1823
FRANCIS DRAKE, CANARIAS Y LA HABANA
Gustavo Placer Cervera
La práctica de la piratería es, probablemente, tan antigua como la navegación y
el comercio marítimo. Desde tiempos inmemoriales, salteadores fenicios, griegos, romanos,
berberiscos, vikingos, chinos y malayos asolaron “todo mar conocido del uno al otro confin”.
Con el decursar del tiempo, los jefes de Estado, carentes de recursos financieros para
mantener flotas de guerra permanentes, en tiempos de conflicto militar se veían obligados a
arrendar buques particulares para las grandes operaciones navales, lo que dio origen al corso
como procedimiento bélico, eficiente y económico para realizar lo que hoy llamaríamos
acciones sistemáticas contra las líneas de comunicación marítima del enemigo; en realidad
una variante de la piratería oficialmente auspiciada y jurídicamente regulada desde finales del
siglo XIII.
No pocos corsarios, como consecuencia del ejercicio exitoso de tan azarosa profesión,
alcanzaron altos honores, títulos nobiliarios, elevados grados militares y encumbrados cargos
en sus respectivos países. Tales fueron los casos de John Hawkins y Francis Drake en
Inglaterra. De ellos, y especialmente del segundo, trata este trabajo. Drake fue, con mucho, el
más famoso corsario de su época y obtuvo grandes éxitos en sus expediciones depredadoras.
Sin embargo, hubo en sus planes la captura de dos plazas que por muy similares
circunstancias nunca pudo tomar: Canarias y La Habana. Veamos:
LLEGA EL PRIMER INGLÉS
Fue en la década de los 60 del siglo XVI que, aprovechándose de la complicada situación
que España tenía en Europa sobre
todo en Flandes,
traficantes y corsarios ingleses
comenzaron como
ya lo venían haciendo los francesesa
recorrer las aguas del Mediterráneo
Americano con impunidad casi absoluta. Atacaban ciudades, apresaban barcos y cambiaban
negros esclavos, telas y artículos de hierro por azúcar, perlas, oro, cuero y maderas.
Le correspondió a John Hawkins el “honor” de iniciar las correrías inglesas en aguas
caribeñas alrededor de 1560. Conocido entre los españoles como “Aquino, el escocés”
comenzó sus andanzas en esta región después de haber surcado la mayor parte de los mares
por entonces conocidos, unas veces como contrabandista y otras como traficante de esclavos.
La primera información sobre la presencia de Hawkins en aguas cubanas data de 1562.
Según el historiador Francisco Mota, 1 anduvo ese año negociando esclavos a cambio de
productos de alta demanda en Europa: oro, perlas, cueros, azúcar y otros, por lo que fue, de
hecho, un precursor del denominado “comercio triangular” InglaterraÁfricaAntillasInglaterra.
Y este merodeo por mares cubanos, como la mayor parte de los que seguirían,
estuvo caracterizado por su habilidad y astucia, logrando hacerse de una buena clientela. Una
gran parte de los esclavos que arribaron a la costa sudoriental de Cuba en esa época fueron
introducidos por “Aquino, el escocés”.
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XVII Coloquio de Historia CanarioAmericana
1824
Dos años más tarde, al frente de una expedición, regresó Hawkins a las Antillas. En sus
memorias recordaría que, durante 1564, después de una buena temporada de “rescate” en
aguas cubanas, había invernado en Isla de Pinos, donde además de dar descanso a sus
hombres, se aprovisionó de comestibles frescos y agua potable y carenó sus buques para
repararlos y limpiar fondos. Desde allí, puso rumbo al Canal de Yucatán y después al
Estrecho de la Florida para regresar a Inglaterra, donde se le recibió triunfalmente. La propia
reina Isabel le recibió en palacio y le concedió un título nobiliario. Por cierto, en el escudo de
armas que la reina le concedió, había un gran predominio del color negro y, entre otros
emblemas, se veían varias monedas de oro. Y en lugar de yelmo, la cabeza, con yugo y
cadenas, de un negro esclavo. 2 Después de este viaje, la ruta del Caribe quedó abierta para los
ingleses.
