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FONDO BALLESTEROS: AMÉRICA COMO TEMA
Carmen Morales García
INTRODUCCIÓN
Desde 1961 la Casa de Colón de Las Palmas de Gran Canaria posee el Fondo Ballesteros.
Comprado en un primer momento para proporcionar un fondo bibliotecario a la naciente
Biblioteca Colombina, el Fondo Ballesteros constituye hoy por hoy uno de los fondos más
interesante dentro del panorama de los archivos y bibliotecas históricos de esta isla. El interés
que despierta al investigador viene sin duda marcado por la naturaleza de los mismos. No
viene generado por organismos ni diversas instituciones o personas, ni siquiera podemos
denominarlo fondo familiar sino que su origen parte de una labor productiva, concretamente
los instrumentos materiales, manuscritos, instituciones y personas que aportaron directa e
indirectamente en el desarrollo de la vida social y profesional de dos grandes historiadores:
Antonio Ballesteros y Mercedes Gaibrois. Conocer las líneas de investigación de este fondo
comprende también, conocer el desarrollo personal, intelectual y social de este “matrimonio”.
Una simbiosis que se plasma no sólo a nivel familiar sino a nivel profesional. Donde no se
puede entender la obra medieval, moderna, universal y americanista de Ballesteros sin la
sombra de Gaibrois. Sombra que se alarga por razones familiares, sociales y lo más
interesante, ideológicas hasta nuestras islas.1
Hablar de ideologías es hablar de mentalidades. En un momento donde la historia se ha
parcelado en numerosas especialidades investigar una línea historiográfica cuyas
características principales son estudios universales donde predomina una ideología basada en
el sentido español y en un segundo momento, un americanismo politizado, puede resultar
anacrónico. Pero la historia es evolución, es un proceso de formación y pese a circunstancias
políticas, económicas y sociales todos somos discípulos de nuestros maestros y maestros de
nuestros discípulos. Es desde este punto de vista donde hay que ver la obra de Ballesteros-
Gaibrois.
Antonio Ballesteros y Mercedes Gaibrois por sus contactos pertenecen a la denominada
Generación del 14, eslabón entre la del 98 y el 27, su línea historiográfica viene marcada por
las influencias del historicismo de Ranke, aprendido en sus viajes a Friburgo, sus contactos
con el Institut d´Estudis Catalans a través de sus investigaciones medievalistas le llevarán a
conocer a Finke y serán posteriormente amigos (que aunarán con lazos familiares) de Ramón
Carande.
La labor docente de Ballesteros parte desde 1906 cuando gana por oposición la Cátedra de
Historia Universal Moderna y Contemporánea de Sevilla. Será Sevilla una de las ciudades que
marcará más la vida personal y profesional. Ya que aquí conocerá a su futura esposa
Mercedes Gaibrois.
En 1912 pasa a la Universidad Central de Madrid como Catedrático, explicando la
asignatura de Historia Universal Antigua y Media. En 1914 consigue en la facultad de
Filosofia y Letras la Cátedra de Historia de América vacante por renuncia de D. Eduardo de
Hinojosa, finalmente en 1920 gana por oposición la Cátedra de Historia de España.
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Mercedes Gaibrois y Riaño nació en París en 1891. Hija única de D. Jose T. Gaibrois
encargado de negocios de Colombia en Madrid y fundador de la revista Colombia Ilustrada,
va a realizar sus estudios en la escuela Colombiana de Bellas Artes. Su encuentro con
Ballesteros se realiza en Sevilla cuando ella y su madre, Soledad Riaño realizan un viaje de
estudios artísticos por España e Italia. Desde ese momento, Gaibrois cambiará los pinceles por
los legajos, convirtiéndose en investigadora medievalista que le hará entrar como primera
académica numeraria en la Real Academia de la Historia en 1935. Asimismo será
correspondiente de la Academia de Buenas Letras de Barcelona y de la Sociedad de
Americanistas de París. Publicará numerosos estudios sobre la época medieval de España,
destacando su interés por la historia de género medievalista. Con respecto a América su
contribución más destacada será su labor en Raza Española. Revista de España y América,
donde junto a Blanca de los Ríos organizará homenajes a personajes americanos e investigará
sobre personajes históricos colombianos. Son pues dos historiadores volcados hacia América
desde una formación en historia de España y en el caso de Mercedes Gaibrois concretamente
medievalista. Formación que los llevarán hacia el Americanismo visto desde la óptica
“Hispánica”
¿Qué entendemos por este Americanismo que podríamos denominar
“Hispanoamericanismo”? Utilizado por ideologías fascistas, el americanismo ya politizado se
convirtió en el “sentido del Imperio”, en exaltaciones como el “Día de la Hispanidad”, en
instituciones de propaganda como el Instituto de Cultura Hispánica o búsqueda de héroes
históricos que fundamentaran el ideal de una España unida bajo un caudillo y proyectada
hacia Hispanoamérica. Reyes Católicos, Carlos V, Hernán Cortés o Pizarro será utilizados
para este fin. Pero antes de todo esto; antes, de una guerra civil que radicaliza posturas y
pensamientos, existieron unos intelectuales, historiadores y literatos preocupados por un
acercamiento hacia esa América perdida. De ellos, y de la figuras de Antonio Ballesteros y
Mercedes Gaibrois, como precursores del americanismo, es de lo que vamos hablar.
