1061
REALIDAD Y FICCIÓN EN GRAND CANARY, LA
NOVELA DE A. J. CRONIN EN TENERIFE
Mª Isabel González Cruz
INTRODUCCIÓN
Una de las muchas sorpresas que nos llevamos cuando preparábamos nuestras Notas para
una bibliografía inglesa sobre Canarias (2002) fue la de encontrar una publicación realizada
en 1933 en los Estados Unidos por A. J. Cronin, escritor británico de cierto renombre, que, en
ese momento, nos era desconocido, al igual que le ocurrirá a muchos de los futuros lectores de
este trabajo. Acostumbrados a leer el título Grand Canary en multitud de guías turísticas o
libros de viajes sobre esta isla, nos resultó sorprendente descubrir que en realidad este libro
era una novela ambientada en el Archipiélago. Una segunda sorpresa la tuvimos al comprobar
que el mencionado título resultaba engañoso, pues el barco en el que viajan los protagonistas
hace escala sólo por unas horas en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria y la mayor parte
de la acción transcurre, en contra de lo que pudiera esperarse, en la isla de Tenerife. En este
trabajo empezaremos dando unas breves pinceladas sobre el autor, el impacto de esta novela y
su argumento, para centrarnos luego en comentar las diversas referencias que aparecen en la
obra, en un intento de dirimir si éstas tienen visos de realidad o si, por el contrario, se trata de
elementos ficticios aportados por el autor.
EL AUTOR, ARCHIBALD JOSEPH CRONIN
El autor, médico escocés retirado, está considerado un gran novelista y un verdadero
maestro en “contar historias de nuestro tiempo” acerca de los problemas de unos personajes
que resultan muy reales. En líneas generales su obra se caracteriza por una mezcla de
realismo, romanticismo y crítica social. En su producción encontramos un total de dieciocho
novelas, casi todas traducidas al español y a otras muchas lenguas, y dos piezas teatrales: El
castillo del odio (1931) y Jupiter Laughs (1940). Hay que resaltar también la fama que
adquirieron sus novelas en Rusia. The Stars Look Down (1935), La ciudadela (1937), Las
llaves del Reino (1942), Los verdes años (1944), Aventuras en dos mundos (1952) y
Shannon's Way (1948) figuran entre sus obras más importantes, muchas de las cuales han sido
llevadas al cine o se han adaptado para la televisión. De este autor se han destacado sus
enormes dotes de observador y narrador, y se ha dicho además que “desarrolló su narración
con su peculiar desenfado y espontánea naturalidad”. Según el crítico Edward Weeks, 1 Cronin
se muestra
dispuesto a conducir al lector a través de las páginas de sus libros sin compulsiones,
sin violencias emotivas, por la amable senda de una prosa simple y clara. Nunca,
empero, dejando de ser sincero, genuinamente objetivo, y, sobre todo, hacer que los
héroes de la novela sean comprendidos y amados.
Hay dos cuestiones principales que llaman la atención del lector de hoy en lo que respecta
a esta obra, y más en concreto a su autor: por un lado, el porqué eligió el nombre de Gran
Canaria cuando la acción se desarrolla en Tenerife; y, por otro, la duda sobre si Cronin visitó
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1062
realmente las islas antes de escribir la novela, o si, como se ha sugerido, más bien se guió por
las numerosas obras de la literatura de viajes sobre Canarias para la inclusión de datos
geográficos, históricos y culturales. En cuanto a la primera cuestión, tan sólo aparece una
referencia en el capítulo X, que puede explicar la predilección del autor por este título. Sucede
que durante la escala del barco en Gran Canaria, mientras varios de los viajeros descansaban
en la playa de Las Canteras, Mary, la protagonista femenina, exclama: “Llaman a esta isla la
Gran Canaria. ¡Gran Canaria! Hay color y movimiento en el nombre. Cuando pienso en este
viaje, lo pronuncio en mi interior. ¡Gran Canaria! Es un nombre que emociona” (p. 116).
Como vemos, una mera preferencia por la sonoridad o el ritmo que encierra el nombre de
Gran Canaria parece justificar su elección como título.
En lo que respecta a la segunda cuestión, resulta difícil determinar si Cronin viajó o no a
las Islas antes de escribir su libro. A pesar de haber revisado los archivos municipales del
Puerto de la Cruz, en una infructuosa búsqueda del nombre de Cronin en el registro de turistas
entre 1925 y 1933, Pavés (1995) no descarta del todo una posible estancia del escritor en
Tenerife, “pues pudo haberse hospedado con algún conocido que tuviera su residencia en la
isla”.
Por otra parte, las Islas eran muy conocidas en Inglaterra y en Europa, y la abundante
literatura de viajes existente bien pudo ayudar a Cronin a reunir datos para sus descripciones y
referencias históricoculturales,
como ya indicaba Pavés (1995). 2 Este mismo autor recuerda
el caso de Julio Verne quien, sin haber pisado nunca las Islas, “realiza extensas y minuciosas
descripciones de las mismas” en su novela Agencia Thompson y Cía (1907) “y que, a buen
seguro, son fruto de la lectura de este tipo de literatura de viajes”.