Esta fama le dio fuerzas a Hawkins para organizar una de las más grandes expediciones
que hubiera salido entonces de un puerto inglés. Para ese momento, la rivalidad entre España
e Inglaterra se había agudizado y cuando la expedición se hizo a la mar, el 2 de octubre de
1567 en Plymouth, constituía de hecho, aunque no lo fuera jurídicamente, una empresa de la
nación inglesa. Hawkins era un personaje en Inglaterra, todo un héroe nacional. A esas alturas
no podía alegarse que actuaba por su propia cuenta. La fuerza naval estaba formada por seis
buques, tres de ellos de alto bordo: el Jesús, que puso bajo su propio mando; el Judith , del que
nombró capitán a su joven primo y discípulo, Francis Drake; y el Mignon, al frente del cual
designó a John Lowell, un avezado marino.
Los buques de Hawkins se dirigieron a las costas de Guinea, en África, donde logró un
cargamento de más de 500 esclavos con el que puso rumbo a las Antillas y arribó a fines de
marzo de 1568 a Dominica de donde partió hacia Ríohacha en la costa colombiana. Allí
intentó vender su mercancía y ante la negativa del gobernador tomó por asalto la población, y
obtuvo, además de un rico botín, la libertad de vender los esclavos que llevaba en las bodegas.
El próximo objetivo del destacamento naval inglés fue Cartagena de Indias. Pero dicha
plaza, que era en esos momentos la más fuerte de América, lo rechazó después de causarle
algunas bajas. Desde allí puso proa a Cuba y el 12 de agosto se presentó frente a La Habana
en medio de una tormenta que lo arrastró hacia el Golfo de México y desarboló al Jesús por lo
que se dirigió entonces a la ensenada de Guadiana, cerca del extremo occidental de la mayor
de las Antillas, para carenar sus naves y sustituir los mástiles quebrados. En cuanto salió de
allí, atacó a tres naves españolas y puso rumbo a Veracruz donde se apoderó del islote de San
Juan de Ulúa, que ocupó durante varios días.
Justo cuando las naves de Hawkins se disponían a partir arribó a Veracruz una potente
escuadra española compuesta por trece navíos que conducían al nuevo virrey de la Nueva
España, Martín Henríquez, quien llegó a un acuerdo con los ingleses de permitirles la salida.
Pero en cuanto el virrey emprendió su camino hacia México, Francisco Luján, jefe de la
escuadra española, atacó a los ingleses. En el combate, el Jesús fue hundido al ser alcanzado
por un brulote. Hawkins, que logró salvarse, trasbordó al Mignon, que aunque seriamente
averiado logró escapar, al igual que el Judith .
En noviembre de 1568, Hawkins y lo que quedaba de su destacamento volvieron a pasar
frente a La Habana, esta vez sin detenerse, en su viaje de regreso a Inglaterra.
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Francis Drake, Canarias y La Habana
1825
SE AGUDIZAN LAS CONTRADICCIONES ENTRE INGLATERRA YESPAÑA
Hasta aproximadamente 1570, la hostilidad inglesa contra España se había manifestado de
manera más o menos indirecta, a través de esfuerzos para comerciar con las colonias y de
ataques a las transportaciones marítimas como los que hemos tratado anteriormente.
Precisamente, por esa época, Inglaterra comenzaba a figurar entre los países más prósperos de
Europa y se beneficiaba económicamente con la guerra de Flandes. La prolongada guerra de
los flamencos contra la ocupación española les había hecho perder mercados que antes
abastecían y los ingleses habían acudido prestos a llenar estos vacíos. Las industrias inglesas
se expandían y los comerciantes ingleses acumulaban tanto capital que el dinero abundaba
para invertir en negocios productivos y hasta en aventuras, como lo eran las expediciones
corsarias. Hasta la propia reina Isabel participaba en tales empresas y estimulaba y premiaba
con títulos de nobleza a comerciantes y aventureros. Inglaterra, en fin, era una potencia en
ascenso.
La Corona inglesa era consciente de que se estaban dando las condiciones para el
surgimiento de un imperio: grandes capitales en manos de banqueros y comerciantes deseosos
de aumentarlos; una marina que crecía en buques y tonelaje con marinos cada vez más
capacitados y audaces, y una industria en rápida expansión.