BALLESTEROS, GAIBROIS Y SU LÍNEA HISTORIOGRÁFICA2
El primer problema que se nos plantea es el sentido de la propia palabra, ¿a qué
denominamos “Hispanoamericanismo”? A principios del sigo XX los estudios cuyo tema
principal era América no se hallaban desligados de los estudios sobre la historia de España.
Parte de su imperio colonial, América constituía una provincia más que daba sentido al ser de
España. La terrible desazón que produce el desastre del 98 fue entendida no sólo como una
pérdida de la influencia de España en el ámbito internacional (desde cuya perspectiva hay que
explicar todo el desarrollo de la historiografía sobre América), sino, quizás lo más importante
para las mentalidades, como una separación de un territorio que configuraba la propia esencia
de España.3 Dos hechos políticos serán decisivos a la hora de fomentar la preocupación por
América como tema historiográfico: la pérdida de las colonias del continente (1808-1924) y
finalmente, la pérdida de las Antillas y Filipinas en 1898. Junto a ello, la celebración del IV
Centenario del Descubrimiento de América (1892), servirá para lanzar los estudios sobre esa
América perdida.4 En todo este proceso, cabe destacar la figura de Rafael de Altamira, que a
partir de su viaje a América en 1909-1910 recupera las relaciones culturales entre España y
sus antiguas colonias. A partir de aquí comenzará una serie de estudios que lo llevarán a
desarrollar el americanismo en España y que culmina con la creación de la Cátedra de
Instituciones políticas y civiles de América en La Universidad Central de Madrid.5
Altamira es un ejemplo para ver cómo el desarrollo de la investigación sobre América
estuvo estrechamente relacionado con la evolución de la cultura y las necesidades de la
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política exterior de España. Los historiadores como pertenecientes al “estamento” de los
intelectuales, (que en esta época se caracterizan por ser altamente cualificados pero a la
misma vez minoritarios), están vinculados de manera estrecha a literatos y filósofos y todos
sustentan la ideología de los políticos.6
La primera generación de historiadores preocupados por América en el siglo XIX centrarán
sus trabajos en dichos acontecimientos: las efemérides de 1892 y el desastre de la política
española que los condujo a la pérdida de las colonias. Aparece en ellos la raíz de la búsqueda
de la grandeza española que posteriormente retomará de una forma más politizada la
historiografía nacida a partir del final de la guerra civil.
Antonio Ballesteros y Beretta pertenece al denominado grupo de americanistas de la
segunda mitad del siglo XIX: Rafael Torres, Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912),
Melchor Fernández Almagro (1893-1966), Marqués de Lozoya (1893-1978), Agustín
Millares Carló (1893-1978), Ciriaco Pérez Bustamante (1896-1978). Y pese a no vivir de
forma directa estos acontecimientos serán los difusores del legado de la anterior generación
americanista marcada por la pérdida del imperio colonial español y el resurgir del
americanismo en los años cuarenta, marcado hasta ese momento por un
“hispanoamericanismo” fomentado desde el sistema político ganador de la guerra civil. Si los
anteriores se preocuparon casi de forma general por los descubrimientos y conquistas, esta
generación ampliará su temática: Millares Carló sobre Bibliografía y Paleografía, el Marqués
de Lozoya sobre arte, a Fernández Almagro le interesará la Emancipación y finalmente, a
Antonio Ballesteros, los temas colombinos y el descubrimiento.7
Ballesteros y Gaibrois tomarán la bandera de la parte nacional, pero es una decisión
anterior, una decisión nacida de su propia ideología marcada por el sentido de España y el
sentido de América. Una y otra no se identifican sin unos valores: historia, religión y lengua.
