy estos palos, lo que veinte años a, y con el inminente ries-go de que lleguen a faltar del No obstante a pesar de las me-didas adoptadas por la Real Audiencia en el sentido de proteger la continua esquilmación del monte de La Orotava, las talas de las tie-rras montuosas continuaron siendo comunes durante el siglo XVIII e incluso se acrecentaron en la segunda mitad de este siglo, un ejemplo de ello son las detenciones que en el año de 1797 ejecuta el Alcalde Mayor de T/i Orotava, sobre un número determinado de individuos pertenecientes a los estratos inferiores de la sociedad orotavense, aunque algunos de ellos están relacionados con los propietarios de la zona, como es el caso de Antonio Hemández, José Alvarez y Mar-cial de la Cruz, criados de destacados miembros de la burguesía agra-ria y grandes propietarios como D. Juan Nepomuceno, D. Juan Bau-tista Hernández y D. Bartolomé Llarena; lo que nos lleva a pensar que la élite social orotavense utiliza a las personas que de ella depen-den como «hombres de paja», para aprovisionarse de leña y horque-tas estas últimas de vital importancia para el cultivo de la vidz6. Pero la esquilmación de los montes no sólo era consecuencia de usurpa-ciones y talas abusivas, sino que también a ello colaboraban las ac-ciones de los pastores de ganados menores, como señalaba en el año de 1781, el Alcalde Mayor de La Orotava D. Ignacio Benavides y Méndez : «La depreciación del monte no es por razón de rozas y usurpa-ciones de terrenos, sino también por los incendios que los pastores 25. MACIAS HERNANDEZ, A.M.: «El motín de 1777n. en A.E.A. núm. 22. MadndILas Palmas. 1977. BETHENCOURT MASSIEU, A. et MACIAS HERNANDEZ, A.M.: «Expansión del cultivo y conflictos sociales en C. Canaria en el tránsito del Antiguo al Nuevo Régi-men: Una aproximación histórica». en MILLARES TORRES, A.: Historia Generai de las Islas Canarias. T. IV, pp. 237-68. 26. A.H.P. T. Leg. 3.090. 646 Adolfo Arbelo Garcia de ganados menores ejecutan de intento por conseguir la rebentación de la yerba que llaman garmona; por su pasto muy proporcionado para el sustento de sus ganados. Y por lo que respecta a la carencia de maderas, siendo las de mayor aprovechamiento en estos montes la de pinos, se impide el adelantamiento de estos árboles, teniendo in-cesantemente los ganados cabríos en los parajes que lo producen, ex-tirpándolos en su mayor terneza con apastar allí dicho ganados»27. A a ello se añade las actividades depredatorias efectuadas por los po-seedores de otro tipo de aprovechamiento del monte, como es el caso de los carboneros, cuya actividad también iba en detrimento del eco-sistema de las tierras montuosas pues «se experimenta donde hacen carbón como sacan la raíz de los brezos, que después la tierra es tan ,, - calma que meramente se descubre en aquellos parajes alguna mata M E de helecho»28. O -- m CUADRO 11 u E RELACION DE TIERRAS PERTENECIENTES AL MONTE 2 E PUBLICO DE LA VILLA DE LA OROTAVA, EN MANOS DE LOS GRANDES PROPIETARIOS Y BURGUESIA AGRARIA. 3 AÑO DE 1835 O-m E Origen de Extensión Categoría O Nombre la propiedad Fs. Al. B. n E D. Cándido Veraud usurpación 3 6 8 - a 2 D. Diego Torres usurpación 1 6 10 Burguesía agraria n n D. Juan Sarabia usurpación 1 2 - Burguesia agraria O3 D. Diego de Torres, hijo usurpación 1 6 10 Burguesía agraria D. Lorenzo Espínola usurpación 9 6 - Burguesía agraria D. Gregono Espínola usurpación 30 - - Burguesía agraria D. ~ranci scoT omás Morales donación - - - - 27. A.M.L.L. Sig. M-V1,nÚm. 21. añode 1781. 28. Idem. Doc.cit. Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 647 CUADRO 11 (continuación) Origen de Extensión Categoría Nombre la propiedad Fs. Al. B. D. Sixto González Regalado donación 4 - - Burguesía agraria D. Domingo Borges usurpación 4 - - Burguesía agraria D. Antonio Soto, compra 13 6 - Burguesía agraria viuda de D. Diego Arroyo F. Francisco Vivas usurpación - 8 - Burguesia agraria D. Bernardo Ascanio usurpación 12 6 - Oligarquía agraria D. J~uan Ascanio usurpación 3 4 - Oligarquía agraria D. José Tolosa donación 4 - - Oligarquía agraria D. Lorenzo Machado usurpación 15 - - Oligarquía agraria D. Marqués de la Quinta Roja usurpación 1 6 10 Oligarquía agraria D. Juan Hernández usurpación 8 10 20 Burguesía agraria D. Rafael Frias usurpación 1 9 30 Burguesía agraria D. Fernando Llarena usurpación 7 - - Burguesía agraria Nota: Elaboración propia. Fuente: Sección de Propios del Archivo Municipal de la Vi-lla de La Orotava. Fs = Fanegadas. Al = Almudes. B = Brazas. Desde la perspectiva de la privatización de las tierras realengas y de ciiá1er. heron !os gupnr, snciales de la localidad que salieron más airosos de dicho proceso; aunque no disponemos de datos ex-haustivos, podemos afirmar que la burguesía agrana y la oligarquía con-centraron en sus manos la mayor parte de las tierras realengas (Cfr. CUADRO 11). El mecanismo de acceso a estas tierras no difiere en 1í-neas generales de lo ocurrido