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EL CLERO EN LAS ISLAS ORIENTALES.
DOTACIÓN ECONÓMICA Y CONFORMACIÓN
HUMANA DE LA IGLESIA PARROQUIAL DE
TEGUISE (LANZAROTE) DURANTE EL SIGLO XVII
Luisa Toledo Bravo de Laguna
La isla de Lanzarote jugó un fundamental pero breve papel en la temprana difusión
de la fe cristiana en los momentos iniciales de la conquista de las islas. Es bien conocido
el hecho de que la religión y la cultura europeas entraron en el Archipiélago canario a
través de Lanzarote, que en ésta la más oriental de las islas se instauró la primera
catedral y desde ella se inició la evangelización conjunta a la conquista y colonización.
Pero es asimismo bien conocido que Lanzarote perderá pronto este papel preminente,
puesto que el traslado de la diócesis del Rubicón a Gran Canaria se producirá tan pronto
como la conquista militar lo permita; en 1485 tiene lugar la dedicación de la catedral de
Santa Ana, culminación de un proceso de traslado de la sede de la diócesis a Las Palmas
que ya se vislumbra desde mediados del siglo XV.
De forma paralela al desarrollo de Gran Canaria (y luego de Tenerife) como centro
de la vida religiosa del Archipiélago, Lanzarote se repliega convirtiéndose en una
pequeña comunidad rural en la cual la iglesia matriz de Teguise y los personajes
(eclesiásticos o laicos) de quienes depende, se convierten en eje no sólo de la vida
religiosa de la comunidad, sino también en referente para estudiar y comprender la
estructura económica y social de la isla en la Modernidad.
Son abundantes las referencias bibliográficas que hemos encontrado sobre la iglesia
parroquial de Teguise en la época que nos ocupa; dada su antigüedad, la mención a “la
iglesia parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe de Teguise” es una constante en la
historiografía canaria, haciendo siempre hincapié en la belleza artística del templo y los
avatares a que se vio sujeto como objetivo de los sucesivos ataques piráticos que sufrió
Lanzarote, pero sin llegar mucho más allá en los datos que se aportan sobre ella. Viera y
Clavijo nos refiere únicamente la destrucción del templo inicial a manos de los
berberiscos, en 1586, su reconstrucción y nueva destrucción en 1618.1 En esta fecha el
templo se reconstruye, dándosele mayor grandeza y hermosura; destaca Viera, como ya
había hecho el obispo Dávila y Cárdenas en sus Sinodales, la esquisitez de su sacristía y de
su coro, datos estos que encontramos ampliados por L. Betencourt2 que relata que el nuevo
templo fabricado a principios del siglo XVII gracias a las limosnas de los fieles y a las
donaciones del obispo García Jiménez, era “de buenas proporciones y espontánea
elegancia, cuyos artesonados, tallados del coro, sus cuadros de escuela española, los
altares, las esculturas, las ropas y los vasos sagrados de un gran valor artístico”. Los más
recientes estudios sobre esta iglesia se han realizado también desde el ámbito de la historia
del Arte.3
En cuanto a la fecha de fundación del templo, Hernández Delgado y Rodríguez Armas
citan que fue fundada en la primera mitad del siglo XV, por Maciot de Bethencourt.4
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Aunque se ignora la fecha exacta, se sabe que este hecho tuvo lugar en torno a 1452, fecha
en la que ya se encontraba en el templo la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.5
Buenaventura Bonnet había señalado que ya existía en 1445, año en que se convoca al
pueblo en la iglesia para recibir a Diego de Herrera.6
El estudio más completo e interesante realizado hasta el momento, aparece en la obra
de Lobo Cabrera y Quintana Andrés sobre la arquitectura lanzaroteña del siglo XVII.
Desde el punto de vista de la construcción arquitéctonica del templo, pueden seguirse
todos los avatares que sufrió éste a lo largo del siglo XVII hasta la culminación de la
construcción a finales del siglo, convertida ya en “una de las iglesias principales del
archipiélago canario, construída con mayor grandeza que todas las anteriores”.7
De cualquier manera, los datos directos referentes a la organización y funcionamiento
de la iglesia parroquial, así como a su dotación material en sus primeros momentos son
escasos, debido a la destrucción de libros y archivos ocasionada por la invasión de la isla
en 1618.8 Desgraciadamente, la documentación posterior también fue en su mayoría
perdida durante el incendio que azotó al templo a principios de este siglo, y que, junto con
la destrucción de gran parte de su patrimonio artístico histórico, también acabó con los
archivos y documentos.9 Actualmente en referencia al siglo XVII, El Museo Canario
custodia un libro de cuentas de fábrica (periodo 1629-1744) y el archivo parroquial de
Teguise conserva una serie de documentos consultados para realizar esta comunicación: un
libro de memorias de ánimas, un libro de capellanías realizado durante la visita de García
Jiménez, y lo más importante, dos inventarios de bienes realizados en 1661 y 1666, que
cotejados y completados con un nuevo inventario realizado en 1674 que fue revisado y
completado en 1684; éste último se conserva en el archivo privado de D. Francisco
Fernández Delgado. Este conjunto de documentos puede darnos una visión bastante
completa de la riqueza material de la parroquia a lo largo de la centuria.