Pero además de los factores económicos y políticos, las relaciones anglohispanas
se
complicaban aún más debido a la rivalidad religiosa. Inglaterra se consideraba a sí misma
como el más sólido baluarte del protestantismo y veía en España a la campeona del
catolicismo que era para los ingleses la máxima expresión del anticristianismo y la maldad.
Las diferencias, agravios y disputas eran tales que el enfrentamiento bélico se hacía
inevitable.
LA PRIMERA GUERRA ANGLOESPAÑOLA
(15851603)
En 1585 la reina Isabel, que había conformado una alianza con los holandeses, envió tropas
en apoyo de estos, interviniendo de hecho en la guerra en contra de España. Tras este hecho,
comenzó a desarrollarse todo un conjunto de acciones que elevaron al máximo la tensión
entre ambas potencias. Lo que pudiera considerarse como una tácita declaración de guerra por
parte de Inglaterra lo fueron los ataques llevados a cabo a las posesiones españolas. Estos
ataques, que algunos historiadores han considerado más como el resultado de la ambición y
audacia personal, viéndolos aisladamente, formaron parte, a nuestro modo de ver, de un plan
estratégico trazado con los objetivos de apoderarse de las riquezas que España extraía de sus
posesiones americanas y obtener el dominio de las rutas marítimas. Este plan se materializó
en las incursiones a las costas de España, en el ataque y captura de naves hispanas
procedentes de puertos americanos y en el asalto y
destrucción en muchos casosde
localidades de las posesiones españolas. Si bien la guerra no fue declarada de jure, y por ello
muchos historiadores no la reconocen como tal, considerando actos de piratería las acciones
de Drake y otros, el criterio de este autor es que sí lo fue de facto y que, aunque con
intermitencias, las fuerzas, sobre todo navales, de ambas naciones estuvieron combatiendo
durante 18 años.
En las acciones armadas que tuvieron lugar durante este dilatado enfrentamiento bélico
sobresale el nombre de Francis Drake, a quien se llamó también “el terror de los mares”.
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XVII Coloquio de Historia CanarioAmericana
1826
Francis Drake Francisco
Draques para los españoles,
el primo de Hawkins y joven
comandante del Judith , del que ya hablamos anteriormente, se había convertido en el más
notorio de los corsarios; su solo nombre aterrorizaba los mares del mundo. No se hacía un
viaje, no se emprendía una expedición, no se planificaba una medida estratégica sin que
faltara el nombre de Drake, como si este pudiera estar en todas partes. Ocasiones hubo en que
se temía su arremetida cuando en realidad se encontraba a cientos o miles de millas de
distancia. Su influencia y presión resultaron permanentes a lo largo de casi treinta años, por lo
menos en lo que respecta a Cuba, donde esta constante amenaza tuvo un efecto inesperado.
Del abandono en que se tuvieron las defensas de la mayor de las Antillas se pasó a una
preocupación casi obsesiva. En La Habana, el castillo de La Fuerza se terminó con urgencia.
La guarnición se aumentaba a la llegada de cada flota. Y, como apunta Mota, “cosa rara, esta
guarnición fue pagada con puntualidad a lo largo de esos años en que la sombra de Drake
creaba una atmósfera de miedo sobre la colonia”. 3
DRAKE EN CANARIAS
El 15 de septiembre de 1585, Drake salió del puerto de Plymouth con la mayor de las
escuadras que hasta esa fecha había mandado: 25 buques. Iniciaba así su gran Indies Voyage
cuyo plan contemplaba después del saqueo de Canarias, Santo Domingo, Cartagena de Indias
y otros lugares que finalmente,
con sus fuerzas reunidas, tomarían La Habana y si fuese posible la retendría, dejando
en ella suficiente guarnición. Así paralizarían Nueva España, destruyendo todos los
puntos de reunión a lo largo de su línea de comunicaciones. 4
Como punto de reunión para su flota señaló Drake el islote de Lobos en Canarias. Allí
fueron arribando las naves. Pero una presencia tan numerosa de buques no podía pasar
inadvertida para las islas vecinas. El marqués de Lanzarote avisó rápidamente a la de Canaria
y de allí se avisó a la de Tenerife. Tanto la población como las milicias se movilizaron
inmediatamente.