No podemos entender estos valores y esta mentalidad sin las circunstancias políticas que
marcaron las relaciones España y América entre 1919 y 1945. Tanto una como otra fecha
significaron el término de las dos guerra mundiales, donde Estados Unidos sale vencedora, lo
que es entendido desde al americanismo como una pérdida de la influencia de la cultura
hispánica en el Nuevo Continente.8
Los historiadores “hispanoamericanistas” intentarán a través de sus investigaciones
reivindicar un americanismo donde se vea patente la influencia de España en esa América
perdida en 1919, bajo el expansionismo norteamericano y en 1945, de las influencias de los
dos grandes vencedores de la segunda guerra mundial: el comunismo y su igualdad social y el
imperio económico yanqui. Ambos representaban los grandes males que habían llevado a
España a su pérdida de universalidad y finalmente a su cruenta guerra civil, la falta de una
identidad nacional basada en jerarquía (no igualdad), servicio (no libertad) y hermandad (no
fraternidad). Los viejos valores del tradicionalismo del antiguo régimen que aún en 1940
pujaban contra las ideas liberales de la revolución francesa y quedaban restituido bajo una
palabra “Hispanidad” y en un ideólogo: Ramiro de Maeztu.
RAZA ESPAÑOLA. REVISTA DE ESPAÑA Y AMÉRICA
Si bien Ramiro de Maeztu publica su obra Defensa de la Hispanidad en 1933, obra que
expresa el ideario ideológico de las relaciones culturales con América en la época franquista,
el origen del mismo hay que buscarlo mucho antes. Raza Española es sin duda el más claro
ejemplo de ese espíritu regeneracionista conservador surgido a raíz del Desastre de 98. La
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idea de buscar en el pasado la identidad de la cultura hispánica marcará la tendencia de los
literatos e historiadores surgidos a partir de esta fecha. En las ciencias históricas, el grupo
nacido bajo la figura de Menéndez y Pelayo, donde destacan sus discípulos Bonilla y San
Martín y Blanca de los Ríos, recoge la preocupación de su maestro (la búsqueda de la
identidad española) y la metodología de la escuela historicista alemana a través de la figura de
Finke y la escuela de Friburgo. El historicismo alemán de Ranke (1795-1886) defiende la
búsqueda exhaustiva de los documentos originales depositados en los archivos, su
verificación, autentificación y cotejo mutuo además de su empleo como base fundamental y
casi exclusiva de la narración histórica. La Historia “tal y como había sucedido”, evitando el
subjetivismo del historiador y su posible carga ideológica. Lo paradójico es que esta
metodología creó un culto al hecho histórico convirtiéndolo en sustento de fuerzas políticas e
ideológicas.
Los hispanoamericanistas de la segunda mitad del siglo XIX (literatos o historiadores) se
vieron fuertemente influenciados por las teorías de Ranke y ante el hecho de la pérdida de las
colonias recurrieron a un hecho histórico: el descubrimiento de América como el comienzo de
la cultura latina en el continente americano. Este hecho implicaba dos consecuencias: 1) la
entrada de España como primera potencia en la historia universal y 2) el papel de España
como trasmisora de la cultura latina al configurar un imperio basado en una misma lengua,
(castellano), una misma religión (católica) y una misma monarquía (Habsburgo). No nos ha
de extrañar que al igual que los discípulos de Ranke (Niebhr y Mommsen) plantearan una
similitud entre Roma y Prusia y se centraran en temas políticos y diplomáticos, los
hispanoamericanistas se sentirán atraídos por estas comparaciones, estableciendo similitudes
entre el imperio romano y el español y centrarán sus personajes para que defiendan la idea de
una España con una función universal y católica.