Según los documentos conservados en el archivo parroquial de Teguise, en 1661 se
realizó un inventario de bienes ante Luis Rodríguez Fleitas, Mayordomo de la Iglesia, por
orden del Obispo Fray Juan de Toledo en su visita a la Iglesia parroquial. Este inventario
fue repetido en 1666 por el nuevo visitador, el licenciado don Diego de Llarena y Cabrera,
beneficiado de Tenerife. Ambas relaciones reflejan un resultado similar por lo que respecta
a las posesiones de la fábrica parroquial.10
Posteriormente, en 1674 el Licenciado Don Antonio Correo Vasconcelos, Vicario de la
Parroquia de Nuestra Señora de Teguise, realiza por orden del Señor Obispo Bartolomé
García Jiménez un inventario “de los bienes y alajas de la Iglesia Parroquial”, para
entregarlo al capitán Luis Rodríguez Fleitas, Mayordomo de la Iglesia.11 Este inventario
fue recogido en 1684 por un nuevo visitador, el Sr. Dr. Don Alvaro Gil de Acevedo,
Comisario del Santo Oficio y Beneficiado de la Parroquia de Nuestra Señora de Los
Remedios, en el lugar de Buenavista, Tenerife. El Doctor Gil de Acevedo revisó los
ornamentos de la Iglesia cotejándolos con los que se encontraban en el inventario de 1673,
encontrándolos en buen estado y completos.12
Por lo tanto, utilizando la información proveniente de los inventarios mencionados,
podemos obtener una idea bastante completa de la riqueza material de la Iglesia parroquial
de Nuestra Señora de Guadalupe hasta al menos 1683.
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Asimismo se utilizarán también los dos padrones de sepulturas que incluyó el inventario
de 1683, el primero realizado en 1679 y el referente a este año de 1683 que aportan
información referente a las capillas realizadas gracias a las donaciones de familias
principales, que en ellas recibían sepultura.13
RIQUEZA MATERIAL DE LA IGLESIA PARROQUIA
Un análisis de estos inventarios nos permite, por tanto, realizar una relación del
conjunto de imágenes, objetos de plata, ornamentos, paños de hombros y velos, corporales
y bolsas de corporales, albas y otras piezas de ropa, aras, libros, ramos y colgaduras,
tapetes, espejos, candeleros, campanas, hostiarios, herramientas, objetos y muebles de
madera. Son descritos con todo tipo de detalles y nos dibujan la imagen de una parroquia
bien abastecida tanto de los elementos necesarios para el culto como de imágenes y ropa
destinada a la utilización de los sacerdotes.
Así por ejemplo, por lo que respecta a las imágenes, en 1661 se constatan cuatro: la
imagen de Nuestra Señora de Guadalupe y además un Santo Cristo,14 una imagen de San
Miguel y una de San Pedro, a las que se añade un retablo de Santa Ana hecho en lienzo. En
el inventario de 1673 se han añadido un lienzo de San Sebastián y otro de Santa Ana, un
lienzo de San Cayetano, uno de San Francisco de Paula y una imagen de bulto dorado de
San Marcial.
Son abundantes también en la parroquia los objetos de plata: coronas, vasos para el
sagrario, vasos de óleo, relicarios, cálices, vinagreras, lámparas, crismeras, una cruz grande
y otra pequeña, un incensario, una custodia, una diadema. Numerosos objetos son
enumerados en 1661 y reiterados y ampliados en 1673. En ninguno de ellos se menciona
su origen, por lo que no podemos calibrar la importancia de las donaciones realizadas por
los fieles.15
La relación es especialmente extensa en lo que se refiere al vestuario sacerdotal
destinado al culto. Capas, ternos, y especialmente casullas, hasta veinte, en varios casos
adornadas con galones de plata y oro, que se complementan con velos y paños de hombros,
albas, estolas, síngulos, manípulas, almáticas de tafetán, seda y raso... La vestimenta de los
beneficiados aparece, pues, en la relación de bienes pertenecientes a la iglesia y va siendo
utilizada por los distintos clérigos y sus sucesores a lo largo de los años, como se
manifiesta en las diferentes referencias al mal estado por el mucho uso de algunas de las
prendas.16
Continúa la descripción de las prendas con frontales de damasco, damasquillo,
chanelote, tafetán, raso, algodón; de manteles; capas de raso, damasco, tafetán; paños de
manos; sobrepellices de crea; purificadores de Ruan y de Holanda; corporales y bolsas
para éstos. Se describen asímismo distintos velos de seda, tafetán, holanda, para cubrir el
sagrario y el atril; ramos de flores, cortinas y colgaduras de tafetán de uso ornamental. En
general se obtiene la impresión de que la iglesia de Teguise estaba, en la época que nos
ocupa, bien servida y provista de todo lo necesario para vestir los objetos del culto y a los
protagonistas de éste. Esta documentación evidencia además que la Iglesia y sus servidores
se convierten en principales protagonistas del importante tráfico comercial que Lanzarote
establece con el continente europeo durante esta centuria.17
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En el inventario de bienes se hace una larga referencia a las campanas y otros objetos
de metal de la Iglesia. La parroquia tenía en 1673, aparte de otras dos más pequeñas en la
sacristía, dos campanas en el campanario para tocar a misa, una grande y otra pequeña.
Dos se mencionan también en la relación de 1661, donde se añade al margen en anotación
posterior que la grande se deshizo en 1667 para hacer otra mayor.18 Asimismo constaba la
iglesia con distintos objetos de azófar (latón), que se utilizaban en los oficios: campanillas,
candelabros, empolletas, hostiarios, linternas para llevar al campo. También tenían
linternas en hierro y cobre así como herramientas en hierro de uso común: martillos,
tijeras...
