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LA PRIMERA COLONIZACIÓN DE CANARIAS A
TRAVÉS DE LA SIMBOLOGÍA PREHISTÓRICA
Massimo Dall’Agnola
Anna Bevilacqua
A la luz del conocimiento moderno sabemos que la denominada Revolución Neolítica
llegó al norte de África desde el este, posiblemente desde Anatolia, pero de todas formas
pasando por el Istmo de Suez. Una vez en África, la corriente cultural neolítica se dividió en
dos direcciones principales: una subsahariana,
que influyó entonces en las regiones del sur y
que es llamada Cultura Sudanesa; y la otra que lo hizo en la zona septentrional cerca del
Mediterráneo, llamada Cultura Capsiana.
Un acontecimiento que posiblemente dio a los pueblos saharianos un empuje fuerte para
dirigirse hacia la costa atlántica fue una invasión procedente desde al Mar Egeo y la Península
Balcánica durante el II milenio a.C., que concernió de forma particular al Mediterráneo
oriental. Por más de cuatro siglos, entre el 1400 y el 1000 a.C., la vertiente oriental del
Mediterráneo sufrió un gran movimiento migratorio procedente de la península griega, que
dio origen a varias invasiones en cadena más o menos contemporáneas en los territorios
cercanos.
Los protagonistas de esta bajada de gente hacia el sur fueron una coalición de pueblos
indoeuropeos (algunos de los cuales todavía no están bien identificados), de los que una gran
mayoría era de estirpe micénica, es decir, los aqueos de la Iliada. Las razones de este amplio
movimiento migratorio todavía son desconocidas por la mayoría, aunque se piensa que los
micénicos, que poseían armas de bronce, fueron empujados hacia el sur (entonces hacia el
mar) por una bajada de los dorios, militarmente superiores porque poseían armas de hierro.
De todas formas todavía no se comprende por qué se produjo esta improvisada bajada de
los dorios. De cualquier modo se trató de una fase de grandes migraciones en todo el ámbito
mediterráneo que, aun indirectamente, podría haber condicionado a algunos grupos
paleobereberes a dirigirse hacia Canarias, o por lo menos hacia las costas más occidentales del
Maghreb, es decir, la región continental cercana al archipiélago.
Parece que también la guerra de Troya vuelve a entrar en la serie de invasiones realizadas
por los micénicos expulsados. Efectivamente, también los agresores de Troya eran una
coalición y la conquista de esta ciudad coincide con este período (1190 a.C. según las
indicaciones de Eratostene de Cirene, 1250 a.C. según algunos arqueólogos). También en la
estratigrafía arqueológica de Israel perteneciente a esta fase se encuentran huellas de
destrucciones y de violentos acontecimientos de guerra, prueba de que la serie de invasiones
micénicas llegó hasta Palestina. Y también la ruina del Imperio hitita fue causada por estos
mismos invasores.
Se encuentran testificaciones también en la isla de Creta, donde ocurre en la misma época
la destrucción de los palacios de Knossos y Festos, fechadas alrededor del 1400 a.C. Pero en
este caso, los arqueólogos se dividen en dos facciones opuestas: por un lado hay quienes
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atribuyen estas destrucciones a las invasiones micénicas; y por otro lado hay quienes piensan
que estas ruinas fueron provocadas por una gran y espantosa erupción volcánica, la misma
que hundió la isla de Thera, hoy llamada Santorini. En fin, es posible también que la primera
hipótesis no excluya la segunda, o sea, que las armas micénicas y los temblores de tierra
hayan concurrido juntos en apagar la civilización minóica.
La misma Odisea, según algunos críticos, podría poseer un significado escondido para
recordar estos siglos de invasiones, y entonces podría representar una alegoría con la cual, a
través de las maravillosas empresas de Ulises, se intentó exaltar simbólicamente la aventurosa
expansión aquea en todo el Mediterráneo.
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Figura I. El concepto metafísico relacionado al barco puede también referirse al viaje místico del alma, así
como al viaje simbólico del héroe (San Borondón o Hércules). En la undécima prueba, el héroe fue empeñado
por la conquista de las manzanas de oro del Jardín de las Hespéridas, lugar que en la Antigüedad fue muchas
veces referido a Canarias.
Desde: Zdzisław Skrok, Odkrywcy Oceanów, Gdansk 1990, p. 27 (San Borondón) y p. 17 (Hércules).