en otras áreas del Archipiélago, donde ha sido estüdiada esta prob!emá:ica, primando e: !a Vi!!a de La Orotava la usurpación o roturación clandestina, aunque no están au- 648 Adouo Arbelo Garcia sentes otras vías, que podríamos denominar de ocupación legal; así en ocasiones se hacen alusiones a antiguas Datas29 o a donaciones por servicios prestados a la Corona o también se entregan tierras en concepto de pago a determinados individuos por ejercer funciones pú-blicas (secretarios de Ayuntamiento, maestros de primeras letras, etc.). Prácticamente todo el orden social participó en la roturación del monte público, como consecuencia de hambre de tierras que ca-racterizó a la sociedad canaria del Antiguo Régimen; ahora bien aunque la participación del campesinado en la usurpación y rotura-ción del monte real es un hecho claramente constatable, las parcelas ocupadas por este campesinado son minúsculas, si las comparamos con las gruesas haciendas que construyeron la burguesía y los gran-des propietarios en las tierras montuosas (Cfr. CUADRO 111). Por lo que respecta a los lugares de Los Realejos, el fenómeno de acaparación de tierras de Propios y realengos por la élite social, también se produjo en estas localidades, aunque aquí a diferencia de lo ocurrido en la Villa de La Orotava, los grandes beneficiarios de las tierras concejiles de Los Realejos fueron individuos no residentes en estos lugares, sino generalmente afincados en la localidad del Puerto de La Orotava, son destacados miembros de la burguesía agraria y comercial portuense, como D. Narciso Baeza o D. Gregorio Casañas (Cfr. CUADRO Iv). Los estrechos límites a los que estaba restringido el Puerto de La Orotava, con apenas suelo agrícola determinó que estos grupos sociales se expansionaran en las tierras colindantes, princi-palmente en las Dehesas del Realejo de Arriba, estimulados por el alza continua de los productos del campo que se aprecia en la segun-da mitad del siglo XVIII, y a la par la caída vertiginosa de las expor-taciones vitícolas aproximadamente hacia 18 14, provocando un im-portante receso en las actividades comerciales, lo cual determinó que la burguesía comercial portuense, como el grupo social más podero-so de esta localidad marítima, dirigiera sus miras hacia el mundo agrario, integrándose poco a poco en el bloque de los grandes propie-tanos del Valle. Las usurpaciones en los montes realengos ubicados en la juris-dicción de Los Realejos, también son frecuentes así en el año de 1809, D. Antonio Sanabria vecino del Realejo recurre a la Junta 29. A.H.P.T.L eg.3.520. Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna v la Villa de La Orotava: ... 649 CUADRO 111 RELACION DE TIERRAS PERTENECIENTES AL MONTE REAL DE LA VILLA DE LA OROTAVA, EN MANOS DEL CAMPESINADO Nombre Origen de Cabida la propiedad Fs. Al. B. D. Antonio el Tanquero usurpación - 1 67 D. José Rodríguez usurpación 1 - 1 O D. Juan Pajarero usurpación - 2 67 D. Santiago Juan usurpación - 1 67 D. Expósito Rodríguez García usurpación - 1 - D. Antonio Juan usurpación 1 8 10 D." Mana Coruja usurpación 1 6 - D. Francisco Delgado Amador usurpación - 1 - D.a Josefa Diaz Yanes usurpación 1 8 - D. Gerónimo El Majorero usurpación - 6 20 Nota: Elaboración propia. Fuente: Sección de Propios del Archivo Municipal de La Orotava. Fs = Fanegadas. Al = Almudes. B = Brazas. Suprema de La Laguna, exponiendo los remedios que podrían apli-carse a la tala sistemática de los montes de aquella jurisdicción; para el citado Sanabria, la esquilmación del monte: «Había traído el infeliz resultado de verse destruidos en su mayor parte, con enorme perjuicio del público y casi a punto de su total disolución. Si una autoridad respetabla no interviniese para Adoífo Arbelo García CUADRO IV CENSATARIOS DE LAS DEHESAS DEL REALEJO DE ARRIBA. AÑO DE 1822 Censatarios N.O de Categoría suertes social Residencia D. Luis González de Chaves 1 Burguesía aeraria Puerto de la Cruz D. Basilio Lopez Barroso 1 Burguesía agraria Realejo de Arriba D. Esteban Méndez I - - D. Bernardo García Barroso 1 Burguesía agraria Puerto del Alto D. Antonio Péez Valladares 1 Burguesía agraria Realejo de Arriba D. Narciso Baeza 3 Burguesía agraria Puerto de la Cruz D. Andrés de Orta 1 - - - D. Fernando Llarena 2 Grandes Propietarios La Orotava D. Manuel de Armas 1 - - Lcdo. Fernando García 1 - - D.a Juana de Aguiar 1 - Puerto de la Cruz D." Maria Trujillo 2 - Puerto de la Cruz D. Antonio García Abreu 2 Burguesía agraria Realejo de Arriba D. Pedro Grijalva 1 Burguesía agraria Puerto de la Cruz D. Vicente de Fuentes 1 - Puerto de la Cruz D. Diego Luis Chaves 1 Burguesía agraria Puerto de la Cruz D. José Celestino Ventoso 1 Comerciante Puerto de la Cruz D. Tomás de Armas 1 Burguesía agraria Puerto de la Cruz D. Fco. Reyes y Agustin García I - - D. Ildefonso Garcia Barroso 1 Burguesía agrafia Realejo de Arriba D. Domingn larciii De!gade 1 - - D. Luis Rodríguez 2 - Puerto de la Cruz