En cuanto a los objetos realizados en madera, había en la parroquia de Teguise entre
otros y aparte del coro y el púlpito, dos sagrarios, un crucero, cinco atriles, un espejo,
varios bancos, arcas y cajones, ciriales, una escalera de mano, sillas, taburetes y dos
tarimas para el altar mayor.19
Por último, con respecto a los libros existentes en la parroquia, en 1684 el visitador
detalla los libros realizados y custodiados en la fábrica parroquial hasta ese año. Comienza
por la existencia de libros de bautismos señalando el año de su comienzo y el de su
finalización, desde 1596 hasta 1678. En cuanto a los libros de confirmados, constata la
pérdida del realizado por don Cristóbal de la Cámara, y la existencia del libro del obispo
fray Juan de Toledo, de 1661, en donde se van incluyendo los confirmados por Don
Bartolomé García Jiménez. Aparecen también libros de matrimonios desde 1619. Los
datos de enterrados aparecen en legajos sueltos siendo los más antiguos de 1658. En
cuanto al libro en que aparecen los tributos y bienes de la fábrica, databa éste del obispo
Martínez de Ceniceros, y el visitador hace constar “que es el libro de mayor importancia
que en su modo tienen todas las parroquias”. Había también un cuadrante de beneficiados
(en donde se recoge lo que la fábrica paga al beneficio), varios libros de protocolos, un
libro de mandatos de las visitas episcopales, y además se ordenó guardar junto con éstos
los libros de las ermitas y los libros de cuentas, siendo el primero que se conserva de 1549.
Lamentablemente el incendio de 1909 parece haberle arrebatado al investigador esta
riqueza documental.
Con respecto a los libros relacionados con la liturgia, es éste quizás el aspecto en que
más pobre parece ser la iglesia parroquial: cuatro misales, de ellos uno ya viejo, dos
breviarios, uno también viejo y dos manuales reformados, a los que se fueron añadiendo
hasta 1683 cuatro misales, un breviario, tres cuadernos y un cuadernillo de misa de
requiem, y un manual. Resulta llamativa esta pobreza de medios “catequéticos” en una
parroquia que aparece abundantemente dotada de bienes materiales; este dato parece
transportarnos a una época en la que el esplendor en la liturgia superaba con mucho en
importancia al contenido.
RELACIÓN DE LAS CAPILLAS DE LA IGLESIA PARROQUIAL
En 1683, finalizadas las obras de reconstrucción del templo, se realiza un padrón de
sepulturas debido a la necesidad que de ello ve el capitán Luis Rodríguez Fleitas,
mayordomo que era de la iglesia, puesto que tras la nueva fabricación del templo se
incluyeron nuevas sepulturas en él20 (en este momento se hace además alusión a la
construcción del nuevo coro que después alabaría Viera y que se perdería en 1909). Según
este documento, la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe tenía, además de su Capilla
Mayor, cinco capillas más. En ellas recibían sepultura los miembros de las familias
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fundadoras de éstas. En la Capilla Mayor eran enterrados los herederos del capitán
Bartolomé de Cabrera, puesto que hay en ella una sepultura perteneciente a dicha familia.
Aparte de esto, el resto de las sepulturas de esta capilla pertenecen a la fábrica y se
destinan a los beneficiados y capellanes, que aquí son enterrados sin tener que aportar
limosna alguna. Las restantes capillas son las siguientes:
− Dos capillas colaterales, la de Nuestra Señora de la Concepción, de la parte del
Evangelio, pertenece al mencionado capitán Luis Rodríguez Fleitas21 que la
realizó a su costa. De la parte de la Epístola se encuentra la perteneciente a la
cofradía de Nuestra Señora del Rosario, que asumió los gastos de reforma de la
misma.
− La capilla de Santa Ana, en la misma nave de la capilla de la Concepción,
pertenece según este inventario a la familia del capitán Manuel Cabrera
Betancor, a cuya costa se realizó.
− La capilla de las Ánimas, en la que tenía sepultura el mayordomo de la cofradía
de las Ánimas.
− La capilla de San Miguel y San Agustín, se encuentra en la nave del arco de la
capilla del Rosario. De ella era patrono el señor vicario.
El resto de las sepulturas, hasta un total de 270, según este inventario, se encontraban
numeradas y repartidas entre las tres naves y pertenecían a la fábrica parroquial.
En resumen, a la vista de las mencionadas relaciones, la iglesia parroquial de Teguise,
además de ser considerada por los historiadores como una de las más hermosas y
profusamente ornamentadas de Canarias, parecía encontrarse hasta al menos la segunda
mitad del siglo XVII suficientemente provista tanto de los elementos necesarios para la
celebración de la liturgia, como de los objetos personales que los clérigos pudieran
necesitar. Y nos parece importante la constatación, mediante la comparación de los
distintos inventarios, de que la riqueza material de la iglesia no pareció sufrir mermas a lo
largo de la centuria, en relación con algunas de las muchas crisis y épocas de hambrunas
que la isla padeció durante estos años.22 Al contrario, su riqueza pareció mantenerse e
incluso crecer durante este periodo a pesar de las periódicas crisis, que no parecían afectar
a la realización del culto, ni implicaron la venta de los bienes parroquiales. De otro lado es
necesario tener en cuenta que la gran mayoría de estos bienes debieron provenir de
donaciones de fieles que transforman en riqueza material su devoción, de manera que estos
inventarios de bienes se convierten a la vez que exponente concreto de la riqueza de la
Iglesia en testigos directos del papel fundamental que la parroquia matriz y sus
representantes jugaban en el desarrollo de la vida social de la comunidad.
