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LA OBRA HISTÓRICA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ
RIXO EN LA HISTORIOGRAFÍA CANARIA
DEL SIGLO XIX
José Antonio García de Ara
José Agustín Álvarez Rixo nació en Puerto de la Cruz el 28 de agosto de 1796, hijo de
Gregoria Rixo y Chaves natural de La Orotava y de Manuel José Álvarez comerciante de
origen portugués establecido en Puerto de la Cruz en la década de 1780. El periodo de su vida
que transcurre entre 1799, año en que su familia abandona su pueblo natal para establecerse
en Arrecife de Lanzarote, y 1816 cuando con veinte años José Agustín vuelve a Puerto de la
Cruz, transcurre sucesivamente entre la Villa de Arrecife hasta 1806 para luego trasladarse a
Las Palmas, en cuyo Seminario Conciliar estudió entre 1807 y 1809. Reside nuevamente en
Lanzarote entre 1810 y 1812 para marchar entre 1813 y 1814 a la isla de la Madera de donde
vuelve a Lanzarote ese mismo año, hasta 1816 en que se traslada definitivamente a Puerto de
la Cruz donde vivió hasta su muerte en 1883. (Millares y Hernández, 1975; Romeu, 1982)
INTRODUCCIÓN
En su larga vida, Álvarez Rixo vivió 88 años, tuvo oportunidad de conocer las importantes
transformaciones habidas en la sociedad canaria de su tiempo. Alvarez Rixo fue testigo atento
de la cambiante sociedad canaria del siglo XIX, en la que tuvo una participación activa desde
la actuación en la política municipal en Puerto de la Cruz y también desde su posición de
intelectual comprometido con la sociedad y con sus ideas. Refleja la complejidad de esta
sociedad en sus escritos históricos, unas veces desde una visión regional en su Cuadro
Histórico, otras desde la atenta mirada de lo local en sus obras sobre el Puerto del Arrecife y
el Puerto de la Cruz, en las que analiza minuciosamente su historia, sus costumbres y en las
que también vierte alguna de sus ideas y reflexiones sobre aquella sociedad. Llama
poderosamente la atención cómo la activa vida política de Álvarez Rixo, se circunscribe tan
sólo al ámbito municipal en la que ejerció por un espacio de treinta años diferentes cargos
políticos y administrativos.
Desde su trabajo intelectual, aportó su saber en la convicción de que sólo un pueblo culto
e instruido puede comprender y mejorar su realidad. Rixo fue un hombre práctico como
político y racional como intelectual, formado en la filosofía liberal y filantrópica, nos dice
Enrique Romeu Palazuelos (Rixo, 1982, p. 23), pero en él también se da la vertiente más
positiva del pensamiento de su época, que ve en el comercio y la laboriosidad de los pueblos
la base de su progreso. Su mentalidad positiva es propia de la burguesía comercial canaria,
integrada en buena parte por familias de procedencia foránea y tan influenciada por el
capitalismo comercial europeo. Rixo fue elegido socio de la RSAP de Santa Cruz de La
Palma en marzo de 1866 y tuvo vinculación con las de Santa Cruz de Tenerife y de Las
Palmas de Gran Canaria. Este afán de servir a su comunidad es el mismo que le lleva a
estudiar su historia. Concibe le conocimiento histórico como una herramienta capaz de
mejorar la realidad presente y por ello se empeña no sólo en investigarla, sino también en
difundirla. Su actuación como publicista es fundamental para entender el concepto de historia
que Rixo tenía y no deja de ser otra muestra de su compromiso como intelectual. Dedica sus
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escritos periodísticos a la difusión de nuevos avances técnicos en agricultura y se interesa por
temas de actualidad para el desarrollo económico y social de las islas. Fue corresponsal de El
Time de La Palma y publicó una treintena de artículos en la prensa local. En Álvarez el
conocimiento de la historia es requisito necesario para todo proyecto de progreso social.
FORMACIÓN
El periodo que en mayor grado marcó su formación intelectual fue la estancia en Gran
Canaria (1807-1809). En el Seminario Conciliar de Las Palmas, donde estudió, se encontraba
en los inicios del siglo XIX, lo más florido de la intelectualidad canaria, en Las Palmas vivían
Viera y Clavijo, a quien Rixo trató y del que cuenta alguna anécdota en la biografía que años
más tarde le dedicaría. Allí acrecentó la amistad que le unía a Graciliano Afonso, Doctoral de
la Catedral de Las Palmas, poeta preromántico, nacido en La Orotava a quien Rixo años más
tarde también dedicaría una biografía. La amistad con Gracilano Afonso data de su estancia
en Lanzarote, donde en alguna de sus visitas a la isla el futuro doctoral residió en casa de
Manuel José Álvarez, padre de Álvarez Rixo. De esta forma relata Rixo su primer encuentro
con el Doctoral:
año 1806, ... arribó a Lanzarote en una Goleta Ragusa, muy mareado y estropeado,
sin conocer en aquel puerto a nadie, ni haber entonces allí fonda ni albergue alguno
para amparo del forastero. Pero D. Nicolás Sopranis, que había sido seminarista y le
conocía, se hallaba en el Arrecife casualmente, dijo a D. Manuel José Álvarez el
desconsuelo con que se había reembarcado aquel pobre pasajero y condolido dicho
Álvarez le ofreció y llevó a su casa durante los días que el bajel tuvo que estar de
puerto, en los cuales D. Graciliano se divertía sentando en su regazo al hijo de su
huésped, que es el que esto escribe, principiando a enseñarle nombres y rudimentos
de geografía. (Álvarez Rixo, Apuntes biográficos).
