EMIGRACION ITALIANA EN AMERICA LATINA Y EL REDES-CUBRIMIENTO
ITALIANO DE CANARIAS
Decenios antes que se iniciase el flujo emigratorio hacia las Amé-ricas
existe en Italia un notable interés por las áreas americanas en
general y por las latinoamericanas en especial. A diferencia de cuanto
aconteció a lo largo del siglo XVIII y de los primeros decenios del
siglo XIX, cuando el interés era esencialmente fundado en los ele- m
mentos exóticos, en el curso de la segunda mitad del siglo XM. co- E
mienza a desarrollarse un. interés de tipo utilitario. Por algunos de- O
cenios aún la imagen italiana de América fluctuó entre el mito y el =m
conocimiento subjetivo. Este último, que era el resultado del cono- O
E
cimiento subjetivo. Este último, que era el resultado del conoci- E
2
miento de la realidad latinoamericana por parte de individuos ais- E
lados -como lo fueron los viajeros- alcanzaba el público indirec- 3 tamente. La realidad transoceánica, filtrada por la subjetividad del
relator, terminaba por ser reelaborada en seguida por el lector a la -
0m
luz de su conocimiento preexistente. E
En el curso de la segunda mitad del siglo XIX, la realidad de la
emigración masiva impuso un modelo de conocimiento diferente,
adecuado a la vastedad del nuevo problema. Nació así la necesidad
de un conocimiento de los países americanos y de los puntos inter-medios
entre Italia y América hacia los cuales se orientaba o transi-taba
una buena parte de la emigración. Empieza a imponerse así un
vínculo que no existía antes: el conocimiento objetivo tiende a
orientarse esencialmente hacia los sectores de la sociedad, de la eco-nomía
y de la política latinoamericana vinculados con la emigración l.
Una de las obras que permite comprender mejor la transición
desde una visión subjetiva a otra de tipo utilitario es sin lugar a du-das
la de Paolo Mantegazza, quien facilita al público culto italiano
la posibilidad de establecer un nexo entre el mundo lejano y extraño
de América y el mundo europeo y lo hace utilizando -tal vez en
1. Sobre la visi6n italiana, cf. M. CARMAGNAGN.I ;C ASETTAL:a ilnagm de América
Latina en Italia en los siglos XJX y XX, "Estudios Latinoamericanos" (Varsavia),
1980, n. 6, pp. 55-62.
modo inconsciente- la descripción de un punto intermedio entre
Europa y América que él individualiza en Canarias.
Para comprender la operación de uacercamientoa de la realidad
americana realizada por Paolo Mantegazza, es menester recordar que
todavía a comienzos del siglo pasado las áreas extraeuropeas apare-cen
asociadas a una reminiscencia literaria o histórica. De Canarias
se tenía una imagen que asociaba el archipiélago a las Islas Afortu-nadas,
es decir, la idea de una antigua y perdida felicidad o la de
un lugar donde poder desarrollar un proyecto utópico. Ahora bien,
si se toma en cuenta que desde mediados del siglo XM el número de
navios italianos que se dirigen hacia el Brasil, el Río de la Plata y los
países de la costa del Pacífico Sud, recalan en Canarias, se entiende
la operación cultural orientada a establecer que el mundo americano
es un mundo real, con sus conflictos y sus equilibrios, necesita con-temporáneamente
que se cancele la vieja imagen de Canarias como
las Islas Afortunadas.
Es a la luz de estas consideraciones que debe ser visto el libro
de Paolo Mantegazza, Rio de la Plata e Tenerife, publicado 2.
Por el número de ediciones de la obra, estamos pues en presencia
de un best sdler, que se debe explicar en algún modo. En efecto, son
rarísimos los casos que este tipo de literatura haya tenido en Italia
en este período más de una edición y, lo que es más raro aún, es que
el interés se haya mantenido a lo largo de un decenio.