LOS COMPONENTES DE LA CLERECÍA LANZAROTEÑA
Un segundo apartado del presente trabajo se destina a aportar una aproximación al
estudio de estos representantes del poder eclesiástico realizada a través de fuentes no
eclesiásticas: la tarea consiste en rastrear mediante los protocolos notariales custodiados en
el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas (AHPLP) quiénes eran los hombres que
dieron forma y poder a la Iglesia moderna y cuál era su función dentro de la comunidad.
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La presencia de clérigos en Teguise durante el Antiguo Régimen obedece
fundamentalmente al necesario cumplimiento de dos preceptos eclesiásticos que
conllevaban una carga tanto espiritual como material: de un lado el reparo espiritual a los
fieles, labor de la que se encargaban los beneficiados y curas, a cuyo cargo se encontraban
la iglesia parroquial de Teguise y el curato de Haría.23 De otro, el control y la
administración de la hacienda decimal en la isla: los hacedores enviados por la Diócesis
para ejecutar y controlar todo el proceso de arrendamiento y recaudación de los diezmos
lanzaroteño.24 Éstos últimos se establecían en la isla por espacio de uno o dos años,
periodo en el que además de ocuparse de todo lo referente a la percepción del diezmo,
intervenían, como veremos, en otros aspectos de la vida económica de las islas.
Con un carácter más temporal, aunque de significativa importancia para la vida
económica de la Isla, se encontraban aquellos eclesiásticos que realizaban en nombre del
obispo las periódicas visitas pastorales: los visitadores del obispado.25
En este apartado nos limitaremos a realizar una relación y descripción de las personas
que ocuparon estos cargos, así como cuáles fueron sus principales funciones, utilizando
como fuente los protocolos notariales del A.HPLP durante el periodo 1621-1665.
Los Beneficiados
Con respecto a la Diócesis de Canarias, Lanzarote constituía durante el siglo XVII una
parroquia con dos beneficiados en Teguise, la capital de la isla, y un curato en Haría.
Durante el periodo estudiado (1621-1665), encontramos en los protocolos notariales 14
beneficiados:26
− Bachiller Benito Domínguez, hasta 1619 en que hace donación de sus bienes en
Lanzarote por irse a España.27
− Licenciado Marcos Betancor Dumpiérrez, vecino de Lanzarote, vicario y
beneficiado, 1619-1640.28
− Licenciado Tomás Marín de Cubas, vicario, beneficiado y comisario del Santo
Oficio, 1622-1624.
− Doctor Luis de Samartín Fonte de Estrada, beneficiado en 1624.
− Licenciado Diego de Cabrera Mateos, vecino de Fuerteventura, vicario y
beneficiado de Lanzarote a partir de 1631.29
− Licenciado Guillén de Betancor Velázquez Luzardo, presbítero, natural de
Tenerife, 1627-1661.
− Licenciado Diego de Mendieta, vicario, beneficiado y hacedor, 1633.
− Licenciado Diego Felipe de Barrios, vicario y beneficiado, 1639-1643.
− Licenciado Francisco Marrero Bencomo, beneficiado, 1649.
− Licenciado Bernardo de Matos, teniente de beneficiado, 1659-1660.
− Licenciado Alonso de San Juan Toscano y Lazo, beneficiado, 1660-1662.
− Licenciado Fernando de Arce, vicario y beneficiado, 1662.
− Doctor Luis de Goyas, vicario, beneficiado y juez comisario del Santo Oficio,
1662-1663.
− Licenciado Salvador Yanez de Goyas, hermano del anterior, cura de Haría en
1663, beneficiado y notario del Santo Oficio en 1665.
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En cuanto a su lugar de procedencia, con excepción de dos casos, los beneficiados no
eran oriundos de Lanzarote o de Fuerteventura. Procedían en su mayoría de Gran Canaria
o, como en el caso del licenciado Guillén de Betancort, de Tenerife. Además no es muy
extenso, como vemos, el tiempo que estos clérigos pasan al frente de la iglesia parroquial
de Teguise, salvo algunas excepciones actúan como beneficiados durante dos o tres años.
Probablemente Lanzarote no era un destino muy apetecible para los eclesiásticos, tanto por
la lejanía de la sede diocesana como porque no resultaba económicamente muy rentable.
Económicamente, a los beneficiados les correspondía una de las tres partes en que se
dividía 1/3 del producto decimal, que se repartía entre la fábrica catedral, fábrica parroquial
y beneficio,30 pero la mayor parte de sus ingresos procedía de los funerales, honras
fúnebres, misas de aniversario, donaciones recibidas por los fieles... Aún así, durante este
tiempo se insertan como parte activa en la economía isleña, al igual que los hacedores,
como nos revelan las escrituras de compra-venta y cartas de pago y de obligación.31
Damos tan sólo algunos ejemplos puesto que nuestra intención no es la de realizar aquí un
estudio exhaustivo de la forma de vida del clero lanzaroteño, sino que es ésta una
aproximación a lo que será un trabajo posterior.