No tardó en verse sobre la Punta de las Isletas una parte de las naves británicas a las que
esperaban los defensores, listos para el combate, bajo la protección de los torreones de la Luz
y Santa Ana. Al darse cuenta Drake de que la sorpresa no era ya posible no quiso iniciar su
expedición con el riesgo de un fracaso, por lo que ordenó a sus buques hacerse a la vela, pasó
frente a Tenerife y se acercó a la isla de La Palma, donde perdió una de sus naves en un
intento de ataque. Frustrado, el avezado marino inglés dejó para otra ocasión el ataque al
archipiélago. 5
LA EXPEDICIÓN PROSIGUE
Las naves de Drake pusieron proa a las islas de Cabo Verde, donde tomó e incendió la
población de Santiago. Cruzó después el Atlántico y arribó en los primeros días de febrero de
1586 a un punto de la costa de La Española cerca de Santo Domingo, donde desembarcó un
destacamento de unos 600 hombres que tomó fácilmente la ciudad y la retuvo durante un mes
incendiándola parcialmente y, tras obtener un rescate de 25.000 pesos, puso rumbo a
Cartagena de Indias, la cual atacó y logró tomar, con el propósito de convertirla en un baluarte
inglés. El estado de salud de la tropa, muy diezmada por las enfermedades, hizo que un
consejo de capitanes, convocado al efecto, decidiera desistir de ese empeño, exigir un rescate
y emprender el retorno.
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Francis Drake, Canarias y La Habana
1827
DRAKE FRENTE A LA HABANA
Entretanto, las noticias sobre todos estos hechos habían puesto en alarma a La Habana. En
cuanto se conoció la presencia de Drake en aguas del Caribe, el gobernador Gabriel de Luján
pidió ayuda al virrey de Nueva España (México) y tomó un conjunto de medidas
movilizativas para fortalecer las defensas de la ciudad capital. Desde San Antonio a Matanzas
se colocaron vigías y en río Puercos (cerca del extremo occidental) e Hicacos (donde hoy está
la famosa Playa de Varadero) dos naves estaban dispuestas a partir hacia México y España,
respectivamente, con la noticia del ataque a La Habana si este se producía. La defensa de los
accesos a la ciudad por mar se preparó con toda urgencia; se ubicó una atalaya en la
desembocadura de La Chorrera. A todo lo largo de la costa entre la caleta de San Lázaro y La
Punta se cavaron trincheras, ubicándose puntos fuertes en los extremos; se cerró la entrada del
puerto con una cadena de tozas de madera y todos los accesos a la villa fueron bloqueados. En
el Morro se colocaron tres piezas de artillería y tres en La Punta; a lo largo del litoral interior
de la bahía, desde La Punta hasta el castillo de La Fuerza, se cavó otra trinchera.
Mientras tanto, el llamado de Luján fue respondido por las diferentes villas. Bayamo envió
un destacamento, que luego reforzó, con 88 hombres a las órdenes de un capitán; Puerto
Príncipe, un capitán con 49 hombres; Sancti Spíritus, 51 hombres con un capitán al frente y
Trinidad contribuyó con 21 hombres, con su correspondiente capitán. El gobernador Luján, en
un informe posterior, calculó en 230 hombres, casi todos milicianos, el aporte de las
diferentes villas a la defensa de La Habana. 6
Por otra parte, el virrey de Nueva España actuó con presteza y ya el 6 de abril arribaron
cuatro naves procedentes de México que transportaron dos compañías de arcabuceros 300
hombrescon
víveres para seis meses y municiones, así como dinero. 7 Con todo este refuerzo,
La Habana disponía para su defensa de más de 900 arcabuceros lo que la convertía, en ese
momento, en la plaza más fuerte de América.
En el ínterin, las naves al mando de Drake habían zarpado de Cartagena, poniendo proa al
cabo San Antonio, extremo occidental de Cuba. El mal estado de las embarcaciones hizo muy
lenta la navegación y su arribada a San Antonio demoró hasta el 22 de mayo. Los ingleses,
después de tomar agua y leña en la zona cercana a San Antonio, buscaron infructuosamente la
aguada del río Puercos. En vista de que el número de enfermos crecía y de que es muy
probable que haya recibido información sobre la preparación defensiva de La Habana, Drake
convocó entonces a un nuevo consejo de capitanes y en el cónclave se tomó la decisión de
abandonar las dos posibilidades de acción que tenían: atacar a La Habana 8 o esperar el paso
de la flota procedente de Nueva España.