Raza española. Revista de España y América se funda bajo la dirección de Blanca de los
Ríos en 1919. Su consejo de redacción estará formado por la propia directora, José Mº Rivas
Groot, el Conde de las Navas, Vicente Lamperez y Antonio Ballesteros. Sus colaboradores
serán numerosos, destacando la figura de Alfonso Reyes, Concha Espina, Emilia Pardo
Bazán, Ángel Altolaguirre, Álvarez Quintero, Bonilla y San Martín, Ortega Munilla,
Fernando de los Ríos, Rubio y Lluch... unidos por un concepto de la raza que su directora
expone de forma clara en la presentación de la revista: “Raza española son la gente que
arrancan del mismo milenario tronco hispano, las nacidas en la península indivisible al
entallarla como un solo bloque entre el Pirineo y las olas de dos mares; la gente que hablan
una lengua de raíz única cuyos monumentos literarios se confunden en una misma cuna
histórica. Raza española son las gentes de todo el vasto mundo que descubrió y sometió
nuestro genio peninsular, tanto uno en su lengua y en su literatura galaico–portuguesa, madres
de la castellana, como en su sed geográfica y en el anhelo expansivo que le empujaba a sus
descubrimientos y conquistas...”. De esta forma la revista abogaba por la unión de toda la
Península Ibérica (Portugal y España) y toda Sudamérica bajo una misma nacionalidad, la
nacionalidad de la raza, que quedaba constituida bajo el tronco común de la lengua. Blanca de
los Ríos reivindicaba la figura de Menéndez y Pelayo como fundador de este concepto. “Toda
esa gran familia que alienta de nuestro espíritu transfundido en el habla, todo el vasto mundo
geográfico que abarca en sus grandes síntesis Menéndez y Pelayo, primer español completo,
hombre que vivió, pensó y escribió para toda la estirpe, como quien tan bien conocía la
génesis y la espiritualidad de toda ella, es nuestra Raza”.9
La revista explicaba claramente quiénes eran sus enemigos. La fecha 1919, final de la
primera guerra mundial suponía una victoria más del expansionismo de EEUU sobre América
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y una pérdida para España ya no a nivel político o económico, sino cultural. El grupo
reivindicaba la historia común pero sobre todo, la lengua “... porque ciego estar quien no viere
que en medio de esta época de positivismo y de imperialismo, de fuerza y de plutocracia, a la
geografía que trazó la espada sobre el haz de la tierra, se impone otra geografía más fuerte,
con las enormes cohesivas del espíritu y del amor; la geografía animada y dominadora de las
lenguas, que contiene infuso el espíritu de las razas; así en la actualidad son y lo serán más
cada día dos grandes lenguas, dos grandes razas representadas y unidas cada cual por su
lengua: la raza española y la raza inglesa, las que se disputan el dominio del mundo...”.10
Finalmente el ser de la raza, aquel dilema abierto desde la pérdida de las colonias quedaba
configurado como una unión entre el ser español y el ser americano, “... no se puede ser
íntegramente americano sin ser íntegramente español y al revés no se puede ser plenamente
español sin sentirse juntamente hispano-americano... España se partió en dos...”. La raza
quedaba constituida en defensa de unos objetivos: la lengua castellana y portuguesa y la
historia común de España y Portugal con América. En 1923, con la llegada al poder de
Miguel Primo de Rivera, la revista alcanzará su mayor prestigio e influencia ya que su
directora fue afín al régimen dictatorial, llegando incluso a ser, una de las pocas mujeres que
accederían a la Asamblea Nacional.11 De este momento es la celebración de la Fiesta de la
Raza en Madrid donde apreciamos que el concepto de “raza” se ha modificado. La raza
estaría ahora constituida solamente por España y los pueblos hispanoamericanos apareciendo
la fe católica como instrumento de unión y trasmisor de la lengua castellana. Es por ello, que
ya no se reivindique el hecho del descubrimiento sino la conquista y colonización,
apareciendo España como la gran madre (Hispania Mater) difusora del catolicismo y con ella,
la cultura. Evidentemente las palabras ya escondían la influencia de la iglesia en este
momento, influencia bien patente en las celebraciones de la Exposición Universal de Sevilla
en 1929 donde Blanca de los Ríos manifestaría su adhesión a Accion Católica.12
Ballesteros y Gaibrois son sin duda el ejemplo perfecto de este compromiso aplicado a una
línea historiográfica. Desde sus colaboraciones con Raza Española, (1913-1929) hasta sus
conferencias En el Museo Canario en 1939 sobre “Augusto y el imperio”, “La Génesis del
Imperio Español” o la “Semblanza del Cardenal Cisneros”.13 Una preocupación por parte de
él de la Universalidad de este país que lo llevará a realizar su magna obra Historia de España
y su influencia en la historia universal, y en el caso de ella, su compromiso católico. No hay
que decir que no son los primeros pues ya Lafuente en su Historia General de España se
ensalzaba en los valores nacionalistas derivados de los ideales de mundo antiguo (su Viriato
encarnaba los ideales de valentía, honradez y fortaleza).