Los Hacedores
Para lograr una efectiva administración del producto decimal, las islas eran divididas
por espacios geográficos organizados y controlados en el territorio y desde la Diócesis para
enviar a ésta la décima parte de su producción. Recibían el nombre de Hacimientos y los
hacedores eran en ellos los máximos responsables a cuyo cargo quedaba toda la
organización del proceso decimal.32
Lanzarote y Fuerteventura quedaban englobadas en el mismo hacimiento, es decir, a
cargo de la misma persona que ocupaba este puesto por espacio de uno o dos años, el
tiempo que se determinaba desde el Cabildo Catedral.33 El hacedor fue siempre, al menos
en los años que van de 1621 a 1665, miembro del estamento eclesiástico. A este respecto,
aunque A. Macías afirma en su artículo sobre el diezmo en Canarias que este cargo estaba
prohibido para los miembros del Cabildo, a pesar de que esta normativa fuera
repetidamente incumplida,34 no parece ser así. De hecho, el segundo Sínodo del obispo
Muro impide a los eclesiásticos participar en el procedimiento decimal como partes
interesadas, es decir, como cogedores, fiadores o arrendadores, pero no como hacedores.35
Por tanto, los hacedores eran miembros del Cabildo Catedralicio que se trasladaban al
Hacimiento por un periodo determinado, aparecen en los protocolos notariales
generalmente con una frecuencia de dos años, es decir, su estancia en Lanzarote era más
provisional que la de los beneficiados. Fueron en su mayoría racioneros y también
capellanes. Con respecto a estos últimos, en 1686, el cabildo envió una petición a su
majestad para que, en contra de los deseos del obispo García Jiménez, se conservara la
costumbre de enviar capellanes como hacedores a las islas, a falta de otros capitulares.36
Dentro de las funciones que desempeñaban, se encontraban las específicas de su cargo
de garante de la buena marcha de la organización decimal: la puesta a pregón y remate de
las rentas, la contratación y flete de embarcaciones que llevaran a Canaria el producto
decimal, la supervisión de la actuación de cogedores y rematadores para evitar el fraude y
actuaban a veces como comerciantes por cuenta del Cabildo cuando recibían de éste la
orden de vender el pan perteneciente a las prebendas.37 Además estaban encargados del
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cobro de las distintas prestaciones que recibía la Iglesia. Cobraban de los señores de las
islas el tributo que habían de pagar, “la marca de Jandía” y obtenían también lo procedido
de la Bula de la Cruzada y Subsidio y Excusado, que se encontraban entre las obligaciones
a percibir por estos eclesiásticos.38
Además, y al igual que los beneficiados, se insertan en otras esferas de la vida
económica de la isla realizando compra-ventas de tierras y esclavos, actuando como
intermediarios entre sus habitantes y otros eclesiásticos39 e interviniendo en los repartos y
ventas de pan a la población en épocas de crisis.
Los Visitadores
Una visita pastoral tendría por objetivo “conocer y velar por el cumplimiento de todas
las disposiciones eclesiásticas generales o particulares de la diócesis”.40
El obispo de la Diócesis, bien en persona, bien enviando un emisario, según lo
dispuesto por las Sinodales de Cristóbal de la Cámara y Murga,41 visitaba periódicamente
el territorio de su Diócesis. Cuando esto ocurría, los fieles, además de revisar el
cumplimiento de sus deberes espirituales, debían poner al día el estado de sus cuentas con
la parroquia a la que pertenecían, actualizando el pago de mandas y tributos atrasados.
Además de esto, los libros de la fábrica parroquial eran actualizados y sus cuentas
revisadas. También era revisada la labor que curas y beneficiados estaban realizando entre
sus fieles. Las visitas suponían por tanto una revitalización y puesta al día de la economía
de las distintas fábricas parroquiales.42
Estas visitas eran realizadas de forma periódica.43 El visitador, por tanto, se convierte en
otra de las figuras que completan el panorama eclesiástico lanzaroteño, cobrando una
importancia especial por cuanto su llegada siempre era motivo para realizar nuevas
escrituras, poniendo al día las cuentas con la Iglesia. Si ésta era su función principal, los
visitadores realizaban otras muchas: cubrieron en ocasiones la ausencia de sus
beneficiados, desempeñando sus funciones; promovieron la reedificación de edificios
religiosos, como la ermita de San Ginés en Lanzarote, en 1669,44 se responsabilizaron de la
erección y dotación de nuevas parroquias,45 o intervinieron en pleitos en lugares
determinados.46
Cinco visitas pastorales se suceden entre 1619 y 1665, correspondiendo a los obispados
de don Antonio Corrionero, don Cristóbal de la Cámara y Murga, don Francisco de
Villanueva, don Rodrigo de Roxas y fray Juan de Toledo:47
− En 1619 la isla de Lanzarote es visitada en nombre de don Antonio Corrionero
por el licenciado Juan Sánchez Vizcaíno durante los meses de julio, agosto y
septiembre.
− Don Cristóbal de la Cámara y Murga, visitó personalmente Lanzarote en mayo
de 1619.
− Durante el episcopado de don Francisco Sánchez de Villanueva se envía como
visitadores al licenciado Pablo Gutiérrez de Sotomayor entre fines de 1636 y
principios de 1637 y al doctor don Diego Vázquez Romero Botello en 1640.
Entre 1642 y 1650, se suceden cuatro visitadores: el licenciado Diego Vélez de
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Matamoros, en 1642; don Eugenio de Santa Cruz, provisor y visitador general,
en 1644; el licenciado Diego Rodríguez de la Paz, en 1646 y el doctor don Juan
de Anchieta y Lima, en 1650.
− En el obispado de don Rodrigo Gutiérrez de Rojas, fue visitador y a la vez
hacedor en 1652 el doctor don Juan de Anchieta y Lima, y durante 1655 y 1656
lo fue el licenciado don Esteban Narciso Linzaga, capellán de Su Majestad, que
realizó además funciones de beneficiado mientras el licenciado Guillén de
Betancort se encontraba en Tenerife.
− Por último, el obispo fray Juan de Toledo realizó, al igual que Murga, su visita
personalmente en 1661.