D. Mateo Lopez Arbelo 1 Burguesía agraria Realejo de Arriba D. Manuel José Alvarez 1 - Puerto de la Cruz D. Francisco Farrais 1 - - D. Grcgurio Arii. Casañas 4 Comcr~ianie Fueriu de ia Cruz Nota: Elaboración propia. Fuente: Sección de Propios del Archivo Municipal del Puer-to de la Cruz. Libro núm. 5. Los conjlictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 65 1 cortar de raíz los abusos que hasta aquí se han tolerado»30. La reac-ción de los principales beneficiados en las roturaciones del monte público, en su mayoría miembros de la burguesía agraria de los Rea-lejos, es inmediata; de tal manera que D. Gregorio y D. José Espíno-la, junto con D. Tomás Estévez y D. Francisco Lorenzo Oramas, dan poder a varios procuradores para que: «En su nombre y de los demás vecinos, eleven a la Superioridad competente, acerca del procedimiento del Sr. Corregidor de estas Is-las; contra los que supone estar intrusos en los montes de la jurisdic-ción del Realejo de Arriba. Y para que su conocimiento pese a aquél Tribunal Superior, como del Real Supremo Consejo de Castilla, a consecuencia de la denuncia hecha por D. Antonio Sanabria, y que por consiguiente se recojan todos los expedientes que hay formados relativos al asunto^^'. La actitud de D. Antonio Sanabria, asimismo destacado miembro de la burguesía agraria local, pone de manifiesto las tensiones y los conflictos existentes en e10 seno de la comunidad rural, entre los componentes de este grupo agrario; fenómeno que se verá reflejado con nitidez en los distintos conflictos electorales que tienen lugar en estas localidades a finales del siglo XVIII, algunos de los cuales protagoniza este polémico personaje de la burguesia reale-jera3*. A pesar de las constantes denuncias de talas y usurpaciones en los terrenos realengos, los poderes públicos insulares, tratamcon cier-ta benignidad a los usurpadores de los terrenos montuosos. Princi-palmente a aquellos individuos pertenecientes a las clases acomoda-das del Valle, no despojándoles inmediatamente de las tierras rotura-das, sino por el contrario permitiéndole el disfrute de las parcelas usurpadas. Exigiéndole únicamente el depósito de una fianza ante escribano; así por ejemplo D. José Pérez Chaves destacado miembro de la burguesía agraria de Los Realejos y D. Pedro Franchy y Mesa, componente de la nobleza orotavense; recurren en el año de 18 16 al Alcalde Mayor de La Orotava, para que le permitiera recoger el fm- 30. BONNET REVERON, B.: La Junta Suprema de Canarias. T.11. La Laguna. 1980. p. 370. i I A TT n -r r -- . cqn 2 L. ri.Jl.r. J . ~ c gJ.. J L U . 32. Véase ARBELO GARCIA, A.: La burguesia agraria del Valle de La Orota-va (1 750- 1823). Memoria de Licenciatura inédita. Universidad de La Laguna. 1984. 652 Adolfo Arbelo García to de unas tierras consideradas por el Alcalde pedáneo de San Juan de La Rambla, como usurpadas al Monte de esta jurisdicción. No obstante, el Alcalde de La Orotava accede a la petición de estos propietarios, con el requisito de que depositaran una fianza ante es-c r i b a n ~ ~ ~ . Los miembros del Cabildo de La Laguna eran perfectamente conscientes, de las intenciones de los grandes propietarios y de la burguesía agraria del Valle. Y así lo exponen, cuando nos hablan de cuáles eran para ellos las verdaderas causas, por lo que los montes de La Orotava sufrían continuos incendios: «Estos incendios se han hecho, para usurpaciones de los montes dados al Cabildo de la Isla. Que se hallan destrozados y aniquilados; aprovechándose de ellos sus vecinos con grandiosas heredades que han formado en sus vastos terrenos. De manera que. según el juicio de los peritos en el examen de estas usurpaciones, practicado por el Lcdo. D. Manuel Pimienta, en el año de 1772; siendo el Alcalde Mayor de aquella Villa. Hallaron los tales peritos nombrados de ofi-cio, constantes las demarcaciones de los anteriores deslindes, y el de-fraude de lo usurpado lo regularon en 2.500 a 3.000 fanegadas; y siendo aquellos terrenos los más fértiles por su situación y beneficio del riego, y estar de huertas arboladas y viñas. No se contentan con estarlo disfrutando en perjuicio de los Propios de la Isla, sin pagar canón ni otra contribución al Cabildo; sino que aún extienden sus miras y esfuerzos, a tomar también los cortos sobrantes de los Pro-pios, a pesar de sus destinos; queriendo una absoluta independencia de la capital en todo»34. La Villa de La Orotava no logrará sus aspiraciones autonómicas en el siglo XVII, a pesar que contó con el beneplácito de algunos Ministros ilustrados como Floridablanca, éste prometía a la Villa, «que sobre la asignación de Propios se formalice su Ayuntamiento, extendiendo sus vocales a otros seis u ocho regidores en que pueda comprehenderse la agregación de los tres regidores perpetuos; que tienen en ella su domicilio y vecindad que lo son: el Coronel y Alfé-rez Mayor D. Francisco Valcárcel, el Almotácen Mayor D. Francis-co Bautista y D. Felipe Machado, que convienen en la citada incor- 33. A.H.P.T. Leg. 3.096. año de 1816. 