El interés suscitado por esta obra depende, en primer lugar, de la
personalidad del autor. En efecto Paolo Mantegazza fue una persona
de mil actividades, múltiples intereses y, por cuanto nos concierne
directamente, un hábil escritor que sabía presentar los temas ame-ricanos
y canarios en modo claro y eficaz. Este interés por la divul-gación
es recordado por él mismo en un escrito autobiográfico de los
últimos años de su vida, en el cual relata como su primer tentativo
de escFi:or fUe texto de &>pd!gaciSi, de la *hita.
De la vida de nuestro autor, poco sabemos en detalle. Como buen
hijo de la burguesía de Milán, hizo sus estudios en el liceo y en se-guida
en la Universidad de Pavía, donde estudia medicina. En 1854,
apenas recibido de médico, se dirige a la Argentina donde ejerce su
profesión en la región de Entre Ríos. Aprovecha de su estancia en
Argentina para recorrer el país, deteniéndose en Santa Fe, Santiago
2. El título completo es: Rio de la Plata e Tenevife. Viclggi e studi di P. Man-tegama,
Brigola, Milán, 1.a edicih, 1867 ; 2.& ed., 1870; y 3." ed., 1877.
del Estero, Córdoba, Tucumán, Salta, y llegan hasta Bolivia. En 1857
lo encontramos en Buenos Aires, donde enseña medicina en la Uni-versidad.
En 1858 regresa a Italia y el año siguiente obtienc la cáte-dra
de Patología médica de la Universidad de Pavía. En esta Univer-sidad
organiza el primer laboratorio de patología en Italia. En 1861
y 1863 regresa a Argentina por un breve período y es en esta ocasión
que permanece por dos meses en Canarias.
El resultado primero de sus peregrinaciones es la obra SulZ'Ame-r
i c ~m eridion~le.L ettere mediche, publicada en Milán en dos volú-menes
entre 1858 y 1860. En esta obra describe las enfermedades y
sobre todo las formas populares de curación en las provincias inter-nas
de la Argentina. Muy pronto comprendió la necesidad de ex-rn-
n-n-d-i-r *p- c-t-p- ~ c t i ~ dyi n & hacerlo m á s accesible al gran píblico. Algu- -----e- ,,
nos de los argumentos tratados son retomados en efecto en su Río de D
N
la Plata e Tenerife. Su elección como diputado por el distrito de E
Monza, su ciudad natal, en 1865 favorece la primera edición de este O
n ' libro, que es de 1867. -
m
O
En 1870, siendo aún diputado, cargo que ocupará hasta 1876, EE
abandona la cátedra de patología para ocupar la cátedra de Antro- sE
pología, la primera creada en Italia. En efecto, sus intereses científi- -
cos eran centrados en la antropología que según su formación y con- =
vicción positivista, era la disciplina que mejor sintetizaba la investi- --
0 gación médica con la investigación social. Junto con esta actividad, mE
Mantegazza emprende una meritoria labor de divulgación higienista, O
que se traduce en la publicación de un anuario de higiene popular
que sigue publicándose hasta 1902. Su nombramiento como senador n
E en 1876 coincide con la tercera edición de su Río de la Plata e Te- -
a
nedfe y con la publicación de su IE d o ignoto, relación sobre la vida nl
política argentina. Paralelamente a esta actividad, emprende la labor n
n
de organización del museo 'de antropología y de etnografía de Flo- 3
rencia y funda la sociedad italiana de Antropología que, a partir de O
1871, edita el Archivio~ di Antropologia ed Etnologicz3.
Esta reconstrucción de las actividades de P. Mantegazza no tiene
un fin exclusivamente biográfico. A través de ella, se trata de recu-perar
algunos elementos que permitan descubrir los motivos de la
popularidad de una obra como Rb de 10 Plata e Tenerife y el signi-
9 La vida y abra de Paolo MANTEGAZhaZ As ido reconstruida a partir de sus
libros autobiográficos, Ricordi politici di un fantaccino del Parlamento italiano, Bem-parad,
Florencia, 1897 y Il primo paso. Note autobiografiche, Villani, Napoli, 1916,
y los datos contenidos en M. Rosr (ed.): Diziomrio del Riswgimento mzioncúe,
Vakdi , Milb, 1933, vol. 111, p. 475 y en D. PETRIELLAS.; SOSAM IATELLOD:i ccio-nario
biogrdfico italo-argentino, Asociaci6n Dante Alighieri, Buenos Aires, pp. 416-417.
ficado que esta popularidad pudo haber tenido en la nueva imagen
de Canarias y de Argentina en Italia.