LA OBRA Y SU IMPACTO
Con sus 330 páginas, Grand Canary. A Novel es la tercera novela de Cronin. Conoció
sucesivas ediciones a partir de la primera, que data de 1933, y fue realizada por Grosset &
Dunlap Publishers. El texto original se conserva en las dependencias de El Museo Canario
de la capital grancanaria, donde hay otra edición que sigue el formato típico de las obras de
bolsillo, y que también está publicada en Nueva York, pero por otra editorial, la Bantan
Books. Se trata de una edición algo menor (277 páginas), aunque provista de un pequeño
apartado inicial donde leemos que la novela fue publicada por entregas en la revista Good
Housekeeping, entre enero y mayo de 1933. Parece que fue un gran éxito, pues se relacionan
varias reediciones; en concreto tuvo siete con la Bantan Book, la última en 1952, y otras diez
ediciones con la Grosset & Dunlap, entre 1936 y 1946. Existen además versiones en español,
francés e italiano. La edición en español fue traducida por Joaquín Urrieta y la publicó en
Méjico en 1948 la editorial Hermes. 3
De enorme interés nos resultó averiguar que la obra fue, además, llevada al cine con el
mismo título en el año 1934 por la famosa compañía norteamericana Fox. Se trataba de una
producción de Jesse Lasky, de 78 minutos de duración, realizada bajo la dirección de
Irving Cummings, que trabajó con un guión adaptado de la propia novela por Ernest Pascal.
En el reparto figuraban como pareja protagonista Warner Baxter, ganador de un óscar en 1929
(Pavés, 1995) y Madge Evans, que interpretaban los papeles del Dr. Harvey Leith y de Lady
Mary Fielding, respectivamente. 4 El largometraje, que fue enteramente realizado en
Hollywood, produjo “un pequeño escándalo por la visión errónea que daba de las islas”
(Dierckx y García, 2000, p.50). Gonzalo Pavés (1995) ha estudiado todo el proceso de
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Realidad y ficción en Grand Canary, la novela de …
1063
filmación y realización de la película hasta su estreno el 19 de julio de 1934 en el Radio City
Music Hall de Nueva York, así como la polémica que siguió al mismo en la prensa local.
GRAND CANARY. A NOVEL: EL ARGUMENTO
Esta novela nos narra la dramática historia de Harvey Leith, un joven médico de gran
talento, cuya brillante carrera es arruinada por un escandaloso e inmerecido fracaso: no
consigue salvar a tres pacientes moribundos a los que aplica un suero de su invención. Para
intentar reponerse de este percance Leith viaja rumbo a las Islas Canarias en el barco Aureola,
a bordo del cual conocerá a Lady Mary Fielding, una mujer casada que viaja sin su marido y
que también está intentando escapar de un ambiente social de lujo y frivolidad que le resulta
sofocante. Cada uno de estos personajes va a jugar un extraño papel en la vida del otro, pero
ninguno de ellos sabía que un misterioso destino les aguardaba al llegar a las cálidas y
sensuales Islas Canarias. A lo largo de treinta capítulos se nos desvela la historia de un
hombre y una mujer que huyen de las presiones de sus respectivos lugares de origen y que son
atrapados en una pasión que ninguno puede controlar ni entender, porque parece estar
inexorablemente determinada por el destino. De hecho, en el capítulo XII, al llegar a Las
Palmas Mary afirma que, aunque no había estado nunca antes en las Islas, tiene la sensación
de haber vuelto a ellas.
La obra se inicia con el viaje de siete días de duración desde Liverpool a Tenerife, con
escala de unas horas en Gran Canaria. Los ocho personajes principales viajan a bordo de uno
de los famosos barcos crucerofruteros
de la época, el Aureola , al que describen como “un
barco de carga bonito” (p. 13). Aunque Leith pasa la mayor parte del viaje encerrado en su
camarote, rumiando su dolor por la injusticia sufrida, llega a establecer un pequeño contacto
con Mary durante uno de los pocos momentos en que sale a cubierta a tomar el aire y ambos
tienen la ocasión de tomar un té juntos. Es entonces cuando Mary confiesa a Harvey su
impresión de que él le resultaba conocido, así como sus sueños con una casa especial en un
lugar que le describe detalladamente, y que resulta ser la Casa de los Cisnes, con su jardín de
fresias, su fuente de piedra, con sus puertas esculpidas con cisnes y con un patio en el que se
levanta un árbol muy frondoso. Una vez instalada en su hotel del Puerto de la Orotava, hoy
Puerto de la Cruz, Mary averigua que esa casa existe en La Laguna y se marcha a visitarla.
Allí, en el jardín de la casa, se encuentra de nuevo con Harvey, al que habían propuesto que
fuese a Hermosa, una aldea muy cercana a La Laguna para ayudar a los enfermos que sufrían
de un brote de fiebre amarilla, enfermedad que –sin saberlo entonces– también había
contraído Mary, tras haber sido picada por los mosquitos durante la escala en Las Palmas.
Los síntomas de la enfermedad se manifiestan de repente durante ese encuentro con
Harvey en el jardín de la Casa de los Cisnes, justo en el momento en que ella se da cuenta de
que realmente había estado antes allí con él “unidos por algo más que los sueños”. De hecho,
Cronin pone en boca de la Marquesa Isabel de Luego, dueña de la finca y de la mencionada
Casa de los Cisnes, así como descendiente del conquistador y Adelantado don Alonso Cortés
de Luego (que no parece sino una adaptación del nombre del auténtico Adelantado Fernández
de Lugo), una historia que ella decía haber leído en un libro acerca de un inglés que en la
época del ataque de Nelson a Santa Cruz había llegado al anochecer a la casa buscando
refugio con su amada, hermana de un capitán inglés. Allí la dejó, pero cuando volvió ella se
había ido. Algo parecido sucede en la obra cuando tras pasar varios días y noches en la casa
cuidando sin descanso a Mary, Harvey se encuentra con que mientras él descansaba, pues se
había quedado dormido, agotado, en el jardín, el marido de Mary había llegado a la isla en su
hidroavión privado y se la había llevado a Santa Cruz, aprovechando una pequeña mejoría que
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1064
la enferma había experimentado gracias a que a Harvey se le ocurrió arriesgarse y hacerle una
transfusión de su propia sangre.
El resto de los viajeros del Aureola , que vuelven a cruzar sus vidas luego en tierra, junto
con el Capitán del barco, constituyen los personajes secundarios entre los que destacan los
hermanos Tranter. Susan y Robert Tranter son misioneros de la Unidad del Séptimo Día de
Conneticut, que son enviados a las Islas con una misión evangelizadora por la fuerte demanda
de sacerdotes que, al parecer, había entonces en Tenerife, debido a “circunstancias especiales”
(p. 72).