En todas ellas se revisan, como se ha dicho, los libros de mayordomías y cuentas de la
fábrica, se repasa el estado de iglesias y ermitas, se ponen al día censos y tributos... Es
decir, los visitadores, además de velar por el celo puesto por los pastores de la iglesia en la
cura de almas y por el cumplimiento de los fieles de sus deberes religiosos, cumplen una
importante función de puesta al día de los asuntos económicos de la comunidad
lanzaroteña.
En conclusión y a la vista de los datos expuestos, la iglesia matriz de Nuestra Señora
de Guadalupe situada en la villa de Teguise, es en principio tan sólo una parroquia de
una comunidad rural, dependiente en todos los aspectos de la vida religiosa de la sede
de la Diócesis en Gran Canaria; pero su riqueza material así como su indudable valor
artístico hablan por sí solos de su papel fundamental en la vida social de Lanzarote,
papel que se ve refrendado por el componente humano de la misma: beneficiados,
hacedores y visitadores que si bien tienen como denominador común su paso fugaz por
la isla, se comportan también durante el tiempo de su estancia en ella como agentes
dinamizadores de la economía de Lanzarote en un periodo de tiempo en el que la Iglesia
no puede ser entendida y estudiada sólo desde su componente espiritual, sino que es
necesario insertarla en los estudios históricos en su vertiente económica y social, siendo
como era un componente esencial y nada al margen de la historia de la comunidad.
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NOTAS
1 VIERA Y CLAVIJO, J. Historia de Canarias. Tomo II, Santa Cruz de Tenerife, 1982, p. 692.
2 BETENCOURT, L. “Del templo parroquial de Teguise”, en Revista de Historia, II (1926-27),
pp. 112-115.
3 GÓMEZ-PAMO GUERRA DEL RÍO, J.R. “Aspectos artísticos de la iglesia parroquial de Nuestra
Señora de Guadalupe en Teguise en el tránsito del siglo XVI al XVII”, en V Jornadas de estudios de
Lanzarote y Fuerteventura, Tomo I. Puerto del Rosario, 1993.
SANABRIA RODRÍGUEZ, I. y GÓMEZ PAMO GUERRA DEL RÍO, J.R. “La ornamentación de
la iglesia parroquial de Teguise (1634-1744)”, en VIII Jornadas de estudios de Lanzarote y
Fuerteventura. Tomo II. Arrecife, 1999.
4 HERNÁNDEZ DELGADO, F. y RODRíGUEZ ARMAS M.D. “Iglesia Parroquial de la villa de
Teguise”, en Revista Aguayro, nº 207. Abril, 1994.
5 HERNÁNDEZ DELGADO Y RODRÍGUEZ ARMAS. “Iglesia parroquial...”, art. cit. p. 19.
6 BONNET, B. “Notas sobre algunos templos e imágenes sagradas de Lanzarote y Fuerteventura”, en
Revista de Historia, VIII (1942), pp. 183-193.
7 LOBO CABRERA, M. y QUINTANA ANDRÉS, P. Arquitectura de Lanzarote en el siglo XVII.
Documentos para su historia. Arrecife, 1997, pp. 27-47.
8 RUMEU DE ARMAS, A. Piraterías y ataques navales contra las Islas Canarias. CSIC Tomo III,
p. 47.
9 Archivo Diocesano, sección parroquial. Legajo 42, Teguise. El 28 de julio de 1909 el cura regente
de la parroquia de Teguise Antonio Gil Santana, expone ante el señor vicario capitular de la
Diócesis de Canarias “que el seis de febrero pasado a las doce del día fue pasto de las llamas el
templo parroquial de esta villa, habiendo quedado destruido todo cuanto en él se encontraba a
excepción de las cuatro campanas, la imagen de nuestra señora de Guadalupe, la de San Pedro y la
de San Marcial, que pudieron ser sacadas del templo en los primeros momentos. En virtud de estar
la Iglesia pintada al óleo y al aguarrás, las llamas se propagaron con una voracidad extraordinaria,
haciendo presa de los techos de madera, los que a la media hora se habían derrumbado...”. Por lo
tanto, será únicamente a través de documentación como la utilizada para la presente comunicación
que podamos desde el presente recuperar el pasado esplendor.
10 Archivo Parroquial de Teguise. Libro de Inventario de Bienes de la Parroquia de Teguise, 1661.
Archivo Parroquial de Teguise. Libro de Inventario de Bienes de la Parroquia de Teguise, 1666.
11 Archivo Francisco Hernández Delgado. Libro de Inventario de Bienes de la Parroquia de Teguise,
1674.
12 Archivo Francisco Hernández Delgado. Libro de Inventario de Bienes de la Parroquia de Teguise,
1674. Fol. 29 r.
13 Información referente a las capillas de la Iglesia puede encontrarse en LOBO CABRERA...: opus
cit.
14 Este Cristo es con toda probabilidad el que B. Bonnet menciona como el Cristo de la Vera Cruz,
escultura de la escuela realista española del siglo XVII, que se conserva en la iglesia. BONNET, B.:
“Notas...” art. cit., p. 185. En el inventario se menciona “una imagen de un santo cristo crucificado
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XV Coloquio de Historia Canario-Americana
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que está en el altar mayor con su sitial y baldoquín de tafetán carmesí con flecadura de seda amarilla
y azul”. Archivo Parroquial de Teguise. Libro de Inventario de Bienes de la Parroquia de Teguise,
1661.