34. A.M.L.L. Sig. P-38, núm. 22. Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 653 poración, siendo el resto regidores bienales y electivos (...) que es el modo de poner término a las disputas con el Cabildo de La Laguna, y que la Villa de La Orotava, bajo el carácter de tal y como Cabeza de Partido, esté condecorada según lo extenso y noble de su pobla-ción, tenga fondos con que desempeñar las necesidades públicas de su Partido y jurisdicción. Fomentando en todo lo posible las comodi-dades de sus naturales y número suficiente en su cuerpo de Cabildo Ayuntamiento, a quienes recomendar los diferentes ramos de policía y gobierno»3s. En efecto, la fórmula propuesta por el Conde de Flo-ridablanca para establecer un Ayuntamiento independiente en la Vi-lla de La Orotava, en cuyas tareas gubernativas estarían integrados la nobleza como regidores perpetuos y el resto de la población en cali-dad de regidores bienales y electivos no cristalizó, habrá que esperar a las Cortes de Cádiz para que la autonomía municipal sea una reali-dad par2 !2 !oca!i&c! ~ritcvense.N n nhshnte, antes de que 12 Cons-titución de Cádiz fuera una realidad, en los primeros años del XIX; los conflictos por la autonomía municipal se reavívan, aunque ahora el protagonismo lo desempeña la burguesía comercial portuense, grupo social que había acrecentado considerablemente su poder so-cio- económico, a raíz de la coyuntura alcista por la que atraviesa la exportación vitícola y la barrilla desde finales del siglo XVIII hasta el año de 18 14, como consecuencia del bloqueo continental con que Napoleón somete a Europa. La Burguesía comercial consciente de su privilegiada situación en la sociedad orotavense, procura por todos los medios alcanzar una mayor autonomía para su localidad, inten-tando desprenderse de su tradicional dependencia con respecto a la Orotava. De ahí que en el año de 1808 se intente ampliar las compe-tencias del Alcalde ordinario, en todo género de causas o al menos en las civiles hasta la cantidad de quinientos peses. Ante esta actitud de la localidad portuense, surgen dos postulados claramente diferen-ciados; por un lado, la Real Audiencia de Canarias se muestra neta-mente partidaria de una política en la administración local, mucho más racionalizada; buscando una mayor eficacia en la organización del régimen local y optando por una política de disgregación comer-cial, que en cierto modo nos anuncia las líneas generales de lo que será el nuevo régimen municipal que brotará de las Cortes de Cádiz, así los componentes de la Real Audiencia expresan: 35. Idem. Doc. cit. 654 Adouo Arbelo Garcia «Que tratan de remediar los males y atrasos que nota en la Pro-vincia, sabiendo que donde no hay Magistrado, donde la justicia ca-rece de sus agentes principales y esencialmente necesarios; donde no hay Ayuntamientos y otros cuerpos, que exhortan llanamente los oficios del gobierno político. No pueden reinar la prosperidad ni lo adelantamientos, que se experimentan en otras provincias cultivadas y dirigidas por este orden necesario (...) informa al Consejo si sería conveniente establecer en todas o en algunas de las cuatro islas menores de señorío a saber Lanzarote, Fuerteventura, Gomera y Hierro; alcaldes mayores letrados, al menos dos ordinarios y un ayuntamiento formal con regidores, y si debería ser del cargo de los dueños jurisdiccionales, a quienes sobre ello se le oiga también. Si en todas, incluso las tres realen-gas, Canaria, Tenerife y La Palma, en cuyas capitales hay Corregidor y Alcaldes Mayores letrados, convendría crear en los pueblos y pagos de un vecindario de 3000 vecinos distantes de la capital; ayuntamientos de ella y entre sí con regidores y Diputados sólo, y uno o dos alcaldes que reciban a su cargo la justicia y el gobierno^^^. Por lo que respecta al Ayuntamiento de La Laguna, este se opo-ne rotundamente, consciente de que si llega a plasmar el proyecto de la Real Audiencia, peligrana su supremacía político-administrativa. Por ello los componentes del Cabildo consideraban, el plan sugerido por la Real Audiencia, como algo imposible de llevar a la práctica, a consecuencia de las peculiares características socio-económicas de la isla: «todo lo que especulativamente se lisonjea en esta parte, en interés de la causa pública es absolutamente impracticable; pues componién-dose las dichas poblaciones de terrenos de mayorazgo y otros, los más gravados con crecidos tributos y pensiones; los naturales nada otra cosa son, que unos medianeros, renteros, censatarios y mayordomos, que en fuerza de su trabajo adquieren una limitada porción para el sustento de su familia; ultra de esto, son, mantenedores y ministros de sus respecti-vas Iglesias y del culto que en ellos se da a Diom3'. Los deseos de la burguesía comercial portuense, del mismo modo que la Villa de La Orotava, se frustrarán; a pesar de que el Ca-bildo de La Laguna reconoce la posición floreciente y la numerosa población con que cuenta el Puerto, que por tanto sería capaz de sostener la independencia que solicita, proveyéndose de jurisconsul- 36. A.M.L.L. Sig. P-39, núm. 9. 