El personaje de Susan Tranter tiene un papel especial en la novela porque coincide en
Hermosa con Harvey y le ayuda a cuidar de Mary durante los días y las noches de mayor
crisis de la enfermedad. Sucede que Susan se enamora de Harvey, y le llega a pedir que se
olvide de Mary, que está casada. En varias ocasiones Susan expresa su presentimiento de que
Mary va a morir, pero, curiosamente, después de mucho insistir en que siente la muerte muy
cerca (refiriéndose, claro está, a Mary, que estaba realmente muy grave) la que muere es ella.
Una noche en la que había estallado una tormenta muy fuerte Susan se ahoga en el barranco
de Almeida, que corría muy cargado de agua, cuando intentaba salvar a su hermano. Al
parecer, éste intentaba suicidarse por lo humillado que se sentía ante el desprecio que había
sufrido por parte de la señora Baynham, acompañante de Lady Mary Fielding, de la que se
había enamorado perdidamente.
La obra tiene, sin embargo, un final feliz. Pasados varios días de la desaparición de Mary,
Harvey vuelve a Santa Cruz para informarse de los barcos de vuelta a Inglaterra. Allí se
encuentra con Jimmy Corcoran, otro de los viajeros del Aureola con los que había establecido
una buena amistad, y le informa de que Mary aún está en un hotel de Santa Cruz con su
marido, y que han estado buscándolo para agradecerle que hubiera cuidado y salvado la vida a
Mary. En el encuentro, Michael Fielding, el marido de Mary, invita a Harvey a regresar con
ellos a Inglaterra en su hidroavión y a pasar por su mansión en Buckdem. Allí Harvey conoce
la clase de vida de lujo y hastío que lleva Mary, quien ya en el barco le había confesado que le
tenía mucho cariño a su marido pero no estaba enamorada de él. Harvey regresa a Londres,
donde su amigo y colega el doctor Ismay le informa de que hay una vacante en el
Metropolitan Central Hospital que puede ser para él. Harvey acepta el cargo, y más tarde
recibe la visita de Mary, que ha abandonado a su marido.
Éste es, grosso modo, el argumento de una novela en la que abundan las referencias a
lugares de las islas de Tenerife y Gran Canaria y a aspectos de su historia y su cultura, así
como algunas palabras y expresiones en español. De lo real y lo ficticio que hay en estas
referencias nos ocuparemos en los siguientes epígrafes.
GRAND CANARY: LO REAL Y LO FICTICIO
De las muchas referencias a elementos de las Islas que aparecen en la novela aportaremos
ahora una clasificación en dos apartados, según consideremos que su naturaleza es de carácter
ficticio o bien pensemos que tiene visos de realidad.
Lo ficticio en Grand Canary
Hay al menos cinco elementos que consideramos que son fruto de la imaginación del autor.
Son los siguientes:
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Realidad y ficción en Grand Canary, la novela de …
1065
La fiebre amarilla. La primera referencia que más puede sorprender al lector canario de
esta novela es la de la supuesta existencia de una epidemia de fiebre amarilla en un hipotético
rincón tinerfeño llamado Hermosa, entre finales de los años 20 y principios de los 30. Todo
parece indicar que se trata de una invención, o bien una exageración de Cronin quien, como
médico, pudo interesarse o haber escuchado historias sobre las epidemias sufridas por las Islas
en el pasado. En efecto, en el trabajo de Betancor Gómez (2002) encontramos referencias a
tres epidemias importantes 5 de esta enfermedad que se dieron a lo largo del periodo isabelino.
En concreto, se sabe que la de 18101811
llegó de Cádiz y que las de 184647,
y 186263
llegaron de Cuba, pero siempre a través de Tenerife (Betancor Gómez, 2002:199). Esta autora
destaca el hecho de que ninguna de las epidemias de fiebre amarilla de esta época proviniera
de África. Sin embargo, en el libro leemos (p. 168) que la epidemia había llegado de Liberia,
en un mercante, y que el brote había surgido en Hermosa, pero que también estaba en Las
Palmas, aunque con menor intensidad. Cierto es que Canarias, como indica Betancor Gómez,
además de ser el primer lugar de Europa donde aparece la fiebre amarilla en 1701, es también
de los últimos sitios en desaparecer. Fuentes consultadas en el Área Funcional de Sanidad de
Las Palmas, dentro de la Delegación del Gobierno en Canarias, nos confirman que “los
últimos casos documentados se datan entre 1902 y 1908, también debido al trasiego de
personas entre Camagüey y Canarias. Algunos de estos casos afectaron también a Gran
Canaria”. Según Juan F. Santana Armas, Jefe de la Sección Médica del Servicio de Sanidad
Exterior, “años más tarde hubo otras epidemias pero su filiación exacta ha quedado en el
limbo de la taxonomía nosológica”. 6
También Cola Benítez (1996, p. 238) confirma que entre las últimas epidemias sufridas en
la isla de Tenerife estaba la de 1907, y que en Las Palmas se hablaba de que era la peste
bubónica. En realidad no hay referencias temporales concretas en la obra acerca del momento
exacto en el que suceden los hechos narrados, pero hay un detalle que nos hace suponer que la
acción transcurre con bastante posterioridad a ese año de 1907: el uso que el marido de Mary
hace de un hidroavión privado para volar desde Inglaterra a Canarias. Estos aparatos
empezaron a construirse a partir de 1910, por lo que nos inclinamos a pensar que los hechos
de la novela, que se publica en 1933, se enmarcan en el contexto de los años 20 o
principios de los 30 del pasado siglo XX, época en la que, como vemos, no hay constancia de
este tipo de epidemias en las Islas.