El día 27 de mayo llegó a la capital de Cuba el aviso, procedente de cabo San Antonio, de
la arribada de la flota inglesa a ese punto cinco días antes; otro aviso daba cuenta de que tres
días después había comenzado a navegar hacia el este, o sea, en dirección a La Habana. De
inmediato, se puso en alerta a la población y los defensores ocuparon sus puestos: casi 700 a
lo largo de la costa, 100 en la plaza y unos 150 en La Fuerza. 9
Dos días después, el 29 de mayo de 1586, se presentaron ante La Habana los primeros
buques de la flota de Drake, compuesta en total por 30 naves de diverso tonelaje. Los buques
ingleses se mantuvieron al pairo, frente a la entrada de la bahía, limitándose, en una ocasión, a
un breve intercambio de disparos con las baterías instaladas en El Morro y La Punta, en lo que
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pudiera considerarse un tanteo de fuerzas. El día 4 de junio, la flota inglesa puso rumbo al
este y se dirigió a Matanzas, bahía entonces deshabitada, para abastecerse de agua.
Los destacamentos que allí le siguieron; la vigilancia y hostilidad de la playa, donde
le tomaron una lancha y mataron algunos marineros, confirmaron su opinión de no
convenirle arriesgar lo que ya tenían ganado, instándole la consideración a
desembocar por el Canal de Bahamas. 10
Así, tal y como había sucedido en Canarias, la rápida movilización llevada a cabo por la
población y las milicias hizo desistir al célebre corsario de emprender un ataque contra La
Habana. Las defensas de la ciudad habían ganado una batalla solo con su presencia.
A su paso por las costas de la Florida, Drake tomó sin resistencia el fuerte de San Juan de
los Pinos, abandonado por sus defensores pese a poseer 14 piezas de artillería y lo mismo
hicieron los de San Agustín, que el corsario inglés redujo a cenizas. 11
La retirada del famoso corsario y su poderosa escuadra no desmovilizó a los habaneros,
quienes en previsión de un nuevo intento se mantuvieron preparados. Por espacio de algunos
años, Drake navegó y actuó en mares europeos. No obstante, durante ese tiempo, la alarma en
la ciudad de La Habana fue constante. Si, por ejemplo, llegaba la noticia de que Drake había
estado en las costas de Galicia y Portugal se hacían cálculos sobre el número de días que
demoraría en estar de nuevo a la entrada del puerto de La Habana.
“El paso de Sir Francis Drake a lo largo de la costa noroeste de Cuba, en la primavera de
1586, terminó la primera época de la historia de La Habana” consideró
la investigadora Irene
A. Wright.
“Hasta entonces, España había confiado principalmente en su fuerza naval; pero
el inglés le demostró que era insuficiente para proteger sus posesiones. Por eso era preciso
fortificar las colonias de manera que pudieran protegerse por sí mismas”. 12
EL FRACASO DE LA “ ARMADAINVENCIBLE” Y SU REPERCUSIÓN PARA LOS TERRITORIOS ESPAÑOLES
DE ULTRAMAR
Con el propósito de aniquilar de una vez por todas a su encarnizado enemigo, el rey de
España, Felipe II, puso en práctica un proyecto, que venía pensando desde hacía varios años,
de invasión a Inglaterra. Para llevarlo a cabo se dio inicio a la organización de una poderosa
armada. Con tal propósito, se fueron concentrando en España los buques de las diferentes
escuadras que esta poseía. Comenzaron a prepararse también las tropas que participarían en la
invasión.
Pero estos preparativos no pasaron inadvertidos a los agentes del espionaje inglés y como
es lógico, la reina y el gobierno no se quedaron con los brazos cruzados y, con vistas a
entorpecer los planes del monarca español, se preparó una acción de gran envergadura contra
el propio territorio del país ibérico.