En el Seminario fue su profesor y le recibía en su casa, donde le enseñó a traducir italiano
y a repasar el inglés: “ y cuando más tarde me enviaron a educarme en Canaria todos los días
festivos me hacía ir a comer con él y familia, haciéndome acompañar de su criado hasta
volver a mi domicilio, interesándose en mi aprendizaje con el mayor cariño, y otras más veces
que estuve en aquella ciudad después de la desgracia de mi padre, siempre su casa me fue
igualmente familiar. En la última, antes que se reuniesen los tertulios lo aprovechó
enseñándome a traducir el italiano o repasar algunos signos del Ingles.” (Álvarez Rixo,
Apuntes biográficos). Su formación se completa en Madeira entre los años 1812-1814, donde
reside en casa de un tío suyo. Allí completó sus estudios de comercio y de idiomas, inglés y
francés, aparte del portugués aprendido desde niño en su casa.
Antonio Pereira Pacheco (1790-1858), poeta, erudito e historiador quien igual que Rixo fue
aficionado al dibujo de planos, miniaturas y retratos y al que debemos una interesante historia
del pueblo de Tegueste, fue sin duda otra de las personalidades que influyeron decisivamente
en la formación intelectual de Álvarez Rixo. Entre ambos existió una fluida relación epistolar,
muy estrecha, comenzada al menos en 1842 y termina en diciembre de 1857, aunque no
llegaron a conocerse personalmente. El tema principal de estas cartas era científico y erudito;
además de prestarse para ser copiadas obras y papeles sobre historia de Canarias de autores
canarios y foráneos. Es de destacar las coincidencias que en algunos de los temas hay entre
estos dos escritores, de las que son ejemplo el mutuo interés que tenían por las obras
humorísticas, la historia local y la afición a dibujos y planos con los que ilustrar sus obras. En
febrero de 1846 Pereira hace mención en una de sus cartas a la obra de Rixo Memorias
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La obra histórica de José Agustín Álvarez Rixo en…
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históricas del Puerto que había leído y a las que hace unas pequeñas apreciaciones,
comentando además a Rixo la noticia de que Francisco María de León estaba escribiendo una
obra histórica sobre Canarias: “Recibí (...) el apreciable cuaderno de las memorias históricas
del Puerto, que he leído dos veces con bastante satisfacción. Don Francisco María León, que
me dicen está trabajando la Historia de Canaria y tiene ya cuatro tomos, debía tener a la vista
las Memorias de V., pues en ellas hay cosas dignas de la Historia que toca V. Muy
oportunamente el estado de apatía de la Policía de estas islas, su poca civilización, el
vergonzoso abandono de la educación, principio de todos los males...” (Marrero y González,
1963, p. 83).
RIXO HISTORIADOR
José Agustín Álvarez Rixo fue un hombre polifacético, en él se aunaron el comerciante
emprendedor, el político, el historiador; además cultivó el dibujo de retratos y miniaturas y
fue muy aficionado a la música. En su extensa producción escrita se encuentran obras de
variado género y temática: relatos de ficción, de investigación histórica o de difusión
científica, aunque sobresalen las obras de carácter histórico. Por su formación, como ya se ha
indicado, es Rixo heredero de la tradición ilustrada canaria que mantendrá su influencia en la
primera parte del siglo XIX. En sus obras encontramos de manera clara la directriz de José de
Viera y Clavijo, Graciliano Afonso, Pereyra Pacheco, especialmente de los dos últimos con
quienes Álvarez Rixo mantiene una relación de amistad y con quienes comparte lecturas y
durante muchos años mantiene relación epistolar. De su amigo Pereyra Pacheco y Ruiz, nos
dejó escrito en su introducción al Cuadro Histórico: “Pero al hacer mención del hallazgo de la
parte principal de estos últimos materiales, no puedo dispensarme de manifestar mi
agradecimiento, nombrando al señor prebendado don Antonio Pereyra Pacheco y Ruiz, mi
amigo, quien tiene el mérito de haberlos reunido y conservado, hasta la misma comunicación
oficial entre el Cabildo permanente y su comisionado en España el Ilmo. Señor obispo
Encina, con otros muchos libros y papeles isleños selectos que posee, y por cuya apreciable y
costosa curiosidad le es y será deudora la Provincia entera...” (Álvarez Rixo, 1955, p. 8). No
sólo es deudor Rixo por disponer de estos materiales que su amigo le presta, también, y en
mayor importancia es deudor de una larga amistad en la que el intercambio de ideas y el
debate son importantes.