Pero la preocupación de la Universalidad de España de Antonio Ballesteros parte desde su
propia formación como medievalista. Su discurso de entrada en la Academia en 1918 es
sobre la figura de Alfonso X, emperador (electo) de Alemania y en él, el autor nos comunica
su interés por “El imperio alemán en la Edad media y del pensamiento imperial de un
monarca español”.14 Adolfo Bonilla y San Martín, en su contestación, recoge la actualidad del
tema comparando el momento de Alfonso X el sabio con el imperio de Carlos V, y cómo a
partir de 1558, con la renuncia del imperio, se inicia la decadencia en España al estar aislada
entre sus dos tradicionales enemigos: Francia e Italia. Volvemos al espíritu regeneracionista,
al porqué de las causas de la derrota de España en la política internacional y a retomar el
momento de la casa de los Austrias como el de mayor esplendor para el país.
“Con la España austriaca –escribió Cánovas del Castillo–..., pereció la verdades, la antigua,
la grande España de los Reyes Católicos, no quedando más que el odio que a causa de lo
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pasado nos han profesado hasta ahora unánimante los extranjeros... España puede ser todavía
una gran nación continental y marítima, uniéndose pacífica y legalmente con Portugal su
hermana, comprando o conquistando a Gibraltar tarde o temprano, y extendiéndose por la
vecina costa de Africa...”.15 Como hemos visto, la idea sería nuevamente repetida nueva años
más tarde por Blanca de los Ríos en su introducción de Raza española.
El interés por la universalidad de España queda bien patente en la que será su obra magna.
Historia de España y su influencia en la historia Universal. La obra es reseñada en Raza
Española por Cayetano Alcázar como “una gran obra de cultura y Patriotismo” destacando las
época donde se aprecia los mayores logros de España: “Carlos V es el momento cumbre de la
hegemonía” o “ser español en aquel gran siglo es representar la supremacía y el orgullo de los
máximos valores...”. Sobre la época de Felipe II, Alcázar reivindica la obra de Ballesteros
como “... una nueva historia mucho más sagaz y exacta que la nacida en prejuicios y
sectas...”. O “... vibra el españolismo, la defensa de cuanto honra y enaltece, sin excluir cuan
cumple la veracidad del historiador”.16
Pero detrás de todos estos compromisos políticos e ideales regeneracionistas hay algo más.
En el prólogo que A. Ballesteros realiza para su primer tomo de Historia de España y su
influencia en la historia Universal, el autor expone sus intenciones:
“Intentamos,… presentar una compilación honrada y científica, declarando los escritores
que inspiran nuestros juicios y a quienes seguimos en los distintos pasaje de la exposición...