Al mando de la expedición fue designado Drake, que acababa de regresar de su periplo por
aguas del Caribe y Golfo de México y cuya flota compuesta por “30 velas, las mayores de 400
á 600 toneladas y 40 ó 50 cañones” 13 salió de Plymouth y llevó a cabo, con audacia, una serie
de ataques contra el litoral español del Atlántico logrando con ello el aplazamiento, por un
año, de la salida de la expedición.
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Francis Drake, Canarias y La Habana
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No fue sino el 9 de mayo de 1588 que salió del Tajo una poderosa agrupación de buques
compuesta por “130 naves que medían 57.868 toneladas, con 2.431 piezas de artillería y más
de 30 mil hombres de mar y guerra. El vulgo la apellidó La Invencible”. 14
Como resultado de un conjunto de factores, la expedición española culminó en un rotundo
fracaso que tuvo importantes repercusiones para las posesiones españolas de Ultramar y, por
supuesto, para Canarias y Cuba. Tras la pérdida de la “Armada Invencible”, España quedó
económica, política y militarmente muy debilitada, y pasó, de hecho, a ser una potencia naval
de segundo orden y esta debilidad le impediría, en adelante, darle una adecuada protección a
sus posesiones coloniales y a sus transportaciones marítimas trasatlánticas.
Prestos a desarrollar el éxito alcanzado, los ingleses comenzaron a organizar acciones
contra el propio territorio de España y contra sus posesiones de Ultramar. Drake, que había
participado destacadamente en las acciones contra la “Invencible” en calidad de vicealmirante
(segundo al mando) de la Armada inglesa, organizó rápidamente una poderosa agrupación
naval con la que atacó las costas de Galicia, causando grandes daños. Y del otro lado del
Océano Atlántico, los corsarios ingleses, aprovechando que los españoles habían dejado sin
protección las rutas de transportación marítima, actuaban con total impunidad contra ellas.
A tal extremo llegó el estado de indefensión de la navegación marítima española que en
1589 la flota anual no salió por temor a ser capturada. Los buques recibieron órdenes de
concentrarse en La Habana y tuvieron que esperar al año siguiente para salir. Fue
precisamente en ese año en que, en vistas de la difícil situación defensiva que enfrentaba,
España comenzó a poner en práctica el proyecto de construcción de un sistema de
fortificaciones. Por ello, la investigadora norteamericana Irene A. Wright, ya mencionada,
llegó a decir que “Los castillos del Morro y La Punta son monumentos a Sir Francis Drake”. 15
En los años siguientes, los ataques ingleses a las posesiones españolas del Caribe y
América Central y del Sur se hicieron cada vez más frecuentes. Los nombres de Newport,
Lancaster, Sir Walter Raleigh y Preston engrosaron la lista de notorios corsarios ingleses que
encabezaban Hawkins y Drake.
Dentro de esta situación, La Habana fue frecuentemente amenazada. En el verano de 1592
“los ingleses sitiaron La Habana por mar. Según se comunicó, patrullaban en divisiones de
diez y seis y veinte naves por la costa, y especialmente por delante de La Habana desde La
Chorrera a Cojímar, aguardando de una manera ostensible a las flotas de la plata”; 16 y al año
siguiente, los ataques de buques ingleses obligaron al nuevo gobernador, Juan Maldonado
Barnuevo, a desembarcar en la boca del río Canímar, en la bahía de Matanzas, y dirigirse a La
Habana por tierra. 17
LA EXPEDICIÓN HAWKINS DRAKE
DE 1595
Los ya mencionados Hawkins y Drake, decididos a asestarle un golpe fulminante al poder
español en el Atlántico y el Caribe, organizaron una poderosa expedición, compuesta por 26
buques y 5.000 hombres entre marinos y soldados, destinada a atacar las principales
localidades de la región. Mandaba las tropas de la expedición el general Sir Thomas
Baskerville, mientras el mando naval lo ejercían Drake y su pariente y antiguo maestro,
Hawkins. La agrupación de buques se hizo a la mar en Plymouth el 28 de agosto de 1595.
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XVII Coloquio de Historia CanarioAmericana
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Pero los tiempos habían cambiado. La época de las presas fáciles estaba pasando. Desde
sus inicios, la expedición tropezó con dificultades.