Las obras históricas ocupan en la producción de Álvarez Rixo un lugar de privilegio, que
podemos ordenar por su estructura y temática:
Las dedicadas a Historia regional y local son las de mayor envergadura: Cuadro Histórico
de estas Islas Canarias o noticias generales de su estado y acontecimientos más memorables
durante los cuatro años de 1808 a 1812; Apuntes Topográficos, Estadísticos e Históricos de
la Isla del Hierro, según su estado presente en que han sido obtenidos, durante el mes de
enero de 1860 (inédito); Historia del Puerto del Arrecife; Descripción histórica del Puerto de
la Cruz (inédito); Memoria de los sucesos más memorables acaecidos en el Puerto de la Cruz
de la Orotava (inédito) y los Anales del Puerto de la Cruz 1701-1872. También escribe sobre
hechos particulares de la historia de las islas como la invasión inglesa a Santa Cruz en 1797
(inédito). También sobre biografías de canarios ilustres: Viera y Clavijo y su hermana
Joaquina; Graciliano Afonso; Bernardo Cólogan Fallon (inédito). También obras de carácter
etnohistórico y antropológico: Apuntes sobre restos de los Guanches encontrados en el siglo
actual; Lenguaje de los antiguos isleños; Cabañuelas.
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Notable fue también su labor de publicista, fue asiduo colaborador de prensa desde 1839,
publicó en ella treinta y dos artículos de temática variada, “... que versan sobre diversas
materias, propias para difundir la ilustración histórica de estas Yslas Canarias, aumento de su
población, agricultura, comercio e industria...” (Álvarez Rixo, 1870, p. 9, inédito) rubricados
bajo diversos seudónimos. Las razones que tenía para hacer esta labor de difusión y el porqué
de los seudónimos nos lo dejó escrito. En el Catálogo de sus obras con sus propias palabras
nos dice sobre la necesidad de utilizar seudónimos “... persuadido por experiencia que los
moradores de los pueblos pequeños, pierden la ilusión y buena voluntad desoyendo las ideas
útiles desde que las comunica uno de sus mismos modestos conciudadanos.” (Álvarez Rixo,
1870, p. 9, inédito), y en la introducción al Cuadro Histórico nos dice
La experiencia que tenemos de ver desaparecer diversas apuntaciones curiosas así
históricas como científicas, formadas con asiduo costo y cuidado de algunas personas
apreciables por su amor al País, las cuales al fallecer dejan estas preciosas memorias
en manos de quien no conociendo su mérito, las da o consume, yendo a parar a las
ventas, quizá para envolver especerías: me movió a empezar a publicar en el
Periódico titulado El Daguerrotipo, que se imprimía en Santa Cruz de Tenerife en
1841, la relación puntual de los Acaecimiento en la Gran Canaria los años 1808 y 9;
considerando que diseminada ya dicha relación por todas las Yslas por medio de la
imprenta, si mi manuscrito pereciese podrían sobrevivir algunos ejemplares del
citado Periódico donde serían los hechos sabidos de los que nos sucedan.
Al igual que su amigo Pereyra Pacheco se dedicó a ilustrar sus obras con dibujos y planos
de paisajes urbanos así como de retratos de personajes de su época.
En conjunto, la obra de Álvarez Rixo sobrepasa las cien obras entre manuscritos, artículos
de periódicos y estudios (Millares y Hernández, 1975), extensa producción en su mayor parte
inédita. Obra desconocida por un sector amplio de historiadores y lectores hasta la segunda
mitad del siglo XX. Vemos pues, como a pesar de su singular importancia, la obra de Rixo no
tiene influencia en la historiografía canaria de finales del siglo XIX y primera mitad del siglo
XX. Es más, incluso hoy, su figura como historiador no ha sido estudiada como se merece.
Álvarez Rixo fue un intelectual culto, atento a las novedades que sobre temas científicos,
culturales y políticos procedían del exterior y preocupado por acceder a las obras novedosas
que sobre Canarias se producían. Maneja una gran cantidad de lecturas de autores foráneos a
los que hace alusión en sus escritos. Pero su obra, no en vano se gesta a través de casi todo el
siglo XIX, tiene también algunos rasgos novedosos desde la perspectiva de la narración
histórica.
La influencia de José de Viera y Clavijo en la obra histórica de Rixo es grande. Viera y
Clavijo, supuso en la historiografía canaria la introducción en los conceptos formales y
teóricos de una forma anticipada y moderna de la narración histórica, desarrollada
básicamente en el contraste y la crítica de las fuentes, en torno a su veracidad y en un
concepto más explicativo de los hechos históricos. Álvarez Rixo es continuador de la labor de
Viera, en la misma medida que lo fueron todos los historiadores canarios del siglo XIX. Su
obra, dentro de la historiografía canaria, cubre un periodo de tránsito entre la narración
histórica ilustrada de Viera y Clavijo (1731-1813) y la narración romántica y positivo
evolucionista de los historiadores de finales del siglo XIX, Agustín Millares Torres (1826-
1896), Gregorio Chil y Naranjo (1831-1901) y Juan Bethencourt Alfonso (1847-1913).