Hoteles. En la novela se mencionan dos hoteles. El primero es el Hotel San Jorge en lo que
Cronin llama Orotava, pero que debía de ser el Puerto de la Cruz. Su nombre no figura entre
los establecimientos hoteleros registrados en la Guía industrial y artística de Canarias
(1930). Tampoco encontramos ningún dato sobre el supuesto Hotel Plaza de Santa Cruz. Sí
existen, no obstante, dos hoteles, el Victoria y el Orotava, sitos ambos en la Plaza
Constitución de la capital tinerfeña.
La calle de la Tuna . En el libro se menciona varias veces la dirección del modesto hotelito
que regentaba Mrs. Hemmingway, situado, al parecer, en esta calle y en concreto en el
número 116 de la misma. Dicha calle no figura en el “Índice de calles” de Santa Cruz de la ya
citada Guía industrial y artística de Canarias. De hecho, las fuentes consultadas en el
Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife confirman que oficialmente ni existe ni ha existido
nunca una calle con ese nombre. Estas mismas fuentes nos indican que es posible que hubiese
alguna calle que fuese conocida popularmente con este nombre, quizá por la existencia en
ella de varios ejemplares de tuneras. Sin embargo, descartan con total firmeza que la
numeración de la misma pudiese llegar al 116, ya que la mayoría de las calles de Santa Cruz
son relativamente cortas.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1066
La Casa de los Cisnes. En el libro se dice que es la casa “donde el lío comenzó” y que “se
está cayendo en pedazos” (p. 195). Uno de los personajes secundarios, un tal Rodgers, explica
que se trataba de una finca situada “en las afueras de la ciudad [de La Laguna], inmediata a la
mía” y que pertenecía “a una vieja señora española muy necia [...] Es lo que llaman una
marquesa . [...] Pero la sangre azul no basta para administrar eso. Todo se cae en pedazos.
Fanegadas de buenísima tierra están echadas a perder y sin otra cosa que cizaña. Anda escasa
de agua. Y no obtendrá ninguna mientras yo esté allí. Ahí es donde está el foco [de la
epidemia]. Ha perdido la mitad de sus peones, de los pocos y muy inútiles que tenía. El
cementerio está lleno” (pp. 168169).
Sin embargo, más adelante, cuando decide ir a Hermosa para ayudar como médico en la
epidemia, Harvey pregunta a una campesina: “Quiero ir a Hermosa. A la Casa de los Cisnes.
¿Puede decirme dónde está?” y ésta le informa de que ha de seguir un sendero que atraviesa
un bosque de pinos bastante sombrío. De esta Casa de los Cisnes, que parece, por tanto, estar
localizada a medio camino entre Laguna y Hermosa, Cronin nos ofrece una interesante
descripción que reproducimos en el apartado (b) del Apéndice.
Hemos contactado con el Archivo Histórico del Ayuntamiento de La Laguna
para averiguar si existe o ha existido en esta ciudad tinerfeña alguna finca o mansión
que llevase este nombre, así como la posibilidad de una conexión de esta casa o finca con la
familia descendiente de los Fernández de Lugo. El encargado del Archivo, Sr. Don Luis
González Duque, señaló que ignoraba la existencia de alguna casa o finca con ese nombre,
aunque no quiso descartar que en el pasado pudiera haber existido, aunque nunca con un
nombre oficial. Nos indicó que sí conocía a un miembro de la familia descendiente de los
Lugo y que, efectivamente, tenían una casa cercana al archivo, pero que se trataba de un
chalet fabricado en los años 50 aproximadamente. Por los datos que da la novela, imaginamos
que se trataría de una mansión muy antigua, que ya estaría construida en la época del ataque
del Almirante Nelson a Santa Cruz.
Por otra parte, tenemos noticias de la existencia de una “Casa de los Cisnes” en Atlanta. Se
trata de una mansión construida en 1928 y diseñada por Philip Trammell, que se hizo famosa
porque en ella se filmaron algunos pasajes de la película Lo que el Viento se llevó. Posee
muebles originales y muestra todo un esplendor que se contradice con la época en que se
construyó: la depresión económica. Es posible que Cronin se inspirase en ella al incluirla en la
novela.
La aldea de Hermosa , supuestamente situada al sur de La Laguna (p. 199), es el lugar en el
que, según el Capitán Renton, estaba confinado el brote de fiebre amarilla (p. 98). Según
nuestras pesquisas no existe ningún pueblo, aldea o barrio con este nombre en toda la isla de
Tenerife. De hecho Cronin no aporta ninguna descripción de este lugar. Lo que sí
hemos comprobado es que Hermosa y Laguna son los nombres de dos ciudades californianas
(Hermosa Beach, y Laguna Beach) relativamente cercanas, encontrándose casualmente
Hermosa Beach al sur de Laguna Beach.
Elementos reales en Grand Canary
Los elementos que parecen tener visos de realidad en la obra son más numerosos y los
hemos agrupado en cinco secciones. Son las siguientes:
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Realidad y ficción en Grand Canary, la novela de …
1067
I. Referencias históricas y culturales
En el capítulo V hay una referencia conjunta a varios marinos famosos que han tenido
relación con las Islas, y que eran citados en diversos libros de la biblioteca del capitán Renton.
Son libros en los que se hablaba de Colón, “zarpando de la Gomera para descubrir América,
del asalto a Las Palmas por Drake y Hawkins, de Nelson perdiendo un brazo en Santa Cruz, y
de Towbridge,” el capitán que acompañaba al famoso Almirante, “abriéndose paso por la
plaza de la Iglesia, cuando todo –además del tesoro español– parecía perdido” (pp. 4142).
Las banderas de Nelson y la cruz de la Conquista que se guardan en las vitrinas de la
Iglesia de la Concepción, en Santa Cruz. Cronin se refiere a este templo como “la catedral” y
nos presenta a Harvey contemplando todas estas reliquias “pensando en las manos que hacía
tiempo los tocaron” (p. 179).