las controversias, la polémica y los encontrados argumentos procuramos presentarlos con
absoluta imparcialidad, evitando prejuicios o simpatía.... anhelamos hacer una obra española
en el sentido de apreciar exactamente y sin viciosas exageraciones la parte debida a España en
la evolución de la humanidad y en las diversas fases del dinamismo históricos...”.17 En su
introducción a la monografía sobre Colón el autor nos señala: “... en la obra que publicamos
los textos hablarán su lenguaje y los documentos aportarán sus noticias. No he querido omitir
la exhibición de fuentes. Luego, la concordancia de los textos y el comentario dan el resultado
a la vista del lector, sin escamoteos y juegos líricos, en ocasiones engañosos. Lo comprobado
aparecerá como tal, y la conjetura franca sin extremosidades, intentaré explicar el fenómeno y
la aclaración de lo turbio con una solución provisional...”.18
Hablamos de labor de síntesis bibliográfica en sus estudios universales, de recopilación de
documentos inéditos en sus obras monográficas y de resaltar la importancia de realizar una
crítica objetiva en las fuentes documentales. Algo tan esencial en nuestras actuales
investigaciones llama la curiosidad a principios del siglo XX: la importancia de las fuentes
documentales.19
Esta labor es compartida y apreciada en la obra de su mujer Mercedes Gaibrois. Elías
Tormo y Monzó en su contestación nos indica: “... cuento cuidadosamente los Archivos
visitados y... alcanza el número de 134 Archivos, ¡134!, 134 archivos en no menos que 99
ciudades o villas distintas...”.20
Ballesteros y Gaibrois, pues, pertenecen al grupo de historiadores afines a la revista y por
tanto, afines a la idea de raza. Pero ante todo son investigadores preocupados por la
documentación. Por su metodología y por su temática están estrechamente relacionados con la
escuela de Barcelona nacida de la figura de Mila y Fontanals. De ellos, a parte de Menéndez y
Pelayo y Bonilla y San Martín, ya reseñados cabe destacar la figura de Antonio Rubio y
Lluch. La influencia sobre la obra de los Ballesteros es reconocida por ambos en sendos
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artículos publicados en Raza Española con motivo de un homenaje que le realiza la revista al
catedrático de Literatura Española de la Universidad de Barcelona. Discípulo de Mila y
Fontanals y siguiendo a su maestro en “arqueología histórica y literaria”, polígrafo reconocido
como el iniciador del Hispanoamericanismo en Cataluña, activo propagador del españolismo
en América y de la literatura hispanoamericana en España.21 Rubio y Lluch es reconocido
como fervorosamente catalanista y defensor de la lengua catalana, no separatista y en un nexo
que une a Cataluña con la gran vida hispánica. Para Ballesteros, Lluch es maestro y amigo,
interesado en la historia medievalista catalana y mantendor de la relaciones con
Hispanoamérica.22 De igual manera Gaibrois, resalta la figura Rubio y Lluch como polígrafo
admirable, y como profundo conocedor de la literatura hispanoamericana destacando su obra
Estudio hispanoamericanos. Gaibrois define en la obra de Rubio y Lluch, los problemas
surgidos en el mundo intelectual de Hispanoamérica a raiz de la emancipación de las colonias.
Los problemas de la fraternidad intelectual con Hispanoamérica son señalados por Rubio
concisamente. En 1893 decía, “literariamente, no nos conocemos” y, por desgracia, señala la
autora, “esta verdad es más amarga hoy día” Entonces lamentaba no encontrar libros
americanos en España; Rubio comprendía la importancia extraordinaria del intercambio
intelectual y proponía un acercamiento de prensa. Esto sólo demuestra cómo la clara visión
del polígrafo catalán ha señalado el nudo del gran problema intelectual del habla española”.23
Tal y como nos cita Gaibrois, “Rubio y Lluch, amante de su lengua regional... tiene una
magna concepción del imperio espiritual que abarca dos mundos y se siente orgulloso de la
España que civilizó el Continente Nuevo, dejando la simiente de las literaturas americanas...”.
El americanismo nace en los Ballesteros, pues por una preocupación por la regeneración
cultural con el Nuevo Continente. En el caso de los dos, será ella la precursora tanto por su
colaboración con Blanca de los Ríos en Raza Española como por su procedencia y amistades.
En el caso de él, la preocupación será más tardía y de forma historiográfica en personajes
puntuales como Colón o Juan de la Cosa, resaltando su contribución al desarrollo del
americanismo desde su Cátedra de Historia de América en la Universidad Central. A
Ballesteros le debemos la formación de instituciones como el Instituto Hispano-Cubano o la
gestación de Revista de Indias o Anuario de Estudios Americanos. A Gaibrois su
preocupación por la literatura hispanoamericana y su colaboración en homenajes a figuras
hispanoamericanas.24
Uno y otro respetaron la documentación, recopilaron documentos, buscaron en el pasado
medieval y moderno y se acercaron con interés a la temática literaria e historiográfica de
América. Quizás ése sea su mejor legado: apreciar las fuentes documentales para que sean la
base de una mayor comunicación intelectual con América.