Lo que hasta ahora hemos dicho permite descubrir algunos ele-mentos:
el primero, que existe una fuerte interrelación entre la po-pularidad
del autor -parlamentario, catedrático, hombre de cultu-ra,
etc.- y la fuerte aceptación de su obra y, el segundo, que la po-pularidad
de la obra coincide con un arco temporal durante el cual
era más viva y más apremiante la necesidad de reestructurar la
imagen de las Américas. Dicho con otras palabras, la obra aparece en
un momento en el cual la opinión pública italiana -que coincide en
esos momentos con los grupos burgueses- reclama información con-creta
y no fantasiosa sobre la realidad hacia la cual tendía un número
creciente de italianos.
* * * D
E
Uno de los críticos de Mantegazza, el naturalista Pellegrino Stro- O
n
be1 que viajó en los mismos años por Argentina, criticó Rio de la =m
O
Pida e Tenerife por el tono optimista de las descripciones 4.
EE El tono optimista es, en verdad, uno de los elementos que explica S
E la larga aceptación y la relativa popularidad de esta obra, pues tran-quilizaba
buena parte de la opinión pública que veía en la liberaliza- =
ción de la emigración la posibilidad de reducir el pauperismo de las -
masas rurales italianas. El tono optimista es, pero, el resultado de 0m
E una técnica expositiva basada en la formulación de juicios concretos
O y en la facilidad descriptiva, lo cual conduce a una aproximación por
esquema. Así nos dice que «El argentino es parco, valiente, alegre; n
es pueblo de pastores y soldados democráticos. El chileno es más E a
serio, más industrioso, más aristocrático; es pueblo de agricultores
n y comerciantes. El Paraguayo es paciente, sometido, habilísimo en n
las artes mecánicas. El Boliviano es dialéctico, taciturno, desconfia-do;
es pueblo de abogados y mineros. El Peruano es derrochador, sin 3
O
preocupación, lleno de fantasía y escepticismo» (p. 26). Como puede
-----a Yclbc, el autor pqoP~ioíia info-acibn (ej. éigentino parco) y
en seguida asocia la información a un referente con un significado
unívoco (argentino + pastor). Por medio de esta técnica, el lector
obtiene nuevos conocimientos partiendo de una noción familiar. A
través de este mecanismo es posible, incluso, criticar el eurocentris-mo:
«no queremos en estas primeras páginas de nuestro libro entrar
en los datos menudos, sino tan sólo dibujar los lineamientos de una
4. P. STROBELV:i aggi nell'America meridionnle effettuati negli anni 1865-1867,
Loeccher, Turín, 1869.
sociedad poco conocida entre nosotros, demasiado despreciada por la
soberbia europea)) (p. 24).
La comprensión es facilitada insistiendo más sobre lo que une que
sobre lo que separa y diferencia. Así nos dice: «De poco tiempo a
esta parte ha nacido en América una verdadera fiebre de conocirnien-to
... cada año los ricos y los gobernantes envían a Europa muchos
jóvenes a educarse.. . El viaje a Europa es el sueño de todo americano
con un mínimo de fantasía y un pálpito de ambición)) (p. 37), lo cual,
dicho con otras palabras, significa recordar que americanos y euro-peos
hacen idealmente parte de una misma comunidad de intereses.