37. Idem. Doc. cit. Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 655 tos, etc.; sin embargo «va a tropezar con los inconvenientes, de que se trate de gravar el Real Erario; cuando el Alcalde Mayor de La Orotava pida dotación, si se le desmembra el indicado pueblo»38. La revolución liberal satisfacerá, las aspiraciones de la burgue-sía comercial portuense, y al mismo tiempo durante este período el Puerto de la Cruz ampliará sus límites jurisdiccionales, producién-dose por este motivo una serie de enfrentamientos con el resto de los municipios del Valle que se veían sensiblemente perjudicado^^^. Efectivamente, los cambios acaecidos durante el primer período constitucional, en el que ya la localidad portuense cuenta con un ayuntamiento propio, y con lo que la secular dependencia con res-pecto a La Orotava toca a su fin, era una oportunidad histórica, para que la burguesía comercial portuense extendiera sus límites territo-riales. De ahí que en esta etapa se inicie una lucha política por la ampliación de los :iíriiics jU~isdicc;ulia~edse ! kefidoe La CrUz. Hay que tener en cuenta que el municipio portuense en aquel entonces, estaba constreñido, a los estrechos límites que separan el barranco de San Felipe del de Martiánez; la burguesía comercial, sin embargo se había expansionado durante este período, pasando a en-grosar las filas de los grandes propietarios agncolas, así los vemos como propietarios de diversas suertes en las Dehesas del Realejo de Arriba (Cfr. CUADRO V). Esta actitud de la burguesía comercial por acaparar propiedades rústicas, venía marcada por el algo precio que alcanzaban los vinos, lo que motivó que esta burguesía comprara suertes en las De-hesas y otras Haciendas, con el objeto de aumentar aún más los benefi-cios procedentes del comercio de vinos. En este contexto se inserta la nueva trayectoria que sigue la burguesía comercial, plasmada con toda evidencia en el intento de ampliar los límites temtoriales de la localidad portuense, en estrecha conexión con su papel de propietarios agrarios, que en este período afianzan con ahínco. Tomando como excusa los posibles riesgos de epidemia que podían acontecer en el Puerto de La Cmz, per !u expunriSn de !2 fiebre 2m2ri!!2 ~ U SPP h &ia detecta& en !a localidad portuaria de Santa Cruz de Tenerife; la lucha que la burgue-sía comercial portuense mantiene por expansionarse se reactiva y ad-quiere un razonado fundamento, consideraban: «que era duro que se les privase a los vecinos del Puerto, entre otras de la salida al 38. Idem. Doc. cit. 39. A.M.P. Libro de Actas. año de 1810. 656 Adolfo Arbelo Garcia Pago de las Dehesas, labradas la mayor parte a costa de su sudor y dinero, donde muchos tenían haciendas y casas de campo y donde podían acogerse en cualquier lance, porque son embargo de éstas en la jurisdicción del Realej~»~OPa. ra ellos el sometimiento de estos te-rrenos aptos, a un dominio que entendían como extraño, era un obs-táculo para su desarrollo. Así manifestaban: «Bien se sabe que distan de dichos pueblos, y que por lo mismo pueden éstos resguardarse, siendo igualmente aunque se les privase del aire puro que llaman de la Paz, que en la epidemia pudiera ser un refugio para éstosn4'. En efecto, la zona del Llano de la Paz, per-teneciente al municipio de La Orotava, era el otro territorio deman-dado por el Ayuntamiento portuense, terreno que según éste nada servía al de La Orotava. Juzgaban indispensable que se le diese me-dia legua más de extensión en toda su circunferencia «que a donde ésta finalice, debe ponerse el primer vallado, en cuya extensión que-da comprendido el término de las Dehesaw3*. El Puerto de La Orotava, en base a lo dictaminado por la Gace-ta de Madrid de 1805, que planteaba que a un pueblo contagiado se le ha de conceder algún ensanche, defendía: «que era más precisa en este Puerto, cuanto era más estrecho su distrito y más atrazada su posición topo gráfica^^^, argumentando además: «a las malas resultas que pudiera tener para la isla toda, interesada en conservar su comu-nicación con las demás y con el extranjero, por este punto tan im-portante en este comercio»44. La petición inicial del Ayuntamiento portuense, fue contestada in-mediatamente por los Realejos y la Orotava, conscientes de que esta ampliación reducía su jurisdicción. El Puerto de la Cruz señaló como 1í-mites «que debían servir de regla en el caso de que fuese preciso volver a acordonar a este pueblo, desde la línea del mar por la parte del Este, donde llaman Sancho, siguiendo hasta arriba y bajando a terminar en el Puerto que llaman el Burgado hasta la orilla del r n a ~ ) ~ ~ . 