El Adelantado Fernández de Lugo, a quien en el libro llaman “el Conquistador y
Adelantado don Alonso Cortés de Lugo”. De él habla en la novela una descendiente suya, la
Marquesa Isabel de Lugo. Cuando Harvey le pregunta si su familia llevaba mucho tiempo en
la isla, la anciana le responde así: “¿Ve usted ese árbol, señor? Es un dragón (sic). Es todavía
joven, a pesar de sus cuatrocientos años. No, no... No estoy de broma. Está aquí desde hace
cuatrocientos años, desde que don Alonso Cortés de Luego, el Conquistador y Adelantado,
vino a esta casa. Desde aquí, hizo la guerra con sus soldados de Castilla. A los guanches. En
La Matanza. En la Torre del refugio. Y fue herido en la Plaza de Matanzas. Desde entonces,
señor, los Luego siempre han vivido aquí. Siempre, siempre...”. (p. 211).
En la novela la Marquesa Isabel de Lugo vivía en la Casa de los Cisnes, o mejor dicho, en
lo que quedaba de ella, pues estaba casi en ruinas. Gracias al mencionado don Luis gonzález
Duque, encargado del Archivo Histórico del Archivo del Ayuntamiento de La Laguna, hemos
podido confirmar que, en realidad, el nombre de Isabel lo llevaron varias de las descendientes
del Adelantado Fernández de Lugo.
II. Referencias a lugares
La descripción de distintos lugares de las Islas resulta muy real. A modo de ejemplo,
ofrecemos en primer lugar la que Cronin hace de:
a) La bahía y el puerto de Las Palmas. La llegada a Las Palmas se produce en la
mañana de un sábado, “con la salida del sol en un puerto que dormía”. La ciudad es
descrita con gran detalle y se incluyen algunas escenas bastante costumbristas y
pintorescas. Por su interés, reproducimos dicha descripción en el apartado (a) del
Apéndice.
b) El Pico del Teide. Llama la atención la excesiva prominencia que se otorga al
famoso Pico en la descripción de la bahía de Las Palmas. De hecho, en un primer
momento el lector tiene la impresión de que Cronin se ha equivocado y lo ubica en
Gran Canaria. Por ejemplo, cuando durante el trayecto en barco, en conversación
con Harvey, Susan, contenta porque éste parece sentirse mejor, le augura: “El
sábado, cuando lleguemos a Las Palmas, se sentirá tan bien que desembarcará y
querrá escalar el Pico” (p. 84). Sin embargo, más adelante, cuando ya han atracado
en el muelle de Las Palmas y contemplan la vista desde el barco el Capitán Renton
aclara: “Una noble vista, Doctor Leith. Es el Pico de Teide, en Tenerife. Y puede
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1068
creérmelo, está a setenta y tres millas al oeste. Domina estas islas. Lo verá más de
cerca en Santa Cruz” (p. 98).
c) La Laguna . De esta ciudad Susan comenta: “creo que es muy sano el clima de
Laguna” (p. 84) y más adelante informa a su hermano de que “está a mitad de la
ladera, como a medio camino del cielo. Valles, bosques, plantaciones y muchas
palmeras. Nunca pensé que las palmeras pudieran ser tan grandes. Es un país
extranjero en todos sus detalles” (p. 164).
d) El restaurante “ La Cabina” en Las Canteras. En la Guía industrial y artística de
Canarias (1930, p. 204) hemos encontrado que en el año 1930 estaba registrado
como único restaurante en la playa de Las Canteras un establecimiento denominado
“Las Delicias”, propiedad de don Antonio Galán Cruzado. Junto a una fotografía en
la que se aprecia que era una construcción de madera, se anunciaba como “Gran
Casa de baños y restaurante, el preferido por los señores bañistas. Situado en la
hermosa playa de Las Canteras, joya de Las Palmas de Gran Canaria”.
Curiosamente, en la novela este lugar es descrito por Mary como un sitio delicioso.
También resulta muy significativo que el narrador comente que esta era la palabra
más adecuada para describirlo. Esta coincidencia nos lleva a pensar que las
referencias al restaurante “La Cabina” se corresponden en la realidad con el
restaurante “Las Delicias”. En la novela el primero es descrito en los siguientes
términos: “Era pequeño y muy limpio, con piso de madera blanca fregoteada, con
mesas cubiertas por manteles a cuadros azules y con un frente que daba al mar, al
cielo y al lejano pico obsesionante. Al fondo, había un bar curvo, coronado por una
hilera de botellas (...) En un ángulo, de modo totalmente incongruente, habían
instalado un piano automático de color amarillo” (p. 119). Anteriormente Mary
había explicado “Odio los restaurantes elegantes (...) Todo en ellos es rígido y
antipático. Por eso quise venir aquí. Es tan extraño y bonito” (p. 113).
e) Quiney's. Durante la escala en Gran Canaria, mientras los viajeros estaban en la
playa de Las Canteras, Elissa se queja preguntando “¿quién nos ha traído a este
sitio desolado? ¿Quién rechazó la invitación de Carr para ir a Quinney's [sic]?” (p.