Desaparece así el exotismo, y las tierras allende el océano terminan
por caracterizarse por su tendencial europeidad y por la potencial
itaiianidad.
m
La necesidad de tranquilizar el lector empuja a Mantegazza a D
E ofrecer una explicación del por qué solamente a partir del siglo XIX
los países americanos se caracterizan por la tendencial europeidad. O
n -
El esquema explicativo no difiere, en este caso, de los intentados por =m
O
otros autores europeos: el pasado colonial y especialmente el hecho E
E
de haber sido colonia de España se configuran como los elementos 2
E
frenantes por excelencia. Una vez rotos los lazos con este pasado, =
como hace -según nuestro autor- Argentina, los países americanos 3
podrán progresar, gracias a la contribución intelectual y comercial e-- europea. m
Estamos así en presencia de un esquema explicativo que se en- O
tronca con la leyenda antiespañola difundida a nivel europeo y de
la cual no estaba exenta, obviamente, la cultura italiana de la época. n
-E
Es pero importante notar cómo este lugar común es ahora utilizado a
utilitariamente. En efecto, hasta el siglo XK el lugar común anties- 2
n
pañol tiene un acento casi exclusivamente ideológico, mientras a o
partir de la segunda mitad del siglo XIX empieza a ser utilizado co- 3
mo un pretexto para presionar a los países americanos «atrasados» O
por el pasado colonial hacia una apertura al comercio y a la cultura
europea. Nace así un tenue sentimiento de «misión>, que constituirá
la justificación política e ideológica de la emigración dada por la
clase dirigente italiana.
En síntesis, la fortuna de la obra de Mantegazza se explica por
participar de una tendencia orientada hacia la reestructuración del
input informativo preexistente, hacia el adicionamiento de nuevos
elementos y hacia la recretación de una imagen europea y moderna
de América.
Solo teniendo en la debida consideración cuanto se ha dicho rela-
tivo a la técnica expositiva que caracteriza la obra de Mantegazza,
se puede comprender como sus descripciones sobre los juegos, las
fiestas, etc., sirvan para ilustrar la dimensión social más significativa
de la Argentina de los años de 1860, caracterizada por la ruralidad,
la regionalización del país, el gaucho, la vida político-social y la con-tribución
de las colonias agrícolas extranjeras. A través de ellas se
trata de estimular, indirectamente, una corriente de simpatía entre
Argentina e Italia.
Significativos en este sentido son los consejos que proporciona
a los que viajen por el interior de la Argentina, contenidos en su
capítulo XXV, o los consejos prodigados a los colonos en su capí-tulo
XYYXIII. Este sentimiento es explícitamente subrayado por el
autor en el prólogo a la primera edición: «No solamente a nivel co-mercial
comienza y termina el intercambio entre dos naciones que
se conocen y aprecian. Tenemos además el intercambio de las sim-patías
y de los afectos: tenemos ya en Italia muchos ciudadanos ita-lianos
que deben la mitad de la sangre a mujeres argentinas y en
Buenos Aires vemos en el pueblo una buena participación de sangre
que es nuestro y del mejor. Son estas las semillas de las cuales ma-durará
más tarde la fraternidad universal)) (p. 13).
La obra de Mantegazza es así un óptimo ejemplo del redescubri-miento
de América que realiza la pública opinión italiana en la se-gunda
mitad del siglo XIX. Esta imagen debía servir no tanto a los
potenciales emigrantes, en su inmensa mayoría campesinos, sino más
bien a la burguesía italiana que, abriendo las compuertas de la emi-gración,
veían no sólo la posibilidad de una expansión de la economía
italiana, sino también, y especialmente, una válvula de escape de la
creciente proletarización de las masas campesinas no susceptibles de
ser absorbidas por las áreas urbanas italianas. Servía, además, para
desarrollar un sentimiento nacionalista que podía alimentarse exal-tando
el papel civilizador y misionero de los italianos, apenas reuni-dos
en una sola nación. El optimismo de Mantegazza es el mismo
que está presente en la burguesía italiana, que ha participado acti-vamente
en la reunificación de1 país.