40. Idem. op. cit. 4 1 . Idem. Doc. cit. 42. Idem. Doc. cit. 4.3. iciem. Doc. cit. 44. Idem. Doc. cit. 45. Idem. Doc. cit. Los conflictos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava: ... 657 La Junta Suprema de Sanidad de la isla aprobó esta disposición portuense, pero ((entonces fue cuando la villa de La Orotava y Los Rea-lejos a pesar de cuantas reconvenciones y protestas le hizo este Ayunta-miento, no sólo desobedecieron, lo que por la superioridad estaba deter-minado, sino que faltando a lo que dicta la sana razón, la misma huma-nidad y el derecho de gentes, llevan tan acapados sus inesperados pro-cedimientos, con respecto a los cordones que redujeron a este pueblo y a sus desgraciados habitantes a la mayor estrechez~~~. La posición de la burguesia portuense en este conflico jurisdic-cional, estaba clara; la petición de ampliación de los cordones sani-tarios, no es más que una excusa aunque justificada,que denota su intención de ampliar sus límites territoriales, sobre unas propiedades codiciadas por todos los grupos sociales acomodados de la sociedad orotavense, burguesía y grandes propietarios: las Dehesas de la juris-dicción del Valle de La c)ritava, eshs prnpied&s per~itiriar?~ c r e - centar el papel agrario,por el que la burguesía portuense muestra cada vez mayor interés, sobre todo, a partir de la caída del sector ex-portador vitícola en el año de 1814, año en que las actividades co-merciales, antaño enormemente productivas, comienzan a decaer de forma estrepitosa. Al mismo tiempo, que la reivindicación de la am-pliación del territorio municipal, tenía un evidente significado eco-nómico, al que hay que añadir un notorio planteamiento de tipo po-lítico, pues el Puerto de La Cruz al aumentar su territorio local, en consecuencia ampliaría su número de habitantes y ello se traduce, en que esta localidad mantima alcance una mayor representatividad política a nivel regional; lo que tratará de impedir a toda costa el grupo dirigente de la Orotava, que vería sensiblemente debilitado su poder, máxime en estos momentos en que la burguesia portuense, todavía no integrada en el bloque de poder oligárquico, se mostraba disconforme con la hegemonía de la Orotava en la comarca. Tras una serie de vicisitudes, el Puerto de La Cruz ve triunfar sus posicio-nes en 1847, cumpliéndose los límites trazados, que reclamaban en el año de 182 1, los cuales empezaban: «en la orilla del mar en la parte del Este, donde llaman Sancho, siguiendo hacia arriba al Du-razno, donde se dividen los caminos por la Villa de la Orotava y de dicho Puerto, corriendo de este punto al camino que va aula Vizcaí-na, siguiendo la Montañeta de los Realejos hacia arriba, con direc- 46. Idem. Doc. cit 658 Adolfo Arbelo García ción hacia delante, a bajar y terminar y en el punto que llaman el Burgado hacia la orilla del mam4'. El tema de los Propios continuará siendo un factor polémico entre La Orotava y La Laguna, a lo largo del siglo XIX. Las reclamaciones de la Orotava son infructuosas y constantemente desoídas, pese a estar constituída La Orotava como Ayuntamiento autónomo, ya que para el Cabildo, los Propios eran considerados un «derecho inmemorial suyo que debía ser conservado en toda su integridad, para provecho propio y que en absoluto podía darse a los pueblos para que lo utilizasen a su an-t o j o ~ >T~o~da.v ía en 1822 el Cabildo lagunero no había cedido a La Orotava la propiedad de tales terrenos, lo que suponía para la Villa un ,, D fuerte desequilibrio económico, puesto que los Propios eran su exclu- 0 siva fuente de financiación. Por este motivo al no disponer de tal E ramo, el Ayuntamiento orotavense tuvo que prescindir de los servicios o n de algunos funcionanos municipales, que dejaron sus empieos ai no - m O recibir ningún emolumento por los mismos. E E La caótica situación financiera era también un obstáculo de 2 E consideración, para que la población pagase las contribuciones, - puesto que difícilmente podía tener credibilidad, una corporación 3 que contanto con Propios, no los emplee en su beneficio. Estas con- - - 0 sideraciones fueron aludidas por la corporación municipal orotaven- m E se, en las constantes peticiones que efectuó a la Diputación Provin- o cial, en las que se lamentaba del hecho de que un sólo Ayuntamien- 6 to con pretexto de haberlos manejado desde tiempo inmemorial «por n -E una costumbre en el anterior sistema de titularse Cabildo de la isla, a por mejor decir de un abuso, dejando a los demás sin mingún medio 2 n económico»49. n Resulta anticonstitucional para las restantes corporaciones mu- 3 nicipales de la isla, incluida por supuesto la Villa, el que se conside- O rase la existencia de Ayuntamientos de primera y de segunda catego-ría, porque la nueva división territorial daba el protagonismo a los municipios, y por tanto el hecho de aparecer uno que actuase como superior, se interpretaba como un resto de los privilegios feudales, que condenaban a los restantes pueblos de la isla a la sumisión. Con-forme a estos postulados liberales, los orotavences no podían tolerar 47. Idem. Doc. cit. 48. A.M.O. Libro de Actas. año de 1822. 