113) Los hoteles de Mr Quiney, en Las Palmas y en El Monte, fueron muy
conocidos durante bastantes años, desde 1884, fecha de su inauguración en Las
Palmas, hasta bien entrado el siglo XX. De hecho se sabe que una de las excursiones
que podían hacer los turistas que estaban de paso en Gran Canaria era “ir hasta El
Monte, al Hotel Bellavista de Mr Quiney y comer allí, pagando un precio
establecido de 10 chelines por persona, en el que estaban incluidos los gastos de
desembarco, el transporte, un buen desayuno o almuerzo y la vuelta al barco”
(González Cruz, 1995, p. 275).
f) La playa de Las Canteras. Al llegar a Las Palmas Mary propone al grupo de
viajeros pasar el resto del día en la bahía de Las Canteras. “Nos bañaremos y
tomaremos algo en el restaurante que hay allí. Hay una arena finísima donde usted
estará en la gloria” (p. 107). Al parecer “ella había oído hablar a Renton de la
belleza de aquella playa poco conocida”
(p. 110), afirmación que no deja de sorprendernos pues nos consta que en esta
época se llegó a usar una fotografía de la playa de Las Canteras, con numerosa
concurrencia, como reclamo publicitario de la capital grancanaria en las cajas en las
que se exportaban los productos agrícolas de las islas. 7 Cronin describe la playa
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Realidad y ficción en Grand Canary, la novela de …
1069
como un “delicioso paisaje. Las amables ondulaciones de la amarilla arena, un mar
más azul que el cielo, la espumosa blancura de la rompiente que saltaba atronadora
sobre los arrecifes y el pico distante, reluciente, translúcido y omnipotente como un
dios” (p. 110).
g) Santa Cruz. Antes de llegar a tierra, los hermanos Tranter imaginan que Santa Cruz
“no será muy diferente a Okenville” (p. 33), lugar del que proceden y, de hecho,
Santa Cruz será descrita varias veces más adelante como “un pueblo grande” (p.
164). Por ejemplo, cuando el Capitán Renton recomienda a los viajeros que se
queden en Santa Cruz, donde “la situación ... es relativamente despejada. Por el
momento, estarán ustedes bien en el pueblo” (p. 170).
h) El Barranco de Almeida es en efecto un barranco bastante conocido de Santa Cruz,
en cuya playa hubo, desde los primeros tiempos de la conquista, un varadero. En
este barranco moriría ahogada Susan Tranter una noche en la que había estallado
una fuerte tormenta. El Barranco de Almeida debía de ir, por tanto, bien cargado de
agua que corría con fuerza pues en el libro leemos: “... a través del vacío de las
calles y de la Plaza llegaba un sonido fragoroso que no era del viento ni de la lluvia.
Ensordecía los oídos. En esto Susan comprendió que se trataba del fragor de un río.
Era la Barranca Almeida; entre ambas orillas, las tumultuosas aguas cruzaban el
pueblo, en su marcha hacia el mar” (p. 324).
i) La Orotava . Es descrito como un pueblo “muy tranquilo [...] pequeño y al natural”
(p. 116) al que Mary iba buscando reposo. El capitán Renton señala que es “un sitio
muy bonito. Limpio y agradable. Un pueblo muy sano. Y el viento siempre sopla
del mar” (p. 141).
III. Referencias a España y a los españoles (canarios)
En el capítulo IV Cronin pone en boca del misionero Robert Tranter una referencia a
España como el “país madre de estas islas” donde “el antiguo orden se tambalea y va a caer”
(p. 32). Ésta podría ser una referencia a la caída de la dictadura de Primo de Rivera y la
instauración de la segunda República en 1931.
Este mismo personaje pregunta después a la señora Hemmingway si encontraba agradables
a los españoles, a lo que ella respondió: “Hay que tomarlos como son [...] No es cosa de
quererlos o de odiarlos. Son seres humanos, ¿no es así? y no todos son españoles en las islas.
Hay personas de todos los colores, desde el negro como el carbón hasta el albino. Pero eso no
es nada. Yo me digo como el proverbio: todos somos iguales bajo la piel. Y me gusta lo
mismo el hermano de color que el que no lo es. Es el evangelio, ¿no es así? Quien viene a mí
obtiene lo suyo y nada más...” (p. 37).
Más adelante encontramos una pequeña queja de Corcoran sobre “la indolencia de los
obreros” (p. 107) y una referencia al hecho de que los cocheros de las tartanas “si no está
usted atento, le vacían el bolsillo” (p. 109).
IV. Referencias a aspectos de la vida en las Islas
Susan y su hermano Robert son recibidos en Tenerife por un tal Rodgers, quien se presenta
diciéndoles: “Me llamo Aaron Rodgers. [...] Hace tres años que estoy en estas impías islas.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1070
Cultivo bananas, limones y alfalfa. Me es grato ofrecerles mi casa hasta que instalen ustedes
la suya [...] Me agrada mucho que haya venido aquí hermano. Este lugar es una inmundicia.
Está saturado de impiedad y de ignorancia” (p. 167).
Al hablar sobre los preparativos para el viaje de vuelta desde Tenerife a Inglaterra en
avión, Dibdin exclama: “¡Gracias a Dios! (...) Pronto saldremos de este aburrido agujero”
(p. 348). A esta misma isla se refiere un poco más adelante el narrador cuando escribe: “Y
después, el hidroavión avanzó sobre el mar, en el que la isla, verde y amable, parecía una hoja
de lirio en un estanque. Lo último en desaparecer fue el Pico, el cual acabó fundiéndose en la
ilusión resplandeciente del cielo” (p. 351).
Otra referencia positiva la encontramos en el capítulo XIX, cuando Mary descubre que sus
sueños con la Casa de los Cisnes y el jardín no eran nada sin Harvey y que ambos habían
estado allí antes “unidos por algo más que los sueños”. Cronin nos describe los pensamientos
de Harvey al respecto y leemos: “Era una locura, un mito insensato y sin forma. Pero aquí, en
esta isla volcánica lanzada desde el fondo del mar a los evos primitivos, los hechos de la vida
eran mitos y los mitos una realidad imponente” (p. 235).
Referencias a los ingleses de la colonia . Carr, el agente del marido de Mary en las islas, se
queja de que “Muchos creen que somos unos primitivos aquí” e insiste en que esta es una idea
falsa. “Tenemos a nuestra disposición todas las diversiones. Es el país más delicioso que se
pueda imaginar [...] Todo el mundo lo pasa bien aquí”. Y el narrador comenta que “Carr
poseía todos los grandes adjetivos del hombre de las colonias, del hombre que, adoptando un
país y triunfando en él, ve a este país como un reflejo de sí mismo” (p. 123).