Si uno de los méritos de la obra de Mantegazza fue su participa-ción
en la empresa cultural orientada a despojar la imagen italiana
de las Américas del exotismo que la rodeaba y a acercar cultural-mente
Italia a Argentina, el mérito principal de la obra es sin em-
bargo otro: el de eliminar la dimensión mítica de la imagen italiana
de Canarias. Esta empresa era de importancia estratégica, por cuanto
por Canarias transitaban -como se ha dicho- en ambos sentidos,
los emigrantes italianos a América. En efecto era necesario asegurar
a la opinión pública italiana que este tránsito de los emigrantes no
era una ocasión de desvío de la destinación final.
En Canarias Mantegazza se detiene en su viaje de regreso. Nos
cuenta cómo el barco que lo transportaba llevaba varios pasajeros
enfermos de fiebre amarilla, epidemia muy frecuente en los barcos
provenientes de Río de Janeiro donde, en efecto, se embarca nuestro
autor. Se apresura asegurar que en Canarias los controles sanitarios
son severos y que los desembarcados deben hacer un período de
cuarentena en el lazareto de Tenerife. ,,
La parte relativa a Canarias abarca seis capítulos, que en la ter- -
E cera edición cubren 108 páginas; para escribirlos, Mantegazza utilizó,
O además de la observación directa, una bibliografía de 54 títulos que n -
= comprende obras de arqueología, de historia, de geografía, de geolo- O m
E gía, de botánica, y, en fin, varios diarios de viaje. De estos títulos E
algunos se hallaban, en el momento que escribe Mantegazza, inéditos. SE
=
Este esfuerzo de documentación contrasta notablemente con las
fuentes de información utilizadas para Argentina y Paraguay, países 3
para los cuales solo ocasionalmente hace uso de bibliografía, sirvién- - - 0
dose especialmente de la observación directa y de las estadísticas m
E
oficiales. Posiblemente Mantegazza pensaba escribir un amplio estu- O
dio sobre Canarias, lo cual explicaría este interés bibliográfico.
n
Sintetizando al máximo, se puede decir que Mantegazza describe -E
la historia, la geografía, la economía y la demografía de Canarias. El a
2
conjunto de la información le sirve esencialmente para caracterizar n
lo que a su juicio es el elemento central: el tipo humano de Cana- 0
rias. En efecto, de los capítulos dedicados a Canarias, la mitad des- =O
criben el habitante de Canarias a la luz de sus precedentes históricos.
Este interCs es confiru;ad~p or d mismo Mmtegazza: ~Eüi-antee i
regreso [de una excursión], mas que del paisaje, me interesé de los
campesinos, de los medianeros y de los otros habitantes de todo sexo
y condición que encontré en mi camino)) (p. 505).
El resultado de su análisis es su descripción de los canarios, que
se caracterizan por atener un carácter dulce y amable; son hospita-les,
de costumbres simples, religiososu (p. 505): Y lamenta como las
costumbres cque hace algunos años tenían mucho sabor de origina-lidad
en el archipiélago canario, van desapareciendo o se refugian
en los valles internos o en sus montes más lejanosu (p. 506). Añade
que se pierden así los antiguos juegos de lucha atlética, mientras se
difunden entre lo que él llama «la juventud más ociosa y menos edu-cada
las riñas de gallos y los juegos de azar, aprendidos en la emi-gración
a Cuba, o más raramente en el continente americanon (p. 506).
Así pues el elemento central y caracterizante de Canarias es la
población rural, el campesinado, aunque haya a lo largo del libro
algunas observaciones impresionistas de Ias ciudades, de Ia pobla-ción
urbana y de los habitantes acomodados. El interés central del
autor es así descrito: ((Dejando a un lado los ricos habitantes de las
ciudades, que nivelados por la inexorable moda francesa tienen una
fisonomía poco característica, quedan los agricultores y los pescado-res
que forman la parte principal del pueblo canario (pp. 477-78).
Se puede entonces decir que su interés central es la especificidad
del puehlo canario, la cual se presenta mejor entre los campesinos.