Historiadores estos últimos, con los que se culmina en Canarias la historiografía erudita del
siglo XIX, caracterizada por un concepto enciclopédico de entender la obra histórica propia de
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Viera que después de ellos no se continuó, quizás porque a la luz de los nuevos conceptos en
historiografía o por no considerar importante una obra de síntesis (la especialización, se hacen
más estudios de historias parciales), o por creer que no se poseen los datos positivos
suficientes para llevarla a cabo, caso de Elías Serra, ningún autor contemporáneo ha hecho el
esfuerzo. Después de ellos, habrá que esperar a la generación que en torno a Elias Serra
Ráfols y su Revista de Historia, dará comienzo a un nueva corriente en la historiografía
canaria.
Sin embargo, no debemos olvidar que la historiografía canaria de la primera mitad del
siglo XIX adolece de la visión de conjunto, de historia regional, que diseña la gran obra de
Viera. En general los historiadores canarios de este siglo siguen en la línea marcada por la
historiografía del siglo anterior consistente en la recolección de hechos, tarea de carácter
erudito, falta de crítica y teoría de la historia. “Sin duda hubiera rayado no sólo en presunción,
sino hasta en atrevimiento el que prevalido de mis pobres investigaciones, hubiera continuado
la obra del célebre Viera, pues a infinita distancia de su mérito, de su crítica y de su
armonioso y bello lenguaje, la continuación hubiera desmerecido por necesidad, más de lo
que puede desmerecer considerada aisladamente, y sólo como reunión de noticias, dedicada
ahora a mi uso particular, y algún día a servir de material al que, con más conocimiento y
saber que yo, quisiera continuar a Viera y hacer un verdadero servicio a su patria...”
(Francisco M. De León, 1978, pp. 1-2). Sirva de ejemplo esta declaración de intenciones del
erudito orotavense que es compartida en la historiografía canaria de la primera mitad del
siglo XIX.
En Álvarez Rixo observamos esta misma humildad de propósitos: “Estoy seguro que este
trabajo podrá servir para satisfacer la curiosidad acerca de lo más sustancial que ha ocurrido
en nuestro pueblo en las fechas que comprende desde el año 1701, hasta el presente, aún
cuando no proporcione otra mayor utilidad.” (A. Rixo, 1994, p. 3). Por otro lado, esta
humildad de propósitos no invalida una visión amplia en cuanto a temática en la obra de Rixo.
Como historiador de mente erudita, Rixo consideraba la materia de descripción histórica de
un modo amplio al igual que sus predecesores de la ilustración, aunque, al igual que ellos, sin
conseguir avanzar en la interpretación integral de los hechos sociales. Pero esta concepción
erudita de la historia, posibilitaba que un solo estudioso (historiador), combinara los diversos
puntos de vista político, económico, antropológico, lingüístico, etc. (Topolsky, 1992, p. 91).
Es por tanto Álvarez Rixo un “polihistoriador” si nos atenemos a la variada temática de sus
escritos, que abarcan, desde la narración histórica de hechos acaecidos en su entorno, las
historias locales y regionales, a biografías y relatos etnohistóricos; también orientará su
investigación hacia campos y disciplinas como la lingüística o la arqueología y áreas de las
ciencias naturales como la botánica, la agricultura, la geología, etc. Pero esta diversidad
temática no oculta que su objeto de estudio es Canarias en su totalidad (Díaz Alayón y
Castillo, 1992, p. 22).
Desde esta perspectiva, Álvarez Rixo no es un historiador aislado, por el contrario, es fruto
de una larga tradición de historiadores a los que sigue y en los que se inspira: Abreu Galindo,
Alonso de Espinosa, Núñez de la Peña, Pedro Agustín del Castillo entre otros, que enlazan
con él por el gran puente que en la historiografía canaria significa, también, la obra de Viera y
Clavijo. Como hemos visto, Rixo posee una cierta educación académica, acrecentada con el
intercambio de ideas y en las lecturas de los intelectuales canarios ya citados, pero también
foráneos entre los que se encuentran: Alfred Diston, Elizabeth Murray, Barker Weeb,
Berthelot, Bory de Saint Vincent entre otros. Pero no hay que olvidarlo, tampoco es Álvarez
un profesional de la historia, campo en el que se le puede considerar un autodidacta. No es de
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extrañar por tanto, que en sus escritos las referencias a análisis teórico-metodológicos sobre la
disciplina histórica, sean meras alusiones a las ya consabidas de amor a la verdad y al deber
de contrastar las fuentes.