15 Archivo Francisco Hernández Delgado. Libro de Inventario de Bienes de la Parroquia de Teguise,
1674. Entre otros objetos se mencionan “dos relicarios grandes y tres pequeños de plata, dos
coronas de plata que son de Nuestra Señora de Guadalupe y su niño, seis candelabros de plata para
el altar mayor…”.
16 Archivo Francisco Hernández Delgado. Libro de Inventario de Bienes de la Parroquia de Teguise,
1674. El listado de prendas utilizadas por los eclesiásticos para el culto es extensísima. A modo de
ejemplo podemos citar “Un terno de tafetán blanco que consta de una casulla, dos almáticas con sus
collares, tres manípulas y dos estolas, forrado en holandilla colorada con flecadura de seda colorada;
una casulla de lama blanca, labrada con flores de oro, forrada en tafetán y con guarnición fina de
oro, con estola y manípula; un velo de tafetán carmesí llano ya muy usado...”.
17 SANTANA PÉREZ, G. El comercio interinsular de Lanzarote, 1635-1665. Las Palmas de Gran
Canaria, 1996, p. 199.
18 Archivo Parroquial de Teguise. Libro de Inventario de Bienes de la Parroquia de Teguise, 1661:
“una campana grande y otra pequeña en el campanario, con que se toca a misa [al margen: la
campana grande se deshizo para hacer otra nayor en 1667]; una campana que está en el campanario
de la sacristía con que se llama a misa rezada; dos campanillas que están en los altares…”.
19 Archivo Parroquial de Teguise. Libro de Inventario de Bienes de la Parroquia de Teguise, 1661. La
parroquia era rica en objetos de madera, que formaban la parte esencial del mobiliario, además de
componer parte de los ornamentos del templo: “un sagrario dorado, una cruz alta de madera, dos
ciriales…un banco raso flamenco, un púlpito de madera de tea con su escalera puesto en el lugar de
uno de piedra que había, un coro con cinco sillas y tres bancos guarnecidos de balaustres…”.
20 Archivo Francisco Hernández Delgado. Libro de Inventario de bienes de la Parroquia de Teguise,
1674. Fol. 23r. y sig. En este inventario, recogido en 1684, el capitán Luis Rodríguez Fleitas,
mayordomo dijo que “habiéndose fabricado la parroquia de la isla de Lanzarote de nuevo, se han
presentado más número de sepulturas de las que había que pertenecen a la fábrica, y en las de
particulares por razón de haberse hecho nuevos pilares de cantería y mudado el coro se ha hecho
alguna mudanza, y por ello conviene que de nuevo se haga padrón de sepulturas para la claridad de
las pertenecientes a la fábrica y las pertenecientes a los herederos”.
21 Archivo Francisco Hernández Delgado. Libro de Inventario de Bienes de la Parroquia de Teguise.
Fol. 29 v. “tiene esta iglesia dos capillas colaterales de una misma obra e igualdad; de la parte del
evangelio la de nuestra señora de la concepción, la cual se obró a costa del capitán Luis Rodríguez
Fleitas y de Margarita Ruiz, de que son patronos de por mitad. Y la otra de la parte de la epístola es
de la cofradía de nuestra señora del Rosario a quien se asignó por renunciación de los interesados a
ella…”.
22 Archivo Histórico de Teguise (AHT). Actas de Acuerdos del Cabildo de Lanzarote, 1627-30, f.4r-
5v. La falta de pan hace necesario que éste se traiga de fuera.
Archivo Francisco Hernández Delgado. Actas de Acuerdos del Cabildo de Lanzarote, 1651-59, s/f.
En la Isla la pobreza y necesidad hacen temer por su despoblación, se pide el envío de pan de
Canaria.
23 Archivo Museo Canario: “Sinodales de don Cristobal de la Cámara y Murga”. Los beneficiados y
curas obtienen un beneficio o curato por oposición, cumplen con sus deberes eclesiales (misas,
confesión, unción de enfermos...) y reciben los beneficios de la fábrica de la iglesia.
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El clero en las islas orientales. Dotación económica…
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24 Archivo Museo Canario: “Constituciones Sinodales de don Cristóbal de la Cámara y Murga”, fol.
233v-234r. Sobre las funciones del hacedor.
25 TOLEDO BRAVO DE LAGUNA, L. “Algunas implicaciones de las visitas pastorales en Lanzarote
durante la primera mitad del siglo XVII” en XI Coloquio de Historia Canario Americana, Las
Palmas de G.C, 1994 (en prensa).
26 Las fechas que se ofrecen se han obtenido a través de la documentación notarial, atendiendo a la
primera y última vez que aparecen recogidos, o en su caso a la notificación de su muerte o aparición
de sus testamentos.
27 AHPLP/2721, Juan de Higueras.
28 Hasta esta fecha en que muere, siempre aparece en la documentación como beneficiado, pero ya
desde 1627 expresa su falta de salud y su deseo de trasladarse a Fuerteventura, dejando
paulatinamente de aparecer en actividades relativas al desempeño de su cargo en la iglesia
parroquial. AHPLP/2725, Juan Tomás de Ganzo, fol. 362r-363v.
29 En 1627 el licenciado Diego de Cabrera quiere permutar su beneficio en Fuerteventura por el de don
Marcos de Betancor en Lanzarote, para lo cual elevan súplica al provisor del obispado de Canarias.
Si bien Marcos de Betancor continúa apareciendo como beneficiado de Lanzarote, Diego de
Cabrera aparece desde 1631 a veces como beneficiado de Lanzarote, a veces como beneficiado de
Fuerteventura. AHPLP/2725, Juan Tomás de Ganza, fol. 362r-363v.