¿Cuál es esta especi?icidad? La respuesta de Mantegazza es uní- -
E voca: el pueblo canario es un pueblo mestizo. Para mostrar esta ca-racterística
básica nuestro autor explora la historia de Canarias an- n--
tes de la conquista española y dice «poco nos importa disipar la ne- B
blina mitológica que nos oculta el bautismo de los Guanches. Nos
2 importa mucho más dibujar a grandes rasgos el carácter y las cos- E
tumbres de un pueblo que se extinguió con tanta gloria bajo la cruel
invasión española dejando a los hijos de los conquistadores la heren- 3
cia de la sangre que por vía uterina pasó a las nuevas generaciones)) - -
0
(p. 519). Ea historia de Canarias de antes y después de la conquista
española es un modo, como cualquier otro, para describir las carac- O
terísticas de la población actual. Sintéticamente, a través del análisis
histórico, Mantegazza llega a las siguientes conclusiones sobre la po- n
E
blación guanche «Los indígenas de Canarias nos presentan un ex-
-
a
traño contraste eztre el carácter de gran dignidad, virilidad, de línea 1 n romana, y la vida material apenas un poco más avanzada de la de $
los indios más estúpidos de las A-niéricas o de Australia)). Agrega 5
más adelante que se trata de un pueblo «que tenía una moral más ele- O
vada, que sentía el amor de patria como los héroes de la antigua Gre-cia,
que de la religión tenía un exquisito sentimiento de poesía, no
navegaba, no escribía, no había sabido buscar en el cercano conti-nente
africano los metales y los animales, es decir, todo lo que fal-taba
en sus islas de lava p obsidiana y pobres de todo el resto. Pro-venientes
de una raza inteligente, pero aislados por muchos siglos
del mundo civil, apegados tal vez por un fatídico juramento a su roca,
habían conservado Ias tradiciones izarales y religiosas de üna raza
superior; pero no movidos por la ola emigratoria, no movidos por
conflictos con otros pueblos se habían mumificado; habían parado
las horas y el movimiento de su reloj. Hijos de padres sabios, perma-necieron
niños perpetuos, porque no habían recibido el bautismo de
la educación. En el siglo XV eran mumias vivientes de la edad an-tigua;
eran todavía los cofti de Heródoton (pp. 533-34).
De la civilización tribal guanche, de origen bérbera, quedan po-cos
restos. Mantegazza escribe «Los hijos de los conquistadores de
las Canarias no repiten que algunas palabras del pueblo conquistado,
pero continúan algunos usos y costumbresu. En efecto «el campesino
de Tenerife come todavía el gofio de los guanches y en Chasma se
fabrica todavía hoy en día la manteca. Los vasos de cerámica que se
hacen a Candelaria parecen sacados de las tumbas funerarias del pue-blo
extinguido (...) se pesca aún con el jugo de la euforbia y con las
teas se invita todavía el pescado a acercarce a la red y al arpón. El ,,
pastor es todavía ágil como una gamuza y todavía se apoya en una E lanza desmesurada. Todavía silba como los guanches y su carcajada O
ruidosa recuerda los alaridos de sus padres. El trofeo de palmas y las
n = flores que se echan al suelo, y las luchas se practican aún. El tamarco m
O
E se ha transformado en manta, las calcetas sin suelas son las hirmas, E
2 y los zapatos del campesino son muy similares a los xercos. La agi- E
lidad, la fuerza, la sobriedad, el amor a la música y al baile, la hos-pitalidad,
el respeto por la vejez y por las autoridades pasaron de ge- 3
neración en generación, y el moderno canario de los campos, que ig- e-nora
tal vez la existencia de los guanches, que habla solamente es- m
E
pañol, siente correr en sus venas una sangre que no ha venido toda O
de España. Ellos podrían enorgullecerce de descender de aquellos
bárbaros, «qui estoient si remplis de vertus naturelles et d'honneste n
E
simplicitéx, como nos dice el antiguo cronista Bergeron)). Concluye: a
«En la sangre de los vencedores coló de rica vena también la sangre n
de los vencidos, aportando el tesoro de los músculos robustos y de n
una espartana dignidad)) (p. 545).