Pero en esta investigación nuestra el acontecimiento más interesante es que se sabe con
seguridad que esta bajada micénica, independientemente de sus verdaderas proporciones,
llegó también hasta las costas norteafricanas en una zona entre Egipto y Libia actuales: en
efecto, en las antiguas crónicas egipcias esta fase es recordada como la invasión de los
Hombres del Norte sobre las islas suyas, llamados también Pueblos del Mar, y llevó mucho
desorden en el Egipto de los Faraones, que todavía conocía ya desde varios siglos la potencia
y el esplendor de su gran civilización, como cuenta en efecto un papiro egipcio:
... ellos estaban unidos y pusieron sus manos sobre todos los Países hasta el Océano
lejano...
Figura II. Figuras de barcos en forma de cuencos desde una vasija procedente de Egipto prehistórico.
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Reinaban en aquel tiempo dos de los más famosos faraones de toda la historia egipcia,
Ramses II y Ramses III. Las empresas militares de este último contra los Pueblos del Mar han
sido inmortalizadas por su importancia en las paredes del templo de Medinet Habu.
Después de haber expulsado a los habitantes indígenas de sus territorios, estos invasores no
se pararon, y continuaron su penetración por tierra, moviéndose todos juntos por medio de
caravanas formadas por carros remolcados por animales; pero el concepto de viaje continuaba
siempre siendo representado por el símbolo del barco, al igual que en los tiempos
prehistóricos.
Figura III. Fragmento de decoración del enterramiento de Nekhen, un rey del Alto Egipto de época
prehistórica.
Es muy probable entonces que otros pueblos, militarmente mas débiles y residentes
alrededor de la costa norteafricana del Mediterráneo, hayan sido obligados a abandonar sus
instalaciones de origen para evitar a los invasores. Estas poblaciones, de ascendencia bereber,
constituían la cultura principal del Sahara central y los primeros colonizadores del
Archipiélago Canario que, como se sabe, pertenecían a estos grupos étnicos.
Parece que las islas de Lanzarote y Fuerteventura, aun siendo las más cercanas al
continente africano, fueron las últimas en ser pobladas, en razón de sus aridez: los primeros
colonizadores, que todavía no conocían la navegación, tuvieron la oportunidad de elegir los
lugares más convenientes en las islas más agradables, aunque más lejanas.
La llegada del hombre a estas dos islas podría ser también datada posiblemente antes del I
milenio a.C., y la demostración de esto podría ser la ausencia total de bovinos en el
archipiélago, puesto que justamente en aquel período desaparecieron definitivamente en el
área del Sáhara, que ya se había vuelto demasiado seca y pobre de pastoreos.
Los bovinos estaban todavía presentes en África del Norte en el tiempo de las primeras
migraciones humanas hacia Canarias y, como se sabe, constituían el elemento más importante
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de la floreciente cultura del Tassili en el Período Bovidiano, pero sabemos que los primeros
grupos humanos que en aquel tiempo pusieron sus pies en el archipiélago no disponían de
grandes cascos (estando acostumbrados solamente a las navegaciones fluviales), por lo que no
podían permitirse transportar animales de gran tamaño hasta las islas centrales del
archipiélago, es decir, las primeras que fueron colonizadas.
La demostración más clara de esta “falta marinera” culminó al final en la famosa (y
aparentemente inexplicable) pérdida de todos los contactos interinsulares, que solo se puede
explicar con la procedencia continental de estos primeros grupos humanos, cuyos antepasados
habían vivido siempre en el Sahara central y por eso nunca habían tenido la necesidad de
navegar, sino solamente lo que era suficiente para cruzar los ríos que durante la Prehistoria se
encontraban frecuentemente en dicha región.
Por lo tanto, los únicos grupos que en la eventualidad hubieran tenido la posibilidad de
introducir los bovinos en el Archipiélago fueron los que llegaron más tarde y que se pararon
en aquellas islas (es decir Lanzarote y Fuerteventura) que habían sidos utilizadas solamente
como “puentes” por los primeros colonizadores para llegar hasta las otras, más lejanas y más
fértiles y con un clima menos seco; pero aquí, en las islas más cercanas a África, ¡faltaban
completamente los pastoreos!