49. Idem. Doc. cit. Los confliclos entre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava :... 659 el que La Laguna y Santa Cmz disfrutasen «todos los sueldos, al mis-mo tiempo que los restantes carecen de ellos, como si por ventura todavía existiesen diferencias entre los unos y los otros»50. El Ayuntamiento lagunero sólo cedió sus Propios a la Villa a fi-nes de 1822, cuando se proponía la Diputación de Canarias el repar-timiento y posterior remate de los mismos, con el objeto de hacer frente a su presupuesto provincial. Esta desamortización de tales te-rrenos iba encaminada, a una privatización acelerada en detrimento de los intereses del público y de la Hacienda municipal. Para la mayoría de los diputados provinciales, tal desamortiza-ción y enejenación de terrenos que consideraban baldíos o de realen-go, encubría en realidad la compra de tierras para fines particulares, a bajo precio y en provecho de una minoría con los suficientes capi-tales, en una época de escasez de numerario, para adquirirlos con el inconueilieíite eíi el casu de Lci Groiava, de qüe iaks ieiieiiüs no ha-bían recibido cultivo y debían ser rozados y plantados; lo cual de por sí suponía una importante inversión, fuera del alcance de los grupos populares a los que en teoría se pretende beneficiar. Este afán desmedido por la compra de tierras, como medio para paliar la deuda pública y el mantenimiento de un nuevo funcionario que incrementaba considerablemente los gastos estatales, en una isla que había sufrido la devastación y la usurpación progresiva de sus montes comunales. La corporación municipal de la Villa era consciente de lo que para la supervivencia del municipio representaba el repartimiento de sus montes y se opuso con ahínco al proyecto de la Diputación Pro-vincial, de privatizar los montes comunales5'. Los montes de la Orotava significaban para la población que en ella vivía su supervivencia, y por derecho común eran propios del pueblo. Sus usos eran comunes a todos los vecinos, y suministraban a los mismos los complementos indispensables para su subsistencia. -A -h - -a-- s -t -~ -r - -ia- -n & leña y carhbfi, t a n t ~2 La Orntavx cnmn u! Pupfie dp La Cruz y de horquetas para las viñas. Aunque para la cortedad del monte, no eran suficientes para cubrir sus necesidades, se podría de-cir, como manifestaban con sumo conocimiento y responsabilidad los miembros de la corporación orotavense, que un pueblo sin monte 50. Idem. Doc. cit. 5 1. Idem. Doc. ciz. 660 Adolfo Arbelo García y sin aguas no puede establecerse. El mismo origen de la Orotava sólo puede entenderse por la cercanía de ambos recursos naturales y evidentemente el agua no es factible sin la existencia de aquéllos. Además de todos estos factores, entendían que el monte daba trabajo a una buena parte de los campesinos orotavenses. Tal era así que para ellos era «el patrimonio de los p o b r e s ~ ~c?u,y a falta supo-nía el que los mismos se convirtiesen en hambrientos o ladrones. La economía del Valle se hundiría, puesto que los recursos que sumjnis-traba el monte eran vitales, para sostener el único renglón exporta-dor, la viña. Sin él, no tendrían ~horquetasc on que mantener el vi-ñedo en carreras, y faltaría el recurso de los grandes helechales, que se crían y reproducen dentro de dicho monte y de cuya rama se m MD aprovechan infinitos para el estiércol, porque de los animales no es E bastante para la siembra de papasdi. O n Eran pues, innumewbles los tmstornos que se recibirían si se re- - um dujeran los montes a cultura, pero estaba claro que no eran los inte- E E reses comunes los que justificaban su tala, sino los particulares. De S E ahí que tales proposiciones no mereciesen ningún respaldo. No se - podía comprender «que haya vecinos que, prefiriendo el corto inte- 3 rés que se pueda resultar de la comarca de esos montes, vayan a cau- -- sar unos daños incalculables» puesto que «aún cuando rindiesen mu- 0 m E cho nunca puede llegar, el que disfruta el público en la conservación O de sus montes y en comprar leña, carbón y horquetas cómodamente y de paso tener ocupados diariamente tantos brazos en estos ejerci- n E cios>Q4. - a No sólo eran intereses económicos para La Orotava, los argüi- 2 n dos por la corporación municipal orotavense para impedir la tala de n n los montes, la preocupación por la preservación de los recursos natu- 3 rales ocupa un papel fundamental en su defensa. De ahí que se resal- O ta la importancia de los montes para la atracción de los rocíos y las lluvias; además de mantener infinidad de ganado caprino y de cerda, retienen el suelo, que de otra forma por la posición pendiente del pueblo, al no contenerse las avenidas, vendrían grandes avalanchas de agua y tierras contra la población. Para la corporación orotavense eran incalculables los males que causaría el arrastramiento de los 52. Idem. Doc. crt. 53. Idem. Doc. cit. 54. Idem. Doc. cit. Los conjlic~ose ntre el Cabildo de La Laguna y la Villa de La Orotava:. .. 