DRAKE VUELVE A CANARIAS
El primer ataque programado por Drake y Hawkins fue contra Las Palmas de Gran
Canaria. Al amanecer del 6 de octubre de 1595, el humo de una hoguera encendida en la
montaña de Las Isletas anunció a la población que una escuadra enemiga se acercaba al
puerto. Al mismo tiempo, un cañonazo disparado desde el Castillo de la Luz confirmaba el
aviso y llamaba a las armas a todo el vecindario.
Después de un reconocimiento, el gobernador y capitán general de Las Palmas, Alonso de
Alvarado, logró prever que el lugar de desembarco escogido por los atacantes era la playa de
Santa Catalina por lo que organizó la defensa en esa dirección.
Mientras tanto, Drake ordenó a la menor de sus naves, una carabela, que avanzara con once
lanchas bien armadas y se dirigiera a la playa, con el objeto de reconocer el fondo y colocar
boyas que sirvieran de señal a los destacamentos de desembarco. Efectuada esta operación,
pese a los fuegos cruzados de los fuertes de la Luz y Santa Ana, el almirante inglés dio la
señal. Al momento, catorce buques de la escuadra, guiados siempre por la carabela se
acercaron a las boyas y fondearon formando un semicírculo. Esos buques llevaban a remolque
30 grandes chalupas, donde iban 500 hombres con sus banderas y llevando como armamento
espadas, picas y mosquetes.
Fue cerca del mediodía cuando los buques ingleses rompieron fuego contra los defensores
que se encontraban en la orilla, mientras otras naves de la escuadra cañoneaban los dos
pequeños fuertes. Simultáneamente, las lanchas de desembarco avanzaron a todo remo sobre
la playa y punta de Santa Catalina, haciendo continuas descargas de su mosquetería, a las que
respondían los isleños con el fuego de sus cañones.
Al sentir el fragor del combate, el lugarteniente del gobernador, Antonio Pamochamoso y
el personal que se encontraba en las murallas, olvidándose de las órdenes que tenían, se
lanzaron en ayuda de sus compañeros, uniendo con ellos sus esfuerzos para rechazar al
enemigo.
Varios fueron los intentos de las chalupas por acercarse a la playa y otras tantas veces
fueron rechazados por los tenaces defensores. Tras dos horas de duro combate y al observar
Drake que en los cerros circundantes se estaba agrupando gente, comprendió que la isla entera
estaba en armas por lo que decidió suspender el ataque y retirarse.
Al anochecer, la escuadra inglesa se alejó con rumbo sur. Dos compañías de isleños la
siguieron por tierra hasta la rada de Arguineguín donde fondeó para hacer aguada. Allí
bajaron a tierra once soldados buscando una fuente y fueron atacados por seis soldados y
cinco pastores que les hicieron nueve bajas mortales y tomaron dos prisioneros que llevaron
en triunfo a Las Palmas. Por ellos se pudo conocer que las pérdidas de los atacantes ascendían
a 200 hombres y cuatro oficiales así como gran cantidad de heridos. También se supo que
Drake se dirigía a las Antillas y que uno de sus propósitos era apoderarse de la flota de
galeones. El gobernador Alvarado, sin perder tiempo, envió un buque de aviso que logró
llegar a Puerto Rico antes que los ingleses. 18
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Francis Drake, Canarias y La Habana
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La navegación de la escuadra de Drake a través del Atlántico resultó tormentosa,
dispersando los buques. Frente a Guadalupe, una pequeña escuadra española destruyó una de
las naves y capturó otra.
Reunido el grueso de la expedición, se dirigió a su próximo objetivo, San Juan de Puerto
Rico que, como ya sabemos, había sido avisado. El 22 de noviembre arribaron las naves
inglesas frente al Morro de San Juan y dieron comienzo al ataque. Al primer cañoneo, uno de
los disparos de las piezas españolas destrozó el propio camarote de Drake y mató a uno de sus
tenientes. Se intentó entonces el desembarco pero la pericia de los artilleros españoles hundió
una gran parte de las lanchas y otra de ellas fue capturada. El resto huyó en desorden. Allí,
frente a San Juan, falleció Hawkins, presa de las fiebres.