La bajada micénica ha sido sin duda una operación militar de gran envergadura que
seguramente pudo haber sido la causa de una concatenación de “fugas” migratorias hacia
regiones más tranquilas, o sea, hacia el oeste: y el Archipiélago Canario se encuentra a la
misma latitud de la zona afectada por las invasiones.
En esa ocasión, entonces, las Islas Canarias habían podido constituir el retiro extremo de
poblaciones que, a causa de su clara inferioridad militar, fueron empujadas a evacuar la región
del Sahara del norte en busca de nuevos lugares donde vivir en paz.
Se da la opinión de que la cultura paleocanaria originaria (la que Diego Cuscoy llamaba
“cultura del substrato”) tuviese las características de la civilización sahariana arcaica. Esta
idea es convalidada también por el hecho de que las primeras sociedades cromañoides de
ganaderosagricultores
de Europa, India y región sahariana habían domesticado ovejas,
cabras, cerdos y tal vez bovinos, mientras que cultivaban trigo y cebada y usaban molinos a
mano de forma circular absolutamente parecidos a los empleados por los guanches. En otras
palabras, se trata en síntesis de los recursos que, exceptuados los bovinos, constituían también
el sustento de la economía guanche.
Seguramente los cromañoides norteafricanos conocían y practicaban la melladura del sílex
para fabricar utensilios, de forma particular en el Tassili durante el Período Bovidiano, pero
de esta industria o de sus posibles derivaciones desgraciadamente no hay indicios en Canarias.
En efecto, estando la estratigrafía geológica de las islas completamente desprovista de
sílex, es probable que las poblaciones que llegaron por primera vez al archipiélago llevasen
también el conocimiento de estas técnicas de trabajo, pero enseguida fueron olvidadas
totalmente, posiblemente después de pocas generaciones, debido a la falta de este material.
Ahora, un interesante indicio que nos lleva desde el Mediterráneo hasta las costas
norteafricanas, luego hasta el Sahara central y los pueblos paleobereberes y, al final, hasta las
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Islas Canarias, es representado por una serie de ideogramas que representan barcos estilizados
donde todos parecen derivar desde un prototipo común.
Figura IV. Grabado rupestre prehistórico con barcos desde uadi Barramina (Egipto).
Figura V. Grabado rupestre prehistórico con barco desde Kanais (Egipto): parece representada la imagen más
antigua del dios Min, cuyo culto está relacionado con la fertilidad.
Los pueblos minoicomicénicos
empleaban en gran cantidad algunos sellospintaderas
donde muchas veces se figuraban, esquematizándolas, imágenes de los que eran sus barcos
habituales: son cascos muy simples, con popa y proa muy altas, en general son con remos, tal
vez con velas, pero siempre los lados del casco son muy altos. Estas características son
curiosamente compartidas con las refiguradas por los pueblos del centro del Sahara, quienes
no tenían ninguna cultura propiamente marinera, pero igualmente utilizaban este mismo
ideograma para indicar el concepto de barco, que tenemos razón de considerar a su vez
sinónimo de viaje. Tenemos testigos de esto en algunos grabados y pinturas rupestres del
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Sahara, donde aparecen, aún estilizadas, estas mismas características. Este símbolo o
ideograma pasó luego, muy rápidamente, a cubrir un valor fonético, posiblemente silábico, y
lo encontramos otra vez en la inscripción del famoso Disco de Festós, fechado entre el 2000 y
el 1700 a.C., según los autores.
Sobre las rocas del Sáhara seguramente existían grabados y pinturas que simbolizaban
barcos ya antes de la llegada de los Pueblos del Mar; pero ¿por qué los paleobereberes, que no
eran en absoluto un pueblo migrador, habían asociado este signo tan importante hasta
transformarlo en signo alfabético?
Figura VI. Grabado rupestre prehistórico con barco desde uadi elAtwani
(Egipto): esta escena fue interpretada
como la representación del viaje de las almas con destino al mundo sobrenatural.
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Figura VII. Grabado rupestre prehispánico con barco desde El Cercado, Garafía (La Palma): su concepción
general es muy semejante al estilo de algunas figuras representadas en paredes de roca del Egipto prehistórico.
Desde: Martín Rodríguez, E, y Pais Pais, J.F., Las manifestaciones rupestres de La Palma, en: Beltrán
Martínez, A. (et alii), Manifestaciones rupestres de las Islas Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1996, p. 309.