Sin embargo, su labor es la de un historiador. En la introducción a su Cuadro Histórico,
nos deja plasmado el trabajo fundamental de un historiador y que en Álvarez Rixo no queda
en una mera declaración de principios: “... y después acá, he tenido la fortuna de haber visto
otros documentos originales, tanto manuscritos como impresos, sobre la misma materia, que
corrobora lo ya publicado, ofrecen el mayor interés, porque desentrañan algunos pasajes,
aclaran las fechas, y dan razón del final desenlace político de estos sucesos, proporcionando
también poder interpolarlos y adicionarlos hasta época posterior, ...” (Álvarez Rixo, 1955,
p. 7). En esta declaración Rixo nos demuestra que toma en consideración dentro de la
narración histórica la perspectiva temporal como criterio general, dando a esta narración una
estructura histórica, diferenciándola así claramente de las memorias y diarios que proliferaron
en su tiempo: Lope de la Guerra y Peña, Antonio de Betancourt o Juan Primo de la Guerra.
Álvarez utiliza en su narración todo un bagaje de conceptos no basados en fuentes, que junto a
su trabajo de investigación histórica le posibilitan reflexionar sobre los hechos ocurridos,
trabajo de historiador que no de cronista o de publicista de lo cotidiano.
PROCEDIMIENTO DE INVESTIGACIÓN
Los criterios metodológicos en los que se apoya Álvarez Rixo, siguen las pautas marcadas
por la estrategia crítica y erudita para el estudio de las fuentes históricas. En esta línea de
pensamiento histórico, la preocupación metodológica en Rixo, se basa en la búsqueda y
conservación de la documentación y en la veracidad de las fuentes, en lo que se descubre otra
vez como heredero de la historiografía crítica. Condensó estas ideas en las introducciones a
sus obras Cuadro Histórico y a los Anales, en ellas, da cuenta al lector de cuáles son sus
preocupaciones y las causas que le han llevado a escribir estas obras.
Desde el Renacimiento los historiadores habían buscado y perfeccionado las técnicas
suficientes para llegar a la verdad de la historia. La historiografía había avanzado mucho
desde que en 1681 fue publicada De re diplomática; se había hecho (sobre todo en el siglo
XVIII con la Ilustración) de la búsqueda de la verdad la razón de ser de la historia, los
historiadores de ese siglo habían conseguido mediante la depuración de los métodos de
heurística y crítica de fuentes establecer los fundamentos para las afirmaciones históricas y
dejar fuera de su discurso las afirmaciones no basadas o contrastadas con los hechos. Estos
procedimientos urdidos para buscar la verdad de los hechos históricos con el apoyo de las
fuentes documentales, se incorporan al acervo metodológico de los historiadores en el siglo
XIX quienes prosiguieron con esta forma de entender el trabajo histórico. (Topolsky, 1992,
p. 88). Es desde estos presupuestos teórico-metodológicos de los que parte Álvarez Rixo.
Aplica esta metodología en su obra, sin duda influenciado por la de Viera y Clavijo, y al igual
que éste articula su máxima referencia teórico- metodológica en torno a la búsqueda de la
verdad. “infinitas faltas tendrá esta obrita; mas considerada su clase de materiales históricos,
posee el mérito mayor, cual es ser verdaderos todos los hechos que refiere. En esta virtud, me
consuelo con otra máxima celebrada por un clásico británico, a saber: “Que rien n'est beau
que le vrai” (Álvarez Rixo, 1982, p. 33). Álvarez Rixo es ciertamente heredero de la
ilustración, no podemos olvidar y esta cita anterior nos lo recuerda, que para la historiografía
del XVIII la verdad no es sólo una solución metódica relacionada con la veracidad de los
hechos, es también una finalidad filosófica.
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Pero, para comprender esta visión de la verdad, no es suficiente con entender que todo se
circunscribe a la fidelidad y crítica de las fuentes, debemos también entender cuál es la
finalidad del historiador para llevar a cabo su trabajo. En Álvarez Rixo, este interés por la
verdad va unido al interés por la objetividad histórica. Al igual que su predecesor Viera, quien
entiende que su obra debe tener: “En la narrativa de los sucesos he procurado pintarlos tan
recatadamente bajo la gasa de la moderación, que no podrá ninguno con justicia darse por
ofendido de la imparcialidad histórica, que es y ha sido siempre mi ley suprema” (Viera,
1951, p. 399), Álvarez también comparte que la objetividad e imparcialidad del historiador es
imprescindible para afrontar el hecho de la narración histórica. “la primera obligación del que
historia ha de ser decir la verdad sin pasión y sin lisonja...” (Álvarez Rixo, 1982, p. 192). En
este sentido la relación es clara, la preocupación por la veracidad de la información en Rixo se
refleja también, en su intento (no siempre lo logrará) de narrar los hechos de forma aséptica.
De tal forma que, la verdad en Rixo está relacionada con los problemas de crítica referidos a
las fuentes, que engarza directamente con la fidelidad a las noticias documentales.