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NOTAS
1 La presente comunicación es uno de los resultados del proyecto de investigación: “Archivo Virtual
Canarias-América: Fondo Ballesteros” del equipo de investigación de la Universidad de Las Palmas de
Gran Canaria “G9”. Proyecto que ha sido financiado por las Ayudas a la investigación de las relaciones
Canarias-América del Cabildo de Gran Canaria (Casa de Colón). Dentro de este mismo proyecto estamos
elaborando una base de datos con la documentación americanista de este Fondo.
2 Existen numerosas biografías acerca de Antonio Ballesteros, no así de su mujer Mercedes Gaibrois. Del
primero cabe señalar: Ballesteros Gaibrois, Manuel: “Antonio Ballesteros Beretta en el recuerdo familiar”.
Revista de Indias, 1981, vol.XLI, nº163-164, pp. 297-298.; Deleito y Piñuela, José: “La aportación de D.
Antonio Ballesteros a la Historia General de España”, Revista de Indias, vol. XI, nº43-44, pp. 418-420;
Marañón, Gregorio: “Homenaje a D. Antonio Ballesteros”, Revista de Indias, 1951, vol. XI, nº 43-44, pp.
417; Perez Bustamante, Ciriaco: “D. Antonio Ballesteros”, Revista de Indias, 1949, vol IX, nº 37-38, pp.
471-479; S/A, “Homenaje a D. Antonio Ballesteros Beretta”, Revista de Indias, 1949, vol. IX, nº 37-38;
S/A: “Bibliografía de Antonio Ballesteros Beretta”, Revista de indias, 1949, vol. IX, nº37-38, pp. 482-488;
“Recuerdo a D. Antonio Ballesteros Beretta”, Revista de Indias, 1950, vol. X, nº 39-40-41, pp. 251-256,
pp. 463-468, pp. 704-710; “Esquema biográfico del Excmo. Sr. D. Antonio Ballesteros Beretta”, Revista de
Indias, 1951, vol. XI, nº 43-44, pp. 251-259; Vega, Angel Custodio, “D. Antonio Ballesteros Beretta”,
Revista de Indias, 1951, vol. XI, nº 43-44, pp. 420-424; Ezquerra, Ramón, “Los primeros tiempos de la
Revista de Indias”, 1989, vol. IL, nº 187, pp. 555-561; Ezquerra, Ramón, “En el Primer Centenario de
D.Antonio Ballesteros Beretta”, 1981, vol. XLI, nº 163-164; Benitez, Simón, “Recuerdo de un gran
historiador y su obra. D. Antonio Ballesteros Beretta”, revista El Museo Canario, Julio-Diciembre 1949,
Nº 31-32, pp. 229-254. Sobre Mercedes Gaibrois ver: “Episodio de la vida de María de Molina”, Discurso
leído en la Academia de la Historia, 24 de febrero de 1935 en la recepción pública de Doña Mercedes
Gaibrois y Riaño de Ballesteros, Madrid, 1935; Enciclopedia, pp. 294. Actualmente, Doña Mercedes es
objeto de nuestro estudio tanto por su relevancia como historiadora, como por su labor de precursora de la
entrada de la mujer en la esfera intelectual.
3 División del espíritu hispánico que será recogido por Ramiro de Maeztu y base de su posterior obra
Defensa de la Hispanidad, 1933.
4 El americanismo es auspiciado por el regeneracionismo de finales del siglo XIX y principios del siglo XX,
en el momento en que se produce una coincidencia cultural: el americanismo español y el hispanismo
americano. Entre ellos hay que destacar la figura de Rafael Maria de Labra como precursor de las
actividades americanistas. Ver “Un capitulo regeneracionista: el hispanoamericanismo (1892-1923)”, pp.
104-106, en La doma de la Quimera (ensayos sobre nacionalismo y cultura en España), Universitat
Autonoma de Barcelona, Bellaterra, 1988.
5 Rafael Altamira pertenece al grupo de catedráticos de la Universidad de Oviedo que en octubre de 1900
elevaban un escrito de proposiciones al Congreso Social Hispanoamericano de Madrid pidiendo el
establecimiento de una enseñanza superior internacional, constituyéndose en la adelantada del
americanismo universitario. Ver “Un capítulo regeneracionista: el hispanoamericanismo (1892-1923)”,
pp.114, en La doma de la Quimera (ensayos sobre nacionalismo y cultura en España).