Evidentemente justamente en razón de su gran carga simbólica con significado de viaje, o
sea de migración, exactamente el mismo concepto que los Pueblos del Mar expresaban con
sus sellospintaderas.
Es necesario recordar que la idea de viaje puede también manifestarse
en sentido místico, es decir, como migración del alma o del espíritu hacia una dimensión
metafísica.
Fig. VIII.
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Como siempre ocurre en el desarollo cultural de todas la civilizaciones antiguas que
llegaron hasta la creación de un sistema alfabético, el esquema de evolución simbólica sale
generalmente desde un ideograma que reproduce en dibujo el objeto mismo que puede evocar
la pronunciación, pues la fase siguiente será la de una más acentuada estilización del dibujo,
hasta llegar al punto que esto representará solamente un fonema, simbolizado por un signo
abstracto, sin aparentemente tener ningún paralelismo evidente con el objeto de origen. Esta
fue la génesis de la mayoría de los sistemas alfabéticos del mundo antiguo, como los
jeroglíficos egipcios, las escrituras árabe y hebraica, y en fin en el alfabeto fenicio, es decir, el
prototipo de la escritura occidental.
Podemos entonces pensar que también los líbicobereberes,
después del ejemplo de los
Pueblos del Mar, hayan introducido este símbolo en el repertorio iconográfico del tifinagh
arcaico: este signo fue transmitido entonces a los colonizadores de procedencia bereber que
llegaron a Canarias.
Figura IX. Grabado rupestre de barco en forma de cuenco desde Tamrit (Tassili n’Ajjer).
En Canarias, la posible relación entre figuras de barcos y signos alfabéticos fue
evidenciada por José de León Hernández y María A. Pereira Betancor: 1
Es posible la vinculación de algunos de estos grabados con otros grupos. En
Fuerteventura (Montaña Blanca y Morro de la Galera) se encuentran a pocos metros
siluetas de barcos y alfabéticos.
Por eso podemos hipotizar un tipo de reiteración conceptual expresada a través de dos
distintos medios gráficos. La misma posibilidad parece ser admitida por Navarro Mederos (en
otro artículo de la misma obra), quien dice: 2
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…la mayoría parecen ser de tipologías relativamente modernas entre
los siglos XVII
y XIX(…)
aunque algunos ejemplares pudieran ser más antiguos y anteriores a las
fechas indicadas.
Figura X. Grabado rupestre de barco en forma de cuenco con personaje que tiene dos plumas sobre la cabeza,
Egipto prehistórico, IV milenio a.C.
En el pasaje entre la forma figurativa hasta la alfabética observamos dos elementos:
– mayor esquematización,
– posibilidad de rotación de la figura.
Esta última característica fue evidenciada en los grabados canarios por Renata Springer:
La característica que poseen algunos signos líbicobereberes
de rotar sobre su propio
eje se relaciona generalmente con el sentido de lectura. Existen caracteres que de esta
manera giran de un eje de 90 grados. 3
Adaptando este antiguo ideograma a su idioma, los pueblos líbicobereberes
del Sahara
emplearon este símbolo como valor alfabético de la escritura usada por las poblaciones
paleocanarias: encontramos entonces, una vez más, este signo, en todo parecido, que
posiblemente podría representar una lejana herencia cultural llevada al Archipiélago por sus
colonizadores cromañoides prehispánicos.
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El método adoptado en este trabajo sigue el esquema evolutivo de las ciencias lingüísticas:
dibujo figurativoÞideogramaÞ signo alfabético
Línea 1 – El proceso de esquematización ha eliminado el contenido, concentrando la atención simbólica
meramente en el casco.
Línea 2 – La presencia de figura humana se convierte en un signo curvo.
Línea 3 – En ese caso, el contenido del casco no puede ser ignorado, pues es representado por un signo vertical.
Línea 4 – La estructura del barco resulta muy complicada, pues la estilización se concentra en proa, popa y
cuerpo central.
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NOTAS
1 “Las manifestaciones rupestres de Lanzarote”, en Antonio Beltrán Martínez et al., Manifestaciones rupestres
de las Islas Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1996, p. 65.
2 Juan Francisco Navarro Mederos, “Las manifestaciones rupestres de La Gomera”, op. cit., p. 282.
3 “Las inscripciones alfabéticas líbicobereberes
del archipiélago canario”, en Beltrán Martínez, A. et al., op.
cit., p. 402.
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