En el capítulo XXII Cronin nos ofrece una pequeña escena costumbrista en la que describe
muy bien “la vida del pueblo” de Santa Cruz:
Pasaban junto a él hombres de rostros rubicundos, mujeres tocadas con negras
mantillas, mulas que se sometían con renuencia al yugo, un vendedor ambulante que
anunciaba a gritos sus sandías, una lavandera que llevaba graciosamente sobre su
cabeza la cesta con la ropa recién lavada. En la esquina, un guardia civil de reluciente
tricornio estaba inmóvil, con las piernas abiertas, las manos a la espalda y la mirada
vigilante (pp. 273274).
El barco Aureola . Su nombre es muy similar al del barco Ardeola “que la Compañía
Yeoward, asentada en Tenerife tenía en propiedad” (Pavés, 1995). En un comentario que hace
Carr, el mencionado agente del marido de Mary en las Islas, encontramos la siguiente
referencia al Aureola, que nos confirma el tipo de mercancía que transportaba este barco:
“Tiene usted que haberse aburrido en esa lancha de las bananas” (p. 123). Como ya indicaba
Pavés (1995), el barco Ardeola “al igual que el de ficción, era un buque de carga dedicado al
transporte de plátanos hasta Gran Bretaña, y [...] solía llevar un grupo reducido de pasajeros,
en una ruta muy parecida a la de la novela, LiverpoolLas
PalmasSanta
CruzPuerto
de la
Cruz”.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Realidad y ficción en Grand Canary, la novela de …
1071
V. Referencias a alimentos
Hay tres en concreto.
Las naranjas de Telde. Al llegar a Las Palmas Cronin nos presenta a Harvey encerrado “en
su cabina, comiendo con remilgos la fruta que Trout le había traído para desayuno”. Se trataba
de “naranjas de Telde, de cáscara delgada y deliciosas, y guanábanas traídas aquella mañana
del mercado. Todo riquísimo” (p. 104).
Gofio. Durante los días que Harvey estuvo refugiado en el Teide, en lo que Cronin
denomina las cuevas de El Telde, las gentes de aquella zona “le dieron de comer gofio, un
cocido hecho con el maíz que ellos mismos cultivaban” (p. 338).
Tortilla de pimientos. Durante el viaje a bordo del Aureola , el Capitán invita a sus
pasajeros a almorzar, y les sirve una tortilla hecha con pimientos, “una especialidad del
Aureola . Les dice que es su propia receta, que se la había proporcionado un cocinero español
en Palma (p. 45). Más adelante, durante el almuerzo en el restaurante que había en la playa de
Las Canteras, leemos “Las aceitunas negras estaban exquisitas y la tortilla, hecha con
pimientos conforme a lo solicitado, competía con la del mismísimo El Telde. Y ahora estaban
en la ensalada . – Es necesario –declaró Mary– absolutamente necesario que me pongan un
poco de ajo en la ensalada” (p. 121).
CONCLUSIÓN
Por todo lo dicho hasta ahora, cabe concluir que la obra analizada parece combinar
elementos reales y elementos ficticios, siendo los primeros más abundantes. La realidad de las
Islas queda reflejada sólo parcialmente, pero está claro que ésta no constituía el punto
de mayor interés del autor en la novela. Su finalidad primordial está más bien en el
desarrollo de un argumento que se centra en cómo la fuerza del destino determina la unión de
la pareja protagonista, de quienes se apodera, en varias ocasiones, una extraña inquietud. En
palabras de Cronin: “era la sensación de algo arrancado del pasado, de algo vital y
predestinado que se estiraba hacia ell[los] desde el futuro” (p. 115).
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1072
APÉNDICE
A) LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
“La frescura de la mañana cayó sobre él como rocío. El cielo estaba azul, el aire
parecía radiactivo. El sol, elevándose sobre los montes, llenaba el mar de
resplandores. Ante él se extendía la bahía, bordeada por una cinta de espuma, y, más
allá, la ciudad trepaba con notas multicolores hacia las amarillas alturas. Había una
profusión cálida: los rojos, los verdes y los blancos se combinaban en una belleza
tropical llena de vida. Y encima de todo, trascendiendo de la ciudad y la bahía,
triunfando sobre las cumbres que le rodeaban, se elevaba un pico distante, en cierto
modo evasivo y misterioso como un espejismo, con su cono cubierto de nieve
sobresaliendo sobre el algodón de las nubes, como algo suspendido entre la tierra y el
cielo.
Maravillado, Harvey quedó contemplando el Pico, inmóvil. Bella como algo
celestial, la visión se apoderaba de su ser y le provocaba una aguda y sutil angustia.
¿Qué le impresionaba de tal modo? ¿Era el significado de la visión o la simple
belleza del cuadro? Atónito, contenía el aliento; no podía soportar el cuadro y, al
mismo tiempo, no podía apartar la vista.
Con un esfuerzo, dejó de mirar, fue al lado de tierra y observó el muelle amarillo y
polvoriento, que ahora se estaba llenando de una especie de vida lánguida. Sobre las
soleadas piedras, unos veinte peones descalzos y con pantalones de percal
descargaban sacos de harina con pintoresca indiferencia. No tenían prisa, charlaban,
fumaban, escupían, quedaban inmóviles y ponían accidentalmente las manos en los
sacos, como si el terminar fuera lo último que desearan. Uno de ellos, con una
camisa ocre muy ajada, cantaba con voz aguda una tonada de irritante dulzura.
Harvey escuchó contra su voluntad.
El amor es dulce
Y el que lo desprecia un loco.
Aunque sabía poco español, el significado de las palabras le resultó claro.