30 VIERA Y CLAVIJO, Noticias de la Historia de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1974, p. 625.
31 Los beneficiados de Lanzarote aparecen abundantemente en la documentación notarial, comprando
y vendiento casas, tierras, animales, esclavos, realizando fletes... valgan como ejemplo los
siguientes casos: AHPLP/2743, Rodríguez Fleitas, L. Fols. 42v-43v. Venta del bachiller Figueroa,
cura de Haría, de una casilla pequeña. AHPLP/2750, López de Carranza, A. Venta de trigo del
licenciado Hernández Déniz. AHPLP/2725, Tomás de Ganza, J. Venta de un esclavo negro a Pedro
Diepa, vicario y hacedor de Lanzarote. AHPLP/2724, Amado, F. Poder que da el licenciado Juan de
Betancor, racionero, para que en su nombre se cobre el valor de un cortijo de tierras de pan sembrar
y unas casas en él...
32 Archivo Museo Canario: Constituciones Sinodales “De la Cámara y Murga”, fol. 234 y sig.
33 AHPLP/2727, Gaspar de los Reyes, Fol. 520r. El licenciado Lorenzo Suárez de Lugo, racionero de
la Catedral, presenta ante el licenciado Juan Vélez de Valdivieso, alcalde mayor de Lanzarote, el
poder que los señores Dean y Cabildo le entregan “para que pueda en esas islas de Lanzarote y
Fuerteventura cobrar los recudimientos de San Juan y Navidad de este año de 1624 tocantes al
cabildo y todo lo demas que se deba de años atrasados”.
34 MACÍAS, A. “Fuentes para el estudio de la producción agraria en las Islas Canarias: el Diezmo en
la diócesis Canariense (1480-1820), en Anuario de Estudios Atlánticos, nº32, Madrid-Las Palmas,
1986, p. 70.
35 BRUQUETAS DE CASTRO, F. y TOLEDO BRAVO DE LAGUNA, L. “Aproximación al estudio
del Diezmo en la isla de Lanzarote (1618-1650)”, en la III Reunión Científica de la Asociación
Española de Historia Moderna, Las Palmas de Gran Canaria, 1994.
36 Archivo Histórico Nacional. Sección Consejos, leg. 15.756, exp. 32. En esta petición se enumera el
número de capellanes de Su Majestad que fueron hacedores de Lanzarote y Fuerteventura entre
1628 y 1665; en total cuatro, que repitieron por varios años esta función: El licenciado Pedro Diepa
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entre 1628-29 y 1637-38; el licenciado Sebastián González Cabrera entre 1644-45; el licenciado
Pedro de Vera Mujica entre 1658-59 y el licenciado Fernando de Arce y Castillo en 1661 y 1664-
1665.
37 AC, Cartas, 1656-75. Fol. 72v., 1656. Se encarga al hacedor que ponga a pregón y entregue al
mayor ponedor la cebada correspondiente a la Fábrica Catedral.
38 AC, Cartas, 1656-75. Fol. 21r., 1657. “También remitimos los mandamientos del subsidio y
escusado de las dos islas; el de Lanzarote importa 30.922 mrs. y el de Fuerteventura 14.809, que
vm. cobrara y enviara recibo”.
39 AHPLP/ 2728, Gaspar de los Reyes, 1625. Fol. 32r.-33r. El licenciado L. Suárez de Lugo, hacedor,
actúa como intermediario entre un vecino de Haría y el licenciado Mateo de Herrera, canónigo de la
Catedral que debía a éste 1.702 rs. que el hacedor paga en trigo y cebada.
40 NUÑEZ MUÑOZ, María Fe: Visita pastoral del obispo Folgueras a la isla del Hierro (agosto-septiembre,
1832), Santa Cruz de Tenerife, 1988, p. 8.
41 TOLEDO BRAVO DE LAGUNA, L. “Algunas implicaciones...”. Art. cit.
42 TOLEDO BRAVO DE LAGUNA, L. “Algunas implicaciones...”. Art. cit.
43 LAVANDERA LOPEZ, J. “Aspectos litúrgicos, administrativos y disciplinares de la Iglesia de
Fuerteventura. Siglo XVI”, en I Jornadas de Historia de Lanzarote y Fuerteventura, Tomo I,
pp. 295-311. Fuerteventura, 1987. Según Lavandera, las vistas se producían en Fuerteventura con
una periodicidad de cinco años.
44 CABALLERO MUJICA, F. Documentos Inéditos de la Historia de Lanzarote recopilados por don
Antonio Hernández Rivero, beneficiado de la Santa Iglesia Catedral de Canarias. Teguise, 1991.
45 BETHENCOURT MASSIEU, A. Evolución... op. cit., pp. 15-18.
INFANTES FLORIDO, J.A.: “El obispo Tavira en Canarias (1791-96)”, en II Coloquios de
Historia Canario-Americana, (1977), Tomo II, pp. 171-223. Las Palmas de Gran Canaria, 1979.
46 RUBIO MERINO, P. “Problemática de los pleitos apelados del Obispado de Canarias al Tribunal
Metropolitano de Sevilla (1595-1650)”, en VI Coloquios de Historia Canario-Americana, (1984),
Tomo II, p. 65. Las Palmas de Gran Canaria, 1988.
47 TOLEDO BRAVO DE LAGUNA, L. “Algunas implicaciones...”, art. cit. De todas las visitas hay
constancia en la documentación notarial, puesto que todas tuvieron repercuciones económicas en la
vida de la población.
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