Otra característica de Rixo es la preparación y elaboración de los temas históricos que
trata. Rixo al igual que Viera no improvisa; recaba, recopila y prepara con todos los datos
disponibles su trabajo. Recaba sus fuentes de todas partes: informadores, archivos de la
administración, de la iglesia o militares y papeles prestados por sus amigos que él se encarga
de copiar. La adecuada preparación del historiador y el valor intrínseco de todos los
materiales se convierten de esta forma en el rasgo fundamental de la obra histórica de Álvarez
Rixo. “Con poco o ningún saber Nada bello habrás de hacer...” (Álvarez Rixo, 1982, p. 33),
haciendo referencia a la importancia que da a la buena preparación del historiador (Díaz
Alayón y Tejera Gaspar, 1991, p. XXIV). Rixo recopila, contrasta y vuelca en sus escritos una
gran cantidad de materiales. Lo hace por igual, tanto datos que puedan ser muy relevantes
para los acontecimientos narrados como datos de aparente poca importancia, todos
presentados con escrupuloso detalle de su referencia.
ARCHIVOS Y DOCUMENTACIÓN
De todo lo anteriormente dicho, podemos deducir por qué Álvarez Rixo fue tan cuidadoso
en el trato dado a las fuentes documentales que para él suponían el legado de la historia de
Canarias que se debe conservar para la mejor comprensión de los hechos históricos y guardar
como legado para las generaciones venideras. En este empeño se manifiesta como un
adelantado en la defensa de la memoria colectiva. Siendo Alcalde en 1828, acondicionó y
ordenó el Archivo Municipal que se encontraba según sus palabras en “escandaloso
descuido”. En su introducción a los Anales del Puerto de la Cruz nos dejó una síntesis de lo
que fue su trabajo metódico con las fuentes documentales y las recogidas de informadores,
historia oral, por su importancia lo recogemos íntegro:
En el año 1828 en que fui Alcalde Real de este Puerto de la Cruz, tuve ocasión de
notar la falta extraordinaria de recuerdo de mis paisanos en materias públicas, como
también el escandaloso descuido con que se custodiaban los papeles del Archivo
Municipal, siendo motivo para dificultar y confundir cualesquiera investigaciones
que a veces era preciso hacer.
Para evitar esto en lo posible, resolví arreglar el Archivo; y prevalido de mi
autoridad, hice reponer en él algunos documentos del mismo que supe andaban
diseminados en varias manos; y al paso que iba coordinando y repasando folio por
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folio los libros y cuadernos, fui formando una curiosa apuntación de cuanto me
pareció más notable, principalmente en materias gubernativas.
También adquirí algunos otros datos con motivo de haber presidido algunos días a la
entrega e inventario de la Escribanía pública. Después fui añadiendo otras noticias
que obtuve de más documentos solicitados por mi: v. g. el Archivo Parroquial y el
Militar, con otros papeles que por diferentes incidentes han llegado a mis manos.
Igualmente diversos sucesos presenciales relatados contestes por personas ancianas
de veracidad acreditada. (Álvarez Rixo, 1994, p. 3).
Álvarez utiliza todo tipo de fuentes de información. Como se ha indicado Rixo no es un
historiador aislado, conoce las obras clásicas de la historiografía canaria (Abreu Galindo,
Espinosa, Pedro Agustín del Castillo, Núñez de la Peña, Sosa), las crónicas francesas y la de
los autores de su época (Viera y Clavijo, Bory de Saint Vincent, Berthelot), a excepción de
Leonardo Torriani. (Díaz Alayón y Tejera Gaspar, 1991, p. XXVIII). Aunque, en
correspondencia al carácter metódico y crítico que manifiesta en toda su obra, Rixo prefirió
sin duda la exactitud de los documentos, a las noticias ofrecidas por los historiadores que le
precedieron.
HISTORIA LOCAL
La obra de Rixo está marcada por su biografía, nos recuerda la profesora María Teresa
Noreña Salto en su prólogo a los Anales del Puerto de la Orotava, 1701-1872.
Efectivamente, Una parte importante de esta obra se basa en los recuerdos de juventud de
Rixo, especialmente en su historia del Puerto de Arrecife donde vivió en su adolescencia y
donde su padre tuvo importante participación en la vida pública. También escribe sobre los
acontecimientos ocurridos en Gran Canaria entre 1808 y 1812, obra en la que Álvarez Rixo
relata en parte sus vivencias en la ciudad de Las Palmas intercalando en la narración histórica
estampas costumbristas. Con toda seguridad los acontecimientos referidos a 1808 y 1809
fueron vividos in situ por el autor que se encontraba en Las Palmas por estas fechas donde
estudió en el Seminario Conciliar. Dedicará alguna reseña a la isla de La Madera donde
residió entre 1812–1814, única estancia que el autor hizo fuera del archipiélago Canario y por
fin escribirá el grueso de su obra histórica sobre su pueblo natal.