3un Obviamente, no sólo el origen y la evolución histórica explican
las características de sobriedad de los campesinos canarios, que tanto
impresionaron a Mantegazza. En efecto, en una excursión pidió a su
guía, un campesino canario, un poco de leche y quedó muy maravi-llado
cuando éste le contestó «Yo no tengo ni una cabra, Foque soy
muy pobrex, declaración que le permite introducir la descripción de
la dieta alimenticia de un campesino que ((vivía de gofio recogido en
su terreno, y de vez en cuando comía pescados salados de la costa
africanan (p. 503).
Según Mantegazza la sobriedad es también debida a la pobreza
del suelo. La tierra a Tenerife es cosa preciosa y escasa; cada día
los ríos se la llevan al mar, y los bosques destruidos en gran parte
no la detienen másn (p. 478). Así «Es dura fatiga la de tener terreno
en algunas partes de aquella islan, con el resultado que el terreno
agrícola es el producto del trabajo del campesino. Es el campesino
quien fabrica el terreno y lo hace con ((picos y palos de fierro y rompe
las rocas o en el profundo de las hendiduras busca la tierra con la
ávida avaricia de cn buscador de oro y, mezclada a la lava triturada,
la coloca en el lecho de las rocas y la sostiene con murallones de pie-dras,
sembrando en aquel terreno creado por él sus cactus, su maíz,
su cebada, (p. 478).
Es esta capacidad de sobrevivencia de los campesinos la que ex-plica
como con la crisis de la viticultura, que Mantegazza explica por
la epidemia de oidio iniciada en 1853, se abrió el camino a la produc-ción
& coc~iiiii&, pi-üduci& h&-d e i i&j ~ ce~fsi TY$A~iCü -en la re=
gión de Oaxaca en especial- y en la India. En 1831 la producción
canaria de cochinilla fue estimada en 8 libras, fue de 77.041 libras en
1840, de 782.670 libras en 1850, de 1.135.912 en 1855 y de 1.501.716
en 1856. Ya en el decenio de 1860 este producto entra en crisis; la
difusión de las anilinas industriales empuja a los campesinos cana-rios
a la cultivación del tabaco (p. 480).
No obstante todo, la producción agrícola es reducida: «Los habi- $
tantes de Tenerife y de las otras islas emigran frecuentemente a ;
América, como consecuencia de la avaricia del pobre suelo patrio e B
invitados por la azul llanura, que está en frente de ellos cada hora
del día. Y así se van alegres y serenos a La Habana y al Río de la
Plata, donde yo conocí algunos que practicaban la agricultura, en la
que son expertísimos. Son estimados por honestos, y para cuidar una
quinta o un jardín se busca siempre un canario, casi como esta pa-labra
fuese sinónimo de hábil agricultor. Apenas han juntado un mo- I
desto patrimonio vuelven a sus montes y a sus valles, contentos en $
comer su gofio recogido en sus tierras)) (p. 560). 3
O
Como puede verse, la imagen de Canarias que Mante,* azza trans-mite
ai iector italiano es ia de un archipiélago pobre, poblado pür
una población mestiza prevalentemente dedicada a la agricultura y
proyectado, a través de la emigración, hacia América. No se trata
más de las Islas Afortunadas donde colocar una reverie, sino un terri-torio
similar a tantas regiones italianas, donde la pobre agricultura
empuja a emigrar. Canarias, donde pasaran 10s emigran italianos en
SE viaje a _Américaj es la frontera de los países de emigración.
Por lo que se ha dicho, la obra de Mantegazza presenta un inte-rés
indudable, pues muestra en términos nuevos no sólo las áreas sus-
ceptibles de captar el flujo emigratorio, sino también las áreas -co-mo
Canarias- por donde transitan los flujos emigratorios. Es a tra-vés
de obras como Rb de la Phta e Teneri(fe que se abre camino un
conocimiento objetivo de las áreas extraeuropeas en Italia, provo-cando
el progresivo desaparecimiento de las viejas imágenes.