6 En el caso de Antonio Ballesteros sus implicaciones políticas será breves. Afín al movimiento maurista, del
que llegará a ser el director de su revista cultural Vida ciudadana; es presentado para las elecciones en
Madrid en 1914 y posteriormente saldrá elegido como Gobernador Civil de Sevilla en 1919 con Maura.
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Junto a su primo Pío Ballesteros será miembro del Centro Juventudes Mauristas. Ver Gutiérrez-Ravé José,
“Yo fuí un joven maurista”, pp. 188-193 y artículos referenciados en nota 1.
7 Ver Morales Padrón, F., América como tema, Sevilla.
8 Habrá que esperar hasta la década de los cincuenta para que el gobierno de Franco realice una apertura
hacia Norteamérica, ganadora de la II Guerra Mundial y benefactora de Europa con su Plan Marshall. Será
el comienzo de la constitución de las “Casa de Colón”, entre ellas, la inagurada en Las Palmas de Gran
Canaria en 1953, fomentada desde el Instituto de Cultura Hispánica y a la que arribará para festejar el Día
de la Hispanidad en 1956 el embajador de EE.UU. A.E.A. nº 3, Crónicas, pp. 647-663.
9 Ríos, Blanca de, “Nuestra Raza”, en Raza española. Revista de España y América. Año I, Enero 1919, nº 1,
pp. 10
10 Idem, pp. 8-9
11 Sobre Blanca de los Ríos ver, González López, Mª Antonieta, Aproximación a la obra literaria y
periodística de Blanca de los Ríos, Fundación Universitaria Española.
12 “De la Fiesta de la Raza en Madrid”. Raza Española. Revista de América y España. Año V, Septiembre-
Octubre, 1923, nº 57-58; “Hispania Mater”, Raza Española. Revista de América y España, año VII,
Noviembre y Diciembre, nº 83-84.
13 Ver la referencia periodística de Luis Doreste Silva, “Tres lecciones magistrales abiertas en arco de
Hispanidad en fragancia de Imperio”, Diario Hoy, Domingo, 5-II-1939. En la misma se cita el compromiso
político del catedrático con la causa nacional: “Tuvo esta conferencia un colofón preciso, cuando en la
exaltación formidable de la obra de Augusto, hizo el ilustre profesor pasar la imagen de nuestra España en
cruzada, erecta la conciencia en vocación santa de Imperio”, pp. 6.
14 Ballesteros, Antonio, “Discurso leído ante la Real Academia de la Historia en la recepción pública del
señor D. Antonio Ballesteros y Beretta”, Madrid, 1918.
15 Bonilla y San Martín, Adolfo, “Contestación al discurso de d. Antonio Ballesteros y Beretta”, Madrid,
1918.
16 Alcázar, Cayetano, “Una gran obra de cultura y patriotismo”, Raza Española. Revista de España y
América, Año VIII, 1926, Mayo-Junio, nº 89-90.
17 Ballesteros Beretta, A. Historia de España y su influencia en la Historia Universal, T.I, Barcelona, 1919,
p. VI.
18 Ballesteros Beretta, A. “Cristóbal Colón y el Descubrimiento de América”, T. IV de Historia de América,
Barcelona, 1945.
19 Esta labor como recopilador y crítico de las fuentes bibliográficas y documentales es recogida en todas sus
biografías y especialmente señalada para su obra Sevilla en el siglo XIII.
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XV Coloquio de Historia Canario-Americana
1300
20 Tormó y Monzó, E. “Contestación al....”, op. cit, p. 84.
21 Ríos, Blanca de. “El maestro Rubio y Lluch”, Raza Española. Revista de de España y América, año VI, nº
65-66, 1924, mayo-junio, p.68.
22 Ballesteros Beretta, A. “Rubio, Historiador”, Raza Española. Revista de España y América, p. 79.
23 Gaibrois, Mercedes; “Rubio y Lluch, americanista”, Raza española..., año VI, p. 76 Su unión con la
escuela catalana y con figuras como Rubio y Lluch y Valls Tabener harán que nos aparezca en “Manifiesto
de la lengua catalana” en 1929.
24 Ver “Homenaje a Caldas”, en Raza Española..., año VII, nº 73-74, 1925, enero-febrero.
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