Drake y Baskerville, frustrados, decidieron retirarse y poner proa a Curaçao que tomaron el
9 de diciembre, la saquearon e incendiaron; pasaron después a hacer lo mismo en Ríohacha,
Santa Marta y Nombre de Dios. Al llegar frente a Cartagena de Indias, se dio cuenta Drake de
que dicha plaza estaba fuertemente defendida por lo que desistió de atacarla. Por otra parte, el
general Baskerville, que había desembarcado con el propósito de atacar Panamá, fracasó en
tal empeño y tuvo que reembarcar.
LA HABANA SE PREPARA PARA LA DEFENSA
Mientras tanto, en La Habana, los movimientos de la expedición inglesa eran seguidos con
la preocupación ya usual. No obstante, el gobernador Juan Maldonado y Barnuevo anunció
que contaba con fuerzas suficientes para hacerle frente a cualquier ataque por parte de quien
fuera, aunque se quejaba de que la artillería era poca. De todas maneras, como eran tantos los
buques que ante la inminencia del ataque se habían ido concentrando en la bahía habanera, el
gobernador consideró que, hasta contra fuerzas superiores a las que le informan traía el inglés,
se hallaba en condiciones de enfrentarse. Pero no tuvo necesidad de ello, una epidemia de
disentería atacó a las diezmadas tripulaciones de la fracasada flota de Drake. El propio
corsario enfermó y falleció de “un flujo de sangre” en su camarote del Defiance, el 28 de
enero de 1596, frente a Portobelo. Su cadáver, metido en una caja de plomo fue echado al
fondo de esa bahía. 19
La muerte de Drake significó para los españoles en general y para los habaneros en
particular un profundo alivio. Hasta Lope de Vega, el famoso poeta, le dedicó un poema, La
Dragontea, lleno de rencor póstumo. Del mismo son estos versos:
En sepultura de animales rudos,
y de Jerusalén la puerta afuera,
que no en su templo con trofeos y escudos,
quedarás para siempre, bestia fiera.
Agreguemos que, de los 27 buques que salieron con Drake en el otoño de 1595, solo 8
regresaron a Inglaterra.
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XVII Coloquio de Historia CanarioAmericana
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FUENTES
De Archivo
Archivo General de Indias
Fondos: Patronato, Contratación, Audiencia de Santo Domingo, Indiferente General.
Archivo Nacional de Cuba
Fondos: Colecciones de Documentos (Reales Órdenes y Cédulas), Donativos y remisiones.
Colecciones de Documentos
Academia de la Historia de Cuba: papeles existentes en el Archivo General de Indias relativos a Cuba y muy
particularmente a La Habana, La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1931.
Roig de Leuchsenring (comp.): Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana , La Habana, 19371940,
3 vol.
BIBLIOGRAFÍA
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© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Francis Drake, Canarias y La Habana
1833
NOTAS
1 MOTA, Francisco. Piratas en el Caribe, p. 60.
2 Op. cit.
3 Op. cit. , p. 64.
4 WOOD, William. Elizabethan Seadogs,
p. 156.
5 MILLARES TORRES, Agustín. Historia General de las Islas Canarias, p. 302.
6 WRIGHT, I. A. Historia documentada de San Cristóbal de La Habana en el siglo XVI, T.1, p. 104.
7 Op. cit. , T. 2, pp. 36 y ss.
8 Respecto a este punto, las opiniones difieren. Hay autores, como Juan Bosch, que consideran que la toma de
La Habana no estaba en los planes de Drake y que el único objetivo de este era la captura de la flota del
tesoro proveniente de México. Ver Bosch, op. cit., (2), p. 87.
9 WRIGHT, I. A. Op. cit. , (6), p. 110.
10 FERNÁNDEZ DURO, Cesáreo Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y de Aragón, T.
II, p. 398.
11 Op. cit.
12 WRIGHT, I. A. Op. cit. (6), T.1, p. 121.
13 FERNÁNDEZ DURO, C. Op. cit. (10), T. III, p. 13.
14 Op. cit. , T. III, p. 21.
15 WRIGHT, I. A. Op. cit. (6), T. 1, p. 2.
16 Op. cit. , p. 143.
17 Op. cit. , p. 149.
18 MILLARES, Op. cit. (5), pp. 303305.
19 De acuerdo a recientes informaciones de prensa, el ataúd de plomo de Francis Drake ha sido localizado y se
proyecta una expedición para extraerlo del fondo del mar.
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