66 1 montes, visibles incluso para «quienes la Naturaleza no ha querido favorecer, ni aún con un mediano talentoos5. El Ayuntamiento responde con rotundidad, como si el Diputa-do Sicilia, comisionado por el organismo provincial para el reparti-miento de los montes, actuase como un usurpador de los terrenos montuosos, ya que al pretender repartirlos actúa «en perjuicio del público, sumiendo a la población, en la ruina total de su agricultura y comercio y obligándola como única salida a la emi g r a ~ i ó nl~a ~re,s - puesta es, por tanto, contundente, por un bando de la corporación se hace saber: «a cuantos se hallan agraciados por el señor D. José Sici-lia o contratado con éste la compra de terrenos del monte, y aún cuando se haya realizado, consumado y planificado estos contratos, se abstengan por ahora y hasta otra providencia de introducirse a roturarlos, bajo la multa a cada uno de doscientos ducados, de irre-misible exacción. sin perjuicio de agravarla y de los demás procedi-mientos que diera lugar por inobediencia y reincidenciafis7. El Ayuntamiento de La Orotava con estas medidas se enfrenta directa-mente con las decisiones de la Diputación Provincial y está dispuesto a declarar «la guerra) a la misma «apruebe lo que apruebe)). Es significa-tivo este hecho, en cuanto trae a colación qué intereses y qué tramas se mueven ocultas en el máximo organismo político regional. Se está evi-denciando que tras el disfraz del liberalismo, se esconden vulgares re-matadores, que en realidad lo que quieren es hacer fortuna fácil, en contra de los intereses de la población. En diciembre de 1822, el Ayun-tamiento de la Villa sigue manteniendo la misma posición, enfrentán-dose directa y permanentemente con la Diputación Provincial, puesto que entiende que la venta de 250 fanegadas de monte era un atentado manifiesto contra la supervivencia de la Orotava. Para la municipali-dad «no había ninguna persona, por condecorada que fuese, para dis-poner por sí sola de los terrenos La tala de los montes defendida por la Diputación Provincial, traería consigo la desaparición del ramo de las horquetas y en conse-cuencia del cultivo de la vid, pues, dados los escasos réditos de las vi-ñas y el precio tan bajo que en este período experimentan los vinos, 55. Idem. Doc. cil. 5ó. ídem. Doc. cii. 57. Idem. Doc. cit. 58. Idem. Doc. cit. 662 Adolfo Arbelo Garcia para los agricultores orotavenses era imposible el reembolso de los capitales que habrian de invertir para traerlas de otros lugares. Al desaparecer, estos elementos imprescindibles para el cultivo, «todos aquellos que no tienen otro patrimonio que el mismo monte, que a fuerta de bajar dichas horquetas, consiguen la subsistencia para si y su familia,teniéndose presente con respecto a ésto, que no son veinte o treinta los que se ejercitan en este trabajo, sino que generalmente todos los hombres destinados a las labores del campo»59. La disminución de la carne y la leche, por la desaparición o considerable merma de los pastos, del estiércol para la agricultura de la leña y el carbón, son factores nada despreciables. Si a ello unimos al propio tiempo, la función que los montes realizan en la captación de lluvias, no habrá justificación posible para su roturación. Preocupaba también enormemente en aquellos años la amenaza ral de los aluviones que azotaban al Valle, como consecuencia de la constante ilegal roturacion y usurpación de los montes; puesto que al talarse los árboles, el agua y la tierra, por lo pendiente del relieve arrasarían casas y terrenos de cultivo, ya que: «no teniendo quien la detuviera, se formarían nuevos barrancos, y vendría sobre esta po-blación, como ya por dos ocasiones se ha visto expuesta a ser amena-z a d a ~E~st~as. p alabras eran como una premonición, de los desastres que causaría en el Valle el aluvión de 1826; con los muertos y des-trozos que causó, y significaba una llamada seria y razonable, a las graves desgracias, que en todo momento podrían provocar por la ruptura del equilibrio ecológico de la comarca. Todos estos motivos llevaban al ayuntamiento de La Orotava a considerar inapropiado el repartimiento de los montes, y a dar como alternativa la enajenación de unos terrenos eriales en Aguamansa, de una extensión aproximada entre 12 y 13 fanegadas. Para ello propo-nen la subasta de los mismos con unos cánones, que pudiesen permi-tir su redención. Tal cesión de tierras era a todas luces interesada, puesto que las mismas radicaban, justo debajo de los manantiales de Aguairlalisa, cuesi;"Ii es'm que a los prüpieiariüs del Ee-redamiento, los cuales se opusieron en todo momento en la cultura de aquéllas. 59. Idem. Doc. cit. 60. Idem. Doc. cit. |
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