Destaca de esta forma en la obra de José Agustín Álvarez Rixo, el número de manuscritos
dedicados a Historia Local, en lo que se asemeja a su amigo el Prebendado Pereyra Pacheco
quien escribió una interesante historia de Tegueste. Rixo además de su muy sorprendente
Historia del Puerto del Arrecife, escribe varios estudios dedicados a su pueblo natal:
Descripción histórica del Puerto de la Cruz; Memoria de los sucesos más memorables
acaecidos en el Puerto de la Cruz de la Orotava y los Anales del Puerto de la Cruz de la
Orotava, 1701-1872.
En su Historia de Arrecife, en la cual nos centraremos para entender el concepto de historia
local de Rixo, aborda el tema desde una perspectiva genética de la historia. No sólo reúne y
clasifica los datos y noticias sobre la historia del Puerto de Arrecife de forma ordenada y
cronológica, además intenta encadenar una explicación por medio del enlace cronológico de
los acontecimientos, de la evolución de la historia del pueblo, su auge y decadencia comercial,
su cambio y evolución en los aspectos urbanísticos. Intenta de esta forma en su obra una
reflexión diacrónica, regida por el tiempo en la que cada hecho es condición necesaria de la
existencia del siguiente, Álvarez intenta en esta obra responder a la pregunta ¿Cómo ocurrió
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La obra histórica de José Agustín Álvarez Rixo en…
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el desarrollo del pueblo de Arrecife? Para esta concepción de la historia, la cronología es
clave. A este autor no se le puede achacar lo que Elías Serra Ráfols achacó a Viera: “otra gran
falta de nuestro autor es su poco interés por la cronología” (Serra, 1951, p. LXI). Álvarez
Rixo cuida al máximo las fechas y da una estructura claramente cronológica a sus trabajos,
donde los sucesos narrados siempre tienen un antecedente y un consecuente. En este sentido
Álvarez Rixo no hace una historia donde la narración tenga mayor importancia que la
exposición de los datos, bien ordenados y descritos para hacer ver la consecuencia de los
mismos.
HISTORIA ECONÓMICA
Rixo en sus escritos históricos hace mención siempre a la economía, este es un rasgo que
lo enlaza también con Viera. Se ocupa del comercio, de la producción en su más diversas
facetas como la de construcción de barcos y en su labor de publicista toca diverso temas de
interés económico para las islas, como la agricultura, la pesca, etc. El comercio en el siglo
XVIII: “Nuestro ánimo no es formar una historia crítica sobre este particular para compararla
con la era comercial, y si se quiere más moral, presente. Es sólo reunir varios datos y
reflexiones para que personas de mas conocimientos puedan formalizar dicha historia, la cual
no dejará de ser curiosa e instructiva aún para el cuadro relativo a usos, costumbres e
hipocresía de otras épocas. La que únicamente pretendemos abrazar aquí, corresponde a
ciertos periodos del siglo XVIII, próximo pasado del cual hemos visto y examinado varios
documentos con noticias fehacientes.” (Álvarez Rixo: Comercio Siglo XVIII, cap. I, s. I).
En las páginas de este informe nos relata cómo hace una investigación con respecto al
contrabando de monedas hechas en el siglo XVIII por el Puerto de Santa Cruz y de la Cruz.
(compró unos papeles viejos en un almacén pertenecientes a una casa de contratación inglesa
del siglo XVIII). Casi concluye al decir: “Y después que haya considerado el lector como
cuando faltaban los Navíos de Registro, es decir, carencia de los permisos que no llegaba
plata ni oro de América se ausentaban los mercaderes extranjeros, acabará de reconocer que
sólo estaban aquí con ese principal objeto” (Cap. II, s. 4). También nos da una detallada
relación de qué eran los navíos de registro, sus oficiales y maestres escribanos, los productos
y personas que embarcaban.
CÓMO SE HA CONOCIDO SU OBRA Y VALORACIÓN GENERAL DE SU IMPORTANCIA
Sin su obra hoy sería más difícil entender la historia el siglo XIX canario y en particular la
de Puerto de la Cruz, no podemos negar que gracias a su trabajo, a su previsión, al empeño
que puso en difundir y en guardar sus escritos, hoy podemos contar con un material
inapreciable para la historia del municipio. Pero la importancia de sus trabajos no se
corresponde con la difusión de los mismos, a pesar del empeño que el autor puso en ello, la
proyección tanto de su obra como de su figura fue escasa. Su obra Cuadro Histórico de estas
islas de Canarias o noticias generales de su estado y acaecimientos más memorables durante
los cuatro años de 1808 a 1812, fue conocida de los eruditos locales; existían cuatro copias
del mismo en Gran Canaria, dos hechas por el Dr. Juan Padilla Padilla (1826-1891)
bibliotecario de El Museo Canario, otra por Millares Torres y otra por Francisco de Quintana
y León (Millares y Hernández, 1975, p. 148). Otras obras de Álvarez Rixo de las que hay
copia en El Museo Canario hechas por Millares Torres en 1880 son Lenguaje de los antiguos
Ysleños y Voces, frases y proverbios provinciales; así mismo existe en la biblioteca de la Real
Sociedad Económica de Amigos del País de La Laguna una copia fragmentaria de Miscelánea
o bien sea Floresta Provincial. (Millares y Hernández, 1975, pp. 160-161)
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XV Coloquio de Historia Canario-Americana
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Gracias a la labor de numerosos investigadores que han utilizado los manuscritos de
Álvarez Rixo para la realización de sus trabajos, hemos conocido parte de su importante
legado: Prudencio Morales y Martínez de Escobar, quien en su obra recuerda: “Ella,
principalmente, es luz que ha de guiarme en estos estudios” (Morales, 1909, p. 14).