Con impaciencia, como si buscara un antídoto para aquel dulzor, dirigió la vista a un
punto algo lejano del muelle, donde había varios carros de altas ruedas tirados por
unas mulas esqueléticas y melancólicas. Estaban a la espera de la carga. Una de las
mulas tosió como un ser humano y agitó su corona de moscas, antes de tumbarse casi
de pura debilidad. Pero el conductor, instalado en el pescante, no se alarmó en lo más
mínimo; con las manos cruzadas sobre el vientre y una flor colocada tras la oreja,
roncaba plácidamente.
Bruscamente, Harvey dio media vuelta; no podía soportar el espectáculo de aquellos
miserables animales. En un instante, se contemplaba la belleza de la costa y la
sublimidad del misterioso Pico; un instante después surgía el sórdido cuadro de
aquella vida ínfima.” (pp. 9597)
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Realidad y ficción en Grand Canary, la novela de …
1073
B) LA CASA DE LOS CISNES
... de pronto, cien metros más allá, el bosque se hizo menos denso; Harvey cruzó un
puente de madera y se vio de nuevo en terreno despejado, en el que se elevaba una
casa rodeada de sus pertenencias. La finca parecía pequeña pero Harvey se dijo que
era el lugar que buscaba: un valle de tierra roja y prolífica alimentada por un precioso
arroyo, abrumada bajo la rica maraña de su vegetación. Tan fértil era el suelo, tan
lozano el verdor, que toda la plantación tenía el aspecto de una selva virgen. Había
allí un jardín, descuidado, pero con una belleza salvaje. Todo era fecundo, con el
encanto de un delicioso primitivismo.
Mirando a través de las grandes puertas de hierro forjado, Harvey contenía el aliento:
flores... ¡Y qué flores! Era una floración que crecía a su antojo, en exuberante y
maravilloso desorden, a la media luz del crepúsculo. Las masas de azalea silvestre se
hundían en los ojos con un carmesí que parecía sangre; los pálidos iris flotaban en un
mar opalino; los morados convólvulos asomaban sus trompas gemelas entre los
bancos de armadilla; altas cruciatas azules y de alas amarillas parecían mecerse en un
vuelo perpetuo... Y sobre todo aquello, las fresias surgían en olas, blancas y
perfumadas, delicadas como espuma.
Con un sobresalto, Harvey se concentró. Levantó la manilla con anillo de latón de la
puerta, la hizo girar y la sacudió. Empujó con sus hombros las verjas comidas por el
orín. Pero todo fue inútil; la puerta estaba cerrada. No importaba; el seto de retama
que rodeaba la finca tenía numerosas brechas. Estaba muy a tono con el lugar.
Harvey hizo un movimiento para ponerse en marcha cuando su vista, dirigida hacia
la enorme puerta, se fijó en un emblema del arco de coronación. Era un cisne que
batía sus alas. Un cisne... que batía sus alas.
Fascinado, contempló el emblema del cisne, un emblema que parecía lleno de
significado y de vida. La Casa de los Cisnes... Desde luego. Contuvo el aliento, con
el cuerpo rígido. ¿Cómo no se le había ocurrido antes? La Casa de los Cisnes...
(pp. 203204).
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
XVI Coloquio de Historia CanarioAmericana
1074
BIBLIOGRAFÍA
BETANCOR GÓMEZ, Mª José, Epidemias y pleito insular: la fiebre amarilla en Las Palmas de Gran
Canaria en el periodo isabelino, Las Palmas de G. C., Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria /
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2002.
COLA BENÍTEZ, Luis, Santa Cruz, bandera amarilla: epidemias y calamidades (14941910),
Santa Cruz de
Tenerife, Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, 1996.
DIERCKX, Isabel y GARCÍA, Katia, Cine canario. Un espacio abierto, Santa Cruz de Tenerife, Cuadernos de
Cine Ateneo
de La Laguna, 2000.
GONZÁLEZ CRUZ, Mª Isabel, La convivencia anglocanaria. Estudio sociocultural y lingüístico, 18801914,
Las Palmas de G.C., Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 1995.
— , Notas para una bibliografía inglesa sobre Canarias. Primer repertorio bibliográfico y análisis de su
estructura y contenido, Instituto de Estudios Canarios en la Universidad de La Laguna, 2002.
Guía Industrial y Artística de Canarias, Madrid, Editorial Rivadeneyra, 1930.
PAVÉS BORGES, Gonzalo M., “Grand Canary: el viaje imaginado de la Fox”, La Coruña, Actas
del V Congreso de la Asociación Española de Historiadores de Cine , 1995, pp. 3953.
Publicada
también en Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2002, o en internet
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/cine/01363827688837206317857/index.htm
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009
Realidad y ficción en Grand Canary, la novela de …
1075
NOTAS
1 Citado por E.P. en el prólogo a Aventuras en dos mundos (1972), Barcelona, Círculo de lectores.
2 Este autor cita las obras de Olivia Stone y Samuel Brown, que realmente estaban entre las de mayor
divulgación, aunque la bibliografía sobre las islas es numerosísima. Véase al respecto González Cruz
(2002).
3 Ésta es la edición que hemos usado como fuente para extraer las citas que presentamos en este trabajo.
4 En el resto de los actores se incluyen H.B. Warner (en el papel del Dr Ismay), Julie Compton
(interpretando a Elissa Baynham), Zita Johann (Susan Tranter), Barry Norton (Robert Tranter), Roger
Imhof (Jimmy Corcoran), Marjorie Rambeau (Daisy Hemmingway) y Gilbert Emery (Capitán Renton),
entre otros.
5 Al parecer hubo una cuarta epidemia en 1838, que sólo afectó a Las Palmas y fue bastante benigna.
6 Datos aportados en una comunicación personal.
7 Véase la página 19 de la edición del domingo 2 de diciembre de 1934 del periódico Hoy.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2009