Buenaventura Bonnet y Reverón en la elaboración de su obra La Junta Suprema de Canarias,
al citar sus fuentes comenta: “Álvarez Rixo es un escritor coetáneo de los sucesos que relata y
su imparcialidad es digna de encomio. A él hemos recurrido frecuentemente” (Bonnet, 1980,
p. 788). También Diego Guigou y Costa utiliza ampliamente los manuscritos de Rixo en su
obra El Puerto de la Cruz y los Iriarte (Guigou, 1945). Interesante para el conocimiento de la
obra de Álvarez Rixo es el libro que sobre el Prebendado Pereyra Pacheco escribieron
Manuela Marrero y Emma González (1963), en el que se vierte la correspondencia mantenida
entre ambos personajes. En 1975 se publica Biobibliografía de Escritores Canarios, (Siglos
XVI-XVII y XVIII) (Millares y Hernández, 1975), donde se recogen en un listado comentado las
obras de Álvarez Rixo. Sobre su dedicación política escribió Marcos Guimerá Peraza un
artículo titulado “José Agustín Álvarez Rixo, Alcalde del Puerto de la Cruz” (Guimerá, 1991);
El mismo Marcos Guimerá en su artículo “Los Cólogan, Alcaldes del Puerto de la Cruz”
(Guimerá, 1992), da a la luz numerosos párrafos de los manuscritos de Rixo. Recientemente
otros investigadores han difundido en su labor investigadora parte de la obra de Rixo: Nicolás
Barroso Hernández; Manuel Hernández González; Adolfo Arvelo García; Clementina Calero
Ruiz, etc. Mención especial merece la labor de investigación sobre el fondo de Álvarez Rixo
hecha por el investigador portuense Antonio Ruiz Álvarez, gran conocedor del mismo que
utilizó en su obra Poetas del Puerto (Ruiz Álvarez, 1957) y en numerosos artículos sobre la
historia del Puerto de la Cruz.
En la actualidad disponemos de algunos manuscritos de Álvarez Rixo gracias a la labor de
edición hecha en la segunda mitad del siglo XX por diversos editores e investigadores. En
1955 los responsables del Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria editaron con
prólogo de Simón Benítez Padilla y epílogo de Francisco de Quintana y León, el Cuadro
Histórico de estas islas de Canarias o noticias generales de su estado y acaecimientos más
memorables durante los cuatro años de 1808 a 1812. Pero habrá que esperar a las últimas
décadas del siglo XX para ver publicados otros trabajos manuscritos de Rixo. Estos son de
diversa índole, con temática que van desde el habla antigua de los canarios hasta apuntes de
arqueología e historia local. En 1982 es publicada por el Cabildo de Tenerife su obra Historia
del puerto de Arrecife en la Isla de Lanzarote, una de las Canarias con prólogo de Enrique
Romeu Palazuelos. En los años noventa, se editan varias obras gracias a la labor de profesores
de la Universidad de La Laguna: Antonio Tejera Gaspar Apuntes sobre restos de los
Guanches encontrados en el siglo actual, de José Agustín Álvarez Rixo (Tejera Gaspar, 1990);
Carmen Díaz Alayón y Antonio Tejera Gaspar Lenguaje de los antiguos isleños (Díaz Alayón
y Tejera Gaspar, 1991); Carmen Díaz Alayón y Francisco J. Castillo Voces, frases y
proverbios provinciales de nuestras Islas Canarias con sus derivaciones, significados y
aplicaciones (Díaz Alayón y Castillo, 1992). Y en 1994 el Ayuntamiento del Puerto de la
Cruz publica sus Anales del Puerto de la Cruz de La Orotava, 1701-1872, bajo la dirección e
introducción de Teresa Noreña Salto (Álvarez Rixo, 1994).
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La obra histórica de José Agustín Álvarez Rixo en…
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XV Coloquio de Historia Canario-Americana
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Catálogo de la exposición del Bicentenario del nacimiento de José Agustín Álvarez Rixo (1796-1996).
Castillo de San Felipe, del 16 de octubre al 16 de noviembre. Ed. Área de Cultura, Excmo. Ayuntamiento
Puerto de la Cruz.
ARCHIVO ÁLVAREZ RIXO:
“Catálogo de los diversos manuscritos.... Diciembre 30 de 1870”.
“Manuscrito de 19 paginas sobre el comercio del siglo XVIII”.
“Apuntes biográficos de D. Graciliano Afonso”.
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